METAMORFOSIS 176
Familiares.
La música lenta y suave relajaba al joven que meditaba en la soledad de esa gran casona de la estancia rural, la suave brisa mañanera llegaba a su cara completando el respirar hondo de la pureza ambiental, amaba ese lugar donde había nacido, huérfano de madre siendo aún niño y con un padre dedicado a otra que a su bienestar sólo quedaba la compañía de su hermana mayor, sentía en algunas partes de su cuerpo que se transformasen, su voz sin embrago en algo se resistía a dejar aquel tono, su amaneramiento evolucionaba producto de aquella vez en esa casa abandonada deshabitada rodeada de monte donde empezó su metamorfosis, al suspirar cerraba los ojos y tenía en su mente presente el cuerpo de él, de aquel hombre joven al que sin miramientos aunque al principio con temor había entregado su virginidad anal, suspiró ante la música, respiró hondo ante la brisa mañanera llegando a su aliento el perfume del mote mojado, no se arrepentía de ese hecho, es más, lo deseaba, deseaba el cuerpo de su ininciador, cerraba los ojos para recordar lo vivido en ese desvirgamiento, al abrir sus ojos vio su pene erecto en el pijama que lo describía pasándose la mano por la tela y de un impulso se cambió de ropa y luego bajó a la caballeriza, montó su alazán favorito y a galope puro fue a los lugares donde tal vez él se encontraría, pero no, no estaba, a cada galope su deseo se incrementaba y su pasión se desbordaba ante la angustia de no poder verlo, otro lugar y nada, otro y otro y nada que aparece, suspiraba angustiado, su deseo se incrementaba, volvía a suspirar emitiendo su nombre al viento, viendo las nubes deseaba encontrarlo, el sol canicular de aquella mañana se hacía con fuerte presencia, desistía ya, y sudaba y cabalgaba, su cuerpo instintivamente le invitaba a refrescarse en la fresca agua del arroyo, luego cabalgó en aquel lugar donde se entregó, rodeó con su mirada los alrededores, se sentó justo donde había sido el acontecimiento, se deslizó pantalón e interior quedándose acostado en posición fetal con los ojos cerrados pasándose los dedos alargados entre la unión de sus glúteos dándose placer evocando el nombre de Dagoberto, su iniciador, aquel que había desvirgado aquel ano al que ahora con sus dedos hacía referencia del pene que alguna vez le hizo sentir, suspiraba y gemía, se la lamía el dedo y se lo introducía dando a viva voz el nombre de su amante, lo extrañaba en ese momento, lo quería tener en sus manos, pasaron muchas semanas que luego fueron meses después desde que no lo había visto, se incorporó y se manoseó el pene por un instante haciendo que se ponga erecto y caiga orina en aquel preciso lugar donde estaba acostado, en su columna sintió una electricidad y hormigueo en la base de su cráneo una sensación nueva propia de un púber, de un niño convirtiéndose en joven, sonrió cerrando los ojos pensando que había hecho el amor con Dagoberto corriéndose el tronco del pene sobresaliendo el glande, mientras orinaba prometió al ambiente que en la más mínima oportunidad de verlo en el pueblo lo traería y estaría allí con él amándose, Luis Alfonso Pérez caminaba en dirección donde estaba el corcel arreglándose la cremallera de su ajustado pantalón de montar, a lo lejos pudo notar la figura presurosa de un jinete de mediana estatura galopando entre la espesura del monte, parecía un niño o un jovenzuelo, lo hacía tan veloz que no pudo seguirle ni mucho menos alcanzar a ver el rostro, Luis Alfonso simplemente siguió galopando, adentrándose también en la espesura del bosque, tuvo miedo de que fuese algún pelafustán, continuó su camino a galope discreto, recordaba la imagen de su iniciador y su deseo de amarlo, al llegar a las inmediaciones de la estancia vio tres autos en hilera luego llegando un cuarto que se estacionaba junto a los tres anteriores, de él salió su medio hermana Justin Daniela, su cuñado Nicolás y su pequeño sobrinito Daniel Nicolás, le llamó también la atención la presencia de una mujer y de una niña, le inquietaba saber la identidad de ambos personajes, a la mujer se la veía muy trémula, no disimulaba cierta inquietud, su voz tímida se quebró estrechando la mano de Agripina la anfitriona, viéndose a los ojos, la mujer era un poco esquiva, quizá típico de su humilde personalidad, pasaron a sus habitaciones guiadas por Agripina, Luis Alfonso inquieto por saber de ellas le preguntó a su hermana, a lo que ella le dijo que era la nana de su sobrinito Daniel Nicolás y su hijita de apodo mielecilla, su única hija, la mujer no tenía esposo pues falleció en una pesca, viven en el perfil costanero del país, Luis Alfonso asentía con atención obediente la información receptada, fue a su habitación, ya para esas horas deseaba ducharse, pasó por la sala saludando la visita de su padre el doctor Pérez, allí habían otros señores con habano y brandy en la mano, sonrió acariciando a su sobrinito y vio fijamente el rostro de su cuñado estando en su delante, sintió el suave y delicado roce de sus manos al saludarle, la piel de inmediato se le puso de gallina, Nicolás percibió aquello en su cuñado, lo vio subir las escaleras, antes había visto gotas humedecidas en la entrepierna del muchacho, no lo perdió de vista hasta desaparecer entre las altas paredes de la gran casona, Fulgencio Arichabala se encontraba presente con su brazo derecho, Squeo, su hombre de confianza, planificaban estrategias ante el nuevo gobierno de facto, allí estaba presente el reconocido Agro industrial con Heriberto Alpízar, los prestantes hombres de negocios salieron a realizar un recorrido por el lugar a invitación del anfitrión el Dr. Luis Daniel Pérez, divisaron las tierras e indicaban sectores estratégicos de riego, planificaban el tipo de cultivo que desde ahora estaría a la par con la ganadería imperante, el mercado mundial cambiaba con el boom bananero, habría que invertir en maquinaria agrícola de punta, la mirada estaba en el agro por aquel entonces, los grandes terratenientes serían ahora los grandes productores agrícolas, el cambio se producía, Luis Alfonso como sombra acompañaba detrás a su padre, escuchaba lo manifestado por esos prestantes hombres, el más influyente era Fulgencio Arichabala, aún con su temple de prepotencia, a su lado Agripina la hermana de Luis Alfonso, siempre recelosa ante los comentarios de Arichabala, los hombres se hidrataban con la bebida repartida por Agripina, el doctor la miraba con cierta autoridad ante cada movimiento que realizaba la mujer, vestía como siempre con jeans ajustados que la hacían ver mucho más joven de lo que se pensaba, su hermano se unió a la actividad de su hermana, el doctor miraba complaciente esa atención brindada a sus amigos, el sol cada vez más presentable en el firmamento, las personas bajo sombra, se pasaban el pañuelo por la nuca y rostro continuando con su recorrido adentrándose al tupido bosque, Nicolás junto a su cuñado Luis Alfonso los seguían detrás, se desviaron adentrándose por un sendero a lo más tupido del lugar, allí aprovecharon en abrazarse y sentirse sus cuerpos a través del roce de sus manos, el más emotivo era Nicolás, mientras que Luis