METAMORFOSIS 179
Lamidos.
Había llovido en la madrugada por lo que el alba era fresca en su esplendor, algunos gallos del sector cantaban despertando a los pobladores, las calles húmedas lodosas empedradas contrastaban con el brillo de los primeros rayos de sol matutinos, los tejados goteaban el resto de lluvia acumulada y los charcos de agua eran evidentes por las casas aledañas, la huellas dejadas en el camino por las botas de Luciano eran bien impregnadas en la tierra húmeda, llevaba víveres para el desayuno y el resto de fin de semana, los había comprado en el mercado de la localidad, alejado considerablemente donde residía, en ese lugar de abasto se encontró con su vecina de la casa de enfrente, la mujer tenía un pequeño puesto a la acera de la calle y vendía comida con la ayuda de dos de sus hijos mayores, los primeros rayos de sol ya le daban en el rostro de regreso a su cuarto de arriendo, no le molestaba vivir solo, había elegido esa vida que le gustaba, su inclinación sexual tapada en apariencias se lo demandaba, el profesor Luciano trabajaba en el internado capitalino, iba meditando lo que haría el resto de ese esplendoroso sábado, abrió la puerta dejando las compras sobre la mesa junto con las llaves, deslizó las cortinas abriendo las ventanas para que entre el aire fresco en esa casa de construcción mixta de principios de siglo, qué contraste de aquel lugar con el de su niñez opulenta, así es la vida, suspiró mirando a su alrededor, con gesto de resignación entre hombros se dirigió a la ducha externa de la casa, corrió la cortina y entró al pequeño cubículo simplemente cubierto su cuerpo con la toalla, llevaba en su mano la jabonera y la afeitadora, la fresca agua recorría su cuerpo enjabonándolo, pasando la suave espuma por sus testículos peludos y tronco de pene haciendo delicioso el pasar de sus dedos enjabonados entre la separación de los testículo con el coxis, el enjabonado glande era manoseado, Luciano cerraba los ojos recordando los traseritos de aquellos hermosos niños del internado que tanto le gustan, agitaba el pene mentando el nombre cada uno al que recordaba en ese instante, entre ellos Luis Alfonso, allí apretaba y ajustaba más el pene pasando los dedos por el trasero introduciéndolo en su ano, gemía de gusto, ya era momento de salir de la ducha y afeitarse delante de un corto espejo con fisura de quiebre en uno de los extremos superiores, Luciano miraba su rostro y sonreía, se acordaba seguramente de alguna travesura de sus pupilos, se lavó repetidamente su rostro enjabonado y salió puesta su toalla en el cuerpo humedecido, las sandalias sonaban a cada paso que daba, entró al cuarto cerrando la puerta, gustaba de permanecer con su cuerpo humedecido y de por si humectarse y no secarse la humedad restante de la ducha en su cuerpo, se sentó, abrió las compras comiendo la comida preparada de mercado junto con panes y jugo, pensativo estaba en lo que haría aquellos días de fin de semana, quizá leer, practicar deporte o simplemente pasear, la cuchara sonaba contra el plato de loza, mezclaba en su boca el pan del interior con el café de la selva muy de moda por aquel entonces en el país de la canela, sus pensamientos eran para las actividades que realizaría, apostaba por un viaje, sonrió, claro está, muy económico, suspiró y comía su pan alternando con el delicioso café autóctono, queso mantequilla, de súbito se puso su mirada muy atenta a la ventana que mostraba el rostro alegre infantil asomado, era Venancio, con carita alegre saludando simplemente con movimiento de cabeza entendible para Luciano, a los pocos segundos el pene se le puso erecto viéndose la toalla alzada, ambos no dejaron de verse sonrientes por un instante, con la cabeza inclinada Luciano le insinuaba al niño a que viese la entrepierna, Venancio no dejaba de sonreír más aun viendo que Luciano se dejaba el pene al descubierto haciendo a un lado la toalla, a manera de juego cubría al pene y luego lo descubría de nuevo de forma intermitente alternando movimientos lo que le gustaba a Venancio ver aquello, el hombre se levantó con toalla en cinto, se acercó a la ventana acariciando el rostro del pequeño con las manos, besó el pelo, aprovechó para ver al frente la casa de Venancio, le preguntó al niño acerca de la hermana a lo que Venancio respondió que estaba atendiendo a una visita, era una señora que había llegado a coser trayendo un paquete y que su hermana le estaba ayudando clasificando unos retazos, vio el rostro del niño que tenía restos de haber llorado en las comisuras de su carita, el niño estaba despeinado, con simpleza el pequeño argumentaba detalles de que su hermana le había dicho que saliese porque cometió la travesura de regar un bote de tinta en el suelo y al caer casi mancha la ropa de la visita, Luciano se acercó a su mesa a seguir comiendo su desayuno del mercado, el niño lo miraba fijamente teniendo puesta su carita sobre la ventana, de nuevo Luciano descubrió su pene para que el pequeño sonriera al verlo así de erecto como estaba, le hizo señas con la mano preguntándole si quería algo de lo que estaba comiendo y Venancio asintió gustoso, le dijo al niño que entrase, instantes después la puerta se abrió empujadas por unas manitos dando paso a la entrada del pequeño, sus manitas suaves con dedos lisos alargados de piel característica brillosa pusieron seguro a órdenes de Luciano, lentamente el pequeño se acercó a la mesa, estaba descalzo con una remerita que le daba al ombligo y un ajustado pantalón de pijama mostrándose el traserito con sus líneas curvas de piel y ese delicioso e incomparable bultito del penecito dibujado en las líneas de la tela, la cadera del niño parado se arrimó al antebrazo de Luciano que continuaba sentado diciéndole que mirase al pene salido por encima del pijama, se notaba el glande rosáceo latente, los ojos del niño observaban el pene descubierto también viendo la comida sobre la mesa, tomó lo que le gustaba, el acercamiento produjo atracción y excitación a Luciano, oler ese sudor característico de niño, bajar el rostro para oler la entrepierna con restos de orina que seguramente que hizo de micciar hace poco, olió y besó ese pelito algo despeinado sudoroso, gustaba viendo esos piececitos empolvados en parte de sus plantas con dedos alargados y planos, acariciaba la espaldita del pequeño Venancio mientras tanto de eso aprovechaba Luciano bajándole el pijama hasta los muslos, de ahía que manoseaba el culito haciéndole suspirar de gusto al nene, le besaba el pelo al momento en que le acariciaba el potito, luego haciéndolo sentar al niño sobre su entrepierna le manoseaba el penecito que se estaba poniendo erecto, así el pene peludo rozaba el traserito descubierto por la rajita separada de los glúteos, el niño sentía el bulto sobre su traserito al ser deslizado sobre la entrepierna de Luciano, el pequeño hermoso Venancio vio que sobresalía el pene de Luciano sobre su penecito, al pequeño lo hacía cabalgar, el niño sonreía, al mismo tiempo que sentía el deslizamiento del glande por los glúteos, luego de comer se le ocurrió a Luciano llevarle marcado a su cuarto y poner su cuerpo adulto desnudo en pose de caballito para que el niño que también estaba desnudo se sentase sobre su espalda imitando a cabalgar, cayeron sobre el piso dando vueltas haciéndole cosquillas, en eso que lo besa apasionadamente y se ven los dos penes rosándose, contrasta el tamaño infantil con el adulto, acostado de espaldas al piso acostó al niño encima de su cuerpo, le dijo que se moviera e instintivamente Venancio aceptaba la orden