METAMORFOSIS 172
Ánimo.
La orgullosa madre mostraba al precioso recién nacido rosáceo y rozagante, tenía los ojos cerrados limitándose a bostezar, a su lado con mimos estaba su orgulloso tío recién llegado del campo, la alegría era inmensa para la madre teniendo a la orgullosa abuela que bendecía a la criatura, la madre de Lucrecia estaba allí, junto a su nieto recién nacido, Dagoberto le había cumplido la promesa de traerla, la mujer mostraba un rostro cansado en su ya avanzada edad, había sufrido mucho y lo seguía haciendo por la suerte de sus hijos, esta vez Lucrecia había pedido a su madre que viviese con ella y la madre había aceptado, ya con el tiempo no gustaba de vivir sola resignándose a una visita semanal de sus hijos, así que ahora vino a quedarse, de pronto la puerta se abrió y pudo dibujarse el rostro de flema en el padre del recién nacido quien saludó a la anciana y con gestos de cara afirmativa saludaba a Dagoberto, estuvo por unos instantes haciendo mimos a su hijo, había aceptado el pedido de Lucrecia de que viviesen con su madre, luego se retiró, se notaba cierta frialdad de Heriberto percibida por la anciana, instantes después Dagoberto salió a tomar aire, caminó por el amplio parque cercano a la vivienda de su hermana en un conjunto residencial exclusivo, hacía frío aquella tarde por ello sus manos dentro de los bolsillos, caminaba un tanto cabizbajo, de pronto tanta fue su sorpresa que en su delante estaba la figura de Wilson, se vieron después de tantos años, pasaron viéndose, de repente por parte de Wilson hubo la iniciativa de dialogar, receloso Dagoberto aceptó, se contaron la vida llevada, quedaron en volver a verse.
* * * * * * *
La fuerte lluvia torrencial era observada por unos ojos cafés desde la ventana humilde de aquella ramada, la carita apoyada en las manos posadas en la ventana, el pelito lacio castaño claro cubría el rostro infantil a medias, la tos a iba también a medias, estaba enojado por no estar junto a su padre que a lo lejos estaba haciendo zanjas con la lampa, su amigo recién llegado a vivir allí le ayudaba, de pronto sintió el roce de las manos por sus mejillas a manera mimos su espalda sintió el pecho que lo arrimaba, era su madre atenta a la acción de los hombres, portaba una taza con café recién colado que le hizo probar tomándoselo en sorbos teniendo el sabor de mantequilla y endulzado con panela, tenía algo de leche y ajo, las dos caras se unieron a través de la ventana viendo trabajar a los hombres, ya casi terminaban la faena, la madre se alejó en dirección a la cocina, rato después el padre del niño entra y se saca las prendas mojadas, la mujer le ayuda, el niño ve por la ventana al amigo de su padre recién llegado hace un par de semanas que camina hacia su cuarto arreglado, minutos después sentados en la mesa comentaban del temporal y la influencia en las cosechas, la puerta suena a toques insistentes, una mujer mojada por la lluvia pide ayuda debido a que la carreta de su esposo está muy averiada junto al río, la creciente podría llevarse los productos comprados en el pueblo, los dos hombres se levantaron de la mesa rápidamente por sus ropas aún mojadas y salieron al socorro del buen hombre dueño de la carreta, ya al llegar habían otros empujando y salvando la mercadería cubierta de sacos sobre frondosos árboles, la faena agotadora terminó con los cinco hombres arrimados a la carreta, el recién llegado tuvo una mirada de agradecimiento con aquella mujer de nombre Ana Luisa que les servía café, al último en dárselo fue al recién llegado, accidentalmente las manos se rozaron; satisfechos del deber cumplido guiaron la carreta al pueblo que quedaba a un par de kilómetros del río donde se había registrado el accidente, entraron en la abacería del dueño agradecido que solicitó se sirva más café y unos panes con queso y mantequilla, la tertulia siguió ahora acompañada de una gran botella de ron, la mirada del recién llegado era cada vez más atenta a Ana Luisa que no se daba por enterada, era el momento de la despedida, Ana Luisa recibió el agradecimiento del dueño de la abacería del pueblo junto con su esposa, su amistad databa de generaciones entre las familias de ahí lo solicito de ella con los esposos dueños de la abacería del pueblo, cada samaritano se despedía y los mismo hicieron ambos hombres regresando a la ramada, curiosamente en todo ese tiempo no paraba de llover, llegaron a la ramada, la mujer al recibirlos le dio café cargado, el recién llegado se retiró con gestos de buena vibra alzando al pequeño niño Eleuterio de ocho años de edad pidiéndole que se mejore pronto para cazar y pescar, el niño respondió muy sonriente asintiendo confirmando la creciente confianza con un abrazo ante la mirada de los padres, al cabo de un rato el hombre miraba atento el techo de cuartones de madera entretejidos con teja que hacía agradable y arrullador el golpe de agua, olía el kerosene quemado salido del mechero de hojalata oxidada, suspiró profundamente, pensando y pensando, giró su rostro viendo una cajetilla de cigarrillos sobre el taburete junto a la mesita rústica, de tal suerte que estiró el brazo agarrándola y llevándola a su pecho, trajo el mechero y prendió el cigarrillo, se hizo algo de penumbra en el acto pero luego retornó la luz, hizo boconadas lentas meditando lo sucedido en estos meses últimos, recordaba aquel incidente, aquel intento de asesinato