Alfonso tenía algo de pudor y recelo, sabía que eso no era correcto, pero poco a poco iba decayendo su firmeza a cada paso de manos por su piel , en cada caricia mutua, en cada abrir y cerrar de ojos, en cada palabra recibida y en cada beso dado, allí fue la emotividad al máximo, siempre haciendo pausa viendo o cerciorándose de no ser vistos por la guardia pretoriana de guardaespaldas que acompañaban a los prestantes hombres, Nicolás le dijo que deseaba con locura hacer el amor apretándole los glúteos, a lo que Luis Alfonso con ojos cerrados le respondía con gemidos dejándose llevar al éxtasis de acalorados besos y caricias sutiles, Nicolás besándolo por repetidas ocasiones deseaba hacerlo suyo, al abrir los ojos vio su pantalón siendo deslizado igual que su calzoncillo, su pene erecto blanquecido igual que sus glúteos se mostraban a la vista del congratulado Nicolás, de inmediato el muchacho se inclinó poniéndose en posición perrito y sintió ser perforado, apretaba el ano para sentir más delicioso el deslizamiento del pene por sus entrañas, así, así, así, lo tuvo por un instante, se detuvieron interrumpiéndolo todo al escuchar sus nombres a lo lejos de la montaña, salieron vestidos en precipitada acción de piernas, hasta unirse al grupo, ya para entonces todo estaba hablado, la maquinaria vendría pronto a iniciar los trabajos lacustres, Squeo al disimulo sonreía, emprendieron el regreso a la estancia, los diálogos efusivos no se hacían esperar, fueron a refrescarse, Justin con la nana se encontraban en el jardín siendo vistas a prudente distancia por Agripina, a su lado pasaba Mielecilla, una niña muy bonita que no paraba de sonreírle, esa sonrisa, ese candor la ponía en defensa a su corazón roto de madre, Agripina desde hace muchos años había perdido a su hijo siendo arrebatado en el momento de su nacimiento, esa niña posiblemente tendría la edad de su hijo que desconocía su sexo de nacimiento, la niña jugaba con el pequeño correteando por el lugar, complacido estaba Daniel y Fulgencio los abuelos del niño, Agripina se retiró a continuar atendiendo a los visitantes, las empleadas vieron los ojos vidriosos de Agripina, a punto de llorar, desde el alumbramiento su vida no fue igual, el amor quedó en el pasado, se dedicó a criar a su único medio hermano, Luis Alfonso, tenían una gélida relación con Justin Daniela, de eso daba cuenta el doctor Pérez, ahora el pequeño Daniel Nicolás era el centro de atención de los invitados, vestía terno de marinerito caminando de la mano de su madre orgullosa, Nicolás quedaba en segundo plano, hubo una recepción en homenaje a los visitantes empezando en la tarde calurosa, Nicolás paseaba con su hijo montado a caballo bajo la atenta mirada de Justin Daniela, el niño mostraba alegría e inquietud, Nicolás pasó al niño a Squeo quien lo entrega a su madre Justin Daniela, se aleja del lugar galopando a la montaña, deseaba pasear por aquellos lugares que le recordaban su infancia de manos de su abuela y de aquel niño que siempre estaba a su cuidado, el difunto Melesio, pasó por aquellos lugares, lo iba recorriendo despacio, se acercó a orillas del arroyo, calor considerable marcado en su ropa, decidió inclinarse a beber agua, mojó su pañuelo hidratándose el cuello, el agua cristalina estaba deliciosa tentando a bañarse, bajo sombra miraba el correr del agua, la brisa fresca recorría la piel mojada, se recostó pensando, alguien se paró detrás, súbitamente se puso en pie de guardia, creyó lo peor, un asalto, al girar bruscamente su cuerpo vio la presencia de Luis Alfonso con una amplia sonrisa cautivadora en su rostro que fue transmitida al rostro de Nicolás, no esperaron a más para abrazarse y tenerse nuevamente como hace rato, Luis Alfonso ahora estaba espléndido recostándose en el suelo recibiendo el cuerpo de su cuñado amante, el esposo de su medio hermana, en ese momento primaba el deseo de poseerse, de amarse, de sentirse el uno para el otro, las situaciones de estereotipos pasaban a segundo plano, como en aquella época, como siempre en la historia del mundo, Luis Alfonso recordó el lugar, allí donde por primera vez fue desvirgado y también el lugar por primera vez donde hizo el amor con Nicolás luego de ser descubierto haciendo el amor con Dagoberto, desde ese momento comenzaría su idilio de amor, tomaron sus cabalgaduras cabalgando hacia aquel lugar montoso, apreciaron el panorama, abrazados se dieron repetidos besos con lengua prolongados, las ruinas de aquella cabaña abandonada cobijaba a los amantes de un sol que se desvanecía con el tiempo, la brisa tocaba aquellos cuerpos desnudos que rodaban por la arena del piso y sobre el monte que los rodeaba, apasionados fundiéndose en uno solo, sin decirse palabras más la comunicación expresada en sus cuerpos a través del roce de sus manos que aumentaban lo erecto de sus penes, Luis Alfonso se dejaba llevar por Nicolás, aquel único heredero Arichabala, que así demostraba sus escondidas preferencias sexuales, se amaban tanto que emitían gemidos fuertes al besarse el pecho, desaforados, amantes idolatrados, sus cuerpos eran aún más reconocidos, había tiempo, si, tiempo para amarse, Nicolás era el de la iniciativa, lo habría de piernas al muchachito viéndole el ano abierto en todo su esplendor, un hueco por donde entraría luego su pene peludo, ya tenía vellitos el testículo púber, Nicolás sonreía, le pasó la lengua por los alrededores, haciéndolo gemir, sudaban, se besaban apasionadamente, alocadamente, Luis Alfonso abría toda su boca emitiendo placer en cada respiro, en cada lamida de lengua recibida en su ano, aquella lengua de Nicolás que recorría el hermoso vientre y pecho del muchacho, de los chupetes en las tetillas, de los lamidos en las orejas, en el cuello para luego fundirse en apasionados besos, no importaba el pelo con polvo y arena, no importaba la piel de los amantes con polvo, arena y hojarascas, lo importaba en ese momento era el sentimiento, la dicha de tenerse sin miedo, a libertad de pensamiento y obra, a libertad como testigo la naturaleza, continuaron amándose, los pies posados sobre los hombros de Nicolás, el muchacho sintiendo cómo entraba en su ano el pene de su cuñado entrañable, gemía, jadeaba, asentía cuando se le preguntaba si lo estaba sintiendo dentro, asentía al preguntarle si le gustaba, así, el mete y saca era más seguido, así el movimiento de ambas caderas era el adecuado, así ensalivado, el pene de Nicolás entraba en las entrañas del muchacho, ambos cuerpos se movían plácidamente, el deseo mutuo se concentraba en hacer sentir el uno para el otro, aquellas caricias en el cuerpo del muchacho satisfacían e insinuaban más y más de lo mismo, era pura entrega total, sentía mejor la cogida de su cuñado Nicolás con respecto a las que le daba su iniciador Dagoberto, así, así, sentía esas caricias y ese empuje de pene, así, así, sentía Luis Alfonso ser sometido sexualmente por Nicolás, le miraba el rostro complaciente y compartía su deseo dejándose llevar una y otra vez, lo sentó, dejando mostrado el pene aún lampiño con pelusita, Nicolás lo absorbía con la boca haciéndole delirar a su cuñadito, los testículos