METAMORFOSIS 182
Apegos.
Luciano estaba recostado mirando la luz del nuevo día por la ventana, suspiró, hacía algo de frío por eso sus manos estaban dentro de la sábana gruesa que rozaba el pene vestido erecto, continuó suspirando al roce de las telas, bostezó con placer al sentir su pene entre los dedos, así de tibio, miró el reloj despertador de cuerdas con el acostumbrado tic tac mucho después de apagar la alarma, vio reflejado su cuerpo cubierto de sábanas en ese amplio espejo del armario puesto ayer, estaba orgulloso de ese obsequio dado por los clérigos del internado donde laboraba, le tenían alta estima y confianza, era uno de los mejores miembros de la planta docente, el armario tenía larga data, sin embrago para Luciano ese regalo era singular, duraba resistente por la caoba, sonrió viéndose al espejo saludándose, deslizó las sábanas y lo mismo hizo con su pijama a los tobillos cubriéndose los pies de dedos alargados, el miembro viril muy erecto quedó al descubierto viéndolo reflejado por el espejo con amplia sonrisa y deseo de tener un cuerpo a su lado que su pene roce, lo agitó y estiró por varías veces exclamando con suave respiración el nombre de aquellos niños que le venían a su mente no sin dejarse de ver por el espejo reflejando además la peluda pelvis, pensó que debería depilarla, a su mente vino aquellas imágenes de niños del pasado y del presente a los que les hizo el amor en distintas circunstancias, en distintos lechos, en distintas formas, unas más apasionadas que otras, sobre todo aquellos niños de juventud y alguno que otro niño del internado religioso donde laboraba, Luciano suspiró girando su cuerpo mirando al techo pasándose el dedo por el trasero, mordió suavemente sus labios ensalivados y continuó suspirando su deseo de hacer sexo en ese momento pensando en ellos, deseaba poseer y ser poseído por cuerpos infantiles que eran los de su preferencia, el dedo por el ano lo estimulaba, en cada aplique, en cada roce, puso su cara entre las almohadas rozando su pene entre las almohadas deslizando una sábana en bulto con almohada creyendo que era el cuerpo de uno de esos preciosos niños a los que había amado tanto con pasión extrema y empezó a mover su cadera deslizando el pene por la almohada, besó repetidamente la tela pues le vino la imagen de esos hermosos labios de su Luis Alfonso querido, el pene ya estaba tibio, olía de su propia saliva impregnada en la tela, decidió quedarse quieto al sentir el latido de su pene y el instinto de apenas inicio a eyacular, esto es lo que no quería todavía, botar semen en las sabanas, no, simplemente respirando y pellizcándose se controlaba el deseo del desfogue de semen, dio vuelta viéndose por el espejo se mostraba el pene apuntando al techo, al cabo de unos minutos se sentó en el extremo de la cama, con hambre y meditabundo de lo que haría el presente día, luego lentamente se paró alejándose de la cama subiéndose el pijama aun mostrando el pene erecto descrito en la tela, dio unos pasos dirigiéndose a la cocina con ventana a la calle, apenas deslizó la cortina pequeña que cubría la abertura, a través de la hendija y ya pudo ver a un auto lujoso de color negro estacionado enfrente junto a la humilde vivienda, la madre de los dos niños que la despedían se subía al lujoso auto, su vestido y resto de prendas estaban limpias y planchadas para la ocasión sin dejar de mantener la humildad de su atuendo, dio señas con instrucciones a su hija e hijo menor, los dos niños de vestimenta humilde asentían ante las indicaciones de su madre, al deslizarse el auto por la calzada se pudo ver a un tercer niño mayor que despedía agitando las manos, de súbito Reginaldo de piel canela que contaba con once años dio franca carrera siguiendo al auto como haciendo gestos de alcanzarlo, esto motivó las risas de la pequeña Amaranta de ocho años y de su hermanito el pequeño Venancio de piel morena clara que ya contaba con seis añitos, Luciano acogió la sonrisa en su rostro, a más de manosearse el pene a través de la tela de su pijama, iba a ser una mañana algo fresca con pocos rayos de sol típico por el tiempo de aquel entonces, la niña y el niño entraron a la humilde casa mientras que Reginaldo el mayor de los niños y el de mayor estatura agarró su bicicleta encadenándola en el árbol, para luego entrar en la casa humilde de los dos niños, Luciano picaba las frutas sin dejar de mirar al frente por la ventana, suspiró, continuó con su faena de hacerse el desayuno que consistía en jugo de frutas frescas y las improvisadas arepas con queso y carne, vio por la ventana la figura del pequeño Venancio salir de la casa sentándose arrimado al frondoso árbol lamiendo una paletita iniciada que seguramente le habría regalado Reginaldo como siempre, Luciano vio las curvas de la tela amoldada al penecito de piel morena clara, aquella tela de una trusa que la mamá le habría comprado en puestos de venta ropa en el mercado, estaba sentado lamiendo con lengua el púrpura de la paleta alrededor de sus labios combinados con la excitante saliva, Luciano tragaba saliva viendo el cerrar de los ojos infantiles al introducir y sacar la paleta de la boca, luego de un tiempo de estar recostado sobre el árbol lanzó el palito de la paleta y se levantó en dirección a la casa, luego salió al rato con juguetes, ya para ese momento Luciano lo miraba sentado desde la mesa que estaba a la puerta que daba a la calle, el niño lo vio sentado desde lejos y le correspondió con saludo acompañado con inquietante sonrisa pues la mano de Luciano deslizaba el pijama mostrándose el pene descubierto, de lejos arrimado al árbol el pequeño Venancio movía sus juguetes mirando hacia donde estaba Luciano con su pene descubierto entre la tela del pijama, la remerita infantil tenía impregnados restos de la corteza del árbol que se las sacaba de a poco, igual se sacaba la tierra impregnada en el short ajustado en el traserito y en el penecito, sus manitos lo apartaban, el niño continuaba mirando el pene salido de Luciano y sonreía disimulando su mirada hacia otro lado girando su rostro, después volvía a mirar el agite del pene que se daba Luciano mostrando amplia sonrisa en su rostro y esa amplia sonrisa de Luciano le contagiaba provocándole al pequeño Venancio la inquietud con sonrisas, rato después Amaranta salió de la casa con unos libros dejándolos en manos de su hermanito Venancio, para ese instante Luciano estaba atendiendo sus alimentos con el pene cubierto dentro del pijama, giró su cuerpo con alimento dentro de su boca y suspiró prolongadamente viendo que el niño se acercaba con amplia sonrisa, caminaba de forma amanerada de lo que tanto gustaba Luciano de verlo puesto con sus sandalias polvosas igual que sus pies alargados, vio el caminar del niño con movimientos de caderas y un penecito abultadito ajustado a la tela fina del short que portaba, esto, debido a ver el pene de Luciano, las líneas de ese penecito eras bien definidas en la tela, sus manitos con dedos alargados sujetaban los útiles, el pelito lacio caía entre los ojos que apenas podían verse por lo largo del mismo hecho un flequito irregular por lo del pelo crecido, soplaba hacia arriba para en algo despejar el pelo de sus vistas y así poder seguir caminando con seguridad ante el tramo era corto entre las viviendas, vio a Luciano en la puerta de entrada brindándole amplia sonrisa, Luciano lo recibió con mucho agrado, miraba ese penecito y ese culito además de ver esas hermosas piernitas rellenitas, con calma cerró la puerta poniendo los libros y cuadernos sobre la mesa, Venancio le manifestó que de parte de su hermana le revise las tareas para ser entregadas aquel siguiente día lunes, Luciano tomó de buena gana los útiles escolares, los revisó detenidamente, el pequeño vio la mesa servida de desayuno a medias, apartó los útiles en un sillón y se sentaron a la mesa dándole un poco de su desayuno al niño que comía complaciente, el pequeño Venancio con la confianza sostenida con Luciano hablaban de muchas cosas jocosas, el pequeño se ruborizaba al escuchar la pregunta de Luciano de que si tenía “novia” en la escuela o por aquí cerca, el pequeño tímidamente negaba con su carita mirando el alimento que degustaba, el adulto le dijo al niño que no debería sentirse con miedo, el tener novia es bueno, como lo que pasaba con Amaranta y Reginaldo, son novios y se quieren, tímidamente asentía Venancio en señal de aprobación a lo que las palabras de Luciano hacían referencia, Luciano le indicaba lo mucho que ellos se quieren demostrando en sus “jueguitos” que son iguales a los “juegos” de él con Venancio, el nene escuchaba cabizbajo, Luciano le decía lo lindo que es