METAMORFOSIS 166
Tirantez.
La anciana estaba tejiendo un sueter en aquella tarde luego del almuerzo, su hija trabajaba igual que su yerno, tenía a cargo la custodia de los pequeños Sophie y Aiden, la nieta estaba junto a ella desmadejando mientras el pequeño estaba dormido en el amplio sofà junto al rincón, el reloj marcaba las 2pm, junto a las campanadas se escucha el rugir acelerado de un motor, presurosa se acerca a la ventana, su curiosidad era satisfecha a saber que se trataba de don Leroy su vecino como le decía, salía del auto con un portafolio iba apresurado, pero su paso fue menguando al pasar por la ventana saludando a Sophie, la manito de la nena se apoyaba en el marco de la ventana y con la otra mano la agitaba en señal de saludo, lo vio ingresar y ella retornaba junto a su abuela ordenando la lana, no fue mucho el tiempo en que la anciana quedó dormida, Sophie salió a jugar con su muñeca a la acera, desde allí vio unas manos que se movían desde la ventana, se trataba de don Leroy, ella lo saluda agitando dulcemete sus manitos, luego ve por la ventana que le hacía señas para que suba, ella se limitaba a sonreír mirandole sin dar respuesta, ella ve que le muestra unas monedas, de inmediato se pone en pie, mira hacia la puerta de su cuarto, luego mira al hombre que discretamente le muestra las monedas, Sophie abre la puerta y ve a su abuela profundamente dormida y más allá observa a su hermanito descalzo que estaba profundamente dormido puesto con su remerita y una trusa ajustada, la tierna Sophie apega con cuidado la puerta de su cuarto, sale a ver aún la presencia discreta de don Leroy que continuaba haciendole señas para que suba, Sophie camina por las escaleras llegando a la puerta del apartamento de don Leroy, al tocar se abre inmediatamente una mano la invita a pasar y con la otra es conducida por el hombro a la salita, cierra la puerta y le echa seguro al mismo tiempo que cierra las cortinas, Leroy entra a otra habitación, la nena está sentada unida de piernas y manitos entrelazadas, miraba con detenimiento el alrededor, se puso en pie yendo hacia un decorado que le llamaba la atención, luego va a tocar otro observandolo con detenimiento, fue en ese momento que aparece Leroy con dos emparedados y dos gaseosas, le dice que se siente junto a el en la mesita de sala junto al sillón, la niña tenía puestas las sandalias y un vestidito floreado, al abrirse de piernas se notaba su calzoncito rosado, Leroy estaba descalzo, tenía puesto simplemente un short y una remera, mientras comían y bebían se miraban sonrientes, Leroy rozaba eroticamente la lengua en la punta de la botella y se la introducía en la boca insinuandole el tono sexual a la pequeña Sophie que le imitaba a orden de Leroy, el hombre esperó a que terminase de comer, recogió los platos y las botellas y al regresar la nena estaba tocando aquel adorno que le había llamado la atención, sintio que la abrazaba por detrás, las acderas de Leroy se movían rozandole el bulto en ese culito vestido “¿te gusta?” “¿eh?”, “sí… ¡mucho!” la lengua pasaba por el cuello de la nena, “¡ji ji!” “¡me hace cosquillas!”, “¿pero… te gusta?” “¿eh?”, la niña reía al sentir los besos en el cuello, alzó el vestidito metiendo la mano por el calzoncito rozandole la piel del culito con los dedos metiendo levemente el dedo por el hoyito lo que hizo a Sophie dejar el adorno para evitar que se rompa, la cara de Leroy se apoyaba en el pelo de la nena, “¡hueles rico preciosa!” “¡hmmm!” “lo tienes suavecito”, sacó el dedo del culo de la peqiueña y le hizo un brusco giro quedando sus frenets unidas, allí llevó el dedo a su nariz «¡hmmm!” luego el dedo lo pone en la nariz de Sophie “¡huele tu culo pequeña!”, le pasó el dedo lentamente y le dio un beso en la frente, se miraban cuando en ese momento el dedo se deslizaba por la pelvis rozando los labios vaginales, Sophie instintivamente hizo un quite al sentir esos dedos entrando en los labios vaginales, la acercó más, la miró sin dejar de reír ampliamente “¿te acuerdas Sophie?” “¿te acuerdas de esa noche?” la niña perdió de sonreír, se puso cabizbaja, le alzó el mentón con el dedo y lo pasó por la nariz “¡ahora huele tu cuevita!” “¡huele Sophie!” “¡huele!” así como estaba cabizbaja olía el dedo, “¡ven!” “¡no tengas pena!” le acarició el pelo y las mejillas diciendole “¡lo de es noche fue maravilloso!” “¡nunca lo olvidaremos!” “¿sabes por qué Sophie?” la niña lo escuchaba cabizbaja acercó sus labios al oido de la pequeña “¡porque es nuestro secreto!” “¡sólo nuestro!” “¡tuyo y mio!” “¡nuestro secreto de amor!” “¡porque nos queremos mucho!” “¿verdad Sophie?” le alzó el mentón viendole a los ojos “¿verdad queme quieres mucho?” la abrazó y la marcó haciendo giros con cosquillas lo que le hizo reír a la pequeña “¡así me gusta verte Sophie!” “¡siempre feliz!” la puso en pie y uniendo las frentes viendose a los ojos le dijo “¡te quiero mucho mi pequeña!” “¡nunca te harè daño!” “¡siempre estaràs feliz conmigo!” “¡ven… abràzame mi pequeña!” la nena lo abrazó con sentimiento de seguridad “¡no quiero verte triste… quiero siempre estés feliz, mi amor!” se sentó en el sillón, “¡ven!” la nena se acerca al ver que Leroy se desliza el short hasta los muslos saliendole el prominente pene “¡míralo Sophie!” “¡es tu amiguito!” “¡él siempre te hará feliz!” “¡le gusta jugar con tu cuevita!” “¡le gusta hacerte sentir rico!” “¡acaricialo!” lentamente las manitos de Sophie iban rozando la piel de ese pene erecto que la desvirgó aquella noche, “¡toca… toca!” “¡así… Sophie!” a ojos cerrados le decía “¡así!” “¡así!” los deditos de la nena rozaban el glande erecto tibio, “¡ahora acercate a olerlo!” “¡ven… Sophie!” la nariz de la nena rozaba ese pene erecto “¡huele el miembro que te hizo mujer!” “¡sí, Sophie!” “¡Eras ya una mujer!” “¡Sophie!” “¡mi mujer!” “¡mi mujer!” le acariciaba el pelo “¡ahora abre la boca!” los albios se abrieron dejando pasar el tronco del pene, con recelo se apartó del pene, vio a los lados como insinuandole algo que de inmediato al verle la carita Leroy lo interpretó “¡tranquila Sophie!” “¡Estaremos solos por unas cuantas horas!” “¡mi mujer viene en la noche!” “¡ven!” “¡sigue!” “¡sigue!” el pene ingresó en su boca “¡chupa!” “¡chupa!” “¡así!” “¡así!” “¡rico!” “¡rico!” el glande una parte pequeña del tronco se deslizaba por esos labios rozagantes, la nena miraba los pelos de la pelvis en la tela del short, le apartó unos segundos para sentarse bien, sacarse el short y la remera y acomodar de mejor foma el pene para que lo lamiese bien así sentado desnudo a piernas abiertas, “¡ven pequeña!” “¡chúpemelo!” “¡chupamelo!” “¡lo estàs haciendo bien!” cerraba los ojo hablando despacito “¡así!” “¡así!” suspiraba aceleradamente “¡biieeennn!” “¡chupalo!” le sujetaba de la cabeza haciendole de mejor manera el movimiento de lengua, sacaba el pene y Sophie mojaba sus labios humedeciendolos con su lengua, miraba al adulto él acercaba el pene, ella abria la boca y rozaba el glande con sus labios ensalivandolo de nuevo haciendole gemir y bufar con suspiros de placer, de nuevo sacò el pene, se pusieron e pie, la marco dandole besos, la acostó lentamente en la cama, contempló ese cuerpito desnudo, esa vajiniita lampiña que la rozaba con los dedos abriendo un poco los labios vaginales, acercó su nariz para olerla “¡está olorosa!” “¡hmmm!” “¡rica!”, la miró fijamente “¡ahora te voy a ser sentir rico!” le pasó la lengua en la entradita abriendo los labios vaginales “¿te acuerdas?” “¿ehh… Sophie?” “¿te acuerdas lo de aquella vez?”, ella reía, “¡me hace cosquillas!” “¡ji ji!” la nena se movía mucho y él la contenía, le dio una palmada en el muslo “¡dejate… para que sientas rico!” Sophie no dejaba de reir “¿te gusta mucho?” “¿eh… Sophie?” la niña solo reía tomada sus manitos de los cabellos de Leroy, dejó de sonreìr al ya no sentir esos movimientos d elengua en su vaginita, la cara de Leroy se apartaba, lentamente se acostó sobre la pequeña, alzó su cadera poniendo el erecto pene cerca de los labios de Sophie, “ahora abre tus labios, amor” la nena abrió su boca entrando el pene “¡ahora chupa aquí… mi amor!” de esa manera el pene entraba y salia de la boca haciendolo deslizar por sus labios, Leroy estaba fascinado, de repente saca el pene, “Ven aquí Sophie” “en este momento nos vamos a divertir a montones” le dice a la pequeña Sophie mientras se acuesta al costado de ella dándole una palmada a sus caderas, ella sonríe y se acuesta mientras asume la posición 69 dejándome en su delante su vaginita la cual empieza a manipular y lubricar, con cierta dificultad la pequeña logra tomar el pene y lo engulle deslizarla por los labios dentro de su boca para luego chuparlo suavemente con el fin de irla preparando para el gran momento que se avecinaba mientras se iba introduciéndo dos dedos en su vaginita,
“¡Ahhh!” reacciona Sophie al sentir como la iba masturbando cada vez más rápido con ese roce de dedos en el clítoris, por el momento solo se contentaba haciéndola delirar con ese movimiento. Se comía su vaginita por momentos para luego seguirle introduciendo mis dedos en ella, ya estaba lo suficientemente lubricada cómo para recibir aquel miembro, ¡Ohhh…!! bufaba Leroy al sentir la respuesta de Sophie a mis tocamientos, no quería dejarse ganar y cada vez engullía más el pene, estaba logrado ser una niña hábil para mamar el pene, “¡eso Sophie… chúpalo1” “¡así… ohhhh!!