METAMORFOSIS 136
Anciano feliz.
El auto levantaba mucho polvo al rugir del motor en el contacto de la llanta con el suelo, muchos campesinos y peones hacían alto ante el movimiento del vehículo que brillaba al contacto del sol, no tanto como debiera debido al efecto del polvo, muchos agitaban los sombreros, otros eran los niños que estaban contentos de la llegada de los patrones, en verdad no se equivocaban, dentro del auto iba Gustavito con su esposa y su primogénito, iban camino a la estancia Buonanote, Amacilia de setenta y dos años salió a su encuentro invitándolos a pasar, junto a ellos iba Noelia muy gustosa de lo que sería la visita a su padre, el anciano sentado en el gran sillón del salón de aquella casa victoriana los recibió con una gran sonrisa sin dejar de estar sentado, el militar tomó al niño y lo acercó a su abuelo poniéndoselo en su brazos descansados sobre sus muslos, poco a poco fue abriendo el pañal encontrándose con un precioso bebé de piel blanca con poco pelito lacio rubio, el anciano le hizo mimos, el niño agitaba sus manitos, un dedito se garró al dedo grueso del anciano, el bebé abrió los ojos, los tenía claros, el anciano preguntó el nombre del bebé, la respuesta fue Jairo Gustavo Rodolfo, el anciano puso un semblante amplio de felicidad al escuchar que entre aquellos nombres del bebé figuraba el suyo, acarició con ternura a su bisnieto, la esposa de Gustavito seguía sentada mirándolos no disimulaba su mueca irónica en el rostro, Noelia la vio, su nuera no expresaba tanta felicidad, más bien, había una incomodidad en su forma de ser, Amacilia se acercó con bebidas y bocaditos, se sirvieron, el anciano tenía marcado el niño, olía aquel perfume puesto, hablaron de muchas cosas tanto los visitantes y los anfitriones, Gustavito le pidió a su abuelo que diera el bebé a Amacilia, intrigado el anciano lo hizo con cuidado, la madre del pequeño instintivamente se levantó del sillón como anunciando su incomodidad qe otros brazos tocasen a su hijo, con la mirada de reprobación de su esposo puesta en ella se calmó volviendose a sentar tranquila y en silencio, instantes después el militar sacó de su portafolio un sobre que contenía documentos, los extendió a su abuelo sobre la mesa, de su leva sacó unos quevedos y leyó el contenido de aquellos documentos, un pasaporte, boletos de avión y otras indicaciones de cancillería, extrañado preguntó por eso, el militar le dijo que en próximos días lo acompañaría a Maikop, su lugar natal, el anciano se puso tembloroso con los ojos muy abiertos, movía la cabeza incrédulo, hija y nieto se acercaron para abrazarle, el anciano estuvo muy agradecido, iría con su nieto Gustavo Adolfo a Europa luego de tantos años, su amor por aquella tierra renació, se lo vio más alentado de lo que estaba a sus ochenta y dos años, había recibido doble gran noticia y consecuente alegría, la esposa de Gustavo Adolfo se puso en pie caminando como que no fuese con ela ese acto y así observaba el lugar apartándose un poco d elso demás, tenía un aire especial de indiferencia, por unas horas Gustavito montó a caballo, su madre y Amacilia lo observaban con detenimiento, los peones de lejos miraban el porte de aquel hombre descendiente del Cáucaso, parecía un príncipe, su esposa alejada del evento continuaba con su paseo en compañía de una empleada de la estancia a quien preguntaba pormenores del lugar, Amacilia se acercó a la mujer y notó un cierto aire de arrogancia, diferente carácter al de su esposo, las mujeres caminaron unos metros hasta que de lejos los peones escucharon un grito desgarrador, Gustavito presuroso fue hacia el lugar donde provenía el ruido, vio a su mujer histérica viendo a un mono que se le había colgado al hombro y que a sus gritos había espantado, Gustavito sonrió, esa actitud a la mujer no le pareció de buen gusto y furibunda entró a la casona, Noelia y Amacilia movían negativamente la cabeza viéndose fijamente, Gustavito continuo con su paseo a caballo, al día siguiente llevaría a su abuelo a la capital y luego de viaje hacia su tierra natal.
