METAMORFOSIS 197
Cuartos.
Un niño y un púber agarrados del tronco flotaban aguas abajo alejándose mucho y ya viéndose bien a solas río abajo lo empujaron hacia la playa y se sentaron sobre el tronco en la orilla, Los dedos de los pies de Lastenio frotaban desde la rodilla hasta los pies del pequeño Luis en insinuante señal erótica, Lastenio llevó sus manos a la entrepierna del pequeño metiéndola por el calzoncillo y ambas caras se unieron viendo cómo Lastenio hurgaba dentro de la tela estirada masturbándole el pene al pequeño Luis que se reía de lo que le hacía con gusto, al ratito Lastenio deslizó su mojado calzoncillo por sobre las piernas dejándose ver el pene mulato quinceañero bien tieso corriéndose el prepucio descubriéndose el glande que pasaba de rojo claro a un color amoratado, los ojos del pequeño Luis no dejaban de ver tales movimientos rápidos de los dedos quinceañeros, Lastenio tomó la mano de Luis para que la frotase por su pene, de inmediato se detuvieron, Lastenio tomó de los hombros al pequeño encorvándolo de pecho sobre el tronco deslizándole el calzoncillo llegando a los tobillos se puso a pasar dedos por el ano de Luis para luego frotarle el pene entre glúteos del pequeño Luis, un sentimiento de temor le vino a Lastenio de que los estuvieran viendo, se subieron los calzoncillos corriendo a esconderse por los arboles tupidos con matorrales, ambos chicos corrieron entre los matorrales por la orilla del río aguas abajo hasta llegar a un escondite de árboles caídos cubierto por ramas que estaba sobre un banco de tierra formando una especie de cueva entre sus uniones, Lastenio ya lo conocía en sus caminatas de pesca y cacería de pájaros, se sentía seguro de la privacidad y lejanía del lugar, por eso juguetonamente empujó a Luis en su interior cayendo de boca sobre la arena, vio papeles regados con restos de excremento producto de algunas necesidades biológicas, Lastenio se arrodilló a su lado para deslizarle el calzoncillo de baño, Luis miraba la acción riéndose y dejándose, se imaginaba lo que le iba a pasar, puso el calzoncillo a un costado del cuerpo de Luis luego se sacó Lastenio su calzoncillo poniéndolo sobre el calzoncillo de Luis, ya tenía el pene quinceañero muy duro erecto, corrió el prepucio delante de Luis diciéndole que lo mire, luego lentamente se acostó en la arena dejándose ver ese culito voluminoso, Lastenio agitaba el pene para que su glande pueda actuar frotando el trasero de Luis que gemía al intento de penetración, Lastenio abrió más las nalgas de Luis aquel nene de seis años, a Lastenio le gustaba sentir la punta de su glande muy próxima a la entrada del tibio ano de Luis, trataba de empujarlo para adentro pero Luis se resistía moviendo su cuerpo a los lados incomodando la tarea de sodomizarlo, le decía que ya tenía edad para el aguante, Lastenio hacía que su pene roce por entre las nalgas de Luis que eso si le gustaba porque sentía delicioso, Lastenio no paraba de besarle el pelo bajando sus labios besándole las mejillas expulsando su aliento golpeándolo en las orejas de Luis, Lastenio lamía los filos de la oreja con tanta pasión que buscaba los labios de Luis para besarlo, el pequeño recibía el movimiento de cadera de Lastenio en sus nalgas, al momento Luis se dio cuenta que por su espalda corría un líquido tibio, sobre su cabeza se apoyaba la barbilla de Lastenio que por la nariz expulsaba el aire haciéndole mover el pelo, Lastenio habría su boca para chupar el pelo de Luis, le gustaba pasar sus mejillas por ese pelo húmedo sedoso con olor característico de niño precioso, con su pene puesto en la entrada del culo Lastenio notaba que aún seguía siendo virgen el trasero de Luis, lo puso de espaldas al niño abriéndole las piernas haciéndole que sus piernas se apoyen en los brazos del pequeño mostrándose a sí a plenitud el pene y el traserito, así le hizo Lastenio ese movimiento de glande quinceañero de piel mulata sobre el penecito de Luis de piel blanca de seis años, Luis miraba esos movimientos de ambos penes, vio la cara de Lastenio expresando satisfacción, luego, la carita de Luis casi rozaba el pene de Lastenio, agitaba el pene, Luis no dejaba de ver agitarse y moverse a ese pene mulato por sus brazos y estómago, con voz baja Lastenio le decía a Luis, vamos Luis, déjate, vamos a jugar como siempre, ahora que no hay nadie lo vamos a hacer mejor, ya no te va a doler, verás que te va a gustar, te voy a enseñar muchas más cosas que te van a gustar tú si quieres, verdad, Luis resignado asintió y se dejó llevar como siempre de las intenciones sexuales de Lastenio, el pene se deslizaba por el penecito, así, con el pasar de los minutos horrorosamente se iba deformando el rostro de Lastenio mientras decía mío, mío, mío a Luis diluyéndose la escena en espirales del tiempo como que ambos cuerpos caían en un portal dimensional indescriptible; así que muy de pronto, vino un gran sobresalto a Luis, pues a los pocos segundos abrió los ojos viéndose en la soledad de su cuarto oscuro, sudaba copiosamente, su respiración estaba muy acelerada, su boca muy reseca, su pelo muy alborotado, sus manos denotaban estar muy sudorosas que pasaban por su frente, había tenido un sueño, poco a poco tomaba conciencia de la realidad del momento viéndose a solas en la oscuridad de la habitación de su recién comprada casa en los alrededores de la capital cuyo motivo fue la acción de sus negocios compartidos y administrados para su abuelo Rodolfo Buonanote, Luis recordó su sueño cuando tenía seis años, aquel año de 1929, ahora en el primer día de diciembre de 1958 a sus treinta y cinco años de edad el sueño le recordaba en efecto aquellos encuentros sexuales con el difunto quinceañero Lastenio, sí, allá por el año 1929, precisamente el año de nacimiento de su primo Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote, por instinto vio el calendario en su delante, sonrió, pensando aquello hace casi treinta años, miraba sus manos, la entrelazó, la luz de luna mostraba aquel papel, se recostó deslizando su pijama viéndose el pene con restos de semen, sonrió levantándose de la cama yendo hacia el calendario que le mostraba los primeros días de diciembre de 1958, volvió a repetirse a sí mismo lo que fue hace casi treinta años desde aquel hecho, exclamó, a sus treinta y cinco años aún en sueños recordaba a ese mulato asesinado misteriosamente que lo inició en el sexo siendo tan pequeño, su inclinación sexual se lo debe mayormente a su tío René Buonanote quien lo desvirgó pero a Lastenio le debe aquellos inicios; pasaron pocos minutos, era la llegada del alba, Luis Izaguirre Buonanote pensó cómo pasa el tiempo, decidió bañarse limpiándose el pene una vez liberado el semen impregnado en la piel, se perfumaba íntimamente, pensó en la agenda de hoy, pensaba que con un año más pronto acabaría esa década maravillosa, era lunes, a las primeras horas de la noche debería estar en la estancia de su abuelo Rodolfo, seguramente aquel sueño condicionaba sus anhelos de cama, se dijo a sí mismo que ya pronto “él” vendría, sólo se preguntaba si su semen estaría a la altura del encuentro sexual con “él” en pocas horas, se metió entre cobijas, pero el calor de temporada hizo que fuera liberándose de a una por una hasta quedar acostado plenamente desnudo, pasado un rato abrió los ojos, vio el reloj despertador, de súbito se levantó de la cama, ya era hora, su acelerada respiración contrastaba con el latir de su corazón, presuroso se vistió perfumado, bajó