METAMORFOSIS 178
Miradas.
Los rayos de sol aparecían en aquella muy fresca mañana de junio del año 1957, las manos femeninas movían el sartén con el aromático trozo de carne esperando ser colocado sobre un plato que contenía arroz junto a una taza aromática de café concentrado, las manos del hombre rodaban la cintura de la mujer que cocinaba, por detrás le hacía mimos en el cuello y espalda, los labios recorrían el cuello, Ana y Clotario se sentaron a comer, tiempo después la tela se abre saliendo del cuartito la pequeña Renata con los ojos entreabiertos y bostezando repetidamente, Clotario no articulaba palabra concentrado en la comida, había silencio que se rompía con los gestos de bostezos de la pequeña, Renata vio a sus padres sentándose junto a ellos rascándose la pelvis y el trasero, la pequeña recibió alimentos del plato de su padre en un apartado platillo puesto por su madre, Clotario bebía con lentitud el café, el esposo y padre tomó su morral, le acompañaron hasta la carreta donada por su patrón así como esa amplia parcela donde tenía sembríos de ciclo corto y varios árboles frutales, tiró de las riendas alejándose de la ramada, era sábado, iba optimista, trabajaría sólo la mañana, diversión en la tarde con sus amigos por eso de seguro vendrá de noche era lo que pensaba Ana, mareado y con algo de dinero, así suponía Ana suspirando prolongadamente viendo empequeñecer la figura de su esposo, su pensamiento se interrumpió al escuchar los llantos del pequeño Renato, seguramente deseaba lactancia materna, Ana corrió al interior del cuarto desplazando la tolda puesta, Renata bajó la escalera y se acostó en una de las hamacas sujetas debajo del entablado de la humilde ramada, suspiró, de pronto ve a su madre bajar la escalera de madera llevando en brazos al pequeño Renato prendido del seno, Ana se acostó en la otra hamaca más grande meciéndose viendo la carita inocente de su pequeño hijo acariciándole la frente y el cabello tan fino y castaño oscuro, los labios del bebé pegados en los pezones chupaban leche con vehemencia, el niño había despertado con hambre, Renata se mecía lentamente con sus pies descalzos que se empujaban en el puntal, la pequeña seguía suspirando rascándose la barriga y la entrepierna; a lo lejos, a distancia prudente, Jasmani iba caminando en dirección al pueblo, estaba contento, quería aprovechar el día para pasar agradables momentos jugando y libando en el pueblo, también lo estaba porque pasaría por la ramada de su amigo Clotario, muy cerca desde donde estaba ya ubicado, Jasmani deseaba saludar a la hermosa esposa de su amigo, Ana, de solo pensarlo se agarraba el pene vestido dándose placer imaginando el cuerpo de la hermosa mujer, decidió acortar camino para ahorrarse más tiempo y estar con ella, pensaba que su amigo hace buen rato ya habría salido de la ramada, muy emocionado subió las lomas adyacentes una más alta que otra, así acortaba más en camino de llegada, se sentó sobre una gran roca en la loma grande, desde allí sonriente descansaba divisándolas que estaban acostadas en las hamacas, confirmaba que Clotario no estaba, pues no se apreciaba la carreta ni los alazanes regalados por el patrón, sonrió, se sentó a esperar el momento de bajar, de pronto que se escuchaba un galope cercano y cada vez se hacía más próximo, el polvo alzado mostraba la figura del hijo del patrón dueño de tierras cercanas y alrededores, el hombre iba con un ajustado pantalón de montar que al bajar se veía el delineado y abultado pene vestido, Renata se impulsó sentándose en la hamaca, Ana lo recibió sonriente al verlo acercarse con amplia sonrisa, el hijo del patrón se sentó a su lado viendo las ansias del pequeño que seguía amamantándose, los labios del pequeño en los pezones marcaban esa imagen maternal, los labios de la madre sonrientes con mirada como de ansia la cual entendió aquel hombre, así, extendió sus manos acariciado la carita del niño y agregó un roce disimulado en los pezones de la mujer, luego de un rato de contemplar la tierna escena el hombre fue a su caballo sacando del morral una funda de la que sacó un dulce para la niña y otras golosinas para la mujer, aquellas que tanto le gustaban, conocía