del que salió libre, al mes de lo ocurrido estando escondido vio un recorte del diario local que mostraba la foto de su negocio quemado aduciendo que el cuerpo encontrado era el suyo, falsa noticia, el dueño de la abacería estaba vivo, se había salvado de milagro de la vendetta de Contardo, ahora se encontraba muy lejos, sus heridas fueron curadas clandestinamente por amigos de juventud, ahora estaba lejos de la capital, kilómetros distante allí en la distante selva, pensó que había conseguido el perdón y el cariño de Contardo pero la realidad fue otra desembocando en violencia e intento de asesinato, Contardo nunca le perdonó el haberle desvirgado, ese hijo de Squeo se las traía como el padre, ahora Jasmani el dueño de la abacería quemada estaba tratando de hacer una nueva vida en la selva, reuniendo dinero por los pueblos siendo peón eventual fue como llegó a la selva, se enteró de la propiedad de su amigo de la infancia que se encontraba en plena cosecha, así que su participación en ayuda no se hizo esperar, ahora pensativo viendo el techo suspiraba, tratando de recobrar tiempo perdido, en rehacer su actividad, sólo que mientras rayaban sus pensamientos se le vino elocuente el rostro de la esbelta Ana Luisa, suspiró succionando del cigarrillo y al hacer la boconada emitió sonrisas irónicas, al golpe de la lluvia se fue adormitando con el recurrente pensamiento en Contardo y además en aquellos niños a los que también había desvirgado, en su mente asemejaba a la “niña” preciosa desvirgada con Ana Luisa; al día siguiente, continuaron las labores de cosecha y arreglo de cercos, Jasmani fue encomendado por su amigo que vaya al pueblo a caballo, galopaba despacio, grato para Jasmani fue divisar a Ana Luisa sentada bordando junto a la entrada de su ramada humilde, a unos pocos pasos el esposo estaba contrariado con la herradura de su caballo, se dispuso a ayudar, la solicita mujer se acercó brindándole limonada ante el sol canicular refrescando su garganta, las miradas del visitante eran centradas en el cuerpo hermoso de Ana Luisa, mujer descendiente de campesinos, de buena presencia, cuerpo recio relleno, no daba cuenta de aquellas miradas hasta cuando se le cayó el jarrón y ambos al mismo tiempo quisieron agarrarlo, allí fue diferente, tan cerca sus caras, sus miradas y cortas sonrisas, a espaldas el marido dedicado centradamente en arreglar el problema de herradura no daba cuenta de lo sucedido, es más, aquel hombre no miraba ese roce de manos de ambos al incorporarse, las miradas fijas solo interrumpidas por el sollozo de un bebé que empezó a llorar dentro de la casa a lo que Ana Luisa fue en su auxilio, al rato sale en brazos con su último hijo de meses de nacido, cantaba ro que era escuchado por los hombres, de nuevo el intercambio de miradas, parecía que el visitante había creado una inquietud en Ana Luisa, eso se notaba en su rostro, Jasmanini miraba fijamente el seno de la mujer cuando el bebé lactaba, en su mente deseaba ser aquel cuyos labios suyos chupasen esos senos suaves, el esposo de Ana Luisa terminó la actividad, complaciente de haber ayudado el visitante estaba por retirarse pero tomado del brazo de las manos del esposo agradecido pidió que se quede para almorzar, Jasmani el visitante asintió agradecido, fue a asearse la espalda y brazos sudados, mientras se pasaba agua por el cuerpo vio una mano estirada pasándole una toalla, la mujer miraba detenidamente el medio cuerpo descubierto, cada línea describía una atención en ella, Ana Luisa notaba que Jasmani era de estatura alta más que la de su esposo, tan cerca ambos que podía verse esos senos descritos por fina tela amoldándose y moviéndose deliciosamente, de nuevo las sonrisas, luego un diálogo corto sobre trivialidades, de por medio el bebé marcado, el visitante cordialmente marcó al precioso bebé, Ana Luisa complacida por el gesto no paraba de reír con cierto detalle de timidez, joven mujer, de cercanía a los veintidós años, el visitante daba mimos seguidos y al entregarle el bebé no se pudo evitar el roce de sus pieles con mirada centrada en la profundidad de un no sé qué naciendo en forma latente, sintieron la tibieza de sus pieles y pudo seguir así de no haber sido por la presencia de una linda niña de nombre Renata de cuatro años que se abraza a las piernas de su madre Ana Luisa, las manos del visitante pasaban por el rostro y pelo despeinado de la niñita descalza puesto un vestidito polvoso resultado de los juegos detrás de la ramada, ya en la mesa se conversaba de los precios de los productos salidos al mercado, la economía del hogar, las aspiraciones de vida, ante tanto comentario se complementaba la mirada intensa del visitante ante Ana Luisa, ella ahora daba cuenta y cuando se cruzaban sus miradas hacía gestos tímidos mirando el rostro de su marido, se le atragantaba la saliva viendo esos senos prominentes, atracción creciente, el visitante tomó ruta al pueblo, faltaba mucho para llegar y ni qué decir al retornar llegando a la noche, siempre con el recuerdo de esa imagen de hermosa mujer; el sol salía a plenitud por esa vegetación tupida, describía esos musculosos cuerpos sudados ante la camisa que les cubría de cómo manipulaban el machete con ansiedad, el sudor corría por la frente pasando a los ojos y era cuando se detenían a quitárselo con la manga de la camisa, grato fue ver el pasar de Ana Luisa con sus dos hijos