METAMORFOSIS 195
Pisapapeles.
El cuarto oscuro en el que rayaba la luz de luna describía esos cuerpos desnudos cuyas manos se deslizaban armoniosamente todo aquello dentro de una ramada campestre, Ana mordía suavemente la piel de su macho castigador como le decía irónicamente a Jasmani, esa noche era para los dos, noche fresca octubrina de 1958, se escuchaba los sonidos de los animales nocturnos, sonaba mucho el catre que se movía ante el afanoso movimiento de aquellos cuerpos empalagados de sexo y desnudos ante el deseo siempre unidos cual si fuese uno solo en ese momento donde reinaba la pasión y el deseo de pertenencia, las sabanas todas alteradas sobre esa cama demostraban el fragor de la acción sexual, los gemidos eran fuertes pues a esa hora de la madrugada con los niños dormidos se daba libertad para hacerlo, Jasmani estaba allí ante el llamado de Ana, con él sentía el rigor de hembra, desde hace tiempo que se conocían y desde los primeros encuentros sintieron pertenecerse, él había en parte cambiado la idea de ella, ese catre era testigo de varios encuentros sexuales entre los amantes, Jasmani recordaba cómo tiempo atrás de aquella noche del tercer sábado de octubre de 1958, en el pueblo habían quedado los amigos de Jasmani libando en su honor, entre ellos resaltaba la figura del esposo de Ana el cual para el momento de partida de Jasmani ya estaba perdido de borracho postrado en una mesa, como siempre, su expresión de alcohólico quedaba a vista de los apesadumbrados clientes de la cantina de pueblo, para el cantinero ya era costumbre los sábados en la noche tener hasta las primeras horas de la mañana del siguiente día doma ese hombre muy solícito en las labores campestres pero adicto al alcohol, como de costumbre el cantinero le puso una cobija raída sobre el cuerpo del hombre, le ayudó Jasmani saliendo presuroso del pueblo en su corcel, allí dejaba a ese tonto de capirote, a ese cornudo al que le gozaba el cuerpo de su mujer, Jasmani ansiaba llegar lo antes posible mirando su reloj a la luz de luna, cruzaba atajos en aquella noche fresca, divisó a lo lejos la ramada en cuyo interior una luz de vela encendida salía por aquella ventana, galopaba con fuerza hasta llegar al lugar previsto, sabía que ella lo esperaba, pero el perro amarrado en el gallinero hizo ruido con sus ladridos, su deseo era llegar y no hizo caso a esos ruidos del animal que se le juntaban los ruidos de animales nocturnos silvestres, subió con un silbido de anuncio que fue correspondido desde dentro de la ramada, abrió la puerta de la ramada encontrándose con su amada Ana, puesta el traje que él le había comprado y que ella lo había guardado celosamente para ese momento, sin pensar más se arrojó a los brazos acostados en el catre dándose besos apasionados, los consabidos manoseos no se hicieron esperar, ella caminó por el entablado a petición de Jasmani para que modelase la prenda íntima de dormir, así descalza mostraba sus encantos de mujer joven en la que el haber parido dos hijos o había alterado la belleza de su figura, de eso Jasmani daba cuenta maravillándose con gestos de aceptación aplaudiendo y ella respondiendo con amplia risa, el candil dibujaba el reflejo de la silueta de ese hermoso cuerpo de hembra bella, una tira de la prenda colgaba el cuello del hombre rodeándolo de manera sutil, él se iba desvistiendo siguiendo el baile de la mujer hasta quedar completamente desnudo bailando al ritmo del tarareo, era como marco de un ambiente original en que dos amantes mostraban corporalmente su erotismo viéndose desnudos con roces en sus partes reproductivas, las manos se sujetaban a los glúteos y con roce de caderas hacían un baile ´sexual muy peculiar en un fresco ambiente en el que primaba el tocamiento y los besos, la luz de vela y candil iluminaban en parte ese cuarto donde se dormía en aquella ramada, sólo separaba un biombo de pared de caña del cuartito donde dormían los niños, así y ahora los gestos de gemidos volvían a escucharse cada vez más altos cuando el pene entraba más y más en la deseosa mujer de sexo a plenitud, Jasmani estaba a cañón con su pene ahora sentándose y agitándoselo por efecto del alcohol ingerido en la cantina del pueblo, le dijo que su marido quedó a buen recaudo del cantinero, ella sonrió complaciente al escuchar esa noticia de labios de su amante, Ana estaba con un recipiente y agua que lavaba el miembro viril, ya seco procedió a lamerlo por varias ocasiones hasta quedar bien ensalivado, de a poco el amante cae en la cama dando fuertes gemidos todo de placer, la mujer siguió introduciéndose el pene en la boca moviendo la cabeza repetidamente, esos movimientos de lengua en el prepucio y por debajo de los testículos hacían que Jasmani siga gimiendo con fuerte tono de complacencia, esos gemidos hizo que el perro amarrado cerca del gallinero empiece a ladrar y consecuentemente esos ladridos hicieron despertar a la niña Renata, bostezó largamente, estiró los brazos aún con sus ojos entreabiertos, aun así su visibilidad se normalizaba viendo en la cuna a su hermanito Renato profundamente dormido, a más de los ladridos del can se escuchaba los gemidos no usuales conocidos por ella, es decir, esos gemidos no eran de su padre, era de alguien a quien ella conocía, sonrió, se impulsó sentándose en el extremo de la cama pensó instintivamente asociando ese sonido familiar con aquel hombre conocido, continuó sonriendo pensando, buscó con los pies las sandalias, ya calzadas sacó sigilosamente la cabeza por la cortina que estaba junto al biombo y su sonrisa se amplió al ver a su madre haciéndole sexo oral a aquel hombre al que momentos antes atinaba haber adivinado sobre la presencia, luego la niña Renata se sentó a ver a través de la luz de luna, la luz de la vela y del candil cómo Jasmani penetraba la vagina de Ana, el catre se movía chirriando mucho más pues se unían gemidos y jadeos, para ese momento ella estaba con varias copas de ron en el cuerpo dadas por su amante, había bebido lo suficiente para plenamente hacer sexo con su amante, pedía más y más y Jasmani complacía, ella mareada por el alcohol sin ningún decoro decía confesando que había probado cuatro hombres, que él era el cuarto, el primer pene lo había probado por curiosidad experimentando situaciones nuevas por vez primera, el segundo fue por amor, el tercero fue por conveniencia y era el más repugnante mientras que este cuarto era por simple placer pues era más grueso y largo muy diferente a los otros tres, Jasmani al escuchar eso movía más rápidamente las caderas interrumpiendo el diálogo y haciendo que la mujer al sentir ser penetrada hacía puños con las manos al colchón, le decía que tenía mucho para darle esta noche, inclusive ya fuese sintiendo amor por él pues el hecho de recordarle su cuerpo y extrañar su olor de macho decía que ella lo estaba amando ya, y en verdad que ella pedía más y más, volteándola le metió el pene en el trasero, eso a ella era lo que más le gustaba, pidió más y más que se lo metieran por ahí, la mirada de Renata en la oscuridad grababa en su mente esa expresión satisfecha de su madre al sentir ese grueso y largo pene ensalivado que salía y entraba por el ano, la niña que lo había escuchado toda la confesión de labios de su madre agarró con fuerza la tela de la cortina, los cuatro pies descansaban en el colchón, Renata miraba con fijación el pene rozando el trasero de su madre y entrando a su ano con delicadeza mientras escuchaba a su madre decirle a su amante que era suya y que siempre lo será, al terminar de decir eso, la cadera de Jasmani quedó quieta acostada sobre el cuerpo de su amante, el pene de Jasmani salió y ya no entraría más pues el semen salía del ano la madre de la niña que al sentarse ese líquido seminal manchaba las sábanas, eso no importaba, a primera hora de la mañana los lavaría en el río con abundante jabón, ahora importaba descansar, así la respiración acelerada menguaba, Renata vio a su madre levantarse de la cama, mientras caminaba se notaba el hilillo de semen regado en la piel del trasero y de las piernas de la mujer luego sacando un recipiente con agua, ella se acuclilló poniendo debajo de su trasero el recipiente limpiándose con agua el trasero, levantó el recipiente lanzando el líquido por la ventana que daba a la interperie, luego fue por más agua, ahora limpiaba con agua y jabón el erecto pene de Jasmani diciéndole que ese pene siempre será suyo mientras pasaba sus manos limpiándolo, de nuevo esa agua fue lanzada por la ventana de la ramada, seguidamente la habitación quedó a oscuras pues ella había soplado la vela y candil, pese a ello Renata desde su lugar donde estaba escondida miraba gracias a la luz de luna esos cuerpos adultos