METAMORFOSIS 167
Aquel viernes.
Los rayos solares hacían su aparición por entre las montañas capitalinas, contrastaba con el alba, se podía ver el reflejo en los metales brillosos de manos juveniles arando la tierra de huertos escolares, era la mañana de un viernes juliano de 1956, los chicos tenían gusto por la tarea, ya pronto en la tarde los internos estudiantes recibirían la visita de sus padres para llevarlos a sus hogares y pasar así el fin de semana como de costumbre, entre ellos estaba muy feliz Luis Alfonso, el hijo del senador Pérez, sus manos con dedos alargados tomaban con firmeza la azada abriendo la tierra humífera, la intención era sembrar zanahorias y rábanos, junto a sus compañeros comentaba las actividades por realizar, a su lado estuvo por un momento el padre Fermín acariciándole el pelo en señal de enhorabuena por lo que estaba haciendo, ya pronto tocaría las campanadas para dejar el trabajo para el aseo e ingreso a las duchas y posteriores indicaciones en las aulas, era tarea especial para los de su curso de estudio, a lo lejos se podía ver desfilar a los niños más pequeños en pijamas ir uno tras otro hacia los baños a asearse para luego desayunar e ir a las aulas, algunos desfilaban por el margen de la piscina con sus sandalias sonando el caucho con el agua dispersa sobre el hormigón, entre esos niños estaba Daniel Eduardo y en su detrás Cesar Andrés Arcentales con Jairo Camilo Gómez Gónzalez, próximos a cumplir los diez años, Jairo el hijo de un agro industrial, el más tímido de los tres amiguitos, el sudor se acentuaba en el rostro de Luis Alfonso, a sus casi dieciséis años su cuerpo se había transformado en un amaneramiento casi disimulado del que sus compañeros notaban pero por ser hijo de un político ya imponía respeto, aunque algunos de sus compañeros en ocasiones se daba entre roces, faltaban dos años para completar sus estudios escolares de preparatoria en el internado, pese a todo, su destreza en el manejo de herramienta agrícola era aceptable pues provenía del campo donde a medias aprendió a manejarlos, así, al transcurrir los minutos ya se encontraba limpiando la azada, jugaba a mojarse con sus compañeros de lo que dio cuenta el padre Fermín regañando a los estudiantes por tal inmadurez, excepto a Luis Alfonso, se notaba así la consideración el clérigo al hijo del político, en silencio sus compañeros se retiraron a regañadientes dejando a solas a Luis Alfonso que terminaba de limpiarse la mugre de sus extremidades superiores e inferiores, pudo sentirse solo, así vio a lo lejos la figura de dos niños deambulando por el lugar en forma sigilosa, Luis Alfonso logró ver desde su cubículo de aseo a los dos niños agitados en presurosa carrera acercándose sin que lo hayan visto, se originó un largo silencio en el apartado lugar, por el tragaluz del cubículo Luis Alfonso reconoció a los dos niños de nueve años vecinos del pabellón del internado, entraban al bloque de bodega donde se guardaban las herramientas menores, seguramente les dieron ordenes de limpieza de herramientas, era su turno por ese viernes, el padre Fermín se acercó a darle instrucciones de su tarea, todo esto miraba Luis Alfonso desde el tragaluz, le dio recelo salir ya que se encontraba el religioso, decidió esperar para salir, al pasar los minutos vino un silencio, luego las consabidas risas infantiles de esos dos niños, que dejaban a un lado su tarea para jugar a las luchitas, en aquel bloque bodega se escuchaba el retumbar de las risas de los niños, hace poco el padre Fermín los había dejado con la tarea, desde el tragaluz vio que el de la iniciativa era Daniel Eduardo abrazando por detrás a Jairo Camilo arrimándose de espaldas a la pared para después ver las manos de Daniel que se deslizaban agarrando el pantaloncito corto hasta los tobillos, así también los suyos, se podía ver la tela de la trusa de Daniel puntiaguda a causa de la erección de su pene, como que se dejaba, en el caso de Jairo como que le gustaba con sonrisa tímida aceptando ese manoseo de las manos en su traserito, le gustaba que las manos de su amiguito Daniel le estirase el pene vestido hasta ponerlo erecto puntiagudo en su tela, parados ahora se miraban fijamente frente a frente viendo las manos de Daniel que deslizaban ambas trusas hasta verse los dos penecitos lampiños que se rozaban en movimientos de caderas, pese a la edad más alto era Daniel Eduardo, pero el pene de Jairo era más gruesito en tanto al de su compañerito, siguieron frotándose los penes con movimientos de caderas sujetas por sus manos, lentamente fueron recostándose en el piso en aquel apartado rincón detrás de las herramientas apiladas que desde la altura de tragaluz sólo Luis Alfonso podía apreciar de buena forma, Daniel encima de Jairo alzaba las caderas rozándose los penes, lo puso boca abajo oliéndole el traserito por unos instantes para después rozarle el penecito en el traserito suave de Jairo, pujaban, eran roces, no penetraciones, pero para su edad lo hacían bien, luego Jairo se sentó a trasero descubierto sobre el piso, encima de él se sentó Daniel haciendo alzar y bajar sus caderas para que el roce del pene de Jairo en su traserito sea adecuado, Luis Alfonso vio el movimiento de esos niños, asimismo escuchó palabras de complacencia aceptando ambos ese movimiento sexual, Jairo hizo ademanes a su amiguito de apartarlo pues ya su penecito estaba rojizo de tanto roce y algo había entrado el penecito de Jairo en el traserito de Daniel que a ojos cerrados al sentir ese roce de pene pensaba en aquel Viernes de enero de 1953 cuando Wilson el amigo de su madre lo desvirga en el parque apartado de la ciudad sobre una amplia roca, Daniel le pedía a su amiguito que continuase pero éste deseaba apartarse, momentos después se apartan, Jairo tímidamente da pasos lentos saliendo de la bodega en dirección a los baños subiéndose la trusa y el pantaloncito corto, arreglándose el penecito estirando la tela en su delante mientras quedaba el cuerpito de nueve años de Daniel Eduardo recostado pensativo sin subirse la ropa muy por el contrario lejos de vestirse con los dedos de una de sus manos se rozaba la entrada del ano dándose placer gimiendo placer, Luis Alfonso vio eso y salió mostrándose los movimientos de sus manos dentro del pantalón corto manoseándose el pene, sonriente así parado delante del niño acostado quien quiso súbitamente subirse el pantaloncito corto con la trusa siendo detenido por las manos de Luis Alfonso, hubo un silencio pese al forcejeo logrando someter el muchacho de dieciséis años al niño de nueve años, no hubo dialogo, solo la silueta de Luis Alfonso sobre la de Daniel sometido que recibía caricias estando bocabajo, eso hizo que no se moviera tanto y sintiese el roce de pene peludo sobre el terso traserito desvirgado, Luis Alfonso muy excitado por lo que había visto decidió sodomizar, lentamente, lentamente, así de lento el glande entraba en el ano del niño de nueve años, poco a poco el joven sintió que no había impedimento para que el glande entrase más, sonrió, malévolamente, pensó, este traserito ya está desvirgado, hizo un empujón de cadera entrando todo su pene en ese anito provocándole un gemido alargado logrando taparle la boca, las embestidas fueron prolongadas y contundentes, el niño pedía ya no más, Luis Alfonso le decía que no pensaba así cuando lo vio rozándose los dedos por ese ano que ahora se deleitaba recibiendo embestidas de su pene, le dijo que haga silencio y sintiese el verdadero sexo, el verdadero amor, quietecito se quedó Daniel recibiendo las embestidas de Luis Alfonso que lograba someterlo con autoridad, el tiempo transcurría, con satisfacción dejó regado el semen en la pie del traserito del niño de nueve años, lentamente se apartó, solo que sintió decepción al saber que ese traserito ya antes había desvirgado quien sabe por quién, se alejó dejándolo acostado pensativo de lo que había recibido, al contrario de sentir rabia por lo que Luis Alfonso le había hecho sintió placer y atracción; ya entrado el mediodía en los comedores las miradas de profesores y estudiantes se cruzaban sobre cualquier básico interés, así, Luciano y Luis Alfonso se miraban en tono cómplice, interpretándose los gestos en verse a cuadras del internado, esta vez la escolta de su padre no vendría por él para llevarlo a la estación del tren, sino que este fin de semana por cosa del destino iría a casa de su padre pues su medio hermana Justin Daniela deseaba estar con él, la relación de ambos medio hermanos no era tan cordial, sólo gélidamente aceptable, el auto Chevrolet último modelo de época de mediados del siglo XX esperaba con chófer, subió, vio la panorámica de la ciudad capital, sacó de su bolsillo un trozo de papel con letra de Luciano, dio la orden al chófer de dejarlo en tales calles próximas a las descritas en la dirección del papel, explicó al chófer que se trataba de la casa de un amigo que en un par de horas viniese a llevarlo a casa de Justin Daniela, Luis Alfonso se bajó del auto, aparentó tocar la puerta de aquella casa, giró su cuerpo viendo desaparecer la figura del auto, presurosamente cruzó varias calles, guiándose con el papel logró llegara a aquella casita de arriendo, agitado y emotivo golpeó la puerta en repetidas ocasiones, ésta se abrió y se apegó de inmediato sin cerrase con fuerza tras el abrazo y los fogosos besos que los dos amantes, alumno y maestro se daban, los separaban edades pero no la pasión y el deseo de contenerse, Luis Alfonso al darse un respiro de tantos besos solo tuvo tiempo de decirle a su amante que disponía de un par de horas para retornar a aquel lugar, Luciano dijo tiempo más que suficiente, había que aprovecharlo al máximo, fueron abrazados a la habitación, allí