METAMORFOSIS 140
Impulsos.
La vida continuaba en las estancias, año de buena producción agrícola, Europa demandaba alimentación tras la segunda gran guerra y las exportaciones aumentaban, lo que hacía algo próspera la situación de vida para estratos sociales altos del país de la canela, no así la pobreza de otros, Lucrecia y sus socios analizaban la situación del negocio, en esos momentos Luis bostezaba, denotaba desde hace mucho con antipatía a la mujer, era una relación gélida de coexistencia, ella no sabía la verdadera relación d eparentesco de su esposo el humilde campesino con Luis Izaguirre, de su lado estaba Emilio, el hombre de negro, su peculiar tono de diálogo aumentaba la incomodidad de Luis, a fondo de todo Luis con prudencia sabía de la relación entre ellos, sonreía irónicamente al recordar aquella vez en que los vio por detrás de las instalaciones haciendo el amor y de aquella fogosa pasión existe una niña que los une de ese amor clandestino con apariencias de hipócrita cortesía, sólo Luis sabe aquello, sonreía irónicamente al mirarles, se tapaba la boca para no delatarse, vio el reloj colgado en la pared, hizo un giro a la silla al ver entrar a Dagoberto, aquel cómplice de ese idilio entre Lucrecia y e hombre de negro, en esos momentos la sesión se termina, aceptan los dividendos, escucha del viaje de Emilio a la capital, Lucrecia cabizbaja medio sonreía, no era verdad, en la realidad ambos se encontrarían en la ciudad en aquel discreto hotel, para seguirse amando, a Luis le molestaba eso de ver a su verdadero padre aquel campesino humilde siendo traicionado por Lucrecia su mujer, pero guardaba discreción, se levantó del sillón con profunda respiración, dio unos largos pasos, al bajar las escaleras cruzó miradas con el recién llegado campesino haciendo un movimiento de cabeza sonriente en señal de saludo, llevaba de la mano a su hijita, Luis la observó detenidamente sonriéndole, se notaba que no tenían rasgos de genética entre el hombre y la niña que la llevaba de la mano, Luis Izaguirre les sonrió cordialemente, padre e hijo se miraron a los ojos, en ese instante Luis aceleró el paso, salía incómodo, el negocio iba bien pero las relacione spersonales no, al poco rato llegaba a la estancia de su abuelo, recordaba que el anciano estaba de viaje con su primo Gustavo Adolfo, Amacilia estaba atenta tejiendo, se sentó a conversar con la anciana, grata fue la sorpresa de ver en el sofá el abrigo de Leandro, de inmediato le vino el deseo de estar con él, continuó un rato más con la plática, a través del gran ventanal ve a su prima Josefina con su primogénito arreglando una gran cantidad de cestas con la ayuda de dos peones, sale a saludarlos, les ayuda por un rato, la tarea sería larga por lo complejo de la maniobra, hablaron de muchas cosas mientras trabajaban, Andrés Teodomiro estaba atento a la plática, Luis preguntó por el hijo menor de su prima, Emilio José, le dijo que andaba por ahí jugando, Amacilia salió a ayudar, aún con su ayuda la tarea sería larga, Luis sudoroso entró por un vaso grande de limonada que le sirvió la empleada, grato para él fue sentir a su lado la presencia de Leandro, el gringo como le decían de cariño, con mirada cómplice caminaron hacia un rincón apartado sin ser notados, allí se manosearon metiéndose las manos por la ropa, cerraron sus ojos sintiéndose el palmo de piel y aquel roce de manos que al abrir los ojos estaban felices viéndose el bulto que se formaba en la entrepierna, se acariciaron diciéndose cosas tiernas en los oídos, todo ello sin dejar de ver el corredor por dnde estaban a lo lejos las personas en la faena, Luis le dijo a Leandro que fuese al ático y que lo esperase, el muchacho de piel blanca y pelo rubio asintió alegremente ante lo dicho por Luis subiendo las escaleras mientras tanto Luis salió prudentemente de ese lugar caminando hacia donde estaban todos concentrados en la actividad de las cestas, mientras tanto Leandro que pasaba por los cuartos en dirección al ático vio algo en especial que en su cuarto estaba entreabierta la puerta, se le ocurrió entrar por crema, su sorpresa fue ver acostado en su cama al pequeño Emilio José que estaba profundamente dormido boca arriba, tenía los brazos tendidos abiertos igual que sus piernas, aún en una de sus manitos tenía un juguete de soldadito de hojalata, estaa profundamente dormido, vio aquellos deditos de la mano infantil bien formaditos con gran aseo en su uñas y esa piel blanca suave al tacto del roce de sus dedos en aquellas manitos, pasó las manos por la mejilla y cejas del niño, su cara preciosa estática por el sueño, sólo su pecho se movía respirando, su boquita entreabierta con aquellos hermosos labios rozagantes, había quedado dormido boca arriba sus piernitas abiertas, vestía un pantaloncito corto con amplias mangas por donde se podía ver el contraste del otro color del calzoncillo, sus piernitas blancas rellenitas lisas muy suaves, las sandalias masculinas de moda por los niños de la capital regalo de su abuelo estaban puestas en sus pies y sobresalían al filo de la cama, Leandro percibió el olor de niño perfumado bien cuidado por su atenta madre, el pequeño Emilio José tenía su pelito a manera de corte hongo con un flequillo en su frente de pelo lacio agradable a la vista, acercó su cara para olerle la entrepierna infantil, Leandro no pudo resistir abrirle la manga del pantaloncito lo más posible para apenas observar los testículos lampiños de piel blanca, olía profundamente por la manga del pantaloncito corto, repasó su mirada por los brazos y piernas del niño, ya estaba bien caliente al