METAMORFOSIS 185
Necesidad.
Se alzaban las copas en aquella casona victoriana a luz eléctrica, se cumplían los primeros meses de instalación, no se había escatimado el gasto en la instalación por los alrededores, el dinero de muchos terratenientes estaba bien invertido, ahora la planta de enlatado funcionaria mejor, Rodolfo brindaba con su compañera sentimental con su nieto el jovencito Leandro, también se encontraba Luis el nieto primogénito del dueño de casa, los cuatro en la mesa, Amacilia un poco triste por no poder contar con la presencia de su querida nuera y amado hijo en este fin de año, no alcanzaron transporte a tiempo pero estarían con ellos al día siguiente, Rodolfo brindaba hablando con su lenguaje nativo lo cual medianamente había aprendido Luis que con frases entrecortadas le respondía asintiendo, el anciano de 87 años le decía que estaba en el ocaso de su vida y que debería saber la “esencia” de su vida, que estaba triste, pues un pariente suyo había fallecido, todo lo que le quedaba de representación de su generación estaba sólo en él con vida, que era el momento de decir muchas cosas a la generación de sus nietos lo que no había hecho con la generación de sus hijos, Luis algo somprendido preguntó de que se trataba, antes de responder el anciano le hizo gestos a su nieto para que lo acompañase al gran balcón, fue conducido llevado de hombros, antes de sentarse el anciano abrazó a su nieto con mucho cariño y férreo abrazo diciéndole afirmativamente que era su nieto primogénito, el que debería llevar la historia de vida familiar, entre otras cosas, la fortuna que por ancestros de derecho le correspondía, Rodolfo estaba en sus cabales cuando le manifestaba a su nieto Luis en aquella noche de navidad, a solas, que pertenecia a una gran familia noble que estaba en concordancia con la historia de la humanidad, Luis cada vez más sorprendido con la expresiones de su abuelo tragaba la recurrente saliva, Rodolfo dijo que en un hoyo, si, en un hoyo, tan insignificante, estaba la estabilidad económica de su estirpe hasta una posible décima generación con riqueza ancestral y que él había contribuido a fomentarla, Luis interrumpió, hizo un alto al relato de su abuelo, diciéndole que por qué entonces de ser así permitió que le cercenen cierta cantidad de tierras dándoselas a los campesinos, Rodolfo con mirada firme le decía a su nieto que era pantomima, que guardaba las apariencias y que además quiso ver la valía de su yerno Carlos de Felipe del Olmo esposo de su hija Noelia, Luis le preguntó si eso afecta a su decisión ahora de peremitir tecnificar sus tierras, a lo que Rodolfo le dijo a su nieto que estaba en el punto, Rodolfo dijo que pertenecía a una generación cuyo conocimiento de tecnología era limitado con el que ahora se pretende imperar, y es por ello que ahora él, su nieto primogénito tendría que tomar la posta generacional, no tanto era producir tierra y màs tierra sino producir oro más oro, Luis abrió los ojos, comprendiendo las intenciones, Rodolfo le dijo que por ahora supiese de sus intenciones con su trabajo para con el futuro, era el más indicado para fortalecer la fortuna Buonanote, Luis asintió obediente diciéndole qué es lo que debería hacer como primer paso, Rodolfo se levantó de súbito bruscamente diciéndole con voz firme: una familia, si, el abuelo del nieto primogénito quería ver una familia, urge, el tiempo es corto, Rodolfo deseaba de Luis una perpetuidad de sangre, más que de apellido, Rodolfo desaba un bisnieto varón de su nieto primogénito así como el que ahora tiene su primo Gustavo Adolfo con Isaurina Arciniegas, el segundo nieto en línea de sucesión de Rodolfo Buonanote, eso realmente quería Rodolfo Buonanote, aquella perpetuidad sálica en Luis, su nieto primogénito, no importase el apellido Izaguirre que Luis tenía de su supuesto padre, Rodolfo sabía quién era el veraddero padre de Luis su nieto primogénito, el veradero padre era aquel campesino, lo que importaba que Luis llevaba la sangre de su difunta hija Andreina, Luis cabizbajo no atinaba a respuesta alguna, a sus 34 años era el momento de sentar cabeza y dejar la vida de soltería, Luis hizo una mueca de gesto y para sorpresa del anciano recibió una negativa diciendo que él era libre, dueño de su fortuna a la que