METAMORFOSIS 155
Visitas inquietas.
La noche se tornaba fría, la luz citadina era racionada por el sector en aquel primer viernes de marzo de 1956, es que ya eran minutos pasados de la medianoche y el frío del lugar hacía que todo esté en calma por el sector, una sombra era el reflejo de un caminante por aquellos pasillos, llevaba puesto unos guantes y ropa gruesa, la bufanda rodeaba su cuello tapando en algo su boca y parte de su cara, los pasos eran lentos, estuvo frente a una gran puerta, se encontraba en el extremo oscuro del lugar, giró la llave y abriendo la puerta entró, la luz pública no llegaba a esa habitación apartada, allí estaban acostados los cuerpos de los niños más pequeños, aquel hombre había decidido visitar aquel lugar, a pasos lentos furtivos iba en búsqueda de uno de aquellos niños que se encontraban acostados durmiendo plácidamente, no le costó mucho encontrarlo, estaba a unos pasos de la entrada como él lo había dispuesto, se acuclilló, aprovechado de lo oscuro del lugar le hizo leves movimientos de los hombros infantiles que hizo sobresaltarse al despertar, vio una sombra y se calmó escuchando en su oído la voz de quien le decía que hiciera silencio, en ese instante en otra habitación un muchacho se encontraba pensativo, no podía dormir, había tenido una impresión, su cabeza descansaba sobre sus cruzadas manos, en su cabeza retumbaba el pensamiento de la frase de que en esta noche te espero, te espero, te espero, ven, ven, ven, su respiración aceleró, sintió el frio de la noche al hacer a un lado la sábana que la cubría, se encontraba erizado irando sus pies descalzos, estaba con piel de gallina, se ladeó un poco metiéndose la mano entre la tela del pijama y el trasero dándose placer entre el coxis y la entrada del ano, mordió los labios constantemente metiéndose los dedos y dándose placer, luego se metió la mano dentro de la pijama de frente estirándose el pene, uno de los muchachos vio sin ser notado aquellos movimientos, la habitación semi oscura permitía contemplar a medias, el muchacho emitió ciertos entrecortados gemidos, el compañero también se masturbaba dentro de las sábanas pues ya se había deslizado el pijama, vio que el pene estaba al descubierto siendo deslizado por las manos del muchacho, el compañero estuvo a punto de acercarse al muchacho pero lo vio que de súbito se sentó en el extremo de la cama, los pies se movían acomodándose las sandalias, había decidido ir a su encuentro con aquella persona mayor, caminaba con discreción por la habitación, su compañero apoyado en los codos sobre el colchón y sus manos sosteniendo su cara vio a esa figura humana salir de la habitación, esperó a que volviese pero fue largo el rato de espera que decidió cubrirse con la sábana quedándose dormido al poco rato, el muchacho caminaba con absoluta discreción por aquellos oscuros pasillos, miraba a todos lados, no habían personas caminando por aquellos pasillos apartados a esa hora de la noche como le había dicho aquel hombre, estaba cerca, muy cerca de llegar, mientras tanto, en aquella habitación el adulto le dijo al niño que se ponga las sandalias, obediente lo hizo y en contados segundos salieron de la habitación caminando por los pasillos, el adulto iba a su lado viendo a todos lados con absoluta discreción, viraron sobre el estrecho pasillo, casi ambos vieron la figura del muchacho quien rápidamente en complicidad con la oscuridad del lugar se arrimó a la pared entre dos muros salientes, el adulto y el niño pasaron a su lado, el muchacho pensó ser visto, se limitó a contener la respiración, rígido sobre la pared, cerró los ojos, pensó en lo inevitable, pasaron unos segundos con su cuerpo rígido, no escuchó palabras, abrió los ojos viendo a las dos figuras caminar por el pasillo alejándose, sonrió secándose el poco sudor de su frente, quedó meditando si seguir o regresar, era peligroso todo eso, decidió regresar pero al instante se sorprendió viendo una figura acercarse desde la oscuridad que venía en el mismo sentido, se tranquilizó al ver la persona que lo estaba esperando, se dieron un prolongado abrazo y caminaron presurosamente con rumbo a la habitación de aquel adulto, entraron y los abrazos continuaron, en silencio no esperaron a más desnudándose en lo oscuro de aquella habitación, era la primera vez que mutuamente se hacían el amor en aquel lugar, el hombre descubrió en el muchacho que no era virgen pero eso no impidió en esa fogosa entrega, asimismo, el muchacho penetraba al adulto con pasión, en ese momento no había la jerarquía de alumno ni maestro, solo dos tipos que se amaban pese a la diferencia de edades, cerca de allí en pisos altos el adulto y el pequeño entraban en la habitación, el pequeño parado por el frio piso de madera deslizaba los pies liberándolos de las sandalias, estaba sonriente cuando miraba ser desvestido a trasluz de una apenas vela encendida como la habían encontrado al llegar, primero del ombligo hacia abajo el pijama era deslizado por las manos adultas hasta llegar a los tobillos, alzó los pies liberándose así sus piernitas del pijama, el adulto vio aquellos dedos alargados de pies con poca elevación de los empeines, aquellos pies bien formados como demostrando ser descendencia de linaje noble, el superior vio aquellas piernitas gruesas como también aquellos glúteos abultados con un penecito flácido, el superior se arrodilló delante del pequeño que seguía parado con rigidez, lo tomó de la cintura poniendo su cara sobre el descubierto penecito lampiño, lo olió apreciando que había orinado antes de entrar a la cama, a él eso no le importaba, la lengua recorrió entre los glúteos y el pene haciéndolo poner en algo tieso, luego le hizo dar media vuelta, ahora la cara del superior estaba besando aquellas arqueadas caderas y besaba con pasión aquellos bien formados y voluminosos glúteos, disfrutaban sus mejillas adultas ante el contacto de aquella suave piel infantil, la lengua pasaba por entre los glúteos, la excitación se incrementaba, meses anteriores aquel niño le había entregado la virginidad, lo consideraba al infante como de su pertenencia, así se lo hacía saber en cada caricia diciéndole lo inteligente y hermoso que significaba para él, aquel momento era el ideal, el superior vio al niño sonreír tímidamente, de nuevo le dio media vuelta, empezó a besarlo desde los pies subiendo por las piernas hasta llegar al pene chupándolo y lamiéndolo constantemente, iba subiendo por su barriga, luego al pecho, después a las mejillas, barbillas, le besaba repetidamente la frente y golpeaba la respiración sobre el pelo lacio castaño del precioso niño sin dejar de besarlo repetidamente con fogosa pasión, el superior se apartó un poco del pequeño, se sentó en la cama quitándose toda la ropa delante del infante, agitándose como estaba sentado al filo de la cama lo llamaba para que se acuclille, luego el pequeño obediente así acuclillado con sus dos manitos tomó el pene peludo con venas sobresalientes en la piel, cerró sus ojos miel y abriendo la boca introdujo poco a poco ese grueso pene como ya lo había hecho en otras ocasiones, el superior se deleitaba viendo el desliz de la piel de su pene sobre el roce que hacía en esos labios rozagantes, aquellos labios se delimitaban ante el roce de ese pene que entraba y salía sobre la boca, la mano del superior apoyada sobre la cabeza del pequeño dirigía los movimientos, para ese momento el pene ya estaba ensalivado, el niño se pasaba la mano sobre los labios rodeados de saliva y el olor característico al pene, el superior hizo parar al niño luego recostándolo al extremo de la cama, tenía puesta aún la camisa del pijama, los brazos se estiraron sobre la cama así también su carita apoyada en la cama, su estómago encorvado sobre la cama, sus pies sobre el piso, estaba en posición perrito al borde de la cama con el traserito al descubierto con esos glúteos abultados, ahí quedo en ese posición el niño por unos instantes, inmóvil, respirando con pasividad, sabía lo que vendría, en ese instante el superior salía del baño con crema en mano, era aquella crema que se ponían para fijarse el pelo, el dedo índice untado en el recipiente tomaba un poco de esa sustancia pasándola entre los abiertos glúteos metiéndola en el ano, el pequeño sintió ser penetrado alzando las caderas impulsándole con el pie, la mano del superior se apoyaba sobre la espalda con esa acción apaciguaba los movimientos diciéndole que se estuviera quietecito, luego de lubricar el ano, el dedo brillaba ante la luz de la vela, el superior sonreía mientras el niño se relajaba, vio los restos de crema salir por entre los glúteos, el superior tomó el pene erecto y abriendo los glúteos se lo fue metiendo poco a poco, lentamente, sintiendo y gozando aquella penetración, el niño contrajo el cuerpo, alzó un poco la cadera haciendo que el pene erecto del adulto saliese volviéndolo a tomar e introduciéndole pidiéndole más tranquilidad, el pene entraba y salía, era maravilloso ver esos movimientos