completamente desnudos daban roles sobre la cama cayendo en varias ocasiones al piso con risas largas y besos intermitentes sin dejar de ser apasionados, se amaban apasionadamente, el día era fabuloso para él había sodomizado y ahora el pene de Luciano entraba tibiamente en el ano desvirgado de Luis Alfonso quien recordaba aquel día en que fue desvirgado por Dagoberto en aquella casa de campo abandonada cuando tenía siete años, al recordar aquello pedía más embiste de parte del pene de Luciano quien obediente hacía más contundentes sus embestidas, eso era amor carnal para ambos, eso era entrega, sus besos eran la confirmación de sus deseos atrayentes, sus cuerpos desnududos unidos parecían uno solo, estaban tan compenetrados amándose que olvidaron un detalle, la puerta de su cuarto testigo de la entrega chirrió un poquito apegandose con el giro lo que suspendió los movimientos sexuales en la cama ocupándose de ver el movimiento de dos manitos de cinco añitos que empujaban la hoja de la puerta, vieron la presencia del pequeño Venancio el vecinito de Luciano de la Sierva, vestía solo un shortcito remendado ajustado a su crecido cuerpo, se notaba talla inferior a la que debía vestir, estaba descalzo y despeinado, del niño salió una sonrisa, lo hacía al ver esos cuerpos desnudos en la cama, fueron instantes claves para que Luciano saltase de la cama tomando al niño de los hombros, lo sentó en la silla, el niño vio la desnudez a plenitud de Luciano, vio ese pene medio erecto producto del asombro, el hombre le hizo señas que se quedase sentadito, volvió a la cama donde estaba acostado Luis Alfonso cubierto de sábanas, vio a Luciano hurgar dentro de los bolsillos de los pantalones sacando una moneda de mediana nominación, el muchacho sonrió, Luciano fue donde estaba sentado el niño, le dio la moneda, el pequeño Venancio la contempló sonriente, dio cuenta de las manos de Luciano que lo tomaban de la cintura sentándolo sobre el regazo, el niño descalzo agitaba los pies a causa de las caricias que recibía en el cuellito y carita, el trasero vestido infantil sintió lo erecto de ese pene desnudo, Luciano lo apartó en su delante para bajarle el short y luego volverlo a sentar, ahora el traserito rozaba a través del movimiento de cadera en el pene de Luciano, por entre las piernitas que mostraban su penecito se asomaba el pene erecto de Luciano con un glande rosáceo, el niño notaba el tamaño de los dos penes que se movían pues lo alzaba de las caderas y asimismo lo bajaban las manos de Luciano, en eso aparece Luis Alfonso arrimado al borde de la puerta del dormitorio, tenía la puesta la sabana que a su cuerpo lo cubría a medias, Luciano le dijo al oído del niño que fuese a la cama, antes de dar el primer paso se dejó quitar el short que estaba en sus tobillos, ambos vieron el cuerpo del niño que obediente iba a la cama, vieron a Venancio que voluntariamente se acostaba de cara a la cama, así quietecito, con su moneda sostenida en su manito y sus bracitos estirados, Luis Alfonso vio la candidez y voluntad del niño, tragó saliva del deseo, Luciano dio unos pasos acercándose a la cama, agitó su erecto pene, a la vez que olía y lamía el traserito del niño, abrió los glúteos poniéndole saliva y lubricándole el anito con la puta del dedo al aguante, el niño reía pues sentía cosquillas, Luis Alfonso arrimado aún en la pared vio el glande de Luciano que deslizaba por el traserito infantil, se acercó con morbo a ver la mitad del glande de Luciano haciendo gemir y pujar al niño, luego se dieron varios roces en el traserito, el cuerpo de Luciano se hizo a un lado de la cama junto al niño que seguía en esa posición pues ahora le tocaba a Luis Alfonso, el muchacho de dieciséis años fue más fogoso besando por completo la espalda y trasero del niño, le abrió los glúteos y rozaba el glande a la entrada del ano, ambos gemían, Luciano acostado junto a ellos miraba los movimientos sin dejar de estirarse el pene conservando el placer, el niño pujaba, sentía más intenso el dolor, se los hacía saber, Luis Alfonso entusiasmado quería ir más allá, en la mañana había sodomizado a un traserito de nueve años desvirgado, ahora tenía en su delante a un virgen traserito de cinco años, se proponía desvirgarlo pero fue impedido ante los movimientos de manos, el muchacho se apartó viendo el fruncido rostro del niño, quedando con su roce en el traserito infantil, Luciano lo acarició hasta calmarlo pues para ese momento ya estaba llorando, fue al bolsillo y sacó otra moneda ahora de mayor nominación, la inocente sonrisa se dibujó en el rostro infantil, tanto así que brincaba sobre la cama haciendo sonar los resortes oxidados, atrás quedaba el malestar en su ano, le dijo algo en el oído y lo bajó de la cama, Luciano se sentó en el extremo de la cama, Luis Alfonso sentado junto a Luciano vio el cuerpo desnudo del pequeño Venancio que se arrodillaba tomando con sus manitos el pene grueso peludo llevándose el glande a su boca abierta, chupando y lamiendo daba placer a cambio de esa gran moneda, el niño sonreía, gustaba de lo que estaba haciendo a tierna edad, Luis Alfonso miraba sorprendido ese sexo oral, el pelo lacio del niño era acariciado por Luciano, le apartó la carita del niño haciéndole gestos, el niño entendió y se arrodilló frente a Luis Alfonso ahora el sexo oral era más prolongado, Luis Alfonso se recostó cayendo de espaldas a la cama, el niño vio erecto el pene y lo siguió lamiendo y chupando, el muchacho no dejaba de emitir gestos de placer con gemidos prolongados, el niño lo hacía bien, le había enseñado adecuadamente su iniciador Luciano, le apartó la carita del pene, así le dio de besos con lengua, luego lo hizo Luciano, el niño se sentó en un rincón viendo a Luis Alfonso acostarse sobre la cama encima de su cuerpo estaba el cuerpo de Luciano acomodados su glande en la entrada del trasero del muchacho, el niño se acercó sentándose sobre el piso con su carita apoyada sobre sus bracitos tendidos en el filo de la cama de esa manera muy cerca miraba el movimiento lento y rápido de penetración del pene, miraba la cara sonriente de satisfacción de Luis Alfonso al sentir las embestidas, las miradas de Venancio y Luis Alfonso hacían que sean sonrieses mientras Luciano con ojos cerrados se esforzaba en dar hacer a su pene y al ano de su muchacho amante, no perdía de contemplar el niño esa penetración, tiempo después era Luciano quien tenía encima de su cuerpo al cuerpo de Luis Alfonso, el pene era menos grueso que el anterior, se escuchaban los gemidos, al rato los dos cuerpos tendidos en la cama respiraban profundamente, con cara al techo, piernas abiertas y penes estirados, le hicieron gestos para que el niño subiese a la cama, obediente lo hizo, quedó entre ambos, el pene de Luis Alfonso rozaba el trasero acariciándole el pelo y el pene de Luciano rozaba el penecito dándole besos con lengua, le preguntaron si le gustaba eso en repetidas ocasiones y asimismo repetidamente asentía con sonrisa picaresca, siempre y cuando no le doliese, llevaron al niño a acostarlo de cara a la cama, Luis Alfonso fue el primero en rozarle el pene entre los glúteos hasta dejarle el semen deslizándole por su piel lozana, luego el turno le tocó a Luciano, asimismo disfrutando de ese cuerpito le dejó regado el semen en el traserito de Venancio, ambos rieron al ver cuerpo del niño quietecito con el semen en el traserito y en la espalda, las sabanas se mancharon de semen y fueron sacadas de la cama, con ellas limpiaron el cuerpecito de Venancio luego con agua terminaron de hacerlo, Luciano fue a remojar las sábanas, mientras tanto el niño caminó a la silla a ponerse el short que llevaba en su mano, Luis Alfonso extendió su mano y le dio una moneda de alto valor, el niño se puso feliz, Luis Alfonso lo llevó a la cama, le dijo que se quede quieto encorvándolo sobre el filo de la cama, deslizándole el short a los tobillos de nuevo ese pene rozándole por el trasero, tanto roce hizo placer en ambos, asi el niño quieto sonreía complaciente de lo que ese glande hacía furor en el roce con su traserito, en eso entra Luciano los ve y sonríe, el muchacho sigue con su cometido, momentos después se aparta, le dice algo al oído, el niño sonríe ampliamente, da vuelta y se recuesta voluntariamente, Luis Alfonso sonríe, los dos penes se rozan, los labios de Luis Alfonso recorren la piel de la cara del niño, besa prolongadamente el pelo sudoroso de Venancio, ven que del pene de Luis Alfonso algo de semen sale, sonríen, Luciano sentado junto a ellos se une a las risas, el ombligo del niño tiene depositado semen, sus deditos hacen círculos sobre el líquido, la punta del dedo índice con semen es llevada a su nariz para olerla, sonríe, con papel le limpian el resto de semen, el muchacho saca de su bolsillo otra moneda dándosela a Venancio quien sonriente se retira de la casita de arriendo, llevaba algunas monedas, iba bien satisfecho, desde la ventana Luis Alfonso y Luciano ven sentado al niño arrimado a un árbol contando las monedas enterrándolas astutamente, ese detalle le había enseñado Luciano para guardar las apariencias, ambos vieron el reloj, era el momento de la despedida pese a que quedaban algunos minutos, fueron largos los besos y contundentes las promesas de volverse a ver dándose muchos manoseos, se prometieron verse más seguido, tanto así que de una bolsa Luciano sacó una llave, era copia de la entrada a su cuarto, con ella Luis Alfonso podría entrar sin que lo notase, el muchacho se despidió con un prolongado beso con lengua y manoseos por los cuerpos vestidos, al salir vio al niño, las miradas se cruzaron prodigándose sonrisas y un leve agitar de manos en señal de despedida con la promesa de pronto volverse a ver.