de su iniciador, sonreían, las manos de Luciano acariciaban el suave pelo lacio de ese hermoso niño, le hizo cambiar de posición formando un 69 del que Venancio lamía y chupaba el pene de Luciano que de igual le hacía al niño, posteriormente se levantaron y al niño le manoseaba todo el cuerpo y éste se dejaba de Luciano, se metieron dentro de las sabanas a seguir jugando a las cosquillas con sus cuerpos desnudos, le mordía el traserito y el niño respondía de la misma forma, el niño quería micciar producto de tanto roce entre penes y tantas lamidas y chupadas, Luciano sacó una bacinilla debajo de la cama y Venancio procedió a micciar y Luciano luego hizo lo mismo, al terminar vieron la orina depositada en el recipiente agitándose los penes, con gestos de cabeza le indicaba que la cama los esperaba, Luciano fue el primero y encima de su cuerpo acostado quedó Venancio sintiendo el desliz de las manos de Luciano sobre sus glúteos y muslos ya que deseaba apasionadamente a ese precioso niño de piel suave, en su barriga sentía el pene grueso de Luciano que lo acomodaba para rozar los penes, dieron roles sobre la cama, Luciano se encorvó en el extremo de cama alzándose las piernas siendo sujetadas por sus manos cuyas rodillas dobladas daban a su pecho velludo mostrándose en delante del niño el ano adulto abierto, a órdenes de Luciano el niño acercó a rozar el pene en el ano para luego meterlo a medias, el penecito del niño sintió algo nuevo en la punta del glande recubierto por el prepucio, luego el penecito de Venancio rozaba los testículos peludos de Luciano que le pedía que siguiera cojiendole así, de igual manera lo hacía en la entrada del ano de Luciano, el pequeño sonreía haciendo eso, después el dedo gordo del pie infantil rozaba el ano de Luciano que trataba de introducirlo a medias, esto se loi pidió Luciano que se lo hiciera, el niño reía moviendo su dedo, el pie de Venancio rozaba los testículos de Luciano, posteriormente le dijo al pequeño que se acostase a su lado, siguieron dando vueltas en la cama, se sentó encima del pecho del niño haciéndole que chupase el pene grueso, así lo hizo por un momento, ya ensalivado el pene peludo, puso al niño acostado en la cama de la misma postura que Luciano anteriormente lo había hecho, el pene ensalivado rozaba el ano rosáceo infantil a mirada del niño que tenía ahora sus rodillas pegadas a su pechito, sentía dolor pues Luciano trataba de metérselo mucho más que las otras ocasiones en las que sólo le rozaba el glande o lo punteba sutilemnte en la entrada de ese hermososo culito rozagante sólo para hacerle sentir algo nuevo en su culito, algo más, algo más para Venancio, ahora la punta del glande entraba un poquito por el ano, Vennacio gemía con mirada de extrañeza, estaba probando del pene de Luciano, sí, de su iniciador Luciano que movía lentamente la cadera teniendo el pene pegado a la entrada del culito, a la vez tomaba el penecito del nene para estirarlo a manera de masturbarle, empujaba el pene y el niño abría la boca con extrañeza con sus ojos bien abiertos, luego mordía los labios y emitía gemidos con rictus de molestia, las manitos del niño se aferraban a los brazos de su iniciador en señal que ya no más, que le dolía, al ver que el niño mostraba en su rostro gestos de angustiaba por querer llorar Luciano no quizo ya seguir tratando de punterale y meterle el pene y simplemente se limitó a rozarlo en la entrada del ano, bajó delicadamente la piernitas quedando sus pies sobre el colchón, Luciano se sentó nuevamente sobre el pecho del niño diciéndole que tenga abierta la boca, el niño vio el pene de Luciano que lo agitaba aceleradamente, su boca quedó abierta estatica, vio que la mano de Luciano agitaba ese pene grueso venudo velloso cuyo glande estaba rozando los labios, Luciano le dijo que abra más su boca pues iba a probar de su su culo, agitó y agitó el pene hasta que se vino el semen cayendo en su rostro y algo introduciéndose en su boca, el niño quedó allí quietecito mientras Luciano iba por un retaso de trapo para limpiarle, lo vistió acariciándole el pelo felicitándole por lo bien que se había comportado, el niño fue a la puerta a pasos lentos tomándose el trasero con la punta de los dedos metidos en la tela del pijama humilde seguramente usado por otro niño y siendo luego regalado a Venancio por alguno de los parientes o amigos de la madre del niño, estaba arrimándose lentamente en el marco de la puerta y estaba cabizbajo luego de ponerse la remerita regalada, Luciano se puso delante del niño tomándolo de los hombros, le acarició el mentón y las mejillas besándole el pelo y la frente, tomándolo de las manos lo llevó a sentarse a la mesa, luego vio que Luciano entró al cuarto y sacó un dulce especial muy fino, la alegría se dibujó en el rostro del pequeño cuando apareció ese dulce de una mano de Luciano, más aún alegre al ver que de la otra mano aparecía un autito de hojalata que tanto le gustaba y lo había visto en una juguetería del centro, de ello se lo había comentado el niño a Luciano y ahora lo tenía en su poder, solo que ahora todo lo regalado tenía un precio para el niño, el silencio, se lo hizo saber Luciano a Venancio y éste muy alegre asintió obediente de no decir detalle de lo hecho anteriormente en el cuarto, el niño salió a jugar con el juguete a la vez que disfrutaba de su chocolate, Luciano no perdía vista del niño dentro del interior de la salita, cuando de pronto se estaciona un elegante auto negro del año del cual se abre la puerta saliendo una mujer elegante de la humilde casa de enfrente, la niña se despide de la visita, la mujer ingresa en el auto y parten lentamente, quien conducía era un hombre de mal aspecto facial, detrás un hombre cuyo rostro para Luciano le era muy familiar, portaba guantes y fumaba un puro seguramente muy fino, Luciano se preguntaba a sí mismo el motivo de la visita de estos personajes no tan común su presencia por este humilde lugar, en el interior del auto Sandra comentaba el cumplimiento de la orden a Fulgencio Arichabala, el paquete le fue entregado en manos de la pequeña y tenía datos referenciales de lo acontecido en aquel incendio de la abacería hace ya largo tiempo, el chófer sonreía con aprobación aquel gesto, Fulgencio le dio instrucciones a Sandra acerca de un complejo negocio de contrabando, que estuviera atenta a los hechos, la mujer asintió nuevamente en señal de aprobación, el auto se condujo por una amplia avenida bajándose la mujer junto con su jefe quien le dio señas al chófer que espere atento dentro del vehículo, el empleado en el volante hizo un gesto de aprobación obediente, sonrió viendo entrar a la pareja, se imaginaba lo que acontecería, minutos después el auto avanzaría unas cuantas cuadras para estacionarse de nuevo, las puertas se abrieron estacionando el auto frente a la puerta de entrada de esa gran casa, un niño esperaba feliz la llegada del ocupante del auto, abrió la puerta y le hizo señas para que se acerque haciéndolo subir, la madre del niño agitó la mano en señal de despedida, Fulgencio manifestó que pasaría el resto del día paseando con ese niño, el vidrio se levantó y el auto salió continuando con su marcha, Fulgencio no paraba de mimar a su bisnieto, su sangre verdadera, su sucesor, al decir todo aquello al niño el chófer daba cuenta de aquello con rictus, pasaron por las inmediaciones y fachada del internado a lo que el abuelo prometió al nieto que el próximo año escolar estudiará allí, el niño emitió un suspiro, lejos estaba de imaginar lo que el destino le tendría preparado en su vida.
