METAMORFOSIS 19
Las nuevas vidas.
El noble Gumersindo estaba sentado debajo de un árbol sacando filo al machete, era mediodía, se preparaba para ir a comer, observa que de lejos se acerca una pareja con un chico, se llena de alegría, el hombre lo saluda con estrechón de manos, la mujer indiferente con algo de frialdad, el chico más solícito brinda una sonrisa, el campesino emocionado se acerca a darle la mano, la mujer aparta delicadamente al chico de la intención del estrechón de manos, las tres personas siguieron su camino, Gumersindo los observa irse resignado, por detrás unos brazos rodean su pecho, se da la vuelta y observa a Hermógenes, el campesino vuelve a reír, abraza con mucha ternura al muchacho cerrando los ojos, casi al borde del llanto pero se contuvo para que Hermógenes no se diera cuenta, el muchacho ve a la pareja y al muchacho a la distancia, le pregunta al campesino por ellos y Gumersindo responde que es el Doctor Luis Daniel Pérez dueño de la estancia de enfrente que lindera con la de su amigo Carlos Felipe Del Olmo, el doctor va con la señora Andreina y su hijo Luis, el muchacho solo exclama sorpresa dándole de palmadas al hombro al campesino noble, ambos se dirigen a la faena, entre tanto las tres personas llegan a su estancia, la nueva estancia en la que pasará Luis los fines de semana, lo reciben los empleados, el doctor orgulloso presenta a los nuevos miembros de su familia, Luis va a conocer su cuarto arreglando sus pertenecías, sale con la intención de abrir el cuarto de su madre, estaba con seguro, escuchó voces ladinas en el interior, comprendió que su madre no debería ser molestada, hizo una risa con mueca lleno de ironía, suponía lo que estaba pasando dentro de la habitación y salió a caminar por la estancia conociendo cada rincón de esa nueva construcción campestre muy grande y cómoda, pasan los minutos, de lejos mira abrirse la puerta del cuarto de su madre, ambos amantes salen abrazados muy sonrientes pasan por donde está Luis, el doctor le frota la mano en el pelo en señal de estima, los ve irse a la sala, sube al balcón más alto de la estancia, de ahí se podía ver algo más de la mitad del panorama, estaba maravillado viendo la plantación verdosa, ahí estaban las tierras que fueron de Guillermo, apretó los dientes con rabia, se sujetó con fuerza del pasamanos de balaustre, de lejos observa acercarse una señora con un pequeño muy bien vestido, era él se dijo Luis para sí mismo, si, era aquel niño, aquel de los otros días en el monte, el pequeño vestía camisa de marinerito con pantalón corto, zapatos de suela y medias a media pierna, pelo castaño claro bien peinado con vaselina que le hacía brillar el sol, vio que a su encuentro salió Andreina saludándolos cordialmente detrás el doctor que hacía lo mismo, la señora entró mientras que el chico jugaba en la entrada de la gran estancia, Luis lo miraba con mucho detalle sobre todo le llamaban la atención aquellos movimientos algo femeninos que el niño hacía con el movimiento arqueado de sus manos y el de las caderas como si fueran las de niñas, el pequeño sacó de su bolsillo un autito, caminó unos pasos arrodillándose sobre la arena haciendo caminitos con las manos moviendo el juguete, Luis tuvo un sobresalto cuando el pequeño se puso en pie y lo miró, de ambos salió una fría sonrisa mirándose fijamente a la distancia, en ese instante sale la señora, toma al niño de la mano despidiéndose de los anfitriones, Luis desde la altura no dejaba de ver el movimiento de las caderas de aquel niño al caminar, le recordaba esa caminada igual a la de su amiguito Giovanni al que tantas veces le había pasado el pene en las nalgas cuando entraban a jugar en su habitación.
