METAMORFOSIS 191
Fiesta.
La fiesta estaba en su apogeo, los invitados rutilantes en todo aspecto demostraban su elegancia, las luces multicolores daban un aspecto significativo a la fiesta, se veía correr a los niños por aquellos amplios pasillos, corrían por los alrededores de la gran mansión, los adultos reunidos en ciertos lugares realizaban la recurrente tertulia, entre ellos sobresalía Fulgencio Arichabala, hombre de prestante incidencia en la política económica del país, uno de los pocos hombres fuertes del país de la canela, identificado con este gobierno de represión y violencia absoluta, era su fiesta de cumpleaños, considerado líder del clan familiar designado a su voluntad y mando, a su lado su anciana madre Matilde que a los años registrados se notaba cierta juventud, parecían hermanos, los asistentes los colmaban de venias, percibían la hipocresía de algunos tunantes, algunos amigos conversaban del momento turbulento existente, la madre de Fulgencio valoraba los cumplidos, fue a dar un recorrido por el salón de baile para relacionarse más con los invitados, salió de la mesa principal para saludarse en la mesa adjunta con ministros invitados, coincidieron en el saludo con el doctor Pérez, el consuegro de su hijo, el pequeño Daniel Nicolás estaba sentado en el regazo de su madre Justin Pérez, a su lado se encontraba su esposo Nicolás Arichabala que no disimulaba su inquietud viendo hacia la mesa donde estaban ubicados Elena y su hijo Melquiades, se intercambiaron miradas cómplices, al poco rato cada uno salía de sus mesas respectivas, el primero fue Melquiades luego Nicolás, ambos caminaron furtivamente a un lugar apartado semioscuro como lo era el cuarto de herramientas, allí manifestaron su desenfreno pasional, primero con caricias para luego manosearse el cuerpo, la luz de luna entrante en el cuarto apartado mostraba las manos de Nicolás que bajaban la cremallera del pantalón del joven Melquiades apareciendo el pene libertado entre el calzoncillo, lo olió, lo lamió y lo chupó introduciéndolo en su boca por varios minutos mientras el joven Melquiades gemía de placer con la boca abierta y los ojos cerrados, el movimiento se hizo más seguido y rápido con tanta vehemencia que al instante se podía ver el semen expulsado del pene del joven Melquiades, ya satisfecho se encorvó Melquiades sobre una mesa de herramientas cuidadosamente evitando mancharse se bajó el pantalón dándole a mostrar el trasero, las manos de Nicolás deslizaron su cremallera y bajaron el pantalón para asegurar el pene entre los glúteos, luego se agarraron de las costillas del joven Melquiades, el pene empezó a deslizarse, una de las manos puso al pene ubicado en la entrada del ano y así sujetándolo fue introduciéndolo en el trasero de Melquiades quien gemía con fijación, Nicolás gemía, deseaban este momento, se habían comunicado tiempo atrás para este encuentro, los amantes a sexo pleno, Nicolás continuaba penetrándolo con placer y Melquiades recibía con mucho gusto las embestidas de su amante, de entre el ano y el pene salió semen depositado en las entrañas de Melquiades, así les gustaba terminar su sexo, rápidamente Nicolás sacó papel de su bolsillo a medida de prevención y le limpió el trasero y su pene con restos de semen, se arreglaron la ropa y fue Nicolás el primero en salir furtivamente del lugar posteriormente camino en dirección a su mesa en la que estaba su esposa Justin, su suegro Daniel, su hijito Daniel Nicolás y su cuñado Luis Alfonso, sacó a bailar a su esposa Justin y eran la atención de esa velada, mientras bailaba vio la figura de Melquiades que se sentaba en la mesa donde estaba con su madre Elena, se retocaba el pelo adecuadamente, las miradas no se hacían esperar guardando la prudencia debida, Luis Alfonso estaba inquieto en la fiesta, salió a tomar aire, ya para ese rato había bailado muchas piezas, se sentó junto a una tupida hiedra que cubría su presencia en ese lugar semioscuro de la gran casona, estaba muy excitado, vio a algunos niños distantes a donde él estaba sentado, jugaban a las escondidas, otros jugaban a las topadas, los más pequeños en particular, las niñas jugaban a las rondas, de pronto Luis Alfonso ve la figura de un adulto maduro que le hacía señas de acercarse a un niño que minutos antes lo había visto que rodeaba furtivamente el lugar, poco a poco prudentemente se iba separado del grupo de niños que jugaban a las escondidas, el niño lo hacía con el pretexto de esconderse en otro lugar en donde el adulto abrió la ventana por la que se introdujo el niño, Luis Alfonso sonrió pensando en la complicidad del adulto para intervenir en la ayuda de ese niño en los juegos, pasaron varios minutos y Luis Alfonso se percató que el niño salía cabizbajo, con la camisa salida de un extremo del pantaloncito corto, caminaba con dificultad muy lentamente y pensativo, Luis Alfonso sabía de aquellos síntomas, no cabe duda, aquel niño con el pelo despeinado tuvo sexo pues su bracito y la muñeca de su manito derecha iba pasándola por los labios, se arrimó a un árbol en ese apartado lugar, sólo la luz de luna daba a ver que el niño se arreglaba la camisa y sus cabellos agitados, sus manitos arreglaban el interior de la ropa, metió su manito derecha rascándose el traserito y sobándose la separación de los glúteos pasándose los dedos por la nariz oliendo tal vez el rezago de alguna evidencia, de inmediato a Luis Alfonso le dio un sobresalto viendo salir por la ventana con algo de dificultad al adulto caminando con discreción hacia donde estaba el pequeño, se acercó dándole una bolsita que la abrió y luego de ver su contenido el niño la metió en su bolsillo, luego el pequeño estiró su mano haciéndole oler los deditos de la mano al adulto comprobando así que no había novedad, el adulto sacó su pene orinando sobre el árbol en presencia del atento niño que miraba micciar, el adulto le acarició el pelo haciéndole señas que se alejase del lugar mientras se arreglaba el pantalón, se despidió del niño con un prolongado beso lo que cautivó a Luis Alfonso, el pequeño se alejó a paso lento pensativo y cabizbajo, Luis Alfonso quedó absorto de ver el accionar de aquel hombre adulto, sonrió, quedando con el deseo, él pronto tendría lo suyo, sólo que debía estar alerta para que ese momento se consolide, ya el criterio que tendría de aquel prestante personaje anfitrión de la efemérides sería distinto, entró a la fiesta a seguir bailando, faltaba mucho aún para la cena y el pastel, un tanto alejada del lugar estaba Victoria la nieta de Fulgencio Arichabala que estaba navegando en sus pensamientos pues ante los suspiros que emitía recordaba lo sucedido hace mucho tiempo atrás un día como hoy cuando siendo pequeña en sus juegos infantiles vio a una pareja de amantes apartados lejanos de la fiesta haciéndose el amor, eran conocidos suyos, su sorpresa era evidente, no lo podía imaginar así, es decir, no podía creer lo que estaba viendo, ellos, sí, precisamente ellos, junto a ella estaba aquel jovencito que con detenimiento veían la escena, fue con aquel jovencito a ese lugar testigo de su desvirgue anal pues aquel jovencito aprendiz de jardinero la penetró la noche en que fue la fiesta de cumpleaños de su abuelo, sentada en el apartado lugar se trazaba con el dedo la periferia de su ano recordando gustosa aquel desvirgue y de los otros encuentros posteriores con ese aprendiz de jardinero, lamentaba que aquel joven se fue con el tiempo de la gran casona, no ha vuelto a saber de él, de aquel iniciador de su infancia, de aquel jovencito que la dejó marcada, suspiró por largo rato recordando, en esta fecha siempre es recurrente aquel recuerdo infantil, no puede olvidar tampoco a aquella pareja y a su iniciador, hasta ahora no concibe la idea de siendo tan niña pudo experimentar tanta experiencia sexual, su candidez expuesta en aquel pene juvenil, sus pensamientos se entrelazaban con su ahora, con lo que vivía actualmente, sus inquietudes con aquel muchacho venido del campo, aquel muchacho que estaba de sirviente ahora en la cocina, deseaba verlo, a él le había entregado también su trasero, lo deseaba, pero esta noche no sería posible, tragó saliva desesperante, deseaba hacer algo, imperiosamente, así que caminó bordeando la lujosa mansión Arichabala a la que ella pertenecía dinásticamente, se encontró con unas amigas y las horas pasaron con ellas entre la tertulia y el baile, de lejos miraba a aquel joven volviéndole el deseo, la fiesta continuaba en su apogeo, Victoria subió a limpiarse el vestido tras un accidente al chocar con un invitado regándose la bebida, contrariada fue al baño de su cuarto dejando entreabierta la puerta, con