METAMORFOSIS 152
Fotografías.
La brisa golpeaba con énfasis la cara de la niña con pelo agitado, su carita fija con mirada en el ocaso viendo el sol descender ocultándose en el horizonte, a su lado las dos mujeres sentadas viendo las embarcaciones, los pescadores arreando las redes saliendo en tinas los pescados producto de esa aplicación artesanal, los niños descalzos de piel morena clara bronceada se acercaban a trabajar apilando la carga de mariscos, las mujeres y la niña miraban las faenas, un par de hombres se acercaron con una tina cada sentándose sobre la arena junto a las mujeres, la niña corría alegre por la amplia playa del país de la canela, se sentía libre y feliz buscando caracoles llevándoselo a sus oídos, le habían dicho que allí estaba atrapado el sonido del mar, corría y corría alejándose un poco de sus conocidos, de lejos ve que un auto se estaciona y de él baja una pareja de esposos bien elegantes, la mujer llevaba de la mano a un niño vestidito de marinerito, su pelito lacio al viento se mostraba tras habérsele salido el gorro puesto que rodaba por la arena a la acción del fuerte viento marino llegando a los pies descalzos de la niña, sonriente corrió con el gorro en mano a entregárselo a la fina mujer, agradeció por el gesto de la pequeña felicitando a las mujeres por tal educación mostrada, las mujeres humildemente asentían en señal de aprobación, la vida era pasiva en el lugar, el hombre vestido de blanco con gafas oscuras miraba la acción de los pescadores de inmediato que un camión se acerca, un hombre con registro en mano se bajaba del camión haciendo señas a sus compañeros para que cargasen la pesca, los pescadores hacían colas para recibir los honorarios, el niño y la niña jugaban en la arena, ella por ser años mayor era la de iniciativa, el niño se movía con mirada atenta de su madre sentada en una silla viendo el panorama, tras haber finalizado el camión y sus acompañantes se retira, cerca del lugar sale de una cabaña una de las mujeres con jugo de fruta fresca brindándole a la pareja de esposos y al chófer que los acompañaba, los esposos fueron invitados a ingresar a la cabaña, la niña mostraba sus juguetes artesanales al pequeño que poco entendía a su corta edad, sus manitos manipulaban los humildes juguetes, la mujer fina miraba a la pequeña, fueron invitados a comer, degustaban de la buena cocina de la mayor de las mujeres, la mujer le propuso que trabajase en su casa cerca del centro del pueblo, el esposo sentenció la propuesta manifestándole la cantidad de dinero que ganaría, para la humilde mujer significaba una gran ayuda económica y aceptó trabajar, así, días después la mujer atendía la cocina y el cuidado del pequeño que periódicamente la niña era participe de los juegos infantiles, los esposos llegaron a tenerle empatía, de eso se daba cuenta la sirvienta, complacida de ver cómo la niña era apreciada, unas lágrimas corrían por su rostro, la quería mucho a ese pedacito de gente como le decía cariñosamente con sus mimos, también el niño era encariñado por la sirvienta, la niña recibió regalos de buena ropa viéndose como una princesa que resaltaba sobre las niñas envidiosas del sector, la pequeña era muy agraciada, los esposos se sentían muy contentos con ella, a veces la llevaban en su recorrido por la fábrica en la que los esposos eran dueños, la influyente acción político social de los esposos hizo que compren grandes extensiones de tierra que daban al mar, comprar eso era un verdadero ahorro a futura riqueza, la sirvienta notaba al pasar el tiempo el amaneramiento del señor, la esposa manejaba un aire de autoritarismo hacia él pero era muy condescendiente y permisiva con las travesuras de su pequeño hijo no permitiéndole que su esposo lo corrija, a veces parecía la unión sólo por conveniencia, él salía de casa regresando luego de dos