METAMORFOSIS 186
La hija del capataz.
Con mucha alegría Luciano regaba las hortalizas sembradas en ese pequeño huerto en el patio trasero de la casa donde arrendaba, la fría mañana se pondría calurosa con el pasar del tiempo y el inclemente sol, ahora disfrutaba del momento, sus hortalizas estaban a todo verdor, pronto cosecharía nabos, zanahoria y el a punto cilantro, gustaba mucho de esta práctica, Venancio se encontraba a su lado, maravillado ante tanta verdor, el niño precioso le ayudaba haciendo surcos con sus manitos en el lodo, no le importaba mojarse las sandalias que tenía puesto así como también la parte de los tobillos que cubría el pantalón de pijama de tela muy brillante, sus piecitos estaban con lodo, la camisa algo húmeda, las manitos con restos de raíces de maleza corta que pacientemente arrancaba de la tierra librando a las hortalizas, el niño brincaba emocionado pues Luciano le había prometido que parte de la cosecha sería suya y podría venderla o consumirla, la mayor atención la ponía en el rábano y frejoles, en aquella pequeña parcela le producía varias hortalizas, un ruido de motor de coche irrumpió el silencio del lugar citadino apartado, de ese auto descendió un hombre bien fornido que abrió la puerta trasera del lujoso auto de quien sale una mujer bien vestida y un niño en su detrás agarrándose del vestido, el niño tenía un peinado de la época bien brilloso el pelo lacio castaño claro, el niño alcanzó a ver a distancia a Venancio que estaba entre las hortalizas, de inmediato pidió a su mamá que lo dejase ir, la mujer bien vestida permitió que su hijo vaya a aquel lugar, las dos mujeres entraron a la humilde casa, se trataba de Ana la madre del pequeño Abner, la dueña de casa donde la humilde mujer trabajaba de empleada, se saludó con Amarante que estaba lavando gran cantidad de ropa en el patio de la humilde vivienda, ya lo estaba haciendo con su mamá, la visitante demostraba congoja, estaba contrariada con algo sucedido recientemente, fue en busca de ayuda, de consejos de aquella empleada que se había convertido en su confidente, le dijo que su esposo la maltrataba ultimadamente, ya ni al niño le hace mimos, la empleada efectivamente había percibido aquello en los últimos días, la charla continuó en la sala, a pocos pasos de allí el pequeño visitante tomaba con gusto ciertos vegetales, Luciano estaba recogiendo la manguera con ayuda de Venancio, los tres se lavaron y entraron en la casa de Luciano, en la mesa estaba un texto con viñetas de plantas, Venancio lo tomó y se sentó junto con su amiguito Abner a ver las ilustraciones, desde la cocina Luciano veía con detenimiento al pequeño visitante que vestía muy finamente, era hijo de ricos, pensó, gustaba verle los labios y las piernitas gruesas con piel brillosa que permitía apreciar el pantaloncito corto que llevaba puesto, sus sandalias eran brillosas y sus calcetines llegaban a cubrirle las rodillas, se fijó en el rostro hermoso definido por sus cejas y perfil fino de nariz, no cabe duda que se parecía mucho a la belleza del rostro de la madre del pequeño, un claxon sonó, el niño se puso en pie de inmediato al escuchar su nombre venido de la voz de su madre, los niños salieron del lugar, la señora y la mamá de Venancio entraban en el auto, el niño era acomodado en la sección de copiloto por el chófer, la maquina dio arranque alejándose del sector, Venancio y su hermana agitaban las manos despidiendo al auto, toda esa escena vio Luciano desde su cuarto, se puso a barrer y a limpiar ciertos objetos decorativos obsequios de sus estudiantes en muchos años de trabajo en aquel internado, uno que más apreciaba entre tantos era el obsequiado recientemente por Luis Alfonso Pérez, lo contemplaba con gusto, atento a aquellas líneas decorativas y aquel color que era su favorito, bajo la imagen del decorado pues apareció en su delante el pequeño Venancio en la puerta de entrada, ambos sonrieron, el niño dio unos pasos, estaba descalzo aún con el pijama húmedo en su tela que daba a los tobillos, se acercó a ver el libro con las ilustraciones, Luciano tomó el libro y lo puso sobre la mesa sentándose sobre la silla, a Venancio lo sentó sobre su entrepierna, la espalda del niño quedaba muy pegada al abdomen del adulto, el mentón de Luciano se apoyaba sobre el pelo de Venancio, el adulto olía ese pelo mientras que con la mano le iba mostrando cada figura y detallaba de lo que se trataba, así, fue pasándole la nariz por el cuello del niño que sintió la erección del adulto en su traserito pues en su debajo se había formado un bulto creciente, lentamente la lengua de Luciano se deslizaba por el cuello y orejas del niño, la lengua probaba un olor salado salido de la piel del pequeño Venancio, a propósito hacía golpear la respiración en la piel infantil, las manos se deslizaban por la tela del pijama, vio la erección del niño que se mostraba en el pijama, Venancio vio la mano de Luciano que le llamaba la atención para que viese la erección, se pararon apartando la silla por detrás, Luciano se deslizó el short que llevaba puesto y lo mismo hizo con el pijama del niño, de nuevo se sentó en la silla y de igual modo lo sentó en su entrepierna al pequeño Venancio, seguían viendo las ilustraciones, la mirada del niño de vez en cuando era para las caderas desnudas y sentía el roce de ese pene peludo en su traserito, vinieron los besos por parte de Luciano en el cuello del niño, entrelazaban los dedos en señal de unión, así el iniciador le recordaba al niño su estado, rápidamente se colocaron la ropa adecuadamente, Luciano con su mano en su pene le preguntó a Venancio si quería “hacerlo”, el niño respondió cabizbajo con una sonrisa, el iniciador le tomó el mentón con la mano alzándole la mirada y volviéndole a hacer la misma pregunta, el niño se limitó a estar sonriente, tenía un recelo, pero la insistencia de Luciano para con su pregunta al niño le hizo responder asintiendo, Luciano conforme cerró la puerta y tomó al niño de un hombro además fue llevándole con la mano en dirección a su dormitorio, las cortinas estaban a medias cubiertas, terminándolas de deslizar haciendo que la habitación quede casi oscura en su totalidad, el niño vio a Luciano que se quitaba toda la ropa para luego acostarse en la cama, desde allí le hizo señas para que hiciera lo mismo, así, lentamente se quitó la camisa húmeda, luego el pijama que ya demostraba el penecito erecto, los piecitos descalzos delimitaban la trayectoria hacia donde se encontraba el hombre acostado, llegando al extremo de la cama sus bracitos fueron estirados tomado de la manos hasta que su cuerpito se deslice despacito sobre el cuerpo de Luciano, así, los dos penes estaban rozándose, Venancio acostado sobre Luciano alzaba y bajaba la cadera a ritmo de las manos de Luciano sobre las caderas sujetas de Venancio, se mostraba el penecito deslizarse sobre el pene peludo, con ojos cerrados Luciano le decía que así, así, así se hacía