camino a casa de sus amigos en ruta a la ramada de las personas le habían dado posada a Jasmani, el trasero era voluminoso y no solamente Jasmani contemplaba ese caminar sino también aquellos que con él rozaban el monte, escuchaba comentarios morbosos de sus compañeros que algo le incomodaron en su sentir lo que le demostró a sí mismo el apego creciente hacia ella que no se atrevía a acercarse por temor a ser rechazado y peor aún a que el esposo de ella se diese cuenta y habría problemas mayores, el tiempo transcurría en ese día caluroso, vieron la posición del sol, mediodía, se refrescaban debajo de frondosos árboles, sacaban su fiambre, conversaban por lo que faltaba por hacer como tarea en ese día, pronto se avecinan las cosechas y el consiguiente dinero, comentaban sobre las próximas fiestas del pueblo en el fin de semana, Jasmani animoso por los eventos ya había preparado su ropa para la fecha, la faena terminó, su amigo que le diese posada pidió al visitante que le diese el recado a su esposa de que iría al pueblo y llegaría en el ocaso, asintió obediente afirmando que le daría el recado, ve la carreta alejarse del sembrío en dirección al pueblo, cansado, camina a su habitación detrás de la ramada, todo era un silencio sobrecogedor, le intrigó el ambiente, caminó lentamente sacándose la camisa sudorosa, las botas salieron de sus pies ahora agarradas en sus manos, pasó por el corral de las gallinas, se escuchó el canto del gallo irrumpiendo el sobrecogedor silencio, vio las hamacas solitarias debajo del entablado de la ramada, vio la puerta de la ramada que estaba entreabierta, subió por la corta escalera que daba al entablado y al abrir lentamente la puerta vio a dos niños acostados en el catre cubiertos por la sábana, el pequeño travieso Eleuterio de ocho años acostado encima de la niña Renata de cuatro años, la sabana alzándose y bajándose describiendo el culito voluminoso del pequeño, la carita del niño pegada a la niña que debajo sacaba sus bracitos agarrándose de la cintura del niño viéndose al deslizarse la sábana mostrándose el traserito descubierto de Eleuterio, las manitos de Renata seguían pegadas a la espalda del niño mientras èste seguía moviendo su cuerpo de manera sexual, el visitante sonrió viendo al pequeño Eleuterio alzando y bajando su cadera al roce de la pelvis de la nena, Jasmani quiso alejarse del sitio, pero la hija de Ana Luisa ve al intruso y le hace gestos a Eleuterio con sus manitas en los pulmones para que vea a la puerta, de súbito el niño travieso hijo de los amigos de Jasmani que le dieron posada se cubrió con la sabana tapándose completamente, la niña inocentemente se apartó de la cama, estaba desnuda del ombligo hacia los piececitos, se notaba su vaginita lampiña rosácea seguramente de los frotes del penecito de aquel niño travieso que por muchas noches había visto hacer ese “jueguito” a sus padres y ahora lo estaba haciendo con sua miguita, aprovechando la ausencia de los adultos, el niño seguía cubierto por la sabana, la niñita fue en búsqueda de su ropita cubriéndose su cuerpo semidesnudo, se arrimó tímidamente sobre la pared de madera viendo fijamente el rostro sonriente de Jasmani, el niño de ocho años temblaba de miedo al verse descubierto, se cunbrió el rostro por la sábana por unos instantes, después lentamente deslizaba su sábana y así mostraba una cara de timidez absoluta dibujándose vergüenza, Jasmani simplemente se acercó a la niña y le acarició el pelo sin dejar de sonreír transmitiéndole confianza, de igual forma se acercó a Eleuterio y le acarició el pelo mostrándole una sonrisa cómplice guiñándole el ojo en señal de aprobación por lo que había visto, el rostro del niño cambió, Jasmani decidió salir con la niña tomada de la mano bajando lentamente la escalera corta de la ramada, el niño con vergüenza trató de bajar la escalera pero al ver a Jasmani sentado en la hamaca con la niña decidió quedarse en el interior de la ramada en el entablado sentándose sobre un taburete viendo el paisaje por la ventana con su carita apoyada en los bracitos descansando sobre el marco de esa rustica ventana, el pequeño Eleuterio pensaba en que Jasmani seguramente lo delataría con sus padres, tenía miedo, si, mucho miedo, ese miedo de que lo delatasen y la vergüenza que los padres tendrían con su comportamiento ante esa persona recién llegada que lo había descubierto haciendo de esos “jueguitos” que hacen los adultos, esos “jueguitos” prohibidos que hizo con su amiguita, la última vez que sus padres le pegaron por la travesura de quebrar cántaros quedó bien adolorido y ahora no quería seguir reciebiendo paliza por ese “jueguito”, metros de ahí el visitante sentó a la hija de Ana Luisa en sus piernas, le preguntó por su madre y por la madre de Eleuterio, la niña le dijo que ambas mujeres habían salido al río a lavar ropa y que ellos dos habían traído ropa ya lavada que la tendieron y subieron un rato a “jugar”, con una sonrisa de mueca Jasmani le preguntó en qué consistía ese “jueguito” y la niña respondió que “al papá y a la mamá”, la niña dijo que el de la iniciativa era su amiguito Eleuterio quien le bajó la ropita interior y la acostó en la cama luego Eleuterio se quitó la ropa y se acostaron en la cama, Jasmani, tragando saliva y sin dejar de pasar los dedos por el muslo de la pequeña le preguntaba a Renata si ese jueguito que hacía con su amiguito Eleuterio le