METAMORFOSIS 187
Rozárcelo.
Las manitos se deslizaban sobre los muslos velludos, liberadas de aquellas recias manos, al mismo tiempo los labios rosáceos se apartaban lentamente del grande ensalivado, el rostro del pequeño era de resignación, aún los dedos del adulto estaban deslizándose por el traserito de aquel niño desnudo, de lo que el niño estaba acuclillado le hizo acostarse sobre la alfombra del estudio donde se encontraban, los dedos ensalivados del adulto entraban en ese ano infantil y de esa manera se congratulaba con hacerle esto ya que su órgano sexual a su edad ya no se ponía erecto de manera efectiva, la satisfacción de Fulgencio es ver al pequeño fruncir ante el contacto de sus dedos en el ano infantil, el niño gemía ante los movimientos de los dedos, ya deseaba que todo esto pase, pero se resignaba, se dejaba hacer, recibía besos y caricias, luego de cara a la alfombra empinaba el traserito y de nuevo los dedos entraban en el ano infantil, los manoseos en los glúteos no se hacían esperar, Fulgencio se sentó en esa silla de diseño morisco que era muy lujosa ubicada en aquel estudio, estaba desnudo completamente, pidió al niño que se acerque, para acariciarlo y besarlo uniendo sus cuerpos, él parado y Fulgencio sentado manoseaba el traserito uniendo las frentes, el penecito del niño rozaba el flácido pene del anciano, en la mirada de Fulgencio se notaba la autoridad imperante en la voluntad del niño que se mostraba en su rostro y su mirar, la timidez complementaba esa escasa voluntad hacia lo que él en su conciencia sentía que era incorrecto, sin embrago en contraposición algo le hacía pensar que eso que hacía era delicioso, si, esos movimientos le estimulaban a pensar eso y era motivo de resignación más aún tener en su delante la actitud prepotente de aquel adulto adinerado, el pequeño dio un paso atrás para que el adulto contemple ese cuerpo desnudo a plenitud, veía con detalle esas piernitas rellenitas bien formaditas con esos piecitos juntos descalzos, ese penecito erecto que le hacía suspirar el deseo, ese cuellito y labios hermosos, a plenitud era un niño muy bonito, volvió a ver ese penecito, Fulgencio se apartó de la silla sentándolo en aquella silla abriéndole las piernas dejando mostrado el penecito a plenitud, lo ensalivó lamiéndolo y chupándolo, el niño veía en su prepucio el movimiento de la lengua del adulto, la lengua pasaba por debajo del testículo, se podía apreciar deslizándose por el tronco de pene lampiño, el adulto se puso en posición perrito delante del niño que se levantó de la silla y agarrando su penecito ya lo pasaba por el trasero adulto que con sus manos lo abría lo que más podía para que ese penecito pueda entrar pero aparentemente por la corta edad del niño no entraba todo pues lo tenía bien cerradito, luego por esa alfombra los dos cuerpos quedaban acostados completamente desnudos piel con piel, el niño acostado encima del cuerpo de Fulgencio, los penes unidos, las manos de Fulgencio acariciaban los glúteos, besaba la frente del niño oliéndole el sedoso pelo, allí su respiración chocaba articulando aquel nombre a ojos cerrados con toda exclamación: “Patricio, Patricio, Patricio”, el niño escuchaba limitadamente las expresiones del adulto siendo el nombre recurrente en cada encuentro con el adulto, “Patricio”, ese nombre para el niño era una incógnita de personaje, lo que pasa es que el adulto se imaginaba que ese niño al que tenía abrazado era aquel “Patricio”, un niño que años atrás significaría mucho en la vida de Fulgencio Arichabala, detrás de aquel niño Patricio había un asesinato, el pequeño se levantó del cuerpo adulto yendo a ponerse lentamente la ropa, siendo visto por el anciano que se levantaba acariciándole el rostro, le dijo que antes de irse se sentase en la silla morisca, el niño obediente lo hizo luego abriendo la boca para introducirse el pene de Fulgencio cuyas recias manos acariciaban el lacio pelo infantil, el pene flácido era lamido por esa lengua infantil, lo tuvo así por un instante para luego acompañarlo hasta la puerta tomados de la mano y la otra manito se la pasaba por los labios teniendo en su nariz el olfato inconfundible de ese pene adulto, se abre la gran puerta, no había gente en los alrededores, empujó al niño no sin antes acariciarle la mejilla y el pelo diciéndole que pronto saldrían al lugar de siempre, el alegre niño caminó en dirección a donde se encontraban los niños jugando a las escondidas, Fulgencio sentado en su escritorio meditaba lo acontecido con ese niño hijo de sus vecinos, sonrió llevándose a la boca un sorbo de coñac divisando por la ventana hacia el jardín el movimiento de los niños, especialmente aquel que lo tuvo hace poco en el estudio, por lapsos de tiempo el niño se llevaba la mano al trasero manoseándolo dentro de la tela y estirando la misma, luego el penecito lo estiraba en su tela, Fulgencio sonreía sarcásticamente alzando la copa de coñac bebiendo el resto de su contenido, al otro lado de la casa la pequeña Victoria se escondía en las cercanías a la bodega de vinos, forzó la puerta para entrar pero los candados puestos se lo impedían, caminó un poco hasta llegar a las cercanías de la habitación de aquel hombre que estaba en calzoncillo sentado lustrando sus zapatos, al verla se puso en pie y sonrió, ella en posición furtiva correspondía a su sonrisa, le hizo señas para que no fuese delatada por él pues se oía voces de niños acercándose, Victoria entró al cuarto de aquel hombre, escondida allí desde la ranura vio al niño que se acercaba a preguntar al hombre por ella quien respondía negativamente, el niño buscador continuó su camino, Victoria no paraba de reír, quiso salir de la habitación pero las manos del hombre le impidieron el paso, con mirada viril insinuante el hombre le hizo bajar a Victoria su mirada en dirección al pene abultado en la tela del fino calzoncillo donde se notaba la punta del glande erecto, ella permitió el fuerte abrazo del hombre, sintió ese bulto en su estómago, se apartó un poco bajándose el calzoncillo dejándose ver ese pene ya conocido por ella quien sonrió haciendo ademanes por salir, el hombre la volvió a abrazar y lentamente se acercaron sus labios, ella sabía de ese néctar salido de los apasionados labios de aquel hombre que con pasos lentos sin dejarla de besar se acercaba a la cama, así dejándola recostada alzándole el vestidito y deslizándole el calzoncito pasaba los dedos por los labios vaginales, se ensalivó un dedo y lo pasó repetidamente por la vaginita de la hermosa Victoria, vio el glande ahora deslizarse por allí, por ese rico lugar que ella tenía en su cuerpo en formación de mujer, ella se relajaba dándose vuelta sobre la cama brindándole su despejado traserito y fue por allí que el ensalivado glande se deslizaba por la separación de los glúteos entrando en el ano haciendo furor a sus deseos sexuales carnales, la niña cerraba los ojos mordiendo los labios, el hombre sabía que a ella le gustaba recibir por allí, por su traserito lindo desvirgado por quien sabe quién se decía aquel hombre que servía a la casa de su abuelo Fulgencio Arichabala, ahora servía sexualmente a la atrayente Victoria que escuchaba voces de niños pregonando su nombre, ella le pidió que se detenga pero él a punto ya estaba así que continuó con el movimiento de cadera y pene en el traserito de ella hasta que salió semen deslizándose por los glúteos de Victoria, al sentir que el hombre se apartaba de ella muy rápidamente tomó el calzoncillo del hombre y se limpió tan rápido como pudo, saliendo furtivamente de aquel cuarto muy significativo a ratos para ella, ya un grupo de niños estaba subido en el auto que manejaba Fulgencio, irían a tomar helados al parque principal capitalino, solo faltaba Victoria que instantes después apareció tras insistentes cláxones y se metió al auto de copiloto junto a un niño que iba al lado de su abuelo, de esa forma Fulgencio en ocasiones invitaba a un refrigerio a los niños hijos de los vecinos cuando éstos visitaban a sus nietos.