a tres días aduciendo negocios a larga distancia, los reproches entre ellos no se hacía esperar, la mujer que a ese tiempo ya se había ganado la credibilidad y confianza llevaba a pasear al pequeño al parque para que no oyese las peleas cada vez más intensas entre sus padres, así se iba forjando la vida del pequeño que era la adoración de su abuelo el senador Pérez, la gente del humilde pueblo de pescadores sabían de la importancia que para ellos significaba la presencia de la prestante pareja de esposos, solo que guardaban apariencias de su relación conyugal, la esposa pasaba horas fuera de la casa central, el niño pasaba a ser cuidado por la empleada tal es así que lo llevaba a su humilde casa, el niño se fijaba en los objetos y salía a la playa a contemplar a los marinos llegados a cumplir su acción de patrullaje, realizaba ademanes en el saludo aprendido al ver fijamente la acción, era atrayente lo que el pequeño hacía a los marinos al pasar, el padre del niño orgulloso de aquel accionar hizo que vayan a un buque atracado en donde el niño maravillado veía el artefacto de navío, allí estaba el nieto del más influyente senador de la república, corría por los corredores de la nave, le fueron tomadas fotos por un periodista de prensa, el senador vio aquellas fotos llenándose de gozo de ver vestido a su nieto primogénito en el buque de la marina de guerra del país de la canela, otras manos también tomaban ese periódico semanas después, al ser recogido del suelo siendo botado por una de las visitas a la cárcel, el hombre con detenimiento miraba esas fotos, con mucho orgullo guardó el recorte del diario debajo de su cama, a veces cuando le venía la nostalgia lo ponía en su pecho, su compañero de celda lo miraba con tristeza sin dejar de toser, sabía que para salir le era mucho el tiempo a transcurrir, sin embargo guardaba las esperanzas lamentándose no verlo crecer, junto a las fotos del precioso niño vestido de marinerito todas ellas con su madre, junto a esas fotos también estaban las de una preciosa niña con su madre en eventos sociales y fiestas infantiles, el reo miraba al cielo estrellado pensando en algún día salir, a pocos pasos un golpe de tos retorcía copiosamente sacándolo de sus pensamientos, era su copañero de celda que estaba cada vez más enfermizo, la visita de Noelia Buonanote lo había decaído pese a haberse ganado el perdón, no se perdonaba haber sido el causante de la muerte de su mujer e hijos en ese arrollamiento, Sebastián tosía cada vez más fuerte, ya no tenía cura su enfermedad y se mantenía con esporádicos antibióticos obtenidos de la botica de la cárcel que de por sí no era surtida, fue llevado esa noche a un hospital, se había agravado, su hermano fue notificado atendiéndolo de inmediato, a su lecho llegó Serafín Del Olmo su abogado y consejero, se aferró a sus manos, pidiéndole a él y a su hermano que busquen y protejan a su pequeño que estaría por ahí deambulando por las calles, cometió un error de seguir y haber amenazado de muerte a aquella mujer madre de su hijo de la que desconocía su paradero, ambos juraron que cumplirían su voluntad, alcanzó a articular el nombre y apellido de la mujer y de la madre de ésta, describió rasgos físicos de la señora, la angustia de seguir hablando se privaba, le vino arcadas, le pidieron que se tranquilice pero el insistía en hablar haciendo gestos de negación exasperante, sentía que ya era el momento en que su vida expiraba, sus ojos se desorbitaban ya llegaba el infarto que le diera la paz eterna no sin antes articular el nombre de sus padres, sus hijos y sobre todo, su última palabra de vida: Leonor.