las escaleras de aquella casa de soltero, encendió la marcha del motor de su auto que al salir del garaje el metal brillaba por efecto del sol, el auto lentamente daba marcha por aquellas calles, los ojos claros de Luis observaban las figuras de los transeúntes y de pronto en una esquina estaba aquel esperándolo discretamente, unas cuadras más alejadas de las de costumbre como le había indicado, sin perder la marcha lenta del auto el pasajero abrió la puerta y se sentó en el lugar de atrás con mucha prisa con la idea de no ser visto, luego así, el auto aceleró la marcha retornando a la casa de soltero a los pocos minutos, la puerta del auto se abre y salen dos pies con sandalias polvorientas, las manos sostenían una cesta que contenía pan y fruta, esperó a que Luis salga, juntos entraron en esa casa amueblada, la mirada del quinceañero recorría el lugar, pese a que ya había estado varias veces allí aún no se cansaba de ver aquellos adornos y ambientes de época de mediados de siglo XX, siguieron su camino hacia la habitación, al entrar dejó en una mesita la canasta que era el mandado contenido en la canasta era para Luis, lo llamó para que se acerque al baño, el quinceañero se deleitó viendo esa tina llena de espuma de jabón, se desvistieron y entraron desnudos entre el jabón, los manoseos no se hicieron esperar, sutilmente se tocaban y se masajeaban con esa espuma y olores de sales en el agua digno del millonario Luis Izaguirre Buonanote, ese apellido paterno correspondía a un padre suplente, en realidad un campesino lo engendró en el vientre de la difunta madre de Luis aprovechándose de esa mala etapa de relación conyugal, los pies sobresalían sobre la espuma de jabón, eran pies planos con dedos alargados, se escuchó un gemido por parte del muchacho, su boca se abrió con una notoria exclamación, estaba arrimado de espaldas al borde de la tina, dentro del agua sus manos buscaban aferrarse a los muslos velludos de Luis Izaguirre, el muchacho estaba sintiendo ser penetrado en el ano, así, los movimientos se hicieron seguidos, sentado sobre Luis se encorvaba un poco haciendo más fácil el deslizamiento del pene por el trasero, Luis recordaba lo del sueño cuando Lastenio lo sodomizaba, mordía los labios con sus manos aferradas a la cintura del quinceañero, haciendo los movimientos constantes de cadera, le besaba frecuentemente la espalda al muchacho con mucha pasión, no importaba besarle el pelo mojado con espuma de jabón, la pasión y el deseo desenfrenado lo desbocaba besándolo apasionadamente, el muchacho lo notaba y le gustaba sentirse acariciado de esa manera fogosa, ahora sentado sobre el chico acomodaba su trasero para que el pene del muchacho lo penetre, así, pecho pegado al pecho se besaban y a la vez Luis exclamaba al ser él ahora el penetrado por el pene joven de aquel muchacho recién llegado a esos lares de la capital con su abuela, los gemidos eran frecuentes y se los exclamaba con deseos al estar solo los dos personajes en aquella casa de soltero muy bien arreglada, Luis no paraba de besarlo, le decía que era su chico, su chico lindo, bonito, hermoso, el muchacho seguía el ritmo de su pene juvenil, ambos pechos y ambas frentes se unían igual que los labios en besos apasionados, la espuma de jabón se deslizaba sobre la piel en aquel cuarto de baño intimo para sus necesidades sexuales desenfrenadas, se detuvieron, se recostaron sobre el extremo de la tina de baño muy juntos pegaditos tomados de la mano viéndose la cara emitiendo sonrisas viéndose su acelerada respiración, ahora era el momento de salir a ducharse, allí lo encorvó al muchacho en posición perrito haciendo que el agua salida de la ducha caiga sobre la espalda del quinceañero mientras sujetaba las caderas y tallando el pene peludo ese trasero quinceañero, le decía que era su bebé y que sienta lo que le estaba haciendo, que sienta que los testículos rozan los glúteos, todo el tronco entraba en ese ano de piel sedosa debido a su edad juvenil, lo disfrutaba plenamente aquel cuerpo quinceañero, veinte años los separaban de sus edades, Luis penetraba y penetraba haciendo sentir su posesión de aquel hermoso cuerpo, sacó el pene para que el muchacho enjabone y le limpie con la ducha, Luis se encorvó para que el muchacho haga lo mismo, el pene entraba y salía del ano de Luis, se sentía con un gran goce, sentir eso era recordar algo así lo que Lastenio le hacía siendo muy niño, recordaba el momento en que fue desvirgado por su tío en aquel lugar montañoso apartado de la estancia donde vivía con sus padres y su hermano Maximiliano, cerraba los ojos para tratar de sentir mejor esa penetrada de pene en su trasero velludo, los dos salieron de aquella habitación de baño, se dirigieron al cuarto contiguo donde los esperaba la cama, los cuerpos desnudos se desplazaban por la cama dándose besos apasionados, más lo hacía Luis, era el más incisivo, lo encorvó metiéndole el pene por el ano y así lo sostuvo con sus manos haciendo el mete y saca hasta quedar quieto pues le vino la eyaculación, viéndose hilillos de semen saliendo del ano del quinceañero, Luis lo sentó en el extremo de la cama, no importaba que dejase restos de semen en la sábana, le hizo que abriera las piernas así sentado para que el pene quinceañero quede descubierto a plenitud, tanto así para que la boca de Luis se abriese ampliamente introduciéndose el pene del quinceañero, así al poco rato luego hacer tantas chupadas Luis tragó el semen alojado en su boca, el muchacho cayó recostado en la cama, había terminado de eyacular dentro de la boca de Luis Izaguirre, quien iba a pensar que ese prestante personaje de los negocios capitalino tendría esa novedad sexual de chupar penes de jóvenes visitantes a su casa de soltero, este quinceañero para Luis le resultaba muy especial y era con quien más lo hacía sexualmente hablando, fueron de nuevo al baño, pasaron por la tina metiéndose a seguir relajados en la espuma de jabón, sus cuerpos unidos con las manos entrelazadas experimentaban placer y pertenencia mutua, unieron sus rostros dándose amplia sonrisa y los consecuentes besos, relajados estaban allí casi dormidos con sus cuerpos unidos que antes habían estado bajo el agua, el muchacho se sentó sobre el cuerpo de Luis que frotaba el pene con todo el glande descubierto por el trasero de su joven amante, las sensaciones para ambos eran las deseadas en esas circunstancias de entrega, Luis había hecho de su vida libre en esos placeres, conocer jovencitos humildes y llevarlos a la cama, éste era su especial, siempre eran así los encuentros, luego de estar dos veces en la bañera pasaban a la ducha por segunda vez, allí hacían los acostumbrados manoseos para caer en la cama y bajo las sabanas rozarse las extremidades con besos prolongados en donde el más entusiasta en la relación es Luis, deseaba ser amado incondicionalmente con el chiquillo, las horas pasaron, era el momento de la despedida, Luis dejó a su amante niño en la misma acera donde lo recogió al bajar llevaba unos cuantos billetes de mediana denominación que los contaría al sentirse solo, el auto dio marcha rápida en su largo viaje hacia la estancia Buonanote, serían varias horas por ese camino tortuoso, durante el recorrido Luis podía ver las plantaciones de colín de banano que se plantaban en grandes extensiones de terreno bordeando los extremos de la carretera, asimismo se veía las infraestructuras, el país de la canela se estaba haciendo bananero a causa del boom, se detuvo