tener novia para cuidarle, para que no le falte nada, para querarla, para sentirse segura y protegida, Luciano con amplia sonrisa le decía que él sí tenía una novia, el nene algo sorprendido le miró a los ojos, Luciano con seguridad en su voz y en su mirada haciendo una breve pausa le dijo a Venancio que si quería saber quién era su novia, el nene le miró a los ojos y movió afirmativamente su cabeza, Luciano le dijo a Venancio que él si conocía su novia, pues, le dijo: “mi novia… eres tú” el niño dejó de mirarle pues le invadió la sorpresa, además le invadió el recelo con descrita vergüenza en su el rostro del niño, añadió: “y como ya eres mi novia después quiero hacerte mi mujer” al terminar la frase la mano del adulto se posó en la manito del nene, comenzó a sobarle con dulzura, le tocó el mentón diciéndole al levantar la carita: “sí… mi mujer” “y yo tu marido” el nene se puso cabizbajo de nuevo, le acarició el pelo, cortaron el tema y continuaron platicando de cosas que al niño le gustaba como ese autito de hojalata muy de moda, Luciano le prometió obsequiárselo a fin de mes, se iluminó el rostro al escuchar la promesa de tener un carrito de hojalata muy de moda por los niños de esa época a principios de septiembre de 1957, al terminar de comer limpiaron la mesa, en el improvisado fregadero Luciano limpiaba los platos y el pequeño Venancio le ayudaba con los vasos y cucharas, el niño notó la mirada penetrante y fija de Luciano en su entrepierna y en su traserito, los deditos limpiaban con un trapo los utensilios, de repente el niño por detrás sintió un roce de las manos de Luciano, era señal de algo, pensó, Luciano le dijo que eso hacían el marido y la mujer cuando se quieren, le dijo al niño que lo quería muchísimo, el pequeño se sentó junto a Luciano a revisar las tareas, el pequeño se acercó tanto que las mejillas de ambos daban de roces, Luciano olía el característico olor corporal de niño humilde e inocente, hace poco había orinado, lo percibía buenamente cuando se agachaba al piso a dejar cuadernos, al roce de mejillas la piel de Luciano incrementaba de temperatura, a su lado estaba un niño precioso de seis años de piel morena clara, con pelo lacio negro y ojos cafés oscuros, rozaron las narices cayendo en sonrisas intermitentes, el abdomen del niño ahora rozaba con el hombro de Luciano, con la mirada le hizo al niño que mirase hacia donde estaba el pene erecto cubierto y le preguntó al pequeño Venancio “si lo quería ver” el nene sonrió, Luciano nuevamente le preguntó al pequeño Venancio “si lo quería ver” y el niño cabizbajo sonreía tímidamente, Luciano le dijo que momentos antes lo había visto, que no lo negase pues al verlo daba a entender que le gustaba su pene, e insistió preguntándole al pequeño Venancio “si lo quería ver” a lo que el niño ya tenía la mirada muy fija puesta en dirección al bulto de pene vestido en ese pijama, Luciano le hizo gestos a los que Venancio entendió y era que sus manitos estiradas toparon la tela del pijama, los deditos rozaban el pene vestido, acariciándolo de a poco, roce tras roce lento y pausado hacían que el pene crezca en volumen lo cual Venancio notaba ese erecto pene y sonreía al verlo crecer, Luciano hizo un gesto abriendo más sus piernas, se debía a que el niño con sus manitos deslizaba la tela del pijama dejando libre al descubierto ese grueso pene, la mano de Luciano tocó la cabeza del niño acercando su carita al pene lamiéndolo y chupándolo por repetidas ocasiones muy pausadamente con sus ojitos cerrados, Luciano gemía alardeando placer, la saliva quedaba como evidencia de esas acciones sexuales en la piel de Luciano, la carita fue apartada del pene por las manos de Luciano quien delante del pequeño Venancio se ocultó el pene en el pijama, le felicitó al niño por lo que había hecho diciéndole al niño que entienda lo que marido y mujer hacían, el niño muy inocente le decía a Luciano que no era una niña, la mano de Luciano acariciaba el pelo del niño diciéndole que él era una nena muy especial, una mujercita única, lentamente le bajó el short que llevaba puesto mostrándose el pene lampiño, Venancio le decía que era un hombre, no una mujer, a lo que Luciano le dijo que “las mujeres como tú se hacen por detrás” la mano de Luciano recorría con tocamientos el trasero de Venancio de piel suave, le preguntó al niño si lo quería mucho, primero se mostró extrañeza en el rostro del niño al escuchar tal pregunta, Luciano le acariciaba las mejillas esperando la respuesta, los ojoos infantiles parpadeaban y asintió, en el rostro de Luciano se dibujó una amplia sonrisa de satisfacción, le dijo “no será uno sino dos autitos de hojalata que te regalaré” el nene sonrió ampliamente, le acarició el pelo preguntándole “¿quieres jugar conmigo ahora?” el nene lo miró asintiendo “¿quieres jugar al marido y a la mujer como lo hacen Amaranta y Reginaldo?” el nene asentía con cierta timidez, “anda ve” “te tengo una sorpresa” le indicó al pequeño que fuese al dormitorio pues encontraría una sorpresa, el pequeño Venancio muy animado corrió al dormitorio y buscó por todos lados esa sorpresa, arrimado a la pared Luciano le decía frío, tibio o caliente, hasta que el niño dio con esa sorpresa, era un juguetito de moda por aquel entonces, se trataba de un set de soldaditos que desde hace meses se lo había pedido y ahora los tenía en sus manos, pero fueron apartados por las manos de Luciano puestos en un lugar alto apartado, se notaba la apenada mirada fija del niño en el lugar donde había quedado la sorpresa, Luciano que abrazaba al niño por detrás le decía al oído que lo tendría si “jugaban a lo de siempre” que le demuestre lo mucho que lo quería y mientras decía esa frase el niño sentía por su traserito vestido el bulto del pene siendo rozado repetidamente, Luciano le lamió la oreja preguntándole al niño con golpe de aliento en sus mejillas infantiles si lo quería, si lo deseaba, a lo que el pequeño de seis años asintió, Luciano al tener respuesta sonrió ampliamente besándole el cuello y el pelo sudoroso de Venancio, así abrazado por detrás el niño fue conducido frente a la cama y al voltearse así parado vio su cuerpito infantil reflejado en ese amplio espejo, era la primera que se veía allí reflejado, vio por detrás la figura de Luciano con amplia sonrisa, el mentón estaba sobre la cabeza del niño, las manos de Luciano se posaron sobre los hombros infantiles que luego se deslizaban por las costillas hasta llegar a la cintura viéndose a través del espejo cómo esas manos deslizaban el short desde los muslos pasando por las rodillas hasta llegar a los tobillos, vio cómo alzaba sus pies para liberarse del short y sus sandalias, además el niño vio a través del espejo el reflejo de su penecito que fue cubierto instintivamente por sus manitos, Luciano que seguía detrás del niño le dijo al oído que estirace hacia arriba los bracitos, así lo hizo para luego ver que la remerita salía deslizándose desde la cadera pasando por el pecho, cubriéndose temporalmente su rostro infantil y saliendo por los brazos, ese movimiento de tela deslizándose por su cuerpito lo vio reflejado en el espejo, más aún, su cuerpo desudo a plenitud que por detrás de él asomaba la cara libidinosa de Luciano complaciente espectador de esa humanidad infantil, Venancio vio las manos de Luciano que se deslizaban lentamente por su piel, la piel se hacía como de gallina al sentir el desliz de esos dedos adultos por la piel sedosa, los dedos como caricia recorrían las caderas y glúteos, Venancio respondía con suspiros viéndose el rostro tímido luego poniéndose cabizbajo viendo a su penecito lampiño que se ponía erecto al contacto de los dedos con su piel, eso estimulaba a más, Luciano lo notaba, el niño estaba deseoso, lo mostraba en sus expresiones faciales, gustaba de aquellas caricias y continuó haciéndole ahora por el cuello y espalda, lentamente fueron los movimientos de los dedos desde el pecho, pasando por el abdomen hasta llegar a los deliciosos testículos, así moviéndolos sutilmente, luego Luciano se acuclilló para verlos más de cerca a través del movimiento de sus dedos, estando así los olió y sacando la lengua fue lamiéndolos de a poco, luego abrió más su boca para degustar ese penecito dentro de su boca, las manitos del niño se apoyaban en la cabeza de su iniciador, y con los ojos cerrados el pequeño de seis años ya se dejaba llevar del deseo de gustitos ocasionados por lengua y labios de Luciano debajo de esos testículos lampiños, se escuchaban gemidos del iniciador que el niño seguía, chupaba y chupaba tras cada prolongada lamida, Luciano sentía la fuerza de los dedos infantiles en su cabellera, hacía pausa en