* * * * * * *
Esa tarde de febrero de 1953 significaría mucho para Valentín, comenzaría una vida cuya acción se remontaba a tener una buena relación de afecto con Oliver cual si fuese su padre, el afecto paternal aumentaba, Oliver sentía orgullo de Valentín por ser inteligente, cauto, humilde y trabajador, de eso ya tiempo atrás lo había notado Jonathan quien ya tomaba cierto recelo ante Valentín pues mermaba el cariño de su padre hacia él, sin embrag, eran muy seguidos los encuentros sexuales entre ambos, inclusive lo hacían frecuentemente en la cama de Oliver cuando el patrón de la casa no estaba, así era que en esa tarde como siempre Valentín lo esperaba en la entrada de la mansión, para su sorpresa Jonathan se bajaba del auto con una expresión muy seria en su rostro, su padre lo acompañaba, Valentín salió alegre a su encuentro pero lo que se encontró fue desprecio de Jonathan, Oliver estaba cabizbajo, incrédulo de lo que había escuchado de su hijo, Jonthan le tomó del brazo llevándolo con furia al interior de la mansión, allí se sentaron en la amplia sala, Valentín sorprendido escuchaba el argumento del hijo de Oliver, decía que Valentin había hurtado una cadena gruesa de oro de su propiedad, que la tenía escondida debajo de su cama, de un brinco Valentin se levantó del sillón negando absolutamente todo, le vino una expresión de angustia en su rostro, movia negativamente cada detalle de la acusación de Jonathan, de un brazo fue tomado bruscamente siendo llevado a su habitación y efectivamente dbajo de la cama estaba la cadena de oro de Jonathan, el otro muchacho se dejó caer en la cama sentadonse apesadumbradamente, se entrelazaba los dedos, cerraba los ojos saliéndole lágrimas negando con su movimiento de cabeza tales evidencias, ya recordaba lo de la cadena, entedía entonces que por celos Jonathan le había tendido una trampa con la finalidad de desacreditarle delante de su padre culpándole de ladrón, que injusticia y qué descaro, le vino el silencio con sus labios unidos, su mente se puso a recordar lo de aquella noche, allí estaba él esperándole acostado en su habitación, oye la voz, sale presuroso a verle, lo contempla desde la ventana, ve su rostro amplio de com querer hacerlo, sonríen, sube la escalera a encontrarse con un abrazo, se ven y se tocan los penes vestidos erectos, le dice a Valentin algo al oído y éste asiente, van tomados de la mano como si fuesen dos novios, caminan por el corredor y se detienen delante de la puerta de la habitación de Oliver, de aquella habitación que fuera la de los padres de Jonathan, ingresan y se besan apasionadamente, Jonathan marca a Valentin dejándole acostado en la amplia cama, se acuesta encima y se dan besos apasionados con lengua, para ese momento el calor en sus pieles era descriptivo, el más entusiasta en besar era Valentin, despacio se fueron quitando la ropa dejándola en el suelo, sus cuerpos abrazado rotaban sobre la cama dándose manoseos en el trasero, Jonathan se acostó de cara al techo con su pene erecto como mástil que fue agarrado por las manos de Valentín que deslizaba el prepucio y se metía a la boca el glande ensalivándolo, luego fue el turno de Jonatahn lamiendo y chupando el pene de Valentín, ambos hicieron un formidable 69 chupandose mutuamente le pene, tenían mucho apego en hacerlo, le hizo acostar a Valentin de cara a las almohadas poniéndole otras sobre el vientre, así el culito se alzaba, Jonathan agitaba su pene con la mano y lo rozaba en la entrada del ano de Valentín como a él le gustaba, de pronto el muchacho de doce años sintió ese pene de dieciséis años que entraba en su ano, gemía y suspiraba en cada embestida de meter y sacar, en cada movimiento de cadera de atrás para adelante, pensaba que era el pene de Oliver que ahora lo penetraba, pero en