METAMORFOSIS 148
Piscina.
La mayoría de los niños estaban atentos a las indicaciones del jefe de obra que les formulaba a los obreros, eran las excavaciones que hacían para la construcción de una piscina, algunos padres de familia tenían a bien colaborar con el internado en esta obra magistral a través de donativos a favor de sus hijos varones que allí estudiaban, entre estos padres, estaba la influencia económica del senador Luis Daniel Pérez de la línea gubernamental a la cabeza con otros adinerados personajes de la política de la época, muchos niños curiosos miraban el avance de obra, el bullicio de las máquinas y de los obreros con sus herramientas en parte perturbaban el cotidiano modo de vida del internado, pese a encontrarse la obra en construcción muy alejada, los orgullosos padres de familia más prestantes hacían gala de su presencia en aquella obra junto con sus hijos, excepción lo era el senador, con respecto a su hijo Luis Alfonso, continuaba en indiferencia demostrada en gestos, pocas eran las caricias de su padre, poco era el tiempo que le daba conversar como amigos, solo eran saludos fríos y palmadas en los hombros o sobada de pelo, así pasaba la vida Luis Alfonso, pasó lentamente por la oficina del superior tras despedirse de su padre, el hijo del senador alcanzó a ver por el vidrio sentados a un matrimonio teniendo en medio a un niño, hizo una venia y siguió su camino, dentro de la oficina el superior hablaba de lo bien portado de aquel precioso niño, tan atento y solícito en conducta pero un poco rezagado en aprovechamiento, susceptible de la forma de vida de sus padres, del amor hacia su mascota que sólo los fines de semana jugaba con ella, el superior, viendo a los ojos del humilde niño dijo con una mueca sonriente acompañada de un dibujo facial de con mucha seguridad llena de cortesía que pronto el niño superaría en notas, todo es cuestión de tiempo y paciencia, los padres miraron a su hijo que mostraba una expresión de asentimiento sin dejar de ver con confianza al superior, la charla continuó, el niño estaba feliz ante la creciente de emitidas palabras muy emotivas del superior sumándose las de sus padres, de un impulso emotivo el padre del niño extendió la mano haciéndole cordial invitación a los compañeritos del curso de su hijo para que el próximo fin de semana visitasen la hacienda y puedan alimentarse y bañarse en el río que pasa por la propiedad, el niño brincó de gusto y con un poco de recelo el superior aceptó la invitación del prestante hombre muy conocido en el ámbito agro industrial y comercial capitalino, minutos después el superior con el niño y los padres entraban al aula para dar las buenas noticias, la algarabía de los niños no se hizo esperar, tendrían un paseo con acampado en el próximo fin de semana, el superior despidió al matrimonio, tenía puesta su mano sobre el hombro del pequeño que con sus manitos las agitaba despidiéndolos al subir en el lujoso auto perdiéndose por la extensa calle rectilínea, el niño vio la mano del superior frotándose la tela que cubría la entrepierna, luego sintió el roce del bulto sobre su hombro, su oído escuchó las palabras emotivas del superior diciéndole que había cumplido con hacerlo quedar muy bien ante sus padres, con un ademán seguido sus manos le insinuaban al niño que camine en dirección al cuarto de la parte alta del edificio antiguo, el niño con cierta timidez y agradecimiento de compromiso se dejó llevar por el superior, pasaron por el grupo de niños que continuaban con la algarabía, subieron las escaleras, caminaron por un apartado pasillo angosto que bifurcaba al final subiendo otra escalera para llegar finalmente a la apartada habitación del superior, estaban caminando con cautela, una mano giró la llave y lentamente entraron en la habitación, el superior sonreía, se quitó su envestidura aduciendo calor, el niño tímidamente miraba esos movimientos, se sentó en un amplio sillón recostándose viéndose el pantaloncito corto con el saco que llevaba puesto y que le eran despojados pausadamente por las manos del superior, luego continuó el resto de ropa, mientras iba desabotonándole el lujoso uniforme le manifestaba que se estuviera tranquilo, que se dejase llevar por sus indicaciones, así como aquellas contadas frases dulces y de mucha emotividad halagándole la manera de ser, el niño pese a ver esos movimientos de manos sonreía, hasta verse desnudo completamente, miraba al superior que en todo momento su rostro no dejaba también de sonreír, el superior se sentó en el sillón, el niño parado en su delante, las manos deslizaban por sobre las piernas infantiles, miraba con detenimiento aquel pene lampiño, le dio medio giro, ahora disfrutaba observando esa hermosa espalda y ese traserito voluminoso que tanto le gustaba, no tuvo reparos en manosearlo y en ese mismo instante deslizó la cremallera del pantalón sacándose el pene erecto que ya tenía liquido pre seminal estimulado por contemplar por algunos minutos la desnudez bien cuidadita su piel, aquellos alargados dedos de pies y manos le gustaban al superior, ahora de frente vio desnudarse al superior sin dejar de verlo con