METAMORFOSIS 193
Evocación.
La suave arena blanca fina se mezclaba con la cristalina agua del mar sobre los piecitos del niño abrazado a los brazos de sus madre siendo protegido de esa forma, vestía un calzoncillo ajustado a vista de los transeúntes que apreciaban los movimientos de manos y pies en el agua por parte del niño cuyo pelo lacio se movía a través de la acción de la fuerte brisa marina, la pequeña Mielecilla estaba con ellos atenta a las necesidades de los movimientos del niño, Justin y su hijo Daniel Nicolás, un claxon sonó alertándoles de salir del mar para empacar unas cosas pues el viaje era largo hacia la capital, el niño marcado por su madre estaba envuelto en una amplia toalla para adulto, recostado a lo lejos arrimado en una palma estaba aquel hombre viendo los movimientos al aire de los pies del niño, esos pies, muy parecidos a alguien a quien conocía, no había dudas, algún parentesco físico aparecía en el niño que su análisis desesperado daba por consolidado, se levantó apoyándose en la arena pues consideró que ya no era necesario seguir allí, caminaba con mucha meditación analizando lo sucedido en los últimos días, camino pausadamente encontrándose con su compañera sentimental que iba cargada de productos marinos los cuales serían llevados a la capital, solícitamente le ayudó yendo camino a la gran casona junto a la playa, en el interior pudo apreciar el movimiento de la servidumbre, entró a la cocina encontrándose con Mielecilla quien cariñosamente lo abrazó de la cintura, arregló los productos y al tratar de despedirse para continuar a faena fue detenido por su compañera sentimental para que bebiese agua fresca de coco, bebió pausadamente el líquido sentado sobre un taburete junto al mesón, algo vio en el interior que le llamaba la atención, era ella, la dueña de casa, casi se le cae el vaso al súbitamente levantarse ante la presencia de la esbelta mujer, Justin le hizo un gesto de sonrisa al saludarlo correspondiendo de igual forma aquel humilde hombre compañero sentimental de la sirvienta de aquella gran mansión, la mirada fija del hombre no perdía detalle en los movimientos de la mujer que pedía más prisa pues su esposo vendría pronto luego de conversar con pescadores artesanales, en ese instante aparece la figura del pequeño Daniel Nicolás, que se agarra al vestido de su madre, solo tenía puesto su calzoncillo, el hombre barbado vio los piecitos del pequeño y los dedos de las manitos infantiles, eran similares de forma y distribuidos muy de acuerdo a su belleza de niño, su carita se arrimaba en su madre viendo fijamente a ese hombre, por un instante pudo apreciar las piernitas gruesas y esos tobillos que le eran muy familiares, Justin dio cuenta de las miradas del hombre barbado compañero sentimental de la empleada, el niño fue llevado por Mielecilla para ser puesta la ropa restante, aprovechando la presencia de aquel hombre le solicitó que le ayudase a cargar unos bultos, viendo el reloj aceptó con gusto, aún tenía tiempo para reinsertarse a trabajar, pues a fin de cuentas si habría retraso estaba con la dueña de la fábrica, no habría problema por aquello, le supo manifestar Justin al hombre barbado, así que se puso a cargar desde las habitaciones hacia el vehículo, en una de esas pasadas se encontró con el pequeño en el corredor de la planta más alta de la gran casona de playa, el niño iba tomando en sus manos un dulce de coco, el impulso instintivo del hombre hizo que se acuclille delante del niño quien sonriente lo miraba, le pasó el dedo por la comisura de sus labios quitándole los restos del dulce, lo atrajo a su pecho dándole un abrazo cerrando los ojos por un instante, olió ese perfume natural del niño, de inmediato lo marcó y le dio un beso en la mejilla dando vueltas girando por el estrecho corredor apartado de la gente que se encontraba en la entrada de la casona, se escucharon gritos llamando al niño, el hombre barbado estaba contrariado por el poco tiempo de permanencia lo puso al niño en el suelo viéndolo alejarse del lugar, se cruzó con otro obrero que le estaba ayudando a cargar, era un humilde muchacho recién contratado, tenía modismo capitalino, por su estampa no era nativo del lugar, en verdad el muchacho era capitalino, un niño aún pero por razones de necesidad trabajaba ayudando a la familia Arichabala, el trabajo lo consiguió gracias a la buena relación de su familia humilde con don Squeo, el rostro sonriente del hombre barbado se desencajó al escuchar aquel nombre no pudiendo sostener la simulación tanto así que el muchacho dio cuenta de ese cambio de expresión, la charla continuó afectivamente pero ya no con la intensidad como lo habían iniciado, pero eso no menguaba la química que se habría logrado en ese inicio de amistad, instantes después de dejar las cargas en su lugar se vio al niño vestido de marinerito, igual tipo de vestimenta años atrás cuando el pequeño posó en el timón de un barco, dicha foto se apreciaba en la biblioteca de aquella casona a través de amplios ventanales por donde entraba la brisa marina, Justin y Nicolás agradecieron por la ayuda, se acercó al hombre barbado extendiéndole un billete, el hombre aceptó con solemnidad pero al disimulo lo introdujo en su bolsillo arrugándolo y haciendo un puño, el auto partió con sus ocupantes, vio a través del cristal posterior la nuca y cabeza del niño, ese corte de pelo y ese rabillo le era muy familiar, vio a la mujer enternecida con su hijo algo que contrastaba con el padre del pequeño que iba parado alegre en el asiento entre sus padres, el viaje tuvo muchas paradas en un ambiente natural agradable, en cada escala eran motivo de saludos cordiales y de elogios sobre todo la mirada del lente mediático se centraba en los movimientos picarescos del pequeño Daniel Nicolás por tratarse de un niño perteneciente a un abolengo significativo capitalino y a más de ser un niño de belleza singular apta para portadas de revistas, de ello hace poco sus padres habían pedido solicitud para salir en comerciales lo cual fue tomado con mucha satisfacción sobre todo en comerciales de alimentación infantil, a fin de cuentas la familia del niño tiene incidencia con sus acciones en aquellas empresas auspiciantes y una buena relación con el gobierno actual.
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El hombre se movía en su mecedora pausadamente, los ojos estaban entreabiertos pues ya el efecto de la comida de entredía hacía su efecto, eructaba intermitente, sus dedos entrelazados posaban en el abdomen, ya casi a punto de dormir escuchaba el trinar de las aves bajo la visera de su humilde vivienda, en su delante parte de la plantación de su finca pequeña regalo de sus patrones, era sin duda alguna el producto de toda una vida de trabajo, entre ella estaba la carretera de segundo orden y una entrada entre roca y arena, por allí aún la luz eléctrica no existía, el aire puro hacía apacible el momento de siesta, el hombre de edad avanzada no escuchó aquellas pisadas sobre el entablado, pero si sintió el tope de una mano sobre su hombro que de súbito le hizo reaccionar ocasionándole una gran alegría levantándose a abrazarlo cordialmente, era una gran sorpresa que por este mes lo visitase, no era su costumbre, pues lo hacía en el mes de su cumpleaños, septiembre, pues su vida empezó desde aquel 9 de septiembre de 1929, nació en aquella noche tormentosa, producto de un gran amor clandestino entre Carlos Felipe del Olmo y aquella bella mujer, una humilde esposa de campesino pero con desliz en aquel descendiente de hidalgos españoles, tuvo a su segundo hijo, lo quiso tener pese a los temores, lo hizo por amor a un hombre de ensueños, así ofrendando su vida, su hijo, de nombre Carlos Serafín, recuerdos, solamente recuerdos, a paso pausado caminaron hacia aquella cabaña vestigio de su nacimiento, aún estaba la vela de siempre que se prende en aquella fecha de nacimiento consagrada en la noche, es como un ritual de agradecimiento, en especial a las nueve de la noche que según le dijeron empezó el parto hasta el desenlace fatal en manos de la comadrona del lugar, allí mismo nacía en una estancia familiar con todos los cuidados el que ahora es un prominente militar Gustavo Adolfo, la vela apagada con telarañas mostraba el paso de los meses, se limitó a observarla, en aquel lugar se imaginaba acostada a su madre que le paría, en aquel lugar la vela instalada como icono de nacimiento y a la vez de muerte, una vida que consagra a otra a cambio de fenecer, la mano del anciano se apoyaba en el hombro del joven economista y abogado de las cortes, el anciano estaba intrigado por la presencia poco habitual de Serafín por esos meses, en silencio seguían el corto ritual, se escucharon rezos, pese a no conocer físicamente a su madre tenía rasgos de algunas fotos rescatadas, en verdad era hermosa, lamentaba que su hermano hubiese muerto en aquel accidente de tránsito y no poder estar aquí y ahora con él físicamente, su hermano mayor que poco de tiempo de su infancia compartió de su hermandad, la vida para Serafín estaba en viajar y estar con su padre y su familia en la medida de lo posible, pues de a poco por su traba simple se iba independizando, este anciano le significaba mucho en su vida, era su mentor, su protector y sobre todo su consejero de vida, y es por lo último que precisamente había llegado a pedir ayuda, orientación sincera, se sentaron en el entablado, para Serafín no habían protocolos demostrando así humildad y respeto, deseaba saber el sentido de su vida en cuanto a la necesidad de tener hijos, aún estaba soltero y vino a hablarle de la existencia de aquella mujer que significaba algo en su vida, en aquella que estaba naciendo un cariño galopante, pese a que ella tiene un pequeño hijo de otro hombre, vino a confesar sus temores de relación afectiva, vino a tomar aire puro, vino a rencontrarse con su identidad, luego de ser aconsejado positivamente hizo una caminata por el lugar, algo ha cambiado desde la vista de ese alto lugar, a lo lejos, muy lejos se observaba el paso de la maquinaria que desarrollaba el canal de riego y algunas plantaciones de bananas, era la época del boom bananero por aquel mes de junio de 1958, caminó mucho en compañía de su mentor y protector en su infancia, llegaron cerca del puente de principios de siglo, en las orillas del río cristalino se podía ver la acción de las lavanderas de ropa, el agua cristalina matizaba el paisaje, se sentía aliviado de la congoja, con ese campesino tenía confianza amplia, una de las mujeres le sonrió pero la mujer junto a ella le dio manotazo en el brazo para que no se distraiga y atendiese su labor, Serafín salió del lugar ante la actitud mostrada, al llegar a una ensenada vieron a un ave rapaz persiguiendo a una ardilla que se ocultaba con dificultad, de pronto se escucha un estruendo, ambos animales huyen, se escucha un vocablo soez altisonante, aparecen dos hombres con carabina en mano, el hombre fornido exclamaba a su compañero que no había acertado ni a uno ni a otro cayendo luego en una risa contagiosa, los caminantes se saludaron, eran dos extranjeros recién venidos al país y el motivo de su presencia era por negocio, formaban parte de aquellas transnacionales, manifestaban el interés de comprar tierras para hacer negocios, gustaban del clima del país de la canela, con un corto diálogo se despidieron, ya en la vivienda del campesino comentaban de los avances tecnológicos en el lugar, del cambio económico que el país podría tener, y también comentaron sobre la difícil situación económica por boicot que estaba sufriendo el padre de Serafín por parte de Fulgencio Arichabala, este personaje se había convertido en hombre referente de los negocios capitalinos y nacionales en el presente gobierno, fue tanta la conversa para el corto tiempo que ya se acercaba el ocaso, el campesino pidió Serafín que no maneje y que se quedase a dormir pero el economista abogado no aceptó agradeciéndole infinitamente, el campesino se despidió afectuosamente de Serafín, el auto se perdía entre los árboles tupidos de cómplice penumbra nacientes, por las mejillas se deslizaban lágrimas del campesino, consideraba que era su hijo quien se iba, su hijo, aquel niño que ayudó en desgracia, ahora aquel hombre que ayudaba a discernir, su hijo de corazón y su hijo de alma, mordió los labios de desesperanza tanto así como si instintivamente quería decir algo al viento, si, se contuvo pues deseaba hacerlo, más, su secreto continuaba siendo secreto, se lo había jurado a la difunta parturienta en el momento que se debatía en su agonía, aunque el campesino viéndose conscientemente su avanzada edad seguramente en su próxima visita de cumpleaños a Serafín le diría… la verdadera historia del origen familiar de su difunta madre.
