METAMORFOSIS 149
Banderas.
Habían muchas madres con sus tiernos hijos esperando el turno de poder pasar a consulta con el renombrado pediatra, muchas madres eran jóvenes, entre ellas estaba Fernanda con su hija menor, resaltaba su garbo entre las asistentes, tocó su turno viendo el ticket en el que se mostraba la fecha del día lunes 11 de julio de 1955, al entrar se encuentra con un apuesto profesional en la medicina infantil, la pequeña Cayetana fue auscultada detenidamente por el médico, las finas facciones de la pequeña contrastaban con sus dedos algo gruesos, tenía algo de atractivo la pequeña, a pesar de estar tosiendo que fue el motivo de la visita, Fernanda se había enterado de la labor del profesional a través de sus amigas, en las tertulias salió el nombre del caballero, Fernanda lo miraba atenta a los movimientos de las manos del galeno en su hijita, al saludarlo las sintió suaves, con la mirada iba detallando las facciones viriles, le vino la atracción del no sé qué al verlo reír, esa dentadura bien formada y blanca le atraía, intercambiaron sonrisas teniendo en medio a la pequeña, Fernanda se puso más atenta ante el apuesto hombre, el diagnóstico era un reposo y también ciertas pastillas que debería tomar la nena, de nuevo al despedirse sus manos se rozaron sin dejar de sonreír, Fernanda dio un giro quedando impresionada por el físico del galeno, con un beso en la mejilla se despidió de la bebita, era tan angelical, ya caminaba con dificultad en su año y tres meses de vida, quedaron prendados de la mirada, la fijación en Fernanda fue concreta, lentamente deslizó su mano por la del profesional deseando sentirla nuevamente, el galeno instintivamente sentía lo mismo, la mujer marcó a su hijita saliendo del consultorio, pero al pasar dos días en aquel miércoles 13 de julio de 1955 nuevamente se encontraron en una fresca mañana en el parque, él caminando en compañía de amigos que en la esquina del parque capitalino se despedía, apenas dio unos pasos y vio de cerca a Fernanda sentada en el césped sobre una manta tendida en la que estaban jugando sus dos hijas, el apuesto hombre se acercó sonriente mostrando su dentadura bien formada, se saludaron, sorprendida ella al recibir un beso en la mejilla, la hija mayor se dio cuenta del apego en conversar, el hombre se enteró de la viudez de Fernanda, de él se pudo saber que su situación civil era soltero, no se dieron cuenta de ser visto por un hombre arrimado a un tupido árbol que daba amplia sombra, miraba con fijación los movimientos de Fernanda y el galeno, también de las niñas, el diálogo sostenido duró por varios, minutos, prometieron volver a verse en nuevo encuentro, la despedida fue cordial, tanto que ambos quedaron prendados, Fernanda quedó atenta al saber que el joven galeno era soltero, continuó jugando con sus hijas, aquel hombre siguió al galeno por varias calles, le hizo señas a otro que se acercó a escuchar, luego tomó un auto perdiéndose por la empedrada calle, lejos, Fernanda miraba a su tierna nena, le hizo recordar las facciones de aquel hombre que un par de años la hizo sentir mujer, se preguntaba qué sería de su vida, en qué caminos o lugares se encontraría, suspiró, recordando la entrega total, la última vez que se vieron, aquella sentida despedida en esa noche tormentosa llena de pasión y entrega total, sí, aquel joven viril muchacho apasionadamente le había engendrado su segunda hija, aún en su mente se dibujaba el rostro juvenil de aquel muchacho que la hizo suya, aún recordaba la tibieza de sus manos pasar por los amplios glúteos y fibrosos muslos femeninos, aún sentía ese deseo de sexo recurrente, ahora que enviudó, de mayor razón, recordaba aquella sonrisa de ese joven amante, de los encuentros en la bodega, de cómo se entregaron, vio de nuevo a su hija, la abrazó cariñosamente, no podía olvidar a aquel hombre que hace más de un par de años fue suya, continuó abrazando tiernamente a su hija, Victoria su hija mayor se unió al abrazo, a Fernanda le vino su acostumbrado lamento de culpa por pensar así, y se debía al cumplir otro mes de fallecido su esposo, decidieron caminar en ruta al panteón, dejaron flores en la fresca tumba de Mateo, la pequeña Victoria era la más sentida ante la ausencia de su padre, Fernanda rompía en llanto de ver sufrir a su hija primogénita, la calmaba acariciándole las mejillas y el pelo, detrás, escondido a prudente distancia de ellas se encontraba aquel hombre mal encarado, seguía con