rozarle, Leandro se deslizó la cremallera de su pantalón corto liberando su pene inclinándose un poco para que éste pase por las suaves piernas y dedos de los pies, hizo una pausa comprobando que seguía durmiendo el niño, estaba muy caliente que su piel delataba su deseo, vio con detenimiento aquellos dedos gordos de los pies bien formaditos, se acostó con cuidado al lado del precioso niño que seguía durmiendo para pasarle los dedos por aquellos labios mientras observaba detenidamente ese cuerpo infantil de niño precioso, su nariz pasó por la carita del niño, se detuvo a verlo con detenimiento con respecto a su parte facial, se le ocurrió acercar sus labios hacia los del niño, le dio un corto beso, trató de no despertarlo con esa acción de impulso sexual, lejos de allí, en ese mismo momento, Luis Izaguirre pidió permiso retirándose presurosamente, Josefina Buonanote sonreía pensando que con esa actitud de alejamiento súbito tendría necesidad biológica, las miradas se concentraron en el trabajo, no se dieron cuenta de que Luis entraba en la gran casa subiendo las escaleras cuidadosamente de no ser visto por la empleada que continuaba con los quehaceres en el gran salón, con pausa cautivadora se dirigió al ático, uno de los tantos lugares de encuentro sexual, su sorpresa se dio al no ver en su interior a su amante el “gringo” Leandro, se preocupó por lo que habría sucedido, se asomó prudentemente por la pequeña ventana, pero se metió, sin embrago decidió esperarlo con una ansia que se incrementaba al pasar el tiempo, de pronto ahí estaba Leandro, vio el bulo de la entrepierna que se lo venía manoseando, sin decir palabras se levantó dónde estaba sentado abrazándolo con el acostumbrado manoseo de los cuerpos quitándose de a poco toda la ropa hasta quedar desnudos acostados sobre unas mantas libres de polvo y telarañas sacadas de un arca, la luz solar que entraba por el semi oscuro lugar mostraba aquellos cuerpos desnudos que pasaban por rodar por el piso, daban rienda suelta a sus pasiones, se deseaban desde hace mucho, Luis fue su iniciador, Leandro correspondía a las caricias de Luis, a veces pensaban que eso era incorrecto para aquella sociedad de la época medianera del siglo XX, pero la atracción y los impulsos por poseerse sobresalían sobre cualquier estereotipo de época, primaba el deseo de poseerse, de sentirse piel a piel, desenfrenados impulsos, sin articular palabras más que los gemidos así estaban acostados en el piso haciéndose el 69, se chupaban los penes con delicia, sus cuerpos distribuidos de buena forma sobre el piso marcaban la figura erótica sexual, Leandro se acostó sobre la humanidad de Luis uniendo sus pechos, labios mordiéndose al son de risas entrecortadas, manos sujetándose de las caderas, penes unidos sobándose con frotes pausados, la silueta denotada por la luz incidente daba a pensar que así como estaban unidos parecían un solo cuerpo, los pies del pequeño Leandro rozabn as piernas mas largas de Luis, los dedos hacían círculos en el pecho de Luis mientras éste le besaba el pelo, sintieron al roce de su piel aquellos penes ensalivados humedecidos de sudor, su pasión era desbordante pese a la edad y la talla de crecimiento que a su edad estaba adquiriendo Leandro, se estaba convirtiendo en púber, en contraste con la edad mayor de Luis que se sentó sobre la silla morisca bien abierto de piernas manoseándose el pene dejándolo bien erecto y brilloso a vista y paciencia del “gringo” que miraba atento aquellos rápidos movimientos de pene a causa del manoseo, se acercó y se arrodilló frente a Luis que le agitaba el pene en su cara, no tardó mucho en abrir la boca introduciéndose el pene de Luis, sin dejarle de ver a los ojos emitiendo sonrisas cuando el pene salía de la boca para de nuevo introducirlo y lamerlo repetidamente, después vinieron las lamidas y chupadas del tronco del pene, los pelos de la pelvis rozaban con la nariz del muchacho rubio, brillaba la piel del tronco del pene al contacto con la saliva producto del frote de los labios, Leandro se fue sentando abriendo el potito lo más próximo posible a ese glande que ya le rozaba con la punta, ya sentía al descender aquel delicioso glande del grueso pene de Luis entrando en sus entrañas, cerraba los ojos mordiendo los labios y gimiendo hasta que los testículos peludos de Luis rozaban la piel de los glúteos, empezó el movimiento suave entre ambos cuerpos alzando y bajando su trasero, Luis manoseaba el pene de Leandro apoyado su cara sobre los hombros del púber que se dejaba lamer el cuello y orejas al sentir ese movimiento, estaban a plenitud sexual, de pronto que el semen de Luis sale sosteniendo el cuerpo de Leandro que recibía dentro de su ano y era producto del deseo e impulso de ser así poseído por la atracción de los cuerpos, toda la pelvis que alojaba los pelos de Luis estaban mojados de semen, igual que el trasero de Leandro que se fue apartando poco a poco del cuerpo de su amante, Luis puso a Leandro sobre la manta tendida en el suelo en posición perrito y le fue introduciendo el pene mojado de semen en ese ano por el que escurría el semen dejado, las manos de Luis bien sujetas de las caderas de Leandro hacían movimientos hacia adelante y atrás, lo apretaba diciéndole al muchacho que ese cuerpo le pertenecía que era su hacedor, su iniciador, Leandro colaboraba de buena forma con esos movimientos, de pronto Leandro siente que Luis se detiene en sus movimientos al escuchar ese sonido inconfundible de la motocicleta que seguramente era de Dagoberto su otro amante que en ese vehículo se adentraban por los alrededores de las estancias