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Sentada como de costumbre en el marco de amplia ventana con marco de madera plegable estaba sentada Agripina viendo hacia abajo a los peones trabajando en conexiones de tuberías de riego, es que la estancia del doctor Pérez ahora se constituiría en productora de banano, ella siempre mostraba mucha acción de recelo al sexo opuesto, vestía siempre de pantalón y tomaba como referencia de mando el látigo corto a su cinto así que muy pocas veces se podía ver femeninamente, escasamente se le veía puesta un vestido, la ropa iba con su naturaleza, tenía un garbo especial, como decirle al mundo que detrás de esa férrea personal existía una mujer que buscaba su espacio, y asimismo como que algo le hacía falta, y en realidad ese era punto, le hacía falta el hijo que parió, no supo el sexo del bebé pues le fue arrebatado en el momento de delirio post parto quedándose desmayada, algo escucho siquiera un llanto, luego le dijeron que había muerto, esa noticia de la partera fue un dardo clavado en su corazón, el no saber siquiera el lugar donde enterraron a su retoño, el desconocer el sexo de la criatura, el no tener claro los acontecimientos que la llevaron a parir en ese lugar por mandato de ese hombre para tapar la desvergüenza, el ser despreciada por su amado al enterarse de su embarazo, todo ello fulminó la candidez de su personalidad transformándose ahora en un ser arrogante y sin sentimientos ante su sexo opuesto, el resultado de su actitud era que poseía referente de mandato, sabía controlar las situaciones de los peones, sabía formara a su único hermano, a quien consideraba su única familia por ser referente de su universo, a su padre lo despreciaba pues siendo niña abandonó a su madre, tenía poca referencia de aquel mal hombre que era su padre, pensaba que seguramente estaba muerto, sería lo mejor para todos, ella lamentaba la muerte prematura de su hermano en aquella casa abandonada en la que le cayó parte del tejado y más aún lamentó la muerte de su madre en esas precarias condiciones, cayó semidesnuda en aquel apartado lugar del bosque junto al cuerpo de aquel hombre que trabajaba como capataz, la mujer autoritaria ahora estaba sentada allí esperando a los visitantes, entre ellos estaba muy emotiva pues vendría su hermano Luis Alfonso, su única familia, al poco tiempo se observaba desde la ventana tres lujosos vehículos polvorientos que entraban en el portón principal de la propiedad del doctor Pérez, ordenadamente se estacionaron los autos lujosos, de los dos primeros salieron personajes de la vida pública citadina capitalina que llegaban a invitación del anfitrión en una de esas cotidianas reuniones de negocios aprovechan de la coyuntura política del actual gobierno de facto con respecto al boom bananero y agrícola industrial comercial que acertadamente atravesaba la comunidad del país de la canela, del tercer auto salieron padre e hijo los anfitriones con una amplia sonrisa, Agripina agitó la manos en saludo de bienvenida quien le respondió como de costumbre fue su hermano, mientras que el padrastro se limitó a una simple sonrisa forzada, a entre dientes la mujer lo saludaba al bajar a recibirlos, abrazó a su hermano llevándolo a su cuarto para conversar lo sucedido en la última semana allá en la capital, conversaron por rato que pudo ser más si no fuera por la interrupción de la empleada que solicitaba la presencia de Agripina como siempre de anfitriona ya que encabezaba la servidumbre de la gran casona, con visible mueca salió de la habitación dejando a su hermano que se recostó en la cama, respiraba ese aire fresco de campo testigo de su infancia, escuchaba el ruido de los característicos animales de campo, sus ojos se entre cerraban debido al viaje, pero no quería dormir, se levantó apartándose de la cama arrimándose en el marco de la puerta, bostezó, aún estaba a media tarde, se asomó a la ventana, vio desde allí a lo alto el panorama del lugar, los peones en sus actividades, dos de los amigos de su padre conversando sigilosamente con tono pasivo que a rato se descontrolaba debido a seguramente el calor imperante, Luis Alfonso tomó agua de un recipiente ubicado en la mesita de noche de su hermana, era una costumbre que había heredado de su madres, aquella mujer que no alcanzó a disfrutarla pues murió cuando él era muy pequeño, de su madre sólo tenía referencia por el relato de su hermana, poco sabía de los orígenes de su madre y de acuerdo a lo vivido concluía que de su padre también, respiró profundamente el aire campestre, e instintivamente le vinieron recuerdos de lugares, así de repente de uno en particular, sí, aquel lugar donde experimentó emociones nuevas, y así como estaba vestido inició el su caminata entre el monte cuidándose de no ser visto y en pocos minutos estuvo en aquel lugar, el monte había rodeado aquella casa de campo semi derrumbada por el tiempo y el clima, sus ojos rodearon el lugar en 360 grados, instintivamente se tomó el pene vestido y comenzó a estrujarlo levemente, escuchó un objeto en parte del tejado que en su mayoría seguía en pie, solo un poco de teja había caído en un desenlace fatal desde hace mucho tiempo, estaba entre algún monte crecido la evidencia de esa parte de techo que había caído matando a un niño, ese niño había sido su medio hermano mayor, se escuchó otro golpe de roca sobre el techo, vio en dirección a donde lo tupido del monte, se escuchó luego otro golpe de piedra en el techo, Luis Alfonso se escondió dentro de uno de las divisiones de la vetusta construcción que aún quedaban, entró a aquella en la que había hecho el amor con su cuñado Nicolás Arichabala delante de su inocente sobrinito, vio el alrededor y como flash le vino a la mente aquellas posturas sexuales vividas con su cuñado amante, luego se escuchó otro golpe y otro más seguido, vinieron varios más seguido e intermitentes, Luis Alfonso se arrimó algo asustado a la pared tanto que su fina camisa se impregnó de polvo, vio una silueta que se movía por los alrededores, las hojas secas y ramas finas crujían delatando sus pasos cercanos al escucharlos no parecían de adulto más bien de un niño y al observar por una hendija de la pared efectivamente comprobó que se trataba de un niño, un infante descalzo que vestía un short deshilachado de igual forma la remera, en una de sus manos portaba con una resortera y con la otra tenía una roca pequeña que al ser estirado el hule era lanzado en dirección a un tupido árbol en el cual se movían algunas ardillas cuyas hojas caían sobre el niño que parado seguía lanzando esos proyectiles con bastante emoción, algunas golpeaban el techo, de pronto a él se unió otro niño, mucho más pequeño de estatura, Luis Alfonso sonrió forzadamente con cierta sorpresa pues no los conocía, el pequeño que se acercaba era trigueñito en contraste con la piel morena clara del niño más grande, los niños estaban emocionados viendo perturbadas a las ardillas, el más pequeño insistía en que le permitiese usar la resortera, ante tanto brinco e insistencia le cedió la resortera el niño grande, así que mientras el niño se acercaba a los árboles de los alrededores de las ruinas de la casa abandonada su compañero de aventura se metía las manos dentro del short manoseándose el pene, de vez en cuando saca una de las manos llevándose la mano a la nariz seguramente para oler los restos de orina peculiar en el pene de esa edad, en otra ocasión se metía la manos detrás del culo en el que lo rascaba, así como estaba se acercaba al niño poniéndose detrás de su amiguito, una de las manos fue al trasero y asimismo la llevaba a la nariz para oler ese característico olor a trasero infantil, graciosamente la hacía pasar por la nariz del más pequeño, la reacción en el nene era de sonrisa mientras seguía lanzando rocas con la resortera, ya cansado de tanto lanzamiento improductivo se sentó debajo del árbol cabizbajo viendo la resortera en sus manos, el amiguito se acercó en su delante con las manos metidas en el short y sus pies rozaban con los pies de su amiguito más pequeño que se dejaba hacerlo, el niño sentado vio el movimiento de tela del short por efecto del manoseo, enseguida vio la risa en el rostro de su amiguito, el pícaro niño movía más rápido sus manos dentro del short insinuándole con la sonrisa haciendo que el otro niño se ponga de pie dejando en el suelo la resortera viendo el short estirado estando dentro ese pene erecto, el niño se bajó el short hasta la rodilla y a lo lejos Luis Alfonso pudo ver ese pene con pocos pelos en la pelvis de aquel púber, lo seguía agitando ante la atenta mirada del otro niño que también se deslizó el short a contraste de que ese penecito era lampiño y así ambos personajes infantiles se agitaban los penes con constante manoseo y fueron acercándose haciendo que sus shorts lleguen al piso liberados por los pies, se sostuvieron por las caderas con las manos uniendo las pelvis y frotándose los penes sentían agrado y así lentamente se acostaron sobre el suelo lleno de tierra y hojas secas haciéndose frotes entre los penes, el más pequeño quedaba acostado encima del más grande, para Luis Alfonso estos niños ya sabían de lo que se trataba ese tipo de encuentro, de súbito el más grande indicó con el dedo al más pequeño en dirección al interior de la casa en ruinas abandonada, Luis Alfonso de inmediato salió furtivamente sin ser visto justo en el instante en que los dos niños entraban en carrera al lugar, allí el más pequeño se acostó de cara al suelo mientras que el más grande ponía el pene algo peludo sobre el traserito del niño y procedió a rozarlo entre los glúteos, ese movimiento y todo en sí de la postura excitó a Luis Alfonso que sin ser visto se manoseaba el pene salido por la cremallera de su pantalón citadino de moda, vio el pene erecto moviéndose por el traserito del niño que quietecito estaba acostado recibiendo con agrado esos movimientos y deslices de pene, del glande salió semen que se deslizó por la espalda del niño y en parte del traserito descubierto, de inmediato el niño grande se acostó en el suelo y ahora el pequeño le hacía lo mismo al grande solo que a diferencia de salirle semen se apartó yendo a un rincón a orinar, Luis Alfonso vio esas piernitas rellenitas del niño pequeño bien formaditas para su edad, asimismo ese traserito voluminoso trigueño que brillaba a la luz del día, el niño mayor se unió a micciar viéndole el semen en la espalda, con el dedo de la mano trataba de sacarlo, le abrió la separación de glúteos para así parado pasarle el pene poniendo el mentón sobre el pelo del niño haciendo movimientos al unísono de adelante y atrás, luego lo dejó sentarse pues parecía que deseaba defecar, y así fue, el niño más pequeño acuclillado expulsaba excremento en el suelo con unas gotas aisladas e intermitentes de orina que dejaban huellas húmedas en el suelo, Luis Alfonso vio fijamente esos dos penes, tragó saliva emocionado, luego de vestirse los dos niños salieron en precipitada carrera del lugar, Luis Alfonso quedó inquieto ante lo visto, estará al pendiente de volverlos a ver por esos alrededores.