las bocanadas de humo, continuaba con los gestos, sacó un pequeña libreta y se puso a escribir ciertos detalles que había visto, luego la guardó en su bolsillo y continuó observando, dio cuenta que Fernanda tomó de las manos a sus hijas y recorrió el panteón deteniéndose en dos tumbas juntas, allí dejó otras flores, al salir del panteón se encontró con unas amigas, juntas conversaban caminando alejándose del lugar, se sentaron en bancas contiguas a un parque con tupida vegetación y árboles frondosos, la pequeña Victoria tomó de la mano a su hermanita y caminó por los alrededores, regresó a dejar a su hermanita Cayetana junto a su madre diciéndole en el oído que iba a orinar, Fernanda le hizo gestos de aprobación, continuó conversando con sus amigas, Victoria se adentró en el monte, el hombre siguió a la niña guardando prudente distancia, le gustó verla acuclillada con su braga estirada a la altura de los muslos, vio salir orina de la vagina lampiña rozagante, los deditos de los pies sobresalían de las sandalias, su pelo cubría en parte su cara cabizbaja, el hombre estaba atento a los movimientos de la niña, vio que lentamente se recostaba sobre el árbol que antes había orinado dejando una mancha húmeda en la tierra, semidesnuda se pasaba el dedo entre los labios vaginales frotándole el clítoris emitiendo gemidos, el hombre no perdió tiempo en sacarse el pene masturbándose mientras veía esos deslizamientos de los dedos por la vagina, Victoria abría la boca con los ojos cerrados demostrando deseo sexual, el hombre estuvo a punto de acercarse y poseerla, se contuvo, recordó su misión, se limitó a frotarse el pene y más movimiento hizo cuando la niña se puso en posición perrito pasándose el dedo entre los muslos, luego se acomodó la braga y salió del lugar, en ese mismo instante el hombre eyaculaba su semen cayendo al suelo.
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El sol se fortalecía en su intensidad al avanzar la mañana, la brisa marina rozaba por vez primera el rostro del precioso niño recién llegado y salido del auto, los visitantes respiraron hondo, el niño miraba el movimiento de banderas que un marino realizaba con destreza, esa acción fue atrayente por instinto ya que el niño pronto cumpliría los dos años, sus padres estaban allí por negocios, los pobladores humildes al saber que llegaba la hija del senador Pérez le hicieron un cordial recibimiento, pese a todo el calor era fuerte, el niño continuaba observando aquellos movimientos que hacía el marinero, coincidentemente el pequeño Daniel Nicolás Arichabala Pérez estaba vestido con terno marinerito, la madre dejó de marcarlo haciéndolo caminar por las arenas de la playa, el niño deseaba llegar al mar, se sorprendió del rugido, brincaba alegre, como si un instinto genético ancestral lo identificaba, de nuevo vio aquellas banderas agitarse, estaba feliz, sus padres lo veían con gusto cuando corría por la arena, su piel contrastaba con la de los niños que se acercaron a jugar con él bajo pedido de los adultos nativos en señal de cortesía, de entre los niños estaba una preciosa niña que le extendió la mano al niño y éste muy seguro se dejó llevar por la niña caminando por la playa, los padres estaban por asuntos de negocios, Justin era la más contenta, siempre hablaba de lo delicioso del mar, le comentaba a su esposo que siendo muy pequeña venía con sus padres al mar, gustaba de los platos de mariscos, y sobre todo del coco en diferentes presentaciones culinarias, gustaba de pasar caminando por la playa, Nicolás se limitaba a escuchar, existía un gélido silencio que contrastaba su trato con lo caluroso del mar, en ese momento estaba pensativo, no era para menos, la tristeza había hecho mella en su espíritu, el motivo, la muerte reciente de su hermano Mateo, pensaba en lo acongojado que encontró a su padre en su estudio, pensativo, lloroso, no se preguntaba por qué siendo tan joven tenía que morir, Justin vio la expresión de congoja de su esposo, ella fue de la idea de estar aquí ya por negocios pero sobre todo por revitalizar el espíritu y su esperanza de vida, Justin le recordaba la existencia del hijo de ambos, Nicolás miró al pequeño a lo lejos de donde estaban, bajó su mirada, luego vio a su esposa, la mirada fija se clavó en la de su esposa que como siempre giraba el rostro sin verle con seguridad a los ojos , luego Nicolás sonreía moviendo irónicamente la cabeza de forma negativa, se levantó de la mesa dejándola sola.
