METAMORFOSIS 145
Laberinto.
El campo daba sus mejores manifestaciones de verdor y frescura a plenitud en aquella mañana, muy feliz se ve a Agripina caminando por los linderos de la propiedad del senador Pérez, su padrastro, esposo de su difunta madre, la mujer cabalgaba en un corcel vistoso purasangre reproductor, se saludaba con los peones y campesinos, briosa hacía sus venias, su carácter emprendedor le había valido el reconocimiento de los conocidos del pueblo y los de la ciudad, ella había tomado las riendas de la gran propiedad, esa era su ocupación, evitaba así lo sucedido con ella hace años, lo que fue el desamor recibido por Tiburcio aquel cobarde que la abandonó estando embarazada, el impacto social a su falta, pese a la confianza depositada en ella por su padrastro ésta no le perdonaba la barbarie que en ella había cometido, al fin, era su oportunidad de progresar teniendo al campo como su medio de redención, la vida la había convertido en una mujer fría, seca de sentimientos amorosos, sólo su medio hermano de madre en parte le hacía ennoblecer, pero ahora se encontraba lejos de su lado en la capital estudiando en un internado por mandato de su padrastro, su felicidad ahora se trataba de la adquisición de un lote de terreno vasto que rodeaba el lago como límite, hacia allá se dirigía a ver el cerramiento, con vehemencia hacía avanzar el trabajo, no daba pie a demoras ni a perezas, medio observaba algo incorrecto y despedía al holgazán, había llevado fiambre para compartirlo, de su morral sacó la fuente de refresco, provisiones ligeras para el momento, sin detenerse los hombres bebían y comían, de lejos a orilla opuesta vio a un jinete rodear el lugar, era un hombre joven que miraba con detenimiento los trabajos realizados por los vecinos circundantes, a su lado aparecen dos hombres de confianza y un luego un grupo de peones con ganado pastando y bebiendo, no alcanza a ver adecuadamente al jinete, su atención se hace constante, el jinete arrea en lo posible de acercarse al ganado, se nota sus habilidades en el manejo de la trata, Agripina ahora ya lo ve muy de cerca, entablan dialogo, es cordial el trato, bajo la mirada de los peones y campesinos son vistos en sus cabalgaduras, los extensos territorios mutuos hacen que los limites sean amplios como amplia se hacían las deferencias entre ellos por sus condiciones de vida, el tiempo duró poco para seguir relacionándose, ya después llegado un buen día supo que aquel personaje había renunciado tomando rumbo desconocido, Agripina con aquel personaje tuvo una cordial relación que le impactó de sobremanera en forma grata, semanas después su carácter volvió a ser el de antes, los peones de la estancia Pérez lamentaban la ida del personaje que impactó de buen agrado a la patrona Agripina, sólo había calma cuando llegaba en cada fin de mes la visita del joven Luis Alfonso que iba creciendo con el pasar de los meses, lo que no cambiaba era la relación afectiva con su padre, siempre distante, siempre frío, sólo de su hermana Agripina sentía aquel calor necesitado de paz y comprensión en sus inquietudes, para el senador Pérez sólo importaba su hija Justin Daniela, ella era su hija fruto de amor verdadero con su difunta primera esposa, con la madre de Luis Alfonso era solo atracción carnal, pasión prohibida que desencadenó en el nacimiento de Luis Alfonso, años después el actual senador fue avisado que la habían encontrado desnuda asesinada junto al cuerpo de su supuesto amante, asesinadas de un tiro en la cabeza, coincidencia en las desgracias de ambas mujeres del doctor Pérez, la relación afectiva entre hermanos era condicionada por el carácter de Agripina la hermana mayor, mientras Luis Alfonso ya demostraba ciertos amaneramientos propios de su inquietud a su edad juvenil pero lamentablemente no apegado a su virilidad ya que estaba siendo modificada en cada encuentro sexual con Dagoberto y alguno que otro niño de la estancia hijo de humildes peones o campesinos temerosos, a ellos los encerraba en su cuarto o los llevaba al monte, llevaba al que tuviese confianza y guardase en secreto lo que hacían sexualmente, Luis Alfonso se criaba con el apego de su hermana únicamente, le obedecía en todo, era su voluntad la voluntad de ella, pasaban rato platicando, Agripina ya se daba cuenta de aquel amaneramiento pero lo daba por superado, su única familia, su hermano menor, el resto de familia por parte de madre no fue bien informada, más por parte de su padre aquel cobarde que