los gustos de Ana Luisa, se miraron fijamente mientras la pequeña se recostó a deleitarse probando el fino chocolate regalado, la tela de la hamaca cubría el rostro y cuerpo de la niña, así, los adultos aprovecharon para mirarse libidinosamente con gestos de deseo, subieron al entablado de la ramada con el pequeño Renato en brazos de su joven madre, la niña se mecía continuamente, Jasmani desde lejos la miraba con mucha atención, sobre todo esos pies tan bien formados que se impulsaban del puntal mostrándose las piernitas infantiles delimitadas por la rosada batita de dormir que llevaba puesta y ese pelo lacio ahora algo despeinado que contrastaba agitándose al viento que se hacía al momento de subir la escalera ya que estaba inquieta por la escucha de ciertos gemidos venidos desde el entablado, por la hendija dejada en la puerta los ojos de Renata vieron a los pezones de su madre siendo manoseada por aquel hombre que a la vez los lamía, ambos adultos de pie estaban besándose repetidamente mientra Renata observaba con detalle esos movimientos de manos, el hijo del patrón arrimó a la mujer en la pared de carrizo sin dejarle de lamer los pezones y pecho deseoso de caricias, los ojos cerrados y la boca abierta mostraban placer descriptivo en Ana, eso era visto con detenimiento por su hija Renata, lentamente los amantes adultos se fueron quitando la ropa hasta quedar completamente desnudos, la ropa en el entablado, la pierna de Ana rodeaba la cintura del hombre, ahora los manoseos eran el los glúteos de los amantes, todo era pasión con temperatura elevada sintiéndose en sus pieles pecaminosas por el deseo carnal de la traición hacia el pobre Clotario, la niña a su corta edad algo entendía lo que estaba viendo, es más, podría pensar que era un “juego”, si, recordaba, sí, un “juego” que ella ya lo había hecho con su amiguito Eleuterio y también con… el señor Jasmani, amigo de sus padres, Renata levemente mostró una mueca de asombro pese a todo, vio que el hombre acostó a su madre en el catre con las piernas bien abiertas tomándose el pene y llevándolo a introducirlo en la vagina, ambos órganos sexuales unían sus pelos, los gestos de los adultos fueron frecuentes saliendo grandes gemidos articulados, la nena vio ese pene peludo que entraba y salía de la vagina de su madre, Renata vio el gesto de complacencia en el rostro de Ana Julia al recibir esas embestidas de pene aboca abierta y a ojos cerrados, era igual a lo que le hacía su papá Clotario cuando asimismo esos gemidos la despertaban y a escondidas miraba esas mismas poses sexuales entre sus padres demostrándose amor, solo que ahora era aquel hombre hijo del patrón era quien se lo hacía a su madre, Renata sabía que no podía interrumpir pues ya días antes lo habían hecho sus padres y recibió un fuerte castigo pues se delató al no poder contener sus estornudos cubierta en la tela que separaba los cuartos, el hijo del patrón continuaba con sus embestidas, de pronto el niño empieza a llorar, Ana instintivamente aparta a su amante para apaciguar el llanto del niño, se acostó en el catre con su hijo junto a su amante, los dos estaban abrazados acariciando al pequeño puesto en medio, la pequeña Renata en su frágil inocencia tuvo temor de seguir allí decidiendo bajar la escalera para no ser descubierta, no duró mucho el mecerse en la hamaca, le vino el deseo de desocuparse biológicamente, el chocolate había hecho su efecto de laxante, de lejos entre el monte en lo alto de la loma Jasmani vio a la pequeña alejarse de la hamaca, su pelo al viento y su batita agitada mostraban el cuerpito infantil, llevaba puestas sandalias, caminó adentrándose en el monte, Jasmani pensó que era el momento, caminó con pausa en dirección a donde estaba la niña pero con suma prudencia aún alejado entre el monte mirando a Renata que llegaba sobre un improvisado puente de tres tablones unidos, los ojos maravillados de Jasmani viendo los piecitos de Renata separarse de las sandalias, las manitos de la niña deslizaba el calzoncito poniéndolo sobre las sandalias unidas sobre el suelo, lentamente se acuclilló sobre los tablones apoyada en sus piecitos bien formados, Jasmani apreciaba las manitos infantiles que