un pañuelo se quitaba en parte aquella mancha resistente, contrariada la siguió agitando con fuerza, escuchó ruidos de niños jugando por los pasillos, hijos de invitados, un niño mayor era el de la iniciativa, al pasar el pequeño Daniel Nicolás se detuvo en la puerta entreabierta, su curiosidad hizo que se detuviese viendo hacia el interior, entró a pasos lentos, sigilosamente, era el cuarto de su prima la que muchos mimos le daba y con la que se sentía contento con el trato que le daba, le tenía confianza pese a su tierna edad, entró con seguridad, recorrió la habitación, intuyó que ella estuviese allí y no se equivocó al abrir la puerta del baño en la que ella tenía descubierto su pezón, al ver al niño le dio un sobresalto que además lo transmitió al pequeño, pero reaccionó rápidamente sonriéndole y haciéndole acercar para abrazarlo con mimos como de costumbre sin importar como se encontraba ahora, el niño correspondió al abrazo rodeándole del cuello dejándose marcar siendo llevado a la cama, allí le dio de cosquillas, vio la puerta entreabierta y le puso seguro, sus senos descubiertos eran rozados en la camisa que cubría el pecho del niño Daniel Nicolás, así Victoria lo hacía entrar en sus redes de confianza para luego darle de besos en su mejilla, como que se inquietó el pequeño Daniel Nicolás al recibir caricias de su prima Victoria, vio que así acostadito las manos de Victoria le desabotonaba el pantaloncito corto, lo deslizó a través de las piernitas quedando a la altura de los tobillos de igual forma deslizó el calzoncillo quedando junto al pantaloncito libre su penecito para ser rozado por las manos de su prima, Daniel Nicolás vio ese movimiento de dedos en su pene y se limitó a suspirar, vio la cara de su prima que se acercaba a olerle el pene, luego con la mejilla lo rozaba, abría la boca para lamerlo y chuparlo repetidamente con delicadeza y gusto, el nene suspiraba delicadamente viendo esos labios de su prima que se amoldaban a la línea del pene lampiño ya muy ensalivado, en cada chupada terminada se notaba el rostro de Victoria muy alegre, el niño se rascaba la pelvis, la lengua de la nena con su punta hacía un recorrido lineal entre los testículos ensalivados del pequeño Daniel Nicolás Arichabala Pérez, la lengua de Victoria recorría además el ombligo y parte del estómago del niño, suspiraban ambos, unieron los labios dándose cortos besos con iniciativa de Victoria Arichabala, el nene vio a su prima los pequeños pezones, y en su delante Victoria se deslizaba la ropa quedando completamente desnuda ante el pequeño pudiéndose notar los vellitos que ya estaba saliéndole en la vaginita, lentamente se acostó sobre el pequeño haciéndose rozar la vagina sobre el penecito, la cadera alzaba y bajaba sobre la humanidad del pequeño que pujaba por el peso del cuerpo de su prima, así estuvo haciéndolo a la vez besándolo repetidamente, se estiraban los dedos de los pies de Daniel Nicolás al sentir ese deslizamiento de lengua en su cuerpo infantil, la respiración de Victoria salida por la nariz y boca chocaba en la pelvis del niño, le lamía pene y testículos nuevamente, se acostó en la cama alzando al niño acostándolo sobre su cuerpo, Daniel Nicolás veía las manos de su prima que tocaba sus caderas poniendo el pene a rozar sobre la vagina haciéndole alzar y bajar las caderas, vinieron un par de besos cortos entre ellos, el pequeño Daniel Nicolás observaba con pasividad esos movimientos, miraba alzar y bajar su pene por acción de las manos de su prima en las caderas, volvieron a besarse, al mismo tiempo se escucharon pasos, de inmediato como rayo Victoria se puso la ropa y de igual forma ayudó a vestirse al pequeño Daniel Nicolás, estaba inquieta, alguien podría llegar a tocar la puerta o intentar abrirla, así que sacó el seguro y al entreabrir vio que se trataba de un grupo de niños hijos de los invitados corriendo por los pasillos, Daniel Nicolás se unió al grupo de juego, corrió alegremente siendo guiado por niños más grandes en los que se encontraba el hijo menor de Elena y hermano de Melquiades, coincidentemente este niño tenía la misma fecha y lugar de nacimiento de Victoria, pues nacieron en el mismo hospital de aquella ciudad del país de la canela, hizo una pausa en correr viendo a Victoria saludándose con una simple sonrisa, ella estaba arrimada junto a la puerta, minuciosamente se arreglaba el vestido puesto e instintivamente su mano se introducía por dentro del vestido acomodándose el interior, el niño sonriente vio esa acción correspondiendo con un leve manoseo a su entrepierna donde estaba su pene vestido, ella al ver eso aumentó el manoseo y él hizo lo mismo, ambos quedaron viéndose sus partes íntimas vestidas, jocosamente reían a distancia continuando con sus manoseos a su genital vestido, ella era la más inquieta ya que se alzó el vestido mostrándose la ropa interior mientras él apretaba el pene vestido mostrándose lo amoldado que estaba a través de la tela, al instante se acercaron por el pasillo tres niños corriendo, entre ellos el pequeño Daniel Nicolás, que rodearon al niño hijo de Elena haciéndole ronda, Victoria sonreía, luego los tres niños hicieron lo mismo a Victoria viendo enfrente al niño que seguía manoseándose el pene vestido con frecuencia, esa acción inquietaba a la pequeña Victoria Arichabala, al retirarse los niños quedaron solos, con mirada insinuante y mutua sonrisa entraron a la habitación de Victoria, al cerrar la puerta con seguro ella lo abrazó, tenían casi la misma estatura, en el abrazo aprovecho a mover las caderas rozándose los órganos sexuales vestidos, las manos del niño rodearon las caderas bajando al trasero de Victoria, lentamente dieron pasos así abrazados llegando al extremo de la cama, ya para ese instante se habían besado prolongadamente mientras daban esos pasos, Victoria inquieta manoseaba la entrepierna del niño que respondía sonriente, ella bajó la cremallera del pantalón, él le ayudo a deslizarse el pantalón quedando visto el calzoncillo ya amoldado el pene erecto como punta de lanza que la tela así lo describía, al instante él se deslizó el pantalón con la ayuda de ella que manoseaba el erecto pene descubierto, aún estaba recubierto el glande infantil con el prepucio, ese pene era virgen aún, Victoria lo sabía, no era la primera vez que veía el pene de su amiguito, ya otras veces habían tenido encuentros, el niño invitado vio a Victoria que se recostaba en la cama, con mirada insinuante se alzaba el vestido y le hacía conocer la necesidad de que las manos de su amiguito le deslicen el calzoncito, así lo hizo el niño, sus manos infantiles deslizaban el calzoncito de forma lenta quedando en el suelo, así se mostraba la vagina de Victoria a todo su esplendor, estaba un poco mojada, sonrió pensando e intuyendo lo que Victoria habría hecho con su primito Daniel Nicolás minutos antes de que él llegase a ese lugar, su sonrisa se completaba con gesto de complacencia al deslizar sus dedos por la vagina, abrió los labios y acercó su pene a rozar la vagina, ella lo abrazó por las costillas alzando lentamente las caderas, el penecito virgen rozaba la vagina de Victoria, esos blancos glúteos de ambos niños eran manoseado, abrió la boca para besarse prolongadamente, luego se miraban el roce del penecito y la vagina, las dos pelvis estaban unidas y luego estaban separadas de su roce por la acción de sus caderas, alzando y bajando, alzando y bajando lentamente, así, sintiéndose ese pene deslizarse y esa vagina recibiéndolo, así, así, así, se decían, ella se sujeta a los glúteos del niño acostado encima de su cuerpo, Victoria sentía ahora un pene un poco más grande, más grueso, más tieso, más erecto, el niño seguía con aquellos movimientos, sus alientos salidos de sus bocas abiertas chocaban en sus rostros mutuamente, tanto así que venían los besos, Victoria quería cambiar de postura pero el niño estaba cómo así, la libido se despertó más en Victoria dejándose hacer ese movimiento sentido, resignada aguantó esa postura por un lapso de tiempo, luego se separaron sentándose en el extremo de la cama, se vieron y tocaron los órganos reproductores, ella de súbito se arrodilló delante del niño sentado, las mano de Victoria ya estaban deslizándose sobre los muslos de Heriberto quien sentía a ojos cerrados ese masaje, ella vio por un instante el penecito y se lo introdujo en la boca chupándolo y lamiéndolo por segundos mientras el niño se recostaba en la cama relajado al sentir el deslizamiento de lengua en su pene vestido, los dedos de Victoria deslizaron un poco el glande del prepucio y la punta de lengua se deslizaba por aquel glande rosáceo infantil, la lengua ahora