abandonó a su madre siendo ella muy niña y a su difunto hermano mayor Arnulfo, la mujer recordaba la faceta de su infancia en aquella noche de fiesta cuando fue llevada a su cuarto marcada por Wilson aquel adolescente que estando algo borracho la desvirgó en presencia de su hermano Arnulfo, cuando recordaba eso sus manos se hacían puños del coraje, aunque reconocía que su iniciador cuando le hacía el sexo era con cariño, a diferencia de Tiburcio que se comportaba como un animal a seducirla y poseerla de modo hostil, Agripina cerraba los ojos pensando aquel pene de Tiburcio, en su lecho se contorsionaba pasándose el dedo por el clítoris asemejándolo con un grueso pene de aquel visitante que la había cautivado y que ahora ya no está, una vez fue sorprendida por su hermano en aquel masturbe, por días no se dirigieron palabras y jamás por recelo mutuo hablaron del tema, igual Agripina se refería a los amaneramientos de su hermano, estaban en paz con sus discreciones, la vida continuaba, aquella reluciente tarde un auto lujoso último modelo con placas oficiales del congreso se acercaba a la estancia, solemnemente Agripina recibió a los ocupantes del auto, era el senador Pérez con un par de socios venidos de la capital, tan largo viaje merecía de buenas atenciones a cargo de Agripina, el senador pese a su eficiencia le tenía recelo, como no hacerlo con tamaña acción que marcó de por vida a su hijastra, por la ventana vio otro auto acercarse, de él se bajó Luis Alfonso, la mujer reaccionó con ironía, ni siquiera el senador viajando junto con su hijo, no, tenía que el jovencito viajar en otro auto, no cerca o junto a su padre, Agripina lo vio al senador moviendo negativamente la cara en señal de desaprobación, aquel prestante hombre como que imaginaba los pensamientos de Agripina decidió girar su rostro en atención a los visitantes, uno de ellos de mayor edad, Agripina salió presurosa a encontrarse con su hermano menor, se dieron un largo y fuerte abrazo, charlaron en la entrada, uno de los peones cargó el bulto de ropa a ser lavada como de costumbre los fines de cada mes, platicaron un poco hasta que fueron interrumpidos por el senador que con gestos le indicaba sus deberes a la mujer que asintiendo salía del lugar, Luis Alfonso recorrió las caballerizas, deseaba montar, estar en contacto con la naturaleza, decidió cabalgar por los senderos de la propiedad paralelos a la carretera asfaltada por gestiones de su padre en una nueva construcción de un tramo que era próximo a la entrada de la estancia, divisó a lo lejos a un automóvil estacionado, la cajuela del motor alzada, un hombre reparando el motor acostado debajo, con su corcel pasó a su lado sin miramientos, minutos más tarde desde su montura veía transitar dicho auto con su acompañante en dirección al pueblo, el auto se estacionaba en el pueblo, para ser preciso junto al negocio de Lucrecia y sus socios, el hombre tenía un tanto manchada la ropa producto de la acción de reparar el auto, Lucrecia salió al encuentro con aquel hombre, era apenas un jovencito que tal vez bordeaba los veinte años, pero al contacto de diálogo ella no lo subestimó, aquel hombre fue recibido por el esposo de Lucrecia, su visita era de trabajo, evidentemente, pues cargaba un montón de documentos siendo revisados pormenorizadamente por los anfitriones, venía en representación de Josefina Pozzo Buonanote viuda de Emilio el hombre de negro, aquel joven rubio sabía bien los estados de cuenta y estrategias de negocios, dejó sugerencias para mejora así como también proyecciones de liquidez, era su primera vez en aquel pueblo, rato después llegaba Josefina en compañía de su madre Noelia, el joven rubio fue atendido adecuadamente por las mujeres quienes luego de consolidar las reuniones declararon al joven como su contador, a lo que gustosa aceptó Lucrecia quien tenía a su alrededor la presencia de su esposo y su hermano Dagoberto, las mujeres salieron con su visita, Lucrecia quedó prendada del hermoso rostro juvenil, al llegar a la gran casona ubicada en la estancia de Noelia la recorrió palmo a palmo, para coincidencia en ese preciso instante de su recorrido por los alrededores llegaba el terrateniente Rodolfo Buonanote, la sorpresa del anciano fue grande al ver al joven contador Pedro Artemio más al sentir el estrechón de manos, como que al anciano lo transportaba instintivamente a otro tiempo recordando aquel rostro jovial sonriente del que emitía la venia completa de saludo, Noelia los hizo pasar al