pasados en la punta de la lengua, mordiscones leves en los muslos matizados con alternativos besos con lengua, eso lo hacía gozar a plenitud, ahora era el turno de Luis Alfonso que tomaba ese pene erecto y lo lamía con la punta de la lengua en el glande, la lengua se desplazaba a lo largo del tronco del pene, ensalivándolo, incrementando el volumen de las venas, la saliva impregnada en los vellos de Nicolás, que ahora ponía a su cuñado sentado sobre su cuerpo haciendo que se meta el pene bajándose el cuerpo, Luis Alfonso pujaba hasta que todo el pene estuvo dentro de su ano, el sudor se notaba en ambos cuerpos por donde corría un hilillo de sudor, todo ese grueso pene dentro, todo, todito, adentro, Nicolás veía su pene entrando y saliendo por ese año juvenil, estaba gustoso en la gloria, sometiendo a Luis Alfonso, su cuñado, así lo tenía sujeto de la cadera imprimiéndole embestidas ligeras y suaves por ese delicioso ano, el glande mojado de semen salía, abrió los glúteos para ver el liquido recorrer la piel de Luis Alfonso, el glande mojado de semen se deslizaba por la separación de los glúteos, el tronco se deslizaba sobre el semen salido del ano del muchacho hijo del doctor Pérez, ahí quedaron acostados viendo el cielo, se miraron, sonrieron, Nicolás se acostó de cara al piso recibiendo sobre su cuerpo el cuerpo de su cuñado aquel muchacho que tanto le gustaba, ahora recibía las embestidas de ese pene juvenil, Nicolás gemía ante el gusto propinado, Luis Alfonso gozaba aún sintiendo su ano latente tras recibir el pene de Nicolás, los dos ahora gemían placer en ese apartado lugar símbolo de encuentros sexuales, si Luis Alfonso supiera que justo ahí en ese cumulo de cubierta caído falleció su hermano mayor tras hacer sexo, ahora ahí quedó tendido el muchacho sobre el cuerpo de su cuñado, el cerebro le latía tanto que hormigueaba la columna vertebral, latía las sienes, seguía deslizando su pene por entre los glúteos cuando de repente sintió que un liquido salía, era transparente, su primer semen se alojaba en la piel de su cuñado Nicolás, le latía el tronco del semen, el recto latía, sintió un placer corto antes de expulsar el semen, Nicolás pasó la mano por su trasero viendo el semen de Luis Alfonso, sonrió igual que su amante, se sentaron, en silencio, viendo por largo tiempo el semen de Luis Alfonso en los dedos de Nicolás, lo atrajo para besarlo repetidamente, le dijo, eso es amor, eso es amor, siguieron besándose, apasionadamente, hasta el cansancio, hasta decidir retornar a la estancia, galoparon prudentemente, al llegar, los recibía un alegre doctor Pérez que había consolidado el negocio, a vista de la inquieta Agripina que apretaba los maxilares, el niño corría por el amplio jardín con la hermosa niñita a la que Agripina no descuidaba en su mirada, Luis Alfonso se unió a los juegos de los niños a vista de los padres del niño y la nana cerca, cuando miraba Luis Alfonso a la pareja de esposos, su medio hermana Justin y Nicolás, sonreía y a cambio recibía al disimulo manoseos de la entrepierna de su cuñado, la nana del niño tenía fijación por Agripina, tomó al niño para darle su baño habitual antes de comer, la niña acompañó a su madre con el niño, al pasar por los invitados el niño recibía mimos, jugueteaba con sus manitos agitándola despidiéndose con amplia sonrisa, en verdad todos comentaban que era un niño lindo con unas cejas vistosas y curvas en las pestañas, ni que hablar de los labios muy bien formados parecidos a su madre, la jocosidad se completaba con el comentario del orgulloso abuelo Fulgencio que decía acerca de su nieto que había heredado el carácter de los Arichabala, mostrado en su ceño, el otro orgulloso abuelo Luis Daniel decía que el pelo era heredado de los Pérez, los participantes con gestos de aprobación alzaban las copas brindando por ese hermoso niño y la perpetuidad del apellido, Justin se limitaba a observar a los prestantes hombres con amplia sonrisa asintiendo aceptando tales juicios con afirmativos criterios, Nicolás sentado en su sillón miraba con detenimiento el trasero de su cuñado pasándose la lengua por los labios disfrutando de mejor suerte el whiskey escocés fino de buena cava, lo sentó a su lado al joven Luis Alfonso a que bebiese pero el muchacho viendo a su padre no deseaba considerando el respeto y aún no tenía edad para libar, Nicolás le dijo solo un sorbo y uniendo las copas brindaban, en voz baja le dijo, por el amor, sonrieron y bebieron de sus copas, uno de los invitados solicitó música y al instante la tertulia fue más agradable, Agripina se encargaba del servicio de las bebidas, los visitantes libaban más, algunos ya entrada la noche solicitaban dormir, otros recostados cabeceando continuaban la conversa, de a poco eran conducidos a las habitaciones improvisadas, en una mecedora estaba la nana con el pequeño Daniel Nicolás ya durmiéndose, la pequeña mielecilla estaba sentada dormida junto a la mecedora, Agripina se acercó solicita con una bebida para la mujer, se sentó en su delante agarrando un sillón, Agripina cobijó en su regazo a la pequeña ante la mirada atenta de la madre de la pequeña, el semblante era un tono pálido, sonreía entrecortadamente respondiendo a ciertas preguntas laborales que Agripina le hacía, poco a poco la conversa fue amena, las manos de Agripina acariciaban el pelo de la hermosa nena, la luz de los candiles hacia un poco oscura la habitación, se escuchaba que próximamente en el sector conectarían energía eléctrica, de eso hablaban las mujeres, en eso Justin da instrucciones a la nana para que lleve al pequeño a la cama, asintiendo cargaba al nene en dirección al dormitorio preparado con mucho cariño por disposición de su orgulloso abuelo, detrás iba Agripina llevando en sus brazos marcada a la pequeña mellicilla, los dos niños dormían en sus camitas, la nana preparaba su cama, Agripina continuaba con la plática, que ahora se trataba del trabajo, su situación de vida, la nana tímidamente relataba su vida, pero se abstenía de hablara acerca de su hija, cambiaba el tema por otro trivial de su vida, Agripina atenta tomaba detalle, preguntó si tenía familiaridad con algunas personas del pueblo a lo que la nana negaba rotundamente, decía que pertenecía su origen a la playa del país de la canela, que allí había conocido a Justin, algo temblorosa desviaba su mirada, Agripina no continuó con la plática, miró su reloj, era el momento de descansar, se despidió frotándole el hombro deseándole la mayor de las suertes en su complejo trabajo, giró su cuerpo en dirección a la nena y la abrazó dándole un beso en al frente, a manera maternal, así lo interpretó la nana con sus ojos entreabiertos, la mujer que sale del cuarto y la nana de inmediato que cierra la puerta, la nena vio ese alivio dibujado en el rostro de su madre, al rato la nana del pequeño Daniel Nicolás salió a tomar aire fresco nocturno, se arrimó al balcón y vio dos figuras moverse entre la penumbra, cual si fuese ladrones, aguzó su mirada y vio salir entre las tinieblas a Nicolás con cigarro en la boca, la otra figura más pequeña se escondió entre las sombras no viéndose definitivamente.