recogían la batita de dormir hasta el pechito dejándose descubrir el traserito y esa rozagante vaginita por la que salía expulsada la orina al abrir esos rozagantes labios vaginales, Renata contrajo la cara pujando seguidamente, por el traserito se podía notar el excremento salido que caía al agua de aquella quebradilla con poco caudal, caía junto a la orina, haciéndose uno en el agua, esos movimientos del cuerpito de Renata y su forma de desocuparse biológicamente maravillaban la libidinosa forma gestual de Jasmani, la carita de la niña apoyada a las rodillas miraba el resto de salida de la orina por su vaginita, el agua corría por ese riachuelo de quebrada angosta en esa hondonada cercana a la ramada, Renata con mucha atención veía el chorro de orina unirse en los dos líquidos haciendo espuma, Jasmani oculto a prudente distancia contemplaba con gusto el movimiento del líquido salido de la rozagante vaginita de niña hermosa, tragaba saliva haciendo rápidos movimientos de la manzana de Adán en ese acto, frotaba las manos en señal de complacencia, tenía deseos de poseer ese cuerpito lindo, ahora, del traserito salía el excremento producto del acto infantil inocente de pujar dibujándose en la cara de la niña las acciones de fruncimiento y rictus algo así como de gusto, es lo que desde lejos podía apreciar el adulto fisgón, lentamente salía el excremento del traserito de Renata, el largo del mojón caía al vacío impactándose en lagua que lo trasladaba y alguno que otro pequeño pececito hacía piques desgastándolo en el agua mientras flotaba, la niña miraba esos movimientos de sus piececitos acomodándolos con firmeza en el entablado de ese improvisado puente rústico hecho por el papá de la niña, Renata tenía su mentón apoyado en su pechito y cabizbaja miraba el último contenido de orina salir de su vaginita al mismo tiempo que pujaba y miraba el poco excremento que faltaba por caer, algo de resto de orina quedaba sobre esas tablas a menara de manchas con color de amarillenta contrastante a la madera, Jasmani continuaba con pasos lentos escondido en el monte tratando de acercarse más sin ser visto por la niña, astutamente no dejaba de ver a lo lejos la ramada humilde y también a todos lados para cerciorarse de estar sólo con la pequeña Renata que ahora se ponía en pie rascándose la pelvis y los glúteos, se estiró con pereza, sus pies la condujeron a la orilla parándose sobre una gran roca plana donde se volvió a acuclillar dándole la espalda a su observador, tal y como se lo había enseñado su madre Ana indicándole siempre que con una manito se abra el traserito y con la otra manito lleve agua para limpiarse del resto de excremento salido de su ano, la espalda y el coxis así como las piernitas descubiertas al tener la batita alzada se mostraba además parte de su espaldita, el agua se deslizaba sobre esa piel suave de su traserito sobre todo en los glúteos, los dedos describían la trayectoria de su limpieza, Jasmani vio que la niña se llevaba los dedos del trasero a la nariz oliéndolos por instantes, seguramente para saber si la limpieza era consolidada o alguna manía recurrente, la niña se levantó de cara al sol radiante de aquella fresca mañana, su rostro muy parecido al de su madre, hermosa, vio el agua cristalina de cómo brillaba a los efectos de los rayos de sol, vio a los peces picar el poco excremento restante, sonrió, suspiraba pensando lo que había visto viendo a lo lejos la ramada, pensaba en regresar a la hamaca y como siempre esperar a que su mamá baje con aquel señor que periódicamente la visitaba y que desde hace tiempo ella recibía órdenes de no subir a la ramada mientras ella estaba “ocupada hablando” con el importante señor que los visitaba, el tiempo de “conversación” era muy largo y siempre ocurría cuando su padre no estaba, pero visita tras visita ella daba cuenta de esos “jueguitos” entre su madre y el señor, lo comprendía hoy de mejor forma porque esos “jueguitos” lo hacía con su amiguito y con Jasmani, la niña sabía que eran algo divertidos porque se lo hacían sentir algo delicioso, pensaba en ese roce de órganos sexuales reproductores, Renata continuó suspirando sin dejar de mirar la ramada donde vivía y en