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La suave brisa de aquella mañana de domingo de junio de 1958 daba en el rostro de aquel viajero ubicado en la parte trasera del auto lujoso que transitaba por las polvorientas calles capitalinas de urbanizaciones nacientes, la brisa alteraba el peinado de Squeo, había bajado el vidrio para sentir el aire oxigenado de la arboleda citadina, a su vista el paisaje iba cambiando, el chófer a su orden era Ramón quien prolijamente mantenía el cuidado de su herramienta de trabajo aquel auto lujoso de época, el ocupante ya sentía llegar, se estacionó junto a una empedrada calle cuya entrada daba a una casa humilde de construcción mixta, sonó un claxon para avisar de su llegada a los habitantes de la humilde vivienda que era aquella niña con su atenta madre arreglándose para salir al encuentro del hombre representativo ahora en su vida, es así que adecuadamente arreglada salió presurosa a su encuentro, se abrazaron a media distancia entre auto y casa pues Squeo había bajado del auto para encontrarse con ella, Ramón hizo una mueca cabizbaja con total discreción que era la marca de confianza brindada hacia él por su patrón Squeo, los dos adultos giraban ante el abrazo, el hombre decidió entrar a la humilde vivienda, comprobó los arreglos en la pared con respecto a la instalación eléctrica y la alta luminosidad ahora imperante en el ambiente de esa forma se podía ver el interior con la niña en pie recibiendo al visitante con amplia sonrisa, Squeo estaba complaciente con la vestimenta de la pequeña que había sido objeto de regalo, igual lo había sido aquella plancha y máquina de coser de última generación para aquella época de mediados de siglo XX, recorrió con su mirada el adelanto de la infraestructura de la cocina nueva y los lavamanos con grifo saliendo abundante agua notándose en el momento en que la niña empezaba a lavar los platos del desayuno, Squeo se acercó paternalmente a acariciarle el pelo en forma cálida y sincera, la niña respondía alegremente, la mirada de Squeo seguía su recorrido viendo a su paso el gran carro plástico de juguete propiedad del pequeño Venancio por quien pregunto al notar su ausencia en el espacio de la vivienda, la mujer respondió señalando a la cortina que daba al cuarto dormitorio indicando que estaba aun profundamente dormido, Squeo ante la indicación dio unos pasos acelerados haciendo a un lado la cortina entrando a la habitación y precisamente estaba allí el pequeño con su pelo lacio cubriendo de puntas las cejas y frente con sus cerrados ojos y sus pestaña curvas, esos labios rosáceos, se acercó al niño contemplándolo con pasividad y emoción, disfrutaba con gusto la figura del niño durmiendo plácidamente que por las sabanas se podía ver descubierto sus pies con esos dedos alargados muy característicos a la visión de Squeo quien se acercó y con sus manos acarició esos pies del niño, los miró con mucha fijación, la mujer rápidamente comprendió la risa complaciente de su amante, puso su mano sobre el hombro de Squeo y lo sobó por unos instantes, luego salieron de la habitación dejándolo al niño en su sueño profundo, la pareja salió de la casa despidiéndose de la niña pues afuera los esperaba Ramón estacionado en el auto, cortésmente abrió la puerta del auto para que la mujer y Squeo ingresen, el auto se perdió por las polvorientas calles de la fría mañana juliana del país de la canela, a través de la ventana la niña los vio alejarse pero no solo era ella sino también desde su ventana Luciano de la Sierva observaba con detenimiento el partir del auto, a los pocos minutos salió de su casa de arriendo para ingresar en la humilde vivienda, llevaba en sus manos un raído pantalón que necesitaba ser ajustado, pidió a la niña que le ayudase en su cometido de mejora en el pantalón, le informó al visitante que carecía de hilo del color del pantalón, Luciano pidió que fuese al centro a comprar no solo el hilo del color referido al pantalón sino también algunas golosinas para ella y el niño, muy alegre la pequeña salió de la casa rumbo a la muy distante tienda de bazar del centro de la ciudad, le tomaría mucho tiempo en retornar luego de la compra, ese tiempo Luciano lo tenía para estar junto a Venancio que entrando a la habitación lo vio profundamente dormido de la misma forma que minutos antes lo había visto Squeo en su visita a la humilde vivienda, había visto que la niña quedaba sola y deseaba estar a solas con el niño, había amanecido con el deseo y la necesidad de tener ese cuerpo hermoso, Luciano acercó su nariz para olerle el pelo y la piel en su cuello con ese olor característico de niño, le fue despojando de la sábana que lo cubría mostrándose así el pijama que llevaba puesto de tela muy fina para un niño de esa condición que Squeo le había regalado entre otras cosas como juguetes y material didáctico con mochila educativa, con otra ropa, la carita de Venancio se apoyaba sobre las manitos sobre el colchón, pasó los dedos sobre el pelo que cubría la frente, deslizó los dedos sobre la nariz concentrándose en un suave movimiento en los labios del niño, luego su nariz fue a oler la parte donde estaba el pene vestido, olió ese penecito vestido con fuerte intención, luego su nariz se posó sobre el pecho después dándole cortos besos, el niño daba señales de despertar ante ese roce, fue a besar el pene vestido en repetidas ocasiones a la vez que Jasmani estaba viéndose para su cuerpo su pene erecto, lo sacó de su pijama bajado a sus muslos, así pasó el glande por los labios del niño que tanto lo hizo en forma seguida, repitió el roce por labios y mejillas lo que hizo en Venancio que despierte con amplia pereza, entrecerraba los ojos, sin perder sentido del lugar en el que Luciano se encontraba con él, al poco tiempo reaccionó algo sorprendido sin moverse viendo los movimientos del glande de Luciano que pasaba por su pene vestido, insinuaba algo con ese movimiento, que ese algo lo entendió tan bien Venancio así deslizándose en forma voluntaria el pijama hasta los muslos igual que Luciano que seguía en pie junto a la cama viendo el pene flácido descubierto, su boca lo chupaba y con su lengua lamia ese penecito infantil, hasta tal punto en el que el niño se lo veía erecto, bostezaba y a la vez suspiraba viendo esos movimientos de lengua que llegaban hacía por entre los testículos haciéndole tanto suspirar como a la vez bostezar, le dijo que no se preocupe pues su hermana había salido de compras al centro de la ciudad, que su demora era mucha, la puerta estaba ahora con seguro por dentro, el niño vio las cortinas cerradas cubriendo el poco boquete de la ventana haciendo el ambiente semi oscuro tomando en consideración la privacidad se sintió con seguridad, tanto así que empezó a quitarle la ropa, primero sentando al niño sobre la cama quitándole la camisa de dormir para luego acostarlo y así deslizándole el pijama quedando el niño completamente desnudo dando roles en la cama ante las cosquillas que Luciano como de costumbre le hacía para entrar en confianza, de a poco Luciano se quedó completamente desnudo en vista del niño, los dos cuerpos desnudos se movían por la cama sin perder las caricias que Luciano hacía en el cuerpo del pequeño Venancio, que ya tenía su piel muy rojiza aunque había vestigios de su pereza tras despertar, le hizo acomodar en la cama acostado de cara al colchón y empezó a sobarle el pene en el trasero, el glande se deslizaba entre la separación de los glúteos haciendo que roce constantemente mientras la cara de Luciano se apoyaba en el pelo de Venancio, sintiéndolo y diciéndole frases dulces, quiso introducir más el glande sin saliva y esto incomodó al niño que pujaba diciendo que por ahí no porque le dolía, le hizo dar vuelta y ahora el pene peludo se confundía en el pene lampiño al roce constante, de inmediato Luciano lamia ese penecito por unos instantes haciendo sonreír al niño, luego Luciano se acuesta de espaldas a la cama y coloca al niño encima de su cuerpo, ahora era el penecito del niño que rozaba su pene, las caderas del pequeño se movían de forma rápida tanto así que hizo un alto, Luciano sorprendido al ver alejarse al niño de la cama, descalzo así desnudo fue a la otra cama y se metió debajo de la cama, se podía apreciar ese voluminoso traserito infantil desnudo, y esos piecitos planos con deditos alargados agitarse sobre el suelo, aquellos pies que tanto gustaban a Luciano verlos ahora descalzos, tanto así que a veces su sólo movimiento lo excitaba, el niño sacó con sus manitas de dedos alargados una bacinilla, la puso delante de la cama donde Luciano estaba acostado, Venancio micciaba y ante ello Luciano se acercó al niño a manosearle los muslos y glúteos, gustaba ver ese penecito erecto sujeto por los dedos alargados de Venancio, pensó que ya pronto estaría de regreso la niña, llevó al pequeño a la cama sentándolo en el extremo a seguir con los lamidos y chupetes de penecito, la lengua pasaba entre los testículos del niño, despacio lo recostaba en la cama acostándose sobre el cuerpito del niño, abrió de piernas, el glande en la entrada del ano empezó a penetrar, el niño pedía que ya no más por ahí pues sentía dolor, era de esperarse eso, un ano virgen de pequeña edad ante un glande pene prominente de adulto, sin embargo Luciano quería más, estaba con deseos, la súplica del niño volvió a imperar y lo que hizo Luciano fue mover su cadera a la vez que su pene rozaba el pene del niño, después se acostaron de perfil sobre la cama el niño delante y Luciano detrás besándole los hombros y el cuello al niño, tomando su pene con la mano rozándole el trasero haciendo que de nuevo el glande se deslice por la separación de los glúteos, una pierna de Luciano se posaba sobre el muslo de una pierna de Venancio al mismo tiempo que con la otra mano le estiraba sutilmente el penecito con manoseos delicados, la respiración del iniciador golpeaba en el cuello de Venancio diciéndole en el oído del niño que él era suyo, se acostó Luciano recibiendo encima de su cuerpo la humanidad del niño que alzaba y bajaba la cadera haciendo que su penecito se deslice por el pene de Luciano, todo ello con abrazos, sujetos de las caderas y costillas, los pies del niño rozaban las piernas de Luciano al moverse de ese modo, Luciano sentía el peso y aroma característico de la piel del niño lo cual más lo excitaba diciéndole que siguiera y que no se detuviera, que no se detuviera, así, así, el niño continuaba con sus movimientos de alzar y bajar cadera, luego puso al niño acostado de cara a la cama apoyada en sus manitos, mientras encima de su cuerpo estaba Luciano deslizando el glande por sobre el trasero del niño teniendo como apoyo sus manos sobre el colchón con los brazos bien estirados, los pies y piernas de Luciano descansando sobre el colchón mientras las piernas de Venancio se alzaban agitando sus piecitos al aire a la vez que los muslos de sus piernas descansaban sobre el colchón logrando así un roce más constante, le besaba el cuello a la vez que no se hacía faltar los lamidos, así de pronto de su glande rosáceo y amoratado salió semen cayendo en el trasero y espalda del pequeño, lo levantó en peso con la intención de que el semen no llegue a caer en las sábanas, los piecitos del niño se posaron en el piso, de espaldas podía verse cómo el semen se deslizaba de la espina dorsal al coxis y el otro poco pasaba por los glúteos humedecidos, vio el penecito aún erecto que se lo estiraba con los dedos en señal de placer, Luciano se arrodilló para chuparlo y lamerlo delicadamente, de una manera prolija lo fue limpiando sacándole el semen con un trapo, lo puso a remojar con jabón para desaparecer los restos de semen en la tela del trapo, rato después se vestían, el niño volvió a la cama a orden de Luciano, estando allí le acariciaba el pelo y las mejillas