abrazados siendo uno solo en la cama siendo cubiertos por las sábanas, Renata sentada estuvo allí un rato nomás, unidas sus piernitas juntas con sus pies con sandalias puestas posando sus manitos sobre ella y su carita sobre las rodillas, los muslos daban a su pecho viendo fijamente a esos cuerpos, respiraba profundamente a causa de bostezos, le vino el sueño, es que el ambiente de sonidos de animales del bosque la arrullaban, más esa noche de luz de luna, mientras se ponía en pie alcanzó a ver el cuerpo de Jasmani acostado detrás del de su madre, así acostados de perfil con las manos entrelazadas, el pene ya flácido rozaba el trasero de la mujer que descansaba, la cara de Jasmani se cubría en parte del pelo de la madre de Renata, los pasos dados sobre el entablado daban firmeza y cautela, de a poco Renata llegó a su humilde catre, una noche más había presenciado otro de esos encuentros sexuales de los adultos en los que su padre no estaba presente sino uno de os amantes de su madre, ella a su tierna edad lo sabía pero callaba, lo hacía por temor y por orden de su madre para que no le contase a su padre, se recostó sobre el respaldo del catre abriendo sus piernitas y rozándose con el dedo medio de su mano derecha en la entrada de la vaginita como Jasmani su iniciador le había enseñado, estaba pensando y pensando en lo que había visto hace pocos minutos, así se rozó por un rato hasta quedarse dormida, a las pocas horas el alba presentaba su llegada y los gallos eran sus anunciantes, Jasmani se despertó por instinto y lo primero que vio fue el estado de la mañana por la ventana, de súbito se levantó del catre, a su lado quedaba el cuerpo dormido de Ana, se preocupó de que ya en horas estaría en la ramada el marido, rápidamente se puso el calzoncillo, salió a tomar aire fresco estirándose las extremidades haciendo breves flexiones, aún tenía la molestia en su cabeza tras haber bebido alcohol, esa acción hizo que su pene se ponga erecto, pensó en volverle a hacer el amor a la hermosa Ana antes de despedirse e ir al pueblo, bajó la rústica escalera de madera de la ramada yendo a arrimarse a un árbol a micciar, iba a hacerlo pero el crujir de las tablas de la rustica escalera lo puso sobre aviso, se le suspendieron las ganas, asustado detrás del árbol vio la figura de la pequeña Renata que presurosa caminaba en dirección a los tablones que dan cruce de puente en el arroyo pequeño aledaño a la ramada, la siguió por entre los montes, la niña estaba presurosa con respiración acelerada, gustaba estar allí, sus pies descalzos sobre el tablón mostraban el polvo adherido pero aún así la formación ósea era bien definida, los deditos se posaban sobre la rugosa tabla, solo tenía puesto el calzoncito que lo deslizó rápidamente hasta llegar a los talones, Jasmani la miraba de espalda viendo esos movimientos de la tela de la prenda íntima a más de presenciar cómo la niña la hacía a un lado con uno de los pies, se puso en cuclillas, mostrando ese traserito rozagante por donde se podía ver el excremento salido de su ano cayendo a las cristalinas aguas, la niña pujaba y pujaba así en cada pujada salía el excremento, Renata observaba el excremento flotando en el agua, eso gustaba presenciar, la caída y el flote, su piel se puso más rojiza por las pujadas que realizaba, mordía los labios pujando, el ano le latía luego de haber sacado el excremento, al mismo tiempo un hilillo de orina salía de la vaginita, ese líquido caía en las aguas cristalinas del arroyo formado una espuma producto del ácido úrico salido de las entrañas de la pequeña, sus manitos se apoyaban en las rodillas junto con su pecho, su carita se unía a las manitos posándose y pujando lo que quedaba de excremento todo lo había hecho con deseo, para Jasmani ver ese trasero y esa vaginita era de gran placer a más de tener una vista adecuada donde se podía ver los movimientos de ese culo desnudo sobre esas tablas, Renata no daba cuenta de que era observada por los ojos libidinosos de Jasmani, la niña seguía así a cuclillas viendo a los peces, el alba avanzaba en progreso de frescura para esos cuerpos, de entre el monte sale Jasmani vistiendo su calzoncillo, Renata ni se movió al verlo aunque su gesto en el rostro fue de asombro viendo el bulto de pene erecto definido por la tela del calzoncillo, se paró junto a ella que aún estaba acuclillada alzando su carita infantil viendo que el calzoncillo se deslizaba por la piernas muy velludas de su iniciador cayendo a los pies así mostrando el pene liberado de esa tela de ropa íntima, del pene salió orina que vieron hacer espuma al contacto con el agua, de súbito el hombre se acuclilló junto a la niña y de su ano salieron gruesos pedazos de excremento humano cayendo en las aguas cristalinas moviendo a los peces, vieron que algunos trozos tocaban fondo siendo arrastrados por el movimiento del agua y de igual forma con los trozos que flotaban, la desproporción del tamaño de los pies juntos no impidió que se efectúen roces, Jasmani le sacó una sonrisa viendo la vaginita desnuda de la niña, le dijo que era un capullo de rosa, que estaba muy rica al lanzar orina, la niña salió del entablado a la orilla donde se acuclilló pasándose agua con la mano por el culito, Jasmani miraba esa acción con agrado, luego regresó al entablado, Jasmani le dio ademanes, así que la niña se sentó sobre las tablas de modo que con sus piernas abiertas descansaban sobre las tablas mostrando la vagina con los labios vaginales cuyos deditos rozaban, Jasmani también se sentó enfrente de ella agitando el pene, puso un pie delante de la vagina de Renata, el dedo más grueso rozaba los labios vaginales, trataba de hacerlo entrar en la vaginita infantil, la niña instintivamente con sonrisa se recostaba viendo ese dedo en la vaginita, el roce era por debajo de la vaginita llegando al traserito, el dedo se moví rápido por la piel sedosa de la niña, luego Jasmani se acostó con cuidado y lentamente sobre el cuerpo de Renata con la intención de que ahora por esa vagina pase rozando el pene peludo grueso y largo de Jasmani, el peso sobre la niña la hizo pujar aunque sentía el roce del pene, olía la piel de la niña, ambos cuerpos desnudos acostados desproporcionados en talla estaban acostados en las tablas, Jasmani alzó su cara luego de haberla posado sobre el rostro de la niña haciéndole sentir el roce del pene en su vaginita, así la movió sobre el cuerpo de la niña por unos instantes, se puso en pie sin dejar de agitar su tieso pene viendo a la niña recostada sonriente que se pasaba el dedo por los labios vaginales, el hombre notaba sin lugar a dudas que eso ya le gustaba mucho a Renata y le preguntó si deseaba seguir “jugando” con él, ella risueña asentía, se había cumplido así su deseo pues su intención era de ponerse en pie pues lo hizo para agitar el manoseado pene para que ella lo vea con gusto y así llenarle de deseos, luego de mostrarle el pene y pedirle seguir “jugando” también se acuclilló y manoseó las piernas de la niña, los dedos rozaban los labios vaginales, besó el pecho y tetillas de Renata, se acuclilló delante de ella y vieron que del pene duro salía liquido preseminal producto de lo tan erecto que estaba, ella recordó lo que ese pene hizo en la vagina de su madre y lo miraba con mucha fijación, se acercó a ella dejando ese rastro liquido cuando rozaba los muslos de las piernas alzadas, deseaba sentirla más, jugar a más con ella, eso le dijo a lo que Renata sonreía y asentía, Jasmani se puso de nuevo en pie, la niña se puso de cuclillas para recibir en sus la labios el roce del pene, de nuevo le dijo a ella que deseaba sentirla más, deseaba “jugar” a más con ella, señalando con la mano allá donde no los vieran, Renata vio el indicado un lugar, Jasmani le asintió, ella también asentía sonriente, ya recordaba, se agachó y con su mano derecha tomó el calzoncillo y la pantaleta de la niña hecha puño en la mano del adulto, con la otra mano la llevaba a Renata muy segura de la mano, iban sonriendo, fue muy corto el recorrido hasta llegar a la cueva donde ella jugaba, allí tenía a sus juguetes, algunos raídos, otros incompletos, otros polvorientos, muchos de ellos obsequio de Jasmani, sobre todo muñecas compradas en la tienda del pueblo, ellos caminaban viéndose y tocándose las partes íntimas, y reían, ahora con más calma Renata recordaba lo que vio en la madrugada, se vieron sonrientes por unos instantes, Renata muy quietecita se dejaba quitar la ropa y asimismo ella le ayudaba a Jasmani a quitarse la ropa, el lugar apartado era de seguridad para estar así completamente desnudos en la intimidad, parados se tocaba las partes íntimas, no dejaban de sonreír, se notaba la piel rojiza de la nena y la aceleración