timidez, sintió caricias en su rostro y cabellera, los dos dedos pulgares rozaron aquellos labios bien formados al igual que aquellas hermosas facciones del precioso, se miraron frente a frente sin dejar de verse y de algo sonreír, en el caso del nene se notaba cierta timidez, el superior se sienta, tomó las manitos haciéndolas pasar por el tronco de su pene, sus ojitos miraba con mucha atención aquel glande viscoso, luego de un rato de manoseo le hizo ponerse de rodillas en su delante, olía el glande y sus labios rozaban el tronco de la piel del pene del adulto, su pelo lacio infantil cubría su frente a media vista se notaban los ojos cerrados y al instante la boquita abierta introduciéndose medio glande lamiendo y chupando en ritmo constante, como ya había pasado eso en anteriores ocasiones, se acomodaba de mejor forma el superior deslizándose algo por el sillón mientras que no paraba de pasar la lengua desde los testículos peludos hasta la punta del glande en movimientos de arriba abajo, arriba y abajo, luego continuaba con chupar el pene, el superior hacia puños y mordía los labios, la carita se movía lamiendo el pene, chupada tras chupada de pene se estimulaba más, las manos del superior recorrían la descubierta espina dorsal acariciándole aquel lacio pelo, de pronto el adulto eyacula cayendo el líquido seminal impactado en el rostro, más de la mitad de su contenido se esurrí por el rostro, le hizo que sacase la lengua y allí mismo agitó su pene saliéndole las gotas del glande que caían en la lengua del pequeño, probó el líquido con cierta sensación de extrañeza, el superior lo tomó de la cintura y lo sentó sobre sus piernas, acomodó el glande en la entrada del ano y procedió a alzarlo y bajarlo haciendo roces en la piel, no dejaba de gemir, lentamente lo llevó a acostarlo en el extremo de la cama, le dijo algo en el oído infantil que hizo quedar quieto al pequeño, le abrió lo que más pudo con los dos dedos índices aquella entrada del anito, por el huequito formado olió en instantes y después le pasó la punta de la lengua, se movía ante aquella sensación de ensalivada a la que estaba siendo sometido, el adulto tomó el pene grueso y el glande quedó en la entrada del ano lubricado entrando despacio pero con firmeza, se volvían a escuchar los gemidos, aquel pene entraba en ese ano desvirgado hace tiempo ya, el iniciador seguía disfrutando a ojos cerrados aquella sensación de penetración, le vino la calentura pese ya haber eyaculado, esta vez el pene humedecido de semen entraba por el ano dejándole en las paredes de los glúteos los restos de semen, le dio pene por el ano hasta cansarse, el pene se deslizaba por aquella hermosa piel de niño encorvado en postura sexual, gemían despacio, el superior disfrutaba de cada instante, aprovechaba del momento para besar el cuerpo acostándolo en la cama, allí a piernas abiertas con una mano se masturbaba el pene con la ayuda de las manos del superior que después disfrutaba de chupar y lamer aquel penecito lampiño, así por unos instantes quedaban abrazados en la cama, sus ojitos miraban la proporción de ambos penes, el superior lo besaba diciéndole frases dulces, asegurándole que sintiera seguridad bajo su tutela y que siempre tendría buenas notas pero eso si siempre y cuando obedeciera y callase eso que estaban haciendo en la cama, el pequeño asentía con su timidez propia de su carácter, el superior le dice que se acueste sobre su espalda abriéndose los glúteos para que el penecito se deslice y en parte entre por el ano peludo en sus alrededores de la entrada, al principio lo hace con dificultad hasta que consigue el propósito, el superior se relaja ante ese desliz de pene en su trasero adulto, cerró los ojos y como un flash instantáneo se vio él mismo de niño desnudo acostado en la cama de su casa, encima de su cuerpo aquel adulto que siempre los visitaba y que era muy amigo de sus padres cuyo pene penetraba su ano, recordó cómo bufaba ante tamaña embestida y aquella sensación de ser sometido analmente como siempre en aquella noche de tormenta, el superior de inmediato regresó a su consciente para verse sometido sexualmente por el niño, de un inusitado e iracundo impulso ante el recuerdo de aquello hizo a un lado y lo acostó al borde de la cama, acto seguido le introdujo el pene en el ano, con vehemencia le preguntaba si le gustaba aquello que le estaba haciendo, el niño a ordenes asentía sin poder contener su gemido, en aquella ocasión el tiempo en la cama fue más extenso, tanto así que el pene del superior estaba irritado y ni qué decir del ano del niño que luego de vestirse bajó las escaleras con pasividad con su culito latente, de lejos el profesor de turno vigilia lo observó limitándose a ver a prudente distancia aquel pausado caminar del pequeño, se mezcló con sus compañeros de juegos que seguían comentando lo del próximo paseo en su granja aquel fin de semana, alzó su rostro con mirada en lo alto de aquel edificio viendo a través del cristal al superior que con paciencia miraba los avances de la construcción desde aquel lugar se manoseaba la entrepierna entre el disimulo que le daban las cortinas.