por los testículos le hacía suspirar al niño, Victoria reía complaciente por su acción, eso a él le fascinaba, de nuevo se escuchaban algunas pisadas, de inmediato se vistieron, el niño fue el primero en salir dejando acostada en la cama a la pequeña Victoria que se manoseaba la vagina, suspiraba, estaba su piel tan caliente, en poco tiempo había probado de dos penes infantiles, uno más grande que otro, suspiró saliendo de la habitación, por el gran salón fue interceptada por sus amigos de estudio y familiares conocidos de invitados, bailó algunas piezas para luego salir a tomar aire, la noche estaba fresca por aquella ocasión, un amigo y otra amiga haciendo trío caminaron por el jardín charlando sobre la moda, la tertulia continuaba cuando de pronto Victoria ve al joven jardinero dirigirse a su cuarto, al disimulo Victoria guía a su amigos por los alrededores del cuarto del joven jardinero, luego los tres amigos retornaron al gran salón donde seguía el apogeo de la fiesta de cumpleaños de Fulgencio Arichabala, la alegre Elena por su parte estaba muy gustosa de tener a su lado a sus dos hijos, degustaba de los manjares de la fiesta, Melquiades era el que más halagos recibía de los invitados ante su madre, seguramente por sus sutiles modos de trato y delicadeza al hablar lo cual diferenciaba del recio carácter de su hermano menor, varios nuevos amigos hizo Elena en la fiesta debido a su jocosidad y buen sentido del humor galante ante la mirada de sus hijos que ya conocían de su buen humor, el tiempo transcurría, delante de Melquiades estaba la mesa donde estaba sentado Nicolás el hijo del caballero homenajeado, Fulgencio Arichabala, las sonrisas eran al disimulo, sonreían quizás manifestando lo que minutos antes habían hecho, Justin no daba cuenta de aquellas miradas, para ella su marido era indiferente, era secreto a voces que la relación desde hace muchos años no era la ideal y solo guardaban las apariencias, el niño bostezaba, era la causa de seguir aun unidos, el pequeño engreído de sus abuelos había jugado tanto que a esas horas entradas de la madrugada el sueño lo vencía, Justin marcó a su hijo llevándolo a la habitación infantil, fue ese el pretexto de ella para aprovechar y dormir, acostó a su hijo cambiándole al pijama, vio aquellos piecitos infantiles con dedos gruesos, vio el pelo y lo acarició de igual forma que vio sus labios para pasarle los ledos, dio un beso a su frente cerca de aquellas mejillas, el pequeño se parecía un poco a ella, suspiró, pues le vino algo de congoja a su conciencia, ver a su único hijo varón tan quedito, tan inocente y a la vez tan hermoso, pasó el dedo índice de su mano derecha por aquellas cejas, luego lo hizo por los dedos de sus manitos y pies, vio sus orejas y el suspiro fue mayor, pues allí se encontraban los rasgos de… alguien muy significativo en su vida juvenil, a más de su padre y madre, en aquel niño precioso dormido estaban distribuidos discretamente en ese cuerpecito los rasgos genéticos de… él, sí…, de ese hombre que le marcó su vida plena, con aquél encontró más que felicidad, satisfacción plena de macho, con aquél hombre que en la cama siempre la hizo sentir aprendiendo juntos siendo tan jóvenes, aquél que la hizo gemir en cada encuentro, vibrar sus entrañas en cada caricia, en cada palabra sincera, si… porque estando casada con Nicolás Arichabala y a sus espaldas se entregó a ese hombre humilde y sincero al que ahora recordaba y suspiraba angustiada de no saber su paradero desde hace mucho tiempo, demasiado se comentó sobre de que había muerto, y si fuese así, qué será entonces del pequeño Daniel Nicolás Fulgencio Arichabala Pérez… qué será de aquella mujer muy enamorada, qué será de ese niño precioso fruto del recuerdo, hecho con aquel amor clandestino a espaldas de su esposo Nicolás Arichabala, la acongojada Justin suspiró tratando de conciliar el sueño, de súbito, un golpe se dio en los cristales de la ventana, entrecerrados los ojos vio una sombra, sorprendida los abrió más debido a la incertidumbre, abrazó a su hijo con intenciones a punto de gritar presa del pánico, la penumbra en algo permitió ver la sombra humana, le supo familiar y no se equivocaba, desconcertada lo vio alejarse, su pecho hinchado, le hizo emitir un nombre en voz baja, tanto así que aquella figura humana le hizo detener su marcha justo al bajarse, estiró su fémina mano a lo que correspondió de la misma forma la figura humana tras el cristal, entra a la habitación, se disculpa pues estaba jugando, ella algo cariñosa acarició la frente del muchacho, era Luis Alfonso, el medio hermano de Justin, se limitó a acariciarle el pelo ante la sorprendida expresión de su cara, para ella lo que hizo Luis Alfonso era una chiquillada como siempre pues le gustaba así subir la casona cuando así jugaba, no era esta la primera vez, sólo le recomendó que tuviese cuidado, el muchacho la abrazó y continuó su camino ahora saliendo por la puerta de la habitación, ella aún lo sintió tembloroso, seguramente por las recomendaciones firmes que le dio, Luis Alfonso caminó aceleradamente por el pasillo y antes de llegar a las escaleras se encontró con Nicolás Arichabala, ligeramente lo tomó de los brazos preguntándole el por qué no estaba en el cuarto como habían convenido, Luis Alfonso le dijo que en ese cuarto estaba Justin con el niño, Nicolás se impresionó mucho, no esperaba de aquello, suspiró al escuchar la noticia, algo de sonrisa salió de su desencajado rostro, ambos cabizbajos se despidieron discretamente continuando el sentido de su camino, los invitados se despedían de a poco entre ellos Elena y sus dos hijos Melquiades y Heriberto, al recorrer la marcha lenta por el amplio jardín Elena le dijo a su hijo menor que esta sería algún día su residencia, el pequeño se encogió ruboroso en el asiento ante la alegre afirmación de su madre y las muecas faciales de su hermano Melquiades, para él la fiesta de abril de 1958 había sido un éxito, nuevos amigos de su edad y de una sociedad alta pero lo más importante es que estuvo con él.
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El sol salía imponente sobre la tupida selva, sus rayos llegaban a la ventana incidiendo en el rostro infantil de Carlos Gustavo, abrió lentamente los ojos, los refregó con los deditos alargados de piel blanca, bostezó, se rascó el pelo lacio castaño oscuro, sus ojos miel se abrieron a plenitud viendo su alrededor con visión aún no tan buena, se sentó y se volvió a recostar bostezando, vio sus piecitos sobresalidos de las sábanas humildes pero muy limpias que lo cubría, la puerta se abrió, sonrió viendo entrar a su abuela, lo hizo sentar en la cama, le calzó las sandalias citadinas, lo llevó a la letrina tomado de la mano, con jabón y agua le lavó las piernas, pies, manos deteniéndose a verlas de lo bien cuidadas por su hija, humedeció el pelo y regó agua con un recipiente en el cuerpo desnudo del pequeño, lo secó con una toalla humilde, el niño miraba a su alrededor lo simple del paisaje selvático, su cuerpito fue secado paulatinamente, hizo gestos a su abuela de querer micciar, lo hizo en la letrina, su abuela veía la espalda del niño y la parte trasera de la cabeza infantil, sin lugar a dudas tenía parecido al padre del niño aunque la forma de caminar se asemejaba al del abuelo del niño, la atenta abuela limpiaba las orejas del niño parecidas a las de ella, eso permitió hacerle de mimos, ya seco el pequeño fue llevado al cuarto a ser vestido, mientras lo peinaba la mujer asociaba los rasgos infantiles sin duda a los de su hija y es que el pequeño tenía gran parecido a su madre y abuelo por eso el campesino Eleuterio tenía mucho afecto al niño, fue conducido por su abuela a la mesa, el pequeño se sentó a probar el jugo y resto del desayuno, la humilde abuela le acariciaba el pelo, y demás mimos a lo que el niño correspondía sonriente, a su lado se sentaba su tío Eleuterio de ocho años, cinco años mayor, ambos niños comían pausadamente, el sol reflejaba su luz en las brillosas pieles infantiles, comentaban entusiasmados a donde irían en esa mañana y tarde de abril de 1958, a los alrededores a recoger fruta silvestre, tomaron un sencillo canasto y recorrieron por los sitios donde estaban esos árboles frondosos llenos de fruta, mientras recogían los frutos se escuchó un estruendo lejos donde estaban, caminaron presurosos por el sendero y divisaron sobre una planicie a dos militares tratando de arreglar el jeep descompuesto, se acercaron a ver más de aproximación, el contrariado militar emitía fuertes comentarios a su subalterno y juntos obraban para reparar el daño, el militar del alto rango vio la figura de los niños