en la respiración de Jasmani, lentamente la puso de cuclillas tomaba el pene de Jasmani llevándoselo a la boca haciendo sexo oral, por un momento le vino a su mente los cuerpos desnudos de Ana y Jasmani, luego de sacárselo de la boca se acostó en el suelo por orden de su iniciador, lo hizo lentamente sobre unos cartones tendidos, se acostaba ahora para recibir el glande ensalivado de Jasmani que rozaba el clítoris de una forma cuidadosa, le decía que iban a seguir “jugando rico” ella no dejaba de mirar el roce del pene por su barriga, el glande del pene ahora entraba punteando los labios vaginales, la niña mordía los labios, pujaba y gemía, la mano firme del hombre sujetaba el pene que intentaba penetrar en ese cerradito himen haciéndola gemir, al instante después era Jasmani quien se acostaba en el suelo y así tomándola de la cintura a la niña la hacía sentar con su traserito sobre el pene, el hombre miraba que se notaba el deslizamiento del pene en la piel sedosa de Renata, le decía que era una linda niña y que “jugaba” muy bien así alzándose y bajándose por el deslizamiento del pene entre los glúteos, él le preguntaba a ella si le estaba gustando y ella movía afirmativamente su cabecita, de esa manera estaba tratándola de animar por lo que estaban haciendo, Renata sentía ese roce al estar así en esa postura sentada, sostenida sus manos de las manos de su iniciador, el roce del pene en la vagina era constante, la piel se puso más rosada, tuvo prudencia y después lentamente la puso acostada a la niña de cara a los cartones sobre el suelo, ahora el pene se deslizaba cual serpiente entre ese traserito, de tanto roce en la piel del pene salió el semen que se desplazaba por la espalda de la pequeña, pese a ello seguía moviendo el pene por el trasero el desliz constante dejaba rastros de semen en la piel infantil de Renata, el iniciador abrió los glúteos y rozó el glande a la entrada del ano, Jasmani vio el calzoncillo sobre la pantaleta de la niña, esa imagen de las prendas se manifestaba lo mismo en aquellos cuerpos, la niña gemía de cara al suelo, el pelo estaba despeinado y con restos de tierra, no perdía de vista en la vagina de la niña, deseaba penetrarla pero aún el momento era prematuro pese a las condiciones ahora existentes, pensó que muy pronto lo haría, deseaba que crezca un poco más la pequeña, recordaba aquel momento en que la desvirgó a su “niña” preciosa, ahora Renata sintió el cuerpo apartado de su iniciador, asimismo sintió instintivamente el semen en su piel, él estiró el brazo levantándola y ayudándole a limpiarle los restos de semen en su piel y a ponerse la pantaleta luego Jasmani se limpió el pene y se puso el calzoncillo, recordaba el tiempo que habían pasado allí y decidieron salir del lugar juntos tomados de la mano caminaban descalzos por el sendero que daba al arroyo cerca de la ramada, Jasmani se limpiaba el pene y acuclillada Renata se pasaba la mano humedecida por la vagina, la pasaron manoseándose mutuamente, luego continuaron su camino por separado, Renata quedó acostada en la hamaca como siempre para desde allí esperar la llegada de su padre, Jasmani entró a la ramada, para ese momento aún Ana seguía dormida profundamente igual que el pequeño Renato, el adulto bajó la cremallera del pantalón y metió la mano por el calzoncillo, la punta del dedo índice rozaba el glande de dónde sacó la mano y ese dedo índice lo pasó por los labios del pequeño, e gustaba mucho verle así, le dio un beso en la frente y en las mejillas, era un niño tan precioso como su hermana, tomó su ropa, se dio cuenta que Renata vio su pene salido del calzoncillo, la niña llena de sonrisas entraba a su cuarto, Jasmani viéndose el pene duro no pudo contenerse y la siguió, de inmediato la acostó en el catre abriéndole de piernas dándose cuenta que no tenía puesta la pantaleta así que las fue poniéndolas en sus hombros y allí mismo le pasó a rozar el pene por la vaginita moviendo las caderas, le hizo el roce por unos instantes sacándole suspiros y gemidos a la nena traviesa a la que le gustaba el “jueguito”, luego la soltó, se vistió lentamente el pene viendo a la niña acostada con las piernas abiertas rozándose el dedo índice en su vaginita llevándoselo a la nariz sin dejar de sonreír, esa actitud le gustaba a Jasmani la cual lo enamoraba más de ese cuerpo infantil que desde ya lo consideraba suyo, él pensaba de ella que esa nena traviesa e inquieta era parecida a su madre en todo, gustaba de disfrutar esos cuerpos de madre e hija, le guiñó el ojo a la niña y ella le respondió igualmente, salió del cuarto viendo el cuerpo de Ana profundamente dormida, Renata arrimada al marco de la puerta rustica miraba que el hombre le daba a su madre Ana un beso corto en la boca y otro en la frente, Jasmani bajaba las escaleras de la ramada y ella le dice que se detenga, Renata al verle parado a Jasmani corrió a abrazarle, el hombre la marco y así abrazados se dieron un prolongado beso en señal de entrega, le dijo que la próxima ve jugaran más lindo y que a cambio ella piense en que regalito quería para entregárselo, el hombre se fue a beber agua y a mojarse el cuello, fue a montar a su caballo, desde la ventana de la ramada vio a Renata que se despedía agitando una mano mientras la otra manoseaba su vagina que estaba rosada de tanto roce de pene, para ese momento la niña estaba descalza sin interiores, se pasaba el dedo en la vagina llevándoselo a la nariz, el sol ya despuntaba por la montaña, los senderos daban a la gran casona del lugar, Jasmani llegó a su cuarto, estaba sudoroso pensando lo que había hecho hace poco, emitió su acostumbrada mueca sonriente, estaba analizando cual sería mejor, si la madre o la hija, suspiró, bostezó y tomó su pene manoseándolo en señal de gusto, a ambas las había disfrutado como él quería, se complacía de ser el macho dominador, hizo pausa en sus pensamientos llegando a su mente el cuerpito de Renato y del pequeño amito Aarón como le decían al hijo menor de Joaquin Valdés, le vino el hambre, era una fresca mañana de domingo, algo habría quedado del desayuno de los patrones y se dirigió a la gran casona, caminó por el jardín y fue interceptado por Aarón que tenía en sus manos un nuevo juguete que su padre le habría traído de la capital, era un gran camión de hojalata, juguete muy costoso para la época, iba empujándole cuando lo vio a Jasmani, el pequeño le pidió que lo empujase una vez que el niño se sentase sobre el gran juguete de época, Jasmani con agrado empujó el juguete grande en dirección a la entrada de la gran casona, los patrones estaban sentados bebiendo jugo de frutas en un ambiente no tan convencional como en otras ocasiones, pasó por su lado sintiendo ese aire rancio en el algo botaba entre ellos, si, al pasar provocó el silencio de ambos cortando una discusión prevista, el niño con algarabía alzaba los piecitos cayéndose las sandalias que de inmediato Jasmani las colocó en los pies infantiles, a su lado pasó la empleada guiñándole un ojo a lo que ella respondió sonriente viendo al adulto y al niño, en su delante tres peones arreglaban el auto con la señal de pronto partida, fue informado por uno de ellos que los patrones saldrían al pueblo, de esa forma Don Joaquin Valdés saldría a la capital junto y la patrona luego de hacer compras en el pueblo dejaría al patrón y retornaría a la gran casona con su pequeño hijo, así fue que a los pocos minutos Jasmani vio desde la cocina al auto que daba fuerte marcha con los patrones y el niño rumbo al pueblo, Jasmani desde hace mucho tiempo no hacía de guardaespaldas pues ascendió a otro cargo a confianza del patrón Joaquin, la seguridad del hijo mayor del patrón ahora estaba trasladada en otras manos más expertas ante la negativa obvia de Jasmani de acompañar a la seguridad del hijo del patrón allá en la capital donde ahora residía el joven heredero de la fortuna Valdés por ser el primogénito, Jasmani no quería volver a esa ciudad que tantos problemas le había causado con el enfrentamiento de Contardo y sus secuaces que casi lo matan en ese atentado, luego de aquello logró escapar en la penumbra de la noche y varias semanas después Jasmani llegó a la selva a trabajar con su amigo Eleuterio, así fue cómo ahora vive con expectativa de montar un negocio, se lo iba a plantear al patrón pero esperaría el retorno de la capital de aquellos viajes largos que a la esposa de Joaquin Valdés cada vez le incomodaban pues a veces a las dos semanas de partir le tocaba regresar, entre los peones y campesinos se rumoraba que el patrón era muy mujeriego y por causa de otras faldas dejaba la suya falda principal por otras seguramente mejores de la capital, aunque la patrona tenía una agraciada belleza que fue