METAMORFOSIS 160
En aquellas habitaciones.
Por los corredores de la suntuosa mansión Arichabala corría el pequeño Daniel Nicolás de reciente dos años de edad, calzaba unas sandalias parisinas importadas regalo de su bisabuela Matilde, de igual manera lo era el pijama que cubría su cuerpito, el pelo lacio castaño claro se alzaba al correr, sus manitos bien formadas tocaban los juguetes con atención llevándoselos a la boca, con amplia sonrisa miraba a sus alrededores de manera cómplice, jugaba tan plácidamente con sus primas que los gritos de emoción se escuchaban hasta en los bajos del gran salón, el anciano Fulgencio copa en mano sonreía meditabundo yendo el grito y algarabía de sus nietos, a su lado estaba su fiel sirvienta, la mirada del prestante hombre indicaba un rictus de infinito, pensaba y pensaba al escuchar los ruidos infantiles, ante el ruido más intenso se acentuaba su sonrisa, el dedo índice pasaba por el filo de la acostumbrada copa de coñac, se sentía trasportado por ese alcohólico penetrante olor, asintió con mirada firme hacia la empleada que desde minutos antes esperaba en silencio una orden, dio un sorbo a la copa introduciéndose parte del líquido contenido con los ojos cerrados, luego de aquel gesto de movimiento de cara del patrón fue suficiente para la fiel ama de llaves el interpretar sus anhelos y deseos, ella asintió también muy seria, giró sobre sus talones en forma delicada, vio la silueta le maguer a través del cristal de su vaso en vista al trasero de la mujer, luego se escuchó el sonido de las puertas cerrándose, Fulgencio bebió el resto del líquido con pausa prolongada, esperó del momento de ausencia para como un loco animado lanzar la copa vacía al suelo de una manera súbita e incomprensible, algo le angustiaba que su respiración comenzó a acelerar, pasaba repetidamente sus manos por su rostro, inclinó su cabeza apoyándose los codos en el amplio escritorio, dio unos pasos a la ventana entreabierta a tomar aire de aquella fría mañana sabatina, había pasado un mes desde el homenaje a su nieto, su nieto, su alegría de vivir, sonrió forzosamente haciendo mueca, hizo puño con las manos aferradas a la tela, estaba furioso recordando algo pendiente, tomó el teléfono antiguo ante el sonido inquietante de la llamada activa, luego de girar su cuerpo sobre el sillón salió una voz de tono gruesa al otro lado de la línea, Fulgencio con sonido de voz prepotente increpaba, tenía ansiedad en que se cumpla con lo pactado, se puso en pie, no podía esperar a más, sudaba mucho cuando colgó el teléfono sentándose de repente en el gran sillón, emitió una risa irónica teniendo los ojos cerrados y las manos frotadas repetidamente, recostado en el sillón vio a través del gran ventanal a la pequeña Victoria de once años que seguía al pequeño Daniel Nicolás, hizo puños con sonrisa irónica golpeaban el escritorio, su descendencia, pensaba, su legado de sangre, algo tranquilo pensó en que en pocos días se celebraría su cumpleaños, fue corto el tiempo en que los vio a los pequeños pues entraron al garaje, detrás los seguía la pequeña Cayetana Fernanda Catalina que asimismo a finales del mes presente cumpliría los dos años de vida, Victoria por tener once años era la líder de los juegos, la mayor de los nietos de Fulgencio Arichabala, la seguían en todo, le imitaban, de pronto la voz de Débora, de sesenta años, la ama de llaves de entera confianza para Fulgencio y la matrona de los Arichabala hacía gestos a los niños de que ya era la hora del acostumbrado baño diario, los niños obedientes se dejaron llevar por la fiel nana, el primero en entrar en esa gran tina fue Daniel Nicolás Fulgencio, luego lo hizo la pequeña Cayetana, Débora y Victoria los bañaban con finos jabones y telas suaves, así los dos niños puestos sus interiores jugaban rodeando la tina a la vez deslizándose, en ese momento aparece Fulgencio viendo la algarabía de los pequeños lanzando agua, dio una amplia sonrisa con mimos más al pequeño varón, luego haciéndole un gesto a la fiel Débora para que lo acompañase, Fulgencio Arichabala le dijo a su nieta Victoria que terminase de bañar a los niños, la niña simplemente asintió obediente, emitió una amplia sonrisa, al salir los adultos Victoria se limitó a contemplarlos, la inocencia del varoncito de dos años le permitía hacer movimientos corporales atrayentes para la inquieta Victoria que desde años atrás fue desvirgado su ano justo el día del cumpleaños de su abuelo, fue el entonces jardinero Agustín su iniciador, aquel muchacho humilde, lo recordaba cada vez que se rascaba el traserito, ahora Victoria miraba a los niños que el interior se deslizaba lentamente por sus pieles y así ambos niños mostraban un lunar a la misma altura de la ingle derecha, Victoria tiene uno en el hombro y en el coxis, y este deslizamiento de interiores en los niños se seguía dando tras saltar sobre el agua, después de tanto brinco ya los interiores estaban a la altura de las rodillas, de a poco se despojaron de la ropa quedando desnudos, en ello ayudó Victoria, la vaginita y el penecito eran humedecidos por el deslizamiento del hilillo de agua, ambos genitales escurridos se unían al brincar uno frente a otro así se producía el roce de ambos genitales infantiles de forma incente, los niños de dos años brincaban tomados de las manos y caían sentados con amplias risas en la tina con agua con burbujas de jabón, la mirada de Victoria se centró en el movimiento del pene del pequeño Nicolás, pensaba sonriendo, a pocos pasos de allí Fulgencio daba instrucciones a Débora, la mujer pensativa con semblante cabizbajo denotaba profunda preocupación e inconformidad con lo escuchado de labios de su patrón, pero con resignación dio unos pasos con algo de intriga en su rostro, detrás Fulgencio seguía instruyéndola con voz firme y contundente, salieron al amplio jardín y entraron al auto plateado que los conduciría por la alameda, mientras tanto, Victoria secaba el cuerpo de su hermanita Cayetana, por su naturaleza débil la niña empezó a toser, la pequeña había nacido con baja proporción de anticuerpos y el exceso en actividades resultaba en tos recurrente, de naturaleza débil fiscalmente la niña caminaba sobre el piso, desclasa puesta su toalla, pensativa, mientras tanto el pequeño Nicolás seguía feliz agitándose sobre la tina de baño, recostado sus bracitos de piel blanca agitaban el agua, Victoria lo miró, muy atrayente el precioso niño de dos años por sus movimientos corporales, luego se paró sobre la tina, el agua deslizaba sobre su piel, las manos de Victoria pasaban