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El “niño” caminaba por los amplios corredores de la amplia casa el primer día de mayo de 1954, subió lentamente las escaleras, quería estar en lo más alto, desde aquel lugar divisaba el panorama, veía las casas colindantes, la gente al pasar, sobre todo los niños jugando en las calles, adultos caminando aprisa, el “niño” estaba muy atento a aquellos movimientos, deseaba volar desde aquella altura, su infantil edad ameritaba pensar así, vio a lo lejos a su hermana jugando con el padrastro en la cochera limpiando el auto, jugaban plácidamente con espumas de jabón, el “niño” desde lo más alto miraba las acciones, sonreía, su carita apoyada en sus manitos, rozaba los labios en la piel suave, su pelito alborotado al movimiento del viento, algo encorvado sobre el pasamano, creía estar en la cima del mundo, vestía short con remerita corta, sus sandalias algo desgastadas, se delimitaban sus piernitas gruesas que eran rozadas por las sandalias, de nuevo miraba el correr de su hermanita con su padrastro, entraron a la habitación contigua, estuvieron aalí por largo rato, estaba con atenta mirada a la puerta, el “niño” se inquietaba al no verlos salir, decidió presuroso bajar las escaleras, su curiosidad se lo imponía, fue así que llegó a aquel lugar, al arrimarse a la puerta se escuchaba gemidos desde el interior, eran los de su hermana, sus manitos trataban de abrir la puerta pero estaba con seguro de adentro, nuevamente apegó su oreja a la pared tratando de escuchar algo más, pero vino un silencio, tiempo después que la puerta se abre, sale su padrastro con el pelo alborotado, su respiración se apreciaba aún acelerada, la ropa puesta algo desarreglada que la arreglaba con el veloz movimiento de sus manos, no era para menos la sorpresa del adulto al ver en ese lugar al “niño”, tratando de contener su molestia fue que con sonrisa forzada estaba denotando hipocresía y así le frotó el pelo con sus manos acariciándole el rostro, de su bolsillo sacó unas monedas dándoselas a él y a su hermana que en ese momento salía algo desarreglada de su vestidito, los dos hermanitos tomaron camino a la abacería del lugar, la “niña” tenía semblante cabizbajo, sus palabras eran entrecortadas, el “niño” vio una leve mancha en la comisura de los labios de su hermana, se disponían a cruzar la calle cuando el lujoso auto en el que iba Contardo con su padre Squeo se estaciona, el patrón se baja del auto entrando presuroso a la casa grande, Contardo toma el volante del auto, desde el interior les hace señas a los niños para invitarlos a un paseo por la ciudad, los niños aceptan, la “niña” se sienta en la parte detrás y de copiloto va el “niño” que al disimulo recibe manoseos en su piernitas, el auto iba a lenta velocidad, los niños disfrutaban viendo la ciudad, el recorrido los llevó al cuarto donde arrendaban, el auto se detuvo junto a una abacería del lugar, Contardo dio unas monedas al niño que se bajó a comprar las gaseosas clásicas en aquella época, el cuarentón había visto estacionarse el auto y al piloto bien vestido, algo oculto sin dejarse ver de Contardo el dueño de la abacería atendió al “niño” con prisa, eso causó extrañeza en el infante pero ante aquella actitud se limitó a llevarse las gaseosas con la promesa de devolver el envase, el cuarentón asintió sin dejar de ver desde aquel lugar a quien era el piloto del auto, se atragantaba con la saliva, sudaba y estaba por demás intranquilo, se delataba su emotividad ante el niño que lo miraba con detenimiento, luego se dirigió hacia el auto emprendiendo la marcha, los tres disfrutaban de la gaseosa, el paseo tomó ruta por los parques y alrededores de la ciudad capital, se bajaron a contemplar la naturaleza, la niña se quedó sentada en el borde de césped de una hondonada de árboles frondosos con mucho viento, prefirió quedarse en ese apacible lugar desoyendo la invitación de Contardo y el “niño” que caminaron adentrándose por el monte tupido, al estar seguro de no ser visto Contardo lo abraza por de detrás al “niño” diciéndole que ahora iba a ser suyo, fue de a poco haciéndolo acostar lentamente sobre el suelo y así rápidamente le deslizó el short mostrándose esas voluminosas masas de glúteos él se sacó su pene de entre el pantalón y lo introdujo en el ano ensalivado y lubricado antes con los dedos, el “niño” gemía recibiendo esas embestidas de pene hasta que sintió un líquido que se deslizaba