METAMORFOSIS 168
Fémina.
Se daban fuertes los golpes de la ropa sobre la lavandería de liso pulido, el refriegue en la ropa era constante, las manos de la mujer no cesaban en moverse por la tarea, el sudor recorría su piel, pensaba en lo sucedido semanas atrás, hizo un alto, sólo para respirar hondo su malestar, tal vez así sacarse un poco de decepción, detrás estaba su hijo, el niño terminaba de estrujar la ropa, sus manitos dobladas demostraban algo de amaneramiento que aún no daba cuenta la mujer, la calurosa mañana daba para cansarse en la faena, irritado se encontraba el niño, escuchó de labios de su madre que fuese a ver la limonada puesta en la nevera, muy paciente el niño se apartó de la lavandería de la gran casona, fue en dirección a la cocina encontrándose con la presencia de Contardo que lo miraba con algo de cortesía pero en su rostro no podía disimular la severidad del deseo, el niño vio que la entrepierna de Contardo era restregada por las manos, dio unos pasos siendo abrazado por Contardo, le dio un beso corto apartándolo no sin antes decirle al oído algunas obscenidades, reía al hacerlo, hubieron caricias en su rostro con sonrisa irónica, el “niño” tímidamente las acepaba, le hacía sentirse otro cada vez que se encontraba con el hijo del patrón, abrió la nevera y sirvió un vaso para Contardo, caminó con la jarra junto al joven, se notaba el bulto en el short que llevaba puesto y una remera ligera de tela, se acercó al oído le dijo que lo esperaba en su habitación, así el niño vio subir al hijo del patrón por aquellas escaleras, llevaba puestas una pantuflas, las comparó con la humildes sandalias que tenía en sus pies y continuó caminando, ya estaba sus padrastro discutiendo con su madre acerca de lo que le había pasado a su hermanita, les sirvió el refresco y continuó estrujando la ropa ligera, no estuvo mucho tiempo allí pues su padrastro Ramón lo llevó al garaje para que le ayudase a limpiar algunos repuestos, le dijo que eso era tarea para hombres no aquello de lavar ropa, Ramón por el contrario de su conviviente si notaba cierto amaneramiento en el “niño”, con el pasar del tiempo se escuchaba el ruido de las herramientas, lo que atrajo la observación de Contardo desde lo alto de su ventana restregándose el pene vestido a espera de su hembrita como se refería con respecto al “niño”, vio sentado al “niño” limpiando, entendió que no subiría, sonrió pensando sarcásticamente, en poco tiempo bajó y estuvo junto a Ramón su chófer conversando de mecánica, aprovechó del momento pidiéndole al chófer el permiso a su hijastro para darle alguna ropa suya mudada para que se la arreglen y le pueda dar a su talla, el “niño” de casi once años puso un gesto de felicidad reflejada en su carita ante la aprobación de su padrastro, dejó de limpiar yéndose a lavar las manos, subió las escaleras con sus manitos de dedos alargados pasaban por el pasamanos, vio la puerta entreabierta de la habitación de Contardo, la empujó quedando en la entrada, grande fue su sorpresa viendo a Contardo sentado sobre un sillón junto a la cama donde estaba tendida la ropa que era de niña, seguramente de la ropa de la hermana de Contardo de años atrás, sorprendido dibujó decepción en su rostro, en contraste Contardo emitía una sonrisa sarcástica, el “niño” dio uno pasos tímidamente motivado por la voz autoritaria del hijo del patrón haciéndole gestos que se pusiera la ropa, fue a cerrar la puerta de la habitación y arrimado en ella vio al “niño” sacándose la ropa de a poco intercambiándose miradas, desde las pantaletas hasta el vestidito se puso el “niño”, Contardo sonreía, la cara tímida del “niño” se diluía al ver que en su delante Contardo mostraba un billete de baja denominación, se lo dio diciéndole al oído que era su hembrita, que así lo gustaría ver siempre vestido, lo paró en la cama haciéndole que de vueltas con los brazos estirados en pasos de ballet, hizo que se ponga en posición perrito, Contardo sentado veía plácidamente los movimientos del “niño” sobre la cama, se abría de piernas recostado boca abajo y boca arriba, luego daba unos pasos de baile, el “niño” se sentía raro con esa ropa puesta pero su razonamiento no se asimilaba bien por las seguidas ordenes de Contardo, luego se acostó junto al “niño” colmándolo de caricias repitiéndole que era su hembrita, que vestido así se lo veía mejor, le manoseaba por entre la tela el traserito infantil, le hizo sentar sobre el taburete frente al espejo, el “niño” se miraba el cuerpo distinto con esa ropa, Contardo lo peinaba en forma femenina, el “niño” vio las manos de Contardo que abrían una gaveta de aquella consola que sacaba una especie de polvo que le puso en las mejillas pasándole una crema por los labios que de inmediato se hicieron brillosos, le hizo caminar por el cuarto ordenándole que lo hiciera como hembrita vanidosa, Contardo no paraba de reír, el “niño” sufría una transformación en su vida, Contardo se paró enfrente del “niño” que se dio la vuelta dándole la espalda luego en algo se volteó a verlo con cierto modo de recelo o pena, se apreciaba como que sabía lo le iba a pasar, Contardo le dijo al oído que iba a sentir rico, que le iba a gustar, después lo acostó en la cama, le dijo que se deslice las pantaletas, Contardo tenía ansiedad, se sacó el pene erecto deslizándose el short y al ver ese traserito descubierto se acercó alzándole el vestidito a la cabeza mostrándose algo de espalda revelando sus blancos calzoncitos a los tobillos, sus manos deslizaban sobre la piel revelando el traserito más bonito que jamás había visto, en ese instante quiso pensarlo así, para Contardo el puro pensamiento de saber que se lo iba a coger le excitaba muchísimo, viendo esas nalguitas de casi once años en la claridad del cuarto lo excitaban en incremento, oliendo el aire de la tarde, sintiendo su pene crecer más y más, esas sensaciones son inolvidables, allí sobre la cama estaban los dos cuerpos, Contardo con el pene parado ansiando hacerlo suyo, y el parado pene del “niño” acostado debajo con sus piernitas estiradas y pantaletas y calzoncitos a los tobillos, enseñando sus lindos glúteos, Contardo separó sus piernas más, y le dijo que se sentase, estaba bien ansioso nomas esperándolo, el niño se empezó a sentar en el pene desnudo de Contardo y notaba lo bien que se miraba agachándose, y como se veían su traserito mientras se agachaba, cuando el “niño” se sentaba sostenía el pene del hijo del patrón para asegurarse que se introdujera entre sus nalguitas, el pene entró y sentía lo calientito de su lindo hoyito, Contardo pudo sentir penetrarlo solo un poquito, cuando se sentó totalmente sentía tan calientito, el pene lentamente penetraba ese hoyito, una sensación tan placentera descubrió el niño asegurándose con sus manos en las piernas de su Contardo que estaba oliendo el aroma de su pelo, y con las manos sosteniendo las nalguitas, le decía al “niño” que siempre recordase ese momento, el pequeño de casi once años cerraba los ojos y luego los abría viéndose en esa postura sexual que le atraía el deseo, así con las caricias de Contardo mientras lo penetraba el “niño” no se quejaba mucho, pero si se notaba en el rostro que le gustaba cerrando los ojos ensalivándose los labios con intermitentes mordidas que ahogaban los gemidos leves, mas aparte no lo había penetrado completamente por la lentitud de los movimientos, los dos estaban ahí callados inmóviles, solamente disfrutando el placer del sexo entre un calenturiento y su inocente amiguito que también estaba calentándose, siguieron callados así, y el niño como que ya se sentía incómodo por alguna razón o algo así por tanto tiempo moviéndose las caderas arriba y abajo, y se movía por encima de Contardo, esos movimientos eran lo mejor porque sentía su pene penetrarlo más todavía, mientras oía su respirar por lo caliente aunque incómodo en esa postura que lo cansaba, el “niño” ya no estaba tan ignorante aún sobre el sexo que ya habìa aprendido moviendo su traserito para arriba y para abajo, después de un rato Contardo lo agarra de su cintura, mientras le abría y cerraba sus piernas para hacer sentir su pene adentro y afuera de ese traserito infantil, esa sensación tal era otra de las mejores, permaneció haciendo eso hasta por varios minutos, ya el traserito del “niño” con su hoyito estaban bien dilatado, cuando se cansó Contardo dejó de hacerle penetraciones seguidas, entonces sintió sorpresivamente que el “niño” empezó a moverse arriba de su cuerpo de lado a lado haciéndole sentir más de su caliente traserito infantil, luego el “niño” no dijo nada, se quedó callado nomas, mientras a los dos hacia felices la sensación muy cautivadora, tanto así que el “niño” decide acostarse por encima de Contardo que lo recibe con muchas caricias en el pelo, cuello, orejas y barbilla muy complacido de su entrega mostrada en sus placenteros movimientos, acostados por la claridad miraba su cabeza, su espalda, y su traserito hermoso al encorvarse complaciéndolo mientras el pene peludo lo complacía a base de roces entre la separación de los glúteos infantiles, Contardo complacido estaba ante la cogida a uno de los más complacientes amiguitos, y lo más excitante es que le gustaba, esa tarde calurosa ya se sentía el desbordante sudor agregado solamente el calor de sus nalguitas abrazándose y manoseando con sus manitos el pene duro, siguieron así por un buen rato después el “niño” se comenzó a parar sin decir nada, y Contardo deseando que no lo hiciera así de seguido, pero en definitiva lo hizo, cuando el “niño” se paró no se subió las pantaletas ni nada, solo hizo un giro en su cuerpo y volteo hacia Contardo y sorprendentemente se sonrió tímidamente otra vez ante la pregunta que le hizo Contardo si le gustaba lo que hacían, Contardo pensaba que el “niño” ya se quería ir, pero antes de que le dijera que se sentara otra vez, el “niño” se sentó a propia voluntad, sin embargo esta vez no hubo penetración como antes, pero todavía sentía el pene de Contardo por entre sus nalguitas dándole al “niño” la iniciativa, Contardo experimentaba la complaciente voluntad de entrega del pequeño con todo su peso sobre el cuerpo de Contardo, con esa actitud era feliz, al rato el “niño” mostraba estar algo así como que ya estaba bien satisfecho aunque más o menos, a veces quería más, y así el niño allí estaba para darle más de su traserito, lo acostó en el filo de la cama abriéndole los glúteos y su glande mojado con liquido pre seminal se introducía haciendo movimientos de caderas penetrándolo con sutileza hasta dejarle semen en las entrañas infantiles, quedaron acostados y abrazados muy juntitos, Contardo desnudo por completo y el “niño” con su vestidito puesto con su traserito descubierto, le hizo que le chupe el pene con lamidos intermitentes así con la lengua y labios el “niño” limpiaba de semen el glande de Contardo, rato después lo paró señalándote el costal junto a la puesta, tenía ropa y juguetes con golosinas, se puso la ropa de niño, los dedos de Contardo recorrían los labios del “niño”, le dijo que era algo especial, que hoy lo había sentido, lo besó prolongadamente, los dedos acariciaban las mejillas del “niño” que se puso cabizbajo, pese a la ternura le volvió a recordar que era su hembrita, que le pertenecía, sacó un billete similar al primero regalado, bajo las escaleras contento con su costal dejando a un pensativo Contardo sentado sobre su cama con su pene descubierto viéndoselo a plenitud luego manoseándoselo recostándose sobre la cama viendo el tumbado de esa lujosa casona, se había incrementado la atracción hacia el hijo de los sirvientes, sonrió, pensó que era dulce la venganza.