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Unos tacones hacían ruidos diversos sobre el entablado de la gran casona, la puerta de la habitación de Fernanda se abrió de forma imprevista para quien la habitaba mostrando la iracunda expresión del portador de las botas, su suegro, ella acostada recibía los improperios de él parado refiriéndose con enojo ante la acción amorosa de ella con el medicucho como se refería el prestante hombre, no la dejó hablar ni una sóla palabra, le decía que lo sabía todo, le lanzó evidencias fotográficas de la época, ella temblorosa con asombro observaba una a una las evidencias, el hombre dispuso la orden de que no volviera a tratar con ese medico de pacotilla ni ella ni sus nietas, con característica voz autoritaria de su personalidad, le dijo que prepare sus cosas y se fuese con la pequeña Cayetana a casa de Nicolás en la playa, que estuviese un buen tiempo allí hasta segundo orden, luego del periodo escolar se uniría a ella la pequeña Victoria Micaela, la desconcertada Fernanda miraba los ojos de su suegro que demostraban ira y descontrol emocional, decidió no decir absolutamente nada pensando en el futuro de ella y de sus hijas pero para así pensó que hablaría luego en otra ocasión menos tirante, con el silencio aceptaba aquellos comentarios, que el fondo había algo de verdad, pues, sí, ella se veía con él, con su amado Vito Cota Berlingieri, se había entregado en varias ocasiones, lo amaba con locura, pensó que por el momento lo mejor será apartarse, la seguridad de sus seres amados estaban ahora en primera instancia, luego la verdad, luego lo que tenga que hacerse, desde el cristal de la ventana del auto lujoso vio a trasfondo la nublada tarde de ese viernes cómo su hija se despedía haciendo agitaciones de sus manos, Fernanda se despedía abrazada a su tierna hija Cayetana, tras el retrovisor el chófer se limitaba a hacer gestos bucales sin ser notado, desde lo alto de la gran casona unos puños daban contra la mesa, la madre controlaba a su hijo ante tal furia, la anciana matrona entendía el motivo de la furia de su hijo, trataba de contenerlo, ambos sabían las andanzas de Fernanda, era natural, aún joven a su edad necesitaba ser amada, poco soportaba el estado de viudez, al escuchar todo eso de su madre, el hijo bufaba, no daba crédito a los comentarios maternos, Fulgencio con expresión de ira en sus ojos vio a su madre y se retiró presuroso de la habitación bajando airado las escaleras al encuentro con su nieta a quien abrazaba con infinita ternura, desde lo alto de aquella habitación la anciana veía la escena de caricias prodigadas del abuelo a su nieta, la anciana se limitó a mover negativamente la cabeza saliéndole sendas lágrimas de sus ojos recorriendo por la arrugada piel facial, bajó lentamente las escaleras, no estaba su dama de compañía en ese momento, vio de espaldas a su hijo y bisnieta, tomó otro camino, bajo unas cortas escaleras, de su gargantilla sacó una llave camuflada que siempre lleva consigo, agitó la cerradura con movimientos circulares, caminó con determinación e ira, abrió con otra llave pareada un pequeño cofre insertado estratégicamente escondido en la pared de la bodega de los vinos, la tira de madera se deslizó sobre el féretro empotrado, con furia sostuvo la calavera de ese bien cuidado esqueleto, se limitó a verlo por prolongado tiempo, luego dijo que todo eso era por su culpa, el haber tenido la desdicha de haber cambiado la vida de los residentes en esa amplia casona capitalina, luego la depositó en su lugar cerrando con tino, al girar la silueta de un hombre en la entrada la sobresaltó, era Fulgencio quien al parecer había pensado lo mismo, el anciano hijo de la matrona se limitó a asentir, estiró la mano para sujetar la mano de la anciana, se podía ver la risa irónica del anciano, ambos subieron las escaleras luego se escuchó un golpe seco señal de cierre de puerta, al caminar al salón fue grata sorpresa ver la presencia del pequeño Carlos Hernán con su madre, estaban de visita ante el pedido de Fulgencio, el anciano muy emotivo presentó al niño a su madre Matilde, la anciana matrona vio que el niño con sonrisa amplia se acercaba, estaba bien presentable con peinado Windsor adecuado a la ocasión, pudo oler el perfume que a través de su hijo le hizo llegar, con el olor por unos segundos cerró los ojos la anciana recordando la niñez de su hijo, los abrió mostrándole al niño amplia sonrisa, éste correspondió de igual modo, la arrugada mano derecha correspondió al saludo de la infantil mano extendida, eso enterneció más a la anciana que vio la mirada emotiva de su anciano hijo, su mano rozó el mentón del niño, vio fijamente cada característica facial, no había duda en aquella sonrisa, en aquella expresión de cejas, de lo curvilínea de esas pestañas y de ese pelo, ese pelo, característico del linaje, la madre del niño desconocía las intenciones de ambos ancianos, simplemente lo tomaba como cortesía, el anciano asintió ante el gesto de su madre al verse cara a cara, entendió que debía llevar a la madre del niño a mostrarle los jardines, quería estar a solas con el pequeño, la mujer acompañó a su anfitrión, la matrona sin dejar de sonreír acariciaba el pelo del pequeño, le decía lo precioso que era, se esperaba de parte del niño alguna timidez pero al contrario con arrogancia complacencia en su expresión y en su mirar aceptaba los cumplidos, eso motivó más a la anciana a comprobar la esencia emocional del pequeño Carlos Hernán, la anciana preguntó del porqué de sus nombres, el niño contestó que Carlos era su padre fallecido y Hernán el nombre de su abuelo materno, la anciana abrió la boca en señal de sorpresa asintiendo, comprendió que algo no encajaba, seguramente comprendió que el niño no entendía algo de su origen y que su madre algo ocultaba, a fin de cuentas, lo importante era que estaba en su delante, ahora acariciaba su cara, a la anciana gustó escuchar expresiones provenientes del niño como que le caía bien, que era bonita, en cada expresión el niño mostraba gestos de sinceridad, se abrazaron tiernamente y así llegaron a la entrada del amplio jardín para sorpresa de visita y anfitrión, el niño se había ganado el cariño espontaneo de la poderosa matrona Matilde, no era para menos sin que madre e hijo lo supieran la anciana llevaba abrazado a su bisnieto que por él corría sangre Arichabala sin ser menos cierto que también sangre Del Olmo, la conversa fue larga, hubo promesas de ayudarles en todo lo posible, la mujer tímidamente aceptaba no así el impetuoso Carlos Hernán que gustaba escuchar de lo que sería beneficiario, los ancianos se pretextaron con hacerlo ante motivo del carácter del niño y al sentirlo sin padre y a ella ayudándole con el empleo, es más, Fulgencio fue más allá auto nominándose padrino del niño, eso motivó algarabía de los presentes, esa tarde en parte fue grata para los ancianos teniendo tan cerca a su sucesor de linaje, pronto la madre del niño sabrá de sus intenciones, Llegará el momento propicio para aquello; luego de varias horas de viaje se divisa la gran casa de la playa propiedad de su cuñado Nicolás, Fernanda fue recibida por éste, su esposa Justin Daniela, Luis Alfonso y el pequeño Daniel Nicolás que de inmediato se puso a jugar con su primita Cayetana en el gran salón con la mirada atenta de la niñera contratada para el efecto que vestía de luto, su madre había muerto días atrás, la niñera estaba muy encariñada con el pequeño y ahora también lo haría con la pequeña Cayetana, de improviso se apareció la pequeña “Mielicilla” como se le decía de cariño, fue muy atenta con la visita y complementaba el cuidado de su madre la niñera para con los niños, el diálogo entre mujeres era ameno, Fernanda excusó la decisión de su suegro diciéndole a Justin que por voluntad decidió estar unos días allí acotando la salud frágil de su hija a que tal vez se revitalice con el yodo y oxigeno de la playa, ante la conversación atenta de las mujeres, Nicolás con gesto hizo que su cuñado lo acompañe a caminar por la playa, conversaban de trivialidades, agradeció atender la invitación de Justin, en realidad quien le orientó a hacerlo fue él, Luis Alfonso caminaba cabizbajo entre apartado palmar, Nicolás hizo que lo mirase mostrándole una expresión de necesidad corporal, le recordó lo de aquella vez en la casa de campo en lugar apartado, pensativos caminaron por la arena de la playa, entraron en el auto perdiéndose camino adentro, mientras tanto en la casa Fernanda contaba sus inquietudes a la asombrada Justin, que no daba crédito a las confesiones que escuchaba, Fernanda estaba en un ataque de pánico ante el futuro que se vendría, no podía soportar la idea de perder al hijo que se estaba formando en sus entrañas fruto del amor con Vito Cota Berlingieri, un personaje lúgubre en la vida de los miembros de la familia Arichabala.