rico, que aprenda, así, así, así se siente mejor, el niño sintió que le abrían los glúteos y un dedo deslizaba la entrada a su ano, a ordenes de Luciano el niño cerraba los ojos sintiendo eso que era delicioso, sintió los dedos de su iniciador deslizándose en su coxis infantil y luego en la espalda, eso le hizo sentir mejor, su iniciador conocía sus gustos instintivos, vieron los penes erectos que seguían frotándose, ambos sonreían aún tímidamente por parte de Venancio, luego vinieron los manoseos a los glúteos, el niño continuaba a costado sobre su iniciador, con su carita descansando en el pecho, al poco rato el niño fue apartado del cuerpo de Luciano, para luego Venancio sentarse en el extremo de la cama con las piernas bien abiertas y entre ellas la cabeza de Luciano que con sus labios buscaba ese penecito erecto del niño que lo lamió y chupó en varias ocasiones, con esa grata sensación y ese movimiento de lengua hizo que el niño se recostase sobre la cama con los ojos cerrados, Luciano le preguntaba si le gusta eso a lo que el niño respondía afirmativamente con su carita, sonreía tímidamente, eso mantenía erecto el penecito que su tamaño no estaba mal para su edad era algo grandecito y gustaba mucho a Luciano, ya ensalivado le alzó un poco la cadera con las piernitas apoyadas en sus hombros, le puso mucha saliva en la entrada del ano y con un dedo hasta donde podía entrar le lubricaba la separación de los glúteos a entrada del ano infantil para que luego el glande ensalivado pueda entrar entre los glúteos, le decía al niño que aguante, que iba despacito, despacito, despacito, así, así, y en cada palabra dulce que le profería el glande entraba milímetro a milímetro en las entrañas humanas de ese precioso niño, el niño pujaba mordiéndose los labios aguantando lo posible para luego decirle que le dolía, que ya no más, a punto estuvo de sollozar y por un rato Luciano se contuvo haciendo caso a las peticiones del niño precioso, instantes después entre los glúteos el pene se deslizaba dejando el semen en parte del estómago del niño, con los dedos Luciano tomó un poco de semen pasándolo por el penecito lampiño del niño, Venancio miraba esos movimientos de dedos en su pene, Luciano le dijo que algún día botaría esta “leche rica”, el niño estaba quietecito, tenía en su pene mezcla de semen y saliva, Luciano se puso en posición perrito y el penecito del niño frotaba la entrada del trasero peludo adulto, las manitos de Venancio estaban sujetas en las caderas firmes de Luciano mientras las caderas lampiñas hacían movimiento hacia delante y atrás, se podía ver ese penecito que se deslizaba por el trasero de Luciano, era el momento ya de limpiarse e ir a la sala abriendo la puerta principal para que no existan sospechas, al poco rato Venancio fue llamado por su hermana a cambiarse de ropa, el niño jugaba en los alrededores de los terrenos baldíos próximos a la casa con un aro de bicicleta siendo impulsado por un palo, de pronto aparece el auto lujoso en el que se bajan la empleada, la patrona y el hijo de ésta, llevaban unas fundas en sus manos con un par de cartones que la niña salió a ayudarles, el chófer recibió órdenes de la prestante dama llevándose el auto, el pequeño se unió en los juegos de Venancio con la rueda mientras las mujeres entraban en la humilde casa, desde la ventana Luciano veía a los niños en su juego de carrera por el lugar, su mirada atenta en el pequeño amiguito de Venancio con el pelo lacio al viento, tenía un corte hongo propio de la época con su vestido de marinerito y pantaloncito corto con zapatillas de cuero fino y calcetines a las rodillas delimitaban las líneas gruesas de aquellas piernitas de niño bien cuidado, ambos niños entraron al pequeño huerto en el traspatio, el pequeño le hizo señas a Venancio de querer orinar, con gestos propios de su edad pidió que le indicase a dónde podría hacerlo, los dos amiguitos fueron a un rincón del huerto y Venancio le bajó la cremallera desabotonando el pantaloncito corto que se deslizó a los tobillos, de inmediato le bajó la trusa que llevaba puesta deslizándola sobre el pantaloncito corto, a prudente distancia Luciano vio al pequeño Abner Heriberto Alpízar que sostenía su penecito viendo salir la orina, a Venancio le provocó también el deseo de orinar, de esa manera Luciano observaba los dos traseritos al descubierto, se apretó levemente su erecto pene amoldado al short, continuaba mirando fijamente a ambos niños juntos que miraban sus penecitos lampiños lanzando orina a la tierra, el amiguito se subió la trusa pero fue impedido de subirse el pantaloncito corto por las manos de Venancio que hizo descender la trusa, los ojos de Luciano vieron las manos de Venancio que tomaba de la cintura al amiguito uniendo los penecitos lampiños, ambos niños miraban ese roce, el pequeño amiguito daba cuenta de lo que se trataba por su inocencia a su corta edad, le dijo “juguemos a las espaditas” “¿quieres?” Abner asintió viéndole a los ojos, se dejó guiar de las manos de Venancio que lo guiaba adentrándose en el huerto donde habían plantas altas, al caminar se veía su culito descubierto en parte con sus manitos sujetando la ropa al caminar con dificultad, allí le quitó la camisa y lo acostó al amiguito en el suelo sobre hojas secas, Venancio se acostó encima de Abner alzando y bajando las caderas mientras él acostado debajo recibía esos movimientos de penes deslizándose entre sí, instintivamente las manitos de Abner se apoyaban en las acaderas de Vsu amiguito Venancio, tiempo después estaban parados, Venancio se acuclilló delante delante del niño viéndole que sus dedos agitaban el penecito hasta ponerse durito, abrió su boca chupando y lamiéndole el penecito que se ponía rozagante como también se ponía el rostrod e Abner emitiendo suspiros con sus manitos apoyadas en el pelo de Venancio, suspiraba y suspiraba en cada movimiento de lengua en su penecito Venancio alzaba su cara para verle el rostro a su amiguito “te gusta” “¿verdad?” Abner mostraba su rostro relajado a ojos cerrados respondiendo afirmativamente con su cabecita, Venancio seguía chupando y lamiendo el penecito de Abner, “ahora me toca a mí” “ven para acaá” Abner abrió sus ojitos dejándose llevar por el movimiento de manos de Venancio que la vez miraba por entre la espesura de las plantas cersiorándose de no ser visto, lo apartado del lugar en aquel rincón era adecuado para lo que estaban haciendo, lo fue acostando lentamente, “vamos a jugar al papá y a la mamá” “pero no lo cuentes” “¿de acuerdo?” Abner volví a mirarle a los ojos y a mover afirmativamente su cabecita, Venancio fue a acostarse sobre el amiguito alzando y bajando la caderita, el pequeño al sentir el peso de Venancio hacía movimientos bruscos pujando, Venancio estiró los brazos con las manos apoyadas en el suelo mirando a todos lados con seguridad de no ser visto allí en el monte, le dijo a su amiguito que se quedase quieto, “que era un jueguito y ya