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Los pasos firmes se daban en la campiña, el frio de la montaña alejada de civilización imperaba en el rostro del hombre pensativo que miraba sus heridas corporales, pero más le dolían las del alma, había caminado mucho, estaba cerca de su destino, así harapiento sostenido de un palo que hacía de bastón improvisado, llegó a una casa humilde de carrizo sentándose en un tronco labrado para ese fin, unos perros ladraban ante su llegada, al ruido salió con arma en mano una mujer con semblante decidido preguntándole al caminante la novedad de su presencia, junto a la mujer un niño de siete años, el pequeño Eleuterio, el hombre observó con detenimiento al niño de vestimenta harapienta descalzo, con pelo lacio negro abundante que como flequillo llegaba a la frente, sus piecitos descalzos mostraban lo polvoriento del lugar, sus manitos tomando un machete agitado, sus labios rozagantes ensalivados, la mirada fija de los ojos cafés puestas en el visitante, las cejas finas daban a sus mejillas lozanas un tono de hermosura, tenía por habito soplar hacia arriba a su pelo crecido haciendo a un lado de sus ojos para poder ver de mejor forma, el pantaloncito remendado polvoriento con camisa y su sombrero que amoldaba su pelo crecido, casi desfalleciendo el caminante pidió por caridad agua y alimento, la mujer vio el estado precario del hombre, entre dudas y temores venció lo samaritano de su personalidad, su nobleza, le dio lo solicitado, el ladrido bajó, el caminante vio la posición del sol, intuyó la hora, agradeció e hizo preguntas referidas a la identidad de un amigo que residía por el sector, por referencias anteriores continuó su camino hasta llegar a ese lugar, la mujer al escuchar los nombres y apellidos de la persona buscada sonrió diciendo que ese nombre lo lleva su hijo, el niño sonrió acariciando a su leal can, el caminante alzó las manos en señal de paz, eso quería decir que se trataba de su esposo, al poco tiempo Eleuterio con su amigo caminaban en retorno a casa, para ambos fue gran sorpresa ver la figura de un hombre que con su raído sombrero campestre se daba viento refrescante, los dos hombres en tono severo se acercaron al visitante haciéndole preguntas, por vez primera lo habían visto, la poblada barba no demostraba su verdadera identificación más bien generaba incertidumbre, de impulso se puso en pie, actuó cordialmente acercándose a uno de los dos campesinos, lo tomó del antebrazo, el sorprendido campesino escuchó sus nombres y apellidos de labios del caminante así como referencias de vida, el gesto del dueño del rancho fue arquear sus cejas emitiendo sonrisa y alzando los brazos logró abrazarlo efusivamente se trataba de un amigo fraterno, ya para ese momento la mujer y el niño estaban en la entrada de la casita de campo, su alegre ramada, pidió a su mujer por ron, se inició la tertulia entre los tres, el caminante pidió por trabajo, los dos campesinos le dijeron que bien podía ayudarlos, Eleuterio muy emocionado de inmediato dio alojamiento en su casa al caminante, la charla duró hasta altas horas de la noche, el hombre estaba acostado muy pensativo en el catre preparado por la mujer en el cuartito junto al del niño, ese catre había pertenecido a su hermana Amanda que ahora vivía en la capital y trabajaba en un hospital militar, esa noche se consolidó la amistad con el niño conversando a la luz de mechero, duró hasta el bostezo y posterior sueño infantil, la luz que irradiaba el mechero rustico de kerosene y su olor hacían pensar al caminante, había tenido suerte en encontrar al amigo de su padre al que Eleuterio en tiempos mozos le había salvado la vida, el forastero vio sus heridas en el vientre y la entrepierna, hizo puños, le vino a la mente la figura de ese significativo niño, luego vio el resto de las heridas en su cuerpo, apretó con furia los dientes haciendo pucheros, lentamente se levantó del catre acercándose a la figura del niño al que le rozó el pelo con sus manos, acarició las mejillas emitiendo una tierna sonrisa al movimiento de los dedos por las mejillas, apagó el candil retornando a su cama, aún con ojos abiertos en la penumbra pensaba en lo que había vivido en penurias las últimas semanas, peno que ahora se vendría otra oportunidad y su interés motivante era tener alguna posibilidad de regresar a terminar la tarea pendiente.
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El militar miraba la cicatriz en mano de su hijo mostradas sobre la mesa de la heladería en donde degustaban un helado delicioso, el niño bien cuidadito por su madre estaba bien presentable, Gustavo Adolfo y su hijo el pequeño Jairo Gustavo Rodolfo de tres años eran motivo de atracción de los caminantes viendo la tierna escena de caricias del padre uniformado hacia el tierno niño, la figura mediática del militar se demostraba en los curiosos a los que esporádicamente saludaba agitando las manos, el niño jugaba con el vasito de helado, Gustavo Adolfo decidió darle de comer en la boca, enfrente estaba el parque, recordó aquellos momentos en que él siendo niño era llevado a ese mismo lugar por Carlos Felipe del Olmo en aquellas casuales visitas que daba a la capital en compañía de su madre, el militar suspiró, vio el rostro de su hijo, decidió caminar con su hijo tomado de la manos por la grama para luego verle jugar y correr, ya eso lo habían hecho de muchas formas, se preparaban para ir a casa, el auto estaba estacionado junto a la heladería de época, se sentaron en la grama dando roles, el militar acostado lo alzaba hacia arriba y le daba mimos a su tierno hijo llevándoselo a su pecho, a lo lejos Amanda paseaba a su hijo Carlos Gustavo Eleuterio de cuatro años, sin percatarse de la presencia del militar entró por una gaseosa, vestía con uniforme de enfermera, le limpiaba la carita del sudor con su pañuelo, con los dedos trataba de arreglarle el peinado al pelo sedosoo castaño de su hijo de piel blanca, de pronto vio por sus hombros un peine extendido por una mano, hizo un giro y vio al militar sonriente tomado de la mano a su hijito de dos años, ella tímidamente con mucha sorpresa aceptó el peine, el militar observaba las manos de aquella mujer que peinaban el pelo lacio del niño precioso, Amanda continuaba con su sonrisa de sorpresa desencaja con tinte de temor, temblorosa agradeció el préstamo y dio la espalada al militar, Gustavo se puso en su delante, vio al niño y acarició el pelo con mucha ternura perceptible ante la mirada cabizbaja de Amanda, las manos de Gustavito recorrieron con mimos las mejillas y barbilla infantil, temblorosa Amanda vio hacia el pequeño que estaba junto a su padre, sonrió tímidamente, tenía las manitos rodeadas a la cadera del militar, fueron camino al baño, hizo un gesto de saludo, al salir padre e hijo se percataron que Amanda no estaba, el militar sonrió, sintió percibir instintivamente igual que ella el deseo atrayente que aún perduraba.