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El auto rugía los motores, la “niña” con bulto en manos pedía la bendición de su madre, giró sobre sus talones sin lágrimas, alcanzó a ver a su hermano quien no paraba de llorar y presuroso fue a abrazarla, un auto a prudente distancia con un hombre bien vestido sin que lo notasen hacía boconadas de aros de humo, era Contardo que estaba allí a órdenes de su padre Squeo, vio a lo lejos a la “niña” subiéndose al auto que manejaba el padrastro, la madre de la “niña” entró con determinación firme, sólo quedó el “niño” a despedirla agitando las manos, al ver al “niño” que estaba vestido con short y remera remendada con sandalias aceleró su auto estacionándose delante del cuarto del “niño” quien al verlo se ruborizó con su timidez propia de su carácter que en esa fecha se había creado al sentirse dependiente de la voluntad autoritaria de Contardo quien desde el interior del auto hacía gestos de que se subiese, al escuchar el rugido del motor la mamá del “niño” salió y su cara de preocupación llena de contrariedad cambio ahora de súbito sonriendo al ver al “niño” junto a Contardo el hijo de los patrones, aceptó que su hijo diese un paseo con Contardo, el “niño” con algo de timidez subió al auto bajo la promesa de invitarlo a comer lo que más le gustase, pero en el recorrido se desvió al lugar de siempre, ante el paisaje visto el “niño” cerró los ojos, se recostó resignado, sabía lo que iba a suceder, abrió los ojos al sentir el roce de las lascivas manos de Contardo que recorrían las suaves piernas de casi once años, detuvo el vehículo, ahora las manos se deslizaban por el coxis, así lo manoseó por rato, el niño se dejaba, entre temor y deseo se desenvolvía al bajarse del auto a petición de Contardo, instantes después entraban a la espesura del bosque capitalino, se escuchaba el trinar de los pájaros del lugar, se sentía seguridad en aquel apartado lugar, le dio órdenes al “niño” de que desvistiese como él en su delante lo estaba haciendo, así lo hizo, para sorpresa del “niño” Contardo estaba armado, con gestos le hizo que se costase boca abajo sobre la gran roca, el cuerpo de Contardo desnudo por completo estaba acariciando al “niño”, le decía al oído que era de su pertenencia aunque no era quien le había perforado el potito, le decía que era su hembrita, esa palabras retumbaban en la mente del “niño”, como golpe de cincel en yunque, martillaba cada palabra, más si le decía que así se sienten las hembritas al ser penetradas, le empujaba el pene con movimientos de caderas dentro de su ano, en el gemir con el pene todo dentro de sus entrañas por el infantil ano delicioso que tenía Contardo le decía, siente, siente, como eres mía, así, así, así sienten las hembritas, tu eres una hembrita, mi hembrita, así, siente, así, siente, siente, mi amor, siente como te penetro, palabras que calaban hondo en el niño, haciéndole una metamorfosis sicológica que lo iba marcándolo de por vida, el “niño” con gemidos y ojos cerrados aceptaba esa realidad que Contardo lo minaba, su virilidad daba paso a un feminismo creciente, esa era la tarea de Contardo, a resulta de aquello vino el semen depositándose dentro del ano del “niño”, sin embargo Contardo no se cansaba de decir que era su mujercita, su chica que estaba a disposición, esto lo dijo con contundencia tomando el revolver agitándoselo por la cara infantil, creándole temor al niño, sabiendo a qué atenerse cuando tenga a Contardo en su delante, para finalizar la sesión pidió que con la boca infantil limpiase su pene mojado de semen, así lo hizo, lamida tras lamida Contardo le recordaba que era su chica y así las hembritas le hacían a sus maridos, el niño cerraba los ojos tragándose el semen que antes había estado como residuo en su ano, desnudos se acostaron sobre la grama del lugar apartado, los dedos de Contardo recorrían el cuerpito del niño, le dijo que esto era por lo que le había invitado a comer, luego de un par de horas ya cuando la noche se acercaba y se escuchaba el ruido de grillos y batracios le volvió a sodomizar, el poco semen quedó dentro del ano del “niño” que para limpiárselo se acuclilló pujando al tratar de sacarlo, restos del semen quedaban en el short que al llegar a casa presurosamente lo lavó sin que su madre lo notase aunque el estado de ensimismamiento del “niño” marcaba su cara, su madre pensaba que era por la despedida de su hija, la mujer lejos estaba de pensar siquiera que su hijo era constantemente sodomizado por el hijo de su patrón Squeo; muy lejos de allí Ramón emitía comentarios haciendo que se participe la “niña” pero a cambio de ella sólo recibía su silencio, esa fue la tónica del viaje entre montañas, el ocaso se hacía presente en aquel viernes, ya pronto llegarían ante el tortuoso camino polvoriento de época, se detuvo teniendo al frente su destino de viaje, salía un par de ancianos de la vivienda rústica teniendo en su delante una fogata, el padrastro se burlaba al preguntarle por el verdadero padre del hijo que esperaba, le dijo que ese niño por nacer sería un bastardo, la “niña” le propinó una bofetada saliendo rápido del auto caminando seguro a una ramada humilde que desde ahora sería su hogar ante la negativa de su madre de darle apoyo y abandonarla a sus suerte con gente conocida pues ir hacia un familiar en esos tiempos era una afrenta, allí viviría hasta tener a su hijo fruto según ella de su amor con el difunto dueño de la abacería.
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Teodomiro gustaba de ver orgulloso el desempeño escolar y deportivo de su nieto, el porte físico demostraba compatibilidad con su estilo de negociar, Gustavo Andrés Teodomiro nacido el 30 nov 1941, hijo de Josefina Pozzo Buonanote y Teodomiro, en los próximos meses cumpliría los quince años, tiempo ya para saber sobre satisfacer sus inquietudes, solemnemente su abuelo lo llamó encerrándose en la biblioteca, de un cajón su abuelo sacó un pequeño cofre que al abrirlo se lo mostró, le dijo a su nieto que ese aro perteneció a su padre, consecuentemente a sus ancestros de ascendencia afro, si, parte de la sangre que recorre sus venas es de ascendencia africana, correspondía así el contraste de su piel con las de su hermano Emilio José y sus primos así con los demás familiares de origen caucásico de piel blanca, el muchacho con detenimiento observaba paciente el aro, preguntó por las insignias inscritas y la fecha así escrita: “20 juniadnsj 1543” qué significa esa fecha en el aro, el paciente abuelo le hizo un recorderis a su nieto de los hechos ocurridos en la historia colonial de estas tierras, de la llegada de esclavos al nuevo continente, es así que el abuelo se limitó a responder que seguramente es una fecha muy especial, aquel “20 de junio año de nuestro señor Jesucristo 1543” simplemente que ahora próximo a cumplir los quince años al igual que la abuela pasó a manos de Teodomiro ahora le tocaba a él, así, Gustavo Andrés Teodomiro de sangre caucásica corroboraba tener sangre afro, el abuelo del muchacho le contó que a finales de 1919 conoció a una preciosa mujer de color que junto a su madre solicitaban trabajo, daba la impresión que de algo huían, con el tiempo la amistad fue más allá convirtiéndose en un idilio, Teodomiro estaba casado con una prestante mujer de aristocracia local, a espaldas del matrimonio la empleada y el patrón concibieron a un niño que sería llamado Teodomiro, viviría a las sombras, el padre desconoció el alumbramiento del niño por encontrarse lejos de viaje, la ama de casa botó a las mujeres de color, tiempo después se supo la muerte de estas dos mujeres: la anciana y luego de la hija, el pequeño Teodomiro pasó a deambular sin destino, así fue que en sus aventuras conoció a Josefina quien pese a la negativa de Gustavo Pozzo siguió con el romance, siendo asesinado Teodomiro, según cuenta por su propio suegro, Gustavo Andrés Teodomiro se levantó estupefacto de su asiento, con expresión de boquiabierto hizo puños sintiendo su recién puesto aro, eso no le había contado su madre, el abuelo Teodomiro le dijo a su nieto que era verdad, ese aro, su acta de nacimiento y algunas fotos fue lo que dejó como recuerdo, estiró el cofre, tembloroso el nieto tomó el cofre, vio las fotos de su padre, era muy parecido a él, de otra gaveta sacó una fotografía, era correspondiente a la madre de Teodomiro, la abuela de Gustavo Andrés Teodomiro, sorprendentemente, abuela, hijo y nieto tienen un asombroso parecido tanto que al crecer se aparecía más, el muchacho entre asombro y resignación sonrió irónicamente, aún quedaba por saber el significado de aquella fecha que su abuelo lamentablemente no le daba razón de ser con respecto a su origen, prometió llevarla consigo para orgullo de sus ancestros, lamentó aquella acción magnicida de su abuelo Gustavo Pozzo contra su padre Teodomiro, se sentó a contemplar las fotografías, su abuelo le dijo que es ahora su derecho conservar parte de su historia ancestral y su misión de vida en parte es investigar el significado de tan significativa joya.