sus lamidos y chupadas de pene para ver la cara del niño complaciente con los ojos cerrados mostrando complacencia y gusto, al mismo instante en que abría los ojos se notaba el cruce de miradas y sonrisas de buen gusto, a lo que Luciano le decía que se acuclille porque “ahora te toca”, así el pequeño de piel morena clara se ponía de rodillas tomando con sus manitos ese erecto pene que estaba salido del pijama, abrió su boquita y empezó lentamente a introducirlo al momento de ensalivarlo, Luciano sentía un mayor placer al sentir que comprobaba lo soñado antes con las almohadas simulando lo que ahora en realidad sentía teniendo enfrente a ese precioso niño que no tenía extrañeza en hacerlo, en verdad, en cada encuentro sexual como este el pequeño Venancio desarrollaba su metamorfosis, vio ese glande ensalivado mientras las manos de Luciano le acariciaban las mejillas diciéndole “buen chico” “niño lindo y precioso” de esa forma el niño continuaba con el sexo oral, hasta que instantes después Luciano le hizo con señas al pequeño Venancio que se pusiera en pie, con sus dedos acomodaba su largo pelo en la cara para luego tomar el pijama de Luciano haciéndolo descender con sus manitas desde la cadera hasta los tobillos, el iniciador alzaba los pies apartando el pijama, lo mismo hizo apartándose la remera que llevaba puesta, así, al poco instante los dos cuerpos completamente desnudos y abrazados se veían reflejados en el amplio espejo, abrazaditos se manoseaban las caderas, la carita del niño apoyada en el abdomen del iniciador miraba al espejo, además se miraban con sonrisas reflejadas en el espejo, “mira, saluda” las amnitos del nene se agitaban saludando al reflejo del espejo, “sonríe, saluda a tu novio” el pequeño sonreía y saludaba tras reflejo del espejo, Luciano notaba que en cada encuentro el pequeño demostraba más confianza que recelo, lentamente Luciano dio unos pasos sentándose en una silla puesta enfrente del espejo amplio, así sentado desnudo completamente abría las piernas mostrándose el pene erecto con la pelvis peluda, se movía tan graciosamente que el niño sonreía ante esos gestos mientras se encontraba aún acostado en la cama a piernas abiertas estirándose el ensalivado pene, le dijo al pequeño que se acercase dónde estaba, obediente lo hizo, se sentó sobre el pene desnudo, las piernitas se posaban sobre los muslos, por debajo del penecito estaba asomado el pene más grande y erecto que luego ambos se unían, juntos hicieron los movimientos de tal suerte que las piernitas y piecitos infantiles se agitaban alzando y bajándose, de ahí en adelante junto a esos movimientos Luciano besaba las mejillas y cuello del niño preguntándole “si te gusta estar así, pequeño” el niño asentía al compás de los movimientos, “ves, somos novios” “mira al espejo… saluda a tu novio” el nene sonreía saludando viéndose sentado y con los penes rozándose en ese leve movimiento de sus cuerpos, luego se quedaron quietecitos por un instante, viéndose en el espejo, el niño sentado sobre la pelvis de su iniciador con sus piernitas apoyadas del asiento en los muslos de Luciano que se complacía sentir esa tersa piel, los piecitos descalzos quedaba al aire, no paraba el niño de recibir caricias por parte de su iniciador, abiertos ambos de piernas como estaban mostraban los penes desnudos viéndolos por un instante reflejados en el espejo, el niño era el más atento viendo el pene grueso por debajo de sus testículos y tronco de pene, Luciano le preguntó si le gusta estar así a lo que el niño se limitaba a sonreír viéndose en el espejo, al percibir ese tipo de respuesta Luciano pensaba que el pequeño seguramente ya tenía juicio de ese “jueguito” y de lo que vendría, pues instantes luego se levantaron de la silla abrasándose desnudos delante del espejo viendo que el pene de Luciano daba rozando con el cuello de Venancio y el pene de Venancio ronzando en los muslos de Luciano, el iniciador lo marcó al pequeño sujetándolo de las caderas bajando y subiéndolas para rozar ambos penes para luego Luciano inclinarse para poner su pene a la altura del penecito uniéndolos y rozándolos entre sí, todo esto a mirada atenta de ambos ante el espejo, luego se unieron las frentes mirándose algo sonrientes, Luciano daba cuenta que a Venancio ya le gustaba más esto, graciosamente lentamente cayeron abrazaditos al piso luego de movimientos pintorescos que se miraban frente al espejo, Venancio reía abierto de piernas acostado en el piso tras las cosquillas que Luciano le daba, estaba mostrando el pene y los testículos lampiños ante los ojos de Luciano que veía al niño darse roles sobre el piso quedando de pecho al piso con su traserito descubierto alzado en posición de cuatro, se acercó al niño en esa postura para lamerle y chuparle el traserito a lo que el niño respondía con risas toleradas por Luciano en bajo sonido, rato después se podía ver a través del espejo cómo el pequeño de seis años era marcado y se acostaba completamente desnudo en la cama de cara a las almohadas puestas, el niño miraba su cuerpito tendido en la cama con al trasero empinado, “saluda Venancio” con la mirada fija en el espejo veìa su propia sonrisa y sus manito que la agitaba en señal de saludo, luego vio cómo el cuerpo de Luciano se iba acostando sobre ese cuerpito infantil, el espejo mostraba el erecto pene de Luciano rozando los glúteos de Venancio que estabacostado de cara al colchón, sentía ese trozo de carne haciendo efectos en la entrada de su ano virgen que trataba de ser penetrado, Venancio miraba a través del espejo el rostro complaciente de Luciano que a ojos cerrados le decía: “mira por el espejo cómo te penetro” “mira cómo te hago mi mujer” a través del espejo se notaba la cara complaciente de Luciano que se apoyó sobre la cabeza del niño besándole repetidamente el pelito lacio, le decía al pequeño: “eso.. así, así, aguantaaa” el niño se inquietaba ante esas palabras no sin perder la vista de sentir eso mediante su reflejo en el espejo mostrando ambos cuerpos desnudos tendidos en la cama con movimiento arriba y abajo la cadera de forma muy sutil por parte del adulto hacia un niño que debajo de ese cuerpo adulto se resignaba con algo de quietud, Luciano cerraba los ojos disfrutando sentir hacer ese roce en piel infantil, olía el cuerpo de Venancio y eso lo excitaba más, recordaba lo pensado anteriormente cuando estaba a solas entre sábana y almohadas, siendo ahora una realidad que le brindaba sentirse su novia, sí, para ese momento Venancio se consideraba novia de Luciano, lo sentía en sus adentros, cerraba los ojos y aparecía la imagen de su hermana en la misma postura que ahora él estaba, en su ente retumbaban las frases que escuchaba salida de labios de Reginaldo a su hermana Amaranta “déjate, déjate, así, así” “eres mi novia” “mi novia” luego Venancio sintió molestia ardiente en su culito y así abría sus ojos y estaba allí, en su realidad, miraba a través del espejo esos movimientos suaves de cadera y de cómo el glande hacía efectos de roce entre los dos glúteos, miaba ese pene de Luciano que se deslizaba por su culito “mira como eres mio” “mira” “mira” “nunca olvides este momento” el nene continuaba viendo ese roce del pene en su culito y vio que de repente se detuvo la cadera de Luciano, no quería eyacular, deseaba disfrutarlo más, escuchaba los pujes infantiles, es que había puesto todo su cuerpo encima del niño, se acostaron de perfil la cara del niño mirándose al espejo, la espalda del niño tenía por detrás el pecho de Luciano cuyas piernas velludas rozaban hacia arriba las piernitas lampiñas del precioso niño de labios gruesos rozagantes cuyo pelito rozaba la frente y soplaba para apartarlo ya que sus manitos estaban entrelazadas con las manos de su iniciador, no faltaron allí las caricias hacia las orejas y mejillas, el niño así acostado de perfil miraba su penecito erecto ante las caricias brindadas por Luciano y alguno que otro leve gemido de placer cuando miraba pasar los dedos de Luciano por su piel sobre todo en sus caderas y costillas, “lo tienes lingo” “eres mío” le dijo, el apego era inconmensurable en ese momento en esas poses sexuales, las dos caras unidas se reflejaban en el espejo de aquel amplio armario, el rostro de Luciano se posaba sobre el rostro de Venancio, el niño miraba fijamente esa escena de desnudos, miraba ser acariciado por esas manos adultas que rozaban su pelo y mejillas “eres muy bonito Venancio” “tus padres te hicieron muy lindo” “siéntete orgulloso de ellos” “mírate el penecito” “mírate las piernitas” “las tienes muy lindas” esas frases se complementaban con golpes de respiración a la oreja, además Luciano le decía con voz