haciéndose el amor, Luis no se equivocaba de su apreciación pues al asomarse discretamente por la entreabierta ventana del ático vio a Dagoberto junto a la moto a su llegada lo atiende Josefina quien hacía gestos de descontrol agitándose toda casi desmayándose, su primogénito estaba junto a ella, desde lo alto Luis parecía notar que era una noticia grave, como pudo se limpió y vistió para encontrarse y enterarse con lo sucedido, en cambio Leandro para guardar las apariencias y no ser descubierto prefirió quedarse un rato más en aquel lugar, aprovechó a asearse con pausa, desde la ventana entreabierta apenas vio el encuentro de Luis que se enteraba de lo ocurrido, muy aprisa se montó en la moto y salieron, detrás de ello una preocupada Josefina salía en el auto con su primogénito y Amacilia la abuela de Leandro, al corto rato Leandro bajaba las escaleras encontrándose en el gran salón con la empleada que le decía que había pasado una desgracia en la empresa, un fuerte incendio la había afectado en parte de la estructura aledaña a las oficinas, habían heridos y no se sabía del paradero del hombre de negro esposo de Josefina junto con sus dos colaboradores, Leandro se resignó a sentarse y escuchar los restantes detalles de la desgracia, la empleada siguió con los quehaceres mientras el “gringo” fue a beber limonada fresca, estaba impresionado por tanto suceso, llegó un peón para llevarse a la empleada a que ayude con la actividad de recoleta a mando del caporal, serían un par de horas segramente, los vio irse por las caballerizas, lo que en realidad sucedia era que el astuto peon al saber lo sucedido se aprovechaba de la situación para estar a solas intimamente con la mujer, Leandro sentado en la cocina mientras bebía recordó al pequeño Emilio José que aún dormía en su habitación, de un impulso se apartó del taburete caminando en dirección a su habitación, allí estaba aún dormido el pequeño niño ajeno a lo que estaba pasando con su padre en la empresa, vio por lo alto en que estaba la ventana vio a la empleda y al peon adentrarse en la plantación, sonrió, vio para la cama a Emilio José profundamnte dormido, le acacriciaba el pelo y las mejillas, sonreía mientras tragaba saliva producto de su ansiedad, lentamente se acostó junto a él pasándole la yema de los dedos por la carita infantil, puso su rostro en la entrepierna del niño oliéndola detenidamente, luego vio esos labios que le provocaban y dio rienda suelta a darle cortos besitos cuidadosamente , al darle besitos en la frente el niño de a poco éste de a poco se fue despertando, se escuchó caer el juguete de hojalata que se impactaba al suelo, lo había sotado al mover sus manitos, Emilio José se recostó sobre las almohadas restregándose los ojos y brindándole una sonrisa a Leandro, vio el cuarto a su alrededor y la cama donde había dormido, Leandro amigablemente le brindaba sonrisas diciéndole que puede venir a dormir todo el tiempo que desee, el niño sonrió nuevamente, vio el juguete en el suelo, juntos se sentaron al filo de cama, le pasó el juguete, lo manipulaba con sus manitos poniéndolo muy cerca de la carita, el roce de las piernas no se hizo esperar por parte de Leandro que miraba la entrepierna de Emilio José, a su corta edad todavía primaba algo de inocencia aunque Luis fue su iniciador sodomizándolo mucho tiempo atrás, Leandro no le dio al niño la noticia de lo sucedido en la empresa sociedad de su padre, fue tierno y atento con el niño, pasó su mano por los piernitas del niño sin dejar de sonreírle, Emilio José vio atento por unos instantes ese movimiento de manos de Leandro en la entrepierna, luego el niño se acostó alzando los brazos teniendo en sus manos la figura de hojalata, Leandro al verlo así tendido al niño en esa cama lentamente fue acostándose sobre él, sus bracitos se apartaron quedando sobre la sábana aquel juguete de hojalata, las frentes se unieron, sonrieron, Leandro acomodó la entrepierna sobre la del niño, el roce de manos pasó por los bracitos, el niño sintió el peso de Leandro comenzando a pujar, Leandro estiró sus brazos con sus manos apoyadas en el colchón, ambos vieron las caderas moviéndose suavemente alzándose y bajándose, también haciéndose movimientos circulares, bajó su cara a decirle algo al oído, la expresión del niño era de resignación, no hubo más diálogo, el niño así acostado vio a Leandro apartarse de su cuerpo, parase junto a la cama, dio unos cuantos pasos en dirección a la puerta poniéndole seguro, lo mismo corrió las cortinas de las ventanas quedando el cuarto semi oscuro sin embargo el niño acostado pudo ver claramente que Leandro se quitaba toda la ropa, luego se acercó a sacarle las sandalias y a desabotonar el pantaloncito corto de Emilio José para posteriormente deslizar la cremallera y aquel pantaloncito corto junto con el calzoncillo se deslizaban por sus muslos y piernas, vio por unos instantes el pene lampiño del niño que seguía acostado viendo el pene grueso erecto con pelos de Leandro, le hizo sentar y alzar los brazos por donde se deslizaba la camisa quedando la ropa de ambos en un solo lugar en el piso, lo acostó en la cama, lentamente se fue acostando sobre Emilio José que ya sentía el roce de ese pene grande por los testículos viéndose la desproporción de los penes por lo de sus edades, Leandro que aún le latía el ano le hacía sentir al pequeño aquellos roces de piel con las manos llegando al pelo con caricias, con placer se complació de ver el penecito erecto de Emilio José a causa de los roces de su pene, el niño acomodó sus piernas dobladas con sus pies sobre la cama y las rodillas alzadas, sus