METAMORFOSIS 184
Hoyos.
La silueta de un muchacho masticando heno seco se reflejaba el el piso en aquella mañana a vísperas de la navidad de 1957, se había alejado de la gente con la que había llegado desde la capital, algo robusto y serio cavilaba, estaba ensimismado ante aquel lugar donde se encontraba, aquel hueco erosionado alejado un poco de la rivera del río le estimulaba a recordar aquel dìa de septiembre de 1948, recordaba el cuerpo de su amiguito Teófilo que por entonces tenía 12 años, sobre su cuerpito de entonces 8 añitos, recordaba ese desliz de pene por entre sus glúteos, recordaba el golpe de respiración sobre sus orejas y cuello, recordaba mordiéndose los labios aquellos besos, y sobre todo recordaba aquella primera vez que Teófilo eyaculaba un liquido transparente impregnado en la piel, ahora a sus 17 años lo recordaba con ambigüedad, pero quedaba el referente, aquel lugar en el que en varias ocasiones era el sitio de sus encuentros sexuales, por ahí casi nada había cambiado excepciones de la vegetación algo tupida por el temporal de lluvias que se daban en este periodo, Luis Alfonso suspiraba de solo pensarlo, tendió su ropa recostándose de lado quedando completamente desnudo, los dedos deslizaban por el coxis y la entrada del ano estimulándose de buena forma, Luis Alfonsio había adquirido un físico envidiable, lejos de pensar aquellas amistades de su padre que al muchacho de 17 años le gustaban los chicos de su mismo sexo, todo tapado con las apariencias y su posición social, continuó dándose placer, emitía en su susurrante voz el nombre de aquel amigo suyo, Teófilo, ahora tendría 21 años cumplidos, se preguntaba qué estaría haciendo ahora, en este momento, su deseo mental era que estuviese allí con él, que lo abrace y lo bese como sólo él lo hacía bien, dio un alarido entrecortado prolongado, ensalivaba los labios mientras se masturbaba y se manoseaba los glúteos, siguió y siguió masturbándose y estaba a punto de eyacular pero decidió detener ese instinto de autsatisfacción precoz, decidió detenerse y pensar menguando su acelerada respiración, estuvo relajado manoseando su pene peludo, ahora recordaba a Dagoberto, cerraba los ojos pensando en tantas circunstancias sexuales vividas, era el referente de su vida, aquel al que le dio su virginidad en aquella casa abandonada en la loma cerca de la pradera de monte tupido, aquella casa en ruinas que en buen tiempo atrás fue centro de acontencer en muchas vidas de aquellos habitantes del pueblo, aquella casa que representó un sitio de encuentro del poder, ahora nulo, ahora abandonado, ahora simplemente unas ruinas que motivan a defecar y micciar como también para hacer el amor, su pensamiento era diluido de a poco ante el casco galopante, cada vez era más cercano y cómo no iba a hacerlo si había dejado ensillado su caballo, con rapidez se vistió los más pronto posible, quedó a la expectativa en la entrada del lugar, vio acercarse la figura de un jinete que llevaba en su delante a un precioso niño, se trataba de su cuñado Nicolás y su pequeño hijo Daniel Nicolás que el próximo marzo de 1958 cumpliría los cuatro añitos, Luis Alfonso con sentimiento encontrado de timidez y alegría se acercó al jinete extendiendo los brazos hacia el pequeño que de igual forma le correspondía, de esa forma bajó al niño del caballo abrazandolo y acariciándole tiernamente, vio a su cuñado de 30 años bajarse del caballo, lo amarró junto al otro caballo, se sentaron a ver a lo lejos el correr de las aguas del río, Luis Alfonso le hablaba de aquellos lugares y con sorpresa Nicolás reconocía haberlos recorrido en su infancia cuando visitaba la estancia Buonanote con su abuelita Matilde que es intima amiga de Rodolfo Buonanote, el pequeño Daniel Nicolás jugaba con recorrer un palito en el piso haciendo garabatos, la arena se le introducía en las sandalias, hacía calor, su padre ler quitó la camisa y el pantaloncito que tenía puesto quedándose en calzoncillo, igual que su padre llevándolo a bañarse a la orilla, Luis Alfonso no se quedó atrás y se