METAMORFOSIS 174
La fiesta.
Desde lejos en el firmamento se veía los petardos motivo de la fiesta del pueblo selvático, la algarabía de los habitantes no se hacía esperar, el momento era propicio para la felicidad colectiva, el parquecito rural del pueblo mostraba los humildes prestidigitadores errantes sin techo más que el cielo estrellado así los juegos estaban a disposición de los niños, algunos descalzos mostrando su pobre indigencia de haber nacido hijos de humildes peones o campesinos, otros como los pertenecientes a las grandes estancias colindantes vestían la última moda con perfumes del exterior y casimires que contrastaban, sin embargo en la procesión y en la kermesse todos de alguna forma aunque separados por grupos sociales hacían su participación, la marcada brecha social se mostraba en los gestos de los pudientes y en la prepotencia de sus consortes femeninas al ordenar a sus lacayos, allí aparecían las familias agrícolas ganaderas ricas del sector ante la mirada de respeto mostrada en la cara de cada peón, empleado o guachimán, allí se veía a las damas de compañía cuidando los niños hijos de las patronas, muchas de ellas nodrizas, se veía a los mayordomos capataces sentados en las mesas de distinción absoluta no así al resto de la servidumbre sentada en humildes bancos, allí estaba el párroco entre los pudientes alzando bebida ligera, todo eso contemplaba Jasmani junto a sus amigos que asistían a las murgas pueblerina con fuegos artificiales, faltaba el invitado especial, todos al vilo por su llegada, algunos mascando muelas, otros entre boquiabiertos, otros sudorosos queriendo beber cerveza, ron o lo que se les pase por enfrente, los niños corrían por los alrededores de las norias y carruseles puestos para la ocasión, otros con sus globos y helados demostraban su satisfacción y aquellos niños muy pobres descalzos victimas del abandono limitándose a ver sentados lo que otros hijos reconocidos hacían alegremente con libertad, la gente estaba a la expectativa del inicio de la fiesta pero el hombre potentado principal que no aparece, de eso dio cuenta Jasmani, los murmullos se iban haciendo cada vez más intensos, hasta que de pronto desde lejos viene surgiendo la algarabía y los gritos el júbilo con chiflidos, los niños descalzos fueron los primeros en ir al encuentro original de aquellos jinetes, llegaba el patrón,montadoa caballo,el hombre más pudiente bien vestido, delante de un auto lujoso de la época a poca marcha que llevaba en su interior a Dina, su esposa joven, y, a su precioso niño de tres años: Aarón Joaquín, la mujer saludaba desde su interior al igual que el agite de las manitos de ese precioso niño a través de los cristales de las puertas, el hombre cuarentón bajó de su montura alzando manos con solemnidad, del auto sale un joven bien vestido abriendo la puerta, de ella sale la regia dama llevando en su mano derecha a su hijo, el potentado junto a su esposa saludaban, estaba previsto sentarse en la amplia mesa, Joaquín Valdez, era el prioste de la fiesta, el potentado, el pudiente del lugar, el prestamista, el bien apreciado por la gente por su nobleza y caballerosidad, la algarabía del populacho no se hizo esperar, demostraba ser con sus acciones de vida la figura principal del evento por seis años seguidos, eran sus contribuciones las que mayormente engalanaban la plaza del pueblo, así, en ese instante de entrada a la orden del clérigo empezaron los eventos, primero los fuegos artificiales al mismo tiempo las danzas, los niñitos humildes descalzos aplaudían entusiasmados, otros buscaban los cohetes lanzados, por detrás de la silla aparece un jinete diciéndole algo al oído al prioste, asintió pensativo, le dio un lugar en la mesa para seguir escuchándolo por breves momentos, los habitantes murmullaban señalando a la mesa de los dos hombres, los conocidos sonreían con discreción, luego vinieron los trucos de escenario circense y bailes autóctonos, ya eran las nueve de la noche para entonces, los niños estaban sentados viendo el espectáculo mientras otros seguían instalados en los juegos, Jasmani había manejado la carreta que transportaba a sus amigos la pareja de esposos donde vivía de posante, junto a ellos estaba el pequeño Eleuterio bien vestidito para la ocasión, solo que el uso de aquellos zapatos nuevos le incomodaban, los cuatro amigos estaban sentados en un apartado de la pista de baile junto con Jasmani, la banda contratada hacía las delicias de los ya algunos mareados peones desde horas de la tarde y resto de la plebe, fue grato reservar asientos a Ana Luisa, su esposo Clotario y a su tierno bebé de meses de nacido con la pequeña Renata, la mirada de Jasmani era siempre para la pequeña, ambos niños fueron hacia los juegos tomados de la mano, les siguió Jasmani, desde lejos los esposos contemplaban a Jasmani jugar con los niños, era adecuado el apego que entre los tres se tenían, los hizo jugar en la noria, les regaló helados y los dos niños fueron contentos a sentarse mostrándole a sus padres los obsequios que Jasmani les había regalado, al pequeño un carrito y a la pequeña una muñeca de trapo que tanto había anhelado tener, los padres de los niños agradecieron a Jasmani por la deferencia, tocó el turno de bailar, Jasmani bailó con la esposa de su amigo y después el turno fue para Ana Luisa, sus manos agarradas sutilmente y sudorosas declaraban su empatía entre tanta sonrisa, los acordes de la suave melodía daban para verse al rostro, intercambiaron frases bonitas más de parte de Jasmani, la sonrojada Ana aceptaba con decoro esas frases, las manos se entrelazaban más con la soltura acostumbrada en aquellos que se atraen mutuamente bajo un ambiente cálido cómplice de algo que está naciendo en forma atrayente, los labios pidiéndose aproximación bajo el instinto, el aliento chocando, véanse los pechos atrayentes al unísono de acelerado latir, la temperatura se incrementa en la piel de la mujer, de eso dio cuenta Jasmani, tuvo una erección, la sintió ella al roce de sus ropas al paso de la melodía, el bulto vestido de Jasmani rozaba más frecuente la entrepierna de la mujer que en cada movimiento que se lo permitìa más y más, instintivamente vio hacia la mesa pequeña donde estaba su esposo, sonrió, de él fue devuelta la sonrisa, terminó la pieza musical y continuaban con la mirada del deseo, bebieron un poco los esposos, Jasmani esa noche daba un comportamiento saludable, sin fumar y simplemente dedicado a beber limitadamente, sus diálogos entretenían pues iban con cada anécdota graciosa que al ambiente se ampliaba a darles más trago, otras dos piezas de baile de Jasmani con Ana y luego dedicarse a cuidar los niños, el de a