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Valentin de quince años cumplidos continuaba con sus tareas en el aseo del lugar donde vivía, el ser un muchacho arrimado y solo en la vida le daba para hacer eso, al realizar dichas tareas su ano latía pese a tener el traserito voluminoso vestido, suspiraba al hacer movimientos bruscos con la escoba al barrer, se sentó en el extremo de la cama, hizo a un lado a la escoba, sus codos se apoyaron en las rodillas y sus mentón se posó en sus manos cuyos dedos roaban las mejillas como si se estuviese acariciando, miraba a la ventana que daba a la calle, sonrió pícaramente, de reojo miraba la sabana arrugada, lentamente se acostó y miraba al techo a brazos extendidos sobre la sábana arrugada, volvía a sonreír ahora más ampliamente soplando su pelo que era un cerquillo sobre su frente, su mirada fija hizo que se sentase de nuevo viendo la ventana al escuchar ruidos de afuera, se levantó dando unos pasos y se de esa forma fue que lentamente se arrimó a ella, aún estaba él allí, Leroy, sus dedos alargados de piel blanca se deslizaban por le arco de la ventana, empezaba suspirar, sentía su ano latir, en su mente le vino ese más, más, quiero más, su mano hizo puño la tela d ela ventana, ante su amplia sonrisa sentía la mano metida en el short que llevaba puesto y que se deslizaba acariciándose los glúteos, los dedos pasaban por la separación de los glúteos, lentamente dejó salir un alarido corto mientras se mordía los labios viendo a través de la ventana el cuerpo de Leroy que estaba acuclillado sosteniendo una manguera en la que del tanque del auto salía gasolina a un portagalón, al estar acuclillado se notaba ese pene vestido amoldado, la iradas de ambos se cruzaron, les vino el sonreír discreto, el hombre cuarentón se deslizaba la mano temerosamente sobre su short umedecido por el calor de lo que se podía notar en su remera, los ojos de Valentín se abrieron más al ver esos movimientos circulares, se volvían a cruzar las miradas de complicidad riendo ambos, viendo discretaente a los lados Leroy el cuarentón se deslizaba la manga del short para mostrarse el glande de pene que ya estaba erecto, al verlo se ampliaba la sonrisa de Valentín, mostraba complicidad, instantes después el cuarentón se estiraba el pene por la tela del short, Valentín hacía lo mismo allí parado y arrimado junto a la ventana, las miradas se cruzaban, así también sus sonrisas, Leroy asentía continuando con el estiramiento del pene, Valentín correspondía asintiendo del mismo modo, el cuarentón le hizo unas señas características, sin emitir sonidos abrió la boca saliéndole la palabra “más” con los labios, Valentín asentía repetidamente a muy amplia sonrisa, el cuarentón le hizo unas eñas con la mano, Valentín ingresó al baño, se pasaba agua y jabón por el traserito de quince años, él sabía que ya muy prontro Leroy llegaría, vió en el estante la crema, sonrió mientras la abría, se acucliló y se puso un poco en la entrada del ano, al lenatarse vio su torso desnudo en el espejo, no dejaba de sonreír, salió del baño puesto una toalla, vio su ropa en un rincón y la escoba arrimada a la pared de la entrada del baño, miraba sus pies descalzos dar pasos lentos dejando huella húmeda en el piso, se abrió la toalla como si fuese una capa viéndose su cuerpo desnudo a través de un espejo en la pared, sonrió al verse así, de nuevo cubrió su cuerpo con la toalla, de pronto escuchó el giro del seguro de la puerta, era él quien entraba, a quien había dejado la puerta sin seguro, pensó que aquel cuarentón nacido en 1915 muy pronto entraría, y no se equivocaba, al instante se dibujaba la presencia de Leroy arrimado al marco de la puerta abierta d ela habitación, las miradas d aquel cuarentón era hacia la figura del muchacho de quince