lanzó al agua, desde allí no dejó de observar el bulto mojado de tela amoldado por el pene de su cuñado, su boca a ras del agua emitía gestos de risas que Nicolás percibía con atención devolviéndose con sonrisas, el niño en un aparte jugaba con los montoncitos de arena que su padre había hecho para el efecto, dejó al niño para estar con Luis Alfonso, los abrazos y manoseos en contacto mutuo no se hicieron esperar, el apartado lugar seguramente daba para prolongarse con los besos apasionados, el niño a espaldas de lo que acontecía no daba a observar el abrazo de amantes dentro del agua asi como los roces de penes deseosos de hacer el amor, ni el agua calma las altas temperaturas de sus pieles, cerrados los ojos se prodigaban caricias y besos apasionados, detrás de Nicolás estaba el cuerpo de Luis Alfonso que dentro del agua se dejaba abrir los glúteos e introducir el pene en el interior de su ano, el muchacho de 17 años gemía ante los estragos sexuales que le daba un hombre de 30 años, quería más sintiendo sus cuerpos ligeros en el agua, Luis Alfonso deseaba sentir el peso de su amante así que le indicó aquel lugar, ese hoyo, tomaron al niño llevándolo a sentarse en la entrada de aquel lugar hasta dejarlo muy entretenido, sobre la arena se acostó Luis Alfonso viendo a su sobrinito de espaladas muy gusto del juego de arena y piedritas, las manos de Nicolás deslizaron el calzoncillo que Luis Alfonso se dejaba sacar, vio a su cuñado con el trasero descubierto totalmente desnudo y empezó a morderle los glúteos suavemente, a besarle repetidamente la piel de su espalda y trasero haciéndolo relajar, Nicolás sabía cómo satisfacerlo, le hizo alzar las piernas para besarlas repetidamente, y con cuidadao sus pies polvosos de arena, rato después le pasa la lengua entre los gluteos dejando considerables muestras de saliva y ese glande de pene erecto empieza a entrar tantas veces como fuese necesario, era tanta la excitación que no se controló en eyacular dejando el semen en las entrañas de su amante Luis Alfonso, al sacar el tronco del pene salía semen del trasero del joven de 17 años, ya para ese entonces tenía pelitos en la pelvis y el semen quedaba atrapado, Daniel lo hizo girar de cara a la caverna donde estaban, hizo que Luis Alfonso abriera las piernas mostrándose ese pene con arena, quería chuparlo y lamerlo así que los dos personajes desnudos se lanzaron al agua a vista inocente del pequeño Daniel Nicolás que a su muy corta edad pensaba que eso era normal entre su padre y su tío, los dos amantes retornaron al lugar, acostado con el pene erecto Luis Alfonso dejaba lamer y chupar su pene, ya ensalivado Nicolas abría su trasero colocando el glande Luis Alfonso en la entrada de su ano y así ya fijo iba descendiendo la humanidad de Nicolas sobre el pene de Luis Alfonso de tal suerte que el pene iba introduciéndose, ese movimiento de caderas era visto inocentemente por el pequeño Daniel Nicolás hijo de Justin Daniela, media hermana de Luis Alfonso, ambos pujaban ante ese ritual magnifico de cojerse así, así, así… gemían mordiéndose los labios, gemían sintiéndose el uno para el otro, crecía así su dependencia de cuerpos en contacto, lentamente cambiaron de postura perrito en la que finalmente entre tanto meter y sacar Luis Alfonso eyaculó sobre la espalda de su amante, los dos tendidos quedaron en el suelo de arena y polvo, sus cuerpos cubiertos de sexo, el pequeño se acostó entre los dos amantes, lejos estaba de entender el inocente Daniel Nicolas de lo que su padre y tío habían hecho, los tres acostados estaban mirando la tierra de la caverna gracias a los rayos de sol, Luis Alfonso vio los pies suyos que se parecían mucho en forma de dedos a los de su sobrinito, pero que curiosamente los pies de Daniel Nicolás no eran semejantes a los de Nicolás Arichabala, Luis Alfonso y Daniel Nicolás tenían la genética de Justin Daniela y el doctor Luis Daniel Pérez, fueron a bañarse quitándose la mugre y a vestirse para emprender camino hacia la estancia Pérez donde los esperaban sus seres queridos.