realidad era el pene de Jonathan el hijo, del rostro de Valentín le salía una sonrisa cómoda, estaba sintiendo, le gustaba, le dijo al oído que era su mujer y que nunca lo olvide, el pene entraba y salía, le decía que siempre, siempre, siempre recuerde este momento, allí fue que el pene entró en lo más profundo del ser, Valentín sintió el semen depositado en su cavidad anal, le dijo que se estuviese quieto, que sienta ese liquido dentro de su ser, el pene seguía dentro, Valentin no dejaba de suspirar, lentamente fue sacando, iba con semen y restos de excremento, el ano e latía igual que el pene venoso aun erecto, rápidamente se aljó d ela cama parándose en delante, vieron las samanas que no tenían restos de semen, por las piernas de Valentín se deslizaba apenas el semen depositado en su potito, a Valentín le extraño que todo fuese tan rápido, vio vestirse a Jonathan y salir presuroso de la habitación, Valentín se tomó su tiempo el vestirse y salir de la habitación pues se limpiaba el semen de resto en el culito, la salir de la habitación vio a Jonathan salir de la suya, le intrigó el por qué había entrado pero quedó en silencio, ahora lo entendía, era parte del plan, la distracción para hacerle maldad con la joya, ahora Valentín era injustamente acusado de roo por el hijo del patrón, la cara de Oliver estaba estaba muy afligida teniendo en sus mano la prueba del delito, vio con incredulidad el rostro del muchacho de doce años, apretó la joya, su rostro rosáceo de la cólera emitía gruesas palabras hacia el muchacho, sin vacilar le dijo que llamaría a la que una ve fue novia del soldado Robinson para que fuese a vivir con ella, tembloroso Valentín quería decir la verdad pero se contuvo, pese a todo deir que él y el hijo tenían relaciones sexuales en l época sería desastroso más si se trataba de Oliver un negociante para el gobierno local, prefirió callar y aceptar la voluntad, a los dos días la mujer con rostro contrariado estaba en la puerta para llevar a Valentín a su nuevo hogar, Oliver estaba muy apenado y miraba aún con incredulidad lo que estaba pasando, con Valentín se iba un poco de su felicidad paternal, Valentín se convertía en un genio desperdiciado.
* * * * * * *
La mujer arreglaba la vajilla de la cocina, estaba muy atenta a las indicaciones del ama de llaves que por muchos años trabajaba en aquella casa de la capital y del campo, la mujer llevaba varios días trabajando arduamente para ganarse la voluntad, la paga sería buena en cada fin de mes, por su paso notaba la presencia de hombres corpulentos, algunos mal encarados vestidos de negro, que entraban y salían de la casa, el patrón con ceño los fustigaba y en muchas ocasiones los felicitaba, imponía su autoridad, para la servidumbre era el señor Don Squeo, el hijo muy diferente de carácter al padre, muchos decían que tenía el carácter de su madre y el de su hermana, la mujer escuchaba jocosamente de los empleados que el muchacho ni parecía ser hijo de aquel hombre arrogante, la vida era muy activa en aquella casa, tenían grandes jardines en los que esporádicamente ella ayudaba al jardinero, así, en varias ocasiones tocaba de saludar al patrón, éste no vivía con sus esposa e hija desde muchos años siendo sus dos hijos muy niños todavía, la vida del patrón era algo misteriosa, la pasaba encerrado en su oficina y de viaje por la ciudad o varias del interior, los fines de semana por lo general pasaba con su hijo, Contardo, iba a cumplir los treinta años, tenía muchas amigas pero no una relación romántica estable, muchos amigos también con los que festejaba carrera de autos, tan de moda en el país del norte y por novedad los jóvenes del país lo traían, la mujer vio una seria atracción de aventura en Contardo, así, con el tiempo la mujer fue afianzándose en su trabajo