METAMORFOSIS 180
Desastres.
El lápiz recorría delineando figuras geométricas sobre la hoja de aquel cuaderno cocido, las manitos infantiles que lo trazaban eran sujetas a ratos por una mano adulta con la intención de ubicar bien la respuesta que se pedía, la niña sonreía ante el adulto que le enseñaba con paciencia, a unos pasos de ellos sentados en la mesita estaba sentado en el piso de entablado el pequeño Venancio jugando con un cochecito de hojalata regalo de Luciano quien ahora le enseñaba a la hermanita del niño, la mañana del primer domingo de julio del año 1957 tenía un sol radiante que iluminaba a plenitud el cuarto de la casita de arriendo donde vivía Luciano, con atención la pequeña mostraba su interés, para Luciano ella era muy inteligente y captaba rápido lo enseñado, estaba contento de explicarle tantas cosas de la escuela que cada domingo por lo general en esas horas de la mañana recibía cortas clases, la niña pese a ser una humilde huérfana de padre era una aprovechada estudiante, era la mujercita de la casa, tenía dos hermanos mayores y el menor que era Venancio quien mayormente la acompañaba, a sus espaldas se escucha unos pasos, el niño se levanta brincando de alegría ante la presencia de su madre quien tenía en sus manos un morral que contenía frutas, Luciano se levantó agradeciendo el gesto de la buena mujer diciéndole que no se hubiese molestado, que la ayuda dada a su hija en el estudio siempre será gratuita, la mujer respondió que pese a la nobleza de Luciano gustaba también ayudar de alguna forma con gratitud, la mujer estuvo por unos instantes simplemente para decirle a su hija que una vez terminadas las clases debía lavar la ropa apilada y bañar a su hermanito, la niña sonriente asintió obediente en señal de haberlo comprendido todo, la mujer dejó las llaves de la casa a su hija, giró sobre sus talones haciendo una reverencia corta en señal de gratitud y despido, el niño abrazó a su madre de las caderas volviéndose a sentar en el entablado para seguir jugando con su cochecito expulsando saliva por esos bien formaditos labios rosáceos al hacer onomatopeya de autos, afuera los dos hermanos mayores y la madre de Venancio partían con rumbo al centro de la ciudad a realizar faenas de comercio, rato después terminaron la tarea, la niña salió de la casa de Luciano llevando consigo los cuadernos, Venancio prefirió quedarse un rato más jugando con su carrito, Luciano le pidió a la niña que le permitiese quedar a su hermanito en casa a jugar, la niña alzó los hombros en señal de aprobación y salió sonriente, se sentó en una raída silla viendo jugar al pequeño desde muy cerca, eso permitió que el niño viese al aviso de señas que las manos de Luciano acariciaban el grueso pene adulto vestido por fina tela que lentamente se deslizaba mostrando el glande y parte del tronco del pene agitado, el pequeño Venancio sólo tenía puesto el short ajustado a su piel definiendo muy bien el traserito y el bultito que hacía el penecito en la tela, Luciano le hacía gestos al niño para que viese el pene, sonreían, el niño también se deslizaba el short agitándose su pequeño pene, lo atrajo hasta el sillón tomándolo de la cintura haciendo que los dos penes se rocen, Luciano sentado y Venancio parado hacían que los penes se rocen, el penecito rozaba los vellos púbicos y testículos de Luciano a más de su tronco, el niño continuaba parado y Luciano sentado ya para ese momento estaba rodeándole con sus piernas las caderas del niño, el pechito daba a la barriga peluda, por instante lo sintió oliéndole ese característico sudor infantil, las manos pasaban por esa piel siendo permitidas por Venancio que de a poco se le ponía erecto el penecito, se agachó para lamerle el penecito diciéndole lo lindo que estaba en ese día, a Venancio ya le gusta ese lamido en su pene y que le rocen con la lengua entre sus testículos, Luciano vio su glande con cebo, salió a lavárselo al baño llevando d ela mano al pequeño, en el trayecto ve a la niña arrimada al frondoso árbol con su tina lavando ropa, a distancia sonrieron cuidándose de