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La nieve caía copiosamente en la ciudad, se notaba el frío en el ambiente, toda la ciudad vestida de blanco en aquel tercer miércoles de diciembre de 1957, se podía ya pensar que este sería un fuerte invierno, a través de un radio se escuchaban las noticias cuyas ondas retumbaban en el frío interior de una habitación, se escuchaban gemidos de pereza de alguien recién levantado, bostezaba mucho, vio el reloj marcando la hora de asearse y vestirse para ir al trabajo, tendría problemas con encender el auto, de sólo pensarlo se inquietaba, vio a través de la ventana a una silueta moverse en los exteriores, se trataba de su atento vecino llegado de viaje, sonrió al verle por dentro, de súbito se lanzó en la cama a pensar, a compadecer al vecino, a su lado estaba ella la madre de sus dos hijos Sophie y Aiden que presurosa lo llevaba rumbo a la calle, pasó el tiempo de encender el auto y en el ytrayecto los vio salir de una tienda, les invitó a subir, ellos aceptaron, iban conversando del clima cuando de pronto un chófer imprudente hace una mala maniobra que casi hace colisionar el auto donde viajaban, una vez pasado el susto el hombre invitó a tomar unas copas en un apreciado bar, Leroy miró el reloj, se excusó ya que tenía el compromiso laboral de ir a retirar al jefe al aeropuerto, les pidió que los dejen en la estación central, el emocionado esposo manifestaban que tomarían un bus hacia el calido oeste a celebrar su tercera luna miel, y quien quita, que vendrían con una grata noticia de ya tener en ese encuentro de amor su tercer hijo, Leroy miró fijamente a la mujer que se puso cabizbaja, su conciencia dirá lo que su rostro expresaba, al llegar al terminal se despidieron con un fuerte abrazo, les deseó éxitos en su viaje, en pocos minutos estuvo en el aeropuerto estuvo puntual a recibir a su jefe e hijo, durante el trayecto no hubo preguntas ni respuestas, era frío el ambiente, Leroy sintió una palmada en el hombro y sobre él tomó un simpleregalo obsequio de viaje del patrón, ya lo abrirá al llegar a su cuarto, en su soledad, pues su mujer e hijastro fueron de visita al inetrior del país a pasar el invierno por unas semanas, era su deseo como todos los años de acompañarles pero esta actividad le impedía, prometió estar con ellos antes de navidad y si no hubiese alguna novedad en su trabajo, el tiempo transcurría, ya era hora de ir a su cuarto, su ronda de trabajo culminaba, estaba tan animado a salir cuando de repente se escuchó un grito desgarrador, presuroso fue al lugar de donde había salido el ruido, al caminar escuchó de improviso unas carcajadas, al llegar para su sorpresa vio recostado al hijo del patrón sobre unos cojines, a su lado estaba un objeto pesado que cubría su pecho, parecían pesas olimpicas sacadas de un bolso de cuero, Leroy le ayudó a levantarlas, ya para es emoemntoe estaba el patrón viendo con seriedad el momento de la escena, el patrón autorizó que Leroy se fuese a casa, que se lleve el auto considerando el tiempo, Leroy miró al muchacho, pese al viaje aún tenía inseguridad y llamaba la atención, no maduraba, se daba por engreído, qué oensar sino de un hijo así que era único y engreído, heredero de una fortuna, al pasar en dirección al auto se vio con Thomas, se dieron un corto saludo, su hermana llegaba en es emomento, se despidieron, iba camino a su hogar, pensaba en pedirle permiso al patrón para estar con su familia en el interior del país del norte, la llegada al hogar tardó un poco, luego de estacionar el vehículo se encontró en la puerta principal con la venerable anciana que era su vecina, le hizo gestos al hombre para que se acerque, tenía un problema que la calefacción no funcionaba bien, de inmediato revisó el problema, se dio cuenta que era algo simple de solucionar, le dijo que iría al auto por las herramientas, pero no estaban las que necesitaba para el efecto, así que le dijo a la anciana que tenía otras herramientas en el cuarto y que ellas podrían solucionar el problema, le calmó la angustia diciendole lo adecuado de la solución, así que fue por ellas, se demoraba en encontrarlas entre tanto traste, escuchó un sonar de puerta, sonrió al escuchar pasos, eran los de ella, Sophie, se acercó a verlo