METAMORFOSIS 153
Impactos emocionales.
Existen varias formas de demostrar amor, a veces por conveniencia, otras por necesidad y otra por lo espontáneo y súbito de las circunstancias, tal es el caso de Serafín que en su escritorio recordaba lo que sería en este momento de la bella Emérita, se frotó las manos en señal de intolerancia armónica de sentimientos emitiendo un respiro acelerado motivo de su angustia producto de su ignorancia, desde aquella vez en que hicieron el amor en aquel parque tras luego decirle que se iba al exterior no la volvió a ver, ya para ese entonces su relación no era significativa pues había desgano entre ambos, primaba las caricias de Sandra sabiéndose su madrastra pero aun así la deseaba, para Serafín Emérita era algo dulce, una mujer que se había entregado a diferencia de Sandra a quien esporádicamente la visitaba, ya a ella los embates del tiempo le cobraban la belleza y tersa piel promoviéndose la madurez explicita en su cuerpo, golpeaba seguidamente el bolígrafo sobre el escritorio de estudio jurídico, tomó un libro grueso y extrajo entre las hojas una fotografía en la que se encontraba junto a Emérita, eran tiempos mozos, ahora adulto la desearía volver a ver después de mucho tiempo, el dedo pulgar rozaba lentamente la cara de Emérita, emitió un suspiro guardando de nuevo la fotografía dentro del libro, aspiraba a verla de nuevo en algún lugar, los sonidos de las alarmas sonaron mucho, salió presuroso, vio montoneras entre reos y gendarmes usando sus toletes para un mejor control, el polvo levantado en amplio lugar de la penitenciaría hacía poco visible los movimientos humanos, todos concentrados en aquella cruenta batalla justo a la entrada de la prisión, muchos reos se aprovecharon de aquello sumándose con el objeto de abrir las puertas a la fuerza, ya casi estaba su cometido solo que la reacción policial fue disparar a quemarropa, poco a poco se detuvieron los insurrectos, muchos se preguntaron cuál fue el inicio o motivo de aquel desenlace, muchos iniciadores vieron a Agustín tendido en el suelo con una herida corto punzante a la atura del pecho manando mucha sangre, de inmediato fue puesto en la enfermería por mandato de Serafín, el cuerpo polvoriento fue atendido con esmero en el mismo grado que otros con heridas menores, tuvo que ser sacado a un hospital capitalino, la convalecencia era lenta, milagrosamente aquella navaja no comprometió el corazón pero sí estuvo cerca, Agustín le confesó a Serafín que había sido víctima de un atentado provocado por su reciente compañero de celda que en forma imprevista fue atacado, Serafín luego de escuchar con detalles aquel relato se preocupó por su amigo, prometió hacer las investigaciones pero desde ya se podría decir que fue un mandato nacido fuera de las rejas, lejos de ahí Fernanda angustiada leía la prensa escrita que informaba de aquel motín, presurosa se dio un espacio en ir a la cárcel pública, ante la insistencia de saber del paradero de Agustín le preguntó a un gendarme que con cierta prepotencia y sin el más pudor de consideración, le dijo en forma aireada que el preso por el que deseaba conocer había muerto y ya estaba enterrado en apartado lugar de fosa común capitalino, Fernanda logró agarrarse de un poste de luminaria antiguo con la intención de no caer desfallecida por completo, el gendarme la tomó sentándola y retirándose presuroso, la mujer no dio cuenta de un hombre a su lado con amplia sonrisa caminando discretamente uniéndose al gendarme haciendo un guiño en el ojo en señal de acertada acción para con Fernanda, lejos estaba de saber que Agustín continuaba con vida, reaccionó ante su actual situación, vivía amenazada, prefirió salir del lugar para ya no más comprometimientos ante la mirada de la gente, ella era una mujer de sociedad, salió presurosa subiéndose a un taxi, estuvo de inmediato en la gran casona, su intención era llegar