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Luis caminaba por esa propiedad, iba a aquel lugar por los alrededores de los límites, allí estaban ellos dos, jugando a las carreras y al escondite vio que se adentraban entre la maleza, él a prudente distancia los miraba, vio que el mayor empieza a restregar su pene vestido con gestos el muchacho le dice al nene que le quiere enseñar algo y saca su pene vistoso y erecto, estaba lleno de cebo alrededor del glande e hizo que el nene se inclinase en su delante acercándole su pene pasándole por la nariz en lo que siente que ese pene tiene un olor inolvidable, le hizo abrir la boca y lentamente el pene entraba, la lengua del nene hizo que se notara que le limpiaba el cebo y lo saboree y también el muchacho hizo que el nene chupe su pene, le preguntaba si le gustaba y el nene asentía al momento de lamerle el tronco del pene, le decía al nene que nunca olvide como se comía esa parte del glande de su pene, se apartó un poco del pequeño al que lo hizo poner en pie luego indicándole al pequeño que se baje el fino pantaloncito corto que llevaba puesto y que se quite la camisa, se le podía ver ese pene lampiño de piel blanca bien erecto, el muchacho grande al mismo tiempo también se sacó la ropa y se agitaba el pene delante de la mirada del nene, tiempo después le hizo seas al pequeño para que se acueste sobre el suelo, el cuerpo desnudo quedaba de plano acostado en el suelo, el muchacho agitaba su pene erecto viendo acostado al nene, se le dibujaba una amplia sonrisa al rostro al verlo así sometido a sus deseos, se inclinó sobre él, tomó su pene empezando a rozarle en su traserito, el nene apoyó resignado su carita sobre las manos estiradas sobre el suelo, se podía notar que ese movimiento no era nada nuevo para ellos y se podía notar que les gustaba, el muchacho encima del nene se movía y lo excitaba más en ese entonces, Luis seguramente pensaba que esto que estaba fisgoneando era uno de tantos encuentros, el muchacho se acuesta al lado del nene, se entrelazaron las manos viéndose sus cuerpos desnudos de cara al cielo, el nene mira las manos del muchacho que se agita el pene, le dice que se la chupe y él inmediatamente se acerca y le chupa ente sus dedos a ese tronco de pene como a él le gustaba, le hizo acostar de cara al suelo, el muchacho empezó a tocar el trasero de nuevo y se ensalivó un dedo y le presionó el traserito del nene, Luis alcanzaba a escuchar entre gemidos del nene que le dolía mucho, a lo que el muchacho se aparta un poco diciéndole que solo quería chuparle por el hoyito pues es muy rico a sudor, algo metió el dedo en el cerrado traserito del nene, lo sacó llevándoselo a la nariz oliendo pausadamente, luego, lo pasó por la nariz del nene, puso el pene en la entrada del ano con la intención de penetrar, hacía que el nene bufaba, le pedía que ya no porque le dolía, torpemente el muchacho trataba de penetrar ese ano infantil de niño precioso, se cansó de pasarle el desliz de su pene en ese culito del nene, luego le hizo que voltee diciéndole que abra la boca, el glande pasaba por los labios que saboreaban restos de cebo de ese pene rico y luego le cogió la boca como nunca antes que parecía que lo ahogaba y le dejaba respirar, al nene pese a todo le gustaba a lo que muchacho decidió sacarla y restregarla en el pecho, se pone a chupar ese pene rico y hediondo por unos instantes y posteriormente le dice que se voltee nuevamente mostrándose el traserito del nene y empieza a chuparle hasta en algo dilatarle un poco y luego el dedo ensalivado se lo mete despacio pidiendo que aguante, el nene le decía que le dolía muchísimo y yo se lo sacó por unos instantes, luego lo metió más suave y Luis viendo desde esa distancia notaba que al nene le empezaba a gustar que le ensalivaba más con la boca del muchacho, luego le metió parte de dos dedos, el nene decía que le dolía muchísimo y se dejó hasta que los saco y luego su pene empezó a tratar de meterlo suavemente hasta que entró una pequeña porción de glande, le dolía mucho pero se notaba que al nene le gustaba tener ese delicioso pene rozándole el traserito, el muchacho le decía que así demuestra su amor hacia él, que nunca olvide esto, esas palabras retumbaban en el cerebro de Luis el fisgón, de esa manera el muchacho le cogió suave al roce de pene y traserito porque eran así sus encuentros, luego el muchacho y el nene se sentaban a masturbarse de frente el uno al otro, para Luis verlos era sensacional.
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Pasaron varios días en los que pasó la mulata Griselda en el lecho del hospital, estaba meditando, esperaba que le den de alta para ir a casa de su nuevo patrón Don Carlos Felipe Del Olmo, se preguntaba cómo sería desde ahora su nueva vida en aquella casa, brotaron lágrimas de sus ojos pensando en su suerte viniéndole la angustia de solo pensar en su soledad, de pensar en que no tenía a su lado al amor de su vida: Don Guillermo, aquel hombre que la había hecho mujer, aquel hombre que desconocía la existencia de su hija.
