METAMORFOSIS 175
En el catre.
Era sábado, a un día de las trifulcas gubernamentales en ese dramático mes de mayo de 1957, la radio daba noticias locales capitalinas de lo acontecido, Luciano recién despierto preparaba los alimentos, vivía solo, desde hace mucho tiempo, en aquella casa que se extendía para arriendo, hacía muecas irónicas con sonrisa intermitente, el poder había caído y vendría otro, no tan fuerte o tan débil, pero poder al fin, era su día de descanso ante la semana de dictado de clases en el internado, el olor de la comida preparada trascendía el ambiente, la intensa luz solar del día naciente entraba por la puerta y ventanas abiertas, un fresco aire contrastaba con el aroma a café colado, no perdía atención a la escucha radial, puso los alimentos sobre la mesa de la pequeña salita, se sentó, gustaba de lo preparado cuando en su delante se presenta la figura infantil de Venancio, muy sonriente, arrimado a la jamba, vestía un short corto de color amarillo, por esa tela se podía ver la silueta del penecito vestido, fue deslizándose sobre la jamba hasta quedar sentado en la entrada de la salita viendo comer a Luciano, en su sonrisa se notaba deseo por comer que Luciano lo interpretó y con brazo extendido le hizo venir a sentarse en la mesita a su lado, el niño probaba complacido de esa poca de comida, era el desayuno de su predilección, tan cerca estaba el niño que olía a jabón de tocador, seguramente antes de irse al trabajo la madre lo habría bañado, aun su pelito lacio estaba alborotado, Luciano miraba con detenimiento los labios rozagantes del niño al momento de comer, se imaginaba esos labios lamiendo su pene, instintivamente se puso excitado con pene erecto de solo pensarlo de inmediato, le trajo una bebida gaseosa para verle cómo se introducía el pico de la botella en su boquita, Luciano no esperó a más deslizándose sus pies de las pantuflas pasándolos por debajo de la mesa sobre las piernitas de Venancio, aparece Amaranta la hermana de Venancio siendo invitada a la mesa a comer, ella recelosa lo acepta, Luciano ve la ansiedad por comer de los niños, conversan un poco luego de comer en la mesa, la niña agradece por la ayuda que le brinda en los deberes y de ello siente respeto hacia Luciano, le comenta sus sueños y aspiraciones de modelo de revistas, Luciano atento escucha, es el momento de retirarse, los niños se despiden de Luciano, para ese momento las noticias habían terminado y estaba emitiéndose música de cumbia, desde la ventana del fregadero miraba a Venancio que jugaba con su balón, en un descuido accidental se caen un par de platos rompiéndose en el suelo junto con un vaso de vidrio, el ruido estridente hizo que el pequeño se acerque a ver lo sucedido, estaba parado arrimado a la puerta aún con su balón dejándolo a un lado para luego ayudar a recoger los vidrios, Luciano agradeció pero le dijo que se mantenga a prudente distancia, temía que el pequeño Venancio se cortase con los vidrios, Luciano terminó con la tarea de recoger los deshechos llevándolos al tacho de basura que se encontraba detrás de la casa, Venancio lo siguió al lugar, lo discreto y apartado del lugar hizo que sin ser visto delante del niño se metiese las manos dentro del pijama, manoseaba el tronco del pene y los testículos, tanto así hasta ponerlo erecto para luego descender el pijama al pene descubriéndolo ante la mirada de Venancio, le decía al niño si le gustaba sin dejarlo de agitar, la mirada infantil se centraba en el movimiento de pene con un glande grueso, le dijo que lo tocase, las manitos rozaban el tronco y los dedos se deslizaban por los testículos, le hizo arrodillarse y que abriese la boca cerrando los ojos, le pasó el pene rozándole los labios rosáceos, se estaba cumpliendo su deseo de antes, el niño tímidamente obedecía con recelo poniendo su boca entreabierta recibiendo el glande, Venancio le dijo que la abriese más, introdujo todo el glande y lo sacó rápido pues el niño empezó a toser seguramente por el roce del glande en su paladar, lo puso en pie metiéndose el pene en el pijama asegurándose de no ser visto, tomó el balón que precisamente Luciano se lo había regalado y entraron a la casa tomados de la mano, le brindó otra gaseosa que se la tomó con sorbos, Luciano se sentó sobre una pequeña butaca viéndose el pene erecto haciendo punta en la tela suave de su pijama, le hizo sentarse al niño sobre su entrepierna de tal manera que Venancio sentía la punta del bulto rozando su traserito, los brazos del adulto rodeaban la cintura y pecho del nene, le decía lo hermoso que era, le acariciaba el pelo, le besaba el cuello y las mejillas diciéndole al niño más palabras dulces y muy emotivas, le dijo también que lo acompañase al dormitorio, a pasos lentos el niño cabizbajo lo acompañaba, ya se imaginaba lo que iba a suceder, si, harían ese “jueguito” de la otra vez en que su traserito quedó algo adolorido, no dijo palabra, se dejó llevar, notaba el acelerado respirar del hombre que lo llevaba al dormitorio, hizo que se quitase las sandalias mostrándose esos pies hermosos bien formados delimitando esas piernas gruesitas que tanto le gustaban al adulto, además se bajó el short mientras miraba a Luciano bajarse el pantalón del pijama mostrándole el pene erecto grueso venoso, la gaseosa estaba a medio contenido cuando la puso en el piso dejándose tomar de los brazos de Luciano que lo sentaba sobre su entrepierna, por debajo junto a su penecito infantil sobresalía el pene adulto grueso grande peludo de Luciano que se lo frotaba, las piernas del niño se abrieron más ante la alzada y bajada de caderas de Luciano y sus manos al pasar por los muslos del pequeño Venancio, el niño no paraba de mirar su penecito siendo rozado debajo por el pene de Luciano, los piecitos del niño se agitaban una y otra vez ante el movimiento de los muslos de Luciano, parecía cabalgar, sonrieron ante esos movimientos y onomatopeyas ecuestres que hacía Luciano para divertir al niño, instantes después ya completamente desnudo Luciano estaba acostado en la cama, el niño parado en el piso y arrimado en el extremo de la cama no dejaba de mirar el manoseo de Luciano que se daba en el pene adulto, le hizo señas para que se acueste sobre su cuerpo, el niño se acostó sobre la humanidad de Luciano, su espalda recostada en el pecho del adulto y las manos que acomodaban las caderas del niño hacían que su traserito se acomodase de tal forma que el pene grueso quedaba rozando los glúteos, luego el niño así acostado encima de Luciano vio el pene erecto que salía por su penecito, esto al abrirse de piernas, Luciano diciéndole al oído le preguntaba al niño si le gustaba aquella postura acariciándole las caderas, el niño solo asentía tímidamente sonriendo, los movimientos siguieron de lentos a muy rápidos hasta que todo fue tan acelerado que el niño se ladeó apartándose de Luciano, le hizo cosquillas y luego corrieron desnudos por el interior de la habitación, el pene del niño se agitaba, corría con sus manitos arqueadas como hembra, de eso dio cuenta Luciano, lo que le motivo a seguirlo y al agarrarlo ya podía acostarlo en el suelo haciéndole cosquillas viéndole el penecito al abrirlo de piernas, le gustaba mucho ese precioso niño, cada día que pasaba le gustaba más acariciar esa piel muy suave, oler y besar su pelo lacio