a su cuarto y tenderse en la cama ahí acostada llorar desenfrenadamente su desgracia, el hombre que había amado, el hombre que compartió la cama con amor espontaneo había muerto, Victoria que la había visto correr desaforada a su madre se acercó al lecho, Fernanda le dijo a su hija que la dejase sola, la niña se limitó a decirle a su madre que su tíos y su primo se encontraban en la casa de visita, Fernanda agradeció y le dijo a su hija que se retirase, escuchó los goznes de las puertas cerrarse y al cabo de un corto tiempo se escucharon de nuevo, Fernanda concentrada con ensimismamiento recordaba aquellas escenas vividas, sintió la presencia de alguien, pensó que era Victoria de nuevo y ya iba a emitir una fuerte orden de alejamiento cuando vio el rostro preocupado de su pequeña hija Cayetana, estaba tomada de la mano de su primito Daniel Nicolás, muy sonrientes la saludaban, se sentó a abrazar a los niños con mucha fuerza emotiva, luego salieron de la habitación, a ambos le acariciaba el pelo, sedoso, la pena se incrementó viendo a su hijita salir con aquel hermoso niño tomados de la mano, se dejó caer en la cama con un llanto desgarrador, había perdido algo de felicidad en su vida, sus planes de estar juntos se diluían, había planeado sacarlo de la cárcel y salir a tierras lejanas, pero el destino inclemente no consolidó aquellas buenas intenciones de felicidad prometidas entre ambos, Fernanda escuchaba voces alegres venidas del gran salón, primaba la del jefe de casa, al escuchar esa voz Fernanda hacía puños con las sábanas agarradas, mordía los dedos en señal de desesperación, vio las fotos de sus hijas, le vino la angustia de sentirse sola y desamparada en una jaula de cristal con ribetes dorados, abajo en el gran salón estaban los recién llegados riendo jocosamente comentando de su nueva actividad en el mar, atenta a la conversa estaba doa Matilde la matrona de la familia, aquella anciana que era de vivificantes escrúpulos y estilo de vida conservadora con temple de carácter forjados por los embates de la vida, ella tuvo que pasar necesidades y precios a pagar por el bienestar familiar, se notaba la codicia en su atenta mirada, pasó por su lado su bisnieto Daniel Nicolás al que llamó sentándolo en su regazo acariciándole el pelo colmándolo de mimos, escuchaban la pausada forma de hablar de la hija del senador Pérez, cuya dote ahora se unía a la extensión territorial de la familia, ahora esa extensa tierra era Arichabala Pérez, de alguna forma los Arichabala habían reconquistado esos territorios cuyo heredero era el pequeño Daniel Nicolás Fulgencio Arichabala Pérez, el apellido y el linaje continuaba perpetuándose para satisfacción de la matrona Arichabala, Justin conversaba en detalles a la matrona sobre el lugar en el que ahora era su residencia, vio aquellos rostros algo bronceados, se preocupó de que el pequeño perdiera lo claro de su piel haciéndole la observación a la esposa de su nieto por cuidar la salud dérmica del niño, Fulgencio de un impulso se apartó del cómodo sillón al ver la presencia de Squeo a quien saludó atendiéndolo en la sala contigua, fue breve el diálogo, complacido con la noticia dada, el prestante hombre se acercó a la sala tomado abrazado de hombros sobre su hombre de confianza quien saludó a los presentes, Fulgencio le extendió una copa de brandy a Squeo, brindaron por la vida, en par de sorbos ingirieron la bebida, Nicolás vio a través de la ventana a Contardo arrimado al auto lujoso esperando a la salida de su padre, las miradas de ambos se cruzaron a lo lejos haciendo un leve movimiento de cabeza ante el saludo mutuo, Squeo vio a su jefe ir hacia la pared donde movió un cuadro donde se encontraba detrás la caja fuerte familiar, sacó un cofre, los presentes atentos miraban los movimientos del anciano, sacó una medalla, la matrona se puso al lado de su hijo Fulgencio que alegre tenía tendida