terminaban” esa frase la había aprendido de Luciano su iniciador, el pequeño se calmó ahora que sentía en su cuerpo el peso aligerado de la humanidad de Venancio, ambos no dejaban de ver esos penecitos que se rozaban con los testículos lampiños, por diferencia de edad el penecito de Venancio era el más grande en erección, Venancio sonreía, mientras que su amiguito se limitaba a sentir otra vez ese “jueguito” que ya lo iba entendiendo, desde lejos Luciano que con cuidado se había deslizado por la tupida vegetación del apartado lugar y llega en el preciso instante en que vio incorporarse a los niños, las manitos de Venancio limpiaban la tierra en la espalda y pelo del amiguito para posteriormente acomodarse la ropa, Venancio lo conducía del hombro con una mano y con la otra llevaba el aro y el palo cortado de escoba que la hacía mover, siguieron corriendo con ese improvisado juguete, entraron a la humilde vivienda a beber agua hasta hartarse, vieron a la niña que continuaba lavando la ropa, en la sala las dos mujeres conversaban, la dama prestante mostraba el rostro desencajado con signos de llanto y lágrimas que su hijo dio cuenta, con un gesto altivo de orden de parte de su madre Venancio comprendió que debería salir a jugar con su amiguito que dócilmente se dejaba llevar, continuaron jugando tras la rueda que alternaban el uso, entraron al huerto, al mismo lugar, Luciano a distancia miraba prudentemente las manos de Venancio que parado se encorvaba y se sujetaba al parado cuerpito de su amiguito Abner, frotaba su pene vestido en el de Abner con insinuación sexual, “¿jugamos de nuevo?” Abner afirmaba moviendo su cabeza, se apartó de Abner y se bajó la ropa “mira” Abner observaba la salida del penecito que se movía tocado por las dos manos de Venancio, “míralo, quiere jugar” “a las espadas” Abner miraba, vio que las manos de Venancio bajaban su pantaloncito corto y luego su calzoncillo, se vieron los penes por un instante, le estiró el pene a Abner, “juguemos” “¿sí?” Abner asintió, Venancio se inclinó, las manos de Venancio sujetaban las caderas de Abner, unieron las pelvis y empezaron a frotar los penes, de labios de Venancio a ojos cerrados salía exclamaciones “así” “así” “así” se apartaba y luego se unían las pelvis “dale” “no te quedes” “hazlo Abner” “házlo”, le hizo dar movimientos de caderas, deliciosamente sostenía las caderas de su amiguito con el traserito descubierto frotándose los penecitos, le hizo girar encorvándole a Abner, a manera de posición perrito, le tomó de las caderas con las manos, el penecito de Venancio ahora se deslizaba por la separación de los glúteos de Abner, “así” cerraba los ojos sintiendo “así” mordía los labios de gusto al sentir ese culito con su penecito “así” le vino el gusto de pertenencia imitando lo que le decía Luciano “eres mi mujercita” su pene se deslizaba más rápido “sí” acomodó su pene en la entrada del ano “mi mujercita” lo punteaba en el culito de Abner haciéndole gemir, “este culito es mío” “mío” decía sin dejar de puntera su pene, para ese momento Abner se sentía incómo en esa posición diciéndole que lo suelte, esta vez Luciano hizo presencia delante del sorprendido Venancio y del pasivo nene hijo de la prestante dama y del hijo de militar asesinado, Luciano se limitó a sonreír viendo a Venancio acomodándole la ropa a su amiguito y luego la suya, tras sentirse descubierto mostrando en su cara a más de sorpresa mucha vergüenza, Venancio estaba un tanto apenado por haber sido descubierto haciendo ese “jueguito” con el pequeño Abner, no hizo comentarios de lo que vio, ignoraba disimuladamente lo visto, se limitó a hacer gestos para que lo acompañasen dentro de su vivienda de arriendo, mientras caminaban Abner se rascaba el culito vestido estirándose la tela de la unión de los glúteos vestidos mientras que Venancio se estiraba el pene vestido, Luciano sonreía, los llevaba tomados de los hombros, ser profesor de colegio de internado en esa época era de un alto status social en cuanto a la credibilidad y honorabilidad así que la entrada de los niños no llamaba mucho la atención por las mujeres que estaban conversando, ya dentro de la vivienda Luciano les convidó jugos de frutas de las que tanto le gustaban a Venancio y parecía que también era de buen gusto para el pequeño Abner, Luciano lo hacía para entrar en confianza, miraba a los niños con mucha atención cuando se rascaban el traserito y se estiraban de forma inconsciente el penecito vestido, Luciano recordaba la escena de hace pocos instantes y solo de verlos allí se le puso erecto el pene peludo metiéndose la mano en el short para estirarlo, de eso dio cuenta el pequeño Venancio, a lo que Luciano dio unos pasos atrás cerca de la entrada del dormitorio de su vivienda de arriendo y con gestos para llamar la atención del niño se bajó el short mostrándole el pene erecto que se agitaba con la mano a manera de masturbación, el pequeño Venancio sonrió mirando hacia donde estaba el pequeño amiguito que estaba atento viendo el libro, no entendía la lectura pues a su corta edad no sabía leer pero estaba ensimismado con las ilustraciones y no dio cuenta al momento en que Venancio acudió al llamado de los gestos de Luciano para ingresar al cuarto, ya en la habitación el cuerpo de Venancio se dejó caer de cara sobre la cama, sintió el deslizamiento de su short y el desliz del pene erecto de Luciano sobre su traserito infantil, lo tuvo así por unos instantes y luego lo volteó para chuparle y lamerle el penecito ya que eso tanto le gustaba a Venancio, los piecitos descalzos de Venancio estaban sobre las sábanas, las piernas dobladas, el niño suspiraba, su iniciador estaba desfogando sus deseos al ver a esos niños semidesnudos hace poco que frotaban sus penecitos lampiños, vinieron los besos con lengua y los penes se frotaban, fue en ese instante que apareció la figura del pequeño visitante teniendo el libro en sus manos, algo sabía de qué se trataba lo que estaba presenciando, de un impulso Luciano se bajó de la cama dejando acostado estático a Venancio, el niño como si nada con indiferencia mostraba a Luciano inocentemente las ilustraciones que le habían gustado y que estaban en el huerto, el adulto le dijo al pequeño que pronto saldrían a ver las hortalizas de las ilustraciones, así que podía sentarse en aquella silla, Venancio seguía acostado en la cama estirándose el penecito de gusto, Luciano sonriente le hizo señas para que se acostase de cara a la cama dejando alzado su traserito, el pequeño a través del libro miraba la humanidad de aquel adulto encima del cuerpecito de su amiguito y cómo con una mano direccionaba el pene a ponerlo entre la entrada de los glúteos, luego vio la cara de Luciano acariciar los glúteos y la lengua ensalivar la entrada del ano, al puje de Venancio, Luciano puso al niño de espaldas acostado, los piecitos con sus tobillos infantiles estaban ahora apoyados en los hombros de su iniciador adulto que de su boca tomaba