METAMORFOSIS 15
La efímera felicidad.
Aida a sus 19 años tenía una marcada relación con los pequeños y adolescentes, su cuerpo escultural inspiraban sensualidad a quien la miraba, ella tenía una especial fijación por Hermógenes que ya a sus 14 años había cambiado su cuerpo notablemente, se había convertido físicamente en un agradable adolescente, ella lo había pillado una vez en la lavandería recogiendo y oliendo los calzones en el tacho de ropa frotándolos en su desnudo pene, pudo verle que era virgen, en cierta ocasión se acercó a pillarlo abrazándolo por detrás, él se asustó pero ella lo siguió abrazándolo diciéndole palabras dulces en las orejas, Hermógenes se hizo a un lado quitándosela de su cuerpo, estaba asustado y salió en precipitada carrera dejándola llena de risas, durante la comida ella lo miraba en forma cómplice, él simplemente bajaba el rostro lleno de vergüenza, Aida sentada al lado de Serafín le pasaba la mano por las piernitas haciéndole grato el tocamiento al niño que la miraba con sonrisa, todo esto en silencio y guardando las apariencias cautelosamente para que sus patrones no se dieran cuenta.
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La relación de Andreina con Griselda era cada vez más negativa, Daniel notaba el desplante de su amante con la empleada tratándola bajamente, el médico no podía entender qué es lo que sucedía y cuando Daniel tenía palabras corteses con Griselda, Andreina se llenaba de furia con un enojo visible que a Daniel parecía darle a entender que eran celos, Griselda solo vivía para su trabajo y para su hija, no tenía romances aunque Pedro el chófer insinuaba su puro amor a ella pero lo rechazaba, cada vez que Andreina observaba a la pequeña Sara Guillermina hija de Griselda se turbaba con deseos malignos, a punto estuvo una vez de lanzarla por el balcón pero se contuvo fueron fugaces segundos de meditación que estuvieron cortados por la presencia de Griselda quien atemorizada tomó a la niña llevándosela a su cuarto, por ese entonces la hermana de Daniel había hecho una gran amistad con Sandra la compañera de Carlos Felipe, frecuentaba mucho la casa y tenía coincidencias de visita con Andreina con quien departía fríamente las tertulias y juegos de canasta, Andreina podría apreciar el gran cariño que Sandra sentía por Griselda a fin de cuentas la mulata había cambiado su forma de pensar, se la veía mucho más madura que antes pese a su corta edad, seguía recibiendo los desplantes de Andreina que cada vez a solas le instigaba a que le dijera si esa hija era de su ex esposo Guillermo, cierta vez Griselda llena de cólera le afirmó agregando que Guillermo era el único hombre a quien amaba y con el cual únicamente había tenido relaciones y esa hija si era el fruto de un amor verdadero pues a ella siempre la había amado, si era así refutó Andreína, por que´ no se va a los brazos de Guillermo, ella responde que no es posible por temor a que la rechazara con su hija quizás considerándolas poca cosa, le vino algo de calma a Andreina al saber de labios de Griselda que Guillermo desconocía le existencia de Sara Guillermina, su hija.