deslizando la piel del pequeño, las pasó por los glúteos y más aún en el penecito, Victoria sonreía viendo a su primito también sonreír ante el manoseo ejercido, estiró los brazos tomándolo de la cintura y lo sacó de la tina para secarlo parándolo sobre el piso, por su cuerpo de piel blanca escurría agua mostrándose los labios rozagantes tiritando por el clima con sus deditos de manos entrelazadas un poco cabizbajo viéndose el escurrir por sus bien formados pies, Victoria vio a lo lejos sentada en la cama a su hermanita aún cubierta por la toalla, desde dentro del baño le dijo que se estuviese quietecita sin moverse de allí, luego cerró la puerta del baño hasta lograr un poco de privacidad con su primito que se acuclilló delante de Victoria, el niño pasó un instante tomándose las manos en la boquita mientras su prima Victoria le pasaba la toalla, luego lo levantó poniéndolo en pie, le pasó la toalla por el cuerpo deteniéndose en los genitales y entre la separación de los glúteos, luego limpiamente los dedos de la prima rozaban la piel de los glúteos del primito, después le rozó la yema de los dedos en el penecito estirándolo con delicadeza, el niño pese movimiento que le estaba haciendo su prima ya sonreía mucho, Victoria creía que le estaba gustando eso a su primo y sorprendida vio que luego de hacerle varios estiramientos sutiles se puso erecto el penecito de su primito Nicolás, la niña gustosa de ver ese miembro erecto lo pasó acariciándolo con sus manos, el niño vio los dedos de su prima que pasaban por los testículos, la prima acercó la nariz oliendo la piel del pene, tenía perfume del fino jabón antes pasado en la piel infantil, la niña cerró los ojos oliendo ese penecito con algo de glande mostrado al deslizar el prepucio de Nicolás, abrió los ojos viendo muy de cerca ese penecito aún erecto algo gruesito para su edad, lo que hacía atractivo el niño, Victoria muy animada abrió la boca y empezó a lamer ese penecito erecto, Nicolás sonreía inocente de lo que recibía, es decir, su primer sexo oral a sus dos años, y justamente de su primita Victoria, con sensibilidad se lo estaba dando su prima Victoria de once años, la niña chupaba y chupaba cual si ese penecito lampiño de piel blanca fuese un helado, la lengua de forma puntiaguda rozaba los testículos, el niño sonreía, intercambiaron miradas con sonrisa mutua, lo hizo poner de espaldas a ella y siguió pasándole la lengua por los glúteos oliéndole la separación más aún cuando lo hizo encorvar mostrándose más el traserito saliéndole un olor peculiar, en ese momento se escucha sonido en la cerradura luego con toques en la puerta de baño, rápidamente Victoria cubrió con la toalla a su primito Daniel Nicolás, fue a abrir encontrándose con su hermanita que le pedía vestirse, la nenita caminaba aún con cierta dificultad, Victoria tomó de los hombros a los niños guiándolos a sentarse en la cama, Daniel cubierto con la toalla vio desnuda a Cayetana tras deslizarse la toalla que llevaba puesta, así lo había hecho las manos de Victoria, la niña alzaba sus piernas para que Victoria le subiese el interior, luego un vestidito que se encontraba tendido en la cama junto a la ropa que se iba a poner Nicolás puesto allí por Débora, le puso las sandalias, la peinó y le puso colonia familiar tradicional muy fina, finalmente talco en el cuello, Cayetana salió sonriente de aquella habitación, todo ese movimiento de vestir había visto el pequeño con mucho atención, tomó a su hermanita menor de las manos conduciéndola escaras abajo hasta el salón de juegos que décadas atrás Fulgencio lo había preparado para sus hijos Mateo y Nicolás, durante el camino Victoria saludó a su bisabuela Matilde que estaba recién llegada de visitar a unas amigas de sociedad patronato de la que era miembro, la anciana regia pese a su avanzada edad se encontraba recostada descansando en uno de los amplios sillones junto al salón de juegos, Victoria dejó a su hermanita y presurosa subió las escaleras en dirección a la habitación donde se encontraba esperando su primito Daniel Nicolás, puso seguro en la puerta, allí estaba el niño esperando a ser cambiado, tenía abierta la toalla, estaba sentado sobre la cama con su pene posando sobre la sabana, ese pene flácido le atrajo mucho la atención a Victoria, llevó sus manos a estirarlo y a ponerlo erecto en poco tiempo, el niño miraba en su penecito aquellos movimientos de manos de Victoria, ambos sonreían y ella sin dejar de mirar ese penecito, lentamente de forma voluntaria el pequeño Daniel Nicolás se fue acostando envuelto en la sabana, las manos de Victoria la extendieron dejándose ver el cuerpo descubierto del pequeño de cara al techo, estaba completamente desnudo acostado a piernas abiertas con su penecito erecto teniendo a su sonrisa como complacencia la que fue diluyendo cuando vio acercarse la cara de su prima Victoria con lengua afuera lamiendo el penecito ensalivándolo completamente, a su corta edad se sentía raro, hacia puños en las manitos cuando la punta de la lengua se deslizaba desde los bajos de los testículos infantiles hasta ladear en forma circular la punta del erecto penecito, luego se lo introducía en la boca chupándolo como si fuera helado, miraba ese movimiento bucal, la mejilla de la niña se posó sobre el penecito, hizo movimientos deslizándola entre el tronco del penecito y esos testículos lampiños, Victoria olía lo lamido ensalivado, eso a ela siempre le gustaba hacer, besaba repetidamente ese pene lo que hizo ciertas cosquillas al inocente niño que empezó a sonreír, Victoria le hizo al niño dar vuelta boca abajo dejándose ver esos glúteos rellenitos de piel suave, los besó asimismo repetidamente pasándole la lengua ensalivándolos, los abrió oliendo el ano de Nicolás, siguió besándole la espaldita, le hizo dar vuelta, el niño que estaba acostado luego se sentó en la cama y vio en su delante que su prima se deslizaba su prenda interior y alzándose su vestidito dejaba ver su vagina lampiña de once años, ella se acostó junto a él, con sus manos tocaban el pecho del nene que lo acostaba lentamente, ella hizo que lentamente se posaba sobre el penecito, no vio más porque la cara de ella con su tronco cubrían su carita, solo sentía aquel roce, se apartó un poco y su prima le dijo que mirase el movimiento de ambos genitales, era la primera vez que alguien del sexo opuesto posaba su vagina en su pene, su prima se estaba convirtiendo en su iniciadora, los labios de Victoria buscaron los de su primito Nicolás dándole un beso prolongado con saliva, el niño hizo movimiento de cara como