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La pierna estaba levantada a plenitud a la vez que unas manos se deslizaban por aquella de piel suave y tersa, luego unos labios salivados besaban repetidamente el pie y la pierna lampiña, la lengua no se hizo esperar y actuaba deslizándose lentamente golpeándola con su respiración constante haciendo estragos en el sentir del precioso niño, éste lo había deseado desde hace mucho, pues desde hace bastante tiempo no había tenido un encuentro así con su amante Contardo que continuaba besándole el pecho y rostro repetidamente, el “niño” lo había esperado en su cuarto así vestido de nena, eso le gustaba a Contardo, verlo así vestido lo excitaba pues se notaba el contraste entre niño y mujercita con sus labios pintados y un peinado adecuado más el vestidito que ahora llevaba puesto, el de siempre, el que lo hacía sentir bien, por eso manoseaba toda la piel vestida y de a poco le fue quitando el calzón o la braga deslizándola por las piernas lampiñas levantándole luego el vestidito quedándose el niño completamente desnudo con sus labios bien pintados los cuales fueron a lamer y chupar el pene de Contardo gustoso de ver la piel de su pene impregnada con eso rojo intenso de lápiz labial en los labios del niño, ya el pene bien erecto servía para el sexo oral del pequeño que con descansos mostraba su alegría de volverlo hacer desde hace mucho tiempo, para el “niño”, Contardo era su único amante, no había nadie ni nada más, ya lo había demostrado cuando el “niño” tuvo de iniciador al dueño de la abacería, a ese tal Jasmani, que curiosamente también había sido iniciador de Contardo siendo guardaespaldas de su padre Squeo, aquel hombre que lo desvirgó y al que Contardo presumía haberlo matado delante del “niño” al que ahora y en cada encuentro sexual le decía al “niño” de lo sucedido recordándole que sólo le pertenecía su cuerpo, mientras lo embestía con el pene en el trasero le decía con vehemencia que ese cuerpo le pertenecía a lo que el “niño” respondía que sí, que siempre sólo sería de él, no importa que Contardo estaba casado, pese a ello compartía con su mujer el acto sexual con el “niño”, así, así, se lo metía con gusto dentro del ano hasta dejarle semen dentro de sus entrañas, ambos cuerpos desnudos quietos al sonido de sus fuertes respiraciones, la saliva de Contardo caía en la piel del cuello del “niño” que luego recibía repetidos besos en el pelo lacio fragante, Contardo le decía al oído que no lo olvide, le prometía de un nuevo encuentro muy pronto, se levantaba y delante del “niño” agitaba el pene en señal de su autoridad mostrándole su domador corporal en el hecho sexual, Contardo se sentaba en el extremo de la cama con las piernas abiertas y su pene erecto al descubierto mientras el obediente “niño” se levantaba de la cama poniendo un recipiente junto al pene del precioso “niño”, Contardo tomaba el recipiente y las manos del “niño” limpiaban con agua los restos de semen del pene para luego dejarlo bien limpio, así se vestía y se despedía del “niño” quedando meditabundo en la habitación acostado completamente desnudo y que jugueteaba el penecito no tan lampiño con sus deditos, llevándolos luego a la entrada de su ano oliendo los restos de semen, a veces como en esta ocasión tocaba de limpiárselo con su calzoncillo y de inmediato ir a la letrina contigua para empleados, allí defecaba y podía ver los excrementos con semen, sonreía en cada pujada recordando el sometimiento sexual al que era objeto por parte de “su” Contardo como se decía en su mente, luego de salir de la letrina para el “niño” la vida continuaba igual ayudándole a su padrastro que era chófer de Squeo padre de Contardo a arreglar los desperfectos mecánicos en el garaje-taller junto a esa gran casona, o también le ayudaba a su madre que allí trabajaba de empleada a clasificar ropa, hacer mandados o cualquier arreglo necesario en el interior de la casa, esto lo hacía luego de salir de la escuela, a veces llegaban amiguitos a hacer las tareas y Contardo al verlos sentía un poco intranquilidad reflejada en el rostro, pensaba que alguno de aquellos amiguitos sería su “compañero sentimental” de solo ver la mirada de Contardo el “niño” despedía lo más pronto posible a sus amiguitos diciéndoles que mejor se verían en su cuarto y allí en ese lugar podía manosear disimuladamente a sus amiguitos aunque ninguno daba muestras de seguirle el “jueguito” y al percatarse de aquello el “niño” en varias ocasiones no continuaba con sus intenciones, sólo tuvo una relación fugaz con un amiguito en la escuela la vez que se encerraron en el baño escolar en el que se rozaron los penes por un buen rato en que también se besaron entregándose a la pasión de aquellos años infantiles, pero no siguieron esta relación pues a los pocos meses el “niño” y su familia salieron hacia un pueblo rural en el interior del país, sólo quedó grabado su nombre: Estacio.
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La fuerte brisa golpeaba en el rostro de aquella mujer que bogaba en su canoa llevando orgullosa el fruto de su pesca, remaba pasivamente contemplando a lo lejos la playa amplia de arena, miraba las casa grandes en construcción, se decía que era el progreso, muchos “gringos” inversionistas llegaban a hacerse cargo de gran parte de la concesionada playa en las que sobresalían las empacadoras y astilleros navales, la ciudad que se estaba formando expandida en hormigón hacía que la fauna y flora se alejase cada vez más de aquel lugar en progreso, el atún era la fuente de vida de la población y grandes barcos ocupaban parte del área de pesca artesanal, ya se estaban dando brotes de protestas ante el empobrecimiento de los pescadores que obligatoriamente decidían ir a la capital por otra fuente de empleo en especial los varones dejando en ese lugar a sus mujeres e hijos, muchos no regresarían pues formarían nuevos hogares en la capital, los que quedaban trabajaban en las construcciones o en pesca menor si la suerte los acompañaba por lo menos dos veces al mes, las aguas de mar eran tranquilas por aquella temporada escasa de aguaje, pero ello no implicaba a veces observar maniobras intrépidas de noveles navegantes de canoas como era el caso de aquella señora que tenía a su lado con la que iba conversando, llevaba a su hijo sentado a medio de la canoa mientras ella iba sentada en un extremo, se encontraban cerca de la playa, la mujer vestía adecuada para la actividad, se veía de clase social alta, algunas personas de la orilla miraban con detenimiento cada movimiento haciéndole gestos de que no se alejase mucho, Justin estaba gustosa de remar y conversar con aquella mujer de pesca artesanal, el pequeño Daniel Nicolás tocaba el agua con sus manitos, el día pasaba de ser nublado a soleado, ello hizo que Justin se despidiese de la mujer y tomase rumbo a la playa donde un inquieto esposo la recibía en compañía de sus colaboradores, el niño fue tomado con cuidado siendo bajado de la canoa, muy lejos de allí sobre una alta construcción uno de los recién contratados estibadores miraba la escena familiar, mordía sus dientes y labios, uno de sus compañeros lo sacó del letargo pensativo haciéndolo que vuelva al trabajo pesado, aquel hombre trabajaba para las empresas pesqueras de Nicolás Arichabala, aquel hombre conocía perfectamente a los patrones, ansiaba poder acercarse más a la pareja y cumplir lo que el destino le depararía al momento de tenerlos cerca, por ahora sólo se limitaba a verlos con profundo sentido agarrándose el cinto de arnés para continuar laborando en la carga, aunque a ratos hacía pausa para ver a la pareja de esposos caminar con su hijito por aquel malecón que daba al muelle en construcción en el que se había respetado una pequeña arboleda antigua, el pequeño como siempre iba vestido de marinerito, era el engreído pues se trataba del único hijo de la pareja y los cuidados no se hacían esperar, sobre todo de su orgulloso abuelo Luis Daniel Pérez que ya estaba por llegar en aquella ya soleada tarde, el niño iba tomado de la mano de sus padres, jugueteaba con las sandalias en la arena, se notaba los dedos sobresalidos llamando la atención en cada gesto que hacía con los pies, en ocasiones saliéndose las sandalias, se podía ver la forma de aquellos pies que no tenían parecido con sus padres, y ese contraste de pies era motivo de fijación sobre todo de Nicolás y la matrona Matilde la madre de Fulgencio Arichabala, bisabuela del pequeño Daniel Nicolás, pero en fin, la caminata continuaba por los alrededores de las amplias compañías navieras y empacadoras de atún de un país que se veía visiblemente en progreso aunque la escena política de intereses creados en el gobierno contrastaba con esos logros, así, la pareja fue a recibir al huésped ilustre de la familia, para su sorpresa el Doctor Pérez iba acompañado de una norteamericana despampanante que hablaba muy fluido el español, para Justin seguramente la rubia sería una de las