* * * * * * *
La brisa se tornaba muy fresca en aquella planicie de amplia grama que describía con su movimiento las siluetas de dos cuerpos completamente desnudos acostados a plenitud del manoseo, la brisa de ese ocaso sabatino rozaba esas pieles que sentían el calor mutuo de sus cuerpos, el rostro del niño apoyado sobre la entrepierna de Contardo, la mejilla infantil estaba sobre el erecto pene rozándolo levemente, el niño olía ese característico perfume del pene con semen recién salido, además sentía el latir de su traserito infantil de a poco luego de haber recibido las embestidas de ese pene que ahora lo acariciaba con sus suaves manos, sentía el semen dejado dentro del ano, latía tras las embestidas propinadas por el pene de su amante Contardo, el hijo de su patrón Squeo, el “niño” ahora lamía el pene sacando los rastros de semen, su amante sonreía viendo esos movimientos de lengua en su pene erecto, suspiraba, extendió su mano trayendo la cajetilla de cigarrillos, con la otra mano lo prendió frotando la fina y brillosa cajita de encendedor, fumaba acostado sobre la grama del lugar silvestre apartado de la ciudad viendo la noche acercarse, sintiendo esa deliciosa lengua en su pene, asimismo acarició el pelo del niño que tenía los ojos cerrados al momento de lamerle el pene, le dijo al “niño” que era su mujercita, que así lo sería siempre, solo que ahora tenía que decirle una noticia, era que se iba a casar, el “niño” hizo un alto, se imaginaba con quien con aquella pretenciosa chica, el “niño” miró al piso, Contardo viendo esa actitud lo acostó lentamente subiéndose a ese cuerpo infantil diciéndole que no habría problema en seguirse viendo y que tampoco le dejaría de ayudar económicamente, al terminar la frase el “niño” tímidamente como era su personalidad lentamente levantó algo su cabeza de la grama cuyo pelo tenía restos, y buscando los labios de Contardo se besaron apasionadamente, el “niño” a esa fecha amaba a Contardo, el adulto lo sentía así, en cada entrega, gustaban de estar juntos, sólo que ahora habría una tercera persona que afectaría en su relación clandestina, rodaron por la grama silvestre, ya los bichos hacían estragos en sus cuerpos y era el momento de partir, no paraban de besarse acostados en la grama, le dijo al oído frases obscenas que eran graciosas escucharlas, subieron al carro en dirección a la gran casona donde horas después se anunciaba el compromiso de Contardo con la bella Clarisa Marques de la Plata, hija de un hacendado reconocido en el país descendiente de criollos ibéricos, una mujer excepcional en el carácter rígido en cuanto a decisiones, el puntal de su padre, hija única porque el destino lo habría querido así ya que su padre por efectos de una enfermedad a los testículos no pudo engendrar más hijos, todo el mundo sabía de esa novedad, el padre esperaba los nietos varones anhelados de parte de su hija, los contrayentes se habrían conocido desde la escuela, la relación se consolida a través de la amistad con sus madres, ambos desde tierna edad fueron compañeros de juegos y ya jóvenes, compañeros de estudio y diversión en fiestas, Clarisa es muy amiga de la que ahora sería su futura cuñada, se contaban intimidades, entre ellas existía una muy seria relación de hermandad que los padres de Contardo desconocían, no se hicieron esperar las fotos del tabloide referente a las escenas del compromiso y de los ilustres invitados a la recepción, entre ellos figuraban los más prestantes del país que colaboraban con el actual gobierno militar imperante tras la caída de Rojas, era un nuevo orden de poder en el que Fulgencio Arichabala a través de sus tentáculos era poder detrás del poder industrial y comercial del país, financiando campaña bélicas inmiscuyendo al ejército en acciones represalias de la población aun quedando células simpatizantes del “caudillo”, que necesitaban ser exterminadas, grave error, pues el destino desencadenará un conflicto por décadas, Contardo aparecía alegre con su prometida, el amarillismo elogiaba a la pareja, unas manos tensas leían el tabloide, a primera horas de la mañana ya se sentía con síntomas de indigesta, su mano sujetaba el papel mientras la otra mano iba en búsqueda de la taza llevándola a los finos labios cuyos ojos miraban con detenimiento cada frase, arrugó el papel, lo hizo pelota lanzándolo al piso, una sumisa empleada lo recogió llevándolo a depositar al tacho de la basura y entró a la cocina para llevarle el desayuno al iracundo personaje que tensaba las manos haciendo rictus en su rostro, luego emitió sentidas carcajadas llenas de ironía en su rostro, la mujer sorprendida vio el cambio emocional con preocupación, presenciaba el dolor, la impotencia y la ironía hecha acción en toda su concepción de aquella alma atribulada.