instintivamente sentir no un gusto por aquello, pero Victoria insistía en besar a ese precioso niño aún en las mejillas, orejas y pelo lacio castaño claro, ambas siluetas unidas piel a piel, las piernas bien abiertas del niño se dibujaban al unirse con las de su rimita, las manos de Victoria recorrían la piel de su tierno primito que pujaba por el peso, se apartó lentamente, el niño alzó la carita viendo los dedos de su primita que rozaban y en parte se introducía en la vaginita de once años, ella se acostó llevándolo encima de su cuerpo a su primito acomodando el pene rozando la vagina sujetándolo de los glúteos, las piernas bien abiertas, ella no paraba de sonreír y cerrar los ojos sintiendo el roce en su piel de aquel penecito erecto de su primito Daniel Nicolás de dos años de edad, lo tuvo así hasta que sintió venirse un líquido, pensó en orinar, fue lentamente al baño con su vestido puesto, se sentó en el inodoro y vio en el marco de la puerta al pequeño Nicolás arrimado estirándose el penecito ensalivado, lo tenía mu rozagante de tanto frote, Victoria le hizo gestos para que se acerque y al tenerlo en su delante algo se agachó para lamerle el penecito, Nicolás quietecito se dejaba, le gustaba eso a manera de sentir cosquillas, ambos entraron en la ducha desnudos sintiendo el roce del agua, ella se puso en posición perrita abriéndose los glúteos haciendo sujeto a su primito de sus manitos para que el penecito ya erecto roce la separación de los glúteos en su trasero infantil femenino, Victoria pensó que ya mucho tiempo estaban en la habitación así que lo secó y lo vistió al niño antes de que alguien llegue a la habitación, bajó las escaleras llevando de la mano a su primito, la anciana matrona Matilde se incorporó lentamente del sillón abriendo los brazos y a distancia el niño corrió a abrazar a su bisabuela, era el engreído de la casa, era la perpetuidad del linaje de sangre de los Arichabala, hasta ahora el único bisnieto varón de la familia y el nexo con la otra familia de su madre lo que hacía que las tierras y propiedades se incrementen, la matrona no dio cuenta que Victoria se había bañado, ambos primitos jugaban en ese salón a la mirada de la matrona, Victoria a su lado los miraba también disimulando restregarse la vagina vestida, la matrona notaba la similar sonrisa de Cayetana y Nicolás, se le hacía muy familiar ese tipo de sonrisa, la había visto en alguna parte, meditó, era buena fisinomista y pocas veces se equivocaba, de pronto le vino un rictus en su rostro de peocupación haciendo que beba más rápidamente el agua sin que Victoria que estaba a su lado no lo notase pues seguía restregándose la vagina de espaldas a ella; a muchos kilómetros de la mansión Arichabala una pareja descendía del lujoso auto en las afueras de la ciudad capital, la polvorienta calle contrastaba con lo bien lustrado de los zapatos, el hedor era penetrante a evidente pobreza del lugar, se escuchaba el correr del río caudaloso a un costado de la vía, entraron a la humilde y semi oscura casa con lúgubres habitaciones, un hombre mal encarado hacía venía a la pareja especialmente al prestante hombre abriéndole la puerta, la pareja no se inmutó pues iban firmes en mirada hacia adelante, como que anhelaban llegar al lugar convenido lo más pronto posible, tras entrar otro hombre recibió a la pareja de inmediato murmurando al oído del prestante hombre, la mujer escuchaba el sonido venido de la siguiente habitación con puerta en su delante, el hombre le dijo a la mujer que esperase allí, ambos hombres entraron, luego el prestante hombre salió estirando su mano hecha puño, al abrirla la mujer vio una medalla, sorprendida la tomo explorándola con calma en su mirada, no podía disimular su sorpresa, sus manos recorrían la fina medalla así como la cadena, pertenecía sin duda a una reliquia familiar exclusiva vaticana, la mujer asintió temblorosa devolviéndole la medalla, comprobaba la validez de la misma, eso quería saber aquel prestante hombre, al ver la expresión facial de la mujer el hombre amplió su sorpresa, sorprendida la mujer vio al hombre acuclillarse, tembloroso jadeaba, el clima en la habitación le hizo sudar, apretó con fuerza lo más que pudo aquella medalla, uno de los hombres hizo gesto a otro y de inmediato a su lado de hombros el hombre acuclillado vio extendidas las manos del mal encarado mostrándole una copa de coñac y la botella favorita en otra mano, el prestante hombre se incorporó volviendo a su compostura, bebió de un sorbo la copa, era lo mejor que le hubiese pasado en ese momento, palmeó el hombro del asistente en ademán de aprobación, le hizo un gesto al otro mal encarado para que acompañase a la mujer dentro de la habitación mientras él se servía otra copa, para la mujer fue una deplorable impresión ver en su delante a un hombre amarrado a la silla semidesnudo solo puesto su calzoncillo, había sido flagelado y tenía moretones en la mayoría de su cuerpo, los tenía por su resistencia a declarar lo que sabía, estaba vendado para no reconocer a sus captores, en ese momento estaba desfallecido, detrás de la mujer salió agua lanzada por un balde, eso hizo reaccionar en parte al cautivo, la mujer escuchó balbuceos en el hombre, lentamente se acercó al hombre tocándole el pelo, lo que le hizo reaccionar defensivamente a aquel cautivo, la voz suave de la mujer de sesenta años pidió se calmase al cautivo, el rostro sangrante fue limpiado y asistidas en parte aquellas heridas sufridas, ya para ese momento el prestante anciano estaba detrás con puño en mano la medalla viendo la acción de la mujer, las preguntas fueron cortas así como las respuestas de donde vivía, la mujer cariñosamente de tono le decía al cautivo el nombre de su abuela, Odalia, y el nombre de su madre, Eudomilia, el cautivo sorprendido le preguntaba a la mujer cómo sabía esa información ratificando que era verdad lo que la mujer afirmaba, un frío recorrió la espina dorsal del prestante anciano que desde su llegada no articulaba palabra en esa habitación, el hombre miraba de otra manera al cautivo, precisaba disipar sus dudas con la presencia y aseveración de aquella mujer, no dudó en hacer un tris y de inmediato uno de sus hombres mal encarados se acercó a escuchar en su oído algunas instrucciones, de inmediato salió, entrando con las pertenecías del cautivo secuestrado, la mujer continuó diciéndole que su padre era un campesino llamado Serafín esposo de su madre Eudomilia, el cautivo negó aquello, pues su verdadero padre era Carlos Felipe del Olmo, el prestante anciano hizo nuevamente puños ahora