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Las serpentinas y el pastel con botanas alegran la fiesta del sexto cumpleaños del pequeño Carlos Hernán, a su edad era muy vivaracho, la mamá se movía con atenta cortesía sirviendo a los invitados, la abuela del cumpleañero también colaboraba, la llegada de dos personajes muy reconocidos en la aristocracia capitalina causó sensación en los medios que habían seguido, se quiso tomar fotos pero a petición de Fulgencio y su madre fueron pocos y convenientes, el orgulloso anciano participaba con los juegos del niño, Emérita la madre del homenajeado colmaba de atenciones a la anciana agradeciéndoles la presencia a su humilde hogar, la fiesta continuó por varias horas, hasta la salida del último invitado Fulgencio y su madre se quedaron, invitaron a Emérita junto a su madre y a su hijo a subir en el lujoso auto, iban a ver el regalo de cumpleaños del niño, el auto transitaba lentamente por la alameda, las manitos del niño sujetas al borde de la ventana del lujoso auto miraba atento el paisaje, iba sentado en el regazo de su madre, a su lado la madre de Fulgencio Arichabala, el niño se rascó el hombro izquierdo, sus manitos deslizaron la camisa mostrándose el lunar en forma de media luna, la anciana vio fijamente ese detalle físico, ya no cabía duda, se recostó sobre el asiento respirando hondo cerrando los ojos en señal quizá de paz, miró a su hijo y cruzando miradas sonreían, se notaba su atenta alegría, seguramente pensaban en la perpetuidad sálica que da la genética, de eso dio cuenta sin perder detalle la madre de Emérita que iba sentada junto a la otra ventana del auto, el vehículo seguía transitando, el niño continuaba maravillado del lugar, exclusivo de gente pudiente, al fin que el auto se estaciona, el chófer acciona el claxon, un portón se abre, se ve maniobrar a un obrero, con solemnidad indica que continúe el tránsito, se estaciona frente a una lujosa casa, se bajan del auto lentamente, en la entrada está una bicicleta y muchos juguetes amarrados con globos y serpentinas con un mensaje de Feliz Cumpleaños Hernancito, el niño de seis años muy emocionado se sienta a manipular los regalos, los adultos parados lo ven con complacencia, la anciana madre de Fulgencio saca de la cartera una cajita con terciopelo, hace que el niño abra la cajita, al hacerlo sale una llave muy bien pulida reflejando los rayos solares, brillosa en mano infantil que se dirigía a la cerradura, Fulgencio lo llevaba de la mano, Emérita muy sorprendida junto con su madre estáticas paradas presenciaban con asombro el gran regalo, el niño giró la llave y la puerta se abrió, casi al coro los ancianos le dijeron al niño que ésta ahora sería su nueva casa, el niño brincaba alegre, montó en su bicicleta entrando así a su nueva casa, las dos mujeres se apretaban las manos, no lo podían creer, salir de su asombro era difícil, como estar soñando, fueron a abrazar y besar las manos de sus benefactores, desde dentro el niño gritaba alegre que entrasen a ver lo que había, caminaron por el lugar, llegaron a la terraza, la parte más alta de la casa, la mirada del niño seguía el movimiento del brazo estirado de Fulgencio mostrándole a su alrededor lo que le pertenece al niño, de súbito la matrona desabotonó la camisa del niño mostrándose el lunar en el hombro izquierdo, Fulgencio a señas de su madre con manos temblorosas mostraba ese lunar de media luna que para ellos era una maravilla, el niño lo vio con naturalidad por encima de los hombros, vio que Fulgencio estaba aún más contento de semblante, tanto así que agarró al niño de las costillas haciéndolo girar, en verdad su felicidad era muy inconmensurable, el agite del pelo del niño al viento, la emotividad del momento hizo que uno de los mocasines se saliera de su pie, lo dejó para arreglarse, ante la mirada de todos Fulgencio se desabotonó la camisa, mostró el mismo lunar ubicado en su hombro izquierdo, se arrodilló y ahora más seguro que nunca viéndolo con lágrimas en sus ojos le dijo con mucha convicción que era su bisabuelo, si, Hernancito eres mi bisnieto, soy abuelo de tu padre fallecido decía mil voces, la anciana acarició el pelo del niño asintiendo con vista en los ojos del pequeño, con manos temblorosas de emoción y labios latentes le dijo que era su tatarabuela, al final de mis días te vengo a conocer le dijo emocionada al pequeño, el niño impresionado se limitó a recibir el abrazo fuerte de los dos ancianos al que se sumó su madre y su abuela materna, lo colmaron de caricias, seguramente este es el cumpleaños más significativo de su vida, Emérita había aceptado a Fulgencio Arichabala semanas antes que se le permita poner el apellido Arichabala al niño, pues él conocía los orígenes del niño, facialmente es un Arichabala, Emérita supo de las investigaciones, a más de quien era el padre del niño, en ese punto a petición de Fulgencio pidió a Emérita callar o preferiblemente decirle al niño que su padre había fallecido, si, Fulgencio y su madre dispusieron a Emérita y a su madre que al pequeño Hernán lo harían pasar como hijo de Mateo el difunto hijo de Fulgencio Arichabala, si, Mateo, el desafortunado hombre que murió en su habitación a causa de un infarto, padre de Victoria y Cayetana, ya así estaba decidido, que el niño viva preferiblemente así con esa idea de tener dos hermanitas, para Fernanda esto constituye en algo desafortunado, esto se daba a espaldas de ella estando en la playa, Victoria Micaela aceptaba la presencia en su vida del pequeño Carlos Hernán, había una química de sangre entre ellos, de lo cual se notará a futuro.
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Débora con mirada atenta observaba los movimientos de Victoria Micaela ante la visita de Heriberto hijo de Elena, coincidentemente ambos muchachos habían nacido en el mismo lugar a la misma fecha y el mismo tiempo, eso era atrayente en su amistad, de esto ya hace once años, para mayor coincidencia cursaban la misma escuela y la visita era para hacer tareas escolares, el ama de llaves atendía con bebidas a los niños, la tarea llegó a su fin, salieron a jugar al jardín, la anfitriona le mostró un par de bicicletas, le dijo a Débora la ama de llaves su deseo de pasear en bicicleta en el parque, para el ama de llaves era muy comprometedor que la niña saliese sin seguridad, vio a Teófilo regando el extremo próximo del jardín, lo llamó para que acompañase a los niños al parque, asintió cargando las bicicletas, se sentó debajo de un frondoso árbol viéndolos pedalear en círculos y por los alrededores sin perderlos de vista, el hijo del militar era muy habilidoso, saltaba bien los obstáculos, la mirada de Teófilo se centraba en el pedalear de la pequeña en el que se mostraba el calzoncito florido que se notaba por entre esas piernitas blanquitas suavecitas, ya antes la había visto rozarse con las piernas del primito Daniel Nicolás en la estancia donde trabajaba antes de venir a prestamo a la capital, por instantes se alejaban camino al lugar apartado del parque, Teófilo se ponía inquieto pero se tranquilizaba al verlos retornar, sobre todo a esa hora con pocos transeúntes, Heriberto arrima la bicicleta sobre unos matorrales en el apartado lugar con necesidad de micciar, se bajó el pantalón corto y la trusa, mostrándose el blanco trasero, Victoria Micaela atraída por ese movimiento de pene de su amiguito se sentó a orinar cerca, Heriberto sonriente agitaba el penecito delante de su amiguita quien no paraba de sonreír con su descubierta vaginita a chorros de orina, rápidamente Heriberto hizo ademanes insinuantes con su pene que la traviesa niña aceptó recostándose en el suelo apoyada de sus codos, eso excitó más al pequeño al verle así acostada a piernas abiertas, así que fue agarrando su pene y le puso a rozar en la vaginita de Victoria, tiempo después ya acostada por completo recibía el cuerpo de Heriberto, se olían y besaban las pieles, pujaban por el peso dando roles en el piso, la cadera de Heriberto al roce también se alzaba y se bajaba, no había palabras solo toques, manoseos, se miraban el pene y la vaginita rozándose, después ella se acostó boca abajo mostrándose el traserito descubierto, el roce del penecito no se hizo esperar, el hijo del militar tenía el penecito tieso deslizándose entre la separación de los glúteos, la barbilla se posaba sobre el pelo de la atrayente niña de once años que ya se había alborotado, así la sostuvo, él encima de ella rozándole el pene, ella muy afanosa abrió los glúteos como pudo diciéndole que se lo meta, Heriberto algo inquieto lo fue metiendo al tiempo que su prepucio se deslizaba a medio glande, rojizo, latente, luego sintió molestia aunque se sentía rico el contacto con el tibio traserito de la calenturienta Victoria, prefirió parar y solamente rozarle el penecito, la niña debajo del cuerpo de su amiguito alzaba y bajaba su cadera en insinuante deseo incontrolable, los dos cuerpos pegados con los traseros descubiertos haciéndose uno solo, moviéndose las caderas alzando y bajando el pene con roces complementarios de las