…¡Chúpalo bien!” “nos sentirmenos bien aquí” tiempo después Leroy reanudaba sus tocamientos a su vaginita, “¡AHHHH!” gemía la pequeña Sophie al sentir los dedos entrar y salir de su vaginita, Leroy lograba saciar poco a poco la libido gracias a esa niña… o eso se creía hasta justo después de un rato de haber comenzado con el 69, Leroy siente que empieza a recordar esa sensación de tener el pene tan duro como si fuera de hierro, el verse así le estimula a decirle: “¡Ya… ahora…!” balbucea por la excitación “¡date la vuelta1” le hace girar con brusquedad debido a que ya no aguantaba más razones y el tiempo apremiaba, Sophie interrumpe la masturbación que se venia haciendo, gatea sobre la cama y se coloca lista para recibir el pene en la posición que más les estaba gustando, con avidez la agarra de la cinturita mientras acercaba la punta del glande a su entradita, “¡Ummm…!” gime Sophie al sentirse invadida por el pene, “¡tranquila… amor!” “¡te lo estoy metiendo… despacio… despacio!” “¡siente como te lo meto!” “¡siente que està adentro!” “¡siente a tu amiguito!” “¡está dentro de tu cuevita!” “¡le gusta jugar allí!” “¡Sophie!” “¡Sophie!” “¡así!” “¡así!” ella gemía con suspiros al sentir que el pene iba entrando “¡ahh!” “¡ahh!” hasta que estuvo adentro “¡ahhhh!”, con inquietud le pregunta “¿te dolió Sophie?” “¡dime!”, la nena fruncia el ceño “¡un poco!” “¡aahhh!” “¡un poco…mmm… nomás!”, el hombre le acariciaba, “¡ya pronto te pasará!” “¡ya lo veras!” “¡estàte quieta!” “¡tranquilita!” “¡quietecita… ahora te lo saco!”, “¡ahhh!” Sophie exclamaba, “¡tranquila… ya salió!” “¿te dolió?”, ella respondía “¡un poquito!”, Leroy sonreía al escucharle, “¡bien!”, inclinó su rostro pasabndole a ensalivar la entrada de la vaginita con la punta de la lengua en el clítoris, eso la hacía estremecer, “¡ahora sientes rico!” “¿verdad Sophie?”, sonriente le dedìa “¡Sí… don Leroy!”, le dio un beso en la frente y mientras la veía fijamente a los ojos en señal de seguridad le decía “¡ahora te lo meto!” “¿quieres?”, ella responde “¡no seeeee!” él la anima “¡no tengas miedo!” “¡te dolerá un poquito pero después te va a encantar!” “¡vamos!”, abrió más las piernas el glande mojado entraba deformando los labios vaginales “¡ahh!” al escuchar eso detuvo el movimiento de caderas “¡tranquila así es al comienzo!” “¡tranquilita mi amor bello!” el pene entraba más “¡aahhhh!” Sophie gemia, Leroy se afanaba en que ya todo esté adentro, “¡aaaahhhh!” Leroy se detuvo al sentir que ya todo el pene estaba adentro, “¿te duele amorcito?” “¡dime!”, “¡sí señor Leroy… un poquito!”, Leroy le dice “¿menos que hace poco?”, ella dice “¡si menos que hace poco!”, le pregunta a la nena “¿te gustó más?” ella dice “¡sí… más!”, Leroy complacido le dice “¡bien!” “¡ahora vas a sentir mas rico… sòlo agarrate de mis brazos!” las manitos se agarraban a los brazos de Leroy al sentir ella las embestidas del pene que entraba y salía lentamente “¡aahhh!” “¡ahhh!” “¡ahhh!” se daba tiempo en detenerse y ver con gusto que su pene esyab dentro de esa vaginita, “¡eres preciosa Sophie!” “¡acuerdate de tu amiguito!” “¡acuerdate al orinar!” “¡acuerdate cuando botes la orina!” “¡acuerdate cuando veas salir el liquido de tu cuevita!” le hacía el mete y saca “¡siente!” en respuesta abria la boca “¡ahhh!” con los ojos cerrados “¡siente que eres mi mujer!” “¡mi mujer!” en respuesta abria la boca “¡aaahhhh!” con los ojos cerrados, se detuvo unos instantes con el pene dentro de ella, por fin han vuelto a ser uno solo, aquellos cuerpos en contacto se reconocen el uno al otro, luego siguen los movimientos copulatorios acelerando cada vez más con sus embates,, “¡-Ahhh…..Ufff!” “¡aauuu!” “¡aaauuufff!” expresan al sentir el pene dentro de esa niña hermosa, por fin volvieron a unirse dentro de este acto tan significativo para Sophie haciéndole sentir que el hacer ese “jueguito” los hace tan dichosos, por un lado Sophie feliz de sentir las embestidas de a poco muy diferentes por el movimiento brusco pero por otro ese recurrente dolor molestoso que con el tiempo Leroy confiaba que desaparezca para que así su nenita goce a plenitud de sus embestidas, le excitaba verla tan inocente como siempre en esa postura tan erótica, la miraba a los ojos Leroy desearía saber qué estaría pensando ahora esa niña preciosa pensativa abiertas de piernas aún teniendo todo el pene dentro de sus entrañas, “¡ahora mi cielo… vas a sentirte mujer!” “¡Sophie!” “¡Sophie!” las embestidas empezaron de lento a rápido, los muelles de la cama sonaron, las caderas de Leroy hacían el efecto de movimiento sobre la pelvis de Sophie “¡aahhh!” le llegaba el gustito “¡aahhh!” “¡Sophiee!” “¡Sophieeee!” “¡Sooopphhiiieeee!” gritaba de la excitación al sentirse dentro de ese cuarto a salvo de todo control externo, solo ellos dos estaba encerrados a trasluz, ambos cuerpps desnudos en uno solo haciéndose con gusto, no le importaba el ruido que pudiéran hacer y no pensaba controlarse más, ahora con ese gustito estab convencido de seguir “¡don Leroy.. don Leroy!” exclamaba también Sophie al sentirse taladrada por ese pene delicioso como a un manjar, para Sophie le queda aferrarse a la almohada a fin de poder resistir esos empujones.”Alza bien!… Alza bien bien he dicho! le ordenaba con brusquedad, bajando su cabecita a fin de que levantara suvagiita, quería golosamente seguir cogiéndola pero también deseaba que parara bien esas preciosas caderitas que poseía a fin de sentirlas a plenitud.”¡AHHHHH!!! AHHHHH!!!!- se escuchaba gemir a Sophie por la cogida que recibía, se sentía extasiado al escuchar gozar a su niña favorita sobre aquel lecho de amor, disfrutando al igual que él de la pasión que emanaban esos cuerpos, estaban encerrados en aquella habitación los dos cogiendo hasta que los cuerpos no pudieran más… lo había esperado hace un buen tiempo.!”Ahhh… Sophie!…- alcanzaba a bufar de placer acelerando sus empujones a sus vaginita aferrándose a su cinturitella balbuceaba fuera de él mientras Leroy la cogía a ritmo constante enterrando aquel miembro dentro de esa niña.”¡AHHHH!!! don Leroy!” “!AHHHH!!! respondía Sophie sonriendo de placer y observando el rostro al costado del suyo, repetía con empeño de satisfacción, con la lengua afuera y babeando como un animal rabioso empujaba mi verga en esa niña deseando penetrar lo más profundo posible “¡OHHH!! Sophie!” “Te…voy…a…meter…pene toda… la tarde!” “!!OHHH!!” le soltaba en sus oídos mientras Leroy se sentía en el paraíso, en ese momento ya no le importaba en lo más mínimo seguirle soltando esas palabras a una niña de corta edad las cuales las estaba aprendiendo algunas, de hecho lo que deseaba era seguir hablándole de manera vulgar, para es emomento ambos estaban ya con los ojos desorbitados mientras cogían “!voy a soltártelo todo!” “OHHH!!!… Sophie!” “¡yaaa!” “¡yaaa!” dice en el preciso momento que termina por eyacular dentro de esa niña, lo hace en abundancia al interior de esa niña que solo aguanta estoicamente, “¡aaahh!” exhala finalmente al sentir como termina por eyacular dentro de ella, en su rostro se refleja la dicha de sentir como don Leroy la llena de aquel liquido novedoso para ella que pensaba era el premio del “jueguito” Leroy alza y baja las acderas el pene entrando y saliendo mojado de semen “toma!… toma!” le dice al mismo tiempo que le sigue dejando pocas gotas dentro suyo, al acabar se aparta un momento pero aún no ha terminado, sorprendentemente aún tenía pene tan duro como al comienzo y la cogida continuaría hasta que los cuerpos no pudieran más, eso estaba en el pensamiento de Leroy y asimismo no le importaba la sàbana mojada de semen, la alvaría tan pronto la niña se retirase, Leroy le mostraba el pene erecto “¡mira Sophie!” “¡desea seguir jugando… con la nena que tiene la cuevita preciosa!” “¿quieres seguir jugando?” ella miraba sus piernas abiertas con sus dedos que recorrían los labios vaginales tocándose el semen salido desde adentro, lo miraba con cierto aire pensativo que se reflejaba en su rostro, Sophie en sus adentros también lo deseaba, es más ya le gustaba, Leroy había conseguido en ella la metamorfosis, al ser acariciada por su macho iniciador ya lo sabía, lo deseaba, y es más, aguardaba la siguiente tanda con gusto, por eso para sorpresa de Leroy recibió d ela niña su movimiento de cuerpo cambiando de posición esta vez insinuaba que deseaba por el culito, Leroy sonrió besándole desesperadamente los glúteos a lo que ella reía “¡me hace cosquillas!”, “tranquila… vas a seguir rico” siguió besándole los glúteos, abría la separació y le pasaba la lengua, luego haciéndole rozar ese pene erecto cuyo glande estaba mojado de semen, “¡ahhh!” “¡ahhh!” “¡ya… me duele!” gesticulaba eso porque el glande entraba la puntita cerca del ano, lo mojado del glande no era suficiente, pensó que por ahora era suficiente, le vino el cansancio, sonrió al pensar en el gran esfuerzo hecho, se apartó de la nena, le dijo que se estuviese quietecita, se sentó en la silla para contemplarle acostada de cara al colchón, sus piernitas abiertas rozagantes, su cuerpo desnudo d epiel blanca, su pelo castaño, su culito voluminoso, sus piernitas rellenitas con dedos alargados bien formados de hembrita, “¡Sophie… ahora… virate!” la nena giró su cuerpo de cara al techo “¡ahora sientate!” Sophie se sentó en el extremo de la cama “¡ahora abre las piernas!” obediente lo hizo mostrándose su vaginita desnuda a plenitud “¡ahora mírate la cuevita!” ella miraba cabizbaja los labios vaginales humedecidos de semen salidos de su vaginita, “¡mirame Sophie!” la mirada de la niña fue hacia donde Leroy estaba sentado en una silla abierto de piernas igual que ella, “¡mira a tu amiguito!” Sophie miraba el pene de Leroy que al agitarse se puso erecto, “¡a tu amiguito le gusta jugar con tu cuevita!” ella miraba y levemente sonrió, “¡él te hizo mujer!” ella lo miraba fijamente “¡sí… por él… ahora eres mi mujer!” “¡vas obedecerme!” “¿verdad que sí… Sophie?” ella sin dejar de ver el pene asintió, del rostro de Leroy salió una mueca de risa conforme, “¡míralo… nunca lo olvides!” “¡miralo bien a tu amiguito del jueguito!” “¡míralo bien!” “¡acuerdate de él!” “¡acuerdate!” “¿lo vas a hacer?” “¿verdad Sophie?” ella mirándole fijamente el pene asentía “¡te vas a acordar de él cuando orines!” “¡te vas a acordar de èl cuando veas salir orina de tu cuevita!” “¿te acordarás Sophie?” “¿si, verdad?” ella mirando el pene agitado asentía, “¡ahora ven acà preciosa!” la nena desnuda y descalza se bajó de la cama caminandolentamente hacia Leroy que la esperaba sentado a piernas abiertas “¡buena niña preciosa!” “¡eres linda Sophie… muy linda!” los dedos del hombre rozaban la frente y mejilla de la pequeña que lo miraba con timidez, “¡ven acá!” la alzó d elas acderas llevándola a su cuerpo, la sujetó con delicadeza haciendo que su vaginita se acerque al pene, ya sintiendo que el glande estaba rozando los labios vaginales la fue bajando “¡aaahhhh!” “¡aahhh!” “¡tranquila Sophie… tu amiguita está entrando!” hizo pausa, el glande con su puntita estaba a punto de ingresar totalmente, “¡aahhhh!” la agarra fuerte “¡tranquila mi pequeña!” “¡tranquila!” “¡cierra los ojos Sophie… cierralos!” “¡!aí… eeesso… eessso” “¡ahora… respira y siente!” la iba bajando “¡ahhh!”, la agarraba “¡tranquila… siente!” “¡cierra los ojos!” “¡siente a tu amiguito!” la bajo otro poquito “¡ahhh!” “¡aahhh!”, la sostuvo “¡ya falta poco para que entre todo!” “¡no abras los ojos!” “¡siente!” “¡aahhh!” “¡siente!” “¡aaahhh!” la sostuvo “¡recuerda a tu amiguito!” “¡aaahhh!” “¡acuerdate!” la bajo totalmente “¡aaahhh!” el pene ya estaba entrando “¡aahhh!”