pecho dormido en el regazo de su madre joven, de pronto de la mesa principal el joven que estaba sentado junto al prioste de la fiesta pidió permiso para bailar con la joven madre pero fue infructuosa su intención viendo el tierno bebé dormido en el regazo materno, desde la gran mesa la mirada del prioste complementaba con sonrisa irónica que era atravesada de modo fulminante hacia Ana Julia al ver que su hijo no pudo hacerle bailar, entre tanto Jasmani hacía bailar a los niños animadamente, los padres ya un poco mareados gozaban con algarabía de ver a los niños bailar que intervenían haciéndolo también, la atenta mirada del joven que otrora había manejado el auto desde la mesa seguía sobre Ana Julia, deseaba bailar con ella, como que algo de su ser se lo pedía intensamente, no esperó a más y de inmediato abandonó la gran mesa viendo lugares vacíos en ella, se acercó a las dos parejas de esposos invitándolos a estar cerca de la gran mesa, algo inusual para ellos pero aceptaron con algo de recelo pues la vista de los presentes y murmullos no se hicieron esperar, Ana la joven madre llevaba en brazos a su tierno hijo, el prioste con sonrisa forzada se levantó de la silla invitándoles a sentarse cerca como forma de completar la voluntad de aquel prestante joven, la mirada era electrizante entre el joven y el prioste, allí había también espacio para Jasmani y los niños quedándose sentados en la mesa, los esposos prestantes siguieron bailando agarrados de sus dos tiernos hijos ante el aplauso de los asistentes, Jasmani compraba gaseosas para los niños que eructaban ante tanto líquido y baile agitado, mientras la pequeña Renata bailaba una pieza con su padre, el pequeño Eleuterio bailaba con su madre, Jasmani los miraba con detenimiento al joven que conversaba con Ana mostrando un poco de timidez sin dejar de sostener a su tierno hijo, pero fue sorpresa para Jasmani ver levantarse al prioste pidiéndole a Ana que baile con él la siguiente pieza, la mujer dejó al niño en brazos de su amiga y salió tomada de la mano, la mirada de los presentes era centrada en la pareja saliente a bailar, el joven hacía puños de impotencia al verlos bailar, los murmullos no se hicieron esperar sobre lo que estaban bailando el prioste de la fiesta con la que fue su sirvienta de la estancia hasta antes de conocerse que estaba embarazada de su primer bebé concebido con el “bobalicón” de Clotario como lo catalogaban en el pueblo, la pieza fue muy extensa mirándose a los ojos, el patrón emitió frases cortas que hizo sonrojar y bajar el rostro de la humilde mujer, algunas mujeres de edad mayor comentaban susurrando alguno que otro criterio mordaz, la siguiente pieza la pidió el insistente joven y luego siguió el ya muy mareado Clotario, ya para entonces los niños estaban dormidos en sus sillas, pasada la medianoche, Jasmani seguía dándole trago y más trago a Clotario, estando la madrugada en apogeo Eleuterio y sus padres tomaron la carreta en camino a casa, Clotario avanzado en trago se despedía de sus amigos, estaba emocionado de sentarse en la amplia mesa reservada, la alegría efímera del momento para aquel pobre hombre, Clotario bailaba desaforado, se quedó Jasmani pues Clotario físicamente no podría tomar las riendas de su carreta, Ana con sus dos hijos dormidos esperaba en la carreta para ser llevada, fue en ese momento que el joven se acercó a conversar, estaba algo mareado, la contempló con sonrisa de ojos entreabiertos, estiró la mano, la yema de los dedos de su mano derecha rozaba las mejillas de aquel tierno niño, le decía que ese niño era muy precioso, Ana se limitaba a ver esos movimientos de caricias hacia su hijo, los dedos pasaban por las cejas y por los labios con restos de leche materna, la sonrisa del joven fue más amplia, su cara apoyada a la carreta con el brazo estirado, se notaba su rostro de mareo, estaba a punto de desfallecer, a distancia se escuchaba aún la música viendo bailar a Clotario, hubo un instante en que Ana y el joven se miraron con respectiva timidez por parte de ella y con algo de altivez por parte del joven, se conocían, y vaya que se conocían, habían establecido una amistad desde muy pequeños, el hijo del patrón con la hija de los lacayos, desde muy pequeños un acercamiento, desde muy pequeños el primer roce, desde muy pequeños la primera caricia, las manos del joven rozaban ahora las manos de Ana sosteniendo al nene que estaba profundamente dormido, sus rostros tan cerca al punto de sentirse la respiración mutua, acelerada por las circunstancias del momento, sintieron el roce de sus narices, el apartado lugar oscuro donde estaba la carreta daba para sentirse seguros en la intimidad, ambos se dejaban llevar por el deseo, se rozaban las frentes, sentían la tibieza de sus mejillas, la nariz masculina rozaba las mejillas femeninas ya ardientes del deseo, se agachó para servirle un trago ligero de cidra de su botella recién abierta, sabía que le gustaba, de a poco le hizo acuerdo aquella ocasión en ese apartado cuarto donde se amaron por vez primera, donde se descubrieron los cuerpos, donde brillaba la timidez y el de estar juntos piel a piel, le recordaba aquel lugar como otros seguidos lugares, Ana se limitaba a escuchar y asentir tímidamente con la mirada al piso, luego vino otro trago de la deliciosa bebida, las manos se juntaron, le pidió que no la olvide y lo hizo con un apasionado beso correspondido, se sellaba la confirmación de su atracción, beso tan delicioso como siempre, la joven escuchó un silbido, era el momento de la partida, estaba avisada que alguien vendría, Ana Luisa pensaba en el autor del silbido, pero no fue momento para pensar más sino para en breve dejarse acariciar del joven que luego hizo mimos al pequeño y le suplicó que se despidiese amorosamente, Ana Luisa quedó estática por unos segundos viendo al joven escabullirse torpemente por el monte tupido, escuchó unos pasos y unas entrecortadas palabras emitidas por Clotario que iba a hombros de Jasmani, lo sentó a su lado mientras Ana se recostaba para ser llevada a casa, durante el trayecto pausado y lento Jasmani daba más licor a Clotario quien estaba ya profundamente borracho, alardeaba de su amor por su mujer, estaba orgulloso de ser padre de dos hermosas criaturas, Jasmani veía el rostro de Ana e interpretaba sus expresiones, en un giro de curva Clotario casi se cae de la carreta lo que hizo hacer más lento el trayecto de allí en adelante, los ojitos del niño estaban entreabiertos acariciándolos su madre, Jasmani escuchó la petición de detenerse pues Renata deseaba micciar, Ana recostada sobre la carreta le pidió a Jasmani que le ayudase con la necesidad biológica de la niña, el