heredada de su pequeño y único hijo amado varón, Aarón, un niño muy atento a su madre no así apartado ante su recio padre de carácter fuerte, el niño tenía miedo y recelo de su padre, obedecía sin miramientos demostrando así su carácter poco dócil, Jasmani pensaba en su situación y de las personas de su entorno, dio unos pasos yendo hacia su lugar favorito de descanso que consistía en una hamaca sujeta en sus extremos por dos almendros de tupido tronco y amplia sombra, aunque ya por ese mes las hojas iban cayendo mostrando el cambio de estación, sacó un cigarrillo de la cajetilla salida de su bolsillo de camisa blanca como a él le gustaba portar, botaba humo en cantidad progresiva tanto lo pensaba en hacer algo luego de descansar, con el tiempo se quedó dormido, desde lejos unos ojos enamorados lo miraban así acostado con sus manos posando en sus entrepiernas, esos ojos se complacían viendo los labios sensuales de aquel hombre, aquellos labios que ya los había probado con pasión, la mujer bebía con pausa el contenido del vaso, al pasarlo por la garganta salía un prolongado suspiro, luego le vino el sonreír ampliamente viendo con detenimiento el bulto vestido de la entrepierna y cubierto por las manos de Jasmani, la mujer miraba con detenimiento ese cuerpo dormido del cuarentón atlético, pasaba el tiempo, la posición del sol cambiaba, en el apacible lugar el aire estaba fresco bajo sombra, pese al sol presente, los ojos de Jasmani se abrían de a poco ante el toque en su brazo por esa mano femenina, observó aquellas manos tendidas que portaban una bandeja que contenía una jarra con jugo en un vaso y un plato con pan hecho sándwich, se acomodó en la hamaca para servirse lo que estaba viendo, la empleada se sentó en un sencillo tronco viéndolo comer, conversaron animadamente, ella no perdía vista de la entrepierna del hombre cuarentón, al pasar el tiempo el sol se ocultaba dando paso al ocaso, se escuchaba el claxon del auto avisando su llegada, la mujer fue al encuentro, Jasmani con prudencia decidió ir a su cuarto a bañarse y cambiarse de ropa pues sentía el sudor de su cuerpo y le daba recelo presentarse así a su patrona, se acuclilló buscando debajo su cama un par de pesas para ejercitarse como lo hacía siempre dándose vigor corporal, el sudor se incrementó y ya era el momento de ir a darse un baño con cubeta en la letrina ubicada detrás de las caballerizas donde todos los peones se aseaban, la tarde estaba dando paso a la noche mientras se bañaba viendo la puesta del sol, el agua estaba deliciosamente deslizándose por el cuerpo de Jasmani, se bañaba completamente desnudo, se miraba el pene por el que se deslizaba el agua con jabón simple, el pene se puso algo erecto con el manoseo de ese jabón por su tronco peludo, Jasmani acariciaba su pene como un trofeo pues con él había rozad y penetrado varios traseros, le vino uno a la mente, el trasero de aquel “niño” que desvirgó hace mucho cuando todavía tenía el negocio de la abacería, cerró sus ojos para pensar y recordar de aquel momento en que su glande desfloró ese traserito, recordó también el trasero de Contardo al ser desvirgado por su glande en aquella cama con el pequeño, eso fue lo más maravilloso, iba pensando en él mientras entraba descalzo a su cuarto sólo teniendo la toalla ajustada a su cintura, aún en el piso se dejaba los rastros húmedos de sus pies, se secaba el pelo con la toalla así sentado en la cama, vio su pene algo erecto a causa de los pensamientos, y de pronto le vino un sobresalto cuando la puerta se abrió lentamente siendo empujada por una manito apareciendo el feliz rostro de Aarón que llegaba para mostrarle con felicidad el carrito de juguetes que su padre le había comprado en el pueblo antes de tomar el autobús a la capital, al verle desnudo le dio recelo y en su rostro se dibujaba un gesto como el de querer salir del cuarto pero Jasmani insistió en ver ese juguete, la confianza en Jasmani y la alegría del niño pudo más que el recelo y de esta forma Aarón se acercó dónde estaba sentado Jasmani y juntos tocaban y miraban ese precioso juguete digno de hijo de potentados, lentamente Jasmani puso al juguete a un lado de la cama, las manos aún húmedas de Jasmani acariciaban el rostro feliz del niño, le dio un beso en la frente diciéndole que era un niño precioso, por eso era merecedor de esos juguetes muy lindos como él, eso gustaba oír el pequeño, gustaba de recibir aquellas lisonjas con caricias que su padre no le decía y buscaba en Jasmani para sentirse bien, de ello Jasmani se aprovechaba para entrar en más confianza y seguir con sus propósitos ganándose así la voluntad del pequeño Aarón, tanto así que le acariciaba el cuello, el niño por instinto cabizbajo miraba el pene de Jasmani y a la vez miraba su penecito vestido que sentía que se estaba poniendo erecto, Jasmani sabía cómo hacerlo, había descubierto en el niño las partes del cuerpo que le excitaban, lentamente los dedos de Jasmani desabotonaban el pantaloncito corto y asimismo deslizaba la cremallera hacia abajo haciendo que el pantaloncito corto cayese a los tobillos del niño, luego le seguiría su calzoncillo liberando así ese penecito lampiño, miraban ese pene, le decía al niño para “jugar”, Aarón asentía, Jasmani le quitó el resto de ropa al niño, le dijo que fuese a poner seguro a la puerta, el nene al darle la espalda se notaba ese voluminoso culito, al regresar se notaba ese penecito erecto que se agitaba al caminar, Jasmani sonreía al sentir la gran confianza del nene depositada en él al ser bien obediente en todo lo que él decía, se lo estaba ganado en voluntad y ahora lo iba a hacer en el deseo, lentamente Jasmani se acostaba en la cama totalmente desnudo teniendo encima de su cuerpo al pequeño cuerpo desnudo de Aarón, que deslizaba sus caderas con su penecito frotando el pene de Jasmani que con sus manos hacía mover al pequeño, luego giraron en la cama con cosquillas en el niño de eso que a él tanto le gustaba y ahora Jasmani estaba encima de Aarón, se deslizó para lamerle y chuparle el penecito como al niño tanto le gustaba, esta vez lo hizo suspirar más de la cuenta teniéndole bien abiertas la piernas y con sus manitos apoyadas sobre el pelo de su cabeza, notó que el niño estaba muy excitado pues con sus manitos estiba el pelo, rápidamente besó sus piernitas abiertas, al levantarle un poquito sobre la almohada Aarón vio la cara de Jasmani que se acercaba a ensalivar la entrada del ano, con el dedo meñique lubricaba ese ano virgen, ensalivó el glande y procedió a empujar subiendo y bajando la punta del glande en el ano del nene, tiempo después Aarón pujaba y gemía intermitente ante el deslizamiento del pene de Jasmani y su intención de penetrar ese ano virgen, lentamente las caderas de Jasmani se movían con gusto, de a poco sentía que iba entrando aunque sean milímetros los que hacían furor en el trasero del pequeño, cualquiera que transite por ahí no lo podría creer que el amito Aarón sea sometido sexualmente por el hombre de confianza del patrón, Jasmani pensó que ya no más por el momento pues el niño ya empezaba a incomodarse diciéndole que por allí le estaba doliendo, que ya no más, le ayudo al niño a vestirse y continuaron jugando con el juguete ya para ese momento Jasmani se había vestido adecuadamente acompañando al niño a la gran casona de la estancia y felicitándole por ese precioso juguete, dejó al niño en compañía de la empleada que lo invitó a comer, gustaba de esos potajes campestres de aquella mujer muy aplicada en su arte de cocina campestre, estaban solos, luego de comer la abrazó llevándola a un rincón besándola constantemente a lo que ella respondía apasionadamente, Aarón lo había dejado caliente, allí le hizo bajar los interiores a los muslos mientras él de su pantalón sacaba hurgando el pene grueso, sintió la tibieza de la vagina de la mujer y así húmeda y todo valió para que el pene penetre con el líquido preseminal que había tenido por efecto del sexo con Aarón de hace poco, la mujer sentía con agrado las embestidas del pene del cuarentón, que estaba próximo a ser cincuentón, el semen se deslizaba por los muslos de la mujer, la había hecho suya así parado arrimado en un rincón apartado de la cocina, la tenía bien sujeta a su cuerpo y de esa manera siguieron los besos repetidos, apasionados, Jasmani se cuidaba de no dejarla preñada al igual que a su patrona y Ana, sus tres mujeres amantes, luego de la efervescencia llega la calma, Jasmani sintió alerta al escuchar de labios de la mujer que deseaba darle un hijo, simplemente sonrió, ante aquella actitud de la mujer decidió prudentemente que en adelante debía darle poca importancia reduciendo sus encuentros idílicos con la apasionada empleada.