salón de la casona, allí conversaron de la situación del país y el anciano supo algo de la vida del joven contador sin salir aún del asombro de parecido a alguien pero que no recordaba, estaba inquieto, su hija Noelia lo notaba, en un aparte quiso saberlo preguntándole a su padre por aquella conducta, pero el anciano discretamente salió con la excusa de sus años, al despedirse de la visita el anciano se aferró a las manos del joven por unos segundos donde volvió a establecer su inicial estado emocional, Rodolfo quedó prendado del porte y la inteligente manera de llevar una conversación del joven Pedro Artemio respecto a la economía, al poco rato despidió al anciano con sumo respeto quedando también grato con las elogiosas palabras venidas del anciano, Noelia llevó a su huésped a su habitación, vio con alegría al pequeño Carlos Augusto Rodolfo con quien tenía una empatía que la extendía a los pequeños Emilio José y Andrés Teodomiro, fueron tres días de trabajos en aquel negocio del pueblo, para Noelia fue inquietante las visitas seguidas de su padre para establecer diálogos con el joven contador, que pese a su poca edad sabía adecuadamente estrategias de negocios innovadores que al anciano le llamaban la atención, la despedirse quedaron en seguir comunicados epistolarmente y telefónicamente, Noelia y Josefina en pocas ocasiones habían visto al anciano tan interesado así por un huésped más si se trataba de jóvenes a los que el anciano los consideraba imberbes faltos de experiencia de vida, pero con Pedro Artemio la regla se rompía pues sin duda alguna era un joven contador muy inteligente, el primero en la clase universitaria y asesor de cabecera de Carlos Felipe del Olmo, pero lo que las mujeres no sabían que a más de aquello había algo más atrayente que impactaba al anciano, estando a solas sacó un montón de fotos guardadas bajo llave, entre ellas escogió una foto algo manchada por la humedad y el tiempo, se podía sin embargo ver a un joven con bigote corto con amplia sonrisa sosteniendo una pala, el anciano sonreía, moviendo la cabeza en señal de ironía, era su foto, siendo joven, parecía un laberinto en el que llegas al mismo punto pero te ves tú mismo en otra persona, el anciano había acertado en sus apreciaciones, sonrió estirando su brazo hacia un vaso que contenía brandy bebiéndolo con pausa y seguro de sus apreciaciones, finalmente decidió no comentar aquellas evidencias que en la foto se mostraban, Pedro Artemio le recordaba su juventud al anciano Rodolfo Buonanote no deseando alterar la vida de alguien en su familia decidió guardar silencio pero no podía ocultar quizá aquel llamado de sangre latente que lo experimentaba como experiencia de vida.
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La espesura de aquel bosque ocultaba el movimiento de dos cuerpos desnudos uno mayor que el otro, el pequeño estaba sentado sobre el cuerpo grande que estaba acostado a plenitud boca arriba recibiendo las sentadas del niño que tenía introducido el pene y se alzaba y bajaba sostenido de las caderas, unos ojos miraban aquella escena sexual oculto entre el matorral, a su lado tenía un saco remendado con artículos usados que en algunas casas le habían regalado, el niño ropavejero había pasado por el lugar llamándole la atención lo oculto de una motocicleta entre los recién cortados matorrales que la cubrían, luego dio unos pasos con sigilo para encontrarse con esos cuerpos desnudos que ahora rodaban por las hojas secas del suelo, el pene peludo erecto de Contardo hijo del delincuente de corbata Squeo se agitaba sobre la cara del niño que estaba arrodillado en su delante, el niño ropavejero desde prudente distancia vio lo que se estaban haciendo Contardo y aquel niño sumiso, lo puso en posición perrito abriéndole los glúteos escupiendo en la entrada del ano metiendo primero uno, luego dos y finalmente con dificultad apenas un tercer dedo lo que hacía gemir muy fuerte a aquel niño que aguantaba estoicamente tal sadismo experimentado, luego aquel grueso pene le era introducido con vehemencia en el ano infantil, la diferencia del tamaño de aquellos cuerpos era distante, Contardo era el de la iniciativa, ya estaba a punto de eyacular dentro de las entrañas del niño pero fue interrumpido por un ruido fuerte, es que del saco del ropavejero salían unos objetos que rodaban por el piso, el niño ropavejero trató de guardarlos y salir en carrera pero las manos de Contardo lo agarraron férreamente, el niño a su lado se limitaba