por la piel de su trasero, Contardo se arregló la ropa limpiándole al “niño” y ya estaba continuando con su paseo, se sentaron junto a la niña que seguía pensativa, los tres se acostaron sobre la grama, entablaron conversación, luego un breve paseo por el lugar antes de subir al auto para emprender la marcha, después nuevamente se estacionaron en la abacería, ahora el “niño” se bajaba a dejar los envases, el cuarentón desde su discreto lugar se limitó a sonreír viendo la amanerada forma que ya se manifestaba en el “niño”, se subió al auto, el cuarentón vio las figuras de los ocupantes centrándose en la de Contardo repitiendo seguidamente ese nombre manoseándose el pene mientras observaba con pasividad el alejamiento del auto.
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Fulgencio Arichabala se jactaba de pertenecer a un gran linaje familiar europeo, descendiente de colonizadores, su familia había conseguido grandes extensiones de territorio en tiempos de colonia, pero acciones políticas independentistas menguaron aquella extensidad, aún así en aquella década de mitad del siglo XX se mantenía la influencia con respeto y en muchas ocasiones con miedo, en una mano su brandy favorito y en la diestra su habano de predilección, miraba a sus nietos junto a sus nueras, el anciano sonreía, sobre todo viendo a la madre de su nieta, la miraba fijamente como acusándola, el pecado de ella, no haberle dado a su hijo primogénito Mateo aquel anhelado hijo varón sino dos hijas que de por si eran preciosas heredando la belleza de su madre en forma fisonómica, giró su cabeza viendo las caritas y manitos infantiles que se agitaban a través de las rejas del cerramiento de la gran casona, un criado abrió la gran reja entrando los dos niños amiguitos de Victoria Micaela, los tres niños correteaban por el lugar saltando a la cuerda y luego a la rayuela, las bocanadas de humo eran intensas, la nuera de nombre Fernanda tenía marcada a su hijita colmándola de mimos no sin dejar de intercambiar miradas con su suegro, ya para entonces su otra nuera Justin Daniela había entrado con su hijo a cambiarle de ropa, las miradas entre suegro y nuera se hacían intensas, Fulgencio sonrió, ella con mirada seria y denotando rabia hacía muecas, el suegro incrementó la risa girando el rostro haciendo intensa la emisión de tabaco en su boca, vio acercarse a su nieta Victoria, sus brazos rodearon la cintura de la niña, sin dejar de mirar a su nuera, con sonrisa amplia dio un beso en la mejilla a la preciosa niña, la nuera hizo puños de enfado y su ira iba en disminución luego que el suegro tomaba a la niña sentándola sobre los muslos de sus piernas, los dos niños se acercaron rodeando el lugar donde el adulto se encontraba con su nieta, les acarició el pelo, los niños devolvieron el gesto con franca caricia, la mirada de Fulgencio era para su nuera, la pequeña Victoria notaba aquello guardando disimulo, con pasos lentos se acercaba la matrona junto a su hijo, los tres dieron de besos en la mejilla a la anciana madre de Fulgencio en señal de respetuoso saludo, la mujer mayor simplemente hizo un gesto de saludo frío a la nuera de su hijo entablando luego una corta conversación, caminaron en dirección a la bodega, estuvieron por largo rato en el lugar, los niños que jugaban por los alrededores trataron de atisbar pero fue difícil la visión, Fernanda y su pequeña hija entraron en la gran casona, subieron a su habitación encontrándose con Mateo aun profundamente dormido por haber trasnochado, roncaba fuerte, ni el llanto de la niña lograba despertarlo, Fernanda cambió de pañales a la niña con la ayuda de la empleada, ambas mujeres miraban el rostro dormido, salieron con sigilo de la habitación, la puerta se cerró quedando el cuerpo de Mateo tendido en la cama, con la cara entre las almohadas, ya su esposa estuvo en pie cuando en horas de la madrugada llegó a casa, en el interior de aquella bodega madre e hijo realizaban una acción muy secreta, casi parecida a un ritual, en el instante mismo de aquellas acciones, muy cerca de ahí Mateo abría los ojos quedando abiertos exhalando el último aire de vida entre almohadas, mientras tanto, los niños corrían por el amplio jardín, madre e hijo salían de aquel lugar, con pasos lentos la matrona se sentó en una de las sillas del jardín ubicada debajo de un frondoso árbol, era una preciosa mañana no muy soleada del tercer día de mayo de 1954, Fulgencio se dedicó a jugar