presentes y su estado de ánimo mejoró emitiendo una sonrisa pues los niños los admiraban mucho, de eso dio cuenta el subalterno que se acostó debajo del vehículo obrando a órdenes de su superior, los niños se arrimaron a la carrocería, el niño más grande se acuclilló viendo al joven militar ajustar las tuercas y de vez en cuando le pasaba objetos para dejar las piezas mientras el pequeño estaba junto al militar de estatura muy alta observando con mucha atención los movimientos que hacía en las piezas del jeep con deseo de reparación pronta para llegar a tiempo a la base militar, los ajustes se iban dando, el pequeño Carlos Gustavo ayudaba al militar pasándole piezas, muchas no correctamente, debido a su corta edad para comprender, sin embargo el militar gustaba de esos aprietos del niño en pasar objetos a veces pesados, sus manitos se mancharon de grasa, el militar las lavó con nafta, el olor era peculiar para el pequeño que emitía gestos de extrañeza al contacto con el olor de ese derivado del gasóleo, el militar se sentó a poner en marcha el motor y de inmediato arrancó teniendo una aceleración adecuada, el niño más grande y el subalterno iban en el asiento posterior, ante la velocidad se elevaba el polvo, los niños se ponían de pie recibiendo el fresco aire que golpeaba en el rostro, era la primera vez para ambos siendo transportados en un jeep militar, gran aventura, el pequeño se sentó de lleno en el asiento ante los brincos del vehículo, de vez en cuando la carita del niño se apoyaba en el hombro del militar que de vez en cuando le acariciaba el pelo y las mejillas, llegaron al centro del pueblo, entraron en una fuente de sodas, los niños gustaban con deleite esas bebidas gaseosas, el militar sabía de la procedencia de los niños, por eso su afecto especial, pero también conocía el parentesco de los niños con aquel campesino, vio con detenimiento el rostro del niño más pequeño, no cabía duda alguna, se parecía mucho a ese campesino que era su abuelo y también por añadidura el niño tenía el rostro muy parecido a la madre, constantemente le acariciaba el pelo como gesto de amistad y si se podría decir en algo de afecto, tanto así que se dio a notar de los otros presentes cuando marcó al niño sentándolo sobre sus hombros haciéndolo girar en el parque pequeño del pueblo, sostenido de las manos el pequeño Carlos reía, los pocos transeúntes de la periferia sonreían ante los juegos del militar, algunas mujeres desde las terrazas de las humildes casas señalaban al militar que hacía esos movimientos motivantes, una de las curiosas mujeres del sector pal pasar preguntó al militar si el pequeño era su hijo, algo cabizbajo y jadeante respondió negativamente con la cabeza, se acostaron en la poca grama del parque dando roles, ambos niños hacían montoncito en el cuerpo del militar, así acostado alzó al niño con sus fuertes brazos y éste abrió los brazos hacia adelante simulando estar volando por los aires, reían mucho todos los presentes, habían sido unos instantes muy placenteros en compañía de los niños, en especial afecto por el más pequeño, no podía ser de otra forma, ese niño era hijo de un campesino y de la mujer que un día deseó que fuese su esposa, estaba allí vivificante en el rostro del niño la imagen de la mujer que amó mucho, lentamente lo bajó hasta acostarlo en el pecho oliéndole el pelo del pequeño que en parte cubría el rostro del militar, con sentimientos encontrados primero con la alegría por tenerlo así jugando animadamente sintiendo ese calorcito infantil uniendo sus corazones que de esa forma le recordaba a su tierno hijo que vivía a la distancia y de angustia por separarse luego de que el jeep parta, lo abrazó significativamente aprovechando al máximo los minutos que restaban de estar en el parque, cara a cara viéndose cerca fijamente con esos ojos de igual color, la piel de las manos del militar un poco más blancas que la del niño suspendido en el aire girando sujeto de aquellas férreas manos, el militar sabía el nombre del niño: Carlos, lo supo en aquel accidente en que por vez primera se encontraron, lo notó por aquella cicatriz en el hombro del pequeño al deslizarse la camisa que tenía puesta, luego sentidamente lo abrazó, le acarició repetidamente el pelo limpiándose los restos de la grama del parque, lo abrazaba con sentimiento como si fuese su hijo recordado, el subalterno miró el reloj discretamente informándole de la presencia en la base militar, al niño le acarició con ternura las mejillas subiéndolos al jeep y así a los dos niños dejándolos en aquel lugar donde se habían encontrado en aquel sendero rodeado entre árboles tupidos, ya en aquella noche Gustavo Adolfo pensaba en la estrategia militar del día siguiente y como pensamiento recurrente le vino la imagen de aquel niño que horas antes había jugado en el parque, primero asociaba la imagen del pequeño Carlos con la imagen de su hijo residente en la capital, pero había algo más en con ese pensamiento, y era aquella nostalgia y el pensar si ese niño que estuvo hace horas entre sus brazos podría haber sido su hijo si la madre del pequeño no hubiese hecho vida con aquel campesino, Gustavo Adolfo sentía angustia de sólo pensarlo, un sentimiento indescriptible se apoderó de su pensamiento y esperó que el día siguiente se desarrolle para tratar de verlo otra vez, concilió el sueño recordando en paralelo aquel momento en que caminaba con el pequeño de sus manos al jeep que lo llevaría a casa, así recordó que caminaron unos metros, Gustavo Adolfo recordó también el momento en que se acuclilló frente al niño, vio el rostro del pequeño Carlos que miraba fijamente el pecho del militar ese objeto, era un águila montada con piedras, brillaban ante los rayos de sol de aquella tarde, el niño maravillado viendo esa pieza artística de orfebrería la tocó con sus manitos, para sorpresa del otro niño y del subalterno acompañante del jeep el militar del alto rango Gustavo Pozzo Buonanote abrazó al niño con tanta emoción afectiva siendo indescriptible ese instinto por hacerlo, sintió algo maravilloso que sólo un hombre realizado podría experimentarlo, con ese abrazo se entregó a los brazos de Morfeo con la esperanza de volver a verlo una vez más.
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A través de los cristales de la ventana amplia se podía ver desde lo alto a la gran alberca del internado donde en grupos separados los estudiantes se bañaban, correspondía dar paso al grupo de niños en el espacio dedicado, el superior estaba sentado cómodamente desde aquel sillón junto a la ventana, tenía sus acostumbrados binoculares, estaba solo por ahora, desde aquella habitación observaba con detenimiento los movimientos de natación de los pequeños, era un día de sol y sólo tenían puesto su traje de baño, esa trusa de uniforme simbólico en muchos casos se ajustaba a su piel lo que al superior le hacía de mejor vista apreciarlas, miraba la piel de los niños humedecida por el agua, se notaba el escurrimiento del líquido a través de su cuerpo especialmente aquel escurrimiento de las piernas pasando por los dedos formados de sus pies que se movían a paso acelerado, se concentraba en ver los dedos de las manos y los pies de diferentes formas, vio varios, le encantaba ver esos dedos alargados de niños cuya fina cuna demandaba ser bien cuidados, aquellos de piel blanca y sobretodo miraba en aquellos niños de piel suave brillosa al sol y esas las líneas que definían los abultados traseritos, allí se encontraba Daniel Eduardo muy feliz nadando y saliendo a tomar respiro ante tantas brazadas junto a sus compañeritos de clase que se bañaban juntos, los binoculares del superior se detuvieron a observar los dedos del niño que estiraban la tela de su ajustada trusa humedecida de agua en su pene, sus manitos se hacían un solo puño llevándolo a su boquita, tiritaba algo de frío al salir del agua esperando su turno en el trampolín, el nene lo hacía con tal naturalidad que a los ojos del superior de solo ver aquella acción le causaba excitación, sonreía viendo esos movimientos de dedos estirando la tela que cubría el penecito hecho bultito, así como aquellos dedos que estiraban delicadamente la tela de la trusa del trasero, las piernas rellenitas del niño causaban gusto en el observador, los piecitos con dedos alargados bien formados gustaba a la vista y paciencia de ser observado, el pelo mojado, la piel limpia humedecida, los labios rosáceos, la nariz húmeda, en sí, todo el cuerpo del niño observado resaltaba entre sus compañeritos, era sin lugar a dudas un cuerpo ideal, era deseado por el superior, éste tragó saliva, sonrió, siguió viendo a otros niños pero sin duda