de ira incontenible, el cautivo tras un silencio prolongado viéndose cerca a morir dijo que Hermógenes era su hermano mayor, él si fue hijo del campesino Serafín, su medio hermano, ambos hijos de Eudomilia, su hermano murió en un accidente de tránsito con Yahaira y su otro medio hermano Carlos Alberto, el anciano tembloroso miró a su hombre de confianza, se limitaron a ponerse cabizbajos, ellos sabían de lo que hablaba el cautivo, fueron los autores, el anciano llamó a la mujer diciéndole algo al oído, luego de una pausa la mujer le preguntó al cautivo el origen de aquella medalla que la llevaba puesta, el hombre vendado hizo pausa, pidió agua, la que se le dio de inmediato, luego dijo que nació en una cabaña humilde que aún perdura en terrenos labrados cerca de las tierras recién adquiridas por Rodolfo Buonanote bajo una noche de lluvia torrencial, su madre murió dando a luz, su madre Eudomilia dio su vida para que él viviera, esas palabras retumbaron a oídos del anciano quien se acuclilló y no pudo más que ponerse tembloroso, de nuevo bebió coñac, alzó su rostro lleno de lágrimas, mientras escuchaba decir de labios del secuestrado que su difunto hermano Hermógenes cumplió la promesa de Eudomilia en ponerle la medalla como señal de maternal amor eterno, por eso nunca se desprendía de esa medalla pues era el símbolo de la presencia de su madre en los buenos y malos momentos, el anciano no esperó a más y le puso la medalla al cautivo, sin reparos se acercó y le dio un beso en la frente, eso sorprendió a los presentes, el cabecilla hizo gesto para que salieran los mal encarados, ya habían presenciado lo suficiente, las manos del anciano tomaban las mejillas del cautivo, sólo escuchó oír de labios del anciano prestante dos sentidas palabras: mi nieto, Serafín inquieto preguntaba a quién pertenecía esa voz moviendo su rostro ensangrentado a todos lados con desesperación pero a cambio recibió silencio pues instantes después se encontraba solo en esa habitación, a las pocas horas en la mansión Del Olmo se escuchaba una llamada anónima informando el paradero del cautivo en aquel apartado lugar de la periferia capitalina.
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Los periódicos hablaban de la feliz operación de salvamento del hijo de Carlos Felipe Del Olmo, el profesional en derecho y economía Serafín, una alegre mujer sostenía el periódico llevándoselo al pecho, su hijo que en ese momento entraba a la habitación vio lo feliz del momento de su madre, ella abrazó al niño de seis años, el niño se dejó llevar de la repentina alegría de su madre, a través de la ventana un hombre hacía presencia llevando a su lado a su fiel can, pedía agua, el niño al igual que su madre estaban sorprendidos de aquella facha masculina, el perro alzaba su trompa olfateando, la mujer a través de la ventana extendió el vaso con agua, al beberla toda pidió algo para su perro, el niño extendió sus bracitos dándole una funda con pan y algo de comida, por precaución todo fue dado por la ventana, el indigente hizo señas de cruz con sus manos bendiciéndolos por el noble gesto y continuó su camino, al rato escuchan el claxon de un lujoso auto negro de moda, se bajan una mujer con su tierno hijo, luego el auto parte, iba manejando el esposo de la mujer que tocaba la puerta, el pequeño Abner Heriberto entraba llevando en sus manos con un juguete de avión de hojalata siendo recibido por Carlos Hernán de seis años, fueron al humilde cuarto a jugar a su vez las dos mujeres entraban en conversación la visita era la patrona de la humilde empleada que vivía en aquella modesta casa con su madre, le contaba lo incomoda de la relación que llevaba con su esposo, la empleada madre soltera escuchaba atentamente a su patrona quien le decía que su esposo por mucho tiempo sostenía una relación gélida, desde hace días que ya no la toca sexualmente, ambas mujeres habían tenido una íntima consideración, a lo lejos se escuchaba las voces de los niños, en ese momento llega la madre de la empleada ella también lo era, recién salida del trabajo, saludó a la visitante invitándola a que se quedase a comer que para ellas era un placer atenderla, la bien vestida mujer aceptó plácidamente, el relato continuó por largo rato, lejos de allí el auto lujoso se detenía frente a un lugar de citas, engafado aquel hombre puesto su sombrero entró al lugar, el administrador hizo un gesto asintiendo con cortesía, el hombre rápidamente subió las escaleras, dentro de la habitación lo esperaba una desuda mujer acostada en la cama, el hombre se desnudó rápidamente acostándose junto a ella colmándola de besos apasionados con lengua, no esperó a más para sentirse penetrada, deseaba sexo urgente, ambos lo deseaban, se habían conocido casi un año atrás mientras él promocionaba sus líneas de productos, aquel hombre se estaba forjando un prominente futuro comercial, era bien relacionado pese a tener veintiséis años, el ser hijo de un difunto militar le había dado ciertos escalones en aquellos gobiernos seudo dictatoriales de la época, su hermana también tenía un posicionamiento pero ella lo estaba haciendo en el marco del turismo, Lucrecia pedía más del fogoso sexo, el pene eyaculaba con bastante semen en aquella vagina, ella estaba siendo atraída por aquel apuesto hijo de militar, lamentaba estar poco tiempo con él en aquella habitación pues en un par de horas irían a una cena ofrecida por la entidad comercial del país de la canela, aquel hombre so pretexto de aquello había dejado a su esposa en la casa de su empleada, que pronto luego la recogería dejando a dormir a su hijo, primero salió Lucrecia tomado un taxi en dirección a la cena, para ese momento la noche se hacía presente, el hombre fue camino a recoger a su esposa en casa de la empleada, llegados a la cena ya hubo un roce, durante el acto las miradas de los amantes era recurrente, bailaron unas cuantas piezas de baile, al disimulo las manos recorrían los glúteos aprovechando la concentración de gentes en el lugar, pasadas las horas el hijo del militar llevó a su esposa a casa, hábilmente el hombre creó discrepancias en ella lo que hizo indignarlo, la dejó a ella sollozando en la habitación de su hogar, nuevamente aquel auto se estacionaba en aquel lugar donde estaba hospedada su amante, aquella noche y madrugada restante fue de gozada pasión, las consecuencias de aquel encuentro se notarían en corto tiempo, mientras tanto una triste esposa lloraba desconsoladamente, miraba la fotografía de su esposo que a pie de foto describía el nombre de Marcelo Heriberto Alpízar.