gustaba mucho, ella tímidamente con rostro inocente sonreía mirando hacia el suelo, ante la inquietud de Jasmani la niña Renta levantó el rostro sorprendentemente dijo que si, dijo que sobre todo cuando su amiguito le hacía “cosquillas con el pitito allí en su cosita” con el dedo la niña indicaba su vaginita, Jasmani llevó la carita al pecho, ella olió el sudor de adulto sudado por la temperatura, la tuvo así unos instantes, la nena sintió que las manos de Jasmani acariciaban su espalda sintiéndose relajada, además al mismo tiempo sintió un bulto debajo de su traserito que se movía y así alcanzó a ver los dedos de aquel hombre que se deslizaban por los muslos, a sus escasos cuatro años de vida su inocencia le había hecho declarar espontáneamente lo sucedido, no daba cuenta de la dimensión de lo hecho en que el amiguito y el visitante en cambio sí lo entendían, le dio caricias al rostro simulando ser paternales, pero eran otra cosa, la carita de Renata de cuatro años se posó sobre el peso sudoroso de Jasmani, el hombre le dio de besitos en sus tiernas mejillas, la lengua pasaba por el cuello de la pequeña haciéndola sentir diferente y lamió las orejas y ella sentía cosquilleo, y más si empezó a meter su mano por el interior de la ropa infantil haciendo que el dedo roce los labios vaginales vírgenes de la pequeña Renata reaccionando con tímida sonrisa descubriendo sensación aún más diferente, el visitante le preguntó si sentía cosquillas allí y ella sonreía asintiendo a más de decirle el gusto que sentía por aquello, se levantó y se puso la camisa, la llevaba de las manos a su cuarto y su mirada se cruzó con la del niño asomado en la ventana que los veía caminar, con recelo se apartó de la ventana lo que el visitante pensó que con esa actitud el niño demostraba el temor y el recelo por verle, peor aún el deseo de acercarse, Jasmani sonrió al tener esa ventaja de discresión y tomó de la mano a la niña Renata, abrió la puerta, se sentó en el catre junto a ella que miraba a su alrededor aquel humilde cuarto, mirándola fijamente a los ojos con ternura le dijo a la niña que iban a “jugar” aquel jueguito de que antes lo había hecho con su amiguito Eleuterio, ella sonrió ante el pase de las manos en su rostro siendo acariciado, asintiendo al aceptar que no diría nada a los adultos, él sentado en su catre, Renata en su costado sintiendo el manoseo sobre su pecho y espalda así como los besos en su cuello y mejillas pues la había sentado sobre sus piernas, la niña sintió deliciosas cosquillas al pasar las rudas manos por sus costillas, Jasmani se reía, la agarró mejor de la cinturita llevándola la espaldita a su pecho lamiéndole más de cerca las orejas haciéndola estremecer de rubor, le dijo cerca del oído que si quería hacer el “jueguito”, Renata asintió nuevamente, Jasmani jocosamente sin dejar de acariciarle los muslitos le volvió a preguntar si diría algo del “jueguito” y ella tímidamente movia negativamente la cabeza viendo esas manos deslizarse por su ropita, dijo que guardaría su secreto, a Jasmani le vino el comentario de preguntarle a Renata qué le gustaría recibir de regalo de la fiesta del pueblo, ella con sonrisa amplia dijo que una muñeca de trapo, así Jasmani encontró el motivo de su desenfreno, recordaba a aquella “niña” a la que desvirgó siendo dueño de su abacería que asimismo la colmaba de regalos a cambio de la entrega de ese cuerpo infantil, ahora lo volvía a hacer con Renata, sabía que lo hecho allí en el cuarto con aquel “jueguito” sería para ella un gran secreto y que no iba a decir a los adultos, más, si Jasmani seguiría regalándole muchos juguetes a buena cuenta de su amistad con los padres de la pequeña que cada vez se incrementaba más con sus visitas, teniendo claro aquello, con seguridad Jasmani la puso en su delante y le dio su primer beso en la boca, Jasmani le dijo que así empezaban el juego el “papá y la mamá”, la niña confirmó esa aseveración pues ya había visto varias veces a su sus padres hacer lo mismo y ella creía que era un “jueguito” de cariño entre dos personas que se aprecian y se quieren, eso también se lo había dicho el pequeño amiguito al besarle, el visitante sonreía al escuchar ese inocente comentario, estaba a punto de lanza su pene amoldado en la tela, la besó prolongadamente, le enseñó a besar con lengua abriéndole la boca introduciéndole la lengua, la sintió más de sí al ver cómo cerraba los ojos de a poquito, la estaba iniciando, Renata le estaba perteneciendo, los besos eran prolongados y en cada pausa al separarse sus labios se miraban sonrientes, Renata vio pararse del catre al visitante en su delante notando el bulto en la tela del pantalón sucio de lodo, la vio delante de sí, ella se dejó bajar su ropita interior viendo las manos de Jasmani tomar su ropita interior colocada a un lado del catre, estaba descalza, le excitaban los pies descalzos de niñas preciosas aùn estando polvosos, pensó que por el momento ella no conociera su pene así que la acostó de cara al catre, comenzó a manosear y besar prolongadamente el traserito descubierto centrándose en sus glúteos suaves, la lengua los recorría, la niña sonreía pues sentía cosquilleos algo que le gustaba y que sentía el cumplimiento de la promesa de Jasmani en hacerla sentir rico y como no hacerlo un especialista en estos menesteres, el pene del visitante salió de su calzoncillo, el glande rozaba rico esos