saliva con los dedos y pasándolos por la entrada del ano ensalivándolo constantemente, ahora el pene entraba algo con mayor facilidad y volvían los gemidos y jadeos de Venancio ante ese lento movimiento del pene erecto, el otro niño dejó el libro y se acercó a ver más detenidamente “aquel jueguito” vio el pene de Luciano que se deslizaba por entre los glúteos de su amiguito, Luciano le decía que aguantase y le decía que su amiguito también era valiente y que aguantaba eso, el niño con inocencia asentía ante la pregunta de Luciano si aguantaba “este jueguito” Venancio vio a su amiguito muy tranquilo ante la contesta, era natural, a su edad colmaba mucho la ingenuidad de lo que estaba pasando en esa habitación, Luciano muy sonriente se apartó del cuerpo de Venancio y se acercó al otro niño preguntándole si quería “jugar a eso” a lo que el niño con cierta timidez aceptó asintiendo, vio que las manos de Luciano le desataba las sandalias, le deslizaba la cremallera y desabotonaba el pantaloncito corto deslizándolo por sus piernas y alzando los pies se despojaba del pantaloncito corto y la trusa infantil que llevaba puestacon calcetines mostrándose una piel blanca deliciosa, unos pies bien formados con dedos alargados propios de un niño bien cuidado, le hizo alzar los brazos para sacarle la camisa de marinerito algo polvosa para aquel momento, toda esa ropa estaba en la silla de la habitación, lo condujo hasta donde estaba acostado Venancio estirándose el penecito, el pequeño visitante se encorvó sobre el extremo de la cama dejándose ver ese traserito suave de piel blanca que Luciano olía, besaba y acariciaba para luego abrirlo y oler lo característico de un virgen ano infantil, pasó la lengua y el niño sintió estremecimiento producto de sensaciones nuevas, la lengua de Luciano estaba formando la metamorfosis en el pequeño, aquel despertar del deseo, de la satisfacción, seguramente era su primera vez y Luciano se estaba convirtiendo en el iniciador del pequeño en esa parte de su cuerpecito, siguió y siguió así, así por unos instantes para luego llamarlo a Venancio que con su penecito lampiño estirado rozaba la separación de los glúteos ensalivados a base de movimientos de cadera, Luciano le decía al pequeño visitante que era muy valiente y que resistía “al jueguito” Venancio le dijo que era el “juegos de las espadas”, al oir eso Luciano reía, Venancio seguía haciéndole el movimiento de pene al roce en aquel traserito infantil, luego de hacer a un lado a Venancio, ahora Luciano continuó lamiendo y ensalivando el traserito del niño, le preguntaba al oído si le gustaba eso que estaban haciendo y el niño con timidez y algo de ignorancia decía firmemente que “sí” de aquello fue motivo para que Luciano ensalive bien el glande y lo roce en el traserito del niño, las manitos agarraban con fuerza la sábana y mordía sus labios con pujes intermitentes, Venancio sentado en la cama miraba el glande entre el traserito de su amiguito que se deslizaba, eres valiente le repetía al niño en varias ocasiones hasta quedar quietos, luego los piecitos del niño acostado de espaldas en la cama llegaban al pecho de Luciano diciéndole al niño que mire fijamente el pene grueso con venas prominentes bien peludo que se deslizaba entre los testículos y penecito lampiño, los piecitos tenían un pedicure bien cuidado como lo tersa de su piel de niño hijo de ricos, el niño no dejaba de mirar esos movimientos de pene ni aún más cuando de ese pene adulto salía un liquido blanco que era recogido por los dedos de Luciano y puestos sobre el penecito lampiño del pequeño Abner, así Venancio a cierta distancia miraba esa postura sin dejarse de estirar el penecito, lentamente el niño se puso en pie rascándose el traserito y viéndose así parado el penecito y aquel semen que se deslizaba en gotas por sus piernitas, Luciano limpió a los niños y salieron vestidos a la sala a seguir viendo ilustraciones, escucharon la voz de la niña que llamaba a los niños y éstos salieron en carrera llevando el uno el aro de la bicicleta y el otro el palo con la que la movían, desde su ventana los veía jugar y con gusto se manoseaba el pene, se había degustado de dos traseritos en esa mañana.
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Los ojos infantiles miraban el correr del agua cristalina del arroyo que pasaba por aquella ramada, se maravillaba viéndolos pececitos sobre esa agua cristalina, con inocencia trataba de agarrarlos desde aquel tablón donde estaba sentada, a su lado estaba su amiguito gozando de su inocencia de pesca, los niños apuntaban con su mirada a los pececitos, los pies descalzos de la pequeña rozaban el agua al pasar, de igual forma que los pies de su amiguito aún más adentrados ya por la diferencia de edades de que su piernitas eran más largas, agitaban los pies en el agua con fuerza, reían al hacerlo, luego sus pies se rozaron, algo instintivo les atrajo de aquel roce, subieron los húmedos pies al entablado uniendo dedos de la niña con los dedos de su amiguito que al abrir las piernas se mostraba el penecito sobresalido de la manga del short amplio que tenía el niño, se podía ver el penecito recubierto del prepucio haciendo una punta de piel, la mirada de Renata se posaba sobre aquel penecito lo cual la hacía sonreír y motivarla a también abrir sus piernitas dejándose ver el calzoncito que vestía su vaginita, ambos rieron tratando de tocarse las partes íntimas vestidas, se pusieron en pie deslizándose la ropa para verse y tocarse detenidamente sus partes íntimas infantiles intercambiando miradas ante el penecito y vaginita descubiertos, los deditos jugueteaban al roce no parando de sonreír, a Renata le atraía ver ese penecito erecto del pequeño y de la misma forma al pequeño le gustaba ver ese rozagante color de piel característico de la vagina de Renata, de forma rápida el pequeño Eleuterio se encorvó llevando su penecito lampiño erecto a la vaginita de Renata haciéndole roces al contacto de sus pelvis sosteniéndose de las caderas no parando de sonreír, Renata sabía que eso era imprudente hacerlo en ese lugar peor si algún adulto los descubría, eso sería causa de golpes a su cuerpo por parte de sus padres como le había orientado Jasmani en cada encuentro, ahora que estaba con Eleuterio rozándose la vaginita reaccionó apartándolo y subiéndose la ropa, Eleuterio insistía manoseándole las piernitas, deseaba más, la pequeña Renata y Eleuterio se pusieron el calzado, el pequeño Eleuterio fue de la iniciativa de ir a aquella cueva donde jugaban, se adentraron por un sendero de alta maleza él delante y ella atrás siguiéndole, y al poco rato ya estaban en aquel lugar sobre una loma que desde allí se miraba a lo lejos la ramada donde vivía la pequeña Renata, aquel lugar era un tanto apartado en espesa montaña, desde allí se podía ver restos de huellas evidencias de los juegos que la niña hacía con muñecas muchas de ellas regalo de Jasmani el amigo de sus padres y su