ya no pedía más, su hablar era conformista, en cuanto a la familia, no la ponía de condición para conducir el destino económico familiar de su abuelo, con ese argumento Luis trataba de ocultar su impotencia de tener mujer de compañera sentimental pues su inclinación al de su mismo sexo era realmente lo de su mayor elección, el anciano con iracunda expresión ante ser desaprobada su propuesta insistió en que reflexionase de buena manera, no era correcta su aseveración, Luis se acercó a su abuelo y con mirada firme le dijo que los tiempos han cambiado y esa ley sálica quedaba ya en el pasado con la caída de los imperios en Europa, que en este tiempo actual había otra Europa, más democrática, más participativa, como lo que trata de ser actualmente el país de la canela libre de tiranía, Luis se identificaba con el “caudillo” para sorpresa de su abuelo Luis le dijo que no aceptaba condicionamientos que si deseaba para él la perpetuidad de fortuna familiar bien podría haber otro modo, Rodolfo preocupado asimilaba conciente lo que desde años se rumoraba en las caballerizas, de lo que escuchaba en el campo, el anciano tragaba saliva sin desencajar la firme mirada, daba crédito entonces a lo que escuchaba como rumores en el campo y en el pueblo acerca de la sexualidad de su nieto primogénito, lo había rechazado, se resistía a creerlo, pero ahora, lamentablemente, esos gestos amanerados junto con las recientes expresiones daban confirmación con lo que en aquella noche a medias Rodolfo pudo notar en el cuarto de Luis, el sonido de gemidos entre Luis y alguien más en su cama, el anciano abrió sus ojos, se agarró bien del sillón preguntándole el por qué no formar familia ahora, quería saberlo de labios de su nieto primogénito, Luis estaba ya acalorado por la vehemencia de los inquisidores cuestionamientos del anciano terrateniente, sumado a su estado etílico de tantas copas tomadas con vehemencia en la conversación sostenida no tuvo reparos y habló estimulado por aquellas copas de brandy bebidas copiosamente, dijo que la imposibilidad de tener familia en parte se lo debía a Lastenio, aquel mulato, Rodolfo asombrado se limitó a escuchar, su palpitante corazón e instinto europeo habían condicionado para aquello: sólo escuchar de Luis su confesión, aquella evolucionada metamorfosis siendo niño, le confesó a su abuelo su verdadera inclinación sexual usando el lenguaje nativo de su abuelo, el anciano con sus manos entrelazadas hacía puños, no daba crédito a lo que escuchaba cuando el borracho Luis se refirió a que su difunto tío René lo desvirgó muriendo éste a los pocos instantes de haber realizado el hecho sexual, los ojos del anciano ya para entonces estaban humedecidos de lágrimas, hablaba en su lenguaje nativo a lo que respondía su nieto con pocas palabras, ambos alzaron las voces debilitándose el sonido al pasar el tiempo, fue eso motivo para que Amacilia y su nieto se acercasen a abuelo y nieto pese a que no entendían lo que hablaban, Rodolfo miraba el rostro de su nieto a la vez que observaba el rostro del nieto de Amacilia, Luis decidió salir tropezando con objetos de mesa, cuando Luis pasó por el costado del muchacho y con su brazó se aferró con su mano en el hombo, el muchacho miró cabizbajo, Luis salió de la habitación, Amacilia tocó la puerta entrando luego y se acercó a consolar al terrateniente, por un instante el muchacho los acompañó saliendo luego de la habitación en búsqueda de Luis, lo encontró decaído sentado sobre una silla de su habitación pero luego feliz al verle, no dijeron palabra alguna, acercaron sus rostros frotándose las mejillas para luego fundirse en besos apasionados consoladores, el muchacho quiso articular palabra, pero los dedos de Luis topaban los labios juveniles sólo para luego besarse repetidamente con pasión, el muchacho le dio un beso en la frente y salió de la habitación, Amacilia caminaba ligeramente contrariada por el estado de Rodolfo, no era bueno para su salud aquellos sobresaltos del licor como le hacía conocer su compañera sentimental, no lograba comprender el cambio repentino de humor, Rodolfo había pedido estar en soledad, la anciana había cumplido aquel deseo saliendo lentamente de la habitación, a la mujer le preocupaba que el anciano no paraba de llorar aferrada a su mano a la copa del brandy predilecto.