glúteos, Renata estaba sin ver que el pene se deslizaba por el culito, su espaldita sentía el pecho acalorado de Jasmani, su culo sólo sentía un deslizamiento pausado de piel tibia, le preguntó a la niña si le gustaba y ella dijo que si, que era delicioso sentir aquel roce en su espalda, el visitante pudo seguir pero fue interrumpido por los llamados desde el interior de la Ramada a Renata, era el niño que ya tendría que ir al río por más ropa, rápido le vistió y le dijo que mantuviera en secreto eso a cambio de una bonita muñeca de trapo y de seguir haciendo ese “jueguito” la niña sonrió ampliamente asintiendo, para sorpresa del niño vio al visitante tomado de la mano de Renata, cabizbajo el niño Eleuterio aceptó acompañarles al río, durante el trayecto hablaban de cosquillas y juegos de personas que se quieren poniendo el caso de los padres de Renata y Eleuterio preguntándoles si los habían visto en la cama, la niña inocentemente respondió a esa pregunta que sí, que los había visto, Jas amni le preguntó que muy seguido o pocas veces, Renata respondía que muy seguido, Eleuterio con su rostro ruborizado y mirando al piso se limitaba a escuchar, luego hablaron de los jueguitos y la fiesta del pueblo, el niño le describía al recién llegado Jasmani sobre las fiestas, Eleuterio le respondía cabizbajo y solo se limitaba a tímidamente sonreír, Jasmani quería ganarse la confianza, se sentaron los tres sobre una amplia roca a la altura de la loma, hablaron de muchas cosas, Renata se bajó tomando un palo rodeando con su caminar la gran peña, Jasmani habló al niño de lo que había visto prometiéndole guardar el secreto, pues le hizo creer que eso era algo natural entre un niño y una niña que se quieren mucho, es más, le aprobaba lo que había hecho, eso era de hombres, le dijo con confianza y seguridad abrazandole de un hombro, Jasmani le decía al prequeño que estaba de acuerdo en que le hiciese el “jueguito” a Renata las veces que quisiera y que él no diría nada a sus padres a manera de secreto pues consideraba que eso era bueno que hiciera pues eso hacen los hombrecitos que quieren a sus noviecitas, Jasmani lo motivaba al niño con sus palabras, Eleuterio vio el rostro de su amigo visitante, sonrió mostrando confianza con cierta aún poca timidez, se quedó pensativo cabizbajo pero sin dejar de sonreír, Jasmani le dijo que para eso fueron creados el pene y la vagina señalando con su dedo el pene vestido, le repetía que fueron creados para “jugar”, que estaba bien lo que había hecho y si quería lo podía hacer aquí y ahora, que él guardaría sus secretos pues era su amigo, para ratificar su confianza nuevamente lo abrazó de lado de sus hombros dándole confianza al niño, que desde ya tenía un rictus de seguridad, y así fue lentamente agarrándose el pene vestido, Jasmani vio ese movimiento afirmándole al niño que era todo un hombrecito valiente y que le demostrase ahora con la pequeña Renata que lo era, el niño pensó con indecisión, a sus ocho años aún tenía recelo y vergüenza pues así se estaba formando, Jasmani con mimos de ánimo en la cabeza acariciaba el pelo animándolo a hacerlo ahora mismo, moviéndole los hombros, el niño sentado miraba al suelo de la gran roca debajo en la que la niña caminaba alrededor de la peña, Jasmani le insistió nuevamente recordándole que era todo un hombrecito y que eso todos los hombres lo hacen reiterándole al niño su orgullo por tenerlo de amiguito, Jasmani le juró que no diría nada a nadie, que esto sería siempre su deseo y si quería hacerlo ahora con Renata, pues, que lo haga, le daba permiso, con gestos de ánimo repetitivo continuaba dialogando, le dijo que esta era una oportunidad valiosa y siempre defendería lo que haría, que se apure pues ya estaba cerca el momento de llegar al río, eso último hizo sonreír al niño, el visitante vio al niño descalzo que solo tenía puesto su calzoncillo y aprovechó del momento para ponerse en pie sobre la roca caminando en dirección a donde estaba Renata, le dijo algo al oído, la niña regresó su mirada a donde estaba sentado Jasmani quien le hacía señas que se dejara llevar por su amiguito y rápido pues ya tenían que ir al río a ver más ropa, que le regalaría la muñeca si se dejaba llevar por su amiguito, Renata sonrio tomada de la mano de su amiguito, los dos niños caminaron por el espeso monte y aún iban tomados de las manos, sonrientes, con la seguridad de volver a “jugar”, Renata se tomó la vaginita vestida con los deditos de la mano imitando a su amiguito que se manoseaba estirándose el pene vestido con tela suave de su pantaloncito, iban descalzos cuidándose de no espinarse, se detuvieron sobre una roca plana rodeada de monte alto y tupido típico de esa calurosa selva, los cuerpos sudados de los niños se liberaron de sus ropas quedándose totalmente desnudos, sentado a corta distancia el visitante contemplaba escondido entre el monte, estaban allí alejados de todo caminante, era su momento, miraba atento como los dos niños parados se manoseaban el penecito y la vaginita lampiña, al verse el pene estirado algo erecto que se lo manoseaba ellos sonreían, a la niña le gustaba estirar ese penecito que el niño se dejaba hacer, con gesto de prisa el niño le dijo a la niña que se acostase, él encima de ella alzaba y bajaba las caderas ella solo recibía los movimientos de su cuerpito abrazándolo como lo había hecho minutos antes en la cama de la ramada, las