“¡ya está !” “¡ya está Sophie!” “¡ya lo tienes todito!” “¡lo tienes todito… adeeennntttrrrooooo!” “¡ahh!” estuvieron unos segundos sin moverse y en silencio, “¡ya está… ya está!” “¡abre los ojos!” “¡mirame a la cara!” la nena lo mira fijamente“¡te quiero mucho!” “¡Siempre estaré contigo!” “¡Siempre te ayudaré!” “¡eres mi mujer!” “¡siente!” “¡ahh!” “¡eso…siente!” “¡ahhh!” “¡eres mi mujer Sophie!” “¡por eso tienes que venir cuando quieras algo de dinero… te lo daré pues soy tu marido!” “¡tu marido en secreto!” “¡no debes decirle a nadie!” “¿verdad que no será nuestro secreto?” la niña fruncia el ceño y asentía, “¡ahora sentirás más rico!” y de esa manera la alzaba saliéndose el pene luego lo acomodaba en la entrada y se lo volvia a penetrar asi la tuvo con esa embestida original en la cual él sentado la alzaba y la bajaba a la nena, Sophie al principio bufaba fuerte y luego se dejaba con leves gemidos, daba gusto ver ese pene venoso y peludo adulto entrando y saliendo por esa vaginita lampiña, la tuvo así sometida en esa postura hasta el cansancio, luego de a poco la fue separando de su cuerpo, le besó por todo el cuerpo, se levantó de la silla con ella marcada “¡ven, vamos!” la recostó encorvada en el extremo de la cama, ella vio que se acercaba su macho iniciador, “¡ahora vas a sentir más rico!” “¡te amo!” el pene entraba por esa vaginita abierta ella lo recibía en su interior, “¡aahhh!” el hmbre para calmarla le decía “¡tranquila!” de un empujón lo metió ahora totalmente y despacio hasta que rápidamente la embestía, la tenía sostenida, ella exclamaba “¡aahhh!” “¡aahhh!” “¡aahhh!” mientras él expresaba alternadamente “¡rico!” “¡rico!” “¡rico!”, ambos cuerpos encorvados estaban sobre la cama, se notaba las caderas del hombre alzando y bajando como un desaforado, “¡eres mi mujer!” “¡siente que ya eres mi mujer!” “¡te lo estoy haciendo sentir rico!” “¡rico!” “¡rico!” “¡rico!” mientars que ella expresaba “¡aaaahhh!” “¡aahh!” “¡aaaahh!”, el hombre continuaba sometiendo sexualmente a la pequeña Sophie “¿te gusta?” “¡dime Sophie!” “¿te gusta?” ella gemia “¡aahhh!” “!siii¡” “¡aaahhh!”, el hombre orgulloso de estar dominando la situación le decía “¿sí qué… aahhh?” “¿sí qué Sophie?’ la nena respondía “¡sí… don Leroy!”, el hombre exclama mientras le metía el pene lo más profundo en sus entrañas infantiles “¡no… no me digas don Leroy!” “¡dime í… marido!” “¡anda!” “¡dilo Sophie!” “¡sí… marido!” ella expresaba “¡sí…. marido!” el hombre orgulloso le dacía, “¡anda Sophie… repitelo varias veces para que te claro!” d sus labios expresaba “¡marido!” “¡marido!” “¡marido!” “¡marido!” luego de decirlo siguieron las embestidas, se relajó resignada a recibir el pene que entraba y salía, vio el gustito, le dijo timidamente “¡yaaaa!” “¡yaaaa!” “¡yaaaa!” y el le dijo ientras alzaba y bajaba sus caderas “¿cómo se dice?” “¿cómo se dice Sophie?” y ella exclamaba a la vez “¡yaaa. marido!” “¡ya… marido!” “¡quiero ir al baño!” en verdad que Leroy en las últimas embestidas sintió un liquido en su glande y precisamente no era su semen asía que se apartó de la hermosa nena sentandose en el extremo de la cama viendola sentarse junto a él, le vio el pene húmedo y caminó desnuda descalza y cabizbaja hacia el baño, sentado Leroy escuchaba el golpe de la orina salida de la vagina de la niña en a ceramica del inodoro, ella miraba esa orina y a su mente retumbaban esas palabras dichas por su macho iniciador “¡cuando orines acuerdate de tu amiguito!” “¡acuerdate de tu amiguito!” “¡de tu amiguito!” ella suspiraba viendo la orina salida de los labios vaginales, ya no había sangre pero al orinar descubrió el gustito de lo que en ese “jueguito” había logrado desarrollar su metamorfosis, a unos pasos de allí Leroy abierto de piernas sentado en el extremo de la cama sonriente se vio el pene humedo exclamando con su mirada en su pene “¡eres terrible… amiguito!” “¡terrible!” “¡la mandaste a micciar!” “¡eres terrible!” se recostó unos segundo viendo el techo y acariciandose el pene recordó algo, de inmeditao se incorporó de la cama yendo al armario desde donde había una caja bien escondidad sacó un libro yendose a sentar en la cama, instantes después Sophie sale del baño, Leroy le llama a sentarse a su lado, “¡mira Sophie!” “¡dibujitos!” “¡de juegos como los que hacemos!” la niña ojeaba cada pagina que la pasaba Leroy, “¡ahora… dime Sophie!” “¿cuáles te gustan para hacerlo después?” la niña se limitaba a ver, estaba reclosa “¡anda… dime cuáles te gustan!” “¡mira sus caras de alaegría!” “¡es porque les gusta el jueguito!” el hombre insistía “¡anda Sophie… señala las que te gustan!” el dedo de la nena toca ciertas fotos, Leroy la abraza dandole besos en las mejillas, “¡así me gusta!” “¡ya vez!” “¿qué tedije?” “¡ya te gusta!” “¡ya te gusta jugar conmigo!” “¡ya te gusta!” dejó a un lado libro cayendo al suelo mientars súbitamente la acostaba en la cama haciendole cosquillas diciendole que estaba muy orgulloso de ella le vio bien rozagante la vaginita, la causa eran las embestidas de su pene, miró el reloj y le dijo que le iba a ayudar a que se vista, la marcó saliendo d ela habitación, “¡Sophie.. no lo olvides!” “¡de ahora en adelante este será nuestro secreto de amor!” “¿ok princesa?” la nena agarrada del cuello de su macho iniciadr asentía, le dio un beso en la frente, al llegar a la sala le dio varias monedas, al despedirse le dio un besos en la frente diciendole “¡no te olvides… eres mi mujer!” “¡soy tu mario Sophie… en secreto!” “¡tendrás mucho, pero mucho de eso!” ella miraba las monedas en sus manitos “¡pero no se lo digas a nadie!” “¿verdad que sí mi amor?” ella asintió, él emitió una amplia sonrisa abrió presuroso la puerta le dio una nalgada suave saliendo rápidamente Sophie d ela habitación de su macho iniciador,Leroy fue a la cama a lavar la sábana en el baño, seguía desnudo viendos eel pene, recrdaba lo vivido con Nicole, ahora se repetía con Sophie, se puso simplemente un short y bajo a la salita encendiendo un cigarrillo, recostado meditaba lo que había hecho con la pequeña Sophie, comparaba el sexo de esa niña con el que le hacía a su mujer y se quedaba con el de la tierna Sophie, de sólo recordar a oojos cerrados el sentir las manos pasar por esa piel suave lo excitaba poniendose su pene erecto de nuevo “¡Sophie!” “¡Sophie!” “¡te necesito!” “¡te necesito!” cerraba intensamente los ojos pensando en ella “¡ven!” “¡ven… Sophie!” “¡quiero metertelo!” “¡metertelo en tu cuevita!” “¡ven!” “¡ven mi amor!” “¡quiero metertelo de nuevo!” “¡de nuevo!” estaba muy concentrado con su necesidad que al instante escuchó tocar la puerta, d innmediato abrió los ojos para observar el reloj, pensó que no era la hora aún de llegar de su mujer y su hijastro Dylan, se extrañó al escuchar muy bajo esos toques de puerta, se levantó del sillón esperando a que su pene se ponga flácido, entreabrió la puerta, su sonrisa se amplió en su rostro, estaba feliz de ver en su delante a Sophie aún descalza con su vestidito, tenía tomada de una manito a su hermanito Aiden, y con admiración vio que su otra manito se restregaba la vaginita, los hizo pasar de inmediato, los sentó en el sillón, ambos tenían los piecitos al aire pues no tocaban el suelo, les preguntó por su abuela, si la anciana sabía que vendrían aquí, ella movía timidamente la carita diciendo que continuaba dormida, mientras ella hablaba Leroy miraba a ese hermoso nene abierto de piernas con sus manitos aferradas a la tela del sillón, sólo tenía puesto un short ajustado a su cuerpito, les preguntó por motivo de la visita, ella sonrió se puso cabizbaja y luego con su mirada vio hacia la mesita desde donde antes Leroy sacó y le regaló unas monedas, el hombre le pregnto “¿quieres jugar de nuevo?” “¿eh?” la niña cabizbaja asentía, “¡bien Sophie…no hay problema!” “¡también te dare un emparedado y gaseosa!” el rostro de Sophie se puso feliz, Leroy se acercó a ella a darle muchos besos en las mejillas y a hacere cosquillas delante de Aiden que sonreía al ver a su hermana riendose mucho, mientras tanto Leroy pensó rápido diciendole “¡te voy a dar las monedas!” “¡pero antes tienes que hacer algo!”, “¿qué cosa?”, “¡tienes que bajar y estar por un buen rato con tu abuelita viendola que siga durmiendo!” “¡mira el reloj!” “¡mira que ahora la raya grande marca ahora el 9!” “¿la ves?” la nena asentía el hombre le dice “¡ahora te vas a tu cuarto!” “¡mira a tu abuelita durante todo ese tiempo!” “¡y… cuando mires el reloj de tu casa que la raya grande marque el 1!” “¡te vienes corriendo rápido para jugar conmigo!” “¡aquí te espero con tu hermanito!” “¡vamos!” “¡anda!” la nena asentía “¡aquí te espero para darte el emparedado, la gaseosa y las monedas que tanto te gustan!” “¡Aiden se queda conmigo!” le dio una palmada en los glúteos y Sophie de siete años salió presurosa y muy obediente a ver a su abuelita que aún seguía dormida, “¡ven!” “¡acercate!” le dijo al pequeño Aiden, el pequeño se dejó marcar por Leroy haciendole sentar en sus hombros, giraba con su cuerpo como carrusel lo que al niño le gustaba, miró el reloj y presuroso lo llevó cargado a su cuarto, lo puso en pie en el suelo diciendole “¡ven Aiden!” “¡aquí jugaremos tu yo!” “¡ven!” “¡juguemos a las cosquillas!” lo acostó en la cama haciendole cosquillas el niño reía y de eso se aprovechaba Leroy para sacarle el short, iden estaba desnudo acostado en la cama, Leroy dejó el short ajusado en la silla “¡uy!” “¡que bonito lo tienes!” le dijo contemplativo “¡déjame ver… aahhh!” la cara se acercó al pene para olerlo, abrió la boca y lo chupaba, el niño se movía riendo “¡ya ves!” “¡te gustan las cosquillas de aquí!” Aiden lo miraba riendo, “¡ven!” miraba el reloj ya marcaban la raya grande el número 10, “¡así… acuestate!” “¡así!” su carita estaba sobre el colchón sin sábana, puso una almohada debajo del vientre del pequeño así el culito estaba más expuesto y empinado, lo besaba emocionado “¡lo tienes lindo a tu culito Aiden!” “¡muy lindo… como todo tu cuerpo!” “¡cómo tu carita!” “¡de niño precioso!” la lengua pasaba por la piel de los glúteos y cuando pasó por la rayita de separación se eschó un “¡aaahhh!” de Aidn, “¿ves que te gusta?” le pasó la lengua de nuevo ahora con abundante