recurría a ver a ese cuerpito de niño hermoso sin igual, por unos instantes se limitó a ver el trasero y el pene abultado de Daniel Eduardo asimismo vio los labios humedecidos y muy hermosos sensuales que poseía, tragó saliva en cada instante de movimiento, lo deseaba ya, como hace poco, ese niño era muy especial, aquel niño era el recomendado de un prestante y poderoso hombre de negocios, tanta amistad creada desde la niñez, de su generación, el hombre ejemplo, el apoderado de Daniel Eduardo consiguió en el superior lo que muchos otros millonarios no consiguieron y esto era un ingreso de un niño de clase baja como lo era Daniel Eduardo y su madre a la institución celosamente regentada por el superior, por cierto al principio para el superior no fue fácil aceptar pero las razones justificaban en algo ya que a más de ser un aprovechado estudiante en su aula tiene la facultad de ser muy deportivo y de rostro muy hermoso, lo que al verlo por primera vez cautivó al superior, desde allí se formó una relación simulada de amistad, hasta conseguir su propósito de un primer encuentro, ganó favores el niño con un trato adecuado, algo que en cierta forma causó extrañeza es que el pequeño al ser sodomizado en su primer encuentro con el superior ya había tenido experiencia sexual, pero aquello no hizo cambiar el gusto y deseo del superior por ese precioso niño que a sus manos llegó ya desvirgado, estaba gustoso con él, le satisfacía no haber equivocado en aceptarlo en la institución, la humildad de su condición social, la timidez y recelo ante su autoridad hacía que a Daniel Eduardo lo sometiera a su gusto y conveniencia, para ese momento los niños tenían su toalla en su cuerpo tratando de secarse, Daniel Eduardo se inclinaba mostrado lo voluptuoso de su trasero definidas las líneas de los glúteos en la tela ajustada, dejó los binoculares en un cajón dentro de la mesita adjunta a la pared, bajó lentamente las escaleras que daban a la gran alberca, acarició el pelo de algunos pequeños, saludó como siempre con cortesía a los frailes, custodios y profesores, se acercó a Daniel Eduardo, simplemente para decirle que lo esperaba en la oficina pues tenía que dar información a su madre, le acarició las mejillas viendo aquellos ojos miel, rozó su mano por el cabello humedecido y dio un par de palmadas en su hombro, el niño se tranquilizó viendo el rostro feliz del superior, seguramente serían buenas noticias, con humildad el niño asintió gustoso y sonriente la orden de visita, el superior giró sobre sus talones juntándose uno de los clérigos docentes del internado, caminaron pausadamente, el clérigo daba información sobre la pelea de dos estudiantes que hace rato fueron amonestados y esperaban en su oficina para conocer detalles, al entrar en la oficina sacerdotal superior los dos clérigos vieron sentados a los estudiantes, estaban cabizbajos, el superior escuchó a cada estudiante ante la presencia del otro clérigo, se debía a la pertenencia de uno de ellos que estaba en el bolso de otro, el superior enfatizó en la falta incurrida, ordenó que ya basta de violencia o serán sacados de la institución y denunciados socialmente para vergüenza de sus padres, fue en ese instante en que Daniel Eduardo se acercaba a la oficina y tras la puerta antes de golpear escuchó las fuertes palabras y tono de voz emitidas por el superior, el niño tembló de susto y se limitó a esperar sentado en una silla junto a la puerta, duró poco la intervención, al rato salieron los dos estudiantes que seguían cabizbajos junto a ellos estaba el clérigo de menor rango en la institución, la puerta quedó entreabierta, desde dentro el superior vio la figura presente del niño y le ordenó pasar, dio unos pasos e ingresó, se escuchó cerrar la puerta, le indicó que se siente junto a él en el escritorio, para ese momento ya el niño vestía el uniforme del pensionado, sus manitos con dedos alargados se posaban sobre la pulida madera brillante del escritorio, el superior se puso en pie en dirección a poner seguro a la puerta, para ese instante las cortinas estaban caídas motivo de la charla sostenida con los estudiantes infractores, se notaba penumbra en el ambiente, se escuchaba la algarabía de estudiantes citadinos que salían a la entrada del plantel donde sus padres lo esperaban de lunes a viernes, no era ese el caso de Daniel Eduardo pues debía quedarse internado de lunes a viernes, pese a ello, estaba a gusto con sus compañeros de internado, eran muchos riquillos que pernoctaban, algunos hijos de hacendados que por distancia a la capital tocaba de residir en el internado, aun así Daniel Eduardo era uno de los integrantes que estudiaba con avidez, para él las tardes de los viernes era un bálsamo de alegría para estar en con su madre que lo esperaba en la puerta del internado, solo que la mayoría de los fines de semana tenía que resignadamente compartir la presencia de su madre con el “amigo” de ella, ese “señor” algo cordial con él quien le había ayudado a estar allí en el internado, también los fines de semana los pasaba con los amigos del sector donde vivía con su madre ya en especial con su amigo Wilson, con quien tenía una amistad de mucha confianza, así, ahora, el clérigo se sentaba en su amplio sillón enfrente del niño, estiró las manos tocándolas sobre las suaves manos tendidas del niño sobre el escritorio, el roce sutil dio para entrar en confianza, el semblante rígido del rostro del superior se transformó en una pasiva expresión, que al niño gustó viendo las caricias en sus brazos y mejillas, el superior volvió a levantarse de su sillón poniéndose parado detrás del niño que continuaba sentado, las manos del superior se apoyaron sobre los hombros infantiles empezando a dar masajes suaves relajantes, el clérigo sabía lo que hacía, le gustaba eso al pequeño, vio una de las manitos del niño que instintivamente se estiraba la tela del pantalón de la entrepierna pues sentía aún la humedad de la piel en la ropa, bajó su rostro golpeando la respiración en el cuello del niño, la nariz del clérigo rozó la nuca, el niño se puso ruboroso, el movimiento de los dedos en la entrepierna fueron más seguidos, le dijo al niño lo gustoso que estaba con el rendimiento académico y de conducta, le dijo que estaba muy orgulloso de proceder, le hizo levantar de su silla y lo abrazó quedando su carita en el pecho del adulto, las manos del superior sobaban la espalda, a la altura de su estómago sintió el bulto del clérigo mientras le acariciaba el pelo, giró el niño quedando de espaldas al clérigo, estaba pegado junto al cuerpo adulto, vio los roces de las manos adultas en su pecho, las palabras salían de la boca del clérigo, todas ellas de buen gusto acompañadas de una respiración que golpeaba sus orejas, sintió los besos en su pelo, Daniel Eduardo giró delante del clérigo, vio desabotonarse la camisa, luego vio que las manos del superior bajaban la cremallera desabotonando el pantalón cayendo a los tobillos, le sacó la camisa quedando sobre la silla donde estaba antes sentado, y le besó repetidamente el cuello y el pecho descubierto, vio el penecito vestido con algo de erección, así que deslizó el calzoncillo liberando el pene vestido, vio a todo esplendor ese cuerpo desnudo haciéndole dar vuelta dificultosamente pues el pantalón seguía en los tobillos, aún así el clérigo encorvó el cuerpo de Daniel Eduardo sobre el escritorio haciendo a un lado con violencia los objetos apartados, el trasero expuesto fue besado por los labios del clérigo en repetidas ocasiones dejando saliva impregnada en la piel de los glúteos infantiles, pasivamente Daniel Eduardo se dejaba acariciar y manosear la espalda y los glúteos, sintió que las manos adultas abrían la separación de los glúteos, le vino una intensa incomodidad que lo hizo pujar y gemir en forma intermitente, una molestia en su traserito que se iba incrementando y luego bajando, es que en ese momento el glande del superior entraba en ese delicioso trasero infantil, todo el tronco del pene quedó por unos segundos dentro del ano del niño, todo sin palabras, solo se escuchaban leves e intermitentes gemidos y jadeos, se estaba cumpliendo el deseo del superior al momento de ver con binoculares la figura del niño que ahora estaba sodomizando, cada vez el mete y saca se hacía veloz, el niño se movía aparatosamente en la mesa, aparecieron las primeras palabras que eran sólo de felicitación y complacencia por lo que estaban haciendo, el pene del clérigo hacía furor en el trasero del niño, con los ojos cerrados el superior disfrutaba del momento de sometimiento, de piel a piel, de respiración en respiración, con el pene dentro del ano del nene el