aventuras más de su padre, pero al pasar el tiempo se daba cuenta que la soledad de su padre iba por el buen fin, aquella rubia joven había ganado la admiración y el cariño de su padre, Justin prudente en su accionar se limitaba a contestar y hacer gestos de cortesía cuando se ameritaba, los ojos de su padre seguían su accionar y a solas agradecía a su hija la comprensión y el buen comportamiento, era un viudo que desde hace muchos años no se casaba, Justin estaba lejos ya de ser aquella niña que deseaba sólo la atención de su padre y era tolerante en los últimos años de las “aventurillas” de su padre con las mujeres del momento, las cinco personas caminaban por la arboleda contrastando la fuerte brisa de la arboleda con el salitre imperante en el ambiente eso sí siempre apartados de la luz solar constantemente refugiados en las sombras del palmar contiguo a la vivienda fastuosa donde residían Justin y Nicolás, al entrar fueron recibidos por las empleadas de la casa en las que sobresalían la pequeña “Milelicilla” y su madre con amplia sonrisa, el huésped se inclinó acariciándole la barbilla a la pequeña lo que le hizo dar un sobresalto a la madre quien por instinto conservador tomó a la pequeña luego de la caricia llevándola a sus piernas rodeándola con sus brazos emitiendo la mujer una sonrisa forzada desencajada hacia el ilustre visitante y a la norteamericana, pasaron al salón a tomar suculentas bebidas autóctonas del lugar que a la rubia Alison de veinticinco años mucho le gustaban pidiendo repetidas copas, eso llamó la atención de Justin pues la rubia daba a entender su afinidad por la bebida complementada con finos tabacos regalados por el doctor, fumar en esa época era muy “chic” la rubia observaba con detenimiento al pequeño que jugaba con su amiguita los dos saliendo luego de la habitación en compañía de la empleada para jugar en el jardín en los columpios hechos con exclusividad para el pequeño y que eran regalos de su abuelo Fulgencio Arichabala así como un gran carro de madera con pedales que manejaba ya con pericia por los alrededores y era la admiración de aquellos niños humildes del sector quien detrás lo seguían y en muchas ocasiones le ayudaban empujándole, el estibador en sus ratos de lunch veía aquel niño pasear su carrito llevándolo a la arena de la playa en compañía de la empleada y su hija, aquel hombre estaba prendido de la hermosura de aquel niño, le pedía a la vida tener un hijo así, pero claro, no con los cuidados ni la opulencia pues éste hombre por su humildad carecía de aquella, sin embargo sentía un apego por aquel niño, y aquel ocaso tuvo la oportunidad de tenerlo en su delante pues la empleada empujaba el carrito con dificultad ya que una rueda estaba defectuosa, el hombre pidió se le permitiera ayudar, la buena mujer no tuvo inconveniente y los pequeños vieron la maniobra del estibador arreglando la pieza del carrito de madera, con una piedra logró asestar el seguro del pasador de aquel ruliman volviendo a rodar adecuadamente, para comprobarlo el estibador tomó abrazándolo con mucho cuidado al niño llevándolo a su pecho, fueron segundos pero para el estibador fue el rato más significativo al tener en su delante junto a él a ese precioso niño que tanto admiraba, luego fue sentándolo en su juguete favorito viéndolo maniobrar, los visitantes desde la ventana también veían la maniobra del pequeño sonriéndole y haciéndole gestos a lo cual el precioso Daniel Nicolás respondía con amplia sonrisa, el doctor preguntó por la identificación de aquel estibador barbado de piel morena clara muy bronceada respondiendo Justin que se trataba de un estibador que trabajaba en la construcción del muelle y empacadoras, era muy recto y eficiente en su disciplina laboral, se apreciaba de tener pocos amigos, pero de los que tenía gozaba de liderazgo absoluto, se notaba lo juvenil pese a la poblada barba que tenía, el doctor miraba fijamente la figura de aquel estibador mientras verbalmente su hija le informaba, preguntó por su nombre y su yerno dijo que se llamaba: Heráclito, no tenía familiares por el sector más si en las montañas del interior del país, había llegado por la escucha del buen trabajo y paga que se ofrecía, tenía bastante tiempo en ese lugar, el estibador sacó al niño del carrito de madera llevándolo a su pecho haciéndole mimos, la empleada sonreía con felicidad sabiendo lo apreciado de lo que era objeto el pequeño Daniel Nicolás Arichabala Pérez, el apego que aquel hombre sentía por el pequeño se convertiría en una devoción, deseaba tener un niño así se decía en sus adentros, lentamente lo volvía a sentar en el carrito luego de haberlo tenido abrazado, la empleada que simpatizaba con el hombre tras muchos encuentros por el lugar con cortesía tomó al carrito haciéndolo empujar de la niña ayudándole al niño en el pedaleo alejándose así del estibador que los miraba con detenimiento y él también era observado por suegro y yerno desde la ventana amplia de la casona de playa, continuó con sus pasos por aquellas polvorientas calles llegando al humilde cuarto que arrendaba, lo poco que ganaba servía para subsistir, se recostó en la cama, por la comisura rodaban las lágrimas, suspiraba viendo al techo haciendo puños golpeando el colchón, su mente no podía alejarse de la imagen de su niño querido, aquel al que hace poco lo había abrazado, sentía apego, aquel hombre parecía un niño llorando porque le faltaba su juguete favorito, así con sollozos quedó dormido con la puerta apegada, minutos después esa misma puerta se abría lentamente por acción de unas manos infantiles y sobre ella unas manos adultas que terminaban de abrirlas dando paso a la acción de la luz de luna y aquel frío marino, lentamente Heráclito abrió los ojos, tal vez por el hambre, tal vez por el frío imperante, tal vez por la escucha del crujir de la puerta o tal vez seguramente por el desliz de los dedos por su rostro, ante todo sonrió al verlas, sus amigas, aquella empleada y su hija la pequeña llamada con cariño “Mielicilla” llevaban un recipiente de madera con dulce de coco que tanto le gustaba al hombre, la niña se sentó junto a Heráclito viéndolo sentado en su catre degustar aquel manjar, la recia mano del hombre acariciaba el pelo de la pequeña y asentía aprobando el manjar a la mujer en señal de agradecimiento, había sido el salvador de la pequeña ya que hace pocas semanas por correr con imprudencia trastabillo cayendo al agua luego de darse un fuerte golpe en la cabeza por un madero, esa lamentable acción fue vista por el estibador que caminaba por el lugar, no se hizo esperar su acción salvadora pese a que fueron bastantes los minutos que estaba en el agua para que reaccione luego de masajes cardiovasculares con sus gruesas manos logrando que la niña vomite el exceso de agua que estaban retenida en los pulmones logrando así respirar adecuadamente para alegría de los presentes, aquel estibador fue motivo de felicitación por su obra humanitaria ganándose la admiración y gratitud de la madre de “Mielicilla”, luego de probar aquel manjar el hombre limpió el recipiente agradeciéndole por la visita acariciando la mejilla de la pequeña, pidió que se alejen pues a estas horas en este lugar madre e hija en cuarto de soltero era inadecuado ante las opiniones de este vecindario terrible en comentario, las visitas asintieron y salieron del lugar, el hombre se despidió agitando las manos por la ventana pero ya eran objeto de observación de las malquerientes mujeres del lugar, entre ellas se encontraba Salomé, una de las mujeres al que aquel hombre le era atrayente, era soltera y vivía con sus padres pescadores, tenía un cuerpo escultural muy sexy al andar, era objeto de miradas lascivas de los moradores del lugar pero a quien ella le gustaba era Heráclito aquel musculoso hombre barbado con piel morena clara bronceada por el ardiente sol, por las tardes a la salida del trabajo siempre lo esperaba interceptándolo a su paso con el pretexto de conversar, los padres de Salomé veían de buena forma esa relación pues era un buen hombre servicial y de gustos rectos en disciplina, sobre todo que era un hombre soltero, seguramente sería un gran marido decían los vecinos viendo a la pareja, pero Heráclito mantenía su distancia, prefería ser su amigo, su mente y espíritu estaba en otro lugar, siempre le decía eso con franqueza a la muchacha ante cualquier insinuación, para Heráclito su relación con Salomé solo era de ámbito amistoso sólo que la mujer no perdía esperanzas, así pasaban aquellos días en los que el estibador se limitaba a lo lejos a observar a aquella familia, de a poco hubo un acercamiento a la casona cuando la empleada solicitaba a Heráclito que arreglase algún desperfecto de agua o luz en la casona, el propio Nicolás Arichabala o Justin Pérez le daban su propina por el trabajo, siendo solicitado con pendiente, el tiempo que pasaba allí lo aprovechaba para hacerle mimos al pequeño y a la pequeña, era feliz así, con tal de estar con ellos.