* * * * * * *
Aparecían los primeros rayos de sol unto al alba, las tupidas montañas de bosque tropical tenían como adorno la estela de niebla matizada por los primeros rayos de sol, se escuchaba el primer cantar de los insectos y pájaros, el golpe del hacha haciendo leña de nobles troncos de madera que alguna vez fueron árboles frondosos, Eleuterio sudaba copiosamente, cerca estaba su leal esposa asistiéndolo de alguna manera, cada vez los golpes eran débiles debido al esfuerzo, hizo un alto, con señas pidió agua para beber, llevó a la boca el jarro, el agua se deslizaba por su pecho velludo, era fornido, de joven era más, así con eso se había enamorado su atenta mujer que le había dado sólo una hija y un pequeño travieso como ella se refería al menor de sus hijos, recibió el jarro para que su esposo continúe con la faena, las gallinas instintivamente se acercaban en el sitio donde estaba ubicada la mujer que sonreía al verlas, fue por el maíz colgado en una saca allá en la pared junto a una ventanita de madera en la que vio asomado a su hijito el pequeño Eleuterio, la madre no se fijó que el niño arrimado de pecho en la pared estaba algo inclinado con sus manitos metidas en el interior del calzoncillo manoseándose el penecito erecto debido a la temperatura de la fría mañana que lo estimulaba a darse placer, continuó observando la tarea de su padre por unos cuantos minutos seguidos al manoseo de sus genitales llevándose luego el dedo a la nariz oliéndose los restos de orina que había expulsado un vez que despertó y fue junto al frondoso árbol a bajarse el calzoncillo haciendo que el pene se ponga erecto con el frío de aquella mañana de junio del año 1957, se vio estirado el pene lampiño botando orina que hacía rastros en la arcilla levantando polvo, eso le gustaba hacer todas las mañanas, tenía así acostumbrado a su cuerpo, se rascaba el traserito mirándose que el calzoncillo descendía hasta las rodillas en eso habría más las piernitas para que la ropita no fuese a llegar junto a los tobillos, ahora, el mentón del niño Eleuterio se posaba sobre el marco de la ventana, sintió por detrás la presencia de alguien que se acercaba, instintivamente de forma rápida se sacó las manos del calzoncillo girando se volteó a ver la presencia de su hermana que estaba cambiada con ropa de viaje, su sonrisa al verla al principio se fue desdibujando, sentía tristeza de saber que su hermana esa mañana partiría para la capital llevando al pequeño Carlos Gustavo, tomó del hombro al hermanito caminando a donde se encontraban sus padres, para ese entonces su padre Eleuterio estaba sentado sobre un gran tronco, la esposa limpiaba con un trapo el sudor del pecho y espalda, los padres vieron con aflicción a su hija, la enfermera de la capital, como le habían nombrado orgullosamente, la madre de su nieto primogénito, Eleuterio se acercó a su hija, la tomó de ambas manos a los hombros, jadeante le pidió que se quedase unos días más pero ella en tono respetuoso y lastimero le manifestó que era preciso y necesario, sus vacaciones terminaban en dos días y previamente debía prepararlo para ingresar a laborar en su turno de la noche, el hombre que hasta ese entonces tenía en sobre el tronco el hacha la tomó e hizo a un lado a su hija dándole la espalda, la madre tenía las manos entrelazadas sobre su pecho, su hermanito estaba cabizbajo, sentían que Eleuterio estaba contrariado, es cuando ocurre esos estados de sentimientos encontrados en que no se nos puede expresar verbalmente sino corporalmente, esto se podía apreciar cuando el hombre hacía con violencia inusitada el corte de la madera en forma repetitiva, para calmarlo, la hija extendió su brazo tomándolo del hombro con sus manos diciéndole que ella se iría pero su hijo lo dejaba a su cuidado, lo vendría a ver después de tres meses o menos, el hombre abrió los ojos girando primeramente en dirección donde se encontraba su esposa viéndose en el rostro y tratando de coincidir en su alegría, luego giró caminando donde estaba su hija abrazándola tiernamente, se había levantado muy temprano para que al despertar su hijito no sintiese su partida, era mejor así que se considerase aquello en su tierna edad, pidió ser llevada al pueblo a tomar el primer bus que salía con escala en otro para luego de allí tomar el bus hacia la capital, tiempo después la carreta llevaba a la mujer rumbo a su pueblo, mientras tanto la tierna abuela cuidaba con celo el sueño de su tierno nieto acariciándole ese pelito castaño claro y esa piel propia de su verdadero padre aunque la carita era totalmente semejante a su abuelo Eleuterio, la madre y el hijo cuidaban al pequeño que tenía una bien definidas cejas y pestañas curvilíneas propias de aquel militar, su padre verdadero, pero ausente no sabiendo de su existencia, pasaba el tiempo en la parada de bus, era el momento de la despedida, padre e hija se dieron fraternal abrazo, esperaron volverse a ver pronto, Eleuterio se despidió con la promesa de cuidar al niño, cómo no iba a hacerlo si era su sol, su esperanza de vida, era el mejor regalo que su hija hubiese podido darle, el autobús se marchó levantando polvo por esas pedregosas vías de acceso, le tomaría cerca de once horas retornar a la capital haciendo escalas terrestres, para que el niño no se sintiese mal tal vez preguntando por la no presencia de su madre la abuela lo bañó y de inmediato tomaron camino hacia la granja a recolectar huevos actividad que mucho le gustaba al pequeño, de súbito vio a su amiga Ana junto a sus hijos pasar en la carreta, se bajaron para hacer visita, traían una cesta con deliciosas jaleas de futas hechas en casa y queso de estancia, la mujer compartió panes de horno con las visitas sentados en amplio mantel debajo de frondoso árbol, Ana manifestaba su alegría de estar allí y su admiración ante ese precioso niño, Carlos Gustavo, parecía descendiente de príncipes, se refería al niño como muy fino, los niños sentados jugaban con los palillos y astillas de madera, haciendo casitas, el nieto estaba contento, ni cuenta aún de la ausencia de su madre, las mujeres continuaban con su conversación ahora acerca de las actividades del pueblo en visita a las amigas y comentario de sus vidas y actividades, las mujeres no dieron cuenta de la ausencia de la pequeña Renata y del pequeño Eleuterio que caminaban rápidamente en dirección a los alrededores del corral de cerdos, por allí el monte estaba tupido y habían unas tablas colocadas sobre troncos cruzados a manera de puntales debajo de frondosos árboles, entre el alto monte estaban sobresalidas las tablas que hacían de cubierta sobre un banco de arena rodeado de tupido monte, se sentaron y no esperando a más que abrazarse manoseándose el cuerpo, el pequeño Eleuterio fue el encargado de tomar la iniciativa sentando a Renata sobre el banco de arena debajo de las tablas luego la fue acostando de a poco en espaldas a la arena, el pequeño se acostó sobre Renata moviendo las caderas alzándolas y haciendo giros a los lados en franco movimiento sexual, luego dieron