buscar, dijo que su abuelita le había dado la orden para ayudarle a buscar y cargar si era el caso, ya en su delante estaban las simples herramientas, de un simple impulso rodeó del brazo hacia la cadera de la pequeña alzandola y marcandola haciendo giros, la marcaba con gusto acercandose a la cama donde la acostó lentamente “¡vamos a jugar!” “¿quieres?” ella acostada en la cama asentía, se dejóa sacar lentamente la ropa de invierno, él animadamente así parado se bajaba el pantalón y el calzoncillo, le mostraba el pene agitado “¡mira tu juguete!” “¡quiere jugar en tu cuevita!” “¿lo dejas?” “¿verdad?” ella asentía, le gustaba, sin duda, se mostraba en su rostro unfantil aquel deseo, sus ojos se cerraron al sentir que en su vagnita se deslizaba el glande y se rozaba entre los labios vaginales, e glande empujaba la entrada de la vaginita “¡aahhh!” gemía, “¡aahhh!” lo sentía que entraba, “¡aahhh!” el dolor se incrementaba “¡ya no!” “¡duele!” Leroy rozaba ahora los labios vaginales por fuera, y de nuevo lo ponia para penetrar, “¡aahhh!” “¡aaahhhh!” las manitos se aferraban en los brazos, “¡duele!” “¡ya!” “¡ya!” le dio de golpes en los brazos a Leroy para que la suelte, eso indignó al adulto, sin lugar a dudas Sophie era muy sensible, lentamente Leroy se apartó con algo de molestia al no sentir la colaboración de la nena, se la notaba irritada, eso seguramente porque la abuela le hizo correctivos por una travesura hecha en el cuarto, pensó mejor que era el moemnto de ir a arreglar el desperfecto, bajaron juntos la escalera, Sophie notaba que al arreglar el desperfecto Leroy no le dirigía la palabra, a su lado estaba el pequeño Aiden muy atento ayudandole con pasar herramienta, al pequeño le gustaba estar siendo útil y que Leroy lo tome en cuenta, la anciana observaba con gusto el arreglo, le preguntó por el valor d ela reparación, Leroy le dijo que no era nada, gustosa le invitó a servirse comida, sentados en el comedor los adultos conversaban del estado del tiempo y la economía del país, vio el reloj y le dijo a la vecina que debía ir al cuarto a arreglar un desperfecto mecánico, al oir eso Aiden brincó alegre pidiendole permiso a su abuela para que le de perso e ir acompañando a Leroy a areglar ese desperfecto, Leroy dijo que no tenía inconveniente alguno, la anciana asintió en señal de aprobación, Leroy lo tomó de la mano al niño llevandole al cuarto, fueron al fregadero y el niño gustoso le pasaba las herramientas, fue corto el tiempo que estuvieron allí, le acarició el pelo en señal de agradecimiento, lo marcó y lo condujo a su cuarto, lo acostó en la cama haciendole cosquillas, allí quedó acostado en la cama el precioso niño, vio a Leroy que entre cosas sacaba un libro, se sentó para observar, se trataba de jente desnuda haciendo sexo, Aiden sonreía al pasar cada página, le dijo que observe el libro mientras él iba arreglar algo en el baño, el niño asintió la orden, Leroy entra al baño sacandose la ropa, hacía girar una válvula de calefacción, de pronto la puerta se mueve dando a notar la presencia del niño que vio a Leroy completamente desnudo, por un instante se vieron sonrientes, le hizo señas para que ingrese, el niño tenía el libro en mano, Leroy se sentó en el inodoro con el pene hecho mástil, el niño lo vio sentarse siendo llamando para que se siente encima de el adulto, al hacerlo vio que por debajo del short salía el pene erecto del adulto, tomó el libro e iban viendo las paginas, mientras hacían eso la nariz de Leroy recorria el cuello de Aiden, le besaba la nuca y lamía la oreja, pasaba la nariz por el pelo cerrando los ojos disfrutando de sentirlo así al niño, le dijo que le muestre cuál pagina le gustaba con figuras, Aiden dijo aquella, Leroy sonrió dandole un beso en la mejilla, “vamos a jugar” “ven” caminaron a la cama, Leroy volvió a ocultar al libro entre esas cosas, el niño alegre estaba sentado en el extremo de la cama agitando sus pies, Leroy se acerca acariciandole el pelo “vamos a jugar con lo que elejiste” “¿ok?” en la cara de Aiden se dibujaba la alegrìa y le respondía moviendo la cabeza afirmativamente, lentamente le sacó los zapatos de esos lindos pies bien formados con dedos alargados, las manos recorrían sacandole el pantalón de invierno, manoseaba las piernitas