suave y erótica que no olvide este momento, que lo recuerde siempre, pero que no lo contase a nadie, que era su secreto de “jueguitos” el niño ante las expresiones de Luciano se limitaba a observar el roce de las manos por su cuerpito y ese pene grande sobre sus caderas acostadas de perfil, miraba los pies grandes velludos sobre sus pequeños pies lampiños, volvía a mirar su penecito erecto, miraba las bolitas de sus testículos ser manoseadas sutilmente en forma circular por su iniciador, sentía gratamente las caricias recurrentes en sus mejillas al ser manoseado, lo besaba intensamente en las mejillas, de nuevo le repetía al niño que no olvidase ese “jueguito” que ahora estaban haciendo, pasaron unos instantes así, para después acostarle al nene de espaldas al colchón, unieron las frentes viéndose “eres hermoso, sí, muy hermoso” “Venancio eres lindo, sí, muy lindo” “tus padres te hicieron con mucho amor y deseo, sí, con mucho amor”, “ven”, “te voy a enseñar a hacer el amor de forma hermosa”, ahora Luciano apoyado en sus rodillas se sentaba sobre el pecho del niño a la vez que su pene rozaba por la carita infantil, “abre la boca mi amor” “quiero metértelo por ahí” “como a ti te gusta” el niño abrió la boca y unas contadas veces hizo que el pene entrase y saliese de su boquita muy ensalivado para después Luciano deslizarse hacia atrás atrayendo a su cuerpo al niño acostado boca arriba que miraba sus piecitos descalzos en los hombros de su iniciador así también sus piernitas alzadas, al mismo tiempo que una mano adulta le alzaba de las caderas y la otra la fijaba el pene erecto con liquido preseminal y humedecido con saliva entre los glúteos a la entrada del ano, así el glande empezó a rozarle la entrada del traserito, Luciano se encorvó un poco preguntándole al niño “¿te gusta esto?” el niño respondía con gemidos y pujes, apretaba las manitos mordiendo los labios, el glande estaba efectos en el ano, los ojos libidinosos de Luciano miraban las manitos del niño que hacían puño las sábanas, le pedía que aguante que “siente mi amor” “siente que eres mio” “siente que eres mi mujer ahora” “siente el lindo amor que nos tenemos” “siente Venancio” “siente mi amor” “ya casi mi amor”, “ya casi mi cielo” luego Luciano hizo un alto, sentía que iba a eyacular, no deseaba aún, quería sentirlo más, pues Venancio estaba entregado a él, ahora el pene peludo rozaba el pene lampiño con movimientos de cadera, el niño miraba esos movimientos, le volvía a preguntar si le gustaba reafirmándole que no olvide este rico momento, ya para entonces ambos cuerpos estaban sudando copiosamente de tanto movimiento mayormente se reflejaba el sudor en Luciano que puso al niño acostado de cara a las almohadas viendo la cara de Luciano perderse entre los glúteos a los que abría y los besaba y además los olía con leves mordiscones, de su boca sacó saliva depositándola en su dedo índice el que pasó por entre los glúteos, no contento con eso Luciano acercó la boca al trasero depositando saliva permanentemente en la entrada del ano, tanto era que la saliva se deslizaba por los testículos del niño, él sentía eso pero no se movía a órdenes de su iniciador que le pedía “estate quietecito nene”, diciéndole que ya casi, ya casi terminaba con ese “jueguito delicioso” antes esas palabras Venancio trataba de aguantar estoicamente pues le recordaba el premio de los dos juguetitos que obtendría, el nene lo sentía con resignación, era incómodo aquel dolor que se incrementaba en su traserito, estaba haciendo pausa, el pequeño Venancio miraba por el espejo cómo Luciano a su glande le colocaba saliva en repetidas ocasiones para volver a rozar la piel del traserito y la entrada del ano, los golpes de la respiración del adulto las sentía en su espaldita infantil, asimismo percibía el sudor adulto en su piel tersa que se confundía con su sudor de niño hermoso, pujaba al sentir de nuevo ese malestar en su ano, bufaba, jadeaba, ante eso, Luciano se detenía acariciándole el pelo y también besándolo, para luego seguir pasándole el glande por la piel de sus glúteos, todo eso veía a través del espejo con su carita sobre la almohada, le quedó fijo en su memoria el poder ver ese glande que pasaba despacio sobre las líneas que definían los glúteos por donde pasaban, había un cierto liquido transparente que salía del glande que alcanzó a pasarlo por su dedo una vez que había quedado allí sobre la piel de sus glúteos, era el líquido pre seminal de Luciano, era brilloso, el liquido de su iniciador, otra vez la cara de Luciano se posaba entre los glúteos del nene desde donde agitaba la mano adulta saludando por el espejo de lo que alcanzaba a ver Venancio, además ya Luciano estaba depositando saliva en el ano de Venancio para rozar el pene entre la separación de los glúteos, con una mano Luciano abrió la entrada del ano que de por si a tanto roce ya estaba rosácea confundida con el líquido de saliva que se deslizaba por los testículos y tronco de pene lampiño, con la otra mano tomaba el pene dirigido a la entrada del ano, lo fue metiendo poco a poco al aguante del niño que sentía molestia, de pronto, Venancio sintió algún tipo de líquido tibio que se deslizaba en su espalda, se quedó quietecito a pedido de su iniciador, escuchó la respiración acelerada, él no se movía, solo escuchaba y miraba por el espejo cómo Luciano agitaba el pene apretando el glande haciendo salir la última gota de ese pene peludo dejándolo posar sobre la separación de los glúteos a la altura del coxis infantil, las dos miradas se concentraron en el espejo viéndose así en esa postura sexual, vieron el golpe que daba el pene en cada glúteo, él encima del niño ahora con los ojos cerrados dándole besos y caricias en el mejillas y cuello, luego haciendo recorrer la nariz por las mejillas infantiles y ese sedoso pelo de niño hermoso, “ya està mi amor” “ya ves, eres mi mujer” “mi mujer” “me perteneces” “tienes una carita muy preciosa Venancio” “eres muy lindo”, lentamente Luciano se apartó de la cama, fue por papel higiénico para limpiar la espalda del semen que seguía pegado en la piel, el niño sentía los movimientos sin moverse, luego lo sentó a filo de cama con las piernas abiertas dejándose ver el pene por el espejo, los piecitos topaban el piso, por detrás del niño sobre el hombro infantil se posaba la cara de Luciano, el mentón estaba sobre el hombro y cuello diciéndole al oído que había sido un “jueguito hermoso” que mirase al espejo y viese su cuerpo que lo tenía muy lindo como su rostro, le decía que todo él era muy bello, en especial el pene lampiño y el culito, el niño suspiró y luego de eso quedó puesto de rodillas sobre la cama, en su delante también sobre rodillas estaba Luciano agarrando el pene algo erecto, hizo señas al niño que de inmediato siendo obediente abrió la boca, Luciano le dijo a Venancio al momento de introducirle el pene en la boca que viese al espejo, el niño obediente vio como otra vez el pene de su iniciador entraba y salía ensalivado de esa boca de labios sensuales que tenía el precioso nene, esa acción vista en el espejo quedará por siempre en la memoria del pequeño Venancio, luego Luciano lo acuclilló al niño sobre la cama de perfil al espejo abriéndole los glúteos diciéndole al niño que vea su traserito, abrió con los dedos lo que más pudo, Venancio por vez primera observaba su ano dilatado, se quedó quietecito allí mientras Luciano traía una banana, y la pasó rozando por el ano, Luciano reía y el niño con cierto recelo miraba esas acciones a través del espejo, luego terminó de limpiarle el traserito y ya vestidos fueron a la sala, rato después llegó la pequeña sentándose sobre el sillón viendo uno de los cuadernos, a su lado estaba su amiguito que había llegado con ella tomando uno de los libros de la mesa, allá estaban en la mesa sentados Venancio y Luciano que de vez en cuando el adulto deslizaba la mano por la espalda del niño llegándole a rozar el traserito haciéndole sentir roces en el coxis con el dedo mostrándose miradas de complicidad, de vez en cuando al disimulo las miradas iban a sus penes vestidos mostrando sonrisas mutuas, Luciano estaba iniciando a Venancio haciéndole desarrollar la metamorfosis en cada encuentro; a unos kilómetros de allí, un auto se detiene junto a la acera esperando la apertura de amplio portón que se deslizaba lentamente, el rugir del motor se inició, tras la ventana de grueso vidrio unos ojos cafés miraban el amplio jardín y un sirviente en la puerta esperando la llegada, la mujer tragó saliva al ver que la puerta del auto se abría, el chófer la tomó de la mano hacia el sirviente, aquel regio hombre la condujo a una sala lujosa sentándola