saliva y otra vez se escuchó un “¡aahhh!” salido de los labios de Aiden, “¡te gusta!” “¡te gusta!” “¡ahora te va a agstar más mi príncipe!” el glande se posaba en la entrada de ese culito apretadito de niño hermoso, “¡aahhh!” “¡duele!” el glande iba entrando y percibía lo virginal de ese potito, “¡aaahhh!” “¡yaaaaa!” “¡me duele!” Leroy exclamaba “¡espera!” “¡tranquilo!” “¡aguanta!” Aiden exclamaba “¡aaahh!” “¡aahhh!” Lery lo trataba de calmar diciendole “¡aguanta!” “¡aguanta!” “¡sólo la puntita!” “¡te la meto!” “¡sólo la puntita!” Aiden exclamaba “¡aahhh!” “¡aaahhh!” “¡yaaaa!” “¡yaaaa!” “¡dduueeeleeee!” Leroy vio que el reloj marcaba con el minutero el número 12, intentó meter más el pene en ese culito pero Aiden ya empezaba a molestarse debido al intenso dolor recibido en un esfinter tan cerradito debido a su tierna edad, de inmediato bajaron de la cama, le puso el short, lo marcó llegando a la sala, le pasó el emparedado a donde estaba sentado en el gran sillón juntoa una bebida gaseosa de la época, lo miraba cómo se metía el pico de botella en os labios rozagantes, Leroy se arrepentía de no haberle hecho sexo oral, hubiese sido lo mejor, estaba con calentura de arrecho, instantes después se escuchaban toques en la puerta, era Sophie seguramente, le abrió y precisamente era la nena, le hizo entrar rápidamente para no dar sosprecahs a los vecinos, le preguntó si su abuelita estaba aún dormida y ella asintió, así como caliente que estaba con ganas de desfogar con Aiden y no pudo ahora lo haría con Sophie “¡ven vamos!” la marcó y la llevó a su cuarto “¡te haré el jueguito del libro!” le dijo refiriendose al que vieron minutos antes “¿te acuerdas Sophie?” “¡el que vimos hace poco!”, “¡ven… te gustará ser mi mujer de nuevo!” sus bracitos rodearon el cuello de su macho iniciador dejandose llevar cual si fuesen pareja de recién casados, caminaron hacia el cuarto, fue todo tan rápido que se olvidaron de que Aiden quedaba sentado ocupado con su emparedado y su gaseosa aún iniciando a beber, a unos metros de allí se notaba la figura de Leroy que le ayudaba a quitarse el vestidito a Sophie, la subía al colchón de esa cama sin sábanas, “¡ahora te voy a hacer sentir más mujer!” “¡ven acá!”, puso los pies de ella en sus hombros, “¡ahora verás lo que se siente muy rico!” se inclinó diciendole en dirección a su vaginita “¡ahora prueba con saliva!” la sostuvo alzandole un poco de las caderas, le abrió los labios vaginales, le pasó la lengua, tocando el clítoris con su punta, ella se estremecía, le djó bastante saliva, el glande estaba entallandose en la entrada de la vaginita en los labios vaginales “¡ahora verás!” “¡vas a sentir más rico!” “¡te lo voy a meter adentro!” ella se limitó a sentir que el pene entraba lentamente, “¡aahhh!”, “¡tranquila… va despacio!”, “¡aahhh!”, “¡ya no te duele… tranquila Sophie!” ese pene entraba en esa vagina de siete años, “¡aaaahhhh!” hasta que Leroy con el gemido de Sophie “¡aaaaahhhhhhh!” sintió que su pene había entrado todo en esa vaginita, se quedó quietecito “¿te duele?” “¿eh?” “¿te duele preciosa?” ella con un leve rictus que se dibujaa en el rostro movió negativamente la cabeza, Leroy sonrió y empezó a moverse de caderas sujetandole a la pequeña con la intención que al moverse no se salga el pene así la disfrutaba más cerrando los ojos preguntandole “¿te gusta Sophie?” “¿te gusta?” ambos tenían los ojos cerrados “¡respondeme Sophie!” “¡respondeme Sophie!” “¡respóndeme!” ella decía a oos cerrados y con mucho placer “¡sí… me gusta!” “¡me gusta!” Leroy le preguntaba “¿te gusta lo que te hago?” “¿te gusta?” “¡dime!” “¿te gusta… verdad?” ella respondía aun con los ojos cerrados “¡sí… me gusta!” “¡me gusta!” Leroy a ojos cerrados le preguntaba “¿ya no te duele la cuevita?” ella respondía “¡ya no… ya no me duele!” Leroy sonreía pregunutandole mientras el pene se deslizaba en la vaginita teniendola piernas a los hombros la postua que vieron el el libro de Kamasutra “¿quieres más?” “¡dime.. Sophie!” “¿quieres más?” ella a ojos cerrados le decia “¡sí… quiero más!” “¡sí!” “¡sí!” “¡quiero más!” “¡más!” fue allí que ambos a ojos cerrados sintieron el placer del sexo, las embestidas se incrementaron a un ritmo acelerado que hacían gemir a ambos, ella pasiva y él activo en esa vaginita con un pene dándose placer pleno, ella sintió que el pene entraba en sus entrañas ya en su totalidad sin causarle dolor más bien un placer, lo que Leroy no sabía era que Sophie con pretexto de aquellas monedas fue a ese cuarto relamente a que le hiciera ese “jueguito” la nena se estaba haciendo adicta al cuerpo de Leroy, lo comprobaba con esa postura y sintiendose plena en delicia, más aún la confianza que Leroy había cultivado en la nena preciosa con un matiz de seguridad, protección y cariño d elo que poco ella recibía de sus padres, “¡Sophie!” “¡Sophie!” as embestidas seguían, “¡Sophie!” “¿no quieres ir al baño?” ella decía “¡no!” él decía “¿quieres más?” “¿quieres más?” “¡Sophie!”, ella responde “¡No quieo ir al baño todavía… quiero más!” “¡quiero más!” todo este diálogo sostenido era a ojos cerrados, “¡mi pequeña!” “¡mi pequeña traviesa!” “¡ya pronto terminaremos y tendremos tu premio!” “¡cierra los ojos sophie!” “¡siente como te lo meto!” “¡siente!” “¿te gusta?” “¿verdad?” ella responde “¡sí!” “¡sí!” “¡me gusta cómo me lo mete!” Leroy le pregunta “¿sigo Sophie?” “¿sigo?” ella a ojos cerrados aun responde “¡sí!” “¡siga!” “¡siga!” Leroy le pregunta “¿no quieres que te lo saque?” “¿eh… Sophie?” “¡no… no me lo saque!” “¡metamelo!” “¡métamelo!” Leroy le pregunuta “¿te gusta que esté adentro?” ella responde “¡sí… adentro!” “¡adentro!” “¡no me lo saque!” así las embestidas eran rápidas “¡Sophie te lo estoy haciendo con amor!” “¿sientes el amor?” “¿sientes el amor?” “¿lo sientes Sophie?” ella responde “¡sí!” “¡lo siento!” “¡lo siento!” “¡aaahhhh!” al decir y gemir eso es porque ya sentía en sus entraña que del pene de Leroy le depositaba el semen, Sophie hizo un suspiro prolongado y giró su carita aun sintiendo dentro el pene con satisfacción abrió los ojos y de sus labios salió la exclamación “¡Aiden!” vio sorprendida a su hermanito arrimado al marco de la puerta tomando con los dditos alargados de sus manitos la botella de bebida gaseosa, faltaba un cuarto del liquido para terminarla, lo había visto y lo había escuchado todo pese a su tierna edad esa escena sexual quedó en su mente, eroy lo vio y emitió una mueca de sonrisa, ella quiso apartarse sintiendo vergüenza, pero Leroy la sostuvo, “¡no!” “¡déjalo que mire!” “¡que aprenda!” “¡el también tendrá mujer!” “¡que nos vea!” “¡que aprenda!” le hizo gestos de que se acercase, el tierno e inocente niño se acercó a mirar más detenidamente cóo el pene de Leroy estaba dentro de la vagina de la resignada Sophie, “¡mira cómo la tengo a tu hermana!” “¡mira!” el niño miraba ese pene haciendo estragos en la vaginita de Sophie “¡mira!” el pene entraba y salía “¡es muy rico!” “¡muy rico!” el niño miraba el rostro de su hermana que mostraba gusto por lo que sentía y a la vez algo de recelo, “¡concentrate Sophie!” “¡mira Aiden!” las caderas se alzaban y bajaban lentamente “¡rico!” “¡rico!” las acderas incrementaban su movimiento “¡rico!” las caderas se moviían tanto que el pene se deslizaba rapidamente por la vaginita, los ojos de Aiden miraban esos movimiento y el pequeño sonreía, vio salir el pene mojado de semen, se sentó en el extremo de la cama acercandole al niño a que vea a sus piernas abiertas el pene erecto “¡mira esto lo hace rico!” “¿verdad Sophie?” ella asentía y decía “¡Sí!”, Aiden miraba atento “¡Miralo bien Aidn!” “¡tiene lechita!” “¡con ella la hago feliz a tu hermanita!” “¡es un juego!” “¡no debes decirlo a nadie!” “¡a cambio te daré lo que pidas!” “¿sí… Aiden?” el niño asentia a amplia sonrisa inocente de lo que en cierta forma había visto por su corta edad de vida y pco raciocinio a ese tiempo de vida que llevaba, se limitó a sonreír y ver a su hermana sentada en el extremo de la cama vio que de su vaginita salía un liquido baboso blanco, Aidn acerco un dedito pasandolo por el muslo de su hermanita Leroy le jo “¡vamos mi precioso Aiden … llevatelo a la nariz!” “¡huele!” “¡huele!” “¿te gusta?” Aiden extrañado al olerlo solo sonreía, le acarició el pelo al niño, la marcó a Sophie llevandoa al baño, le dijo “¡cierra la puerta… aseáte bien!” “¡no salgas hasta que te avise!” “¿ok?” ella desde adentro decía “¡si!” “¡está bien!” Aiden que estaba siguiendoles se detuvo, Leroy lo marcó llevandole a la cama “¡ahora es tu turno!” mirándole a los ojos le pregunta “¿quieres entir un poquito del jueguito?” “¡mira que te doy un gran premio… lo que quieras!” el niño asintió lo acomodó en la cama de cara al cochón, le deslizó el short “¡tienes unas piernitas como de hembrita hermosa!” “¡seguramente serás una hembrita!” “¡hembita!” “¡hembrita!” el adulto bisexual le abrió los gluteos poniendole abundante saliva, el glande se deslizaba, “¡aahhh!” de nuevo gemia “¡tranquilo!” “¡tranquilo!” la punta entraba en ese culito “¡lo tienes muy cerradito aún!” “¡aaahhhh!” “¡aaahhhh!” Leroy excamaba “¡esta poco cerradito!” “¡aguanta!” “¡aguanta!” le decía al nene mientras exclamaba de su boquita “¡aahhh!” “¡me duele!” “¡me duele!” la voz del niño se incrementó al sentir ese pene grueso, más grueso que del de Valentín, Leroy desistió de seguir por ahora, le dio un par de palmadas en el culito y le puso el short, le dijo a Sophie que salga, le ayudó a vestirse “¡ni un sola palabra de esto!” les miró a los ojos “¡es nuestro juego secreto!” su mirada era de seguridad e intimidación a los pequeños hermanitos “¡nuestro juego es mu secreto!” “¡muy secreto!” les dijo con altivez y ellos asintieron, estuvieron un rato más en la habitación y salieron con una moneda de dólar cada uno, Leroy quedó sentado pensativo en el sillón, pensaba en Sophie en cuando volver a cogerla pero más sus pensamientos estaban centrados en cómo sodomizar completamente el culito medio abierto de Aiden, se preguntaba quién le metió el pene por ve primera a ese pequeño, ser{ia tal vez del sector de dond vendría, sería tal vez algun vecino, algún familiar, sus pensmientos se hicieron enigma tratando de dar respuesta a sus inquietudes, se preguntaba cómo siendo tan pequeño ya probaba pene de adulto seguramente, lejos estaba de sospechar Leroy que por aquella vez al pequeño Aiden en parte lo sodomizó Valentín.