con eficiencia lo que hizo tener una confianza con el hijo del patrón, hubo una tarde en la que Squeo y Contardo iban de viaje a la estancia de campo cerca de la capital comprada recientemente, la novedad era la construcción de una alberca que la iban a inaugurar haciendo una fiesta del trigésimo cumpleaños, para ello fueron puestas en servicio a la mujer y a la ama de llaves, la fiesta era animada, informal, con radiantes lo que los comensales e invitados se daban su baño, la alberca con su agua temperada daba un delicioso sentido de refrescante, la mujer vio a Squeo puesta simplemente una trusa, se notaba ese pene amoldado a la tela, así como otros jóvenes en el lugar, las chicas lo rodeaban, la mujer miraba la expresión del orgulloso padre, Contardo se acercó a la mujer pidiéndole bebidas y le hacía ciertas jocosidades, llegó un lujoso coche, de él se bajaron dos damas, la mujer sabían que eran muy significativas para la vida del hijo del patrón, madre y hermana, se unieron a la fiesta, se notaba la frialdad de los padres de Contardo, los hombres vestidos de negro rodeaban la propiedad, se escucharon disparos desde lejos, la mayoría de invitados no se dieron por enterados, un par de hombres se acercaron al patrón uno de ellos hablándole al oído, como respuesta tuvo gestos de Squeo, rato después la mujer veía a los dos hombres llevando a un humilde hombre ensangrentado en una de sus piernas, la cara indescifrable en facciones, le habían dado una tremenda paliza, lo lanzaron como fardo dentro de la bodega, estaba inconsciente, uno de los hombres quedó como centinela en la puerta, por casualidad tuvo que llevar café al gran salón a petición del patrón, allí vio a la iracunda hija exigiendo ciertas reparaciones a un individuo, la mujer se preguntaba si tal vez era aquel hombre encerrado en la bodega, patrón e hija hicieron pausa al ver la presencia de la mujer, salió dando una sonrisa, no era suficiente para calmar las tensiones, al cerrar la puerta se volvieron a dar los gritos, mientras tanto Contardo bailaba animosamente, tenía ya desde mucho copa en mano, algo mareado bailaba con las chicas lanzándose a la alberca, entrada la noche continuó el baile, duró hasta la madrugada, la mujer había pedido a Ramón que cuidase a los niños, tocaba dormir en aquel lugar, sería el principio de una serie de fiestas y trabajo en aquel lugar, a la mujer le gustaba, pues al retornar a casa ganaba otro dinero extra, al salir al vehículo junto con su compañera de trabajo se fijaron que no había gente en la bodega, más un charco de sangre en la entrada, así era el trabajo de aquella mujer, entre actos misteriosos y acciones de jocosidad, la confianza con el hijo del patrón se consolidaba, igual que con sus hijos cuando esporádicamente los llevaba a la casa de sus patrones, para felicidad de la mujer, Ramón, su compañero sentimental trabajaba de chófer para Squeo, así, los niños aprovechaban en comer bien en ciertos días, a veces llevaban a casa algunos sobrantes de comida que dejaban los patrones por imprevistos de viaje, Contardo era más amistoso con el pequeño hijo de la mujer, la niña lo era con el patrón, a veces recibían sencillos regalos de Contardo, la mujer se sentía muy contenta de laborar en ese lugar, solo le inquietaba que los hombres usaban armas, a Ramón también le dieron un arma, argumentaban por protección ante los insurrectos, es que por la sublevación la delincuencia se había incrementado, un día vio a su hijo sentado junto a Contardo maniobrando una arma, el niño estaba feliz junto a su hermanita maniobrando por vez primera aquella arma, Contardo vio el susto en la empleada madre de esos niños, se levantó de su asiento mostrándole a la asustada mujer que el arma estaba descargada, la mujer por compromiso a no indisponer al