METAMORFOSIS 169
Una vida.
La brisa de las primeras horas de la mañana septembrina rozaba en el rostro paciente de Dagoberto que conducía su auto por la carretera con baches, al efecto de las llantas en los huecos mascaba con rabia la goma de mascar, el tiempo apremiaba en llevar el encargo pero debía bajar la velocidad, la fábrica quedaba aún lejos, un golpe de roca en la transmisión hizo que el auto se detenga, el conductor salió furioso maldiciendo la inoperancia gubernamental al escaso mantenimiento de la vía, se arrodilló viendo el efecto producido por la roca, Dagoberto se armó de herramientas, estaba debajo del auto y se sorprendió al ver unos cuatro pares de pies descalzos, eran niños humildes del lugar que curioseaban el auto siendo reparado, vio que uno de ellos se restregaba la entrepierna estirándose el penecito vestido por dentro de la tela, Dagoberto sonrió, a lo lejos el mayor de todos los niños les llamaba la atención para seguir caminando, Dagoberto los ve alejarse, llevaban cestas de frutas al hombro, de pronto escucha relinchos viéndose sentada a Agripina sobre un noble alazán, la briosa mujer con el caballo rodeaba el auto, se saludan, la esbelta mujer mostraba su garbo, Dagoberto no dejaba de mirarla, con impulso entró al auto acelerando el motor y continuó su camino, a distancia la mujer desde su caballo daba órdenes a los niños, Dagoberto pasó junto a ellos, por el retrovisor miraba a la mujer a la que hace poco había saludado, era la hermana de Luis Alfonso, el niño deseado, aquel al que había desvirgado cuando tenía siete añitos, la misma edad de aquellos niños humildes cargando cestas de frutas, Dagoberto hizo una mueca irónica y algo aceleró, vio que en sentido contrario pasaban dos autos del año, pudo ver la figura del senador, seguramente iba con su hijo Luis Alfonso, el inquieto Dagoberto no se equivocaba, el aún senador Pérez llevaba a su hijo y también atrás iba el auto de su consuegro Fulgencio Arichabala junto a su hijo Nicolás, la mujer que montaba a caballo estaba prevenida, dio la orden a los niños que corran a dejar las frutas a la estancia, habían llegado antes de la hora prevista, mascó la pajilla que llevaba en la boca y a todo galope con algo de histeria trató de llegar antes que los autos, casi iguales, la mujer se bajó de la montura, vestía ropa ajustada de montar, aún con fuete en mano saludaba cordialmente luego de sacarse los guantes, alguien de la comitiva le dijo jocosamente que parecía una amazona, lo cual respondió con sonrisa firme asintiendo irónicamente, los visitantes pasaron a la gran estancia, como siempre en cada visita Agripina miraba la expresión del senador Pérez, aquella expresión de estar atento a un desenlace en el que tomaba ventaja, no pensó más, era el momento de atender las visitas, abrazada de su hermano Luis Alfonso entró a la cocina dándole de beber fresca fruta, luego de ordenar a las empleadas con detalle la atención a los huéspedes se sentó a conversar con su medio hermano Luis Alfonso lo sucedido en el internado y en la capital, se enteró de la situación política y social así como el motivo de la visita de Fulgencio y Nicolás, ellos querían conocer con detalle la propiedad, marcar linderos, daba la impresión de partir la propiedad, de un impulso Agripina se puso en pie con puños en las manos, las lágrimas de impotencia salían de sus ojos recorriendo las mejillas, dio un golpe en la mesa que puso en sobresalto a las criadas pero sobre todo a su hermano débil de carácter que estaba junto a ella, dijo que ella tenía tanto derecho como su hermano pues estaba allí labrando y mejorando la propiedad, el hermano estaba cabizbajo, vieron al dueño y a los visitantes beber entusiastamente el jugo de frutas fresco, Agripina pasaba muy seria junto al senador Luis Daniel Pérez, pidió hablar a solas con él, la respuesta fue después del recorrido que ahora iba a desarrollar, así fue como un grupo de ingenieros venidos de la capital empezaron a realizar los estudios de suelos, deseaban hacer fértil cierta cantidad de terreno ahora potrero, así tiempo después se los apreciaba en la faena, el calor era intenso, mientras unos realizaban las muestras otros ponían hitos, el más complacido con eso era Fulgencio, su hijo Nicolás le orientaba con un mapa, Luis Alfonso tuvo la orden de su padre de que fuese con su medio hermana y luego a traer algo de comer y beber, el muchacho obedeció y se adentró por la espesura galopando viendo la posición del sol, faltaba poquísimo tiempo para el mediodía, iba pensando en lo que su padre le había dicho en el camino a la estancia, se resignaba a pensar en sus órdenes, al llegar a la estancia su hermana estaba preparando la comida, le dijo que estaba encarado de llevarla pues almorzarían allá en la obra, vio el rostro contrariado de Agripina, pocas veces lo había tratado con histeria a su medio hermano, además le decía que era el indicado a oponerse de lo que el padre tramaba, no debía permitir que se fraccione la tierra, a cuentas de que Justin tenía ese derecho, más, ni se encontraba presente en la zona demostrando así el poco interés por esta tierra que era parte de su herencia, contrariada fue acompañada por su hermano hasta la cocina, tuvieron un intenso diálogo, ella lo instruía para la protesta pero él le dijo que ya lo había hecho en el trayecto desde la capital hasta la estancia pero pudo más el autoritarismo de su padre que sus observaciones, no hablaron más pues ya las criadas anunciaban que estaba todo listo, Agripina dispuso que su medio hermano Luis Alfonso se quedase a servirse el almuerzo mientras ella con dos criadas montadas a caballo llevaban los alimentos y bebidas, para Agripina era el momento propicio para hablar con el senador, así, Luis Alfonso comió y reposó en las hamacas ubicadas por los corredores de la estancia, respiraba profundamente, pensaba que poca extensión de tierra le tocaba, vio partir a su medio hermana montando a caballo, parecía amazona, quiso cerrar los ojos para hacer siesta pero el calor lo incomodaba, clima diferente al fresco de la capital al que ahora estaba acostumbrado, hizo puño yendo a la caballeriza, montó a galope por un buen rato, sudaba copiosamente pese a la brisa recibida, decidió detenerse en un conocido paraje, desnudo se zambullía en el agua, agradable sensación de verse sentado sobre una roca a medio cauce del río, vio el agua escurrirse por su piel, se miraba el pene desnudo, el agua deslizándose por sus pies, vio fijamente sus dedos, la risa en algo lo hacía tiritar, a un par de kilómetros estaba la desembocadura del arroyo, caminó hasta el lugar, lo tupido de la vegetación daba una sensación