azabache, los dos seguían con los correteos agregando las cosquillas, en una de esas ocasiones en que estaba el niño acostado en el piso boca abajo Luciano le hizo muchas cosquillas, mordisqueos en los glúteos introducida del dedo medio de la mano deslizado por los glúteos luego de hacerle muchos manoseos con cosquillas en las costillas del niño y ya cansado se apartó del pequeño Venancio sentándose sobre una silla, allí lo miraba estático, luego vio hacia la la habitación que estaba semi oscura producto de las corridas cortinas cubriendo las ventanas y la puerta cerrada, Venancio estaba pasándose las manos por los glúteos metiéndose el dedo entre ellos, con su carita sonriente sobre el piso entablado miraba insinuante al sorprendido Luciano por el gesto que mostraba el pequeño Venancio, sonrieron, el niño se ladeó para que de perfil se pase el dedo entre los glúteos, Luciano sonreía muy abierto de piernas con su pene recto, Venancio acostado en posición fetal se estiraba el penecito con una mano y con otra se manoseaba el traserito ante la atenta mirada de Luciano, la manito que estiraba el penecito fue llevada a su nariz para olerla, Luciano hizo lo mismo oliendo su mano y fue a la cocina llevando azúcar con dirección luego a su dormitorio seguido por el niño que caminando lentamente seguía estirándose el penecito con una mano y con la otra se rozaba un dedito entre los glúteos, vio sentarse a Luciano en el extremo de la cama poniéndose azúcar en el glande, le dijo al niño que se arrodillase y chupase ese “helado”, sonriendo y con algo de timidez fue acercando su manito hasta tomar el tronco de pene fiándose en lo blanco del azúcar en el glande adulto, los labios se ampliaron y chuparon ese glande pasándole la lengua como si fuese helado, el cuerpo de Luciano se encorvó sobre la cama sintiendo esa delicia, con una manito agarraba el pene de Luciano y con su otra manito se estiraba el penecito dándose placer como le había enseñado aquel adulto iniciador, al pene de Luciano el niño lo lamió así por largo rato en esa semi oscura habitación, los labios rosáceos se amoldaban deslizándose en la piel de ese tronco grueso de pene erecto con venas sobresalientes, continuaban cerrados al meter y sacar el pene en su cavidad bucal, luego los abría viendo su lengua puntiaguda deslizándose por el tronco haciendo círculos con su punta en el glande, Venancio lo había aprendido bien de su mentor, el glande recorría los labios de Venancio que continuaba con los ojos abiertos, sacó su lengua y a dos manos sostenía el pene que lamía y chupaba con gran delicia, Luciano contuvo de eyacular semen y apartó brevemente al pequeño para luego encorvarlo abriéndole de pernas y lamiéndole el penecito, el niño sonreía pues también le hacía leves cosquillas, lo encorvó ahora boca abajo sobre la cama, su carita daba al colchón, mordisqueaba lentamente el traserito infantil, chupaba y besaba los glúteos viéndole la cara de satisfacción infantil del pequeño Venancio, interpretaba instintivamente su complacencia por aquella expresión facial de gusto ante el pasar su lengua entre los glúteos, experimentaba sensaciones infantiles únicas que sólo Luciano podría darle, su lengua recorrió la espina dorsal bajando a punta de besos intermitentes y uno que otro suave mordisqueo, se escuchaba su gemido infantil con boca abierta y ojos cerrados junto con suspiros leves, experimentaba placer, sintió saliva en la entrada de su ano, antes eso era para él un poco de alerta, miedo y temor receloso por lo que se imaginaba que vendría, pero mientras experimentaba esas caricias comenzaba a pensar diferente, sorprendentemente lo deseaba, de eso dio cuenta Luciano al preguntarle si se dejaba seguir con el “jueguito” ahora al aguante, el pequeño Venancio asintió relajado luego de tanto y tanto suspiro, le pidió se relaje continuando con las caricias y el pase de lengua entre los glúteos que eso le gustaba cada vez más y más en cada encuentro, Luciano seguramente habría encontrado el punto “G” del niño en aquella anatomía, la saliva intensa colocada se deslizaba entre los glúteos, el pene ensalivado antes por la boca del niño ahora con esos restos de saliva infantil empezó a rozar los glúteos, luego la punta del glande ya estaba en la entrada del ano e iba introduciéndose milímetro a milímetro, primero el rostro del niño estaba relajado y posteriormente se transformaba en fruncidas expresiones faciales, al oído escuchaba expresiones emotivasal miso tiempo que sentía el pecho de Luciano sobre su espalda, el adulto alzó la cadera y alzando su pecho vio su glande entrar un poco más en ese ano infantil, más que las anteriores ocasiones, el niño fruncía, jadeaba y pujaba, Luciano le decía que aguante, que ya casi, ya, ya, que eso que estaban haciendo era un jueguito de “amor”, si… un “juego”, simplemente… “juego”, el pene salía y el niño respiraba hondo, Luciano de igual forma respiraba, le estaba latiéndo el tronco del pene, lo besaba por la espalda repetidamente para reanimarlo y preguntarle si deseaba seguir, al principio no contestaba, pero ante la insistente pregunta se limitaba tímidamente a asentir, el pene estaba erecto, ahora el niño abierto de piernas con par de almohadas en su espalda alzaba su traserito, ambos ahora en esa postura viéndose a la cara, Luciano sonriente con su sonrisa estimulaba a seguir en el “jueguito”, que era secreto de ambos, el pene grueso pasaba sobre el pene lampiño, los pelos adultos de la pelvis cubrían los testículos lampiños, los piecitos daban al omoplato adulto, era una buena postura, Luciano mirándole fijamente a los ojos le decía que así debía coger a sus amiguitos, esas palabras retumbaban su mente, le decía que debía coger a sus amiguitos sin preocupación, que no sintiese pena por esto, que es normal, a fin de cuentas que entendiese que es un “jueguito secreto muy lindo, muy rico”, el niño al verse en esa postura sintió el roce del pene en su penecito haciéndolo mover, Luciano se inclinó un poco dándole un beso con lengua, eso ya lo sabía, se lo había enseñado días atrás en sus encuentros en el lecho, le decía que eso que hacían era rico pero no debería contarlo a nadie, era su puro secreto, el niño miraba los movimientos de cadera en esa postura haciendo mover el pene, lo encorvó hasta tenerlo con la piernas bien abiertas Luciano también encorvándose un poco sobre la humanidad del pequeño Venancio, rozaba con el pene sujeto arriba abajo la entrada del anito con los glúteos bien abiertos alzados, ideal posición para penetrar, así a él se lo habían hechos siendo un niño, lo recordaba, quería repetirlo ahora con Venancio, le dijo que nunca lo olvide y con esas palabras viendo el traserito humedecido con más saliva aún deslizada en la piel suave del pequeño, Luciano procedió a introducir su pene, a petición del adulto el pequeño se relajaba, el pequeño Venancio primero vio el glande de Luciano en la entrada de su traserito y el roce que se daba arriba y abajo entre la unión de los dos glúteos ensalivados, luego el pequeño Venancio vio cómo la punta del glande de Luciano se iba introduciendo en el trasero infantil, su cuerpito bien encorvado sujeto de las caderas sobre almohadas sentía el niño aquel lento penetrar del glande adulto, Venancio apretaba sus manitos en las sabanas pero no era suficiente