sobre mullido mueble, unas puertas amplias se abrieron, el sirviente hizo gestos para que ingrese, se podía notar la cordialidad en el hombre, al pasar a la habitación un frío recorrió su cuerpo, en su delante un hombre parado detrás de su escritorio le hacía gestos para que tomase asiento, la mujer vio cerrarse por fuera a la amplia puerta de manos del sirviente, Squeo se acercó alegremente besándole ambas manos agradeciéndole su presencia ante la invitación hecha, se arrimó a la ventana, sin dejar de mirarla le decía que estaba muy hermosa, que su cuerpo femenino era regio, sonrojada y cabizbaja simplemente sonreía tímidamente la sorprendida mujer visitante, Squeo estiró su mano levantándola hacia su cuerpo abrazándola lentamente, Squeo se aprovechaba de las circunstancias, aquel roce insinuaba algo, las miradas se hicieron cada vez más penetrantes, así, los labios se acercaban lentamente, lentamente, fue tomada de hombros por la férreas manos de Squeo, seguridad quizá, pero con deseo, de pronto, un corto beso suma de apegos, cierre de ojos en la pareja, ahora un beso más prolongado, ella dejándose llevar instintivamente, vio el recorrer de las manos de aquel hombre por sus suaves hombros deslizando la tela del vestido, quiso por instinto acomodarlo pero las manos masculinas se lo impedían, las caricias sobre su piel con el recorrido de las manos hacía furor, ahora lentamente se sentaron, continuaron besándose, ahora las manos sobre los pezones delimitaban las líneas bien formadas, los labios hicieron el efecto esperado en la mujer que era el de gemir, la lengua rozaba la piel de la punta de los senos, la temperatura aumentó en ambos cuerpos, la atracción se hacía férrea, unieron sus cuerpos cayendo en la fina alfombra, no importaba el lugar, sus cuerpos se deseaban, era lo justo en ese momento el no esperar más, se puso en pie tomándola de la cintura luego de arreglarse la ropa, la condujo hacia su habitación, unos ojos con amplia sonrisa observaban el paso de los amantes tras las cortinas, de pronto sintió un roce de nudillos de dedos en la cabellera, se trataba de Ramón detrás de su hijastro quienes vieron a Squeo que cerraba la puerta de su habitación, el chófer siguió su camino al garaje, él había conducido a aquella mujer desde esa humilde casa hacia su patrón Squeo, estaba a la expectativa de la orden de su patrón de llevarle de regreso, pero como estaban las cosas eso tomaría más tiempo, así que fue a realizar otras actividades en el taller del garaje, el “niño” vio a su padrastro perderse por las habitaciones y su curiosidad fue subir hasta donde se encontraba Squeo con esa mujer, sin ser visto se escondió en una habitación donde se guardaba enseres, a sus doce años el “niño” había cultivado la curiosidad y su metamorfosis siendo estimulada por el hijo de su patrón Squeo, Contardo, que ahora estaba casado, notaba el silencio en la habitación, seguramente se imaginaba los besos y manoseos del momento y no se equivocaba pues dentro de la habitación las manos de ambos cuerpos deslizaban sus ropas viéndose desnudos a plenitud, ella aún tímida como a él le gustaba, no era su primera vez, pero lo vivían tal cual intensamente cuando así trataron de hacerlo hace mucho tiempo, lentamente se acostaron en la cama así desnudos a plenitud manoseándose los cuerpos, ella simplemente había ido allá a entregarse a Squeo, por eso la abrió de piernas ella sintiendo el pene entrar en su vagina al ser alzada su pelvis, el “niño” de doce años mordía su mano derecha de forma suave al oír lo gemidos femeninos y masculinos tras la pared, miró hacia su pantaloncito corto deslizando la cremallera saliéndole el pene lampiño muy erecto, lo acarició por rato oyendo gemidos, se imaginaba lo que sucedía en el cuarto, sentía un gusto en manosear, de inmediato se deslizó el pantaloncito hasta poderse rozar el trasero con los dedos, abría y cerraba la boca al sentir el dedo dentro del ano, dentro de la habitación la cadera de Squeo se alzaba y bajaba con su pene entrando y saliendo en la vagina por la que había nacido Venancio y sus hermanos, la tibieza y humedad de la vagina hacían estimular de buena forma el acto sexual de su amante, así desnudos, formaban un solo cuerpo al unirse, los besos eran recurrentes e insinuantes en cada caricia que ella prodigaba, estaba siendo amada desde hace mucho de que no lo hacía tras la muerte de su esposo, estaba en esa habitación no solo por ser amada sino por buscar respuestas a sus necesidades, hace poco habían muerto sus dos hijos varones mayores, asesinados como lo sucedido con el padre de los muchachos, morir tan jóvenes, ella deseaba conocer noticias de Squeo sobre esa fatalidad, deseaba conocer la identidad de ese vil conductor que Squeo sabía la identidad, pero ahora cayó tendida en las redes de la pasión, ella ya había terminado pero Squeo continuaba penetrándola al mismo tiempo que daba besos apasionados, ella tomaba los hombros de su amante con fervor en la contienda sexual, no se quedaba atrás y lo estimulada besándole el cuello, de pronto ella sintió aquel líquido seminal en sus entrañas, no estaba previsto aquello, se asombró pero luego se dejó llevar suspirando levemente, tuvo un poco de relajación recibiendo caricias de Squeo el corpulento hombre que a él ella le había llamado la atención en la primera vez allá en aquel barrio humilde donde vivieron, mientras tanto el “niño” veía el líquido pre seminal salido por el prepucio y un latente hormigueo en la base del cerebro, algo fuera de lo normal para el “niño” curioso de doce años quien había sido iniciado por Jasmani el dueño de la abacería siendo muy pequeño junto a su hermana que ahora había dado a luz a un pequeño en el campo sin que ella diga hasta ahora a su madre y a su padrastro quién era el verdadero padre de ese bebé, el “niño” no escuchó más gemidos sino el sonido de una ducha, prefirió salir del lugar donde estaba escondido, ya se había imaginado tanto que su traserito le latía, deseaba estar con su amante Contardo en ese momento, salió tan rápido como entró, respiró profundo yendo al garaje, instantes después la puerta de la habitación de Squeo se abría saliendo la mujer junto con su amante, padrastro e hijastro escucharon las campanas de alerta, con aire marcial Ramón se presentó ante su patrón que le insinuaba llevar a la invitada a su hogar, el chófer asintió, llevándola al auto, se hizo un cruce de miradas entre el “niño” y Squeo en que pudo más la mirada del patrón ante la del imberbe, giró sobre sus talones acompañando a su padrastro mientras Squeo volvía al gran salón a beber una copa, escuchó el motor del auto llevándose a la invitada viéndola por esos amplios cristales con rejas que daban al gran jardín de la residencia, viendo el auto desaparecer por la alameda apareció un gesto de mueca en su rostro, suspirando se sentó a meditar en lo que había hecho, manoseó su entrepierna por un instante levantándose por otra copa que la pasó lentamente, era la bebida favorita de ambos, alzó la copa con una gran carcajada en señal de victoria, había sido suya de nuevo, y ahora las veces que quisiera; la mujer iba pensativa viendo la ciudad a través del cristal, los ojos estaban enrojecidos de lo que se dio cuenta el chófer Ramón viéndole el rostro a través del espejo retrovisor, suspiró y movió la cabeza negativamente, pensó que ella sería otra de las “compañeras” de su patrón, por ese auto se habían sentado varias como ella, el auto continuó la marcha llegando a la humilde vivienda, la hija de la mujer salió a su encuentro, abrazándose tiernamente, el chófer se despidió con gesto protocolar, aquel adulto vio fijamente a la pequeña, madre e hija entraron a la vivienda humilde, vieron en la pequeña cama a Venancio aquel hermoso niño que estaba profundamente dormido cubierto de sábana ligera mostrándose su carita, de inmediato la mujer sacó un billete de la cartera indicándole a su hija lo que debería comprar en la abacería ubicada muy lejos de la vivienda humilde, la niña saltando de alegría le pidió que le permitiera comprar un dulce de moda lo cual la madre accedió diciéndole que le comprase otro a su hermanito, la niña alegre salió a brincos, la madre al verla contenta sonrió, se sentó al filo de la cama a contemplar el sueño profundo de su hijito Venancio acariciándole el pelo y pasando los dedos por sus mejillas rozagantes, susurró al oído que había estado con un hombre muy especial para sus vidas, le dio un profundo beso en el pelo, no dio cuenta que dentro de la sábana la mano de su hijito estaba unida a su traserito por dentro de su short, así había quedado dormido el niño sobándose el traserito con su dedo.