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La gran manzana, mole de hierro y concreto, testigo del caminar de la gente, se podía apreciar el movimiento de masas en los diferentes medios de transporte, en la embajada del país de la canela también había movimiento inusual, se sabía de atentados en la capital, deseaban saber cablegráficamente sobre estado de sus familiares en la patria lejana, entre ellos se encontraba Sara Guillermina y su esposo, afortunadamente todo en orden, sin novedad, ya habían pensado en residir en el país del norte y dentro de futuro proyecto traer a Griselda, nana Dulce y Guillermo Izaguirre, sus intenciones nobles por el momento se truncaban ante la gran demanda de trabajo en sus respectivas oficinas, ya se hablaba del éxito de ambos en el ámbito de las finanzas, su patrimonio económico iba en alza, en un aparte de sus trabajo conocieron a un empresario de nombre Estiven Smith de nacionalidad inglesa, muy apegado a los habitantes del país de la canela, en una de las tertulias sostenidas manifestó que su estadía allá fue significativa, lamentó haber dejado un recuerdo allí, tarde supo de la existencia de aquel retoño, seguramente hoy tendría veintiún años, la visita de aquel inglés era frecuente en la pareja de jóvenes esposos; a kilómetros de distancia de allí, Squeo con pajilla masticando en su boca tomaba un serrucho limándolo y pasándoselo al joven peón, este era habilidoso con aquella herramienta, junto a él su hermano Asdrúbal de dieciséis años le ayudaba, le dijo al chico que dejase solo en la tarea a su hermano mayor, Asdrúbal a la orden del patrón se hizo a un lado con amaneramiento entrelazando los dedos, en pocos minutos terminó la tarea el fornido joven, orgulloso Squeo palmeó el hombro en gesto de aprobación, le dijo que estaba listo para ayudar en la construcción de una casona en la capital, que tomase sus cosas pues lo llevaría en su auto, muy agradecido de aquello con amplia sonrisa salió del granero con su hermano dando saltos de alegría, al fin la capital, sus sueño de progresar, de ganar dinero para su madre para sus hermanos y para él, fue a contárselo a su madre acerca de la oportunidad del patrón, ella típico de su carácter sensible se limitó a verlo con cara de resignación, al día siguiente partirían, su hermana Milena de trece años le preparaba la petaca con la que emprendería en primeras horas de la mañana su viaje a la capital, su hermano Asdrúbal miraba esos movimientos, decidió a tomar aire, pensó en su futura oportunidad, solo que su físico distaba de ser tan atlético como el de su hermano mayor, hasta en su piel, Estiven era de piel blanca en contraste con la de Asdrúbal de piel morena clara, el joven de dieciséis años caminó por las inmediaciones del granero, con pajilla remolineando en la boca iba pensativo acerca del futuro, ganaba poco pese a su edad, quería tener mucho dinero, ansiaba vestirse bien, su personalidad rayaba en ser egocéntrico pero la pobreza no le dejaba manifestarse a plenitud, pensaba en la soledad de su madre que de un tiempo a esta parte tenía una tos recurrente producto seguramente de lavar ropa en época de frío y además meditaba en la protección de su hermana de trece años a la que ya le salían pretendiente los que no se acercaban por respeto a Estiven, continuó con su caminata meditabundo, de pronto sintió unas manos sujetándole los hombros siendo luego agarrado del pecho y con violencia dando muchos pasos atrás cayendo al suelo con paja tupida dentro del granero, hizo un leve forcejeo hasta que vio la linterna que reflejaba la cara del hijo del patrón Squeo, dieron roles por el piso llenando su ropa de paja, Contardo le dijo que lo deseaba y que desde hace tiempo no lo habían hecho, se desabrocharon los pantalones, Asdrúbal con temeridad se entregaba a Contardo en el interior del granero, Contardo en cada encuentro siempre le recordaba el momento en que lo desvirgó en aquel cuarto de la casa de campo en diciembre de 1945, el pene de Contardo rozaba el duro trasero de Asdrúbal, para relajarlo le dijo que pronto él también iría a la capital, se dejó sodomizar aunque en el fondo de su ser le era antipático el hijo del patrón, al saciar los instintos sobre el cuerpo de Asdrúbal le lanzó un par de billetes de mediana denominación dando a entender por sus servicios, eso en parte le molestaba al muchacho en cada encuentro sostenido pero se resignaba pues con ese dinero en algo compensaba sus necesidades, se recostó y con el mismo interior se limpiaba el semen que había quedado en su ano, vio alejarse la silueta de su iniciador a la luz de la luna, se desvistió quedando en trusa y se metió a la alberca, nadaba con profundo relajación, para suerte de Contardo los dos impactos de bala fueron en la orilla de la alberca impactándose en el suelo, presurosos salieron ante la escucha de las detonaciones, Squeo dio órdenes de persecución antes de comprobar el estado físico de su hijo que afortunadamente había salido ileso, Estiven presuroso con su arma se montó diciendo el lugar de donde podría haber sucedido la detonación de los disparos así es que lo siguieron, Asdrúbal ayudó a salir de la alberca al hijo del patrón, guardó los dos cartuchos impactados, para Contardo era la primera vez que recibía un atentado, el movimiento de los hombres de seguridad no se hizo esperar, el enojo de Squeo duró toda la noche, no es para menos, habían atentado contra la vida del ser que más ama en esta vida, su único hijo, su heredero en la perpetuidad de su linaje, estuvieron a punto de darle un sentido golpe bajo, prometió investigar hasta las últimas consecuencias, mientras viva eso no quedará así, él o los culpables tendrán que caer, caigan quien caigan, ya sean amigos o enemigos, el energúmeno Squeo ya tenía experiencia de vida en este negocio.
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La brisa mañanera se hacìa presente en los espacios que dejaban la separación de las habitaciones de esas casas y edificios de arriendos, Sophie salía presurosa a jugar a la acera por un improvisado jardín hecho por los vecinos, estaba muy distraída que no dio cuenta que Leroy desde la ventana la observaba, su mirada se centraba en la blusita y faldita que llevaba puesta la niña de siete años, se introdujo la mano por el short que llevaba puesto para tocarse el pene erecto vestido, se daba d estiramientos suaves mientras exclamaba “¡vas a ser mía!” se mordía los labios y miraba a la niña sentada con las piernas abiertas jugando con su muñeca, se notaba el color rosa de su pantaleta, Leroy aceleraba el estiramiento de su pene ahora ya se masturbaba viendo a la nena que se ponía en posición perrito para mostrar inocentemente su culito vestido a ese hombre excitado, iba a hacer un silbido para llamarle la atención pero se contuvo pues en ese instante la anciana aparecía llevando de la mano al pequeño Aiden de cuatro años, la toma de la mano a la pequeña llevandola al portal de la entrada para que juegue con su hermanito, Leroy desde la ventana los miraba pacientemente, en ese instante aparece una vecina que conversa con la anciana de manera muy franca y abierta, entran a la sala y desde allí se las ve preparar galletas, Sophie es llamada para ayudar igual que su hermanito, Leroy continuaba manoseandose el pene vestido, instantes después la anciana indicaba el lugar de juegos de los pequeños, dejó pasar un instante e hizo varios silbidos que alertaron a Sophie viendo hacia la ventana donde se encontraba su macho iniciador, sonrieron al verse a la distancia, le hizo gestos para que suba, se apartó de la ventana guardando apariencias para no ser visto, instantes después Leroy escuchaba el sonido leve de alguien tocando la puerta, al abrirla su rostro era de satisfacción pura, ver a esos dos pequeños con sandalias, Aiden vestía un short ajustado y ua remerita que amoldaba el pupo de su ombligo, tenía un rostro angelical, los tomó de los hombros conduciendoles a la sala donde se sentaron, fue a traerles dos bebidas gaseosas, la mirada puesta en el interior rosa de la niña contrastaba con la mirada en el short ajustado del niño donde se notaba claramente el penecito amoldado de esa fina tela, a ella con sus manos gruesas de adulto le acarició el pelo rozandole las mejillas con los dedos, se miraron fijamente, ella timidamente sonriente al sentir que la mano recorría las costillas, vientre e ingresaba por la faldita metiendo un dedo en la pantaleta rosa, “¡la tienes muy linda!” “¡muy linda tu cuevita Sophie!” se puso cabizbaja con sonrisa entrecortada por la vergüenza, el pequeño Aiden miraba el roce de los dedos por la pantaleta de su hermanita, “¿quieres jugar conmigo… ahora?” le decía mientras el dedo rozaba los labios vaginales de la pequeña, ella estaba