grata de soledad dándole la seguridad de bañarse desnudo, decidió revolcarse sobre la arena de la orilla del río bajo sobra de árbol frondoso, sentía la verdadera libertad del momento, sonreía viéndose su peludo pene púber cubierto de arena bien erecto ante el manoseo de placer que se daba con intensidad recordando al pequeño Venancio, suspiraba al desear tenerlo allí ahora, ese cuerpo desnudo lo tenía fijo en su mente, esas piernitas, esos labios rozagantes, ese pelo sedoso, además el lugar apartado le recordaba sus encuentros con Dagoberto, aquellas penetraciones, aquellas entregas fogosas, también extrañaba su presencia, lo hacía sentir en cada roce, en cada caricia, de nuevo suspiró ahora más profundamente botando el semen producto de masturbarse, se bañó por un rato más, cabalgó regresando a la estancia, al salir de la caballeriza sintió restos de arena en la ingle, caminó por el lugar, vio que solo estaba una criada lavando ropa, un par de niños le ayudaban, entró a la gran sala y subió a su cuarto, las botas sonaban sobre el entablado, llenó a medias la tina de baño que estaba en la habitación de su padre, primero introdujo un pie luego el otro recostándose plácidamente en esa tina de baño a medio llenar, deslizó lentamente su espalda por la fina porcelana hasta dejar los glúteos rozándola, se relajó y cerró los ojos tratando de seguir pensando, lo que no ocurrió pues tuvo un sobresalto al sentir golpes de respiración por sus orejas más al escuchar su nombre de forma poco usual, algo giró su sorprendido cuerpo notando la presencia de Nicolás que le decía palabras insinuantes, lo había visto llegar y lo siguió a la habitación, Luis Alfonso sin palabras con mirada insinuante respondió a aquellas palabras y se puso en pie sobre la tina para que Nicolás viese con agrado ese cuerpo juvenil totalmente desnudo que graciosamente daba vueltas complaciendo la mirada de su amante, sonrieron ampliamente, Nicolás se quitó la ropa poniéndola sobre la cama de su suegro, no importaba si se traba del encuentro entre cuñados, no, era el momento de amarse, parados frente a frente se manoseaban los glúteos y caderas, se abrazaron con besos prolongados fruto de su inicial entrega, jadeaban golpeándose la respiración, lentamente así abrazados se acostaron en la tina, vinieron los besos con caricias desaforadas, empezaba la entrega, Nicolás le dijo que lo había extrañado todo ese tiempo, pensando en lo que ahora estaban sintiendo, Nicolás besaba los glúteos a ras de agua, igual lo hacía Luis Alfonso con su cuñado, el esposo de su medio hermana Justin Daniela Pérez, continuaron con los manoseos de penes, eso era hilarante, se besaron por largo tiempo, trató de penetrarlo pero el área era corta, los dos pares de pies salían de la tina, Luis Alfonso se sentaba sobre el cuerpo de su amante que a la vez se sentó en la silla, desde abajo el pene de Nicolás rozaba el trasero de su cuñado tanto así que la espalda rozaba el pecho lamiéndole la oreja, luego caminaron puesta la toalla, algo secos se sentaron sobre la cama a secarse el pelo alborotándoselo cayendo recostados en la cama dándose roles con las acostumbradas caricias, Luis Alfonso acostado sobre el cuerpo de Nicolás y su penes erectos rozándose al movimiento de caderas, de Luis Alfonso salía un suspiro leve a ojos cerrados pues las manos de Nicolás rozaban los glúteos metiendo el dedo medio a la entrada del ano lo que le hacía alzar la cara instintivamente ante la lubricación recibida, lo sentó en su delante haciendo que la lengua se deslice por el pene, ya ensalivado lo encorvaba a Luis Alfonso metiéndole lentamente el pene, diciéndole en efecto que era su amor especial, esto hacía retumbar el cerebro de su joven cuñado, las embestidas anales no se hicieron esperar, con agrado los recibía, el pene entraba y salía hasta que una cantidad de semen recorría los muslos llegando a los tobillos de Luis Alfonso, ahí quedo eso pues les vino un sobresalto al escuchar voces, rápidamente con toalla a la cintura Nicolás tomó su ropa y se encerró rápidamente en su habitación de visita, se escuchaban voces a lo lejos, el senador Luis Daniel Pérez vio a su hijo recostado pensativo en la tina de baño, le dio de palmadas en los hombros, de su velador sacó un sobre grande, el muchacho vio a su padre sentado en la cama ordenando ciertos documentos, el senador vio muy inquieto a su hijo como si su presencia había causado un efecto de sobresalto, el muchacho salió de la habitación con prisa y cabizbajo lleno de temor lo que notó su padre pero pensó que era por el uso sin permiso de la tina de baño, mientras revisaba los documentos vio algo desarreglada la sábana, dio cuenta que parte de la documentación cayó al entablado, contrariado y presuroso lo fue alzando y arreglando, se percató de un pañuelo doblado con letras “NA” bordadas entrelazadas manuscritas, también se percató de una mancha en el entablado, el dedo anular y el índice pasaron sobre la mancha, no había duda que el líquido era familiar, semen, volvió a ver el pañuelo con detenimiento y lo guardó en el velador, tenía el aroma de un perfume muy particular, mientras tanto Fulgencio sentado en el gran salón vio bajar a su hijo dándose cuenta que se había dado un baño, lo vio relajado con algo de timidez, se tocaba la entrepierna como arreglándose la ropa, con aire de recelo, el calor era fuerte, Fulgencio sacó su pañuelo pero estaba muy húmedo, le pidió a su hijo su pañuelo, Nicolás le dijo que lo había perdido en la obra, lo dijo de espaldas a su suegro quien recién llegaba con documentos en mano, el asombro llegó al rostro del senador, tembloroso mascando dientes se limitó a ver fijamente el rostro de su yerno, seguía tembloroso con dudas en su cabeza, el senador le mostraba a Fulgencio detalles de la actividad, Nicolás en silencio recostado en el sillón a manera de resignación escuchaba los detalles, tenía la mirada perdida, la perturbadora mirada de su suegro Luis Daniel Pérez era dirigida a su yerno, de repente se escucha los pasos del joven precioso Luis Alfonso bajando las escaleras, se sienta sobre el sillón a escuchar los detalles, ahora la mirada del senador era fija en Nicolás y Luis Alfonso sobre todo en ambas expresiones como si hubieran hecho algo reprochable, tiempo después Agripina se acerca al gran salón, mira con seriedad a su padrastro el senador, preguntó si deseaban algo, pidieron café, le hace gestos a su medio hermano para que le acompañase, de un impulso el muchacho caminaba junto a su hermana, el senador vio que su hijo se ajustaba la ropa en su trasero con leves manoseos, bajó la mirada hacia los documentos resignándose a lo que se percató.