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Mauricio que ya tenía siete años caminaba plácidamente en el río con tres de sus amiguitos con resorteras cazando aves, el mayor de todos era Wilson, tenía quince años, sus padres vinieron a trabajar hace un año en la ganadería de Carlos Felipe, los chicos iban vestidos con remera y short de tela fina por el que se apreciaba sus penes amoldados, Wilson se restregaba el pene con dos dedos de la mano, el pene le brincaba en cada salto que sorteaba por los obstáculos del suelo, cuando tenía ansiedad de lanzar la piedra por la resortera manoseaba el pene dándose gustos de placer, de esto se daba cuenta Mauricio su más cómplice amiguito que meses antes habían descubierto una química en sus aventuras y ya habían tenido roces de sus genitales con prudencia cuando se bañaban en el río o jugaban a las luchitas con otros amiguitos, en esta ocasión Wilson iba quedándose a propósito rezagado del grupo, lo acompañaba Mauricio, hizo que el pequeño se distrajera por unos instantes quedándose a ver los alrededores por si había un ave y de pronto Wilson lo abrazó por detrás a Mauricio haciendo que la espalda de Wilson se encorve un poco poniendo su pene abultado a frotar sobre las nalgas vestidas de Mauricio a la vez que unían sus mejillas, de a poco iban agachándose cayendo al suelo, Wilson seguía montado encima del cuerpo de Mauricio que se quedaba quietito recibiendo los frotes del pene sobre sus nalgas y espaldas, Wilson alzaba su cuerpo y poco a poco deslizaba su short liberando al pene erecto, de igual forma le deslizaba el short a Mauricio hasta las rodillas quedando expuestas sus nalgas con las piernas unidas, el pene mestizo de Wilson frotaba lentamente las nalgas de Mauricio, escucharon voces a lo lejos que los llamaban, Wilson aumentó el ritmo del movimiento de su pene hasta que se detuvo lanzando semen por un costado del cuerpo de Mauricio cayendo las gotas al suelo de esto vio el pequeño, Wilson se levantó agitando el pene botando las últimas gotas de semen que le quedaban en el glande luego se subió el short sin dejar de manosearse el pene vestido, Mauricio seguía tendido en el suelo boca abajo apoyada su carita en las manos viendo por un costado de su cara a Wilson en plenitud, tenía el pelo negro piel canela mestiza, músculos en desarrollo, labios gruesos, ojos color negro, manos y pies gruesas, no se decían palabra, rápido lo tomó de la mano al pequeño subiéndole el short limpiándole las piernas sacándole la basura de la remera corriendo a larga distancia donde estaban los demás compañeros bajando la cañada en búsqueda de pájaros, durante el resto de la tarde Wilson le tocaba la nalga a Mauricio con disimulo de los demás, al pequeño le gustaba mucho.
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Luis llegaba a visitar a Don Guillermo quien cada vez lo recibía más fríamente, el chico ya tenía once años y su físico era bien desarrollado para su edad, al levantarse se sentía solo, la manera de evitar la soledad y la indiferencia de Guillermo era la de cabalgar, iba a la caballeriza por su potro favorito, en cada visita se daba cuenta que disminuía el personal, Guillermo ya había vendido más de la mitad de sus propiedad a Carlos Felipe, el chico paseaba a galope pausado por los nuevos linderos de la ganadería, sentía indignación por aquella realidad vivida que se reflejaba en la austera forma de vida por la que pasaba, atrás quedaban ciertos lujos que ahora ya no se daba y peor aún el cariño de padre y madre escaseaba en su alma, Luis se estaba transformando en un ser hostil, rebelde y con cierto grado de resentimiento a las personas, aumento la cabalgada por los linderos con intención de llegar al río de pronto observa a un jinete cayendo al suelo, era un hombre bien vestido pero al parecer no tenía mucha habilidad en la monta de caballo, se apeó de su corcel dirigiéndose en precipitada carrera para atender al hombre golpeado que estaba inconsciente boca abajo, le hizo dar vuelta y vio la frente partida con raspones en la mejilla derecha, le lavó la cara con agua de su cantimplora comenzando a reanimarlo, el hombre abrió los ojos, el chico le dijo que no se moviera y empezó a auscultarlo, aquel hombre se sorprendió por la forma en que era atendido por el chico como si este fuese un estudiante de medicina, de a poco comprobó que eran rasguños solamente y lo hizo levantar, se sentaron sobre un tronco a conversar, el hombre le preguntaba a Luis si le gustaba la medicina y el chico muy complacido le contestó que sí, la sorpresa fue mayor para el chico al saber que aquel hombre era médico, se montó a caballo no sin antes decir aquel nombre oyéndole Luis con calma: Dr. Luis Daniel Pérez.