lentos pero firmes de un mete y saca lentamente rítmico, pujaba y gemía el pequeño, el adulto le decía insistente que se relaje, sacó el glande viéndolo cubierto de líquido pre seminal pero mayormente cubierto de esa crema fijadora de pelo muy olorosa, se le ocurrió voltear el cuerpito del niño que ahora la cintura estaba encorvada sobre el extremo de la cama, en ese momento la luz de la vela mostraba la silueta del niño encorvado con su espalda descansando sobre el colchón boca arriba con su pene sobresalido alzado teniendo sus hermosos pies sobre el piso y sus piernitas rígidas rozado la madera de la cama, el superior se acercó haciendo que el pene grueso con crema impregnada en su piel roce sobre el penecito del pequeño, el glande dejaba restos de crema al recorrer rígidamente entre los testículos y el tronco de ese maravilloso pene lampiño, ambos podían apreciar esos movimientos del pene grueso deslizarse sobre el estático pene lampiño, los pelos de los testículos rozaban aquellos lampiños testículos infantiles, el superior con sus manos tomaron las sienes del niño, unieron las frentes así por unos instantes, luego cerró los ojos el adulto al sentir en sus labios los rozagantes labios del pequeño al que sometía sexualmente ahí dándole prolongados y apasionados besos con lengua pues el superior le había enseñado al niño a besar, le recordó que le pertenecía en cada beso dado, parecía que el pequeño aceptaba esa metamorfosis que estaba sintiendo, vino uno y otro besos, era su momento, quería que el pequeño sintiera placer, desde lo moral y sicológico, así, el superior le volvió a recordar al pequeño infante lo lindo e inteligente que era, el niño escaso en su hogar de aquellos halagos por un rígido padre y débil madre de carácter aceptaba de buena gana aquellas lisonjas, de nuevo los besos, esta vez era más prolongado el momento de contacto sexual, así lo había decidido el superior que en horas antes en la tarde de aquel día vio al pequeño semidesnudo con su traje de baño lanzarse sobe el trampolín más bajo de la piscina del internado, el superior se había sentado con otros novicios del lugar, discretamente miraba los movimientos de caderas y glúteos ondulados rellenitos, miraba aquellos hermosos pies que deslizaban sobre la cerámica rígida puesta por el caminillo, el superior recordaba cuando el cuerpo del pequeño se inclinaba mostrándose las curvas de los glúteos amoldados en la fina tela del traje de baño, el superior se complacía viendo la alegría del niño al correr con sus manitos que se doblaban en sus muñecas, caminando a puntillas de los pies haciendo afeminado el movimiento de cintura, el salto de los pies eran provocadores, más si se rascaba el traserito metiéndose las manos dentro de la tela del interior de baño, es decir, el paso del pequeño en la piscina y sus movimientos corporales infantiles eran provocadores ante el superior, desde el primer día que lo conoció sabía de lo que sería la inclinación de aquel niño, desde el primer momento en que le hizo sexo supo que ese niño significaría mucho para él, estaba consiente que estaba sobrepasando los límites de la discreción en cuanto al afecto pues en época de exámenes le soplaba las preguntas con disimulo, o en su cuarto a solas al calificar los exámenes de los niños el superior le corregía el exámenes de su niño favorito, también disimulaba su preferencia poniendo de modelo la colaboración de los padres del niño haciéndola pública, de igual manera el superior y el curso en el que daba clase era invitado a la estancia de los padres del pequeño amante, así que el superior ante tantas circunstancias de buena voluntad y amistad entre los padres del niño se deba de pasarse de la discreción, incluso al ser invitado a la estancia de los padres del niño, el superior dormía en la habitación junto al niño haciéndole el amor en aquellas noches de paseo, inclusive hubo una vez que el superior fue invitado al cumpleaños del niño luego de la acción de gracias fueron a remar sobre aquel lago que era frontera entre propiedades colindantes, allí en ese apartado lugar entre monte alto en un banco de arena colocaron la canoa haciéndole el amor al pequeño, volviendo a la habitación del superior los besos continuaban, los labios del niño estaban completamente ensalivados, sus mejillas llenas del impulso de respiración dejadas por aquel hombre, su pelo despeinado de tantas caricias y besos alocados, el superior recordaba ese cuerpo semidesnudo bañándose en la piscina y sentía mayor pertenencia sobre ese cuerpito infantil, seguían saliendo de sus labios adultos aquellas palabras emotivas halagadoras hacia el niño, ya los dos penes ante tanto frote estaban erectos, la boca del superior se deslizó sobre el pecho, estómago y pelvis besándolos apasionadamente mientras el niño era pasivo a sentir esos labios adultos y esa lengua de forma acostado estático con los ojos cerrados, el superior se acostó sobre la cama haciendo que el niño se acostase sobre su cuerpo haciendo que la cintura del niño se alce y se baje haciendo que el penecito se deslice sobre el estático pene peludo haciendo que el penecito se deslice sobre los pelos de la pelvis y testículos del superior, los sostuvo de la espalda haciéndole bajar la carita, las manos se deslizaron hasta agarrar los hombros del niño haciendo que las dos frentes se unan volviendo a los besos apasionados, el pequeño sonreía, el superior se complacía, volvieron los besos, ya eso al pequeño le gustaba pues el superior se lo hacía con ternura y gusto, la metamorfosis estaba en su apogeo en aquel infante incrementándose en cada encuentro, el niño se dejaba llevar, al pequeño lo hizo parar junto a la cama, vio esos lindos pies bien formados, le hizo que levante los brazos sacándole la camisa del pijama, luego al niño lo acostó boca abajo en la cama, los besos en la espalda fueron repetidos, ahora el cuello era besado repetidamente, siguió besando el trasero en especial entre los glúteos oliendo ese característico olor a ano luego de defecar pero ahora perfumado por la crema fijadora de pelo, metió el glande haciéndolo gemir al pequeño sometido a sus deseos sexuales, la carita del pequeño estaba sobre el colchón, el glande rozaba la oreja y algo entró en ambos oídos haciendo roces, lo volteo de cara arriba, acuclillado el superior sobre la cama hizo otra vez que el glande se frote sobre las orejas y oídos, luego súbitamente se sentó sobre el pecho del niño sobre las rodillas apoyadas sobre la cama, el glande rozaba la nariz con dificultad rozándole los labios, así, con esa postura le daba a entender al niño su dominio, su pertenencia, se apartó del pequeño parándose sobre el piso entablado, el niño vio a plenitud el cuerpo desnudo del superior que le hacía gesto de que se levantase, el adulto ayudó al pequeño tomándolo de la mano, así los pies infantiles topaban el piso, el pequeño se pegaba sobre el cuerpo del adulto que lo manoseaba con caricias a su pelo, se vieron por unos instantes, le acariciaba el pelo lacio castaño, las mejillas, le peguntó el superior si quería más, el pequeño asintió con leve sonrisa, sonrió el superior asintiendo también, no quedaba duda, el niño gustaba de aquel acto sexual, su metamorfosis casi consolidada, lo había atrapado al pequeño en sus redes sexuales con lisonjas y cariño, haciéndole fácil su estadía académica, sobreprotegiéndolo a toda medida pero con cierta discreción, el pequeño le era suyo sexualmente, las manos adultas guiaron al pequeño que voluntariamente ante gestos del adulto de que se ponga en posición perrito boca abajo en el extremo de la cama, allí en esa postura le introdujo el pene con un lento y prolongado meter y sacar, el adulto se resistía aún a eyacular, se contuvo, ahora se acostó sobre la cama viéndose ese pene peludo erecto, al pequeño le dijo que se siente sobre sus muslos, lo tomó de la cintura aún el pene seguía con crema fijadora, el glande se puso entre los glúteos, esa acción sería fabulosa, pensó el superior, el pequeño se iba sentando al efecto que el glande entraba en el ano dilatado ya penetrado tantas veces por ese pene peludo, el pequeño pujaba con alaridos, así en esa postura original se estaba abriendo más, iba entrando poco a poco, despacio, las manos adultas contenían la cintura infantil que iba descendiendo, cada vez el tronco erecto del pene entraba pero a su vez el pequeño alzaba por instinto sus caderas ante el dolor rezagado, fijamente el superior lo sometía, después seguía la penetración, lentamente iba descendiendo, las manos del pequeño hacían puños a la sábanas a la vez que se contraía su expresión facial, sudorosa se sentía la piel infantil pues eran varios minutos haciéndole esa postura sexual, se amaban deseosamente, eso pensaba el superior, el infante decía que ya, que ya, que le dolía, ya por favor, el superior estaba en un nivel de satisfacción sexual superior, como flash recordaba otra vez aquel traserito infantil amoldado a la tela del interior de baño, de aquellos