* * * * * * *
Renzo Orestes Morales de trece años pastoreaba cabras en el bosque capitalino, era tiempo del fiambre, se recostó sobre frondoso árbol, de pronto escuchó el rugir de un camión, iba un hombre manejándolo y a su lado un niño de once años de aspecto sensible dibujado en su rostro, como algo resignado, se bajaron a mojarse la cabeza, el alto chasis permitía a ambos recostarse debajo del camión, fue gran sorpresa para Renzo ver el rostro de ambos, el tipo aquel fue quien en julio de 1953 le dio una paliza pues éste los sorprendió a Contardo haciéndole el amor a ese niño en el bosque periférico de la capital, era su primer encuentro y le introdujo el pene en el ano a Orestes delante del niño que fue testigo y que ahora estaba debajo del camión con aquel hombre, desde lejos vio sorprendentemente que Contardo se recostó deslizándose el pantalón sacándose el pene del calzoncillo, aquel niño vio lo apartado del lugar desde el chasis y ante el gesto de Contardo tomó el pene lamiéndolo y chupándolo repetidamente pues estaba acostado sobre el suelo sosteniendo con sus manitos de dedos alargados, luego el niño se acostó cara al piso y las manos de Contardo deslizaban el short puesto del niño, las nalguitas se notaban voluptuosas, la cara del hombre se deslizaba sobre el traserito del niño, lo lamía, lo chupaba, lo mordisqueaba con sutileza, la expresión de la cara del niño era de resignación, Renzo Orestes Morales se rascaba la entrepierna sacándose el pene viendo esos movimientos sexuales y losveía estando él tapado por la espesura, no dejaba de ver las cabras, vio el cuerpo de Contardo que lentamente se iba acostando sobre el cuerpo del niño, el pene rozaba el traserito, se notaba claramente que alzaba y bajaba la cadera introduciéndole el pene, el “niño” estático y con resignación se dejaba embestir por ese grueso pene de Contardo, se notaba el gusto en su rostro, Renzo miraba esos cuerpos debajo del alto chasis del camión que estaban haciendo el amor, así siguió la embestida por pocos minutos, Orestes miraba con detenimiento y mucha fijación esos movimientos, vinieron los besos en el cuello y en el pelo del “niño”, quedaron sentados desnudos por un instante, agarra su pantalón y de su bolsillo Contardo sacó algo, era un lápiz labial que lo pasó por los labios del niño, para Renzo aquello fue de mucha extrañeza ver al “niño” desnudo con lápiz labial, luego vio que lo acostó sobre el suelo, nuevamente Contardo se acostó sobre el niño, el pene entraba y salía de la boca ensalivada y pintada del niño haciendo que se coloree el pene y los pelos de Contardo, así de rápido esa sensación hizo que el semen de Contardo lance el pene en el rostro del niño y se confunda con la mancha de lápiz labial de labios infantiles, luego vino la limpieza con un trapo, se vistieron y continuaron el viaje, Orestes sonreía viendo a un cabrito tratando de hacerle el amor a una cabra.
* * * * * * *
Los niños corrían por el corredor junto a la atenta Victoria, la algarabía no se hacía esperar, jugaba a las escondidas, Débora cuidaba al pequeño Daniel Nicolás, las miradas atentas de Fernanda, Justin y la madre de los dos niños varones, el sol hacía su efecto en el jardín así que las mujeres decidieron entrar junto con Débora, ama de llaves, la mirada atenta a prudente distancia de Teófilo hizo que Victoria respondiese sonriente con cierta picardía mientras los dos niños se escondían, Teófilo se manoseaba el pene vestido, Victoria correspondía con el mismo gesto en su clazoncito sin que sean vistos por alguien del alrededor, sonreían a la distancia donde estaban, luego de ser vistos la picara niña tomaba al más pequeño de los varoncitos abrazándolo y moviéndole las caderas en insinuación sexual, el mayorcito algo se daba cuenta y sonreía tímidamente, la traviesa Victoria le hacía lo mismo al otro niño, su amiguito Reinaldo de ocho años y Dionisio de seis años corrieron a esconderse para que Victoria los encuentre, en ese instante Teófilo entró en el cuarto apartado de la gran casona dejando entreabierta la puerta, se sacó el pantalón y la camisa quedando en trusa, Victoria arrimada a la puerta vio al hombre de aspecto sudoroso que se secaba el lìquido con una toalla, la intención era bañarse, Victoria vio el bulto cubierto en esa trusa, sonrieron al verse, sobre todo él con amplia sonrisa al ser visto por ella, con la mutua mirada se insinuaba algo, hicieron silencio al verse, asintieron, ella corrió en búsqueda de sus amiguitos y él fue a ducharse hacia unos pasos de donde estaba ubicado el cuarto, era un baño de ducha con letrina para asearse de forma precaria, se escuchaba el golpe del agua en el piso, la traviesa Victoria vio al hombre ducharse desnudo tras haberse deslizado la trusa mostrándose ese grueso pene, junto a ella estaban sus amiguitos que reían viendo enjabonarse al hombre brincando con su pene erecto haciendo gestos de bromas sin ser vistos por los demás, vieron las manos del hombre que enjabonaba el pene sobre todo el glande bien coloreado, Victoria no dejaba de sonreír bajándose la mano a la vagina vestida pasándose un dedo sin dejar de ver ese movimiento de salto del pene de Teófilo, de esto dio cuenta Reinaldo haciendo lo mismo de forma instintiva, luego tuvieron que salir con cautela pues los gritos de la madre de los niños eran para irse a casa, Victoria salió presurosa con los niños, tiempo después estaba atenta desde su cuarto y observaba el paso del peón, presurosa bajó las escaleras, con sigilo miraba a los lados para no ser vista, desde la ventana Débora miraba a la niña perderse entre las matas del tupido jardín, movió negativamente la cabeza, hizo un gesto de resignación