METAMORFOSIS 143
Desbordes.
El quinceañero fumaba pausadamente aquel cigarrillo sin filtro haciendo que la habitación se colme de olor a tabaco, se había mancipado de su familia humilde, vivía solo en casa de sus patrones, cuando podía visitaba a su familia en el interior del país de la canela, su trabajo ameritaba el puesto de jardinero y también ayudante de chófer que laboraba junto con otro amigo al que había recomendado pero duraría pocos meses, no soportaba la presión laboral, Agustín de quince años sí lo hacía y poco a poco se fue ganando la confianza de sus patrones de la casa Arichabala que veían con buenos ojos al muchacho laborando las dos actividades, recientemente había terminado una de ellas que era la poda de cucardas y ahora se disponía a arreglar la maquinaria de la estancia donde se encontraba que era propiedad de Nicolás Arichabala y su esposa Justin Daniela Pérez, a la dama la veía más seguido, su esposo pasaba poco tiempo en la propiedad cercana a la capital, y cuando estaban los dos esposos siempre terminaban en roces de palabras con fuertes expresiones, él decía en sus adentros que sus patrones parecían perros y gatos, de pronto su acto de fumar fue alterado por los exabruptos de la pareja, especialmente de la orgullosa Justin, ahora el esposo se limitaba a escuchar y retirarse dejándola con la palabra en la boca, ese mediodía sabatino de mayo de 1953 lo vio a su patrón Nicolás caminando iracundo en dirección a su lujoso auto, la esposa parada en el marco de la gran puerta le increpaba verbalmente su accionar de irresponsabilidad marital, el auto partió dándole oídos sordos, la mujer entró y la criada que los atendía atisbaba, Agustín continuó con su tarea del día recogiendo sus herramientas sentándose sobre un banquito frente a un motor de segadora, de pronto sintió el roce preciso de unas manos en sus hombros, de súbito se apartó volteándose a ver la figura de Justin, la mujer se abalanzó a sus brazos rodeándole los suyos en el cuello fundiéndose en un apasionadas caricias con besos impactantes, las manos del quinceañero recorrieron la tibieza de la piel de Justin que lentamente se entregaba a Agustín de la forma más idónea, lentamente lo iba seduciendo diciéndole en el oído del quinceañero que deseaba estar a su lado plenamente, deseaba ser suya cuanto antes, Agustín arrebatado la condujo a su cuarto entre el cerco de cucardas, lejos estaban en ese momento de pensar los amantes que la empleada fisgoneaba sus movimientos desde lugar estratégico, pues ya daba intenciones de sorpresa y extrañeza a la vez de ver tan cerca a empleado y patrona, la pareja entraba a su cuarto con seguridad desvistiéndose rápidamente con la intención de estar desnudos para sentirse piel a piel, rodaban sus cuerpos por la cama que no podía contener esos movimientos cayendo lentamente al suelo donde continuaban rodando al mismo tiempo de un manoseo y besos repetidos diciéndose los me gustas, el cuerpo joven de Justin deseaba al quinceañero así se dejaba poner sus piernas a los hombros del muchacho que la sujetaba de la cintura lamiéndole y chupándole el clítoris para luego introducirle su pene ensalivado, así, así, así, Justin sentía el pene de su amante que la transportaba al éxtasis del gemido, puje y jadeo, así ambos amantes se hacían uno en la penetración y salida, Justin desfogaba su desamor ante el muchacho, su pequeño amante, de un pene con grueso glande brilloso y voluminoso a su edad apropiado para el momento sexual, ambos miraban con gusto el movimiento de salida y entrada del pene por la vagina de Justin, vio el muchacho que la mujer se contorsionaba botando su orgasmo, Agustín lo complementaba con su semen incontrolado dentro de la vagina de su amante, así, los dos cuerpos desfallecidos quedaban sobre la cama, desnudos, acelerados de respiración debido a la fogosidad sexual, a causa de necesitarse, de complementarse, de amarse, de buscar una válvula de escape ante los prejuicios sociales de la época, aquel acto sexual sería desbordante pues pasaban mucho tiempo en ese cuarto, y es que la juventud en ambos daba para estar mutuamente haciendo varias veces el amor, ese delatarse con cierta inmadurez juvenil había creado sospechas en la empleada que en cada encuentro ya confirmaba que su patrón Ncolás Arichabal era traicionado por su mujer Justín Daniela Pérez, el cuerpo de Agustín terminaba encima del de Justin con el pene dentro colmándola de besos y caricias, el recorrido de sus manos era vibrante por la piel de la mujer que era suya en ese momento de desenfreno, entristecidos en separarse, en retirarse, en