a refrescarse bebiendo en un quiosco la consabida agua de frutas, se arrimó a su auto fumando el cigarrillo con filtro que estaba de moda, vio el acogedor paisaje campestre de su alrededor, vio mujeres pasar con niños harapientos, uno de ellos en el rasero el short ajustado tenía un orificio mostrando las líneas de separación de los glúteos y la piel brillosa que demostraba el alto grado de colágeno en la humanidad infantil, pasaban otros chicos de igual edad como el que había estado antes en la cama, fornidos llevaban carga, descalzos y con piernas rellenas, suspiraba al ver esos traseros voluminosos agarrándose el pene vestido, tomó la marcha en su vehículo no sin antes haber puesto combustible y agua en el radiador, para cuando llegó ya el ocaso se hacía presente, una desesperada mujer llena de emoción lo recibió en la puerta de entrada de la gran casona rural de terrateniente, la mujer le dijo a visitante que su abuelo estaba por llegar, con eso de las próximas elecciones del pueblo sus consejos eran muy importantes, Luis sonrió pensando que su abuelo no perdía la costumbre y tradición política, ayudaba a los candidatos de su preferencia y por tanto siempre eran los ganadores en el conservadorismo imperante pues pese a estar en una semi dictadura se veían unos que otros tintes democráticos, Luis entró yendo a su cuarto escoltado por la conviviente de su abuelo, se saludó con el personal de servicio de la casa, extrañaba ese olor a madera de la casona, le recordaba su niñez y juventud vivida allí, se dio una ducha y se recostó desnudo a meditar lo que se vendría como actividades en ese fin de semana con su abuelo, ser el primogénito de los nietos tenía una ventaja en recibir consejos, más, Luis era consciente que Gustavo Adolfo era el nieto favorito de su abuelo Rodolfo Buonanote, ahora aún más que a su abuelo le había declarado sus inclinaciones sexuales por los de su mismo sexo, había por tanto un cierto recelo con su primo menor al que le llevaba casi seis años de diferencia de edades, recordaba que estuvo a punto de ser suyo en aquella vez en que su difunta prima los sorprendió siendo niños, desde ese momento nunca más jugarían a solas y se fomentó el recelo hacia Luis con mucha discreción, su abuelo sabía su preferencia sexual, la asimilaba tratando siempre de disimularlo pero la soltería de Luis con el pasar de los años se hacía evidente el no tener una compañera sentimental, todo era una apología en su vida, suspiraba teniendo un cigarrillo en su boca, últimamente se le daba por fumar copiosamente, era lo chic de moda por esa época, Bogart ya había muerto hace un año aproximadamente y había dejado en sus fans cinéfilos esa costumbre de buen fumador, escuchó las tonadas del reloj de péndulo de la sala, ese tic tac tan recurrente en su mente desde la infancia, respiraba profundo para oler la resina, vio la entrada de la noche por ese amplio ventanal, pasó la mano por la suave sabana recién lavada olor a lavanda, se vio el pene flácido, sonrió recordando lo que había hecho hace horas, de inmediato se puso erecto tras ser manoseado sutilmente, se quedó viendo el glande, sonrió ampliamente recordando aquella vez que ese glande entró en el ano de aquel niño que se entregaba a él, recordaba esas manitos aferradas a las rocas y ese glande penetrándole las entrañas del ano de Leandro saliendo un hilillo de sangre tiñendo el agua, de sólo recordarlo el pene de Luis se ponía muy erecto, ese niño que ahora era un hombrecito, suspiraba recordando el rostro de aquel personaje de su juventud al que desvirgó en ese lugar al que mañana iría, a su mente le vino luego la imagen de su padre, su verdadero, aquel campesino recio y fornido, cuya sonrisa había heredado de lo mucho en cambio que se parecía a su madre en forma física, recordaba aquella niña a la que su padre creía ser su hija pero en realidad había sido de otro hombre, de aquel idilio que sorprendió a la mujer del campesino Lucrecia con aquel hombre de negro esposo de su prima, esa niña era el resultado de ese idilio al que su padre el campesino desconocía y paradójicamente esa niña fruto de la traición sin saberlo era consciente del amor que le tenía al cuidarle bien, hizo puño pues recordaba ser testigo de las infidelidades de la esposa de su padre el campesino en aquella planta de alimentos en la que él trabajaba, aquella vez en que Lucrecia se entregaba a ese hombre que finalmente fue asesinado, aquel hombre que fue esposo de su prima, el tiempo transcurría y la suave brisa iba desapareciendo para ver la pausa en las ventanas cubiertas de tela puesta para la ocasión de su llegada, Luis miraba a su alrededor, se vio desnudo en la cama y eso le daba seguridad con libertad en su privacidad de hombre que deseaba en ese momento hacer el amor, se contuvo en querer masturbarse, recordó la pronta venida de Leandro seguramente en las próximas horas, con él, con el nieto de la conviviente de su abuelo haría el amor en aquella noche decembrina de 1958, se lo había propuesto, mantuvo su deseo vistiéndose luego bajando las escaleras, tenía puesto su acostumbrado pijama y las pantuflas suaves para el efecto, se sentó con su copa servida del coñac que tanto le encantaba a su abuelo, probó del adecuado liquido alcoholizado importado, prendió un cigarrillo con filtro, ya habían pasado tres horas desde su llegada, decidió caminar por los alrededores de la gran estancia familiar, a lo lejos se divisaban luces de una propiedad que otrora le habían pertenecido a su padres y que ahora le pertenecían al doctor Pérez quien fuera su padrastro, allí ahora estaba a cargo la entenada del doctor Pérez, dio unos cuantos pasos cuando escuchó el rugir del motor de un auto, se estacionó en la entrada del auto salió el anciano europeo siendo recibido por su conviviente, entre los geranios vio Luis la figura de su abuelo, hizo un silbido característico que al escucharlo el anciano dio un giro sorpresivo de su cuerpo para ver la procedencia del lugar, luego giró para ver que la mujer asentía con sus pensamientos de creer la presencia de su nieto Luis en el sector, le agitó el sombrero, estaba muy emocionado, le había ido bien el pueblo con las autoridades puestas a voluntad y muchas veces condicionadas para su tarea de gobierno local, otra vez se escuchó ese silbido característico que siendo muy niño Luis lo aprendió de su abuelo, ese silbido que todos sus nietos lo aprendieron de él, ese silbido de pastor caucásico, ese silbido ancestral en su prole, por tercera vez lo escuchó ya estando en su delante Luis, abuelo y nieto se abrazaron fuertemente entrando en la gran casona, conversaron mucho tanto en la comida como sentados en el balcón bebiendo del rico brandy típico a la salida de comer, la mujer sentada atenta estaba escuchando sus vivencias, Luis hablaba de su interés por invertir en la industria atunera, aunque los tumultos citadinos menguaban el deseo, la inestabilidad social se hacía reaccionaria y violenta en todos los lugares de la capital, sin embargo gustaba además la idea de asociarse en la producción de banano, Rodolfo asentía escuchándole con los dedos pegados entre sí mirándole fijamente, de su peculio de tierras había invertido en el banano tan de moda en esa época en el país de la canela, hablaron de la situación del actual gobierno pese a su perfil dictatorial los inversionistas abrían mercados en su orbe, de eso se beneficiaban Luis y su abuelo, comentaron la precaria situación económica de su tío