haciendo puño las manos con un corto suspiro de impotencia, quiso bajar siguiéndola pero fue interceptada por Justin quien autoritariamente como era su característica para con los sirvientes le ordenó que fuese a bañar al pequeño Daniel Nicolás, la mujer quiso justificar su negativa pero más pudo la decisión autoritaria de Justin que de inmediato Débora aceptó, todo esto en presencia de Fernanda que consolidaba su criterio ante cierta inquina entre ambas mujeres, Débora haciendo pucheros en la boca llevó al niño al baño estaba a regañadientes por no cumplir la voluntad de don Fulgencio a quien servía con absoluta lealtad en el cuidado de Victoria, en la tina lo estaba enjabonando y vio de costumbre ese lunar del niño ubicado en la ingle derecha coincidentemente con Cayetana la primita del niño, a diferencia de su primita Victoria que tiene un lunar en el hombro y otro en el coxis, el niño sentado sobre la tina muy alegre batía el agua enjabonada haciendo burbujas, Débora tenía claro el panorama, se puso triste compadeciendo al pequeño rogando que sea adecuado su futuro destino, acarició el rostro infantil con mucha ternura, acariciaba el pelito lacio del niño, en eso se acerca Justin Daniela para constatar el baño de su hijo, la mirada fría y contundente de Débora con el comentario de aquel lunar en el niño hizo que Justin mirase al niño, con cierta prepotencia el comentario de la hija del senador fue de que esa vida infantil que agitaba el agua era para ella y para los Arichabala de gran significación, al escuchar esas contundentes palabras Débora se puso en pie agitándose el agua enjabonada limpiándoselas en su mandil, sin articular palabra salió de la habitación, Justin pensó en increpar pero se contuvo, ya había dicho suficiente, tomó al niño desnudo parándolo sobre la tina echándole agua pasándole las manos maternas con agrado, con el dedo pulgar rozó el lunar, cerró los ojos y recordó como flashback aquella espalda masculina por la que pasaba sus manos hirvientes deseosas de sexo y cuando se acostaba abriéndose de piernas para ver ese pene grueso muy juvenil que entraba en su vagina y en ese movimiento se notaba ese lunar en la ingle derecha, Justin abrió los ojos de forma repentina pues las manitos humedecidas de su hijito recorrían su rostro, le sonreía a la vez con congoja le pedía perdón con lágrimas en las comisuras, algo lejos de allí Victoria mira por un resquicio de la ventana el cuerpo desnudo de Teófilo que se pasa la toalla sobre todo por el pene, ya erecto es un grueso glande agitado al que le daba placer, la traviesa niña mira el trasero del peón, traga saliva instintivamente, hace un corto silbido, adentro del cuarto el sorprendido hombre gira en dirección donde proviene el siguiente corto silbido, al acercarse sonríe viendo el rostro sonriente de Victoria, le abre la puerta invitándola a pasar tomándola del hombro, ella se sentó junto a él en la cama, vio sonriente ese pene erecto que lo agitaba, a Teófilo le gustó la actitud voluntaria que estuviese junto él, la mano de la niña pasaba inquieta por ese pene haciendo que sienta la temperatura y el latente glande que se movía, la mano de Teófilo hizo recostar el cuerpo de Victoria, ella permitió ese movimiento notándose la complacencia en el rostro, ella estaba allí por eso, ser amada, hacer sexo, Teófilo lo entendió, más recordando aquel último encuentro, le alzó el vestidito bajándole el calzoncito, el dedo índice rozaba los labios vaginales, ella mordía los labios viendo el techo con los ojos entrecerrados, lentamente la cara de Teófilo se acercaba al rostro de Victoria, sus labios se rozaban dándose cortos besos hasta que la fogosidad se incrementó dándose besos con lengua, lamía el cuello y orejas de la niña haciéndola jadear y gemir al sentir el roce del glande en la entrada de la vagina, el pecho moviéndose igual que las caderas de ambos mezclados con besos hizo que el ambiente se ponga más caliente, ahora en un arrebato inusitado ella se puso de pecho sobre la cama, las manos de Teófilo deslizaron el vestido y abrieron las nalgas, ella sintió la entrada del glande de a poquito, entraba sutilmente, hizo un alto mojándose el dedo con saliva metiéndolo en el ano de Victoria que seguía gimiendo ahora con más placer, le gustaba ese hombre, le trataba a su cuerpito con mucho cariño como pocos, luego el glande más ensalivado entraba en ese culito, las manos de Victoria hacían puños agarrándose de la sabana mordiéndola con gemidos, la niña sintió en su piel el deslizamiento del semen en su traserito, el glande había quedado posando sobre los glúteos aun botando gotas de semen, ante eso Teófilo miraba complaciente, le dijo que se quedase quietecita, gustaba ver ese glande sobre la piel de entre los glúteos, para el peón era grata satisfacción de dominio a la hija de los patrones y nieta del patriarca del clan Arichabala, Teófilo sonreía, fue por papel higiénico para limpiarle, ella quietecita permitía el aseo de manos de su amante, suspiraba constantemente, lentamente se puso el interior y salió del cuarto sin decir palabras, Teófilo vio que la puerta se cerraba, quedó pensativo viendo al techo desnudo acostado en su cama agitándose con complacencia su pene erecto, meditaba hasta donde llegaría esto y los posibles peligros causados si se daba la imprudencia, se había quedado dormido cuando se dieron golpes a la puerta, un empleado de mayor rango le informó que tomase sus cosas y lo siguiese a su nueva habitación pues allí vendría a residir otro sujeto, Teófilo hizo con rapidez a la orden, vio de que tipo se trataba, un joven de piel blanca algo bronceada, bien parecido, ocuparía ese lugar, su nombre: Estiven.