glúteos que ahora se abrían ante su pene peludo, ya casi los glúteos llegaban a los testículos faltaban centímetros para llegar al cometido, así, la metamorfosis sería de más desarrollo en el pequeño, así se incrementaría el deseo en futuros encuentros, así ese infante recordaría hasta el fin de sus días quien le hizo esto, quien fue su iniciador, quien fue aquel que le despertó el sexo a temprana edad, quien le hizo el amor de una manera casi total, quien le hizo el cariño, quien lo sodomizó y quien le hizo cambiar su destino, el pene seguía metiéndose, de abajo la cintura del hombre se alzó y con el cuerpo del niño descendió ya con todo el pene introducido, el gemido infantil fue fuerte lográndole tapar la boca, lentamente el niño sin salirse el pene fue descendiendo de tal suerte que su espalda se recostó sobre el pecho del hombre que al sentirlo le daba de besos en sus mejillas alentándolo con palabras dulces como las que el infante siempre quería escuchar, las manos del superior manoseaban los testículos y el pene flácido infantil a causa del dolor recibido por el niño en su ano ahora ya más abierto, lentamente se apartó de su iniciador quedando desfallecido en la cama sintiendo el latir de su ano, las manos del superior pasaban por los glúteos infantiles, como quien diciéndole que entendía de aquello y estaba con él, el superior se acostó sobre el niño que estaba boca abajo sintiendo el peso del hombre, pujaba y de nuevo el pene entraba en el ano, el infante suplicaba que por ahí ya no más, le dolía, el superior comprendió, besó repetidamente los muslos, la espalda y las piernas con los pies del niño, se apartó del infante sentándose el adulto en el extremo de la cama, abrió las piernas agitándose el pene, hizo que el infante se acuclille en su delante el pene entraba en su boca el movimiento era pausado, el pene ensalivado, el niño probaba la sustancia haciendo escupitajos en cada descanso de sexo oral, cerrando los ojos se metía el pene, el hombre acariciaba el pene, de súbito lo apartó, le dijo que abriera la boca infantil, el superior se masturbaba el pene haciendo rozar su mano en el tronco, del glande salió semen cayendo en el rostro del nene y otro poco en el interior de su boca que al sentirlo lo escupió, el superior sonreía viendo el rostro infantil con semen, vio el penecito que rozaba el entablado del piso sin pensarlo más lo acostó boca arriba abriéndole las piernas haciendo que su boca lame y chupe ese penecito entrando en su totalidad en la cavidad bucal, el nene sentía aquello delicioso, lo afirmó cuando el superior le preguntaba si eso le gustaba, por largo rato le lamió y chupó el penecito, ya había pasado más de media hora de aquello, se notaba en el reloj de pared, fueron a asearse en el baño privado de esa habitación, el nenito parado desnudo frente al lavabo se lavaba la cara, el superior duchándose desnudo llamaba al niño a quien lo aseaba con agua y jabón limpiándole bien el ano, la espuma se deslizaba entre los glúteos el superior vio la expresión de gusto del nenito ante ese movimiento, se enjabonó con espuma el glande y se lo metió al niño haciéndole irritar, le dijo que ya no porque le dolía, el superior sonrió y continuaron aseándose en la ducha, el superior ordenaba al niño que con sus manitos le pase el jabón por la pelvis peluda, por los testículo y el pene, se encorvó en posición perrito poniendo al niño atrás de tal suerte que el penecito roce el trasero del superior, luego el pene del adulto rozaba los labios del nenito quien correspondía con sonrisas al manosearse los glúteos, había crecido mayormente la confianza entre ambos, más el niño sentía seguridad del superior, de la más alta autoridad del internado, de quien tenía buenas notas, de quien le complacía en tener mascotas en el zoológico, de quien le permitía jactarse que era su favorito, de quien permitía que lo amase a su estilo, que lo quiera como sus padres no habían podido quererlo, pues ante la sociedad los padres del niño mostraban una cara y presencia muy diferente ante el infierno que ellos vivían en el interior de su hogar siendo los sirvientes testigos de aquella apariencia nula ante la sociedad distante de la verdadera realidad en la relación de la pareja, de eso ya lo había notado discretamente el superior y de aquello se valió para someter sentimentalmente al pequeño, con lisonjas y buenos tratos lo tenía comiendo de su mano y lo llevaba discretamente a su cuarto cuantas veces lo deseaba, más lo hacía en su oficina que por pretexto de rendimiento académico así de insignificante y se encerraba por breves minutos suficientes para expulsar sus desaforados instintos sexuales a los que el niño contribuía voluntariamente, de esa forma, en esa noche fría en aquel cuarto el superior con caricias y palabras dulces lo vestía al niño asegurándole que era siempre su favorito entre los niños de la clase y que le ayudaría en todo cuando se tratase de notas, lo peinó sobre aquel pelo húmedo, antes de ponerle el pijama le lamió el penecito diciéndole que le gustaba igual beso el traserito de piel suave sobre esos rozagantes glúteos en medio del delicioso ano infantil, le fueron puestas las sandalias en aquellos pies hermosos bien formados, lo abrazó y le dijo que fuera con cautela si alguien lo interceptaba que dijese la necesidad que tuvo de ir al baño, el nenito asintió prometiéndole buenas notas en los futiros exámenes de fin de año, alegre salió llevando consigo en mente las indicaciones del superior quien cerró la puerta apagando la vela recostándose en la cama pensando en lo que había hecho antes, así, vio el cielo nublado nocturno dibujándose nubes bajas con frío, las escaleras describían los pasos infantiles, el niño no se dio por visto de un muchacho que en ese momento salía de aquella habitación, aquel muchacho recordó que era aquel niño que era conducido por el superior, lo siguió brevemente viéndole que llevaba sus brazos detrás de la espalda y sus manitos metidas en el pijama acomodándoselo, el muchacho no tenía duda de aquellos gestos y movimientos, el muchacho sabía que ese niño venía haciendo sexo pues con otra mano se estiraba el pene dentro del pijama sacando la mano y oliéndose los dedos luego de haberlos sacados del trasero y el pene, el muchacho siguió al niño que entró discretamente en aquel salón para niños pequeños, se arrimó en un pilar sonriendo manoseándose el pene por dentro del pijama, se asustó al sentir una mano en el hombro, pertenecía a un novicio de guardia, le preguntó el por qué no dormía, al ver el rostro ante lo semi oscuro del lugar y más al escuchar la voz salida del muchacho el novicio bajó su severidad pues en su delante estaba el hijo del senador Pérez, lo tomó del hombro al muchacho y sin articular palabra fueron camino a las habitaciones de los internos, en la mente de Luis Alfonso quedaría grabada la silueta de aquel niño bajando de la habitación del superior en esa fría noche.
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NIcole, una preciosa niña nacida el primer día de marzo de de 1949 llegaba a ese edificio comunitario tras cumplir tres días de su séptimo cumpleaños, era una nenita de piernas rellenitas, cuya timidez en el rostro al viento contrastataba con su pelo lacio castaño claro como sus ojs color miel, su piel blanca resaltaba al brillo del sol, sus dedos alargados en sus pies y manos suaves demostraban lo delicioso de sus movimientos al roce de su toque, sus labios rozagantes cautivadores compementaban su rostro de niña preciosa, tenía a su madre al cuidado, de su padre se desconocía de su origen, los vecinos así lo notaron con el transcurrir de los días ante la ausencia paterna en el lugar en donde ahora vivían, para ellas la vida era normal en aquel lugar, solo que, como toda niña, tenía un leve modo de rascarse su parte íntima, de aquello también lo notaban los vecinos sobre todo Leroy que con el tiempo hizo amistad con la madre de la pequeña al verla sentada siempre se tocaba su parte intima vestida, durante las conversaciones sostenidas la mujer decía que era por poco tiempo que estaría residiendo allí con su pequeña hija, pero eso no importaba ante la buena relación que día a día Leroy y su familia tenían a ello se suma la amistad de Dylan el hijastro de Leroy de once años de edad y de las contantes visitas del vecino Valentín de quince años con la pequeña en muchos juegos que hacían en el sector bajo el permiso de sus madres; la fijación de Leroy por la pequeña se iba haciendo intensa al pasar las semanas, se le notaba tragar saliva al verla caminar cadenciosamente de forma muy femenina al sentarse, igual a su madre de provocativa, así que se sentaba siempre desde lo alto de la corrediza gran ventana a ver los movimientos de la pequeña en los juegos con los muchachos o a solas y siempre ella se fijaba en la presencia de él saludándole sonriente, hubo una ocasión en la que él sentado desde lo alto de la ventana miraba abajo a la niña sentada en el piso abiertas de piernas