manos, seguramente debido a la concentración de sentirse al tacto concentrados en la pasión del momento no se percataron que unos ojos femeninos los miraban por todo lo que habían hecho y más luego de que estaban vistiéndose saliendo raudamente con las bicicletas, se trataba de los ojos de la madre de Venancio que estaba al cuidado del pequeño Abner de dos años, hijo de Heriberto Alpízar y Amarilis Rodríguez, mujer perteneciente a familia aristocrática capitalina de rancio abolengo, ello lo reflejaba lo bien cuidado en el aseo y en la vestimenta del pequeño Abner, nieto de militar, que la mujer lo había llevado al niño a ese apartado lugar para que haga sus necesidades biológicas, la mujer se fijó muy bien en las caras de esos inquietos niños teniéndolos fijamente presentes, al cabo de un rato Teófilo regresó junto con los niños a la gran casona llevando en sus hombros las dos bicicletas al cruce de calles, Heriberto vio el auto estacionado, su hermano Melquiades de veinte años sentado en el volante a regañadientes estaba a la espera para llevarlo a casa pues era hora de comer, el niño tomó el bolso despidiéndose de su amiguita con pícara sonrisa, a prudente distancia Teófilo vio lo alborotado del pelo de la niña Victoria como respetuosamente le decía, ella se rascaba la entrepierna disimuladamente así también se ajustaba el calzoncito, Teófilo emitió una sonrisa irónica pues notó que el niño Heriberto también se rascaba la entrepierna estirándose el pene vestido, para Teófilo el peón de la casa eso solo decía algo, atracción corporal, siguió con prudencia a la niña, pero no pudo ser tanto pues Victoria lo notó, se sentía vigilada por el peón, caminó hacia el apartado montículo con pasividad, luego salió ajustándose la ropa, Victoria entró a la casona, mientras que Teófilo se dirigió al apartado lugar del jardín rodeado de tupidas plantas altas que a veces por ser de gran amplitud le servía a la pequeña Victoria Micaela como un lugar favorito para esconderse en sus juegos, Teófilo observaba con detenimiento las pisadas hechas anteriormente por la niña Victoria, el peón se acuclilló a ver el charco de orina dejado como evidencia del micciar femenino, un dedo topó lo húmedo del piso comprobando así la orina, llevó el dedo a la nariz oliéndolo al mismo tiempo que cerraba los ojos, al unísono repetía en voz baja el nombre de Victoria, se notaba el deseo, se puso en pie sacándose el pene descubierto botando orina sobre el charco hecho agrandándose el área con el depósito del nuevo líquido, se manoseaba el pene dándose placer recordando a la niña Victoria, la deseaba en ese momento, suspiraba prolongadamente, de pronto escuchó el crujir de ramas secas al ser pisadas en el piso, giró su cuerpo al tiempo que escondía el pene dentro del pantalón, un súbito temor electrizante recorrió la espina dorsal del peón, era ella, la niña Victoria, le sonreía con su pelo arreglado, quizá ella lo había visto todo, los dos se vieron frente a frente, sobre todo los genitales vestidos, el lugar apartado era propicio para decirse algo sin ser vistos ni escuchados, era el lugar preferido de ella así como la bodega de vinos donde hacía sus encuentros con sus vecinitos, se limitaron a sonreír, él vio la mano de ella ir a sobarse la vagina vestida dándole sonrisa al movimiento de la tela de su vestidito, insinuaba entrega, ante eso, Teófilo respondió llevando lentamente su mano gruesa a su pene muy abultado en la tela del pantalón yendo más allá pues deslizó la cremallera apareciendo un liberado glande del pene erecto motivo de centrada mirada de Victoria, hermoso pene con grueso glande, la niña Victoria Micaela le recordaba el de su iniciador, Agustín, aquel jardinero que le desvirgó el ano en la fiesta de cumpleaños de su abuelito, Teófilo se acercó lentamente abrazándola y a la vez inclinándose para que su pene roce la vagina, ambos con los ojos cerrados sentían ese movimiento, la audacia de Teófilo era grande pues ya antes a ella la había visto asimismo haciéndole a su primito Daniel Nicolás Arichabala Pérez allá en el campo en la estancia Pérez, por un instante Teófilo se detuvo separándose los cuerpos, pero luego le llamó la atención aquella calentura de la niña de once años que la sentía al rozarle las manos por esa piel tersa bien cuidada de niña hermosa, ella se dejó acariciar las mejillas sin dejar de ver esos ojos insinuantes, los dedos se deslizaban por el cuello dando círculos de caricias en la espalda, estaban muy cerca oliéndose los cuerpos al cerrar los ojos, lentamente se acercaron cada vez más y más hasta abrazarse con ternura, ambos se dejaban llevar a su estilo, la sentó viéndole entre el vestidito el calzoncito puesto, ella miraba la entrepierna emitiendo pícaras sonrisas, Teófilo entendió el mensaje, su cuerpo aumentaba de temperatura, así lo notó Victoria quien voluntariamente se recostaba en el piso súbitamente deslizándose el calzoncito como lo había hecho antes con Heriberto en el parque, estaba deslizándolo hasta los tobillos después alzándose el vestidito delante de Teófilo, así de insinuante estaba ella, los dedos del hombre rozaban las piernas y lentamente rozaban las ingles infantiles, ella suspiraba dejándose acariciar la vagina, lo vio sacarse el pene, era grueso, ahora mucho más cerca lo apreciaba de mejor forma, suspiraba pues ya lo sentía rozar abriéndose entre los labios vaginales, Teófilo movía el pene como receloso al no quererlo hacer, ella gesticulaba cerrando los ojos pasándose la lengua por los labios, el peón decidido rozaba el pene por primera vez en esa vaginita que veía ese movimiento con mucho gusto, se cumplía su sueño, el glande entró a medias, hacía un alto con el roce para luego mañosamente con el dedo la hacía gemir al rozarle el clítoris, lo sentía así por lo grueso del pene que nuevamente quería entrar la niña abrió los ojos agarrándose fuerte de los brazos del peón, ahí nomás, entendió, luego el cuerpo de Victoria Micaela dio vuelta y ahora tras manoseos en la piel del traserito el pene rozaba haciendo que penetre, Teófilo sintió poca dificultad de deslizar el glande por la piel de los glúteos entrando al ano, lentamente lo metía, notaba el contraste de piel, Victoria estaba complaciente ahora con ese movimiento de pene en su trasero a diferencia de aquel tamaño del de su amiguito Heriberto, el peón sacó el pene y le hizo voltear, ahora ella bien abierta de piernas y arqueado su cuerpo veía el glande rozar el los labios vaginales y asimismo sentía al entrar hasta donde podía, Victoria se emocionaba viendo ese grueso tamaño con venas bien definidas en la piel del tronco del pene, delante de ella vio cómo de tanto roce del pene en su vaginita salía el semen del pene que ese líquido recorría la vaginita aùn virgen de once años, la sesión se interrumpió al escucharse los gritos muy lejanos y algarabías de sus amiguitos los vecinos Reinaldo de ocho años y Dionisio de seis años, junto a ellos estaba Débora que buscaba a Victoria, al separarse ambos prometieron guardar eso en secreto, esperó a que ella salga primero y él prefirió seguir por mucho tiempo hasta no ver alguien cerca, al rato la niña jugaba con sus vecinitos, la mirada atenta de Débora en la niña no se hacía esperar, Teófilo al ver esa actitud de cuidado por parte del ama de llaves simplemente sonrió irónicamente en forma discreta.
Leroy miraba con mucha atención la carretera, la brisa de la mañana que se levantaba en el firmamento golpeaba en su rostro y tambien le daba al rostro de su mujer que iba de copiloto, estaba profundamente dormida, por el espejo retrovisor observaba a Sophie y a su mamá profundamente dormidas, a travès del espejo se cruzaron miradas con el pequeño Aiden de cuatro años que iba sentado detrás de Leroy, el niño iba sentado junto a la ventana del auto, ese amanecer de sábado era de un aviso ante el sol radiante que saldría en las proximas horas mezclado con un frio descriptible de temporada, iban a medio camino, habían salido muy temprano para estar en el lago a un buen horario aprovechando el día, pasarían la noche en la cabaña rentada regresando el domingo por la tarde, afortunadamente para los niños su mamá pidió asueto laboral para aprovechar de la invitación de los vecinos en ela uto hacia esa cabaña campestre rentada, el niño se puso en pie detrás del asiento de Leroy, le pidiò que se detenga porque deseaba micciar, le dijo al niño que se siente y no haga movimientos bruscos para que su mamá y hermana no se despierten, Leroy miró un paraje cercano a donde estacionar, abrió suavemente su puerta, fue a abrir la puerta donde estaba Aiden, le hizo señales de que hiciera silencio, lo llevó de la mano rapidamente adentrándose en el monte tupido por un adentrado sendero que conducía hacia un riachuelo cristalino en el despeñadero descrito por ese camino, el niño corrió hacia un árbol, Leroy que estaba detrás vio que Aiden se bajaba el calentador a los tobillos y para su sorpresa se mostraba el culito voluminoso bien formadito que tenia el pequeño precioso, no tenía su interior, sus manitos agarraban el penecito lampiño, se