la que ahora estaban su madre, hermanito y ese señor de buena presencia, la niña recordaba con temor aquella vez en que estando a solas con su mamá recibió varias bofetadas en la cara y espalda por decirle de forma inocente a su padre la presencia en visita del hijo del patrón en su ausencia, el padre lo tomó con naturalidad, simplemente las miró y sonrió sarcásticamente poniendo se a cantar desafinadamente, como estar en otro mundo haciéndose el tonto, pero para Ana era una impertinencia lo que la niña hablaba, y así, desde aquel momento la madre de la niña le tenía prohibido que le informase a su padre acerca de la visita del señor a la ramada, a su corta edad no entendía, y desde ese momento la nena sólo se dejaba llevar por las indicaciones y ordenes de su madre de carácter fuerte en contraste con el trato que le daba su padre que era un poco más dulce, en estas circunstancias del tiempo de visita del hijo del patrón a Ana para la pequeña Renata muchas veces como ahora aprovechaba para dormirse en la hamaca, perseguir animalitos de los alrededores, jugar con sus muñecas en las lomas cercanas a la ramada cubiertas con monte, o en definitiva bañarse con sus muñecas en el riachuelo, Renata pensó en qué hacer continuando con sus suspiros, agitó sus piecitos tratando de secarlos, ya para ese momento la batita cubría el cuerpito, levantó una a una sus piernitas subiéndose el calzoncito, en ese momento ve aparecer la figura de Jasmani entre el monte, el hombre se acercaba sonriente a paso lento hasta sentarse junto a la niña en el entablado generándole confianza, el diálogo entre el adulto y la niña empezó preguntándole por la madre y el hermanito, mientras la niña contestaba que estaba conversando con el señor hijo del patrón de estas tierras, las manos de Jasmani rozaban la piel de las piernitas de Renata, llegando inclusive a rozar la tela del calzoncito por debajo de la batita, allí el roce era más seguido, con su mirada Jasmani llevó la mirada de la niña a que viese los movimientos de sus dedos adultos en la tela de su pantalón que cubría el bulo hecho por el pene cubierto, la niña vio una mano de Jasmani que apretaba suavemente el pene vestido amoldado por la tela, la niña ya conocía el tamaño de ese pene que además tenía abundante pelo y unas venas gruesas a lo largo del tronco de ese prominente pene, la mano de Jasmani continuaba apretando el pene con la otra mano la metía entre la batita y el calzoncito punteando la tela que cubría a la vaginita haciéndole además esos movimientos circulares en la tela, la niña estaba cabizbaja viendo esos movimientos, de repente la mano sale de la batita, le toma una de sus manitos llevándola junto con su mano para toque el bulto, le preguntó si le gustaba hacer “eso”, pero la niña se limitaba a mirar sonriente el movimiento de su manito que era conducida por los movimientos de la mano de Jasmani en su pene vestido, en instantes la niña vio deslizar la cremallera del pantalón de Jasmani saliendo liberado el erecto pene grueso, le preguntó si le gustaría hacer un “jueguito” entre “éste” y la “suya” indicándole con el dedo a su vaginita, la niña miraba atenta el movimiento del pene que hacía las manos de Jasmani, Renata continuaba mirando ese agite de pene, la cara de Jasmani veía a los lados cerciorándose de no ser visto para hacer luego que con una mano se incline la niña haciéndole rozar el pene en los labios infantiles, luego se lo metió en el pantalón subiéndose la cremallera, la niña seguía mirando el pene vestido haciéndose bulto en la tela del pantalón, Jasmani viendo correr por ese riachuelo de quebrada la poca cantidad de cristalina agua recordó sobre la ubicación de aquel lugar cercano muy seguro para realizar sus planes, de súbito con ansias de hacerlo pronto se puso en pie tomándola de la mano a la pequeña caminando entre la espesura del monte alejándose de la distancia que había con la ramada, Renata confiada del adulto se dejaba conducir de los abrazos de Jasmani, la sentó en sus hombros para entrar en más confianza de parte de la niña con él, muy alegre estaba Renata sentada a esa altura que le permitía agarrar hojas de árboles y montes altos en los que antes sólo se