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Carlos Felipe y Noelia se habían convertido en una pareja estable en los tabloides, se hablaba mucho de sus acciones sociales y de aquellos reportajes que mostraban la relación familiar dentro de esos grandes espacios habitacionales de la mansión capitalina, se hablaba de los negocios por venir del acaudalado comerciante importador que ahora ponía fijación en la exportación de materias primas, resaltaba la imagen de su hijo menor, aquellas manos femeninas daban vuelta a la hoja mirando con detenimiento los reportajes, hacía un alto en su lectura llevándose un sorbo de licor a la boca tragándoselo luego de hacer buchadas con agua mineral, estaba algo tomada ya, cuando empezó a proferir palabras de grueso calibre, lanzó con fuerza el vaso contra la pared para luego besar la fotografía del acaudalado comerciante diciendo que pese a todo lo seguía amando, maldecía el no haberle podido dar un hijo para así solidificar su relación, resignándose a ser simplemente “la criada” de sus hijastros el difunto Hermógenes y el ahora abogado Serafín cuando estuvo viviendo con él, Sandra, para quien los años habían pasado refregando su rostro se vio en un espejo lo marchito de su rostro en comparación con Noelia Buonanote la esposa de Carlos Felipe Del Olmo, tomó el teléfono que estaba regado en el piso, probó si funcionaba luego de haberlo lanzado tras la última rabieta que tuvo con su último amante el tono funcionaba e hizo una llamada desesperada, la persona del otro extremo sonreía pidiéndole que se calmase o le iba a colgar, ya repuesta le pidió conversar sobre aquel “asunto pendiente” a lo que el tipo dijo que ya estaba solucionado que no iba para más, pero ella insistía en que no todo estaba solucionado pues el tipo continuaba vivo, el interlocutor alzó el tono de voz repitiendo la frase que le había expresado anteriormente acotando que no insistiese pues en realidad ya no tenía nada que hacer ni poder hacerse, ella emitió palabras de insistencia del por qué no continuar con lo planificado, del otro lado de la línea se expresaba un elevado tono de voz diciéndole que todo ya estaba hecho y además ella sintió que del otro lado de la línea le colgaban con vehemencia, no esperó a más, sabía que la única vía que le quedaba para satisfacer sus celos era manifestar su condición de mujer dolida ahora tomado el asunto con sus propias manos, tomó el revólver, subió a su auto rodeando el parque hasta ver a distancia prudente a la pareja Del Olmo–Buonanote que se disponían a subir al auto cuando de pronto se escucharon dos detonaciones, pudieron ser más de no ser porque el tambor no había sido cargado en su totalidad caso contrario la tragedia se incrementaba pues los dos proyectiles salidos del revolver impactaron uno en la carrocería y el otro en el mentón del chófer del lujoso auto que por providencia , los transeúntes se acostaron en el piso dando visibilidad al auto agresor que se fugaba en presurosa carrera sin siquiera ser identificado para suerte de su conductora, la policía tardíamente hizo su intervención consultando pormenores y tratando infructuosamente de expandir un circulo de seguridad por kilómetros en tiempo record, las noticias corrieron durante ese día y más al siguiente en que los tabloides daban conocimiento de lo sucedido, las noticias volaban, llegando a Gustavo Adolfo quien preocupado se comunicó con su familia quedando tranquilo al saber que todo estaba adecuado, también don Rodolfo Buonanote se presentó a los pocos días en la capital, no se conformaba con las noticias sino quería comprobar los hechos, ya eran tantos los atentados sufridos por Carlos Felipe, el anciano visitante estuvo algunos días en casa de su hija Noelia, apreció la forma de vida pues eran pocas las veces que la había visitado en su hogar, el anciano gozaba de las ocurrencias de su nieto menor, aquel niño rubio que hacía la delicias de sus padres en cuanto a mimos, era el nexo del anciano con los esposos, don Rodolfo extendió la visita al conocer el arribo de su nieto Gustavo Adolfo desde la selva del país de la canela, el encuentro entre abuelo y el nieto fue enternecedor, Carlos Felipe era el más atento en esa escena, el pequeño hijo de la pareja se sumaba a los abrazos de abuelo y nieto, entre los hermanos había una gran relación, para celebrar hicieron una cena opulenta, a fin de cuentas ese atentado sirvió para acercar los lazos de familia, estando allí en la capital don Rodolfo Buonanote aprovechó para comprar insumos para su ganado y entabló diálogos con inversionistas agro exportadores insinuándole que aceptase realizar plantaciones en amplias tierras por las que iba a pasar el canal de riego, Rodolfo aceptó ciertas orientaciones, y en pocos meses se realizarían los trabajos tan pronto se viese la obra pública de riego integral en la zona, el anciano visitó el lugar del atentado así como también ciertos espacios verdes capitalinos, siempre en compañía de su nieto Gustavo Adolfo y su pequeño hijo, a poca distancia de allí unas manos furibundas daban de golpes al rostro femenino envejecido por el alcohol y el tabaco, otro hombre sentado haciendo boconadas con el habano y con una copa de brandy en la mano miraba la escena de golpes a la desdichada mujer, el matón hizo un alto a los golpes proferidos por mandato de su jefe el acaudalado hombre que se levantó lentamente, acercándose donde se encontraba postrada manando sangre de sus labios, una boconada de humo cubría el rostro sanguinolento que sollozaba presurosamente con su respiración, le dijo que estaba así por su necedad, ya por teléfono le dijo que se calmase, que no hiciera ese escándalo social, afortunadamente para ella aquel hombre había limpiado las evidencias, el hombre sacó de su bolsillo la foto de un pequeño, otra de un hombre muy conocido por ella y otra foto de una familia, le dijo al oído de la pobre mujer que no se acerque a ellos pues significan mucho para él, esto puso en incertidumbre a Sandra que lentamente se paró y con su mano sanguinolenta de haberse tocado el rostro trató de verlas con detenimiento lo que le fue negado y que a cambio escuchó el nombre de aquellas personas que estaban en las fotos, le repitió tres veces diciéndole que no se acerque a ello, Sandra mordiendo sus amoratados labios asentía resignada, se daba cuenta de su realidad y debía obedecer a su mentor y protector por el que había rozado en varias ocasiones pero ésta del atentado había ido más allá de lo previsto, el hombre metió las fotos en el saco saliendo de la habitación no sin antes dejar sobre la mesa un sobre, la mujer se incorporó al escuchar el ruido del motor del auto alejándose del lugar, abrió el sobre y vio unos billetes y una nota que le hizo fruncir el rostro expresando muecas de terror.
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El pequeño Renato daba muchos pasos de mano de su madre por ese barrido suelo de tierra arcillosa, sus piecitos planos con dedos alargados se afincaban dando firmes pasos que a su madre alegraban de verlo caminar además debajo del entablado de la ramada, a su lado la pequeña Renata cuidando a la expectativa, salieron de la ramada yendo hacia la yerba mojada producto del último aguacero de la madrugada en su delante un jinete brioso con amplia sonrisa saludaba alzando el sombrero gallardamente a madre e hijos, el jinete se bajó del caballo, pasó la manga de su camisa de monta sobre la sudorosa frente y cuello, la mujer interpretó la necesidad del jinete invitándolo a tomar sombra acostándose en las hamacas, la niña extendió sus manitos portando un vaso con jugo natural sirviéndole con un pan y queso recién elaborado al hijo del patrón, el hombre sabía de la ausencia del marido de la mujer pues laboraba en sus propiedades, el visitante miraba con detenimiento al niño que era desvestido por su madre pues se preparaba para un baño en la tina que estaba junto a una hamaca debajo, el niño estaba desnudo totalmente y fue ingresado en la tina, ambos adultos contemplaban los movimientos del pequeño Renato, mientras que la pequeña Renata se disponía a desgranar un poco de maíz para las tortillas de la tarde que se avecinaba en pocas horas, las manos del hombre rozaban las de la mujer viéndose con mirada cómplice, el jinete por demás se fijaba en los pies del pequeño, miraba a la madre y éste sonreía, los tres sonreían al mismo tiempo que el niño braceaba el agua levantándola en forma brusca casi mojando a los adultos, esta acción los hacía reír más a los adultos y a la niña que miraba las acciones, el jinete le decía algo al oído a la mujer quien recelosa miraba hacia donde estaba su hija sentada con el maíz desgranado, al rato el niño era envuelto en una toalla siendo ayudada por el hombre con quien subió a la ramada a dejar al niño acostado en su cuna improvisada de madera, se quedó viendo contemplativo a ese nene precioso acostado en la cama, de ese instante se aprovechó el hijo del patrón para darle a la mujer sendos besos apasionados, las manos