clérigo le dijo que recuerde siempre este momento, así, así, así como lo tenía sometido, que recuerde su pene dentro del ano, que recuerde esto al momento en que vaya a defecar, que recuerde que al pujar el excremento sea la acción de su pene, que recuerde sus caricias y sus deseo, el niño se limitaba a escuchar muy quedo, luego se apartó de él sacándole el pene lentamente, lo acostó de espalda a la mesa, vio el rostro tímido y resignado del niño, le dijo lo orgulloso que se sentía, de lo acertado de sus notas y de lo hermoso de su forma de ser, eso último como lisonja a su cuerpo le gustó mucho, suspiró, le preguntó si deseaba seguir, respondió tímidamente asintiendo, no quedaba más que resignarse y dejarse llevar, vio el pene salido de entre la sotana que se deslizaba sobre el pene infantil, así por unos instantes lo vio deslizarse, el cuarto semi oscuro daba una sensación de seguridad de lo que estaban haciendo dentro, era grande y grueso aquel glande y ni hablar del tronco del pene, Daniel Eduardo miraba con detenimiento el movimiento de ese pene sobre su penecito entre los testículos, ambos cuerpos unidos en de repente ya con indicios de sudor por la faena sexual, se apartó del pequeño y se sentó sobre el sillón, el niño se movió con dificultad a donde estaba ubicado el adulto, se arrodilló sobre el pantalón que estaba en los tobillos abriendo la boca para introducirse ese glande que antes estaba dentro del ano infantil, lamió y chupó algunos segundos, el clérigo complaciente viendo la figura de los labios rosáceos de Daniel Eduardo que se deslizaban sobre el tronco del pene peludo, gustaba de ese momento, acarició el cabello del niño mientras lamía la punta del glande, suspiraba mordiendo suavemente los labios, estaba en todo su estasis viendo el pene ensalivado y de ese glande salió semen quedando un poco dentro de la boca del niño y como salió instantáneamente el resto de semen quedó en el rostro del pequeño, unas cuantas gotas residuales producto de apretar el glande cayeron en la sotana, tomó papel higiénico y limpió al niño, luego lo vistió diciéndole que se retirase, lo despidió con un sentido abrazo, de más estaba por indicarle al niño que guardase silencio y secreto en lo que habían hecho minutos antes, Daniel Eduardo recibió de manos del superior un sobre en el que decía a la madre del pequeño lo muy satisfecho y orgulloso sobre el desempeño de aprendizaje del pequeño Daniel Eduardo, el niño salió con el sobre en mano, no disimulaba su sentir cabizbajo y salió a paso lento de la oficina, alzó su rostro y emitió pasos delante de una sonrisa, a fin de cuentas, lo importante era quedar bien con su madre, seguramente el “señor” al ver la nota de felicitación le daría algún obsequio, al irse el niño el clérigo quedó recostado con su ensimismamiento, sonreía lo que hizo, pensaba, cavilaba, suspiraba su recuerdo, cerró los ojos, recordaba aquella bicicleta montada siendo niño, de pronto surge la imagen de un hombre adulto que se interpone en su camino, era muy conocido, visitaba muy a menudo su casa, hoy era como uno de esos días, pero en especial era un día de fiesta patria, las manos rígidas de aquel hombre bien vestido se posaron sobre las manitos infantiles sujetas al timón de la bicicleta, aún se podía ver el brillo de la armadura de esa fina bicicleta de niño rico, le sonrió cordialmente correspondiendo a la sonrisa del adulto que le pasó por el pelo, a la vez que preguntaba por los padres del pequeño, a lo que respondió que habían salido, la mirada del adulto giró a su alrededor comprobando a través de las rejas que el garaje carecía de vehículos, así que emitió una amplia sonrisa preguntándole al niño lo extraño de haberse quedado en casa a lo que el pequeño respondió que estaba acompañado del anciano jardinero llamado Zoilo, el visitante asintió arrimándose a la cintura del niño, aún las manos adultas frotaban las infantiles, el niño sintió el roce de ese pene abultado en el pantalón del adulto, vio con singularidad ese movimiento, se hicieron más intensas los frotes de manos, el niño inmóvil se limitaba a observar el acercamiento de la cara del adulto como ya tantas veces lo había hecho estando a solas, ese rubor, ese tono de emitir palabras dulces lo llevaba para que instantes después ambos entraban a la gran casona citadina, lleno de sed entró el niño a beber agua en la cocina, el visitante dio unos pasos a la gran sala, desde los grandes ventanales se divisaba al gran jardín por el que había transitado con el niño tomándolo de los hombros mientras el pequeño llevaba caminando a su bicicleta, vio a Zoilo el anciano jardinero muy dormido, recostado sobre un sillón ubicado debajo de una visera que contenía hiedras y enredaderas cuidadosamente cuidadas por el anciano que éstas le daban sombra, roncaba profundamente ante la tranquilidad del hogar, en esa amplia propiedad Zoilo el anciano jardinero era la única persona al cuidado del niño, la mañana se tornaba cada vez más soleada, el calor imperante hizo que el visitante adulto pidiese una bebida refrescante, el niño con sonrisa amplia fue a la cocina a prepararle la anhelada bebida refrescante, salió con la charola extendida por los brazos infantiles cuyas manitos sujetaban la fina cerámica, el adulto agarró gustoso la bebida diciéndole al niño que dejase la charola y se sentase a su lado, el pequeño se dobló para dejar la charola sobre la amplia mesa dando a ver el traserito vestido producto de su doblado cuerpo, la mirada del adulto se posó fijamente en ese traserito vestido, irónicamente sonrió pasando la lengua por el filo del vaso dejando entrar el líquido, instantes después lentamente el niño se sentó junto a él y no faltó la pasada de su mano izquierda por el muslo de la pierna derecha del niño y así también iba rozando el pene vestido, el niño veía el deslizamiento de los dedos por los muslos saliéndole un suspiro que al paso notó el adulto, ambos sonrieron agradablemente, era instintivo, el pequeño le tenía confianza y mucho cariño por los buenos tratos recibidos del adulto, pacientemente se bebió el líquido contenido en el vaso, le felicitó por la elaboración de la bebida, eso gustaba mucho escuchar a un niño que era criado con la severidad tradicional oligárquica de entonces pues esa severidad en vez de acercar cariñosamente al niño con sus padres más bien lo alejaban y daba por tanto de parte del pequeño buscar cariño en las personas allegadas a su familia como era el caso con el adulto que ahora tenía enfrente, ambos caminaron en dirección a la biblioteca, en la pared estaban las evidencias de caza y pesca del padre del niño, aquella pintura al óleo muy grande de área donde el pequeño y su hermano mayor posaban junto a sus padres, oligarcas insignes del lugar, criollos descendientes de nobleza ibérica peninsular, rancia familia referente de latifundios comarcales, referentes de poder, un gran poder del que ahora habilidosamente se nutría el visitante sin que los padres del niño se dieran cuenta, su relación de amistad con los padres del niño era férrea de mutua confianza, fueron muchos años de amistad, tras la desgracia que había sufrido el visitante respecto de sus bienes habían sido los padres del pequeño un puntal importante para salir de la debacle por la que estaba pasando no solamente financiera sino también de aspecto social, el visitante tenía mucho apego a los familiares del niño, había escalado ambas posiciones, ahora tomándolo de la mano caminaron por los alrededores de la propiedad, allí el niño le supo decir que sus padres vendrían al ocaso, el visitante sonrió al escuchar eso, mientras caminaban la mano del adulto se posaba sobre los hombros del pequeño y bajaban por la espina dorsal manoseándola hasta llegar a la cadera, luego subía acariciándole el pelo y las mejillas, hizo un alto pues el niño tomó la bicicleta y recorrió pedaleando el lugar mientras que el adulto visitante se sentaba sobre un banco improvisado rústico ubicado debajo de un frondoso árbol que daba amplia sombra, el niño habilidosamente pedaleaba sin sujetarse del timón a manos libres, lo hacía para demostrar su habilidad al visitante, el niño quería que aquel hombre se sintiese orgulloso de aquella pericia,, luego posaba sus piernas sobre el timón de la bicicleta en movimiento, eso lo hacía para halagar al visitante mostrándole sus dotes de destreza en el manejo del aparato, de pronto arrimó la bicicleta en árbol cercano al que se encontraba el visitante, rápidamente se arrimó al tronco del árbol para algo inclinar su cuerpo mientras deslizaba la cremallera de su pantalón corto con su camisa sobresalida y así sacarse el pene para micciar de