volverse a ver días después, más lo era en Justin aquel desborde de deseo, el muchacho simplemente correspondía, la deseaba, así, ella salía de aquel cuartucho en dirección a la gran casona, minutos después un auto conocido por ella se estacionaba junto a la puerta principal, de aquel vehículo se bajaba su único conductor, su concuñada, la visitaba para mediar en las turbulenta relación, la aconsejaba pidiéndole mesura, le decía que debería entender que pese a todo Nicolás significaba mucho para ella, en acción de arrebato Justin le decía que Nicolás no correspondía plenamente a sus inquietudes sexuales, la concuñada se quedaba en silencio, no articulaba palabra en ese instante, simplemente actuaba cabizbaja en señal de aceptación, algo así como una identificación de coincidencia para ambas, pues se notaba que ni Mateo ni Nicolás cumplían con el cometido sexual de esposos, el dialogo transcurría, la tarde entraba en su etapa de cambio, se dijeron muchas cosas de apoyo mutuo, ya pronto llegaría Nicolás para cenar los tres, luego de aquello, Fernanda la cuñada de Nicolás, madre de la pequeña Victoria se despedía llevando como copiloto a Agustín para darle seguridad en su viaje, lo que pareja de esposos desconocía era que el quinceañero tenía una fuerte relación amorosa de más de cuatro años con Fernanda, para él aquella mujer significaba mucho en su vida pues lo había iniciado de alguna forma tempranamente en el sexo, se desviaron de la ruta entrando a una guardarraya cercana a un poblado en delante, allí se amaron apasionadamente, fue desbordante el hecho para Agustín en aquel día dejando su semen dentro de aquella maravillosa vagina de la nuera de Fulgencio Arichabala, su patrón, sin embrago él siguió penetrándola por varias ocasiones más hasta quedar exhausto con un pene amoratado de tanto sexo durante ese día, ventajoso para la edad de Agustín que le permitía hacer aquello que a Fernanda y Justin Daniela las nueras de Fulgencio Arichabala sus dos amantes tanto le gustaban, el muchacho corría por un sendero peligroso, era amante de las mujeres de dos hermanos con linaje y apellido renombrados en la capital, pero su pasión para ellas era profunda, sobrepasaba las instancias de la cordura pasando por el deseo constante de poseerse a cada encuentro sigiloso, el muchacho discretamente se había convertido en amante de dos mujeres cuya satisfacción sexual dejaba mucho que desear de sus esposos, ya al llegar a la gran casona Arichabala la puerta del auto se abrió saliendo el hermoso muchacho caminando discretamente a su cuarto junto a la gran casona, desde una ventana Victoria veía la marcha del muchacho, la niña tenía un gran desapego al muchacho luego haber hecho tiempo atrás ciertos juegos sexuales sobre todo en el garaje, más aún de haberlos vistos a él y a su madre en aquel cuarto de vinos haciendo sexo a plenitud, la nena abrazó fríamente a su madre y continuó haciendo sus tareas escolares mientras su bisabuela Matilde y su padre Mateo richabala salían al recibimiento preguntándole cómo le había ido en su tarea mediadora, las puertas de la gran biblioteca se cerraban, desde la gran ventana de su cuarto la pequeña Victoria Micaela observaba a lo lejos de la casona aquel cuartucho iluminado por fuera de un farol, vio al quinceañero que se disponía a orinar con seguridad de no ser visto, la niña vio fijamente aquel pene del muchacho botando orina, lo vio todo el movimiento fijamente hasta que entró a su cuarto, ella deslizó la cortina, se recostó en la cama deslizándose bragas a los muslos luego pasándose los dedos por los labios vaginales, luego por el clítoris, seguía por su trasero y siempre con los ojos cerrados sintiendo placer saliendo de sus labios aquel nombre del precioso quinceañero: “Agustín, Agustín, Agustín”, pese a que en futuras semanas la niña seguía haciendo jueguitos sexuales con sus amiguitos de la vecindad no podía olvidar aquel pene que verdaderamente le hacía sentir, no tardó mucho tiempo en que la pequeña olvidase lo ocurrido de Agustín con su madre en aquel depósito de vinos y volvieron a hablarse, fue en aquel baile en que celebraran el cumpleaños de su abuelito, la ocasión ameritaba para que bailase con ella, al principio con recelo pero con el tiempo se iban tomando confianza, renacía su interés y no podía ser de otra manera pues Victoria estando a soas en su cuarto mmeditaba lo vivido en sus encuentros sexuales con aquel muchacho, comparaba sus encuentros con lo que había visto en aquel depósito de vinos, le vino la angustia y el celo, sí, estaba celosa de que su madre oupase el lugar de