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El gusto por las gaseosas se notaba en los labios de Sophie, sus rozagantes labios cubrìan el pico de botella ensalivado, estaba sentada disfrutando de aquel liquido sabroso, a su lado su hermanito esperaba su turno por beber, desde la ventana un risueño Valentín veía a los hermanitos sentados en el rincón, recordaba lo que vio desde el clóset aquella noche, aún le parecía raro que una niña se exponga en la madrugada a tener sexo con un hombre adulto en su cuarto, Valentín con mucha fijación la miraba a Sophie y sonreía, desde la ventana de su habitación miraba a los niños, descendía sus manos por dentro del short para manosearse el pene, tenía ansiedad, como no tenerla al ver a Aiden sentado puesto solo un short ajustado en el que se mostraba el bultito en la tela, sentado abierto de piernas se notaba la figura de esas piernitas rellenitas bien formaditas, una de las sandalias se salió de su pie, se mostraba esos dedos alragaditos bien formaditos, se la deó un poco rascandose el culito con la mano metida en el short, eso calentó más a Valentin, se ponía ardiente su piel, lo deseaba tener, tragaba saliva de solo verle esas piernas abiertas y ese bultito de pene, luego una de sus manitas estiraba la tela del short debido a lo ajustado que estaba su pene lampiño, sus ojitos se centraban en ver el liquido del que gustaba beber, su hermanita lo miraba pausadamente, la mano de Valentin tocaba la punta de su velludo y erecto pene, se daba placer entreabriendo los ojos, miraba desde donde estaba la figura de los niños, especialmente al pequeño Valentin que lo deseaba con muchas ganas, él estaba solo en el cuarto, tendría toda la tarde, salió a patear un balón, los niños jugaban con él, aprovechaba para en los quites abrazarlo por detrás inclinandose un poco para rozarle le pene en el culito vestido juntamente hacendose moviemientos hacia adelante y hacia atrás, Sophie entró al llamado de su abuela, era el momemnto de ayudarle con la lana de tejer, tarea no muy grata para la pequeña pues tomaba mucho tiempo en hacerlo, Aiden y Valentín continuaban jugando con el balón en el patio, la anciana escuchaba desde adentro la risa de su nieto jugando con Valentin, la anciana tenía gran aprecio por Valentin pues el muchacho era muy atento con la anciana ayudandole en las compras o en alguna que otra actividad en el hogar, de esa manera la anciana hacia que pueda jugar con Aiden con mucha seguridad de que Valentin lo cuidadba bien, de pronto con habilidad Valentin hizo que el balón ingrese por el cuarto, fueron a verlo, el pequeño tenía el balón en sus manos dispuesto a seguir jugando afuera, se mostraba la alegría en el rostro, Valentín lo abarzó or detrás, le rozaba el pene el en elculito vestido, puso su mentón sobre el hombro del niño golpenadole la respiración en el cuello, así lo tenía abrazado por detrás unos instantes, lo levantó para marcarle, hizo girar su cuerpo como carrusel, el niño reía de gusto, luego lo puso en pie estirandole de los brazos girando sobre la sala, luego lo marcó para seguir girando sobre su cuerpo, Aiden sonreía, así marcado lo llevó al cuarto acostandole en la cama, luego vinieron las cosquillas a lo que el nene reía, luego vinieron las luchitas sobre la cama en las que el nene era elevado por los aires cayendo en el colchón de la cama haciendo sonar los resortes, Valentín se acostaba sobre Aiden, los resortes sonaban más, los doscuerpos daban vueltas en la cama, no paraban de reìr, hasta que, Aiden estaba quieto, Valentin acostado encima, unieron las frentes mirandose a los ojos, el nene sintió manoseos en el pene vestido, luego de ver las caricias recibidas en sus brazos y piernas vio que Valentin se sentaba en la cama y le deslizaba el short que llevaba puesto allí pudo verse el penecito al descubierto, se vieron a los ojos sonriendo y viendo a la vez que los dedos de Valentin agitaban el penecito hasta verse erecto, “¡uh!” “¡se puso tieso!” miraban al penecito y sonreían “¡es grande!” sonreían viendolo “¡uy!” “¡es precioso!” sonreían viendolo “¡es muy lido Aiden!” sonreían, “¡juguemos!” le miraba con seguridad al niño “¿sí?” “¿jugamos?” unieron las frentes, ante la pregunta el niño le miraba con recelo, Valentin se puso en pie, Aiden vio que el muchacho se bajaba el short mostrandose ese pene velludo juvenil que estaba erecto con el glande desforrado amoratado y un tronco de pene muy venoso, lentamente se acostó sobre el pequeño haciendo roces del pene grande sobre el penecito, Valentin cerraba los ojos sintiendo ese roce “¡así!” “¡así!” “¡siente el juego Aiden!” el pequeño estaba pasivo, recibía el roce de caderas y de penes, Valentin alzaba sus caderas quedando al aire el pene rozando el penecito “¡mira como juegan los amigos!” Aiden hacía caso “¡mira!” el pequeño sonreía al verles rozar, Valentin se aprta y se acuesta al lado de Aiden con su cara al colchon “¡ahora tú Aiden!” “¡cogeme por allì!” las amnitos de Aiden se apoyaban en los hombros de su amiguito Valentín, despues se acostaba rozando su penecito por el culito de Valentin que le decía “¡hazlo ahora!” “¡así, así, así!” “¡sigue!” “¡sigue!” “¡no pares!, “¡se siente rico Aiden!” “¡como me lo haces es rico!” “¡sigue!” “¡sigue!” el pequeño animado por las palabras de Valentin continuaba con los roces de su penecito en ese culo abierto, “¡ahora me toca!” el nene lo miraba