hasta dejarlo dormido tras la acción que habían hecho hace rato, Luciano esperó por unos minutos a la nena que había ido de compra al centro pero no llegaba, decidió mejor ir a su casa a realizar actividades de aseo, era domingo, día de aseo y también de descanso, así se puso a leer un poco aquella lectura pendiente, de pronto que tocan la puerta, la abre y se encuentra con la amplia sonrisa de Venancio portando en sus manos el pantalón ya arreglado, le hizo entrar y cerrar la puerta, por la ventana vio a la nena montando la bicicleta de su amiguito que había llegado en visita, seguramente se encontraron en la calle y la trajo en la bicicleta, a Venancio le dio un poco de jalea con pan para que se sienta feliz por haber traído la prenda de vestir, el niño muy contento se sentó a comer el regalo y más contento se puso cuando Luciano le dio una gaseosa para que pase la comida, el niño le brindó una amplia sonrisa, los pies del niño se agitaban junto a las sandalias que tenía puesta, el penecito se podía ver a través de la amoldada tela fina del short que lo cubría, ya cuando terminó de comer y de algo beber la gaseosa Luciano le hizo gestos para que lo acompañase al dormitorio, el niño obediente se dejaba llevar de mano de Luciano que lo guiaba tocándole el hombro y la cabeza, el niño llevaba la gaseosa en mano, Luciano la puso sobre la mesita de noche luego vio ese traserito definido por la fina tela del short y esa playera ajustada a su cuerpo, lo encorvó de cara al colchón, le deslizó el short quedando a los tobillos, el cuerpito de Venancio estaba recostado sobre el extremo de la cama, le quitó las sandalias y le hizo quitar el short ajustado mostrándose el delicado culito sedoso que tenía ese precioso niño, pasó un dedo entre la separación de glúteos tratando de hacerlo entrar por el ano, el niño hacía reacciones de querer actuar esquivando, sacó el dedo y lo olió, además, ese dedo luego lo hizo pasar por la nariz del pequeño, le dio muchos besos tratando así de que se sintiera relajado, cuidadosamente abrió la separación de glúteos y ya el glande de Luciano rozaba sobre el trasero del niño, las manos de Venancio hacían puños agarrándose férreamente sobre las sábanas así arrugándolas, vio salir saliva de los labios del pequeño que su piel de inmediato se puso rosácea a efecto de sentir esas deseables embestidas suaves del glande de Luciano por querer penetrar el trasero de Venancio, acercaba sus labios a la oreja del pequeño para decirle lo rico del “jueguito” le recordaba lo bonito que se lo veía y es que como estaba vestido era muy delicioso hacerle el amor, le gustaba esas piernitas rellenitas y ese rico traserito que se movía con esa forma amanerada de andar, tímidamente Venancio bufaba haciendo contracciones faciales, Luciano decía que ya casi, ya casi, y así el niño precioso se resignaba a seguir soportando ese tipo de molestia en su traserito, para relajarlo hizo que respirase un poco al niño, posteriormente las manos acariciaban la espalda sudorosa del pequeño, le dijo que ya no más por ahí pues ahora iba a sentir rico mejor de otra manera, y fue así que le pasó la lengua por los glúteos, eso al niño le gustaba, ya conocía sus zonas erógenas por eso continuó besándole la espalda seguidamente con besos apasionados con un toque de respiración en la piel, luego al girar el cuerpecito del niño de inmediato lamió lo más que pudo de esos testículos y tronco de pene, ya relajado lo sentó en el extremo de la cama, acerco su pene al rostro del niño haciéndole que abra la boca para luego introducir el pene grueso venoso en aquella boca cuyos labios humedecían la piel del pene del iniciador, Luciano gozaba de ese sexo oral que tenía sometido al pequeño Venancio, así de rápido se escucharon voces llamando desde la calle a la pequeño Venancio, de inmediato Luciano vistió a Venancio llevándolo a la sala, le dijo que ya antes le había dado semen pero le preguntó si quería ver más, el niño se puso cabizbajo, antes de abrir la puerta lo agarró por detrás levantándolo diciéndole que se deje hacer lo último, resignado el niño se puso en pie caminando hacia un sillón donde fue encorvando su cuerpito infantil, Luciano le bajó el short, olió el trasero infantil y lo besó repetidamente, luego introdujo el dedo hasta donde se podía por ese traserito posteriormente el glande que rozaba rápidamente el culito, se apartó pronto del niño arrimándose a un rincón donde lanzó un poco de semen, riendo le dijo al niño que ese había sido el segundo plato del día, era poco semen lo que miraba el niño en el suelo, subió el short del niño y dio unos pasos abriendo el seguro de la puerta para salir al encuentro de su hermana y su amigo que montaba bicicleta, a pasos ligeros iba caminando el niño hacia el árbol arrimándose viendo montar a su hermana y su amigo se notaba a Venancio que estiraba su penecito vestido y en otras ocasiones a dos dedos estiraba la tela que cubría su traserito, el niño montaba bicicleta con ayuda tratando de lograr equilibrio, desde su ventana restregándose el pene Luciano disfrutaba de lo que presenciaba a lo lejos, y asimismo a lo lejos de allí se notaba un auto estacionado sobre una lujosa casa campestre que de él se bajaba la mujer acompañante de Squeo, la madre de Venancio iba con forzada sonrisa ingresando de mano en el lugar, a las espaldas de la pareja quedaba el auto que en poquísimos instantes iniciaba su marcha en dirección a la capital, a través del retrovisor se notaba los ojos centellantes y vivarachos de Ramón imaginándose lo que ambas personas harían en solitario en aquella casa, los amantes subieron a la habitación si perder tiempo, ella se sentó en la cama y con sus manos tocaba el suave encaje de la sábana, Squeo miraba los movimientos de la mujer que se ponía en pie acercándose a aquel hombre, los besos eran muy fogosos, él era el de la iniciativa pues lamía el cuello de ella, le decía dulces frases, le recordaba aquella juventud vivida, ella de un temple reaccionó pero en instantes diluyó aquella impetuosidad y se dejó llevar de brazos de su amante, lentamente se acostó en la cama, él sin perder tiempo deslizó las prendas íntimas de su amante, ella quieta dejaba quitarse el resto de ropa, al mismo tiempo los besos recurrentes, encima de ella Squeo se quitaba la ropa, hasta quedar desnudo con su pene rozando la vagina de la mujer, seguían los besos, hizo un alto para decirle a ella lo mismo de otras veces, que la deseaba, que siempre la había tenido en un lugar especial y lamentaba aquel tiempo perdido, pero ahora sería diferente, ahora, sí, ahora, con extrañeza lo escuchaba, no entendía esa frase ni la palabra, sólo se dejaba llevar por los manoseos y caricias, correspondía poco, él lo notaba pero no importaba, confiaba que tras el tiempo vivido con ella todo se mejoraría y así correspondía a plenitud, más de lo ya hecho, pero para él no era suficiente, así que de las caricias pasó a penetrarla por la vagina, el grueso pene entraba y salía haciéndola gemir, Squeo complaciente sentía el penetrar en la vagina, veía el salir del glande y de entrar en la vagina de la mujer, la puso piernas al hombro haciendo más fluida y sentida la penetración, la cama rígida apreciaba el desliz de las sábanas y esos cuerpos desnudos dando giros tomándola a ella de la cintura sin sacarle el pene haciéndole movimientos de cadera adelante y atrás, tanto así era la vehemencia que el pelo largo de la mujer cubría los rostros al besarse, ese pelo era tan lacio y muy suave que a Squeo lo ataría, esos labios adecuados para lo que vendría después, y era que él se sentaba en la cama y ella acuclillada tomaba el pene para hacer el consecuente sexo oral, se notaba el rostro de resignación al hacerlo, pero estaba complaciente, lo hizo tan bien que Squeo casi eyacula en la cara de la mujer, pero se contuvo, le hizo relajar y la acostó en la cama, abrió piernas y vagina introduciéndole el pene, ella mordía los labios ante la embestida, él dijo que era el momento, era el momento, esa frase iba acompañada de jadeos, continuaba diciéndole que era el momento, era el momento, seguía diciéndole, seguía diciéndole hasta que la agarró con fuerza sin soltarla con seguridad de que todo el pene estaba dentro de la vagina de su mujer amante, vino el palpitar con la consecuente eyaculación que ella sintió en sus entrañas, ese líquido seminal quedaba dentro de su vagina, se sentía ese palpitar del glande en las paredes vaginales y esa rigidez de un pene erecto quieto depositando el semen dentro de la vagina, el hombre jadeante sonreía ante el hecho, estaba satisfecho, ella resignada solo gemía, recibía los consecuentes besos y caricias, le dijo que quería algo de ella, que ya era el momento de tener un recuerdo de sus encuentros, algo concreto, lo deseaba salido de ese vientre, le besó mejillas y frente en forma repetida ahora con cierta ternura, ahora Squeo se transformó ante el animal desahogado en la cama con la complaciente mujer, aun así, el pene seguía dentro, latente y haciéndose flácido, lo sacó lentamente, se notaba el semen en el glande, le dijo a ella que lo había guardado para ese momento, había guardado tanto para este encuentro, la besó apasionadamente, se sentó en una silla viéndola en la cama con su cuerpo desnudo quietecita frotando su dedo en la vagina, tomó un cigarrillo de la mesita, fumó pausadamente, a través de la cortina de humo veía a su amante y así viéndola sonreía complaciente, se notaba esas hermosas piernas rellenitas que el hijo menor había heredado, asimismo vio ese trasero voluminoso producto de manoseos, al terminar de disfrutar del cigarrillo Squeo fue al baño donde la esperaba para el consabido duchazo de cuerpos desnudos, ella suspiró cerrando los ojos, sus manos estiradas rozaban la suave sábana en la que había hecho el sexo, para ella esa situación era muy comprometedora, pues no había otra salida, el destino lo había querido así, tuvo un relajamiento en sus pensamientos, remontándose a aquella época escolar en la que sus humildes padres invertían en su educación pues ella prometía mucho como estudiante destacada en la escuela, ahora en preparatoria la situación era más compleja, era muchacha muy correcta en sus apreciaciones de vida, dedicada al hábito de conocer e investigar, su hábito era el correcto para sus padres tanto así que tenía mucha libertad de acción por la confianza que demostraba sobre todo en el cuidado de sus hermanitos menores, pero el destino quiso que fallecieran en aquella peste quedando ella como única sobreviviente, el destino así cambiaría su vida, al cumplir la mayoría de edad conoció a un chico muy consecuente en sus actos, era el compañero ideal, tuvo una relación muy significativa, notaba con otros el carácter fuerte mientras que con ella siempre había sido cortés, sus actividades empezaron a cambiar igual que el tono de acción en la relación, para evitar rechazos entre tantas peleas y reconciliaciones el muchacho ofreció matrimonio a la chica pero ella cansada de los altibajos emocionales se negó rotundamente insinuándole quedar simplemente como amigos, él al sentirse rechazado la amenazó con mucha inquina, no se supo de él por muchísimo tiempo, se rumoraba que estaba en malos pasos, en el contrabando, que había sido apadrinado por gente de dudosa reputación, en ese tiempo transcurrido ella conoció a otro chico de características diferentes al primero, fue tanta la empatía entre ambos que se casaron por lo civil siendo testigos los padres de ambos pues coincidentemente los novios eran hijos únicos, de ahí el apego entre las dos familias, joven honrado y trabajador en las construcciones, humilde y responsable en su hogar, pese a que faltaba dinero pero sobraba estabilidad en el hogar, nació su primer hijo que fue la alegría del hogar, seguido al parto meses después nació su segundo