hijo de su patrón simplemente se limitó a sonreír, le hizo gestos a su hija para que se acerque y la acompañe a la cocina a preparar la comida, Contardo quedando solo con el niño le mostraba las partes del arma que aún no conocía, le hizo tomar el arma con sus manitos, sus manos rozaban las manos infantiles, la nariz de Contardo se posó sobre el pelo del niño encontrándose con el olor característico de sudor típico de un niño humilde, los labios de Squeo rozaban el pelito lacio del niño, lo arrimó más a su cuerpo sentándolo sobre su entrepierna, comenzó a rozar el pene vestido, el niño de casi ocho años no se daba aún por enterado de aquellos movimientos, Contardo seguía sentado en el amplio sofá sin dejar de mirar la puerta, cerró los ojos al hacerle el manoseo de los brazos infantiles, lo tenía abrazado y a la vez sentado en su delante rozando aquellos suaves bracitos, la nariz empezó a deslizarse por el cuello, notaba que al niño que le estaba gustando pues de sus labios salían sonrisas entrecortadas y cerraa los ojos poniéndose la piel de gallina, es más, porque simplemente se dejaba, en un instante lo apartó y fue a poner seguro a la puerta, inmediatamente de nuevo se sentó y tomó al niño de la cintura acercándolo a su cuerpo, Contardo abrió las piernas, lo tomó de las caderas y así el niño parado con el arma en mano y sin dejarla de ver se iba acercando muy lentamente hasta que los dos penes vestidos empezaron a rozarse a la vez que Contardo disimuladamente le iba indicando las partes del arma sofisticada, se vieron el movimiento de roce iniciado por Contardo, sonrieron, los cuerpos quedaron unidos por unos instantes, vio la mano de Contardo que se deslizaba por sus piernitas rozándolas y metiendo sus dedos por las mangas del pantaloncito corto de abajo hacia arriba de sus muslos, la mirada cambió a ser tímida su reacción, Contardo no dejaba de sonreír, el niño continuaba con el arma en sus manos viéndola en detalle, tratando de ser indiferente de los movimientos de manos de Contardo que deslizaba la cremallera del pantaloncito corto, se atrevía a más, era el hijo del patrón, a sus treinta años ya tenía el deseo de ir más allá con su experiencia sexual, así que vio descubierto el tronco del penecito y comenzó a manosearlo con estiradas que al niño hizo reaccionar viendo el movimiento de los dedos de Contardo en su penecito lampiño de casi ocho años, le hizo un corto agite de penecito, instintivamente se apartó dando breve paso con su mirada tímida sabiendo lo que aquel hombre le estaba haciendo, Contardo lo tomó de la cintura llevándolo de nuevo a su cuerpo manoseando ese penecito, el niño seguía con el arma agarrándola con su manitos pero sin dejar de ver el movimiento de manos de Contardo, de pronto vio deslizarse su pantaloncito corto cayendo a los tobillos, su calzoncillo de manga amplia también estaba deslizándose por sus piernas, el penecito estaba descubierto, los dedos de Contardo estiraban el pellejo del glande, luego manoseaba los glúteos del niño que estaban bien formados abultados con cadera arqueada, las manos se deslizaron a la espalda y cuello acariciándole las mejillas, Contardo seguía sentado en aquel sillón con las piernas abiertas manoseando los caderas del niño, su camisa puesta cubría únicamente su cuerpo, el penecito rozaba la entrepierna de Contardo que le hacía mover la cintura, el niño sintió el paso de los dedos de Contardo por la separación de sus glúteos en su traserito, vio que Contardo ensalivaba su dedo medio, el niño sintió que se le metía desde la entrada del ano haciéndole apenas encorvar, Contardo sacaba el dedo y se lo pasaba por la nariz, asimismo le hacía oler al niño cabizbajo que lo permitía con mucha timidez, cada vez sentía más adentro el dedo, Contardo un tanto sorprendido metió