fijamente, “¡ven!” “¡acuéstate!” el nene obediente se acostó de cara al colchon, “¡ahora vas a sentir rico Aiden!” el pequeño sintió que le abrían los gluteos de su culito separando bien, la nariz de Valentín olía el potito “¡lo tiene bello!” “¡Mmmmm!” “¡rico!” le daba circulos en los gluteos “¡rico!” “¡rico!” le mordía los glúteos y de pronto el pequeño Aiden sintió alguna molestia en la entrada de su culito, el glande de Valentín trataba de entrar, “¡lo tienes cerradito!” “¡pero ahora te lo abro más!” el nene escuchaba eso pues los labios de Valentin rozaban la oreja del pequeño, “¡siente como te lo meto !” le decía con firmeza, “¡siente que eres mio!” el glande rozaba el culo al decirle “¡siente que vas a ser mi mujer!” el nene se extrañó al escuchar eso, “¡siente que eres mi mujer!” pese a fruncir el ceño el niño escuchaba las expresiones de Valentin que retumbaban su mente infantil, “¡si!” “¡eres mi mujer!” “¡desde que te cojí!” “¿recuerdas?” le preguntaba al nene que cerraba los ojos sintiendo la punteda del pene entrando en su culito, “¡eres mío!” “¡sólo mio!” “¡acuerdate!” “¡sì!” “¡acuérdate cuando te lo metí!” “¡te sentiste raro cuando te lo meti!” “¿verdad?” “¿te acuerdas que fui el primero en meterteo?” “¿sí?” “¿Aiden?” “¿verdad que sí mi amor?” “¿verdad que te hice mi mujer?” el nene sólo pujaba y movia la cabeza afirmativamente con cierta dificultad, “¡bien!” “¡vamos a seguir con el jueguito!”, “piensa que pronto tendras tu premio” “piensa que ya tendrás lo que te gusta” “aguanta mi amor” “¡aguanta!”, empujó la cadera un poco, se escuchaba un “¡Ahhhh!” en el cuarto, “¡así!” “¡siente que te lo meto!” “¡eres mi mujer!” “¡mi mujer!”, entró un poquito más, “¡Ahhh!” “¡Ahh!” “¡Aaaaahhhh!”, de improviso Aiden sintió su cuerpo aligerado por el peso de Valentin que se alejaba, el niño quedó estático sintiedo el latir de su culito, de pronto se acerca Valentin y le muestra una banana a medio pelar “mira” “esto te va a hacer sentir bien mi amor” lentamente la banana pasaba por la separación de los glúteos haciendo sentir sensaciones nuevas al pequeño precioso, “¿ya te lo habían hecho esto?” “¿eh?” Aiden contestó con movimientos negativos de su cabeza, “se siente rico” “¿verdad?” Aiden movía afirmativamente la cabeza, el tiempo pasaba y el roce de esa fruta se sentía suave “¿quieres que te lo meta más?” el nene estaba acostadito sin respuesta, ante el silencio de Aiden el muchacho hurgaba el culo con la banana, el pequeño hacía movimientos de quite, d epronto sintió algo raro que se movía en su culito, era precisamente la lengua de Valentin que se deslizaba recogiendo los restos de banana en la piel del culito, “lo tienes delicioso” “sabe a banana” sonrió y le besó el pelo y el cuello, Aiden sintió el roce del glande en la entrada del ano “¡Aaaahhhh!” exclamó al sentir que el glande entraba “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” exclamaba en cada empuje suave y sutil, “lo tienes rico” “¡muy rico!” empujaba suavemente el glande “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” parecía que ya entraba “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” le decía que aguante, que haga silencio “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” Aiden seguía exclamando, de pronto, que se escucha voces de afuera, era Sophie llamando a su hermanito con toques de puerta, rapidamente se vistieron, Aiden salía pensativo al llamado de su hermana que lo llevaba tomado de la mano, le dijo a Valentin que su abuela lo necesitaba para una ayuda en casa, presurosos salieron, se trataba de arreglar un estante de madera, para eso Valentín era muy habilidoso, Aiden le ayudaba, la abiuela y Sophie salieron de compras, Valentín le hizo señas al niño para ir a su cuarto infantil, una vez estando allí rapidamente los desvistió al niñño llevandolo a recostar en el extremo de la cama, se odia ver ese culito voluminoso, de inmediato Valentin se bajó la ropa, el pene erecto agitado golpebaba los muslos y los gluteos, “ahora te voy a hacer mi mujer”, el glande se deslizaba en la entrad del culito, “¡Aaaahhhh!” gemía Aiden “¡Aaaahhhh!gemia “¡Aaaahhhh!” “¡duele!” “¡Aaaahhhh!” “¡Aaaahhhh!” el niño aumentaba el gemido “¡Aaaaaaaaahhhhhh!” “¡Aaaaaaaaahhhhhh!” de esa forma Valentín ya no pudo seguir penetrando y se dedicó a rozarle el glande en el culito, “ven, sientate” lo sentó en el extremo de la cama, le vio a carita de extrañeza que mostraba, “ahora chupa esta banana” le hizo abrir la boca introduciendole parte de ese glande el nene a ratos tosía debido a la fuerte manera de mover el glande en la cavidad bucal, es que lo hacía así porque ya el tiempo transcurría y podrían venir ellas en cualqier momento y no sería adcuado que los vierna así en el acto sexual, Aiden lamía levemente el glande de Valentín “¡ahhh!” “¡qué rico!” “¡sigue!” “¡sigue mi amor!” Aiden seguía y seguía, de pronto en parte de su rostro y frente se impacatba el semen, le hizo abrir la boca, agitaba el pene con el glande dentro depositando restos de semen, vio que el pelito del nene tenía seman, se limpió el pene vistiendose, al niño le vistió y le llevó presuroso al baño a asearle, minutos despues la abuela y nieta observaban a Valentín y Aiden termnando la compostura, por esa acción recibió un dinero, Valentín invitó a Aiden a tomar un helado, la amistad entre ambos se fortalecía, de aquello daba cuenta Leroy en aquella tarde soleada de mayo de 1957.