rellenitas luego los labios recorrian la piel de las piernas, lentamente le fue quitando la ropa que llevaba puesta, se acercó a besarle el pecho y chuparle los pectorales, le besaba repetidamente el ombligo lo que hizo que se acostase en el cama, allí Leroy continuaba dándole besos repetidamente en el cuello, mejillas y frente, el niño vio que las manos de Leroy iban deslizando el short hasta sacarlo por los pies, se vio desnudo completamente, Leroy ahora le daba besos en el penecito “recuerda que así estaba en la página” le dijo animándole, “ven, acuesate bien” se acostó a piernas abiertas como estaba en la figuras de esa pàgina, “ahora vas a sentir rico” la lengua de Leroy rodeaba el tronco del pene, pasaba por entre los testiculos lo cual hacía sonreír al pequeño, se introdujo el tronco del pene en la boca tal como estaba en la figura, Aiden sonreía, le gustaba, chupaba y sacaba, chupaba y sacaba, chupaba y sacaba, Leroy reía junto al niño, “ahora hagamos la otra que viste y te gustó” Leroy se puso en cuatro en el suelo “hazlo” “anda” le dijo, el niño con sus manitos se apoyaba en los hombros de Leroy haciendo que su pelvis roce el culito del adulto, el penecito razaba la entrada del culito de Leroy “lo estás haciendo bien” “sigue precioso” “sigue” “no pares” “sigue” Aiden emocionado continuaba “sigue” “tendrás tu premio por jugar bien así” “sigue” “sigue” el culo de Leroy sentia esos apegos de la pelvis de Aiden y en algo sentía el roce de su penecito erecto, Aiden se mostraba en confianza, ver ese cuerpito desnudo aferrado a ese cuerpo adulto daba una imagen sexual sin precedentes en el acto de hacer el amor, con el tiempo se apartó, se sentó a mirarase el rosáceo pene, Leroy le acariciaba el pelo y le besaba las mejillas “buen chico” “estoy muy orgulloso de tí” “ven” “vamos a seguir jugando” lo marcó poniendolo en la cama, el niño obediente se puso apoyado con sus manitos en el colchon, sus rodillas dobladas se posaban sobre el colchón dando la figura de una persona en cuatro “ahora me toca a mí” “ya verás que rico que se siente mi amor” fue por crema y le puso varias veces en la entrada del culito “con esto sentirás más rico mi precioso”, el pequeño no vio el instante en que el glande rozaba con crema ese culito pero sintió el momento de que el glande punteaba el traserito, “siente que eres mio mi precioso” “eres mío” “sólo mío”, “mi amor”, las manos de Leroy se apoyaban en los hombros del pequeño sujetandose y moviendo así las caderas deslizando el pene entre el culito, lentamente se fue acostando de cara en las almohadas, una de ellas la puso sobre el vientre del pequeño para empinar el culito, lo abrió y puso el glande entre los glúteos y empezó a meterseolo al aguante del niño que al sentir molestía le decía “me duele” “me duele” aún estaba cerradito pese a su edad corta, vio que su glande rozaba la separación de esos gluteos, lo volvió a meter sintiendo que algo entraba, empujó un poco más y el niño comenzó a bufar “me duele” “me duele” “ya no” “ya no” para Leroy había pasado el esfinter, ya no sentía esa obstrucción sin embargo decidió mejor rozarle por la entrada, de tanto roce sintió que iba a eyacular así que lo metió despacio por el culo, Aiden sintió un liquido dentro de sí, el resto de semen quedaba en los gluteos pues allí descansaba el pene, lentamente los dos cuerpos desnudos salieron de la cama en dirección al baño, Aiden se sentó en el inodoro pujando y orinando mientras Leroy abrría la ducha limpiandose el pene lleno de semen, el niño miraba ese manoseo de pene “¿te gustó el juego?” “dime” Aiden asentía, “podemos jugar siempre que tú quieras venir aquí” “te daré regalos por jugar conmigo” “sólo que debes guardar nuestro secreto” “no debes decirle a tu familia” “¿ok?” Aiden volvia a asentir, se apartó del inodoro viendo lo que había defecado Leroy se puso a su lado viendo los restos de excremento con semen, lo abrazó y lo marcó diciendole “¿te doliò?” el niño responde “un poquito” le dio un beso en la mejilla, jaló de la cadena y vieron cómo el semen y el excremento se desaperecía en ese remolino de agua, salió del baño con el niño marcado, lo acostó en la cama haciendole cosquillas “vamos a despedirnos haciendo el último jueguito” “ven mi precioso” lo acostó en