giro y ahora la pequeña estaba encima de su amiguito Eleuterio, ella realizaba los mismos movimientos sexuales, se pusieron en pie, las cabezas rozaban las tablas, Renata vio las manos de su amiguito que deslizaba el pantaloncito corto y luego el calzoncillo ambos llegando a los tobillos luego estiraba el penecito lampiño, la niña se acuclilló oliendo el penecito y de inmediato abrió la boca para introducirlo luego de chuparlo y lamerlo lentamente, el niño cerraba los ojos en señal de complacencia, Renata era buena en ese acto, Eleuterio le dijo que se levante, ella obediente lo hizo viendo que las manos de su amiguito deslizaba su calzoncito llegando a los tobillos, la abrazó manoseando luego el culito y pasando la mano por los labios vaginales y lentamente la acostó sobre la arena, desde allí ella con los deditos los pasaba deslizándolos nuevamente sobre sus labios vaginales, vio el pene de Eleuterio que hacía el mismo movimientos que sus dedos, el roce de pene y vagina continuaba con el movimiento de caderas, luego le hizo dar vuelta de pecho a la arena, el niño se acostó sobre Renata que ahora el penecito se deslizaba por los glúteos alzando y bajando las caderas, hasta que se detuvo y fue al rincón a orinar a causa de tanto roce de su penecito en ese precioso potito, Renata se acomodaba la ropa pero al verlo orinar también le dio ganas así que se acuclilló y vio la orina salir de su vaginita, Eleuterio le limpió la arena de su cuerpo y ropa, lo mismo hizo Renata con su amiguito que salió primero de aquel lugar para reunirse con las mujeres adultas, tiempo después se les unió Renata, las mujeres decidieron salir al pueblo en carreta de Ana junto con los niños, se cruzaron con Eleuterio, ya entrada la tarde un par de amigas las recibieron, la tertulia continuaba entre las mujeres continuaba al sorbo de una taza de café con pan y queso de establo, junto con la deliciosa mantequilla, mientras los tres niños jugaban plácidamente cerca de la casa en la calle; muy lejos de allí un militar estaba meditabundo ante el nacimiento de su segundo hijo, deseaba estar allí pero los sucesos políticos habían cambiado, ya no tenía esa suerte de antes, se resignaba al sitio destinado de operaciones para paliar cierta insurrección campesina proletaria que atentaba la famosa seguridad nacional del país de la canela, tomó el jeep conduciendo por aquellas calles polvosas de pueblo selvático, seguía meditando conduciendo el volante con una mano mientras la otra ocupaba en fumar cigarrillo lucky strike, y así, en ese instante por distracción no dio cuenta de la presencia de un niño que inocentemente atravesaba la calle en deseo de agarrar la pelota que allí se encontraba, el militar frenó cuanto pudo para evitar el accidente pero no lo suficiente para que la placa del jeep que estaba a un costado del chasis haga que roce el hombro del más pequeño haciendo un corte en la camisa capitalina, los otros dos niños a buen recaudo lograron llegar al otro extremo de la acera, vieron caer al más pequeño que iba por la pelota, muy presuroso el militar se bajó del jeep, vio el estado del niño inconsciente para empezar, un grupo de curiosos se acercaron ante el levante de la polvareda causante del intenso frenado, el militar tomó en sus brazos al niño inconsciente sentando delicadamente en el asiento del copiloto y raudo salió en dirección a la campaña del improvisado hospital militar, pidió que sea atendido el niño de inmediato, no salía de su inconciencia y de eso se aprovechó para hacerle las suturas, el militar sentado en rincón próximo miraba al pequeño siendo atendido de sus heridas, no pudo contener la angustia de saber sobre el estado del pequeño e hizo preguntas al galeno militar quien le responde que solo son contusiones leves y un desafortunado corte en el hombro izquierdo, un milagro que el pequeño esté salvo en la medida de lo posible, el militar tratando de en algo menguar su error acariciaba el cabello lacio del hermoso niño, le vino una angustia como si se tratase de algo íntimo, algo así como paternal que no había sentido con persona extraña alguna, sentía como si le hubiese hecho daño a algo muy valioso, seguramente pensó que se debía a su falta e irresponsabilidad y que su conciencia se lo estaba haciendo asimilar de este modo, no pudo pensar más sólo quería estar junto al niño, rogar que se ponga bien, tomó sus manitos acariciándolas como transmitiéndole fuerza y valor ante esta desgracia, notó diferentes aquellas manitos a los niños del sector, eran bien cuidadas se podía decir que quirúrgicamente era el cuidado de la piel del niño acostado inconsciente en la camilla del improvisado hospital militar, era un niño d epiel muy diferente a los niños del sector, le vino por averiguar su origen, de donde provenía, quienes eran sus padres, instintivamente le dio un beso en la mejilla, fue algo turbador para el militar que luego se convirtió en complacencia viendo que el precioso niño de piel blanca abría sus ojos color miel, lentamente pestañaba, el niño extrañado empezó a llorar por sentir ya el dolor de la puntadas y sumado a ello el susto luego de estar inconciente, el militar lo colmaba de caricias y mimos al pequeño, pese a todo el doctor que lo asistía empezó a hacerle preguntas que el niño normalmente respondía con dificultad, el galeno le dijo al militar que los síntomas son los adecuados, que el niño pronto se recuperaría, entró un subalterno con un telegrama dirigido al militar, antes de salir raudo ante otra misión descrita por el telegrama le acarició las mejillas y le dio un beso en la frente al precioso niño quien le respondió con sonrisa luego de haber llorado, eso motivó a la conciencia del militar que pese a su imprudencia en el manejo con esa sonrisa era perdonado y enervaba su conciencia, con giros de taco se retiró para operar otro ataque a una posible insurrección seudo proletaria, instantes después de haberse retirado el militar, una abuela angustiada hacía acto de presencia en el hospital improvisado, su angustia en algo se calmó al ver a su nietecito sentado en la camilla, al ver a su abuelita lo primero que hizo es recibirla con un llanto y con los brazos abiertos fundiéndose en un sentido abrazo en presencia de las amigas y niños que la acompañaban, el galeno le dijo que en próximos días trajese al niño para sacarle los puntos de sutura del hombro y pidió que tenga más cuidado en la protección del pequeño en las calles, la mujer preguntó por la persona que había traído a su nieto a este lugar, el galeno supo decir que el mencionado militar en este preciso momento salía para una misión selva adentro y retornaría en varias semanas, la mujer rezó para que no le sucediera accidente alguno quedando con la intención de conocerlo, Eleuterio reaccionó de forma contraria a su mujer, le molestaba el solo hecho de que su nieto hubiera recibido ese corte en su hombro, los primeros días hubo preocupación por saber la reacción de su hija ante lo sucedido con el pequeño Carlos Gustavo pero esperaron a que lo tomase adecuadamente.