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Noelia pasaba por momentos tormentosos en su matrimonio, su esposo Don Gustavo cada día se volvía irascible, a veces hasta iracundo, a sus hijas las trataba con descortesía, al que a medias lo trataba bien era a Gustavo Adolfo que ya estaba a días de cumplir los cinco años y cuando llegó la fecha de cumpleaños no estuvo presente su esposo Don Gustavo, esto llenó en cólera a Noelia ahondándose más en resentimiento, luego supo por insinuaciones de amigas indiscretas de comentario que todo ese día Gustavo lo había pasado con la corista a la que prodigaba de atenciones materiales, en aquella fiesta de cumpleaños del pequeño estaban presentes sus abuelos Rodolfo y Micaela, la tía Andreina, sus hermanas Leonor y Josefina así como su primo Luis y amiguitos del sector, la fiesta estaba animada, los pequeños corrían por la casa, los pocos adultos asistentes en su mayoría vecinas conversaban, Gustavo Adolfo estaba vestido con terno marinerito, su blanca piel resplandecía en la ropa, se le veía muy hermoso, alegre corriendo por la casa en compañía de sus amiguitos del sector, Luis también jugaba plenamente con los globos haciéndose de líder en el juego con los pequeños, Fernando de ocho años estaba apegado a las órdenes de Luis que les indicaba esconderse por los alrededores de la casa, en una de esas corridas Luis estaba oculto en un rincón medio oscuro por un corto callejón que separaba las casas lo ve pasar a Giovanni de siete años y le dice con gestos que se acerque y que no se deje ver, Luis lo abrazó por detrás como de costumbre pegando su pecho a la espalda del pequeño, Luis dio pasos atrás hasta arrimar su espalda a la pared, de inmediato hizo movimientos con la cadera de tal suerte que Giovanni sintió en su trasero el pene erecto vestido de Luis que se movía con deseos sexuales, las manos de Luis frotaban el pene vestido después desabotonaba y bajaba la cremallera del pantalón corto de Giovanni bajándolo despacio hasta los tobillos, a Luis le llamó la atención viendo a Giovanni que voluntariamente se bajaba el calzoncillo quedando el pequeño desnudo la mitad de su cuerpo, Luis simplemente se bajo la cremallera sacando el pene por el calzoncillo ya lo tenía erecto y abrazó a Giovanni frotándole el pene en las nalgas, ambos cerraban los ojos dejándose llevar por las sensaciones, los movimientos eran adelante y atrás, Luis era el de la iniciativa, arrimó al pequeño de cara y pecho a la pared frotándole el pene, Giovanni se dejaba, fue corto el tiempo que lo hicieron, se separaron con temor a ser descubierto ya que el lugar a esa hora no era seguro y el resto de niños estaban rompiendo la piñata en la sala, Luis le dijo a Giovanni en el oído que después de un ratito lo esperaba en las construcciones abandonadas por el lugar de siempre, el pequeño asintió y se alejó con cautela, Luis estaba escondido en el lugar convenido esperando para seguir cogiéndolo a Giovanni, de pronto el sonido del motor de un coche irrumpió la atención de todos los presentes, era el Doctor Pérez que a cierta cuadra distante estacionaba el auto de moda, Andreina con paso brioso y evitando la negativa de sus padres fue a la entrevista con el galeno, se subió en el auto dándose besos y abrazos perdiéndose en la distancia, Luis que estaba cerca escondido los vio con detalle, se llenó de cólera quitándose las ganas de travesuras con su amiguito, salió del escondite antes que Giovanni llegue, estuvo el resto de la fiesta apesadumbrado, se resistía a la idea que sus padres estén separados y que su madre hiciera una nueva vida con aquel hombre que había visto en el campo y que era el enamorado de su madre, para Luis aquella tarde y noche fue un calvario de llanto y dolor, extrañaba ir al campo a contarle a su padre lo sucedido.
FIN DEL DÉCIMO QUINTO EPISODIO
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