limitaba a verlos desde el suelo, estaba divirtiéndose, no duró mucho la caminata de Jasmani, estaban frente a una formación rocosa natural con una cavidad tipo caverna rocosa apenas tenía la altura del cuerpo de Jasmani y cuyo fondo de esa cueva rocosa tenía longitud de aproximadamente cinco metros cuya altura descendía al meterse más hacia adentro, el lugar era el propicio para las intenciones de Jasmani, cueva algo alta y profunda, semi oscura, vio el rostro de Renata con naturalidad, al principio tuvo recelo de que la niña al ver el lugar tuviese temor pero su respuesta fue dada viendo el rostro apacible de la peueña y mucho más al ver aquellos pequeños restos de vestiditos de muñeca hecho con trapitos en el suelo lleno de arena cubierto de hojas secas, había sido el lugar de juegos de la pequeña, Jasmani por casualidad pasó aquella vez por los alrededores de aquella cueva sin haber entrado, de ese lugar recordó y ahora estaba emocionado para lo que seguiría, y es que le hizo arrodillar en su delante y que viese la niña sus manos deslizar la cremallera bajando el elástico del calzoncillo sacándose el pene luego haciéndole que abriese la boca para después introducirlo suavemente en la cavidad bucal de Renata, lentamente sentía placer, ambos, si, ambos, pese a su corta edad la pequeña Renata ya empezaba a gustarle eso de mamar penes, y Jasmani estaba allí para estimularle aquel gustito sexual, por eso ella mostraba gusto cerrando los ojos probando parte de su pene dentro de su boquita rozagante, al hacer un alto Jasmani se quita la camisa, se desliza el pantalón colocándolos sobre el suelo así tendidos como cama improvisada, la niña ahora estaba parada viendo el cuerpo de su iniciador que tenía puesto solo el calzoncillo y se venía acercando hacia ella, vio el calzoncillo como se deslizaba por las piernas saliendo por cada pie alzándose para liberarlo y que finalmente lo ubicó junto a la ropa tendida, volvió a rozarle el glande por los labios y por toda la carita de piel suave, la niña miraba esos rápidos movimientos del pene en la piel de su garganta, labios y nariz, si, Jasmani le pedía que lo oliese por unos instantes, le pidió que abra la boca para que de nuevo lo probase, ella abrió como siempre lo más que pudo y así ese pene grueso se deslizaba por labios y cavidad bucal, hasta salir ensalivado viéndolo complaciente con ese movimiento en la boquita infantil, ya viéndolo completamente ensalivado se lo sacó de la boquita para que ahora le diese de besitos al pene peludo y que también lamiese los testículos, así, se acuclilló y con la lengua la pasaba por debajo de los testículos suspendidos en el aire, Jasmani vio las venas engrosadas en el pene, complaciente le acariciaba el pelo, la puso en pie, ella lo hizo sin dejar de ver ese pene prominente, además le hizo que estire los brazos hacia arriba, las manos de Jasmani tomaron la batita de la niña subiéndola por el cuerpito hasta quedar fuera de la humanidad de Renata poniéndola junto a la ropa tendida, la niña cabizbaja veía su cuerpo semidesnudo sólo teniendo puesto ese calzoncito de tela suave muy fina de color blanco transparente en el que notaba las líneas físicas de la vaginita, Jasmani se acostó sobre la ropa tendida, se notaba el pene bien erecto como mástil, le dijo a la niña que diera giros, dio vueltas para ver sus cuerpo con ese calzoncito, se podía ver ese traserito de piel suave, luego le pidió que se quite el calzoncito que llevaba puesto, la obediente niña lo hizo lentamente a petición de Jasmani, la tela de la fina prenda íntima de vestir se deslizaba por la piel suave de Renata, de nuevo dio giros, vueltas a órdenes del maravillado Jasmani ahora viéndola totalmente desnuda, Jasmani se acostó completamente sobre la ropa pidiéndole a la niña que se acostase sobre su cuerpo, lentamente la niña se acostó encima del cuerpo de su iniciador quedando la vaginita encima del pene de Jasmani, su carita sobre el pecho velludo del adulto, olía a sudor, le alzó la carita con las manos en cada mejilla y se dieron de besos piquitos, la deslizó más a su cara, ahora la vaginita estaba ubicada por la pelvis de Jasmani, era más como darse besos así, le enseñaba a la niña