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Desde aquel encuentro con Squeo su verdadero padre la vida de Venancio ya no sería la misma y de igual forma para Contardo al saber de propia boca de su padre Squeo que aquel niño era su medio hermano, la reacción de Contardo al verlo en primera instancia era de recelo al ahora sentirse relegado en su lugar como hasta entonces se creía ser el único hijo varón de su padre, pese a todo de a poco fueron dándose los encuentros entre los medios hermanos delante de Squeo aunque Contardo con su aire seudo oligarca mantenía distancia con el niño limitándose a sonreír ya que en muchas ocasiones se notaba lo forzado del sentimiento, de ello daba cuenta con prudencia Squeo en las reuniones familiares, aún la hija de Squeo desconocía la existencia de Venancio, su medio hermano, por encontrarse en el exterior junto con su madre, ya pronto se enteraría pregonaba Squeo, el niño aún seguía viviendo en aquella humilde vivienda pero pronto pasarían a vivir a la gran casona de la capital, las visitas de Squeo eran más frecuentes en ese humilde hogar llegando a oídos de Fulgencio Arichabala quien felicitaba a su lugarteniente Squeo por esa nueva relación y más aún de saber la existencia de aquel niño, aquella tarde Squeo junto a su hijo Venancio visitaban la mansión Arichabala atendiendo una cordial de su jefe, el niño quedó maravillado de tanto lujo visto, mientras más objetos y habitaciones observaba, dentro de su ser no sintió extrañeza, todo lo contrario, sintió un aire de seguridad, cierta naturalidad, su instinto se lo decía que se relaje y viera todas las maravillas que podría encontrar en aquella mansión Arichabala, se encontró con Victoria limitándose a ser presentados con un estrechón de manos, tocaba el turno de Cayetana de cuatro años la hermana menor de Victoria quien con candidez lo saludó con abrazos, padre e hijo eran conducidos a la gran biblioteca, el niño se preocupó por observar a su alrededor, tanto texto, tantos cuadros, tantas estatuas, tantos adornos barrocos, eran tantos que faltaría día para que sus dedos alargados toquen todo lo visto, Fulgencio que no paraba de mirar las acciones del niño se complacía riendo, había en ese niño una singularidad despertada, sus rasgos físicos los miraba con detenimiento, Fulgencio sonrió a su lugarteniente felicitándolo por el hijo que tenía, el niño dócilmente a insinuación de su padre se acercó a Fulgencio, quien con su velludo brazo rodeó la cintura del pequeño llevándolo a sus costillas sintiendo el olor característico de niño pese a que estaba bien vestido y algo perfumado, Fulgencio preguntó por la madre del niño a lo que Squeo opinó que no era prudente su llegada por múltiples asuntos que debería realizar, la mano derecha del niño pasó con sus dedos alargados la brillosa figura de un león que estaba como pisapapel el anciano vio con detenimiento la piel rosácea y tersa del niño, esos dedos con sus uñas bien cortadas demostraban el cuidado que Squeo le daba a su hijo recién conocido, asimismo esa forma tan elegante de vestir de niño de época oligárquica, vio con detenimiento la figura de los labios del niño y le atrajeron sobre manera haciendo que instintivamente extienda su mano para pasarla por el pelo lacio castaño bien peinado con crema olorosa como la que usan los caballeros de élite en aquel tiempo de octubre de 1958, seguramente era obsequio de su padre, el niño sonrió al ser tocado, Squeo veía con complacencia la actitud de su jefe, más a escuchar de sus labios que sería a futuro un buen partido para Cayetana, ambos adultos alrededor del niño emitieron una risa contagiante tanto que hizo que el niño simplemente dirigiera su mirada hacia la gran biblioteca, dio unos pasos para señalar aquellas pieles de animales colgadas en la pared de forma estratégica, se maravillaba viendo tanto obsequio que una voz le dijo cuál le gustaría llevarse como recuerdo de esta primera visita, Squeo insistió en no llevar cosa alguna pues no consideraba para tanto, pero su anciano del jefe insistió haciéndole la pregunta al niño que tras dubitar por unos minutos extendió la mano señalando hacia el escritorio, Venancio deseaba aquel león pisapapeles y lo demostraba con su expresión facial de ansiedad no disimulada, Fulgencio dio al niño con sonrisa socarrona que tenía buen gusto pues era uno de los objetos más preciados regalo de un Ifimovich, el niño no entendió lo que significaba esa palabra dando por descontado el análisis más si gustoso de recibir esa pieza de oro puro en sus manitos, Squeo se interpuso tratando de devolverla diciendo a su hijo que escoja otra cosa menos valiosa pero el anciano volvió a insistir un poco más serio diciéndole a Squeo que su hijo debe ser dechado con el don de la palabra pues si Fulgencio perdía ese objeto ya habrá otro que lo remplace pero su acción y actitud de palabra debe ser irremplazable, y ése debería ser siempre un código de vida, Venancio a más del regalo recibió una norma de vida por parte del anciano, Squeo muy sumiso salió tras despedirse del anciano quien con un fuerte abrazo se despedía del niño agradeciéndole por su visita, por el gran ventanal vio al padre caminar lento junto a su hijo que llevaba sus manos extendidas portando ese valioso objeto, iba saltando de gusto a lo que Fulgencio sonreía tras la cortina, los vio entrar al auto y salir por la arboleda contigua a la gran mansión, instintivamente Fulgencio sacó de su gaveta tras girar la llave a una foto muy antigua, de esas que solo son de su entera exclusividad, se limitó a verla con detenimiento haciendo los correspondientes consabidos movimientos de manos en la foto sobre el escritorio pudiendo ver la foto con la lupa en la que cuidadosamente miraba el rostro de aquel niño, pero así como de inmediato lo sacó, de inmediato lo volvió a poner dentro de la gaveta, fue por una copa de brandy de esas que lo estimulan, la primera fue tomada con avidez, la segunda con pasividad, su respiración era intermitente haciéndose a un lado la corbata deslizada en su cuello abriéndose un poco más, era tanta la excitación recibida que tras beber la tercera copa de Randy abrió la gaveta viendo con detenimiento la foto, la yema del dedo fue a la entrepierna, no cabía duda, ese niño era muy parecido a Venancio, era como si el pequeño de la foto se hubiese trasportado en el tiempo y ahora estaba presente en su delante, sí, porque lo podía percibir ante ese deslizamiento de dos alargados, a través de esos labios bien formados, mediante esas inconfundibles cejas del color de ese sedoso pelo lacio castaño, era inconfundible aquella risa, como que se diera a entender que Venancio fuese la reencarnación de ese niño de la foto, como si fuese una consecuencia genética de generaciones a lo largo del tiempo para que pudiese darse la creación de ese precioso niño que ahora se había presentado ante él, suspiró bebiendo y observando con más detenimiento esa foto, las lágrimas se deslizaron por su rostro, le vino una ansiedad mayor, le hablaba a la foto diciéndole que lo deseaba en la cama, deseaba haber detenido el tiempo en aquel momento en que fue suyo, olía la vieja foto y le dio un beso con ese aliento etílico, pasó la foto por