amarse, en realidad ese era el motivo de no hablarle, no sentía por lo que le hacían a su padre en cuanto a la traición de su madre al entregarse con el muchcho, en realidad no, para la naturaleza de Victoria Micaela Arichabala era que el muchacho le pertenecía, que su mirada y gestos eran suyos, pero la realidad que descubrió ante su madre fue otra, le irritaba pensar en su cuarto a solas que seguramente en ese instante los pudieran estar amándose, no le importaba el estado de su padre pues desde que ella nació había un desinteres paternal, ella lo sentía y lo desfogaba de mejor manera con su abuelito Fulgencio quien en realidad más la quería, ahora, en ese instante al bailar se vieron a los ojos, él como extrañado por la actitud de ella no logrando comprender aquello surgido de la noche a la mañana, le expresó que no entendía su desapego de amistad para con él, así que a ella le pidió disculpas rozándole las manos, las cuales quitó súbitamente temblorosa, pero él insistió en tomarlas y besarlas, ella sonrió en señal de complacencia, él se le arrodiló en su delante diciéndole que si en algún momento la ofendió con algo en el que él no daba cuenta que le perdone, él se puso en pie estrechándole la mano, ella asintió, bailaban por separado sin dejar de mirarse y sonreír, el muchacho bailaba con Justin Daniela tenían una relación, es que el muchacho se había ganado la confianza de la familia y de qué manera, aquella noche fresca de finales de abril, el muchacho caminaba presuroso, en una escapada hacia su cuarto se amaron de la mejor forma, los cuerpos desnudos de Victoria y Agustín se unieron en aquel catre del cuarto oscuro, sus gemidos de deseos primaban, la niña daba cumplimiento a sus deseos, Agustín entusiasmado de escuchar de labios de Victoria que deseaba su pene en la vagina fue pasándoselo en varios y seguidos roces constantes, los besos no se hicieron esperar, el glande trataba de entrar con mejor forma ensalivada en aquella cerrada y virginal vaginita, Agustín la volteó a la decidida niña poniéndola encorvada sobre unas almohadas procediéndole a lamer, chupar y morder suavemente la entrada del ano, lo olía y ese le gustaba mucho, de igual forma a Victoria le gustaba eso de sentir sensaciones en su cuevita anal, decidido aquella noche a que fuera suya le fue introduciendo un dedo, el dedo de en medio, lleno de saliva entraba, ella se dejaba aunque pujando y gimiendo, luego de lubricado le fue rozando su grueso y poderoso glande quinceañero, era muy delicioso y apreciado para cualquier mujer, y ni hablar para esta niña, le abrió el ano lo más que pudo desde los glúteos, el glande entraba a los gemidos de la niña, fue entrando milímetro a milímetro hasta escuchar un fuerte alarido que se ahogó tapada la boca con las manos del muchacho, Victoria que se lo había buscado estaba ahora siendo sodomizada a medias por el pene del quinceañero, aquel humilde muchacho nacido en aquellas montañas en el interior del país de la canela le dijo al oído para que lo recuerde por esto y le introdujo un poco más ese tronco de pene bien erecto, la niña lloraba con su boquita tapada, ahora los dolores eran intensos, estaba probando la virilidad masculina a través de su culito dilatado y latente, luego de tanto roce en el traserito infantil le vino el semen que mojó en parte la sábana, de la niña salió un hilillo de sangre por su traserito al salir el glande anteriormente, el muchacho luego de la adrenalina desfogaba le vino un sentimiento de temor y culpa por lo que había hecho y las consecuencias que podía acarrear esto, se limitó a animarla y a curarla, estuvo largo rato con él, para ella la fiesta había terminado y al disimulo subió a su habitación sin que notasen su presencia en aquellas altas horas de la noche, su braga ensangrentada fue puesta en la tina del baño, de su trasero ya no salía sangre pero sentía molestia de ardor y latido desde sus entrañas, lavó su braga y semidesnuda se arrimó sobre la ventana, estaba temblrosa, se sentía otra persona, sentía el latir de su potito, estaba viendo fijamente aquel cuarto recordando que había estando en su interior con aquel muchacho que le había sodomizado, aquel muchacho al que le había entregado parte de su virginidad anal, se acostó para pensar por largo lo que había hecho, los acordes de la música le arrullaron para dormir, mañana será otro día para la vida de la pequeña Victoria Micaela Arichabala, recordar de ahora en adelante aquella fecha en cada fin de mes de abril no solo significaba el cumpleaños de su abuelito sino también el día en que fue desvirgada por el ano.