para compensar su angustia de sentir algo muy extraño que entraba en su ano, la molestia era mayor en comparación a las otras cogidas anteriores de aquellos “jueguitos” en cada encuentro del lecho, el adulto Luciano sintió con su glande que estaba muy estrecho el anito para seguir penetrando milímetro a milímetro, se dio cuenta que su gran pene podría causar estragos más de lo esperado al ver que el ano ya estaba rosáceo, a medio talle de entrada se detuvo cerca del esfínter, se quedaba viendo las expresiones faciales incómodas del niño que estoicamente soportaba la intención de desvirgarse, le suplicaba que parase porque le dolía mucho, el adulto se apartó de inmediato del pequeño Venancio deseando ya no continuar pero sin perder la erección del pene, abrazó al niño que seguía acostado en la cama colmándole de besos en el cuello y en el pelo con la intención de que se tranquilice, que todoera parte de ese “jueguito”, al pequeño Venancio le decía frases cariñosas al oído prometiéndole lo que más le gustaba como regalo, mientras eso escuchaba, el pequeño Venancio tímidamente se pasaba la mano por su traserito que aún latía luego de ese gran movimiento de pene, la nariz del adulto se deslizaba sobre el cuello del pequeño Venancio golpeando su respiración en los oídos, por un rato el pequeño quedó acostado en la cama viendo caminar desnudo a su iniciador, luego juntos quedaron acostados en la cama y daban roles, Luciano trató de motivar nuevamente en los juegos de cosquillas y luchitas, el semblante del niño cada vez mejoraba, en la mente del adulto estaba presente la imagen de ese gustito que le daba el roce de su pene en ese traserito infantil del pequeño Venancio, pensaba esa piel tan rica suavecita, creía en su mente que le pertenecía sólo a él, se dijo con risa burlona, y mordiendo los labios con muestras de deseo lo correteaba al niño viéndole el penecito haciéndose erecto y agitado al saltar en el entablado y en la cama, sacó de su mesita de noche una barra de fino chocolate, de aquellos que los niños pobres como Venancio tomado de la mano de su hermanita se limitaba a ver en los escaparates de las grandes tiendas, limitándose a pensar que algún día tendrían la oportunidad de disfrutar como lo hacían los niños ricos con esos chocolates importados de alto valor, ahora con sorpresa grata lo tenía en sus manos, se estaba cumpliendo su deseo de comer y de disfrutar, vio contento al pequeño Venancio abriendo el empaque comiendo y probando ese rico chocolate de regalo, el pequeño sentado sobre la silla con las piernas abiertas descubriéndose su penecito posado con su culito sobre la madera del asiento y sus piecitos que se movían al aire sin topar el piso demostrando su placer a través de cada impulso de movimiento, Luciano tomó un pedacito de chocolate pasándolo por la piel del penecito, alzó los bracitos para darle lugar a la cabeza de Luciano que con su boca lamía y chupaba el penecito cubierto por chocolate y saliva, pasaron instantes haciéndole eso, para aquel momento ya el niño había comido todo el chocolate quedando residuos en sus deditos, Luciano se llevó a la boca los deditos con restos de chocolate, dejando ensalivados los dedos del niño llevándolo a la cama, allí Luciano se encorva y le dice al niño que roce la entrada del ano peludo adulto con el dedo índice infantil ensalivado y luego se lo fue metiendo por el ano, para sorpresa del niño esa era la primera vez que lo metía a fondo toditito, instintivamente al sacarlo se lo llevó a la nariz para olerlo, sonrió, ahora el adulto le pidió al niño que lo hiciera con el dedo índice y con el dedo medio a la vez, Luciano al sentir que metían los dos dedos por su ano gimió con placer, Venancio metía y sacaba, metía y sacaba dándole sensaciones de placer, maravilloso, decía Luciano, maravilloso, mientras Venancio sonreía ensalivando más los dedos en ese mete y saca, se detuvo a las órdenes de Luciano, ahora le pidió que talle su penecito en el trasero peludo, así lo hizo el niño que con su penecito lampiño erecto con la puntita del prepucio recubierto rozaba la separación de aquellos glúteos adultos, posteriormente se acostaron abrazados dando vueltas sobre la cama, vinieron los besos en el pelo, mejillas y con lengua, el niño respondía ante las caricias parados sobre la cama el penecito rozaba los muslos de Luciano, lentamente se acostaron nuevamente en la cama, los dedos del hombre rozaban los muslos del pequeño viéndose su penecito erecto del niño acostado de perfil, unieron sus frentes, Luciano le preguntó si deseaba otro chocolate, el niño vivazmente aceptó moviendo afirmativamente la cabeza, Luciano le dijo que le daba no solo uno sino varios chocolates sólo que deberían continura con el “jueguito” el niño se puso un tanto triste pues a través de su expresión daba a entender su desacuerdo pues sentía dolor al hacer ese “jueguito”, le tomó la barbilla asegurándole que iban a “jugar” adecuadamente, le prometió que le gustaría después y que tan rico sería el jueguito que él mismo buscaría jugar juntos, Luciano se levantó sacando otro dulce, se lo entregó y Venancio de inmediato quitó la envoltura comiendo de a poco el chocolate fino importado, le preguntaba si le gustaba el chocolate, Venanncio asentía, luego de haber comido Luciano le preguntaba si ya podía “jugar” y el niño asentía, el adulto le dijo que por su valentía luego de jugar tendría más dulces, le prometió que no iba a comentar sobre los “juegos” que hacían, acostados en la cama daban roles, le hacía cosquillas y le besaba el penecito, le pasaba la lengua por los testículos haciéndole suspirar, el niño vio que Luciano sacó crema, el adulto lo acomodó de espaldas a las almohadas sobre la cama, el pequeño Venancio se dejaba acomodar en la cama, los piecitos infantiles se posaron sobre el omoplato del hombre, el pequeño niño precioso de Venancio volvería a sentir, resignado obedeció la orden de que se dejase, el adulto prometió que no le haría doler mucho, que sería como una inyección como cualquiera que se pone en el culo, lo que el niño no entendería que en esta vez era una inyección de carne, con caricias se lo prometió haciéndole tranquilizar en algo, el niño volvió a sentir molestia, el glande humedecido de crema entraba en el potito, Venancio gemía mientras Luciano mordía sus labios de placer, se detuvo, el pene en la entrada palpitaba de gusto, empujó otro poquito, Venana¡cio hizo un sobresalto, le dijo que le duele, hizo un empujón más y de nuevo Venancio respondìa sobresaltado, sintió el roce del glande en la raja del culito, instantes después Luciano se inclinaba buscando los labios del niño para besarle con lengua, al apartar el rostro el pequeño vio el movimiento del pene sobre su penecito lampiño, así, así, así, decía Luciano, con ojos cerrados y mordiéndose los labios, así, así, así, decía nuevamente con ese pene lleno de crema, agregando ahora aquellas frases bonitas dirigidas al pequeño, sin dejar de frotar el pene sobre penecito se encorvaba más para besarlo, el grueso pene se deslizaba por los testículos lampiños infantiles y pasaba por el tronco del penecito lampiño, y en eso que el niño ve en el pecho que se depositó el semen de Luciano salido de su pene, con alegría y semblante optimista le dijo al pequeño que el “jueguito” había pasado, el