* * * * * * *
Era el amanecer del primer día de ese mes de agosto en el que las hojas de los árboles empiezan a caer y de ello se aprecia en los parques, el ambiente daba a que se muestre la llegada del intenso frío en aquel año de 1957, la gente iba muy abrigada, se escuchaban los claxon de los autos circulando por las humedecidas calles cercanas a la estación, muchos bajaban de los buses venidos del interior, entre los transeúntes viajesros iba uno bajando del bus muy cargado de regalos, ansiaba llegar pronto, su llegada sería una grata sorpresa para los que lo esperaban, al tocar la puerta una anciana muy entusiasta le recibió con los brazos abiertos, instantes después del abarzo detrás de él otra mujer venida de la calle lo abarzaba dejando los comprados en el suelo, la algarabía del encuentro no se hizo esperar, ante el ruido de la tertulia con carcajadas y café detrás aparece una niña moviendo la cortina de su habitación y con la otra mano se restregaba el rostro producto de su sueño reciente, fue tanta la impresión que aquello quedó atrás, se lanzó a los brazos del visitante recibiendo besos y caricias siendo marcada con mimos, la llevó marcada a ver a ese tierno niño que aún dormía, bajó a la pequeña y estuvo por unos instantes acariciando al pequeño, el visitante estaba feliz ante su retorno después de tanto tiempo, al rato un sorprendido niño se acerca a abrazar al visitante, tenía puesto su pijama, el visitante había llegado por una misión muy importante, las mujeres escuchaban con mucha atención, sobre todo la más jóven que era la llamada para aquello, al rato la mujer y el visitante salián de la vivienda de arriendo, la anciana los despidió muy gustosa, los niños recibieron besos y mimos del visitante, de igual forma de su madre quien les dijo que retornaría en la noche, de pronto el visitante regresa sus pasos, se arrodilla abriendo los brazos, el pequeño corre a abarzarle, lo marca girando con mimos, fue un momento de dicha para el visitante, las dos mujeres se pusieron cabizbajas al ver esa escena, el visitante dejó al niño en el suelo llenandolo de besos y caricias, luego la madre y el visitante se despdían, el niño y su hermanita agitaban sus manitos en señal de despedida desde la puerta de entrada, el visitante y la mujer caminaban presurosos, esperaban un taxi en la esquina, de ese instante se aprovechó el visitante para de súbito abrazar a la mujer y luego colmarle de besos a los que ella correspondía muy entusiasta, solo que no vio que Leroy lo estaba observando, fue corto el tiempo pero suficiente para ver la acción de la mujer, descubría entonces que ella se estaba besando con su amante venido del interior familiar de su esposo, ahora sacaba algunas conclusiones, sonrió y prudentemente se estacionó a cierta distancia para ver de mejor manera cómo la mujer era manoseaba y ella correspondía a aquellos deseos del hombre, tomaron el taxi y Leroy se imaginaba a dón de irían, inició la marcha, debía llegar temprano a la mansión, ya s eiba imaginado con que nueva pelea se encontraría ahora padre con hijo, era de mal gusto escuchar o presenciar de aquello, pero en fin debía soportar pues eso era parte de su trabajo, llegó puntual para llevar al patrón a la oficina, eso pensaba, pero al subirse el viudo acaudalado lo llevaba a su lado a su único hijo, un criado montaba las petacas, le dijo que los lleve en dirección al aeropuerto, había sido una decisión prematura pues el patrón con anticipación avisaba sobre aquello, durante el trayecto había un silencio en los ocupantes, puso musica del mmomento, el joven heredero miraba tras el cristal mientras su padre hacía anotaciones con prisa, a través del retrovisor notaba lo gélido de la relación entre padre e hijo, al llegar al aeropuerto la distancia se mantenía, se notaba la furia en el muchacho ante la tranquilidad del padre, de súbito los boletos caen al suelo, Leroy presurosos los recoge, ve la numeración diferente aislada en la distribución de los asientos, viajarían en espacios distantes, pensó seguramente que era una condición para viajar por parte del muchacho heredero de una gran fortuna basada en productos de mar, irían hacia un país tradicional en la pesca por siglos, los despidió retornando a la mansión a orden expresa del patrón, serían dos semanas, sin bulla, sin inquietudes, sin molestias, y sobre todo, sin la presencia de ellos, iba pensando en lo que momento atrás vio en la vecina con el familiar del esposo, de la forma clandestina de la relación, de cómo el marido era engañado con un su propio familiar tan cercano y tan amigo, se preguntaba si la anciana era conocedora del hecho, y lo más importante, pensaba cuál de los dos hijos era de aquel hombre con el que se subió su vecina al taxi enrumbando hacia la aventura sexual, iba sonriente y a al vez distraíado que casi arrolla a un can que pasaba por el lugar, se trataba de un fino animal, sonrió, se detuvo en semaforo rojo para respirar hondo tras la impresión recibida, pensó en los niños, en el resto del tiempo libre, pero sobre todo, pensó en Thomas, seguramente ya estaba en la mansión, y no se equivocaba pues al llegar el niño de diez años estaba junto a su hermana en el aseo de la cocina, pasó por una bebida del refrigerador, se saludaron cordialmente, le avisó a la empleada que si se preguntaba por él estaría en el garage haciendo arreglos a la moto del hijo del patrón, Leroy era muy habilidoso con la mecánica, tenía un gran modo de laborar respecto a su responsabilidad, se puso cómodo con ropa ligera, su remera y short le daba facilidad para el trabajo, pensaba en dar un paseo en la moto arreglada por los alrededores de la mansión, estaba tan concentrado que no dio cuenta de la presencia del niño de diez años que miraba sus movimientos, al levantar el rostro vio a Thomas que estaba arrimado al portón, tenía puestas sus sandalias, su short y su remera, casi vestían iguales, el niño emitía sonrisa, algo que notaba Leroy en Thomas era que el niño se metía la mano dentro del short, estiraba el pene vestido, Leroy reía desde donde estaba, “¡seguramente tu amiguito quiere jugar aquí!” “¿verdad?” esto le dijo mirandole fijamente sobándose el culo vestido, Thomas respondía sonriendo “¿quieres hacerlo jugar ahora?” Thomas asentía con agrado, de súbito Leroy se puso en pie, se bajó el short mostrandole el culo velludo, “¡ven!” “¡tócalo, es tuyo!” Thomas se acercó, su manito de piel suave rozaba el culo de Leroy “¿te gusta tocar?” Thomas lo miraba con amplia sonrisa “¿te gusta?” el niño reía afirmativamente, estaba contento mirando que sus manos rozaban el culo de Leroy, “¡ven!” “¡acércate!” “¡déjame verlo!” las manos de Leroy bajaban el short del pequeño Thomas de diez añitos “¡que bonito!” el pene estaba tieso, la mirada del niño estaba fija en ese movimiento de mano que le estiraba el penecito hasta ponerlo más erecto, “¡ahora entallalo!” “¡ven!” Leroy se encorvó un poco mostrandole su culo descubierto “¡acercate!” “¡házme sentir!” el pene virgen rozaba el culo de Leroy “¡sí, así!” seguía deslizandole el penecito en el culo “¡sigue!” las amnitos con dedos alargados de Thomas se aferraban a las caderas de Leroy haciendo más movido el penecito erecto ya estando rozagante “¡sigue!” el niño cerraba los ojos en señal de placer, Leroy quietecito recibía esos roces a ojos cerrados, maquinaba en su mente su verdadero propósito, sonreía, “¡así!” “¡así!” “¡métemelo!” “¡métemelo!”, Thomas continuaba hasta que se apartó, le dio por micciar, se subió el short y salió presuroso en dirección a una próxima letrina, al bajarse el short para micciar vio un liquido transparente en la punta del prepucio, luego salió la orina, su espina dorsal como que se adormecía al micciar, suspiraba lento y pausado, decidió regresar al cuarto, salió de allí porque la necesidad de micciar era urgente, al regresar vio a Leroy ya completamente desnudo acostado en el suelo sobre cartones, estaba entre material enbodegado, “¡ven!” “¡continúa!” “¡házmelo!” “¡ven!” “¡mira mi culo!” “¡está baierto!” “¡es tuyo!” “¡todo tuyo!” “¡ven!”, Thomas lentamente se fue acercando, metió sus dos manos dentro del short estirandose el pene “¡ven!” “¡acércate!” ambos estaban sonrientes, lentamente Leroy miraba que el niño de diez años se baja el short, se mostraba ese penecito lampiño muy erecto, fue a donde estaba Leroy, agitando el pene empezó a rozarle el culo “¡así!” “¡así!” “¡no te detengas!” “¡cómetelo!”