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Melquiades y su hermanito menor jugaban junto a Renzo Orestes a la mirada del militar y de su esposa Elena, para el militar su primogénito amanerado era de una incomodidad particular de igual manera el otro niño, Elena veía el rostro de su esposo en el que estaba dibujado la decepción por ver asi de ese modo a su hijo al que nunca sería militar, como madre lamentaba el hecho de no haber evitado que su primogénito fuera sodomizado por aquel vecino Dagoberto y por aquel muchacho que su esposo casi lo mata, Melquiades para sus padres era un símbolo de reserva en los comentarios familiares, se notaba claramente su desvío sexual, su amaneramiento femenino, buscaban infructuosamente la manera de cambiar su estilo de vida sin conseguirlo, de ahí su resignación y su indisposición de padres que en muchos de los casos terminaban en voz baja, lo que Elena no entendía era el por qué a su segundo hijo el militar no lo veía con buenos ojos, acción escolar que el niño le mostraba el militar lo observaba con indiferencia, ella pensaba que injustamente su rencor a la virilidad de su primogénito también era pasado a su otro hijo, sumado a la pérdida de su segundo hijo, Domingo, un niño muy hermoso el más parecido al militar muerto por el descuido de Elena, hubo la ocasión como siempre de que el niño invitado se quedase a comer y luego retirarse a su hogar en las inmediaciones de la capital, Elena supo de cierto romance de su esposo con una de las docentes que laboraban en la escuela donde estaba su hijo y fue al siguiente año lectivo que a su hijo lo cambió de escuela poniéndola en una de gente pudiente, el niño se relacionó de mejor forma con sus nuevos amiguitos donde las fiestas de cumpleaños eran la constante para que las madres y padres militares y civiles prestante se pudieran relacionar de mejor forma, Elena de esa manera conoció a Fernanda la madre de la pequeña Victoria Micaela Arichabala que era compañerita de su hijito, de esa manera fue que frecuentaban periódicamente a mansión Arichabala, los hijos de Elena se relacionaron con la familia, especialmente hubo una relación entre Nicolás y Melquiades ambos con su estilo exquisito de amaneramiento, la amistad se fue consolidando entre los dos hasta tener una afinidad muy sólida que al disimulo y a escondidas se entrevistaban, los viajes en auto eran frecuentes terminando en lugares apartados de la capital haciéndose el amor, el de la iniciativa en la relación fue Nicolás que practicaba así su bisexualidad con mayor inclinación al apego a los de su mismo sexo y poco al sexo con su esposa, dándole escasos requerimientos sexuales en la alcoba, lo que hacía más tirante la relación matrimonial, hubo una ocasión en que Nicolás visitó la casa de Melquiades encontrándolo en compañía de un vecinito que salía de su cuarto arreglándose el pelo alborotado y algo desarreglada la ropa, le el nene le abría la puerta, Nicolas le acariciaba el pelo como arreglándole, pensaba en que las manos de Melquiades alborotaban el pelo del nene debido a sus gemidos expresados en sus movimientos de caricias en ese suave pelo que tenía quel vecinito, entre los dos lo llevaron al cuarto e hicieron un trío, por mucho tiempo lo tuvieron al pequeño dentro de aquella habitación dándole a pene limpio por el culo simultáneamente hasta que sienta lo que es ser sodomizado para luego dejarlo ir y los dos al quedarse para seguir amándose, por otro lado la relación afectiva entre Heriberto el hermano de Melquiades y la sobrina de Nicolás se fortalecía, las madres de los pequeños sorprendidas por el hecho de que aquel día parieron juntas al mismo tiempo en habitaciones separadas a sus hijos en el hospital militar de la ciudad, la amistad de Elena con los miembros de la familia Arichabala era la adecuada sobre todo con Fulgencio el abuelo de la pequeña Victoria, siendo atrayentes de elogios mutuos e insinuaciones disimuladas en las que de a poco Elena iba cayendo en las redes de la seducción, luego de muchos años igual que con el difunto Heriberto Alpízar volvía a tener una relación extramarital, los encuentros eran en aquellos sitios apartados de la localidad, coincidencia que en una ocasión saliendo del motel a cierta distancia pasaba Melquiades con Nicolás en sentido contrario, madre e hijo se vieron, ella iba sola recién saliendo del lugar, ella esperaba un taxi en la salida cuando lo vio a su hijo, Fugencio como siempre había quedado dentro del cuarto para guardar las apariencias, aquella noche llena de discusiones en delante del pequeño fue tormentoso, nadie ganó en razón pero si en culpa y verdades amargas, el uno con homosexualismo y la otra con el libertinaje, todo aquello retumbaba en los oídos del pequeño que psicológicamente quedaría marcado aquella noche, ante todo, inocente el militar que seguía viviendo con su frustración aunque tenía una mujer amante que colmaba aquel vacío dejado por su esposa e hijos, una mujer muy joven que sabía entenderlo, que le proponía soluciones emocionales acorde a su personalidad, aquella amante que escuchaba sus inquietudes, pese a ser muy joven, lo comprendía y lo atendía con esmero.