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Las manitos sostenían el penecito que lanzaba orina sobre las piedras apiladas en el muro, el hombro estaba arrimado sobre el rincón de la pared del muro, los ojos miraban la salida de orina del pene, se soplaba el pelo lacio que caía por su frente tapándole en algo ese pelo la visión de sus movimientos de manitos en ese penecito, sonreía agitándoselo, algunas gotas cayeron cerca de sus sandalias rozando los deodos de los pies, levantó su mirada viendo hacia detrás como tratando de esconder su penecito guardándolo rápidamente dentro de su pantalón corto, vio a su amiguito que instantes atrás estaba detrás viéndolo orinar, el amiguito tenía la manito derecha dentro de su pantaloncito corto sobándose el traserito, Venancio vio el movimiento de manos del hijo de Marcelo Heriberto Alpízar y de Amarilis Rodríguez a los que se refería como patrones de su madre dueños de aquella lujosa casa ubicada en la ciudadela militar donde trabajaba de sirvienta y en esta ocasión estaba allí pues su madre lo había llevado junto con su hermana para ayudar en el aseo de la casa, a Venancio le había tocado asear la pequeña caseta alejada y allí estaba limpiando cuando se aparece el pequeño único hijo de los patrones dueños de la casa, ambos niños arreglaban el lugar, era poco lo que se debía hacer, acomodar una que otra caja y limpieza de estantes ubicando objetos en las cajas referidas, en uno de esos movimientos el amiguito quedó delante de Venancio encorvándose en el arreglo de cajas cuando lo sostiene por detrás llevándolo a paso lento a un rincón de la caseta alejado de la puerta para deslizarse los panatloncitos cortos y calzoncillos dejándose ver los penes, el pequeño estaba algo sorprendido de tener cerca a su pene otro de niño más grande, era la primera vez por la que pasaba esto, sobre una caja grande de madera lo acostó a su amiguito de cara a la madera algo encorvado entallándole el penecito haciéndolo deslizar entre la separación de los glúteos, su mentón se apoyaba sobre el pelo de Heriberto, esto, al mismo tiempo en que lentamente le hacía al movimiento de cadera, el amiguito no se movia, estaba aún sorprendio, era la primera vez, luego rápidamente se subieron la ropa, se miraban, Venancio sonriente, el pequeño algo sorprendido, el primero en salir a orinar a causa de tanto frote de pene fue Venancio y le siguió el inocente Abner de cuatro años de edad que es menor a la de Venancio de ocho años, le hizo ese “jueguito” a Abner pues no tenía idea de aquello, ni trató tampoco de explicárselo a su amiguito por qué hacían ese ”jueguito” ahora los niños caminaban por el amplio jardín rodeando la caseta que habían aseado iban en búsqueda de escoba y recogedor con un saco, notaron la presencia de un indigente acompañado por su perro que caminaba pausadamente por la acera que daba al cerramiento, les hacía ademanes para que los niños le regalasen el saco, el sobresalto en Venancio fue inmediato tomando del brazo al pequeño Abner que estaba muy cera de la reja de cerramiento, lo apartó del lugar llevándolo en dirección a la caseta poniéndole así en buen recaudo, desde la puerta vieron temerosos al indigente que se alejaba por la calle con mirada fija en el pequeño Venancio quien cubría al precioso Abner, arrimados a la puerta de la caseta Venancio vio a todos lados, ya el hombre se iba, luego barrieron los alrededores jugando a rato con la escoba con cierto forcejeo cayendo al piso el pequeño Abner, allí en el suelo acostado abrió las piernas agitándolas graciosamente evitando ser topado por la escoba con la que jugaba Venancio haciéndole leves acometidas, en uno de esos movimientos la punta del palo de la escoba rozó el traserito vestido de Abner Alpízar de cuatro años, el cual quedó quietecito dejándose rozar la madera del palo por su traserito vestido a lo que Venancio reía seguidamente con tanto movimiento del roce del palo, allí acostado vio Abner a su amiguito Venancio que se manoseaba el penecito vestido de ocho años, insinuándole entrar nuevamente al lugar, posteriormente lo que hizo Venancio fue levantar a su amiguito Abner llevándolo abrazado hacia el interior de la caseta a pasos rápidos, allí dentro Abner vio el dedo índice