la cama y el se sentó con cuidado en el abdomen del niño, “abre la boca” Aiden la abre y ve que el pene de Leroy se acerca, se lo mete despacio al aguante d e tal manera que el glande no roce mucho con el paladar para no hacerle toser, al salir un poco se notaba al pene suspendido en el aire “ahora pasa la lengua” “así” “así” “muy bien” la lengua ensalivaba el pene “listo” “ya está por hoy” “vamos” “ven”, lo sentó en la cama besandole las piernas poniendole las sandalias, lo puso en pie poniendole la ropa de invierno, fueron a la cocina y al abrir el refrigerador sacó un poco de helado, “toma, sírvete” “eres un buen niño” “juegas muy bien” el niño muy contento se sienta a disfrutar del helado en eso tocan a al puerta era Sophie que entró viendo a su hermano disfrutar del helado, ella se sentó viendo a los alrededores, Leroy estaba indiferente con la niña, ella lo notaba así, quedaron en silencio, Aiden terminó su helado, Leroy le despidió junto con Sophie diicendole al niño “te has ganado tu helado por ayudarme y ser un iño bueno” esa frase llenó de celos los sentimientos tiernos de Sophie que condujo a su hermanito de un hombro hacia la casa arriendo, el resto del día Sophie la pasó mal, acostada en su cuarto pensaba y anhelaba tener de buenas a Leroy.
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Luis estaba galopando lentamente bajo la arboleda de su propiedad herencia de sus padres, pensaba que desde hace muchísimo tiempo no tenía noticias de aquel campesino, sus viajes a los diferentes puntos del país pregonando sus negocios lo habían distanciado de él y su medio hermana, era el momento de visitarlo, por una razón muy especial, galopó tanto que pronto vio a una niña que desgranaba maíz, Amarilis, vio la figura de aquel jinete y sonrió corriendo hacia dentro de casa saliendo presurosa de la mano del campesino con amplia sonrisa, los tres se abrazaron cordialmente, del morral sacó un regalo, le pertenecía a la niña en su día de su quinto cumpleaño, se sentó en el piso muy alegre sacando el juguete de entre la papelería que le cubría y era una linda muñeca parlanate, la acariciaba y la abrazaba como si estuviera viva, los hombres gustosos observaban la escena tierna, el padre orgulloso marcaba a su hija, Luis gustaba verlos así, recordaba como flash en su mente salidos los pensamientos de su niñez cuando sin saber que ese campesino era su padre le prodigaba seguridad y cariño en los paseos por el campo a caballo o cuando lo llevaba de las manos, ahora Luis con sus 34 años visitaba a su padre aquel campesino semi analfabeto de 62 años, tomaron café comiendo pan y queso artesanal con mantequilla, ahora las miradas estaban puestas en aquellas fotos de Luis siendo niño y de sus difuntos hermanos, allí etsaba también la foto de Amarilis siendo bebé, le extranó a Luis no observar las fotos de Lucrecia con el campesino, seguramente las había puesto en otro lugar, lo comprendía, Lucrecia había decidio hacer mejor vida en la capital dejándole al campesino al cuidado de la pequeña Amarilis, Luis sabía con detrminación el origen de la pequeña, cabizbajo sin poder ver el rostro de su padre se metía en meditaciones profundas sobre ese aspecto de vida de la pequeña, la mano de su padre sobre su hombro lo sacó de la profunda meditación, era duro decirle la verdad a su padre viéndolo tan ilusionado con la pequeña la cual era su compañía ya que su cuñado Dagoberto ya muy poco visitaba a su sobrina pasando más tiempo en la capital, había seguido a su hermana en rehacer su empleo, hablaron sobre los nuevos negocios agropecuarios, se talaban muchas hectáreas de bosques para realizar plantaciones de banano, cacao pero sobre todo de café, comentaron acerca de las contrucciones de carreteras, tendido de líneas telefónicas, luz eléctrica y canales de riego, todo hacía suponer que el progreso llegaba a quedarse y con él la innovación tecnológica, pues la maquinaria hacía su aparición en el agro, hace semanas se había celebrado un referéndum aunque la gente lo consideraba de otra forma, vendría un gobierno supuestamente sólido con garantía en los derechos humanos, la tertulia continuó hasta bien entradas las horas de la tarde, el campesino ratificaba su cariño a su hijo agradeciendosle la visita, Luis