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La relación amorosa de la madre de Daniel Eduardo con su amante se consolidaba y de mejor manera ya que aquel hombre tenía apego con el niño, pero en realidad lo que el hombre quería es estar más tiempo en la intimidad con su amante así que le propuso a la madre del niño que lo interne en una institución educativa religiosa, lel pagaba los costos por alimentación y educación dl pequeño, lo trataba como a su hijo, la mujer no lo pensó dos veces y aceptó de buena gana, se cumplía uno de sus deseos más grandes que era el bienestar de su hijo ya que todo lo hacía por él, le agradecía a su amante el no preguntar por el origen de su hijo Daniel Eduardo, sólo importaba la relación entre los dos, así que pese a haber adelantado ya el año escolar el hombre se valió de influencias para ingresar al internado, aquella fría mañana la madre con el niño esperaban instrucciones en la oficina del superior en aquella salita, de cerca una pareja de esposos agradecía por las atenciones prodigadas a su hijo en permitirle tener un cachorrito en el zoológico, el niño que iba con los esposos estaba bien uniformado alegre de tener juntos a sus padres, ambos niños se vieron dándose una sonrisa, lo tres continuaron su camino, un sonriente superior les dio la bienvenida y entraron a su oficina, el superior muy cordial les daba las enhorabuenas de haber elegido la institución a la mujer y su hijo que se limitaban a escuchar, vio la petaca que contenía sus ropas y accesorios, mientras el superior hablaba de las reglas institucionales no podía dejar de ver aunque al disimulo aquella figura del precioso niño, dirigió la mirada a la entrepierna y tragó saliva al disimulo en repetidas ocasiones, ver la figura de aquel precioso niño de tez blanca le impresionó de sobremanera y desde ese mismo instante empezó la relación cordial muy apegada y afectiva tratando de que el niño entre en confianza, llamó a un novicio para que el niño conozca las habitaciones y aulas de estudio, su madre lo acompañó para su alojamiento, el superior vio detenidamente el movimiento de caderas algo amanerado del niño y ese traserito amoldado al ajustado pantaloncito corto con piernitas muy rellenitas, aquel pelito lacio bien cortado, esos dedos de las manos suaves bien tratados que le hacían tragar saliva al momento de sstrecharle la mano al pequeño, de súbito vio el cheque con los pagos, la suma era considerable, cubría todos los gastos, eso tapaba la falta de la mujer de no marcar en el registro de matrícula el nombre del padre del niño, así se manejaba por aquellos tiempos ese estilo corrupto malviviente, a la final que todo quedaba en registro interno, se escuchó campanadas, la mujer se despidió del superior, tiempo después Daniel Eduardo se presentó uniformado ante el superior quien vio el rostro de nostalgia del niño ante haberse sido separado de su madre, se mostraba la amplia timidez y recelo en su rostro, sus ojos aún rojizos por la despedida de su madre, lo reanimó y luego llevado al salón de clases, para sorpresa de Daniel Eduardo que era el recién llegado se sentó junto al niño a quien había saludado antes, ahora serían compañeros de estudios, cabizbajo escuchaba la voz del maestro, para el almuerzo de igual manera se sentó junto a su amiguito que le servía de guía, entre ambos niños había surgido una gran química con afecto, Daniel Eduardo pudo leer en el saco de su amiguito: Jairo Camilo Gómez González, caminaron por los empedrados senderos que daban al zoológico, Jairo quería mostrarle a Daniel su cachorrito, vieron alegres los movimientos del animalito, unas manos de más estatura se estiraron abriendo la jaula pasándole el cachorrito al niño, el muchacho sonriente de su acción se sentó a ver corretear al cachorrito, aquel muchacho era Luis Alfonso Pérez hijo del senador a quien le había tocado limpieza del sector, por varios minutos disfrutaron del juego con el animalito hasta que éste fue regresado a su jaula, empezaba otro periodo para estar en el salón de clase y fueron presurosos, Luis Alfonso quedó atento a los movimientos del nuevo niño llegado al internado.