jugando con una muñeca y un muñeco, sorprendido el hombre vio que la pequeña con mirada muy gustosa colocaba en el una camita de juguete a la muñeca vestida con traje de noche y sobre ella colocaba al muñeco vestido que lo alzaba y lo bajaba sobre ella, su sonrisa se amplió más cuando la traviesa Nicole le quitó la ropa a los muñecos, los hizo bailar y de nuevo la acostó en la camita de juguete poniendo al muñeco desnudo sobre la muñeca desnuda, los hizo moverse con ciertos modos sexuales que Leroy pensaba que ya la niña los había visto seguramente, ella se rascaba la vagina vestida mientras alzaba y bajaba al muñeco, luego le besaba la entepierna de plástico del muñeco y para sorpresa de Leroy vio qu Nicole lentamente se acostaba frotándose el muñeo por dentro del vestido rozando así su vagina vestida con sus ojos entreabiertos mostrando placer, Leroy viendo eso no paraba de tragar saliva, hizo un acto peculiar el cual consistía en ponerse en pie al momento en que tiempo después la niña acostada seguía jugando con sus juguetes, lo vio saludarle, ella correspondió del mismo modo, Leroy en ese instante se cubre de la cortina, Nicole vio los movimientos de su querido señor vecino dentro de esa tela, es que en ese momento Leroy se desliza el pantalón y el calzoncillo cayéndole a los tobillos para luego poco a poco deslizarse la tela que en parte cubría su cuerpo, la niña expectante vio que el vecino estaba a medias desnudo dejándose ver el pene, ella hizo a un lado a los jguetes y con asombro se sentó a ver la mano de Leroy que agitaba el pene, vio el rostro sonriente del vencino y para gusto de él la pequeña Nicole correspondía muy sonriente, como que estaba enterada de lo que entendía de ese movimiento de pene y sobre todo de la actitud de su vecino; así durante much tiempo ella estaba pendiente al saber que el veino estaba solo para verle el pene que Leroy lo mostraba con prudencia al estar a solas en su cuarto; los juegos ente ella y los muchachos del vecindaro se daban con frecuencia asimismo la amistad crecía entre Leroy y la pequeña que muchas vees frecuentaba la casa, la mamá de la pequeña y la esposa de Leroy tenían una sólida amistad y eran muy asiduas a las compras, además era confidente de la madre de la pequeña, de allí salió el deseo de que Leroy de que ayudase a la pequeña en las tareas escolares pues se conocía que a su tímido hijo Dylan le enseñaba bien el estudio de materias y a ello con el tiempo ya se sumaba la pequeña Nicole que a veces esperaba a que Valentín reciba también clases de preparatoria por parte de Leroy, todo se daba en un ambiente cordial, fue así que en cierta ocasión Nicoe recibiría clases y esperaba que terminase Leroy de enseñarle a su hijastro Dylan, mientras tanto la pequeña escuchaba la conversación de las dos mujeres, la esposa de Leroy le dijo a su amiga que la acompañase, al rato ellas salían siendo recomendada la pequeña Nicole a Leroy para su estudio, el hombre le preguntó a su esposa la hora de retorno a lo que ella respondió que en par de horas o más, el hombre asintió con aprobación, él sabía que se harían más tiempo, así que continuó enseñándole a su hijastro Dylan, al rato que Valentín llega con un balón y le invita a su amigo a jugar esperando a que termine su tarea, se sentó a jugar con la pequeña, Leroy miraba los juegos en los que al hacerle cosquillas ella recibía el cuerpo de su amigo vecino, Leroy los miraba con disimulo y así al rato le dice a su hijastro que ya daba por terminada la tarea, el muchacho de once años sale de la casa con su amigo, Leroy sabía que ambos amigos llegarían al anochecer, la miró fijamente sin dejar de sonreír, ahora la sentó sobre su entrepierna y mientras le enseñaba la tarea la manoseaba en las piernas, al oído le hablaba recordándole sobre el juego de los muñecos le decía que ese jueguito era el de papá y de la mamá, los dedos del hombre rozaban los muslos de la pequeña que en su traserito sentía el bulto de pene que se iba formando, escuchaba el tragar de saliva en Leroy, sintió entrañeza tras ser deslizada su pantaleta y que el dedo del hombre se deslice por los labios vaginales tocándole el clítoris lo que la hizo dar movimientos brusco como de quererse zafarse pero la contuvo diciendo que se esté quietecita, le besaba el cuello y las mejillas, ella se dejaba, los dedos abrían los labios vaginales, le dijo al oído que la tarea ya estaba terminada, que ahora tocaba hacer recreo y jugar, dejaron los libros a un lado, la sentó en el sillón abriendoe de piernas viendo la pantaleta y no le dio recelo de pasar por allí su nariz oliéndole esa parte de su cuerpito, él no dejaba de sonreír, con el dedo acusador le decía jocosamente que ya sabía jugar al papá y a la mamá, ella tímidamente se puso cabizbaja con leve sonrisa, vio que el hombre fue a sacar un libro muy escondido, se sentó junto a ella mostrando el título, lo abrió y curiosamente ella miraba esas figuras, esas ilustraciones, Leroy le preguntaba si le gustaba lo que estaba viendo a lo que ella se limitaba a mirar y a sonreir viendoe tímidamente, le dijo que esas son posturas del juego del papá y la mamá, que era muy divertido y que lo hacían en secreto las personas que se aman, como él y ella por ejemplo, le dijo que se deje hacerlo, el libro quedó en al sillón, Nicole se levantaba tomada de la mano de Leroy, camirano en dirección a la alcoba, la pequeña ya había estado antes allí, le gustaba ver los cosméticos, se acercó a tocarlos y en ese momento se escucha el sonar del seguro de la puerta, Nicole es sentada en el extremo de la cama, en pie en su delante Leroy se deslizaba el pantalón y el calzoncillo mostrándose un erecto pene velloso y venoso, los oos de la nena se abrieron ante la sorpresa de tener en su delante ese glnade que ya rozaba sus labios y sentía el roce del glande en sus mejillas, el glande se puso debajo de su mentón, ya para ese momento en la iel de su cuello se quedaba impregnado el líquido preseminal, estaba tibia como su piel, le dijo que abriese la boca, con recelo la fue abriendo y así sintió el glande que entraba en su cavidad bucal, rápidamente lo sacó, puso un rostro de rareza, el hombre sonreía, lentamente la recostó en la cama encorvándose su cuerpo de siete años, sintió que sus sandalias salían de sus pies y luego se deslizaba su pantaleta, vio que el cuerpo del hombre se acostaba sobre ella, con una mano se tomaba el pene y el glande rozaba los labios vaginales, la punteaba y ella daba gestos de sorpresa, pujaba, el hombre se apartó, sonrió, había comprobado que la nena era aún virgen, eso le dio mucho gusto, ella se sentó pero a piernas abiertas los dedos de Leroy abrían los labios vaginales y la lengua y apenas los dientes haciían roces que causaban estragos de gemidos en la nena pues su clítoris era rozado con frecuencia, así ella lentamente se volvía a recostar, el hombre puso el pene en la entrada de la vagina y empezó a trata metérselo, a tratar de penetrar, sentía tanto gusto de escuchar los gemidos que d su boquita salían a la oreja al unir los rostros, pero de inmediato toda la entrada de la vagina estaba impreganada de semen, Leroy había eyaculado antes de tiempo, lentamente se apartó y fue por papel para limpiarse, ella quedó acostada aún encorvada en la cama deslizándose el dedo en su vaginita, le pasaba con delicadeza el papel por la entrada de la vaginita, acercó su nariz para olerla, la rozaba en la piel alrededor de la vaginita, le encantaba oersela, ella sentía cosquillas y se lo decía al acariciarle el pelo en señal de insinuarle que aparte la cara de su vaginita, Leroy ponía el emntón sobre el ombligo de la pequeña y ambos se miraban con ampla sonrisa, a ella en el fondo le estaba gustando eso, así que le hizo cosquillas para entra en confianza, se apartó yendo a la sala, le dijo que espere allí, instantes después el hombre entró con aquel libro y se sentó junto a ella ojendo y mostrándole las posturas que iban a hacer, ella atenta estaba viendo esas poses ilustradas, y así la pasaron el resto del tiempo en esa alcoba haciendo posturas como lo indicaba el libro, algunas muy simples como el abrirle de piernas que rocen las caderas del hombre mientras su pene rozaba la vagina, otras en posición misionero y alguna complicada en que la marcaba rozándole en todos los casos el pene en la vagina, había en cada cambio de pose la posibilidad de enseñarle a besar con lengua, con la ayuda de Leroy su vecino de confianza la compaciente Nicole aprendía así de las figuras de ese libro, los días siguieron, los encuentros se daban esporádicamente pues pocas veces estaban a solas, se conformaba conrozarle la mano en los muslos y en la vagina vestida por debajo de la mesa a lo que al sentir eso ella le sonreía, no cabe duda que Leroy la estimulaba mucho a la pequeña, con el tiempo Leroy desde la ventana miraba jugar a la niña en que con sus manitos hacía que los muñecos formen las posturas que ella había aprendido de ese libro y estaban en su pensamiento.