iniciador en los “jueguitos” sexuales que sostenían en cada encuentro, el niño se restregaba el penecito vestido en señal de desear “eso” y los movimientos de sus manos dentro del short se hacían continuos en ese movimiento de tela que miraba Renata, el niño se deslizó el short mostrándose el penecito erecto, Renata lo tocaba sutilmente con sus manitos, acercó su carita al penecito oliéndolo repetidamente, abrió su boquita y se introdujo el tronco de pene, Eleuterio suspiraba acariciándole el pelo a su amiguita, voluntariamente la pequeña Renata se acostó sobre algunos retazos de tela raída puestos ´por la niña para jugar con sus muñecas, ya acostada se deslizaba su calzoncito hasta las rodillas mostrándose la vaginita rozagante, Eleuterio ayudo a sacarle el calzoncito deslizándolo por las piernas saliendo por los pies descalzos, la niña veía el cuerpo del niño acercarse y el penecito rozándole la vaginita el traserito de Eleuterio se alzaba y bajaba al movimiento de su cuerpo, sentía rico y eso la niña apreciaba en el rostro del niño como los ojos se le cerraban a cada movimiento del cuerpo sea arriba o debajo de caderas moviéndose repetidamente las pelvis, unieron las caritas, sus respiraciones golpeaban los rostros, las narices se frotaban todo era silencio en el exterior del lugar escuchándose las respiraciones en el interior, Eleuterio se puso de rodillas frente a la niña diciéndole que se acostase boca abajo, así, descansaba su carita sobre las manitos sobre el suelo y el traserito femenino infantil se mostraba a plenitud, tan voluminoso para aquella edad de la niña, Eleuterio se agitaba el pene para ponerlo erecto al máximo, su pecho se acopló en parte de la espalda de Renata y de esa forma el penecito se deslizaba entre la separación de glúteos, la carita del niño estaba sobre el pelo de la niña, Eleuterio cerraba los ojos sintiendo placer en ese movimiento de penecito sobre ese delicioso traserito, gustaba de verse sobre la niña pasándole el penecito entre los glúteos, se sentía dominante sobre la niña y eso le alegraba mucho, ya cansado de tanto hacerlo se apartó de la pequeña saliendo de aquella cueva acercándose a un árbol a orinar, la niña lo siguió orinándose a su lado en cuclillas, la orina salida del penecito contrastaba con la orina salida en menos cantidad de esa rozagante vaginita, el niño movía su penecito a vista de la pequeña que también miraba su vaginita, se abrazaron frotándose los genitales, se vieron así por un rato, luego de subirse y arreglarse la ropa decidieron ir a la ramada donde estaban sus madres desgranado maíz, había gran cantidad de ese grano que se deslizaban sobre los montículos de granos y trataban de meterse entre ellos, se divertían mucho los niños con apilar los granos, el pequeño Eleuterio con algarabía hacía ruido, la pequeña Renata con el dedo índice en los labios le hacía notar a su amiguito que su padre estaba dormido y no necesitaba despertarlo pues sería una indiscreción, continuaron con el juego y cuando se asomaron a la ventana vieron la figura de Jasmani que se acercaba cabalgando presuroso, Renta estaba arrimada a la ventana y por detrás Eleuterio se hacía movimiento de caderas con su pene vestido en el culito de la pequeña que se dejaba sin dejar de sonreír en actitud de gusto por lo que sentía, pasos de allí Jasmani vio la carreta de su mejor amigo Eleuterio estacionada en la ramada y prudentemente se acercó a las dos mujeres que estaban ya a punto de terminar la faena, vio en la carreta alguna ropa de lavado, se saludó con las mujeres de campo en forma muy cordial, desde su morral sacó unas galletas y dulces para los pequeños, discretamente no sacó otro bulto mucho más grande que ese, Renata saltaba de alegría cuando su madre le dio las golosinas, otro tanto llevó Eleuterio, los tres adultos conversaban animadamente, Jasmani ayudó a terminar de desgranar el maíz y apreciaba la mirada fija de la mujer dueña de la ramada, se miraban en forma cómplice, después de un rato la mamá de Eleuterio se despedía pues tocaba llevar la ropa lavada a ser tendida, la mamá de Renata le dijo que esperase un poco y fue al gallinero trayéndole una gallina de corta edad como obsequio, la amiga agradeció el gesto dándole un abrazo diciéndole que la esperaba el fin de semana próximo para comer un cerdo por motivo del cumpleaños de su nieto pues llegaría su hija, cordial invitación también le hizo a su amigo Jasmani quien asintió aprobando gustoso la invitación, Jasmani pidió escoltarla hasta la casa, de tal manera que la carreta iba acompañada del jinete, la mujer subió a ver cómo estaba su marido quien seguía durmiendo, había llegado hace poco, muy mareado, se veía restos del vómito que seguramente había efectuado en el camino a casa, roncaba copiosamente, el pequeño Renato en su cuna improvisada también dormía profundamente, bajó las escaleras y se recostó en la hamaca a descansar, la pequeña Renata estaba acostada en la otra hamaca con deseos de dormir lo que mostraba sus ojos entreabiertos, la mujer pensaba en su situación, las nubes en parte cubrían el intenso sol de aquella tarde, daba la impresión que el fulgurante rayo de sol iba a dar paso a la lluvia que por aquellos tiempos pedía protagonismo meteorológico, meditaba su situación actual, dos hijos, un marido borracho irresponsable de carácter débil, un pedazo de tierra donado por el patrón Joaquín Valdez que a cambio de vez en cuando tenía que ir a la gran casona a prestar servicios de lo que se necesitase, allí también trabajaba su marido a sueldo miserable que apenas alcanzaba para comer pues la mayoría del dinero lo gastaba en bebidas con los amigos, hizo una pausa en sus meditaciones para suspirar, vio el cielo por un lado de sol radiante y por el otro las gruesas nubes oscuras que se acercaban, sonrió y lo asoció con su vida, antes luz, ahora oscuridad, continuó sonriendo viniéndole escenas de sus recuerdos, a su mente llegó su niñez, de cómo era querida por sus padres, aquella ama de llaves que trabajaba en la estancia Valdez y aquel caporal al servicio del padre de Joaquín Valdez, ambos eran apreciados por los peones, campesinos y vaqueros, pero la desgracia llegó cuando fueron descubiertos unos cuatreros robando ganado, en ese mismo lugar fueron ajusticiados sin permiso del caporal que llegó tarde en su caballo para impedirlo, sin embargo a él se le culpó por el asesinato, la familia de los delincuentes juraron venganza y tiempo después el caporal moría asesinado en una emboscada, le habían disparado a mansalva y no contento con eso dieron de machetazos al cuerpo casi cercenándolo por completo, fue una noticia de impacto que acongojó a la población pues era un buen hombre, ya muchos pensaban que era más popular que el mismísimo patrón padre de Joaquín Valdez, por eso en los corrillos se decía que fue el patrón quien lo mandó a matar por celos, de aquello no se habló más, pero la sospecha estaba allí tendida en los murmullos