pasaban por los muslos de la mujer pidiendo ser descubiertos con algo más, la mujer se dejaba apasionadamente, pero su conciencia le obligó a detenerse, cuando a punto estuvo de dejarse llevar por las mieles del deseo y la pasión, la mujer bajó la rudimentaria escalera de madera acercándose a su hija ordenándole con mucha convicción en su mirada autoritaria que tomase un costal y fuese a los linderos por cítricos para hacer deliciosa bebida con esas frutas, la niña obediente así lo hizo adentrándose a paso lento en la plantación, la mujer subió y para su sorpresa en el catre en el que dormía con su marido estaba completamente desnudo el hijo del patrón con su pene erecto esperando a ser usado, la mujer se desvistió acostándose completamente desnuda sobre el cuerpo, el pequeño Renato miraba desde su cuna con ojos entreabiertos los cuerpos de esos adultos que se movían en la cama, la mujer besaba apasionadamente el pecho y estómago continuando con sus besos hacia ese pene grueso peludo bien erecto, no tardo en introducir todo el glande en su cavidad bucal así teniéndolo por largo rato, le gustaba ese delicioso pene viril, apasionada se lo pasaba por las mejillas ya así tan salivado y con liquido pre seminal, lo pasaba por la garganta y entre sus pezones, allí fue que el hombre se acostó sobre ella abriéndole las piernas e introduciendo de a poco ese pene ensalivado, los pelos del pene y la vagina se entrelazaban al movimiento de pelvis, los testículos del hombre se movían rápidamente al movimiento del tronco del pene, ambos abrían sus bocas demostrando elocuente pasión y de inmediato sus bocas abiertas se unían en fuertes y apasionados besos que consolidaban ser amantes desde hace mucho, mucho tiempo, desde que eran niños, ella lo deseaba y él en reciprocidad lo demostraba poseyendo su cuerpo lanzándole mieles a su piel apasionada, caliente por el efecto y sensación de ser suya, ahora le tocaba al trasero allí fue que despacio se lo introducía, sólo que esa penetración era con amor y deseo en los que ambos hacían perenne entrega, ella giró y decidida se introdujo el pene, ella, sí, ella, deseaba, anhelaba, en su delante tenía a su amor, sí, su amor, él sonriente hizo un gesto cabizbajo, estando su cuerpo encima de la mujer, movió negativamente la cabeza como quien manifestándole que era una chiquilla traviesa, Ana la madre de Renata sonrió acomodándose en la cama diciendo que la hiciera completamente suya, suya, y de nadie más, sabía cómo estimular a su amante joven, la pequeña Renata escuchaba de su madre: “métemelo” “ya, métemelo” “hazlo, métemelo” sí, aquellas palabras expresadas que retumbarían en su mente y ante el pedido de la mujer el amante no tardó en introducir más y más el pene, Renata a través de la hendija apreciaba con su visión el movimiento frenético en aquella postura pies de Ana a los hombros del hombre hizo que a lo posterior tenga el líquido de su vagina, el tronco del pene lubricado con ese líquido hizo estimular más al hijo del patrón que en cada embestida fuerte hacía gemir a la mujer recordándole así quién era su amante, su protector y aquel primer amor de infancia, ella con más sentimiento al escuchar esas palabras buscaba los labios de su amante y así a los pocos segundos sentía cómo el semen de su amado ya entraba en su ovario, apretó fuerte los glúteos del hombre, no deseaba que ese maravilloso tronco de pene peludo lacio saliera de su vagina, que todo quedase dentro, sentir su semen, sentir su vehemencia sexual, sentir su pasión, sentir su olor de hombre sudoroso, sentir que era suya y sentir a la vez que él le pertenecía, él entendió y obedeció no sacando el pene de la vagina sino dejándolo por un largo rato mientras sus manos entrelazaban y miraban hacia la cuna la pequeño Renato, el movimiento de cadera del hombre sobre la mujer se hizo lento y se escuchaba el choc, choc, choc, producto de ese roce carnal pene vagina lubricados por esos líquidos sexuales, en ese instante Renata estaba parada discretamente por una hendija de la pared vio el cuerpo del jinete moviéndose sobre el cuerpo de su madre, vio el pene saliendo y entrando de la vagina con mucho líquido haciéndola gemir a la mujer deseosa aún de más sexo expresado en su rostro y en las manos enloquecidas que acariciaban de manera desenfrenada el cuerpo de su amante que se alzaba y bajaba lentamente con su pelvis entrando y sacando el pene erecto bien grueso y alargado, ese movimiento de genitales veía por la hendija la pequeña Renata que de un impulso hizo que su manito sobase la tela del calzoncito que cubría los labios vaginales lampiños haciéndose tocamientos con los dedos en su vaginita vestida simulando su dedo al movimiento que hacía el pene de aquel hijo del patrón al que cuando iba a la gran casona era tratada con mucho cariño por parte de ese hombre que ahora volteaba a su madre y le pasaba la lengua en repetidas ocasiones, una de las manos apoyada sobre la espalda de la mujer deseosa de más sexo mientras que la otra mano agitaba el pene peludo cuyo glande iba acercándose lentamente a la entrada del ano entre la separación de los glúteos, así, lentamente lo iba introduciendo y sacando lentamente, en cada metida la mujer pujaba jadeante mientras el hombre le decía si le gustaba, ella sonriente de satisfacción asentía mientras Renata se concentraba desde aquel lugar en mirar ese movimiento de pene, ya para entonces la traviesa niña había deslizado su calzoncito hasta la rodilla así abierta de piernas miraba ese movimiento de pene del hombre en el trasero de su madre, la nena pasaba el dedo índice entre los glúteos viendo el movimiento del tronco del pene, la preciosa niña en su instinto deseaba sentir lo que en ese momento se imaginaba lo que su madre sentía, abría su boquita en señal de admiración ante la vehemencia del cuerpo del hombre moviéndose sobre el cuerpo de su madre alzando y bajando la pelvis sobre el culito por donde el pene entraba y salía, vio que se alejaba agitándose el pene con satisfacción expresada en su cara mientras la mujer acostada a piernas abiertas lo miraba con agrado moviendo sus dedos alargados femeninos sobre su vagina peluda, había liquido en la piel, los dos se miraban con apego, ella se levantó y le limpiaba con agua y jabón el pene, el hombre le preguntó a Ana el paradero de Renata, ella confiada le dijo que estaba recolectando fruta, le había dado esa orden, luego se abrazaron así desnudos completamente acostándose lentamente en la cama dándose prolongados y apasionadas caricias, para ese momento la pequeña continuaba manoseándose la vaginita con la punta del dedo de igual forma como veía que el hijo del patrón le hacía con los dedos a la vagina de la madre, los movimientos de los dedos eran prolongados haciéndole emitir gemidos, el hombre decía que esa vagina le pertenecía, era toda suya le respondía Ana con un fuerte beso, Renata vio que el adulto tomaba su ropa ya para vestirse, de un impulso bajó con cautela la improvisada escalera hasta donde había dejado la fruta recolectada como había sido el mandato de su madre, dentro de la ramada el visitante se vestía con ayuda de su amante, vieron al niño en su cuna improvisada, la mujer lo marcó acercándolo a su amante quien acariciaba al niño con ternura, se vieron las miradas por rato prolongado teniendo en los brazos en medio de sus cuerpos al pequeño, así con mirada fija la madre del pequeño sonreía igual que el visitante y al mismo tiempo asentían con amplia sonrisa, se acercó diciéndole a la mujer frases dulces al oído, tomó al niño en sus brazos y lo acarició prolongadamente sentándose sobre el catre haciéndole brincar sobre sus piernas, al movimiento se movía el penecito del nene, lo abrazó tiernamente, luego con cariño lo tomaron de la mano haciéndolo caminar por el entablado de la ramada, los piecitos se aplomaban con seguridad llevado así de la mano mostrando alegría, los piecitos en verdad eran bien formaditos con las piernitas gruesitas, traserito voluminoso y cabello lacio un poco alargado, la mujer y el hombre caminaban lentamente, por la ventana vio a su hija acomodando la fruta, le hizo gestos que se acerque con el mandado, el hombre seguía jugando con el niño mientras la complaciente anfitriona hacía la bebida de frutas frescas, el hijo del patrón se sentó en el catre con el niño marcado, del mismo vaso que bebía le daba de beber al niño quien aceptaba de buen agrado y sonreía, sentada arrimada desde un rincón Renata miraba la tierna escena en la que el hombre bebía junto con el niño y le daba de besos y caricias en el rostro y cabello, ya saciada su sed en toda la plenitud el hombre se despidió de la mujer diciéndole algo al oído a lo que ella respondía asintiendo, se despidió de la pequeña acariciándole el pelo, ella lo siguió atenta al caminar del jinete y sobre todo su mirada centrada en ese bulto del pene que se amoldaba en ese pantalón de montar, lo vio partir despidiéndose agitando la mano, el hijo del patrón Valdez las agitó también mirando a la mujer asomada a la