“¡cómetelo!”, se notaba el roce de pene en el culo, le dio hasta cansarse, las manos de Leroy se aferraban a los bracitos de Thomas “¡sigue!” “¡no te detengas!” “¡me haces sentir rico!” “¡sigue!” “¡sigue!”, Thomas se apartó al movimimento de Leroy, “¡ahora me toca!” “¡ven!” extrañado Thomás vio que se acostaba en el suelo, Leroy se acostó despacio sobre Thomas, empezó a alzar y bajar las caderas haciendo que el pene roce el penecito “¡mira!” “¡mira!” “¿te gusta?” Thomas miraba esos movimientos de deslices de penes, “¿te gusta Thomas?” el niño suspiraba mirando fijamente a los penes, “¡eres un niño muy lindo!” “¡lo tienes lindo mi amor!” “¡siente!” “¿te gusta?” “¿eh?” sólo respondía con suspiros “¡mira!”, por un instante no hubieron movimientos, “¡ahora dame tu culo!” “¡vamos!” lentamente lo volteó sobre el suelo, se ostraba ese culito voluminoso rozagante y brilloso, “¡qué hermoso lo tienes!” empezó a besarle los glúteos “¡lindo!” se notaba la timdez de Thomas, “¡es maravilloso!” sintió malestar el pequeño al sentir que un dedo de Leroy le introducía por el ano, “¡quieto!”, “¡quieto!”, “¡aaahhhh!” “¡me duele!” “¡aaaaahhhh!”, “¡ya está!”, se pasó el dedo por la nariz, “¡huele rico!” en lo acostado que estaba de cara al suelo Thomas olía el dedo pasado por su nariz “¡huele tu culito!” “¡huele rico!” “¿verdad?” “¿quieres que te lo meta?” “¿eh?” el niño reacciona “¡no!” “¡por allí no!”, se pusieron en pie, “¡bien!” “¡si no es por allí!” “¡será por acá!” le señalaba la boca con el mismo dedo que antes lo había introducido en la entrada del ano, “¡ven!” le hizo acuclillar, “¡abre!” “¡anda, mi cielo!” el glande le rozaba en los labios, se hacían más los movimientos en su labios, “¡abre!” “¡abre!” los labios succionaban el glande “¡aahhh!” “¡qué rico!” “¡!ooohhhh” “¡me gusta!” “¡me gusta!” “¡sigue!” “¡sigue!” era de complacencia para Leroy ver su pene en la boca de Thomas, “¡aahhh!” “¡abre más!” “¡abrela más!” “¡ya casi!” “¡ya caasssiiii!” el semen salía del pene metiendose un poco en la cavidad bucal, otro se impactaba en parte de nariz y ojos, de los labios salía el semen, “¡ves!” “¡qué rico!” “¡algún día tú harás lo mismo!” le acariciaba el pelo mientras Thomas quedaba quieto arrodillado expulsando el semen de su boca, “¡sé que te gusta!”, “¡ahora ven para chupartelo!”, Thomás se acostó en el suelo bien abierto de piernas y entre ellas ya estaba la cabeza de Leroy de chupando y lamiendo el pene haciendole gemir al pequeño de diez años, Thomas gemía “¡aahhhh!” “¡aaaahhh!” Thomas exclamaba “¡rico!” “¡riiicccooo!” al oír eso Leroy reía ampliamente viendole al niño cerrando sus ojitos, “¡aaahhh!” de pronto hace un giro, sorpresivamente para Leroy el pequeño hermoso de Thomas se le brindaba el culito, “¡chupame el culito!” oir eso para Leroy era maravilloso, le besaba la espalda con emoción “¡Thomas!” le daba masajes de relajación “¡sabía que te iba a gustar!” “¡mi bello Thomas!” “¡lo sabía!” “¡lo sabía!” le acariciaba y besaba el pelo “¡mi niño!” “¡que bien!” le lamía la oreja “¡que bien que te dejes, mi amor!” le besaba el culito “¡mi amor!” le pasaba las mejilas por los gluteos, besaba desaforadamente ese culito tierno de diez años, en su mente pensaba que ese culito “¡era virgen!” “¡sí!” “¡virgen!”, Thomas sintió ese paso de lengua de su amigo adulto que rozaba su culito, “¡aahhh!” “¡se siente bie!” “¡muy bien!” “¿verdad Thomas?” “¿eh?” Thomas asentía con su carita “¡no me haga doler!” le decía al adulto “¡sí!”“¡de acuerdo mi amor!” “¡no te dolerá!” “¡sólo quiero que sientas delicioso!” “¡te lo voy a hacer con amor!” en eso que exprasaba, el pene iba deslizandose entre los glúteos, le hacía sentir ese roce “¿te gusta?” le preguntaba con su boca cuya respiración golpeaba el sutil pelo de niño hermoso, “¡sí!” respondía “¿así?” preguntaba y Thomas respondía “¡sí!” “¡me gusta así!” el cuerpo de Leroy se movía lentamente sobre Thomas “¡siente que eres mío ahora!” los ojos del muchacho de diez años mostraban tranquilidad y mucha pasividad se notaba en su rostro, “¡siente!” “¡siente!” decía con gusto, le besaba el pelo y el cuello así notaba la elevada temperatura que se manifestaba en el cuerpo de ese niño precioso, Thomas sintió humedad en su culo, era a causa del roce de la lengua en su culito, eso lo hacía delirar “¡aaahh!” Leroy sonreía diciendole “¡se siente rico!” “¿verdad?”, “¡sí!” “¡muy rico!” “¡se siente!” se escuchó un “¡aaahhh!” por parte de Thomas, es que de nuevo el pene se deslizaba en ese culito precioso voluminoso, relajado se dejaba someter por el pene en ese constante deslizamiento, “¡ya!” “¡vamos!” le dijo Leroy “¡creo que ya fue suficiente por hoy!” se notaba la cara de contrariedad del muchacho, en su rostro se notaba la necesidad de seguir, pero Leroy jugaba con eso, se vistieron y Thomas salió presuroso del lugar mientras tanto Leroy se sentaba pensando en lo sucedido.
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La ruta interestatal estaba expedita, ameritaba aumentar la velocidad para llegar antes que la noche se presente, pensaba así el conductor de ese elegante auto, todo hacía suponer que así sería, pero el destino le deparaba otra situación, escuchaba la música del momento en esa tarde nublada, la niebla tomaría espesura en la noche, su mirada atenta a la carretera era de intermitencia pues le inquietaba lo llevaba a su lado, algo muy importante a ser entregado, de pronto aparece un transeúnte beodo el cual es atropellado, el temeroso hombre a través del retrovisor vio que unos hombres salían de aquella cantina a los gritos de auxilio de transeúntes y de esa manera fueron presurosos a la ayuda de su amigo, no lograron ver bien al conductor pero uno de ellos si reconoció las placas de ese auto, para desgracia de todos, el pobre hombre había muerto en el acto, aquel hombre barbado levantó su sombrero de la cabeza en señal de respeto y pesar por el finado llevándolo a un lado de la carretera para que las autoridades dispusieran el rigor de ley, el nervioso chofer llegó a su destino siendo recibido por su esposa y tierno hijo, la brisa del mar movía los cabellos, entraron rápidamente, Nicolás fue presuroso a tomarse una copa y otra más en presencia de una desconcertada Justin que preguntaba por la palidez de su rostro, Nicolás se limitaba a informarle que a punto estuvo de colisionar con otro vehículo pero nada más, luego la mujer vio a su esposo cambiarse de ropa y con cubeta en mano y detergente fue a lavar personalmente el auto, acción inusual pues para eso estaba la servidumbre, el pequeño Daniel Nicolás ayudaba a su padre a lo que su tierna edad lo permitía, Justin que llegó después los miraba jugar con la espuma del detergente, horas después padre e hijo sentados en la sala miraban el ocaso, una sirvienta informa la presencia de un representante laboral de la fábrica, dijo que ingrese, se vio la presencia de un fornido hombre de piel bronceada y prominente barba con un sombrero de amplio vuelo, fueron pocas las palabras, se limitó a extender una de las manos respondiéndole Nicolás del mismo modo en el saludo, la mirada firme y seria de aquel hombre de mar contrastaba con el aire solemne del patrón Nicolás Arichabala que le pedía que tomase asiento, la mirada firme del hombre de mar la puso ahora con Justin que se acercaba, ella algo sonriente contrastaba con la seriedad de aquel hombre que daba la impresión de que la vida le había dado duros golpes, en eso entra la pequeña mielecilla a jugar con el pequeño Daniel Nicolás, los ojos del visitante se abrieron más al ver a los dos niños correr por la sala, Justin les pidió calma, el niño se sentó en el regazo de su madre, no paraba de sonreír viendo el juguete en sus manos que mielicilla le trajo, Justin le pidió al pequeño de tres años y seis meses que saludase al visitante, lo hizo agitando la manito, la seriedad del hombre desapareció del rostro dando lugar a una amplia sonrisa acercándose al pequeño a acariciarle el rostro y pelo, fue instinto espontaneo que sorprendió a la madre del niño, seguramente, pensó, así se comportaba ese tipo de gente tan abierta y sincera con sus emociones que no tienen reparo en el protocolo por ser seguramente analfabetos, el niño también fue espontaneo y para sorpresa de su madre el pequeño Daniel Nicolás abrió los brazos en señal de que el hombre correspondiera con un abrazo, ambos se fundieron en un abrazo ante la notoria sorpresa de Justin, la mujer tomó a su niño de la cintura volviéndolo a sentar en su regazo, el hombre dio unos pasos atras sentándose en el sillón ante la inmediata presencia de su patrón Nicolás, el hombre firmó un papel y con solemnidad dijo que uno de sus compañeros hace pocos momentos había sido muerto atropellado y solicitaba ayuda para las exequias de rigor, la palidez volvió al rostro de Nicolás limitándose a asentir y diciéndole que cuente con su apoyo para que lo que fuese necesario, el hombre hizo un gesto en su rostro aprobando aquellas palabras con una venia y se retiró apretando con fuerza ese sobre despidiéndose con mucho gusto de Justin y de su pequeño hijo, salió a la terraza algo perturbado, el aire marino recompuso su estado de ánimo, ya para ese momento la noche se había presentado, su mirada se centró en el garaje, este hombre fue el único que presenció aquel atropellamiento pues iba con el desdichado hombre quien por necesidad quiso pasar la calzada de manera imprudente y así fue arrollado por el auto de Nicolás, el hombre de mar fue a una despintada oficina donde lo esperaban una gran cantidad de pescadores, repartieron el dinero salido de la bolsa de papel, ahora no sería con alegría tal acción de cobro de sus haberes pues la sombra de la muerte de su compañero hacía lúgubre el momento y la noche que estaba para otro alegre acontecimiento, desde la ventana de su habitación Nicolás meditaba lo sucedido, aún estaba tembloroso, no podía quitarse la figura humana de su mente, era tan lamentable todo esto, suspiró, aspiraba a no haber sido reconocido por los lugareños, quizá la alta velocidad le permitió no ser observado, quizá, quizá, se preguntaba con un puño dando en la pared, dio un giro viendo dormida a su mujer, sonrió envidiando su calma, quizá el tiempo sería quien juzgue su accionar, Justin despertó ante los golpes de puños, ajustaba cabos, al inducir dio con la respuesta de lo que había supuesto, esa actitud poco común de lavar el auto… no había dudas, pero, bostezó disimuladamente viendo entre sombras la figura de su asustado esposo, prefirió callar hasta saberlo de los propios labios.