niño quietecito vio descender sus pies y la mancha de semen continuaba en su ombligo y pecho, el hombre se apartó yendo a la puerta del dormitorio, de allí vio al estático niño que miraba acostado esa mancha de semen, le hizo señas con la mano para acompañarlo, cubiertos con una toalla fueron al baño ubicado en el exterior de la casa y se limpiaron, le hizo arrodillar y le pasó el glande por los labios y finalizó poniéndolo en posición de perrito frotándole el glande ensalivado entre la separación de los glúteos, formidable, pensaba Luciano, excelente el comportamiento del niño que obedecía sus requerimientos sexuales, entraron rápidamente por la puerta detrás del patio donde estaba el baño, se vistieron quedándose sentados en la sala, en el instante en que Luciano leía un libro y el niño sentado en el entablado jugaba con su autito de juguete llegó la hermana del niño, llevaba un libro, como de costumbre pidiéndole ayuda en las tareas en fin de semana, con agrado Luciano sentado en la mesa instruía a la pequeña, a ratos miraba al niño abierto de piernas mostrándose el penecito por la manga del short, casualmente la niña rozaba la mano de su asesor coincidiendo con la risa entre ambos, al parecer se incrementaba la química entre ambos, Venancio se acercó a la mesa abrazando a Luciano por los hombros, a través de ese gesto el niño mostraba el afecto que le tenía, espontáneamente aceraba su mejilla a los hombros bostezando seguramente de hambre, la niña atenta a las instrucciones daba como normal aquellos mimos del niño hacia Luciano, ella también lo hacía a veces como señal de cariño paternal, la pierna de Venancio rozaba el muslo de Luciano haciéndole sentir que su pene se ponía erecto, a la vez que su carita se apoyaba en el hombro adulto emitiendo respiración que ponían la piel de gallina de Luciano estimulándole a poner su pene erecto, el roce de piel entre niño y adulto se hacía más seguido y en forma discreta al mirarse a los ojos con cierta complicidad, Luciano quería terminar con la enseñanza de la niña para quedarse a solas otra vez con Venancio, que ahora movía su penecito vestido en el pijama de Luciano, pícaramente sus miradas se encontraban, Venancio sonreía discretamente, al disimulo una mano de Luciano se deslizaba por debajo de la mesa llegando a rozar ese delicioso penecito lampiño de Venancio cubierto en esa fina tela del short, llenó rápidamente la tarea de la niña, en eso que suena un claxon de bicicleta antigua, como un rayo la niña tomó sus cuadernos y libros saliendo de la sala agradeciéndole a Luciano por sus servicios, el pequeño hermano le siguió sus pasos a la pequeña, desde la entrada de la casa Amaranta y su hermanito Venancio vieron al otro lado de la calle la presencia de Reginaldo montado en la bicicleta, sonriente como siempre, corrieron alegremente a saludarle, de inmediato Reginaldo paseó en la bicicleta a los niños, Venancio era el más entusiasta en el cuadrante y luego en la parrilla, rato después el niño caminaba con la bicicleta por los alrededores, a pesar de su corta edad y no saber manejar bicicleta se conformaba con llevarla arrimada a su cuerpo caminando y tocando el claxon, el sonido llamaba la atención de Luciano que junto a la ventana en esa mañana avanzada de sábado leía un libro, el niño continuaba caminando por los alrededores junto a la bicicleta empujándola pasivamente, Luciano miraba el caminar ligeramente afeminado del niño, se rascó el pene vestido, el pequeño Venancio puso a la bicicleta llantas arriba con la montura apoyada en el suelo, las ruedas giraban y con un palito tocaba los radios de la llanta, el sonido hizo que la hermana desde la ventana le previniera de topar con los dedos las ruedas en movimiento, luego la carita de la niña desapareció de la ventana de la casa humilde, pasaron los minutos, Venancio estaba sentado girando las ruedas a vista de Luciano, a los pocos minutos vio al niño adentrarse por los montes de los alrededores del patio de la casa humilde, pasó el rustico cerco de madera con alambre sujeto a palos inclinados de cerco precario, por allí desapareció la figura del niño, Venancio caminó por el tupido monte a paso sigiloso acercándose a la pared de madera donde se podía ver una separación entre tablas, por esa hendija vio las figuras desnudas de su hermana y su amigo dueño de la bicicleta, estaban acostados en la cama dándose besos, el pene del muchacho rozaba sobre la vagina de la niña que tenía bien abiertas las piernas, de pronto Venancio sintió una mano sostenida en su hombro, su sobresalto casi emite ruido que fue neutralizado con otra mano tapándole la boca, giró abruptamente su cuerpo viendo la figura de Luciano junto a él, la cara de ambos dirigieron sus miradas a través de esa abertura estrecha y alargadade la pared de madera, en ese momento se veía a Reginaldo acuclillado enfrente de Amaranta sentada en el extremo de la cama bien abierta de piernas, miraba el pasar de la lengua por el clítoris haciéndola excitar para luego pararse y así sentada la niña agitaba con sus manitos el pene de Reginaldo y luego abriendo la boca le hacía sexo oral a su amiguito, Luciano vio el rostro del pequeño Venancio sonriente, vio que el niño instintivamente se estiraba el penecito metidas sus dos manitos dentro de la tela del short, la boca de Luciano dijo en el oído del niño que ese era un jueguito al que ellos también lo hacían, sólo que se debe guardar el secreto, el niño se limitaba a escuchar y a sentir el lamido de sus orejas sin perder la mirada en el movimiento sexual de ambos niños en ese dormitorio humilde, ahora Reginaldo la colocó a filo de cama mostrándose el traserito femenino que era rozado por el pene del chico, Luciano vio que ese pene ya estaba desvirgado pues el glande a todo su esplendor se deslizaba por el traserito de Amaranta, la cara de la niña era de satisfacción, en eso Luciano fue contundente de hacerle entender al pequeño Venancio bajo susurro, le decía que se fije en la cara de satisfacción de su hermana en ese “jueguito” y que los gemidos eran iguales a los que ellos desarrollaban en sus encuentros sexuales, sintió en su hombro la cabeza apoyada de Luciano al mismo tiempo vio las manos de Luciano que deslizaba el short cayendo hasta los talones de sus piecitos descalzos, sintió el roce del pene de Luciano en su trasero pues ya antes se había deslizado su pijama a los muslos, pese a esos movimientos de cadera y de abrirse el trasero para el roce de glande el pequeño muy atento no dejaba de mirar a las figuras en la cama, el niño se vio el pene erecto y lo estiró así también sobre su mano se posó la mano de Luciano y ambas manos manoseaban el pene estirado, así, así, así lo cogía suavemente, Venancio sentía el golpe de respiración de Luciano sobre sus orejas y cuello que le hacían entreabrir los ojos, todo eso en el mismo movimiento, le dijo al niño precioso que le pertenecía siempre, siempre, siempre, miraron agarrándose los penes, de igual modo vieron a la pequeña Amaranta abierta de piernas sentada en la cama y a Reginaldo arrodillado en su delante con su cabeza entre las piernas lamiendo la vaginita para luego pararse y llevar su pene a la boca de la niña que lo chupaba sacando y metiendo por su boquita, el ritmo de la cabeza de la pequeña era evidente ante la mirada del pequeño