conductor bajó de la carreta sosteniéndola a la niña de la cintura luego indicándole el apartado lugar donde debería hacerlo, pero la soledad de la noche hizo tener miedo a la niña y se bajó el calzoncito orinándose cerca de Jasmani junto a la rueda de la carreta, la madre viendo eso sonreía contagiando alegremente a Jasmani, punto a favor en su confianza mutua, a la vez que se escuchaba los ronquidos de Clotario, la luz de luna mostraba la vaginita micciando, luego la subió a la carreta, la niña en ese movimiento sintió el roce del dedo en su vaginita vestida, luego de emprender el trayecto Clotario mucho se movía junto a Jasmani por lo que decidió recostarlo en la carreta a sus anchas evitando alguna desgracia, la niña se sentó arrimada a su madre mientras que Ana Luisa se recostaba sobre el espaldar de la carreta abrazando a su hijito, de eso dio cuenta Jasmani e hizo aún más lenta la marcha, faltaba mucho por llegar, tan lento iba que ya Ana estaba dormida, aprovechó de las circunstancias para acomodar a la niña que iba a su lado poniéndola recostada a su vientre acariciándole el pelo pasándole el dedo por los labios, a ratos se inclinaba para darle caricias en el rostro, tomo una de sus manitos haciéndola pasar por el pene vestido amoldado para que la niña sintiese y se enterase de la presencia de ese gran bulto, los deditos de la niña rozaban voluntariamente ese bulto vestido, los labios de Jasmani se acercaban al oído de la niña para preguntarle si le gustaba, la niña respondía con bostezo a lo que Jasmani simplemente sonreía, le volvía a preguntar y ella inocentemente asentía, asegurándose en cada momento de estar contemplando a Ana Luisa muy dormida con su hijo en brazos junto a su esposo, Jasmani detuvo la carreta, la niña vio bajarse al conductor que se sacaba el pene a micciar agitándolo alegremente siendo mostrado a la nena que tampoco dejaba de verlo, su inocencia hizo que sonriera viendo al chistoso Jasmani que se insinuaba sexualmente, se acercó donde se encontraba Ana percatándose que estaba dormida y qué hablar de Clotario que roncaba, bajó repentinamente a la niña dejándose llevar a un sitio donde podría ver la carreta mientras le bajaba el calzoncito, la puso rápidamente en cuatro apoyando sus rodillas y manitos al suelo sintiendo en la piel de sus glúteos y traserito aquel peludo erecto pene de Jasmani que no dejaba de rozarlo, era para él la gloria absoluta preguntándole si le gustaba eso a lo que ella respondía que sí asintiendo, la cara de Jasmani se perdía en el pelo de la niña, estaba ardiente, desde hace horas la había visto subirse a la noria y al bajar veía ese calzoncito ahora puesto en los tobillos infantiles, luego la encorvó sobre sus glúteos abriéndola de piernas haciendo que observe el roce del glande en la entrada de su vaginita, los movimientos se incrementaban, la punta del glande algo entrada en la vaginita virgen que de esa forma abría los labios vaginales, la niña desde esa postura vio que por el glande y sus labios vaginales salía un líquido blanquinoso que al ser apartada del hombre se deslizaba por su piel, la giró y trató al aguante de introducirle el pene mojado de semen, le decía que sintiera lo que le estaba haciendo, la niña estaba a punto de gemir con fuerza, eso previno a Jasmani para ya no continuar concentrándose ahora en la limpieza de las partes íntimas de la niña, los padres estaban profundamente dormidos, durante el trayecto la niña dormía junto a Jasmani que a su gusto en instantes manoseaba las partes íntimas de Renata la hermosa niña, tiempo después llegaron a la ramada humilde, Jasmani acomodó a su amigo Clotario en el catre mientras Ana Luisa acostaba a sus dos pequeños hijos, Jasmani estaba por despedirse de la mujer pero ésta le propuso que se quedase a dormir y emprendiese su camino al amanecer prestándole su carreta, el hombre asintió, en el suelo le acomodó las mantas para que durmiese, ella fue a acostarse con su esposo que no paraba de roncar aquel bobalicón, Jasmani tenía en su delante el candil prendido mirando a su alrededor, se escuchaba el sonido de los insectos nocturnos, estaba a punto de cerrar los ojos, estaba relajado, pensaba en lo hecho minutos antes con la pequeña Renata, se metió las manos acariciándose el pene dentro de lo único que tenía puesto que era su calzoncillo, la tela mostraba el bulto, se iba relajando más, entre dientes muy calladito emitía el nombre de Renata, de pronto se asusta al ver una silueta deslizarse por la habitación, estaba cubierta de ropa ligera humilde, el candil mostró el rostro de aquella mujer que delante de Jasmani hacía deslizar la ropa quedando completamente desnuda en su delante, lentamente se dejaba acostar sobre ese cuerpo viril, las manos de la ansiosa mujer cubrían el espectro deseo de Jasmani que se dejaba, no faltaban las caricias y el sometimiento a besos constantes muchos de ellos con lengua, sin palabras, solo el gemido del deseo, ardientes, no esperaron a más, en segundos el pene estaba dentro de la mujer que abría la boca en señal de desesperación por más y más, estaba conociendo ese pedazo latente tibio de carne en sus entrañas, para ella, grueso, sí, muy grueso como lo necesitaba, sentía aquel pene peludo que si supiera cuántos traseros y vaginas había desvirgado quizá en otro tiempo ella hubiese sido una más de la lista de la primera vez, pero ahora entraba y salía al calce, gustaban escucharse los gemidos, Jasmani y Ana confirmaban su deseo mutuo despertado en el baila de esa inolvidable fiesta, aquella insinuación ahora era una realidad, la hizo colocarse boca abajo y lentamente junto con besos en el trasero abierto le fue introduciendo el pene, parecía virgen el ano, fue de a poco metiéndosele, ella esquivaba, suplicaba que por ahí no, que no le gustaba, él suplicante le pedía que se dejase hacer, que iba a sentir rico pero ella no quería, fue entonces que sujetándola bien y en movimientos agradables de cadera estando encima de ella le metía el pene por la vagina, luego la sentó sobre sus glúteos como lo hizo momentos antes con la pequeña Renata, viéndose el pene entrar y salir, solo gemidos, sin palabras, solo caricias, entre descansos los besos recurrentes, sudorosos de tanto sexo, no deseaban terminar, deseaban aún más sentirse, deseaban y deseaban, confirmaban su deseo atrayente, lo que la mente de Jasmani no interpretaba a través de los cerrados ojos de Ana es que ella pensaba que aquel joven hijo de Joaquin Vladés le estaba haciendo el amor, mordía sus labios, Jasmani solo era instrumento para desfogar su placer, Ana Luisa simplemente amaba a ese joven hijo del patrón, ese joven con quien descubrió amar y ser amada, ahora