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El orgulloso Fulgencio Arichabala miraba atento y gustoso de rebosante alegría las fotografías de prensa donde aparecía su nieto Daniel Nicolás Fulgencio Arichabala Pérez, con beneplácito miraba el porte del pequeño, besaba repetidamente el papel impregnado de la fotografía en sepia, llamó al editor felicitándolo por el reportaje y tendría un reconocimiento económico por tal eficiente labor, habano en boca haciendo humo miraba el diario, volteó la página sin darse cuenta de la fotografía atrayente del prestigioso galeno con su madre haciendo visitas a las obras de caridad que auspiciaban, se detuvo a leer la situación política del país, la insurrección campeaba, los prestantes hombres del país de la canela se hacían de los servicios de más guardaespaldas, a punto estaba el saqueo, se informaba de las masacres en los sectores pobres del campo del país de la canela, la vida civil estaba insostenible, pretexto era eso para incrementar la delincuencia justificando su accionar en el contrabando del que tenía varias ramificaciones Fulgencio Arichabala, seguía recorriendo con su vista las páginas del periódico y vio una fotografía de los reos en la cárcel haciendo trabajos forzados en una obra civil en las periferias de la cárcel estatal, con ceño fruncido logró ver a uno de los reos aparecido en una de las fotografías, apretó los dientes en señal de furia, su voluntad no se había cumplido, tomó el teléfono pero lo descolgó de inmediato al sentir la llegada de Squeo, precisamente era a él a quien iba a llamar telefónicamente, airado le increpó mostrándole la fotografía mientras caminaban a la mesa del jardín, se sentaron Squeo sin dejar de ver con detenimiento la fotografía, con aire de preocupación pedía disculpas a su jefe de no haber sido informado de tal acción evasiva, estaba tan enfrascados ambos hombres en la discusión que no se dieron cuenta del impacto de la pelota en la mesa, vieron el origen de la trayectoria observando la presencia del niño vecinito, el apuesto Reinaldo, que fue a recoger la pelota con mucho temor a paso lento mientras miraba a prudente distancia, Fulgencio vio al precioso niño con amabilidad emitiendo una forzada sonrisa de cortesía pidiéndole ser más cuidadoso con ese balón, el niño tímidamente se retiraba haciendo una leve venía a los adultos allí sentados en una mesa bajo un frondoso árbol del amplio jardín, de inmediato la pequeña Victoria que estaba junto a su amiguito Reinaldo se sienta en uno de los muslos de su abuelo querido quien la colma de mimos diciéndole que ella era su orgullo, siempre, siempre, su orgullo, pase lo que pase, la niña colmada de admiración y dicha demostró su accionar besando las mejillas del anciano y rodeó sus brazos por el cuello de su abuelo Fulgencio, el amigo Squeo con sonrisa forzada miraba la escena de empatía entre el anciano con su nieta, bebió un prudente sorbo de la bebida que les habían servido, como para calmar algo que en sus entrañas le inquietaba, parecía sufrir al ver tal escena, Fulgencio leyó la expresión en rostro de Squeo, con prudencia apartó a la pequeña haciéndola sentar a su lado, la niña se rascaba los muslos deslizando sus manos a la vagina vestida, de ello se daba cuenta su abuelo, Victoria no duró mucho tiempo allí sentada y fue a jugar con su amiguito mientras tanto Fulgencio daba algunas instrucciones a Squeo, su hombre de confianza, el anciano no perdía de ver a su nieta y a ese niño que se metían las manos dentro de las ropas y se rascaban los traseros, aparte de eso todo era normal para ese juego de niños, el anciano orgulloso mostraba las fotos del diario a su hombre de confianza quien se alegraba mucho por aquello, se notaba el orgullo de ser abuelo, de tener como heredero perpetuo de su apellido Arichabala a ese hermoso y robusto niño, hijo de Nicolás y Justin Daniela Pérez, hija del senador Pérez, al escuchar ese apellido Squeo mostró seriedad que se transmitió al rostro de su jefe, ambos serios, miraban las fotos del niño sonriente junto a