cabizbaja y se limitaba a sentir ese roce de dedos en la entrada de su vaginita, Aiden miraba el dedo del adulto que se lo llevaba a su nariz “¡qué rico huele… tu cuevita!” le pasó el dedo por la nariz “¡huele Sophie!” “¡huele tu cuevita!” giró y pasó el dedo por la nariz del pequeño de cuatro años “¡huele Aiden!” “¡huele la cuevita de Sophie!” el nene curiosamente olía el dedo, “dime Aiden” “¿huele rico la cuevita de Sophie?” con su inoicencia caracteristica de su corta edad asentía, eso alegró a Leroy que le dio un beso en el pelo, “¡Ya ves Sophie… la tienes muy bien a tu cuevita!” insistió preguntandole a la niña cabizbaja “¿quieres jugar conmigo Sophie?” ella timidamente asentìa “¡bien… espera aquí!” Lery ingresó al cuarto y salió llevando el libro de “jueguitos” en su mano, se sentó en medio de los niños “¡Mira Sophie!” “¡dime cuál te gusta para hoy!” curiosamente ella eligió dos ilustraciones, “¡bien… vamos!” la marcó a la nena diciendole al nene “¡nos esperas aquí… toma la gaseosa!” le indicó el lugar donde había rebanadas de pastel “¡toma una!” el nene presuroso fue por ella, en ese instante Leroy llevando marcada a Sophie entró a la habitación, deja el libro en el suelo, le da de besos en las mejillas haciendola acostar lentamente en la cama, uniendo las frentes le dijo a la pequeña Sophie de siete años “¡ahora vamos a hacerlo rapidito!” “¿ok?” ella asintió obediente, rapidamente le sacó las sandalias, le deslizó la faldita y luego la pantaleta, ella quedó semidesnuda a la mitad pero rapidamente por los brazos le deslizó la blusita, “¡te ves hermosa así… Sophie querida!” ella sonreía al sentir las cosquillas “¡muy hermosa!” “¡muy hermosa!”, le lamia las bolitas del pecho, le dio un prolongado beso, la deslizó por la cama dejandola encorvada en el extremo de la cama, era una de las ilustraciones que había elegido como postura sexual, se acuclilló en su delante para lamerle el clítoris haciendola retorcer de sensaciones gustosas, besaba y lamia por un buen tiempo a esa vaginita, luego le puso crema en la vaginita, “¡con esto sentirás más rico mi amor!”, vio a Leroy que se deslizaba el short que llevaba puesto únicamente liberando el pene poniendose crema en el glande “¡mira a tu amiguito Sophie!” “¡míralo… quiere jugar contigo!” “¡quiere jugar adentro de tu cuevita!” “¿lo dejas?” “¿eh?” “¡miralo!” “¿lo dejas… Sophie?” ella sintió ese pene con glande y crema bien descubierto que rozaba los labios vaginales “¿lo dejas Sophie?” “¡dime!” “¿lo dejas jugar en tu cuevita?” ella asintió, inmediatamente el pene entra por los labios vaginales deformados “¡aahhh!” exclamo al sentirse penetrada de a poco por ese pene adulto, “¡tranquila!” “¡jugaremos despacio!” “¡como a ti te gusta Sophie… con amor… con mucho amor!”, la niña fruncia el rostro “¡aahhh!”, Leroy exclamaba “¡ya casi!”, “¡aahhh!” exclamaba ella, “¡ya casi está adentro!” decía Leroy, “¡aaahhh!” respondía ella, “¡yaaaa!”, “¡aaahhhh!” el pene había llegado a lo más profundo, estuvo quieto, “¡Sophie… eres mi mujer otra vez!”, empezó lentamente a alzar y bajar las caderas, “¡aaaaahhh!”, “¡tranquila!”, “¿lo estás sintiendo rico?”, ella movía afirmativamente la cabeza, los movimientos se hicieron más seguidos, unieron las frentes y fe cuando se detuvo, “¡ahora vamos por el segundo!” se percató que la puerta estaba entreabierta como la anterior vez pero ahora le puso seguro para que no entre Aiden, la nena lo esperaba ahora acostada en la cama totalmente desnuda igual que su macho iniciador, se sentó en la cama, puso los pies de la pequeña en sus hombros y empezó a besarle los pies y los muslos, lo hizo apasionadamente, la nena sentía esos roces de lengua en su piel “¡me gustan!” “¡me gustan mucho!” “¡son muy lindas tus piernas!” continuó besandolas, “¡ahora viene lo bueno!” tomó el pene con crema y lo puso el glande en la entrada de la vaginita “¡ahora vas a sentir rico!” “¡muy rico!” el pene entraba “¡aahhh!”, a ojos cerrados le decía “¡sientelo!” “¡sientelo!” “¡siente cómo te lo meto!” “¡te lo meto!”, “¡Sophie… repite… mètemelo!” “¡anda Sophie di: métemelo!” ella obediente repetía “¡métemelo!” “¡aahhh!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” “¡ahh!” “¡ahhh!” “¡métemelo!” ella sentía el pene penetrandole la vaginita, Leroy le decía “¡anda!” “¡sigue diciendo Sophie!” “¡sigue diciendo!” la obediente niña decía “¡métemelo!” “¡métemelo!” “¡aaahhhh!” “¡métemelo!” “¡aaaahhhhhhh!” el pene había entrado al espacio sensitivo de la vaginita, ahora sentía la entrada y salída del pene en un seguido mete y saca, a ojos cerrados Leroy y Sophie exclamaban “¡que rico!” “¡que rico Sophie!” “¡aahhh!” “¡aahhh!” “¡ya casi!” “¡ya casi… te preño!” “¡ya casi te preño!” las embestidas eran más seguidas, las piernitas se agitaban sobre el pecho mientras los piecitos descalzos de la pequeña se movían sobre los hombros, Leroy se inclinó más con el pene dentro de la vaginita “¡aaaaahhhh!”, “¡así… así…. aguanta!” cerrando los ojos sentía ese inmenso placer de someterla “¡ya casi!” “¡yacasi!” “¡yaaaa caaassiiii!” “¡yaaaaaaaaaa!”, se quedó quieto con el pene adentro, las piernas sostenidas en los hombros ahora, le fue sacando el pene, le dio un beso en la frente y le hizo sentar en el extremo de la cama, vio salir semen de su vaginita, “¡no te preocupes por la mancha en la sábana!” la puso en pie limpiandole los restos de semen, “¡vamos para que te limpies!” la tomó del hombro guiandola al baño, la vio sentarse en el inodoro y observó la orinsa salida de su vaginita al principio con semen, miraba a Leroy que se agitaba el pene limpiandose con un trapo, abrió la ducha y se limpió el pene, le dijo “¡ahora prueba de tu amiguito!” “¡abre la boca!” la nena tomó el tronco del pene llevandose parte del glande al interior de la boca, “¡vamos Sophie… chupa… chupa!” “¡así… así… mi amor!” “¡eso… eso… eso!” la nena hacía circulos de su lengua en roce con en el glande de Leroy, luego separó su pene de la boca, Sophie lo miró y se puso cabizbaja mostrando recelo, le alzó el mentón viendole a los ojos “¡no tengas pena mi princesa!” “¡recuerda que soy tu marido!” “¡no debes tener pena cuando jugamos a esto!” “¡te quiero mucho… no lo olvides!” le dio un beso en la frente, de labios de Sophie se formaba una sonrisa, “¡así me gusta mi princesa!” “¡me da mucho gusto verte sonreír!” le acarició el pelo y las mejillas, “¡ven vamos a vestirte!” “¡Aiden nos espera!” “¡tu abuelita… recuerda!” presurosa se puso la ropa con la ayuda de su macho iniciador, salieron a donde estaba Aiden, estaba comiendo pastel, la gaseosa se la había terminado, tenái una rebana entera de pastel en sus manitos, vio hacia el plato de la cocina, el niño había tomado más rebanadas, Leroy sonrió, le acarició el pelo, “¡pequeño travieso!” “¡te gusta el pastel!” fue por otra gaseosa, la última que quedaba en el refrigerador y se la dio al nene, “¡Sophie… ve a ver a tu abuelita… y al rato regresas!” “no quiero que sospeche que estás aquí” “¡ve a ver si está la vecina!” “¡quédate un ratito y luego vienes!” “¡si pregunta por tu hermanito que ya lo vas a ver y te vienes!” “¿entendido?” estiró la mano y le dio una moneda de dólar, la niña emocionaba asentía, “¡anda!” “¡ve!” “¡ve— vienes luego!” “¿ok?” la niña asentía saliendo del cuarto, Leroy se acercó al nene que disfrutaba la gaseosa, se arrodilló delante del pequeño “¡ahora te toca a ti!” “¿quieres jugar Aiden?” el nene sonreía a la vez que bebía, le hzo el envase a un lado, “¡ven mi chiquitito… juguemos un ratito!” “¡sólo un ratito… hasta que venga tu hermanita!”, “¡vamos!” lo marcó llevando a la cama a acostarle, cerró la puerta, se bajó el short mostrándose el pene erecto, “¡ahora te toca…mi pequeño travieso de las tortas!” le hizo cosquillas y de a poco le iba quitando el short deslizandose por sus piernitas saliendo por sus pies de dedos alargados, esos pies bien formaditos que Aiden tenía con empeine plano, “¡vamos… abrete!” se acercó con su pene abriendole de piernas, el glande rozaba la entrada del culito de Aiden, “¡rico!” “¡lo tienes rico… mi amor!” e nio se limitaba a sntir ese roce de glande en la entrada de su culito, la cara de leroy se metía entre las piernas de Aiden, abría la boca para meterse el penecito del pequeño niño precioso, Aiden reía por las cosquillas de la lengua en sus testiculos lampiños, “¡ve que… te gusta!” “¿eh?” “¡picarón!” el niño continuuaba riendo, el penecito se lo sacaba y se lo metía en la boca, “¡ahora date vuelta… mi precioso!” el niño fue tomado de la mano de Leroy puesto recostado sobre el extremo de la cama, las manos de Leroy rozaban esos glúteos suaves y sedosos de cuatro años, el nene tenía puesta la carita sobre el colchón, sus manitos estiradas, sintió el despalzar del dedo de Leroy que rozaba con crema la entradita del ano, el