inmediato, ese hilillo de líquido fue visto por el adulto sonriéndose a distancia y su sonrisa fue captada por el niño que ruborizado miraba el rostro del adulto y a la vez la orina que salía de su lampiño pene, el niño estaba seguro de ser visto por los ojos de aquel adulto, su culito estaba a medias descubierto, socarronamente introdujo el pene dentro del calzoncillo subiéndose la cremallera arreglándose la camisa y el pantaloncito corto y así volviendo a montar la bicicleta, la mirada del adulto se centraba en el trasero del niño cuyos voluptuosos glúteos se posaban sobre la montura, sonreía, percibiendo ese movimiento, el viento aumentaba haciendo mover el pelo del pequeño, vio las manos del adulto que se manoseaban la entrepierna, luego de un rato el niño dejó la bicicleta y ya estuvo a su lado el visitante, juntos entraron a la gran casona, fueron a la cocina a beber el líquido preparado por las manitos de dedos alargados bien tratadas sus uñas y piel, gustaba el adulto viendo sonreír al pequeño elogiándolo con dulces palabras, así fue acercándose detrás del niño, no sin antes haber visto por la ventana al jardinero Zoilo que seguía durmiendo profundamente, así con seguridad sus brazos rodearon la cintura del niño y sus manos lentamente se deslizaban dentro del pantaloncito corto, el mentón del adulto se apoyó en el hombro del niño y la respiración se impregnaba en la piel infantil, los oídos del niño escuchaban palabras dulces motivadoras emitidas desde los labios del adulto, las manos rozaban al instante el penecito y traserito vestidos, lentamente la cremallera fue deslizada, el niño a petición del adulto no se movía viendo su pantaloncito corto y su calzoncillo cayendo a los tobillos, el niño sintió el roce de algo detrás en su traserito, se imaginaba lo que era, sus oídos escuchaban el jadeo y cuasi gemido salido de boca del adulto, así parado el traserito del niño sentía el roce de pene, giró viendo el pene peludo del adulto muy erecto con un líquido transparente en la punta del glande por el conducto donde salía la orina, las venas pronunciadas en la piel delataba el deseo carnal del visitante, el penecito ahora era rozado por el pene del adulto, el pequeño tímidamente no salía de la sorpresa, tenía sentimientos encontrados, pero dentro de sí había algo oculto reservado que se dejaba exponer ante el adulto mediante esos roces de pene y manoseos, algo oculto que ahora infantilmente florecía, algo oculto que ahora se despertaba, algo oculto que se transformaría en algo irremediable, ese momento, esa acción perturbadora para el pequeño se iba desarrollando bajo el dominio de un adulto que deseaba satisfacción, le dijo que no tuviese miedo, que era un simple “juego” en el que nadie perdía, que lo acompañe, que lo iba a disfrutar, el niño asociaba esa acción sexual con el adulto y recordaba que antes con su hermano ya lo había experimentado inocentemente viendo aparearse a los animales de la granja en distintas maneras, y ellos dentro del granero quisieron imitar a lo que los animales hacían, es decir, se desvistieron quedando sus penecitos al descubierto tomándose de la cintura así parados se frotaban los penes deslizando sus manos sobre los glúteos aferrándose a un mejor movimiento, tal es el caso que luego el hermano mayor recostaba sobre la paja al pequeño hermano y así imitando como lo hacían sus padres aquella vez que los vieron desnudos en la cama, ellos también rozaban sus penes alzan y bajando la cadera, sólo que para desgracia de ambos hermanos, fueron sorprendidos precisamente por el actual visitante que se encontraba ahora con el niño al que ahora le ayudaba a subirse el calzoncillo y el pantaloncito corto, fueron a un lugar alejado de la gran casona, entraron en aquel cuarto muy alejado respecto desde donde estaba Zoilo profundamente dormido, el adulto estaba ansioso y el niño lo verificaba a través de la respiración acelerada, de vista observó el pene amoldado, el adulto delante del niño se deslizó el pantalón y mostrando su pene erecto le pidió que se acerque pues iban a “jugar” al “helado” dándole a entender que el “helado” era el glande y tenía que chuparlo y lamerlo, tímidamente con ayuda de su iniciador el niño tomó en sus manos ese pene grueso y lentamente fue acercando a sus labios que eran rozados por ese trozo de carne, luego abrió la boca lo más que pudo a órdenes de su iniciador, tanto así que de a poco lo fue introduciendo probando ese “nuevo sabor” sus labios ensalivados impregnaban la saliva en el tronco del pene, para así entrar y salir al principio con algo de dificultad que al final ya se superaba, sobre unas tablas tendidas se recostó el niño viéndose el deslizamiento de sus ropa por las piernas quedando su medio cuerpo descubierto incluyendo su pene al que el visitante lo lamió y lo chupó con gusto, quedaba así con postura de piernas abiertas cuyos tobillos se colocaban sobre los hombros del adulto, el pene ensalivado totalmente se deslizaba en la entrada de ese ano rozagante, de esa forma empezó a introducirlo debajo de los testículos en ese hoyito delicioso inconmensurable de placer, el niño fruncía el rostro, el visitante pidió tranquilidad para hacer bien el “jueguito” el niño inocentemente se dejaba aunque sabía en sus adentros que eso que estaban haciendo no era correcto, la soledad del lugar daba confianza al adulto para continuar, por eso le dijo al niño que recordase lo que hizo con su hermano, el pequeño al escuchar eso tuvo temor, más cuando escuchó de labios del adulto que sus padres serían informados, ese chantaje hizo que el niño bajase la guardia y se dejase hacer ese movimiento de pene que ahora el glande se entraba en la separación de glúteos, el niño bufaba el glande rozaba tratando de entrar por ese ano infantil, despacio, despacio, le decía el adulto al niño, que aguante porque… ya casi, ya casi, mi niño lindo, mi precioso bebé, mi hermoso, ya casi, ya casi el “jueguito” termina, ya, ya, ya, mi valiente, así, así, así, así, aguanta, mi héroe, mi valiente, ya casi, ya casi, mientras esas palabras percibidas en el oído del niño retumbaban en su mente el glande del adulto entraba abriendo carne introduciéndose en las entrañas infantiles, causando estragos en su esfínter, el adulto vio la expresión facial infantil de inducir al llanto ante el fuerte dolor que sentía, su piel rosácea de aguante parecía al límite de soportar tremenda embestida, sus pies ya no estaban apoyados sobre los hombros del hombre adulto sino que quedaban sobre la cadera y a veces al aire pues el hombre adulto se encorvaba para poder penetrar de mejor manera, así bien sujeto de la cintura el niño experimentaba ser sodomizado por aquel visitante en su ano infantil, con los labios mordidos lleno de seguridad viendo la cara del niño a punto de llorar el adulto sintió que su glande estaba cerca del esfínter y de un leve empujón seguido de uno más fuerte su cadera se movió haciendo que el pene ingrese sobre el esfínter provocando un grito pánico en el pequeño… había sido sodomizado a plenitud, aquel pequeño inocente había sido desvirgado, el grito desgarrador del pequeño no fue escuchado por el contraste ronquido del anciano Zoilo, así quietecito quedó el adulto al mismo tiempo que dejaba al niño lleno de sollozos y lamentos, le decía que le dolía mucho el potito, el niño bufaba lloriqueando aquello que experimentaba por vez primera el haber sentido ese glande romperle el culito de niño precioso, sollozaba descontroladamente, constipaba aceleradamente, aún en parte el pene estaba dentro del ano desvirgado, estaba fija esa parte del tronco del pene dentro del ano que latía, el niño instintivamente quería liberarse del cuerpo de quien lo había sodomizado per éste lo evitaba debido a su gran corpulencia, la cara del hombre se apoyaba en el pelo del niño quien recibía a más la respiración y un poco de saliva contenida, bajó la cara y con los labios a la altura del oído infantil le dijo que era un niño precioso, que no lo olvide, que esto era “jugar” de veras, que esto era “amor” del bueno, que se había portado bien, que pronto tendría un gran obsequio, que aguante, que aguante, que aguante y mientras decía eso las caderas del visitante se movían más aceleradamente haciendo que el pene ingrese en su totalidad por ese culito desvirgado a lo que el nene respondía con gemidos, y en cada entrada el niño bufaba llorando desconsoladamente al principio que ya no más y luego quedando sin habla, sentir para el pequeño aquellas embestidas eran horrorosas de una aceleración tremenda en el movimiento de entrada y salida de ese pene en el ano ya tan dilatado y desvirgado del niño dueño de casa, se