caritas se unieron, el niño cerraba los ojos, sentía ese deseo grande de tenerla a su corta edad, se sentaron viéndose los aparatos reproductores con sus piernas abiertas, se levantaron para manoseárselos así también los glúteos, él se arrodilló a besarle la vaginita estando ella en pie y le dijo a ella que hiciera lo mismo, así Renata se arrodillaba y le lamía el pene a su amiguito, el visitante con gran emoción vio el rostro de la niña que pasaba por ese penecito, decidió intervenir y cogérsela pero se contuvo, todo estaba saliendo exitoso según sus planes, vio hacia el sol y era hora de salir del lugar, esperó un poco más al verlos acostados sobre la roca alzando y bajando caderas, primero Eleuterio encima de ella y luego Renata encima de él, se movía el penecito rozando la vaginita, de súbito el niño se apartó de la niña que seguía acostada manoseándose la vaginita viéndose los roces, el visitante vio la espalda y ese traserito voluminoso del niño atrayente, lo vio fijamente el tiempo que el niño utilizó para micciar en un frondoso árbol que daba buena sombra, luego puso en pie a Renata vistiéndola y saliendo del lugar yendo donde Jasmani los esperaba sentado, al verlos se bajó de la roca, caminaron unos centenares de metros y la niña se acuclilló delante de ellos a orinar dejándose ver esa vaginita lanzando orina por esos labios vaginales, ya en esas circunstancias había confianza entre los tres, Jasmani vio el rostro complaciente del pequeño Eleuterio que viéndola se manoseaba el pene sacándoselo y botando cortas gota de orina que aún le quedaban, ella también sonreía, llegó el momento delante de Jasmani que ambos estaban abrazándose uniendo a frote sus genitales para luego seguir el camino al río, Jasmani insistía en que guardasen el secreto a lo que los niños asentían, ya era media tarde cuando llegaron al lugar de lavado en el río, las dos mujeres sonrieron ante la presencia de Jasmani que se había unido a la ayuda de los niños a llevar otro poco de ropa, la más animada era Ana Luisa al verlo, Jasmani jugaba animosamente con los niños que se bañaban frente a las mujeres del lavado, a quien más agarraba y lanzaba al agua era a Renata y a su amiguito Eleuterio, se incrementaba así la confianza, el visitante vio la puesta de sol, salió del agua a conversar con las dos mujeres que seguían lavando, vio el bulto de ropa y un par de baldes amarrados cruzados por un tronco que servía de sostén para trasladar el agua, los llenó de agua y cargó llevando en dirección a la ramada, Renata y Eleuterio le seguían cargando ropa, Jasmani puso el agua en el gran tanque, vio a los niños tender la ropa, caminó en dirección a su cuarto, luego con ademán el niño hizo subir por las escaleras tomándola de la mano a Renata, la puerta quedó cerrada esta vez, el visitante sonreía mientras el tiempo transcurría, sabía lo que estaban haciendo allá arriba pues se escuchaba el catre, fue a su cuarto a descansar secándose la ropa quedándose en calzoncillo, recordaba lo de los niños, sonreía dándose placer en su pene hasta verlo bien erecto, un tiempo después escuchó un ruido, salió dándose cuenta que una de las estacas que sostenía la ropa se cayó, la puso correctamente, ya para ese momento los dos niños ayudaban a recoger la ropa ya algo seca, los niños quedaron arreglando la ropa y tendiéndola en el cordel, fue a cargar leña adentrándose y saliendo del lugar, Renata daba de comer a las gallinas mientras el niño subía con ropa seca a la ramada, el visitante le hizo señas a la niña para que lo acompañase al cuarto junto a la ramada, sentados en el extremo del catre le preguntaba a Renata si hace rato habían hecho “el jueguito” y ella afirmó con su cabecita asintiendo, Jasmani le preguntó a la niña si quería hacer “el jueguito” ahora con él y ella tímidamente viendo el suelo dijo que si, sin perder tiempo la acostó sobre la cama y empezó a deslizarse la ropita interior, se mostraba esa vaginita rojiza, la lengua de Jasmani se deslizaba sobre el clítoris haciéndola estremecer sonriente sintiendo prolongado cosquilleo, las manitos pasaban por el pelo de la cabeza del hombre que con su lengua recorría los labios vaginales deslizándose hacia el ombligo y vientre de la niña también por los muslos mostrándose bien abiertas las piernas, Jasmani hizo una pausa preguntándole a Renata si quería más del “juego” y ella sonriente asentía con su cabeza recostada en la cama,lo que vio le asombró, era el pene descubierto del visitante que por vez primera ese grueso tronco diferente al de su amiguito se acercaba a esa vaginita, se recostó sobre la niña moviendo la cadera, quedó estático por un momento, deseaba sentirla a través de su piel, para ello el glande estaba rozando punteando los labios vaginales de Renata, para ella era la primera vez tener el pene peludo, venoso y velloso de un adulto, recordaba que desde hace tiempo no disfrutaba de eso, de tener a una niña de cuatro años en su poder más aun permitiéndole y gustándole, alzó su cara buscando los labios de la niña, se encorvó hacia atrás para besarla repetidamente desenfrenando su sexo bucal en la vaginita chupando y lamiéndole el clítoris, le preguntaba si eso le hacía Eleuterio, ella respondía negativamente sin dejar de suspirar y reoir ante el sentir de cosquillas que le hacía la lengua la clítoris de la pequeña, la tenía allí a la hija de la mujer que deseaba, se imaginó que