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Aquel hombre trabajaba de sol a sol arduamente, se relacionaba con sus peones, aquel propietario veía con alegría cómo su negocio ganadero y agrícola prosperaba, el hombre era de recio carácter forjado por los sinsabores de la vida, ahora sentía su reivindicación, su mejoramiento espiritual, se sentía materialista capitalista, a lo lejos su joven esposa siempre sometida a sus autoritarios gestos se dejaba llevar a las órdenes, le llevó una refrescante limonada como sólo ella lo sabía hacer, aquel era un hombre que en pocos años había sido bien relacionado, tenía un aliado incondicional quien lo había catapultado al lugar donde se encontraba ahora en plena bonanza, respetaba y valoraba mucho a su protector Fulgencio Arichabala quien con dinero en mano logró que sea prospero en sus negocios muchas veces cuestionados por sus competidores pero no le importaba, pausadamente bebió su limonada, se recostó sobre el frondoso árbol ubicado frente a la gran casona campestre testigo de muchas fiestas emulando las épocas victorianas como así representaba aquella estructura residencial, en su mente estaba el poder en quien su satisfacción era aumentar su capital y sus terrenos, ya independiente de la deuda con Arichabala quedaba sin embargo la más importante, la de su palabra de ser incondicional, es decir se sometía a la voluntad de su protector, era como haber entregado su alma al diablo, esto parafraseando, era hoy el día como aquellos en que de costumbre un emisario de Arichabala llegaba para informarse de los negocios, ya tenía en manos el encargo mensual prometido a cambio de favores que multiplicaban aquel tributo a su mentor y protector, todos esos años sus palabras cimentaban la buena relación entre los dos hombres, la mujer se retiró con el vaso vacío tras beber por dos ocasiones aquella deliciosa limonada ya antes la esposa le había informado la visita este fin de semana de su pequeño hijo venido desde el internado, por eso desde la gran puerta aquel niño salió corriendo en dirección a su padre abrazándolo alegremente, la reacción de su padre como siempre fue gélida, típico de su recio carácter, el niño pese a todo seguía con amplia sonrisa llevando en sus manos un pedazo de cartulina en la que se mostraba el logo del internado, era un boletín de notas, el hombre con firmeza tomó el informativo viendo con calma y detalle, emitió una sonrisa extendiendo su mano acariciando el pelo del pequeño, el hombre seguía sentado extendiendo los brazos así su hijo se acercó dándose un abrazo, le besó el pelo y le felicitó despidiéndolo con una palmada en el trasero, se sentía feliz viendo los éxitos académicos que él siendo niño nunca los tuvo pues sus padres nunca se preocuparon por su educación, desde niño su lengua era el trabajo y el cálculo la cantidad recibida por ese trabajo, sin embrago su hijo había heredado la misma inteligencia que su padre tuvo de sus padres, lo recio de la educación a diferencia que él nació pobre mientras que su hijo nació en cuna de oro, sin embargo se complacía al saber que su hijo era buen estudiante y que su trabajo económicamente era bien aprovechado estudiando en aquel internado de selecta élite capitalina, el nombre se lo dio como referencia su buen amigo Fulgencio Arichabala donde desde varias generaciones estudiaban allí, de esa forma fue como el hijo de aquel prestante hombre fue a estudiar en ese internado, también fue válvula de escape para aquel hombre dar su responsabilidad de educación a aquellos monjes y novicios, era lo mejor, se decía, pues en sus adentros sentía recelo de su hijo, era débil de carácter, había nacido así, un débil carácter heredado de su madre y de su abuelo materno don Andrés, muy buena persona y débil para gobernar, suspiro, recostado en el árbol recordaba viendo fijamente a la gran construcción que tenía enfrente en aquel tiempo en que llegó a trabajarla, vino dejando recuerdos, vino tratando de olvidar, vino con la esperanza de dejar aatrás a un pasado que pese a todo le condena, con el pasar del tiempo su anonimato pasó a ser de noticia para sus compañeros siendo extendido a sus patrones, un peón ejemplar se decían en el entorno laboral de aquella estancia donde laboraba y en la que el dueño benévolamente le había dado un cuarto donde con otros peones vivían, sólo que el cuarto donde vivía se encontraba alejado de los demás y levemente cerca de la gran casa de los patrones, para muchos les era grato verle trabajar, poco hablaba de su vida privada, ya a sus veintiocho años en 1937 había llegado a laborar, se había ganado en pocos meses el favor de su patrón Don Andrés como le decían sus asalariados e incondicionales, por el lugar el prestante hombre era respetado, en base a su trabajo y ahorro con el tiempo ya tenía muchas tierras cuyo lindero era el lago que quedaba próximo a los alrededores, así, kilómetros más allá quedaba la capital, aquel peón antiguo ahora un próspero agroindustrial había venido de un lugar lejano, de una estancia en la que solo el con su alma sabía de los sinsabores realizados, para él referirse al año 1933 era de significativa tristeza, insistía en cortar conversaciones en las que se hablaban de sus orígenes y su lugar de procedencia, decía que vivía el aquí y el ahora, la vida le había dado esa inteligencia y esa pasión por los negocios pese a no ser un letrado adecuado, todo iba normal, hasta que llegó de visita la única hija del patrón por aquel año de 1937, la bella heredera de nombre Eugenia iba acompañada de su chaperona pues al ella nacer su madre murió, su padre se dedicó al cuidado de su hija y ya se escuchaba los rumores de hacer un nuevo hogar, pese a que la niña heredó el carácter débil complaciente de su padre a través de aquella dulzura le manifestaba a su padre que ella no deseaba relegar la memoria de su madre, es cierto que su padre tenía andanzas con ciertas mujeres de la capital pero todo se consumaba con cuidado en aquellas noches de sexo, sin hacer perder el protagonismo de su hija a ser la única heredera de sus bienes, así, en aquella mañana en la que se bajaba de aquel auto sus miradas se cruzaron, la heredera y el peón se saludaron por vez primera con alta cortesía, irónico, ella tenía cerca de ocho años y él de veintiocho años de edad, casi veinte años los separaban con sus edades, así, con la confianza depositada por su patrón le permitió que la cuidase en los paseos o actividades en la estancia, la niña tenía un carácter muy dulce y a su edad ya brillaba su perspicacia e inteligencia, le atrajo la pequeña, al principio lo sintió como afecto paternal, aquel afecto truncado hace muchos años atrás, pero eso fue cambiando aquella tarde sabatina de 1938, era una hora relacionada con la siesta, el peón se encontraba sólo en calzoncillo, tenía en ese momento una erección mientras estaba sentado arrimado a la puerta de su cuartucho pelando fruta, la niña Eugenia como le decían se acercó a su protector sentándose a su lado, al verse vestido así sintió recelo de que la niña lo viera por primera vez de esa forma, preguntó por su chaperona, la niña respondió que estaba haciendo un obraje y le permitió venir al lugar, es que la relación de la chaperona y el peón era de considerada confianza pues entre ambos cuidaban a la pequeña, el peón con prisa le extendió un mango pelado pero la niñas al apenas tocarlo se le cayó al piso, en el mismo instante ella al ser rápida trató de tomar uno del plato pero el peón al inclinarse lo ladeó y la mano de la pequeña tocó aquel pene erecto vestido en aquel calzoncillo al rato en el que se podía ver los pelos salidos de los testículos y parte del tronco del pene a los que esos dedos infantiles habían rozado, el sorprendido peón sintió ese brusco roce y se limitó a sonreír sin darse cuenta que había quedado con las piernas abiertas mostrándose más amoldado en la tela aquel pene vestido, de igual forma sonrió la pequeña Eugenia, un no sé qué sintió el peón, instintivamente hizo a un lado el plato vacío, los mangos estaban llenos de tierra al rodar por el piso, el peón se levantó, Eugenia vio el trasero con tierra impregnada en el calzoncillo del peón que algo flácido estaba ese pene ahora debido a la impresión, la niña al verlo agachado de espaldas buscando los mangos debajo del catre trató inocentemente de pasar las manos por el trasero del hombre tratando de quitarle la tierra que se había adherido del piso de tierra de ese cuartucho en la tela del calzoncillo, el hombre sintió las palmadas de aquellas manos infantiles femeninas de ocho años, regresó mostrándole una sonrisa, solo que se perdió al instante pues el movimiento fuerte hizo que el calzoncillo se deslice hasta los muslos sin poder subírselo el peón pues sus manos estaban ocupadas teniendo los mangos, rápidamente los puso en el plato y se arregló el calzoncillo algo sonrojado pese a su edad miraba a la hija del patrón que no había perdido detalle en ver aquel peludo y pene laxo en ese momento, ella se sentó en delante del peón sin dejar de mirar ese atrayente bulto amoldado en el calzoncillo, Eugenia desde ese momento le fue atrayente la entrepierna del peón, lo miraba al cabalgar con esos pantalones ajustados de monta, en los momentos en que discretamente pasaba con la chaperona por las duchas, así, hubo una vez en que Eugenia caminaba por los alrededores de la gran casa, su padre había salido a la capital, la chaperona estaba junto a ella, vieron a lo lejos a un peón de espaldas al darse la vuelta vieron el pene desnudo por coincidencia, Eugenia miraba a plenitud aunque brevemente aquel pene del peón, la chaperona le tapó