hijo, casi a un año de diferencia, para ella primaba ahora el cuidado de sus hijos, la felicidad era absoluta en su humilde hogar, aspiraba a más y se dedicó a vender comida en la calle, sus sazón desde pequeña era apreciada y de esa forma junto a sus dos hijos pequeños y la ayuda de su madre y de su suegra salían a la venta, mientras su esposo seguía en trabajos informales, a veces fontanero, a veces de albañil y de ayudante en mecánica o cerrajería, le decían el mil usos, tenía una musculatura envidiable, muchas mujeres lo tentaban en sus redes, alguna que otra lo atrapaba pero su mujercita era lo primero, así jocosamente se manifestaba, y ella para asegurarse más de su amor y compromiso le dio una tan ansiada hermosa nena, así muy contentos vivieron por un largo tiempo con sus tres hijos hasta que una tarde el marido llegó con dos hombres desconocidos para ella pues por vez primera trataba con esos personajes de aspecto malvivientes, ella le manifestaba su incomodidad de que tenga amistad con esos tipos, él simplemente quedaba callado o cambiaba la conversa refiriéndose a que todo iría mejor y no se equivocaba pues meses después la situación de vida económica cambió para la pareja, logró adquirir un pequeño pedazo de terreno en las afueras de la capital por ese entonces e hizo una pequeña construcción de vivienda casi al terminar con sus propias manos y la ayuda de amigos y aprovechó de ese tiempo para pasarse a ese lugar dejando el estrecho cuarto donde vivían con sus hijos junto a sus familiares, la vida para ellos iba mejorando de a poco, ella aceptaba esa nueva forma de vivir, sólo le molestaba ese trato con aquellos personajes que en las noches furtivamente le dejaban paquetes o sobres con dinero, vinieron luego las amistades del sector, unas que otras por lo apartado del sitio en donde la luz aún no existía por el orbe, se hacía peligroso pasar por allí a esas horas, los niños iban a la escuela con cautela ya entrada la noche hacían tareas que su madre ayudaba, la nena aún con mamila se paseaba por los alrededores de la casa con su andador, aquel ocaso de invierno su esposo llegó medio entrado de copas bajándose de un auto lujoso, tomó del brazo a su mujer llevándola al auto presentándola a su jefe, pidió se conocieran, para sorpresa de ella se trataba nada menos que de una de las figuras menos previsibles en ese momento, era Squeo, sonriente con amplitud de jocosidad, estiró la mano allí sentado en su auto rozando levemente con delicadeza la mano de la mujer que estaba sin palabras ante la sorpresa, en la mirada de Squeo podía notar la cautela solicitada, daba a entender que el esposo no sabía de la existencia de su jefe en la relación amorosa pasada con aquella mujer, se trataba de aquel muchacho inestable emocional que ella había cortado su relación, era él, ahora cambiado, ahora un prestante hombre, tanto fue así el desconocimiento que de forma muy natural el esposo invitó a su jefe a pasar un momento a su humilde vivienda, en el diálogo sostenido dentro de la casa se confirmaba el desconocimiento del esposo de la relación amorosa que sostuvieron su esposa y su jefe siendo adolescentes, la cordialidad primaba como también ese cruce de miradas, ella vestía humilde, diferente a aquella mujer que Squeo había conocido tiempo atrás, por el contrario Squeo vestía muy de moda elegante pregonándole a ella sus triunfos en los negocios a más de manifestar su matrimonio con una prestante dama de sociedad y la existencia de su hija mayor y de su varoncito, la tertulia duró un poco más hasta despedirse, logró hacerlo con un beso cordial en la mejilla, ella quedó sentida, no sería esta la última vez sino por el contrario serían varias las visitas de aquel hombre a su hogar y todas en compañía de sus esposo en algunas ocasiones quedaba invitado para la cena, trataba muy adecuadamente a los niños y qué decir del esposo, la confianza iba en aumento, pero la verdad no salía a relucir, aquella verdad de su romance no consolidado en matrimonio entre ella y Squeo hace tiempo atrás; fue un viernes en el que su esposo entró muy animado a la casa con un lujoso vestido que lo ubicó en la cama, la deslumbrada esposa preguntó el motivo de la compra y él le supo manifestar que se trataba de una fiesta a la que tenía que asistir en una de las estancias de su jefe Squeo, muy animado le hablaba a su esposa, había asegurado la presencia a la fiesta galante, lo que el esposo no le dijo a su mujer que ese vestido que tenía en sus manos era regalo de Squeo, la esposa algo inquieta miraba con detenimiento el hermoso vestido rosa aterciopelado, a petición de su esposo se lo puso modelando alegremente ante el aplausos de sus hijos, la mujer le dijo a su esposo que estaría lista para la fiesta de mañana, pasó el resto de la noche apreciando el vestido, a la mañana siguiente llegó la suegra a cuidar a los nenes, el esposo salió de costumbre con sus amigos al trabajo prometiendo llegar a cambiarse e irse a la fiesta, ya llegado el ocaso, se presenta el esposo en casa, saluda a su madre e hijos portando un terno de gala, y se cambia de ropa, la esposa pregunta por el fino traje y el esposo sólo se limita a sonreír tímidamente, salen al encuentro que el auto los espera para llevarlos a la fiesta, transitan unos cuantos minutos observan la fiesta iniciándose con el brindis, ambos esposos entran triunfantes a la gran gala, el único anfitrión era Squeo, se rumoraba de la ausencia de su familia por estar de viaje en el exterior y el motivo de la fiesta era para honrar a sus colaboradores por el éxito de los negocios, la música se desarrolló en todo su esplendor, la mujer se rodeó de damas acaudaladas y de prestantes hombres adultos, la fluidez de su diálogo intelectual cautivaba a los presente de eso daba cuenta su esposo que en todo momento estaba junto a ella, hasta que intervino Squeo, su jefe, pidiéndole bailar emocionado, así, varias piezas fueron desarrolladas con un baile emotivo, la tibieza de las manos de Squeo contrastaban con el gélido tacto de ella, las manos firmes en la cintura le daba seguridad aquella que le recordaba de años en su noviazgo frustrado, Squeo le dijo lo bella que estaba y se sentía muy feliz con su presencia, ella respondía con sonrisa tímida, Squeo personalmente ubicó a los esposos en sitio preferencial, al poco rato uno de los amigos se acerca a su esposo diciéndole algo en el oído, los ojos muy abiertos denotaban contrariedad, bebió el líquido de la copa y salió en presurosa caminata diciéndole a su esposa que esperase y que pronto estaría de regreso en su compañía para disfrutar de la fiesta, le tomó el rostro dándole un beso en la mejilla y se fue con su compañero de trabajo, algo inquieta se entrelazaba los dedos, de ese tiempo aprovechó Squeo para seguir bailando varias piezas más diciéndole frases elogiosas, se sentaron a beber brindando apaciblemente, de pronto sintió un desmallo, Squeo le dijo que seguramente la bebida alcohólica estaba haciendo efecto de mareo, seguramente ella no estaba acostumbrada a ese tipo de bebida lo cual le causaba tal malestar, sugirió que no bebiese más y así lo hizo solo que el mareo se hacía cada vez más constante como si martillase su cabeza, estaba muy intranquila, ya no escuchaba música, sus ojos de a poco se hacían entreabiertos, logró sentir apoyarse en dos hombres que le hacían llevar por un pasillo con luz escasa, luego algo notaba al subir las escaleras, luego, penumbras, sus ojos se habían cerrado totalmente, escuchó el cantar de gallos de lidia y abrió lentamente los ojos, el alba con el frío de aquella mañana había estimulado su despertar, vio a su alrededor detalles del cuarto y también los detalles en la cama que estaba acostada, algo inquieta se tocaba la cabeza sufriendo aún del fuerte mareo, logro verse desnuda, difusamente veía en la silla lujosa su traje y en la alfombra del piso estaba su ropa íntima, se pasó las manos por sus costillas deslizando las finas sábanas sintiendo su cuerpo desnudo, sintió vergüenza, de pronto se escucharon el crujir de las cerraduras de una amplia puerta, vio entrando la figura de Squeo que tenía puesto sólo una bata cobertor que cubría su cuerpo desnudo, tenía en su mano derecha una copa de whisky y en la otra un habano que perfumaba de tabaco el ambiente, la mujer desde su cama lo percibía, a través de la tela se podía apreciar lo erecto del miembro viril, ella aún mareada vio que Squeo se acostaba junto a ella negándole la intención de que bebiese de su copa, a fuerza inusitada el hombre se acostó encima de ella, besándole los pezones con pasión, ella en lo mareada que estaba trataba de apartar esas inusitadas caricias, él decía que habían hecho lo más hermoso que pareja alguna había realizado, que habían cumplido con una tarea pendiente desde tiempos en el que los dos eran adolescentes, ella preocupada de su estado no daba crédito a lo que sentía, el pecho velludo del hombre rozaba los pezones de la mujer, vio las caderas masculinas alzando y bajando a un pene erecto que entraba y salía de la vagina y ya con eso ella gemía y sentía el poder viril en ese pene entrando en sus entrañas, él decía al lamerle a sus oídos que era la tercera, la tercera, sí, y que se había portado bien con él, ella agitaba su cabeza y sus ojos volvían a ponerse entreabiertos, de nuevo la oscuridad, la penumbra se apoderaba de sus sentidos, ya no sentía la actividad sexual que sobre su cuerpo hacía estragos Squeo con su pene y sus labios, era por vez tercera completamente suya a su voluntad, las horas pasaron, la mujer despertó, comprobó que no era un sueño que había sido una lamentable realidad, estaba sola en esa habitación, ahora algo más lúcida comprobó la desnudez de su cuerpo, se levantó de la cama, cubierta de la sábana presurosa tomó el vestido y la ropa íntima vistiéndose como pudo, no le importó sentirse con su vagina húmeda, semen cristalino en sus muslos y un fuerte latido incómodo en su trasero al sentarse a poner sus zapatos, se preguntaba por el paradero de su esposo, el por qué no vino a verla, pero su pensamiento le decía ahora que debía salir de allí, no importaba nada más que sus hijos, y por supuesto su amado esposo al cual con extrañeza aún se preguntaba por su inasistencia, se preguntó brevemente qué hacía allí en ese cuarto semi oscuro ahora, luego reaccionó dándole la culpa a la bebida que había ingerido, presurosa bajó las escaleras, con cautela vio un par de hombres con sonrisa sarcástica que le salieron al paso, fue conducida a una amplia sala donde Squeo estaba sentado aún con el cobertor puesto detrás de ese amplio escritorio, una cortina de humo cubría el rostro del prestante hombre, dando pasos atrás los hombres salieron cerrando la puerta, tras un largo diálogo la mujer salió de aquella sala cabizbaja muy con actitud lastimera, fue escoltada por los hombres a un vehículo lujoso que la llevaría a su casa a cambiarse de ropa y luego ese auto la dejaría cerca de un centro de detención policial donde esperaba que liberasen a su esposo tras los incidentes registrados en la fiesta de Squeo, asimismo algo mareado el hombre permanecía en la cárcel, la causa, había peleado con unos intrusos en la fiesta del patrón, sorprendentemente la policía merodeaba el lugar y junto con otros compañeros fueron llevados presos, así sin poder comunicarse con sus esposa, a días siguientes tuvo noticias de ella, al visitarle la expresión en su rostro no era nada agradable pues se conoció que estaría un buen tiempo bajo rejas pues había sido grave el delito, ella se resignaba a no poder estar juntos, así privado de libertad su esposo decayó en su salud, se acongojaba de no poder abrazar a sus tiernos hijos, por ese tiempo Squeo frecuentaba la casa humilde de la mujer llevándole dinero pero a cambio insinuante de cariño lo que ella rechazaba pues se