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El campesino tallaba una figura en balsa, se trataba de una barca que en repetidas ocasiones era alisada, su ingenio le ayudaba en la empresa de confección, a su lado la tierna niña jugaba con los retazos de madera, de lejos quedaba de su esposa Lucrecia que se retiraba sin despedirse muy presurosa como de costumbre, la miró fijamente muy serio, la notaba con un estado de ánimo contradictorio tras la muerte de su socio el hombre de negro, de su rostro emitió una mueca burlesca con sonrisa forzada mirando fijamente lo que estaba haciendo, a ella la esperaba su hermano Dagoberto llevándola al pueblo, el campesino caminó por los senderos de la propiedad campestre haciendo jugar a los niños en el arroyo con los botecitos de balsa, la nena vio a su padre adentrarse entre la espesura, ella estaba en su corral, el campesino retornaba pronto y así fue cómo su rápido retorno hizo para que jugasen luego en aquellas aguas cristalinas, le dio gusto ver la figura de su hijo Luis montado a caballo de paso, por unos instantes vio desde su posición todo el panorama, vio a la pequeña y sonrió, él sabía que esa niña había quedado huérfana de padre que no era su media hermana, Luis sabía del desliz amoroso de Lucrecia con el difunto Emilio el hombre de negro pero decidió callar y bajar de su montura para unirse a los juegos entre padre e hija supuesta, de esa situación el campesino lo desconocía, Luis desde la orilla aprovechó del tiempo para hablar sobre la continuidad de la empresa y de los nuevos cambios que su prima desea hacer como sustituta de las acciones del difunto hombre de negro, Luis vio a la niña, su desenfreno se hizo presente delante de su verdadro padre, aquel campesino maravillado miraba cómo Luis estaba colmándola de mimos y juegos sobre la arena lanzándola al agua, la niña correspondía de igual forma, cosa que no lo había hecho con otros niños, Luis hacía esto para hacerle creer que sentía a ella como su media hermana, lo hacía para incentemente hacerle creer que tenía apego por la pequeña cuando en realidad sentía repugnacia pues era el fruto de idilio y traición entre la mujer del humilde campesino y el difunto Emilio el hombre de negro, de dismulado apego y cariño fue de lo que se dio cuenta el campesino, fueron momentos gratos para todos, se sentían con mutua química el uno del otro, ante todo el campesino se sentía feliz de vivir el momento de estar con sus hijos, Luis notaba la expresión de su padre y prometió volver en otra ocasión, lo vio alejarse con cierta esperanza y tristeza.
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Valentin tenía cierto apego por el lugar a donde ahora vivía, era de esperarse por la necesidad de estar bien en aquel sitio, un lugar en cierta forma tranquilo, los moradores muy cordiales, vivía en calma, su pequeña casa estaba rodeada de algunos árboles, allí jugaban muchos jóvenes y niños, uno en especial captaba su atención, Dylan, un muchacho de quince años que era hijo de inmigrantes, tenía un carácter reservado, hicieron amistad muy pronto cuando llego a mudarse al lugar, era de personalidad reservada, se podría decir que algo enigmático, su mirada cautiva pero muy analítica hacía mover la peronalidad de Valentín hacia cierto apego, los dos muchachos con el tiempo entraban en confianza hasta hacerse inseperables, Valentín era un poco mayor con cuatros años, para aquel mes de mayo de 1953 Dylan tenía nueve años cumplidos, gustaban pasear en bicicleta, rodear la periferia de la gran ciudad mayormente los fines de semana cuando Valentín salía del trabajo, los padres eran muy cautos al hablar, eran inmigrantes recién llegados al país, europeos como Valentín, de allí quizás cierta química con los pobladores caucásicos.