político y yerno, Carlos Felipe del Olmo, esposo de Noelia, para ese instante se oyó una voz saludando, era Leandro, se acercó a dar un abrazo a Luis y Rodolfo, la abuela llevó a su nieto a servirse comida, había llegado recién del puerto, estaba de licencia tras trabajar todo el fin de semana y se incorporaría el miércoles próximo, Leandro había conseguido recientemente trabajo en aquel astillero pese a la negativa de Rodolfo para que el muchacho se quedase a ayudarle en la estancia, Leandro decidió abrirse campo en su trabajo pese a también los ruegos de su abuela para quedarse en la estancia, estando próximos Luis y Leandro se miraban discretamente, ya avanzada la noche se veía el reflejo de una figura humana deslizándose en la pared, el silencio era extremo en esa casona rural que ya registraba en el tiempo el segundo día decembrino de 1958, acostado en su cama Luis tenía fija la mirada en la puerta al momento en que se abre lentamente dando paso a la presencia de Leandro en que a través de su traje de dormir se notaba el pene erecto vestido a través de la tela fina que apenas los rayos de luna de esa manera lentamente se acercaba a la cama, se deslizó la tela mostrándole el pene erecto, le preguntó si lo había extrañado y Luis simplemente con amplia sonrisa asentía al ver ese delicioso pene, hasta eso que Luis se incorporó recibiéndolo con los brazos abiertos uniendo sus mejillas oliéndose la piel, con ojos cerrados sentían la tibieza y tragar saliva del deseo de poseerse, Leandro se desnudó con lentitud dejando la ropa de dormir en el suelo, Luis alzó la sábana para que ingrese su amante, culminaría así ese día lleno de sexo haciendo el amor con Leandro, los gemidos eran muy extendidos como lo era también las formas de roce de las piernas, haciéndose cada vez más intensa la pasión de sentirse el uno al otro, chupándose mutuamente los penes peludos en un característico 69, el primero en penetrar fue Leandro, Luis se dejaba con pasividad sintiendo cómo ese tronco entraba en el ano del descendiente de europeos caucásicos, sí, claro que sí le decía Luis, claro que sí, decía refiriéndose al haber extrañado ese pene, lo que realmente a ojos cerrados Luis exclamaba era que se lo meta todo, crecía la intensidad del mete y saca del pene que era justificado ante tanto tiempo después de verse, las manos entrelazadas demostraban ese deseo confirmado de gustarse mutuamente, las piernas de Luis a los hombros de Leandro y el desliz de la cadera hacia adelante y hacia atrás motivaban a gemir mutuamente a los amantes, el semen de Leandro quedó en el pecho de Luis quien reía de lo que había hecho, ahora Leandro estaba arrodillado encima de la cama lamía y chupaba el pene del acostado Luis, ya estando muy ensalivado lubricó el ano de Leandro haciendo que el tronco del pene se deslice por dentro haciendo sentirlo en sus entrañas moviendo adecuadamente las caderas, así, sometido Luis en esa postura ahora él con sus tobillos al hombro de Luis que satisfecho cerraba los ojos mordiendo los labios sintiéndose en lo más excelso, las manos entrelazadas ante el estiramiento de sus brazos, cada vez las manos se apretaban con fuerza mayor, hasta que Luis fue de a poco deslizándolas, era que Leandro sintió en sus adentros del ano ese semen del sexualmente prodigioso Luis, aquel al que desvirgó el trasero de Leandro y se lo estaba haciendo conocer agitando el pene con semen, le dijo que nunca se olvide con él quien tuvo su primer experiencia, aquel que fue su primer desvirgador y mientras Luis decía a Leandro aquello el semen de Luis salía por el ano de Leandro, sacaron un recipiente con agua debajo de la cama, se asearon limpiándose con la toalla amplia de Luis y se acostaron desnudos cubriéndose con la fina sábana, la yema de los dedos recorrían las pieles de sus tibios cuerpos, así quedaron dormidos, horas más tarde un sobresalto de Leandro hizo despertar a Luis, vieron aparecer el alba, Leandro se vistió saliendo de la habitación furtivamente, Luis por su parte vio esa espalda y ese trasero voluminoso que horas antes había disfrutado a plenitud Luis en verdad que estaba enamorado de ese trasero hermoso y suave notándose el colágeno en la piel juvenil de Leandro, la puerta se cierra y Luis le da un suspiro, bosteza, estira los brazos y nuevamente se recuesta sobre la fina almohada, rato después queda dormido pero en un par de horas el cantar de gallos lo despierta y empieza a estirar su cuerpo viéndose el pene abultado en el pijama, sonríe, recuerda lo vivido anteriormente con su amante Leandro, pasa sus brazos estirados con sus manos por la fina tela de la sabana, suspira, se sienta en el extremo de la cama, ve el resplandor del sol entrando por la ventana, suspira de nuevo ahora con un prolongado bostezo que casi hace funcionar los lagrimales, pone sus pies sobre el entablado, cierra los ojos pues lo estimula un flashback recordando los labios del difunto Lastenio besando aquellos pies en ese entonces unos hermosos bien cuidados piecitos infantiles, era como un ritual de inicio ante lo que vendría sexualmente, los ojos de Luis se abrieron viendo su bulto en la entrepierna, se deslizó el pijama mostrando ese rozagante miembro viril muy erecto, deseoso de hacer sexo, suspiró emitiendo largamente el nombre de Leandro, sus pies eran muy bien cuidados, de eso había heredado la costumbre de su difunta madre y de las observaciones que siempre le daba su abuelo al quedar huérfano y separado de su padre, Lastenio y otros con los que había hecho sexo le decían lo mismo referente al buen cuidado que le daba a sus manos y pies bien presentables, Luis tenía claro que eran muy parecidos a los de aquel hombre inclusive el tamaño de su pene había sido heredado de su verdadero padre a diferencia del peqeo pene del que creía era su padre una vez que por casualidad entró en el baño y vio al adulto desnudo listo para ducharse, sí, la mayoría de su cuerpo lo había heredado genéticamente de aquel campesino, que era su verdadero padre, agitó con más fuerzas sus pies sobre el entablado impregnado de gasóleo, los pies sintieron la frialdad del entablado, se movían con seguridad aquellos dedos bien formados muy parecidos y heredados de su verdadero padre ese campesino a quien lo engendró en el vientre de su madre estando casada con Guillermo Izaguirre, ese niño fue el fruto de idílico romance de sus padres en un matrimonio con apariencias, los pies puestos en el entablado le recordaban a Luis que parte de su ser lo llevaba heredado de su padre campesino, suspiró, fue al armario a escoger la ropa, buscaba algo acorde a montar a caballo, deseaba galopar en el monte pues su intención es la de entrevistarse con su verdadero padre y pasear por aquellos lugares que le recordaban su infancia, bajó a desayunar y luego de una breve charla en el comedor con su abuelo se dirigió a las caballerizas allí acarició a su noble alazán, para aquel tiempo ya estaba galopando por los alrededores de las antiguas propiedades que ahora le pertenecían a su padrastro y de las que estaba a cargo la hijastra, el fresco aire hizo que galope por las riveras de aquel rio que estimuló sus sueños en horas anteriores, llegó a aquella cueva, suspiró con fuerza viendo a sus alrededores, casi intacto desde su niñez estaba aquel apartado lugar de sus encuentros con Lastenio, sólo estaba con un poco del acostumbrado monte desarrollado por la temporada, se bajó del caballo y caminó pausadamente viendo aquel lugar en donde por