apesadumbrado se había enterado que su padre había vendido el negocio en el pueblo, a fin de cuentas, el campo era su destino de vida pero se preocupaba por la situación de la pequeña Amarilis separada de su madre sólo tenía al campesino de protector allá en ese montaña alejada del pueblo con lo simple para subsistir, la edad del campesino estaba pasando factura en su rendimiento en actividades agrícolas, era su padre, lo sentía en el tuétano de sus huesos y en su respiración, bastaba ver sus sonrisas similares y su forma de caminar inconfundible, así como sus lunares, padre e hijo se despidieron, Luis se despide con la promesa de volver más seguido, a la niña prometió trearle otras cosas bonitas, el campesino marcando a la niña despedía al jinete perdiéndose su figura por la arboleda, la niña Amarilis vio lágrimas en el rostro de su padre desplazándolas de las mejillas con sus deditos.
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Se sentía solo en aquella tarde a vísperas de la navidad, su padre Carlos Felipe del Olmo lo había invitado a celebrar el cumpleaños de su esposa que coincidía con la cena navideña familiar, pero Serafín de 28 años decidió pasear en su auto con destino al campo, donde estaban sus orígenes, lo esperaba su entrañable Gumersindo, quería escuchar las siempre acostumbradas historias de sus orígenes, de su madre en especial quien al nacer ofrendó su vida, el joven abogado no dio cuenta que un auto desde hace muchos días venía en seguimiento ante sus movimientos y desplazamientos, a prudente distancia iba siendo monitoreado, una mujer con gafas oscuras lo seguía agarrada al volante gracias a sus finos guantes de cuero sintético brilloso, lo siguió hasta la entrada del pueblo al desvio de aquella propiedad, se detuvo y desde lo alto de una loma vio aquel auto del abogado que se estacionaba en una casa de madera de principios de siglo XX de donde salía un hombre de edad madura que con amplia sonrisa con brazos abiertos alzados lo recibía cálidamente, la mujer arrimada al auto sonreía anotando algo en su libreta, prendió un cigarrillo el cual fue consumido lentamente, en cada boconada y exhalada la mujer emitía una amplia sonrisa por esos labios pintados de rojo púrpura, vio la posición del sol, se preocupó por la hora, sabía que estaría a punto para cenar con su querido Raúl, su militar favorito con quien tenía un idilio formidable, aceleró la marcha para ganar tiempo y estar próxima a su encuentro, iba aprovechar en esa cena para que se defina la situación de ambos pues deseaba que Raúl se separe de Elena ya que los hijos ambos, Melquiades de 22 años y Heriberto de 13 años ya estaban grandecitos para hacer su vida aparte de su padre, pues como le comentaba Raúl la vida que llevaba con Elena era muy fría desde la muerte de su segundo hijo Domingo por descuido siendo culpada Elena por no ser madre abnegada, la venida de su tercer hijo, Heriberto, nombre que llevaba del mejor amigo de los esposos, no los unía pues primaba aquel dolor y aquella consecuente indiferencia, todo ese argumento era valido en la mujer para aconsejarle a su amante Raúl a que se separase de su familia, bajó la marcha para encender otro cigarrillo y continuar con su trayecto, luego de algunas horas llegó a una amplia central telefónica, tuvo paciencia, habían muchos usuarios, pero a tiempo convenido estuvo para hacer la llamada, del otro lado de la línea una gruesa mano agarraba el auricular de sus dedos salía el brillo del oro de sus aros y esclava en la muñeca, el hombre asintió, tomó nota de lo que la mujer le dictaba, se dio de amplia sonrisa mientras registraba la información escrita, todo era valioso, le dijo a al mujer que en enero de 1958 estaría por allá de visita, que se mantuviera a cierta distancia y que al abogado no le perdiese de vista, antes de colgar de forma cordial le deseó una feliz navidad y que la siguiente semana visite el banco pues se encontrará una cantidad con cifras de 3 ceros, la mujer agradeció, quiso continuar con la frase complementaria de agradecimiento pero desde el otro lado colgó con vehemencia dejándola con la palabra en la boca, no le extrañaba esa actitud, así era aquella persona que la había contratado, era de esperarse esa prepotencia de un Arichabala.