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A unos cientos de metros de ahí en una casa muy bien arreglada para la época Hermógenes estaba en su cuarto, escribía en su cuaderno muy atento cuando de pronto sintió pisadas por detrás, luego un suave movimiento de dedos por su hombro, aquellos dedos insinuantes de Aida, la empleada de la casa, el muchacho notó que estaba insinuante la mujer notándose lo calurosa de su piel acompañada de risa cómplice, ella se puso detrás apoyando su cara sobre el pelo del chico luego en los hombros de Hermógenes, las manos femeninas masajeaban el pecho del chico, el aliento recorría las mejillas luego los besos y caricias con la nariz, el chico instintivamente miró su entrepierna con recelo notó que su pene se abultaba, de eso también se percató la empleada, sus ojos no dejaban de ver ese bulto que se hacía amoldado en la tela fina del pantalón corto color caqui las manos recorrían con sutileza el pecho del joven metiéndose por la tela, desabotonó la camisa para con sutileza prodigarle besos en el pecho, Hermógenes solo respiraba instintivamente quietecito con los ojos cerrados, se vio la saliva brillosa en su pecho haciendo estimular más erecto al pene, el chico cerró los ojos, Aida recorrió las manos por el ombligo y pelvis del muchacho desabotonando el pantalón, bajando la cremallera, metiendo los dedos a juguetear con el pene dentro del calzoncillo, Hermógenes aceleraba su respiración calentándole la piel, los dedos de la empleada sacaron por el calzoncillo parte del pene mostrado, ella se dio cuenta que al correrle el glande el chico hizo un gesto de molestia, ese pene era virgen, ella más se calentó del deseo, sin reparar mucho del momento se puso frente a él besándolo en repetidas ocasiones, el chico entre asombro y placer se dejaba llevar por las mieles que sentía, sin decirse una palabra solo gestos, ella hizo que el chico se levante, el pantalón corto cayó al piso, levantó los pies para liberarse, ella contemplaba el pene virgen del chico bien erecto salido en parte por el calzoncillo, apenas se podía ver un pedazo de glande expuesto, ella sonreía, él algo tímido se dejaba tomar las manos yéndose a la cama, estaban solos en esa gran casa de ciudad, sentían seguridad, se abrazaron apasionadamente, él ayudado por ella, los besos fueron continuos, la saliva estaba marcada en las mejillas, ella chupaba el labio inferior de Hermógenes en cada pausa, reconfortaban su pasión y deseo con el aire llegado a sus pulmones para seguir en la faena de caricias y besos en las mejillas, orejas, pelo, hombros, en fin, todo lo que en cuanto se podía lamer, él se acostó boca arriba, ella desde el filo de la cama le deslizaba el calzoncillo viéndole delicioso ese pene virgen totalmente expuesto bien erecto, se iba a cumplir otra metamorfosis, Hermógenes se manoseó el pene con delicadeza, observó desnudarse a la empleada, esta preciosa mujer tenía unas esculturales curvas, un prominente trasero y los senos alborotados de calor aproximándolos a la cara del muchacho, con un suave movimiento Aida se acostó lentamente encima del cuerpo de Hermógenes, unieron las frentes, se podía sentir el choque de alientos, otra vez los besos que Hermógenes aprendía de aquella hermosa hembra, la chica agarró las manos masculinas para que le rocen por las nalgas, él cerraba los ojos sintiendo la tibieza, ella chupeteaba las tetillas haciéndolo respirar con aceleración abriendo la boca de lo que ella a provechaba para besarlo con lengua, las salivas salían de las comisuras, todo en la habitación se tornaba pasión, estaban solos en aquella casa grande, los adultos y Serafín estaban de viaje a la estancia, era el momento de placer sexual de Aida y Hermógenes, ella gemía al contacto de la vagina en roce con el pene virgen de Hermógenes, sus mejillas se unían al sentir el roce de ambos genitales, ya la piel de ambos había aumentado de temperatura, de un ladito Hermógenes miraba frotarse su pene y la vagina de Aida, ella le preguntaba si le gustaba, él respondía afirmativamente, ella le frotaba sus pies en las piernas pasándolas a frotarse los dedos de los pies, se arrodilló sobre el colchón sujetando el pene de Hermógenes pasándole la nariz por el pene oliéndola con lujuria, Hermógenes miraba y se complacía con la acción de Aida, volvieron a besarse, cada vez Hermógenes lo hacía mejor, Aida tomó las manos del chico poniéndolas en sus nalgas haciéndole que froten con delicadeza, hizo que le pasara los dedos por