estaba con ella, con Ana Luisa, la madre, aquella piel y aquel pelo muy parecido a ella, aquellos labios que los volvía a unir con los suyos, muy parecidos a los de ella, los de su madre, la volteó para rozarle el pene entre los glúteos, gustaba de ello, de ese roce en piel suave, la tenía a su voluntad a esa niña y en cada pose le preguntaba si le gustaba ese “jueguito” y le escuchaba decir que si, y cuando ella se quedaba callada la obligaba insistentemente a decirle que sí, Jasmani se complacía ver su cadera alzando y bajando con su pene rozando y deslizando sobre el traserito lindo quedito de esa preciosa niña de piel morena clara, le besaba el cuello y le lamía la oreja y reiteradamente repetía si le gustaba esto, y siempre la respuesta era afirmativa por parte de Renata, la acostó de boca arriba y le hizo ver su pene rozando la vaginita, le decía a al niña que su pene eera mucho más grande que e de su amiguito, que lo mirase bien, ambos se miraban los genitales y sonreían al ver que el pene se deslizaba delicadamente por los labios vaginales de la pequeña, él con la seguridad de lo que le estaba haciendo con sentido de placer mientras que ella seguía mirando ese pene peludo diferente al de su amiguito, es epene grueso, velludo y venoso que abría ahora los labios vaginales al roce del glande a lo que ella dio un gemido al sentir algo diferente en esa vaginita, pudo ver todo eso con sus piernas bien abiertas tomados sus muslos de sus manitos ayudándose así a abrirlas más y envorvandose más, Jasmani le decía que siguiese mirando y sosteniendo sus muslos con las manitos, que no se distraiga, el glande rozaba toda la entrada de la vaginita, aahhh, exclamaba Renata, todo era así de su parte, ahhh, gestos, jadeos, gemidos y sudor de Jasmani, la tenía cogida así, de pronto tomó su glande rozando en círculos la entrada de la vaginita, se inclinó más, el glande cuarentón ahora estaba en la entrada de esa deliciosa vaginita de cuatro años ya muy ensalivada entrando un poquito, con leves empujones empezó a tratar de meter el glande en esa entrada de vaginita lampiña rosácea, la expresión de la niña cambió un poco mordiendo los labios con mirada extrañada pues ahora sentía diferente, ya no tenía esa sonrisa amplia, experimentaba algo nuevo, las caricias repetidas de Jasmani en el rostro de la niña hacían menguar un poco su incomodidad, Jasmani mordía los labios, ella fruncía el rostro, mostraba molestia, en uno de esos movimientos de cadera Jasmani le dijo que mire, los ojos café de esa linda niña miraban el glande entre sus abiertos labios vaginales, en ese instante le dio un prolongado beso mientras empujaba milímetros el glande en ese deliciosa vagina, separó sus labios de su iniciador diciéndole que le dolía, el visitante reaccionó hacia el límite de lo descubierto, se apartó de la niña dejándola estática acostada en su catre, instintivamente las manitos buscaban la vaginita, ella miraba a Jasmani que se agarraba el pene agitándolo pues ya tenía en la punta el líquido pre seminal, el brazo de la niña se estiró señalando a la puerta, arrimado estaba tomando un balde el amiguito de Renata, un pie apoyado en el muslo mientras el otro rígido en el piso, la otra mano se manoseaba el pene salido del short que llevaba puesto, miraba a su amiguita acostada en la cama estática con las piernas abiertas desnuda totalmente a la vez su mirada se posaba en Jasmani desnudo en su totalidad agitándose el pene listo para seguir de no haber sido interrumpido por la presencia del pequeño Eleuterio, intercambió miradas con el niño de ocho años, bajó su rostro tímidamente, muy sonriente Jasmani le hizo entrar dejándose cabizbajo el niño llevar hacia donde estaba Renata abierta de piernas con su vagina descubierta, a mandato de Jasmani la niña seguía quieta, los labios de Jasmani fueron a las orejas del niño, le dijo que mirase como se jugaba, preguntó si quería ver, el niño sin mirarlo y aún cabizbajo asintió, muy cerca de ellos Eleuterio vio el glande rozando los labios, vio los labios de Jasmani que chupaban la vagina, abría la vaginita con los dedos y la lengua lamía el clítoris, el niño vio el rostro de complacencia de la niña al cosquilleo que esos movimientos de lengua le estimulaba con gusto, el niño entendió que estaba bien eso, luego vio el glande grueso peludo que rozaba clítoris y labios vaginales, el rostro de Renata era complaciente, siguió y siguió rozándole repetidamente, vio las caderas del visitante moviéndose sobre el cuerpito de la niña y los gemidos de ella al sentir su peso, la estaba disfrutando de mejor manera relajándose sobremanera delante del niño que observaba con detenimiento todo detalle, se apartó de la niña, sonriente con la manos al pene le dijo que se deslizase la ropa y se acostase sobre la niña y así lo hizo, al instante estuvo sobre su amiguita, Jasmani veía el traserito del pequeño Eleuterio alzándose y bajándose, mucho gustaba de verlo, se toma el penecito haciéndolo círculos en la vaginita tratando de metérselo infructuosamente sólo quedando en roces y ambos infantes sonreían, Jasmani con mucho cuidado le hizo a un lado a Eleuterio para acostarse sobre la niña, el niño quedó suavemente arrimado a la pared acostado de perfil que iba manoseándose el penecito viendo el glande de Jasmani rozar la vaginita de Renata, Jasmani le dijo que el suyo era más grande, le sonreía al niño, mientras