varias ocasiones hizo sexo no sólo con Lastenio pues también lo hizo con Nicolás Arichabala, otro personaje muy importante en su vida, Luis bajó la cremallera de su pantalón deslizando un poco el calzoncillo dejándose mostrar ese pene erecto que era masturbado, Luis cerraba los ojos mostrando placer ante el corrimiento de ese tronco de pene al frote de las manos, sintió el acostumbrado gustito previo a lanzar el semen, fue así que segundos después de estar pensando las posturas que hacía allí en ese lugar ese semen salió, Luis emitió un prolongado suspiro articulando largamente las silabas del nombre de su iniciador el mulato Lastenio después Luis lanzaba orina dejando marca en una roca junto con el semen manchado en ese cuerpo inerte que con el tiempo se convertiría en una mancha, suspiró de nuevo sacando de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos, el humo de tabaco inundó el lugar, se sentó en la entrada de aquella cueva viendo en los alrededores restos de huellas unas más grandes que otras, eran viejos restos de evidencias de caminatas, se había formado un sendero que daba a lo alto de la loma, subió al alazán gustoso de haber estado en ese lugar retomado su ruta siguiendo por el sendero de alto monte crecido por aquella temporada, a lo lejos sin ser visto observó la presencia de una niña que llevaba atada a un cabrito, lo estaba pastoreando, se trataba de Amarilis, el jinete Luis pensó que ya estaba cerca de la casa de su padre, esa niña era supuestamente, su hija, él sabía que no, guardaba ese secreto al ser testigo de los idilios de Lucrecia con el verdadero padre de esa niña, como se le decía por el pueblo, al contrario de lo que se pensaba en ese lugar, para Luis el hombre de negro era el verdadero padre de esa preciosa niña, la muerte de ese hombre fue dramática, no se descubrieron las causa de su fallecimiento con claridad, de parte de las autoridades sólo se llegó a pensar que fue un lamentable asesinato sin indicios de quien lo había hecho, Luis detuvo el caballo viendo ente los altos montes, se hizo presuroso el movimiento de la pequeña Amarilis llevando el pequeño animal viendo a distancia a Luis al que le agitaba la mamo en señal de saludo a lo que Luis correspondía de la misma forma, había pasado por el sendero que bordeaba la cueva en la que antes había estado Luis, el jinete ahora entendía aquellos rastros de pisadas, eran los de ella, continuó con su paseo a pausas por el camino hasta divisar el monte palomar donde estaba aquella rustica vivienda típica de campesino, de lejos se veía una columna de humo producto de llamarada posteriormente vio a su padre sin camisa con un hacha partiendo leña, el animado campesino dejó el hacha a un lado dibujándose una amplia sonrisa en su rostro, caminó a paso seguro en el encuentro con su hijo Luis se bajó del caballo fundiéndose un prolongado y sentido abrazo, habían pasado muchos meses desde la última vez que se encontraron, el más emocionado era el padre que le dio un beso en la frente y la bendición, eso gustab mucho recibir por parte de Luis que se inclinaba a recibirlo, entraron a la vivienda, el campesino se dedicó a preparar una bebida fría mientras Luis con su mirada recorría el lugar, habían algunos cambios en paredes y techos, le atrajo el grupo de fotografías sobre la mesita, siempre había una en particular que le llamaba la atención y era aquella en la que estaba posando con su traje de marinerito sobre un caballo, esa foto el campesino la había sustraído de la mansión Buonanote como recuerdo de su hijo, Luis la tomó cual si fuese reliquia, la miró y sonrió, padre e hijo intercambiaron miradas sonrientes viendo aquella foto, el campesino le decía a su hijo que era muy precioso muy parecido a su madre, vio las fotos de sus dos hermanos fallecidos en aquel accidente de tránsito en su viaje en moto hace unos años atrás, le llamó la atención que no se encontraba fotos de Lucrecia la ex esposa de su padre el campesino, seguramente tras la separación su padre consideró que no va más aquella foto y que la niña tampoco debe recordarle pues la muy ingrata se la dejó para que la cuide, su cuñado ya daba con la ausencia, al rato el anfitrión se acercó con dos vasos grandes de bebida tropical con frutas frescas, Luis preguntó a su padre por su estado de ánimo, el campesino respondió feliz por su llegada, pero se fue diluyendo al pasar el tiempo, el campesino manifestó sus dudas sobre la paternidad de la pequeña Amarilis, el rostro y la forma de ser de la pequeña no se parecía al campesino, le confesó que de ello el campesino se había dado cuenta, ante esos comentarios Luis escuchaba en silencio, así que se limitaba a escuchar y a coincidir en su mente cerrada de pensamientos con las inquietudes de su padre, sólo le dijo al hombre humilde que se tranquilice, el emocionado campesino se acercó a Luis mirándole a los ojos con seguridad y certeza diciéndole de forma elocuente que él era su único hijo como descendencia que le quedaba, él era su esperanza de que se continúe la perpetuidad de sangre, Luis tragó largamente el jugo brindado, le pidió que también le diera ese espacio a su tierna hija, la conciencia de Luis lo minaba en esos segundos, pese al haberle dicho eso de la seguridad de la paternidad de la pequeña Amarilis él bien sabía que existía dudas ante el idilio de aquella mujer con el hombre de negro, y en cuanto a su perpetuidad Luis tragó saliva con sentimiento de culpa pues reconocía que no podría ser por su inclinación a los de su mismo sexo, su padre el campesino lo desconocía y no era el momento de hablar de aquello, ni nunca, pues le rompería el corazón, el tiempo restante se limitó a escuchar y asentir, así no lesionaba la susceptibilidad de su padre, Luis no deseaba tener otro desagradable incidente como lo tuvo con su abuelo Rodolfo Buonanote quien le pedía a Luis la descendencia de su estirpe por obligación de ser su nieto primogénito varón, algo similar le pedía ahora su padre, pensó que vino a visitarlo en paz y así sería, por lo pronto desvió educadamente la conversa hablando de la vida de la pequeña Amarilis de la cual se refirió frente al campesino como su media hermana para que así se estuviese tranquilo, el campesino se puso cabizbajo muy sonriente, el campesino le dijo a su hijo refiriéndose a su media hermana que el siguiente año iría a la escuela, ahora pastoreaba con un cabrito de un mes de vida y que compraron el pasado domingo así que ahora anda pastoreándole como juguete nuevo, el campesino le comentaba que la niña era muy hacendosa, pero que demostraba un instinto de cariño muy diferente al resto de sus hijos, no era igual, la percibía como que no la sentía como suya, sin embargo la consideraba acorde a las circunstancias, Luis se levantó y lo abrazó a su padre pidiéndole que no piense así pues el abandono de su mujer no daba con justicia de que piense así de su hija, su hija, el campesino lo miró a los ojos fijamente y se puso cabizbajo asintiendo, la llegada de su hijo y sus comentarios tranquilizaban a su pensamiento, la niña no tenía culpa alguna, al contrario, pedía que la quiera mucho, era su compañerita y el destino le daba para quedarse con ella a su cuidado, que era un angelito inocente de culpa alguna, el campesino le decía a su hijo que miraba a la nena en su forma de ser, ese presentimiento de duda lo cultivó el abandono que le hizo Lucrecia marchándose a la capital haciendo vida con otro hombre, sentía por instinto aquella