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Estaba muy cansado tras la faena de trasnochar por haber conducido por muchas horas el auto del patrón llevando a su hijo a una ciudad lejana, llegó muy triste al saber de la salud del muchacho, el curandero de una localidad muy lejana respecto a la ciudad cosmopolita había sido la esperanza para ese muchacho hijo del patrón, gastaba muchos dólares, Leroy meditando y al compás de bostezos trataba de descansar en su cama, su mujer estaba en el trabajo que había conseguido un horario irregular por horas en aquella factoría recién abierta, hace poco su hijastro Dylan había salido con su amigo Valentin a jugar al parque montando bicicleta, sus ojos entreabiertos mostraban el cansancio y a la vez la complacencia de haber comido un excelente almuerzo servido por Dylan y estaba pensando el resto del dìa libre que le quedaba, ya cerrados los ojos sentía venirse el sueño pero fue interrumpido por unos golpecitos en la puerta, al principio no daba crédito al llamado y seguía a ojos cerrados, pero los abre ante el aumento de la insistencia de esos golpecitos, se pone en pie algo malhumorado yendo a donde se producía el sonido, con una profunda mueca de descontento por haber sido despertado abre la puerta pero de inmediato se diluye esa expresión en su rostro por una de cortesía, el motivo, ver en su delante la presencia de una preciosa niña de amplia sonrisa que lo miraba puesto el calzoncillo, la preciosa niña había llegado en la mañana del día anterior en una mudanza a la casa de arriendo donde alquilaban, ella vivía en el piso de abajo, ahora estaba allí en su delante con una angelical sonrisa de oreja a oreja, cuyos ojos vibrantes mostraba sus altas emociones de ser una niña muy atractiva, vestía una faldita muy corta color rosa, a la altura de los muslos rellenitos con playera blanca portando sandalias por donde sobresalían esos dedos alargadaos, ella estaba en pose muy femenina, muy atrayente, su piel era caucásica con pelo castaño claro, los dedos de la mano que sostenían la taza eran rozagantes y muy alargados, labios gruesos rosáceos, allí en su delante estaba posando muy femenina, muy sexy, con mirada atrayente, puso su taza entre sus manitos delante de su carita haciendo ademán de solicitarle azúcar, Leroy con amplia sonrisa ahora le saluda, le pregunta su nombre “Sophie” le contesta, le pregunta por su edad “siete años”, para ese momento ya sonreían ampliamente mostrándose cortesía, la invitó a pasar sentándose ella en emplio sillón, miraba a su alrededor girando su cuerpo, se notaba su aire de confianza y adaptabilidad a lugares extraños, desde la cocina miraba a la nena abierta de piernas muy suelta en inteligencia y que se metía la mano por las bragas que llevaba puestas, con su manito hacía bulto dentro de la tela fina que se amoldaban los deditos, luego se ladeaba, se pasaba la manito por entre la raja del traserito dando señales de picazón, todo esto lo miraba Leroy con mucho detenimiento, de pronto ella hizo un movimiento brusco, quedó debajo del sillón arrimado a la pared, “¡Oh, no!” exclama asustada, Leroy se acerca preguntándole lo sucedido, ella dice que se le ha caído una moneda de 10 centavos por la hendija del sillón, en su rostro se mostraba angustia, le decía que no lo podía sacar, Leroy se agacha junto a ella estirando la mano a ver si se podía ayudarle a sacar la moneda, Leroy se acuesta para tratar de sacar la moneda debajo del sillón, Sophie también lo hace junto a él, estira la mano lo más que pudo y en ese esfuerzo se apreta contra Sophie que a la vez también estira su manito desesperada en tener esa moneda, Leroy notaba ese gusto grande de la nena por el dinero, le preguntó qué compraría con esa moneda “una goma de mascar” respondió, para ese instante Leroy siente el contacto de su entrepierna rozando con las nalguitas de Sophie, los dos estaban acostados de perfil con las manos estiradas dentro del sillón articulado por donde estaba la moneda, para Leroy fue una sensación no tan extraña sentir el roce de ese culito, el contacto con Sophie provoca que poco a poco se le manifieste una erección, no se sentía tan raro, pero sí algo sorprendido de que una niña como Sophie le hubiese hecho reaccionar de esa forma por primera vez en su encuentro ya al sentir que su culito se frotase con la entrepierna adulta màs la sonrisa picarona que le hacìa, ella lo miraba así pícaramente con el anhelo de estimular al adulto para que le saque su moneda de ese estrecho lugar del sillón, de tanto movimiento de mano por fin Leroy había logrado agarrar la moneda, la tuvo metida en su mano hecho puño para que la nena no la viese, ahora lo que le mantenía en esa posición era que deseaba continuar con sentir el roce de ese culito, aún se encontraba acostado de perfil en su delante a esa preciosa nenita de seis añitos, lentamente deslizaba la mano suelta por la espalda de la pequeña, disimuladamente ese roce de mano llegaba al traserito vestido bien paradito de esa preciosura de niña, se emocionaba de que desde ya el solo sentirlo de innmediato lo tenía algo aturdido, “¿falta mucho señor?” preguntaba la nena, Leroy haciendo un movimiento ligero de su mano logra meterla dentro de la pantaleta, se quedó quieta al escuchar “no mucho, Sophie, ya casi llego” la mano deslizada en los glúteos hizo ver que en el rostro de la pequeña se manifieste un gesto de timidez y complicidad, Leroy notaba que en el rostro de la nena se dibujaba una expresión disimulada llena de timidez con leve sonrisa forzada, ella sentía ese roce que le estaba dando en su culito, Leroy notaba que ella sabía y aceptaba ese movimiento de mano en el culito, la frotó así por unos instantes, de pronto saca con suavidad la mano del calzoncito, su cara se apoya en el pelo de la nena oliéndole ese característico aroma a nena, le dice que ya tenía la moneda así que ella hace un giro, ahora los dos aún estaban acostados en el piso, se vieron el rostro, él mostrando la moneda, ella muy contenta de verla, de súbito Leroy alza su pierna descansando en la cadera de la pequeña, se acomoda tanto que ahora su bulto de pene erecto formado de su entrepierna roza con la vaginita vestida de Sophie, con la pierna hace que se acerque más para el roce, ella miraba la moneda, se la pedía mientras sentía ese roce, dieron un rol sobre el piso alejándose del sillón, ahora él queda encima de ella, queda acostado sobre ella, brevemente se miran y sonríen, le