tanto el niño alzaba la pierna pegada a la pared seguía manoseándose el penecito mirando el semen salido del visitante depositándolo sobre el ombligo y parte de la vaginita de Renata, el niño de súbito se sentó curioso a ver ese líquido deslizarse sobre la piel de su amiguita, los deditos de Eleuterio pasaron por el líquido puesto en la piel de Renata, para él era la primera vez ver ese liquido blanco, también para Renata, Jasmani decía que ese liquido hacía hijos mientras que los dedos de Jasmani desalojaban el líquido dejando aquel sobre la vagina, le tomó de las caderas al niño e hizo que su erecto penecito se deslizase sobre la vaginita con semen, el visitante vio el penecito mojarse de su semen hasta los lampiños testículos infantes rosáceos de tanto roce, así lo movió por un instante, luego se apartó pues la niña deseaba verse ese líquido, sentada sobre el catre miraba ese líquido sobre su vaginita, se levantó y fue a la lavarse, el niño y Jasmani desde el marco de la puerta vieron a la niña que se acuclillaba limpiándose la vaginita con agua y luego así acuclillada sacaba orina, Jasmani desnudo junto a Eleuterio también desnudo vio que se manoseaba el traserito y a la vez el penecito, le dijo que entrase al cuarto, el pequeño Eleuterio obedeció, quizá pensó que la niña debía asearse sola, reservando dizque su privacidad, las manos de Jasmani fueron a la espalda de Eleuterio acercándolo al extremo del catre sentándose junto, Jasmani le pidió de su discreción a lo que el niño cabizbajo asentía, le prometió regalarle algo en la fiesta del pueblo por lo que su reacción fue de alegría, gustaba mucho de dulces y juguetes como se lo hacía saber a Jasmani, así sentados la mirada de Jasmani se posaba sobre el penecito descubierto del niño, lentamente los dedos se deslizaban sobre los muslos de Eleuterio quien lo miraba sonriente a la cara, Jasmani le dijo al niño que le iba a enseñar cositas para que las haga luego con Renata cuando tuviesen la oportunidad, le dijo que si ahora mismo lo quería a lo que él respondía asintiendo, Jasmani sonrió ya para cuando el niño se dejó acostar sobre la cama junto con el visitante, quería aprender eso que tanto le gustaba a la niña como pudo verle el rostro mientras Jasmani se lo hacía, quería aprender a que la niña le gustase eso, ambos acostados de perfil viéndose los penes, Jasmani fue de la iniciativa y le acariciaba el pene lampiño descubierto diciéndole que pronto lo tendrá como él, unieron sus frentes y Jasmani le estimuló a sonreír, se acercaron las caderas uniendo las pelvis y los penes primero viéndose los tamaños al unirlos pero seguidamente Jasmani acomodó su cuerpo sobre la cama y el cuerpito del niño sentado sobre el cuerpo de Jasmani, puso el penecito sobre el pene peludo y le dijo al niño que moviese adelante y para atrás las caderas infantiles y que viese el movimiento de su penecito sobre el pene grande, el niño sonreía viendo deslizarse el penecito en ese pene adulto peludo, el culito sentía los pelos de los testículos de Jasmani que le dijo que así debería hacerle en la vaginita de Renata, luego Jasmani lo acostó de cara al colchón y el pene ahora pasaba entre los glúteos del niño, para el pequeño eso era la primera vez por eso se sentía extrañado, sin decir palabra el cuarentón de Jasmani también estaba sometiendo sexualmente al pequeño Eleuterio de ocho años, estuvieron en esa postura por unos instantes, después lo sentó y le abrió de piernas, la boca del visitante chupaba el penecito del niño, luego de tantos chupes y lamidas preguntó si le gustaba el jueguito y el niño sentía de amplia sonrisa así que continuó chupándoselo, diciéndole que eso debería hacerle a Renata pero en su vaginita, el nene tímidamente asentía, rato después estaban acostados abrazados, Jasmani besaba el pelo del niño acariciándole el rostro, Eleuterio sentía el pene flácido sobre su trasero así acostados de perfil con la pierna del visitante sobre los mulsos del niño, Jasmani lo acariciaba repetidamente diciéndole que ese secreto era de ambos y que lo que le había enseñado hace ratito se lo tenía que hacer a Renata próximamente, mientras le hablaba le besaba repetidamente el cuello, le dijo que y así también con el tiempo le enseñaría hacer otras cositas que le enseñase a futuro a Renata, tiempo después la niña llegó buscando su ropita interior, los vio acostados sobre la cama así desnudos, al llamado de Jasmani ella se unió dando roles por el catre a veces cayendo al suelo y luego seguir sobre el catre jugando alas cosquillitas, los tres así desnudos tenía absoluta confianza, mientras Eleuterio manoseaba el traserito de Renata Jasmani lo hacía en la vaginita haciéndole cosquillas en las costillas, la niña reía abiertamente, prometieron volverlo hacer cuando estuvieran a solas, se vistieron, ambos niños tomaron cada uno un balde en búsqueda de agua, el visitante quedó a limpiar la sabana con semen, tiempo después las mujeres llegaron a las pocas horas y ya cuando el ocaso estaba a plenitud llegó el hombre con su carreta desde el pueblo, cordialmente llevó a Ana Luisa a su casa junto a sus dos hijos, al despedirse, ceremonialmente lo hacía Ana Luisa de su amiga y de Jasmani mientras que las manitos de Renata en la despedida se agitaban con dulzura e inocencia.
FIN DEL CENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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