y el adulto que fisgoneaban, vieron que luego la recostó en la cama abriéndole y alzándole las piernas, él con su pene lampiño ensalivado por la boca de su amiguita se lo iba rozando por los labios vaginales haciéndole prolongados movimientos de cadera, se notaba el pene erecto que se deslizaba por aquellos labios vaginales lampiños, la tuvo así dándole con el pene por esa parte por algunos segundos, en es emomento Luciano vio que la manito de Venancio se movía rápidamente dentro de la tela del short, después la acostó de cara a la cama con las rodillas apoyadas en el colchón y las piernas dobladas en posición perrito, la lengua del niño pasaba por la unión de los glúteos ensalivando la entrada del ano femenino, en es emomento Luciano vio que la manito de Venancio continuaba movoéndose mucho más rápido dentro de la tela del short, vieron que el glande del pene ensalivado entraba en ese espacio abierto los glúteos por la manos de Reginaldo, el niño vio la cara de su hermanita al sentir ese deslizamiento del pene en su potito, al principio fruncida pero luego de tanto roce la cara se transformaba en gusto de relajación, Luciano en la oreja del niño le decía que no perdiese detalle de ese jueguito y que lo mantuviera en secreto, posteriormente vieron que la niña se acostaba arrimada al espaldar de la cama Reginaldo sujetándola de la cadera bien abierta de piernas, así, el glande entraba despacio por la vaginita al aguante, era maravilloso ver esos delicados roces a ojos de Luciano y Venancio , Reginaldo le decía que aguante, que ya casi, pero ella prefirió decirle que quería por detrás haciéndole ver su deseo con un súbito gesto de movimiento que se acostó abriéndose ella misma los glúteos para que el pene de Reginaldo roce entre los glúteos, así le dio roces de pene por momentos hasta los dos quedar abrazados en la cama dándose besos prolongados, para ese instante Luciano y el pequeño Venancio se subían la ropa acomodándose y saliendo del lugar, caminaron muy aceleradamente para no ser vistos, rápidamente entraron al dormitorio de Luciano, se vieron por un instante, con mirada insinuante hacia el niño Luciano le pedía que se desvista, Venancio lo entendió y así fue que se desnudaron cerrando puerta y ventana, de inmediato ya el niño estaba acostado bien abierto de piernas estirándose el penecito, al poco tiempo ya siendo lamido su traserito por la lengua de Luciano con su pene que después de eso ya estaba siendo empujado en la entrada del ano infantil, el adulto con complacencia miraba el movimiento del pene en el traserito, el pequeño mordía los labios agarrando la sábana, le decía que faltaba poco, ya casi, el glande entró más de lo debido haciendo aumentar el gemido del precioso niño que adoptaba la metamorfosis de su iniciador, más, un poco más, se decía Luciano en su mente, ya casi eres mío, pensaba Luciano, ya casi, ya casi, un empujoncito más, el glande milímetro a milímetro avanzaba por ese ano dilatado muy abierto, faltaba poco, el niño bufaba que era controlado con la mano de Luciano en la boca del niño, ya sentía la tibieza de ese culito a punto de romprese el esfínter, pero de repente, a lo lejos se escuchó que Amaranta llamaba a Venancio, el niño no quiso continuar pese a las súplicas de Luciano que se deje, sin embargo Luciano comprendió que ante ese llamado era mejor dejarlo así, se dijo para sí mismo, lo único que hizo luego fue besarle las piernas y chupar el penecito para posteriormente que el niño lentamente se ponía el short tomándose con la mano el traserito, le dijo que guardase el secreto de ese su “jueguito” mutuo, que no dijese nada tampoco de lo que vieron de su hermana con Reginaldo, el niño asintió y salió presuroso de la casa, lo esperaban para seguir paseando en bicicleta, la expresión que daba a notar la nena era de gran alegría igual que la de su hermanito, Luciano recordará siempre ese día de cómo los dos hermanos fueron sometidos sexualmente aquel memorable sábado en el nacimiento de un nuevo gobierno de facto.
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Amanda con su pequeño hijo era colmada de caricias por parte de su hermanito Eleuterio frente a la mirada sorprendida de Jasmani, caminaron hasta sentarse en la hamaca, el pequeño Gustavito fue presentado a Eleuterio como su sobrinito, desde el primer momento ambos niños tenían química llevándolo a ver a los animales de corral, en un aparte del lugar Amanda preguntó a Jasmani por sus padres, supo contestarle que estaban en el pueblo, que pronto vendrían, no espero mucho hasta ver el levante de polvareda del camino de herradura, sus padres de acercaban, la madre al verla se bajó rápido de la carreta, casi cae en su empeño de abrazar a su hija después de tanto tiempo, contrastaba con la actitud de su padre Eleuterio quien tomó recia la guía de la carreta llevándola debajo de una construcción para el efecto, las mujeres contestaban sus preguntas de su vida, Jasmani en un impulso puso las petacas en su hombro con la intención de entrarlas a la ramada, pero desde lejos una voz lo detuvo en su intento, le dijo que las dejase pues no entrarían así como su dueña, al decir eso sustentaba su rostro con coraje y cierta decepción, Amanda se apartó del abrazo con su madre y fue a arrodillarse delante de su padre pidiendo perdón, el hombre del campo le dio una fuerte bofetada, iba a lanzar otra pero fue impedida por su esposa diciéndole que ella venía luego de un viaje largo desde la capital, Eleuterio no escuchaba razones, simplemente no quiso que Amanda ingrese, no era digna de estar allí, que había elegido su vida y se atenga a las consecuencias que el destino le daba, humilde la hija del hombre de campo quedó sentada llorando junto a su madre en el suelo polvoriento, el pequeño Eleuterio y Jasmani habían presenciado la lamentable escena entre padre e hija, la abuela abrazó a su nieto primogénito, la abuela le dijo a Amanda que el niño se parecía mucho a ella más que al padre aquel militar que desconocía la existencia de ese precioso niño, su hijo, los gritos del hombre desde dentro de la ramada eran fuertes llamando a su esposa, ante esa actitud se despedía Amanda, le dijo a su madre que estaría en el pueblo cercano por quince días con su hijito Gustavito en casa de su amiga de la infancia, que fuese allá a visitarlas, la abuela lloró dejando rastros de su llanto en la mejilla del pequeño Gustavito, allá nomás se verían y que lleve a su hermanito para que juegue con su sobrinito, se abrazaron, la madre de Amanda pidió a Jasmani que se encontraba presente ante la escena que llevase en la carreta a su hija al pueblo, asintió y obedeció, Eleuterio desde el interior de la ramada a prudente distancia de la ventana sin ser visto vio alejarse a su hija a puño fuerte y mordida de dientes trataba de no llorar, su único hijo varón por detrás lo abrazaba en silencio, apenas pudo ver el rostro de su nieto primogénito, el hijo de aquel militar, la mujer al subir vio el rostro de Eleuterio, simplemente con seriedad movió negativamente la cabeza y fue a preparar lo que le dispuso hacer, en el trayecto Amanda iba en silencio con su hijo dormido en su regazo, algunas palabras logró sacarle Jasmani, palabras superfluas para su interés de conocer la vida de la hija de su mejor amigo a quien le había dado posada, se