los ojos a la pequeña haciendo movimientos bruscos retirándose del lugar adoptado para orinar entre aquella tupida maleza, aquel día al retornar su padre le trae un lindo obsequio a su hija, una perrita fina de nombre lía, ahora poco andaba con la chaperona pues más sus paseos los hacía con su perrita, a veces la acompañaba el peón, jugaban a las carreras, llegaban al lago para que la perrita beba, mientras ellos se sentaban a ver el panorama, que era paso frecuente de transeúntes quienes al pasar saludaban con solemne cortesía a la hija del prestante don Andrés, el peón desde aquella vez en el cuarto sentía la fijación de la niña en la entrepierna, más cuando su ajustada ropa ya estaba a la altura del apretado pene, de regreso en aquella tarde al encontrarse sobre un amplio campo con árboles tupidos Eugenia dejó libre correr a lía, para sorpresa de ella y el peón que estaban sentados en el árbol se aparece un perro de lidia vaquera llamado Taby que luego de olerse y correr se montó sobre la perrita, miraban la escena, el peón por complacer a la asustada hija del patrón decidió ahuyentar al perro, caminó decidido, Eugenia vio salir algo rojo del pene del perro que se estaba rozando en el trasero de lía, ya había sido bastante el roce, no necesitó ser ahuyentado el perro que tan solo ver a su agresor se metió en el tupido monte de los alrededores del amplio campo por el que pocos transeúntes lo visitaban, el peón vio con sorpresa que la niña se sentaba junto a la perrita viéndola que su lengua canina pasaba por órgano sexual, Eugenia veía con detenimiento el estrago de roce que aquel gran perro había hecho en la moza perrita, la nena le preguntaba por qué el acto de ese perro sobre su perrita y el peón con dulzura y discreta picardía decía que eso era normal en los animalitos que se conocen y llegan a querer, que el viejo perro Taby la estaba queriendo a Lia, la nena asentía aprobando tal explicación, el peón le dijo que ese era un “jueguito” que muchas veces los hacían las personas que se quieren también pero a diferencia de los animales las personas lo hacían con discreción, en secreto pues muchas veces no era correcto que otros epan lo mucho que se quieren cuando se “juegan” mutuamente al papá y a la mamá, la pequeña sonrio y l epreguntó por esa cosa roja que había visto en el perro, el peón le dijo que todo macho lo tiene, algunos más grandes y otrs más pequeños, la nena no le preguntó por el nombre de esa cosa que vio en el perro, el peón vio que seguido a ver eso a su perrita la niña se sentó rascándose la vaginita vestida siendo el pulgar el que más se lo pasaba, mientras acariciaba a su perrita ella vio al peón que en ese instante se estiraba el pene vestido, estaba hecho una lanza puntiaguda, la niña vio fijamente aquel movimiento, el peón entró en el monte, el ver a la niña abierta de piernas mostrando su braga manoseada por los dedos en la vaginita le hizo excitar, no quería demostrarle el deseo sexual a la pequeña a pesar que en semanas antes estando a solas en su cuarto miraba y pensaba en la niña de forma diferente, sobre todo viéndole con discreción al pasar esa vaginita vestida por aquellos hermosos vestiditos o por aquellos pantalones de montar donde se notaba lo amoldado de esa deliciosa vaginita de niña preciosa de pelo castaño y piel blanca de ojos miel mayormente heredado de su difunta madre, se estaba masturbando imaginándose a la pequeña Eugenia abierta de piernas con su vaginita descubierta y su grueso pene rozándola, se decía poseerla con sus ojos bien cerrados imaginándola siend suya, su respiración se incrementaba pensando en la desnudez de la pequeña preciosa Eugenia, un sentimiento de culpa le minaba la conciencia, no estaba el hacerle daño a la pequeña por temor a que su padre se entere y le quite la confianza lograda en todo este tiempo, eso pensaba, cuando de repente, el peón escuchó en ese instante el crujir de ramas secas, ya hace instantes que Eugenia lo había seguido viéndole agitar el pene, curiosamente deseaba ver ese pene ya que debido a su curiosa inocencia pensó que el peón lo tendría ahora rojo como el perro, pese a su timidez algo dentro de ella provocaba tal curiosidad que seguramente era genética, el peón contrariado de no haber eyaculado y al ser sorprendido por la pequeña curiosa de inmediato se subió el calzoncillo arreglándose el pantalón, salieron a donde estaba Lía, para ese instante el perro había vuelto estaba otra vez montado tratando de penetrarla, ese efecto de movimiento sexual elevaba la curiosidad en la niña de ocho años en cambio incrementaba el deseo sexual en el peón, pese a la edad, la niña mostraba un cuerpo desarrollado, con buenos glúteos y cintura sensual, de nuevo alejaron al perro, Eugenia volvió a ver a su perrita lamerse la parte sexual animal, el peón sintió algo que le hizo de nuevo entrar en el monte, ahora el peón miraba disimuladamente dirigiendo la vista por encima del hombro, o se movía discretamente hacia un lado y sin volver la cabeza pero sentía la presencia de la curiosa niña, se volvió ahora sin recelo su calzoncillo y pantalón que estaba a su tobillo, sin tapujos ni complejos decidido en delante de la pequeña se masturbaba, ella le preguntaba por qué hacía eso, él respondía porque se sentía rico igual que el perro le hacía a lía, le salió al peón la espontanea frase nacida de la necesidad sexual instintiva del macho sobre la hembra enfrente diciéndole si deseaba sentirlo mirando su pene, ella que no había dejado de manosearse la vagina vestida desde el momento que vio ese pene erecto aceptó ese comentario, asintió lentamente su carita aprobando esa aseveración sin dejarse de manosear, al peón no le importó ya que esa niñita viera fijamente el pene a plenitud, la niña Eugenia de ocho años a pesar de su timidez se dejó llevar del peón que se subió el calzoncillo y se acomodó el pantalón, luego le estiró la mano sujetándose ella de él transmitiéndole la seguridad y así adentrándose más en el monte, mientras caminaban con paso firme hacia aquel lugar apartado lugar le salió decirle de nuevo si quería que le haga lo que el perro le hacían a lía, ella con algo de timidez ahora pero motivada por su tierna curiosidad ya asentía, llegaron a un punto a apartado en donde se sentía la soledad del lugar, estaba muy apartado el lugar de donde habían dejado amarrada a lía, se sentaron, el peón acarició las mejillas de la pequeña, estaba algo inquieta aunque demostraba a medias tranquilidad, como si le parecía imposible de estar allí y preguntarle de nuevo si deseaba sentir lo que a lía le hacía el perrito ella sonrió tímidamente y se puso cabizbaja sonrojada aquella hermosa piel blanca, el peón probó de nuevo el sentir de la seguridad de la pequeña al volverle a preguntar si le gustaría sentir lo que a lía le pasaba con ese perro, ella que aún tenía una sonrisa tímida sonrojada y cabizbaja sin mirar la cara del peón asentía lentamente la cara, el peón le tomó la prominencia de la barbilla inferior de tal forma que la hizo mirar fijamente haciéndole prometer que no lo comentaría con alguien ni siquiera con su padre, la niña bajó la mirada y volvió a sonreír tímidamente, al instante las manos del peón acariciaban el sutil rostro infantil, ella experimentaba en caricia aquella seguridad que desde hace tiempo buscaba, cerraba sus ojos sintiendo el oler sudoroso del cuerpo de ese hombre, lo deseaba tener más cerca, el peón lo notó, ella obedeció la orden de ponerse en posición de perrita como lía, sus rodillas y manos apoyadas en el suelo terroso con yerba seca, ella sintió el roce de las manos del peón sobre sus muslos sintiendo además el deslizamiento de la tela de la braga por sus rozagantes muslos deslizándose por las piernas llegando a las rodillas dobladas que seguían apoyadas sobre el piso, ella sintió raro sintiendo movimientos en su trasero y en su vagina a lo que el peón le dijo que se estuviera quietecita, ella bajaba su carita sintiendo el manoseo de los dedos del peón en su trasero y en su vagina, ya para ese instante el peón había dejado en el suelo el pantalón y calzoncillo, el pene erecto rozaba la vagina de la niña, el peón cerraba los ojos en señal de haber cumplido su deseo, aquellas fantasías sexuales pensadas en su cuarto mientras se masturbaba se estaban cristalizando en deliciosa realidad, le preguntó si le gustaba, ella decía sí asintiendo con movimiento de cabeza, las caderas del hombre y su cintura se movía armónicamente como había visto a Taby que le hacía a lía, así la tuvo por largo rato, la niña ya sentía cansancio en esa postura, le molestaban las rodillas por la arena, el peón dio cuenta de aquello, se sentaron con piernas abiertas, él agitándose el pene le decía si le había gustado eso, Eugenia decía que si con cierta timidez pero demostraba aún el deseo en su rostro infantil, ahora el peón de veintiocho años le preguntaba a la niña de ocho años si le gustaba eso, es decir su pene siendo agitado, la niña con sonrisa tímida asintió, el respondió con amplia sonrisa, sentía la entrega de ella, Eugenia no dejaba de ver ese pene atrayente, el peón tendió la ropa y a Eugenia le quitó la ropa poniéndola a un lado de donde ella estaba sentada, Eugenia vio tendida la ropa del peón que le dijo si deseaba saber cómo ahora un hombre le hace a una mujer el juego de la mamá y el papá, el peón le dijo a la nena que la quería mucho e ibana a “jugar” pero necesitaba saber de ella si lo quería también, ella algo sonriente asentía, el hombre le dio un beso en las mejillas y en la frentes, luego ella miró su vagina que le pasaba los dedos y manoseándola en repetidas ocasiones pues aún