sale a ella por pujar debido al peso de Leroy, le hace cosquillas y dan roles en el piso, “¿te gusta el juego Sophie?” “sí, señor” dan un par de roles por el piso y vuelven las cosquillas hacia ella, no paraba de reír, quedan acostados en el piso viéndose de perfil, la mirada de Leroy era a la vaginita vestida de Sophie quien dio cuenta de aquello, vio que la mano de Leroy se metió en su calzoncillo mientras la otra sostenía la moneda, “¿Quieres ver lo que hay aquí?” le dijo con una sonrisa, ella sólo miraba en silencio, la sacó y luego estiró su brazo y la mano metiéndola por la ropita hasta rozar sus dedos en la tela que cubría la vaginita “tú también tienes una cosita muy bella” “¿Me la puedes mostrar?” Sophie no contestaba, tenía una mirada llena de timidez con sonrisa forzada, para Leroy considerar a esa pequeña a sus siete años a que no le conteste se debía sin duda a que su inocencia le mostraba ya el recelo instintivo, más si se trata de un desconocido que se lo está pidiendo, decidió sacar la mano sin dejar de sonreír, decidió ponerse de pie, le entrega la moneda, ella se puso muy contenta, fue a tomar la taza con azúcar pero Leroy la detuvo antes de salir a la puerta, sacó una moneda de 25 centavos y se la dio, la pequeña dejó la taza en la mesa comparando con sus manos el tamaño de las dos monedas, brincaba de gusto al saber que esa moneda de mayor tamaño y valor era de regalo, “¡ahora puedo comprar más dulces!” brincaba de gusto, de forma expontanea le dio un abrazo rodeando sus bracitos por la cintura del adulto, luego la marcó dejándose ella, le dio giros para consolidar la confianta y la descendió a poner su vagina vestida junto a su pene vestido, ella sentía el bulto que rozaba su vaginita además de que sentía las manos de Leroy apoyadas sobre los glúteos que lo rozaban deslizando los dedos por la rajita del culito virgen, “me alegra que te guste la moneda de regalo” ella muy feliz asentía con sus bracitos rodeando el cuello del adulto, Leroy le dijo que a cambio le diera un besito mostrándole la mejilla, no fue uno sino dos besos que le dio la nena en ambas mejillas, acercò sus labios a los oídos diciéndole que “¡siempre tendrás un regalo mucho mayor que lo que te di ahora si vienes a visitarme cuando esté solo!” “¿eh, sí?” ella asintió obediente, unieron las frentes, “eres una niña buena” ella sonríe “¡Eres muy linda!” “¿lo sabías?” ella se puso cabizbaja, la mano alza la carita de ella, los labios de Leroy lentamente se acercaron a los labios de Sophie, de pronto ella sintió ese contacto por vez primera, Leroy notaba algo de sorpresa, “me gusta que seas así, muy linda” “en verdad, Sophie” “¡eres muy linda!” luego unieron de tono más prolongado los labios en un sentido beso, “¡qué dicha Sophy!” le dijo tras besarle, la nariz y sus labios rozaban la oreja de la pequeña diciendole “ya vez Sophy” “¡Ya somos amigos!” le continuaba besando las mejillas “no temas Sophy” ahora le rozaba el cuello con la nariz diciéndole que “los amigos se quieren mucho”, vio el rostro cambiante de la nena, ahora ella tenía un rostro lleno de seguridad, lentamente la fue descendiendo poniendo ella los pies en el piso, la miró fijamente a los ojos “¡Sophie, soy tu amigo!” le dijo acariciendole la mejilla “¡tenlo siempre presente!” le acaricia el pelo, caminaron, le abre la puerta y al salir Sophie se encuentra con su hermanito arrimado al marco de la puerta, tenía una mirada melancolíca, Leroy se acerca, se acuclilla y le acaricia el mentón “¿Cómo te llamas precioso?” tímidamente le contesta “Aiden” la hermanita le dijo que él tenía 4 años, que ahora estaban en compañía y cuidado de su abuelita pues su papá era camionero y su mamá trabajaba en una factoría y tenía turnos variados, Sophie le mostró la moneda de 25 centavos, el niño la miraba sin entender mucho de ese valor debido a su corta edad “mira, con esto tendremos más dulces” al escuchar eso le motivó a brincar alegremente, Leroy los vio irse por el corredor, estaba restregándose el pene erecto que le había ocasionado ese roce, para él no estaba mal lo hecho siendo la primera vez en su encuentro, Sophie se convertiría en su nena especial, de seguro asì lo sería.
* * * * * * *
La luz solar hacía su presencia en la habitación de la estancia, era una mañana algo fría, ya despierto un pensativo Luis Alfonso cumpliría los dieciséis años en aquel día, sonreía sin por dejar de manosearse el pene erecto, le dio por levantarse y verse el pene hecho punta definida por la tela de su suave pijama, caminaba viéndose descalzo por el entablado al baño, se sentó a defecar, a cada puje salía excremento que hacía latir las paredes de su ano, recordaba cerrando sus ojos a Dagoberto, su amante desde hace seis años, días antes prometieron verse en esta fecha en aquel apartado lugar donde fue desvirgado, en aquel lugar en el que Luis Alfonso con siete años de edad se entregó a ese muchacho allá por el año de 1947, lejos estaba de pensar Luis Alfonso que en aquel lugar done fue desvirgado por Dagoberto también había muerto su hermano Arnulfo, pronto se encontraría en lo que quedaba de los restos de aquella cabaña abandonada, luego de desayunar prefirió caminar antes que montar a caballo en dirección a ese lugar, abriéndose entre el monte ya pronto llegaría, a él le había pedido su hermana que celebrarían juntos su cumpleaños en aquellas horas de la tarde, Agripina aceptó gustosa pues así tendría más tiempo de preparar las cosas y le pareció bien que su hermano diera un paseo por el campo, todo iba bien, jadeando Luis Alfonso llegó al lugar, era el primero, se sentó, tenía puesto una camisa con tirantes y pantaloncito corto sin interiores como gustaba a Dagoberto, también tenía puesta unas sandalias de cuero de la época con medias a la rodillas las cuales eran de color extravagante como ya se insinuaba el vestirse así, pensativo el muchacho puso su mentón sobre las rodillas rodeando sus piernas con los brazos, vio el lugar, aún se notaba aquel tejado caído, en ese lugar murió su hermano Arnulfo haciendo lo mismo que ahora él iba a hacer, el sexo, fue hace doce años, la tierra cuarteada daba un aspecto inquietante, el poco tejado que aún quedaba estaba apuntalado adecuadamente, Luis Alfonso tomó el poco monte existente a sombra con sus manos, con los pies pisó otro poco, luego de ahí se sentó a sombra a seguir viendo el lugar, por las mangas de su pantalón corto se podía ver parte de los peludos testículos, se