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El auto llegaba a la entrada de la gran estancia ubicada en los alrededores de la capital, se abría la puerta con ayuda de un uniformado chófer, salía un pie derecho juntándose luego el otro, se veía un hombre vestido de sotana abriendo los brazos en señal de beneplácito por su llegada, una mujer y un precioso niño tímido lo recibían, ingresaron a la casona rural, uno de los criados que montaba guardia ayudó con el equipaje, el otro sostuvo el saco, en la sala conversaron de muchas temáticas, la mujer pedía disculpas al visitante por la ausencia de su esposo pues debía atender asuntos de negocios tras el cambio brusco de gobierno acaecido hace poco, las manos del sonriente clérigo estaban entrelazadas sobre su mentón asintiendo sonriente en señal de aprobación ante la disculpa, una de las empleadas anuncia la comida servida en la mesa, el pequeño Cesar Andrés estaba sentado junto al superior del internado donde estudiaba el pequeño, Eugenia la anfitriona sentada en el puesto de su ausente marido, Aquiles Arcentales, disfrutaban del convite, el niño sintió por debajo de la mesa el roce de los muslos a cacusa de las manos del clérigo que disimuladamente accionaba caricias, el niño se puso cabizbajo producto de su timidez ya que tenía un débil carácter que le gustaba al clérigo, luego de comer retornaron a la sala a seguir con la tertulia ambos adultos mientras el niño jugaba en su delante sobre la gran alfombra, a ratos se recostaba sobre el piso jugando con soldaditos de hojalata y así mostraba su traserito vestido doblando sus piernitas hacia arriba agitando los pies con sandalias de época, llegando sus largas medias a las rodillas es lo que mostraba su ajustado pantalón corto, las horas transcurrían hablando de religión en ortodoxia, en las sanas intenciones veía el clérigo la debilidad del carácter de la mujer, sabía entonces a quién había heredado ese carácter el pequeño Cesar Andrés, momentos después Eugenia le dijo a su hijo que fuese a asearse pues era el momento de ponerse pijama e ir a cama, el niño obediente tomó sus juguetes y los puso en el rincón de juegos hechos para la ocasión, los adultos vieron perderse entre la luz de los candiles al precioso niño, jocosamente el clérigo felicitaba a la madre del niño por el buen comportamiento demostrado en casa y en el internado, Eugenia agradeció los elogios de su hijo, bebieron fruta por unos momentos, la noche avanzaba en función tiempo, era momento de dormir para el clérigo, fue acompañado por la anfitriona a su habitación, como siempre, la del niño, allí estaba el pequeño Cesar Andrés dormido, su figura era descrita por el candil que llevaba en la mano, los piecitos sobresalían por las sábanas que fueron deslizadas tiernamente por Eugenia luego despidiéndose de la visita dejando el candil sobre la mesa de noche junto a las camas, el clérigo entró en el baño a cambiarse de ropa, salió simplemente puesto un calzoncillo, el bracito del niño estaba sobre su frente y el otro en la entrepierna, aquellos labios rosáceos estaban delineados por la luz del candil, el clérigo con seguridad pensó que ese niño sería suyo de nuevo, se acostó junto al pequeño deslizando sus dedos por el rostro y pelo de Cesar Andrés, uno de sus niños favoritos en el internado, lentamente rozaba aquellos hermosos labios y esos ojos miel que le impactaban al verlos, besó delicadamente la mejilla del niño, luego unió lentamente sus labios a los de Cesar Andrés, cada vez lo hacía más apasionadamente hasta lograr que el niño despertase, entonces fueron besos con lengua en los que Cesar Andrés se dejaba llevar, el superior puso su dedo en los labios de Cesar Andrés a señal de hacer silencio, sonriendo con su rostro se acercaba al del pequeño besándole la frente, mejillas, cuello y garganta, Cesar Andrés vio las manos del clérigo que le desabotonaba el pijama y procedía a besarle el pecho y vientre, deslizó el pantalón del pijama mostrándose el penecito lampiño erecto, la cara del superior se posó junto al pene emitiendo sonrisas hacia el niño, la nariz pasó por el penecito oliéndolo detenidamente, abrió su boca copando todo el penecito lampiño dentro de su cavidad bucal, procedió a chupar y lamerlo mientras el niño se arqueaba con gusto, la escasa luz del candil mostraba el movimiento de cabeza sobre la parte intima infantil, delicioso, simplemente eso, delicioso, pasar los labios ensalivados por ese penecito erecto era agradable, oler los residuos de orina en la punta del glande recubierto por el prepucio también era delicioso, lo hizo girar sobre la cama, le besó el traserito, espalda, muslos y sobre todo esos hermosos pies bien formados, la lengua pasaba rígida entre los glúteos dejando rastros de saliva que se incrementaba a cada paso que daba, el niño estaba relajado con tanto beso, ahora lo mejor, lo que al pequeño le gustaba, el roce del glande adulto sobre su piel suave de glúteos voluminosos que tanto a traían al clérigo, aquellos voluminosos glúteos ajustados al calzoncillo al momento de ser mojados en los clavados de la piscina del internado, esos glúteos como de nena, esos glúteos rosáceos de niño hermoso, el superior del internado, solo de recordarlo, suspiraba, sentían el roce, a Cesar Andrés se le escapaba un suspiro, el glande rozaba por largo rato esa separación del glúteo llegando a la entrada del ano, ensalivado se sentía mejor, el niño había sido desvirgado por el clérigo iniciador, ahora en su cama, en la estancia de sus padres era nuevamente sometido, así como tantas veces en el internado, era su favorito, su pequeño, despacito, despacito, se lo iba metiendo por el traserito, emitía gemidos, gemidos de complacencia, de gusto, como sentirlo pues iban acompañados de palabras dulces, como a Cesar Andrés le gustaba, el pene entraba despacio, con amor, con mucho amor, decía el clérigo a su niñito favorito, se detenía para besarle el cuello y el pelo sedoso bien cuidado, entrelazaba sus manos con las del niño sintiendo esa piel suave y de nuevo el pene entraba, el niño mordía los labios, pujaba, ya casi hermoso, ya casi primor, ya casi Andresito vida mía, ya casi mi cielo, eran las expresiones del adulto hacia el niño sometido, se detenía, para relajarlo, luego seguía metiéndolo con más saliva, más adentro, mucho más adentro, milímetro a milímetro ese glande se perdía entre esos voluminosos glúteos de niño hermoso, ya estaba dentro de sus entrañas y bufaba, luego el mete y saca, mete y saca, despacio como a él le gustaba, todo todito adentro, a su edad ya lo consentía todito, así, así, decía, más, más, más, se dibujaba en la mente infantil, horas antes ya lo había visto inquieto manoseándose la entrepierna al disimulo y rascándose el traserito en señal del deseo que era interpretado así por el clérigo, lo había formado suyo, sexualmente, le pertenecía, eso le hacía saber en cada encuentro sexual, solo que, callarse, aquellos momentos de placer, sabían que era prohibido, no correcto, un adulto y un niño haciéndolo, más si se trataba del clérigo, en fin, estaban allí, amándose, sí, porque ahora el de la iniciativa era el pequeño Cesar Andrés acostado sobre el cuerpo desnudo del clérigo rozándole el pene en el trasero peludo, solos, haciéndose el amor, Cesar Andrés, su favorito, a diferencia de Jairo Camilo, era más complaciente, se dejaba llevar de mejor forma, y sabía hacerlo bien, sobre todo cuando le tocaba como ahora de lamer y chupar el pene del clérigo, lo hacía tan bien desde la forma de sujetarlo con sus manitos de dedos infantiles alargados cual si fuesen de hembrita, lo tocaba y acariciaba de mejor forma que al clérigo eso lo enamoraba más sobre el pequeño, de repente lo puso de cara a la cama introduciéndose el pene de nuevo sólo lo hizo para eyacular sobre ese delicioso, delicioso niño, hermoso, Cesar, lindo, Cesar, Andresito, Andresitooo, junto con esa exclamación fluye el semen desde le glande colocado en la entrada del ano, para terminar acostado con respiración acelerada, su cara se confundía entre el pelo del niño no parándole de besar la cabellera, diciéndole lo hermoso vivido, lo acaricio tanto hasta dejarlo dormido, desde su cama miraba el cuerpo del niño durmiendo plácidamente luego de una sesión de sexo puro, con amor, seguramente, pues el clérigo tenía una atracción especial hasta ese niño que algunos novicios veían en forma desproporcionada en cuanto a los cuidados hacia el pequeño César Andrés, al amanecer esperaba el despertar, olía a semen, rápidamente el clérigo limpió el ambiente con sus finos perfumes, el niño se levantó orinando en su bacinilla delante del clérigo que no se quiso quedar atrás y ambos orinaban sobre el recipiente, posteriormente se abrazaron unieron los penes rozándolos y acostándose sobre la cama retornaban los besos apasionados, luego a vestirse rápido, el primero en salir fue el niño, luego el visitante ante una mesa llena de potajes mañaneros, luego de la opípara comida venía la charla y los paseos a caballo por los alrededores, ya en hora de la tarde era la despedida, el auto del internado esperaba por el superior, la visita había terminado, el visitante se despedía con mimos en la cara del niño y un cordial abrazo a la anfitriona reiterándole la disculpas por la ausencia de su esposo, el niño vio alejarse al vehículo, la madre no vio a su hijo detrás rascándose el trasero con placer.