de la gente, los años pasaron, y aquella niña se convirtió en una preciosa mujer, justo al cumplir sus quince años muere el padre de Joaquín Valdez quedando éste a cargo de la estancia, se acababan años de una era de prepotencia y altivez, su hijo era más condescendiente con las cosas de hacienda, miraba a la hija de su ama de llaves con mucha animación, tanto así que pese al duelo hizo una breve recepción lo que llamó de gran forma la atención de la gente, se podría decir que esa actitud mostraba más que apego, de aquello se pudo comprobar aquella tarde novembrina cuando el patrón se apareció por el camino mientras ella llevaba junto a otra mujer la ropa de lavado presto para el futuro planchado, el diálogo fue largo en el camino mientras ella caminaba y él montado en su caballo favorito, intercambiaron sonrisas por lo ocurrido de los comentarios, el diálogo continuó hasta el cuarto de planchado, ya a solas luego de tanto sonreír la mujer vio las manos de Joaquín aferradas a su cintura siendo llevada a unir los cuerpos y tras mirarse detenidamente por leves segundos la acercó más uniendo sus labios, los ojos de la mujer se abrieron como sorprendidos pero luego tras continuar fueron esos ojos relajándose al contacto de las manos del hombre en aquellos hombros femeninos, le pidió calma, que eso era normal de expresivo, le declaró que sentía algo bonito por ella, la sorprendida mujer sólo articulaba palabras entrecortadas podo comprensibles en oración, es que el nerviosismo se apoderó de su mente, él le acariciaba las mejillas y el pelo sedoso tratando de calmarla, la manzana de Adán se deslizaba por la garganta al tragar saliva, ella notaba que Joaquín también estaba deseoso, como presuroso de algo que instintivamente lo iba descubriendo en el roce de las manos femeninas por la cintura hasta llegar a los muslos, el desliz continuó al roce de sus prendas íntimas, lo que por instinto hizo alejarse un poco al sentir los dedos en la vagina vestida, Joaquín quería medir hasta donde podía llegar con esa actitud de aceptación de la joven mujer, por eso de nuevo la tomó de la cintura y ahora los manoseos eran en el trasero femenino, al mismo tiempo que se besaban delicadamente, ella aunque era la primera vez se dejaba llevar, lejos estaba de pensar Joaquín que para ella era su primera vez pues no era así, el primer beso de la mujer fue precisamente con el hijo de Joaquín Valdez siendo muy niños, su primer amor, su primera ilusión, y fue aquel primer beso cuando jugaban por el campo, entre el tupido monte, fue para ambos niños muy instintivo, allí ella probó lo que es sentir la mano masculina que se deslizaba por su cuerpo, y fue algo más, pues ella se dejó deslizar su calzoncito y estaba sorprendida viéndose su vaginita descubierta ante los ojos de aquel niño que la miraba con detenimiento rozándole los dedos entre los labios vaginales, ella sintió recelo y vergüenza, pero estando con él le daba cierto gusto, vio que el niño se desabotona el pantaloncito corto y al bajarse la cremallera se lo desliza y de igual manera lo hace con el calzoncillo dejándose ver ese erecto penecito, esa escena de roces de pene y vagina lampiña no la olvidará jamás, fue su primer beso y su primera acción sexual, que la continuaron haciendo por mucho tiempo hasta que el niño tuvo que viajar a la capital a estudiar en un internado de curas, así fue su primera acción, ahora las manos de Joaquín le recordaban aquel hecho en el campo, ahora el padre reavivaba aquel deseo carnal de lo que el hijo había iniciado, la joven correspondía al llamado del amor de su patrón, solo que algo le evitaba continuar, la reacción mental producto de su condición social la hizo apartarse cabizbaja pasándose la mano por los labios, era como que su racionalidad imperaba en sus sentimientos, más cerebro que corazón, Joaquín no insistió, le entendía aquel modo de ser, se limitó a acariciarle los cabellos y salir furtivamente, la mujer se sentó a pensar, sus manos entrelazadas, le vino por llorar, ni ella sabía el tipo de causa del naciente deseo de hacerlo, se recostó a pensar, durante los días venideros se miraban a prudente distancia, la mujer de Joaquín pidió para que estuviera más cerca de ella en su cuidado, le aquejaba una enfermedad que merecía toda atención, tanto así que cada fin de semana como de costumbre se hacían los chequeos médicos y de allí aprovechaba en visitar a su único hijo en el internado, ya pronto terminaría la secundaria ó colegiatura, fue en aquel fin de semana juliano que se vieron tan cerca, ella limpiando el cuarto de la patrona y Joaquín aprovechando del momento la abrazó sentidamente, ella tratando de hacerle entrar en razón de que no continuase con aquello, la mujer le decía que ella era simplemente una criada y él su patrón, y que respetase el lugar, Joaquín con gestos insinuaba que la amaba, que siempre la había amado, desde que era muy niña, desde el primer día que entró en esta casona, la mujer daba unos pasos atrás, ya sentía el borde de la cama con sus muslos y fue rodeada su cintura por los brazos del patrón, los besos fueron prolongados, ella ya lo permitía pues había caído en ese olor masculino y apreciaba la belleza física de Joaquín, pese a la diferencia de edades, y de esa manera él se extasiaba besándole el cuello y mejillas sintiendo el calor de la piel femenina, estaban solos en ese cuarto, sintieron sus pieles muy calientes, la servidumbre se encontraba alejada en la plantación incluyendo a la madre de la joven, sólo una criada estaba lavando en las cercanías de la casa, Joaquín pensó que era el momento y así tras besarla la hizo sentar en la cama, las manos pasaban entre la tela rozando los pezones, eso a ella la excitaba más, Joaquín le dijo que se dejara llevar y ella finalmente quedó tendida en esa cama de forma voluntaria a la voluntad de quien sería su iniciador sexual, ya antes siendo niña ella había visto por los parajes de la hacienda a las parejas hacer el amor, inclusive le atraía mucho el apareamiento de las aves de corral, de los cuadrúpedos y demás animales salvajes, recordaba bien esas acciones de las parejas que lo hacían furtivamente en el monte a los que ella seguía para ver lo que hacían dentro del monte entre las parejas de los peones, y así esas ideas ahora las asociaba a lo que estaba sintiendo, aquella tibieza de sus manos en su piel calurosa por el deseo instintivo dibujado en los movimientos, sintió el recorrer de las manos masculinas por sus muslos y el desliz de su calzoncito por sobre la faldita puesta, después con sutileza ambas fueron deslizadas, la cara del iniciador se posaba entre los pezones de la mujer que golpeaba su respiración, lamía y chupaba aquellos pezones haciéndola sentir sensaciones nuevas, la lengua deslizaba saliva en los senos prominentes de aquella voluptuosa mujer, mientras la besaba Joaquín se quitaba la ropa, le enloquecían aquellos labios hermosos rozagantes, su pantalón de montar