lo imaginaba en el cuerpo ardiente del bisexual Jasmani, se sentaba sobre el pene alzando y bajándose la cadera creando activo placer en su amante, el resto de la noche estaba para ambos, se acostó boca arriba con su pene erecto apuntando hacia arriba, la boca amplia de la mujer cubrió el glande lamiéndolo, chupándolo, acariciándolo, amándolo, si, grande, reconocía que ese tronco de carne viva de sexo era el más grande, más tamaño que el de su esposo y de aquel joven, lo había comprobado en el río, allí lo había visto a ese glande erecto vestido humedecido, desde que le vio la entrepierna en ese bulto vestido ella se imaginaba como sería dentro de su vagina y ahora lo estaba sintiendo, lo estaba comprobando, se recostó sobre la pelvis del hombre con su cara al roce de su pene, la mejilla de la mujer acariciaba el pene haciéndolo rozar repetidamente, le dijo que quería más, Jasmani obediente la puso piernas al hombro y empezó a darle el consabido mete y saca, gustaba ella de eso, cerraba los ojos, se imaginaba a su amante, mordía los labios, placer absoluto, hasta que no dio cuenta de sentir el semen dentro de su vagina, quiso apartarse pero las fuertes manos del rígido cuerpo de Jasmani no se lo permitían, es más, se recostó sobre ella abruptamente haciéndole el mete y saca, todo el semen dentro, placer concluido, quedaron asì quietecitos, fue la primera entrega y ya había semen dentro, el pene continuó dentro hasta que de a poco se puso flácido saliendo lentamente de la vagina y con él algunos restos de semen, unieron sus cuerps acostados de perfil, luego de a poco Ana quedó dormida con su cara junto al pene de su amante, Jasmani complacido acariciaba el pelo de la mujer, los primeros cantos de los gallos hicieron despertar a los amantes, estaba el alba allí, rápido como pudo se vistió, tomó los arreos y se despedían los amantes, ella rápidamente fue a cerciorarse de su esposo que aún seguía roncando, luego se percató además que sus hijos dormían profundamente, a distancia de allí Jasmani cabalgaba lentamente, emitió una risa irónica, se había cogido a la tierna hija y a la madre, no dejaba de sonreír de sólo pensarlo, aún bostezaba y su mirada era opaca en el camino polvoso que conducía a la ramada de su posada, fue sorpresa a esas horas divisar a una mujer joven llevando de la mano a su tierno niño, pasó rápidamente a su lado, sólo se limitaron a verse, Jasmani quedó impresionado de la belleza de aquella mujer, al llegar a la ramada fue recibido por el pequeño Eleuterio que daba de comer a las gallinas, Jasmani le preguntó por los padres a lo que el niño supo decir que continuaban dormidos, al rato que aparece en su delante la mujer delatada su presencia a cuenta de ladridos de los perros, vio la expresión del niño que no daba crédito a lo que veía, corrió para abrir la puerta del cerco, apartó a los perros y fue a abrazarse a la cintura de aquella mujer que llevaba de la mano a ese hermoso niño.
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La agitación de la gente en aquel día sombrío se tornaba inestable, la policía esporádicamente controlaba el transito fluido de la capital, era viernes, el décimo día mariano del año 1957, Ramón conducía con displicencia contra los transeúntes, esto a orden de Squeo que iba detrás con su hijo Contardo, Ramón miraba a su lado iba su hijastro, aquel al que llamaban “niño” que iba viendo atento el paisaje capitalino y de uno que otro sobresalto que mostraba a ver la impetuosidad de un tránsito que a esa hora se iba tornando difícil, el auto lujoso transitaba ya por la periferia, saliendo al campo, Ramón hizo un fuerte respiro que su hijastro lo percibió, se vieron y sonrieron como diciéndose que había pasado lo más difícil, Squeo ordenó mayor marcha, el chófer asintió, Contardo miraba al “niño” en su delante e instintivamente al disimulo sonreía manoseándose el pene vestido, por su cabeza habían muchos pensamientos que revoloteaban y eso de índole sexual, su padre puso con fuerza la mano en su rodilla, se vieron sonriendo, iniciaron un diálogo insinuándole a su hijo que era ya el momento de que lo hiciera abuelo, Contardo cabizbajo siguió sonriendo, el padre le dijo que no conocía a su enamorada, Contardo en realidad no tenía, pero le hizo saber que pronto la presentaba, Ramón hizo una leve mueca sonriente que el “niño” apreció luego de que la mirada del padrastro se clavase con la de su hijastro, respiraron hondo, se apreciaba ya la suave brisa de aquel ocaso en esplendor, Squeo movió su muñeca viendo la hora de su reloj, faltaría una hora aproximadamente para llegar a la estancia de su propiedad, a lo los se ve un auto con luces encendidas arrimado a un lado de la carretera, arrimado estaba un hombre bien vestido contrariado ante su auto descompuesto, su contador alumbraban al chófer para que arreglase el desperfecto, de inmediato Squeo ordena al chófer a que se estacione al reconocer a su amigo Aquiles Arcentales el prestante agroindustrial que suministraba productos agrícolas en base a contrabando, y que habían sido citados por su amigo Squeo a la estancia para tratar asuntos de “negocios”, Ramón tomó la lámpara ayudándole a su colega, notaron que el daño era grave, el tiempo apremiaba, dejaron al chófer en el auto descompuesto, el prestante agroindustrial fue de copiloto junto a Ramón, detrás el contador arrimado junto a Squeo y Contardo que llevaba en sus piernas al “niño”, el viaje se demoró un poco debido a la lluvia imperante, al disimulo los dedos de Contardo pasaban por los muslos del “niño”, horas antes Contardo le había insinuado al “niño” para que los acompañase a la estancia para que se diese baños en la alberca, gustoso el “niño” pidió a Ramón su padrastro para que lo lleve de copiloto, el chófer al ver el rostro de entusiasmo del hijo del patrón aceptó y fue a la madre del niño a decirle su decisión de llevarlo retornando al otro día, así gustoso iba viajando en el regazo de Contardo, al llegar la casona de la estancia los recibía con candiles, los visitantes tomaban bebidas refrescantes y cenaban con el servicio de la única empleada que se encontraba en el lugar ayudándole sus dos hijos, en la cocina comía Ramón y su hijastro que dialogaban de lo sucedido con el desperfecto mecánico, el “niño” terminó primero de comer y estaba ansioso de acercarse a la alberca, allí en ese momento se acerca Contardo que seguramente estaba a expectativa de la salida, caminaron también por los alrededores de la estancia, vio al “niño” que estaba muy animado delatándose en su rostro, en apartado lugar no pudo evitar llevarlo a su cuerpo abrazándolo con pasión dándole un beso prolongado que sorprendentemente el “niño” correspondía, luego los manoseos en el traserito infantil vestido, por detrás ahora lo abrazaba sin ser notados, lo llevó a un tupido cerco de alto monte y tanta era su calentura que se bajó los pantalones y lo mismo hizo con el pantaloncito corto del “niño” y después lo hace acostar lentamente en el suelo sintiendo ya el roce del pene entre los glúteos, a súplica del “niño” por temor a ser descubierto es que Contardo se aparta pero le daba un aviso de lo que harían esta noche antes de dormir, se vistieron rápidamente y continuaron caminando cerca de la alberca, Contardo decidió bañarse y se quedó vestido en trusa, el “niño” miraba el bulto de Contardo, aquel bulto erecto que minutos antes hacía estragos en su ano, Contardo le insinuaba que el agua estaba deliciosa y que se metiese a nadar, receloso el “niño” lo miraba nadar, lentamente fue dejando su ropa sobre una silla y se lanzó al agua, ambos jugaban a las corridas y se daban improvisados trampolines, Ramón los miraba desde lejos a la vez que observaba a los prestantes que estaban hablando de estrategias de negocios, Arcentales le dijo a Squeo que si sabía lo de la alberca no hubiese dudado en traer a su hijo para bañarse, fue en ese instante que un motociclista acompañado de un hombre con vestimenta de correo se estacionaba frente a la casona ingresando al amplio jardín, corrieron y al primero que vieron fue a Ramón que les indicaba donde se encontraba su patrón, llevaban un telegrama urgente de Fulgencio Arichabala encabezando la organización dirigido a Squeo, a leerlo rápidamente tomó su sombrero y saco, lo siguieron sus acompañantes, salió en dirección al auto, no había tiempo de mucha conversa, Squeo gritó a su hijo Contardo que regresaría pronto al siguiente día, Ramón ya estaba encendiendo el auto y partieron con prisa en dirección a la capital junto con su socio, parecía algo urgente, de improviso, se requería de su presencia allá, Contardo y el “niño” dentro de la alberca miraban alejarse al auto, los candiles daban una luz baja al ambiente, lo arrinconó y lo abrazó manoseando el cuerpo infantil, indicándole que la noche sería para los dos, completamente, algo así profundo le dijo al oído, por ahí paseaba Asdrúbal de dieciséis años con su hermana Milena de trece años hijos de la empleada, llevaban ropa lavada, iban descalzos, vistiendo ropa humilde, eran los hermanos de Estiven, detrás iba la madre con otra cantidad de ropa, a paso lento, tanto así que dio oportunidad a que Contardo saliese de la alberca dándole ciertas instrucciones a lo que la humilde mujer respondía asintiendo, el agua descendía a través de la piel del hijo del patrón, la mirada de Asdrúbal al cuerpo de Contardo era a pleno disimulo de eso dio cuenta la mirada del “niño” que seguía en el agua arrimado con sus bracitos al filo de la alberca, tenía apoyada su carita a los bracitos de once años, al irse la empleada con sus hijos Contardo hizo un giro y caminó lanzándose a la piscina, abrazó y besó al niño dentro del agua, sus piernas rozaban, hicieron persecuciones, reían animosamente, Asdrúbal desde la ventana con la cortina algo corrida miraba a los nadadores, la señora se acercó con emparedados y jugos diciéndole a su hijo Asdrúbal que vaya a dejaros en la mesa que quedaba junto a la alberca, con pasos lentos se acercaba al sitio, miraba detenidamente los juegos de ambos, salieron a comer, Asdrúbal les hizo compañía, pero fue breve, su madre lo llamaba para hacer otra tarea, cabizbajo y con timidez propia de su personalidad se alejó de Contardo y del “niño” de once años, fueron a sus habitaciones a cambiarse de ropa, el “niño” fue a conversar con Asdrúbal y con Milena, jugaron a las barajas a las que también se unió Contardo, ya entradas las horas de la noche Milena fue la primera en despedirse luego el “niño” quedando a jugar Contardo y Asdrúbal, mientras jugaban conversaban de la situación en la capital, el “dictador” parecía que ya caía del poder y se escuchaba rumores de Junta Militar, en eso vinieron los consabidos roces de piel insinuantes, se miraron a los ojos, sonrieron, el tímido Asdrúbal se puso sonrojado sonriente con vergüenza, las manos de Contardo rozaban las piernas salidas de sus pantaloncitos cortos y un suave roce en su pene vestido que de por sí ya estaba abultado, no dejaban de sonreír pícaramente, la madre de Asdrúbal pasó insinuando a su hijo con la mirada de que era hora ya de dormir, Contardo entendió el gesto, respetaba mucho a la sirvienta, era a una de las pocas personas que valoraba, por estrategia debería ser así, la empleada desconocía que su hijo Asdrúbal siendo muy niño fue desvirgado analmente por Contardo, por eso en cada visita que el hijo de Squeo realizaba en la estancia se daba modos para estar a solas y hacer el amor, no sería posible en este momento pero ya habrá cuando, a fin de cuentas estaba recién empezando el fin de semana, caminó a su habitación, resolló un poco, se recostó a meditar y cada vez ampliaba su sonrisa, de un brinco estuvo en el armario de su hermana, sacó algunas prendas y las puso en la cama, salió de su habitación en búsqueda del “niño” que ya dormía plácidamente en el cuarto de criados, los toques de puerta despertaron al “niño”, escuchó la voz de Contardo ordenándole que abra la puerta, el “niño” obediente así lo hizo, lo tomó ligeramente del brazo para que lo acompañe, caminaron por los corredores oscuros, llegando a la habitación en lo alto de la gran casona, a lo lejos se veía la iluminada habitación con candiles de la criada con sus dos hijos dormidos mientras ella remendaba atenta la ropa, corrieron las cortinas, los mecheros y candiles iluminaban la habitación donde estaban Contardo y el “niño”, para sorpresa del pequeño de once vio un vestido con medias calzón tendido en la cama, Contardo tomó esa ropa y se acercóal niño haciéndole gestos de que se la pusiera, el “niño” pensativo y dubitativo por un instante se dejó llevar sacándose su ropa y poniéndose aquella ropa femenina, lo hizo sentarse frente a la mesita de noche que tenía un espejo el cual reflejaba la cara del “niño” pintándose con lápiz labial sus labios, luego algo de perfume, se puso enfrente del entusiasmado Contardo que no paraba de aplaudir discretamente con sonido leve en sus manos, le dijo que posara para él dándole vueltas, cada vez más animado, el rostro infantil tenía mucho colorante parecido a las prostitutas que visitaban el lugar, el niño vio reflejarse en el amplio espejo su cuerpo infantil transformado, Contardo empezó a manifestarle que era su mujercita y que esta era su noche, era su momento de amar, la trajo delante de sí y se besaron apasionadamente, con soltura arrebatada, evidencia