deslizó la cremallera descubriéndose el erecto pene, se fue recostando lentamente viéndose el pene manoseado, no esperó a más, lo apartado del lugar, le dio seguridad para deslizarse el pantalón corto, relajado se estaba dando placer cuando de pronto un piedra cayó a su lado, instintivamente asustado se incorporó subiéndose el pantalón corto, vinieron una serie de risas y carcajadas, era Dagoberto, escondido entre la pared de la apartada cabaña, ambos rieron, no esperaron a más desnudándose dando vueltas por el suelo sin darse cuenta del polvo que se pegaba a sus pieles desnudas, lo puso en cuatro, abrió el trasero y el pene muy ensalivado de Dagoberto fue metiéndose en el ano de Luis Alfonso lentamente mientras le decía con voz excitada “Feliz Cumpleaños Amor”, esas palabras relajaban a Luis Alfonso que sentía placer en las siguientes embestidas, sus ojos cerrados, fue en ese mismo punto de la cabaña donde fue desvirgado, le había pedido a su amante que le hiciera el amor como aquella entrega por primera vez, como aquella vez en que fue sodomizado a plenitud, como aquella vez en que a libre gusto conoció la metamorfosis que aún seguía viviendo y transcurriendo en su cuerpo al pasar los años, lejos estaba aquel niñito Luis Alfonso de siete años recibiendo las mismas embestidas de pene de su iniciador, Dagoberto se cuidaba de pronto eyacular, lo que quería disfrutar más a plenitud, lo tenía bien sujeto agarradas sus manos de los glúteos del cumpleañero, Luis Alfonso abría la boca con los ojos cerrados en señal de placer, luego en aquella habitación al aire libre de la apartada cabaña rodeada de monte Dagoberto se sentaba en el suelo, Luis Alfonso viendo ese pene erecto de su amante se acostó a mamárselo, lamérselo, chupárselo con gusto desmedido, “prueba de tu culito” le decía Dagoberto, ya brilloso el pene de su amante Luis Alfonso se sentó sobre el pene haciendo roces circulares de su trasero por el pene ensalivado, puso otro poco de saliva en el glande, abriendo los glúteos entalló el pene metiéndoselo, alzaba y baja su cuerpo con el pene dentro haciéndolo gemir a su amante, no se podía esperar más de aquel sincero y atrayente cuerpeo, cerrado los ojos Luis Alfonso gemía pasándose la lengua por los labios sintiendo esa plenitud de penetración, sus manos sujetas al suelo, sus brazos agarrados de las manos de Dagoberto, en cada movimiento se decían amarse, aunque su amor clandestino los llevaba a eso pese a todo no menguaba su atracción y ya llevaba haciéndolo siete años desde aquel primer roce de penes, desde allí aquellos seguidos encuentros clandestinos en esos apartados lugares, a unos cuantos centenares de pies de allí un hombre con botella en mano bebía agua, caminaba pensativo y otras viendo aquel lugar que le recordaba su niñez cuando en especial siendo periodos vacacionales escolares visitaba con su abuela a los Buonanote, se subió a una loma a contemplar las propiedades de sus antepasados, muchas de aquellas extensas propiedades ya no le pertenecían legalmente pues hace años las habían perdido, pero ahora sí le pertenecían aunque moralmente pues su pequeño hijo de dos años sería dueño de todo, sonrió y se recostó debajo de un frondoso árbol tropical de la zona sintiendo el fresco aire que recorría su cara, recordaba con ese olor a humedad sus caminatas infantiles por esos lares en compañía de su amigo Melesio, aquel muchacho asesinado al que a fecha presente se desconoce el móvil de por qué fue golpeado brutalmente siendo aún muy joven, recordaba su presencia, recordaba el momento de estar a solas, recordaba, como por vez primera debajo de un de estos árboles al orinar se identificaron sus penes, Melesio siendo mayor que Nicolás fue el de la iniciativa de agarrarse de la cintura haciéndose frotar los penes, él cayendo primero al suelo y encima de su cuerpo se posaba Melesio, Nicolás sólo de recordar eso hizo que su pene se pusiera erecto, suspiraba, vio la posición del sol, decidió caminar unas cuantas millas más, el sol le permitió ver a lo lejos aquella apartada cabaña, recordaba aquel lugar, en muchas ocasiones pasó temeroso rodeando el lugar pues había escuchado que en ese lugar penaban fantasmas y quien se acercase tendría problemas a futuro, no se inmutó esta vez siendo adulto, tomó un palo para abrirse entre tupida vegetación del lugar, sorpresa para él notar que a pocos pies de allí alguien recientemente había hecho lo mismo, con prudencia decidió continuar venciendo un sentido de dubitación que le cayó de repente, a pasos lentos iba imaginándose seguramente encontrarse con algo sorprendente, le dio más seguridad el llevar consigo un revolver de alto calibre, así cuando llego recostado sobre la pared su sorpresa fue grande por lo que vio a un muchacho lamiendo y chupando el pene de otro hombre muy conocido por él, sabía de la ausencia del muchacho pues él era quien iba a ser homenajeado por cumplir años en la estancia de su suegro Luis Daniel Pérez, pero supo de la ausencia en la estancia al verle caminar adentrándose en el bosque de sde lo alto de la casona, no se imaginaba verlo así como estaba, y por eso con suma gana decidió caminar hasta que el muchacho apareciera en horas de almuerzo o a primeras horas de la tarde, nunca se imaginó ver al muchacho aquí y ahora haciendo sexo oral repetitivo en el pene de aquel hombre, se acercó más para ver que aquel muchacho se acostó sobre el cuerpo de su amante diciéndole repetidamente que lo amaba teniendo su cara apoyada en el pecho de su amante, ante esas declaraciones de Luis Alfonso se dieron besos prolongados, los besos se extendieron a sus cuerpos, de nuevo Luis Alfonso era penetrado por Dagoberto, fue en ese instante que entre la maleza una voz autoritaria hizo efecto sorpresa a los amantes, Dagoberto sorprendido sin articular palabra se vistió rápidamente y corrió cobardemente entre la maleza dejando a su amante a merced del recién llegado, Luis Alfonso que no atinaba a reacción se limitó a sentarse y a querer llorar al ser descubierto por su cuñado Nicolás Arichabala, quien hace más de dos horas había llegado en compañía de Justin Daniela la media hermana de Luis Alfonso y de su hijo Daniel Nicolás Fulgencio, sobrino de Luis Alfonso, irónicamente habían venido de la capital para festejar con sorpresa el cumpleaños de Luis Alfonso, los esposos y el niño habían sido recibidos gélidamente por Agripina media hermana de madre de Luis Alfonso, por eso Nicolás decidió caminar y ahora