temeroso a ver cómo Contardo le despojaba de las ropas con fuerte violencia al pequeño ropavejero Renzo Orestes quedando su traserito descubierto, pese al esfuerzo por tratar de soltarse no pudo evitar ser sometido por el fornido Contardo que dándole de bofetadas en la cara y golpes de puño pudo sangrarlo de la boca y con violencia inaudita le introdujo el pene por el ano, semiinconsciente el pequeño ropavejero veía al niño estático sin acción alguna por defenderlo, gimió al sentir todo el pene adentro, Contardo sonrió ampliamente al saberse que ese ano que estaba sodomizando ya no era virgen, el meter y sacar del pene en ese ano se hizo frenético, sin compasión, salvajemente, lo volteó y se sentó sobre el pecho del niño agitándose el pene hasta descargar el semen en la cara de Renzo Orestes, Contardo hizo señas al niño que lo acompañaba para que se vistiese de inmediato mientras el resto del semen que salía del glande lo depositaba en los labios del niño, apretó el maxilar infantil con la idea de que abriese la boca y allí dejar el semen recogido de su cara, trató de que el niño lo tragase pero en parte fue posible, el resto lo escupió con seguidas muestras de toser, ya para ese instante el niño estaba vestido, Contardo se separó de Renzo y fue a vestirse mientras lo hacía le advertía al niño de su silencio pese a no conocerse ya que es la primera vez que se ven, Renzo trató de sentarse sin dejar de toser cuando de pronto sintió un par de puñetazos uno en su rostro que lo derribó al suelo, otro en el pecho y un puntapié en el estómago que lo dejó estático, Contardo al verse dueño de la situación regresó a ver dónde estaba el niño que lo acompañaba amenazándole de lo que podía pasar si delataba lo de sus encuentros, el tímido niño se limitó a asentir y ayudarle a sacar la moto para salir el precipitada velocidad por las calles periféricas de la capital, allí quedó por varias horas inconsciente el pequeño que como pudo llegó a la ramada donde vivía con la anciana y fue atendido con yerbas, el pequeño adujo que había sido asaltado, por mucho tiempo recordará aquel rostro de su agresor que lo plasmaría en varios grabados de violencia pues estaba adoptando una habilidad creciente en la pintura y dibujo.
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Amanda y su hijo experimentaban desconsuelo ante la partida del orgulloso Rolando quien no soportaba en su relación el tener la sombra de Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote el verdadero padre de ese niño, era un laberinto de emociones no encontradas concatenadas, la angustia de verse sola y abandonada le decía su subconsciente que era mejor aceptar la humillación de su padre al regresar a la selva, pero se contraponía el interés de ver a su hijo en circunstancias de mejor vida, allá en la selva su hijo se criaría sin esperanzas de futuro, aquí en la capital la vida para su hijo sería mejor, en un arrebato de angustia sometida por aquel laberinto emocional Amanda pensó en decirle la verdadera identidad de su hijo a aquel militar al que le había entregado su virginidad, pero se contuvo viendo en las fotos de los periódicos su retorno como un excelente agregado militar posando junto con su hijo y esposa, eso motivó su orgullo herido y prefirió callar, seguir viviendo con trabajo humilde, ofreciéndose en tareas de lavado y planchado así, con el tiempo y lo que ganaba pudo pagar meses de renta al casero indolente, pocos meses después salió de aquel lugar a uno un poco más humilde con la decisión de no volver a ver a la familia del padre de su hijo, ella estaba decidida a salir adelante, pues así cuando llegó Carlos a visitarla salió un impresentable casero diciéndole con hipócrita cortesía llena de ironía que la mujer a quien buscaba había sido abandonada por su esposo y había huido a lugar incierto, Carlos Felipe del Olmo tuvo un gran pesar al saber aquella lamentable noticia, las siguientes semanas se dedicó a dar con su paradero y no contento con su accionar lo completó contratando investigadores, la necesidad de tener en si a aquel niño era imperiosa, era lógico de comprender, aunque Carlos lo desconocía tenía el deseo de mimar enternecidamente a aquel niño que había sido un bálsamo de vida para él, no lo sentía así al otro hijo del matrimonio de Gustavo Adolfo, al contrario lo sentía distante, tal vez por el trato de la esposa de Gustavo ante la gélida relación que tenía con Carlos Felipe y Noelia, el cariño del niño se hacía cada vez inferior en apego.