podía ver el pene con sangre que seguía embistiendo, en la mente irracional del momento del visitante estaba el desvirgar al niño a plenitud, la consigna del visitante era vengarse de los desplantes de los padres del pequeño, ahora el niño conocía en realidad de quien se trataba ese adulto que ahora lo sodomizaba, y así luego de sentir tantas embestidas dentro de las entrañas se depositó el semen del adulto que se podía observar en el tronco del pene junto con la sangre del niño que miraba agitarse, así quedó estático el niño sin moverse tras la sacada del pene por el culito rosáceo, aquel hombre saciada su ansiedad lentamente se apartó del niño viéndolo postrado en esas tablas de cama improvisada, de su ano salía sangre y semen, se limitaba a llorar desconsoladamente, astutamente en plano sicológico el hombre se acercó al niño y recogió las lágrimas con los dedos, inusitadamente chupó esos dedos húmedos y emitió una amplia sonrisa, se acercó a besarle la frente y las mejillas y las otras lágrimas salidas fueron recogidas con la lengua del visitante, de su glande tomó ese líquido mezclado de sangre y semen y con la yema de los dedos lo pasó por el prepucio que recubría ese glande infantil, de súbito escuchó el niño decir del adulto que no olvidase esa forma de juego pero asimismo que no contase nada de lo acontecido aquí, ante ello simplemente el niño se limitaba a llorar mirando la cara de su iniciador, su concentración mental ahora estaba en el dolor producido por el pene en su ano infantil, vio una mano que tomaba el calzoncillo del niño y lo pasaba por el penecito y el traserito para limpiarlo, como pudo lo hizo, aún ese hilillo de sangre hacía presencia en el ano saliendo a temor del niño, que le decía al adulto que le dolía, como pudo camino a su cuarto siendo llevado por el adulto, pasaron cerca donde estaba dormido Zoilo, le limpió de mejor forma el traserito y le recostó en la cama, le acarició la frente y mejillas preguntándole si aún le dolía, respondió que sí, le dijo que pronto pasaría, su amplia sonrisa que estaba al principio se transformó en un rictus de severidad diciéndole al pequeño que por su seguridad y el de su familia no dijese lo ocurrido hace poco, sacó un revólver de calibre corto y lo puso en la frente del niño, éste se asustó y percibió la firmeza de palabras adultas quedando trémulo sintiendo el frío cañón en su frente, articuló palabras que contenían afirmación y promesa de no comentar lo ocurrido y el hombre respondió que si lo hacía sus padres morirían igual que su hermano no sin antes decirle a sus padres lo que el niño y su hermano habían hecho como “jueguito” en aquel granero, le recalcó que no dijese nada pues a él sus padres no le creerían sino a él por ser adulto, el niño temerosamente quedó acostado en su habitación, quedó tiritando de miedo, el visitante salió yendo a aquel lugar ahora ya significativo para la vida del pequeño, vio el calzoncillo lleno de semen y sangre, lo recogió envolviéndolo con papel y pasó junto al humilde Zoilo que seguía durmiendo plácidamente, sonrió sarcásticamente lanzando un escupitajo cercano a los pies con sandalias del humilde hombre, salió caminando aceleradamente de aquella propiedad, suspiró, y ya estando cerca de su auto lo guardó como si fuese un trofeo, encendió el vehículo y salió despacio con una mano en el volante y la otra manoseándose la entrepierna, tuvo un lapso de temor por ser descubierto pero confió que con la firmeza con la que le habló al niño no cabría esa posibilidad, el brillo del metal del auto cobró resalte ante los rayos de sol imperante, perdiéndose luego por aquella alameda citadina, mientras tanto el niño pensativo lloraba lo acontecido postrado en la cama, horas después llegaron sus padres, para lamento de él fue descubierta una mancha de sangre en la ropa interior por parte de la mujer de limpieza llevando la evidencia a la madre del pequeño quien alarmada dio conocimiento al esposo, se hicieron las averiguaciones, tardaron días en saberlo ante la negativa del niño por confesarlo, el asunto quedó en secreto, el niño mantuvo sus postura de que en la bicicleta sufrió la lesión, las investigaciones de los adultos apuntaban a Zoilo quien evidentemente había quedado únicamente con el niño, así, el pobre anciano fue apartado del lugar, mucho se comentó por parte de la servidumbre e íntimos en voz baja a espaldas de los padres del niño, no se supo más de Zoilo, para ese momento la vida del niño ya no sería igual y en cada noche por un buen tiempo sentía sobresaltos y eso se daba cuando aquel adulto visitaba el hogar del niño, sudaba frío, tenía pavor ante su presencia y contenía su recelo al ser saludado o al estar unos instantes a solas o cuando recibía un abrazo de él, esa mirada y sonrisa desencajada daba para tratar de huir y así lo hacía en la mayoría de los casos, los padres conocedores del problema de su hijo menor decidieron internarlo en un centro educativo de curas, allí conoció la vocación de servicio clerical, ascendió de categoría pero nunca olvidó aquel día de celebridad patria en que fue sodomizado por ese hombre importante de la familia, hasta que a los pocos años de sacerdocio le vino un desliz con el tocamiento de un niño de igual edad a la que tuvo siendo él un niño, desde ese instante tuvo encuentros con niños menores escogiéndolos mayormente de acuerdo a su sensibilidad, inocencia y timidez, esto último era importante, aun así en sus sueños aparecía aquella acción recurrente en aquel lugar de la propiedad de sus padres, ejercitaba mucho aquella postura sexual con la que fue desvirgado y la que utilizaba él con los niños a su control, también en sus sueños aparecía aquel rostro adulto con carcajadas, como ahora, precisamente ahora, que el superior del internado de varones abría los ojos, sobresaltado, sudoroso de haber recordado a ojos cerrados acerca de su infancia, de cómo aquel adulto lo violó estando en su casona, en aquel apartado lugar donde Zoilo el inocente anciano dormía y nunca escuchó los gritos desgarradores de sentirse violado, suspiró yendo a la habitación contigua con un vaso de agua, temblaba de solo haberlo pensado teniendo sentimientos encontrados de ira y de necesidad, lo conocía, vivía en la misma capital, aún era un hombre prestante muy relacionado con el poder gubernamental del país de la canela, no así para él y su familia que lamentablemente descendió socialmente por múltiples desgracias que se desarrollaron luego de ser violado; a unos kilómetros de allí un hombre sacaba un cofre de madera dorado de una gaveta, de su interior sacó unas fotos contenidas en una funda que se encontraba encima de un par de calzoncillos ensangrentados, eran fotos relacionadas con esas prendas íntimas varoniles infantiles seguramente usadas por aquellos niños de rostros muy hermosos, tomó una prenda juntándola con la foto depositada sobre el escritorio de madera pulida, suspiró a la vez que sonreía, había nostalgia en su gesto, se puso a olerlas, sabían a pasado, su pasado que cada vez se le hacía recurrente tras pasar los años, el hombre escuchó voces infantiles y de inmediato colocó el cofre en su lugar bajo llave en doble cerradura, el pequeño Daniel Nicolás llegó a abrazar a su abuelo iba junto a su prima Victoria quien también abrazó a su abuelo Fulgencio Arichabala, luego de un rato de mimos y consideraciones los niños salieron de esa amplia biblioteca dejando al hombre maduro en la habitación, fue a poner seguro a la puerta, nuevamente sacó el cofre, sintiéndose seguro de su soledad puso el calzoncillo sobre el escritorio junto a la foto de ese niño precioso, se bajó la cremallera saliéndole el pene poco erecto, pasó el calzoncillo rozando la piel del pene, luego pasó la foto del niño por el arrugado glande y luego la llevó a su boca dándole cortos besos cuidando de no ensalivar la fotografía, la vio por un largo periodo de tiempo sonriendo y pasando la yema del dedo índice de su mano izquierda pues con la otra bebía brandy, el rostro sonriente de la foto del precioso niño le hizo suspirar nostalgia plena pues esa foto data de muchos años atrás, vio las demás fotos algunas enmohecidas por el tiempo y una muy reciente tipo tamaño carnet, era de ese precioso niño de la noche de su cumpleaños, ese precioso niño que actualmente recibía caricias, aquel niño hijo de los vecinos junto a su hogar, le vio y le dio un beso en señal de ternura, luego volvió a ver dos fotos juntas, para él, las mejores, los dos niños más preciosos, más hermosos: Patricio y… Vinicio.
FIN DEL CENTÉSIMO NONAGÉSIMO PRIMER EPISODIO
Cualquier verdadero amante de la lectura erótica, sabrá apreciar esta buena historia.