de aquello las marcas de lápiz labial en el rostro de Contardo que no le importaba eso sino acostarlo en la cama para seguir manoseándolo y sintiéndolo como suyo ese cuerpito de once años, el ambiente del lugar se iba refrescando, lo sentó sobre sus piernas, la carita en su pecho, acariciaba el pelo y se miraban volviéndose a besar, Contardo estaba muy excitado y procedió a manosearle las partes íntimas infantiles, lo encorvó en la cama alzándole el vestidito y bajándole el calzón así el dedo medio entró a totalidad en el ano del “niño” haciéndole venir sensaciones de gusto pues mordía los labios, bufaba, más cuando ahora entraba con el dedo anular, la carita del “niño” estreñida abierta su boca exhalando aceleradamente, se fue relajando al sentir que la lengua de Contardo mojaba de saliva la entrada del ano y lamía besando los glúteos infantiles, la lengua pasaba entre los testículos aún lampiños y describía con la punta las líneas del tronco del pene hasta llegar al prepucio, eso lo hizo estremecerse pues continuaba con lamidas y chupadas en el prepucio, Contardo lo preparaba para sus fines sexuales, era su noche, era de aprovecharla al máximo, se amaban con besos repetidos, sus lenguas rozaban y entraban en las cavidades bucales, sus ojos cerrados, sus manos con caricias recurrentes en piel ardiente, no importaba edad, estatura ni tamaño, era el hombre y un “niño” que se amaban, sí, el “niño” de once años demostraba su amor dejándose llevar, Contardo el hombre adulto lo sentía, era entrega pues el “niño” voluntariamente como fémina en ese momento de disimulo se posaba para que lo poseyera desenfrenadamente, Contardo sintió la entrega lo cual motivó a seguir en su empeño sexual, notó además que el “niño” sabía que era su momento, lo había sentido complaciente desde que se sentó en sus piernas durante el viaje de auto, el “niño” deseaba amar y ser amado, era pura entrega total, como muy pocos lo entendiesen en aquella época, quizá una nulidad, pero allí estaban haciéndose el amor dos cuerpos definidos por la luz intermitente de candiles testigos, el vestidito alzado, las manos sudorosas del deseo posadas sobre la integridad infantil, los gemidos no se hicieron esperar ante la embestida del pene de Contardo dentro del ano del “niño” al que le repetía que era su mujer, que le pertenecía, el mete y saca, mete y saca, mete y saca, recurrentes gemidos en cada pausa, luego el “niño” con su ano bien abierto fue sentándose sobre el pene de Contardo alzando y bajando su cadera en forma suave y pausada, luego los movimientos rápidos, luego otra vez la pausa, todo el pene del adulto dentro del ano infantil, eso gustaba ver y sentir a Contardo, todo ese trozo de carne latente haciendo estragos en las entrañas infantiles, ambos con manos entrelazadas se ayudaban a realizar de buena forma esa postura, manos entrelazadas a las que se daban seguridad, luego, las piernas en el hombro de Contardo, el pene entraba y salía ya casi ya casi, pero se contuvo, sí, Contardo se contuvo, deseaba disfrutarle más aunque su pene latía, tuvo una idea mejor, al pequeño le hizo arrodillarse en su delante para que abriese su boca introduciéndole el pene peludo, le decía que pruebe de su traserito, las mejillas se inflaban, los ojitos cerrados mostrando evidencia de sentir ese pedazo de carne dentro de cavidad bucal, las manos acariciaban sutilmente las mejillas, ya antes ese pene estaba dentro del ano infantil ahora el niño probaba de sus entrañas, Contardo reía de solo pensarlo, no pudo sostener más y eyaculó en la cara del niño mojando el rostro de semen, la parte que aún quedaba le hizo abrir la boca para depositarla dentro y le ordenó que se la tragase, el niño obediente con recelo y temor lo hizo, igual aquel resto de semen que corría por las comisuras, lo puso en su delante, aún vestía de hembrita, el semen se posaba sobre el vestido, aquel semen que recorría el mentón del niño goteaba sobre el vestido, la lengua rodeaba los labios rozagantes llenos de semen, esa piel morena clara del “niño” brillaba en contraste con el semen, aún tenía cerrados los ojos cuando los dedos de Contardo pasaban por los labios luego de haberle dado besos repetidos en aquellos labios que intercambiaban saliva y semen, todo con pasión, le dijo al oído que era su noche, la tan esperada noche en tan deseado momento, le acostó alzándole el vestido descubriéndose ese penecito, abrió la cavidad bucal chupándolo e introduciéndolo totalmente apretando con los labios la suave piel del pene infantil, lo ensalivó, se acuclilló encima del “niño” que estaba acostado en la cama, los ojos infantiles vieron abrirse el trasero de Contardo que descendía lentamente tomando el penecito y metiéndolo en la entrada del ano del hijo del patrón Squeo, vio su penecito lampiño que se iba metiendo de a poco en ese amplio ano, ya iba por la mitad cuando la carita del “niño” empezó a fruncir, otro poquito más le dijo al niño, otro poquito más, así, así, así lo sacaba y lo metía despacito, de pronto en un sentón todo el penecito estaba dentro del ano del complacido Contardo, el “niño” pujaba a ojos abiertos ante la sorpresa inesperada de que su penecito entrase en ese culo abierto desforrado y desvirgado por Jasmani el guardaespaldas de Contardo siendo éste un niño, gemía, sentía el latido de su glande desforrado dentro del ano de Contardo, así quietecito se quedó por un momento y se lo fue sacando despacito, fue por vaselina y lo untó en ese penecito con glande rosáceo muy descubierto, el niño lo tocaba y sentía molestia, ardor, ahora Contardo se acostó en el extremo de la cama poniéndose crema de vaselina en el ano, le dijo que se acerque, que ya no dolería mucho, el erecto pene infantil fue rozando el glúteo, la mano de Contardo lo guió a la entrada y la cadera del “niño” iba metiéndose, ambos habían entregado los anos en esa noche, noche difícil de olvidar para el pequeño, así le hizo débilmente el mete y saca, luego quedaron acostados sobre la cama, si, abrazados, tocándose los penes, besándose, tiempo después el “niño”miraba por la ventana a los exteriores, solo el ruido de insectos nocturnos y el ambiente de la noche campestre del lugar, los candiles quedaron allí nomás prendidos, en la pared miraban el reflejo de sus cuerpos, ya en la madrugada Contardo tuvo un sobresalto, se relajó al ver junto a él el cuerpo del “niño” aún vestido con el traje de su hermana, se lo fue sacando hasta quedarse desnudo, Contardo miraba el cuerpo del “niño”, vio una cicatriz de quemadura en el hombro izquierdo, se enterneció viendo ese rostro calmadito, ese tipo de piel tan suave y delicada, esos labios cerrados, entrefinos bien formados, esas