escuchaba un leve gemido de placer al micciar, de pronto vio que Aiden se acuclillaba, ahora pujaba, estaba sacando excremento por su culito, girando el torso infantil regresó a ver timidamente Aiden al rostro de Leroy que insinuante le pedía papel, Leroy comprendió y fue al auto a sacar papel, vio a las ocupantes del auto aun profundamente dormidas, le vino una idea luminosa, de la cajuela sacó un balde, ese objeto sería su pretexto y así que fue rápidamente bajando por el sendero donde estaba el nene que aún estaba acuclillado pujando excremento, ya faltaba poco para terminar, había ya un poco en el suelo, al verle llegar se puso en pie, estaba de piel roja purpura de tanto puje, mientras le pasaba el papel por el culito se escuchaba a no tan lejos el riachuelo, le arregló el calentador al niño, le indicó el riachuelo, ya estaba el alba, el niño aceptó gustoso ir hacia allá, para llegar más rápido decidió maracarle rapidamente sujetando el balde, al llegar ya se apreciaba el alba, lo puso en su delante acuclillandose, puso el mentón sobre el hombro de Aiden, le indicaba el lugar campeste, el niño sentía la respiración que golpeaba por su cuello, luego sintió besos en el pelo, oreja y cuello, allí sintió que la piel de gallina, “¡ven Aiden… ven más acá!” el niño se dejó llevar de las manos, “¡vamos a jugar!” “¿quieres?” el nene vio que Leroy se metía la mamo por dentro de su calentador deportivo de tela gruesa, hacía movimientos de su pene dentro del calentador, lentamente se deslizó el calentador y la trusa liberandose al exterior el pene erecto de Leroy, “¡miralo Aiden!” “¡miralo!” “¡quiere jugar contigo!” “¡quiere hacerte feliz!” “¿jugamos?” “¿eh?” el niño se limitaba a mirar, el niño se acuclilla a ordenes de Leroy, observaba con detenimiento ese pene erecto que se acercaba a sus labios “¡abre la boquita… Aiden!” a más de rozar el glande en aquellos labios la boca del pequeño se abre, entra parte del glande en su boquita y se empieza a deslizar dentro de la boca, el sol iba apareciendo entre las montañas en el momento en que lo sacó al pene ensalivado de la boca rozandole los labios y dejando restos de saliva en las mejillas del pequeño Aiden, le hizo pararse, acercó la punta del glande a rozar el pene vestido del niño, le besaba el pelo y mejillas mientras observaba que ese penecito del pequeño estaba erecto haciendo punta en la tela amoldada, continuó besandole sin dejar de ver ese penecito vestido hecho lanza en a tela, vio el suyo también erecto, deslizó suavente el calentador del niño liberandose el pene erecto lampiño de piel muy blanca, parecía latir al contacto de la yemas de sus manos “¡mira que grande lo tienes!” a lo que escuchaba del adulto el niño se miraba el pene así Leroy acercó su pene a rozar econ el del Aiden ambos miraban esos movimientos de penes “¡vamos a jugar!” “¿quiers Aiden?” “¿se siente rico… verdad?”el niño estaba cabizbajo, sentía recelo mirando el roce de su pene chiquito con ese pene grueso y largo, le alzó el mentón con su mano para que lo mire mejor a ese roce de penes, “¡son muy preciosos!” le decía mirando el penecito, ahora le insistía “¡vamos a jugar!” “¿quieres Aiden?” luego de un instante el niño asentía cabizbajo, le dio un beso en el pelo sedoso como muestra de su aprobación, “¡ven… te ayudo!” “¡sácate las sandalias!” el nene lo hizo quedando sus pies en calcetines sobre el suelo humedo del sector, lentamente las manos de Leroy deslizaban el calentador del pequeño quedando en los tobillos, se escuchaba al arroyo, “¡mira Aiden!” “¡mira tus piernitas!” “¡son muy bonitas!” “¡parecen de hembrita!” hizo una pausa con su mirada y luego comentaba “¡mira tus bolitas!” “¡son redonditas!” el niño cabizbajo miraba con detenimiento cómo los dedos de Leroy rozaban sus piernas y tocaba suavemente sus testiculos “¡lo tienes paradito Aiden!” “¡es muy preciso!” le dijo refiriendose al penecito lampiño que lo tocaba suavemente, Aiden vio que Leroy se acuclillaba en su delante, abrió la boca y sacó su lengua para lamerselo y chuparselo, el niño instintiva,mente suspiraba, sentía delicioso, Leroy en cada salida de pene de su boca decía “¡me gusta!”, “¡me gusta!”, las manitos de Aiden se apoyaban en la cabeza de aquel adulto, cerraba instintivamente los ojos mostrandose satisfacción en su rostro, Leroy estaba arrodillado, su pene rozaba el suelo, cerraba los ojos para sentir el deslizamiento del tronco del penecito en sus labios y el roce que le daba en el paladar “¡me gusta!” “¡lo tienes rico!” el niño instintivamente hacía impulsos de movimientos de cadera como lo habóa aprendido de Leroy, Dylan y sobre todo de Valentín, de este último que casi le rompe el culo por completo, el niño suspiraba y al escuchar eso a Leroy le hacía lamer y chupar más ese penecito que ya se ponía rozagante, se lo saca de la boca, para sorpresa del niño vio que Leroy se quitaba el calentador y la trusa, se acostó de cara en el suelo, le mostraba su culo desnudo al niño, “¡ven Aiden!” “¡acuestate sobre mi!” “¡ven!” “¡quiero que juegues con tu cosita en mi culito!” “¡anda!” “¡ven!” Aiden se acercó y lentamente se acostó sobre Leroy, acomodó su penecito entre la raja de su culito y aorden de Leroy empezó a alzar y bajar las caderas a ritmo suave, luego más acelerado, Leroy sentía la respiración del niño sobre sus orejas, “¡dale Aiden!” “¡dale!” “¡así!” “¡así!” “¡dale!” el niño obediente aceleraba el movimiento de sus caderas aunque el penecito simplemente se deslizaba sobre el culo, a oreden de Leroy el pequeño lentamente se apartaba de su cuerpo, estuvo parado tocandose el pene lampiño desnudo mientras veía que Leroy daba giro a su cuerpo estando los dos viéndose ahora, Leroy se abrìa de piernas y se tomaba el pene mostrandoselo al niño desde el glande “¡miralo… Aiden!” “¿te gusta?” “¿eh?” “¡mìralo!” Aiden miraba con detenimiento ese pene “¡ven… Aiden!” “¡ven a jugar!” “¡ven… precioso!” Aiden miraba con recelo “¡anda!” “¡ven!” “¡ven!” el nene se acercó y con señas de Leroy fue acostandose lentamente uniendo los pechos, le hizo delsizar hasta que el penecito de Aiden se posaba sobre el pene velludo de Leroy, “¡vamos!” “¡hazlo!” “¡hazlo!” las caderas de Aiden se alzaban y se bajaban haciendo que le penecito se delsice sobre el pene recto de Leroy, “¡sigue!” “¡mi amor!” “¡sigue!” el nene movía más rápido sus cadertas alzandolas y bajandolas, Leroy reía ampliamente viendo esos movimientos de Aiden “¡eso!” “¡sigue!” “¡sigue!” “¡mi precioso!” “¡no te detengas!” el niño continuaba con sus movimientos cuando de pronto sintió del cuerpo de ese pequeño hermoso una exclamación prolongada, se quedó quietecito, instintivamente se levantó del cuerpo de Leroy y corrió junto a un árbol, iba a micciar, así paradito desnudo a medio cuerpo se apreciaba su voluminoso culito, aún acostado desde donde estaba se agitaba el pene, sonreía, le había hecho micciar con esos movimientos de pene, se complacía viendo al niño que le hizo gestos para que se acerque, “¡ven Aiden!” el niño se acerca, Leroy mira a los lados con la seguridad de encontrarse a solas con el pequeño Aiden, “¡ven… acuéstate!” le hizo abrir de piernas “¡mirálos jugar a los dos!” las caderas de Leroy se alzaban y se bajaban mostrándose el roce entre los dos penes, el de Leroy encima rozando al de Aiden debajo, los ojos del nene se fijaban en ese movimiento del pene que se deslizaba por entre los testiculos y tronco de ese pene lampiño, “¡míralos… Aiden!” “¡míralos cómo juegan!” “¡son lindos los dos!” “¿verdad?” “¿verdad que sí… Aiden?” el niño se miraba el pene y el de Leroy que seguía deslizandose, el nene asentía, lentamente unieron las frentes, “¿te gusta… verdad?” el nene callado se limitaba a ver ese movimiento de los penes, “¿te gusta Aiden?” “¡mira!” “¡mira!” el nene quietecito se dejaba seducir, lentamente se aparó de ese cuerpito, “¡ahora Aiden… date la vuelta!” el nene giró quedando de cara al suelo “¡eso… Aiden!” “ahora dame tu culito para terminar de jugar” “¡damelo!” Aiden sintió que abrían su culito a dos dedos, luego sintió saliva y se percató de que un dedo entraba en su culito hasta el fondo con alguna resistencia, es que el pene de Valentìn no habìa sido desflorado por completo en aquella ocasión estando a solas, sintió algo duro que entraba en su culito, “¡ah!” “¡aahh!” “¡aaaahhhhh!” “¡me duele!” “¡ah!” el pene de Leroy iba entrando en ese culito “¡ah!” “¡ah!” “¡ah!” estaba extasiado, “¡ah!” “¡aguanta!” “¡ah!” “¡aguanta!” el niño bufaba, “¡ya no!”, “¡espera!”, “¡me duele!” “¡espera un poco!” “¡ya no… me duele!” “¡me duele!” en ese momento el pene entró más con su glande “¡aaahhhhhhh!” exclamó Aiden, “¡aaahhhh!” de nuevo, ante lo que Leroy exclamaba “¡ya mi amor!” “¡ya!” el pene se posó sobre la separación de los glùteos, Aiden sentía el deslizamiento del semen en los glúteos y muslos, “¡eres precioso Aiden!” “¡eres lindo!” “¡sí!” “¡muy lindo!” le hizo parar y acaricir tomandole de la mano poniéndole en pie, “¡mira a tu amiguito!” “¡le sacaste leche!” el niño miraba el pene con restos de semen en el glande, “¡vamos a limpiarte!” lo llevó a la orilla