los marinos de guerra, Squeo no quiso ver más, se levantó manifestando que cumplirá su voluntad en lo posible, Fulgencio quedó solo volviendo páginas al diario, parecía como una medalla, de un lado lisa con lo de su nieto y del otro áspera viendo la foto de aquel reo, le vino de nuevo la furia, no creía lo que miraba, se debería dar cuenta de mejor forma sobre aquel asunto, dejó el diario sobre la mesa fumando apaciblemente aquel puro habanero importado, viendo la aproximación más contundente del sol en aquella mañana, a lo lejos su nieta jugaba apaciblemente con su amiguito el pequeño Reinaldo, entraron a la casa y al instante sale Fernanda llevando en brazos a su hija Cayetana Fernanda Catalina, la enfermiza niña caminaba con dificultad de manos de su madre, Fulgencio indiferente se alejó del lugar adentrándose en la casa por su lado los niños corrían saliendo al amplio jardín, Victoria lo llevaba de las manos al pequeño Reinaldo, ella era mayor a su amiguito con cuatro años de edad, ella generalmente era la de la iniciativa en todo sobremanera en los juegos, a través de la ventana miraba el anciano Arichabala a la esposa de su difunto hijo Mateo, su nuera Fernanda, el hombre emitía una sonrisa sarcástica, creía saber todo de ella, Fulgencio se manoseaba el pene cuando de repente giró su cara viendo en la entrada de la gran casona un auto estacionado del que se bajaba Sandra, agarró un habano haciendo pucheros masticando el tabaco, Sandra se saludó con Fernanda preguntando por don Fulgencio a lo que le informó que estaba dentro de casa, la mujer agradeció acariciando a la niña y presurosa entró en la casona, los tacos hacían efecto onomatopéyico por el entablado, cada vez era más intenso el sonido hasta que llegó donde estaba el prestante hombre, ella sonriente se acercó con la intensión de darle un beso en la mejilla, para su sorpresa recibió del hombre un agarrón de cintura llevándola a su cuerpo besándola con pasión, ella era su nena preferida, se manosearon, se deslizaron los interiores, el hombre como pudo la amaba, a veces sufría de escasez de erección a su edad pero se complacía pese a sus limitaciones, iracundo la hizo a un lado ella con sonrisa disimulada disfrutaba su momento con el anciano, se sentaron a dialogar, ella recibió instrucciones para solucionar asuntos pendientes, al rato se despidió ella en forma muy mimosa algo coqueta con mirada a la entrepierna del anciano, hizo una mueca de risa irónica y salió cerrando la puerta, mientras caminaba se arreglaba el tocado poniéndose el sombrero y guantes de la época propio de señoras de dinero, al salir se encontró con la matrona de la familia, la madre de Fulgencio, le hizo una venía a cambio la matrona hizo una mirada indiferente viendo en su delante, eso era típico en ambas al encontrarse, la escena la vio Fulgencio desde la ventana, se recostó sobre el sillón a meditar, recordó que pasado el mediodía tendría que ir al negocio, prendió un habano y se sirvió una copa de vino, meditaba lo que minutos siguientes haría en sus negocios, vio fijamente la botella, instintivamente se puso en pie recorriendo con sus manos el pantalón que llevaba puesto igual que su camisa, recordó las llaves, la noche anterior algo mareado había entrado en la bodega y seguramente las dejó en la puerta, salió presuroso, molesto del error cometido, lamentaba su edad, en la que la mente se desgastaba cada vez más, agitado de correr con dificultad llegó a la bodega, efectivamente la puerta cerrada y las llaves colgando de la cerradura, entró presuroso, lentamente con la mirada recorría el lugar, se podía sentir la humedad a la que estaban sometidas centenares de botellas con contenido alcohólico y además un objeto que guardaba un gran secreto esencia de las más inauditas pasiones y emociones, vio aquel gran cofre, pensó que pronto un