a darlos con lengua y mordisco suave en los labios, una de las manos de Jasmani acariciaba cuello y espaldas de Renata y con la otra mano acariciaba glúteos y los dedos rozaban la entrada del ano y tratando de hacer penetración leve con el grueso dedo medio a lo que la niña respondía con breves sobresaltos, sacaba el dedo del traserito de la niña llevándolo a su nariz y luego lo pasaba por la nariz de la nena, ambos reían y continuaban besándose por iniciativa total de Jasmani, asimismo le pasaba cariñosamente la yema de los dedos por las finas y bien formadas cejas que le gustaban mucho a Jasmani y era parte de la belleza de esa preciosa niña de hermosos labios, ambos miraban el lugar, era muy privado, daba seguridad de no ser vistos, Jasamni le dijo para seguir “jygando” y ella asentía complaciente de las caricias que recibía del adulto, le hizo acostar ahora de espaldas a su cuerpo, la espalda de la niña quedaba acostada sobre el pecho y estómago de Jasmani, graciosamente con curiosidad la niña observaba sus piernas abiertas cuyos talones rozaban los muslos del adulto, ella sentía la respiración de Jasmani en su pelo, sentía la lengua pasar por sus orejas diciéndole al oído que estaban “jugando” y que era una buena niña que pronto tendría su premio, ella siente salir un inesperado suspiro, aquello motivó más a Jasmani, aquel llamado del sexo, las piernitas estaban entre los muslos y cadera de Jasmani, vio que por su vaginita lampiña sobresalía desde abajo el tronco del pene de Jasmani que se unía a las líneas de los labios vaginales de la pequeña, así estuvieron acostados por unos instantes con el traserito ubicado en la pelvis del adulto, el pelo de Renata era constantemente causa de besos por parte de Jasmani, sintió relax infantil, los dedos de Jasmani ahora rozaban los labios vaginales entrando al clítoris, la niña se movía ante esa sensación deliciosa, le hizo oler con sus dedos el resto de orina y él también olió, se pusieron de pie, ahora Renata era la que se acostaba de espaldas a la ropa tendida viendo que Jasmani la acomodaba con las piernas dobladas con sus rodillas a su pechito alzándole el traserito un poquito, entre sus piernitas dobladas abiertas vio la lengua de Jasmani que se deslizaba sobre su vaginita sintiendo placer al ser ensalivada constantemente, por lapsos alzaba la mirada a los alrededores del lugar semi oscuro, más grato sentía esa sensación cuando sus labios vaginales eran mordidos levemente y también cuando su clítoris era descubierta al abrirse los labios vaginales y la lengua de Jasmani se deslizaba lamiendo y chupándolo delicadamente, allí salían las preguntas de Jasmani a Renata si le gustaba el que para ella sería el inocente “jueguito” y que al sentir esas cosquillas deliciosas complementadas con esas sensaciones indescriptibles asentía como respuesta a las inquietudes de Jasmani, alzaba un poco más su recostado cuerpo y ahora el turno de ensalivadas y mordidas leves en el traserito que abierto de glúteos esa parte rosácea era deslizada por los lamidos de lengua, a ella le volvían los cosquilleos de un gusto indefinido, se los hacía nacer Jasmani con lentitud y pausa, le preguntaba si a eso también le gustaba y ella respondía con un sí de sus labios, Jasmani continuaba lamiendo y ensalivando ese traserito, iba para más, ahora ella vio el pene de su iniciador que se deslizaba entre los glúteos, la encorvó un poco más para poner el pene entre los glúteos en dirección a la entrada del ano, así, empujaba lentamente, ella sintió algo de incomodidad, no aguantaba más, sabía que era lo difícil e incómodo del juego, pedía que ya, que le dolía, se lo decía con gemidos intermitentes, Jasmani comprendía, aún su pene era desproporcionado ante huequitos pequeños de la preciosa niña pero por lo menos intentaba dilatarlos y hacer sentir lo rico del sexo, deslizó el pene ahora a la entrada de la vaginita, era constante el frote, le decía que mire como “jugaban los dos amigos” que en realidad era el pene con el glande deslizándose en los labios vaginales ensalivados, ahora a querer penetrar, la niña volvía a responder lo mismo, el pene ahora estaba deslizándose entre la separación de trasero y