* * * * * * *
La boca de Jairo estaba abierta, le rozaba un latente glande, el niño de nueve años estaba acostado en la cama, sobre su cuerpito estaba sentado el cuerpo desnudo del superior que agitaba el pene peludo con sus manos masturbándoselo, el placer era grande para el adulto rozar su glande en esos labios semi carnudos, más de ver su pene rosáceo que se introducía ahora en la boca del niño dejándole el semen en su interior, por las comisuras infantiles se deslizaba el semen sobrante, un poco se deslió por la sábana, no importaba, era el día de lavarla, el superior se apartó del cuerpo acostado del niño que instantes antes había tragado el semen, el superior se sentó en el extremo de la cama dejándole ver el pene al niño, ese pene que tantas veces lo había hecho sentir sexo, se sentó junto a su iniciador sexual, en sus labios rosáceos se notaba restos de semen, se levantó caminando hasta el baño, mientras caminaba el superior se complacía viendo los movimientos afeminados del niño y ese traserito abultado como de hembrita, con un cadencioso movimiento de cintura a los lados y sus manos dobladas, parecería que el superior había creado la metamorfosis en el niño hermoso, la puerta del baño se cierra, a la vez se escucha el ruido del agua salida del grifo, ya para cuando Jairo sale del baño lo encuentra al superior acostado sonriente haciéndole señas para acercarse, el superior vio los pasitos dados por el niño ya con movimientos afeminados, tímidamente el niño se acerca, típico de su personalidad, el hijo del poderoso agroindustrial se acerca a la cama, el superior le hizo gestos de manos para que se acueste sobre su cuerpo, así, ambos pechos quedaban unidos, las manos del superior acariciaban la espalda infantil, besaba el pelo del niño, le decía lo feliz que era al tenerlo así, tímidamente el niño levantó su carita al escuchar las promesas por cumplir, y las palabras que deseaba escuchar, luego su carita descansó sobre el pecho velludo del superior, las manos se deslizaban sobre los muslos y pelo sedoso del niño rico, no paraba de besarle el pelo y el cuello, le preguntó al niño si quería más, éste quedó en silencio, su mirada estaba puesta al espejo de aquel viejo armario viéndose ambos cuerpos desnudos acostados a través del reflejo, el superior pidió que respondiera, el niño con su carita descansada sobre el pecho del superior asentía con mirada fija al espejo del que también miraba el superior, así, el niño demostraba asintiendo el sometimiento y resignación ante los deseos del superior, agitó el pene, el niño acostado lo miraba, le hizo abrir una gaveta donde ese encontraba la crema acostumbrada para estos casos, se imaginaba lo que seguiría al ver que el superior cubría de crema el glande mezclándolo con el semen salido, los pies del niño quedaban ubicados sobre el costado de las caderas del superior que lo sostenía de la cintura, lentamente deslizaba su cuerpo haciendo que su trasero se sentase sobre el pene del superior, vinieron unos roces de pieles, el glande rozaba entre la unión de los glúteos infantiles, untó crema con los dedos introduciendo algo en el ano infantil, así, así, lo fue colocando en la entrada, el cuerpo del niño descendía poco a poco, el pene se introducía, al sentirlo, el niño fruncía la cara, mordía los labios, cerraba los ojos, se limitaba a sentir eso, si, eso que lo penetraba, lentamente, lentamente, Jairito bufaba, el superior con palabras de cariño lo alentaba a seguir soportando, que ya mismo, le decía, que ya casi, así, instantes después el superior podía ver con complacencia todo el tronco de su pene dentro del ano de Jairito, los pelos de la pelvis rozaban el coxis, allí se detuvo por unos instantes, todo estaba dentro, el niño no paraba de morder sus labios gimiendo con alaridos leves, el superior le preguntó si le gustaba, si quería más, más y más mientras le alzaba y bajaba el cuerpito de nueve años, el superior solo recibía movimientos de cabeza por parte del niño que seguía gimiendo, el superior cumplía sus fantasías sexuales cada vez que a prudente distancia lo miraba al niño sobre todo al bañarse en la piscina del internado, de solo verlo lanzarse del trampolín le arrebataba verle esas piernas y más aún de esos pies bien formados de los que estaba profundamente enamorado, ni qué decir de ese traserito ajustado a la trusa de baño y ese penecito lampiño que era la delicia de su boca y lengua en los encuentros sexuales, ahora el pene entraba y salía del trasero del niño, a la vez estiraba el pene del niño haciéndolo poner erecto, las manos del niño se apoyaban en los muslos del superior, así su cintura ascendía y descendía con la guía del superior, por un rato lo tuvo así hasta que el niño ya sintió bien dilatado el trasero y pidió no continuar, el superior lo apartó sólo para luego abrazarlo por detrás y continuar besándolo apasionadamente, ese era el niño que lo arrebataba al superior, su favorito, siempre le decía que eso que hacía era con amor, Jairo tímidamente tomaba su uniforme puesto sobre la silla, mientras el superior le limpiaba el ano con detalle para evitar cualquier rezago de evidencia, el niño empezó poniéndose el calzoncillo blanco, los pies alzaban y bajaban para metérselo al deslizarlo por las piernas, luego el superior le puso los calcetines no sin antes besarle repetidamente los pies viendo esos deditos alargados bien formaditos con empeine poco elevado, posteriormente se puso el pantalón y la camisa del pijama, lo llevó al espejo para peinarle el hermoso pelo lacio, la cara del superior se apoyó sobre el hombro del niño de esa forma estaba ºmirándose frente al espejo, con la sonrisa del superior le salió una sonrisa forzada, el niño se estiraba la tela del trasero, aún le latía el ano, a la vez que estiraba su pene vestido, lentamente con meditación llegó al dormitorio, sigilosamente caminaba, se sentó en el extremo de la cama y de pronto tuvo un sobresalto al sentir una mano que le tomaba un brazo, de entre la penumbra se ve la cara de su amiguito Daniel Eduardo, diciendo que se acueste pronto, Jairo no se había dado cuenta que desde la ventana se podía ver la sombra de alguien acercándose al dormitorio, de inmediato se cubrió con las sábanas, el personaje nocturno abrió y de inmediato cerró la puerta, estuvo por unos momentos pegado a la pared viendo por la ventana, eran altas horas de la noche, aun así había sigilo, aquel personaje se apartó de la pared junto a la ventana dando pasos sigilosos, tenía un hábito pero tenía cubierta la cara con la capucha de religioso, la sabana se deslizó por la cara de Daniel que desde lo alto de la cama de litera vio al personaje, era la madrugada de viernes, en la tarde los niños se irían a pasar el fin de semana con sus familias retornando el lunes por la mañana, quizá esa angustia de ausencia hizo que el religioso se acerque a donde se encontraba un niño de diez años, le deslizó la sábana que le cubría, los pocos rayos incidentes de luna mostraban las manitos sobre las almohadas y la carita descansando, sus ojitos cerrados, sus labios rozagantes unidos, el pelito lacio cubriendo las arqueadas cejas, la piel blanca del niño lo hacía más precioso de lo que ya demostraba, el clérigo miraba con paciencia al niño, se acercó a darle varios y repetidos besos, eso hizo que el niño se despierte, los dedos refregaban los ojos, la cara del clérigo se acercó a los oídos del niño, instantes después el clérigo salía de la habitación, pasó un rato hasta que el niño se sienta en el extremo de la cama, se pone las sandalias y sale rápidamente de la habitación, Daniel Eduardo vio al niño salir de la habitación, de inmediato con sigilo se bajó de la litera, agitó el hombro de su amiguito para que lo acompañase, la curiosidad de Jairo Camilo hizo que ambos decidieran seguir a su compañerito de salón de clases, la fría noche era el ambiente para que los dos inquietos niños caminasen con sigilo a medio camino el tímido Jairo Camilo quiso desistir pero más pudo el carácter fuerte de Daniel Eduardo que le hizo continuar, cerca del altillo a la escalera vieron a su amiguito César Andrés que se sienta sobre un asiento rustico de roca, de la penumbra ve los gestos que le indicaban continuar sus pasos hacia una puerta de madera lugar de donde provienen los gestos, los dos niños ven a su amiguito entrar entre la penumbra descrita, esperan un instante luego de la que la puerta se cierra, se acercan, escuchan unos gemidos, no había luz en esa habitación pero se podía escuchar la leve voz de aquel clérigo que entrecortadamente le decía al niño que estuviese en silencio, el niño decía que ya no más porque le dolía, suplicaba que ya no más, el clérigo en voz baja le decía que si deseaba buenas notas y evitar problemas con sus padres se debía dejar hacer eso que a fin de cuentas era rico, los dos niños escondidos en la penumbra trataban de ver o escuchar más, se limitaron a escuchar los leves gemidos del niño, los dos amiguitos sonreían, se manoseaban los penes vestidos, escucharon pasos, salieron en franca carrera luego caminando sigilosamente hasta llegar a la habitación, se acostaron, instantes después vieron pasar por su cama de litera la figura de César Andrés, iba estirándose la tela que vestía el traserito de diez años, se sentó frotándose los ojos, sentado miraba la penumbra con instinto de meditación al infinito, por un rato estuvo así, los dos amiguitos lo miraban desde la litera donde estaban acostados, Cesar Andrés se sacó las sandalias, se acostó cubriéndose con las sábanas, acostado en posición fetal se metía la mano por la pijama, pasaba los dedos por entre la separación de los glúteos luego los llevaba a la nariz oliendo repetidamente eso salido de su ano, desde abajo que estaba acostado Jairo Camilo le escuchaba reír a su amiguito Daniel Eduardo, al poco rato ambos niños estaban acostados juntos en la baja cama de litera, comentaban en voz baja lo que habían visto, se imaginaban los detalles por los que había pasado Cesar Andrés, de ponto sus manos se deslizaron mutuamente dentro de los pijamas estirándose el pene, ya erecto se deslizaron el pijama a las rodillas viéndose los penes lampiños, se cubrieron con la sabana haciendo silencio en el movimiento de unirse las caderas y frotarse los penes acostados de perfil, se abrazaron de las caderas para moverse mejor, pero luego Daniel Eduardo ya estaba acostado encima del cuerpo de Jairo Camilo que con su habitual timidez lo aceptaba, las caderas del acostado encima se movían sobre el acostado debajo que recibía los movimientos, unieron las frentes, se rozaban las mejillas, dieron vuelta, Jairo le hacía lo mismo, se dejó deslizar más el pijama, el trasero de Daniel Eduardo recibía el roce del pene de Jairo, luego al contrario, quedaron abrazados manoseándose las espaldas, rozaron las mejillas, se dijeron al oído para hacerlo de nuevo el lunes en la noche, a pocos metros de ahí sigilosamente Luis Alfonso salía de la habitación de Luciano de la Sierva, sonriente estaba complacido del sexo a plenitud efectuado hace poco.