descendiente Arichabala tomará la posta, pensó en su nieto, era el indicado para tal efecto, solo deseaba estar vivo para instruirlo, luego de que pensó mejor instruirlo con su secreto en cuanto considera la racionalidad de su nieto Daniel Nicolás Fulgencio en plenitud, pensó que él era el elegido, de pronto sus pensamientos fueron interrumpidos cuando vio sobre la malla forrada por hierro forjado las siluetas de dos niños, era su nieta y el amiguito, Victoria llevaba de las manos al pequeño Reinaldo, se arrimaron en un espacio estrecho entre las paredes de la bodega y el cerramiento, era un lugar algo oscuro pero por la incidencia del soleado día se podía ver las siluetas moviéndose, los dos apegaditos, se miraban, ella sonriente, el niño quieto se dejaba besar, Fulgencio sonreía viendo desde la malla la acción de picardía de la pequeña Victoria, pero su sonrisa fue desencajándose cuando vio que ella le desabotonaba el pantaloncito corto deslizándolo a los tobillos infantiles, luego le deslizó el calzoncillo, el niño se limitaba a ver lo que su amiguita le estaba haciendo, la diferencia de edades en cuatro años permitía hacer eso en ella, atento Fulgencio vio a su nieta que se deslizaba el calzoncito a los tobillos, le dijo a su amiguito que se apegue más, ella al sentirlo próximo se alzó el vestidito mostrándose la vaginita lampiña, lo agarró de la cintura llevándolo a que su penecito lampiño roce sobre la vaginita así parado los movimientos de cadera hacia adelante y atrás hacían que rocen los genitales infantiles, Fulgencio vio en la cara de su nieta que disfrutaba más de aquello mientras el niño se limitaba a ver el roce de sus genitales sin pelos, Fulgencio quiso interrumpirlos llamándoles la atención desde el lugar donde estaba pero prefirió dejarlos a ver hasta donde llegaban, Victoria se acuclilló tomando el penecito y besándolo con seguras lamidas que hicieron al niño arrimarse en la pared retrocediendo torpemente por la puesta de su ropa en los tobillos, Fulgencio miraba cómo ese penecito era lamido con pausa, parecía que Victoria fuese una niña con experiencia sexual, se dijo Fulgencio, segundos después Victoria se acuesta diciéndole a su amiguito que se acueste sobre ella, así lo hizo con dificultad el niño alzando y bajando las caderas haciendo el roce de genitales infantiles, lo que más sorprendió a Fulgencio fue ver a su nieta en posición perrito abriéndose sus glúteos mostrando el ano pidiéndole a su amiguito que por detrás le meta un dedito y luego de eso le roce el penecito, el pequeño Reinaldo así lo hizo haciéndola gemir, luego se acomodó arrimándolo al pequeño sobre la pared sujetándose sobre las caderas de su amiguita rozando el penecito en el ano de Victoria, lentamente ella se acuesta boca abajo y el niño encima, se podía ver las piernas abierta con caderas desnudas alzándose y bajándose, Fulgencio se sorprendió asimismo de no haberlos interrumpido antes, se calmó viendo que los niños se ponían la ropa, se alejaron del lugar a seguir jugando, Fulgencio se sorprendió de las iniciativas sexuales de su nieta, pensó quién la inició en esto, pensó que desde hace qué tiempo ya lo realizaba, vio su entrepierna algo erecta en parte se alegró por lo que miraba y por otra preocupado por las consecuencias de lo que había visto, salió de la bodega, vio al pequeño Reinaldo de siete años que se manoseaba el pene vestido, estaba solo sentado jugando con la pelota movida por sus pies, Fulgencio a prudente distancia le hizo señas al pequeño para que lo acompañase y discretamente fueron en dirección a la bodega de vinos, allí lo sentó sobre un tonel preguntándole muchas cosas, sus piernitas se agitaban y entre lapso de tiempo se manoseaba la entrepierna estirándose el penecito, de esa acción se aprovechó Fulgencio preguntándole al niño el motivo de estirarse el pene, el