piernas se abrieron y así acostado el niño vio la cara de Leandro entre sus piernas, se llevó el pene en la boca chupándolo y lamiéndolo por un buen rato, ya bien ensalivado lo agitó para que se ponga más erecto, estando así, Leandro sentó su trasero frotándolo sobre el pene del niño que seguía acostado jadeando por el peso del movimiento, sus manitos se apoyaban en el trasero del “gringo” así que se daba la impresión que con esos movimientos cabalgaba sobre el niño, después Leandro se puso en posición perrito a filo de cama, el niño se ponía en pie en el piso y se ponía por detrás así que rozaba su pene lampiño en el trasero agarrándose de los hombros de Leandro, rato después Leandro se sienta a filo de cama, le hace arrodillar al niño en su delante, le toma la cabeza de sus manos haciéndole abrir la boca e introduciéndole parte de su grueso pene que a los primeros movimientos el niño tosía, sin embargo los movimientos seguían hasta que Leandro pudo ver su pene muy ensalivado definiendo sus líneas por los labios del niño, lo encorvó en la cama y le fue abriendo las nalgas poniéndole saliva e introduciendo poco a poco el grueso pene, el niño bufaba, Leandro dio cuenta que ese potito se abría suavemente, el “gringo” se enteraba que el culito de Emilio José ya estaba desvirgado, se dio cuenta cuando sintió que la mitad de su pene estaba dentro del ano, curiosamente fue metiéndolo más hasta donde más pudo, el niño gemía repetidamente, daba alaridos al sentir ese pene en su potito, Leandro le dijo que ya había sido usado, al escuchar ese tono Emilio José se relajó quedando en profundo silencio por la vergüenza que le aparecia y se reflejaba en su rostro, Leandro empezó a embestirlo fuertemente, su temor de tal vez hacerle daño a supuestamente desvirgarle cambió ahora por fuertes penetradas, la cama se movía rápidamente en sus resortes haciéndolos chirriar, el pene del “gringo” hacía furor en ese culito, parecía interminable esa cogida, parecía interminable esa cogida para Emilio José, Leandro gustoso hacía el meter y sacar en ese anito no tan apretadito, así, así, así nomás se lo estaba cogiendo a Emilio José, al fin pudo desfogar la necesidad sexual que antes fue verle acostadito en su cama, el “gringo” lo disfrutaba mucho teniéndolo así en esa posición al pequeño Emilio José, el sexo prolongado no perturbaba en lo mínimo su desaliento, ahora el movimiento del pene era muy lento agradable al roce del ano lubricado, el pecho de Leandro se apoyó sobre la espalda del pequeño Emilio José así lo tenía cogido de mejor forma hasta que el semen en parte quedó dentro del ano y otra parte afuera, lo apartó al niño de la cama, vio el semen deslizarse por las piernas del niño que se acuclillaba luego con un gesto de molesto dolor en parte por lo hecho en su ano, estaba cabizbajo, tembloroso, Leandro conocía su situación, se había dejado hacer ese “juegito” que su tío le ordnaba hacer, Leandro preguntó quién había sido el iniciador que lo desvirgó, Emilio José quedaba en silencio cabizbajo y tembloros como seguía, le puso en pie, le vio a los ojos vidriosos y le dio un abarzo para luego besarle la frente y acariciarle las mejillas rozándole con las manos, le dijo que no importaba, ahora debería ser más cuidadoso en no decir palabra alguna de lo que habían hecho, lo abrazó por detrás, luego de limpiarle al niño se acostaba lentamente en la cama y estaba de perfil, detrás se acostó Leandro abrazándole, no hubieron palabras, solo el sonido de sus respiraciones, quedaron acostados así un buen rato sintiendo el traserito de Emilio José el roce del pene de Leandro, las piernas del uno y del otro se rozaban, la cara de Leandro pasaba por el pelo lacio de Emilio José, así en pocos minutos quedaron dormidos desnudos abrazados en esa cama, los despertaron unas voces de mucha gente que provenía de la entrada en la gran casona, se vistieron y al bajar las escaleras vieron poner las honras fúnebres, el niño se sentó a media escalera, Leandro continuó caminando regresando a ver al niño haciendo gestos de guardar silencio por lo ocurrido en el cuarto, la inquietud de curiosidad en Leandro se disipó al conocer la terrible noticia que el hombre de negro había muerto calcinado en el incendio, el cuerpo era llevado en aquel ataúd que lo acomodaban, vio a donde estaba sentado el pequeño, le vino la pena, giró su mirada y vio entrar a la desconsolada Josefina con un impactado primogénito lleno de lágrimas, detrás Luis y Dagoberto muy acongojados por lo sucedido, el pequeño bajó las escaleras para reunirse con su madre en un abrazo, los peones y campesinos presentes entristecidos por lo ocurrido y esa escena de ver a los dos niños huérfanos les dio congoja, para Josefina era el segundo hombre en su vida que fallecía en forma trágica, primero había sido Teodomiro y ahora Emilio el hombre de negro, ambos hermanos que le dejan a Josefina como recuerdo sus hijos Andrés Teodomiro y Emilio José; al día siguiente toda la familia de Josefina y del difunto Emilio realizan el sepelio en forma sencilla, el padre quiso enterrar a su hijo en la capital pero primó la voluntad de la viuda argumentando la gran distancia por recorrer, se lo hizo saber a su suegro en forma humilde y respetuosa, el suegro consideraba a Josefina y aceptó su pedido, a fin de cuentas se enterraba el cuerpo de Emilio junto al de su hermano Teodomiro, como es natural en estos casos hubo mucha tristeza y desolación en los rostros de los presentes, Noelia se preguntaba por el destino de su hija y de sus nietos ahora que Emilio no estaba, sería duro para ellos los siguientes meses.