consideraba digna ante su esposo encarcelado, aun así sobre la mesa Squeo personalmente dejaba el dinero y trataba de ganarse el cariño de los pequeños con golosinas o juguetes que les obsequiaba en cada visita, la mujer frecuentaba la cárcel en visita a su marido, se dedicó a vender comida de forma ambulante con ayuda de sus tiernos hijos que la acompañaban, ya casi a los tres meses de estar preso su esposo sintió ella náuseas y vómitos, su partera que había atendido sus partos anteriores confirmo en su visita que ella esperaba un hijo, el semblante de duda llegó a su expresión así acongojada pero con firmeza fue a la cárcel a visitar a su esposo a decirle la gran noticia, le dijo a su esposo que esperaba un hijo suyo fruto de su amor, el esposo estaba muy feliz con la noticia del advenimiento de su cuarto hijo, sí, se pronosticaba varón, al pasar de los meses el vientre aumentaba, así las visitas de Squeo se hacían cada vez menos frecuentes al saber de ella que estaba preñada de su esposo, la irritabilidad en la persona de Squeo se incrementaba con tendencia a los celos furiosos, el no poder disfrutar de esa hembra lo angustiaba, la deseaba, no podía olvidar lo ocurrido aquella noche, anhelaba tenerla cuanto antes, su prepotencia así le demandaba, por un tiempo desechó la idea de visitar pero mensualmente sus empleados llevaban dinero a la mujer a su nombre argumentando que lo hacía en solidaridad por el esposo preso, nada más cierto que era como tributo al gusto por ella y a través del dinero recordaba su presencia, faltaban un par de meses para dar a luz y en la puerta de su humilde hogar siente la presencia de su esposo ya libre, las semanas seguidas fueron de gran felicidad, en el alumbramiento mucha gente estuvo presente, en un espacio estuvo Squeo que en visita fugaz llevó un ajuar infantil y dinero, se acercó a conocer al nene que estaba acostado en brazos de su madre, el rictus de la parturiente era visible al ver al jefe de su esposo, la sonrisa de Squeo era de complacencia al felicitar a la madre del hermoso pequeño, la mujer respondió con sonrisa forzada y expresión facial humilde, Squeo dio un beso en la frente al neonato sabiendo que sus nombres serían Venancio Alberto y se retiró del lugar acompañado del feliz padre que agradecía el haber logrado que saliera en libertad y ahora estar presente en el nacimiento de su hijo, las miradas entre Squeo y la madre del nene era templadas, como diciéndose algo que solamente ellos lo entendían en aquella despedida, los meses transcurrieron y la normalidad en parte llegaba a ese hogar, el niño crecía rebosante de salud, salían a pasear con agrado, muy felices los cuatro, hasta que de súbito una noche dos hombres tratando de guardar compostura y cordura informaron a la mujer el fallecimiento de su esposo en condiciones lamentablemente trágicas, el cuerpo quemado era velado en la humilde vivienda, Squeo estuvo allí para consolarla por un corto lapso de tiempo, tuvo resignación para salir adelante con sus tiernos hijos, retomó su actividad ambulante, Squeo tenía más apertura en las visitas, en sus visitas trataba de convencerla de que fuese su compañera sentimental pero ella se negaba pues primaba el cuidado de sus hijos y ella no estaba en condiciones de tener romance por ahora, debía cuidar a su hijo más pequeño recuerdo de su esposo fallecido, los dos hijos mayores empezaban a traer dinero a casa ayudando de esa manera su joven madre que deambulaba por las calles, el pequeño Venancio Alberto era el centro de atención de su madre y hermanos, siempre iba con ellos pese a su tierna edad, para la madre aquel niño era especial porque tenía unos rasgos muy parecidos a ella en su belleza y en aquel pelo sedoso diferente a sus hermanos, al bañarlo la madre se fijaba en aquellos rasgos sobre todo en los piecitos y en la forma de reír, eso a ella la hacía meditar mucho, esos rasgos motivaban a darle un cariño muy especial, era el más querido de sus hijos, por ser el más pequeño, resaltaba entre sus hermanos inclusive por la dulzura de su carácter infantil, se referían a él como de sangre dulce y con algo de timidez, lo mismo manifestaban los visitantes y familiares en su casa humilde, Venancio Alberto se convirtió en el centro de atención por su sanguinidad, la parca visitaría nuevamente el humilde hogar y fue tan devastador que la mujer sufrió grandemente al enterarse de la trágica muerte de sus dos hijos varones mayores, su vida estaba definida con mucha tragedia, en ese tiempo tres de los seres más queridos ya no estaban con ella, los varones mayores de su casa, sólo le quedaban su dos hijos más pequeños, la soledad primaba en el ambiente de hogar, tenían muchas necesidades, Squeo de a poco iba reduciendo el dinero pese a su insistencia en visitarla y en las insinuaciones amorosas que le manifestaba en cada encuentro, le atraía la idea de hacerla suya cuanto antes, ella resistía, pero sus fuerzas ya flaqueaban al ver la necesidad incrementada de subsistir ante una economía de un país muy deficiente que afectaba a los más pobres, Squeo insistía constantemente hasta que una tarde la encontró sollozando, el niño padecía de un contagio propio de su edad, rogaba ayuda, Squeo dispuso de inmediato la atención en el mejor hospital de la ciudad, salvaron al niño, ella quedó muy agradecida por el gesto, pero como buen hombre de negocios pidió a cambio de su ayuda un poco de consideración amorosa, que le permitiera ser parte de su vida, ella de a poco comprendería la necesidad de apoyo, sus suegros y padres dejaron a su libre albedrío, a fin de cuentas era una mujer sola y joven con un pretendiente que desde su adolescencia la cortejaba y ahora él se encontraba divorciado, tiempo después aceptaba el romance, la cordialidad de Squeo se combinaba con su complacencia pues había conseguido lo que en mucho tiempo anhelaba, a fin de cuentas esa mujer le ataría desde siempre, un suspiro hizo diluir los pensamientos, sus hechos pasados en su mente femenina, ahora volvía a la realidad, viendo a Squeo salir del baño limpiándose el pene, ella estaba cumpliendo su promesa, Squeo estaba acostándose a su lado, el cuerpo desnudo de Squeo tenía muchas cicatrices como huellas de testimonio de su vida violenta, Squeo se convertiría en su amante, y quizá algún día su compañero verdadero, ella recelaba de la arrogancia masculina, unieron las frentes para luego besarse apasionadamente viéndose pene y vagina humedecidos de semen y flujo vaginal, Squeo deseaba más, le insinuaba con su sonrisa y mirada incidente, el cuerpo de Squeo sobre el cuerpo de ella haciendo uno solo en la cama moviéndose armónicamente sacándole a ella gemidos intermitentes, ella abría la boca y a la vez la cerraba mordiéndose los labios al sentirse penetrada por ese erecto pene, ya un poco de semen estaba dentro de sus entrañas pero era tanto el deseo de Squeo por seguir que el erecto pene entraba y salía delicadamente sintiéndola más como de su pertenencia, mientras la penetraba, la besaba con ansiada pasión, las sabanas se deslizaban por los pies y las piernas de los amantes cayendo al suelo las finas telas, esos cuerpos sudorosos de tanto sexo quedaban acostados así abrazados, ella miraba a su alrededor, esa casa, esa habitación y precisamente esa cama donde hace ocho años atrás sucedió ese acontecimiento, la alcoba húmeda le recordaba aquella acción, esa fue una faceta que cambió su vida, dejó a Squeo acostado en la cama y fue asomarse al balcón a respirar aire fresco de campo, Squeo puso su mentón en el hombro femenino y sus brazos masculinos rodeaban la cintura de ella estando por detrás, besó el cuello de la mujer en forma repetida, le confesó de su alegría y enhorabuena, los rayos de sol impregnaban sus rostros, ambos suspiros saliendo de sus entrañas, Squeo pidió que le tenga confianza, que se sienta segura de su amor, de su protección y sobre todo de su conciencia de ser, esas sentidas palabras de Squeo tan sinceras e impactantes hizo que espontáneamente ella exprese que la siguiente semana su último hijo el pequeño Venancio Alberto cumplirá siete años de vida, Squeo mentalmente en forma discreta hizo cuentas en su prodigiosa memoria, junio de 1951, nueve meses para atrás, septiembre de 1950, inmediatamente su rostro masculino resaltó en admiración y exclamación visible, sí, en aquel mes Squeo hizo la fiesta precisamente en este lugar, la miró con ansias y extrañeza a los ojos muestra de su sorpresa motivo de su cálculo, así, buscando ser satisfecha su ansiedad curiosa por saber lo que en ese momento sentía articulaba las palabras, a su mente fotográfica llegaban las imágenes de pies y orejas, sí, de aquellos pies y orejas, pensaba una y otra vez, para ella escuchar esa palabras hacían que su con su rostro esté cabizbajo y así manifestaba que ya nada podría evitar continuar con ese secreto, así, ante el acierto de esas palabras pies y orejas emitidas por Squeo ella se armó de valor y con su expresión facial femenina y su mirada sincera fija en los ojos de Squeo movía lentamente la cabeza de forma afirmativa, de eso hecho por la mujer, confirmaban la exaltación de Squeo y de sus palabras emitidas, simplemente se dejó llevar sin articular palabra, la abrazó con ternura colmándola de besos, le dijo que aquello lo hacía feliz y ahora más sus destinos seguirían ligados por siempre pues aquella significativa noche ligaron sus almas, su rostro apoyado en el hombro de Squeo emitió lágrimas en la que sólo ella conocía la razón verdadera de su motivo por llorar.
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Lentamente la sábana se iba deslizando desde la cadera hasta llegar a los pies descalzos, se escuchaba bostezos prolongados, los ojos estaban entreabiertos, instintivamente los dedos recorrían el coxis metiéndose por el pijama hasta llegar a la altura de la entrada del culito, deslizaba con suavidad el dedo medio de su mano, lo metía con la puntita del dedo dentro del ano, gemía, lo metía otro poquito y volvía a gemir, en su mente estaban retumbando esas imágenes vistas con el apareamiento de esos animales en aquel lago, recordaba el pene del macho entrando en la vagina de la hembra, recordaba aquellos movimientos, cerraba los ojos recordando lo vivido en aquel sábado último de mayo de 1958, en su mente retumbaba la voz de Dylan al sentir su cuerpo encima del suyo “¡tu culo es mío!” “¡mío!” recordaba su grito desesperado en aquella ensenada del lago, recordaba a ojos cerrados aquellas expresiones “¡soy tu marido!” “¡tu marido!” “¡el primero que te rompió ese culito lindo!”, Aiden sentían retumbar en su cabeza aquellas expresiones de Dylan, abrió los ojos, se vio el pene vestido en el pijama, estaba algo erecto, se metió la mano a manosearlo, luego se ladeó acostándose de perfil, se fue pasándose la mano por el culito, el dedo medio rozaba la entrada del ano, empezó a metérselo haciendo gemidos, cerró sus ojos le vino otra a vez a su mente aquellas frases de Dylan y ese sentir al ser penetrado “¡nunca olvides este trozo de carne que te lo meto!” cerraba fuerte los ojos y se metió casi la mitad del dedo en el culo, empezó a gemir, a pensar y pensar en esas frases que retumbaban su mente, el pasar constante de su dedo hizo que sintiese una sensación de gusto, abrió los ojos y seguía deslizándose el dedo, los volvió a cerrar sintiendo el pase del dedo dentro de su culito de niño precioso, con la otra mano se estiraba el penecito, se masturbaba a la vez que se metía el dedo al culito, abría la boca a ojos cerrados de sus labios salía unas gotas de saliva que recorrían la mejilla y daban en la oreja, gemía y suspiraba a la vez, gemía y suspiraba tratando de dar significado a lo que se hacía hasta que al fin descubrió el desarrollo de su metamorfosis, apretó los labios al meterse más adentro el dedo con ánimo de curiosidad de saber lo