*******
La mañana de ese jueves de junio de 1957 se encontraba en todo su esplendor, los transeuntes pasaban raudos al trabajo, Leroy ensecndía la marcha de su vehículo, desde la ventana contigua Valentín observaba a su amigo dando marcha al auto, empezaría su rutina de trabajo, tiempo después Valentín iría camino a la preparatoria, la forma de vida de Valentín en parte era compartida con el trabajo en la factoría, Leroy muchas veces le había insinuado que acepte trabajar con él en la casa de su jefe un acaudalado de la ciudad pero el muchacho por varias ocasiones se había negado, el auto llegó a su destino en esa amplia mansión, lo esperaba el patrón para llevarle a las oficinas del centro de la metropoli, de lejos en la habitación de estar donde estaba sentado se escuchaba la discisión entre padre e hijo, eso para Leroy era como algo habitual, solo que ahora eran mucho más altos los sonido de pelea, de un portazo salió el joven rebelde, pasó sin saludarle, tiempo despues el patrón salía a la oficina, conversaban como siempre del clima y de algunas finanzas, de repente hizo detener el auto, sorprendido Leroy miraba a todos lados sin ver la novedad, se guió de la mirada y gesto de su patrón para ver a un trailer llevando un bote lujoso, rapidamente tomó nota e hizo que siguiese a ese trailer hasta detenerle, le preguntó al chófer sobre referencias del dueño de ese lujoso bote, Leroy sentado se rascaba la cabeza haciendo gestos, conocía la afición de su patrón por el mar, tenía una gran pasión por sus derivados, los negocios mayormente correspondían a esa actividad, retomaron el camino, precisamente a su oficina naviera que comercializaba materia prima del mar, su afán era expandirse hacia otros países; lejos de allí un iracundo muchacho bufaba contrariado, tomaba el desayuno con desànimo, llegaría tarde a la preparatoria, decidió no ir por hoy, se dedicó a estar cómo en la piscina, escuchaba la radio con las últimas novedades de canciones, tenía puesta sólo la trusa, por los alrededores la atenta sirvienta hacía limpieza del lugar, llevaba apenas tres días de labores, se podía ver que la muchacha tenía un aire de venir del campo, del interior del país, era la primera vez que estaban cerca, días anteruores se habían visto de lejos, para su sorpresa junto a ella apareció un niño muy lindo, esto llamó la atención del muchacho, el niño tenía una forma muy amanerada de caminar, el muchacho sonrió al verle, se acercó a conversar con la sirvienta, resulta que ese niño de diez años se llamaba Thomas y era hermano de la joven sirvienta quien le ayudaba, desde ese instante empezó la amistad entre Thomas y el hijo de patrón de la casa, dedicaban mucho tiempo a jugar en la piscina que lo aceptaba con recelo, para el patrón esa amistad era buena permitiendole venir más seguido a la mansión al pequeño Thomas, las discusiones entre padre e hijo disminuyeron, compartían muchas cosas juntos, en los baños de piescina parecían dos hermanos jugando, a la empleada le complacía esa relación de amistad, Leroy con reserva simplemente se limitaba a observar, cada movimiento de Thomas era registrado, su amaneramiento le hacía pensar, Thomas era muy amigable con Leroy, compartían los viajes, cada vez aumentaba la confianza, fue en aquella ocasión que viniendo de compras el auto reportaba un desperfecto mecanico, el auto fue llevado al apartado garage de la mansión, aquel niño animoso por su carácter jovial le ayudaba, estaba vestido con short y remera puestas sus sandalias cuya ropa era mudadas del dueño de la mansión que le había obsequiado, al acuclillarse se podía ver ese pene amoldado a la tela, eso excitó a Leroy, gustaba de verel esas piernas rellenitas, cual si fuesen de hembrita, su tez difernciaba de su hermana la sirvienta, era más clara, parecía que ese niño no pertenecñia a su lugar de origen, esos dedos de pies y manos eran muy alargados, Thomas tenía un aire de niño bien, pero su realidad social era otra, descendia de lacayos como en esa época se referìan a los de su calse humilde en el campo, a sus diez años aun se notaba un poco su inocencia, se notaba mayormente su realce como persona de bien, Leroy en ese instante le fue tomando confianza, el niño correspondía del mismo modo, el roce de las manos era evidente al pasarse las herramientas y en cada mirada había un gesto de empatía, luego de arreglar el vehículo le invitó a un paseo, tenìa un gran gusto por los helados y las bebidas, la ciudad estaba glamurosa y fueron a ver variedades artísticas callejeras, Leroy miraba el rostro expresivo del muchacho, estaba muy feliz con su compañía, llegó el momento de atreverse, el adulto rodeó el cuello del niño de diez años, lo llevó a su cuerpo, sintió la tibieza de su piel, ese contacto fue fundamental para los dos, Thomas se dejó abrazar más complaciente de Leroy, la amistad se sellaba agradablemente de esa forma, entraban en confianza, vinieron alternados y repetidos abrazos, se confundían entre la gente, Thomas empezó a entender las buenas intenciones de Leroy, esa tarde fue significativa para los dos, estaban felices, de regreso a la mansión iban cantando alegremente la música de moda en esa época, se maravillaban de todo lo vivido, eran dos grandes amigos, de allí en adelante la amistad se desarrollaba adecuadamente, Thomás compartía momentos con Leroy en el taller o en ciertos espacios de tiempo para acompañarle de copiloto, el patrón a veces lo aceptaba que se una a los viajes de negocios, así el niño iba tomando presencia; en aquella mañana soleada Thomas iba conduciendo tras la enseñanza de Leroy cuando de repente se detiene el auto, Leroy sorprendido vio a Thomas salir del vehículo adentrandose en los matorarles, se podía ver el short a los muslos Thomas estaba en todo su apogeo de orinar, su piel se ponía rozagante, por un instante no dio cuenta que era visto por Leroy que al dar vuelta y ajustarse el short ya lo tenía enfrente mirándole con amplia sonrisa, sorpresivamente le miró el pene vestido, instintivamente vieron las manos de Leroy que se manoseaba el pene, con amplia sonrisa le dijo al niño de diez años “¡lo tienes hermoso!” “¡es grande!” el niño se puso cabizbajo y su piel se puso más rozagante intensa mirando su pene vestido ante la señal con el dedo que hacía su amigo Leroy, “¡es muy tieso tu pajarito!” le dijo jocosamente a lo que Thomas respondia con una sonrisa leve forzada de su rostro, “¡lo tienes hermoso!” le dijo con gusto “¡deja verlo, anda!” el nene solo estaba cabizbajo moviendo la cabeza negativamente “¡anda, dejame verlo!” Thomas no respondía, “¡entonces… mira el mío!” “¡te va a gustar!” de pronto de su pantalon con cremallera bajada salía ese pene que tantos culitos de niñas y niños había gozado, “¡miralo!” “¡anda… miralo!” de