cejas, esas pestañas, luego su mirada fue hacia esos pies con dedos gruesos, gustaba ver ese penecito flácido, y sobre todo de ese traserito solo suyo según él se decía con orgullo, olió la entrada del ano, lamió los glúteos, esa acción hizo que el “niño” despierte, sonrieron, le hizo señas, el “niño” entendió y obedeció encorvándose abriéndose los glúteos con las dos manos mientras el pene de Contardo entraba ensalivado, aún el “niño” tenía restos de crema de vaselina en el ano lo que facilitó la lubricación del pene erecto que se deslizaba de a poco haciendo gemir al “niño”, ya para ese entonces no había más que la luz de luna que en la pared describía los movimientos corporales unidos por el sexo y el placer, se quedó acostado sobre el “niño” con el pene adentro, le besaba el cuello y los hombros desnudos, luego lo hizo acostarse sobre su cuerpo y el penecito entraba en su ano peludo, quedaron acostados de perfil viéndose sonrientes, Contardo se expresaba con cortesía ante lo atento del niño, conciliaron el sueño, más tarde el cantar de gallos y los primeros rayos de sol hicieron abrir los ojos de Contardo que deleitaba viendo cómo los rayos de sol describían el cuerpo desnudo del “niño” que dormía profundamente, se apartó lentamente del lecho donde antes habían hecho sexo rotundo, caminó por el frío entablado del piso alto de la gran casona, llegó a la gran ventana abriendo las cortinas golpeando el fresco aire mañanero en su rostro, respiró profundo, sonrió, su motivo la figura de Asdrúbal que daba de comer a las gallinas en el alejado corral, no le importó que lo viera desnudo manoseándose el recto pene a toda amplitud de vista de la ventana, Asdrúbal sonreía de lejos al verle con prudencia, la figura desnuda le era familiar desde muy pequeño cuando lo desvirgó, el muchacho de dieciséis años respondía moviendo su bulto vestido, Contardo le hizo señas, el muchacho dejó la actividad y corrió dentro de la casona pero fue interceptado por su madre, quedó lívido, paró su rauda marcha, tartamudeando decía que iba al baño, con naturalidad del hecho y obra la madre lo dejó irse, tomó otro camino en dirección al baño, Contardo desde otra ventana lo miraba tapado con las cortinas de la amplia ventana, le volvió a hacer gestos, Asdrúbal respondía asintiendo, Contardo había hecho de ese muchacho un pretensioso que se entregaba a los regalos dados a cambio de sexo, Asdrúbal sabía que algo le había traído para él desde de la capital, y no se equivocaba, pues Contardo abrió su maleta y puso una caja sobre la silla, la puerta se abrió, Contardo lo recibió con un abrazo dándose de besos apasionados, vieron al “niño” que aún dormía, sonrieron señalándolo burlonamente pues tenía restos de lápiz labial en su rostro y huellas de semen en las mejillas, el “niño” estaba totalmente desnudo acostado en la cama tanto así que su pene flácido apuntaba al techo, Asdrúbal lentamente pasaba la mano por ese lampiño penecito de once años, el muchacho de dieciséis se fue quitando la ropa mientras Contardo cerraba la puerta con seguro, las manos sobre las sabanas revueltas y los brazos estirados de Asdrúbal sobre el niño hicieron permitir que asegure su cuerpo con las rodillas sobre el colchón y el pene erecto roce el pene lampiño del “niño” que estaba dormido, Contardo reía, el “niño” se despertó de un sobresalto cuando sintió los besos de Asdrúbal en sus mejillas, frente y labios, lo quería coger, Contardo ordenó autoritario que se estuviera quietecito, así lo hizo, se dejó llevar por los movimientos de pene de Asdrúbal, los dos penes se rozaban, el “niño” seguía quieto viendo los movimientos, unieron las frentes, se giró mostrándole los glúteos y todo el trasero infantil desnudo, el pene se deslizaba entre los glúteos, Contardo agitaba su pene y se ponía sentado delante del “niño” acostado puesta su carita al extremo de la cama que recibía abierta el pene de Contardo diciéndole que lo chupe, para ese momento gemía pues el pene de Asdrúbal ya estaba dentro del ano, todo, todito, se había hecho un trío formidable, las caderas de Asdrúbal movían el cuerpo del “niño” que lamía sin cesar el pene de Contardo, luego hicieron cambio, ahora lamía el pene de Asdrúbal que le decía que pruebe su traserito por haber tenido el pene dentro del ano infantil, mientras Contardo daba de embestidas a ese traserito, así, el semen de Asdrúbal mojaba el rostro del “niño” quien sentía luego el semen de Contardo dentro de sus entrañas, se apartaron del niño ordenándole que salga de la habitación, tomó su ropa vistiéndose con pasos lentos en dirección a su habitación y continuó durmiendo, mientras tanto Contardo le mostraba la caja a Asdrúbal quien agradeció el gesto, se acostaron felices en la cama, siguieron los manoseos y caricias, debajo de la cama sacó ron y brindaron alegremente con cantidades prudentes para no dar por enterado a la madre de Asdrúbal, hicieron el amor por alrededor de un cuarto de hora, todo era tranquilo en esa desarrollada mañana, tanto así que cerca del mediodía ese cuarto fue encuentro del accionar de un trío sexual, ya para el ocaso un auto de lujo manejado por Ramón los llevaba a la capital luego de comer algo de la estancia, desde la ventana del cuartucho Asdrúbal los miraba alejarse, miró hacia el piso aquellos zapatos regalados, sonrió, esperaba volver a verlo pues con la nueva visita de Contardo tendría algo más que vestir.
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Luis paseaba por los pastizales con linderos que pronto con la construcción de canales de riego más construcción de carreteras de segundo orden serían tierras productivas reduciendo el volumen del ganado ya existente, de pronto divisó una humareda, a galope fuerte se fue acercando ante la dantesca escena, los peones echaban agua al seco monte del lugar, el bosque era talado considerablemente, una imprudencia hizo el descontrol del fuego imperante, todos como hormigas ante el fuego lanzando tierra si es posible, pero este avanzaba impetuosamente, Luis se limitó a observar, no era su territorio pero le entró un deseo que al poco rato ya estaba ayudando en lo posible, hasta que ya entrada la noche se logró apagarlo, los hombres estaban complacidos con el trabajo, Luis también por la ayuda prestada, fue invitado a la casita elaborada en forma rustica, lo acompañaban peones conocidos y sobremanera el reciente dueño del lugar, un hombre jovial que estaba acompañado de su hijo primogénito que su rostro ahora estaba lleno de ceniza, se iniciaba así una significativa amistad, las tierras de Luis herencia de su supuesto padre Guillermo Izaguirre limitaban con las tierras de este hombre jovial con la palabra.