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El jeep militar entraba en polvareda, el chófer y copiloto ansiaban llegar al campamento pues hambre y sed los devoraban con ansiedad, al joven chófer lo estimulaba en el buen conducir su copiloto el militar de alto rango, corpulento, con aire típico marcial, mirada fija enfrente de obstáculos que observaba en el camino, el sol daba a sus rostros y el calor no podía esperar a sentir furor, Gustavo Adolfo vio a lo lejos entre el polvo aquel caserío de pueblo rural en la espesa selva, unos conscriptos abrieron el portón del fuerte militar con el debido saludo marcial, el empolvado jeep detenía la marcha, alegre el militar se sacudía el polvo, su superior estuvo a su llegada, grata sorpresa para Gustavo Adolfo, entraron en la oficina donde se encontraban dos militares de bajo rango siendo recibidos con el clásico saludo marcial, vieron un mapa en el que Gustavo Adolfo mostraba la situación imperante con aquel grupo de insurrectos campesinos seguidores del “caudillo” asesinado años atrás, pedían tierras vírgenes para poder cultivar pero le eran negadas por el naciente gobierno autócrata en mayo de 1957, que ya tenía un trimestre en el poder hasta estos acontecimientos, los militares analizaban con detenimiento las maniobras realizadas por el joven militar durante semanas en las entrañas de la selva, algunos campesinos a través del diálogo esperaron pactar, otros en cambio, un poco más sectarios respondían con fuego y amenazas, era de suponer que éstos estaban en mayoría, Gustavo Adolfo sintió la presencia de un joven conscripto que le alcanzaba jugo de frutas frescas, así la reunión duró un par de horas, algo de aquella tarde quedaba luego del almuerzo servido y retrasado por la faena, el jeep sirvió para dirigir a los tres militares al centro del poblado, a su paso vieron carretas y jinetes transitar por el polvoriento camino, no estaba muy lejos el improvisado fuerte militar del pueblo, acudieron al barbero del lugar para el corte respectivo ya tan conocido en el medio militar, el anciano dueño del sitio les dio la bienvenida haciendo gestos de anfitrión invitándolos a sentarse en los humildes taburetes de madera, los tres militares se sentaron al unísono, vieron sentado a un niño que estaba siendo cortado su pelo, no se movía con su mirada al espejo, de pronto entra el orgulloso abuelo del niño, un campesino muy conocido del lugar, su risa inicial de entrada cambia por un leve sentido de seriedad mostrada en su rostro, lentamente se sentó junto a su nieto, la mirada del abuelo del niño se cruzaba como fina espada con la del militar detectado en medio de sus compañeros sentados, los dos daban un rictus que los presentes no daban cuenta, hubo un leve silencio que fue cortado por el comentario del barbero hacia el recién llegado felicitándolo por tener a un niño muy simpático y arecido a él, con amplia sonrisa Eleuterio decía que el niño se parecía a su hija Amanda y que además tenía buen corazón con templanza heredada de su padre… el campesino Rolando, cuando Eleuterio dijo esto lo estaba haciendo mirando fijamente el rostro del Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote quien giró su rostro mirando a la calle, a disimulo de no dar crédito a esas palabras, el militar sabía que Eleuterio era el padre de Amanda, aquella mujer que había amado tanto y que aquella golpiza impidió llevársela, el destino quiso que tiempo después que Amanda se hiciera de Rolando, lo que el militar desconocía que el pequeño Carlos Gustavo Eleuterio sentado en el sillón era su verdadero hijo, el viejo campesino Eleuterio lo sabía pero desviaba el juicio, su hija le contó que Gustavo Adolfo ignoraba el nacimiento del pequeño, que era mejor así, que el niño no sepa de su origen de padre militar, por aquellos comentarios instigadores del abuelo del niño, por distracción el anciano hace un corte leve en el cuello del niño, el impulso del abuelo fue inmediato pero más notorio fue el raudo impulso que dio Gustavo Adolfo desde el taburete tanto así que sorprendió a sus compañeros militares, de igual forma a Eleuterio, el militar hizo el intento por acercarse siendo impedido por la fulminante mirada del padre de Amanda, retrocedió y se sentó con tranquilidad; un trapo y crema bastó para limitar la sangre, el pequeño estoicamente soportaba la colonia sobre la muy leve herida, el orgulloso abuelo decía que ese gesto lo había heredado de él y de su padre Rolando, el niño de reojo miraba hacia los militares sentados, los ojos del militar sentado en medio se abrieron bajo sorpresa de ver el deslizamiento de la camisa por el hombro descubierto del niño en donde se mostraba una cicatriz seguramente hecha por el jeep en aquel día, esa cicatriz recientemente tratada era empolvada de talco pasando por la nuca y cuello de ese hermoso niño que miraba restos de su pelo castaño alojado en los bracitos de piel blanca ahora bronceada por el sol inclemente, el niño y el militar cruzaron miradas, rieron espontáneamente, de eso dio cuenta Eleuterio, seguramente un llamado, no quiso a esperar más, pagó saliendo rápidamente con el niño, Gustavo Adolfo sentado muy rígido miraba al niño al pasar, se puso cabizbajo, no entendía la anterior reacción, sus compañeros no daban cuenta de aquello, el seguido turno de corte fue para él, instintivamente tomó un poco de cabello del niño y lo puso en su bolsillo, el barbero dio cuenta de aquello limitándose a sonreír preguntándole si tenía hijos, a lo que el militar contestó que un varón, el barbero preguntó si era parecido al niño que salió recientemente a lo que el militar respondió proféticamente que no, su hijo pertenecía a un destino diferente, orgulloso sacó una foto del pequeño con su madre mostrándosela al barbero, pero éste les mostró a los militares que la solicitaban con inquietud, en las afueras de la barbería el orgulloso abuelo montaba a su nieto a caballo, emprendieron la cabalgata por los alrededores, Eleuterio amaba a su nieto, su razón de vivir, acariciaba a su nieto viéndolo fijamente, su nieto había estado tan cerca de su verdadero padre, vio el apego de ambos, por instinto espontaneo, instantes después de apearse del caballo quedaron refrescándose en las cristalinas aguas del río cercano a la ramada en la que vivían, el niño pudo ver los ojos enrojecidos de su abuelo preguntándole la causa a lo que respondió que seguramente era el polvo, ajá, simplemente polvo en el viento.
FIN DEL CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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