años, también notaba en la cama las sábanas arrugadas distendidas, sonrió, llevó su mano al bulto amoldado de pene en la tela del short que levaba puesto, la mirada de Valentín era a ese movimiento de manos, sonreía mucho, vio los dedos gruesos de los pies en las sandalias, vio lo discreto del lugar a cortinas cerradas, así que lentamente fue bajando su short delante de Valentín hasta quedar en los muslo, se agitaba el erecto y grueso pene afeitado, eso llamaba mucho la atención en Valentín que se dejó caer la toalla quedando completamente desnudo delante de Leroy, sonrieron, el cuarentó sequitaba el short y la remera haciendo a un lado las sandalias, se unieron en un abrazo juntando los pechos, se dieron muchos besos, Leroy marcó al muchacho acostandolo en la cama, no dejaban de sonreír, pese a ser muy cauto al hablar Leroy tenía fogosidad repreimida, era un inmigrante llegado al país, europeo como Valentín, de allí aquella cierta química con este antiguo poblador caucásico que había conocido a la madre de Dylan en viaje al país del norte de donde se pregonaba libertad plena, el padrastro de Dylan acostaba aValentín lentamente en su cama, era su secreto d everse así desnudos, Leroy se acostó sobre Valentin besándose apasionadamente, sentían mutuamente sus respiraciones, la lengua del hombre pasaba por el cuello del muchacho a lo que tanto le gustaba sentir eso, luego de nuevo los besos, las manos del hombre rozaban las piernas del muchacho, unieron sus frentes sin dejar de sonreír, le dijo que si quería de nuevo a lo que Valentín asentía sin dejar de sonreír, se levantó de la cama yendo al baño, Valentín acostado en la cama abierto bien de piernas se estidaba el pene escuchando el golpe de agua de la ducha, Leroy regresa on el bote de crema en mano, sonríen, y así luego le sigue dando de besos, se acuestan en la cama uno sobre el otro, Valentin abre su boca sintiendo dentro el glande grueso de Leroy, lo lamía y lo chupaba intensamente, la cadera de Leroy se movía adelante y atrás, la boca d Valentín se activaba junto con su lengua al pase del desliz del glande, ahora lo acuesta de cara a las almohadas, usa otra para ponerla debajo del vientre, le abre los glúteos psandole crema en la entrada dl ano, un dedo lo introduce lubricándole el culito, Valentín emite gemidos de placer, de cara a la almohada con el movimiento de sus manos le insinua a Leroy a que le mete el pene, el cuarentón sonríe, se pone crema en el glande, le dijo que ahí le va, la cara fruncida de Valentín de con dificultad no había ara relajarse, se limitaba a sentir aquel pene lubricado que entraba y salía por su culito precioso de quince años, le dio pene en esa postura por el culo hasta el cansancio, llegado el momento ya los dos cuerpos estaban desnudos, le decía al oído que era su marido y que aguante las embestidas, Valentín desde su posición asentía obediente, se apartó del muchacho acostándose junto a él, Valentín miraael aún erecto pene, Leroy le decía que ese pena era sólo suyo como su culito, sonrieron, la mano de Valentin estiraba el pene de Leroy a su pedido, el cuarentón que tenía ahora un puesto de chofer en una casa de ricos le dijo a Valentin para hacer la postura que le gustaba, el muchcho asintió obediente, Leroy lo acostó en su delante, puso los pies del chico en sus hombros, le inclinó tomando el pene se lo iba introduciendo en el ano, Valentín gemía d eplacer al ser inclinado sobre el espaldar de la cama, los pies se agitaban sobre los hombros, uno de ellos se deslizó agitándose en el aire tras las embestidas que recibía del pene e su potito, el pene entraba y salía, entraba y salía y en cada ritmo se notaban los gemidos de Valentín y Leroy, lo sentía dentro al pene, Leroy le decía que era su mujer, su mujer en secreto, Valentín con