glande estaba a la entrada, “¡a tu hermanita le dí por delante… a ti te lo haré por detrás!”el glande se empujaba entre los glúteos, “¡aahhhh!”, “¡tranquilo Aiden!” “¡tranquilo!” “¡es un juego!” “¡es sólo un juego!” “¡aaahhh!” “¡me duele!” “¡me duele!” el glande iba entrando “¡aaahhhhh!” “¡me duele!” hizo un alto, quieria penetrarlo, “¡tranquilo!” “¡aahhhh!” “¡aahhhh!” “¡duele!” “¡duele!” sentía el rechao del culito apretadito en su pene, “¡aguanta!” “¡ahhhh!” “¡ahhhhh!” “¡me duele!” “¡me duele!” en eso que toca la puerta de la habitación, era Sophie seguramente, malhumorado hizo que el pene roce las separaciones de los glúteos y le hizo una puntada, “¡aahhhh!” no se escuchó toques en la puerta, Leroy continuaba “¡aaahhh!” “¡aahhh!” exclamaba Aiden, mientras Leroy le decía “¡aguanta un poco!”, “¡aaahhh!” “¡dueeleee!” “¡aahhh!” “¡aahhh!”, “¡aguanta!”, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” “¡quiero abrir un poquito tu potito!”, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, “¡aguanta!”, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, se notaba que había entrado un poquito del glande a topar el esfinter dilatandole el culito, Aiden quiso llorar por el dolor, de nuevo se escuchaba golpes en la puerta ahora más intensos, seguramente los gemidos de Aiden llegaron a oidos de Sophie, el adulto seguí con el pene descansando sobre los gluteos del niño, “¡shhh!”, lentamente se apartó de Aiden, “¡ven… vístete!”, luego abrió la puerta Sophie vio a su hermanito parado junto a él que se rascaba el culito, los tres salieron de la habitación, Sophie le dijo que las mujeres continuaban haciendo galletas y en este momento tomaban el té, se despidió llevando del hombro a su hermanito, Leroy quedó solo sentado en el sillón, estaba leyendo el periódico, de pronto quedó dormido, sin embargo, su sueño no duró mucho pues fue interrumpido al escuchar el toque de la puerta de entrada, se levantó estirándose haciendo prolongados suspiros, al entreabrir la puerta ve a Sophie en su delante, sonrien al verse, mira a los costados, la hace pasar rápido, ella se sienta en el sillón, están en silencio por unos segundos, “¿a que has venido pequeña?” “¿eh?” ella lo mira a los ojos y luego le habla cabizbaja “¡es que….yo!” “¡bueno…. yo!”, Leroy con algo de sorpresa en su rostro le preguntaba “¿qué?” la niña alza la mirada y luego la baja al suelo “¡es que… yo… quisiera seguir jugando!”, presuroso se acercó a donde estaba ella tomandole de los hombros viendole fijamente a la cara “¿quieres seguir jugando?” ella asentía “¿quieres que tu amiguito juegue en tu cuevita?” ella volvía a asentir, “¿en verdad lo deseas?” ella asentía “¿ahora?”, ella volvía a mover afirmativamente su carita, le dio muchos besos en la frente y en las mejillas, la recostó para hacerle cosquillas “¡pequeña traviesa!” “¡traviesa!” “¡te quiero!” “¡te quiero!”, le acarició las mejillas a esa nena de siete años “¡sòlo por eso te voy a dar muchas monedas!” “¡muchas!” el rostro se Sophie se delimitó con una amplia sonrisa de felicidad, le dijo muchos te quieros y en cada uno le daba besos en las mejillas, “¡primero a tu amiguito lo vas a mojar!” “¡ea!” “¡hazlo Sophie… hazlo!” la nena le bajó el short deslizandole a los tobillos, de esa forma quedaba salido ese pene erecto, abrió la boca sintiendo en sus labios el roce del glande que trataba de entrar en la cavidad bucal, “¡se siente rico!” “¡sigue!” “¡sigue!” decía Leroy a ojos cerrados, ella lamía con la punta de la lengua ese glande amoratado, pasaba por el tronco y cuando lo hacía por entre los testiculos Leroy producía un prolongado gemido acompñado de suspiros, “¡ven!”, “¡vamos!” alzó las piernas dejando en el piso el short, la llevó marcada a la habitación, la acostó quitandole la ropa, por un bien tiempo pasó besandole las piernas, las abrió para pasarle la lengua por el clítoris, “¡se siente rico!” “¿verdad?” ella asentía, la lengua entraba un poquito y ella a ojos cerrados exclamaba “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, “¿quieres más Sophie?” “¡dime!” “¿quieres más?” ella aprobaba moviendo la cabeza, “¡ahora le toca a tu amiguito!” la toma de las piernas poniendolas en los hombros, se inclina y ese pene ensalivado entraba en la vaginita de siete años, “¡ah!”“¡aahhh!”, mordia los labios, “¡ah!”“¡aahhh!”, se aferraba a los brazos de su macho iniciador, “¡ah!”“¡aahhh!”, sentí que la penetraba, “¡ah!”“¡aahhh!”, sentía que ese glande rozaba sus entrañas, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh… ya…. ya!” gemía Leroy, todo ese pene estaba dentro, “¡ah!”“¡aahhh!”, ahora vienen los mete y saca “¡ah!”“¡aahhh!” Leroy con gusto le daba pene a esa vaginita, “¡ah!”“¡aahhh!”, ”¡te lo estoy metiendo todo!” “¡ah!”“¡aahhh!”, “¡tu amiguito está en la cuevita!” “¡está adentro!” “¡está adentro!” “¡siente a tu amiguito!” “¡sientelo!” “¿te gusta que esté siempre allí?” “¿eh?”, la nena responde “¡sí… me gusta… mucho!” Leroy le pregunta “¿por eso viniste Sophie?” ella contesta “¡sí… ahhhh… por eso vine!” la nena decía “¡me gusta mucho!”, las embestidas de Leroy se incremetaban, la postura con piernas al hombro hacían que el pene entre a plenitud, Leroy animado gemia “¡aún tengo leche!” “¡aun tengo leche para ti mi amor!” las embestidas eran mayores, así como el movimiento de caderas, los gemidos de Sophie se incrementaban, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” con su pene le estaba tocando las fibras más sensibles de sus entrañas y ahora se sumaba el gusto adictivo por su cuerpo, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” ahora los dos exclamaban a un tiempo, Sophie probaba el cuerpo de Leroy, la ladeó un poco y sintió extrañeza en su culo ya que un dedo estaba entrando, le introducía el pene y con el dedo a la vez le rozaba la entrada del ano, Leroy la calmaba, la dejó acostada, fue por crema y recogió el libro que estaba en el suelo, se sentaron a verlo, “¡mira Sophie!” “¿te gusta ese?” la nena asentía, “¡vamos a hacerlo!” la puso en posición perrito sobre la cama, con el dedo le pasaba crema dilatandole el culito virge, “¡ay!” exclamaba Sophie, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” exclamaba mientras el dedo entraba, “¡tranquila Sophie!” “¡tranquila!” le rozaba el glande en la entrada del culito, le puso crema abundante en el culito, el glande trataba de penetrar ese culito virgen, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” entraba despacio, “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, la nena aguantaba al máximo hasta que “¡ya nooo!” “¡ya nooooooo!” “¡me duele!” “¡me duele!” exclama Sophie a punto de llorar, por la mente de Leroy estuvo el considerar que si se lo rompía ahora Sophie iría done su abuela y la curiosa de la vecina podia notar el rostro de la pequeña y se formaría un inconveniente, mejor por ahora pensó en dejarla, se apartó con su pene erecto de ese culito que estaba a punto de romperse en su esfinter, ya la tenía, pero decidió no hacerlo, “¡ven!” le dijo “¡ahora… acuéstate!” la tomó de las piernas poniendolas en los hombros, “¡vamos a seguir jugando por aquí!” ella lo miraba algo intranquila pero al sentir la entrada del pene “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” se iba relajando, las embestidas tenían un gran movimiento, la cama se movía tanto como tambien chirriaban los muelles de resortes del colchón, Sophie cerraba los ojos, se dejaba llevar al umbral del deseo, mientras la embestía miraba el rostro de la pequeña, le estab gustando más y más, cada moviiento fuerte ella exclamaba “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, Leroy se animaba a más. “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, la nena gemia “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” y gemía “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, cada vez más profundamente “¡ah!”“¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!”, Leroy le decía a ojos cerrados sintiendo las entrañas de la pequeña en su pene “!viniste porque te gusta¡” “¿verdad Sopphie?” “¿verdad?”, la nena a ojos cerrados asentía mostrando mucha seguridad, “¿verdad que te gusta mi amiguito dentro de tu cuevita?” Sophie volvía a asentir, las caderas de Leroy seguían alzandose y bajandose sobre la pelvis de Sophie que mantenía abierta las piernas, “¡ah!” “¡aahhh!” “¡aaaahhhhh!” las embestidas continuaban, el pene entraba y salía, lentamente lo fue sacando de la vagina, los pies cayeron posandose en el colchón, las piernas de Sophie estaban aún abiertas, ella miró que Leroy se sentaba, el pene descansaba sobre la sábana, “¡mira cómo me lo tienes!” “¡bien tieso!” “¡míralo Sophie!” “¡míralo!” la nena lo observaba fijamente “¿te gusta?” insistía “¡dime!” “¿te gusta?” ella movía afirmativamente la carita sin dejar de mirar el pene erecto posando en la cama, Leroy le dice agitandose el pene “¡miralo!” “¡miralo bien… Sophie!” “¡él te hizo mujer!” “¡miralo!” seguía agitandolo “¡miralo!” y seguía mostrandole “¡miralo!” lo agitaba màs “¡nunca lo olvides!” “¡mira su cabecita!” “¿te gusta Sophie?” “¿eh?” “¿te gusta?” ella miraba los movimientos de las manos sobre el pene y respondía asintiendo con cierta timidez ante tanta sinceridad que expresaba aquel hombre, “¡esta cabecita de tu amigo te hace feliz!” “¡mirala… mirala bien!” la agitaba acercandosela un poco “¡cuando dueramas y cierres los ojos piensa en esa cabecita!” la agitaba “¡mira Sophie… esta cabecita!” la nena miraba fijamente el movimiento del prepucio haciendo que el glande se cubra y se descubra, “¡miralo… es tu amiguito!”, lo acercó, “¡ven!” “¡acercate!” la nena acercó su rostro “¡ahora… acaricialo!” los labios eran rozados por el glande “¡asì!” el glande rozaba las mejillas pasando por los ojos, cejas y frente, “¡eso… Sophie!” “¡siente cómo te acaricia!” el glande rozaba los labios, “¡ahora dale de besitos en la cabecita!” los labios de Sophie se unían en el glande “¡eso!” “¡eso!” “¡así!” “¡así!”, la nena continuaba dandole besos, “¡ahora abre la boca!” “¡tu amiguito quiere entrar!” “¡… a jugar en tu boquita!” “¡abre!” la boca se abre y entra parte del glande, “¡ahora chupa!” “¡chupa Sophie!” “¡a tu amiguito le encanta!” la nena lamía y chupaba el glande a la vez, “¡eso!” “¡eso!” así estuvo por unos instantes, el glande estaba ensalivado, “¡ven Sophie!” “¡acuestate!” la tomó de las piernas a los hombros y puso a rozar el glande en los labios vaginales lampiños, ella sintió que el glande iba entrando, exclamó “¡aahhh!” y se incrementaba mientras iba entrando “¡aahhh!” “¡aaaahhhh!” Leroy sonreía, era normal que ese pene grueso aun hiciera estragos en esa vaginita de siete años, la sujetó fuerte hasta meterselo todo, ella exclamó “¡aahhh!” Leroy consolandola le dijo “¡ya esta mi amor… calma!” “¡ahora viene lo bueno!”, empezaron las embestidas “¿te gusta Sophie?” “¿verdad que sí?” ella a ojos cerrados movía afirmativamente la cabeza como estar ya en calma, a Leroy esto le gustaba pues ya sentía que la tenía sometida, “¡siente Sophie!” “¡iente que eres mìa!” “¡siente que soy tu marido!” la embestía rapidamente “¡solo yo… tu marido!” las caderas se movían rápidamente “¡tu marido!” le daba besos en la frente, se detuvo con el pene adentro de la vaginita, todo, todo el pene y así qieto le dijo “¡siente que lo tienes adentro!” “¡siente!” “¡recuerdalo cuando vayas a orinar!” “¡recuerda como ahora a tu amiguito dentro de ti!” vinieron las embestidas de nuevo diciendole “¡recuerdalo!” “¡recuerdalo!” “¡siente como te coge!” “¡sientelo!” seguían las embestidas “¡recuerdalo al cerra los ojos cuando orines!” “¡recuerdalo cuando orines!” ella seguia a ojos cerrados escuchando y sintiendo el ser penetrada, las caderas se alzaban y se bajaban, en cierta ocasión el pene se salía volviendole a meter, “¡viniste porque te gusta!” “¡porque te gusta… Sophie!” “¿eh… verdad?” ella asentía aun a ojos cerrados, Leroy reía ampliamente, ambos unidos en uno solo, Sophie gustosa de ser embestida por su macho iniciador, se deseaban el uno al otro, de eso ya no había dudas entre ellos, Sophie mostraba un rostro de seguridad, mostraba un rostro de tranquilidad, le salían cortas exclamaciones, Leroy firme sosteniendola haciendola sentir niña – mujer con sus embestidas, sentía el gustito, no hablaba, sólo sentía a ojos cerrados, un gemido, un espamo, un movimiento brusco de Sophie, es que en sus entrañas sentía ese liquido depositado, ese liquido que Leroy le dejaba en señal de su pasión, el liquido latente, tibio, lo sentía dentro de su vientre, jadeando le decía a la pequeña “¡Sophie!” “¡tienes algo adentro!” “¡como la otra vez!” “¡es el regalo que te deja tu amiguito!” “¡es el regalo dentro de tu cuevita!” se acercó inclinándose un poco a su frente sin sacar el pene “¡Sophie!” “¡mi Sophie!” “¡mi mujer!” le besó levemente “¡mi mujercita!” lentamente le sacó el pene ella exclamó un “¡aahhh!” que fue de satisfacción, “¡miralo Sophie!” el glande salía con semen, le pregunta “¿quieres que te lo meta de nuevo?” ella lo vio, sonrió y asintió, Leroy rió ampliamente “¡entonces vamos!” le puso las piernitas descansando los talones en los omóplatos, la sostuvo bien, “¡ahora serás mi mujer de nuevo!” el glande del pene se puso medio erecto a la entrada de la vaginita, hizo un “¡aahhhh!” al sentir que le entraba “¡siente como te lo meto!” “¡siente!” “¡siente!” la nena exclamaba suavemente “¡ah!” “¡ah!” “¡aaahhh!” ya estando adentro y luego las embestidas, Sophie cerraba los ojos para sentirse penetrada otra vez lubricando su vaginita con semen, así le dio pene por un largo rato, la embestía mucho tanto que le gustaba ser cogida así en esa postura, se dejaba hacer sentir, Leroy sólo exclamaba “¡Sophie!” “¡Sophie… siente a tu amiguito!” “¡sientelo!” le preguntaba “¿te gusta Sophie?” “¿te gusta?” y ella asentía, le dio embestidas de pene hasta el cansancio, se detuvo, le fue sacando el pene lentamente, los dos quedaron exhaustos de tanta embestida, ambos quedaron acostados de cara al techo, la mano de Leroy fue a entrelazarse con la manito de Sophie, se miraron y sonrieron, tiempo despues Leroy ve levantarse de la cama a la pequeña en dirección al baño, escucha el sonido de la orina en el inodoro, Leroy aún acostado sonrie, se pone en pie, va a donde está ella, para ese momento estaba encorvada junto al inodororo tomando papel, la toma de la cintura y por detrás le roza el pene en la raja de su culito, ella siente el desliz de ese tronco de pene, se queda quieta, fueron unos segundos, luego el adulto se aparta, le acaricia y le dice “¡mejor en otra ocasión!” “¡ven!” “¡vamos!” “¡a vestirte!” la nena es llevada d ela mano de su iniciador hasta la salita, se manoseaba la vaginita, Leroy le dio unas monedas como se lo había prometido, al salir le dijo a la nena “¡rcuerda… na de contar esto a nadie!” “¡nadie dbe saber lo de nuestro jueguito!” le dio un beso en la frente y salió contenta con su vagina bien cogida por el pene de Leroy que al verla salir se manoseaba el pene vestido, suspiró esperando un proximo encuentro, tuvo la mente fija en probar el elixir virginal del ano de Sophie.
* * * * * * *
La noche impetuosa se posa sobre la capital, un hombre escribe en su máquina de escribir el resumen del día, hace un alto frotándose los ojos, se escucha el poco rugir de motores, es momento de ver la hora, es tarde, momento de salir de la oficina estatal, la única luz prendida, la tarde nublada de aquel viernes dio paso a una fría noche, amerita una bebida algo caliente, pensó, entró a una cafetería de la época con vidrios y luces snob, con discretos biombos separadores de la época de mediados del siglo XX, pausadamente bebía el exquisito café con aroma del lugar, pidió pan acompañado de queso untando mantequilla artesanal, ya satisfecho pensaba salir ya del lugar, pero repentinamente, dio cuenta que a sus espaldas del biombo que los separaban donde se había sentado sobre el taburete a degustar se escuchaban voces alegres de niños, muy cerca estaba un hombre vestido de negro con rostro de asombro estaba arrimado a un estratégico rincón y miraba el movimiento de cada niño, mas al fondo un anciano conversando con una mujer que significó mucho en su vida, aquel hombre de negro se limitó a ver al burócrata y a los niños que jugueteaban con el popote en cada botella de gaseosa sacando burbujas de gases como en una competencia de quien saca más, la botella de Victoria tenía más gas en contraste con la del pequeño Carlos Hernán, los niños de espaldas no daban cuenta de la mirada atenta a sus movimientos que hacía el prominente abogado y economista Serafín del Olmo, de brillante trayectoria penal, el hombre que hacía de custodio miraba con detenimiento los movimientos de Serafín, los dos adultos se acercaron a los niños luego del aparte de la conversación sostenida, se podía notar la expresión de aceptación de la mujer, Fulgencio Arichabala le pasó el pañuelo para que enjuague las lágrimas, en el rostro de la mujer se notaba la aceptación plena a las peticiones del anciano, Serafín logró escuchar algo así como el futuro del niño, la pareja de adultos salió junto con los niños, el hombre de negro aún quedó sentado viendo que Serafín salía de su reservado y pagó la cuenta, el hombre de negro salió sin ser notado, mientras tanto a unos pocos metros de allí Serafín caminó por las iluminadas calles, muy cabizbajo, pensativo, le turbaban las recurrentes deducciones acerca de esa voz, se dijo repetidamente para así mismo… esa voz.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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