METAMORFOSIS 161
Tres acciones.
Las marcas de bala impregnadas en el cuerpo de los cuatro desdichados hombres eran elocuentes de tamaña violencia sufrida antes de morir, llevaban un secreto con sus muertes, ahí estaban tirados en el asfalto en el sol inclemente de mediodía de aquel viernes, todo hacía suponer de una venganza para el criterio de los curiosos ahí apostados, los policías pese a su experiencia en estas diligencias veían horrorizados el despliegue de balas impactadas en los cuerpos de los desdichados hombres, uno entre ellos sobresalía por su fama de maleante, poco a poco fueron retirados del lugar, de lejos un hombre con amplio sombrero bajo la sombra de un árbol se cubría el rostro a medias dando una boconada de humo de tabaco fino que su jefe le había regalado, miró por largo rato los movimientos en ese lugar, lanzó al asfalto su consumido tabaco, masticando giró sobre sus talones en pausada caminata hasta el auto que lo esperaba, allí se subió partiendo en dirección a la capital, la obra macabra había sido completada, minutos más tarde, lejos de ahí sonaba el teléfono, las manos ancianas tomaban con firmeza el auricular hasta tal punto de sujetarlo con vehemencia, el anciano asentía, sus ojos claros de profunda mirada impactante recaían en la presencia de la fiel ama de llaves que minutos antes había entrado llevándole una charola con café y galletas finas, a su lado se encontraba la recién llegada Sandra, la ama de llaves salió cerrando la gran puerta del estudio, fue corto el diálogo de los dos, ella fue la primera en salir, luego el anciano, para su sorpresa fue a encontrarse en la entrada de su mansión con el senador Pérez, le quedaban meses todavía en el poder pero ya lo habían postulado para formar parte del futuro gabinete de gobierno, su influencia crecía, Fulgencio Arichabala y Daniel Pérez caminaron por los alrededores del jardín con charla amena, a lo lejos el anciano divisó a los pequeños que estaban jugando, los niños abrazaron a los adultos, se notaba alegría, alborozados entraron a la gran casona, los dos prestantes hombres sentados cruzados de piernas comentaban lo ocurrido en el país, fumaban y bebían, el senador invitó a su consuegro que visitase la estancia, Fulgencio sonrió de buena manera, aceptó pues hacía mucho tiempo que no visitaba el lugar, los niños jugaban en su delante con juguetes de hojalata, acariciaban al pequeño Daniel Nicolás, el mimado de los abuelos, detrás de ellos estaba Débora, a la expectativa de cualquier orden la fiel ama de llaves, miraba con paciencia pero dentro tenía un estupor discretamente contenido que no mostraba en su rostro, rígida miraba a los niños jugar, su mirada se centraba en las acciones del pequeño junto a sus primas, la mujer emitió suavemente una mueca de risa irónica, discretamente con disimulo sin ser notada hacía movimientos de negación con su cabeza, la pequeña Cayetana empezó a toser repetidamente, el clima afectaba su alergia tomada desde su nacimiento descuido de su madre en el periodo de gestación, Débora llamó por la empleada encargada del cuidado de los niños, se llevó a Cayetana, era también el momento de la despedida del senador dando a cumplir su apretada agenda, subió a su vehículo no sin antes acariciar a su nieto primogénito, Victoria observaba la calidez de nieto y abuelo, luego tomó de las manos al niño llevándolo a jugar al jardín en aquel lugar apartado lleno de hiedras y cucardas lugar favorito para los juegos de Victoria, en eso escucha un silbido, era emitido de labios de su amiguito Reinaldo de siete años llevando un balón para jugar, por algunos minutos jugaban correteando el balón, hacía sus caídas y levantadas el precioso Daniel Nicolás, al rato un automóvil se acerca, se bajan una mujer bien arreglada, Fernanda la madre de Victoria sale a su encuentro, junto a Elena estaba su hijo Heriberto de once años, se unió a los juegos infantiles de su amiga Victoria, las dos mujeres entraron a la tertulia, mientras los niños comenzaban con el nuevo juego de las escondidas, desde su estudio Fulgencio meditaba hacer su fiesta de cumpleaños en la estancia de su consuegro, en aquel pueblito, en aquel apartado lugar de campo del país de la canela, donde nació… su nieto, Serafín, dio un golpe de puños en la mesa que el sonido llegó al lugar donde estaba Fernanda y Elena, las dos mujeres se pusieron en alerta, era mejor despedirse al notar furioso al dueño de casa, Fernanda prefirió acompañar a la calle a su amiga, platicar mejor en otro lugar, Fernanda estaba lejos de sospechar que Elena su amiga tuvo un romance corto con su esposo el difunto Mateo Arichabala, las dos mujeres y los niños tomaron dirección al parque allí tomarían helados y una que otra gaseosa con pastelitos, en su interior Fulgencio arremetía con puños, su madre bajó de su habitación con la ayuda de una de las criadas, ambos se encerraron sin ser escuchados, Fulgencio lloraba desconsolado en el regazo de su madre pronto nonagenaria, lloraba desconsoladamente como si fuese un niño al que perdió algo valioso, y no era de esperarse aquello, Fulgencio fue el que dio la orden a uno de sus matones ahora acribillados a tiros para que tiempo atrás dañasen los frenos del vehículo en el que iba Yahaira la esposa de Carlos Felipe del Olmo, su hijo Carlos Alberto y el protegido Hermogenes, este último hermano de madre de Serafín, si… Hermógenes hijo de Eudomilia, su nieto también, él, Fulgencio, dio la orden, sin saber, que