que se siente, hizo gesto de molestia pero a la vez el gusto indescriptible lo estimulaba a seguir, frunció muy fuerte el ceño al estirarse el pene pero descubrió lo delicioso de masturbarse y a la vez de estirarse el penecito lampiño de niño bonito, sintió el deseo de ir baño, se sentó en el extremo de la cama, en su delante estaba el ropero donde se guardaba la ropa y tenía un gran espejo alto, se vio los pies descalzos, los agitó, cerró los ojos y se acordó de Dylan “¡me gustan mucho tus pies!” “¡los tienes muy bonitos!”, su mano se deslizó por dentro del pijama a estirarse el penecito, con la otra mano se deslizaba la tela del pijama dejando al descubierto la mano con la que se lo estiraba, alzó la mirada a ver al espejo y allí estaba reflejándose su masturbación, se puso en pie, dio unos pasos, se puso frente al espejo, se deslizó el pijama y se vio el voluminoso culo, trato de doblar la cintura lo más que podía para verse el culito, se vio su figura frente al espejo en el momento en que se metía el dedo al culo, se mostraba su rictus en el espejo, abría su boca y cerraba sus ojos instintivamente, pero la curiosidad le hizo abrir los ojos viéndose apenas el paso del dedo en su culito, de pronto escuchó una voz llamándole a desayunar, de inmediato se subió el pijama y así descalzo fue a responder el llamado, su madre junto con la anciana le informaron de que ya estaba listo el desayuno, su hermanita Sophie ya estaba sentada disfrutando de la comida servida, el nene pidió permiso para ir al baño, las mujeres asintieron en aprobación diciéndole la madre que se apure pues tendría que salir con Sophie, el nene caminó presuroso hacia el baño, se sentó en el inodoro y empezó a micciar, se miraba el penecito botando orina, recordaba lo que Dylan le dijo en aquella ocasión, “¡lo tienes muy bonito!” “¡sí!” “¡muy bonito!”, vio su penecito lampiño que estaba tieso botando orina, se hacía espumosa, de pronto le vino por pujar, pujaba y pujaba y mientras lo hacía el excremento iba saliendo de a poco, pujaba y sentía grueso, al pujar y cerrar los ojos le vino a la mente las frases de Dylan “¡nunca olvides este trozo de carne que te lo meto!” “¡nunca lo olvides cuando defeques!” “¡nunca olvides… acuérdate de mi!” “¡nunca lo olvides… acuérdate! Aiden abrió los ojos, sintió alivio al defecar, suspiraba largamente, apoyó los codos en los muslos y su carita se posaba en sus manitos, un hilillo de saliva salio de los labios llegando a su manito, rápidamente se la quitó rozando su manito en la tela del pijama, estiró su manito alcanzando un pedazo de papel, se puso en pie y dando unos pasos se acuclilló para limpiarse el culito, se subió el pijama, jaló de la cadena viendo que el excremento ya era normal, no había ya restos de sangre y si le latía al momento de defecar ahora lo sentía diferente, es que Aiden ya era un niño diferente tras la desvirgada que tuvo en el lago, fue a donde estaba sentadas las tres mujeres, a él se lo consideraba como el príncipe d ela casa por ser el único niño varón, a su padre le consideraban el rey de la casa en las esporádicas veces que llegaba a verlos por su trabajo de camionero, Aiden extrañaba la figura paterna igual que a su hermana Sophie, la madre le dijo a su hija que era el momento de partir a realizarle chequeos en la boca tras sufrir dolores de un molar hace un par de días, el niño quedó con la anciana abuela, jugaba en la sala con unos juguetes regalos de Dylan que semana después de haberle desvirgado se los había regalado, aunque desde aquella noche de sexo la última que tuvieron Aiden era muy esquivo y receloso a Dylan, sin embargo había aceptado esos regalos a fin de cuentas su interés por obsequios era superior a los recelos, así que Dylan en cada encuentro casual le tenía listo una golosina o algo que al niño le gustaba, pasaron unos minutos y la anciana fue a la cocina, se escuchó un ruido estruendoso y frases impublicables proferidas por la venerable anciana, Aiden presuroso fue a ver lo que pasaba, vio que la mesita con enseres había colapsado y afectó a otra que también tenía accesorios de cocina, para ella y para el niño era muy dificultoso mover todo ese peso, de inmediato se escuchó que tocaban a la puerta, la anciana que acomodaba en algo ciertos objetos ligeros le dijo al niño que fuese a abrir la puerta, presuroso Aiden abre la puerta y para su sorpresa en su delante ve la figura de Dylan, su rostro era de cierta preocupación, preguntó por el estruendo, estaba portando sandalias, short y remera, al escuchar la voz del visitante la anciana pidió que pase, el muchacho vio el caos, de inmediato la anciana le pidió que le ayude, con mucho gusto Aiden ordenaba esos enseres y junto a Aiden trataron en lo posible de arreglar las mesas, una de ellas ya estaba muy podrida y su uso ya no era el deseado, mientras acomodaban los enseres Dylan lo miraba fijamente al pequeño Aiden, le sonreía para saber si el niño le correspondía, pero èste guardaba cierto recelo, Dylan trataba de rozarle las manos y éste rápidamente las apartaba, pero la insistencia de Dylan en rozarle el cuerpito con las manos dio resultado, hubo un momento en que el nene se dejó marcar para subirse sobre la mesa, le hizo cosquillas y ya la situación cambiaba, los recelos desaparecían, en otra ocasión delante de la anciana lo marcó dando vueltas y haciéndole mimos a lo que la anciana aprobaba pues los consideraba como hermanos ya que Dylan ante la anciana siempre mostraba humildad y cortesía además de un gran cariño hacia Aiden que los motivos reales la anciana conocía, en uno de esos giros la anciana dio la espalda y de eso aprovechó Dylan para sobresale el dedo por la rajita del culo vestido con el short de Aiden, puso sus labios en la oreja del niño diciéndole “¿te acuerdas lo del lago?” “¿eh?” lo siguió marcando con giros, aprovechó de que la anciana seguía de espaldas para decirle “¿te acuerdas?” “¿Aiden… te acuerdas?” apegó más su nariz y labios a la oreja “¡no has olvidado lo que hicimos!” “¿verdad?” el nene miraba fijamente a la espalda de su abuela, su carita se puso seria a medias dibujándose en su rostro, le rozaba la nariz en la oreja “¡sé que no lo has olvidado!” Aiden sintió el roce del dedo en la raja de su culito, “¡sé que quieres hacerlo de nuevo!” la respiración golpeaba la piel del niño haciéndole de gallina “¿verdad que sí?” Dylan insistía “¿eh?” le daba vueltas y la anciana seguía de espaldas “¡se nota que quieres jugar de nuevo conmigo!” le rozaba la nariz en la oreja “¡anda!” le besó el cuello sin que la anciana diese cuenta de aquello “¡vamos!” el nene inquieto miraba a su abuela que seguía de espaldas “¡tengo un gran premio esperando por ti allá!” los ojos de Aiden se abrieron más “¡bien sabes de lo que te digo!” Aiden escuchaba quieto “¡un gran regalo!” le besaba el cuello “¡mucho mejor a los juguetes grandotes que te he regalado!” Aiden seguía escuchando “¡muchísimo más grande!” en el rostro de Aiden se dibujo una leve sonrisa, “¡está esperando por tí!” en el nene primaba el gusto por los regalos así que el recelo y el miedo se diluían al saber del buen regalo que le esperaba “¡lo tendrás si me haces caso!” Aiden a ojos bien abierto viendo a su abuelita escuchaba, “¿lo quieres?” Aiden asentía ya con el rostro aún más sonriente “¡vamos!” al dar la vuelta la anciana vio que todo estaba arreglado, Dylan lo bajaba al piso a Aiden y le acariciaba el pelo, se acercó a la anciana y le dijo algo en el oído en presencia del nene que los observaba algo sonriente, era de esperarse esa actitud a su tierna edad, aunque algo había cogido experiencia de vida en su madurez debido a ser desvirgado por Dylan, el pequeño lo miró sonriente, Dylan hizo lo mismo, la anciana simplemente asintió y le preguntó a Dylan “¿a qué hora terminarán de limpiar?” Dylan responde “no tardaremos mucho” la anciana le guiñó el ojo diciéndole “¡gracias por todo!” volviéndole a guiñar el ojo, instantes después los ve salir, Dylan lo llevaba a Aiden tomado del hombro con su mano, la anciana se sentó a tejer a la espera de su nieto, Dylan le había dicho que le tenía un regalito al niño y que le ayudase dándole permiso, para que el niño tenga su sorpresa y que no se enterase del regalo Dylan le dijo a la anciana que les dé permiso para ir al cuarto a arreglarlo con ayuda de Aiden y una vez allí darle el regalo, la anciana asintió, estaba agradecida pensando en la bondad del vecino Dylan y su familia que eran muy íntimos en amistad, lo que la anciana no sospechaba que a distancia de allí en esa mañana del primer día de diciembre de 1958 los dos entraban en el cuarto, efectivamente estuvieron haciendo la limpieza del cuarto, en su delante estaba Aiden arreglando, Dylan detrás contemplaba ese culito voluminoso vestido, miró el reloj, ya marcaba casi las 10 am, Dylan recordaba que su padrastro con su madre fueron de viaje y retornarían casi entrada la noche, tenía todo el tiempo para estar con Aiden, salió de la habitación por un instante dejando solo al niño, rato después ingresa con dos sándwiches y dos gaseosas del sabor favorito de Aiden, el niño brincaba de gusto “¡Aiden… toma!” se sentaron en el extremo de la cama, comían y bebían a gusto mirándose con gusto, al terminar de comer y beber le dijo al niño “¡espera y verás!” “¡todavía falta un gran regalo como te lo prometí!” le acarició el pelo “¡pero antes… je!” de súbito marcó a Aiden haciéndole dar vueltas y luego lo lanzó a la cama, allí le hizo cosquillas, el nene no paraba de reír, se acostó encima del pequeño dándole besos en la frente y mejillas para después unir los labios y darse prolongados besos, al principio Aiden reaccionó sorprendido pero la insistencia de besarse por parte de Dylan lo llevaba a relajarse, vio que con una mano le deslizaba el short viéndose hasta los muslos, el penecito estaba al descubierto “¡míralo… míralo!” “¡qué bonito lo tienes!” “¡se está parando!” “¡míralo!” “¡se está parando!” “¡je je!” “¡tócalo conmigo!” estiraban ambos manos el penecito “¿te gusta… verdad?” “¡se siente rico!” “¡déjame ayudarte a sentir rico!” el nene cerraba los ojos, bostezaba, instintivamente alzaba la cintura cuando estiraba el pene los dedos de Dylan, abrió los ojos “¡ves!” “¡te gusta!” “dime Aiden” “¿te lo haces así a solas como te dije?” el nene viéndole con algo de rasgo cabizbajo asentía “¡bien!” “¡así me gusta!” “¡que me hagas caso!” le preguntó al niño “¿lo haces a solas como te dije?” Aiden asentía, “¿sobre… lo que hicimos en el lago?” “¿alguien lo sabe?” el nene negó con la cabeza “¿le contaste a alguien?” el nene con cierta admiración de temor agitó más negativamente su cabecita “¡menos mal!” “¡eso está bien!” “¡nadie debe saber nuestro secreto!” “¡nadie!” “¡en premio a eso de que no has contado a nadie… espera aquí!” el nene quedó acostado en la cama, dentro de un montón de cartones Dylan sacó una funda, el nene se sentó en la cama poniéndose el short, de un brinco saltó la cama acercándose a donde estaba Dylan con el objeto, se o entregó en la mano al niño, éste brincaba muy gustoso, tenía algo muy interesante en sus manos, se sentó en la cama y presuroso iba sacando lo que estaba dentro de la funda, era algo muy grande, al verlo se emocionó “¿es para mí?” Dylan le acariciaba las mejillas “¡sí… Aiden!” “¡es para tí!” “¡por portarte bien!” “¡por no decir nada a nadie de….!” No pudo seguir hablando Dylan pues fue interrumpido por un fuerte abrazo compulsivo del pequeño Aiden, “¡gracias Dylan!” “¡es muy bonito!” le acarició el pelo, “¡ya vez, así como ese tendrás más cosas bonitas!” unió la frente con la del pequeño niño precioso y se vieron al rostro “¡sólo quiero que te dejes!” “¡y… que no digas a nadie!” “¡a madie!” “¿ok?” el nene respondía “¡sí… Dylan!” “¡no diré nada a nadie!” el muchacho le acarició el pelo “¡me alegro!” el nene se dispuso a jugar con ese juguete volqueta muy grande, se notaba que le pertenecía a Dylan y ahora se lo regalaba a Aiden, lo tomó del brazo “¡luego jugaras con él!” “¡ahora… ven!” “¡vamos a jugar!” “¿quieres?” Aiden se puso cabizbajo algo triste al escuchar esa palabra, significaba mucho, Dylan le acarició el pelo, “¡animate!” “¡vas a sentir mejor que las otras veces!” “¡ya verás!” le tomó de la mano llevándole a para junto a la cama, “¡ven vamos a jugar!” delante del niño Dylan se sacó la ropa “¡siéntate allí!” “¡eso!” las manos de Dylan empezaban a agitar el pene moviéndose a todos lados, Aiden miraba fijamente el pene que se acercaba a su carita rozándole el glande a sus mejillas y labios rojizos, “¡abre la boca mi amor!” “¡ábrela!” lentamente la boca de Aiden se abría y el glande de inmediato rozaba el interior, parte del glande grueso se deslizaba por los labios “¡eso… así!” “¡chúpamelo!” “¡chúpamelo!” le dio sexo oral por unos minutos, lo sacó al pene de la boca, “¡listo!” “¡ya ves!” “¡fue rico!” le acarició el pelo y mejillas “¡lindo!” le dio un beso en la frente “¿ahora quieres que te lo haga Aiden?” el nene estaba cabizbajo, ya había probado pene de Dylan, lo puso en pie, “¡ahora quitemos tu ropita!” “¡debes estar cómodo!” Aiden veía cómo las manos de Dylan apartaban su ropa de su cuerpito, quedó completamente desnudo delante de aquel muchacho “¡eso!” “¡así!” “¡viste!” “¡te ves hermoso así!” “¡lindo!” se abrazaron “¡ven!” lo marcó llevándole acostar en la cama, jugaban dando roles en la cama, se hacían cosquillas en ambos cuerpos desnudos, se detuvieron, “¡ahora te toca!” “¡ven!” lo acostó de espaldas al colchón, le abrió las piernas y entre ellas ponía su cabeza, ´con la nariz rozaba el penecito que sa ponía erecto, “¡huele rico!”