niño tímidamente se ruborizaba, se puso cabizbajo, el adulto le miro fijamente a los ojos, todo en señal que deseaba decirle que lo sabía todo, vio las manos de Fulgencio que desabotonaban el pantaloncito corto que llevaba puesto saliéndose el penecito, el niño sintió más vergüenza porque el adulto miraba su penecito que era estirado, le vio tímidamente al rostro y se puso cabizbajo, se ruborizó, Fulgencio para darle confianza sonreía preguntándole si le picaba allí, el niño se limitaba a sonreír forzosamente con mucha timidez, estuvo sorprendido luego de ver que la boca de Fulgencio chupaba y lamía todo el penecito introduciéndolo en su boca en forma total, el pene todo ensalivado, las manitos del niño sobre la pelvis descansando, suspiraba y suspiraba sin acción a nada, no salía de su asombro, su mirada estaba atenta en el pene ensalivado, instintivamente cerró los ojos al sentir eso, Fulgencio lo marcó y en esa acción vieron cayéndose el pantaloncito corto al suelo quedando Reinaldo desnudo a la mitad, Fulgencio lo recostó sobre una mesa empolvada, contempló el cuerpo recostado del niño, su penecito erecto producto de lamido de la lengua, sus manitos rascándose la pelvis, las piernitas abiertas, el niño con su tierna mirada al techo, suspiraba corto, le daba vergüenza ver la cara de Fulgencio, su mirada se perdía en aquel fresco lugr, le abrió más las piernas recostándolo de tal manera que las alzó, el niño vio que por la cremallera abierta del pantalón del anciano salía un pene flácido que al roce con el penecito del niño a medias se ponía erecto, empezó a hacer movimientos de cadera moviéndose ambos cuerpos, Reinaldo miraba rozar el pene de Fulgencio con el suyo, la cara del anciano se relajaba en ese movimiento, le era grato poseer ese cuerpito del hermoso Reinaldo, sus ojos estaban ahora cerrados demostrando el deleite del roce, el pequeño empezó a escuchar nombres salidos de la boca del anciano, era los nombres de aquellos niños que en su tiempo les había hecho lo mismo, cuando Fulgencio dijo un nombre especial se detuvo, metió el pene dentro de su pantalón y se subió la cremallera vistió al niño diciéndole que esto sólo había sido un jueguito y que mantuviese el secreto, le hizo mimos en el rostro mientras le decía eso, el niño aceptaba obediente, Fulgencio le prometió hacerle regalos a cambio de ese secreto y que pronto jugarían de nuevo, el niño se limitó a escuchar, le hio poner su ropa sin dejarle de acariciar el pelo sedoso y a salir del lugar, caminaron en sentidos opuesto, Fulgencio entró a la casa mientras en el jardín la pequeña Victoria esperaba a su amiguito a seguir jugando, Fernanda estaba discretamente sentada con su hija acostada sobre una manta tendida en el césped bajo aquel frondos árbol, se puso a leer el diario viendo las fotos de los acontecimientos políticos y civiles, pasó su mirada por lo social viendo al pequeño Daniel Nicolás Fulgencio, la mujer sonrió gustosa de ver a ese hermoso niño en posición fotogénica, parecía un príncipe con su ropita de marinerito junto a los marinos de guerra, se disponía a dejar el diario pues no le gustaban las noticias de violencia cuando de reojo vio la foto de los reos en acción social, sorprendida y a la vez con emoción mezcla de preocupación vio la foto de aquel hombre, no pudo contener su emoción de tomar a su hijita y mostrarle la foto, temblaba sosteniendo el diario, estaba muy emocionada, pero a la ve resignada pues qué podía entender a su edad ese angelito, sin embargo su madre compartía su emoción así con su hijita, se contuvo al ver acercarse a su suegro extendiendo la mano para que le entregue el diario pues recortaría la nota de su nieto para enmarcarla en la sala, la obediente mujer se lo entregó, la relación nuera y suegro era cada vez más gélida, ambos sabían acerca de la vida del difunto Mateo, el