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La brisa del mar con la espumosa agua salada daba un ambiente acogedor a ese par de niños que jugaban en la arena bajo la atenta mirada de una mujer de edad madura, el niño bien vestidito de blanco corría detrás de un balón, estaba descalzo dando patadas no tan bien desarrolladas debido a su edad de dos años, la niña de mayor edad sí podía hacerlo de mejor forma pero su trabajo era de cuidar a aquel precioso niño nieto del senador Pérez, la mujer les pedía que no se alejen en la sombra, a la madre del niño le contrariaba ver a su hijo bronceado, hicieron un descanso bebiendo el agua de coco, arrimados sobre las sombrías palmeras degustaban de la bebida, el inquieto Daniel Nicolás continuó pateando el balón sobre la arena, reía ampliamente, el objeto llegó a los pies de un hombre que estaba limpiando el lugar junto con otros compañeros ante la mirada de los celadores, las dos mujeres corrieron presurosas ante tal descuido, el hombre se arrodilló a entregarle el balón que el niño lo recibió estirando los brazos acercándose con una amplia sonrisa que le daba con inocencia al señor, torpemente el niño tomó el balón a lo que el hombre abraza al niño sosteniéndole pasándole el balón, sus rostros estuvieron tan cerca mirándose con dulzura sobre todo de aquel señor, un guardia se acercó tolete en mano, el reo se limitó con su mano derecha llena de cayos a acariciarle el pelo al hermoso niño, lo vio con detenimiento, parecía un principito vestido así, el niño no dejaba de sonreir al verle, la respiración del hombre aceleró, se sintió desfallecer, seguramente el sol se dijo y ahora esta grata sorpresa de tener en frente a ese hermoso niño hijo de Justin Pérez y Nicolás Arichabala, no pudo contenerse y a la vista del celador le dio un beso en la frente y una inesperada bendición, el reo sabía de quien se trataba sobre las referencias del niño, aquel pequeño en su delante, hijo de sus ex patrones, el policía se limitaba a observar los movimientos del reo Agustín Gómez, la niña y su madre se acercaron al niño tomándolo de los hombros agradeciéndole con sonrisas al reo por el noble gesto, la mujer lo vio fijamente, luego se apartaron del lugar, el hombre se fijó en el movimiento del niño más en su forma de caminar, quedó grabada en su mente la forma inocente de sonreír, quiso cerrar los ojos pero un leve golpe en el hombro le hizo volver a la realidad, debía continuar con la rutina, al llegar a la casa, la madre de Mielicilla tuvo un sobresalto, uno de los peones de Nicolás amigo de ella le informa pálido que la acompañase, era urgente, no podía negarse, se trataba de su madre, la anciana que al dejarla padecía una leve tos, al pasar las horas se había agravado, ahora agonizaba, la mujer rauda tomó de las manos a los dos niños y en pocos minutos estuvo en su ramada, vio postrada a su madre y a su hermano a su lado cabizbajo llorando desconsoladamente, pidió la moribunda estar a solas con su hija, escuchó lo que tenía que escuchar, tiempo después salía por los aires un grito desgarrador proveniente de la habitación, la anciana había muerto, la mujer sabría lo que tendría que hacer.
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Teófilo contemplaba con detenimiento la habitación que le había sido dada para su permanencia por unos meses en la capital, dicha habitación estaba contigua a la mansión Arichabala, el peón había sido elegido por ser el mejor en lidia así que el senador Pérez consuegro de Fulgencio Arichabala se lo había prestado para que ayude en las caballerizas de la propiedad capitalina, es que Fulgencio tenía en mente dirigir su inversión a las nacientes carreras de caballos, era acogedor el lugar, la cama adecuada así como los implementos dados, comería con la servidumbre y pasaría la mayor parte del tiempo en las caballerizas, llegado el crepúsculo se daba los fortificantes baños para luego comer, en una de esas tardes vio a la heredera Victoria Micaela Arichabala, su saludo respetuoso era a veces correspondido pues primaba la indiferencia en la muchacha de doce años, entró a su cuarto, se estaba cambiando, de pronto escucha unos gritos, era Victoria jugando con los vecinitos Reinaldo de ocho años y Dionisio de seis, por la ventana ve a lo lejos que un auto se estaciona, de él baja un chico de doce años y una dama vestida adecuadamente para la ocasión, mientras se desvestía no dejaba de ver los movimientos de la muer hasta entrar en la mansión, era trayente aquella hembra, comentó para sí mismo, el muchacho se unió a los juegos de los demás niños, decidió cubrirse con toalla en dirección a la ducha junto a la letrina, pudo ver a lo lejos a Victoria arrimada de pecho sobre el árbol, allí parada detrás estaba Heriberto el hijo de Elena y Raúl, el pene vestido rozaba por detrás el trasero vestido de Victoria, giró para frotarse las caderas, ella lo sujetó de los hombros haciendo más fácil aquel movimiento, eso que Teófilo estaba viendo lo calentó masturbándose el pene, el peón miraba con detenimiento a Victoria, recordaba lo que vio hace semanas atrás allá en el campo lo que hizo Victoria con su primito Daniel Nicolás, al peón le estaba creciendo la ansiedad por Victoria, con el pasar de los días se incrementaba más de solo ver ese hermoso cuerpo que se estaba convirtiendo de niña a mujer.
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Las sábanas estaban regadas en el suelo, de igual manera la ropa, en la cama, dos cuerpos desnudos manoseándose, acababan de llegar y sus movimientos de deseo continuaban con besos apasionados, los labios de Vito rozaban las orejas de Fernanda que desde hace más de dos años no había sido amada de esa forma, los encuentros entre los amantes eran más seguidos, casi dejando un día, se tornaba peligroso, más para ella que vivía en un ambiente de guardas pretorianos al mando de su suegro Fulgencio Arichabala, la atracción de los amantes se originó en las visitas de Fernanda hacia el consultorio de Vito, su pediatra de confianza que atendía a su hija Cayetana, deseaba ser amada a plenitud y él la complacía, ella gustaba mucho de apretar sus manos en los musculosos brazos y prominentes pectorales, ni que decir de ese pene grueso que ansiaba ya ser introducido en su vagina, al entrar abría los ojos con boca también abierta emitiendo exclamaciones y posteriores gemidos, que era acallados por los besos seguidos de su amante, ella se transportaba a otro ámbito, a otra dimensión, a aquella en la que seguramente experimentaba satisfacción a plenitud y a la siempre recurrente sensación de anhelo en un nuevo encuentro, así quedaba las huellas de su cuerpo atlético en la piel de la dichosa Fernanda, por un instante se olvidaba de su vida en esa jaula de cristal con oro en la que estaba sometida en calidad de viuda ante los designios de su suegro, ahora no había que pensar en aquello, ahora era el momento de amar y ser amada, las penetraciones constantes de aquel descendiente de itálicos la hacían jadear, era su momento, su macho, el que la hacía sentir, no sólo que lo hacía por entrega de necesidad de pasión sino porque en realidad en cada encuentro su amor por Vito iba en incremento y él también se lo demostraba a ella, solo había un obstáculo para consolidar la relación, las hijas de Fernanda, en cada encuentro trataban de dar solución a aquello pero primaba el de hacer el amor dejando aquello a segundo plano, solo que las cosas tendría alteraciones, la primera las notas recibidas por parte de los agentes de Fulgencio Arichabala, conocía de aquella relación, con prudencia aún no actuaba, quería saber hasta dónde podría llegar dicha relación de Fernanda con Vito, pero la que reaccionó con vehemencia fue Corina, la madre de Vito Berlinguieri el pediatra, cuando la mañana al irse a trabajar su hijo vio en uno de sus bolsillos la foto de Fernanda, iracunda le increpó a su hijo por tal acción de mal gusto, más, lo que significaba para Corina eso de que su hijo se enredase con la nuera viuda de Fulgencio Arichabala, para ella un ser despreciable por todo lo que representa en su vida, le pidió de inmediato que termine con esa nefasta relación amorosa, su hijo se limitó a escucharla y no hablar, cuando la madre pidió que opinase, simplemente Vito apretó sus labios en señal de desobediencia sumándose a la negación de su cara en un gesto de desaprobación, salió repentinamente de la vivienda, fue hacia un bar, bebió copiosamente, le dolía en el alma indisponer a su madre, así fue la primera vez con aquella mala mujer, su madre tuvo la razón en aquel momento, pero ahora sentía que su madre se equivocaba, Fernanda era diferente, es verdad, con hijos, que en aquella época era un estereotipo fuerte, pero sentía que la amaba con rotunda necesidad que con el pasar del tiempo se incrementaba más y más, tomó con fuerza la copa en mano, al pasar los minutos pronunciaba ese hermoso nombre: Fernanda, ya satisfecho de tanto beber durante toda la mañana y tarde el médico pediatra entrada la noche caminó por las calles cercanas a la vivienda, en la acera de enfrente fue interceptado por un par de hombres mal encarados, le ordenaron no acercarse a Fernanda, el hombre casi no podía pararse quiso increparlos pero fue golpeado inmisericorde, vecinos del lugar dieron gritos de alarma pensando que era un asalto, los matones salieron despavoridos, uno de ellos era Squeo quien personalmente tomó atributos en la paliza, allí quedo el mal logrado cuerpo de Vito, la madre presurosa lo llevó al hospital, allí se encontraba Amanda recién cumpliendo el inicio del turno nocturno, al ver a doña Corina presurosa fue en su ayuda, la mujer era grata pues gracias a Corina y a Vito pudo conseguir el puesto de enfermera en ese hospital militar capitalino, supo lo sucedido y fue en persona a tratar a su benefactor, lo vio en mal estado, hizo todo lo que a ella le competía, al pasar las horas entrada la noche Vito ya estaba mejor, pasado el peligro, pero aún las actividades de Amanda no terminarían pues una mujer presurosa llevaba en brazos a su hijo, su primo la acompañaba, estaban enloquecidos con los nervios alterados viendo el amplio corte en la pierna del niño, Isaurina exclamaba desesperación, el primo de igual manera, deseaban ser atendidos de inmediato, estaba sangrando demasiado aquel niño, a punto de desfallecer ya si no fuese por el profundo dolor de la herida que lo hacía llorar largamente, los médicos de turno lo ingresaron limpiándole las heridas, Amanda estuvo asistiendo, la mujer miraba con preocupación para aquel niño y se acordaba de su hijito que lo había dejado a cargo de la vecina a quien le pagaba por los cuidados, era una anciana humilde que ganaba su dinero a base de cuidar niños del vecindario, aún pese a no estar segura se resignaba con dejarlo al cuidado, a través del cristal de la puerta se podía ver el rostro de Isaurina y su primo, pidió entrar, Amanda le hizo pasar, la mujer tomó las manitos del niño que no paraba de llorar pidiendo la presencia también de su padre, los médicos pedían colaboración en el niño evitando que se moviese, el niño seguía llorando, en la sala del hospital daba vueltas airadO el primo de Isaurina, de inmediato hace la aparición don Jairo Arciniegas, abuelo del niño, preocupado preguntaba a su sobrino los detalles del accidente, solo supo decir que el jardinero estaba cortando unas hierbas con una hoz y parece ser que el niño se encontró con el instrumento que irresponsablemente fue ahí dejado, el niño jugando con la hoz hizo una mala maniobra rozándole la hoja del acero en la pierna abriéndole algo la carne, el anciano cerró los ojos haciendo puños, deseaba estar