con los niños, la anciana miraba el correr pausado de su hijo, sonreía al pensar que pertenecían con orgullo a un linaje de longevidad, bastón en mano apoyó su cara sin dejar de sonreír viendo a su hijo correr detrás de los niños, en una de esas carreras Fulgencio logró atrapar al más pequeño cayendo y rodando en el suelo, el anciano quedó encima del niño teniendo muy cerca sus caras, la risa de la anciana de inmediato se transformó en seriedad pues los segundos seguían y ellos continuaban en esa posición, vio las manos del anciano que se deslizaban por los muslos infantiles para luego levantarse y continuar en carrera, le vino angustia a la anciana, llamó a la empleada que le acercase un calmante, las manos envejecidas accionaron con fuerza el bastón, su mirada continuaba viendo jugar a su hijo con los niños, su seriedad continuaba, le vino a la mente aquellos recuerdos insanos para su ego, su mente con los ojos entreabiertos empezó a recordar aquel nefasto mes de fiestas patrias de 1909, recordaba aquella reunión de amigos a la que había sido invitada con su hijo Fulgencio, allí se hablaba de negocios y algo más, es decir, encuentros, las damas hacían gala de su mejor ropa traída de París, la tertulia continuaba con gran dinamismo, los asistentes vieron bajar de un lujoso auto a un hombre muy bien parecido acompañado de su esposa llevando de las manos a su niña y a su niño, los adultos se unieron al evento mientras los niños jugaban con sus amiguitos, ya para entonces Fulgencio había pasado el límite de tolerancia alcohólica dedicándose a jugar con los niños a pesar de tener ya treinta años de edad, todo parecía normal ante las caricias amistosas que el invitado hacía a los niños, llegó el momento de continuar bailando y libando luego de la opulenta comida, la matrona recibía irónicamente aquellos comentarios mordaces de la soltería de su hijo ante ya edad madura para la época, solo, sin registro de novia, dedicado a la protección de su madre, todo y más se decía en aquella fiesta, se enfocaban en su edad, y en lo poco agraciado de su rostro y físico sería tal vez el motivo de su soltería, sumado a su rígido carácter ancestral, las pocas compañeras sentimentales hablaban de mala forma acerca de su relación, la matrona en solitario daba un recorrido por aquella amplia mansión, se arrimó al pasamano del balcón, junto a ella una amiga recién llegada del exterior se sumó a contemplar el lugar, fue corto el diálogo quedando sola, de pronto, vio una figura, le parecía muy familiar, iba caminando pausadamente, detrás otra más pequeña lo seguía, la matrona vio adentrarse entre las sombras aquellas figuras humanas, quería tener certeza, caminó sigilosamente por el apartado lugar que tenía linderos de otros terratenientes con aquella mansión, fue sorprendente para ella escuchar el llanto de un niño acostado quietecito sobre el suelo, su hijo Fulgencio limpiándose el pene ensangrentado con su calzoncillo de época, estaba bajo los efectos del alcohol, trémula logró abrasarse a un árbol mientras emitía el nombre de su hijo Fulgencio llorando desconsoladamente, lentamente se iba deslizando sujetándose del árbol hasta quedar sentada agarrándose la cabeza en señal de tristeza y un descontrol emocional que rayaba a punto de histeria, el sorprendido Fulgencio fue a arrodillarse a pedir perdón, la mujer reaccionó dándole de bofetadas, golpes, mientras que el niño no dejaba de llorar, tenía ensangrentado el trasero, minutos antes Fulgencio lo había desvirgado por efectos del alcohol, su madre entendía ahora por qué de su soltería, esa inclinación sexual oscura ahora se delataba, pero en qué momento y en aquel lugar, a la mujer le vino el peso del qué dirán, catastrófico para su linaje, para su dignidad y sobre todo su orgullo mancillado y pisoteado por ese tonto desliz sexual incontenible de su hijo, la mujer pensó en que ese niño sería quien delate la debilidad sexual de su hijo, de su boca pendía el relato de la condena de cárcel, no, no y no se dijo para sí, en un arrebato de histeria motivada por la supervivencia de clase agarró al niño, sus manos apretaban el cuello infantil con el calzoncillo de Fulgencio, lo estaba ahorcando, las manos del niño se agitaban en señal de desesperación, Fulgencio que al principio estaba sorprendido viendo aquello se sumó a la acción, los ojos del niño estaban desorbitados, la monstruosidad campeaba en aquel apartado lugar de los linderos de la