no ser vistos, Luciano con abundante jabón fragante lavó su pene, consideró especial lo que iba a ser con el niño, de regreso volvió a sonreírle a la pequeña, entró en la casa no percatándose de que su pene erecto era moldeado en la tela, el pequeño Venancio se había subido el short y estaba jugando con su cochecito de hojalata, Luciano acarició el pelo del niño con mucha ternura pero más con pasión al pasar sus manos por aquellas inocentes mejillas dejándole la yema de los dedos muy suaves al pasarlas por los bracitos y piernitas, volvió a sentarse pidiéndole al pequeño que se acercase y diciéndole al oído que tenía un regalito para él, ya se lo había dicho antes cuando llegó a la casa a espaldas de la hermana y por eso se había quedado a jugar, ahora se lo repetía y eso le encantaba al niño, estaba feliz que lo repitiese, gustaba de que le den regalos, le dijo que para ganar su premio tenían que “jugar” a eso, y que le siga, así fue que se bajaron la ropa a los tobillos mostrándose esos penes que se rozaban en forma desproporcionada, las manos de Luciano sujetaban los glúteos de Venancio masajeándolos con delicadeza mientras los penes se rozaban, el niño parado y Luciano sentado recibía el movimiento de caderas de Venancio que eran rodeadas por las piernas de Luciano, lo besaba y lo acariciaba oliéndolo repetidamente volviéndole a decir al niño lo hermoso que estaba hoy y que iban a “jugar” rico, mientras emitía esas palabras el pequeño Venancio sentía las manos de Luciano deslizándose por la piel de sus glúteos abriéndolos y rozando con los dedos la entrada del ano de Venancio, había pasado unos instantes así con el roce de dedos en el traserito del pequeño lamiéndole orejas y cuello que definitivamente tomó la decisión de llevarlo a su dormitorio, caminaron apresuradamente con sus penes desnudos llevando su ropa en las manos, Luciano llevaba de la mano a Venancio, cerró la puerta y corrió las cortinas de la ventana, el ambiente se puso semi oscuro grisáceo por ausencia de luz, el niño sin su short y remerita puesta ya estaba completamente desnudo acostado en la cama cubierto por la sabana tendida por Luciano quien lo abrazó dando roles en la cama a manera de juegos piel con piel, el pequeño reía pese a sentir el roce del pene de Luciano en su piel infantil y de tenerlo encima de su cuerpo, luego Luciano se apartó de la cama parado en el piso mostrando al niño su cuerpo completamente desnudo tomándose el pene para agitarlo preguntándole al niño si le gustaba, el pequeño se limitó a sonreír y se metió entre la sábanas como decir que si pero tenía recelo cubriéndose su hermoso rostro de niño único, graciosamente le desplazó las sábanas a un lado mostrándose el cuerpito desnudo y lo que realmente gustaba verle esas piernitas y piecitos bien formaditos con esos labios carnudos excitantes, esas cejas bien delineadas con pestañas como si fuesen de hembrita, el niño al verse descubierto unía las piernas y al ver todo eso ya para ese momento estaba muy acelerado el palpitar y el latir del pene de Luciano, le dijo que ya iban a “jugar” así que sentó al niño en la cama haciéndole abrir la boca para introducirle el glande con olor a jabón perfumado, así, así, era como manifestaba la exclamación de satisfacción al sentir la lengua y la cavidad bucal del niño deslizándose por la piel del tronco de su pene, cerraba los ojos en señal de complacencia, ya estaba bien ensalivado pero deseaba más y más roce con saliva salida de la boca de Venancio que por ratos lo hacía atragantar de lo excitado que estaba, con una de sus manos al mismo tiempo estiraba agitando el penecito, así, así lo tuvo un ratito más, hizo una pausa, de un salto estuvo junto a la ventana, el niño sentado en la cama escupiendo al suelo veía las manos de Luciano que delicadamente deslizaba la cortina para ver aún a la niña sentada sobre el frondoso árbol junto a la casita humilde de enfrente de la casa de arriendo donde vivía Luciano, la poca luz desapareció al deslizar la cortina, Luciano saco crema de un cajón de su mesita de noche junto a su cama, el