allí, lamentaba la cicatriz que le quedaría a su nieto, esas heridas dejan mala huella, hasta la sala se podía escuchar los gritos desgarradores del niño, Jairo se angustiaba más, Amanda le acariciaba el pelo con ternura, Isaurina se limitaba a verlo sufrir a su pobre hijito que recibía las puntadas dolorosas, quien lo iba a creer, para Amanda estar allí, acariciando al pequeño Jairo Gustavo Rodolfo Pozzo Arciniegas medio hermano de su hijo Carlos Gustavo, en su delante aquella mujer Isaurina Arciniegas esposa de Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote, el militar padre de su hijo pero que desconocía de la existencia de su pequeño hijo Carlos Gustavo, el destino lo había querido así tras varios encuentros e intentos por decírselo, Amanda muy sorprendida vio el estado de Isaurina, estaba esperando otro hijo de Gustavo Adolfo, se dibujó tristeza en su rostro, irónicamente en su interior pensó que su hijo tendría otro medio hermano amás del que estaba ahora padeciendo de dolor en esa cama, sus pensamientos se turbaron al ver el rostro del angustiado militar que había pedido paso, el niño vio a su padre y se limitó a calmarse y a recibir caricias del militar, Amanda notó que no hubo un gesto de atracción por parte del niño a su padre, lo que Amanda no vio fue la mueca gestual irónica de Isaurina viendo al niño y al militar, Gustavo y Amanda ambos sorprendidos de verse allí en ese lugar bajo esas circunstancias se limitaron a un frío saludo, ella decidió salir por un momento, se sentía demás, fue abordada por el abuelo y tío del niño, les dijo lo que pasaba y pidió permiso, se encerró en el baño siendo el primer impulso el llorar, mojándose repetidamente la cara, dando puños a la pared, a unos pasos de allí estaba aquel hombre al que aún seguía amando, si, aquel hombre al que le entregó su virginidad, él era su único hombre al que había entregado su cuerpo, lamentaba lo sucedido con su hijo pero más dolor tenía en su ego de mujer al ver esa barriga, Amanda se preguntaba qué hubiese sido de la vida de ella y Gustavo si le hubiese hecho caso en huir aquella noche, pero ya está, se repuso y fue a la sala donde seguían atendiendo al niño, solo estaba el militar, la esposa fue por un vaso con agua y estaba abrazada de su primo a su lado el padre de la mujer, ya se encontraba en los últimos preparativos en la cura de la herida, restaba solo cubrirla, las manos del militar rozaron con las manos de Amanda al pasarle los implementos, fue un instante de cruces de miradas, ella tragaba saliva repetidamente, Gustavo la miraba con ternura, le hizo preguntas acera de su trabajo y lo sorprendido de verla trabajar en ese hospital, el médico tratante salió, Amanda completó la cura, era insignificante lo que faltaba, las manos de Gustavo Adolfo se sujetaron férreamente en los brazos de Amanda agradeciéndole por su gesto, ella cabizbaja miraba el movimiento de las manos posándose en sus mejillas, le daba recelo verle la cara al militar, no quería delatarse a través de su mirada manifiesta del gran amor que aún siente por él, una mano tomó su maxilar inferior, le dio un beso en la mejilla, ella continuó cabizbaja diciéndole que no era para tanto, en eso ingresa Jairo y su sobrino, Amanda notó el diferente estado de ánimo del niño, sonriente y con los brazos abiertos hacia su abuelito y tío, entre ambos lo marcaron para llevarlo al coche, el militar se limitó a seguirlos detrás extendiendo su mano en señal de despedida a Amanda que se conmovió viéndole sonreír, aquella sonrisa que la cautivaba, aquel olor, aquel gesto galante, aquello que la enamoró en buen tiempo y que sigue vivo reverdeciendo ahora, vio subirse en el auto, Gustavo desde el retrovisor vio a Amanda en la entrada del hospital, iba a dar marcha cuando a su lado se estaciona un auto de él sale Carlos Felipe del Olmo, se había enterado de lo ocurrido, con gesto cortes Isaurina le dijo gélidamente que ya todo estaba bien, vio el silencio de Gustavo Adolfo y prefirió no comentar, hizo un gesto de despedida con la mano, el auto partió quedando parada la figura de Carlos Felipe, siempre era así la relación de él con Gustavo e Isaurina, asimismo era la relación de cariño del niño, pocos saben que verdaderamente Carlos Felipe es el verdadero padre de Gustavo Adolfo, Amanda lo desconoce, el próspero comerciante levantó su sombrero poniéndoselo en la cabeza, la fría noche hizo que ingrese al auto no dándose por enterado la presencia de Amanda, para ella esa noche fue muy intensa, difícil de olvidar.
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Las peleas eran muy constantes entre Lucrecia y su marido teniendo la presencia de Dagoberto que en ausencia de su hermana en la capital quedaba a cargo del negocio de la fábrica del pueblo que por cierto no era de bonanza, así, Lucrecia atendía más a su amante Heriberto Alpízar en los viajes a la capital, tenía gozo al sentir su cuerpo, tanta era la atracción que los viernes en la tarde salía del pueblo para irse a la capital a encontrarse con su amante, el pobre campesino se limitaba a dejarla ir, que con mayor razón se pretextaba de las peleas que ella buscaba para irse, la tirantez era propia en aquella relación, ni la niña era el motivo de unión, aquella pequeña estaba muy apegada al padre campesino, en ella depositaba su cariño, Amarilis, nacida en diciembre de 1952, era su sol, su vida como le decía cariñosamente, para el campesino era su razón de vivir, la niña de tres años y siete meses cumplidos correspondía el cariño brindado, iban a todos lados, Lucrecia le daba poca atención, por el poco tiempo disponible, cuando los padres peleaban se escondía en rincones a llorar, era muy sensible, no toleraba aquello, Dagoberto a veces la consolaba de los llantos, también tenía afectos por la niña que a fin de cuentas era su sobrina, a veces aconsejaba a su hermana de no pelear con su cuñado el campesino pero Lucrecia estaba entusiasmada con su amante, no escuchaba razones, simplemente quería estar junto a ese cuerpo que le arrebataba, en las reuniones del negocio de la fábrica ya no se notaba su dinamismo de comentarios, primaba los criterios de Josefina Pozzo Buonanote que representaba las acciones de su difunto esposo Emilio muerto calcinado en un incendio de la fábrica, Josefina en cada momento aumentaba su espacio, le increpaba la ausencia a Lucrecia, a su lado estaba Luis quien también se unía a su prima Josefina en los comentarios, Lucrecia se defendía argumentando múltiples ocupaciones precisamente en beneficio a la fábrica como el caso de futura adquisición de maquinaria actualizada, la economía en el negocio iba en declive, ameritaba más atención, a las pocas semanas Lucrecia ante el asombro de los presentes de la junta directiva decidió ceder el espacio de sus acciones a Josefina y a su hermano Dagoberto, cuando lo supo el campesino quiso hacerla reaccionar para que analice sus decisiones pero ya estaban tomadas, le dijo al campesino que ese dinero de acciones los invertiría en otro negocio que le diese mayor rédito en la capital, el campesino entendió entonces que Lucrecia pasaría muchos meses del año lejos de él y de su hija, Lucrecia había decidido experimentar negocios más prósperos en la capital, tenía un brazo en quien apoyarse, se trataba de su amante Heriberto Alpízar con quien compartía un departamento en la capital, el campesino se resignó a las decisiones de su esposa Lucrecia, pensaba que pronto la acompañaría viajando a la capital, para el campesino quedó como consuelo la compañía de su hija Amarilis pues Lucrecia no tenía planes de llevarse a la capital a esta niña de apenas tres años siete meses, de esa manera salió Lucrecia a la capital acompañada de Dagoberto, el campesino prometió visitarla, ella al escuchar simplemente sonrió, se subió al bus que la llevaría a la capital, dejaba atrás nuevamente el pueblo, desde la estación las manos del campesino y la niña se agitaban en franca despedida.
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La “niña” andaba con acidez y mareos, trataba de no ser descubierta por esos males, sobre todo de su madre, la “niña” ya sabía lo que tenía, le preocupaba, había escuchado casos como esos de sus amigas las vecinas del barrio, temía acertar completamente, dentro de sí lo afirmaba, su vientre se había incrementado, ya andaba en los tres meses, era embarazo, sin lugar a dudas, solo que, ella no sabía quién era el padre, había hecho el amor con tantos hombres, se había dejado hacer el amor, pensaba con temor en las reacciones de los hombres de solo saber que esperaba un hijo en alguno de ellos, pero con el tiempo transcurrido no podía ocultarlo, y en una de aquellas tardes se desfalleció delante de su madre, presurosa fue por sales para reanimarla, al sacarle el vestido vio una faja y consecuente vientre abultado, temblorosa la madre de la “niña” no salía de su asombro, al reaccionar la “niña” de quince años vio el rostro severo de la madre que la agitaba de los hombros pidiendo que le explique el porqué de su estado, donde y desde cuando había sucedido aquello, lo más importante, quería saber el nombre del padre del niño que esperaba, la “niña” con las manos cubriendo su cara emitió en voz baja el nombre del padre de su hijo, incrédula la madre pidió que lo diga en voz alta para confirmar lo escuchado anteriormente, de los labios de la muchacha salió el nombre: Jasmani, si, al escuchar ese nombre, la madre se incorporó quedando en pie, el padre de su futuro nieto era Jasmani, el difunto, aquel hombre que había muerto calcinado en el incendio de la abacería, la madre le dio de bofetadas a su hija en repetidas ocasiones, la “niña” gritaba cuidando instintivamente el vientre con sus manos permitiendo ser castigada en el rostro, ante los `gritos aparece el “niño” hermano de la “niña”, solo se limitó a decirle que ya no le pegase a su hermana, pero la mujer continuaba pegándole a su hija, se levantó airada diciéndole a su hijo el motivo por el que le pegaba, la hermana estaba esperando un hijo del difunto Jasmani el dueño de la abacería, el sorprendido muchacho muy impresionado movía negativamente la cabeza, pensaba que ese niño por nacer era hijo del hombre que lo había desvirgado en la abacería, se puso cabizbajo, vio a su madre caminar en círculos agitando los brazos aireada alzando las manos en señal de desesperación, la “niña” no paraba de llorar, la mujer pensaba lo peor cuando se enterase Ramón su compañero sentimental padrastro de los niños, la que se armaría, de pronto se escuchó el ruido del motor, madre e hijo salieron a la puerta del cuarto de arriendo, las luces del auto enfocaban a las dos personas, se apagaron igual que el motor, del asiento del piloto salió la figura de Contardo, alegre saludó a los presentes, dijo que estaba de pasada acercándose con asombro ante los desechos de la abacería, noticia de la que se había enterado por el diario capitalino, con eso disimulaba su obra macabra, ya se aproximaba el ocaso cuando el “niño” acompañaba a Contardo recorriendo los restos de aquella abacería, dos casas de construcción menor contigua a la destruida abacería, regresó al cuarto de arriendo, vio a la niña apesadumbrada sentada cabizbaja junto a su madre que mostraba un gesto de contrariedad, Contardo invitó a un paseo en el auto por el centro de la ciudad a comprar helados, la mujer sonrió agradeciendo, no tenía ánimo, la “niña” agradeció emitiendo una leve sonrisa agradeciendo de igual forma, aún se notaba el rostro melancólico de la futura madre, el único animado que vio fue al “niño”, de inmediato tomaron rumbo por las calles capitalinas, mientras conducía Contardo preguntaba