iba a morir su nieto mayor en ese accidente, eso le carcomía el alma, se miraba las manos, sus ojos llenos de lágrimas, había dado la orden él mismo, no lo podía creer, había matado a su nietoprimogénito todo por la visceral venganza hacia Carlos Felipe del Olmo, las manos de Matilde pasaban por el pelo blanco de su hijo Fulgencio llorando y a la vez tratando de que con sus caricias se logre algo de templanza en su espíritu acongojado, horas antes en un impulso de coraje ordenó a Squeo el asesinato de aquellos hombres que a más de haber sido los causantes de accidentes de Carlos Felipe, estuvieron de testigos enterándose que Serafín era nieto de Fulgencio Arichabala, así fue que a traición los matones recibieron plomo mayormente por la espalda y nuca, horas antes del sangriento hecho uno de ellos comentaba lo de la ironía de la vida, Eudomilia era nada más y nada menos que hija de Fulgencio con la humilde criada Odalia a la que Matilde la matrona madre de Fulgencio la despreciaba como mujer para su hijo por ser humilde, al saber la matrona los encuentros sexuales de su hijo se puso en cólera inaudita profiriendo palabras de grueso calibre, no concebía la idea que la sangre de su hijo Fulgencio se mezclase con la sangre de la humilde Odalia, sin embargo, pocos meses después Fulgencio supo que iba a ser padre en los próximos meses, lo supo por Débora que quiso llevarlo a aquel lugar donde su amada lo esperaba pues semanas antes había sido despedida la humilde mujer, la influencia de su madre y su cobardía de responsabilidad pudo más y no quiso ir a verla, sin embargo, le dio a Débora la medalla de los Arichabala, por si acaso el hijo que había engendrado fuese varón al nacer y algún día identificarlo con aquella prenda dorada, así, a través de su fiel Débora, Fulgencio le regaló una de las medallas familiares a Odalia quien meses después al tener a su hija Eudomilia la usaba en su cuello en testimonio de pertenecr a uno de los más conocidos linajes del país de la canela, esta medalla le fue entregada a la entonces humilde Odalia de manos de Débora, su entrañable amiga de confidencias, años después Eudomilia estaba en estado de gestación, esperaba su segundo hijo que no era de su esposo sino de su amante en una noche de borrachera, Carlos Felipe del Olmo, mientras paría Eudomilia, balbuceante la parturienta le daba instrucciones a la patera y a Hermógenes, entonces su pequeño hijo primogénito, que al nacer su segundo hijo se llamase Carlos Serafín, para Eudomilia fue voluntad que su segundo hijo usase la medalla guardada en uno de sus cofres, así, a través de aquella reliquia se conoce a los herederos Arichabala, desde tiempo atrás Eudomilia sabía de la boca de su madre el origen de su procedencia, mitad de su sangre era humilde y la otra mitad pertenecía a un linaje prestante, la misma medalla que cuelga del cuello Fulgencio, Nicolás y el pequeño Daniel Nicolás, los varones Arichabala, que también la usó el difunto Mateo, irónico, ahora se sabe que la sangre Arichabala está mezclada con la Del Olmo.
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El superior estaba completamente desnudo acostado en su cama, se miraba el peludo erecto pene vertical con venas sobresalientes en su piel latente de deseo, lo estriaba pausadamente deslizando por el tronco del pene aquellas yemas de los dedos, alzó su mirada hacia más adelante, vio en su delante al pequeño niño parado que también estaba desnudo con sus manitos entrelazadas como cubriendo tímidamente su penecito, el superior sonrió, allí estaba parado el niño completamente desnudo, sus pies unidos en posición firmes, unidos los dedos gordos de los pies descalzos, el niño algo cabizbajo miraba a aquellos gestos del superior que le hacía con la mano para que se acerque, dócilmente los piececitos infantiles hicieron el movimiento de acercamiento, los dedos se cimentaban al caminar por el piso frío de la habitación, a través de la poca luz eléctrica ambiental en esa habitación se podía ver las curvas físicas corporales de ese precioso niño de nueve años, su traserito bien distribuido anatómicamente de curvilíneas bien definidas, glúteos voluminosos suaves al tacto, este precioso niño fue desvirgado por el superior cuando tenía seis años y fue en aquella cama a la que ahora se acercaba lentamente, desde ahí aquellos encuentros sexuales que pese a ello el niño seguía siendo tímido por su naturaleza, de nombre, Jairo Camilo Gómez González, un niño precioso de gran porte para su edad con cuidado corporal excesivo de su madre y empleados, hijo del prestante agroindustrial de boga en aquella época, Jairito le decían de cariño, era muy adulado en su familia, potencialmente engreído de su madre, ahora se encontraba junto a su iniciador, se acercó tanto al extremo de la cama que su penecito algo erecto rozaba la sábana suave, el superior miró el penecito de Jairito y estirando la mano lo manoseó rozándolo con la yema de dos dedos, el niño inmóvil se limitaba así parado a ver ese movimiento de dedos en su penecito que ya se iba cada vez poniendo más y más erecto, ya al estar muy erecto, el superior sonreía de su acción, el niño cabizbajo seguía mirando atento a esos movimientos, ahora la mano del superior se deslizaba sobre la cadera y al mismo tiempo un dedo de la otra mano rozaba los testículos, el superior se sentó delante del niño que seguía parado, abrió las piernas velludas, lo tomó de las caderas al infante de nueve años llevándolo