niño estaba acostado viendo que Luciano se ponía crema en su pene, aún más en su glande, le hizo gestos al niño que se encorvase al filo de cama, le abrió el traserito untándole crema diciendo que esto le iba a gustar y mucho pues hoy Venancio sería suyo, las rodillas del niño precioso se doblaban pegándose a su pechito, así, así, despacito, muy despacito el cremoso glande entraba por ese traserito rozando la separación de glúteos primero, y, luego, se notaba extraño ante esas punteadas de glande en su culito, así, consecuentemente el sentirse otro por parte de los sentimientos emitidos en la mente y sentir del pequeño niño precioso de Venancio, las rodillas infantiles llegaban fijas al pecho del niño Venancio al mismo tiempo en que posteriormente sus piernitas se iban abriendo mostrándose ese infantil traserito virgen que era rozado por ese rigido glande de pene erecto venoso y peludo, así la cadera de Luciano empujaba despacio haciendo que su pene se deslice en la entrada continuando con el punteando y puntendo el glande grueso, el niño despacio gemía, ya sentía ese bulto en su traserito, sudaban ante el deseo y el movimiento de sus cuerpos, lentamente rozaba y deslizaba el pene adulto, le decía que le estaba haciendo despacio, despacio, con amor, con mucho amor, el niño bufaba con los dientes apretados y sus manitos agarradas fuertemente a las sábanas, se hacía más intensa la penetración, luego se detuvo, lo hizo relajarse, le recodó del obsequio prometido, lo perdía si no colaboraba en relajarse y de que no contase de esto a nadie, era su secreto, Venancio siguió soportando ese deslizamiento de pene con crema en su traserito, Luciano le decía que soporte, que ya terminaba, pero no era así, pues por más tiempo quería disfrutar al máximo de ese traserito en su piel, le dio un prolongado beso con lengua y continuó tratando de desvirgarle, pero estaba difícil, muy cerradito el potito aún para tan grueso pene, algo entró esta vez, un poquito más serán las futuras ocasiones, Luciano se había propuesto ser el primero en desvirgar al pequeño Venancio, en ese momento su pene lanzó semen en el pecho del niño que lo recogió con los dedos mojándolo en el penecito lampiño erecto haciéndole masajes lubricando también los testículos lampiños de Venancio, en la sábana habían restos de semen, el glande lo rozó por el traserito de Venancio y así quedó acostado esperando que las manos de Luciano le limpiasen con papel higiénico, el “jueguito” había terminado, se vistieron y salieron a la salita de la casita de arriendo, salió Venancio con otro juguetito de hojalata, antes se lo entregó en las manos despidiéndose con caricias en su mejilla agitándole el pelito lacio negro, al verle salir contemplaba ese caminar amanerado con caderas movidas de aquel niño descalzo que en el traserito mostraba una mancha seguramente de crema no bien lavada y no habría problemas en ello de que se notase pues al llegar donde su hermana se quitó el short uniéndose al resto de la ropa enjabonada a la vez que el pequeño Venancio se bañaba al acomodo de su cuerpo crecido en una tina, jugaba levantando agua estando completamente desnudo, en eso Reginaldo que llega presuroso, le comenta lo sucedido a su amiga, su madre y hermanos sufrieron un arrollamiento por un supuesto descalificado chófer ébrio, la niña viste como puede a su hermanito y los tres van en bicicleta al hospital para enterarse que su madre afortunadamente habría sufrido heridas menores pues uno de sus hermanos que recibió el mayor impacto empujó a su madre pero él y su otro hermano desafortunadamente fallecieron, golpe triste para aquella humilde familia, Luciano de su peculio y de la recolecta que hizo con los escasos vecinos del sector ayudaron en algo para las exequias, durante el velorio se apareció una prestante y muy atenta mujer, quien entregó un sobre con dinero a la dolida mujer, se despidió acariciando a los pequeños hijos sobrevivientes de la doliente mujer y se retiró, Luciano conocía esa cara femenina, asociada con el reconocido hombre de negocios Fulgencio Arichabala.