lujosa mansión de aquella noche tenue, afortunadamente para ellos se sentía no ser vistos, el cuerpo inerte del pequeño fue llevado pasos más adentrándose en la espesura de la maleza, mirando a todos lados en cada paso que daban, sólo el calzoncillo de Fulgencio mostraba señales de restos sanguíneos, llegaron al borde de una hondonada lanzando el cuerpo del niño no sin antes haber limpiado el trasero que había manado sangre producto de la sodomía sufrida, Fulgencio a ordenes breves de su madre por regresar a la fiesta para no ser delatados de su ausencia hizo que entierre el calzoncillo y así lo hizo cuidándose de no mancharse ni adherirse de tierra, madre e hijo continuaron en la fiesta como si nada hubiese pasado, minutos después, madre y padre preocupados preguntaban por su niño, demostrando sorpresa hipócrita la matrona y Fulgencio emprendieron la acción de buscar al niño desaparecido, en la pasiva noche solo escuchaba el nombre de Patricio, su apellido, Berlingieri, descendiente de nobles italianos desde época del medio evo, sus aventureros ancestros vinieron a estas tierras a hacer fortuna y lo consiguieron siendo colonia y más siendo república pues jugaban con tráfico de armas e intrigas a dos bandos, ahora, una de esas ramas genealógicas se truncaba en amputación pues no pasó mucho tiempo que dieron con el cuerpo del inerte niño de nueve años que apenas empezaba a vivir, ahora se truncaba su existencia, quedaría solamente su hermanita Corina de tres años como superviviente testigo de aquel macabro hecho y de esos desgarradores gritos de madre, sus ojos infantiles fueron tapados por las manos de un amigo de sus padres que se arrodillaban incrédulos ante ese cuerpo desfallecido sin vida en la noche del martes juliano de 1909, más desgarrador para su padre el saber que presuntamente antes de ser asesinado fue violado, las maldiciones al aire no se hicieron esperar, ahí quedó nomás la diversión patria, fecha nefasta ahora para aquella reducida familia, luego la siguiente semana sería trágica para la madre patria, al siguiente día el nervioso Fulgencio confesaba a su madre que estando arrimado a un árbol se dedicó a orinar, se había apartado un poco de la fiesta sin ser notado, fue todo tan breve que se sentía excitado al orinar, de pronto vio a Patricio en solitario, el inquieto infante lo había seguido, en aquel momento habían simpatizado mucho inclusive tiempo atrás pues los padres del niño son íntimos de la familia, en sus visitas habían cultivado la empatía y el niño era muy apegado a Fulgencio en mayor grado que la bebita Corina como cariñosamente le decían, al verse mutuamente emitieron sonrisas, de impulso Fulgencio pidió a Patricio para que lo acompañase adentrándose en los alrededores persiguiendo las cigarras, ya para ese instante Fulgencio planeaba sus bajos instintos, desde aquel lugar a lo lejos se podía ver las luces de los candiles de la armoniosa fiesta, de un impulso Fulgencio fue del abrazo a las caricias y luego a los manoseos, al ser abrazado Patricio sentía el tufo emanado del cuerpo de aquel adulto, vio como era despojado de su pantalón y también del deslizamiento de su calzoncillo, Fulgencio hizo lo mismo, pese a la oscura noche se pudo apreciar el cuerpo siendo acostado lentamente a orden de Fulgencio, le vino el recelo y miedo al pequeño, todo por motivo de ver ese pene rozando su penecito, era grueso y desproporcionado en tamaño comparado con su pene de nueve años aún muy pequeño, las ansias de sodomía se apoderaron de la mente de Fulgencio, recordaba lo que había hecho con gusto ese mismo día en la mañana, sujetó bestialmente al niño sometiéndolo a sus fuerzas, como pudo ensalivó el ano del niño y le tapó la boca a la vez que le introducía su pene en el ano, ese tipo de acción propia de su carácter detonó en una violación, las embestidas del pene en ese ano infantil desflorecido el esfínter hizo estragos en la humanidad del pequeño que al sentirse otro no dejó de llorar hasta el último hálito de su vida posteriormente a manos de Matilde, pasados un par de días el cuerpo de Patricio Berlingieri fue velado y enterrado, no se supo de los criminales, los corrillos bajos de comentarios aseveraban que fue una vendetta pues en la capital se conocía acerca de los Berlingieri, el padre del niño buscó pistas en forma incansable por dar con los asesinos pero nada tuvo éxito, pasaron meses sin indicios, luego de un buen tiempo decidieron visitar la