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En la gran manzana todo era de carrera por parte de los transeúntes, el fluido vehicular y la creación de carreteras interestatales a cargo de la actual administración hacían más llevadero el tipo de vida de los viajeros, entre ellos estaba aquel hombre fornido caucásico, iba en auto transportado por su amigo Estiven Smith, lo había conocido en el trabajo, tenían afinidad para viajar, era grata su conversa, par de trotamundos, descendientes de europeos aunque la distancia de sus lugares natales era significativa, Vladimir alzaba su cerveza a vista de su amigo, conversaban de negocios que bien podrían realizar si viajasen al cono sur, así se lo plantearon como desafío en próximas semanas, Estiven suspiraba recordando a su gran amor que había dejado allá tan lejos, deseaba volver, así sus contactos proporcionarían la salida del país, Vladimir lo seguiría, el auto se estaciona en un edificio cercano al trabajo de Vladimir, se despiden con estrechón de manos, Vladimir sube las escaleras pausadamente viendo en descenso a la pareja de inquilinos, conversan en el descanso del entre piso arrimados a la escalera, Vladimir es invitado a comer por la pareja de esposos, se apreciaban bastante, al correr de las horas Vladimir tocaba la puerta abriéndose segundos después, para su sorpresa la pareja de esposos había invitado a un matrimonio con su pequeño hijo, la señora estaba en estado materno avanzado, el niño dormido en el sofá amplio, se aprestaban a cenar, esperaban de Vladimir para empezar, el esposo anfitrión lo presentó ante el militar de carrera, la esposa se encontraba irritada y muy poco afectiva, comprendió que sería por el estado en que se encontraba, sentados en la mesa conversaban de sus vidas de cómo llegaron al país del norte, de su familia en el país de la canela, un sobresalto vino a Vladimir cuando vio una insignia cirílica en la corbata del militar, símbolo zarista, exclamó, los presentes quedaron inquietos, Vladimir con diplomacia inmediatamente se excusó y desvió la charla a otros tópicos, pero era atenta la mirada a ese símbolo zarista, tembloroso sin poder disimular se levantó de la mesa disculpándose por tener que retirarse pues tenía una entrevista con su amigo para hablar de negocios, eso fue confirmado por toques de claxon, el hombre al partir estrechaba la mano del militar mirándole fijamente el rostro y también se despidió del resto de personas, hizo mimos al pelo del niño dormido, suspiró cerrando la puerta, al bajar las escaleras sacó de su bolsillo la misma insignia que había visto antes en el militar, esa insignia que llevaba en su mano hecha puño se la había dado su abuelo, pertenecía a Rudolph, su padre, el hombre caucásico quedó intrigado acerca de cómo ese objeto llegó a manos de ese militar de carrera pues era un emblema posido por la nobleza, sòlo para ella, durante todo el camino Estiven el inglés notaba que su amigo Vladimir estaba muy pensativo, quiso animarlo pero era en vano, seguía ensimismado, la conversación fue gélida luego retornando al edificio, al subir las escaleras aún se escuchaba la tertulia ente los esposos, su cuarto quedaba cerca, intentó tomar postigo para abrir y entrar a la tertulia pero desistió, entró a su cuarto, se quitó la ropa poniéndose una de dormir, respiró hondo mientras dormía recordando su infancia, en aquellos tiempos, en aquellos tormentosos tiempos en que la guerra separaba familias, así fue separada su familia ante la invasión desmedida por parte de los nazis, cavilaba, decidió fumar, el cigarrillo era su compañero desde hace años en que se enteró de la infausta noticia de la muerte de sus familiares a manos de los inefables nazis, lagrimas brotaron de sus ojos tan sólo recordar las caras de sus seres queridos, recordó su escape de aquel campo de concentración y cómo fue traído a esta parte del mundo, pero volvió a recordar esa insignia imperial, desde hace mucho no experimentaba esa inquietud, se levantó de la cama, caminó por unos instantes recostándose luego viendo detenidamente su insignia imperial, era el recordatorio de su origen le dijo algunas veces su abuelo, que la cuidase con su vida, pues era su identidad, sólo pocos en el mundo la tenían, era muy antigua, por generaciones nobles caballeros zaristas la poseyeron, el símbolo de alianza imperial de los descendientes, una reliquia realmente, regalo de su padre Rudolph, recordaba el momento solemne de su entrega, como primogénito de su desaparecido padre en la guerra fue puesta en sus en manos de parte de su abuelo que la recibió, juró tenerla siempre pues allí se encontraba el recuerdo de su padre, Rudolph, qué sería de él, se preguntaba, habría ya dejado de existir, respiró hondo, no podía aún contestar aquello, poco a poco cerraba los ojos, su insignia en el pecho, así pasaron las horas, sueño profundo, llegó el amanecer, hora de despertarse, el trabajo llamaba, aseándose como siempre y preparándose el desayuno se disponía a salir y escuchaba diálogos, la pareja de esposos invitada en la noche anterior coincidía con su salida, el ambiente se puso adecuado para conversar, caminaron por las calles de la gran manzana, Vladimir y el militar sostuvieron un corto diálogo hasta llegar al parqueadero, Vladimir confirmaba con su mirar que esa insignia era igual a la suya, el militar notó esa expresión del hombre viendo la insignia en su corbata, sonrió y de forma espontánea con mucha tranquilidad le manifestó que era un obsequio de se abuelo querido, el militar jocosamente emitió un comentario en lenguaje nativo que dejó boquiabierto a Vladimir, la esposa del militar emitió un comentario pidiéndole a su esposo que hiciera la traducción a lo que de inmediato Vladimir viéndole fijamente a los ojos emitió la traducción antes de que el militar lo hiciera a su esposa, el militar sonrió, Vladimir emitió una sonrisa forzada, le preguntó por el nombre de su abuelo, de los labios del militar salió el nombre de Rodolfo y el apellido Buonanote, sus abuela Micaela originarios de Maikop y Labinks, su abuelo nació junto al río Belaya, ese último nombre impactó a Vladimir quien respiró hondo conteniendo sus emociones, se limitó a escuchar y a sonreir, se contuvo de hacer cualquier comentario nefasto, enfrente seguramente tendría a un descendiente de su linaje, sus pensamientos cortos fueron interrumpidos con un estrechón de manos por parte del militar y de su esposa, habían acudido a la cita de cenar pues era su despedida ya que en pocos minutos tomarían el avión hacia el país de la canela donde era oriundo, le dejó una tarjeta para cualquier contacto, vital aquel gesto, mantendrían su vida unida, el destino pondrá en evidencia lo importante en aquellas manos de aquel pequeño pedazo de papel.
FIN DEL CENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO CUARTO EPISODIO
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