ventana tomando la manito de su hijito agitándola en dirección al jinete en señal de despedida, pasaron unos cuantos minutos, en los que la mujer limpiaba los trastes junto con su hija Renata, le dijo a su hija que cuidase de su hermanito pues iría en estos momentos a casa de la esposa de su amigo Eleuterio caminando a más de un par de kilómetros desde allí, Renata vio a su madre puesto un delantal seguramente iba a ayudar con la cosecha del maíz, la nena bajó las escaleras con su hermanito que lloraba la ausencia de su madre, lo marcaba tratando de arrullarlo y entonces decidió después mecerse con él en la hamaca, su hermanito acostado encima de su cuerpo sentía la tibieza de su piel lo que motivaba para dormir, las manitos se deslizaban sobre la piel suave de los glúteos del nene así manoseándolo y pasando las manos por la espaldita, luego ambas caras miraban el entablado que estaba por encima de las hamacas, le besaba el pelito, vio el penecito y con los dedos empezó a manosearlo, lo estiraba con delicadeza, quería que el penecito de su hermano se pusiera erecto pero era difícil pues el niño ya conciliaba el sueño, lentamente subió las escaleras y puso al pequeño en la cuna improvisada junto al catre, jugueteaba con el penecito de su hermanito Renato con delicadeza, con ello el nene estaba despierto, a su mente como flash llegaban las imágenes de ese pene del señor hijo del patrón Joaquín Valdez que entraba y salía tanto en el ano como en la vagina de su madre Ana, suspiraba de solo pensarlo a la vez que manoseaba el penecito de Renato y a la vez con la otra mano se rozaba los dedos en la vaginita, Renata se deslizó el calzón y se quitó el vestidito, tomó al hermanito llevándolo a su pecho abrazándolo y luego lo acuesta sobre el catre, le acariciaba el penecito con sus deditos infantiles viéndolo fijamente sonriente para posteriormente lamerle el penecito y luego se acostó junto con él, le hizo mimos en labios y frente posteriormente lo acomodó acostándolo encima de su cuerpito infantil femenino de tal manera que el penecito roce su vaginita, le tomaba al nene de las caderas alzándolo y bajándolo con la intención de que el pene roce de mejor forma su vaginita lampiña, el pequeño interpretaba eso como juego de mimos y sonreía, vio la punta del prepucio que rozaba los labios vaginales y con risas vio ese penecito que se ponía erecto a medias; mientras tanto, a una distancia considerable de allí Ana caminaba por un sendero alejado de donde supuestamente iba a visitar a su amiga con la intención de ayudarle en la cosecha de maíz, pero en realidad estaba en el apartado lugar forrado de alto monte y arena, era propicio para lo acordado, Ana la intrépida se dejó desvestir de manos de su amante, lejos estaban de sospechar que a distancia prudente unos ojos lascivos los miraban desde el monte tupido, la boca mostraba una amplia sonrisa viendo a esos amantes acostados en la arena completamente desnudos amándose, Jasmani no esperó a seguir viendo más, le vino una idea luminosa, tomó el caballo y salió raudo del lugar, los amantes no escucharon el galope, en el camino Jasmani recordaba que hace poco rato había salido del lugar donde los peones y vaqueros trabajaban en la cerca estando entre ellos el esposo de Ana Luisa y el hijo del patrón que luego montó su alazán brioso galopando por el camino de tercer orden, instantes después con disimulo Jasmani montó su caballo con la idea de verse con Ana Luisa, pero qué sorpresa que en el trayecto la vio en ese lugar amándose con el hijo del patrón Joaquín Valdez, la muy ladina, sonreía Jasmani pensando en sus adentros lo visto antes, animó con golpes para que el caballo acelerase, pues quería llegar al lugar deseado, para así ganar el mayor tiempo posible, tragaba saliva de angustia y pensando lo que deseaba hacer, rato después en su delante apreció que llegaba al riachuelo, se bajó del caballo lentamente estando a distancia prudente de la ramada caminó a la orilla acuclillándose a tomar agua y mojarse el rostro aprovechándose el bulto del pene vestido que se hacía en su pantalón de monta, sonrió socarronamente, se mojó el pelo poniéndose el sombrero, posteriormente pasó por el entablado improvisado construido por el esposo de Ana Luisa como puente sobre el arroyo, pasó el adulto jinete visitante con su caballo llegando debajo del entablado de la ramada donde estaban un par de hamacas amarradas, lentamente amarró la rienda, las botas crujían actuando con el peso corporal sobre los peldaños de madera de la improvisada escalera, así lentamente llegó a la puerta entreabierta, la mirada de Jasmani se ampliaba así como el tragar saliva motivo de ansiedad y deseo, lentamente con una mano giró la puerta y vio acostada a Renata con el vestidito subido, el calzoncito quedaba en el entablado debajo junto al catre, el cuerpo desnudo del pequeño Renato de aproximadamente dos añitos por ese mes de enero de 1958 estaba acostado de cara en el pecho de su hermanita Renata, el adulto se acercó lentamente a la pequeña viéndola profundamente dormida con las manitos apoyada en el trasero de Renato, Jasmani sonrió por un momento, le atrajo ese cuerpito de niño desnudo ocurriéndosele una idea interesante, con cuidado apartó al niño de Renata llevándolo a la cuna, Renato seguía dormido y Jasmani empezó a manosearle el traserito, vio esa linda carita con abundante cabellera, aún no le cortaban el pelito natural, lo trataba con tanto cuidado que el pequeño Renato no se despertaba, le miraba con detenimiento el rostro del niño y sonreía, escuchó relinchos y salió en presurosa carrera sacando el arma que portaba siempre, su caballo se había inquietado por la caída de un recipiente de barro que contenía polvo de maíz para arepas, lo tranquilizó al animal y vio las riendas con ese polvo, lo desató al corcel caminando unos cuantos pasos para amarrarlo en un puntal de la ramada, su intención ahora era subir por la escalera pero fue su caminar interrumpido a causa de los pasos en el entablado, ahora era Renata asustada, que salía por la puerta a observar lo que pasaba y se encontró con la grata figura de su iniciador brindándole una amplia sonrisa al verla, bajó rápidamente la escalera al ver que Jasmani la recibía con brazos abiertos, la nena dio un salto quedando con sus piernitas rodeando la cintura de Jasmani que la agarraba del trasero infantil para que cruce las piernitas sobre su cintura, unieron las frentes diciéndole a la nena palabras dulces frotándose las narices, a lo que ella respondía sonriente rodeando el cuello de Jasmani con sus brazos, los dedos de Jasmani pasaban por entre los glúteos separados rozándolo lentamente ante la miradas sonrientes, llevó un dedo índice a meterlo lo más que pudo levemente en ese traserito y luego se lo pasó por la nariz y haciendo lo mismo en la nena que continuaba marcada con sus piernas cruzadas así ella sonreía, notó la tibieza en la piel de la nena, como nunca, unieron sus labios en prolongados besos de esos que a ella mucho le gustaban, subía la escalera a paso lento riéndose, la pequeña rodeando los brazos en los hombros de Jasmani para sostenerse, giró así parado sobre el entablado teniendo aún a la nena en su cintura, llegaron al catre donde dormían los padres de la pequeña y junto a ella estaba la cuna donde el pequeño Renato aún dormía, Jasmani se dijo, era su oportunidad, lentamente acostó a la pequeña en la cama, vio el calzoncito en el suelo, sonrió viéndolo fijamente tendido con mirada igual que Renata, lo tomó llevándoselo a la nariz para oler por unos instantes prolongados aquella orina infantil impregnada en la tela, se imaginaba esa vaginita orinando y siendo luego deslizada al caminar por esa tela, la nena acostada miraba su calzoncito que cubría el rostro de Jasmani y más se ampliaba su risa cuando el adulto haciendo muecas se ponía en la cabeza la prenda, también bailando, las risas hicieron despertar al pequeño Renato que desde la cuna empezó a llorar pero poco a poco fue ahogado su llanto con las caricias de Jasmani y la pronta mamila que se introdujo en la boca y que ya en ese momento ya estaba tomándola y ahora acostado completamente desnudo, la nena preciosa se volvió a sentar en el extremo de la cama, el pene de Jasmani visto a razón de su pantalón y calzoncillo deslizados a los tobillos era evidente, la nena se llevó el pene a la boca como siempre se hacía al principio de aquel “jueguito”, luego él la hacía acostar lentamente en el catre haciéndola abrirse de piernas lo que más podía y de esa forma le lamía la vaginita especialmente los labios vaginales que en muchas de las ocasiones los chupaba y pasaba la punta de la lengua llegando al clítoris, haciéndola estremecer, ese “gustito” a la nenita Renata le fascinaba reflejándose en su rostro, ya así, que poco a poco Jasmani mordía los labios cuando ya pasaba el glande entre los labios vaginales a lo que la traviesa Renata veía con detenimiento aquel deslizamiento que la transportaba a sensaciones agradables de “jugar así” miraba ese deslizamiento