acuclillandole y encorvandole un poquito así le pasaba las manos húmedas por el culito, “¡qué lindo culito tienes!” el niño tiritaba con esa agua gélida de madrugada, “¡ven vamos a ponerte el calentador y sandalias!” lo llevó de la mano a vestirle, recogió agua con el balde y llevó al niño de la mano, al llegar al auto la esposa de Leroy estaba fumando arrimada a un àrbol, la pequeña Sophie y su madre seguían durmiendo dentro del auto, sin articularmuchas palabras Leroy abrió la cajuela y puso agua en el radiador, el nene ocupó su asiento y lo mismo hicieron los dos adultos emprendiendo el camino, ya el sol estaba en claridad cuando llegaron al sitio convenido en el lago, luego de dejar ordenando los preparativos fueron Leroy y los niños a pescar y recolectar bayas silvestres por los alrededores del lago de aguas cristalinas y frescas, Leroy les mostró la canoa de alquiler y les hizo subir junto con los implementos de pesca y recipientes de recolección, los niños se sentaron y agitaban las manos muy alegres hacia las dos mujeres que preparaban la comida, se iban alejando del lugar, las mujeres muy alegres respondían agitando las manos, Sophie ayudaba a remar mientras las manitos de Aiden se apoyaban en el borde bote, las estiraba viendo cómo sus deditos hacian ondas en el espejo de agua tras el movimiento del bote, iban muy felices los niños, era su primera experiencia en una canoa larga de ese tipo, se maravillaban viendo la geografía del lugar, estaban muy animados, el bote rodeaba la espesura del lugar, la vegetación era muy tupida pordonde pasaban, habia sol pero el aire se notaba fresco y es de allí que el pene de Leroy coenzaba a erectarse, de vez en cuando el adulto cruzaba la mirada con la nena mientras que el niño miraba por los alrededores, a su corta edad estaba muy feliz conociendo la naturaleza campestre muy distinta a la de donde vive, en uno de esos cruces de miradas Sophie observa el rostro de su iniciador muy sonriente, mira que con una de sus manos se pasa constantemente por el bulto hecho en el short alzandose apenas la remera, ella no deja de mirar ese movimiento de manos y sonrie, sus ojos se abren un poco más al ver que esa mano se desliza por el short, mira el rostro de Leroy aún más sonriente, ella mira que la mano sale y el hombre se la lleva a oler a su nariz las puntas de los dedos, no dejan de sonreir, ràpidamente lanza su mano al rostro de ella que apenas huele la punta de uno de los dedos, le dice a Sophie con voz suave “¿quieres verlo?” la mira fijamente a los ojos para esperar su respuesta, ella mueve su cabecita de forma afirmativa con su risa picara, de inmediato Leroy desliza con su mano el short mostrandose con un movimiento de rebote a ese grueso pene erecto, le empieza a deslizar el prepucio con la mano por el glande “¡ven!” ella lo mira detenidamente, “¡tocalo!” ella lo mira, “¡es tuyo!” lo sigue viendo sonriente sobte todo el glande, “¡anda, tócalo!”, ella estira su manito deslizandola por el glande y por el tronco, “¿te gusta, verdad?” ella lo mira y sonrie cabizbaja, “¡sigue tocando, sigue!” ella mira su manito que se desliza hasta los testiculos haciendole suspirar al adulto, al suspirar fue causa para que Aiden mire lo que su hermanita hacía en ese pene, curioso se acercó, “¡toca tu también!” le dijo al nene “¡anda!”, “¡ven!”, “¡con él vamos a jugar luego!” “¡si juegan con él tendrán muchos obsequios cuando lleguemos a la ciudad!” con mas seguridad propia de su inocencia la manito de Aiden se unia a la de su hermanita a rozar sobre la piel del pene de Leroy, el adulto emitia suspiros y unos cortos gemidos, vio en la punta del glande que se aparecía liquido preseminal, con la punta del dedo lo recoge y se lo pone en la punta de la nariz del niño y en el de la niña, los tres sonrieron, estaban llegando a la orilla del apartado lugar del lago, estaban muy distante de la cabaña de arriendo donde los esperaban las dos mujeres a su retorno, se subió el short y continuó remando con la ayuda de la pequeña que iba adquiriendo habilidad, el casco de la canoa roza con la arena del lago, Leroy es el primero en bajar, lo sostiene de la cintura al pequeño Aiden haciendole de tiovivo por los aires, tomandole por detrás haciendo que ese culito vestido roce el pene erecto que tenía en el short, luego lo dejò en el suelo, era el turno de Sophie que experimentó lo mismo que su hermanito, los tres iban camino a una saliente para pescar, los niños en silencio se maravillaban viendo los peces en esas aguas cristalinas, sentado Leroy iba pescando, no fue mucho el tiempo empleado en esa actividad para ya tener suficientes pescados para llevar a las mujeres que los esperaban para prepararlos, abrieron una canasta para comer los emparedados que estaban dentro, hicieron un descanso viendo al pequeño Aiden que jugaba en la orilla, se notaba la rajita del culo sobre el short que llevaba puesto, la arena estaba impregnada en las piernitas bien formaditas junto a esos pies con dedos alargados como de hembrita, Leroy no dejaba de ver los movimeintos de ese culito y esas piernitas en la arena cuando el niño se sentaba y caminaba, la mirada de Sophie era hacia la mano de Leroy que así como estaba acostado se metìa la mano por el short estirandose el pene erecto por dentro de la tela, la vio y se deslizó el short mostrandose el pene erecto, ella sonreia de manera cómplice, de pronto vio que el adulto se puso en pie yendo a donde estaba su hermaito, le dijo algo al oido, el pequeño Aiden se dejó llevar de la mano al agua, instantes después Sophie miraba a su hermanito acostado de cara al agua sostenido por los brazos de Leroy, el niño a ordenes del adulto movía sus bracitos en alternancia con sus piernitas y piecitos, le estaba enseñando a nadar, de pronto ella observa que la espalda de su hermanito se pega al pecho de Leroy, con un brazo lo sujeta de la cintura, mientras que la otra mano desliza el short del pequeño haciendo que flote la tela en el agu, la toma poniendo en el hombro, Sophie observa que la mano de Leroy se desliza su short pero este no sale a flote seguramente porque quedò en los muslos, al nene lo abraza fijamente detrás, en el rostro del pequeño se iba observando que su sonrisa se diluia de a poco mostrandose un rictus en sus faciales, es que el pene de Leroy iba entrando en el ano del pequeño que instintivamente se movía mucho al sentir dolor, trataba de animarle con besos en el cuello y en las mejillas pero el pequeño no quería, sentía dolor, se lo dijo con miedo, Sophie parada en la orilla miraba esos movimientos que recibía su hermanito de parte de Leroy, de pronto al nene lo aparta un poco de su cuerpo subiendose el short, lo marca llevandole a la orilla, le dice que juegue en la arena, que ahora le tocaba a su hermanita, lanzò el short del pequeño Aiden sobre la arena, le hizo señas a la pequeña Sophie para que ingrese con él al agua, le dijo que se quite toda la ropa y que entre al agua, así ella lo hizo, la confianza que le tenía al adulto daba para lo que ella obedezca, lo hacía porque estaba conciente que recibiría muchos regalos de Leroy, así es que fue llevada de la mano de Leroy, la acostó de cara en el agua agitando sus bracitos y piernitas con piecitos iguales a los de su hermanito, no cabe duda que Sophie y Aiden eran hermanos de padre y madre se decía Leroy por sus cuerpos bien definidos, la niña aprendió pronto a flotar, gustoso Leroy la soltaba y ella ya podía flotar llegando muy cerca a la orilla, al refgresar la barazó dandole muchos besos por lo que ya había aprendido, sentado en la orilla con su pene cubierto de arena Aiden aplaudía, fue en ese instante que la tomó por detrás igual que lo hizo con su hermanito, sintió que el pene de Leroy rozaba en sus muslos, al mismo tiempo que Leroy se movia pausadamente, la abrazó más a su cuerpo diciendole al oido “¡siente al amiguito!” “¡siéntelo en tu culito!” ella sentía el glande entrando en su culito, ella suspiraba y gemía, “¡eres mía!” le decía mientras trataba de penetrarle el potito, “¡sólo mía!”, “¡eres mi mujer!”, “¡por eso debes dejarte… eres mí mujer!”, ella estaba pasiva, ella gemía, no tenía todo el pene dentro de su culo pero gemìa a ojos cerrados, la apsión por ella se desbordó, la giró poniendo el pecho infantil rozando con su pecho adulto, con la mano puso el glande en la entrada de la vaginita preguntandole cuando el glande rozaba los labios vaginales “¿te gusta así?” lo iba metiendo en la vaginita “¿eh?” entraba otro poquito a movimiento de cadera “¡dime Sophie!” el pene se deslizaba en la vaginita entrando más “¿te gusta así?” hasta que cuando estuvo todo dentro de las entrañas de la pequeña se escuchó un “¡aahhh!”, “¡ya te tengo mi amor!”, “¡te tengo como a ti te gusta… princesa!”, empezó a moverle el pene dentro de la vaginita provocandole gemidos y suspiro que en cada movimiento se iban incrementado “¡aahh!” “¡aaahhhh!” “¡aaaaahhhh!” desde la orilla Aiden no los escuchaba pues estaba distraido ahora con los montoncitos de la arena, ella gemía poniendo su carita sobre el pecho de su adulto iniciador, sentía