diferencia, Luis se limitó a tomarle el hombro estimulando a pensar en sus proyectos de vida acorde con su edad, y en uno de ellos estaba la invitación que Luis le hacía a su padre para viajar en estos días a la capital, el tímido campesino se ruborizó de solo pensar en aquel viaje, asoció que Lucrecia estaría allí y no deseaba verla ni por casualidad, sin embargo de tanto rogarle su hijo aceptó que en la próxima visita se irían a la capital con la nena, salieron a caminar por los alrededores viendo los sembríos y cosechas, el campesino mostraba con orgullo la reciente construcción del granero y de aquellos animales menores de corral, le hacía ver a su hijo que dejaría encargado a su fiel amigo campesino vecino de sus tierras y muy conocido de Luis al cuidado de esos animales cuando efectúe el viaje con él, padre e hijo recolectaron algunas frutas silvestres de temporada, ingresaron a la vivienda a preparar los alimentos, Luis recordaba que su padre se lucía en la cocina preparando buena comida campestre, lo había aprendido de sus padres, el campesino contó a su hijo de sus orígenes pues al retornar a la capital recordaría su infancia y de aquellos acontecimientos que llevaron a sus padres a residir en este apartado punto del país de la canela; a millas de allí la pequeña Amarilis pastoreaba a su cabrito, se sentó en la loma arrimada debajo de un frondoso árbol desde ese lugar se veía hacia abajo los meandros del río y los senderos que bordeaban las riveras, desde ese lugar vio a dos figuras masculinas, se trataba un muchacho grande y otro de edad menor, el mayor llevaba una canasta, iban en dirección a la orilla del río a mojarse la cabeza, Amarilis claramente observaba los rostros de aquellos personajes, le llamó la atención que el mayor al que conocía en el pueblo y fue un familiar el que le vendió el cabrito que ahora pastoreaba, vio que ese muchacho se bajaba su short que llevaba puesto sacándose el pene erecto mostrándoselo al más pequeño que estaba acuclillado mojándose la cabeza, así de sonriente el pequeño se puso en pie, Amarilis vio que ambos unieron las caderas y el mayor agitaba el pene en la barriga vestida del pequeño, seguramente ellos hacían esos movimientos sintiéndose seguros de que no serían vistos por lo apartado y en soledad en aquel lugar, ignoraban que la pequeña Amarilis miraba cómo el más grande bajaba más el short del pequeño así parados uniendo los penes al roce, Amarilis vio que el más grande doblaba las rodillas para que los penes pudieran rozarse de buen modo, pero la incomodidad de sostenerse de las caderas haciéndose frotes de pene hizo que el mayor haga que el menor lentamente se acueste en el suelo quedando encima de su cuerpo sobre el de su amiguito, alzaba y bajaba la cadera el mayor haciendo que el pene se deslice y así lo hicieron por un breve lapso de tiempo pues el mayor se puso en pie y el menor que ahora estaba aculillado tomaba el pene del mayor introduciéndoselo en la boca haciendo repetidas lamidas y chupadas, esto llamó mucho la atención de Amarilis que a su corta edad lo estaba presenciando por vez primera, el niño continuaba con el sexo oral mientras el muchacho mayor abría la boca con los ojos cerrados en señal de gemir acariciándole el pelo, luego al pequeño lo acostó de cara al suelo y se acostó encima haciendo alzadas y bajadas de cadera al mismo tiempo que el pene rozaba por el traserito del más pequeño, posteriormente se apartaron, se subieron los shorts, el más grande indicaba el lugar de la cueva insinuando ir hasta allá y así lo hicieron mientras Amarilis que ya había visto con retentiva cultivada por esas acciones se retiraba del lugar desconociendo lo que ese par de personajes estarían haciendo sexualmente dentro de aquella cueva, los dos muchachos vieron los restos de semen impregnado en la roca de la cueva, se desnudaron y sobre la arena daban roles con posturas con las que se hacían el sexo, sentían seguridad y privacidad estando por ese apartado lugar, Amarilis vio la posición del sol como le había enseñado su padre el humilde campesino y aceleró el paso hasta llegar a la vivienda del campesino allí se encontró con Luis, se abrazaron y del morral sacó una muñeca como regalo de la capital, le dijo que sería grato que conociese la capital, la niña asentía y brincaba de alegría abrazando a su muñeca, el cuadro enternecedor de la pequeña, fue a su cuarto el que antes eran de sus difuntos hermanos, gozaba de mucha timidez la pequeña, el carácter lo había heredado de algún familiar que era la hermana del hombre de negro, su verdadero padre, si, Amarilis era el fruto de esa pasión entre Lucrecia y el hombre de negro, la intuición del campesino se fortalecería a futuro, ya a solas en el cuarto Amarilis asociaba mentalmente su juego uniendo a la muñeca con otros muñequitos y lo que vio en aquel lugar del río, recordaba el rostro del muchacho menor, lo había visto varias veces cuando su padre iba de compras al pueblo a comprar víveres, vendía comestibles en su canasta y el campesino le compraba de vez en cuando, por lo tanto ese muchacho mayor y el campesino tenían adecuada amistad, pasaron las horas y tocaba almorzar para luego hacer la acostumbrada siesta, Luis al tiempo se despidió del campesino y la pequeña dejando en pie la invitación de un viaje por unas semanas a la capital, el campesino abrazó a su hijo acompañándolo hasta la entrada de la propiedad, las manos agitadas de Amarilis y el campesino despedían la marcha de Luis, la niña vio los ojos humedecidos de su padre el humilde campesino, vio a Luis perderse por la espesura del bosque, escuchó la exclamación que decía el campesino acerca de su hijo querido, al rato la pequeña se encontraba jugando en el cuarto y vio por la ventana que el campesino iba con una toalla rodeada a la cintura, le vino la curiosidad de perseguirlo a cierta distancia, el campesino llevaba un pequeño recipiente que serviría para extraer agua de un gran tinajo, se disponía a bañarse dejando a un lado la toalla quedando completamente desnudo, la niña desde aquel rincón apartado junto al granero miraba los movimientos de las manos del campesino sobre todo cuando agitaba y enjabonaba el pene peludo, lo asociaba con lo visto en la mañana, ya para entonces el ocaso llegaba, el campesino vio a la pequeña, le sonrió permitiéndole que se acerque llevando en su brazos la muñeca obsequio de Luis, se sentó sobre una palizada que serviría de leña para cocer, le ordenó a la pequeña que traiga un balde con agua, la niña obediente lo hizo, comprendió que sería para ella, al poco rato el campesino las desvestía para como siempre bañarse juntos desnudos, Amarilis gustaba que su padre le deslice agua por el cuerpo luego de ser enjabonada por su piel sedosa, el campesino no dio por cuenta que la mirada de la niña hacia el pene adulto era ahora de otro sentido de juicio y curiosidad, lo que antes era una simple vista cotidiana ahora se presentaba con cierta curiosidad, Amarilis recordaba lo hecho por los penes de los muchachos, vio fijamente el cuerpo desnudo del campesino, juntos salieron desnudos del lugar, al entrar en el cuarto, el hombre como siempre llevaba marcada a la niña cubierta con una toalla hasta pararla en la cama y allí deslizarle la toalla por el cuerpo y luego pasarle la toalla para secarla pasándola por todo su cuerpo desnudo y sobre todo con cuidado en la vaginita y traserito sedoso, Amarilis sintió por vez primera algo diferente en ese cosquilleo que sus dedos motivaban asociando mentalmente esos penes de forma instintiva con sus dedos al roce de piel, pues así en consecuencia de esos estímulos, en ese cuarto y en aquel momento del día se estaba originando y desarrollando de a poco en Amarilis ese apetito sexual heredado de su madre Lucrecia.