vaginita, Jasmani veía el rostro de Ana en Renata, pensó que ahora no sería con la madre pero sí sería con la hija, se cuidó de no penetrarla por aún tener su vaginita muy pequeña, pero concibió la idea de que viese ese movimiento de pene en su vaginita haciéndole sentir delicioso, el adulto sintió que se venía el semen, puso a rozar el pene en la entrada de la vaginita y al sentir eyaculación metió el pene entre los labios vaginales, la niña vio el semen que salía entre el glande pegado con su vaginita y que ese glande humedecido se semen se deslizaba por la piel infantil y vio semen pegados en los pelos del pene, por unos instantes se quedó quieto el pene de Jasmani sobre la vaginita de Renata, ambos vieron unidos al pene y la vaginita, Jasmani continuó despacito con su movimiento de glande en roce con los labios vaginales de la pequeña Renata, diciéndole a la niña: así, despacito, así, despacito, esas palabras se repetían al movimiento adelante y atrás de sus caderas, Renata estaba con su cuerpo encorvado que era manoseado y el pene de Jasmani seguía deslizándose sobre la vaginita, con cuidado se levantaron de la ropa tendida con el cuidado de no mancharla con semen pero fue tarde y parte de semen estaba alojado en la tela del pantalón de Jasmani, sonrió al ver su pantalón humedecido de semen y miró a la nena que estaba también atenta mirando el pantalón, luego se limpiaron del semen con el calzoncillo de Jasmani y con el calzoncito de Renata, la pequeña a órdenes de su iniciador algo pensativa tomaba su batita y se la ponía calzándose las sandalias, llegaron a orillas del riachuelo y rápidamente la acuclilló lavándole con abundante agua la vagina y el traserito para que no quedase rastro de semen, estaba sobre una piedra la niña bien sentada viendo a Jasmani lavarse el pene quitándose los restos de semen, se agitaba el pene delante de la niña poniéndoselo en el pecho infantil preguntándole a Renata que se si le gustaba ese “amiguito” que tenía rozándole en su pecho, ella dijo inocentemente que sí, así que Jasmani al oír eso le dijo que abriese la boca para que lo chupase, ella abrió y lo lamió, ya ensalivado el pene lo lavó con agua de nuevo, posteriormente se acercó a la niña y mirando la entrepierna de Renata le dijo que le gustaba esa “ amiguita” y sin reparos la recostó en suelo con hojas secas abriéndole bien las piernas y rozándole el pene diciéndole como antes; así, así, mi niña, así, así, te gusta, te gusta, siempre te gusta y luego de varios roces le decía no me olvides, no olvides este momento, no olvides este lugar, no olvides este juego, pero quédate callada, no lo digas a nadie, todas esas palabras se clavaron en su mente como quien esculpe una lápida de piedra, en verdad que Renata no lo olvidaría, y no lo haría porque ese gusto y esas emociones indescriptibles nacieron con el movimiento del pene de Jasmani que ahora presenciaba viéndolo rozar en su vaginita, cerró por un instante los ojos y suspiraba intermitente, bostezaba y sentía, quizá con ello se venía el sueño interrumpido aquella madrugada o el hambre de haber comido poco, de lejos se podía notar la figura de las caderas de Jasmani que se movían sobre la pequeña Renata, el roce del pene sobre la vagina de la nena terminó, se separaron, Jasmani le dijo que se quedaba con su calzón, ella asintió obediente además de acariciarle el rostro y el pelo le dijo que fuese de carrera a la ramada que allí lo esperase acostada en la hamaca pues seguramente debe dormir, le dijo que lo espere en la tarde al ocaso ya que cuando él retorne del pueblo lo esperase por la ventana de su ramada porque le traería un regalito acambio que no dijese nada de los “jueguitos” que hacían, él le hizo prometer que guardase el secreto, le dijo que si lo mantenía tendría muchos regalos, la niña contenta brincó de alegría sabiendo que el regalo que recibiría sería una muñeca, se despidieron con un prolongado beso, Jasmani continuó por los atajos hasta llegar al pueblo mientras que Renata corrió en dirección a la ramada, vio que aún su madre no baja con el señor, rato después lo hizo viendo a la niña acostada en la hamaca, Ana acompañó a su amante donde estaba el corcel, al despedirse le