las embestidas en esa postura, “¿recuerdas lo de aquella noche?” le preguntaba mientras deslizaba el pene dentro de la vaginita, “¿recuerdas cuando te lo metí?”, ella estaba escuchando a ojos cerrados frunciendo el seño, “¿recuerdas nuestra primera vez?” “¿lo recuerdas mi amor?” vio que la carita de ella se movia afirmativamente aun pegada a su pecho, “¡me alegra que nunca lo olvides!”, “¡soy tu primer marido!”, era tanta la fogosidad que atravesaba Leroy que la sostuvo caminando lentamente con su short en el muslo, Aiden vio que al salir del agua Leroy lentamente la acostaba a su hermanita, se podía ver guindado el pene a su cuerpo, era un pene largo y grueso erecto, las manos de Leroy iban sobandole la vaginita y las piernas, él que estaba arrodillado se sacó el short lanzandolo junto a donde estaba el de Aiden, le besaba la frente y las mejillas “¡ahora te lo voy a hacer como te gusta!” “¿quieres jugar?” ella asintió lo que puso muy feliz a Leroy, “¡vamos hacer como te gusta Sophie!” “¡como lo vimos en el libro!” “¿te acuerdas preciosa?” ella asentía, la acomodó acostandola bien sobre la arena, la puso a piernas abiertas apoyando sus talones en el pecho de su macho iniciador, ella ya lo sabía pues ya antes ella voluntariamente acudía a Leroy cuando estaba a solas para hacer sexo, sin embargo ahora ella miraba con recelo que su hermanito la miraba en esa posición sexual, al mirarle acercarse a ver al niño Leroy le dijo a ella, “¡déjalo… que mire… para que aprenda!” lo miro a los ojos al pequeño “¿verdad Aiden?” el nene sòlo miraba, “¡así te haces machito!”, “¡mira cómo se coge a una hembra!” los ojos de Aiden miraban con inocencia de su corta edad que el húmedo pene de Leroy entraba en la vaginita a movimiento de caderaque de lento se hacía rápido, Sophie no tomaba en cuenta la presencia de su hermanito y se dedicó a gozar de las embestidas del pene de Leroy, entraba todo y le hacía abrir los ojos “¡aaaahhhh!” “¡aaahhhhhh!” Aiden escuchaba esos gemidos en contraste miraba el rostro satisfecho a ojos cerrados que su hermanita mostraba, le llamaba un poco la atenciáon, “¡mira Aiden!”, “¡mira!”, “¡mira… cómo se coge a una hembrita!”, “¡aprende!”, “¡aprende!” mientras decía esto a la pequeña le metía el pene bien adentro, a lo máximo, “¡mira bien Aiden!” “¡mirala!” “¡ella me pertenece!” esa expresión le salió con fuerza de autoridad, “¡mira a su vagina y a mi pene!” “¡mira como juegan!”, “¿te gusta Sophie?” “¿te gusta…. eh?” ella a ojos cerrados asentía ante la mirada atenta de Aiden que ya estaba experimentando otra realidad desconocida por su inoicencia, el niño se sentó en la arena posando su pene e instintivamente se lo estiraba, Leroy lo miraba y sonreía, el niño miraba esos movimientos de cadera, el niño miraba ese cuerpo adulto sobre el cuerpo de su hermanita, el niño miraba ese pene saliendo y entrando haciendole gemir a su hermana, a ojos cerrados Leroy exclamaba “¡ya csi!” “¡ya casi… mi amor!” “¡ya casi està!” “¡ya casi!” Aiden se extrañaba viendo el rostro de Leroy “¡ya!” “¡yaaa!” “¡yaaaaaaaa!” “¡aaaahhhhh!” de pronto el niño ve que el adulto no se mueve, los dos quedan estáticos, los dos están con los ojos cerrados, los dos están con respiración acelerada, nota el rostro complaciente de su hermana, es que hace segundos atrás había recibido el semen de Leroy dentro de su vaginita, Aiden ve reaccionar al adulto, lentamente se levanta, ve que el pene sale húmedo de la vaginita de Sophie, sale con restos de semen, ve a su hermanita sentarse sobre la arena, de su vaginita sale semen ella se mira la vaginita luego busca la mirada de su macho iniciador que ya en pie se agita el pene, Aiden mira a su hermanita que se acuclilla para botar orina y semen de su vaginita, ve el rostro del adulto que no para de sonreir, ella acuclillada recibe el roce del glande humdecido con semen, “¡ahora prueba de tu vaginita!” “¡anda, Sophie!” la niña con recelo ve a su hermano pero tambien ve el rostro autoritario de Leroy y en ese instante abre la boca para meterse el glande, Leroy mueve las caderas, Aiden mira el rostro de Sophie quien cierra los ojos para chupar y lamer el glande, “¡eso… mi Sophie!” “¡sàcalo todo!” luego aparta el glande de su boca y la acuesta lentamente en la arena, Aiden miraba a su hermanita desnuda acostada en en la arena que recibía el cuerpo de Leroy encima de ella, se dieron largos besos, Aiden miraba que su hermanita correspondía a los besos del adulto, “¡ven Sophie!” “¡vamos a limpiarnos en el agua!” la llevó de la mano a cierta profundidad, “¡ahora sujetate a mi!” la abrazó con seguridad uniendo los pechos, ella sintió que el pene se metía en la vaginita desde la orilla Aiden miraba a su hermanita sujeta a los hombros de quien la estaba penetrando de nuevo, “¡date la vuelta!” le dijo “¡me falta tu culito!” la espalda de ella se arrimó al pecho de su macho iniciador haciendola gemir, todo el pene no entró pero le causó sensaciones que le gustaban, sentado en la orilla completamente desnudo Aiden miraba que Leroy salia del agua tomado de la mano de su hermanita Sophie, se sentaron a su lado, Leroy le acarició el pelo y lasmejillas diciendole “¡es nuestro secreto!” “¿verdad Sophie?” ella asintió, “¡Que Aiden no cuente esto!” “¿ok?” la nena asintió obediente, les acarició el pelo y als mejillas “¡prometo que en estos días recibiran juguetes!” la nena desnuda saltó emocionada sobre la arena le dijo de aquella muñeca que tanto quería, Leroy asintió complaciente seguro que se cumplirá su promesa, al niño tambien le dijo que le regalaría los dulces que tanto le gustan, el ambiente se puso optimista, con un recipiente duchaba a Sophie y a Aiden, le gustaba verles escurrir el agua por esos piecitos iguales, luego se vistieron y se entraron en la espesura del bosque para recolectar bayas silvestres, Sophie iba adelante, detrás de ella iba Aiden, y atrás de él iba Leroy quien lo abraza y los sube a los hombros, ante la risa de su hermano la pequeña Sofie gira y ve a su hermano montado en Leroy muy feliz, llegaron a una explanada donde había bastante baya silvestre, se maravillaban los pequeños en recolectar, Sophie quedó sentada muy atenta recolectando bayas a orden de Leroy que aún tenía al pequeño Aiden en los hombros, la nena vio que su macho iniciador iba en dirección a unos árboles frondosos, el niño alegre se movía en los hombros del adulto, no paraba de reìr, Sophie vio el descontento de su hermano cuando Leroy lo puso en pie en el suelo, el nene quería seguir montado en los hombros y que lo posee Leroy por los alrededores, Sophie vio que de nuevo se ponía contento su hermanito al estar a hombros de Leroy, los vio adentrarse por el monte, ella continuó recolectando los recipientes, pensó que ya pronto vendrían, mientras tanto en el bosque ya fatigado Leroy de tanta caminata lo pone en pie al nene, se recuestan bajo el frondoso àrbol, estaban ya un poco lejos de Sophie, lo sentó en su regazo besandole el cuello y el pelo diciendole al niño lo hermoso que era, “¡Aiden!” “¿te gustó el jueguito que le hice a Sophie?” “¡dime!” el niño viendo al horizonte asentía, “¡dime!” “¿quieres hacerlo?” el niño sonreía “¡mira que se siente rico!” el nene continuaba sonriendo inocentemente, “¿quieres jugar conmigo?” el niño sonreía, sentía un bulto debajo de su culito, sintió e roce de la lengua de Leroy en su cuellito y barbilla, “¡anda!” “¡animate!” “¡juguemos!” “¡te daré regalos!” al oir eso último asintió alegremente, “¡bien!” “¡ahora… dejate!” le fue deslizando las sandalias agitandose sus poecitos “¡eso!” ahora fue a deslizarle el short “¡así!” “¡vamos!” al ver deslizado el short por los pies se vio el penecito erecto producto de los lamidos en el cuellito, “¡al pajarito lo tenes paradito!” viendole a los ojos le dijo “¡que lindo lo tienes… mi amor!” “¡ahora dejame tocartelo!” Aiden miraba que Leroy le estiraba el pene, “¡eehhh!”, estaba erecto ya deslizandole un poquito el prepucio viendose lo rozagante de la punta del glande de ese pene lampiño virgen, “¡que hermoso lo tienes Aiden!” “¡miralo!” ambos miraron que la mano de Leroy estiraba y agitaba el penecito de Aiden, “¡ahora mira al mío!” “¡miralo!” “¡diferente al tuyo!” “¡tócalo!” tomó la manito del niño y juntas pasaban por el tronco del pene “¿si te gusta mi pene Aiden?” el nene lo miraba fijamente al pene en la que su mano deslizaba, “¡mira que bien lo haces mi amor!” “¡ves!” “¡te gusta hacerlo!” “¡ven!” “¡ahora acuestate!” “¡vamos a jugar a las luchitas!” el nene lo miró al rostro siendo acostado lentamente en el suelo, “¡te voy a enseñar a jugar a las luchitas!” Aiden miraba que el cuerpo de Leroy se acostaba por unos segundos sobre su cuerpo, en sus oidos escuchaba “¡mi amor!” “¡mi amor!” “¡eres un niño preciso!” mientras eso le decía sentía caricias en su pelo, ademas sentía que su penecito y el de Leroy se unían con sus pelvis, “¡mi amor!” el nene pujaba debido al peso que sostenía “¡eso!” “¡mi amor!” “¡puja!” “¡puja!” el nene cambió de color en su piel ahora rosacea por el peso, Leroy reaccionó rápido apoyansoe en el suelo con sus manos y los brazos extendido