la entrepierna, se levantó a prepararse otra copa, ya hace rato que las puertas estaban cerradas quería su anhelada privacidad, pero unos toques suaves se hacían imperantes en la habitación amplia con resonancia, gritó que deseaba estar solo, de inmediato se dejó de escuchar golpes en la puerta, el anciano escucho segundos después que el seguro se movía, torpemente buscó el cofre colocando allí la fotografía, tan a tiempo la escondió ante la apertura de puertas que mostraban la presencia de su madre, sin palabras vio a su hijo sentado en ese amplio escritorio, hizo gestos como muecas señalando aquel lugar, Fulgencio asintió algo mareado, abrazó a su madre caminando hacia la bodega de vinos, abrieron un ánfora donde se encontraba entre la pared escondida que contenía un juego de llaves, el hedor del lugar provocaba taparse la nariz con pañuelo hasta adaptarse, la combinación de llaves hizo deslizar un compartimiento en donde se podía apreciar un esqueleto en forma longitudinal, la mujer con seguridad y vehemencia sacó la cabeza tomándola entre sus manos, la escupió al tiempo que Fulgencio llenaba con vino así luego de decir palabras ancestrales bebieron de la cabeza de la calavera, el ritual siguió con los dos fémures extraídos de la calavera haciéndose pasar por el cuerpo mojados con vino, sintieron el acostumbrado calorcito, la madre sentada en esa silla ritual y el hijo haciéndole masajes luego de colocar los huesos en su sitio, faltaba la parte de rezar simbólicamente arrodillados frente a un cuasi escondido e improvisado altar con figuras amorfas, imploraban su protección y luego se incorporaron, madre e hijo salieron de ese lugar hacia sus habitaciones pues faltaba el último paso recurrente que era el de meditar y obrar acorde con sus desafíos próximos en su vida significativa, tenían un tótem antiguo en cada habitación, Fulgencio tomó su medalla y la puso sobre aquel tótem, realizó un larga meditación orando en lenguaje antiguo, quedó acostado de bruces en el suelo, la puerta de su habitación se abrió lentamente, su madre apareció con una bata larga vestida con indumentaria antigua, se arrodilló junto a su hijo alzando los brazos, confirmaban su alianza a ese dios pagano, aquella deidad que era su protectora, aquel ídolo antiguo adorado por generaciones de la familia Arichabala que había perdurado pese a varias calamidades.
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La fiesta estaba en todo su apogeo, una angustiada mujer miraba el reloj en repetidas ocasiones, estaba sola en una mesa, la de siempre, no soportaría un incumplimiento más, pero no podía reaccionar, pese a su contrariedad ella estaba sometida a la voluntad de aquel hombre que por años había sido su amante, era difícil congeniar su compañía teniendo de lado a la de su hijo que pronto cumpliría los doce años, su angustia se diluyó cuando vio acercarse a su personaje esperado, se saludaron con un beso, le dijo que había sido un largo viaje pero al fin estaban juntos, merecían disfrutar del momento, hizo gestos a pedir una copa del trago de siempre, luego de beber fueron a bailar en la pista, de pronto para ella un frío recorríó la espina dorsal de su cuerpo, tenía en su delante al doctor Pérez, ex senador, el saludo de los caballeros fue afectuoso, pasaron largo rato del tiempo conversando de la nueva oferta agrícola, la incómoda mujer miraba a los amigos, el acompañante salió a bailar quedando ella con el doctor Pérez, desde hace muchísimo no habían cruzado palabra, la actitud atenta del doctor contrastaba con la forma recelosa de la mujer, ella años atrás cuando ella trabajaba para él como su secretaria, sin duda ella era la más hermosa de la oficina, la política hizo que ellos separasen su relación tras un fugaz idilio, el doctor preguntaba de su vida, aunque a la luz se podría dar cuenta que su adecuada relación con aquel prestante negociante y terrateniente forjaba un buen futuro, al decirle aquello la mujer se limitaba a sonreír y a asentir, miraba repetidamente el reloj, la tomó del brazo sacándola a bailar una suave melodía que daba por unir sus rostros con la mejilla, el doctor estaba complacido mientras ella estaba nerviosa, el doctor sentía aquello, de lejos el amante de ella los miraba bailar con sonrisa forzada, estaba a pocos pasos Joaquin Valdés que continuaba viendo apegados ese baile de su acompañante con su amigo el doctor Pérez, la pieza musical continuaba para la mujer cual si fuese una eternidad, el entrelazar los dedos y ese aliento chocando el cuello la turbaban al unir las mejillas más aún, volvía a sentir lo de hace muchísimo tiempo, volvía a ser ella junto a él, suspiró profundamente, el doctor la siguió paso a paso, al coincidir sonrieron, era una de sus melodías preferidas, ellos lo sabían y bailaban ya distendidos, volvieron a sentarse las dos parejas juntas, al poco rato Joaquin se despedía de su amigo con la promesa de volver a dialogar en su oficina, para la mujer fue muy extraño que Joaquin saliera rápidamente del baile, la llevó en el auto a otro lugar, al de siempre cuando la fiesta termina, a ese tipo de refugio alquilado por Joaquin en las afueras de aquella ciudad próxima, entraron y lo primero que hicieron fue beber copiosamente para luego acostarse desnudos en la cama testigo de tantos encuentros sexuales, no disimuló su inquietud al preguntarle a ella por la referencia del doctor Pérez, se limitó a contestarle que años atrás fue su jefe y ahora guardaban una estrecha relación de amistad, viéndola fijamente Joaquin asintió para después colmarla de caricias diciéndole cuanto la había extrañado y que ahora le pedía que olvidasen de los amigos, familia y del mundo entero, ahora estaban ellos solos en esa cama, ellos eran nomás, la mujer se entregaba a él no en presencia de cuerpo pues mientras era penetrada se imaginaba que el pene era del doctor Pérez, su antiguo jefe con el que había tenido una idílica relación de la que nació su único hijo varón, Daniel Eduardo, de cuya existencia desconocía el doctor Pérez, quien desconocía su paternidad con respecto a ese pre púber de doce años cumplidos, sí, desde hace catorce años ella se entregó a él, fue, es y será sin duda el amor de su vida, se supo casado y ella no quiso irrumpir en su meteórica carrera, no quiso decirle la existencia de su hijo varón, aunque a veces tenía deseos de hacerlo más se interrumpió aquello al saber que tenía un hijo varón de una empleada a la cual hizo su mujer y supo también que se había portado mal con él, pero veía en su hijo la presencia de su gran amor, así que ella de solo recordar esos momentos de penetración con el doctor se aferró a la cadera del hombre pidiéndole, más, más y más aun pensando en el doctor Luis Daniel Pérez, su verdadero amor, el hombre que la había hecho mujer, para ella era difícil de olvidar ese cuerpo del doctor, el ingenuo Joaquin se alborozaba por lo que estaba haciendo pensando que su pene le hacía furor a su amante, que valía la pena haber tomado tanto tiempo para estar con ella, se le hacía pensar en que él era un ser semental pese a su edad madura, sometiéndola, haciéndola suya, pensaba que había valido la pena tan largo viaje para disfrutar de su compañera sentimental.