más el dedo que entraba con algo de facilidad, el niño gemía tratando de apartarse del cuerpo de Contardo, el dedo ensalivado pasó de nuevo por su nariz, el niño se apartó momento en el cual Contardo miraba con detalle el cuerpo del niño sobre todo aquel erecto penecito, escuchaba pasos, rápidamente le hizo subir el calzoncillo y el pantaloncito corto, ambos quedaron quietos sentados, escucharon que los pasos se alejaban en dirección a otra habitación, rápidamente Contardo hizo salir a un niño muy pensativo por lo que le había sucedido, cerca de ahí Ramón estaba lavando el auto del patrón, tenía puesta una remera y un short, de pronto ve pasar a la niña y le hace gestos para que se acerque, la niña miraba con atención el abultado pene de Ramón que se notaba en la tela del humedecido short, rápidamente deslizó la tela mostrándole el pene peludo manoseado, la niña pudo ver el glande vigoroso de aquel hombre, las venas se veían con detalle, estaba amoratado de tanto manoseo, la niña hizo un gesto instintivo de llevarse la mano a la entrepierna y rascarse su parte intima, eso era señal de acptación y deseo para Ramón, la condujo a un cuarto apartado entre fierros viejos, cartones y vidrio ahí en ese lugar le bajó los interiores y empezó a lamerle el clítoris haciéndola gemir, la lengua pasaba por esos labios vaginales, ya bien preparada la niña ensalivó el glande y lo entalló metiéndolo y sacándolo de la vaginita era muy gustoso para Ramón sentir el tronco de su pene entrar en esa vaginita haciendo estragos en la niña, los gemidos no podían esperar, Ramón sintió que iba a eyacular, rápidamente sacó el pene de la vaginita apartándose de la niña viendo luego el pene agitado por la mano, ahí parado Ramón agitaba el pene con la mano saliendo semen de su glande cayendo al suelo, la niña seguía acostada pasándose los dedos por la vagina, había quedado acostada algo encorvado su cuerpo sobre el cartón puesto en una máquina, Ramón vio la postura de la niña, parecía que lo desafiaba a seguir viendo que la niña seguía algo pensativa manoseándose la vaginita, le daba por sonreir coquetamente, Ramón se vio el pene algo erecto, se acercó acostándose sobre el cuerpo de la niña dándole muchos besos, así ambos vieron el roce del pene en la vaginita, se lo volvió a meter dándole embestidas seguidas, la niña sentía complacencia, el movimiento de las caderas alzándolas y bajándolas, gimiendo y besándose a la vez, el movimiento del pene en la vaginita era rápido, la hizo acostar boca abajo y le introdujo muy despacio el pene por el traserito, la niña respondió con gemidos fuertes a lo que Ramón decidió no continuar, se apartó poniéndose el short y ayudándole a vestir a la niña, fue la primera en salir de aquel cuarto de herramientas a manera de bodega, caminó lentamente en dirección al baño, deseaba orinar ante tanto embiste, su vagina deseaba desalojar, cuando iba a entrar a un cubículo para su gran sorpresa del destino vio al patrón Squeo que estaba orinando, en pie, la mirada discreta de la niña se centró curiosamente en el pene del patrón, en vez de emitir sorpresa, la niña sonrió, igual Squeo que a propósito dejaba al descubierto su pene, la niña dio unos pasos cortos entrando al primer cubículo ya que en ese instante Squeo salió con cierta inquietud, la sonrisa de la niña le impactó, a cierta distancia estaba sentado en una silla ubicada desde la ventana de piso alto Contardo que miraba los movimientos de aquel niño, sonrió irónicamente pensando en aquellos movimientos de sus dedos en aquel traserito infantil, observó su dedo calculando con su mirar el tamaño introducido, vio al niño acuclillado con su traserito vestido jugando, Contardo volvió a sonreír.
FIN DEL CENTÉSIMO TRIGÉSIMO SEXTO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!