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El sol delimitaba sus rayos en aquella región selvática con una humedad considerable, como era típico en aquella estación decembrina los colonos acudían al río a menguar los calores, en especial las lavanderas del pueblo que iban a lavar a orillas del río desconociendo aún las bondades de una agua potable entubada, lejos estaban de obtener este recurso, así, las mujeres lavaban la ropa y demás pertenecías de sus hogares mientras que sus niños ayudaban a refregar y tender la ropa en el río, entre ellos se encontraba Ana golpeando la ropa en la roca haciendo fuertes ruidos mientras lo hacía conversaba con las amigas que a su lado hacían la misma faena, mientras se daba el golpe de la ropa en la roca se podía ver las burbujas salidas de la ropa de tela frágil que saliendo llegaban al rostro de la pequeña Renata ya que aquellas burbujas rozaban el rostro le dejaban un olor característico en su nariz que la hacía sonreír mientras cerca de ella estaba la cuna de su hermano amarrada a dos árboles aledaños al río en las que hasta allí llegaban las burbujas de varias ropas que al contacto con el sol emitían vividos colores, se acercó viendo dormido a su hermano de allí fue hacia donde estaba su joven madre ayudándole con la tendida de ropa sobre las rocas salientes, otros niños lo hacían de igual forma que Renata, la empatía entre madre e hija era muy visible en este tipo de actividad, un relincho hizo que algunas personas vieran el lugar de origen de aquellos sonidos estridentes, aparecía un jinete montado sobre un sobrio corcel, amarrado a su silla de montar jalaba un cabo a otro potrillo en el que iba montada la figura infantil que sin duda al verlo cerca era el heredero de todo ese territorio, se trataba del amito Aarón Valdés, hijo del patrón Joaquin Valdés dueño de esas tierras, el niño iba custodiado de su fiel Jasmani, a trote lento propio de caballo de paso, briosos se detuvieron junto a la orilla, Jasmani fue el primero en bajarse del caballo mientras Aarón esperaba para que lo baje de su potrillo, juntos tomados de la mano caminaron saludando a la gente, Jasmani vio a Ana acercándose a saludarla efusivamente igual que a sus compañeras de lavado, no perdía la galantería que lo hacía al hombre muy atrayente, ambos animales tomaban agua copiosamente, Jasmani entabló conversación con las mujeres al tiempo que Aarón recogía piedrecillas lanzándolas al río, muchos niños miraban esas acciones y e imitaban al pequeño con el que se sumaban los juegos, Renata se unió a ese juego, era ya el momento de despedirse, sólo estaban de paso, recorriendo los alrededores paseando con el niño que s ele notaba algo pensativo, Ana le pidió de favor a Jasmani para que llevase a su hija a la ramada para que lleve un poco de ropa, sonriente el jinete aceptó de buena gana, a fin de cuentas Ana tenía mucha confianza con Jasmani, tanta era la confianza hacia ese hombre pues era su amante cuyo idilio era bien guardado en secreto, Jasmani se despidió de las mujeres del sector, de Ana lo hizo con un discreto beso en la mejilla, el primero en subirse fue Aarón luego la segunda en montarse sobre el potrillo fue Renata que iba detrás del niño, Jasmani montado en su caballo llevaba la ropa algo húmeda, emprendieron la cabalgata, los rayos de sol matizaban el contraste de las sobras ocasionadas por ramas tupidas de los árboles, habían pasado varios minutos desde la marcha emprendida, Jasmani vio un poco incómodo los gestos faciales del niño engreído, entendió que deseaba ir solo en el potrillo, se detuvo, ordenó a la pequeña que se montase en el caballo, obedeció y de un impulso Renata ya estaba sentada en el caballo grande delante de Jasmani, de lo cual aprovechaba para decirle frases dulces en los oídos lamiéndole la oreja de vez en cuando acercaba su cara para olerle el cuello, la niña discretamente sonreía haciendo puños con sus manos en la montura, le preguntaba por su padre y ella respondía que estaba de trabajo a muchos kilómetros del pueblo y que como de costumbre llegaba de noche y esperaba que no llegase borracho, a lo lejos divisaron la ramada, era amplia la sonrisa de Jasmani, vio detenidamente el vestido que cubría la espalda de la niña, se imaginó ese cuerpito desnudo en el catre, ansiaba llegar para hacerle el amor, giró su cuerpo viendo atento al niño que estaba aferrado a su silla de montar, a paso lento llegaron a su destino, Renata fue la primera en bajar luego Jasmani que fue a bajar al niño, Renata tomó la ropa disponiendo a tenderla pero las manos de Jasmani le señalaron que debería subir para traer agua pues tenía sed el pequeño Aarón, los dos niños alegremente subieron las escaleras rusticas de la ramada, Renata abrió el candado con la llave que llevaba amarrada al cuello como si fuese un collar, Jasmani mientras tanto terminaba de amarrar los animales, luego subió viendo a los niños sentados en un banco bebiendo agua, Renata con sus manitos alcanzó el vaso de Jasmani, los tres se miraban sonrientes mientras bebían el agua fresca, la soledad del lugar se apreciaba por el silencio imperante que da un prolongado tiempo al que se notaba apacible, las miradas de Jasmani se centraban en el vestidito de la pequeña Renata, recorrió la mirada por las piernitas y por aquellos piecitos que tenían puestas las sandalias propias de hija de campesinos, Jasmani tragó prolongadamente saliva viendo esos labios carnudos rozagantes, a su lado dio cuenta de un racimo de bananas maduras, agarró una y comió la mitad dándole la otra mitad convidada a la pequeña, al comer Jasmani vio cómo esos labios infantiles deslizaban la banana, Aarón saltó del banco acercándose a Jasmani a pedirle que le alcance un banano, Jasmani complaciente le dio, el niño se sentó dónde estaba antes y sus labios degustaban de la banana, esos movimientos labiales de los niños con la banana excitaban más a Jasmani que de un impulso tomó un banano del racimo y estiró su otra mano hacia Renata, llevándola de la mano, juntos entraron al cuarto de la ramada donde dormían los padres de la pequeña, un catre amplio, ya había terminado de comer el pedazo de banana pero tenía restos en la comisura que fueron quitados por el dedo índice de Jasmani, detrás estaba el pequeño Aarón, puso la banana a un extremo de la cama junto a las almohadas zurcidas, Jasmani pidió con gestos a la pequeña Renata que se quite la ropa, ella obediente lo hizo con lentitud, era el momento de obediencia pues en próximos días llegaría la navidad y sería de mal gusto no obedecer a cambio de obtener un buen regalo si se obedece, así que Renata desde días antes ya tenía por promesa recibir de Jasmani un juguete sobrio, lentamente se alzó el vestidito, el pequeño Aarón no perdía de vista de esos movimientos de las manitos de la nena que lentamente se sacaba el vestidito viendo el abultado pene que se formaba en el pantalón de la entrepierna de Jasmani, luego sus manitos se deslizaron por su caderita deslizándose a frote de piel ese calzoncito humedecido que hasta ahora vestía su cuerpito, lentamente se deslizaba por sus piernitas rellenitas llegando a los tobillos, alzaba los piecitos algo polvosos para