* * * * * * *
Muy lejos inocentes de lo sucedido en el país de la canela Rodolfo y su nieto Gustavo Adolfo continuaban a la medida de lo posible en su tiempo de descanso para realizar recorridos por la tierra natal de Rodolfo, a su lado iba el guía del militar, la vida en aquellos poblados humildes continuaba de buena forma, con nostalgia Rodolfo recorría aquellos caminos empedrados aún existentes desde cuando niño, algunas casas se veían destruidas por efecto de los morteros caídos en la segunda gran guerra, tenía sentimientos encontrados al pasar por la ruta, se saludaban con los nativos del lugar que eran escasos, primaba la gente joven pero ahí estaban las construcciones mudos testigos de un sistema de vida del siglo XIX, a su nieto le mostraba con el agitar de manos aquellos lugares indicados de gran significación en su vida, Gustavo atento a todo lo que su abuelo decía o hacía se maravillaba del hermoso lugar campestre, admiraba la tenacidad con lo que argumentaba su abuelo, aquella seguridad que había conocido y admirado en su abuelo desde muy pequeño cuando se sentaba en su regazo a escuchar su historia de vida, ahora la estaba viviendo en aquellos lugares, Gustavo se enorgullecía de sus orígenes caucásicos viendo gente de piel blanca, ojos calaros entre verdes y violetas, completaba el ambiente de una cordialidad humana bajo un agradable clima que consolidaba longevidad, de camino en regreso al hotel fue grata la sorpresa para el militar recibir carta de su esposa fechada con sello de la valija diplomática en ella manifiesta el buen estado del niño y la necesidad de estar con él, también habla sobre la situación del país en forma breve acerca de alguno brotes recrudecidos de violencia en el país sobre todo en la selva, hay anexas unas hojas con unas breves líneas de saludo por parte de su madre y sus hermanos, saludos también de Carlos Felipe aspirando a que se encuentre bien de salud y unas palabras que le impactaron mucho en las que se reflejaba el amor de padre que siente hacia él aspirando a un mejor trato de vida, Rodolfo a prudente distancia contemplaba los gestos de su nieto, se acercó a abrazarlo, recordándole jocosamente que en el restorán los esperaba la comida típica del lugar; a muchos kilómetros de ahí en esa fresca mañana una mujer mecía a un precioso niño en una hamaca con tejido artesanal a su lado estaba su primo atento a los movimientos de manos y pies del bebé, le dio un beso en la mejilla a su prima, ella lo aceptó de mejor forma tomándolo de la mano y dando algunos pasos llegaron a un lugar discreto donde se abrazaron y se fundieron en profundo beso apasionado, le decía a ella viendo al niño que era el hijo de los dos, ella se puso cabizbaja, cambiándole la alegría del rostro por temor, quiso alejarse huyendo de allí, no deseaba responder, la tomó del brazo con violencia, no la dejo irse, la abrazó y la besó prolongadamente, caminaron abrazados hacia la hamaca donde estaba el niño, llamó a la nana para que se encargue del cuidado del bebé mientras ellos se subían al fino auto convertible, ya yendo por aquellos caminos apartados ella se recostó en el pecho de su amante y éste correspondió sonriente besándole el pelo sin soltar las manos del volante, ella notó que conducía muy rápido y se lo hizo saber de inmediato, el primo sonreía diciendo que lo hacía para ganar más tiempo estando a su lado, a los pocos minutos de decir esto se detuvieron en una curva saliente de la carretera, desde lo alto de un risco vieron la propiedad del primo heredado de sus padres fallecidos siendo él su único hijo, la mujer bajó la mirada cuando emotivo el hombre manifestó que todo ello será para su hijo y los que vendrán, de inmediato la abrazó a la mujer y siguieron los besos apasionados, un camionero pasó pitándolos, la mujer ruborizada le reclamó a su primo por esa inmadura acción pública recordándole que era casada y su esposo Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote era un militar muy conocido en la prensa, el primo de la mujer se limitó a sonreír invitándola con gestos cordiales a que se suba al auto, ella de mala gana lo hizo durante el trayecto que faltaba para llegar de vez en cuando el hombre le daba besos en la mejilla pidiéndole disculpas por lo acontecido, el semblante de ella cambió, llegaron a la cabaña campestre amplia ya en su interior había una gran distribución de enseres, lentamente caminaron hacia la cama llevándola abrazada por detrás de ella, lentamente cayeron sobre el lecho dando roles luego cayendo al suelo, ya para ese momento sus pieles estaban ardientes del deseo, no esperaron mucho a desvestirse sin dejarse de besar, ella acostada en el suelo bien abierta de iernas con los pies sobre el suelo, él se cercaba con su rstro lamiéndole los muslos haciéndola