de Venancio que se lo llevaba a los labios en señal de silencio y prudencia pues el niño desde la puerta indicaba prudencia y que se quedase allí paradito muy quietito, para ello lo fue llevándolo a un rincón de la caseta apartado de la puerta, allí lo sentó juntando sus manitos y piernitas, lo dejó allí y salió por unos instantes caminando furtivamente por los alredeores del amplio patio, Venancio vio por la ventana a su hermana que seguía limpiando el amplio salón junto a su mamá que conversaba con la dueña de casa, regresó corriendo a la caseta donde aún se encontraba Abner sentado y arrimado a la pared de la caseta, tal y como le había ordenado, Venancio sonrió al verle la carita a su amiguito Abner, en su delante se rascó el pene vestido lo cual dio cuenta Abner, al entrar aseguró la puerta como lo había aprendido de su iniciador Luciano para estar seguro de no ser visto, el ambiente del interior se puso medio oscuro de no ser por los rayos de sol que entraban por los tragaluces altos de aquel sitio, se acercó a Abner haciéndole poner de pie y además poniéndose detrás tomándolo de los hombros con las dos manos conduciéndole hasta donde estaba una improvisada pila de cartones que la hacía de cama en el suelo, por detrás Venancio le bajó el pantaloncito corto y el calzoncillo, Abner veía a su ropa deslizarse por sus piernitas llegando a los tobillos, luego, Venancio también se bajó la ropa a los talones alzándolos para quitárselos, le ayudó a Abner a alzar sus pies para liberarse de la ropa, se vieron los penes, Venancio con la yema de sus dedos se tocaba el suyo que ya estaba muy erecto, mientras que veían el pene de Abner flácido, le dijo “Abner, ahora lo vas a ver jugar” sus dedos estiraban el penecito, cabizbajo Abner miraba cómo de a poco su penecito se ponía erecto, alzó su carita y lo vio extrañado a Venancio que le decía “mira” “mira cómo se te pone” “así” “así” “rico” “rico” “se te pone”, al ver que el pene se ponía erecto Abner sonrió mostrando en su rostro ese primer gustito que era a su corta edad muy indescriptible, los ojos de Abner se centraban en mirar al penecto erecto, vio que el pene más grueso de Venancio se acercaba al penecito suyo más pequeño, “ahora vamos a jugar a las espaditas” “mira Abner” “mira” “mira cómo te lo hago, la cadera de Venancio se movia adelante y atrás junto con la pelvis, Abner miraba que su estàtico penecito pequeño lo rozaba el pene grandecito de Venancio, miraba ambos penes lampiños, “ahora házlo tú” “anda” “muévelo” Abner empezó a mover la cadera adelante y atrás “eso” adelante y atrás “así” adelante y atrás “”así” instintivamente Venancio lo sujetóa de las caderas uniendo más los penecitos a un roce más sentido para ambos penecitos que rozaban las pelvis del otro, la carita de Abner se apoyaba en el pecho de Venancio, la cadena que iniciaba Luciano se cumplía ahora para estos nenes preciosos, Venancio lo abrazaba diciéndole “sigue” “sigue” “no pares” “no pares” el obediente Abner continuaba con sus movimentos de cadera así abrazadito a Venancio, se detuvieron para preguntarle a Abner mirándole a su tierno rostro “¿te gustó?” inclinó su frente uniéndola con la de Abner “¿verdad?” seguían sujetos de las caderas abrazaditos “¿sí?” alzó la cara para esperar la respuesta “¿te gustó?” el nene movía su cabecita afirmativamente “¿quierese seguir?” abrazadito asentía Abner “vamos” “házlo tú” la cadera de Venancio quedó estática ante el movimiento de cadera y pelvis del penecito de Abner, Venancio cerraba los ojos y le decía: “sigue” “sigue” “no pares”, en Abner se iniciaba así su metamorfosis, Venancio lo estaba iniciando, lentamente abarzadito lo fue llevando hasta la cajas, Venancio se acuesta y le dice “ven, acuéstate” Abner estaba encima de Venanacio su pene sobre el otro penecito, lo abarzó d elas caderas, “ahora sigue” “sigue Abner” “sigue” las caderas y pelvis de Abner se alzaban y bajaban, el niño aún no comprendía el significado de este “jueguito” sólo se dejaba llevar por las órdenes de Venancio, tiempo después Venancio lo apartó lentamente al niño de su cuerpo, se pusieron en pie poniéndose la ropa, Venancio sonriente veía la carita de Abner que expresaba como si hubiese pasado algo novedoso, le dijo que siga sentado, que lo espere, Venancio salió