sentía el roce de aquel pene en su vaginita, la acostó boca arriba sobre la ropa, ambos cuerpos desnudos, ella se dejó acostar lentamente, instintivamente unió sus piernas y se tapó con las manitos aquella rozagante y virginal vaginita, el peón dulcemente la miró diciéndole lo mucho que la quería, le acarició las manitos dándole besos en la mejilla, luego besaba las costillas haciéndola moverse emitiendo amplias sonrisas, sutilmente apartó las manos dándole seguridad en sus palabras de que no pasará nada malo, que solo sentirá algo delicioso pues de eso se trataba el “jueguito”, ella asintió dejándose luego abrir un poco las piernas siendo guiadas en su movimiento por las manos del peón que ya para ese momento su respiración aceleraba de emoción y deseo, sudaba mucho de la ansiedad, ella vio las recias manos del peón que sujetaban el pene rozando por los labios vaginales, el glande por vez primera entraba a medias en esa vagina, que al mismo tiempo le estaba haciendo levantar algo del torso de la pequeña, el peón le dijo a la pequeña Eugenia que mire el movimiento del pene en su vaginita, le preguntaba si eso que sentía ahora le gustaba, mentras que ella apoyada en el codo en el suelo miraba aquello asintiendo, a lejos se escuchaba los gritos de la perra lía, ese grito animal al peón lo estimulaba, así que el momento propiciaba en que el peón introducía apenas el glande la niña y respondía con gemidos a la vez que a la distancia lía chillaba por efecto de ser desvirgada por ese feroz can, la niña gemía apenas tenía el glande a la altura del himen y la perra chillaba, el peón complaciente se arrodilló sobre la niña, ahora le dijo que iba sentir mejor, abrió los labios vaginales infantiles y la lengua empezó a moverse haciendo estragos la punta en el clítoris, la niña se retorcía experimentando algo nuevo, de inmediato el hombre la puso boca abajo mostrándose esos deliciosos y voluminosos glúteos infantiles femeninos de ocho años, por ahí le pasó el pene entre la separación, el glande buscaba el ano y lo rozaba, el peón libidinoso le preguntaba si le gustaba a lo que ella asentía, allí en esa postura el pene rozó la vaginita, besó esos glúteos, en ese momento el peón comprendió que ella le pertenecía, la perra seguía con ruidos, eso le estimulo y le hizo voltear, puso sus piernitas a la altura del pecho infantil así la vaginita era más descubierta, la ensalivó y el pene rozaba los labios vaginales algo entrando, despacito iba metiéndolo, la perra chillaba aún, Eugenia abría los ojos y más la boca al sentir esa entrada en su vaginita, las manos de ella tocaban los muslos velludos de su iniciador, en aquella primera vez, vio el roce del pene hasta que del glande salió un líquido seminal, los chillidos de lía a lo lejos ya no se escuchaban, el peón había eyaculado, unieron sus frentes y fue en ese momento que se dieron el primer beso apasionado, poco a poco le enseñó a besar, él se apartó de ella dejándole sentar con sus piernitas abiertas, viéndose su vaginita mojada de semen, así quedaron acostados desnudos sobre la ropa del peón en aquel apartado lugar, al hombre le vino un sentimiento de culpa, igual lo percibió en ella, ratificó no decir nada de aquello hecho, siguieron acostados por largo rato viéndose pene y vaginita desnudas, los dedos del hombre recorrían los muslos de la pequeña que se dejaba, de eso aprovechó en enseñarle a besar a la niña, al pasarle el calzoncillo sobre la vagina desnuda le vino el deseo de que experimentase algo mejor, la abrió de piernas y le lamió y chupó el clítoris haciéndola estremecer de gusto, así le dijo que siempre le recordase y que siempre la iba a tener, que le pertenecía, la estaba minando emocionalmente como algo de su propiedad, jugaron a los roles aquellos cuerpos desnudos sobre la ropa del peón, se vistieron y al salir del espeso monte vieron a lía prendida de aquel perro que al verlos trataba de escapar pero estaba bien prendido que no podía, el cabo que sujetaba a la perrita se lo impedía, el peón y Eugenia decidieron esperar a que se separasen sentándose arrimados debajo de un frondoso árbol, Eugenia le preguntó al peón satisfecho de sexo por qué los perros hacen eso, a lo que el hombre le responde porque así instintivamente se quieren los animales así como se querían sus padres y de ese amor nació ella, más también como ahora y siempre que él la quiere a ella, así, el rostro de la pequeña Eugenia de ocho se recostó sobre el pecho del peón, había experimentado un sexo ligero pero significativo aquella primera vez, por consecuencia, la vida en ambos había cambiado naciendo su atracción sexual, de tal manera, los meses pasaban, so pretexto de cuidarla y de que nadie sospechaba de una relación así, el peón la citaba diciéndole que se verían en aquellos lugares teniendo a lía como pretexto en sus caminatas, él le enseñaba nuevas posturas sexuales, cada vez se declaraba deseosa de tener sexo con él, se atraían pese a la edad, fue en aquella ocasión que el hombre partía leña viéndola pasar a Eugenia a lo lejos, con suave silbido ella lo vio asintiéndole ante los gestos que le hacía, por esa época ya iba a cumplir los diez años, ya su cuerpo había experimentado un gran crecimiento para su edad, seguramente heredado de su difunta madre, tenía puesto un vestidito floreado, bragas blancas y unas sandalias con medias a las rodillas y algo más, tenía puesta una diadema adornándole ese hermoso pelo lacio castaño claro, agarrada de la cadena que sujetaba a la perra lía que ya iba por su segundo parto, en el primero había tenido cuatro perritos, la preñada perra acompañaba a su ama por aquellos sinuosos y quebradizos caminos de herradura, a veces se encontraba con marchantes que la invitaban a subir o simplemente la saludaban con cortesía, llegó a aquel lugar, se sentó amarrando a su fiel mascota único testigo de aquellos encuentros sexuales, de entre el monte salió el peón sentándose junto a ella, la contempló, olía a sudor producto de la faena diaria, ella ya se había acostumbrado a ese olor, como que al olerlo la excitaba más de la cuenta, sacó de su bolsillo una braga, ella gustosa y sonriente se sentó delante del peón, se sacó la braga que llevaba puesta y se puso la de regalo, el peón gustoso admiraba la piel de aquella hermosa niña que se había quedado solo con la braga puesta, la niña caminaba en su delante modelando con su braga nueva, luego los dos cuerpos abrazados como siempre brindaban su erotismo manoseándose hasta sentirse mutuamente a plenitud, el peón era el de la iniciativa, Eugenia dejaba poner las piernas en los hombros de su amante, las manos del hombre deslizaban la braga por los muslos alzándola hasta llegar a los tobillos, allí en ese lugar el hombre la olía y lamía el objeto interior, la sacó por los pies quedando la niña desnuda por completo, igual el peón, los cuerpos unidos, así sería luego el acostumbrado roce del glande en la vagina y luego el semen depositado como siempre en su ombligo, solo que esta vez lo haría diferente el peón, así se lo propuso, ambos sentían el roce de sus genitales, el hombre sujetó bien a Eugenia, la braga estaba colocada sobre el coxis de la pequeña y el suelo, la colmaba de besos mientras el glande entraba entre los labios vaginales, lía sentada miraba jadeante el movimiento de esos cuerpos desnudos haciéndose el amor, sentada se lamía su dilatada vagina animal, estaba en los días, la perra escuchaba los gemidos de la pequeña Eugenia, es que el glande del hombre iba entrando más de lo acostumbrado, estaba ahora hecho un animal, le decía si recordaba a aquellos perros haciendo el amor, ella le decía que sí, él le preguntaba si era suya y ella asentía, pujando y gimiendo, el deseo apasionado en su cuerpo le permitía sentir a plenitud ese pene entrando, seguían los besos, el pene entraba y salía con pausa prolongada, ambos veían moverse al pene en la vaginita lampiña, ella aferrada a los antebrazos de su hombre, faltaba poco para llegar y romper el himen, así lo sentía el peón con certeza, no era la primera a la que desvirgaba, se apartó un poco viendo bajar las piernas a la niña y a esa vaginita en su exterior mojada de saliva y liquido pre seminal, el glande rozaba los labios vaginales, se sentían las pieles calientes del deseo, tomó el pene ensalivando, luego le hizo abrir las piernas y más ensalivó la vagina, de nuevo el glande entraba ahora más de la mitad de su tamaño, la niña gemía más , la perra al escuchar los gemidos daba vuelta sobre su cadena ladrando bajo, como que el animal intuía lo que su ama experimentaba y comenzó a ladrar mas fuerte, la niña cerraba los ojos con fuerza frunciendo la cara con la boca abierta, mordía los labios, pujaba, ya casi se decía para sí en su adentros aquel hombre, era su oportunidad tan deseada desde el momento en que por vez primera vio desnuda a aquella hermosa niña, era el momento de que sea suya para siempre, se dijo en sus adentros libidinosos de pensamiento, rígida la cadera se movía, el glande entraba, ahogaba los gemidos besándola constantemente en cada entrada de pene, los labios vaginales se ampliaban dilatándose al paso del glande, el peón miraba la cara de la niña con expresión de dolor, aguanta, aguanta, ya casi, ya casi, le decía, de pronto un gran impulso, un desliz de pene en esa vagina, se escuchó un grito desgarrador de Eugenia, lía ladrando al unísono, su ama había sido desvirgada, el peón quietecito dejó todo su pene dentro, sentía su latir, veía su cuerpo unido al de ella, la proporción de cuerpos era muy diferente, sus barrigas unidas, hacía movimientos cortos circulares a lo que ella respondía con gemidos y cara