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En su rehabilitación Carlos Felipe del Olmo pidió a su esposa que invitase a la mujer que lo visitó en su estado crítico de salud, sus órdenes fueron obedecidas, el lujoso auto se estacionó frente a la humilde casa de arriendo, Amanda muy solicita salió a atenderlos, Noelia vio en la hamaca al pequeño rubiecito profundamente dormido, las manitos de Carlos Augusto Rodolfo mecían aquella hamaca, muy contento con sumo placer lo hacía con las indicaciones de su madre, parecía que ambos se atraían pues el niño al despertar lo hizo con alegría viendo al niño que lo mecía, las dos mujeres sostuvieron su dialogo viendo los movimientos del niño en la hamaca Noelia solicitó la presencia ante su esposo, la mujer de tanto pensar con negativas poco convincentes aceptó, así, aquella misma tarde la mujer entraba a la lujosa mansión, miraba a su alrededor como perdida en su tiempo, las amplias puertas se abrieron, una silla de ruedas era impulsada por las manos de Carlos que le daba así la bienvenida a Amanda tomándole de las manos agradeciéndole por su presencia y agradeciéndole al niño que tenía en sus piernas colmándolo de mimos, Amanda decía que simplemente había correspondido con sus asistencia al hospital en gratitud por todo lo bueno que él lo había sido con ella, Noelia sonriente miraba a su esposo sosteniendo al pequeño que estaba muy alegre con la presencia del adulto sosteniéndolo con mimos, Noelia vio la expresión de su pequeño hijo que al contrario de estar celoso por la actitud de su padre con aquel niño visitante por el contrario estaba muy contento, feliz tomándole de las manitos caminando junto a la silla de ruedas, Amanda muy contenta con la actitud de recibimiento, angustiada además si la decisión que había tomado era la correcta, sin embargo ahora se dejaba llevar por las circunstancias, su hijo era bien recibido por los asistentes, el más emotivo era Carlos Felipe, en todo momento el niño estaba muy contento, feliz de los mimos recibidos, al abrirse la puerta fue interesante y sobrecogedor lo que vio, como una docena de juguetes estaba a su vista, fundas de dulces y cajas de comida para tal vez más de un mes, los dos niños quedaron a jugar en el gran salón a vista de dos empleadas, los adultos conversaban de la situación de la mujer y su esposo brindándole ayuda pues su presencia con el niño en el preciso instante evitó una propensión a coma, los médicos lo habían temido pero la reacción de Carlos Felipe ante la angustia de sobrevivir teniendo al niño a su lado le recordaba a su hijo, en especial… al militar, los ojos llorosos de Carlos Felipe daban una verdad a la asombrada Amanda, si, Gustavo Adolfo era su verdadero hijo y había recordado aquella vez en el hospital y la angustia de no tenerlo, ese niño había sido ahora su salvación, Amanda consternada supo en sus adentros con lógica que era el llamado de la sangre, se limitó a callar viendo el rostro lloroso de Noelia quien al verla asentía sin palabras corroborando la afirmación de su esposo que emotivamente se le había salido incontrolablemente, cuando quiso reaccionar ante lo dicho sólo suplicó que conserve el secreto y perdone su desliz, Amanda asentía, tomándoles las manos, ella consideró que aún no era el momento de decir su verdad, se limitó a hablar de su convalecencia y de lo agradable que lo estaba pasando, el tiempo transcurría, llegó el momento de retirarse, Noelia había visto a ese niño y ciertas facciones le parecieron familiares, marcó al niño hasta la puerta y en esa entrada Carlos Felipe lo sostuvo por unos instantes y también el pequeño Carlos Augusto Rodolfo, la mujer marcó a su hijo con mucha satisfacción, un auto lujoso esperaba estacionado en la puerta de la gran casona, manos agitadas la despidieron, un cargo de conciencia le vino en su regreso recordando a compañero sentimental, al llegar el hombre vio los obsequios, tuvo un momento de rabia al escuchar de labios de su compañera prohibiéndole volver a pisar aquella casa, aquel lugar, pateó algunos de los juguetes entrando a su cuarto, los llantos del niño no se hicieron esperar.
FIN DEL CENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO TERCER EPISODIO
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