hacia la sala y comprobó que seguían trabajando Amaranta su hermana, su mamá y la madre de Abner, estuvo por unos instantes, vio que las mujeres estaban muy ocupadas en sus actividades de aseo, le preguntaron al niño si había terminado el trabajo junto a Abner, les dijo que faltaba poco, le dijeron que regrese a seguir con su actividad, Venancio salió corriendo a donde se encontraba Abner, el niño se puso en pie y al llegar Venancio se abrazaron, Venancio lo tomaba de la cintura moviendo su pene vestido en el pecho de Abner, se inclinó un poco para que sus penes vestidos se rocen, “¿te gusta?” “¿eh?” el nene le miraba y asentía “lo haremos” “pero es un secreto nuestro” “no deben saberlo tus padres” “¿de acuerdo?” el nene asentía, “bien, vamos”, “ven”, lo acercó junto a los cartones, le bajó el short y el interior sacándolo de nuevo por los pies, luego Venancio hizo lo mismo, vio con gusto que Abner con sus deditos se estiraba el penecito quedando erecto, le había enseñado bien, “ven, juguemos” Venancio se inclinó para que su pene roce el de Abner, “mueve, mueve, así, así” abarzaditos movían las caderas, lentamente lo fue acostando, él encima de Abner se movía, vieron el pene tieso largo que rozaba sobre el penecito de Abner, el pene de piel morena clara de Venancio que estaba encima rozaba el penecito de piel blanca de Abner, nieto de militares, le decía: “mira cómo juegan Abner” los ojos se centraban viendo ese movimiento “mira” insistía Venancio en que Abner siguise con su vista en el movimiento de penes, ahora el pene de Venancio rozaba el tronco de penecito de Abner muy atento en ese movimiento, estaba pasando por los testículos lampiños “mira Abner” las acaderas se alzaban y se bajaban “mira las espaditas” el pene largo se deslizaba por el penecito “mira cómo juegan”, Abner se limitaba a mirar esos movimientos, le salió un leve gemido que lo excitó a Venancio, le dijo: “ahora te voy a enseñar algo muy rico” unieron las frentes y rozaron las mejillas “dáte vuelta” al moverse de cara al cartón Abner mostraba el voluminoso culito de piel blanca, parecía el de una hembrita, Venancio que estaba arrodillado agitándose el penecito se inclinó rozándole el pene el el traserito, lentamente se acostó sobre el pequeño, puso el pene entre los glúteos y empez´ó a mover la pelvis adelante y atrás, adelante y atrás, , adelante y atrás, Abner sintió ese roce de pene en su traserito y así quietecito se dejó llevar de movimientos de cadera cerrando los ojos, “rico” “rico” le decía al oído y el niño escuchó la frase de que estaban haciendo el “jueguito secreto” del que “nadie debe saberlo” Abner abrió los ojos al ya no sentir el peso de Venancio, el nene experimentaba sexo por primera vez con alguien de su mismo sexo, Venancio contemplaba el cuerpito de Abner de cara al suelo, ese cuerpito desnudo, con ese culo voluminoso, se arrodillo para besarle y moderle, el nene reaccionaba con sonrisas con su carita apoyada en sus manitos, “te gusta el jueguito” “¿verdad Abner?” el nene movía la cabecita afirmativamente, “te va a gustar más” “vamos, dejate” ya para ese momento Abner estaba sutilmente dejándose acostar de mejor forma de cara a los cartones siendo su cuerpo guiado por las manos de Venancio, despacio lo fue acostando y acomodando, “verás lo que te voy a hacer” de nuevo se acostó sobre ese cuerpito y empezó rápiamente a pasarle el pene por el traserito y por la espalda, Abner miraba la mano de Venancio apoyada en el piso y los brazos de Venancio estirados, se acostó sobre el pequeño y sólo se escuchaban las respiraciones y pujes de Abner lo que gustaba sentir así a Venancio pensando en que lo estaba sometiendo, vio el penecito que deslizaba por el culito de su amiguito y sonreía, puso su cara sobre el pelo perfumado del pequeño Abner hijo de militar, al nene le dio la vuelta y ahora ambos unian las pelvises y se notaba en su mirar de que los penecitos se rozaban, las manitos de Abner se apoyaban en las costillas de Venancio así sentía seguridad y experimentaba un gustito al ser agitado el penecito por los dedos de Venancio, luego el inquito Venancio lo acostó de perfil a Abner acostándose detrás, las piernas se rozaban y empujaba las caderas haciendo que el pene roce el trasero, depues se separaron y se vistieron, al