desembarcó en el pueblo frente a la casa que habitaría por quince días, su amiga la recibió de maravillas, entraron a la casa con el niño en brazos que seguía dormido, Jasmani hizo el favor de poner las petacas en el interior de la sala y se despidió cordialmente en ruta a la ramada de Eleuterio, iba pensativo analizando qué tan cosa grave hizo esa mujer que al verla solo demostraba candor y respeto; a unos kilómetros de allì, Ana caminaba marcando a su hijo y tomada de la mano de su hija, iban al gallinero a ver huevos para ser vendidos en el pueblo en compañía de su esposo, el hedor característico de los animales hacían toser a la niña ante el revoloteo de las plumas de las aves, la niña desde el corral miraba atenta los movimientos de su madre, su hermanito estaba con ella, la mirada atenta del esposo ante los movimientos de su esposa lo hizo decidir a ayudarle, escuchan el galope de un caballo tirando una carreta, se trataba de Jasmani que pasaba por el lugar pidiendo so pretexto el préstamo de herramienta de herrería pues al venir del pueblo una de las patas del caballo tenía problemas con la herradura, el atento Clotario esposo de Ana ayudó al visitante a buscar la herramienta forjando una herradura por hacer, al rato que se aparecen dos jinetes, estaban presurosos por darle el mensaje a Clotario, le comunicaron algo en el oído, el hombre al recibir la noticia se acercó a sus esposa hablando en forma insegura e incómodo tal como era su personalidad, de prudente distancia Jasmani observaba acercarse a Clotario diciéndole que regresaría a la noche, le recomendaba el cuidado de sus seres queridos, le dijo que fuese tranquilo, Clotario fue escoltado por los jinetes al llamado del patrón del pueblo del cual seguramente pedía ayuda laboral, a fin de cuentas, Clotario ganaría unos cuantos pesos, el rostro de Ana demostraba una ligera preocupación, fueron al pueblo a vender los huevos y algunas gallinas, se encontraron con la prestante dama del pueblo, el trato entre las mujeres fue muy indiferente tanto así que esa actitud de echazo de la prestante dama sorprendió a Jasmani al querer saludarle y también le sorprendió el gesto de inquina en el restotro de lamujer cuando vio a la pequeña Renata y al roce de vista con Ana que llevaba marcado a su pequeño hijo Renato, luego de aquella mala escena salieron del pueblo con dinero en mano, la pequeña Renata iba chupando un dulce regalo de Jasmani compensando el deseo de tener una muñeca que la pequeña vio en un escaparate de la abacería del pueblo, la madre no pudo comprársela y por eso el motivo de ponerse triste compensando su ansiedad con una paleta de dulce, en el trayecto Ana y Jasmani conversaban rozándose las manos viéndose fijamente ante la inocente mirada de esa preciosa niña acostada junto a su pequeño hermanito, al llegar a la ramada Jasmani fue el primero en bajarse de la carreta extendiendo la mano como caballero al bajar Ana tomándola de su mano, aprovechó de la circunstancia para emitir una leve caricia en el rostro y un seguro abrazo, la mujer fue por su hijo acostado en la carreta, la vio alejarse del lugar mientras que Renata pedía que Jasmani la bajase, la sostuvo de la cintura bajándola lentamente, vio que Ana estaba a distancia considerable y arrimó a la niña a la carreta sin ser visto metió los dedos por el calzoncito de la niña hurgándola hasta rozar la vaginita, la niña se dejaba por orden de Jasmani que rápidamente se sacó el pene rozándole por el rostro de la niña acuclillada, todo fue tan rápido que salieron pausadamente del lado de la carreta en dirección a la ramada, Ana se puso a preparar la comida e invitó a Jasmani a quedarse para almorzar, lo que aceptó gustoso, Jasmani le ayudó a cocinar lo que agradó a la mujer, jugueteaban con los ingredientes haciéndose bromas como dos chiquillos a la que se unía la pequeña Renata, las risas eran desbordante marcando un afectuoso clima entre ellos, Jasmani acariciaba a la niña de forma paternal notándose aquello en Ana que aprobaba esos mimos del hombre hacia su pequeña, luego vinieron las caricias hacia la mujer que continuaron en la mesa, se miraban con deseo, ya pronto de comer para luego lavar los trastes y se le dijo a la pequeña que fuese a dormir la siesta en la hamaca ubicada debajo del entablado de la ramada, y así fue que bajó la escalera tomando la siesta meciéndose en la hamaca y en pocos minutos ya la niña Renata dormía por mandato de su madre Ana que se percató del sueño de su hija, tiempo después, arriba, dentro de la ramada la mujer era manoseada por Jasmani luego llevada abrazada por detrás sintiendo el bulto vestido de la entrepierna de su amante, le recordaba en el oído lo fantástico que habían pasado durante el último encuentro sostenido, complementaban con palabras sexuales insinuantes que a la mujer la hacían sonreír sobre todo aquellas promesas que no se cumplirían, lentamente la fue despojándola de la ropa puesta, se admiraba por esas curvas sensuales en su cuerpo bien cuidado para su edad, no había afectado el parir dos hijos, estaba regia su silueta, sus caderas, sus piernas y sobre todo aquellos glúteos voluminosos que hicieron erecto al pene de Jasmani el amante bisexual, ahora el turno era de ella bajándole el pantalón luego el calzoncillo tomando con sutileza de manos ese erecto pene que deseaba vagina a gritos demostrándose en su latir tibio de venas sobresalidas en su tronco, ella se arrodilló mientras él sentado en la cama veía el rostro de la mujer que se pasaba el pene por las mejillas y labios luego introduciéndoselo a la vez que miraba fijamente el rostro de su amante que expresaba placer, la puso en cuatro lamiéndole el clítoris y luego el trasero, le daba besos por todo el cuerpo y se concentró a lamer los senos hirvientes de leche materna salida una que otra gota, ella se acomodó en la cama, sus pies sobre la cama de espaldas con piernas bien abiertas, tomando el pene de su amante introduciéndose en la vagina pidiendo ser más y más embestida, los testículos se movían en el mismo sentido del tronco del pene que ensalivado hacía estragos en las entrañas vaginales de Ana Luisa, se movían tanto que le catre estuvo a punto de flaquear, siguieron en el suelo allí la emotiva acción de Jasmani de cogerla piernas al hombro, introduciéndole más el pene a la fogosa mujer, pero mucho más el pene entraba en esas entrañas, sin palabras, era la necesidad de ambos por poseerse mutuamente, el tiempo transcurría, hicieron pausa en su desenfreno, aún en el exterior la niña dormía en la hamaca, mientras el bebé de meses de nacido también dormía en el lecho puesto al rincón de la ramada, continuaron amándose, ella chupaba pene y él correspondía con lamidos en el clítoris y la separación de glúteos, la atracción era mutua y en cada encuentro el deseo se hacía mayor, le introducía el pene por el trasero haciéndola sentir agregadas las múltiples caricias por todo su cuerpo, puso el pene entre los dos senos apretados moviéndolo adelante y atrás, ambos gemían y muy fuerte, tato así que no se percataron que eran vistos por la pequeña Renata arrimada discretamente a la puerta entreabierta, vio el pene grueso de Jasmani que entraba y salía rozando sus peludos testículos en la vagina de la mujer, entre los labios vaginales y el pene quieto salieron los líquidos