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La plantación se agitaba con el viento fuerte del mediodía en la selva tupida, los claros entre la espesura demostraban la mano del agricultor, poco a poco se iban ampliando en el despeje de la espesura, hacían un alto ante el trabajo, recostados en los árboles miraban la puesta del sol, era el momento del fiambre, poco a poco se abrían las cacerolas y llegaba la recurrente tertulia, conversaban de su proyectos de vida amigablemente, luego continuaba la faena, algunos niños ayudaban a sus padres acarreando el monte cortado y quemándolo, bajo el sol lentamente retornaban a sus ramadas, entre ellos Jasmani y su amigo Eleuterio, al llegar fue sorpresa para ellos ver la presencia de un niño de piel blanca muy bien vestidito con moda capitalina, sus sandalias polvorosas y su trajecito algo arrugado por el correteo de los alrededores siendo seguido por su atenta abuela, aquel niño en la mañana había sido cedido por su madre a su abuela para estar en la ramada, Eleuterio sin articular palabra se limitó a ver al pequeño pasando a asearse no así el pequeño Eleuterio que abrazó a su pequeño sobrinito colmándolo de mimos y correteando por el lugar a vista complaciente de la abuela, rato después Eleuterio se sentó a afilar machetes y azadas, el niño rodeaba atento, sonriente, propia de su tierna edad, el abuelo lo miraba con seriedad, pudo ver aquellos claros ojos pero un parecido grande a su hija Amanda madre del pequeño y por consiguiente a él, sólo las cejas y esa sonrisa chueca lo distinguían pero el rostro era muy parecido, vio sus manitas blancas que tomaban la piedra de afilar, el abuelo del niño sonreía, eso vio de lejos la atenta abuela del pequeño Carlitos, la esposa dio unos pasos, se dirigió a su esposo en cortas palabras diciéndole que se llamaba Carlos Gustavo Eleuterio, que así lo habían bautizado, con tres nombres, aquel acaudalado padrino Carlos Felipe del Olmo, aquel magnate del comercio que salía en los periódicos, así se llamaba aquel niño hijo del militar que se enamoró de Amanda, su hija, su orgullo, aunque ahora sentía resentimiento, el hombre bajó la mirada y continuó golpeando el metal, la mujer se retiró con el pequeño pero el niño se zafó de las manos e instintivamente se puso sentado cerca del hombre que golpeba metal, Jasmani que también había sido espectador se retiró a su cuarto humilde, se bañó y partió con la carreta en dirección al pueblo, quiso despedirse de su amigo Eleuterio pero no se encontraba afilando machetes, sólo lo despidió la señora que estaba llorando, por respeto no preguntó la causa, simplemente hizo un agitar de manos y emprendió el viaje, a lo lejos divisaba al pequeño Eleuterio corriendo detrás de un jinete que iba a corto galope, el gesto complaciente de Jasmani se tradujo en una amplia sonrisa, Eleuterio montado en su caballo favorito tiraba riendas con su nieto Carlitos montado en su delante, era lo mejor, Eleuterio había aceptado a ese niño como su verdadero nieto, el hijo de su hija Amanda y del militar Gustavo Adolfo Pozzo, con la mano le hizo un gesto de saludo a su amigo y éste le respondió asintiendo orgulloso de llevar consigo a su nieto, Jasmani ahora entendía las lágrimas de aquella noble mujer esposa de su amigo Eleuterio, siguió su camino, el polvoriento camino hacia ver a medias el panorama de viaje, de pronto se encontraba cerca de la ramada de Ana y su esposo que estaba sentado en la entrada de la humilde vivienda, hizo un alto para saludarlos, se encontraban dos amigas de la pareja con bulto de ropa en la cabeza, se disponían a lavar, Ana se unía a sus amigas a caminar un largo trayecto que lo llevaba al río, el esposo de ésta pidió a Jasmani que lo lleve al pueblo, debía cobrar lo trabajado, solicito lo sentó a su lado, tiró de las riendas viendo en un tronco seco sentada a la pequeña Renata que quedaba al cuidado de su tierno hermanito de meses de nacido el cual constipaba decidiendo la madre no llevarlo al río, los dos hermanitos quedarían solos en la ramada, ya en el pueblo luego de cobrar Clotario hizo unas compras, sus amigos de farra le rodearon invitándolo a libar como de costumbre, por unos instantes Jasmani lo acompañó, decidió retornar, Clotario pidió que le entregase las compras a Ana su esposa, Jasmani aceptó y partió dejando ya un poco mareado, calculaba el tiempo hasta llegar, como alma que lleva el viento aceleró el galope dándole inmisericordes golpes al caballo que tiraba de la carreta, llegó a la ramada, sentada sobre una hamaca estaba meciéndose Renata, el hombre bajó las compras, la niña de un salto alegre le abrió la puerta, Jasmani preguntó por Ana, la pequeña respondió que su madre recién había dejado tendida una ropa y partió de nuevo al rio a terminar el resto de ropa, el complaciente Jasmani dio una muestra de mueca dibujada en su rostro, Renata vio los ademanes que hacía Jasmani con las manos llevándoselas al bulto de su entrepierna, tenía el pene erecto, de eso daba cuenta la pequeña, por una hendija de la pared de la ramada puso su pene para orinar saliendo la orina, la niña miraba el líquido caer al suelo polvoriento, después ese pene era agitado en su delante, pidió a la niña que fuese a traer un recipiente con agua y jabón, al retornar vio a Jasmani sentado sobre una silla, el hombre sostuvo el recipiente mientras las manos de Renata limpiaban el pene enjabonado de Jasmani, lo hacía tan delicadamente que Jasmani gemía, luego pasó un trapo por el tronco y glande, el hombre se puso en pie igual que la niña, le pasó el pene por el pecho en forma de movimiento circular preguntándole repetidamente ante el movimiento si le gustaba y ella asimismo respondía asintiendo, la tomó de las manos acercándola a su cuerpo, el pene rozaba el ombligo ella lo vio como se deslizaba, subieron tomados de la mano, entraron al cuarto, ella se sentó en el extremo del catre, vio la carita angelical de la pequeña que sonreía siguiendo el estímulo emocional de Jasmani, miraron el pene erecto, con señas la hizo arrodillar tomando el pene con sus manitos llevándolo a su boca introduciéndolo con guía de Jasmani, el glande rozaba los labios salivados rosáceos, cerraba sus ojitos al introducir el glande en su cavidad bucal, delicioso, delicioso, Jasmani sentía así cerrando los ojos, gustaba tomarle el cabello para que pueda lamer mejor el pene, le hizo detener, la puso en pie, la pieza de dormir infantil se deslizaba por el cuerpo de Renata quedando completamente desnuda delante de Jasmani que se quitaba la ropa, ambos desnudos, Jasmani quería sentir la piel de la Renata a plenitud, lentamente se sentó en el extremo de la cama dándole vuelas maravillándose