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Aquella memorable mañana de media semana del primer día del mes de octubre de 1959 junto a su abuela se encontraban jugando la preciosa Sophie de 9 años y su hermanito el hermoso Aiden de 6 años que teniendo recién cumplida esa edad meses atrás fue sodomizado por Dylan en el lago, la madre que trabajaba en una factoría generalmente durante el día pasaba ausente ocupando esa responsabilidad la abuela de los niños, la mañana transcurría con mucha tranquilidad, serían cerca de las 10 a.m. cuando se vio a distancia la presencia de un visitante, se trataba del primo del padre de los pequeños, llegaba con regalos para todos, inclusive para la mujer ausente, precisamente con ella deseaba hablar, al no estar decidió esperarle, a los niños les trajo juguetes con los que se divertían, la anciana estaba muy gustosa de su prenda de vestir, se notaba de dónde había salido la expresión facial de interés por los regalos heredada por los niños, el hombre visitante pidió permiso para una ducha, la anciana gustosa le entregó toalla y jabón, la mujer solicita fue a preparar la comida, se percató que faltaban algunos ingredientes, la anciana iría de la mano de su nieto Aiden de compras, dejó al cuidado de la casa a Sophie que continuaba jugando en la sala, al salir en dirección al baño el hombre vio salir a la anciana con su nietecito, le preguntó a Sophie a donde irían, le dijo que de compras al mercado, la nena miraba con atención la pose de ese hombre, él se percató de ser observado de una manera inusual como lo hacen las pequeñas de su edad, le sonrió acariciándole el pelo, “¡eres muy bonita… Sophie!” “¿sabes?” “¡eres muy preciosa!” era la primera vez que estaban de esa manera a solas, la primera vez que de ese hombre tenía un franco y sincero modo de halagar, se sentía bien recibiendo esas palabras, su mirada se posó en la entrepierna vestida por la toalla puesta, vio que de repente el pene vestido se hacía erecto quedando como si fuese punta de lanza, Sophie miraba sorprendida, el hombre sonreía, ya en visitas anteriores se había notado la mirada de la pequeña puesta en él cuando cruzaba las piernas viendo ella el pene amoldado, a veces se rascaba la tela donde estaba el pene y ella lo miraba fijamente, en otras ocasiones él la rozaba con el pene por los hombros y a ella le gustaba mucho esos movimientos, Sophie era muy cariñosa, se apegaba más a ese hombre, le pasó la mano por las mejillas, “¡se te ve muy bien con esa ropita!” ella respondía con amplia sonrisa, vio al hombre que fue a poner seguro a la puerta, se acercó a ella acariciándole el pelo, “¡acompáñame!” “¡quiero mostrarte algo!” él iba adelante y ella atrás, caminaron por estrecho corredor hasta llegar a un semioscuro lugar teniendo al frente el baño, le acaricio el pelo y las mejillas para verle fijamente con cierta ternura disimulada, “¡eres muy hermosa!” le pasó el dedo índice por los labios “¡muy hermosa!” ella se puso cabizbaja, le alzó el rostro “¡no te apenes… eres muy linda!” “¡como tu mamá!” ella sonrió “¡eso!” “¡así me gusta… que sonrías!” “¡mi pequeña!” los dedos del hombre rozaban los labios “¡los tienes muy bonitos!” “¡muy ricos!” lentamente el hombre se acuclilló delante de la pequeña sujeta la toalla a la cintura, se acercó a la frente de Sophie para darle un sentido beso, al alejarse recibió una sonrisa de parte de ella, se puso en pie, “¿quieres ver qué hay dentro de aquí?” ella sólo respondía pícaramente sonriendo, el hombre fue lentamente deslizando la toalla hasta quedar en el suelo, se mostraba ese cuerpo desnudo con un erecto pene, el hombre esperaba alguna muestra de recelo de la pequeña, pero no, más bien sonreía viendo ese pene erecto, “¿lo quieres tocar?” “¿eh?” “¡mira…. Se mueve!” voluntariamente se movía el tronco del pene, la nena se maravillaba viéndolo, “¡ven… tócalo!” “¡te va a gustar!” el hombre estaba consiente que estaba pasándose de la línea de la prudencia, pero desde hace mucho tiempo esa niña le atraía mucho, ese sentimiento lo guardaba dentro de sí en cada mirada libidinosa que le ponía y que ella de a oco se daba cuenta de ls intenciones del hombre que ahora tomaba la mano d ela pequeña para juntas pasarlas por el erecto pene “¡así!” “¡así!” “¡pásala!” “¡pásala!” “¡eso!” “¡eso!” el hombre tenía los ojos rojos, se emocionaba sintiendo ahora que sólo la mano de ella rozaba su pene, “¡sigue!” “¡sigue!” “¡mi tesoro!” “¡sigue!” ella lo hacía con prestancia, le acarició el pelo haciendo que se acuclille, “¡ven!” “¡siente!” el glande le resoban en los labios, “¡abre!” “¡eso!” la boca se abría y de inmediato el glande entraba, sin lugar a dudas se había consolidado su deseo, a Sophie le gustaba el sexo oral, sin mucho pedir esa niña gustaba de hacer sexo oral, la lengua lamía testículos, pasaba por el glande y recorría todo el tronco del pene, la saliva dejada en el pene le llamaba la atención al hombre, más aún si se trataba de una formidable pasada de lengua mejor que la de una mujer de mayor edad que la pequeña, la abrazó, le dio un beso, el hombre entraba al baño, de afuera Sophie escuchaba el correr el agua salida de la ducha, el hombre enjabonado cantaba, según él ya había hecho mucho por ahora, tenía sentimientos encontrados, la conciencia le minaba negativamente por lo de haber hecho eso con Sophie, temía por lo que ella pudiese contar a su madre o su abuela, pensó que al salir le rogaría a esa niña que mantuviera la boca callada, de entre enjuagues de jabonadura vio entrar a Sophie, en su delante se deslizó el calzoncito delante de aquel adulto y así se mostraba su vaginita lampiña que el hombre la miraba por vez primera, ella se sentó sobre el inodoro, se escuchaba el choque de la orina, ella en algo gemía y suspiraba, se puso en pie para subirse el calzoncito pero el hombre ya estaba allí para impedirle, la abrazó y al hacerlo el pene rozaba el pecho de la pequeña, se inclinó para rozarle el glande por los labios vaginales, el hombre esperaba un quite al haber hecho aquello pero ella se mantuvo quieta y mostraba un deseo en su rostro que el hombre lo entendió, el adulto sonrió, de esa actitud se aprovechó sinceramente le hizo dar pasos atrás diciéndole: “¡acuéstate!” “¡eso!” la pequeña Sophie de nueve años se iba recostando sobre el inodoro, recordaba la postura hecha hace muchas semanas por aquel lugar en la cabaña del lago con Leroy, asimismo estaba abierta de piernas, miraba e su delante cómo aquel primo de su padre se agitaba el pene para rozarlo entre los labios vaginales, “¡quietecita!” “¡sólo estate quietecita!” “¡así!” mientras le decía esas frases el hombre sentía la tibieza de la vaginita en el glande, cerraba los ojos sintiendo por vez primera esa vaginita, ella sentía que el glande entraba, el hombre fascinado de tener así a esa nenita empujaba despacio el glande por dentro de la vaginita “¡quietecita… vas a sentir delicioso!” “¡ya lo verás!” de inicio le iba empujando despacio pensando que ese hoyito era virgen, Sophie para ese momento gemía poco, el hombre abrió los ojos viendo su pene en la vaginita, sonrió, es porque dio cuenta de algo que lo sorprendía pero que a la vez confirmaba algo, de un solo empujón de cadera hizo que el pene entrase con vehemencia, “¡aaaahhhhhh!” pasaron segundos de silencio en el que pene quedó dentro de las entrañas de Sophie, el hombre la miró al rostro, ella no quería verlo, le vino la vergüenza, el hombre sonrió, sin articular palabra fue moviendo la cintura, cada ve con movimientos más acelerados, mucho más, mucho más, mientras la pequeña Sophie gemía, cerraba sus ojitos y mordía sus labios, ese era al segundo hombre que se le entregaba, no dijeron palabras, solo se