anciano vio a la niña acostada en el jardín, se limitó a observarla en segundos y retirarse en su auto en dirección al lugar de sus negocios, rato después una presurosa Fernanda dejaba a sus hijas al cuidado de los criados, tomó un taxi, sin ella darse cuenta fue seguida por aquel informante, llegó al penal, pidió entrevistarse, en la garita un trio de policías le dijeron que era difícil en este momento de visitas, habían visitas de autoridades supervisando el lugar, preferentemente lo haga el fin de semana, y en aquel día con su influencia pidió entrevistarse con el director del penal muy amigo de su padre, el encuentro entre ambos fue cordial, el hombre aceptó que Fernanda pase a entrevistarse, a ella no le importaba los medios, sólo quería verlo, después de tanto tiempo sin saber de su vida ahora lo haría bajo la promesa de hablar solamente un cuarto de hora, el hombre acostado en su celda fue llamado la atención por un guía diciéndole que tenía visita, el hombre pensó que se trataba de su abogado, sorpresa grande fue verla a ella, a su Fernanda, a la mujer con la que había experimentado emociones nuevas, se tomaron de la mano, le dijo que iba a ser breve que solo tenía cuarto de hora, se besaron las manos, ella lloraba desconsoladamente naciéndole el ánimo de preguntarle el porqué de su confinamiento, el hombre se limitó a decirle que aprovechasen el tiempo de otra forma, que estaba regia, que seguía siendo hermosa, ella sonreía con timidez, prometieron verse pronto, este y todos los fines de semana necesarios, se dieron un corto beso, se despidieron con la esperanza de verse, al salir del penal su semblante era de alegría, detrás, arrimado a la sombra el hombre informante fumaba tomando nota de hora y acción, a los pocos minutos se comunicaba informando lo que había visto, por esa obra, auel informante ganaría una cantidad de dinero que en otras circunstancia representarían semanas de trabajo pagado, a kilómetros del lugar suena el teléfono en una oficina lujosa, la mano con tres aros levanta el auricular pegándolo en el oído escuchando instrucción, sonreía de aquello, pensó que esta vez no iba a fallar, salió en búsqueda de ciertos contactos en el penal, tenía que ir nuevamente a aquel sitio donde había pasado su niñez, al pasar por aquellas calles recordaba de sus juegos y travesuras, sonreía, vio la oficina de aquel banco ahora de mejor presencia que los de años atrás, el semáforo marca rojo deteniéndose el vehículo al lado de la oficina bancaria, recordó aquella escena angustiosa de aquel lugar en el que intentó asaltar esa entidad bancaria cuando tenía 26 años aquel fatídico diciembre de 1931, en la que por vez primera mató a un ser humano pensando por equivocación se trataba de un policía, en forma instantánea recordaba a sus compañeros de cómo salieron del lugar sin botín, aquella presencia imprevista de la mujer había alterado lo planeado, Squeo al llegar a su casa no dejaba de temblar pues en ese entonces había escapado milagrosamente, a través de los diarios vio la fotografía de su víctima, esposa de un nombrado médico capitalino, si quiso asaltar fue porque su madre estaba mal de salud y no alcanzaba plata para curarla pero lamentablemente el destino quiso que se convirtiese en criminal por necesidad, de ahí siguió la cadena relacionándose con gente del bajo mundo, pero siempre en su mente está la recurrente imagen de aquella mujer cayendo lentamente al piso abatida a tiros, logró escuchar el nombre de su esposo pero más seguido el nombre de su pequeña hija, ahora Squeo recordaba ese nombre, sonrió con sorna, el destino habría permitido que Squeo fuese hombre de confianza del suegro de Justin Daniela Pérez, hija de la mujer a quien asesinó.
FIN DEL CENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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