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La fiesta de navidad fue opulenta en aquel año de 1957 en la casona de Carlos Felipe del Olmo festejando a su esposa Noelia en compañía de sus hijos y algunos invitados íntimos, la esplendorosa Noelia cumplía 48 años de vida, la foto posando con sus nietos fue la más vistosa, era una abuela muy joven, la fiesta estaba en todo su esplendor, lejos de la casona estaba un indigente con su perro arrimados por el cerramiento, se acerca un hombre bien vestido con un recipiente que contenía comida y otro que contenía bebida, agradeció repetidamente el gesto a los hombres, la mitad convidaba a su leal can, suspiraba profundamente mientras comía viendo la noche, la desesperanza le vino al alma, sólo tenía a su fiel guardián a su lado, a más de aquel símbolo que el destino le había propiciado, era la fina daga brillosa de marfil, brillaba tanto en la noche que su constante y recurrente pulida se hacía notar ante el paso de los pocos transeúntes pues ya se acercaba la noche buena, entre ojos semi humedecidos pensaba su vida, recordaba su infancia, aquella en que había vivido con opulencia, recordaba aquella ropa fina que portaba, recordaba la sonrisa de sus padres y de su hermano menor, le vinieron los recuerdos de aquella mesa opulenta, de sus primos y tíos jugando en el amplio jardín, recordaba a su único abuelo a quien conoció en vida y que poco tiempo después se iría hacia el llamado del creador, el indigente recordaba aquellas navidades de su infancia con mucha nostalgia, vio por la cerca del amplio jardín a muchos niños que jugaban detrás de un balón, uno resaltaba en porte y edad, el indigente puso mucho atención en el muchacho, el balón llegó a a la cerca y fueron tan cerca sus miradas que para el indigente la cara del muchacho le fue muy atrayente recordándole a alguien muy especial, le recordaba a su entrañable amigo, sí, a quien lo había buscado por mucho tiempo bajo la promesa de emprender un acto de vida que se habían prometido consolidar, la venganza hacia aquel impío, tenían una tarea en común, el muchacho primeramente correspondió a la sonrisa y lo propio en venia del indigente que lo saludaba con respeto, pero se asustó al ver que del cinto el indigente sacaba su daga, el muchacho pensó lo peor y agarró al niño que estaba a su lado alejándose y yendo al grupo, les indicaba que no se acerquen a ese lugar por donde pululaba el indigente y el perro que lo acompañaba, lo que el muchacho no entendía que el indigente deseaba hablar con él, se movía emocionalmente tanto que se delataba el pobre hombre ante la vista temerosa de los niños, eso dio para que irónicamente quienes se habían acercado a darle comida y bebida le pidiesen al mendigo que se retirase del lugar, así lo hizo, pero luego de horas de la madrugada desde distancia prudente vio salir al muchacho junto con su madre que entraban en un auto lujoso al servicio del chófer que les abría la puerta, el indigente sonrió de una forma que parecía algo desencajada, lo había encontrado, si, ese era su objetivo, era la persona, era el hijo de quien había sido su gran amigo, los siguientes días serían de un acercamiento constante al lugar.
FIN DEL CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO CUARTO EPISODIO
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