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Los corredores del hospital capitalino era intenso en cuanto al movimiento de las enfermeras en aquellos primeros días del mes de marzo de 1954, había una parturienta de emergencia, se trataba de Justin Daniela que había sufrido una caída del taburete por una maniobra imprudente por alcanzar jalea ubicada en la alacena, su esposo Nicolás la auxilió llevándola de inmediato al centro médico, sangraba mucho, Justin temía por perder a su bebé, no deseaba esto, deliraba, fue cuando le vino el sangrado, momentos de angustia vividos por la pareja de esposos, Nicolás apesadumbrado caminaba como un histérico poseído, impotente de verse así apretaba la manos haciendo puños, su padre y su abuela junto a él dándole ánimos, de inmediato una seguidilla de cuatro lujosos autos se estacionaban estratégicamente, del segundo se bajaba el senador Pérez, tan pronto como supo la noticia del accidente de su hija quiso estar en el hospital, preguntó la situación y era de carácter reservado, cuatro hombres apostados en la entrada y pasillo del hospital hacían guardia, Nicolás conversaba en un apartado rincón con sus suegro dándole detalles de lo sucedido, de pronto una enfermera junto a uno de los médicos tratantes se acercó al senador informándole lo sucedido, se necesitaba de un par de pintas de sangre, la vida de los dos estaba en peligro, se necesitaba ya, el senador envió a los cuatro hombres con el médico, afortunadamente en poco tiempo la sangre era puesta en el cuerpo de Justin, pero ahora también se trataba de salvar la vida de la criatura, delicadamente el proceso de alumbramiento se daba, se escuchó un fuerte llanto, en ese instante Fernanda llegaba con su esposo Mateo y su hija la pequeña Victoria Micaela Arichabala, consternados por la noticia llegaron para saber con más detalles lo sucedido, la abuela de Mateo y Nicolás vio a Fernanda con cierto recelo sobre todo a la barriga en estado de gestación que tenía pues también andaba en los días de parto, una enfermera llevaba entre pañales el cuerpecito recién nacido de la criatura, al unísono se acercaron a ver con detenimiento cuando la enfermera le entregaba en los brazos de Nicolás a ese precioso niño que no paraba de llorar, recibió un beso en la frente, los presentes lo vieron con ternura, más, la anciana madre de Fulgencio Arichabala era la más contenta, pues se perpetuaba sálicamente el apellido de su esposo y consecuentemente el de los ancestros de linaje, la anciana como pudo lo tomó en sus brazos dándole la bendición de bienvenida a su bisnieto, agradecía haber vivido para ver este acontecimiento de perpetuidad, otro emocionado era el senador que pese a su alegría de ver a su nieto sano y salvo tenía preocupación por su hija, el médico salió informando lo delicado del caso de Justin por la hemorragia había comprometido sus ovarios por el tardío tratamiento de socorro pero que confiaba en los pocos días estaría de alta, así fue que luego de un par de semanas su recuperación con cuidados extremos fue adecuada igual con el precioso niño, por esos días Fernanda daba en alumbramiento a una preciosa niña, ahora la pequeña Victoria ya tendría una hermanita con quien jugar y a quien cuidar, estaba feliz, solo que agestada la bisabuela pues siempre consideraba a Fernanda como una mujer de poca estimación no estando a la altura de las circunstancias, Justin Daniela era la favorita de la anciana, celebraron el incremento de familia con aquellos dos hermosos bebés recién nacidos, las fotografías en los tabloides no se hicieron esperar, la familia entera posaba para la noticia en páginas sociales teniendo en el centro a las dos orgullosas madres con sus bebés en sus regazos, al ver la foto en los periódicos Fulgencio tenía sentimientos encontrados, una boconada de humo chocaba con el papel impreso que contenía la foto, una sarcástica risa emitía Squeo, sus razones tendría para aquello, burlonamente frotaba la yema de los dedos en la cara de las parturientas, de nuevo el humo se impregnaba en el papel, hizo un ademán de brindis con sorna, alzo la foto impresa poniendo un alfiler en el rostro de uno de los miembros de la familia, luego la guardó bajo llave, comenzaría así una actividad nefasta