besó la mano y continuó su marcha en dirección al pueblo, se notaba el dichoso rostro de Ana que vio a su hija acostada en la hamaca con los ojos entreabiertos, pensó que estaba durmiéndose y subió al entablado de la ramada, en realidad la niña estaba pensativa con las palabras que le había pronunciado Jasmani, vio su calzoncito tendido en el cordel secándose de la humedad, se deslizó la batita hacia su pecho viéndose su vaginita lampiña descubierta y se pasó los dedos índices abriéndolos por los labios vaginales, olió pensando percibir restos de ese líquido blanco que botó su iniciador pero éste le había lavado bien su vaginita, se resignó a verse la vaginita y a recordar lo vivido hace poco, cerró sus ojos pensando y pensando en lo sucedido, le nació la sensación de estar con él por todo lo vivido; a unos kilómetros de allí, el jinete hijo del patrón de esas tierras iba galopando adentrándose en una hondonada y de pronto por detrás le salen del monte dos jinetes con pañuelo en la cara y un tercero en su delante, se escuchan dispararon a los que hábilmente el jinete emboscado logra repeler de primera acción pero en la segunda detonación es alcanzado en una pierna y hombro así del todo logra milagrosamente saltar del caballo entre la espesura del monte, los sicarios no contaban con esta novedad imprevista, pensaron que al disparar lo liquidaban y ya, pero la equivocación cuesta una vida pues desde su escondite el joven hijo del patrón logra derribar a uno de su montura, trataron de rodearlo pero disparos provenientes de otro lugar hicieron caer al segundo hombre, el tercero logró escapar, no sin antes hacer un silbido prolongado, era causa para que un enmascarado fornido saliese del monte en dirección donde yacía herido el joven hijo de terrateniente, quiso dispararle pero su acción fue interrumpida por certero disparo en la frente del atacante, el joven miraba a todos lados queriendo ver a aquella persona que supuestamente lo habría salvado, en su delante se presentó la figura de un caminante, Jasmani, lo abrazó llevándolo a su caballo, el muchacho estaba débil, sangraba mucho por el hombro, decidió montar con él y llevarlo a toda prisa a la estancia del patrón, allí le prodigaron atenciones previas y rápidamente lo llevaron a la capital a ser atendido, por aquella época eran muchas las horas de tortuoso camino pero pese a las vicisitudes lograron salvarle la vida, como agradecimiento Jasmani fue presentado ante los caporales del patrón de esas tierras como uno más de ellos con la misión de ser parte por un buen tiempo de la seguridad del joven hijo del patrón, la vida de Jasmani daba un giro, ahora vivirá en aquella suntuosa mansión al cuidado además de la familia del patrón.
* * * * * * *
Isaurina se encontraba de regreso en su país, intuía por la gestación en su cuerpo que faltaban pocas semanas para el alumbramiento de su supuesto egundo hijo con Gustavo Adolfo, desde el aire pudo ver la ciudad capital que la recibía otra vez, de antemano pidió no ser llevada a casa de su padre, le traía muchos malos recuerdos haberlo visto colgado, muriendo de esa forma tan deplorable, pidió ser llevada a su casa en las afueras de la capital, los esposos y el pequeño niño fueron recibidos por Carlos Felipe del Olmo, Noelia Buonanote y un pequeño comité de recepción de la embajada, de inmediato al poner pie en territorio al militar le fue entregado un boletín con instrucciones, pesaba ahora la política del nuevo gobierno aunque de eso ya estaba enterado en la embajada y por ello la orden de regresar a su país, el mandato consistía en que de inmediato acuda a apagar una sublevación en la selva, ordenes eran ordenes, a los dos días de haber retornado del exterior el militar partía rumbo a la selva del país, el destino así lo habría de ser vibrar en acciones militares que serían orgullosamente reconocidas por sus colegas de mando, Isaurina quedó a cuidado de Noelia y los empleados, al principio la mujer estaba incómoda por la partida de su esposo, corría el riesgo de no estar presente en el alumbramiento, pero se resignó.
FIN DEL CENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
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