que antes mostraba el pene amoldado en la tela ahora se encontraba en los tobillos junto a los calzoncillos, no dejaban de pertenecerse mediante el declarado beso apasionado recurrente para cada manoseo, ella colaboraba acariciándole el pelo y pasándole las manos por la espalda, ya se sentía pertenecerle, él tendido sobre el cuerpo de ella no dejaba de besarla y dejarse masajear circularmente la espalada, eso lo excitaba más, más y más, así que el grueso pene alargado con prominentes venas y pelo lacio rozaba la vagina, en el glande se notaba gotas de líquido pre seminal, ella vio ese roce de pene en su vagina y se dejó llevar por el movimiento de cadera, las manos de Joaquín se aferraban en los hombros de ella, iba a empezar el ritual eterno de amor como le dijo en sus oídos por aquella vez, las caderas de Joaquín se alzaban y bajaban haciendo que el glande se deslice por los labios vaginales a la entrada de esa deliciosa vagina, sentían ese roce, luego lo mejor, con una mano direccionaba el tronco de su pene en la entrada de la vagina peluda femenina, abriendo los labios el glande ensalivado se deslizaba sintiendo ambos el rico deseo, le hizo abrir lo que pudo aquellas deliciosas piernas y entre ellas puso su cabeza siendo su lengua quien con la punta rozaba el clítoris tanto que lo ensalivaba y ocasionaba contracciones en la mujer, sensaciones nuevas para ella, alzando su cara de la vagina le preguntaba si le estaba gustando a lo que ella respondía afirmativamente entre recelo, así Joaquín continuaba lamiéndole el clítoris, luego de tanto ensalivar puso su pene en la vagina y empezó a penetrar, ella hizo gestos de incomodidad, mostraba sus dientes en los labios abiertos, es que el glande de a poco entraba, ella pujaba y no paraba de gemir, el tronco salía y entraba despacito, así , así, así, aguanta, aguanta, le decía Joaquín besándole las mejillas y la frente, ella deseaba que se detenga pero el continuaba, el instinto de mujer hizo que intentase apartarse de Joaquín pero hace rato que el cuerpo de su iniciador la tenía sometida, el hombre se estaba degustando de un virgo y en su mente e instinto humano se decía que ya no había paso atrás, así que continuó penetrando y de un fuerte impulso logró romper ese maravilloso himen, la reacción no se hizo esperar, ella gritó pero fue su boca tapada fuertemente por la mano, la tela rota del himen motivó a sangrado mostrando su rastro en el tronco del pene ahora con una lentitud entraba y salía de esa vagina, ella pujaba, jadeaba y gemía sollozando combinando con alaridos de dolor en cada entrada del pene en su vagina hasta que luego el cuerpo de Joaquín quedó quietecito acostado sobre el cuerpo de la mujer que sintió instantes después que un fluido quedaba dentro de sus entrañas, era el semen de Joaquín que salía de su pene y era depositado en ella por vez primera, para ella era su primera experiencia con semen masculino depositado dentro de su vagina ensangrentada, lentamente salía el pene con semen y sangre mezclada y luego lo volvía a introducir lentamente haciéndole abrir la boca al máximo a la mujer, todo, absolutamente todo ese tronco de pene alargado y grueso estaba dentro de la cavidad vaginal de la mujer que gemía y pujaba en cada entrada, era suya, desde hace mucho había pensado en este momento y lo disfrutaba a plenitud ahora, le prometió regalarle parte de sus tierras cerca del riachuelo a cambio de su complacencia, esto le decía con dulces frases de no abandonarla jamás, que ahora entregaban los dos su amor eterno, frases hermosas que a la mujer sólo llegaban de roce pues estaba preocupada por su dolor vaginal y de vientre, era como estar partida en dos, su vagina latía, no podía moverse más por la causa de su impresión, su cuerpo era otro, se sentía rara, como sucia, como de otro tiempo o lugar, pese a sus angustias estaban los besos de su iniciador en el amor, Joaquín Valdez, aquel hombre de edad mayor a ella que había hecho el acto de desvirgarla, aquel apuesto hombre férreo en sus convicciones la había llevado al turbulento mar de las pasiones, ella sentía vergüenza de lo que había hecho, Joaquín lo podía apreciar en la expresión de la cara de la mujer ahora realizada sexualmente, a su corta edad ya se había dado como pertenencia a un hombre mayor, pensaba en su madre, su rostro triste fue alzado por la mano de su iniciador que la animaba con palabras dulces, y acompañado de caricias sutiles, al estar sentada en el extremo de la cama pudo ver que de su vagina salía sangre con semen que manchó aquellas sábanas que de inmediato fueron recogidas, con dificultad la mujer se puso en pie, Joaquín le pasó delicadamente su pañuelo bordado por la vagina quitándole los restos del líquido seminal sanguinolento, Ana ahora le pertenecía a Joaquín Valdez, de a poco se vistió y salió a paso lento meditando con la sábana en mano directo a ser lavada, mientras lavaba recordaba lo acontecido hace pocos momentos vio el desplazamiento del agua jabonosa con pintas de sangre que recorría el lavadero y se perdía en la rejilla, allí se iba parte de su virginidad, desde ese momento la historia de su vida cambió y de igual forma para Joaquín Valdez, ella en su catre humilde recostada meditaba tocándose el vientre, con ella y su madre vivía un joven muchacho recogido tras el abandono de sus padres, era un muchacho con marcada discapacidad intelectual, actuaba inocentemente como un niño comparado con su edad cronológica, eran muy íntimos, y en aquella tarde que llegó luego de la faena aquel muchacho la vio recostada, se preocupó por el estado, simplemente ella no quiso dar explicaciones y fue al baño, al orinar aún salía hilillo de sangre también mancha impregnada en su calzón, le dolía en parte su vientre, miraba atenta su orina viniéndole el temor con desesperación y ella quería llorar en ese momento, en su mente retumbaban las temerosas ideas que al entregarse en el sexo ya le había pertenecido al patrón, asociaba su vagina orinando con aquel grueso alargado pene venoso y peludo, quedó fijo en su mente el sentir de aquel grueso glande que entraba en su vagina haciendo furor, dolía recordar pero también quedaba la impresión de algo nuevo descubierto en esas embestidas de pene en su vagina que luego del dolor le quedaba una inquietud de delicia, a las pocas semanas se entera la llegada del hijo del patrón, la bienvenida en casa fue de lo mejor estando ella presente allí, entre las chicas de atención para el joven hijo del patrón estaba Ana aquella jovencita de los juegos de su niñez, se acercaron con mucha química y en los días siguientes pasaban platicando ante la mirada atenta de Joaquín Valdez, ella recordaba el hecho en la habitación de la patrona ante tantas veces en la que acudía allí a realizar el aseo de la habitación, pasaba la mano sobre aquella cama y se sentaba a suspirar pensando que en ese lugar le entrego la virginidad a su patrón, por las noches se despertaba conciliando el