su mano, la matrona le hizo señas al niño para que se acerque, con pasos algo dificultosos se acercó, le fue puesta aquella medalla exclusiva de la familia, era la cuarta de un total de cinco, habían sido diseñadas en Roma, con diseño exclusivo de orfebrería del siglo XVII, cuando los Arichabala tenían un espacio en la realeza europea como oidores y asesores de la corona siendo privilegiados con su accionar de vastas extensiones de tierras en las Américas pero sobre todo en el país de la canela, así, en un acto sencillo el niño se hacía de aquella medalla que mostraba la perpetuidad de su apellido, Nicolás el padre del niño tenía la suya, otra su abuelo, otra que se encontraba en el cofre y que había pertenecido al difunto Mateo que al no tener descendencia de hijo varón esperaba a ser puesta por otro miembro Arichabala varón, la quinta se supo fue robada por una impertinente empleada a causa de un descuido por aquellos años de finalización de siglo, Squeo que había visto todo reía complacido sin dejar de ver fijamente a Justin, en cierta forma le tenía recelo de saberse el asesino de su madre aunque Justin no lo sabía, vio al niño vestido de marinerito que jugaba con su hermosa medalla romana exclusiva de la familia, el niño fue colmado de caricias y mimos por los presentes, la más emocionada era la bisabuela, Squeo pacientemente miraba atento cada movimiento lo hacia desde un discreto rincón, haciendo puños y apretando los dientes luego sonreía irónicamente haciendo puños nuevaente, al salir los presentes Nicolás fue a saludar a su amigo de infancia, había entre ellos más que una relación de amistad, fue corto el diálogo tras la presencia inmediata del padre de Contardo, subieron al auto alejándose del lugar, aquella escena fue vista por Fulgencio a través del gran ventanal, cofre en mano miraba la solitaria medalla puesta en su lugar junto a cuatro concavidades que formaban el vació dejado por las exclusivas medallas, se sentó con brandy en mano recordando aquella vez en que se encontraba vistiéndose y fue sorprendido por Odalia la pequeña hija de la empleada, entre saludos y juegos se materializó una gran amistad que pasó de contarse sus intimidades hasta consolidar un romance clandestino pues la matrona Matilde no vería con buenos ojos que su hijo Fulgencio pese a pasar en mejoramiento económico por ese entonces no debería perder su compostura de linaje conservador poniendo a su hijo soltero a la mejor postura de matrimonio con candidatas de la sociedad capitalina, así, cuando la matrona supo de aquella relación amorosa aberrante fue grande la reprimenda, pese a la prohibición de su madre de carácter regio Fulgencio siguió cortejándo en secreto a la humilde empleada, ya para ese momento Odalia se había entregado a Fulgencio, poco potente sexual debido a la sodomización en él, sin embargo se tornaba bisexual, así, supo en semanas que iba a ser padre siendo su posición de soltero, hubo una indiscreción entre ellos en la que la matrona se enteró de lo sucedido, de inmediato se deshizo de la empleada sacándola del lugar, no aceptaba bastardos le dijo con prepotencia, fue en aquel largo viaje en semanas que hizo su hijo para aprovechar del momento y amenazarlas y a su familia con matones contratados que no tuvieron otra cosa que irse las humildes empleadas, tiempo después la matrona dio cuenta que el cofre faltaba una medalla suponiendo que las ladronas fueron Odalia y su madre, hizo la denuncia pero las mujeres estaban lejos de la ciudad, realmente lo que sucedió fue que un par de días antes de irse de viaje Fulgencio Arichabala sacó del cofre la medalla y se la entregó a Odalia dándosela como testimonio de su amor prometiendo al regreso consolidar legalmente su relación, lo que no sucedió en realidad, Fulgencio trago en mano miraba el cofre puesto en la mesa, la matrona entró viendo a su hijo medio mareado por efecto del