que perduraría por mucho tiempo, esa acción la vio Contardo quien dio palmadas al hombro de su padre saliendo luego abrazados de la habitación comentando sobre aquella foto; a unos kilómetros de aquel lugar unas manos estrujaban los extremos del diario, unas lágrimas se impactaban en el papel, se pusieron temblorosas, quería romperlo pero se contuvo, pasó la suave yema de su dedo anular derecho por el rostro de ambas mujeres, se escuchó en el ambiente su hondo respiro, estaba inquieto aquel personaje, tenía sentimientos encontrados de felicidad y a la vez de angustia, se limitó a ver la fotografía por un buen rato, luego dobló el papel metiéndolo en el bolsillo, sintió el golpe de un tolete propinado por un guardia quien le ordenaba que continuase con la labor encomendada en aquel penal estatal de reos, aquel hombre había caído en desgracia desde hacía un semestre y estaba preso aún sin recibir sentencia en aquella correccional de menores, muy joven aún ya sufría el pago de la delincuencia en defensa propia, se limitó a elevar su rostro al cielo buscando en el infinito la fuerza suficiente que le daban las supremas esperanzas, asentía con la boca abierta y ojos cerrados, cayó un poco de lluvia en su rostro y continuó así mojándose con la tarea pendiente de limpieza, pronto en un año lo pasarían a la cárcel de mayores de dieciocho años, Agustín pasaría mucho tiempo tras las rejas injustamente pagando un crimen que no cometió siendo víctima del crimen organizado en la capital del país de la canela, solo esa foto de papel amarillento por la humedad de aquel lugar quedaría como recuerdo indeleble de un pasado hermoso lleno de amor y ternura, los mejores años de su vida.
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En el aeropuerto capitalino tuvo un gran recibimiento el recién graduado con honores en la universidad del país del norte, Serafín estaba orgulloso de su título en leyes y economía, su orgulloso padre lo recibió con afectuoso saludo lleno de férreos abrazos y sonrisas puras, a su lado su hermano Carlos Augusto y Noelia, juntos abordaron el auto, por el cristal el recién graduado miraba la ciudad, había extrañado ciertos sitios y también ciertas mujeres, en su mente se hacía recurrente asociar la ciudad con el rostro de Sandra, aquella mujer fogosa que pese a la gran diferencia de edades había tenido un fuerte apego, su relación era discreta pues así lo había pedido ella para mejora de los dos, lo que Serafín realmente sabía era que Sandra fue amante de su padre y ahora lo hacía con el hijo, al pasar los años el afecto se incrementaba poniendo a su prueba a múltiples peleas con separaciones convertidas luego en apasionadas reconciliaciones, esta vez iba por otra pues desconsolada se despidió de Serafín, al llegar a la gran casona se encontró con la esposa e hijo de su medio hermano Gustavo Adolfo, la mujer desde el primer momento demostró cortesía con el recién llegado, pasaron varios ratos conversando, Serafín informándole sobre la vida en aquel país comparándola con el suyo, el pequeño gateaba a su alrededor bajo la vigilancia de su tío el pequeño Carlos Augusto que le hacía distraer con los juguetes que tenía a su alrededor, luego en la noche Serafín hablaba con su padre de sus intenciones laborales, Serafín decidió ejercer su profesión reciente en la cárcel de la ciudad, Carlos al principio estuvo incómodo pues quería que su hijo siguiera el sistema de administración de sus empresas, el joven profesional se rehusaba a esa idea, agradeció cordialmente las buenas intenciones de su padre pero deseaba su propia independencia económica y valer su profesión en rehabilitar personas caídas en la delincuencia, Carlos lo miró fijamente por unos segundos, estudiaba aquellas expresiones faciales que de su alma emanaban, él hubiera hecho lo mismo que su hijo, no cabe duda que Serafín había heredado parte de su existencialismo en mejorar el sistema de vida de las personas, así, semanas después Serafín comenzaba su trabajo en la cárcel.
FIN DEL CENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
ya estoy esperando los demas relatos amigo saludos ……:) 😉 🙂 😉 🙂 😉
Gracias por tus acertados comentarios.
Ya deja de subir esto es súper aburrido
Que pasó con los demás capitulos 🙁