* * * * * * *
Isaurina se mecía en la mecedora puesta para el efecto, estaba pálida con este seguido alumbramiento tras haber perdido al bebé en gestación en la tierra del norte, ahora esperaba otro hijo con Gustavo Adolfo, estaba inquieta con el clima imperante, se pasaba la mano por el abdomen, en repetidas ocasiones pensaba que fue mejor así el haber perdido por aborto al bebé meses atrás al mes de muerto su padre Jairo Arciniegas, su esposo pensó que el aborto del niño se debió a la pena de su esposa, fue algo desastroso para ella, en haber perdido ese bebé, que en realidad fue concebido en amores prohibidos, con su primo, si, era de él aquel niño abortado, de Eustaquio, su primo, aquel amor desde su niñez, aquel personaje ahora nefasto en su vida, había cometido muchos errores pero ser el causante de la muerte de su padre no se lo perdonaría tras no haber guardado en secreto aquel idilio, se puso en pie caminando, ahora en ese primer domingo de julio de 1957 su barriga registraba una prominente ensanchamiento, sonreía pasando la mano por el vientre, este era el hijo que esperaba de su esposo el apreciado militar Gustavo Adolfo Rodolfo Pozzo Buonanote, ahora en la selva en misión de milicia, anhelaba su retorno, la mujer con sus pensamientos en el horizonte capitalino divisaba las estelas del crepúsculo ya imperante, suspiró profundamente, extrañaba esas jocosas actividades con sus amigas, vio los pocos autos pasar por esa amplia casona, se resignó a vivir con sus suegros, vivía resignada con algo de mal humor, esa casa parecía su cárcel, su fastidio lo mostraba con la servidumbre e inclusive también lo demostraba con su pequeño hijo, su primogénito, sabiendo que no era hijo de su esposo el militar en la selva, Isaurina dio unos pasos saliendo de la habitación, caminó en dirección al cuarto infantil preparado para el pequeño, abrió la puerta y vio a Noelia y Carlos viendo cariñosamente al pequeño Jairo Gustavo dormido profundamente, las manos de los abuelos pasaban por el rostro del pequeño, estaban muy complacidos de tenerlo con ellos, se sentían parte de él y él también de ellos, Isaurina hizo gestos con su cabeza en señal de saludo y dio unos pasos hacia atrás para salir de la habitación, ya sintiéndose a solas en el amplio jardín respiraba profundamente viendo hacia la ventana que daba con la habitación de su pequeño hijo, hizo puños de rabieta masticando un mango que le provocó tomar de la mesa de frutas, se conformó con vivir allí, pues estaría lejos de la vista de su primo al que no deseaba ver pues le daba repugnancia su sola presencia, Isaurina caminó por los alrededores del jardín valorando las matas y enredaderas, agarró hierba buena oliéndola profundamente, le gustaba ese olor característico, lo volvió a oler ahora con mayor profundidad, entre rejas vio a un caminante, un indigente que iba acompañado de un perro de mala traza, al principio se asustó poniéndose a buen recaudo, el indigente tenía unos avivados ojos con mirada penetrante inquisidora aunque su gesto demostraba cordialidad, por entre la reja estiró su mano pidiendo algo de comer, de su bata Isaurina sacó un mango alcanzándolo a la mano del indigente que tenía puesto un amplio sombrero raído que en parte le cubría su rostro, el perro simplemente jadeaba limitándose a ver si algo le tocaría, el indigente se llevó la fruta a la boca sin dejar de mirar sorprendido a la hermosa mujer, repentinamente Isaurina se retira del lugar mientras que el hombre parado arrimado a la verja la miraba entrar en esa fastuosa mansión, le sorprendió la barriga abultada, comió de la fruta saciándose el hambre a medias, el can olía los restos de corteza de mango en el suelo, pasó levemente su lengua y se acostó en la acera a esperar movimiento de partida de su amo, alzo su cabeza antes posada en las patas ante el gemido de la mujer que se inclinaba en el suelo retorciéndose de dolor, el indigente llamaba la atención con sus gritos desde el otro lado de la verja así un criado salió de la casona auxiliando a la parturienta, Noelia se unió al auxilio mientras un chófer corría desesperado al garaje a sacar el auto para llevarlas al hospital, el viaje fue tormentoso hasta llegar al hospital militar donde fue atendida rápidamente, pero para desgracia de los presentes escucharon la desafortunada de un nuevo aborto de Isaurina debiéndose a la debilidad de su matriz lacerada por abortos anteriores, como lo especificó el galeno militar que la atendió, había perdido mucha sangre, estaba pálida al ser recibidos sus suegros, el feto estaba puesto en una cajita mortuoria, significativa, representaba la desgracia de la pareja, todos estabas consternados, lamentaban de lo ocurrido y aún más que su esposo supiera de este percance, Isaurina de saberlo tuvo un rictus y mutis, no lloró sorprendentemente, e inmediatamente le vino a su mente el rostro de su pequeño hijo, su único vástago, empezó a llamarlo desesperadamente, al rato estuvo abrazándolo, acariciándolo no permitiendo ser separa de él, Noelia con sus atributos de suegra le hizo entrar en razón para llevarse al niño, Isaurina por sus propios medios salió sentada en una silla de ruedas hacia el auto, iba tomada de la mano de su pequeño Jairo Gustavo, el esposo se enteraría de aquella desgracia en plena campaña de disuasión en la selva, Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote pasó aquellos días muy acongojado tras pasar por el segundo aborto seguido y la consecuente pérdida de su tercer hijo, con poco ánimo para guiar la tarea encomendada.