el deseo asentía, tenía mucho dseo y pasión lo mostraba con sus manos aferradas a los brazos de su amante, de pronto el pene sale del culito, el glande queda a la altura del ombligo de Valentin y ve salir semen, no tanto como la ve anterior de hace unas horas atrás pero este liquido se dslizaba por su piel, lentamente Leroy se acostaba sobre Valentín las sábana aú más arrugadas quedaban sobre aquellos cuerpos desnudos que empezaban a manosearse y a besarse intensamente, se levantaron de la cama, ambos cuerpso desnudos fueron a la ducha a enjabonarse los restos de semen, allí Valentín se encorvó delante de Leroy quien lo tomó de las caderas llevándole su pene a rozar la separación de los glúteos, era delicioso sentir el deslizamiento del pene entre esos glúteos de potito rozagante muy precioso, se lo volvió a guardar dentro del culo, las embestidas eran frecuentes, el agua de la ducha caía en esos cuerpos desnudos, Valentín algo arrimado a la pared sentía aquellas embestidas, luego tocó salir del baño, se secaba con las toallas, lo abarzó marcándole luego y acostandole en la cama sobre él dándose de besos repetidos apasionadamente, al ra estaban vestidos, Valentín quedó sentado junto a la ventana viendo partir a su amante cuarentón aquel que era padrasto de Dylan aquel muchacho al que había conocido hasta ahora como su mejor amigo.
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Habían pasado muchas semanas de la ceremonia de boda, Sara Y Pedro ahora gozaban el estatus de esposos, vivían en casa de vía alameda a pocas calles del trabajo, Pedro pensativo en su escritorio revoloteando ideas, sentimientos y consignas, ya para entonces había terminado un proyecto de inversión, su esposa se acercó por detrás a hacerle masajes, su sangre se heló viendo pasar a Noelia, llegaba en búsqueda de su esposo Carlos, se la notaba cansada, se detuvo viendo a la pareja de jóvenes esposos, la expresión de Pedro fue contundente de admiración, él había pedido a su esposa, a su suegra Griselda y a su mentor Guillermo Izaguirre que no se divulgue el origen de su nacimiento, prefirió que Carlos y Noelia no sepan aún que era hijo de ellos, nana dulce se negaba a aquello, consideraba una injusticia que Noelia siguiera sufriendo la pérdida de su hijo cuando en verdad lo tenía cerca, le molestaba que Pedro no les diga la verdad a sus verdaderos padres, pero Pedro la convenció argumentando razones de peso, así, la anciana de color se unió a ese deseo de Pedro, fue así que sentidamente ahora Pedro saludaba a Noelia, lejos estaba de saber que saludaba a su hijo pero él sí, Noelia pasó a la oficina de su esposo, detrás un niño caminaba algo retrasado, era el pequeño hijo de Noelia, Carlos Augusto Rodolfo, al verlo le vino una gran alegría a Pedro, el niño entró a la oficina pero al rato salió recorriendo las instalaciones, Pedro levantó su cara saliendo de la concentración contable, su sorpresa fue grata al ver las manitos apoyadas en el escritorio y su carita feliz con saludos atentos, Pedro correspondió a esa sonrisa inocente, el precioso niño rubio le preguntaba acerca de lo que estaba haciendo, le respondía con detalles, estaba feliz, en su delante tenía a su hermano menor de madre y padre, Sara se acercó saludándole con caricia en el pelo, a Pedro se le ocurrió salir a la cafetería a tomar café y helados, el niño aceptó gustoso la invitación, salieron a tomar gaseosas, luego caminaron por el parque cercano, Sara complacida de ver a su esposo junto a su hermanito que lo correteaba por el amplio parque, se sentó a verlos, Pedro estaba feliz, aunque el niño no sabía que estaba jugando con su hermano, Sara no dejaba de reír saliéndole lágrimas de felicidad, rodaban por el césped, luego quedaron de rodillas dobladas, Pedro abrazó al niño con fuerza y