“¡mmm!” “¡sí!” “¡muy rico!”, le abrió las piernas, “¡ahora voy a comerme ese gusanito!” le hizo cosquillas haciéndole reir y cuando se detuvo “¡ahora sí… ese gusanito va para adentro!” “¡es mío!” “¡ese gusanito es mío!” empezó a lamerlo y chuparlo, Aiden quedó quietecito, Dylan sabía manejar la situación, lo estaba relajando al pequeño, se escuchaban sus suspiros, al rato la manito de Aiden acariciaba el pelo de Dylan, como que deseaba apartar la cabeza de Dylan de su penecito, él lo entendió así, “¡ya está mi pequeño!” “¡ya está!” le dijo Dylan “¡ya te lo dejé rosadito y paradito!”, Aiden miraba el penecito, se sentó en la cama y de un impulso entró al baño, Dylan quedaba acostado en la cama viéndose el pene erecto pasándose crema, el niño sale del baño luego de micciar, Dylan le dice que se acueste con él, Aiden vio ese pene erecto con crema, “¡ven… toca a tu amiguito!” “¡míralo… desea jugar en tu hoyito!” “¿lo dejas?” “¡te va hacer sentir bien!” “¡dime!” “¿quieres que juegue contigo?” Aiden solamente miraba a ese pene grueso y erecto, “¡está listo para jugar!” le hizo cosquillas para motivarlo, pero Aiden seguía con su rostro lleno de preocupación, Dylan entendía por qué observándole la carita de preocupación, “¡vamos mi pequeño!” le pasó el dedo por la mejilla “¡no te va a doler!” de un giro le vio el rostro al muchacho, “¡en serio!” “¡ven!” “¡acuéstate!” “¡ven!” “¡así!” le masajeaba la espalda al pequeño “¡recuerda tu regalo!” “¡recuerda que puedo darte más!” Aiden estaba un poco tembloroso, sentía en su culito el roce del glande humedecido de crema, “¡tranquilo mi amor!”, “¡aahh!” el glande entreba un poquito, “¡aaaahhhhh!” otro poquito, se detuvo para decirle “¡tranquilo!”, “¡te lo haré con amor!”, “¡aahhh!” de nuevo lo iba metiendo milímetro a milímetro, se deslizaba el tronco por el culito, el “¡aahhh!” glande pasaba el esfínter rozándolo, “¡aaaahhhh!”, “¡tranquilo mi precioso!” “¡ya casi lo tienes todo adentro!” “¡aaaaahhhhhh!”, “¡tranquilito… ya casi está!” “¡ya casi!”, “¡aaaahhhhhh!”, la cintura del muchacho empujaba el pene llegando al fondo del culito de Aiden, una vez estando allí lo dejó, se sentía el latir, “¡quieto!” “¡no te muevas!” le besaba el pelo “¿tienes dolor?” Aiden movìa negativamente la cabeza, “¡bien!” “¡ahora viene lo mejor… tranquilito!” comenzaron las embestidas de pene en ese culito, Dylan lo abarzó sosteniéndole con fuerza al pequeño, el pene se deslizaba con gusto, “¡tienes rico tu culito!” “¡rico!” el nene gemía y se lo metió todo hasta el fondo “¡aaahhhh!” seguía embistiendo “¿te duele ahora?” “¿ehh?” Aiden asentía, “¡un poco!” pero no era tal así, pues el pequeño sentía el despertar del placer, se relajó dejándose penetrar, Dylan dio cuenta de aquello y empezó a penetrar con fuerza, “¡este cullito es mio!” “¡sólo mío!” “¡no te olvides!” Aiden sentía ser penetrado, el pene de Dylan causaba furor en el culito de Aiden, de pronto la cintura de Dylan se detenía, Aiden sentía que todo el pene del muchacho estaba dentro de su culito, de pronto internamente sintió la presencia del líquido, Dylan le besaba el pelo intensamente al pequeño niño precioso, “¡te preñé!” “¡te preñé!” le decía al niño que no entendía el significado de esa palabra, le fue sacando el pene lleno de crema y semen, se acostó junto a él de cara al colchón, unieron las mejillas “¿te gustó Aiden?” el nene no se movía, no había respuesta estaba concentrado en lo que sentía su culito, “¡ven vamos al baño!” con cuidado se apartaron de la cama, fueron al baño, al entrar Dylan lo sostuvo a Aiden de la cintura, “¡aún hay más para ti!” “¡ven… hagámoslo aquí!” lo encorvó sobre la tasa del inodorro empinando ese culito blanco, la mano de Dylan sostenía la espalda de Aiden “¡no te muevas!” “¡vas a sentir algo rico!” con la otra sostenía el erecto pene aún con semen, le fue metiendo de apoco haciéndole gemir, la embestida era superior en gusto y placer “¡aaahhhh!” “¡aaahhhh!” “¡aaahhhhh!” la cintura se movía rápidamente de adelante y hacia atrás, adelante y atrás, adelante y atrás, así lo tuvo por varios segundos, Dylan cerraba los ojos, “¡te estoy cogiendo!” “¡te estoy cogiendo!” el nene pujaba pero para su sorpresa se sentía rico el ser sodomizado así, “¡tienes un culo rico!” “¡delicioso!” seguía embistiendo, Aiden exclamaba “¡yaaaa… yaaaa!” Dylan seguía, le preguntaba “¿ya no te duele… verdad?” el nene decía “¡nooo!” “¡nooo!” “¡pero… yaaa!” “¡yaaa!” “¡quiero defecar!” “¡quiero defecar!” de inmediato sacó el pene, el nene se sentó rápidamente en el inodoro, empezó a pujar sacando excremento con semen y crema, Dylan le estimulaba “¡eso!” “¡puja!” “¡puja!” le hacía ver el pene “¡mira!” “¡mira a tu amiguito!” “¡nunca te olvides de él!” el nene se fijaba en ese pene que rozaba los labios dejando restos de semen y crema, “¡prueba de tu culito!” luego pasó el pene por la nariz “¡huele de tu culo!” se deslizaba el pene “¡huele!” ahora lo hacía por las mejillas, lo puso en su delante “¡mira!” “¡piensa siempre en él!” “¡te desea siempre!” “¡quiere estar siempre dentro de tu potito!” “¡míralo!” Dylan fue a la ducha, Aiden sentía su culito dilatado de tanto pene de Dylan, pero dentro de su ser estaba consiente que experimentó un gran deseo de gusto y placer, vio que Dylan se limpiaba el pene enjabonándolo, al ver el pene humedecido de jabón y agua le vino el gusto por tenerlo dentro de su culito, “¡mira cómo se mueve!” “¡quiere de nuevo tu culito!” Aiden se puso cabizbajo, tenía presente en su mente el deseo de que lo penetrase, era algo recurrente en su cuerpo, la metamorfosis estaba haciendo efecto en sus deseos e instintos, Dylan salió de la ducha humedeciendo su cuerpo hasta la mitad, “¡ven!” lo puso en pie y le vio los pies descalzos, Dylan sonrio subiendo su cara viendo el penecito, lo toma de la manito y lo llevó al interior de la ducha y le limpió el culito, las manos hacían masaje en el culito, lo encorvó en posición perrito rozándole el glande por la separación de los glúteos, lo abrazó con firmeza por detrás y le pasaba por entre los glúteos diciéndole “¡siempre ten presente en tu mente esto que te hago!” “¡júramelo!” “¡anda!” “¡júramelo!” Aiden respondía a voz entrecortada “¡sí!” “¡sí… Aiden!” “¡te lo juro!” “¡Dylan… te lo juro!”, se escuchó un gemido “¡aaahhhh!” y luego otro “¡aaaaaahhh!” y así siguieron varios debido a que el pene de Dylan entraba en el culito de Aiden, lo sujetó con fuerza “¡recuerda esto que te hago!” “¡recuérdalo!” “¡recuérdalo!” le dio una breve embestida de pene en ese culito y luego se apartó agitando el pene “¡mira Aiden… así de paradao está porque así lo pone tu culito!” “¡no olvides que soy tu marido!” “¡tu marido!” “¡y éste te hace mi mujer!” “¡mi mujer!” escuchar eso para Aiden era un poco contradictorio pero lo asimilaba a su tierna edad en la que había sido sodomizado, “¡recuérdame!” agitó el pene “¡acuérdate de él al defecar!” “¡recuérdalo Aiden… acuérdate al defecar!” a la fuerza lo agarró por detrás llevándolo al inodoro y le volvió a meter el pene, Aiden gemía y bufaba al sentirse penetrado de a poco en poco de milímetro en milímetro de deslizamiento del pene con grueso glande por ese culito de niño bonito “¡aahh!” “¡aaahhhh!” “¡aaaaaahhhhh!”, Dylan expresaba muy animado en cogerle el culito “¡así!” “¡así… siente!” “¡siente… mi amor!” “¡que te lo meto!” “¡te lo estoy metiendo!” le embestía más rápido con movimientos de cintura “¡eres mi mujer!” “¡sí!” “¡sí!” “¡mi mujer!” “¡Aiden… eres mi mujer!” le seguía metiendo el pene “¡lo tienes rico Aiden!” “¡sí!” “¡sí!” “¡muy rico!” “¡es mío este culito!” “¡sólo mío!” “¡mío!” “¡míííoooo!” el pene se lo metió hasta el fondo del culito, se detuvo tras darle pene por el hoyito de culito voluminoso cual si fuese de hembrita, luego de embestirlo tanto le sacó el pene, “¡ven vamos!” “¡ya es hora de irnos!”, “¡recuerda que no debes decir de esto a nadie!” “¡a nadie!” el nene asentía temeroso viéndose que lo vestían, ya para ese momento el culito le latía, pero ahora sintió que era de gusto por ese pene de Dylan, ya vestidos lo marco a Aiden uniendo las frentes “¡recuerda… es nuestro secreto!” “¡debes estar siempre callado y en silencio y no decir lo que hacemos!” “¡no lo comentes!” “¿de acuerdo primor?” el nene se puso cabizbajo, el dedo de Dylan alzó la carita por el mentón le miró fijamente para decirle “¿de acuerdo?” Aiden asentía viéndole temeroso, “¡muy bien Aiden!” “¡ven!” “¡vamos a donde está la abuelita para que vea el regalito!” lo puso en pie en el piso y salió del cuarto tomándole de la mano, se notaba lo medianamente contento por lo que llevaba, ese juguete grande que había sido de Dylan cuando era pequeño lo motivaba a jugar, al llegar a donde se encontraba la anciana tejiendo ambos se mostraron felices, la anciana vio el juguete sorprendida y agradeció a Dylan por su noble gesto “¡a mi ya no me dá para tenerlo!” “¡ya estoy grande!” “¡mejor que lo tenga Aiden!” “¡sé que le gusta mucho!” “¿verdad?” el niño asentía de gusto “¡a él le queda perfecto!” la anciana asentía en señal de aprobación, discretamente se rozaba con la mano el pene vestido amoldado en su short “¡allá en el cuarto jugamos mucho con el juguetito!” se sobaba el pene “¿verdad Aiden?” “¿verdad Aiden que jugamos mucho en el cuarto?” “¿verdad que te gustó?”, nene viendo que se manoseaba el pene se puso cabizbajo y de su rostro salió un leve sonrisa, Dylan se acercó a acariciarle el pelo y como un susurro le dijo al oído “¡no olvides tu juramento!” luego se despidió de la señora “¡ya me voy!” se acercó al niño “¡espero que disfrutes tu regalo!” juguetonamente le decía “¡si te portas bien con tu abuelita te regalaré más juguetes de los que tengo allá guardados!”, el niño asentía ahora gustoso, lo vieron salir, instantes después Dylan acostado en su cama recordaba la penetradas que le dio a Aiden, se deslizó el short para verse el erecto pene, sonrió, veía con placer el movimiento del glande erecto, viéndolo fijamente con amplia sonrisa exclamaba: “¡eres travieso!” “¡sí… muy travieso!”.
FIN DEL CENTÉSIMO NONAGÉSIMO TERCER EPISODIO
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