* * * * * * *
Las manos apoyadas sobre la gran roca, unas sobre otras muy entrelazadas frotándose entre sí, los labios a ras de agua emitían sonidos con respiración profunda haciéndose cada vez más intensos y burbujeantes, el pene entraba y salía del ano en repetidas ocasiones dentro del agua, pecho frotando a empujones la espalda, ojos cerrados denotando placer, había entrega y pasión, los labios de uno recorrían el pelo húmedo del otro, se decían frases de entrega pasional, los amantes eran uno solo arrimados a esa gran roca de río medianamente caudaloso en esa soleada mañana sabatina de media segunda semana juliana de 1957, a lo lejos los caballos amarrados arremolinaban la grama, los arboles emitían leves sonidos ante el efecto del viento, el agua cristalina escurría por esos cuerpos ahora acostados sobre la arena lavada ocultos bajo la las sobras de tupidos árboles, los cuerpos unidos rodaban por el suelo, dominaba en los movimientos el mayor de los dos, el más joven se acostaba esperando que el otro se acueste sobre su humanidad y de esa forma abriendo los glúteos sentía la penetración apasionada en repetidos movimientos de meter y sacar el pene, tan ocupados estaban en eso que no dieron cuenta de la presencia de un pequeño jinete que sonreía oculto entre los frondosos árboles con altos matorrales y monte tupido, bajó de su montura amarrando el caballo sentándose sobre un banco de arena a presenciar aquella “escena de amor entre dos amantes”, no se percata que alguien por detrás lo observa al pequeño jinete, los amantes continúan sobre la arena amándose revolcándose con sentido del deseo, luego los besos y caricias, el joven jinete sonreía viéndolos desde su escondite, se acerca un poco más para ver mejor, detrás suyo también lo sigue aquel individuo, los amantes entran al agua, se abrazan y se frotan sus penes peludos aligerando sus cuerpos flotando sobre el agua, el más joven de ambos es sujeto de la cintura, el otro parado lo sujeta arrimándose en la roca, llevándolo a su cuerpo, el pene entraba y salía del ano, el mayor eyaculó en el agua arrimándose en la roca moderando su respiración acelerada, el menor de ambos se acercó a besarlo mostrando señales de ser penetrado, lentamente el mayor le dio la espalda al pecho del menor quien ahora lo penetraba y tras corto lapso de tiempo eyaculó también arrimándose luego a la roca, vinieron los besos apasionados, salieron del agua a recostarse en la arena, ambos acostados de perfil abrazaditos, para ese momento el joven jinete ya montaba a caballo dirigiéndose a la estancia de su residencia, tiempo después sería interceptado por un individuo que lo hizo bajar del caballo, la figura del fulano le era familiar, lo adentró al bosque, le hizo algunas preguntas, las que fueron respondidas, luego se escucharon detonaciones que alarmaron a los amantes que vistiéndose rápido cabalgaron alejándose de su lugar de encuentro, las horas pasaban, el pequeño jinete aparecía por los lares, había salido luego del almuerzo solo a cabalgar por la estancia, se dice que lo vieron por los alrededores de las construcciones de granjas, otros que lo vieron cerca del asfaltado de la vía y algunos dijeron que fue visto por los límites de las propiedades en los altos del río, las mechas de fogatas pululaban por el lugar cual si fuesen luciérnagas, un niño que jugaba con un cartón y su perro dio la alerta a su padres de lo que había encontrado por los alrededores del río, así, al siguiente día el cuerpo fue encontrado ensangrentado con certeros tiros en la cabeza casi deformada, el llanto de los familiares fue grande ante tan irreparable pérdida, fue un desastre familiar lo ocurrido con el pequeño jinete que marcaría seriamente a su familia.
FIN DEL CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!