* * * * * * *
La brisa nocturna entraba en la hendija de la ventana que daba a esa habitación infantil, como manto invisible se posaba sobre la tersa piel de esos preciosos niños que dormían adecuadamente, de pronto los ojos de Sophie se fueron abriendo, aquel frío había hecho el efecto del deseo de micciar en la pequeña de siete años, lentamente se fue sentando sobre la cama, miró a los alrededores de la habitación, su hermanito Aiden dormía profundamente, ella bostezaba, hechó unos gases, sonreía por el sonido emitido, vio la carita de su hermano que mostraba estar en profundo sueño, al tiempo después vio el reflejo de luz por la ventana, sentía frío, lentamente se vio sus pies descalzos, instintivamente el deseo de micciar le hizo meter la manito por dentro del camisón amplio de dormir para luego ponerse en pie saliendo de la habitación y caminar hacia el baño, lentamente se bajó la pantaleta, se sentó sobre el inodoro, empzó a pujar expulsando gases y luego salia el excremento, ella miraba fijamente sus piecitos al aire, pujaba y pujaba, lentamente salía el excremento, hizo una pausa para respirar hondo, pujaba y pujaba expulsando el excremento, como flashback le vino aquellas palabras de Leroy “cuando pujes piensa en mi”, “piensa en tu amiguito” luego le vino por micciar saliendole orina de su vaginita, era como un chisguete, se alzó un poquito el camisón para verse la vaginita lampiña, de nuevo el flashback y cerrando los ojos pensaba en Leroy que le decía: “mira a tu amiguito” “le gusta mucho tu cuevita” “cuando vayas a micciar piensa en él” “piensa en cómo te hace sentir mujer” “¡no lo olvides Sophie!” ella recordaba esa palabras antes y despues que era penetrada por el pene de su iniciador en el sexo, medio sonreía viendo las últimas gotas de orina salidas de sus labios vaginales, sentía el latir de su ano al sacar lo último de su excremento, pujjó un poquito más, luego se pasó el dedo por la vagina llevandoselo a la nariz, cerró los ojos y en su mente apareció el rostro sonriente de Leroy, toma papel y se pasa por el traserito, al hacerlo cierra los ojos pues siente el pasar lento del papel ajustado a su dedo por el culito suave rozagante “al limpiarte el culito piensa en mi” “nunca me olvides” abrió los ojos y se vio la humeda vaginita por la que le pasó el papel, pasó un dedo y dandose placer al frotar los labios vaginales le vino por cerrar los ojos recordando cómo la cogía Leroy a piernas abiertas, recordaba el pene dentro de su vaginita le vino por recordar aquellas palabras sentidas: “nunca olvides que por allí te hice mi mujer” “soy el primero” “soy tu marido”, botó el papel en el cesto, se puso en pie arreglándose la ropa, apagó la luz del baño cerrando la puerta, caminó con sigilo, pasó por la habitación de sus padres, la puerta estaba entreabierta, la empujó un poco, vio que sus padres dormían profundamente pues roncaban, siguió caminando hacia su cuarto con la mano rozando su vaginita, llegó a su cama, se sentó suspirando, sus ojos estaban abiertos, se le había quitado el sueño, de subito cayó acostada en la cama, se alzó el camisón, se metió las dos manos por la pantaleta, las dos manos abrian y cerraban los labios vaginales, le salía gemidos, entrecerraba los ojos pensando en el pene de Leroy, se hacía ilusiones pensando que sus dedos actuaban como el pene de Leroy, mordía los labios con algo de desesperación, sorprendentemente a esa edad de siete años ya se experimentaba el deseo sexual por aquel hombre, mordia y a la vez ensalivaba los labios, de pronto, quedo quietecita, se quitaba el camisón y la pantaleta, a trasluz se podía verse su cuerpo desnudo completamente, toma una almohada y se la coloca encima de su cuerpo haciendose creer que era el cuerpo de Leroy, la movía mucho a la almohada, se la rozaba por la vagina abriendose las piernas y cuando estaba de cara a la cama se la pasaba encima de la espalda rozandola por el culito, la ponía a un lado encima de sus manos pasandose los dedos por los labios vaginales, gemia pensando que era penetrada por Leroy, de nuevo estaba quitecita con la almohada sobre su cuerpecito, hizo a un lado la almohada, se vio el cuerpito desnudo, su vaginita lampiña, sus manos rozandola, de inmediato se sentó en el extremo de la cama, vio hacia los alrededores, vio a su hermanito profundamente desnudo, vio a su vaginita y a sus pies descalzos a su mente venían retumbando las palabras sentidas de Leroy: “¡tienes unos pies bien hermosos!” “¡tu cuevita es maravillosa!” “Sophie… ¡eres muy linda!” “¡eres mi mujer!” “¡sí… mi mujer!” “¡ven cuando quieras!” “¡soy tu marido y te protegeré!” ella se puso en pie, se arregló la pantaleta y el camisón, salió descalza para no hacer ruido cerrando suavemente la puerta, pasó por donde estaban dormidos sus padres, seguían roncando como siempre con su sueño profundo, se vio descalza y fue a la cocina, bebió un vaso con agua, luego otro y finalmente un tercero con dificultad, tenía los labios resecos, estuvo delante de la puerta, lentamente giró el seguro, entreabrió la puerta viendo el oscuro corredor de habitaciones con arriendo, el frio hizo efecto en sus pies descalzos, estaba indecisa, cerró los ojos recordando la tarde de ayer en la que despedía Leroy a su mujer e hijastro ante la visita que harían al interior del país, Sophie sabía que Leroy estaría solo, arrimada su carita al filo de la puerta mostraba su indecisión de continuar, pero algo dentro de sí la impulsó a salir, apegar la puerta e ir en dirección a la puerta de Leroy, estuvo por unos segundos con la mirada dubitante delante de la puerta, tenía un conflicto de recelo en querer golpear o no, suspiró, miraba a los lados al sentirese sola, le vino el miedo de que alguien pueda verla allí solita, golpeó intensamente con el recelo de no ser escuchada, demoraba en abrir, pensó que estaba con un sueño absoluto, decidió apartarse de la puerta e ir a su habitación, en ese instante la puerta se abre, con respiración acelerada por la impresión de verla le hizo pasar, le preguntaba el motivo de la visita, Sophie lo vio que sólo tenía la trusa puesta, el pene estaba muy erecto, los ojos de la pequeña se limitaban a ver ese bulto, Leroy se sentó junto a ella en el amplio sofá recientemente comprado, ella no dejaba de vere ese bulto, le volvió a preguntar el motivo de su visita, ella simplemente miraba el pene vestido de Leroy, le preguntó si algún familiar estaba enfermo o en problemas, ella sin dejar de ver el pene movía negativamente la cabeza, ella le miró a los ojos y miraba a la vez el pene vestido, ese movimiento de cabeza lo repitó varias veces, con ello Leroy entendió la visita, “¿vinistea jugar?” “¿eh?” ella asentía “¿quieres jugar con tu amiguito?” se bajó el boxer saliendo el pene erecto “¡miralo… Sophie!” “¡él