a pegar sus cuerpos, así sostenido lo tenía rozándole con ambas manos aquellos deliciosos glúteos infantiles de piel suave, las pasaba entre la separación de los glúteos rozando el dedo en la entrada del ano, el niño vio unirse su pene lampiño con el peludo del superior, fue por un rato que se dio aquel roce de ambos penes de tamaños desproporcionados, con un gesto del superior el niño entendió que debía acuclillarse, sus rodillas topaban el frio piso de aquella habitación, el niño se estiraba su pene con una mano y con la otra tomaba ese pene erecto del superior llevándoselo a su abierta boca introduciéndolo dando de lamidas y chupadas a ese tronco de pene adulto, el niño cerraba los ojos mientras se introducía el pene, los pelos del pene rozaban la nariz del niño que seguía lamiendo, ahora la punta de la lengua lamía el glande poniéndolo brilloso de tanto ensalivado, las manos del superior acariciaban el pelo lacio castaño claro del precioso Jairo Camilo, los labios recorrían con caricias hasta las mejillas infantiles, le dijo que lo tuviera adentro por un rato, el superior se complacía ver su pene dentro de aquella boquita rozagante salivada, le gustaba apreciar la expresión facial de aquel precioso infante de nueve años, sus ojos miel ahora cerrados, ver aquella nariz del niño rozando los pelos del adulto pene erecto, luego el movimiento de desliz del tronco del pene por aquel roce de labios y piel de pene, lento al principio y luego algo acelerado hasta el fondo de la cavidad bucal del niño, la punta de la lengua rozaba y lamía el glande, ambas miradas se intercambiaban, luego el niño cerraba los ojos y lamía constantemente, ahora cambiaba de manos, una tomaba el tronco de pene del superior llevándoselo a la boca y la otra seguía estirándose el penecito, las manos del superior acariciaban el pelo y espalda del niño, Jairito seguía arrodillado, se podía ver esos preciosos dedos de los pies bien hecha la pedicura, igual los dedos de sus manitos, el iniciador del niño sintió que pronto eyacularía, apartó un poco la carita del niño, le dijo que mantuviera abierta la boca, el niño obedeció, sus ojos cerrados no vieron el masturbe del clérigo en su pene peludo, pero si sintió el semen expulsado alojándose en gran parte dentro de la boca infantil y otro poco se deslizaba por su carita, el niño cerró la boca, abrió los ojos, en su delante estaba un vaso con agua, lo tomó tragándose el semen, los restos de semen en su cara fue recogido por los dedos del clérigo pasándolo en la separación de los glúteos, el niño fue arrimado de pecho en el extremo de la cama mostrándose el empinado trasero deseado, los dedos del superior lubricaban el ano haciendo gemir a Jairito, le gustaba eso, en verdad que sí, pues minutos antes fue grato para el superior ver abrir la puerta y ver entrar al niño que había con pretexto a lo que el superior lo manoseo seduciéndolo e invitándole a desnudarse como él se acostaba en la cama quitándose la ropa, ahora ese trasero era lubricado, el niño sintió abrirse los glúteos de manos del superior, luego el erecto pene se introducía en el ano, los gemidos pasaron a los alaridos, jadeos y pujes, así sostenido de las caderas el niño era sodomizado, eran tan intensos y repetidos los movimientos que los glúteos sonaban en lapelvis y caderas del clérigo, hasta que decidió soltarlo luego de tanto embiste, lo llevó a acostarse a su cama, allí acostados de perfil se manoseaban, acariciaban y más aún, se besaban, pasaron un buen rato amándose así, luego el niño tomó su ropa vistiéndose con la cariñosa ayuda del superior despidiendo con ternura y un prolongado beso con lengua, lentamente Jairito bajaba por las escaleras yendo en dirección al baño que tenía escaso fluido eléctrico, ya pronto apagarían las luces por ese sector, no dio cuenta que entre penumbras por otro pasillo contiguo más estrecho salía la figura de César Andrés Arcentales cabizbajo y meditabundo, detrás la figura de un joven clérigo arreglándose la sotana y su ropa interior, el clérigo pasó cerca, tampoco fue visto, el clérigo joven fue en dirección a la celda.
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Fue un fin de semana por la tarde en que vio a la nena sentada en la escalera observando un amplio libro con hojas de figuras e ilustraciones, para ese momento Leroy salía del trabajo y pasó acariciándole el pelo, ella lo vio dándole una sonrisa, Leroy llevaba las llaves en la mano, subía a su departamento, deseaba darse una ducha y descansar, leyó una nota en la mesa la que decía por caligrafía de su mujer que iría con Dylan al doctor y luego a casa de una amiga retornando en la noche, acaba de leer la nota y escucha que tocan a la puerta, al abrirla observa la presencia de Sophie, tragó saliva de la emoción y viendo a los lados hizo pasar a la nena, ella le dijo que si podía prestarle un libro parecido al que llevaba en sus manitos pues ése ya lo había leído varias veces, sonriente Leroy le hizo sentar en el sillón, gustaba de verla así que al sentarse abría las piernas viéndole las bragas que ahora eran de color blanco, ella se ladeaba rascándose el traserito llevándose el dedo a la nariz para olerlo, Leroy se acercó a la nena trayendo un libro con otro contenido ilustrado, le dijo que se sentase junto a él en su regazo, con absoluta confianza Sophie lo sostenía al libro con sus dos manitas, al sentar ese traserito sobre la entrepierna provoca la erección, la nena pasaba las páginas