sexuales de ambos, de allí lentamente salió el pene mojado y vio salir más liquido de la vagina de su madre, le extrañaba, pues salía bastante, no les importó hacer el amor conociendo que Ana estaba en lactancia pero también en constante deseo por un hombre que a haga sentir, la sábana se entintó de mucho semen, ella quedo así, abierta de piernas con su vagina amplia deslizándose ese líquido seminal, la niña vio el rostro satisfecho de su madre la haber hecho ese “jueguito” entre las personas que se quieren, Renata pensó que su madre quería mucho al visitante, Jasmani dio cuenta de la presencia de la niña no así su madre Ana a la que de inmediato encorvó de cara a la pared de bambú donde estaba arrimado el catre, Jasmani se propuso desde allí que la niña viese lo que él le hacía a su madre, la puso en posición perrito y le fue deslizando el pene humedecido de semen, luego lo fue metiéndo poco a poco, la niña vio los gestos de su madre abriendo la boca cada vez que el pene entraba más en la humanidad de su madre, para ese momento los movimientos de cadera eran rápidos y la complacida mujer gemía pidiendo más y más por allí, diciendo así, así, así, cómo le gusta, así, así, marido, le decía, que era suya, que le pertenecía, todo eso escuchaba la niña, al girar la cara se vieron Renata y Jasmani, sonrió, continuó embistiendo el trasero de Ana, él acostado en la espalda de la mujer ahora introducía el pene en la vagina, la posición la hacía para que la niña ahora escondida veía cómo Jasmani le hacía el amor a su madre, allí quedaron los dos exhaustos en la cama, la niña salió sin que su madre la viese, se fue a acostar en la hamaca masticando caña de azúcar que encontró en un botecito que al amanecer su padre había cortado para ella con mucho cariño, con los ojos entreabiertos vio bajar a su madre con las sábanas manchadas de semen y un bulto de ropa adicional, Renata se hizo la dormida, Ana se fue a lavar junto al reservorio de agua un poco alejado de la ramada, para Ana era necesario lavar las sábanas ahora para evitar evidencias con su marido así que la mujer le recomendó a su amante el cuidado de sus hijos que seguían dormidos, que volvería pronto, le dijo amablemente, fue entonces el tiempo que ocupó Jasmani en esa ausencia bajando la escalera manoseando a la pequeña que disimulaba despertar, le dijo al oído que sería suya esa muñequita de aquella estantería de la abacería del pueblo si subían rápidamente a la ramada a “jugar” lo que vio hace poco, obediente la niña lo siguió al que alguna vez fue dueño de una abacería, le bajó el interior que la niña llevaba puesto llegando a los tobillos de sus pies descalzos, la sentó en la cama haciendo abrir la boca para introducirle el pene que aún tenía restos de semen de la cogida que había tenido con la madre de la niña, Renata olía feo al pene pero resignada se lo metió en la boca arte del glande, el pene ensalivado por la boca de Renata rozaba la carita, Jasmani reía complaciente, sabía que el tiempo aprovechado era poco para sus propósitos sexuales, así que se movió rápido haciéndola recostar con las piernas bien abiertas poniendo sus pies sobre los hombros, así en esa postura como la había puesto a la madre hace poco, allí empezó a preguntarle si le gustaba haciendo roces del glande en la entrada de la vaginita rozando los labios vaginales, la niña miraba a los lados, tenía algo de recelo pese a su corta edad, Jasmani le decía que siguiera “jugando” ahora acostándose sobre la cama alzando el traserito a lo que el glande entraba de a poquito en ese pequeño traserito de niña hermosa, lenta y sutilmente era el roce, miraba alegre su pene que se deslizaba entre los glúteos siendo rozados por los pelos de los testículos, abrió lo que más pudo los glúteos pasándole la tibia lengua haciéndola respirar hondo, saliva deslizada por la piel, glande rozando por la ensalivada piel, era delicioso sentir todo aquello para Jasmani, poco a poco gozaba de ese cuerpito infantil, de súbito pensó en el tiempo que ha estado con ella en ese catre sometiéndola sexualmente, la recostó de espaldas encorvándola en el extremo del catre, haciéndole el manseo por piernas, cadera y abdomen además besándole la vaginita y pasando la lengua por el clítoris haciéndola estremecer moviéndose a los costados, le puso la mano en el pecho diciéndole que se quedase quietecita, obedeció la niña la orden, vio el pene de Jasmani que se acercaba a sus labios rozándolos repetidamente, luego ese glande entraba por la boquita, le decía a la niña que pruebe de su cuevita, el glande ensalivado rozaba posteriormente la vaginita, miraban el movimiento del pene, ella quietecita sentía ese roce y Jasmani le preguntaba si le gusta, ella se limitaba sonriente a sentir ese delicado roce del glande alrededor del clítoris, suspiraba cerrando los ojos, apenas bostezaba, seguían mirándose el pene y la vaginita, así encorvada se sentía mejor, era una deliciosa postura, Jasmani la tenía bien sometida, el desliz del pene grueso adulto llegaba al pecho de la niña quedando encima de la vaginita el roce de los peludos testículos, así, así, así, le rozó el pene por unos momentos, Jasmani pensó que ya era tiempo de terminar así que su pene fue introducido en su calzoncillo, se subió la cremallera mientras la niña seguía acostada en esa postura, le dio un corto beso diciéndole que guardase silencio, que en estos días tendría su muñeca del escaparate, le pasó las manos en algo así limpiándole la saliva en el traserito y en la vaginita, le dijo que baje a ayudar a su madre, la niña obediente se dirigió alejadamente donde Ana ya estaba por terminar de lavar los enseres y las sábanas, desde la ventana jovialmente Jasmani se manoseaba el pene vestido, pensaba que en ese día había hecho el amor a madre e hija, desde la ventana vio a Ana que hacía gestos de saludo respondiendo cordialmente sus intenciones, sonriente jocoso giró su cuerpo dando unos pasos donde se encontraba el pequeño Renato de meses de nacido, lo vio con detenimiento, pensó que el niño no se parecía a Clotario, diferencia de las facciones rústicas más bien el pequeño tenía un aire de niño con buen linaje, sonrió, pues de Renata apreciaba lo mismo, cómo no pensar así ante el comportamiento de su madre al haberse entregado a él, se arrimó a la venta viendo a madre e hija sentadas lavando lo último de enseres, rápidamente se acercó a donde estaba el niño, de súbito se baja la cremallera sacándose el pene llevándolo a rozar los labios del niño dormido, pasó el glande por breves instantes para luego vestirse arreglándose el pantalón, ya para ese instante la niña llegaba cargando enseres y detrás Ana llevaba parte de enseres y las sábanas que serán tendidas, Jasmani se despide montando carreta, madre e hija despiden al que les diera sexo.