también quiere jugar!” ella lo miró a los ojos, vio hacia el fondo que el cuarto tenía las luces encendidas, compprendió que Leroy estaba solo, sintió las caricias en sus brazos y muslos, se dieron varios besos con lengua que duraron varios segundos, la abrazó, le dio besos en la frente y mejillas para luego sentir su piel caliente cuando le daba besos en el cuello y en la oreja diciendole “¡ven!” estiró la mano, ambos vieron la entrada del dormitorio de Leroy “¡vamos a jugar!” “¡qué grata sorpresa la visita de mi pequeña!” caminando vio la hora del reloj que anunciaba las 2:30 de la madrugada, la llevaba de la mano, vio la cama destendida, la marcó dandole besitos cortos, la sostuvo con las manos en los glúteos “¡qué hermosa estás Sophie!” le iba quitando lentamente el camisón de dormir “¡precioso tu cuerpo mi amor!” ella se sonrojaba al ver que su pantaleta se deslizaba por las piernas, alzaba sus pies para separarse de la prenda íntima, le hizo girar a su cuerpo desnudo “¡te ves preciosa!” le decía animadamente, “¡ven acuestate!” ella se acostaba en la cama, “¡vamos a jugar rapidito!” “¡no sea cosa que se enteren que no estas allí!” “¿sí… Sophie?” ella asentía, “¡otra vez te voy a hacer mi mujer!” “¡vas a sentir que eres mìa!” “¡a eso has venido!” “¿verdad?” ella asentía, “¿verdad que sí… Sophie?” ella asentía, vio que las manos de Leroy le abrían las piernas, ya para ese instante Leroy estaba desnudo completamente, el pene agitado se colocaba en la entrada de la vaginita, le colocaba los pies muy cerca en su hombro, se tomó unos segundos para besarle los muslos de las piernas “¡qué bueno que estés aquí… preciosa!” “¡veo que te gusta jugar!” “¡ahora siente que soy tu marido!” el pene empezó a entrar en la vaginita de Sophie, lo sentía húmedo al entrar, “¡ahhhhh!” empezó a gemir “¡aaaahhhh!” el pene iba entrando haciendola sentir “aaaaahhhhhh¡!” “¡siente que eres mía!” “¡eres mía!” el hombre la estaba penetrando, “¡a esto has venido!” cerraba los ojos y le daba pene por la vaginita, “¡a sentir que te lo meto!” “¡que te lo meto!” “¡así, así!” “¡que te lo meto!” ella gemía repetidamente ante las embestidas “¡aahhh!” la cama se movía “¡aahhh!” Leroy la soetía al ritmo sexual de embestida “¡aaahhhh!” “¡aahhhhh!” los dos tenían los ojos cerrados, los dos probaban del manjar sexual, los dos se aferraban el uno al otro, ella a ojos cerrados se complacía sintiendo lo que con la almohada no pudo, él aún complaciente no salido de la sorpresa de tenerla a esa nena en su cama en este momento, Leroy hacía que la nena se mueva rápidamente, “¡eres mia!” cerraba los ojos sintiendo penetrarle “¡sólo mía!” la empujaba todo el pene “¡mía!” mete y saca, mete y saca “¡mía!” hasta que sintió algo dentro “¡mmmiiiiiiaaaaaaa!” el semen quedaba dentro de sus entrañas, lentamente se lo fue sacando, se veía el glande humedecido de semen, ella se vio a piernas abiertas algo encorvada en la cama, salía semen por su cuevita, quedó quietecita, vio que un papel pasaba por su vaginita, la tomó de las manos sentandole en el extremo de la cama, ella con ademanes señalaba el baño, la dejó ir, sentada en el inodoro veía restos de semen con orina, él se acercó donde ella estaba sentada, “¡abre la boquita… Sophie!” “¡vas a probar de tu cuevita!” de esa forma fue que al abrir la boca el pene con restos de semen dejaba restos en los labios y luego le rozaba las mejillas, le sostuvo la cabeza para que pueda lamer y chupar mejor el pene de Leroy, al salir el glande estaba ensalivado, “¡ahora ven acá!” le dijo, la acostó de espaldas a la cama encorvada en el extremo, así bien abierta le volvio a meter el pene haciendola gemir, las pelvis se unían más y más, el pene entraba en esa vaginita de siete años, cerraban los ojos de placer “¡te gusta que te coja así… mi amor!” “¡sí… te gusta!” “¡te gusta!” “¡a eso has venido!” “¡a sentir rico!” “¡ven cuando quieras!” “¡ven a asentir esto!” “¡Sophie !” “¡Sophie!” la nena a ojos cerrados sólo se limitaba a sentir esas embestidas de pene que tanto le gustaban, le penetróa por varios minutos, se podía decir hasta el cansancio, Leroy la disfrutaba plebamente, “¡tienes una cuevita muy rica!” “¡rica!” “¡rica!”, lentamente le fue sacando el pene de esa vaginita lampiña, “¡mirale como está!” “¡rojo!” “¡lleno de pasión!” “¡ven, vamos!” la llevó al baño a limpiarle bien sus partes intimas, le gustaba que le pase el dedo por la vaginita, ella se sentó a micciar de eso se aprovechó para pasarle el glande por los labios “¡acuerdate siempre de tu amiguito!” “¿lo prometes?” ella viendole el pene asentía “¡no le digas a nadie lo que hicimos aqui!” ella asentía con mirada de seguridad, “¡eso es!” “¡así!” “¡buena chica!” le toma de la mano ayudandole a ponerse la ropa, la marcó llevandola a la sala, vieron que el reloj marcaba aproximadamente las 03h02 de la madrugada, le dio varios besos con lengua, le dio unas monedas de alta nominación en dólares ella se puso muy contenta con el regalo “¡anda!” le dio un beso en el pelo “¡ve!” abrió la puerta y ella se despidió contenta, iba descalza bien masajeada y complacida de sexo, se había hecho lo que soñaba, entró a la casa, caminó hacia el cuarto de sus padres, su conciencia decía que debía percatrase del peligro, vio a sus padres profundamente dormidos, vio a su hermanito Aiden que seguía durmiendo, estuvo recostada un rato pensando en su deseo cumplido, se levantó de la cama en dirección al baño, le dio por micciar, viendo salir su orina meditaba ese “jueguito”, muy cerca de allí una cama hacía sonar los resortes por efecto de dos cuerpos desnudos cubiertos por una sábana, sobre la espalda de Valentín actuaba rozandose el pecho de Leroy, el muchacho gemía igual que el adulto activo, el pene de Leroy entraba y salía del culo de Valentín, haciendo que la sabana de a poco se vaya deslizando ante los movimientos más acelerados hasta que caiga al suelo, apagaron la luz hace poco para estar más cómodos, de pronto quedaron sin movimiento, contrariado estaba Leroy de haber dejado semen en la vaginita de Sophie y no poder dejarle semen al culo de Valentín que tanto le había pedido, el muchacho escondido en el closet lo había visto todo, sorprendido escuchó cuando a distancia del cuarto donde estaba acostado desnudo en la cama se escuchaba la voz de la pequeña pidiendo entrar al cuarto de Leroy a esas horas de la madrugada, él había entrado media hora antes que Sophie sabiendo que Leroy estaba solo en su habitación, se estaban manoseando y besando cuando escucharon el toque de puerta, Leroy pensó lo peor, seguramente su esposa venía por algo, así que pidió al muchacho que see sconda en el closet; ahora los dos estaban acostados abrazados en la cama, Leroy le decía al muchacho que habría semen para él cuando aparezca el alba.