leyendo y miraba sorprendida las figuras que mostraba alguna escena, el hombre se encontraba totalmente ido, aturdido por el contacto con ese traserito, le decía lo del mensaje del libro, que “las niñas buenas hacen caso a lo que dicen los padres” además le dijo con firmeza y seguridad que “ también a los amigos que los quieren mucho”, mientras le decía eso las manos de Leroy le levantaba la faldita que llevaba puesta, de inmediato comenzó a moverse, ella sintió aquel deslizamiento de la tela en su piel suave, sonrió timidamnte, como que sabía de lo que se trataba, y movía sus manitos tratando de quitar el libro y ver qué pasaba debajo, pero Leroy le impide que bajara el libro, “cuando el mayor lee no se interrumpe, eres una niña buena” así que mansamente se queda quietecita, “No te preocupes por nada” “mira el libro”, “las niñas buenas siempre obedecen” ella se resigna a esos movimientos y así pasa la página y salen otras figuras “Mira esto, que bonito ¡eh!”, ella asentía al mismo tiempo que sentía la unión de mejillas y sentía por debajo que se movía la entrepierna de Leroy que ya comenzaba a deslizarse suavemente sus braguitas, “señor, se siente raro” Leroy le sonríe y le dijo que se estuviese tranquila, le daba besos en las mejillas diciéndole que “es una muestra de cariño hacia ti, porque eres una buena niña”, le dijo al oído, “acuérdate de aquella vez, ¿sí?, ¿te acuerdas?”, además le dijo que “vas a tener un mejor premio de mayor valor al que te dí aquella en ocasión ¿te acuerdas?” ella recordaba el premio parecido al que le regaló la última vez, Leroy le dijo “ahora te voy a dar medio dólar” “¡sólo si te portas bien!” “¿ok?” los ojos se abrieron emoconados al escuchar, de esa forma se relajó dieciendole al manosearle que “no te preocupes de eso, recuerda que debes hacerme caso si eres una niña buena así lograras obtener tu premio” le recuerda que debía hacer caso a las personas que la quieren mucho y él era su amigo y la quería bastante, le dio un beso en la mejilla diciéndole “entonces, vamos pequeña, déjate, estáte quieta” “soy tu amigo y te quiero mucho” luego de unos instantes de continuar viendo el libro y manoseando las piernitas de Sophie la hizo a un lado aprovechando para acomodarse las bragas y Leroy fue por un frasco de crema, tiempo después salió simplemente puesto su calzoncillo, ella tuvo asombro al verle puesto solo esa prenda con la que recordaba habérla visto en la primera ocasión en que se vieron, Leroy se sentó acariciándole el pelo, la nena se sentó de nuevo en su regazo tomando el libro, la alzó un poquito sintiendo ella que otra vez se deslizaba sus bragas, al sostener el libro no podía ver lo que le sucedía por debajo al momento que Leroy saca su pene erecto y le unta un poquito de crema, un dedo pasa de crema por la vaginita, ella sonríe al sentir cosquillas mientras le masajeaba su vaginita, ella continuaba sosteniendo el libro que impedía que viese lo que ocurría debajo, de esa forma coloca su pene totalmente erecto entre sus piernitas, debajo de su vaginita, ya estaba sudoroso y con la mente en otro lado y empezó a intentar mover sus piernitas haciéndole una masturbación con ellas y sus rajita, Sophie tímidamente le miraba balbucear y jadear por la excitación, le dijo que continue leyendo, tiempo después Leroy ya no se pudo contener y eyaculó manchando el libro y el piso, metió el pene en el calzoncillo, hicieron a un lado el libro, Sophie seguía sentada sobre los muslos de Leroy, vio un liquido en sus muslos, los dedos de Leroy pasaban por la piel de la nena mojada de semen, ella se apartó de él quedando en pie viéndose con las brgasa a los tobillos, Leroy terminó por limpiar los muslos del semen que quedaba y le subió las bragas, ella se limitaba a mirar, luego de tranquilizarse un poco la respiración acelerada pasó el papel por el piso quitándole el semen y también limpió un área del libro con restos de semen, se escuchaba voces afuera, Leroy abre una gaveta pequeña donde se encontraban varias monedas, se acuclilla y le da la moneda de medio dólar a la pequeña, “tu premio por ser una niña muy buena y discreta” le da un beso en la mejilla y luego le pasa el dedo pulgar por el área donde le había dado el beso acariciándole con ternura, “ya vez que fácil” sonrió “gástalo sin que alguien lo sepa ¿eh?” la marca en sus brazos haciéndole girar con cosquillas, los sonidos venidos del exterior disminuían, Leroy notaba la mirada de la pequeña puesta en ese cofre con monedas, le tomó el mentón con la mano haciendo rozar sus narices dándole un beso en la frente “¿quieres más?” le dijo a lo que ella mueve rapidaente su carita en forma afirmativa “¿Cuánto?” le dijo, ella contesta abriendo los dedos de sus manitos “¿diez centavos?” ella respondía moviendo negaticvamente la cabeza “¿entonces, cuanto?” los labios de Sophy se acercaron a la oreja de Leroy y con voz muy sutil le dijo al oído de una cantidad, la expresión de Leroy fue de complacencia al escucharle, asintió sonriente, “ok, lo tienes” le dijo acariciando sus mejillas aún teniéndola marcada, “Para darte eso necesitas jugar otro rato más conmigo” “¿entienedes?” Sophie asentía mirándole a los ojos “¡Buena niña!” le dijo y puso su vaginita vestida a la altura de su bulto vestido, le apreta los glúteos en señal de movimientos, los dedos se impregnaban en la piel de ese delicioso culito virgen vestido, la carita de Sophie se apoyaba en el pecho de Leroy, lentamente la puso en pie en le piso, se