subirle la ropa del pequeño le dijo “no digas de esto a tus padres” “nos pueden castigar” “es un juego de adultos” “es nuestro secreto” “¿entendiste?” el niño miraba fijamente a los ojos de Venancio asintiendo con una cara de temor, “ya lo sabes” “no le digas a tus padres” “te pegarán” “y muy duro” “¿estamos?” Abner asentía de nuevo, Venancio de acomoda la rota y le acaricia el pelo le dijo “buen chico” como le decía Luciano, le dio palamaditas en su culito desnudo y en el penecito vestido, al rato escucharon el paso del transporte de la basura que se llevaban los tachos y así fueron a un rincón a micciar viéndose los penes, la madre de Abner llamó para darle un baño, pues su ropa estaba un poco polvosa y gual que la piel del pequeño, la ducha expulsaba la mugre de su cuerpito las manos jabonosas sobaban la piel del nene, la madre se percató de lo muy rosáceo el color de la piel de su pelvis contrastada de su pene con el resto, pasó más jabón y agua pensando que se debía a alguna irritación producida por el clima imperante, Abner salió del baño cubierto su cuerpo desnudo anteriormente ahora por una toalla personal, luego de secarse dejó deslizarla por su uerpo viendo en su delante el calzoncillo estirado por las manos de su madre, alzaba la piernitas con sus manitos apoyadas en el hombro de su progenitora, se ajustaba el calzonillo en la cintura para luego colocar el pijama, ya pronto vendría papá, era correcto recibirlo limpio aunque últimamente el padre era diferente con el niño y ni hablar de su esposa, el niño vio restos de llanto en el rostro de su madre, se apenaba, no le gustaba verla así, instintivamente iba razonando la sitación, es que las peleas de sus padres eran muy frecuentes en los últimos días, por cualquier desafortunada acción existían reclamos, era la hora de la despedida para la empleada y sus dos hijos, la madre de Abner Alpízar agradeció el trabajo, en ese instante llega el dueño de casa, saludó a la empleada y agitó su mano en el pelo de los niños, marcó a Abner entrando en la vivienda, ni un beso de llegada como la hacía antes a su esposa, se notaba que el matrimonio iba en declive.
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La luz de la pantalla gigante de cine iluminaba el rostro de Wilson de treinta y ocho años y Daniel Eduardo de once años atentos a las escenas de la película de terror, masticaban aceleradaente las palomitas de maíz y bebían entrecortadamente las gaseosas, la oscuridad daba para moverse sin mucho protocolo, aparece la escena en que la pareja de protagonstas se besan cayendo en la roca que rodeaba la tupida yerba de la montaña, las escenas son sugerientes en el aspecto sexual, la mano de Wilson tomó la mano de Daniel Eduardo llevándola a la entrepierna para que sintiera el deseo de poseerlo, se miraron, sonrieron, Daniel Eduardo continuó viendo las escenas de la película pero su mano rozaba la entrepierna de Wilson con la ayuda de la mano que la sujetaba, luego Daniel Eduardo lo hizo ya de forma voluntaria, Wilson sonreía, sabía lo que quería el nene precioso, la oscuridad dio para que disimuladamente en el rincón solitario les diera seguridad de bajarse la cremallera del pantalón para sacarse los penes y así tocarlos y deslizarlos con la mano, la tibieza de los penes ampliaba el deseo, se miraban ante la intermitente luz, sus penes eran acariciados sutilmente, en lapso de oscuridad prolongada aprovecharon para darse besos rápidos, la pareja de protagonistas yacía en la gran roca, Wilson le decía al oído a Daniel Eduardo que esa escena de la película con los amantes se parecía mucho a la roca del parque allí donde fue suyo, el nene suspiró levemente no sin dejar de acariciar el pene de Wilson con sus manos alargadas con dedos cuyas uñas eran un tanto largas, de pronto ven a lo lejos a tres personas que cercanamente se sientan así que se guardan los penes y continúan viendo la película terrorífica de aquel sábado segundo del mes de enero del ’58, salieron alegemente del cine cada uno llevando papas fritas, al llegar a la casa de arriendo Daniel Eduardo vio que las luces del interior del cuarto donde vivía con Ana su madre aún estaban apagadas, entró a encenderlas, comprendió que su madre tardaría en regresar, se había acabado de ponerse el pijama y de