pero las pelvis continuaban unidas, “¡miralos jugar!” alzó su pelvis mostrandose el pene grueso peludo que se deslizaba sobre el penecito lampiño de Aiden “¡miralos como se mueven!” la murada del pequeño estaba fija en ese movimiento del pene sobre el suyo “¡miralos como juegan a lo que te dije!” Aiden fijamente miraba, de pronto alzó la cadera quedando el erecto pene suspendio en el aire muy cerca a la altura del penecito, “¡oohhh!” “¡Aiden!” “¡venciste!” “¡le ganaste!” “¡ahora hay que meter a este perdedor en tu cuevita de castigo!” señalando al penecito de Aiden “¡por haber perdido mi amiguito!”, “¡ven!”, “¡entiérralo!”, para sorpresa de Aiden el adulto se puso de cara al suelo abriéndose el culo con pelos, “¡vamos Aiden!” “¡mételo!” “¡mételo!” el niño rozaba su penecito por el culo de Leroy hasta que se quedó acostado encima del cuerpo de Leroy, alzaba y bajaba las caderas, el penecito solo rozaba uno de los glúteos, para Leroy que sonreía pensaba que era mucho para el nene todavía respecto al sexo, habría que enseñarle más, lentamente lo apartó del cuerpo volviendole a acostar de cara al suelo, “¡ahora yo te entierro el mio!” “¿quieres Aiden?” “¿eh?”, el nene solo asintió y puso su carita sobre sus manitos, le besó la barriguita en lo que estaba acostado de espaldas al suelo y Leroy bajó su rostro “¡lo tienes hermoso!” “¡sì!” “¡muy hermoso!” lo lamió por unos instantes “¡esta rico tu penecito Aiden!” le dijo mirandole al rostro “¡sí!” “¡muy rico!” continuó chupando y lamiendo ese penecito, sobre todo la punta del glande virgen con la punta de la lengua, “¡ahora virate mi amor!” se dio vuelta ahora poniendose de cara al suelo “¡oohhh!” “¡que hermosa cosita!” le pasó la lengua por los glúteos haciendole sentir al pequeño, “¡que bonito tu culito!” “¡precioso!” manoseaba los glúteos, el nene se estabilizaba sintiendo pasivamente ese manoseo en su culito, le pasaba el dedo indice por la separación de los glúteos llevandose el dedo a la nariz oliendo el culito de Aiden “¡lo tienes delicioso!” “¡delicioso!” “¡muy delicioso!”, luego se lo pasó al dedo en la nariz del pequeño, “¡huele tu culo!” Aiden seguía quietecito, sintió humedad en su traserito, es que la saliva dejada por Leroy en el culito lubricaban su ano así fue que el glande también tenía saliva puesta, el pequeño Aiden sintió más humedad en su culito, era de nuevo la saliva deslizandose en su culito, de pronto sintió un templón en su culito, “¡quieto!” “¡te va a gustar!”, el nene estaba estático pero fruncía su rostro, abría su boca saliendole saliva, el dolor se estaba haciendo intenso, cambió rápidamente la coloración de su piel tan blanca en rosacea, las venas se agudizaban en sus sienes, “¡me duele!” “¡me duele!” exclaba el pequeño, “¡espera!” el glande entró un poquito por el esfínter “¡ya casi eres mío!” “¡espera!” “¡aguanta!” “¡ya casi!”, el nene exclamaba “¡ayy!” “¡aaayyyy!” “¡me duele!” “¡me duele!”, Leroy estaba poseído por el deseo deseaba comerse ese potito, era su moemnto, no dejaba pasar por alto, en su mente pensaba que ya encontraría alguna excusa para justificar con apariencias el que le haría romper el culito, ya casi estaba para romper el esfinter completamente, ya casi estaba completo lo que el pene de Valentín no pudo hacer en el culito de Aiden, “¡ya casi mi amor!” “¡ya casi!” pero de pronto se escuchó la voz de Sophie llamando de lejos a su hermanito, presuroso Leroy se apartó del niño mordiendo dientes, rapidamente lo vistió y se lo puso a los hombros, al verlos vio que la expresión de su hermanito es de incomodidad, diferente a lo que antes sentía sobre los hombros de Leroy, solo el adulto sonreía, al llegar a la recolección de bayas Aiden estaba muy pensativo, Sophie miró a Leroy alegre recolectando bayas silvestres, el adulto miró la posición del sol, decidió que era el momento de partir hacia la cabaña, les dijo que ningun comentario de esta aventura a las mujeres adultas, ellos asintieron al recibir la amenaza de que si comentaban algo no les daría regalos; tiempo después llegaban a la cabaña, estaban muy alegres jugando por los alrededores, el lugar era ideal para pasarla bien, sentados en la orilla bajo fogata calentaban malvaviscos viendo acercarse el anochecer, la madre de los pequeños estaba muy maravillada con el ambiente del lugar, los niños ni se digan, siempre felices, Leroy abrazado a su esposa miraba a la pequeña abierta de piernas sentada en el tronco calentando comida, la mirada de Leroy estaba en ese interior de la pequeña, en esas piernas suaves que las había disfrutado en sus manoseos hace poco y en esa vagina, sí, en esa vaginita lampiña que era sola suya, sí, se decía él, sólo suya, el hombre cerca de la fogata hacía muñequitos rusticos de madera y los hacía quemar de los pequeños, la sentó por unos instantes a ella para enseñarle cómo se hacían, al oido al disimulo le decía lo preciosa que estaba con ese interior, ella miraba a las adultas distraídas y sonreía, las mujeres fueron por comida y bebido adentro de la cabaña, de eso Leroy aprovechó para pasarle el dedo por la vaginita, “¡esta noche… más tarde!” “¡quiero jugar contigo!” “¿sí?” “¿quieres?” Sophie asintió, Aiden los miraba “¡espera mi llamado!” la apartó pues ya mucho tiempo la tenía sentada en su regazo y le hizo señas a Aiden para que se siente en su regazo y así que al salir las mujeres con comida y bebida Leroy le estaba enseñando al pequeño a elaborar esas figuras, el tiempo pasó, los niños fueron a dormir, Leroy daba de beber a las mujeres, se cuidaba de emborracharse, en cada sorbo recordaba la vaginita de Sophie y así su pene se ponía erecto, muy erecto, a las damas les daba mucho trago, deseaba marearlas más, lo estaba consiguiendo entre su amena tertulia y sus ocurrencias con chistes, las vio cabizbajas con ojos entrecerrados, la cantidad de trago era mayor, poco a poco perdían la conciencia, Leroy se cuidaba de no marearse, tenía claro lo que debería hacer más adelante, a su mujer le daba mucho de beber pues ya la madre de los pequeños había quedado fuera de conciencia, hábilmente se daba cuenta de aquello al quererla reanimarla para seguir bebiendo, pero no, estaba completamente ida, faltaba su esposa a quien con mimos y caricias con frases dulces le daba de beber, al poco rato ya estaba totalmente inconciente por más que le reanimaba para seguir, la marcó acostandola en la cama, igual lo hizo con la madre de la pequeña, ambas roncaban profundamente, Sophie estaba acostada junto a su hermanito fue despertada sutilmente por Leroy, al abrir los ojos se sorprendió pero recordó el motivo de la presencia en el cuarto, “¡ven Sophie!” “¡vamos!” la tomó de la mano slaiendo de la cabaña, “¡te voy a llevar a un lugar bonito!” “¡te llevaré a donde todo se mueve!”, ella se extrañó al oir eso de labios de su macho iniciador, “¡te llevaré a donde siempre quiese jugar contigo!” la nena miraba los alrededores “¡ya llegamos!” Sophie vio en su delante el improvisado muelle en donde estaba amarrada la canoa, “¡ven… sube!” “¡aquí jugaremos!” la nena vio la canoa y los alrededores del lugar alzando la mirada al cielo que estaba estrellado, Leroy también alzó la mirada al cielo, “¡sí… mi amor!” “¡esto había soñado hacer contigo!” “¡jugar contigo bajo las estrellas!” rapidamente la encorvó sobre el asiento de tabla, le alzó el camisón de dormir, le bajó el calzoncito hasta los tobillos, él se deslizó el short mostrandose el pene erecto que lo deslizaba sobre la vaginita encorvada, “¡miralo…. Sophie!” “¡quiere jugar!” “¡miralo!” “¡quiere entrar en tu cuevita!” “¿lo dejas?” “¿sí?” ella miraba “¿verdad que sí?” “¡mira las estrellas!” ella miraba el cielo y asentía, la vaginita era inmediatamente manoseada hasta que los dedos de Leroy sintieron cierta humedad, puso el glande en la entrada d ela vaginita, exclamó “¡mi amor!” su respuesta fue “¡aahhh!” el pene entraba lentamente “¡siente como te cojo bajo las estrellas!” le hacìa el mete y saca “¡siente!” el mete y saca “¡siente!” se hacía màs intenso, una figurita arrimada a la ventana de la cabaña se rascaba el culito, en delante su pijama estaba mojada, es que el pequeño Aiden se había orinado, se despertó y al no ver a su hermana la estaba buscando, había tratado de despertar a su madre pero estaba profundamente dormida, vio hacia la canoa, los dos cuerpos semidesndos moviendose en ese objeto, descalzo caminó hacia allá sólo para ver que el pene salía con restos de semen de la vaginita encorvada de Sophie, ella a ordenes de Leroy no se movió, de su vagina salía semen que se deslizaba por los muslos, ellos miraban el liquido “¡ahí te dejo como recuerdo de esta noche!” “¡mi amor!” se sentó junto a ella “¡mira al cielo!” “¡allá saben que eres mía!” “¡sólo mía!” el pequeño Aiden quiso sentarse junto a ellos, lo sentaron en medio, los labios de Leroy besaban cariñosamente el pelo y mejillas del pequeño, así terminaba ese día muy especial bajo las estrellas.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXAGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
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