entre las nalgas, eso la calentó más y de un impulso abrió su boca mamando el pene de Hermógenes, para él esa nueva sensación era deliciosa, todo su pene quedó mojado de saliva, la punta del glande coloreaba producto de las tantas chupadas y mamadas que venían de los labios de Aida, el dolorcito de la corrida de la piel del glande que hacía Aida con sus labios se transformaba en una rica sensación para el muchacho que estaba aprendiendo los manjares del sexo, la vagina de Aida estaba mojada fruto del placer y el deseo, ella se volvió a acostar sobre Hermógenes, las manos femeninas de Aida tomaron el pene del muchacho poniéndolo a la entrada de su vagina, movió circularmente la cintura haciendo que la vagina se mueva circularmente haciendo grato el contacto del poco glande descubierto con el clítoris, cada vez aumentaba el orgasmo de ella haciendo que se mueva agitadamente, el chico solo se dejaba llevar hasta que Aida sintió medio glande dentro de su vagina y de pronto toda la entrada de su vagina se mojó del semen que salía del pene de Hermógenes choreando por los muslos, a ella le vino el deseo de también acabar, agarró con los dedos el pene del muchacho y comenzó a moverlo circularmente por la vagina, ese movimiento le dio más placer mordiéndose los labios cerrando los ojos, el gustito de la venida de flujo se acercaba, ella puso bien el pene de Hermógenes en su vagina y de un empujón bajó la cadera haciendo que todo el pene de Hermógenes entrara en la vagina, el chico exclamó un Ay, es que Aida con ese empujón había desforrado el pene de Hermógenes, ya no era virgen, Aida alzó la vagina liberando el pene de Hermógenes, el muchacho pudo ver que el glande estaba totalmente descubierto, el pellejo que lo recubría ahora se encontraba corrido hacia abajo totalmente, sentía un poquito de dolor, ella miró por unos segundos el pene complaciéndose de lo que había hecho, es que se había comido con su vagina el virgo de Hermógenes, Aida volvió a meter el pene de Hermógenes dentro de su vagina, el chico gemía mordiéndose los labios, ella empujaba la cadera arriba y abajo, el chico seguía pujando, las manos de Hermógenes agarraban con fuerza las sábanas, cada movimiento de las caderas de Aida con su vagina hacían doler en algo el glande desforrado del muchacho, pero sentía delicioso después de todo porque ambos genitales mojados lubricaban al deslizarse, ambos cuerpos estaban completamente sudados desnudos en la cama, ella seguía moviéndose mientras él aprendía a coger, pasaron varios segundos de aquel movimiento hasta que Aida se quedó quieta, se acostó boca arriba, encima de su cuerpo estaba el cuerpo de Hermógenes, tomó el pene se lo puso en la vagina, el chico con un poco de dolor en el glande empezó a mover las caderas haciendo que su pene entrara y saliera de la vagina de la empleada, en cada embestida Hermógenes gemía, ella le pedía que se moviera más rápido que ya casi, ya casi, ya casi, lo tenía agarrado de la cintura estimulándole al chico a que se moviera más rápido hasta que lo hizo detenerse enviándole su flujo vaginal que Hermógenes lo sintió en su pene desvirgado dentro de la vagina de Aida, ella le pidió que no lo sacase al pene que lo dejara allí, quería sentir todavía ese delicioso pedazo de carne viva latente dentro de sus entrañas, ambos estómagos y pechos unidos se movían luego de una agitada manifestación de pasión sexual, luego de unos minutos Hermógenes sacó su a medias erecto pene de la vagina de Aida, observó que estaba mojado totalmente, los pelos negros de su pelvis contrastaban con lo blando del semen y flujo vaginal pegado a su piel y parte del vello púbico, ambos quedaron acostados uno al lado del otro mirando al infinito no se movieron por unos segundos, ella sonriente le frotó las manos, se miraron en forma cómplice, Aida tomó su ropa saliendo de la habitación, desde la cama Hermógenes miraba con detenimiento el caminar de aquella hembra, ese trasero descubierto nunca lo olvidará, Hermógenes quedó pensando en su cuarto lo que le había pasado, instintivamente frotó el dedo por el glande descubierto, le molestaba el roce de su calzoncillo al vestirse, al rato Aida le trajo una crema para la molestia que tenía el chico, con el pasar de las horas esa molestia desaparecía, Hermógenes desde ese día sintió que su vida era diferente, la metamorfosis de aquel chico se había cumplido como regla general de la naturaleza.
FIN DEL DÉCIMO NOVENO EPISODIO
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