a poco la mirada de Thomas se concentraba en ver a ese pene por vez primera, “¡anda… tócalo!” miraba a su alrededor con recelo “¡tranquilo… tócalo!” “¡no pasa nada!” “¡no nos están viendo Thomas!” la manito de diez años con dedos alargaditos como de hembrita fueron acercandose temblorosas hacia ese pene erecto, la yema de los dedos fueron tocando la piel del glande, miraba a tento a esos movimientos, “¡sigue!” “¡sigue!” “¡lo haces rico!” “¡sigue mi amor!” “¡sigue!”, así de a poco parecía que entrba en confianza, sólo que de repente hizo un quite a la mano alejandola del pene, la agitaba femeninamente, “¡ven… tócala!” el niño de diez años no dejaba de agitar la mano y de negar con su cabeza “¡anda!” escuchaba cabizbajo lo que le decía Leroy “¡sé que te gusta Tomas!” “¡ven!” “¡tóca mi pene!” “¡tócalo!” “¡anda.. tócalo!” de repente los ojos de Thomas vieron que Leroy se bajaba la ropa, el pene quedaba libre para que viese lo peludo que era a plenitud, era una buena barra de carne lo que presenciaba, “¡así está mejor!” “¡mira!” “¡tócalo!” “¡tranquilo!” “¡estamos solos!” “¡no se lo diré a nadie!” “¡tranquilo… es nuestro secreto!” “¡nadie nos ve!” “¡ven… tócalo!” ante tanta insistencia los ojos de Thomas se concentraron a ver ese pene erecto, la manito nuevamente de forma lenta y temblorosa pasaba voluntariamente por el pene “¡eso… ya vez!” “¡nadie nos mira… sigue, sigue!” “¡dale!” “¡dale!”, Thomas con sumano ya tomaba confianza, le miraba a los ojos de Leroy y se ponía cabizbajo, “¡muy bien Thomas… sé que te gusta!” hizo una pausa “¡ahora… déjate!” las manos de Leroy fueron a bajar lentamente la ropa de Thomas, sin resistencia la ropa se deslizaba por las piernas mostrandose el pene lampiño grueso, se liberó gran cantidad de suspiros, se mostraba el pene de Thomas “¡que hermoso lo tienes!” “¡es maravilloso!” “¡dèjame tocarlo!” asi suavemente al roce de los dedos del adulto ese pene infantil se ponía erecto, se complacia de verlo estirarse así “¿antes te lo habían hecho así?” el nene alzaba la miraba y lo negaba con su carita, “¡vamos!” “¿estás seguro mi bien?” “¡en serio!” “¡nadie!” el nene continuaba negando con su cabeza, Leroy sonreía, “¡mira el mio!” “¡mira el tuyo!” se unieron las pelvis haciendo que los penes se rocen, “dime Thomas” “¡tampoco hacias esto?” el nene no salia sorprendido de lo que miraba, “¡vas a decir que no!” el nene lo miraba a los ojos y continuaba negando, “¡pero Thomas!” “¡esto es un jueguito muy conocido!” el nene lo miraba fijamente al rostro “¡todo mundo lo hace!” “¡que raro que no lo sepas!” Leroy sonreia ampliamente “¡ni creo que tampoco esto!” para sorpresa de Thomas vio que una mano de Leroy agitaba su erecto pene, vio que en su delante su amigo adulto se acuclillaba abriendo su boca, recibiendo el pene y ademas para sorpresa de Thomas se sintió el tronco de su pene humedecido con saliva, estaba extrañado, sí, muy extrañado, sorpresivamente abrió los ojos, se puso tembloroso al ver la boca de Leroy que de forma inusitada succionaba el pene para su luego la lengua se deslice por el tronco del pene, los labios de Leroy trataba de deslizar el prepucio pero ¡oh, sorpresa!, ese penecito era aún virgen, las manos de Leroy recorrían los muslos del pequeño Thomas de diez años, sorpresivamente quedaba quietecito, la piel se le puso de gallina al sentir ese suave recorrido de los dedos, Leroy lo abrazó por detrás diciendode al oìdo “¡me gustas mucho!”, “¡eres muy bonito!” la respiración golpeba el cuello del pequeño haciendole estremecer, la respiración ahora golpeba el pelo, “¡eres muy lindo!” la punta de la nariz recorría el cuello de Thomas, “¡me gustas mucho!” Thomas temblaba, cerraba los ojos, la mejilla de Leroy se deslizaba en el hombro, las manos rozaban ese culito voluminoso de niño precioso, “¡lo tienes hermoso!”, en ese manoseo aprovechó Leroy para bajarse la cremallera y liberar el pene, Thomas sintió el roce del glande por su culito, hizo un brusco movimiento, “¡lo sientes!” “¿eh?” Thomas abrió los ojos sintiendo sorpresa al notar que los brazos de Leroy le rodeaban abrazándole por detrás muy fuertemente ante la intención de zafarse, “¡déjate!” “¡anda!” “¡siente lo rico que es tenerlo así!” el glande se deslizaba por el culito, “¡no!” “¡no!” “¡no!” “¡ya suelte!” “¡ya suelte!” “¡no!” “¡no!” le dio giro ahora estando de frente, “¡mira!” con la mirada lo llevó a ver el pene grueso y peludo que rozaba el penecito erecto, “¡te gusta!” “¿eh?” “¡sé que te gusta!” para ese momento Thomas estaba cabizbajo, estaba un poco contrariado, Leroy notaba que el muchacho quería irse, que deseaba acomodarse la ropa, en eso que lo abraza por detrás diciendole al oído “¡déja que te guste!” “¡anda!” “¡sé que te gusta!” “¡déja!” “¡deja!” en ese momento el pene se deslizaba en el culito, lo hacía con difucultada tras los movimientos bruscos de Thomás por querer zafarse, “¡no!”“¡no!” le costaba zafarse“¡deje!” lo tenía bien agarrado, “¡espera!” “¡espera!” “¡déjame sentirte!” “¡déjame sentir tu culito redondo!” trataba de zafarse pero era dificil “¡ya casi termino!” Leroy insistía “¡ya casi!” se emocionaba al rozar su pene en ese culito “¡ya!” “¡yaaaaa!” de pronto el culito de Thomas sintió algo húmedo, sintió ser liberado, instintivamente se pasó la manito por el culito la vio humedecida de ese liquido blanco transparente, lo vio con extrañeza, Leroy le dijo que era el fruto del amor que le tenía, “¡es el resultado de nuestro jueguito!” lo volvio a abrazar uniendo las frentes, “¡no vas a negar que lo sentiste bien!” “¡te gustó Thomas!” “¡lo sentiste rico pues al final te dejaste!” el niño se puso cabizbajo “¡te dejaste!” “¡te gustó!”, al poco tiempo Leroy movia las caderas viendose el pene que se deslizaba sobre el penecito lampiño de Thomas, ambos vieron ese movimiento, “¡ves!” “¡lo tienes duro igual que el mío!” “¡el tuyo quiere jugar con el mio!” “¡ven!” “¡hagámoslo!” “¡ven!”, le toma de la mano acostandose a la vez “¡no te preocupes!” “¡nadie nos ve!” “¡ven, juguemos!” rápidamente Leroy se acuesta sobre Thomas, aun su culito estaba humedecido de semen sobre el suelo y la pelvis de Leroy que se alzaba y se bajaba haciendo que ese grueso pene se deslice sobre el penecito de diez años, se notaba una leve resistencia de aquel muchacho, Leroy trataba de animarle, le veía en el rostro infantil sus sentimientos encontrados con un sentido asombro mostrado en su rostro, “¡tranquilizate!” le acariciaba el rostro “¡no te estoy haciendo daño!” rozaban sus mejillas “¡calma!” le acariciaba los brazos “¡solo quiero que sientas!” movia suavemente la pelvis “¡siente!” el pene grueso se deslizaba sobre el penecito lampiño “¡siente!” quisi moverse bruscamente pero las caricias de Leroy lo calmaban “¡siente!” lentamente unieron las frentes “¡sólo quiero que sientas!” la nariz rozaba las mejillas del niño, sorpresivamente se estuvo quieto, estaba venciendo sus temores, de eso aprovechó Leroy para acariciarle y besarle, de súbito Thomas reacciona “¡ya no!”, “¡ya no!”, Leroy seguía besandole el cuello “¡siente!” “¡siente lo rico!”, “¡sé que te gusta hacerlo!” “¡te gusta!” “¡te gusta!” “¡hagámoslo!” “¡házmelo!” de repente se apartó del cuerpo de Thomas, se acostó a su lado, Leroy alzó sus piernas ya liberada de su ropa, se mostraba el culo velludo, “¡mira Thomas!” “¡ven cógelo!” “¡es tuyo!” “¡sólo tuyo!” Leroy lo motivaba a que se acerque, le mostraba la entrada de su culo abierto a dos manos, “¡ven!” “¡cógeme!” “¡soy tuyo!” Thomas estaba muy pensativo manoseándose el pene, “¡ven!” “¡acércate!” “¡soy tuyo!” le decía Leroy con el ánimo de motivarle en su deseo, “¡tú bien sabes que te gusta hacerlo!” “¡ven, cógeme!” para satisfacción de Leroy ya tenía encima el cuerpo de Thomás con su pene rozándole el culo, “¡anda!