escuchaban sus gemidos, “¡la tienes rica… sí!” “¡muy rica!” “¡muy rica!” el hombre disfrutaba metiendo y sacando el pene haciéndola gemir a la pequeña niña preciosa, le imprimía cada vez más velocidad al deslizamiento del pene y en la metida en la vaginita, le alzó más las pierna y él se puso más inclinado haciendo furor la entrada del pene en la vaginita, ella seguía gimiendo aún más con esa postura de hombre experto que la tenía sujeta a su cuerpo, “¡así!” “¡así!” “¡te lo meto!” “¡te o meto… mi amor!” para Sophie esa última palabra significaba mucho, a su corta edad pensaba que era muy querida, el hombre se detuvo tras fuerte movimientos de cintura, le dejó el semen dentro, ella sintió que ese semen quedaba depositado en su vaginita, quedaron quieto por unos instantes hasta que el hombre s apartaba lentamente de ella sacando el erecto pene, la vio y no dejaba de sonreír ella estaba con recelo dibujado en su rostro, le acarició el pelo, la puso en pie llevándola a la ducha, al caminar se notaba los hilillos de semen en los muslos salidos de la vagina “¡hoy he tenido mucha leche!” sonreía mientras le limpiaba y acariciaba la vaginita, la miraba de manera interrogatorio quizás queriendo saber quién fue el primer que se comió esa “dona”, él se quedó duchándose y ella salió a seguir jugando en la sala, aún no llegaba la abuela, el hombre se sentó en el sillón viéndola jugar, el hombre terminaba de fumar un cigarrillo sin dejarle de verle jugar a la pequeña Sophie, rápidamente se acostar encima de ella, la nari le rozaba en el cuello “¡no cuentes aquello que hicimos en el baño!” “¡no lo hagas!” ella asentía “¡bien!” se levantó “¡toma!” la nena vio un billete de 1 dólar “¡es para que te compres algo!” la nena lo tomó y de inmediato salió a la tienda, en el trayecto se encontró on su abuela, Sophie le mostró el regalo del primo de su padre, la anciana sonriente le dijo que compre lo que guste, Aiden se sumó a acompañar a su hermana, al entrar la anciana fue ayudada por el hombre con lo de las compras le agradeció por el gesto, asimismo le agradeció por haber regalado a Sophie ese dinero, “¡lo hice porque veo que es una buena niña!”, ya eran pasadas la 1p.m. de aquel día cuando todos estaba renidos en la salita tras haber almorzado, la anciana tejía atenta mientras los dos niños jugaban con sus juguetes animadamente, el hombre solicitó uno de los cuartos pues tenía sueño, la anciana le indicó que podía tomar la pieza en donde dormían los esposos, era la cama más amplia, agradeció y se retiró no sin antes disimuladamente hacerle señas a la pequeña que entendió rápidamente las intenciones del hombre visitante, al rato se notaba que la anciana caía en profundo sueño demostrándose con los ronquidos, de la mano se le cayó la sesta, medio adormitada la puso en la mesa yéndose a su habitación a dormir, Sophie la siguió cerciorándose de su sueño profundo, de inmediato pasó por la sala donde se encontraba Aiden muy atento jugando con el juguete que Dylan se lo había obsequiado por “jugar” con él, Sophie fue al cuarto donde estaba e hombre encontrándolo desnudo por completo acostado en la cama estirándose el pene venoso, velludo y bien erecto, “¿ya se durmió?” ella arrimada en la puerta mirándole sonriente asentía, “¡míralo!” “¡quiere cogerte!” “¿quieres?” ella lo miraba fijamente y sonreía, tenía un dedo metido en la boca, miraba ese pene erecto, “¡míralo quiere jugar allí!” la mano del hombre indicaba a la vaginita, ella instintivamente se llevó la otra mano a la vagina vestida debajo de su vestidito, “¡te gustó lo del baño!” “¿verdad?” ella sólo sonreía sin dejarse de rozar la mano, “¡ven… sé que lo vamos a hacer mejor ahora!” “¡ven para enseñarte!”, la nena seguía arrimada al marco de la puerta rascándose la vaginita vestida, “¡ven!” se acercó, él se sentó en el extremo de la cama, le acariciaba los brazos y los muslos yendo a bajarle el calzoncito por dentro del vestidito que llevaba puesto, vio que quedaba en los tobillos, “¡alza los pies!” le dijo, salieron las sandalias quedando descalza, le hizo recorrer con la mirada los alrededores de la habitación donde dormían sus padres, “¡mira… aquí hacen el amor tus padres!” “¿sabes por qué lo hacen?” la miró sonriente “¡lo hacen porque se aman!” “¡sí… Sophie!” “¡porque se aman!” “¡aquí declaran su amor!”, “¿quieres que declaremos nuestro amor aquí?” la niña sonreía y sorprendentemente aquel hombre recibió un “¡sí!” de parte de la pequeña de nueve años, “¡enhorabuena!” “¡ven!” le dio besos en el cuello, mejillas y finalmente un sentido beso en a boca, “¡así se empieza!” “¡ahora quitemos esto!” el vestidito iba saliendo por el cuerpo de ella, el hombre quedó fascinado viéndola totalmente desnuda, “¡eres preciosa!” “¡acércate!” la tomó de la mano llevándola al extremo de la cama, “¡ahora te voy a enseñar cómo se declara el amor!” se acuclilló delante del cuerpo doblado en la cama de Sophie, el rostro del hombre rozaba la vaginita haciéndola suspirar a la pequeña, la lengua rozaba el clítoris, el hombre sonreía y se preguntaba cómo así esa vaginita tan tierna de nueve años ya se usaba en ligas mayores, sonrió viéndose el pene en cuyo glande estaban restos de líquido pre seminal, escupió varias veces la saliva en la vagina, le metió parte del dedo para lubricarla y de inmediato le iba metiendo el pene como que el gemido fuese una tonada ella exclamaba “¡aahh!” “¡aaahhh!” “¡aaaahhhh!” “¡aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!” y así fue que le iba metiendo el pene hasta el fondo y luego bombeaba haciéndole sentir mujer en brazos de otro hombre que no era Leroy su iniciador, la metamorfosis en Sophie estaba en todo su apogeo, lo que al principio era dolor ahora se convertía en gozo como alguna vez se lo ijo Leroy, y lo experimentaba ahora con ese visitante en su casa, lo que ambos no se percataron de la figura de Aiden, aquel pequeño de seis años que arrimado a la puerta la había abierto pues estaba sin seguro, el niño apreciaba ese movimiento con el aquel visitante sometía a su hermanita, rápidamente el hombre le hizo entrar poniendo seguro a la puerta, Sophie rápidamente se cubrió con la sábana al verse descubierta por Aiden, el hombre desnudo fue a su pantalón sacando un billete de 2 dólares, “¡toma!” “¡con la condición de qe no dirás lo que has visto!” “¿me oyes?” el niño abrió los ojos, para su corta edad tener ese billete en sus manos representaba muchos dulces, brinco de gusto teniendo el billete, “¡me lo prometes!” “¡no dirás lo que viste!” “¿de acuerdo?” el nene asintió, a la mente del hombre vino la idea de no visitar por un buen tiempo de visita en este lugar, fue a acostarse en la cama, estaba algo preocupado, Aiden vio que el hombre junto con su hermana se cubrían con la sabana con la que se tapaban sus padres, se vio que el hombre se acostaba encima de ella, le hizo señas al nio para que saliese del cuarto fue en dirección al seguro de la puerta sacándolo, al abrir la puerta giró para ver que la sabana se alzaba y bajaba al movimiento de cadera del hombre sobre el cuerpo quietecito de su hermana que seguramente estaba embistiendo el pene a la vaginita, los resortes de la cama sonaban, el hombre movió el rostro viendo aún la presencia del niño, le hizo un gesto para que saliera de la habitación, al salir vio de nuevo esos movimientos de la sábana, vio que el hombre unía la frente con la de Sophie, al salir escuchó: “quietecita… aún tengo suficiente leche para ti” Aiden escuchaba los gemidos de su hermana, el sonar de los resortes de la cama, vio su billete, sonrió, la puerta se cerró con un sonido en la cerradura.
FIN DEL CENTÉSIMO NONAGÉSIMO QUINTO EPISODIO
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