acuclilló para besarle las mejillas, frente y cuello, se puso en pie y le estiró la mano para entrelazar sus dedos y llevándola de la mano iba a su dormitorio, “ven, te voy a mostrar algo que te va a gustar” al entrar al dormitorio la nena vio a su alrededor, Leroy la sentó en el extremo de la cama luego se sentó junto a ella mostrándole un libro “mira, son dibujos de personas que se quieren mucho” los ojos de Sophie se abrieron, su dedito índice recorría las figuras, leía con dificultad lo que decía ese poco contenido en letras pero sí muchas figuras, la mirada de Leroy estaba puesta en la acción de Sophie ante el libro “¿Te gusta Sophie?”, “si, me gusta” decía pasando con la rapidez las páginas, “son jueguitos” decía con seguridad “jueguitos de amigos que se quieren mucho” sonreía “como tú y como yo” le dijo esto último tragando saliva muy fuerte, “Entonces, ¿te gusta este nuevo libro que traje?” “Es uno muy bonito que habla del secreto” le mostraba señalando los dibujos y la sentó encima de sus muslos “¿Queienes son?” dijo al mirar una de las fotos, “son amigos que se quieren mucho” ¿igual que mi papi y mi mami? “¡efectivamente!” le dijo Leroy, Sophie se emocionaba con algunas imágenes ya que en el rostro de ella se notaba felicidad lo que aquellos personajes hacían en esas ilustraciones, “date cuenta Sophie, ellos se quieren mucho como tu papà y tu mamà” “Como tú y yo” le dijo “¿tú quieres sentir mi cariño Sophie?”, ella dijo “Si señor” dijo alegremente, añadiendo “¿Sí… en verdad Sophie?”, exclamó “¿De veras, lo que sea?” pregunta otra vez. “Si señor, lo que sea” respondió la preciosa niña, “Pues bien, vamos a hacer lo que hacen tus papis”, “vamos Sophie”, le dijo y la fue recostando lentamente en la cama, “Sophie, mi princesa, aquí jugaremos, yo seré el papá y tú serás la mamá que se quieren mucho, así los dos sentiremos amor como ellos” “Sophie… ¿tú me quieres mucho?, ¿verdad? le dijo a lo que ella contesta “Sí señor” luego ella observa que las manos del adulto empiezan a deslizar la pantaleta por los muslos, por primera vez una persona que no es su familiar le quita el aparte de su ropa dejándose ver la vaginita, “¿Qué hace?” pregunta ella inocentemente, “no te preocupes preciosa, es parte del juego de amor entre los que se quieren” “Aún falta algo Sophie” le dijo que “¿viste los dibujo del libro?” “estaban desnudos, ¿verdad?”, “sì, verdad, están desnudos” dijo Sophie levantando la mirada “así es, mi hermosa” “Que inteligente eres” le dijo mientras se empezaba a quitarle el vestidito “debemos quedarnos desnudos para jugar a querernos” ante eso ella se miró desnuda, le salió una sonrisa de vergüenza, su timidez aumentaba, se ruboriza, ¿Que sucede Sophie? le pregunta a lo que ella responde “es que mi abuelita me dice que nunca me baje las braguitas si no estoy en el baño o en mi cuarto” a lo que Leroy le dice “No te preocupes, confía en mí, no olvides que soy tu amigo que te quiere mucho” le acaricia el pelo diciéndole “las niñas buenas hacen caso a los amigos que quieren lo mejor para ti” le decía, “recuerda lo que me pediste” le dijo mientras se manoseaba el pene dentro del calzoncillo ya hecho un buen bulto, ella se miraba desnuda, Leroy le dijo “ven acércate” la nena se quedó arrodillada en el piso junto al filo de la cama “ahora para que no tengas pena y veas que soy tu amigo que te quiere mucho dame tus manitos” las manitos de ella se entrelazaban con las de Leroy y asi ella miraba que las cuatro manos deslizaban el calzoncillo de aquel hombre velludo, su mirada fue de ver la trayectoria de esa prenda masculina llegando a los tobillos, al levantar su mirada se encuentra con un prominente pene humedecido de liquido pre seminal, al llegar al ver esa presa carnuda ella quedó inquieta y sorprendida, recordaba como flashback que sólo una vez había visto un pene parecido a ese y fue de casualidad al entrar al baño cuando vio desnudo a su padre que se enjabonaba en la ducha ese pene peludo, ahora estaba viendo el de Leroy, lo había liberando agitándo a la vista de esa niña que lo miraba con sorpresa y curiosidad por el tamaño muy diferente al que le vio a su padre, Leroy le decía sugetándose el pene agitado: “Esto, Sophie, lo tenemos los varones y lo tenía aquel hombre que amaba mucho a la mujer en el libro” “¿te acuerdas mi pequeña?, ella responde “Si“ mirándolo aun, “Ven pues, mi pequeña Sophie vamos” le dijo y acto seguido la levanta y la lleva marcada a la cama, Leroy hacía un esfuerzo en no eyacular al sentirse en contacto con esa piel tan suave, la acuesta a su lado y comienza a tocar ese cuerpito desnudo, la puso boca arriba levantándole las piernas bien abiertas y comienza a lamer su vaginita, ella sentía al principio con mucha extrañeza, jadeaba y eso hizo que de la gaveta de la cama saque un frasco de crema, la voltea de espaldas y comienza a esparcirlo en el área de su anito, “señor”, “ese lugar…” exclamaba Sophie entrecortadamente, “tranquila mi bebé, estoy preparando tu huequito para hacer esas cositas que le agradan a las personas que se quieren mucho como tú y yo, ¿verdad?” le dijo mientras esparcía más crema en su rajita y su anito, Leroy había decidido que por el otro lado seria muy arriesgado, empieza a meter un dedo con abundante crema, trataba de introducirlo en su anito, poco a poco la puntita, Leroy sabía que no obtendría resultados pronto, ella jadeaba, los gemidos le daba a entender cuando le empezaba a doler, así Leroy se detenía y luego