alcohol, con voz autoritaria viendo el espacio del cofre le dijo a su madre que esa medalla bien sabía que se la había regalado a Odalia, no fue un robo, que algún día aparecería en el pecho de alguno de sus descendientes de su amada Odalia, la matrona autoritaria le prohibía que su hijo repitiese de sus labios aquel nombre que le significaba rabia por haber perdido una de las medallas, fue uno de los tantos errores de juventud de su hijo en una torcida personalidad, Fulgencio insistió desafiante diciendo aquel nombre en repetidas ocasiones aseverando que era la mujer que había amado sinceramente, las otras que tuvo fueron puestas a conveniencia de su madre, se sirvió un vaso lleno de brandy bebiéndolo de un solo sorbo, haciendo luego gesticulaciones faciales, alegando que esa medalla faltante bien la tuviera otro Arichabala con más orgullo que los que ahora lo tienen, la matrona abofeteó a su hijo recordándole la falta cometida al decir tamaña tontería pues le recordaba que su nieto recién la portaba, Fulgencio reaccionó pidiéndole perdón a su madre por tal alocada e inoportuna aseveración, pero quedaba en ambos la idea de lo que en realidad si Odalia hubiese tenido un hijo varón ahora portaría aquella medalla y sería un Arichabala bastardo no reconocido, Fulgencio le dijo a su madre que en todos estos años de vida y en los que le resten siempre pensará en la existencia de aquel posible hijo de poderlo encontrar y si eso ocurre sólo en aquel momento se desarrollaría un desenlace de interés, Fulgencio pese a todo le gustaría conocer a su hijo aquel desconocido que lleva su sangre consecuente linaje Arichabala.
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Teodomiro se encontraba jugando al baloncesto con su nieto Gustavo Andrés Teodomiro, ya a su edad cobraba habilidad escasa, junto a ellos estaba la tía del muchacho, fueron a ducharse y luego a comer, el nieto por esa temporada vivía con el abuelo, la vida de Teodomiro el prestante comerciante capitalino había querido que sea testigo de que sus dos hijos varones fallecieran trágicamente y en forma coincidente en aquel territorio campestre, ahora tenía a su nieto hijo de Teodomiro, su otro nieto menor vivía con Josefina, el muchacho a petición de su abuelo vivía en la capital en la que estudiaba con asesoría de su tía, era su profesora auxiliar, el muchacho era aplicado, su abuelo deseaba que fuese su sucesor, la relación entre los tres era muy cordial, inquieto el muchacho, había heredado lo de su padre en cuanto al carácter pero también meditaba igual que su abuelo y cultivaba la paciencia de su tía, era la atención de un cuerpo de seguridad que al principio se sorprendía pero que ahora se adaptaba, su abuelo tenía reuniones cerradas con gente acaudalada, en algunas estuvo presente, gustaba de ser escuchado en sus opiniones, su piel morena clara contrastaba con la de su hermano, se formaba una personal combinada en su vida, solo que al pasar por el cuarto de su tía en su interior escuchaba llantos y lamentos, su abuelo corría a consolar a su tía mitigando aquel ataque de nervios e histeria, hubo una vez en que le tocó al muchacho ayudar a su tía ya que su abuelo se encontraba ausente, su soltería se debía a un trauma, el sobrino vio ciertos dibujos y una foto arrugada casi imperceptible, la foto de un hombre apuesto en la que ella se encontraba abrazada, estaba en el suelo, Gustavo Andrés tomó aquella foto que le fue arrebatada con violencia de manos de su tía llevándosela al pecho, sollozaba con histeria se preguntaba por qué de su muerte viendo la foto, convenció a que bebiese algo, para aquel momento ya un miembro de seguridad se hacía presente ayudando a la mujer a recostarse, rato después llegó su abuelo presuroso pidió dejarlo a solas, pasaron varios meses, la mujer conversaba animosamente con su sobrino acerca de celebrar el cumpleaños de Teodomiro, era sábado, tiempo