pronto toca la puerta, era Wilson que presuroso entraba diciendo que deseaba “hacerlo ahora” pues a través de su rostro mostraba el deseo y el de que no se podía contener, vieron la entrepierna de Wilson con el pene erecto, lo tomó por detrás al nene de once años restregando el pene vestido en el traserito, Daniel Eduardo al principio con recelo no quería pues temía que ya fuese a llegar su madre con aquel “señor” pero las caricias de Wilson hicieron que acepte ir al cuarto y desnudarse metiéndose en las sábanas, le dijo para hacerlo rápido, Wilson asentía obediente mientras se quitaba la ropa y entrando en las sabanas, luego del manoseo y caricias por todo el cuepo al niño lo encorvó en el extremo de la cama abriéndole la separación de los glúteos y de esa manera hacia entrar el pene lubricado con crema hasta el ano hacienolo gemir y pujar al nene, le decía que se acuerde de las escenas d ela pelicula, de lo que hicieron en el parque, que recuerde la vez en que fue suyo, la vez en que le entregó su culo virgen para desforrarlo, el mete y saca era rápido como lo había pedido Daniel Eduardo y a los poqisimos minutos ya Wilson dejaba el semen en las entrañas del nene, luego de eso sacó lentamente el pene del ano con restos de semen impregnados en su piel, con papel Daniel Eduardo lo limpiaba, el nene luego se sentó en la bacinilla a pujar el resto del semen depositado en su ano, pujaba sintiendo la salida de excremento con semen a la vez que orinaba, el nene se apartó para que Wilson orine sobre la bacinilla riendo al ver el semen suyo con excremento, la bacinilla fue puesta debajo de la cama de manos de Daniel Eduardo, por su parte Wilson que se aprestaba a vestirse fue interrumpida su acción por las manos de Daniel Eduardo que le hacía gestos negativos para que no lo hiciese sino que siguiera a la cama donde voluntariamente Daniel Edusrdo se encorvaba con la necesidad de que Wilson lo penetre de nuevo pero ahora le decía que fuese más lento pues quería sentirlo de mejor forma, y así fue como el pene de Wilson entraba en el ano del nene lento, muy lento acompañado de caricias y besos en el pelo del niño de once años que había sido desvirgado por Wilson en aquel parque, por eso Wilson le decía que recordase esa primera vez a lo que Daniel Edurado respondía jadeante con gemidos al ser penetrado, a su mente vino aquella escena de la primera vez en aquel parque, aquella fuerte penetrada, aquel dolor ahora no sentido y quedó como reminiscencia, Wilson le dio pene hasta cansarse, le hizo recuerdo a su iniciador del pronto retorno de Ana con su pareja, Wilson rápidamente se vistió despidiéndose del nene acostandolo en la cama dándole besos apasionados en tiempo prolongado, luego salió de la habitación, Daniel Eduardo a través de la ventana de su cuarto veía la figura de su inciador entrando a la casa contigua donde vivía con la mamá, suspiró y no tardó mucho que en instantes después aparecía el lujoso auto con polvo en la carrocería, de él se bajaba la pareja, muy sonrientes, el hombre sólo la acompañó a la puerta al ver ya prendidas las luces del interior, Ana comprendió esa actitud, el “señor” como decía despóticamente al referirse a la pareja sentimental de su madre, vio a aquel hombre amante de su madre que se despidió dándole un beso en la mejilla, entró al auto, sin fijarse que a media cuadra de allí estaba estacionado un auto negro de segunda mano en cuyo interior el piloto hacía boconadas con el habano en la boca y el copiloto que limpiaba su revolver que era ajustado y llevado al cinto, el auto encendió motor al mismo tiempo que se hacía la marcha en el auto donde iba el compañero sentimental de Ana, por el retrovisor el chófer miraba la proximidad del auto, le decía al patrón que se fijase detrás, la mirada del hombre se fijó en ese par de tipos que al pasarlos hicieron un gesto de saludo con el sombrero, de igual forma correspondió al saludo el acompañante que iba en el asiento de atrás del vehículo, se sentó reclinándose con seguridad sobre el asiento, encendió un habano fumando intermitetemente, pensó que era bien reibido siempre por la seguridad de su dilecto amigo Fulgencio Arichabala.
FIN DEL CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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