del glande a piernas abiertas y su mirada se apuntaba en el rostro satisfecho de su iniciador así viéndose por lo que reían, ella cerraba los ojos acostándose a plenitud en la cama dejándose “hacer ese jueguito” estaba sintiendo el cuerpo de Jasmani sobre parte de su cuerpito infantil, a esa edad ya probaba sexo complaciente pues Jasmani astutamente sabía lo que le estaba haciendo y la llevaba a una metamorfosis a plenitud, veía el rostro complaciente relajado de la nena que aceptaba los movimientos de pene rozando la vaginita más aquellos ojitos cerrados y esos suspiros que le sacaba previo a hacerla gemir, la lengua de Jasmani rozaba el clítoris de Renata haciéndola moverse sobre las sabanas en señal de excitación, y, esta vez, Jasmani mientras pasaba la lengua en la vaginita de Renata se llevó una sorpresa al escuchar de labios de su nenita linda, decir ese algo, que la nenita preciosa había escuchado de su madre: “métemelo” “ya, métemelo” “hazlo, métemelo” sí, pues ahora la hija de Ana se lo pedía a su iniciador, quizá esa frase llevaba tintes de inocencia, se lo decía por haber visto el rostro complaciente de su madre al sentirse penetrada, Renata creía que al ser penetrada se sentiría bien, con una risa amplia Jasmani viéndola asintió diciéndole “¿deseas hacer el juego completo?” ella asintió con una expresión de leve seguridad en su cara por el motivo de ser inocente su frase, las palabras dichas por ella habían salido de lo que simplemente sin juicio escuchaba decir a su madre cuando su amante estaba sobre su cuerpo, aquellas palabras aún sin sentido para ella simplemente son dichas al azar, sin juicio para ella más no para Jasmani que haciéndole poner los pies en sus hombros le acomodaba el cuerpito en la cama haciéndole ver así encorvada que es como ahora estaba la nena, y así que su glande humedecido de saliva entraba entre los labios vaginales, como flash a la mente de la ilusa Renata se le venían esos mismos movimientos de cadera y pene en la vagina de su madre Ana con el hijo del patrón, así que cerró los ojos pues ahora no solo lo pensaba sino que también sentía aquello que había visto anteriormente por aquella hendija en la pared de carrizo, a esos labios los abría en contacto del glande y ante la pregunta de Jasmani: “¿así, o más?” ella asentía en aprobación pues deseaba sentir aquello que se producía cuando le decía, otra vez en cada roce de pene “métemelo” a lo que él empujaba despacio y ella pujaba frunciendo las cejas finas que delimitaban su precioso rostro junto con aquellos hermosos labios que ahora los mordía lentamente teniendo los ojos cerrados, Jasmani insistía preguntándole “¿así, o más?” y ella asentía, el lento movimiento seguía, le besaba la frente teniendo el pene alejado de la vagina y luego lo volvía a rozar en la vaginita preguntándole “¿así te gusta?” ella asentía a lo que Jasmani le preguntaba a Renata tiendo sus piernas bien abiertas “¿quieres más?” y volvía a asentir, Jasmani ya cansado de sólo rozar los labios vaginales de la pequeña ahora tomaba el pene con una mano direccionándolo a la entrada de la vaginita empujándolo más tratando de penetrar milímetro a milímetro preguntándole “¿quieres que te lo siga metiendo en la cuevita a tu amiguito?” ella respondía con un sí rotundo como que estaba poseía por lo que había visto y pese al dolor la sensación de sentir a plenitud dominaba su cuerpo y mente pues en su mente estaba grabada la imagen de satisfacción de su madre al sentir las embestidas de ese pene que entraba y salía en esa vagina peluda, sobre todo ese recuerdo de ver la cara de satisfacción y agrado de su madre de ser poseía, de ser amada, de escuchar palabras dulces casi similares a las que ahora Jasmani le decía mientras le “hacía ese jueguito” así que el pene peludo de Jasmani estaba ya muy pero muy cerca de romper el himen, se detuvo a milímetros haciendo una pausa para que la nena viese ese pene en su vaginita encorvándola un poco, le dijo a la nena “ya casi, ya casi,” “mira cómo te lo meto” así estaba cogiéndola diciéndole frases dulces motivadoras, la punta del glande estaba en la entrada rozando los labios vaginales, le preguntó a la nena “¿te lo meto más?” ¿sientes que te gusta?” ella respondía con un “sí” obligado acompañado de un fruncido rostro, Jasmani estaba a punto de romperle el virgo, solo faltaba dilatar más y con un certero empujón estaría rota esa vaginita, escuchaba el gemir que se incrementaba salido de los labios de Renata, el color de su piel se ponía rojizo, le vino el temor ante el intenso dolor de las punteadas de glande en la entrada de la vaginita, la respiración se aceleraba en el cuerpito de la pequeña, estaba muy complaciente gustoso de escuchar los gemidos de aquella hembra sometida a su pene pero a su mente vino como flash la meditación de las consecuencias, recordó lo pequeño de la entrada de la vaginita, de la edad, de la evidencia por consecuencia, los problemas con los adultos, todo se le vino a la mente como un flash, de repente le vino el temor, de improviso lo sacó y la nena vio lo alejado de ese miembro de su vaginita, suspiró con algo de jadeo, sin decir palabra la hizo girar de cara a la sábana del catre pasándole la lengua entre la separación de los glúteos su carita sobre la tela de la sabana salía saliva mientras sentía el paso del glande por esa piel del traserito llegando lentamente al ano “¿te gusta?” ella decía que “sí” “¿Quieres más preciosa?” ella asentía y el pene entraba más así ella gemía pujando dando un fuerte alarido, es que el pene entraba más de lo antes acostumbrado “¿Quieres más? ¿Así? ¿Así?” mientras el pene entraba milímetros más de lo acostumbrado, la nena emitía fuertes alaridos y pese a lo escuchado por Jasmani le preguntaba “¿Quieres más, más, más? Dime ¿Quieres más? ¿Quieres que te lo siga metiendo a tu amiguito en esa cuevita?” ella ya no respondía, simplemente sollozaba, en eso se escuchó chillidos de Renato parado agarrado con sus manitos desde la cuna humilde improvisada de madera, el niño de casi dos años miraba a Jasmani con su pene que lo tenía algo metido en el traserito de Renata, lentamente lo fue sacando de allí, se sentó en el extremo de la cama viéndose agitar con sus manos el pene peludo con liquido pre seminal en el glande al tiempo que Renata seguía inmóvil acostada abierta de ´piernas con sus manos agarradas en puño a la tela de las sábanas manchadas con restos de saliva salida de sus labios, sentía un leve latir de dolor, ahora había sentido mucho más molestia y un creciente dolor mayor que con las anteriores maneras de “jugar con el amiguito” como decía su iniciador “jueguito de amiguitos valientes” a Renata le latía mucho el traserito y prefirió seguir inmóvil, de eso dio cuenta Jasmani acostándose de cara viendo al techo con su pene erecto apuntando hacia arriba con brazo estirado masajeando lentamente el traserito de la niña, su mirada se posó en el nene parado en la cunita, vio los movimientos de los piecitos tratando de salir y además vio ese penecito y sonrió al verlo moverse ante los saltos que daba el precioso Renato, Jasmani lentamente se apartó del catre, se puso delante del nene y le agitó el pene, Renata no miraba esos movimientos pues sentía molestia de dolor y estaba pensativa con esa nueva sensación de molestia y dolor experimentada, tenía su carita cubierta de la sábana, Jasmani vio la mamila vacía de líquido, así que pasó su dedo índice por los labios del pequeño a manera de que los labios del infante chupen de ese dedo, el nene lo hizo, Jasmani sonriente pasó el otro dedo índice por el glande con liquido pre seminal, el niño abrió la boquita y chupó ese dedo, la sensación del nene se apreció con rostro fruncido, Jasmani reía complaciente de su acto sin dejar de mirar sentado al niño y a ese penecito sobre la sábana de cuna, ese penecito lindo se decía en la mente, las manitos del nene pasaron por sus labios enrojecidos, y se sentó abriendo y cerrando repetidamente en señal de extrañeza por lo que había probado de ese líquido pre seminal, el largo cabello le cubría en parte el rostro, Jasmani tomó el calzón poniéndoselo en la cabeza bailando graciosamente delante de los pequeños, Renato se paró sujetándose en el borde de la cuna mientras Renata se acostaba de perfil viendo bailar a Jasmani, la nena estaba no tan sonriente viendo las musarañas del adulto, astutamente de esa manera Jasmani conseguía apropiarse de la inocente confianza de los infantes acariciándoles con cosquillas motivadoras en orden psicológico, tomó de las manitos a la pequeña y bailaba circularmente hasta hacerla sonreír generando seguridad en ella haciéndole olvidar en parte lo sucedido, luego sacó de la cuna al pequeño y ahora los tres haciendo ronda bailaban completamente desnudos, Jasmani veía con mucha atención el movimiento del penecito y vaginita de los niños así como las piernitas y piecitos descalzos como el pelito lacio, y ni de qué hablar sobre esos brillantes y sedosos culitos, marcó al pequeño acostándolo en el catre muy