el motivo por el estado de ánimo de la “niña”, el “niño” dijo que parece ser su hermana esperaba un hijo, a Contardo le vino el asombro, Contardo preguntó el nombre del padre del hijo que la “niña” esperaba, el hermanito en confianza le dijo que supuestamente parece ser que es el difunto Jasmani, al escuchar ese nombre Contardo apretó el volante muy fuerte con las manos además frunció la cara en señal de rabia, pensó que ese maldito Jasmani había engendrado en el vientre de la niña, aún para Contardo su venganza no estaba consumada, sonrió, en su mente tramaba algo macabro, aceleró el auto, el “niño” a través del vidrio de la puerta miraba el paisaje en esa ya entrada noche, recordaba haber estado por ahí días antes, si, efectivamente, ese era el lugar donde se observaba las luces de la ciudad, el “niño” como le decían cariñosamente los que lo conocían salió del auto caminando por los alrededores, Contardo quedó sentado en el auto sacando de su bolsillo un tabaco que lo prendió, hacía bocanadas de humo viendo el traserito del “niño” que vestía una humilde remerita y un short ajustado, tenía puestas las sandalias, le hizo señas al “niño” a que se acerque, abrió la puerta de piloto siguiendo sentado girando su cuerpo, al llegar el “niño” se encuentra que Contardo tenía el calzoncillo y el pantalón deslizados hasta los tobillos, mostraba un agitado pene peludo erecto con venas sobresalidas, agitó más el pene al verlo, el “niño” instintivamente se llevó las manitos a su penecito vestido estirándoselo, sonriente se acercó a Contardo, en su delante se arrodilló tomando el pene con las manitos, se lo llevó a rozar los labios para luego metérselo en la boca, Contardo jocosamente le decía al “niño” que siguiese chupando ese helado, al sacárselo de la boca Contardo le preguntaba al “niño” si le gustaba, el “niño” respondía asintiendo, así continuo haciendo el sexo oral, luego lo atrajo al “niño” a su cuerpo rozándole el pene ensalivado por los labios, le fue deslizando la ropa lentamente, mostrándose el cuerpo desnudo y lo más importante aquel penecito lampiño erecto que tanto le gustaba a Contardo, le puso la mano en la espalda conduciéndolo atrás del auto, abrió la puerta trasera y lo acostó de pecho sobre el asiento acomodándole el cuerpito abriéndole el traserito y metiendo el pene ensalivado en el ano del “niño”, para Contardo eso era una verdadera delicia, en cada embestida le preguntaba si le gustaba, por compromiso el “niño” asentía a la vez que pujaba gimiendo, los pelos de la pelvis de Contardo rozaban los glúteos del niño, en un arrebato de placer Contardo complaciente de prepotencia al sometimiento del “niño” le dijo que él había sido el causante de ese incendio de la abacería porque se vengó de lo que Jasmani le hizo de niño al desvirgarlo, Contardo le dijo al niño que eso le pasaría si delataba lo que estaban ahora haciendo, el niño turbado por lo escuchado se limitó resignado a recibir embestidas, el glande el pene entraba y salía a plenitud por el ano infantil, el “niño” tuvo miedo que le pase lo mismo que a Jasmani, desde ese momento nació el temor hacia Contardo, permitió que le hiciese lo que Contardo desee, lo giró quedando las dos frentes unidas, lo acariciaba, reiteraba diciendo que el “niño” le pertenecía, todo ese cuerpito hermoso, vieron los penes frotarse y del pene de Contardo salía semen humedeciendo la barriga, puso los talones de las piernas del niño en los hombros, lo acomodó haciendo que el pene con semen entre en el ano del niño embistiéndolo desde esa postura, fue largo el movimiento del pene, Contardo le gustaba verle la carita al “niño” mostrando respeto con tintes de resignación, de una forma casi salvaje lo embestía haciéndolo no solo gemir sino emitir alaridos de dolor, estaba metiéndole todo el grueso del pene por el ano hasta donde más llegue dentro de las entrañas infantiles, se apartó agitando el pene rozándolo por la piel de los glúteos dejando hilillos de rastros de semen y algo del ano infantil impregnado en la piel del glande de Contardo, las manos del hombre frotaban por la piel del “niño” que estático se dejaba manosear, acercó a darle prolongados besos, nuevamente pidió silencio por lo hecho, al rato tomaban ruta a comprar helados, después de comprarlos dejó al “niño” en el cuarto, Contardo no quiso bajarse del auto pues escuchaba las voces airadas de la mujer que seguía increpando a su hija, Ramón con recelo estaba arrimado a la ventana se limitaba a escuchar el argumento de su compañera sentimental viendo el proceder d ela “niña”, mientras tanto el “niño” se bajó del auto a órdenes de Contardo, desde ese lugar vio el caminar cadencioso del “niño”, parecía una hembrita moviendo las caderas a los lados, vio una de las manos libres doblada, Contardo sonrió diciendo en voz baja que era su hembrita, Ramón arrimado a la ventana vio el auto del hijo del patrón y saludó agitando la mano, lo hizo con poco entusiasmo, tenía una cara descompuesta, en su conciencia algo le minaba temor por lo que se había descubierto de la “niña”, el auto continuaba su marcha por las calles de la capital, pensaba en cómo consolidar su venganza, mientras manejaba pensaba, una mano la llevó a la entrepierna, jocosamente pensaba en el traserito del “niño”, ese pene era dueño de aquel ano infantil.
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La cortina de ventana del cuarto se deslizaba, unos atentos ojos miraban los movimientos de Venancio, caminaba lento luego de instantes haber salido de la habitación de Luciano, su manitos metidas por detrás del ajustado short remendado rascaban su traserito y también los dedos se deslizaban por la separación de los glúteos, luego los sacaba y los deslizaba por la nariz oliéndolos, antes el pene de Luciano había recorrido ese lugar intimo por el que también había dejado semen siendo desplazado con papel higiénico, Luciano desde la ventana sonreía satisfecho por lo que minutos antes había hecho sexo con el niño, aentado en la ventana mirando caminar a Venancio se manoseaba el pene vestido por el calzoncillo que llevaba puesto, vio entrar al niño a su casita, tiempo después la madre del niño llegaba presurosa a la casa, Luciano desde la ventana vio a la mujer que salía algo arreglada para su condición social, llevaba de la mano al pequeño Venancio, arrimada al marco de la puerta estaba Amaranta despidiendo a su madre y hermanito, Luciano vio que la niña se rascaba la vagina vestida, la niña de siete años estaba desaliñada, entró cerrando la puerta, Luciano se acordó de la visita que tendría en pocas horas, alguien muy especial, fue a ducharse, mientras deslizaba el jabón por el cuerpo escuchó el claxon de bicicleta, sonrió, se imaginó quien era la persona que hacía el sonido, volvió a sonreír ahora más fuerte, una vez puesta su ropa se sentó junto a la ventana, vio la bicicleta arrimada al árbol, pensó algo, sonrió, su cara brillaba por la idea pensada, sigilosamente caminó por los alrededores de la casita, los gemidos hicieron acercarse al lugar deseado, en aquel cuartucho estrecho muy humilde habían dos camas pegadas y un colchón en el piso, allí estaban los cuerpos desnudos de Amaranta de siete años y encima alzando y bajando la cadera con el deseo de que el pene de Reginaldo de diez años se deslice por el traserito de la niña que gemía sintiendo el peso y esos movimientos sexuales del niño, Luciano estaba muy atento a todo viendo por la ventana corrida la cortina, la niña se dejaba llevar por los movimientos del niño, Luciano vio ese pene grueso para esa edad, le atrajo mucho ese tamaño, se llevó las manos al pene vestido viéndolos a los niños hacer el amor, ese trasero que se alzaba y bajaba le atraía con ansiedad apretándose el pene vestido, la niña se sujetaba a los hombros del niño, al rato quedaron quietos, Luciano vio el pene de Reginaldo que se apartaba de donde antes se había deslizado sobre la piel de los glúteos de la niña, se paró junto al colchón agitando el pene, vio a la niña acostada de cara al cochón, lentamente dio vuelta quedando su cuerpo de cara al techo, Luciano vio la vagina aún lampiña de la niña, Reginaldo la vio y estiró la mano para que se levante, así parados sus manos pasaban por las caderas, se besaban, sin dejarse de manosear, Luciano estaba complacido maravillándose de ser testigo de aquel momento, Reginaldo se dirigió a la silla donde estaba su ropa, era su intención vestirse pero la picara niña lo tomó de la mano llevándolo al colchón nuevamente, el niño de diez años vio que su amiguita de siete se acostaba, entendió que quería más, ella abrió las piernas y los dedos índices de sus manos frotaban la vagina lampiña abriéndose los labios vaginales, ella le hizo un gesto de acercarse, él entendió, sonriente estiraba el pene erecto, se inclinó con el cuerpo tomándose con una mano el pene virgen deslizándolo por los labios vaginales, Luciano vio el pene virgen del niño tratando de penetrarla pero con dificultad y quizá por su edad con poca experiencia para estos menesteres, sin embrago eso a ella le gustaba al aguante, Luciano se preguntaba de donde aprendieron eso ambos niños, Reginaldo seguía rozando el pene a la dichosa vagina de Amaranta, ambos órganos lampiños se rozaban, ella lo sujetaba de la cintura aferrándose al deseo, vio que el pene pese a ser virgen entró en la vagina de la niña como algo inusual, luego de tanto roce el cuerpo del niño se apartó del cuerpo de la niña, agitaba el pene, vio que la niña se deslizaba los dedos en la vaginita introduciéndoselos, Luciano vio a Reginaldo que sonriente nuevamente se acercaba al cuerpo de la niña pidiéndole que se acostase de cara al colchón, el pene volvía a rozar el trasero de la niña, Luciano sonreía viendo los movimientos inexpertos del niño, había algo de inocencia, luego se apartó, la niña salió de la habitación pues le vino el deseo de hacer micción, Reginaldo complaciente de lo que había hecho se dirigió a la silla que estaba junto a la ventana, al tomar la primera prenda un movimiento de la cortina le hizo ver hacia el exterior, su cuerpo quedó estupefacto viento el rostro de Luciano de la Sierva con amplia sonrisa, el dedo índice de la mano derecha se agitaba en forma de acusación, la reacción del niño fue ponerse la ropa rápidamente muy cabizbajo dándole la espalda, en eso que entra Amaranta arreglándose la ropa, el niño de diez años regresó a ver por la ventana pero nada había en el exterior, quedó inquieto decidiendo no decirle lo sucedido a la niña, muy temeroso se despidió rápidamente de la niña, vio hacia la casa de enfrente donde vivía Luciano de la Sierva y así tomó su bicicleta partiendo al centro de la ciudad, lejos de allí Venancio con su madre llegaban a la gran casona, las puertas se abren invitándola a pasar, una estructura muy elegante le rodeaban al pasar, sentada sobre un gran mueble pulido la dueña de casa le daba la bienvenida, la había llamado para darle el puesto de niñera dejado por Emérita quien trabajaba con Fulgencio Arichabala, el atento Venancio de cinco años vio al niño de dos años que estaba con la dueña de casa, era el niño a cuidar, Abner jugaba con un chinesco, escucharon los pasos de botas, se acercaba Marcelo Heriberto Alpízar, sonriente saludó a la nueva niñera quien cuidaría la seguridad de Abner su único hijo, se despidió pues tocaba de jugar polo en la caballeriza militar, la mujer miraba atenta el caminar de su nuevo patrón, la dueña de casa pidió al ama de llaves que le mostrase la casa a la nueva niñera, Venancio miraba con detenimiento la casa lujosa de manos de su madre.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXAGÉSIMO SEXTO EPISODIO
Estupendo.