reír por las cosquillas, él conocía muy bien ese cuerpo desde muy niño, la nariz rozaba la pelvis, olia la entrada de la vagina, la lengua lamía el clítoris y ella correspondía después mamando y lamiendo el pene, ya ensalivados ambos aparatos reproductores el hombre entalló el pene en la vagina, el glande rozaba el clítoris, ella gemía abriendo la boca agarrándole de los brazos, se lo fue introduciéndo lentamente y sacándolo con gusto, ella disfrutaba del momento, quería más, así que no se hicieron esperar los movimientos acelerados del pene entrando y saliendo de la vagina de su prima, como desaforado le besaba los pezones haciéndola gemir al mismo tiempo que le introducía el dedo en el ano, ella sentía magnifico todo aquello que voluntariamente se puso boca abajo para que le hiciera meter el pene en el ano, el primo no esperó a más y así ensalivó la entrada del ano lubricándolo con un dedo, luego ya lubricado entraba el glande, se sentía maravilloso todo aquello para ambos, lentamente el glande daba su paso en dirección a ese ano femenino, hasta que escuchó de su prima un gemido fuerte al sentir toda esa pieza de carne dentro de sus entrañas, palpitaban armónicamente, el hombre complacido se recostaba sobre el cuerpo de su amante con sumo placer de haberla sometido, tenían todo el tiempo del mundo para estar así cogiéndose, haciéndose el amor a plenitud, el hombre lo sentía apreciando de mejor forma, al voltearla sus miradas se cruzaron, las manos del primo recorrían muslos y caderas de su prima hasta manosear la vagina que la sintió mojada, había hecho parte de su orgasmo mientras la sodomizaba, ambos vieron el pene entrar,la prima lo agarró de los glúteos, diciéndole que su pene la enloquecía que siempre ha sido y será su amor desde la niñez, el uno para el otro, todas esas palabras motivaban a que el hombre desenfrenado meta y saque el pene aceleradamente ella tenía los ojos cerrados sintiendo ese furosr en su vagina, pero abría la boca en señal de complacencia pidiendo cada vez más, más, más y más, desde mucho tiempo atrás se pertenecían el uno para el otro, aquella apartada cabaña era su nido de amor en las escapadas de la multitud, pertenecían a una familia pública y pese a su amor ése fue el impedimento de parentesco para no poder casarse por reglas familiares, el primo aceptó aquel matrimonio de su prima con el militar pero eso no impidió en lo que ahora seguían haciendo que era poseerse con fuego y pasión clandestina, era el destino escogido por dos amantes que sintieron el semen alojado en la vagina de la mujer, ese lugar era testigo de las diferentes maneras de hacerse el amor, todo el día pasaron en ese apartado lugar, hicieron picnic y regresaban a la cama a hacerse el amor en aquella cabaña, ese día lo hicieron tres veces, la última ya cuando el sol se ocultaba, fue un día especial para ambos, a fin de cuenta para ella su marido se encontraba lejos y anunciaba en su carta estar la siguiente semana en el país, para el militar sería una mala noticia ver a su familia vestida de luto al bajar del avión, se había enterado en ese momento de que hace días atrás dieron cristiana sepultura a Emilio, el hombre de negro.
* * * * * * *
La tarde gris estaba delimitando estelas en el firmamento, el rostro de Valentín daba con el viento, en esos últimos días la pasaba junto a la ventana de su cuarto viendo hacia el horizonte, tenía en sus manos la fotografía de Oliver, recordaba al hombre que mayormente lo había hecho sentir feliz, era como su verdadero padre, así lo consideraba, lo extrañaba, suspiraba fuerte que de ello le salieron las lágrimas, pensaba qué estaría haciendo ahora, recordaba los momentos felices que vivieron cuando vivía en esa mansión como si fuesen padre e hijo, pero sin lugar a dudas también recordaba ese pene de Oliver, recordaba su imprudencia de aquella vez que por vez primera de lamió el pene estando Oliver bien borracho, a fin de cuentas, pese a todo lo extrañaba, lamentaba el incidente de robo del que él era inocente, una falacia maquinada por Jonathan celoso de la relación paternal entre Valentin y Oliver, la muejr ingresa a la habitación, le preocupaba el estado emocional del muchacho, no había día en que él no llore, le acariciaba el pelo, le invitó a salir a pasear como de costumbre por esas horas de la tarde al salir del trabajo que la pareja de la mujer le había conseguido al muchacho, conversaban del trabajo, de sus sentimientos, de su nostalgia, ellos no daban cuenta que a lo lejos eran vistos por un personaje entre los árboles del parque, unas manos guantes sostenían un binocular donde se mostraba el rostro de Valentín, le tamente los binoculares quedaban colgados en el pecho y de la boca se emitía una mueca de risa irónica moviendo negativamente la cabeza.