tierra de sus ancestros, desde ahí no se supo más de aquella cortada familia, la matrona Matilde dejó sus pensamientos volviendo a la realidad tras recibir de la empleada el correspondiente calmante, y en verdad que sería de buena valía pues minutos seguidos una descontrolada empleada doméstica salía histérica de la habitación diciendo que Mateo Arichabala había fallecido, su cuerpo frío provocado seguramente por un fulminante infarto, hubo descontrol emocional, los niños dejaron de jugar uniéndose a los adultos para tratar de ver el cuerpo pero les fue negada esa acción siendo llevados a los exteriores del jardín, no se hicieron esperar las visitas de los amigos y la prensa, por esos días en la capital se comentaba del lamentable deceso, no se daba crédito a que siendo un hombre tan joven hubiese tenido ese lamentable desenlace, todos estaban sorprendidos más apenados pues Fernanda quedaba viuda con dos niñas a su cargo, públicamente Fulgencio manifestó que con más razón sentía apego y protección a su nuera y a sus nietas, el cortejo fúnebre fue de lo mejor en su época, mucha gente por interés en su mayoría hacía acto de presencia, la hipocresía deambulaba por el cementerio periférico a la capital construcción hecha solo para los de rancia alcurnia y demostrado abolengo, casualmente aquel panteón quedaba próximo en kilómetros de aquel lugar del crimen de Patricio Berlingieri en donde sólo quedó de testimonio el calzoncillo bajo tierra en la propiedad ubicada en los alrededores de la capital perteneciente a los padres del entonces niño Jairo Arciniegas de tres años de vida cuando sucedió el asesinato.
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Cadenas apretando los tobillos, manos esposadas, caminar lento, ánimo alicaído, mirada al piso, cansancio, sudor, malestar en la piel, dolor de espalda ante tanto castigo anterior, sus pasos lentos combinaban con sus jadeos ante el canicular sol, el guardia miraba los movimientos de los reos, el palo agitado al viento era impactado en la pared, el ruin sonido ponía en aviso a los reos, las miradas irónicas de los gendarmes demostraban muecas sádicas en muchos de los casos al ver pausadamente el caminar de los reos, el joven Agustín de tan sólo 16 años cumplidos era uno de aquellos, sudoroso caminaba con sus labios partidos luego de las pesquisas, se podía ver lo cabizbajo en su expresión total, su mirada denotaba pasividad y resignación, las cadenas dejaban huellas de heridas en los tobillos, las manos ennegrecidas por la mugre, era hora de comer, los latigazos en reos rebeldes no se hacían esperar, ahora se enfrentaba a un nuevo destino, su adultez lo llevaba a cumplir los veinte años impuestos como permanencia en aquella cárcel, le tocaba vivir esos años de su vida sin poder ver el mundo tan solo las paredes que le rodean, el precio, haber matado, su sentencia definida hace meses siendo aún menor de edad, ahora ya con sorna de sus compañeros de celda debutaba su situación civil en un cuarto con rejas, presidiarios de toda índole, a ratos parecía no soportar la situación, estaba a punto de desfallecer, su medicina aquel recorte amarillento de prensa que llevaba consigo, le tocó de ser compañero de celda con un insurrecto que había matado por ideología, con el pasar del tiempo se dejó llevar por las apreciaciones de su compañero, Agustín apenado recibía las vistas familiares con el pasar de los meses eran pocas pues eran del interior del país de la canela, en su boca estaba siempre condicionado el nombre de dos mujeres de gran significación en su vida, a los pocos meses vio morir a su compañero de celda, vino otro presidiario a hacerle compañía de forma huraña, más pragmático en su usanza, se notaba el pasar de los años, dijo ser cadenero, albañil, pero más identificado con ser mujeriego y por eso está en la cárcel, mató a su hembra por traición y no contento con ella también le dio pista a su amante, se jactaba de buen porte de tipo de ahí su mote de gigoló o chulo, las había amado como ellas querían que las ame y las tratase, de entre sus mujeres con veneración hablaba de una en especial, aquella rubia madre de sus dos primeros hijos que la fatalidad quiso llevarse a los tres, sólo su hermano mayor lo visitaba, había salido de la pobreza, ahora era contratista de obras estatales, mala cabeza su hermano al no permitir dejarse llevar, decidió la vida fácil, los burdeles eran su hogar pregonaba el nombre de aquella hermosa