fruncida, le decía que le duele, que ya no más, ya no más, el peón había logrado su cometido, su deseo de muchas semanas que revoloteaba en su mente ahora se hacía realidad, Eugenia le pertenecía, la hija del patrón era suya al cumplir los diez año, ese era el regalo de su cumpleaños en ese día memorable para ambos, él su iniciador, más que amor en ese momento fue el deseo sexual lo que primaba, la vio relajada y luego fue sacando el pene de a poquito, después de un instante lo volvió a meter y en cada metida el dolor en la pequeña se iba haciendo poco, embelesado siguió su cometido, ella respondía con gemidos y jadeos, se había entregado al fin a la voluntad de aquel hombre veinte años mayor que ella, aquel peón que le había enseñado sexo a plenitud total, los temores vinieron al ver la vagina ensangrentada, el peón reaccionó con vergüenza rogándole ahora más que nunca ser discreta, ella pese a estar muy agotaba por esas embestidas de grueso pene se sentía otra, le pasó la braga nueva por entre los labios vaginales ensangrentando la tela, ella lentamente se acuclilló con ayuda del hombre logrando sacar orina por esa vagina desvirgada, le dijo que sentía un fuerte dolor de vientre, no le respondió y simplemente sonriente la acostó sobre la ropa abrazándose los cuerpos desnudos, ella le dijo que tenía miedo, el hombre respondió con palabras que le daban seguridad, le acariciaba el rostro y el pelo y le daba besos en mejilla y frente, pese a todo ella le correspondía al momento de besarse con lengua, la perra se había calmado sentada se lamía la vagina animal, era el momento de partir, el peón quedó con el pendiente de la niña acompañándola hasta cierto tramo con prudencia luego separándose de ella con un tierno beso en los labios y en la frente, Eugenia retornó cabizbaja con su perra en mano, esa noche ella no pudo dormir con cierto dolor, a distancia en el cuarto a la luz del candil encerrado en su cuarto el peón miraba la braga ensangrentada, la guardó en una caja debajo de su cama como testimonio de aquel día en que la hizo suya, esa fue la causa de haberla comprado, los días siguientes se miraban con discreción, se alejaron un poco, en aquellas vacaciones escolares de visita en la estancia de su padre caminaba por el lago que linderaba en parte la extensas las tierras, se encontraron y mutuamente se abrazaron, de esa manera se demostraba que ella ahora de once años dependería de ese cuerpo viril de su peón iniciador, se dejó hacer el amor desenfrenadamente sintiendo el semen dentro de sus entrañas, desde temprana edad Eugenia conoció el sexo, su padre nunca se enteró de lo ocurrido en aquellos encuentros, el peón con el tiempo ganaba más credibilidad en don Andrés debido a su lealtad y trabajo constante aún más de lo debido, tiempo después al morir la perrita el pretexto pasó a ser el de montar a caballo, ya para esa edad Eugenia tenía doce años, la chaperona pasó a segundo plano pues ella se defendía sola, pese a tener esos encuentros sexuales, hacía su vida normal, conoció amigos a los que tuvo enamoramientos, el peón a discreción veía esos niños ricos a los que despreciaba, celaba a la hija del patrón, a veces le increpaba a solas en sus encuentros, pero ella lo ponía en su sitio y eso le hacía a él sentirse mal, así, en un momento dado ella estando en el lago cabalgando vio acercarse a un jinete, era él, su iniciador, Eugenia iba a cumplir los quince años, faltaban pocas semanas para el gran evento, todo era expectativa, esa tarde se encontraron, él pidió conversar a lo que ella acepto dejándose apear del peón, aminaron hablándose amistosamente, ella tenía un cuerpo hermoso, dejó que la tomase de las manos, rozó los muslos vestidos en fina tela ajustada de montar, vinieron los besos y las caricias, recordaban aquellos antiguos encuentros, en esos momentos deseaban mutuamente amarse, sin más de tantas caricias sus cuerpos se iban desvistiendo, hacía un par de años que no se tocaban, las manos del hombre pasaban por la velluda vagina de Eugenia, sentía el latir de su corazón pues ella había llevado la mano del peón a su corazón y a sus pezones, pese a todo le declaraba su deseo de estar allí, que sabía que estaría en ese mismo sitió que hace siete años allí se le entregó por vez primera y ahora deseaba algo más, el peón lo entendió, era el momento esperado por ambos, sin importar a nada, ambos estaban decididos, ella dejó que la desvista totalmente su hombre como le decía en cada caricia prodigada, sus pieles calientes se unían haciendo un solo cuerpo cóncavo y convexo haciendo así el amor, la lengua de peón hacía estragos en el clítoris de Eugenia, haciéndola estremecer a plenitud certera, el peón lo sentía, su piernas sobre las piernas de su amada en la que se iba acostando lentamente sin dejarse de besar, luego él arrodillado en su delante rozaba el glande por los labios vaginales, despacio el glande iba entrando, se inclinaba el cuerpo, así, despacio iba entrando, así de humedecido iba entrando, se levantaba y bajaba la cadera y así el glande seguía entrando, lo sacó para ensalivar más la vagina, y así después entraba como aquella primera vez y como las veces seguidas, al eyacular el peón lo hacía afuera haciéndola acabar a ella como le gustaba, haciéndole estirar el clítoris con su lengua, así el tiempo los separaban, había discreción, por un tiempo no se relacionaban, aunque el peón logró favores de don Andrés, elevándolo a la categoría de su más alto hombre de confianza, empezó a tener acceso a las finanzas y en forma poco moral se sustraía dinero declarando ciertas pérdidas ficticias, don Andrés cegado de la lealtad de su hombre de confianza seguía con su credibilidad, hasta que en un mal día se declaró la bancarrota, el corazón de aquel hombre no soportaba la situación económica imperante y pese a estar grave de salud continuaba aferrándose sobre una solución quien mañosamente aquel hombre de confianza le cerraba paso, así, el tiempo transcurría, a los pocos meses de cumplir años Eugenia, su padre moría, quedaba sola, su familia que antes la visitaba para no comprometerse económicamente le dieron la espalda, el hombre de confianza se acercó a ella con la sorpresiva orientación que para evitar la desdicha de ser marginada por la sociedad le pedía que se case con él, ella lo pensó, no dándole esperanzas, pero la situación era grave, aquel hombre desde su niñez había sido su soporte, le había dado su virginidad, era el indicado, tenía dinero, ella bien tenía indicios de que aquel hombre había en algo robado el dinero de su padre, pero pese a todo aceptó el matrimonio, los diarios de la localidad mentaban la boda, poca gente fue testigo, aquel hombre había logrado su estatus social a costillas de su esposa, había conocido a Fulgencio Arichabala en aquellos negocios y fue él quien lo aconsejó para que minase la fortuna de Andrés dándole una cierta suma fuerte a su mentor Arichabala, de esa forma don Fulgencio se quitaba un competidor más en sus negocios y había ganado un adepto incondicional al que la muerte le esperaba si lo traicionaba, a cambio tendría todo el apoyo económico posible, así aquel hombre de confianza se casó con Eugenia, la luna de miel fue adecuada, los problemas para la pareja y en especial para la esposa fueron luego del mes de casados, el esposo había cambiado de actitud, fama y fortuna brillaban en sus ojos haciéndose adepto al trabajo, su recio carácter predominaba sobre le débil carácter de su esposa que pasó a segundo plano, luego de haber tenido al tercer mes un primer aborto el cual lo había engendrado en su luna miel y ya casi al año de casados nació en 1945 un niño precioso de nombre César Andrés Gomez Gonzalez, el primogénito se mostraba en las foto del nacimiento y de inmediato el bautizo, pero ni el nacimiento del pequeño hizo que internamente la pareja fuese estable emocionalmente, pues al crecer el niño con su uso de razón miraba los desplantes de su padre a su madre, el pequeño César Andrés era cuidado por su nana, la misma que había cuidado a su madre Eugenia, y el amor lo prodigaba a su pequeña mascota, sufría mucho en su cuarto cuando escuchaba las peleas de sus padres, al tener la edad apta para rendir la escolaridad fue internado el pequeño; en ese instante, el prestante hombre volvió en sí, vio de lejos a su hijo, tenía un secreto bien guardado respecto a su fortuna, en realidad el pequeño César Andrés, aquel tímido niño de carácter heredado de su madre no era el primogénito de aquel hombre, en realidad el niño tenía dos hermanos ya muy mayores que aquel hombre y a propósito se preguntaba qué sería de ellos luego de haberlos abandonado a la suerte con la madre de los pequeños en aquel apartado pueblo acaecido en ese fatídico año de 1933 en el que retumbaban en su mente los fantasmas de aquel pasado que minaban sus conciencia y paz interior con sus mujer pues pese a que él fue quien la desvirgó tenía pocas garantías de haber estado con otros hombres siendo soltera, a veces le daba por creer que César Andrés no sería su verdadero hijo, pues el parecido era más absoluto en su madre que en el padre, por eso el maltrato a su hijo pues tenía un trauma en su primera relación anterior a la de Eugenia, que su actual esposa desconocía.
FIN DEL CENTÉSIMO QUINCUAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
Quizá el mejor capitulo de este 2023. Retomando la buena imaginación.
si tienes razon es el mejor capitulo del 2023 amigo sale ya estoy esperando el siguente saludos….. 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
Me pregunto , si ya estará escrita la historia. Cada 15 días un capítulo es mucho tiempo .