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Carlos Felipe, Noelia y su pequeño hijo viajaban en el lujoso auto por las calles de la capital, los tanques de guerra y accesorios bélicos merodeaban la ciudad, la agitación era dantesca que se podía apreciar desde el cristal de la puerta de ese lujoso auto, el pequeño veía suspirar constantemente a su padre, el auto se detuvo en una tienda familiar de ropa elegante, bajaron, ingresaron siendo atendidos cordialmente por dos mujeres, el pequeño vio unos escarpines, sonrió irónicamente pensando que su madre seguramente esperaba un hermanito o hermanita, pero en realidad era para la esposa de su hermano Gustavo Adolfo que estaba próximo de retorno a la capital luego de estar por un buen tiempo en la gran manzana, luego les mostraron un ajuar de recién nacido, los padres pidieron a gusto del niño que escogiera, alegremente escogió el que tenía color celeste con finos encajes, los esposos se miraron alegremente, escogieron aquel, al salir de la tienda de ropa se toparon con Luis Daniel Pérez, entrañable amigo del padre del niño, se abrazaron, la cara del médico era descompuesta, apesadumbrado comentaba lo del gobierno saliente por uno de facto, los dos amigos coincidieron en la pena pues tenían muchos intereses e influencias con aquel gobierno influyente en aspectos de orden económico y comercial que influían en muchas personas, ahora tocaba hacer un reajuste de negocios, para Carlos Felipe le hacía falta la presencia de sus asesores Pedro Artemio y su esposa ahora viviendo en el país del norte, caminaron unos pasos prometiéndose conversar en tiempo futuro, el niño era testigo junto con su madre del gran afecto profesado por ambos hombres, demostrando una efusiva despedida, continuaron con su viaje, el pequeño arrimado al cristal viendo el paisaje capitalino, al detenerse en un cruza calle vio a un indigente sentado en la acera con un perro, sus miradas se cruzaron, el niño desvió su mirada con vergüenza pero de reojo sentía la mirada clavada por parte del indigente, vio la sonrisa del tipo, ese lapso de tiempo para ambos resultó suficiente para sentir algo extraño, el auto continuó su marcha alcanzando a verlo por el retrovisor, el indigente continuó caminando con su fiel can, se encontraba desde hace tiempo buscando y buscando, jadeante sacó la fina navaja, la miraba con detenimiento, giró una esquina, no dio cuenta del giro de esquina de un auto clásico que marchaba lentamente, en su interior viajaban un muchacho y un señor de edad mayor, su ruta diferente a la del otro auto, a los pocos minutos ya se encontraban en los límites de la ciudad, se detuvieron, salieron a respirar aire profundo, desde aquel lugar se podía ver gran parte de la ciudad capital, con los brazos abiertos y manos agitadas le hacía referencia física de su proyecto de inmobiliaria, el muchacho se limitaba a escuchar asintiendo, tomado del hombro del muchacho dieron unos pasos adentrándose por la espesura, allí volvió a manifestar sus ideas, el muchacho comentaba y el adulto asentía, escuchan un motor de auto, salen a ver, se trata de la presencia de Squeo con dos guardaespaldas, se acerca firme con mirada segura hacia el adulto y le entrega un sobre que de inmediato lo abre, el muchacho vio temblorosa la expresión de su abuelo, Squeo con una mueca acompañada de corta sonrisa lo miraba con firmeza, era el monto por pagar, lo había seguido, era importante la noticia del sobre, el adulto se repuso, respiró hondo y le dio una fecha pero deseaba estar frente a frente con su amigo Fulgencio, el hombre fuerte asintió y giró sobre sus talones haciendo gesto para que sus dos guardaespaldas lo siguieran, desde el interior del auto Contardo que había visto toda la escena se percató la presencia de ese muchacho de piel morena clara, le preguntó a su padre la identidad del muchacho y supo responder que era nieto de aquel hombre que tenía el sobre en las manos, al salir lentamente el auto la mirada se clavaba sobre Gustavo Andrés Teodomiro, nieto y abuelo miraron con detenimiento el contenido del sobre, con alta respiración el abuelo orientaba a su nieto en los negocios, se abrazaron y continuaron su caminata por aquel lugar, era de mucha esperanza para ambos que el proyecto se consolidase con éxito, desde hace poco estos dos comerciantes se habían conocido y se estaba haciendo sólida la amistad.
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Lucrecia daba de lactar a su niño en presencia de su hermano que le informaba de la vida de su anterior esposo el humilde campesino y su hija Amarilis viviendo allá en ese pueblo, todo era normalidad y se complacía con saberlo la parturienta, vio a su hermano con un semblante de avidez, de deseo por algo, de angustia, como que no se encontraba con sus ideas, tartamudeaba, le preguntó las causa y él se limitó a decir que el caso era económico, la mujer pidió que le pase su cartera y sacó un fajo de billetes, pidió saber la cantidad y cuando la supo le dio una cantidad de billetes, alegre Dagoberto le dio un beso en la mejilla a su hermana y salió con rumbo a la calle, esperó un rato en cierta esquina junto al parque de la alameda, por donde pasaba el río, un hombre se acercó sosteniendo un diálogo emotivo, sonrieron, caminaron unas cuadras en sentido contra corriente por la alameda, tomaron un taxi bajándose luego a distancia prudente de una casa de vecindad, allí vivía aquel hombre que acompañaba a Dagoberto, ya era el ocaso para entonces, la madre había salido al interior del país, a visitar familiares y dejar encomiendas que cada mes repartía como un modo de ganarse la vida con dinero de comercio, Dagoberto se sentó mirando alrededor de la habitación algo modesta, se sirvieron refresco y sándwich, conversaron por largo rato, sin perder la amabilidad y brotando en ellos el deseo al sentarse muy juntos, estrecharon sus manos mirándose fijamente a los ojos, desde hace tiempo no estaban así, si, desde hace mucho tiempo, Dagoberto tragaba saliva repetidamente, lentamente cerraron los ojos aproximándose sus mejillas y rozándose la nariz afirmando los labios por el correr de las comisuras fundiéndose luego en un apasionante beso que se repetía frecuentemente, intercambio de aliento, lenguas frotándose con intercambio de saliva, besos apasionados cada vez más seguidos con tinte de pasión, las manos entrelazadas ante los besos cerrando los ojos, las orejas lamidas, mordisqueos en las barbillas, las manos deslizándose por las entrepiernas manoseando los penes vestidos erectos desde hace rato ahora recostados sobre el sillón de sala continuaban besándose como aquellas primeros encuentros en el monte, como aquella entrega de Dagoberto siendo niño, por su mente pasó esa escena del monte, recostado en aquella gran roca, encorvado, sintiendo el pene dentro de su ano, de aquel primer temor y después diluido en satisfacción, vio el rostro de su iniciador y sonrió en forma cómplice, tenía guardado ese sentimiento, escuchó la invitación de ir al dormitorio, ya levantados para irse se escucha golpes en la puerta y una voz infantil llamando, se abre la puerta mostrando la figura de Daniel Eduardo, tenía en sus manos un pequeño paquete que enviaba su madre, Dagoberto aún tenía la respiración alta cuando saludó al niño, sintió la suave mano de ese precioso niño, instantes después el niño se despedía, la puerta se cierra y los dos amigos ingresan al dormitorio para brindar sus desenfrenados gestos de pasión, luego amarse tanto en aquel lecho salieron de la casa y al caminar por la calle se vio que pasaban un grupo de niños entre ellos la figura de Daniel Eduardo que los miraba sonriente, Dagoberto no perdió mirada en verle, le había gustado.
FIN DEL CENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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