rubia que fue su mujer, llegó el turno de dialogar con el abogado asignado, Agustín y su compañero tuvieron la visita de un erguido personaje de las leyes que ni bien llegado al país ya tenía un prestigio respaldado por la fama de su padre que pese a ello rehusaba y quería salir en solitario, el dialogo entre los tres fue provecho pues escuchó los detalles, la idea ahora era bajar los años de condena, pidió que cumpliesen con la buena conducta, lamentó el estilo de hacinamiento de las cárceles y el trato inhumano recibido, correspondía de los buenos oficios, con el tiempo hubo mejor empatía entre los reos y su abogado, una fría mañana Agustín vio de mal semblante a su compañero de celda, en el dispensario médico le llegó la noticia que padecía Sífilis, el hombre al saber la noticia se repuso, siguió con sus movimientos de gigoló que hacían las delicias irónicas de los reos y gendarmes, era apreciado por sus ocurrencias, de niño había adoptado en la calle de la pobreza ese perfil, admirado por todos en la cárcel se jactaba de haber tenido la más hermosa de las mujeres y también preciosos hijos, tres, de los cuales dos fallecieron, el otro quizás deambulando y en las noches cuando lo visitaba la nostalgia se reprimía haciendo acto de constricción pensando en la vida de su hijo, fue en una visita de aquella tarde de media semana que se jactaba delante de su abogado como siempre de aquella hermosa mujer, Serafín ante tanta vehemencia y afectividad de las palabras de aquel reo para con su persona le pidió el nombre de aquella mujer a lo que el reo dijo que muy pocas personas en este mundo lo sabían , pues pese a morir ella aun así siempre estaba con él, sentía su presencia pues su amor fue desde aun siendo niños, viviendo en aquella ciudad la conoció en un parque, había salido del campo con su madre y hermanos ante la epidemia de la fiebre amarilla que costaron muchas vidas, ella pertenecía a una familia acomodada, entre ambos al verse fue instantánea la atracción, ese entonces él tenía cinco años más que ella, en ese parque se encerraban a mostrarse los genitales lampiños, cada vez dejaba a su único hermanito varón en custodia de su hermanita con su primo, ella se daba así de escapadas para verse juntos entrando en los baños del parque, el reo cerraba los ojos emocionado, le estaba contando parte de su vida íntima a su abogado Serafín Del Olmo al que le tenía mucha confianza, en su continuado relato el reo le describía la forma en que le enseño a aquella hermosa niña rubia a hacer el amor, fue su iniciador y fue su único hombre hasta que falleció, el padre de ella la maltrataba y en uno de esos arrebatos vino a hacer vida con él, la madre del reo hoy difunta fue que la atendió siendo aún una muchacha de catorce años teniendo su primer hijo pasados los quince, muy jovencita, luego tuvo a su segundo hermoso hijo, al referirse a ellos partió en lágrimas lamentándose haber sido un mal padre irresponsable, no valoró lo que tenía hasta que lo perdió, pese a estar muerta aún la amaba, luego su vida se fue ahondando, de cadenero pasó a albañil, luego todo lo ganado lo daba en alcohol, sexo con mujeres de la noche y seguía viviendo hasta que conoció a aquella mujer, al principio todo iba bien, sexo discreto, ella con pocos años en la profesión más antigua del mundo se enamoró de él, tanto fue ese amor que entre sus decididos encuentros sexuales concibieron un hijo que de su preñez lo supo a los seis meses de gestación, al principio con ironía y recelo no daba crédito a la situación, ella pese a ser del mundo libertino estaba siendo sincera con él asegurándole la paternidad exclusiva de su hijo, pero él, no aceptaba, encolerizada se apartó de su vida tomando rumbo desconocido no sin antes jurarle ante lo divino que el hijo que esperaba era suyo diciéndole cobarde, tiempo después supo que había parido a un precioso niño y que le había puesto su nombre pese a todo, sintió dolor al saber que había muerto al parir, decidió buscar a su hijo en la localidad que le informaron pero desgraciadamente hubo una pelea entre gigolós dando como saldo un muerto resultando ser el asesino, Serafín escuchó con detenimiento y le preguntó de nuevo el nombre de aquella preciosa rubia, el reo aspirando aire lo contuvo y de su boca salió el nombre de Leonor Pozzo Buonanote.
FIN DEL CENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
Hola , no deberias dejar la historia corta. Almenos dale un final