* * * * * * *
La fría noche sería testigo de los pasos entrecortados de aquel hombre que pasado de copas tocaba insistente la puerta, estaba un poco contrariado, su mano quedó suspendida en el aire ante la abrupta abertura de la puerta, el sobrino se sorprendió al ver en esa casa el inesperado rostro contrariado de su tío le hizo increparle a su sobrino por el estado incorrecto de presentarse a esa hora de la noche en ese estado y en esas fachas inadecuadas, le dijo que su hija y su yerno militar habían salido a una cena de gala en la cancillería, el hombre hecho un energúmeno manifestó con cierta arrogancia de beodo que no vino por ellos sino por su vida, si aquella maravillosa vida que estaba allá arriba seguramente dormido plácidamente, el absorto tío lo tomó de los hombros con vehemencia y contundencia sentándolo sobre un amplio sillón, todo fue tan fuerte que el sobrino quedó recostado agitando las manos aireadamente, ya un poco más calmado y con gritos escasos, el tío preguntó el porqué de esa aseveración tan simple, el sobrino se limitó a sonreír descaradamente, dio unos pasos a donde había un rincón bar, tomó la botella haciéndole musarañas a su tío con el objeto, bebió copiosamente a pico de botella, el tío se levantó de su asiento quitándole la botella diciéndole que no beba más, de forma abrupta hizo a un lado al tío subiendo por las escaleras, lo siguió presurosamente, temía por la seguridad de su nieto, su único nieto, lo vio al sobrino arrodillado en la amplia cuna haciéndole roces en el rostro infantil con el dedo índice, repetía y repetía la frase de “mi vida”, el tío con puños en las manos le pedía que se comportase y se retirase de la habitación, no era bueno que el niño oliese ese tufo, la mirada del sobrino estaba concentrado en ese precioso niño dormido, tan inocente y a la vez tan bien querido, vio las cicatrices de cortes en su cuerpito, le molestó el poco cuidado de su prima, se levantó con la intención de marcarlo lo que de inmediato se lo impidió su tío sacándolo hacia la puerta de la habitación, bajaron presurosos las escaleras, el sobrino increpaba a su tío por esa negativa, lo sentó con fuerza en el sillón, pidió que le respondiese por qué tanto apego al niño, qué es lo que estaba pasando, el sobrino desafiante le dijo a su tío que si deseaba saber la verdad, el anciano lo desafió a que se lo dijera, de nuevo el energúmeno fue por la botella y dio un prolongado sorbo, rió a carcajadas, el tío pidió silencio, el sobrino dio otro sorbo mientras caminaba a sentarse en el sillón, hizo una pausa asintiendo la orden, irónicamente en tono bajo le dijo a su tío que era un político de poca monta débil y de estado parasitario que se escondía detrás de la sombra prominente y meteórica de su yerno aquel militar de pacotilla, el tío se puso en pie desafiante, el sobrino continuó diciéndole en forma descarada y jocosa que a ese matrimonio no le veía que destilase amor del bueno como él si siente por su prima, el tío lo alzó agitándolo de los hombros como guiñapo, el sobrino hizo una mueca de risa, al soltarlo continuó diciéndole a su tío le dijo que desde su niñez había amor del bueno, había una gran atracción entre primos, fue mucho más elocuente y desafiante cuando le dijo a su tío que recuerde cuando los sorprendió a su hija y a él siendo niños desnudos en la cama cubiertos de una sábana estando él sobre su primita rozándole el pene en su vaginita, el tío le dio una bofetada por esa inapropiada opinión, la mano en la mejilla no le impidió que sonriera sarcásticamente y siguiese diciendo con autoritarismo que su prima era la mujer de su vida, que pese desde aquel día en que pensó en apartarlos con múltiples vigilancias en secreto él la seguía amando, y tanto es su amor que arriba estaba el fruto de esos apasionados encuentros de amor, s.i, a ese niño desde mucho tiempo atrás planificaron en tenerlo, era su dicha, que se lo pregunte a su hija le dijo, al escuchar eso se lanzó sobre su sobrino con un grito desgarrador cual si fuese una fiera herida, lo tumbó al suelo dándole de bofetadas hasta el cansancio, el sobrino con boca ensangrentada desafió aseverando que haga lo que haga el pequeño Jairo Gustavo Rodolfo era su hijo como aquel que también su hija lleva ahora en su vientre, ambos son sus hijos, eso lo repetía saliéndole saliva sanguinolenta que manchaba el tapiz de los muebles, sangre de su sangre, bien relacionada familia, si, su prima era su amante y ese militar un monigote que tras bastidores cree ser padre de un hijo que no es el suyo, el sobrino le dijo que su padre en un rato de ira incontenible había confesado ciertos secretos de lo que Fulgencio Arichabala le había hecho, su padre le confesó la verdad, así el sobrino desafiante le preguntó a su tío si quería conocerla y a más de eso le dijo en un tono desafiante si quería comprobarla, el anciano lo miró con indignación callando, los ánimos estaban caldeados pero se iban apaciguando, el sobrino con ironía sonrió y dijo con sorna a manera de acertijos que existen padres que no son padres sin embargo que a cambio pueden ser hermanos y no son hermanos medios siquiera, que eso el mismo tío que tenía enfrente le había comentado a su padre en un estado de depresión extrema etílica producto seguramente por haberla dejado morir a su esposa de esa terrible fiebre amarilla, quizá por venganza por lo que le hizo, quizá por estupor, Jairo reaccionó diciéndole que ya basta de comentarios mordaces, que se callase, esto se lo dijo con manos en los oídos recostándose en el sillón, tan cerca de los oídos el sobrino seguía diciendo que dejó morir a su esposa por cierta traición imperdonable, que él era el autor de esa negligencia, por eso hay hijas que no lo son pero hay hijas que pese a lo que no lo son pueden ser hermanas, a terminar la frase el sobrino recibió una fuerte bofetada de su tío que cayó al suelo, allí postrado no cesaba de reír a carcajadas, el anciano daba cuenta que su sobrino lo sabía todo, las patadas en ese cuerpo del sobrino no se hicieron esperar, lo tomó de la solapa y lo lanzó a la calle diciéndole que no era ya bien recibido en su casa, dieron cuenta de aquello un par de transeúntes, uno de ellos amigo de la familia escuchaba de boca del sobrino acostado en el piso que se vive en mentiras pero que siempre aflora la verdad y que todas las caretas