intentaba poco a poco introducirlo, mientras tanto con la otra mano manoseaba su vaginita queriendo aliviar el dolor, tratando de que sintiera un poco de placer cuando sentía en su anito algo de dolor, asi Leroyí estuvo intentando por lo menos un rato tratando de distraerla, “eres una niña buena, verás que ya pronto tendrás lo que me pediste” “eres una niña muy linda, muy valiente” ya había entrado la mitad del dedo cuando ella dice “¿Falta mucho?” “Me duele cuando mete esa cosa en mi potito” dijo Sophie al volterase, “No mucho Sophie, no mucho” “¡ya casi preciosa!”, “¡ya casi!” “tu huequito empieza a hacerse muy lindo” “¡Ya verás mi preciosa!” le dijo introduciéndolo una vez más con mucha lentitud, dejándolo allí por un momento para que se acostumbrara y sacándolo de nuevo, su anito empezaba a estar más dilatado, pronto llegaría el momento esperado pues ahora con paciencia era su dedo pulgar que se introducía “¡aahh!, ¡duele mucho!” decía ccon extrañeza, “¡Ahora Sophie!” dijo retirando el dedo pulgar con abundante crema, hizo pausa poniendo bastante crema al glande, le dijo que su carita se pose sobre la almohada grande, “así está bien mi amor” “me avisas si te moesta, ¿ok?” “recuerda que ya acaba el jueguito y te espera el premio que pediste ¿verdad?” ella asentía, “¿verdad que eres una niña muy buena?” ella respondia asintiendo, “¿verdad que eres una niña que te gusta querer como en el libro?” ella asentía, “¿veradad que me quieres?” asentía de nuevo, bajó su cara para besar las mejillas de la pequeña Sophie, estaba relajada tras pasar la punta de los dedos por la espalda de la pequeña, le besaba desde el cuello hasta llegar al coxis, allí concentraba sus besos en el coxis, separación de glúteos, de esa forma luego iba poniendo el pene en la entrada de su anito, ese pene que estaba tan duro como una barra de hierro, “Vamos a hacer las cositas que hacen las personas que se aman mucho, como tu y yo y como lo hacen tu papi y tu mami” le dijo “No tengas miedo Sophie”, “yo te voy a guiar”, le dijo con autoridad, “te va a causar fastidio un poco al comienzo pero debes aguantarlo si deseas el premio” “¡sí, recuerda el premio!” “¡el que vas a ganar si te portas como una niña valiente!”, “¡no debes llorar!”, “¡ya sabes que las niñas buenas no lloran!”, “luego ya no va a doler, es más, ¡te va a gustar!”, “eres una niña buena Sophie?” “de seguro quieres el premio por ser valiente” “¿verdad Sophie?” “Si señor” dijo mansamente pero algo asustada y poco perturbada “No lloraré” dijo convencida en parte, “Pues bien, ¡ahí vamos!” le dijo introduciendo su pene poco a poco en su anito, ”¡Señor!” decía bufando al sentir el glande a milímetro de haberse deslizado a la entrada, pero todo entusiasmo se diluye al sentir el roce del glande siendo metido milímetro a milímetro en el ano de Sophie “no.. por favor… duele… mucho” “ya no, ¡me duele!” dijo Sophie, “ayyy…ya no, ¡me duele!”, “tranquila Sophie, ya pronto va a dejar de doler…” responde Leroy jadeando “eres una niña buena… una niña muy pero muy valiente… recuérdalo”. “¡muy valiente!” el glande seguía avanzando y a medida que introducía un poco más en Sophie ella gemía y gritaba de dolor, “Resiste preciosa” le decía Leroy mientras estaba disfrutando en sodomizar ese culito rozagante, “ ya casi esta todo…” ella en su dsesperación de sentir algo dentro de sus entrañas le decía angustiada “No, ya no…” bufaba diciendo “¡me duele más!” “¡me duele mucho!” así es que luego gemía casi llorando “¡¡sáquelo!!” Leroy tratando de ser convincnte le deía que no podía sacarlo, el glande tocaba el esfínter “¡Ya casi Sofhie!” Leroy estaba decidido, “¡Ya casi Sofhie!”, entraba un poquito“¡Ya casi mi amor!”, “¡me duele!”, entraba otro poquito, “¡Ya casi Sofhie!”, “¡ahh!… ¡me duele!” ya estaba a punto de romper “¡Ya casi casi!”, se dilataba “¡me duele!” “¡sáquelo, sáquelo, me duele!” “¡Ya casi Sofhie!, ¡resiste!”, “¡ya!” “¡ya… no!” “¡ya… no!” hasta que el glande rompe el esfínter y lo dilata “¡yaaa!”, “¡me duele!” complacedi decía “¡yaaa.. Sophie!” “¡yaaa… eres mia!”, “¡yaaa… eres mi mujer!” “¡mi mujer por el culo!” “¡mía por el culo!” “¡por tu culito!” “¡por tu potito!”, hasta que por fin entro todo, el anito intentaba rechazar a ese invasor que la llenaba, pero Leroy no cedía ante sus instintos es que su glande sentía esa estrechez que es lo más parecido gran gusto, Sofhie estaba ensartada por el pene de Leroy, se notaba la figura de los dos unidos por primera vez, Leroy encia de Sophie que estaba estática “¡me duele!” dijo ella sollozando “¡me duele!”, la acariciaba diciéndole “voy a empezar a moverme, vamos a terminar juntos este jueguito y luego te daré lo que me pediste” “¿está bien?” preguntaba sin escuchar mucho a Sophie más pendiente en sentir de ese estrecho agujerito, de esa manera poco a poco se siente en ambos el meter y sacar, primero muy suavemente y luego con más velocidad, Sophie solo gemía y sollozaba por momentos, totalmente sometida por el tronco del pene en su pequeño anito de siete años, que ahora aguantaba las embestidas, trataba también con su otra mano de masajear su rajita para que sintiera placer, quien sabe cuántos minutos gloriosos pasaron cuando eyaculó dentro de ella, sacó lentamente ese tronco de pene mostrándose la salida de semen y sangre, el glande descansaba sobre la rija del culo, se notaba el semen y sangre deslizarse por la piel, la sabana toma un poco de aquello, allí quedó estática con poco sollozo, acercó su mano con