sueño pensando en el cuerpo desnudo de su patrón, era como tener sentimientos encontrados entre el temor y el deseo de estar con él, el de disfrutar mutuamente sus cuerpos, tenía un dilema que rondaba su mente, mientras que en el hijo veía dulzura y ternura en cambio ya en Joaquín Valdez veía lo recio de un macho domador, padre e hijo usaban trajes de monta con material parecido a la licra, lo voluminoso de sus miembros estaban puestos a muestra de las féminas visitantes, también la mujer observaba esos movimientos de entrepiernas, del recelo pasó al deseo, si, Ana sentía atracción por el patrón, pero desde aquella vez ahora poca oportunidad había de estar a solas, siempre interrumpidos, guardando las apariencias a distancia prudente, hasta que un día se dio la oportunidad cuando esposa e hijo fueron a la capital en compañía de la madre de Ana, el patrón venía de cabalgar con unos peones luego de hacer tareas de cercado en la vasta propiedad, de inmediato al paso de servicio salió la mujer con otra empleada encargada de atender, al pasar el tiempo se hizo propicio para aprovechar algo de soledad y abrazarse lo que ella muy gustosa correspondía, luego de apasionados besos fueron rápidamente hacia aquella habitación donde ella hizo sexo por primera vez, allí estaba esa cama suave testigo de lo sucedido hace tiempo, sin perder tiempo fue despojada de su ropa acostándose en la cama recibiendo el cuerpo desnudo de su amante, si, deseaba ser suya de nuevo, él lo notaba en los ojos de ella, era su emoción importante, luego de besos y caricias con manoseos la mano de Joaquín tomó su pene poniéndolo a la entrada de la vagina de ella, lentamente se introducía y ella fruncía el ceño agarrándose de los hombros de su amante, pujaba gimiendo en la entrada deslizante del pene, despacio entraba hasta quedar todo el tronco dentro con los labios vaginales abiertos totalmente, luego el delicioso mete y saca, las caderas se movían igual que el trasero y testículos de Joaquín, quería disfrutarla a plenitud, era su momento de acariciar ese juvenil cuerpo femenino, Joaquín no paraba de emitir frases dulces a la inquieta joven, era suya, le recordaba, la había hecho mujer y que de eso nunca lo olvide, esas palabras retumbaban en su mente, de solo recordarlo ahora, los cuerpos desnudos en su movimiento sexual eran definidos por los rayos de sol entrando en los amplios ventanales de aquella habitación en la planta superior de la amplia casona, las manos entrelazadas se deslizaban al movimiento de caderas sobre la fina tela, allí donde la patrona dormía Joaquín y la joven hacían el amor otra vez, esto para ella en esta ocasión fue delicioso, el dolor había pasado y daba a lugar a la delicia del placer de hacer amada por su iniciador que lo hacía de mejor forma, le agradaba ese pene, ahora fue más allá, lo tomó entre sus manos y le pasó la lengua, después se lo introdujo a orden de su iniciador quedando impregnado el semen en sus mejillas y parte de los labios, el semen que quedaba en el glande fue tomado de los dedos de Joaquín y pasados por los labios, ella estaba un poco inquieta con esa actitud, estaba aprendiendo cosas deliciosas con ese pene rozando sus labios y mejillas, esa acción mostraba en ella que le pertenecía en cuerpo y alma su patrón Joaquín Valdez, como la de encorvarse en el extremo de la cama y dejarse pasar el pene por la separación de los glúteos, ahora Joaquín deseaba desvirgarla por el trasero, lamió el trasero de la mujer tantas veces cuanto pudo y ya para hacerlo lamentablemente fue interrumpido por voces venidas de la entrada de la casona rural, eran los peones avisando novedades, el hombre salió de la habitación besándola apasionadamente prometiéndole un nuevo encuentro, sacó de la gaveta unos papeles y se los dio para que los guardase en buen recaudo, eran las escrituras notariadas con escribano que daban fe y legalidad de posesión a nombre de ella, Joaquín le dijo que era su responsabilidad ayudarle ahora que ella era su mujer, sí, su mujer, ella estaba muy feliz, el patrón le dijo que ahora ella debería hacer lo que él como su marido lo pidiese, de inmediato los guardó en su mandil del que estaba vistiéndose para luego ir hacia otra habitación a seguir en los quehaceres, ya en la soledad de su cuarto vio el área de terreno cedida a nombre de ella, leyó para luego ponerlos en buen recaudo, había sido el precio de su virginidad seguramente, de eso ella pensaba, guardó por buen tiempo aquella información, el joven que habitaba con ella y su madre era un gran aliado y protector, los catres eran contiguos separados por una lona, aquella tarde de sábado realizaba ella una siesta luego de almorzar, recordaba aquellos encuentros con su patrón, le atraía su cuerpo y su integridad, temía ser descubierta y que se fuera todo al traste, sentía el deseo de estar con él y le costaba disimular su alegría desbordante cuando pasaba a su lado o de su sola presencia aproximada, lo que más le atraía era ese pene vestido moviéndose por la entrepierna, cuando ese pene vestía ese pantalón semi licra montado a caballo imponiendo autoridad, ese pene que le había cambiado la vida, ese pene al que saboreaba con placer, tenía encuentros de sentimientos, sabía que lo que pensaba no era correcto pero el deseo carnal se imponía ante lo moral, un corazón prevaleciendo ahora contra el cerebro, tocó de caminar por los corredores, Joaquín caminaba e iba a paso lento en sentido contrario al que iba la joven, se detuvieron en segundos, disimulando saludarla cortésmente dio un papel por debajo de su mano que al separarse de inmediato lo introdujo dentro del bolsillo de su mandil, en un rincón al verse a solas lo leyó detenidamente, eran instrucciones para encontrarse en aquel lugar apartado de casona que ella perfectamente conocía, lugar en el que había jugado con el hijo del patrón, aquel lugar con vegetación alta con arena y hojas secas, con sombras ocasionados por árboles frondosos y un alegre viento cual silbido, allí ya se encontraba ella sentada escuchando los sonidos del lugar, suspiraba recostada sobre un tronco caído teniendo como sombra un frondoso árbol, se escucharon los coces y de repente el jinete se encuentra con ella fundiéndose en abrazos y besos, aquel apartado lugar sería sede de muchos encuentros sexuales, todo era placer carnal en cada situación; ahora ella abría los ojos, Ana volvía a la realidad dejando atrás los recuerdos guardados en su mente, Ana suspiraba, retornaba ante la realidad del momento, tenía las manos en su vagina pasándose los dedos en los labios vaginales, en la hamaca contigua estaba su hija Renata profundamente dormida, cerró sus ojos con la intensión de dormir ante el fresco del tiempo, hasta ese lugar se escuchaba con el ronquido de su marido, suspiraba profundamente recordando su pasado.
FIN DEL CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO SEXTO EPISODIO
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