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” muy animado Thomas hacía esfuerzos en hacerlo pero recordaba que su pene era virgen “¡aahhhh!” “¡aahhhh!” “¡aahhhh!” emitían gemidos, Thomas por unos instantes como que se desanibana pero Leroy sosteniendole fuerte de los brazos lo animaba a seguir “¡aahhhh!” “¡aahhhh!” “¡sigue!” “¡aahhhh!” “¡sigue!” “¡aahhhh!” “¡no te detengas!” “¡aahhhh!” “¡métemelo!” “¡soy tuyo!” “¡métemelo!” Thomas continuó con sus movimientos hasta que de pronto se detuvo, alzó su pelvis, desde el prepucio recubierto salió un liquido trasparente, era su primer orgasmo, se sintió raro al tener esas sensaciones, ya no decidió continuar, se sentó al lado de Leroy, a piernas abiertas se veía ese liquido salido del pene, Leroy se reía, “¡ya eres!” “¡ves!”, el escuchar aquello Thomas lo miraba extrañado, “¡lo hiciste!” “¡muy bien!” “¡me cogiste!” “¡me hiciste sentir con tu pene!” “¡te hice sentir con mi culo!” “¡ven!” “¡sigue!” “¡cógeme!” “¡hazlo!” “¡quiero que sientas rico con tu pene en mi culo!” “¡ven!” Thomas algo pensativo al principio no se animaba pero de tanto manosearse el pene se le puso duro y sintió un gustito, “¡ven Thomas!” “¡ven!” “¡acaba en mi culo!” “¡ven!” el niño vio otra vez abierto ese culo de Leroy, acercó el pene a rozar el culo “¡queiro que me lo metas!” “¡anda!” “¡métemelo!” “¡métemelo!” así el pene de Thomas se hacía algo grueso y duro de tantos roces, cerraba los ojos “¡eso Thomas!” los movimientos se hacían intensos “¡siente!” “¡siente que me coges!” Thomas cerraba los ojos “¡házlo!” Leroy lo estimulaba “¡házlo!” “¡no pares!” “¡sigue!” “¡sigue!” “¡no te detengas!” “¡no!” Leroy sentía esos movimientos acelerados del roce del pene de Thomas y le estimulaba diciendo “¡ya te está gustando!” “¡ves!” “¡ya te está gustando!” “¡sigue!” “¡sigue!” Thomas gemía, eran sus primeros placenteros gemidos, Leroy veía los ojos cerrados del niño de diez años, lentamente se detuvo “¡ya mi amor!” “¡ya!” “¡viste!” “¡te gustó!” “¡te gusto!” “¿verdad que sí?” “¡sí!” Thomas escuchaba, lentamente su carita se posaba en el pecho de Leroy, “¡bien Thomas!” “¡bien!” “¡ya puedes!” “¡ya sabes hacerlo!” “¡ya puedes cogerme!” Leroy le acariciaba el brazo, “¡mira mi culo Thomas!” “¡míralo!” “¡siempre será tuyo!” “¡siempre!” el niño miraba “¡seá tuyo cuando lo desees!” “¡en privado!” “¡te lo daré cuando estemos a solas!” “¡te ensañaré a jugar rico!” “¿si, mi amor?” “¿quieres?” le acarició las mejillas ante la mirada cabizbaja del niño “¡no tengas pena!” “¡acepta que te gusta!” “¡te ofrezco pasarla bien!” “¡tú me gustas mucho!” le acarició las mejillas viendole fijamente a los ojos “¡y ahora sé que te gusta mi culo!” “¡es tuyo Thomas!” “¡dame tu mano!” “¡tócalo!” “¡así!” “¡toca!” “¿ves?” “¡sientelo con tus dedos!” “¡es tuyo Thomas!” “¡mi culo es tuyo!” “¡pero no se lo cuentes a alguien!” “¡no!” el niño de diez años asentia, ahora miraba su humedecido pene, “¡dejame limpiarte!” le miraba al rostro y daba cuenta que a través del rostro se mostraba otro Thomas, ahora su inquietud y extrañeza se diluía, estaba extrañado, nunca se había sentido así, el haber hecho eso con su pene en el culo de ese adulto era algo nuevo, era su primera vez, y todo causa extrañeza ante ello, luego de limpiarle le acarició el pelo, lo miró fijamente, “¡ven!” el niño lo miraba atento “¡quiero estar contigo!” “¡abrazame!” le pasaba la mano por la espalda y le acariciaba el rostro “¡siente que te quiero!” le acariciaba el pelo volviendole a abrazar “¡no tengas pena!” tocó el rostro con sus manos “¿me lo prometes?” vio Leroy que el rostro del niño se movía afirmativamente, “¿quieres volverlo hacer enn otro momento?” “¿sí?” cabizbajo el niño de diez años asentía, Leroy lo abrazó con gran satisfacción reflejada en su rostro “¡mi niño precioso!” puso su cara sobre el pelo del pequeño Thomas “¡sabía que te gustaria!” le besaba el pelo “¡ya vez!” Thomas estaba quieto recibiendo esas caricias “¡de ahora en adelante verás lo bien que lo vas a pasar!” “¿sí?” Thomas respondia afirmando “¡te enseñaré muchas cosas ricas!” “¿aceptas?” el niño continuaba afirmando con su cabeza, “¡muy bien!” lo abrazó con firmeza “¡eso me gusta!” “¡vamos!” se vistieron subiendose en el auto, durante el trayecto de regreso le iba acariciando el rostro, el pelo, los brazos e inclusiva le acariciaba las piernas, Thomas simplemente se limitaba a mirar “¡eres un niño muy lindo!” le tomó una mano llevandola a que roce su trasero, “¡anda!” “¡toca!” “¡es tuyo!” “¡mira!” Thomas miraba y timidamente su manito de diez años rozaba el culo vestido de Leroy, lo hacía para que el niño entre en más confianza “¡lo puedes tocar cuando lo desees!” “¡cuando lo quieras tener!” del rostro del pequeño le salió una leves sonrisa, su recelo se iba reduciendo con cada acción como esa y se aumentaba la confianza, “sólo que debemos tener mucho cuidado para que no nos vean” “¿de acuerdo?” Thomas asentía ya con una mirada de seguridad, así que gran parte del tiempo su manito rozaba el culo de Leroy, en su mente el adulto pensaba que estaba pescando la voluntad del pequeño, y ya habrá el momento en el que logre lo que se propone, al llegar a la mansión la empleada los esperaba un poco asustada, se notaba contrariedad en el rostro, abrazó a su hermano y le dijo a Leroy que el patrón lo esperaba en la oficina, se escuchaba voces altisonantes, venía de la habitación del hijo del patrón, Leroy pensó seguramente otra discusión, fue en ese momento que aparece el patrón, le indica que lo lleve al centro, sin más, Leroy conducía a su patrón a la oficina de su escribano, cosas negativas le esperaban al hijo del patrón pensó Leroy.
FIN DEL CENTÉSIMO SEPTUAGÉSIMO NOVENO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!