papel para limpiarle el culito, tan solo gemía, “ya terminò mi amor” “¿viste?” “¿ya ves que ya no duele tanto? le pregunta con seguridad, en su rostro se notaba aún el dolor y el de sentirse rara, las caricias no se haciían esperar, le limpiaba las lagrimas el rostro, aunque aún gemía y jadeaba un poco, acostados de perfil la sostuvo en su delante sobre la cama, ella miraba las huellas de su desvirgamiento en aquella mancha de sangre y semen en la tela de la sábana, inmediatamente Sophie quedaba delante de Leroy que se notaba exhausto, tiempo después la llevaba para asearle así no quedara rastro, luego le dio algo para el dolor, “¿Aun te duele Sophie?” le pregunta Leroy con total inquietud “Si”, le dice, “me late un poco mi potito” dijo ella sobándose un poco el traserito, “Descuida, ya va a pasar”, “no te olvides no decirle de esto a nadie”, “si lo haces ya no podríamos querernos y no tendrías tu premio como siempre” “¿entendiste Sophie?” “Si señor” dijo mansamente, la lleva de la mano a donde estaba ese cofre con monedas, tomó dos monedas de dólar como se lo había pedido en la oreja de Leroy, pese al dolor sentía algo de complacencia teniendo en su manito esas dos monedas, sin lugar a dudas que a partir de ese día Sophie se volvió su significativo juguete sexual, solo esperaba con prudencia que lo hecho en ese cuarto no tuviese repercusiones negativas, asì que pasaron los días, el trato con los vecinos era el adecuado, Leroy no notaba ninguna indisponibilidad de los padres de Sophie ni de ella tampoco, más aún se notaba una cierta cordialidad en aumento, y fue así que llegaba el momento en el que se fue incrementando la confianza de tal modo que tanto Sophie como su hermanito Aiden frecuentaban el departamento junto con su madre en especial las tardes de salida de la escuela y colegio, Aiden había hecho amistad con Dylan quien lo marcaba y le hacía juegos que al niño tanto le gustaba, ambas madres estaban satisfechas de la amistad entre los niños y ni qué hablar de la sigilosa relación entre Leroy y Sophie, la confianza entre los adultos se incrementaba, a tal punto que pasadas algunas semanas se ralizaban paseos familiares.
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Squeo decidió permanecer en su habitación aquella mañana de mediados del cuarto mes de 1956, decidió leer las noticias en cama y que le subiesen el desayuno, para su grata sorpresa quien lo traía era la hermosa niña que de a poco se convertía ya en mujer teniendo ese formidable cuerpo, aquella niña nacida en junio de 1941, en dos meses cumpliría sus quince años, a dos meses, a dos meses, a dos meses, pensaba en eco la mente de ese recio hombre, su cuerpo era formidable con ese tipo de ropa usada, ese día era sábado, las primeras horas de mañana con sol penetrante en la habitación, Squeo la miraba con fijación, la niña se dejó manosear las piernas, más aún dejó que las manos de Squeo se metiesen por su prenda interior siendo manoseada su ya peluda vagina, la tomó de las manos llevándola a la cama con violencia, ella debajo, él encima, se miraron, ella con timidez, Squeo con seguridad y deseo, ella interpretaba esa mirada, ya la había visto antes y le insinuaba sumisión para lo que vendría, el vestido le fue deslizado por su cuerpo, las bragas se deslizaban por sus piernas así desnuda totalmente fue abrazada por Squeo que se quitaba la ropa para estar más cómodo, luego de largo rato pasaba a contemplarla para así desnuda completamente, ella se dejó llevar por las caricias y las palabras dulces sin respaldo de sincero sentimiento alguno, vio cómo la abría de piernas lo que más podía, vio también aquel pene erecto que entraba lentamente en su vagina, el glande aumentaba el volumen de los labios vaginales, ambas pieles unidas por el sexo, empezó a meterle y a sacarle el pene, varios fueron los movimientos lentos del meter y sacar acompañados de sentidos besos alargados por la lengua, en eso Squeo se detuvo ante su manjar femenino haciéndole la pregunta si le gustaba que se lo siga metiendo, ella algo sonriente y con timidez asentía, la abrazó más de lo debido, ahora el embiste de pene en la vagina era más sentido denotándose en los gemidos de aquella niña mujer, ambos genitales rozándose, el hombre sintió el pene humedecido por la lubricación de la vagina de la niña mujer, ella había hecho su orgasmo, feliz Squeo embistió más su pene con muy seguidos y contundentes movimientos sexuales, las piernas de ella sobre los hombros masculinos, el movimiento y los gemidos aumentaban, ella pese a gemir sentía gusto por lo que estaba recibiendo, de pronto el cuerpo de Squeo se detuvo, esta vez ella sintió dentro de su vagina aquel líquido seminal que se introducía en sus entrañas, muy extrañada estaba ella, esta vez el pene de Squeo no botó semen fuera de la vagina sino dentro, él quedó por largo rato acostado sobre ella siguiendo con su pene metido en la vagina, allí lo tenía, y seguía metiéndolo y sacándolo, el semen lo había depositado bien adentro de aquella deliciosa vagina de casi quince años de vida, Squeo lentamente se apartó del cuerpo de la niña mujer, parado junto a la cama vio acostada a la niña que se miraba la vagina humedecida con líquidos que habían mojado en parte las sabanas testigos de su sexo a plenitud, los dedos apartaban el semen de los labios vaginales, Squeo con rudeza la levantó conduciéndola al baño, se asearon manoseándose los genitales, decidieron bañarse manoseándose sus cuerpos