verse sorprendido por esa faceta de vida secreta de su cuñado Luis Alfonso, si a más reparos, Nicolás acarició el pelo de su cuñado, sin decir palabras con solo ademanes le dio a notar que se levantase, vio de pies a cabeza el cuerpo desnudo de su cuñado, instintivamente sus manos recorrían las mejillas y ojos ya con lágrimas por la tensa vergüenza, Nicolás cerraba los ojos como queriéndose contener, dentro de su ser y moral se libraba una fuerte batalla, pudo más el deseo pues continuó manoseando ahora los glúteos ante la mirada y gesto negativo del rostro del joven de dieciséis años cumplidos en ese día, sus manos recorrieron la juvenil espalda llevándoselo a su cuerpo, en ese instante bruscamente sus manos tomaron el rostro de su cuñado llevado sus labios a los suyos con firmeza, fue un intenso y prolongado beso, no existían palabras en ese momento, solo se sentía el calor de pieles, mientras se besaban con lengua, lentamente en forma instintiva Luis Alfonso le desabotonaba la camisa a Nicolás luego manoseando su espalda y pecho con besos, se acuclilló delante de Nicolás bajándole la cremallera sacando de entre el interior el pene lamiéndolo y chupando fue ahí que sintió el líquido pre seminal, Luis Alfonso sonrió, pensó que su cuñado antes se había manoseado el pene, desabrochó la correa, deslizó el pantalón y asimismo el interior teniendo un pene descubierto a plenitud para sexo oral y así lo hizo sin hasta ahora articular palabra, Nicolás acariciaba el pelo ondulado de su cuñado que se había hecho para la ocasión, sin esperar a más el rostro de Luis Alfonso en parte se cubrió de semen salido del pene de su cuñado, siguió mamando el pene de Nicolás, recogía el semen con su lengua, luego se apartó y dieron unos pasos bajo la sombra de aquella cabaña apartada, lo que quedaba de ella, Luis Alfonso en forma espontánea de ponía en posición perrito abriéndose los glúteos mostrando su ano haciendo gestos a Nicolás, tanto así en pocos instantes el pene de Nicolás entraba en el ano de Luis Alfonso, lo tuvo así, así, así por largo rato, fue su primer contacto y de seguro no sería el último, no se dijeron palabras, solo se besaban y se acariciaban, insólitamente había nacido de esa forma un idilio espontáneo, irónicamente se lo agradecían a Dagoberto porque días atrás fue de la idea de decirle a Luis Alfonso para hacer el amor en aquel lugar, minutos después caminaron por el lugar se dijeron algunas palabras superfluas, fueron al arroyo que quedaba cerca a unos cuantos pies, lo apartado del lugar tupido de vegetación le recordaba a Nicolás su infancia de paseos por el lugar, allí con Melesio hizo varias veces el amor ahora desnudo lo hacía con Luis Alfonso, aquellos momentos revividos fueron de grata experiencia para Nicolás, antes de llegar a la estancia conversaron prometiéndose guardar el secreto, ahora Nicolás era de la iniciativa en los besos y caricias, al llegar ya la fiesta estaba lista para empezar con adornos, Justin con grata sorpresa vio a su medio hermano y a su esposo llegar juntos, el pequeño abrazó de las piernas a su tío Luis Alfonso, desde prudente lugar Agripina miraba la expresión de su hermano, como que algo no iba tan bien, pensó que mejor lo pasaba su hermano sólo con ella y no con la gente recién llegada de la capital, lejos estaba de suponer lo que su hermano Luis Alfonso había hecho sexo duro con Nicolás, comieron y bebieron hasta la noche con baile al compás de la novedosa invención de la radio a transistores y baterías, ya para dormir, Nicolás prefirió una apartada habitación, Justin sin inmutarse aceptó ante la sorprendida Agripina que notaba la gélida relación de los esposos, parecería que sólo el niño y ciertos intereses sociales los unían, entrada la madrugada, la luz de luna mostraba a una silueta caminar por los pasillos y entrar a una habitación, era Nicolás en búsqueda de su nuevo amante Luis Alfonso, quería más sexo y lo tuvo del cuerpo de su ardiente cuñado, la relación se hacía cada vez más intensa, durmieron en esa cama juntos abrazaditos hasta que aprecia el alba con los canticos de gallos, furtivamente retornaba a su habitación alejada de las demás, a la mañana siguiente de aquel domingo los dos preparaban los arreos decidiendo cabalgar, las mujeres no quisieron acompañarlos, pero el insistente Daniel Nicolás si deseaba haciendo gestos a su padre para que lo marcase llevándolo a montar, los cuñados se vieron la cara, resignados decidieron llevarlo al niño de dos años, a paso lento se metían en la espesa vegetación tras varios minutos de cabalgar rodeando lo apartado de la propiedad decidieron hacer un alto sentándose junto a la orilla del arroyo, por ese lugar no pasaban almas, el primero en quitase la ropa fue Luis Alfonso metiéndose a las cristalinas aguas, Nicolás lo miraba sentado sobre la arena abierto de piernas teniendo en su delante de pecho a su hijo de dos años, Nicolás miraba con suma atención los movimientos corporales de su cuñado yéndose a recostar sobre una amplia roca tendiéndose de cara al sol con su erecto pene insinuándole de allí que se acercase, lo primero que hizo Nicolás fue desnudar a su hijo luego él se despojó de toda su ropa, hizo que el niño se distraiga con la arena y piedras del lugar bajo sombra en la orilla, luego fue donde estaba su amante colmándose de besos y caricias por todo el cuerpo, la inocencia del pequeño no se daba para razonar aquello que estaba viendo y de eso lo tenían presente los amantes, pudo más la entrega sexual corporal que el recato, dentro del agua Luis Alfonso era penetrado por Nicolás, luego salieron a recostarse a la orilla viéndose los penes, algo de amaneramiento notaba Luis Alfonso en su cuñado Nicolás desde el primer día en que lo conoció y ahora lo comprobaba, más cuando en un gesto Nicolás se acostó sobre un tronco en el que al lado estaba sentado el niño, pidiéndole a Luis Alfonso que lo penetrase, no había dudas, al momento de penetrar todo ese pene de dieciséis años era sometido en el ano, el semen quedó dentro a petición de Nicolás, todo ese vaivén de caderas el niño había visto, también la de entre aquellos amantes rodando por la arena, inocentemente el infante sonreía e imitaba esos roles que hacían los adultos, ambos reían viendo al niño, esa mañana la pasaron amándose locamente teniendo a un inocente como testigo.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXAGÉSIMO EPISODIO
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