de recreación y los dos fueron al parque en dirección a comprar, la impresión de la mujer fue grande viendo a lo lejos a aquel hombre que se perdía entre la multitud, ella dijo que era él, era él, aquel maldito asesino, apresurada tomó camino hasta llegar al tipo que al verla salió en presurosa carrera, ella se detuvo viéndolo perderse entre la multitud apostada ante el discurso vibrante de un político en la tarima, sentada arrimada a un árbol con lágrimas en los ojos la mujer le contaba a su sobrino que ese hombre fue uno de los asesinos de su novio hecho ocurrido a dos días de su matrimonio, cuando la pareja caminaba por aquellos alrededores fueron interceptados por cuatro tipos, su novio por defenderla sufrió una paliza quedando agonizante, no contento con ello los desadaptados rasgaron la ropa de la mujer y procedieron a violarla, si esa es la histeria ver los rostros lascivos sudorosos malolientes impregnados en su piel, ya desfallecida sintió morir, rato después unos samaritanos ayudaron a llevarla al hospital, el cuerpo inerte de su novio llevado a la morgue, traumatizante para la familia del novio y para Teodomiro la suerte sufrida hacia su hija, marcada de por vida por aquella desgracia, Teodomiro al escuchar la confesión de labios de su tía se comprometió a buscar los culpables pero mientras tanto consolaba a la mujer que ahora ocupaba la abnegación de su madre a la que visitaba periódicamente.
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El visitante al paso del corredor se detenía a observar la foto de René, cerraba los ojos recordando sus vidas en aquel lugar donde se desarrollaba la gran guerra, le vino la angustia y a la vez la irónica manifestación emocional de saberse allí, en aquel lugar, frente al retrato de aquella persona a la que sodomizó e inició en esa inclinación sexual, miró sus dedos de la mano y recordaba cómo fue que se los introdujo en el ano, una distante voz cordial le indicaba su acercamiento al comedor, el anfitrión, su nieto militar, su compañera sentimental y el visitante se aprestaban a comer cuando fue interrumpida su labor ante la presencia de Noelia acompañada del pequeño Carlos Augusto Rodolfo que sin reparo fue a abrazar a su abuelito Rodolfo y a Amacilia, vio con amplia sonrisa cordial al visitante que al roce de sus manos sintió cierta fijación con el niño, vio aquel rostro, como un flash recordó a René, si, el pequeño se parecía mucho, sobre todo en aquella expresión facial, el pelo, su cuerpo entero en sí, la forma de la que en ese momento fue vestido en pantaloncito corto, durante todo ese tiempo el visitante miraba al niño correspondiendo con ciertos movimientos ganándose al pasar el tiempo con su confianza, los adultos y sobre todo Gustavito veía con buenos ojos que el niño establezca esa amistad con el honorable visitante extranjero que no expresaba más que lisonjas a la familia del niño de nueve años, se los veía caminar por el lugar, fueron al cementerio poniendo flores autóctonas en las tumbas de los familiares, el visitante miraba con pesar la tumba de René miraba al niño tan parecido y le entraba aquella angustia naciente de atracción sentida desde muchos años atrás, las caricias al niño eran disimuladas en presencia de adultos, ya a solas eran más de caricias, insinuaciones que con el pasar del tiempo se tornaba en necesidad de poseerlo, así, en una ocasión tuvieron un roce de mejillas al bajar del caballo, se entrelazaban las manos y de vez en cuando disimuladamente sus labios rozaban el cuello y en los bracitos, el niño siempre alegre, se dejaba llevar por los movimientos de manos, cerraba los ojos para sentirlo en cada abrazo que era pretexto al manifestar alegría o saludo con felicitación, espontáneamente se dejaba llevar de las actitudes del visitante en cada visita realizada, era pretexto para caminar o montar, la necesidad de presencia se incrementaba.