lentamente, le hizo cosquillas a manera de gusto por el “jueguito” que se vendría, le dio cortos masajes para que se quedase quietecito y cuando lo logró luego de un rato le abrió los glúteos y le pasó el glande mientras seguía acariciándole la espaldita que era su punto “g” para tenerlo tranquilito, Renata sentada en el catre miraba eso que le hacía como “jueguito” a su hermanito Renato, vio sentada a la pequeña con vaginita rozando la tela de la sábana y los piecitos descalzos con sus piernitas cruzadas con los deditos de las manos que se rascaba el traserito, al momento se vieron brindándose sonrisas, Jasmani le hizo gestos a la niña Renata para que viera cómo el pene peludo grueso rozaba el traserito del quietecito Renato, la nena sonreía viendo atentamente ese movimiento acercándose más a ver y tocar el deslizamiento del pene en el traserito de Renato, con la manito ayudaba a que siguiera ese pene deslizándose entre la separación de los glúteos del pequeño, sorprendentemente el pequeño Renato estuvo quietecito dejándose pasar el glande entre los glúteos, así viendo aquello Jasmani le preguntó a Renata que sujetaba el tronco del pene “¿Quieres?” y ella tímidamente dijo que “sí” sin dejar de mirar ese movimiento del pene en el traserito de su hermanito, ella con el dedo índice indicaba su traserito diciendo que pero por ahí no, por el trasero no, se lo decía mientras se lo rascaba moviendo negativamente la cabeza con una expresión muy inocente reflejada en su rostro, pues le decía que aún le estaba doliendo, le hizo gestos a la niña y ésta voluntariamente se acostó en el catre abriéndose de piernas y recibiendo encima de su cuerpito el cuerpo de Jasmani que se alzaba luego pues deseaba que siempre viese Renata el movimiento de su pene deslizándose suavemente en aquella vaginita lampiña, el glande rozaba los labios vaginales saliendo más liquido pre seminal “¿Quieres que te lo meta?” Renata asentía “¿Así? ¿Así?” pese a gemir y pujar asentía como respuesta viendo el deslizamiento del pene en su vaginita y el delicado estilo de ser rozada su vaginita, el glande entraba un poquito entre sus labios vaginales y hacía que sienta que le dolía raramente a su no acostumbrada manera de sentir, pero reconocía en su psique que se sentía diferente al momento de que Jasmani sacaba el pene, luego poco a poco el glande llegó cerca, sí, muy cerca al himen, se detuvo con sus movimientos, “¿Quieres más?” ella ya no asentía ni decía algo solo como respuesta eran chillidos pues el dolor se hacía intenso y cada gemido y chillido había un intermitente mordida de labios a ojos abiertos mostrando extrañeza en su rostro, de pronto el nene que estaba sentado viendo esa escena de sexo se acostó encima de Jasmani interrumpiendo ese delicioso momento, los tres rodaron por la cama, Jasmani cayó al suelo lentamente abrazándola a Renata, el niño abría los brazos para formar parte del bulto humano que se hacía en el entablado, Jasmani lo abrazo acostándolo lentamente en el entablado haciéndole girar con cosquilleos igual que a Renata, Jasmani subió al catre, y Renata lo siguió haciéndolo subir a Renato, allí los tres se abrazaron dándose besitos en el cuerpo, Jasmani manoseaba los traseritos y genitales infantiles, los lamía y ellos se dejaban, Renata a órdenes de Jasmani se acostó abriendo las piernas, puso encima del cuerpito de la niña el cuerpito de Renato a la altura de sus pelvis de tal manera que ahora el penecito del nene se deslizaba sobre la vaginita ella a eso lo sentía rico pues el niño con ayuda de las manos de Jasmani se deslizaba sobre la pelvis de su hermanita para arriba y para abajo así como también se deslizaba a los costados, las manitos de Renata se aferraban a las caderitas de su hermanito haciéndolo ahora ella, Jasmani sentado a su lado reía, se colocó con cuidado encima del niño pasándole el pene por el traserito para eso tenía estirado los brazos con las manos apoyadas en el catre, luego los tres siguieron haciendo giros con el cuerpo en el catre, Renata se sentó en el extremo del catre estando en su delante parado Jasmani quien le decía que abriese la boca para introducirle el pene haciendo sexo oral, Renato miraba aquello, luego como pudo le pasó el glande al pequeño por los labios y como respuesta sus manitos pasaban por su boquita mientras Jasmani la tomaba a la niña pies a los hombros deslizándole el pene en los labios vaginales, la rozó por unos instantes y luego comenzó a penetrar lentamente hasta llegar a cierto punto de preguntarle “¿te gusta que te lo meta a tu amiguito?” ella sonreía, hasta ese momento ya los cuerpos sudaban, el niño estaba acostado en el catre viendo eso, ahora se acostó Jasmani mientras la niña estaba parada sobre el catre, Jasmani la tomó de la mano sentándola sobre su estómago, así sentada ella pudo ver que por sobre su vaginita sobresalía en su delante aquel pene erecto y luego se alzó y así sentada iba colocando Jasmani su pene en la entrada de la vagina de la niña y agarrándola lentamente de la cadera la iba haciendo descender, ella sintió el fuerte contacto abriéndose más los labios vaginales, ella mordía los labios y ya empezaba a chillar fuertemente bien abiertos sus ojos mostrando extrañeza de quererse apartar, así que la levantó alejándola de su cuerpo, le dijo “floja”, su rostro se reflejaba con cierta indignación, a lo que ella sintió vergüenza, Jasmani se levantó y fue a acariciarlo al nene y con masajes en la espalda lo tranquilizó acostándolo de cara al catre y abriéndole el trasero le volvió a deslizar el pene con suaves movimientos pero seguro en el desliz de piel a piel, Renata se acercó a ver de cerca ese movimiento de pene en el traserito y notó el tipo relajado de expresión facial de su hermanito al sentir aquello que Jasmani le hacía al mismo tiempo que rozaba su pene en el culito tierno le hacía también masajes en la espalda, la puso a la niña acostada de perfil igual que a su hermanito, la cara de Renata quedó a la altura del penecito del nene, Jasmani los puso más próximos, ella lame el penecito y Jasmani toma la carita del nene rozándola por la vaginita hasta formar un 69, luego se separaron, ella miraba con fijación el pene de Jasmani a lo que el adulto al notar aquello le dijo al oído “¿Quieres lechita?” ella se puso cabizbaja y lentamente asintió manoseándose la vaginita, la volvió a acostar a piernas abiertas, ahora los movimientos de roce del pene en la vaginita eran más acelerados sin intención de penetrar, le chupaba el pechito lamiéndole los futuros pezones que la hacían suspirar a su corta edad experimentando experiencias sexuales adelantadas a su muy corta edad, con frases hermosas la convencía para que se relajase, le daba besos en las mejillas, era el momento, ella lo sintió viendo que de aquel glande salía semen depositado en la entrada de la vaginita, ella quedó quieta, Renato se acercó al ver ese líquido que se deslizaba por la piel de la pelvis lampiña su hermanita, curiosamente pasó el dedito por la piel humedecida de semen, con amplia risa Jasmani marcó al niño y lo acomodó en la cuna, la niña tomó un recipiente con agua lavándole el pene a Jasmani y de esa forma Renata recordaba como tiempo atrás Ana su madre lo había hecho con el hijo del patrón Joaquín Valdez, la nena se limpió el líquido seminal con ayuda de su iniciador luego bajó a pasos lentos puesto su vestidito pues tenía la sensación de hacer micción y defecación, ya vestido Jasmani y listo para irse la niña subió pálida diciéndole que la acompañase, fueron a ver a la letrina que daba al arroyo un poco alejada de la ramada y por indicación de la pequeña Jasmani pudo apreciar cierta muy pequeña mancha de sangre mezclada sobre el excremento, el adulto estuvo pensativo por unos instantes analizando que eso era el producto de la irritación anal y cuando vio el rostro inquieto y sorprendido de la pequeña se limitó a abrazarla y besarla con ternura diciéndole que era algo sin importancia, tiempo después fueron al catre y la auscultó del traserito vio restos de sangre y pasó el calzoncito de la nena que en ese momento tenía a la mano, le pasó por varias ocasiones e incluso le hizo pujar para ver salía algo de sangre pero al pujar ya nada, confirmó aquello que seguramente era una pequeña laceración del pene en el ano, pero algo había penetrado, le dio seguridad yendo a la ramada para acostarse un rato y calmarla y ya tiempo después bajó las escaleras diciéndole que lo acompañase, fueron hasta el caballo y guardó el morral el calzoncito un poco ensangrentado y también sacó dulces finos que a la niña le gustaba, esta vez, adicionalmente le dio un billete de baja denominación para que se comprase algo que le gustase, se dieron un abrazo y Jasmani montó su corcel, la niña lo vio alejarse entre el bosque no sin dejarse de tocar con los dedos la entrada del ano dilatado como recuerdo de ese día y que siempre lo tendrá presente.
FIN DEL CENTÉSIMO OCTOGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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