por la delicia de silueta de niña hermosa, la sentó sobre su entrepierna, Renata vio sobresalir el pene por debajo de su vaginita, al oído le dijo que mire y que toque al “amigo”, lentamente la yema de los deditos de la pequeña rozaban ese pene grueso latente con prominentes venas sobresalidas, le decía al oído que el “amigo” al que estaba viendo quería jugar con su “amiguita” o sea la vaginita de Renata, las manitos de ella pasaba entre el pene y su vaginita con indicaciones de Jasmani, la hizo saltar levemente con la idea de que viese a los dos “amigos” “jugar” rozándose piel a piel, la respiración de Jasmani chocaba en la cabeza de la niña junto con lamidas de lengua en cuello y orejas, la niña brinca sujetándose de los muslos de Jasmani, apenas la separó de su cuerpo, de espaldas en pie, Jasmani besó la espalda y trasero desnudo de Renata preguntándole por detrás al oído si quería “jugar” ella asentía producto de su inocencia de corta vida aún, Jasmani la estaba iniciando sexualmente en la soledad de aquella ramada, le besó el traserito repetidamente y dándole giro le besó y lamió la vagina, lentamente la acostó sobre el catre donde dormían los padres de la pequeña, le alzó la piernas femeninas besándole repetidamente los muslos y los maravillosos pies que luego se posaban en el colchón improvisado del catre, le hizo unas cuantas sutiles cosquillas haciéndola reír posteriormente preguntándole donde estaba lo rico del juego, la pequeña Renata con los dedos índices indicaba su vaginita y se los pasaba por sus labios vaginales, le volvió a preguntar y ella volvió a indicar, “acá”, con el dedo índice, poco después le iba abriendo de piernas, olía la entrada de la vaginita para que la lengua de Jasmani lamíese la entrada de la vaginita y chupaba el clítoris haciéndola sentir y retorcer de gusto, luego la voltea de cara sobre el catre con su empinado traserito descubierto, le volvió a preguntar a la niña que dónde estaba lo delicioso del “juego” y ella boca abajo alzaba sus brazos e indicaba ahora con sus dos dedos índices la entrada del traserito infantil, le volvía a repetir y ella seguidamente le contestaba con los movimientos de los índices, le dijo que con sus manitos se abriera el traserito y él acercó su cara para olerlo y luego lamerlo, chuparlo y darle leves mordiditas que hacían sentir a la niña a manera de cosquillas, escupió saliva en la separación de los glúteos, Jasmani le dijo que los dos “amigos” iban a “jugar” y ella sintió el glande en la entrada de su ensalivado ano infantil, la hizo pujar, ella apretaba las sábanas cosidas, Jasmani se complacía de ver el deslizamiento del glande de su grueso pene entre la separación de los glúteos, la hizo voltear dejándose ver el agitado y muy erecto pene que ahora rozaba la vaginita, le dijo que vea cómo los dos “amigos” estaban “jugando” salía liquido pre seminal mojando la entrada de la vaginita cuyos labios se deformaban ante la presencia del roce de glande del pene de Jasmani, la niña miraba ese pene deslizándose por su vaginita luego por los muslos, pasándolo por su barriga llegando al pecho, dejando rastros de líquido pre seminal en la piel de Renata, en algo se notaba los testículos velludos del adulto, le dijo que mirase de nuevo cómo se hacía el “jueguito” pues otra vez el pene rozaba la vaginita, mientras le hacía ese movimiento le preguntó en varias ocasiones si le gustaba ese “jueguito” que miraba atenta y la niña respondía que sí, le preguntó si quería continuar a lo que Renata respondió afirmativamente con su cabeza, Jasmani le dijo que le iba a enseñar otro juego, se acostó a su lado, vio el pene erecto indicando con el glande el techo, le dijo que se acostase encima de su cuerpo poniendo la vaginita a la altura de la boca de Jasmani mientras ella con su boca lamía el pene de su iniciador, le dijo a Renata que eso que estaban haciendo se llamaba “69”, la niña continuó por largo rato lamiendo y chupando el pene de Jasmani como también él lamía y chupaba el hermoso clítoris de la pequeña, le ayudó a ponerse la ropa y le ordenó que fuese a ver más agua limpia, al retornar Renata con el recipiente Jasmani el cuarentón ex dueño de la abacería estaba sentado en un rústico taburete poniéndose la camisa, le hizo acercar para que lamiese y chupase el pene, así lo hizo por repetidas ocasiones luego le dijo que abra bien ojos y la boca, Renata que seguía en cuclillas delante de su iniciador vio cómo se manoseaba el pene agitándolo, de pronto salió semen que impacto en el rostro de la pequeña y un poco cantidad ingresó en su boca, de inmediato le hizo cerrar los labios para que tragase el semen dentro de la cavidad bucal, el semen quedado en la piel del pene fue tomado por los dedos de Jasmani y llevados al rostro de la pequeña que era cubierto en parte, le ordenó que fuese por un vaso con agua, que la bebiese tragando así el semen, le lavó con agua y jabón el pene de Jasmani, posteriormente ella tomó una bacinilla y se sentó a orinar, esa micción excitaba a Jasmani que orinaba entre la hendidura de la pared, después se acostaron en el catre, ya vestidos, Jasmani le acariciaba el pelo lacio algo castaño, le preguntaba mirándole a los ojos si le había gustado el “jueguito”, la carita de Renata emitía afirmaciones a través de su sonrisa, le preguntaba si lo volvería a hacer y ella asentía respondiendo, le acariciaba la espalada, los dos acostados de perfil se miraban, las manos rozaban los brazos de la pequeña, la mano de Jasmani deslizó la cremallera del pantalón sacándose el pene, la vio y le dijo que lo mirase y que nunca olvide a ese “amiguito” como él nunca iba a olvidar a su “amiguita” ya al terminar la frase el vestidito estaba alzado y la prenda interior de Renata estaba deslizada a los muslos y de esa manera los dedos de Jasmani rozaban los labios vaginales moviéndolos en forma circular, también le rozaba la espalda con sus manos a la tierna Renata que al tiempo entreabría los ojos quedándose dormida, le pasaba la mano por le culito haciéndola suspirar, Jasmani se levantó y allí ella quedo nomás acostadita arreglándose la ropa, durante todo ese tiempo el precioso Renato de meses de nacido estaba dormido en su humilde cuna improvisada, Jasmani le acarició y luego arregló las compras, sacó una cajetilla de cigarrillos y bajó a recostarse esperando por Ana, el tiempo transcurría y decidió marcharse mejor pensando seguramente que ella vendría del río en compañía de sus amigas de lavado, tomó riendas y transitó entre camino polvoso de aquel tupido bosque de mitad del siglo XX.
FIN DEL CENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO SEXTO EPISODIO
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