* * * * * * *
Los niños jugaban muy alegres en la lotización periférica de la capital, dos mujeres salían presurosas con sus carteras, un hombre desde la puerta donde se encontraba arrimado las despedía con amplia sonrisa, la mirada del hombre se centró en la algarabía de los pequeños jugando en la planicie de una cancha hecha en forma improvisada por los moradores para hacer deporte, Ramón vio al niño que se apartaba de sus amiguitos de juegos para acercarse a su madre, el primito de éste también se acercó, ambos se despidieron de sus madres, Ramón sabía que su retorno sería en la noche, iban a servir como empleadas contratadas solo por unas horas en una fiesta al otro extremo de la ciudad aquel último sábado de 1953, los niños retornaron a jugar, estaban descalzos, propio de su estado social de pobreza, junto con otros niños pateaban una pelota de trapo hacia unos arcos improvisados de rocas superpuestas, Ramón entró al cuarto, por la ventana vio a la niña entrando al baño, llevaba un balde y jabón a mano, esa niña era su hijastra, cerca de ahí la cortina se deslizaba en aquella ventana, por ella también miraba el cuerpo infantil el dueño de la abacería, ambos hombres centraban su mirada en aquel cuerpo de la niña que se aprestaba a bañarse, el dueño de la abacería se sentó en una silla junto al mostrador a encender la radio que daba música de moda de aquella época de medio siglo XX, estaba bajo el volumen, mientras que Ramón continuaba con expectativa viendo el momento en que la niña salga del baño, a lo lejos en la calle los niños continuaban con su juego, pasó un buen rato cuando la niña sale del baño sólo cubierta con su toalla, sus pies descalzos caminaban lentamente por el empedrado suelo su pelo lacio humedecido daba a la espalda, en sus labios se notaba que tiritaba a medias, agitó sus pies antes de entrar en un trapo puesto en el suelo para el efecto de secarse, pese a ser pobres existía la costumbre de parte de su madre del que prime el aseo, la niña caminaba a pasos lentos por el lugar cerca a la ventana, escuchó la música alegre de la radio viendo hacia la ventana desde donde salía la melodía, y así luego entró a la casa a vestirse, la cortina de su cuarto se desliza, para sorpresa de ella vio la presencia de Ramón en el mismo instante en que su toalla caía al suelo quedando completamente desnuda, el hombre se acercó a abrazarla y como un poseído la manoseaba, ella se dejó llevar por esa piel calurosa de Ramón, le hizo dar unos lentos pasos viéndola desnuda a plenitud, ella se dejó llevar por los abrazos, ella se dejó llevar por las caricias y por los besos, así, lentamente desnuda como estaba ella se sentó en la cama, vio el pene salido del pantalón, lo tomó con una de sus manos llevándoselo a su boca introduciéndolo y llenándolo de saliva en contados minutos, Ramón se quedó desnudo por completo, la acostó y la encorvó con las piernas abiertas descansadas en el hombro de Ramón mientras que con su cara lamía y chupaba con ganas el clítoris de la niña que exclamaba sensaciones de placer, estaba fogosa viendo el movimiento de cabeza de Ramón entre sus piernas, después se apartó la cabeza, ella vio el pene agitado que chocaba en los muslos y luego se roaba en la entrada de su cuevita, así ensalivado como estaba se hizo fácil que el glande grueso adulto de Ramón se introdujera en la vagina de la niña que empezaba a gozar de esas embestidas, la tenía bien agarrada de la cintura haciéndola gemir fuerte en la metida del pene, logró darle algunos besos con lengua, era maravilloso tenerla así, así, así haciéndola suya, haciéndole el amor, por su mente pasó levemente la inquietud por saber quién la había desvirgado a lo que empezó a embestirla más fuerte con el pene en esa vagina, estaba deliciosa e incomparable, recién aseada luego de un buen baño, se a había lavado bien, la tenía mejor que la de su madre, sacó el pene y se dedicó a manosearla por todo su cuerpo suave, se unieron los cuerpos cubriéndose sobre una sábana, él encima de ella tomando su pene poniéndolo otra vez en la entrada de la vagina luego empujándolo tan suavemente haciéndola sentir a la niña, la sábana mostraba una figura humana que de sus caderas alzaba y bajaba, así, así, así la tuvo cogiéndola, no quería terminar, la estaba disfrutando, como siempre la estaba haciendo sentir mujer, sí, su mujer, eso le decía a ella que simplemente escuchaba aojos cerrados sientiendo ese pene entrando y saliendo de su vagina, lentamente disfrutaba de esa vagina, de ese cuerpo infantil, de esa fogosa pasión a la que la niña le correspondía manoseándolo con su forma aún de ser infantil a la vez que los resortes de la cama estaban chirriando, los dos cuerpos produciían con su movimiento ese roce de resortes mal engrasados, mientras tanto, cerca de ahí, el niño junto a su primito y otros amiguitos estaban sentados en la acera de la calle, habían terminado de jugar, algunos se dedicaron a las canicas, otros a conversar, en el segundo grupo estaban los primos conversando, el dueño de la abacería vio al niño sentado en la acera con las piernas abiertas, un niño grande se acercó a invitarlos a jugar canicas, el primito aceptó pero el niño decidió continuar sentado viéndolos mejor jugar, al poco rato de verse aburrido se acercó junto con un amiguito de menor edad a la abacería, deseaban una postobón, el hombre sonrió y le trajo la de mayor tamaño, los niños abrieron los ojos maravillados viendo el tamaño grande de la botella, les dijo el aduto que erea gratis, muy alegres los dos pequeños se sentaron en la acera a beberla haciendo intercambios en cada sorbo