caen para quienes permiten el caos, las luces de la casa se apagaron, el sobrino regresó por donde vino con ayuda de su amigo a quien le comentaba la falacia humana y lo farsante de los políticos de poca monta, en la casa oscura un hombre sentado meditaba con lágrimas en los ojos acerca de lo sucedido, copa en mano pensaba y pensaba ensimismado, de pronto el ruido del coche diluía sus pensamientos pero no menguaba su congoja, al abrir la puerta el sonido de las llaves y al encender la luz hija y yerno se encontraron con el hombre copa en mano, estaba muy borracho, muy tembloroso, pidió quedarse a solas con su hija, Gustavo Adolfo se limitó a darle una palmada en uno de los hombros y se retiró subiendo pausadamente las escaleras, al sentirse a solas, con voz entrecortada el padre le preguntó a su hija por la verdadera paternidad de Jairo Gustavo Rodolfo, la sorprendida Isaurina se puso en pie rechazando enérgicamente esa aseveración, el indignado padre volvió a repetirle la pregunta al ver que su hija nerviosamente entrelazaba los dedos de los manos, la tomó de los hombros agitándola, ante el temor de que esos gritos pongan a vista de la presencia de su marido le suplicó a su padre que ya basta que dejase esa tonta pregunta seguramente por estar borracho decía tonterías, Jairo Arciniegas le dijo a su hija que su sobrino estuvo aquí hace horas antes y que él con seguridad dijo que era el verdadero padre del niño, Isaurina hizo puño mordiéndose los labios de coraje, las manos de su padre agitaban los hombros, pedía la verdad, sólo la verdad, Isaurina que estaba en tragos también con eso motivo a darle la suficiente fuerza para decirle que sí, que ese precioso niño llamado Jairo Gustavo Rodolfo era hijo de su primo, el padre se dejó caer en el sillón, fue una gran estocada en su corazón, la hija se le arrodilló en su delante sollozando pidiendo guardase el secreto, que evitase el escandalo social a lo que representaba la fama obtenida por su marido el militar, con aire de prepotencia teniendo su rostro lleno de lágrimas le dijo que lo dejase solo y fuese a atender a su esposo, la hija pidió perdón, el padre dio como respuestas asentir, como autómata tomó una botella y fue a su habitación, allí permaneció cavilando, recordaba su crianza por ser descendiente de criollos españoles por parte de padre e ítalo británico por parte de madre que después la desdichada mujer fue amante de Fulgencio Arichabala, de un impulso tomó papel en mano y escribía un contenido cuyo papel era mojado por las lágrimas del escritor, de lo sucedido aquel fatídico año de 1900 acerca de aquella pareja de humildes campesinos huyendo de las tierras aledañas a la capital debido a que al campesino humilde e ignorante lo querían matar, llevaron consigo a un niño de cinco años que no era hijo de la pareja pero que esa acción era fruto de una vendetta y este niño les serviría como escudo humano para escapar y fue así que lo consiguieron, a fecha presente Jairo Arciniegas no logró cumplir con la voluntad de su agonizante madre de encontrar a ese niño que hoy tendría ya sesenta y un años pues nació en 1895 en cuna de seda pero para tener un destino de campesino, de aquel niño sólo tenía como recuerdo un par de fotos, a Jairo Arciniegas la depresión lo iba consumiendo, bebía copiosamente ante la angustia de no haber dado con el paradero de su hermano Ismael Aparicio, no sabía si aún viviría, el escritor se dio cuenta que se secó la botella, fue por más trago, al bajar hizo ruido al hacer caer varios objetos de decoración a causa de caminar por la penumbra, se encendió la luz, estaba en su delante el militar, Jairo puso su mano derecha sobre el hombro derecho de su yerno, simplemente le dijo que estaba orgulloso de él, que era un gran hombre de noble sentimientos y que pidió que no abandonase nunca a su nieto que lo quiera, como él lo quiere, más que a su vida, le pidió que lo prometiese y el militar tras asentir dijo que lo prometía, pese a todo, respondió, pese a todo, era su hijo, la mano de Jairo palmeó la mejilla de su yerno luego subiendo pausadamente las escaleras, Gustavo Adolfo quedó inquieto por aquellas palabras, Jairo continuaba escribiendo, le vino el recuerdo de ese niño en el bote remando inocente, de aquellas pisadas sobre la húmeda orilla de manos de quien se creía el mejor amigo de sus padres, lloraba el solo pensar hace exactamente cuarenta y cuatro años en aquel septiembre de 1912 en aquel lago donde fue desvirgado, recordaba el cuerpo de su padre con un tiro en la cabeza flotado en las aguas de aquel lago donde fue desvirgado perdiendo su inocencia, contuvo con fuerza la estilográfica para continuar escribiendo su verdad de vida, hizo cuanto pudo para seguir con su camino al desenlace, de un impulso Isaurina se recostó en el espaldar de la cama agradeciendo a su esposo el vaso con agua que lo tomaba pausadamente, Gustavo le dijo sobre la plática reciente con su suegro, siempre temperamental, Isaurina se levantó de la cama abrigándose con el camisón de seda, se acercó a la habitación de su padre, tocando repetidamente sin tener contestación del otro lado, los golpes fueron más fuertes que llamó la atención de Gustavo Adolfo, ambos tocaban sin recibir respuesta, angustiada Isaurina rogaba que abriese pero nada, los segundos pasaban angustiosamente, de un fuerte golpe de pies en la puerta logró abrirse tan solo para encontrarse la pareja de esposos con la macabra escena de ver colgado sobre una viga el cuerpo inerte de Jairo Arciniegas ahorcado con los ojos bien abiertos y su lengua expuesta con la boca muy abierta, realmente dantesca la escena, Gustavo Adolfo se limitó a cubrir el rostro de su esposa quien expulsó gritos desgarradores, al mismo instante muy lejos de ahí un hombre exaltado y muy sudoroso se sentaba sobre la cama tomándose el cuello a falta de respiración la cual paulatinamente se iba normalizando, había escuchado en sus sueños gritos desgarradores, abrió bien los ojos a la luz de la luna que mostraba en aquel monte la gran cantidad de mariposas nocturnas revoloteando, prendió el candil pasando la luz sobre el rostro de su hija querida, todo parecía estar normal, pidió por aquella alma soñada, pensaba que sólo fue una pesadilla, simplemente una pesadilla.
FIN DEL CENTÉSIMO SEXAGÉSIMO NOVENO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!