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La noche fresca acompañada con sonidos de grillos y batracios hacía del ambiente absorbente de los gemidos que de aquella habitación se desarrollaba, era el gemido de alguien sintiendo ser penetrado por un adulto en interiores, a trasluz se podía ver ese pene entrando y saliendo del ano, la complacencia del hombre era manifiesta demostrada en el roce de las manos por aquella suave piel, los besos no se hacían esperar, sobre todo en el pelo, lo giró lentamente viéndole sus labios uniéndolos y dándose besos con lengua, el pequeño era pasivo ante la iniciativa de aquel adulto que lo guiaba, seguía manoseándole las piernas gruesas mientras lo besaba, sentía algo de placer, su metamorfosis a plenitud de desarrollo ante la penetración anal, el hombre le decía que le pertenecía su cuerpo, sentían el roce de los penes que pese a la edad los roces de tamaños se daban con gusto, en aquella habitación alejada de los otros daba riendas sueltas a sus deseos y acciones sexuales, los besos se hacían más repetidos sobre todo los de lengua, ambos sudaban, hicieron un alto en esa noche a quitarse la ropa por completo a quedarse desnudos, el más joven sintió sobre su espalda el peso del superior religioso, gemía de nuevo al sentir ese pene introduciéndose, los movimientos eran pausados, quería disfrutarlo de mejor forma, la puerta con seguro les daba cierta seguridad en lo que estaban haciendo, el candil apagado, se escuchaba el silencio masivo en aquella casa campestre, es que la madrugada avanzaba para en poco dar paso al alba, el pequeño se sometía, el adulto disfrutaba, desde hace tiempo no había hecho esa acción sexual, era su momento, hizo un alto, los dos se vieron a trasluz las caras, el pequeño pensativo esquiva su mirada ante la fijación del adulto, sujetó un piecito y lamió el dedo más grueso, ya ensalivado le dijo al pequeño que lo empujase en el ano del adulto acomodándoselo y penetrándoselo, sonreía con tal ocurrencia, vio cómo entraba a medias, vinieron cortas sonrisas, ya para ese entonces al pequeño le gustaba la intimidad con el superior, lo puso en posición perrito sobre la cama sujetándole de la cintura procedió de nuevo a introducirle el pene, así, así, así, iba degustando ese manjar anal, hasta que dentro del ano dejó el semen, los dos cuerpos se quedaron abrazados luego de limpiarse, la nariz del superior rozaba el rostro del pequeño con besos y caricias, manos entrelazadas, esa noche hubo una mayor atracción entre ambos, tanto así que antes de salir el alba otra vez se hicieron el amor, luego quedaron dormidos y muy abrazados, el superior fue el primero en despertarse, vio el cuerpo desnudo del pequeño, aquellas piernas hermosas, aquellos dedos alargados, aquel corte de pelo de época que lo hacía un nene precioso, ese pelo sedoso por el que pasaba la nariz oliendo su olor característico, el pase de sus manos por aquella sedosa piel de niño hermoso, vio a ese trasero desnudo, sodomizado momentos antes, la respiración del movimiento de su tórax, sus pies descalos muy juntos al verle dormido, se agarró el pene en señal de pertenencia con ese cuerpo y también de complacencia de gusto y atracción, vio los pies y a la vez las manos, sintió la dulzura en ese tipo de manifestación facial, había un gusto por lo que hacía al manosearse el pene, el pequeño dormido así boca abajo daba un aspecto de buen gusto para hacer el sexo, tan lindo y tan humilde de carácter, el superior luego de contemplar ese hermoso cuerpo de niño de posición social adecuada se acercó a la ventana a presenciar el alba viendo fijamente la aparición del sol por aquel horizonte salido desde aquellas tierras a la distancia, si, desde aquellas tierras donde fue feliz de la mano de su madre, sí, aquellas tierras distantes en las que por aquel lugar fue también infeliz al ser sodomizado por un adulto borracho en aquella fiesta patria.
FIN DEL CENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO TERCER EPISODIO
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