que daban, estaban algo sudorosos, vio al niño con su short apretado muy ajustado al trasero donde se podía notar que no llevaba calzoncillo o trusa en su interior, las líneas de los glúteos como de su separación excitaron al dueño de la abacería al momento en que el niño se acostaba sobre la acera con su traserito levantado muy voluminoso con sus piernas alzadas, el otro niño más pequeño tenía mucha más sed, se acercó al mostrador donde estaba el dueño de la abacería a decirle inocentemente que deseaba otra postobón pero no tenía el dinero suficiente, el niño se acercó a su amiguito, el hombre los vio con ternura, les hizo a que se acerquen a donde estaba sentado y les acarició el pelo, vieron que una de sus manos se introducía ene l pantalón haciendo bulto su entreperna, el niño más grande le miraba y sonreía de manera muy pícara, se miraron, el niño instintivamente al verle se pasaba su manito por la tela de su pene vestido, luego de manosearse el pene dentro del mostrador el hombre le dijo al amiguito del niño que le regalaba la gaseosa si se quedaba un rato nomás cuidando los artículos de venta mientras que el niño lo acompañaba a la bodega a arreglar algunas mercaderías, el amiguito del niño muy gustoso aceptó, así fue cómo el hombre y el niño fueron a la bodega, ya estando allí movieron por unos instantes la mercadería, el niño vio que el hombre acomodaba en el piso unos cartones de cajas vacías, pidió ayuda al niño, le hizo subir la escalera pasándole pequeños cartones para que los ponga en el estante, cuando terminaron de poner los cartones el niño vio deslizarse el short que llevaba puesto llegando a los tobillos, alzó los pies para sacarlo, el niño vio su pene descubierto plenamente, lo agarró d ela cintura abrazandole y bajándole al piso, el impulso del hombre al verlo así fue de quedarse desnudo a medio cuerpo con su pene peludo en contraste con el lampiño del niño, le hizo gestos y el niño voluntariamente se quitó la remerita remendada que llevaba puesta, así, el hombre se acostó quitándose la camisa y ya estaba su cuerpo sobre los cartones recibiendo encima el cuerpo del niño desnudo, vinieron los manoseos por todo el cuerpo, ya para ese instante los dos penes estaban erectos rozándose entre sí, el hombre olía el cuerpo sudoroso infantil, estaba caliente, deseaba poseerlo, manoseaba los glúteos infantiles dándole círculos, el niño se incorporó acuclillándose y luego arrodillándose, al gesto del hombre el niño obedecía llevándose el pene a su boquita, los pelos rozaban parte de su nariz y rostro, lo acostó al niño boca abajo abriéndole las nalgas pasando a olerle la entrada del ano y allí fue que la punta de la lengua le hacía estragos en su piel delatándose el niño con aquello que le gustaba, ensalivó bien la entrada del ano y lubricó con un dedo índice el traserito, metió el glande y ese movimiento se hacía delicioso para ambos pues el niño disfrutaba alegremente de aquello que le estaba haciendo su iniciador, el niño gemía al sentir las embestidas de ese grueso pene que tiempo atrás lo había conocido por vez primera y luego lo había desvirgado, gemía y pujaba, hasta que del glande salía semen depositándolo por un lado de la cadera infantil, se levantaron de los cartones, el niño se tomaba el trasero pasando su dedo por la separación de los glúteos, su ano latía por la embestida, el adulto le dijo que esperase a salir, el hombre se acomodó la ropa, salió y vio al amiguito del niño sentado en la silla junto al mostrador, a su lado con sus manitos daba la vuelta al refresco vacío, en eso aparece una señora a comprar, era la mamá de Leandro, tenía una buena amistad con el dueño de la abacería, lejos estaría la señora de pensar que por esa afectividad su hijo desarrollaba el sexo con aquel hombre atento, la plática fue extensa sumándose otra señora que estaba de compras, cuando las mujeres se fueron el hombre notó que el niño estaba sentado en la acera, fue a la bodega a decirle al otro niño que ya saliera a beber una gaseosa, el hombre vio una mancha en el short del niño y sonreía, luego de beber la gaseosa su amiguito se fue en dirección a la cancha y el niño tomó dirección a su cuarto, mientras tanto cerca de allí la niña en su cuarto recibía las embestidas sexuales de su padrastro Ramón, ya la sábana estaba en el piso y se podía ver ambos cuerpos desnudos siendo manoseados, la puso en posición perrito dándole pene ahora por el ano, ambos tenían los ojos cerrados disfrutando así de mejor forma de aquella deliciosa postura sexual, la hacía bufar y gemir ante tanta embestida de un pene que entraba y salía dándose placer, era muy dinámico el movimiento de ambos cuerpos acostados sobre la cama, los resortes se escuchaban, Ramón disfrutaba al tener a ese culito sodomizado, le decía que le pertenecía, toda ella, y en eso más le hacía las embestidas con rigor, ella se deaba hacerlo, sentía entrar y salir de se pene en su culito, sus caderitas se movían, su culito estaba bien dilatado de tanto pene recibido por ese hoyito, sentía el roce del glande en esas peredes del ano, hasta que la niña sintió el semen de Ramón dentro de su ano que luego salía ese liquido deslizándose por su piel, el hombre lentamente lo fue sacando, se limpió el glande con papel, la niña envuelta en la toalla fue al baño a asearse, caminaba descalza, él vio el movimiento de esos hermosos pies que la nena tenía, en ese momento que sale del baño su hermanito, era aquel niño sodomizado por el dueño de la abacería, al mismo tiempo ambos hermanitos habían tenido sexo.
FIN DEL CENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!