sin dejar de besarse, era delicioso ese arte de amor, luego de partir la niña del cuarto no se dio cuenta que las llaves de su cuarto de arriendo que su madre le había dejado al cuidado cayeron al piso, ese día su madre se fue con su hijo de visita donde unos parientes en el interior rural costeño del país, Squeo las vio a aquellas llaves y las puso junto al velador con unos documentos que había leído la noche anterior, para Squeo era delicioso haber empezado así el día, esa acción lo motivó mejor a salir en el auto, bajó las escaleras a paso lento viendo a la niña a través del amplio ventanal, se encontró con su hijo Contardo pidiéndole que le entregase a la niña aquellas llaves del cuarto donde vivía, el hijo de Squeo asintió y vio a su padre tomar el auto que lo llevaría al centro de la ciudad capital, dejó las llaves sobre la mesa, se sentó a beber el jugo de naranja que tenía en su mano, bebiendo y mirando con fijación aquellas llaves se le ocurrió algo, fue al garaje y salió en su auto, la niña vio el reloj, era mediodía, almorzaría y partiría a su cuarto de arriendo donde vivía con su hermano, su mamá y su padrastro, tenía que lavar la ropa, hurgó en sus bolsillos para sentir instintivamente las llaves, malas noticias se han caído del bolsillo del delantal, subió las escaleras, entró a varias habitaciones sin encontrarlas, apenada fue a almorzar, ya entrada la tarde le pidió a su padrastro que la lleve al cuarto diciéndole que se le habían extraviado sus llaves, Ramón el chofer de Squeo que minutos antes había retornado con su patrón ya estaba para salir y llevó a su hijastra en dirección al cuarto, durante el trayecto le iba manoseando las piernas, con pericia en el volante con una mano lo maniobraba y con la otra se deslizaba la cremallera saliéndole el pene erecto, se lo mostraba a su hijastra, le pidió que le pase las manos, ella tímidamente lo hizo, el auto se metió por un camino abandonado y muchos kilómetros de allí se detuvo, la acomodó en los asientos haciéndole deslizar su braga, así luego de lamerle la vagina y estirarle el clítoris con chupadas constantes le humedeció la vagina, el pene entró con violencia, rápido y seguro ella sentía las embestidas del pene de su padrastro Ramón aquel padre de sus dos hijos asesinados, los gemidos por parte de ella no se hicieron esperar, el trasero de Ramón se alzaba y bajaba igual que metía y sacaba armoniosamente el pene de la niña mujer, ella se dejaba, su actitud sin embargo era diferente a lo que había experimentado horas antes a principio del día, Ramón continuaba embistiendo, el tronco entraba y salía con facilidad, hasta ahora mientras se lo hacía a la niña Ramón pensaba quien fue aquel hombre que la había desvirgado, no lo sabía, a Ramón le indignaba la intriga y al recordarlo con fría acción le metía el pene algo molesto por no haber sido el iniciador de su hijastra, no haber sido él quien la hubiese desvirgado antes, pero pese a todo le gustaba hacerle el amor y en varias ocasiones habían hecho el sexo clandestino, ahora la muchacha sentía el semen depositado dentro de su vagina como horas antes lo había sentido también por parte de su patrón Squeo, Ramón se apartó de ella viéndola salir del auto adentrándose a orinar en la orilla de aquel camino ubicado en los bosques de los apartados alrededores de la capital, el se acercó a micciar también, olió la braga y se la dio para que se la ponga, ella la tomó limpiándose la vagina con restos de orina expulsada y ciertas manchas de semen que había quedado en su alrededor, dio unos pasos adentrándose en el monte y allí nomás lanzó la braga, luego junto con su padrastro tomaron rumbo en dirección a la ciudad capital del país de la canela, horas después la muchacha estaba lavando ropa, estaba sola, eso parecía, unos ojos furtivos a prudente distancia contemplaba el cuerpo hermoso, ante un leve silbido particular muy conocido giró su cuerpo viendo la figura del dueño de la abacería que la hacía señas para que entrase a su cuarto con la idea de regalarle una pastilla de jabón, ella sonrió y fue obediente a verlo, el hombre desde hace rato que se había manoseado el pene del deseo al ver aquella muchacha ahora estaba erecto ansioso de placer, la llevó a acostarla en la cama, vio que la muy inquieta no tenía interior, eso facilitó las cosas pues solo le alzó la prenda, se acostó sobre ella manoseándole la vagina, luego le introdujo el pene haciéndola suya, ella estaba algo inquieta, era la tercera acción de ese día, de igual forma sintió que el semen era dejado dentro de su vagina, esta vez el sexo duró poco pues un cliente golpeaba el mostrador requiriendo ser atendido, el tipo salió a vender dejándola a ella acostada en la cama deslizándole el semen salido en parte desde el interior de su vagina, tomó papel y se limpió la vagina, salió con prudencia de aquella habitación en dirección al patio, entró en la letrina, así acuclillada con el jabón regalado por su amante se aseó la vagina y continuó su faena de lavado; lejos de ahí, un indigente que hacía sus necesidades biológicas en aquel bosque vio esa braga, la vio con detenimiento por todos lados, luego la dejó donde la encontró y continuó con sus pasos lentos pausados que su fiel can lo seguía con armonía, esa prenda significaría mucho pues correspondía a un ser especial en su vida.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXAGÉSIMO PRIMER EPISODIO
wow amigo buenos relatos sigue contando mas saludos amigo……