empezó a llorar, el pequeño se asombró de aquel cambio brusco emocional, lentamente se apartó de Pedro que no paraba de llorar, Sara fue a consolarlo, de inmediato Pedro se incorpora, camina a donde estaba el pequeño pidiéndole disculpas, el niño inocentemente se limitaba a observarlo sin atinar a razón alguna, lo volvió a acariciar y a abrazar, lo quería sentir así, siempre, siempre, lo quería mucho a ese niño ya que sin saber antes que parentesco tenía ya había un entrañable cariño que ahora describía sabiendo por qué, era ese entonces sin saberlo el llamado de la sangre, el niño pese a estar sorprendido sentía apego, se dejaba llevar por los abrazos y caricias, Sara se unió a los abrazos, nuevamente correspondidos, espontáneamente con la inocencia característica del niño le dijo a Pedro Artemio que mucho le hubiese gustado ser su hermano, Pedro Artemio se arrodilló en delante de Sara y el niño llorando desconsoladamente, pero de un impulso lo tomó de la cintura alzándolo por los aires, sonreía, el niño no entendía ese cambio brusco emocional pero de nuevo sentía cariño de estar con él, sentía seguridad, había aumentado afectividad entre ambos, junto con Sara caminaron tomados de las manos por el lugar, el niño brincaba de felicidad, tomaron un helado y gustosos siguieron el camino hacia el edificio de negocios donde laboraban; mientras tanto, unas calles de allí, Serafín se vestía presuroso, no había conciliado sueño sino hace pocas horas, el motivo, la sorpresa de saber el nombre de aquella mujer salido de los labios del reo al que defendía le hizo meditar toda la noche, esperó a que amanezca esperando el arribo de Noelia para estar muy temprano en franca charla, esperó a que llegase, lo hizo casi al mediodía, se saludaron y Serafín le hizo mimos a su hermanito menor, el niño fue a su cuarto a jugar con sus juguetes, en el amplio salón Noelia se enteraba por labios de Serafín de la existencia de Sebastián, el esposo de su hija Leonor, aquel hombre que maltrató a su hija, ahora estaba en la cárcel, más, con pena sabiendo que padecía de sífilis, pidió a Serafín que le permita hablar con aquel reo ex yerno, viajaron en el auto llegando a la cárcel de la ciudad, se encontró no solo con reos mal encarados sino también con vigías prepotentes, la espera no fue de mucho, en poco rato ya estaba frente a frente con Sebastián, por discreción Serafín quiso alejarse dejándolos a solas pero el reo pidió que permanezca en el asiento, Noelia no hablaba, se limitaba a verlo, el reo esperó una expresión de cólera por parte de Noelia al momento de presentarse tras varios años sin verse, pero no, la expresión de Noelia fue de calma y paciencia, algo extendido a su pesar de ver a un Sebastián avejentado, producto seguramente de tantas trasnoches, cigarro y alcohol, el reo saludó con solemnidad, empezó diciendo que lamentaba lo ocurrido con Leonor y con sus hijos tras haber perdido la vida en ese arrollamiento, había pedido a Serafín que estuviese aquí para pedirle sentido perdón, mientras hablaba lo interrumpía una tos recurrente, muy delgado estaba, Noelia compadecida le perdonó pidiéndole que se cuidase de su enfermedad, la mujer miró a su alrededor, otros reos en mesas conversaban con las visitas y en los rincones del lugar estaban los guardias mirando atentamente todos los movimientos, pasaba el tiempo, Serafín se limitaba a escuchar el dialogo sostenido, uno de los gendarmes hizo gestos, se entendió que la visita había terminado, Noelia se despidió extendiéndole la mano que de súbito la tomó besándosela, sería la última vez que lo vio.
FIN DEL CENTÉSIMO CUADRAGÉSIMO NOVENO EPISODIO
Hola amigo demorastes en subir tus relatos que son muy buenos espero no demores tanto y saludos amigo…… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