liberarse del calzoncito, luego a órdenes de Jasmani la niña daba vueltas lentas sobre el entablado, a manera de corta danza dando vueltas como Jasmani le había enseñado, Aarón con su mirada infantil apreciaba el cuerpo de Renata, la nenita lentamente se acostó en la cama a órdenes de Jasmani y allí abrió las piernas, las manos de Jasmani deslizaron hasta la mitad la cascara de la banana, la pasó frotándola por la entrada de la vaginita de la menor que tenía las piernas dobladas cuyos pies se posaban en el colchón del amplio catre, de esa forma lentamente quedaban humedecidos los labios vaginales de la pequeña, ella apreciaba con su vista el deslizamiento de la banana por la vaginita, Jasmani llamó a Aarón a que se acerque, el nene a pasos lentos se acercó viendo el movimientos de manos de Jasmani con la banana en la vaginita de Renata, las manitos del niño ahora sostenían la banana y así era el pequeño quien le rozaba la banana en la vaginita de Renata, la manito bien cuidada de Aarón deslizaba ese banano ante suspiro de la nena, al instante escuchó la voz de Jasmani diciéndole al niño que ayude a ponerse en pie a la pequeña, instantes después Renata se acercaba a Jasmani que estando en pie pidió a Renata que se acercase y con gestos de manos la niña entendió que debía bajar la cremallera del pantalón de monta de su iniciador, sacó el pene para lamerlo con lentitud de eso dio cuenta la vista de Aarón, las manitos de la niña desabrocharon la correa bajándole el pantalón y luego el calzoncillo al mismo tiempo que Jasmani se quitaba la camisa quedando desnudo por completo, la acostó a la niña en el catre grande, abriéndola de piernas encorvada recibía el roce de ese grueso glande en la entrada de la vaginita deslizándose por los abiertos labios vaginales, Aarón escuchaba los gemidos leves de la niña al intento de casi penetración del pene de Jasmani, Aarón se acercó a la cama apoyando sus codos sosteniendo su carita en las manos, viendo ese movimiento de pene, Jasmani le decía que así se les hace a las hembras , el pequeño miraba fijamente la cara complaciente de Renata mientras escuchaba las frases de Jasmani, decía que eso era de machos, que mire como el pene se deslizaba sobre la vaginita que así, así, así, que así lentamente se lo debía hacer, le dijo al niño que nunca olvide eso, nunca, que mire bien, que eso es un “jueguito” muy rico, así, así, así, a lo que Renata respondía gimiendo nuevamente, ese así, así, así, lo combinaba viendo el movimiento de ese glande por la vaginita, Jasmani detuvo el movimiento de cadera quedando el glande en la entrada de la vaginita, hizo que el niño se acerque más para que vea el pene y la vaginita como el glande rozaba los labios vaginales y cómo apenas entraba deformando los labios tras el desliz del grueso glande, el niño atento con el dedito experimentaba al tacto el humedecido penecito y la vaginita unidas por un líquido blanco que le había salido a Jasmani, era ese mismo liquido blanco preseminal que Jasmani le dejaba en su traserito en aquellos encuentros sexuales como ahora, pero ahora era a ella a quien le hacía en su cuevita, así que le hizo de nuevo movimientos lentos del pene en la vaginita, vio al niño que metía sus manos dentro del pantaloncito de montar, Jasmani sonrió jocosamente, le había estimulado al nene, Aarón no paraba de manosearse el pene vestido mientras veía el movimiento de cadera de Jasmani y la carita de Renata con sus ojos cerrados, los labios de Jasmani se unieron a los de la pequeña haciéndole abrir la boca para darle besos con lengua, las dos lenguas se rozaban, Renata había sido una gran alumna sexual de Jasmani, el pequeño sonreía viendo esos besos teniendo dentro del pantalón sus manitos estirándose el penecito, Jasmani se detuvo alejándose de la pequeña dejándola quietecita y que sus dedos limpien el líquido de su vaginita, Jasmani se sentó en el extremo de la cama junto a la nena, Aarón vio el pene peludo de su iniciador con semen y también con semen la vagina lampiña de Renata, así que agitándose el tronco del pene Jasmani le dijo a Aarón que si deseaba “jugar”, el niño por instinto manoseaba su pene vestido y con carita humilde cabizbajo hacía movimientos de asentir tímidamente, por orden de Jasmani la pequeña desvistió al niño poniendo la ropa con cuidado en un banco junto al catre, Renata voluntariamente se acostó en la cama, algo sonriente abrió las piernas mostrándose esa rojiza vaginita lampiña con esos sensuales labios vaginales rosáceos producto de tanto frote del glande de Jasmani, la cadera de piel blanca sedosa de Aarón se acercaba con su pene erecto y el contacto de su piel encima de la piel de Renata le hizo tener un poco de recelo pero al ver eso Jasmani le motivaba con frases impactantes que rayaban de desafíos como el de sentirse bien encima de una hembra como domador, la manito de Aarón tomó el pene deslizándose torpemente sobre la vaginita tratando de mantenerse pero el erecto penecito se salía, sorprendentemente para el niño vio la actitud de Renata de tocarle el penecito y ponerlo en la posición de la vaginita luego las dos manitos de Renata sujetaban los glúteos de Aarón ajustándose más a su cuerpo, en ese momento Jasmani motivaba al niño acostado encima de la nena a que moviese sus caderas hacia arriba y hacia abajo sin soltar las manos de los glúteos, el niño obediente lo hacía ante la amplia sonrisa de Jasmani, las dos piernas unidas el cuerpo más pequeño del niño con respecto a la niña por la edad, parecían uno solo, Aarón no paraba de moverse encima de Renata, sintió instintivamente que tenía mucho interés de seguir, los voluminosos glúteos se movían armónicamente al movimiento de caderas del niño, las manitos del niño se apoyaban sobre el colchón, Renata insinuante de besar alzaba la cara buscando los labios del pequeño, se dieron de piquitos, Jasmani complacido le decía al oído que era todo un machito y que así se hace, Aarón sonrió instintivamente queriendo entender que eso estaba bien de así “jugar en secreto”, a orden de Jasmani el niño se apartó viéndose lo muy rosado de su penecito a efecto de tanto roce, Jasmani acostó de cara al colchón a la pequeña pasándole la banana por la separación de los glúteos dejándole rastros de la fruta en la piel al momento de estrujarla con los glúteos infantiles, luego esos restos eran sacados por la lengua que la introducía haciéndola gemir de nuevo, Aarón hizo lo mismo con sus manitos rozándole la banana, luego torpemente pasaba lengua en la piel de la niña con besitos intermitentes, acomodó bonito el penecito con la ayuda de Jasmani para que se deslice tratando de penetrar pero era tal es desliz sobre la piel que no procedía el efecto, sin embargo el niño gustaba de eso mostrando su satisfacción facial y cerrando los ojos, Jasmani sonreía sin parar, ahora el niño le daba pene a la nena por el traserito, Jasmani lo motivaba con frases como “así, así, así hazle, hazle, no pares, no pares, ¿verdad que les gusta?”, los niños no respondían pues se limitaban a sentir lo vivido con esos roces, Jasmani se sentó en el extremo de la cama, se puso pedazos impregnados de banana en su pene e hizo que Renata gatee donde estaba él para que lamiese toda la banana del glande del pene, luego todo ese tronco de pene entraba a en la boca de la pequeña, quedó ese tronco ensalivado, luego Jasmani se puso más banana en el pene pues ahora le tocaba el turno al hijo del patrón terrateniente, asimismo gateó por el catre llegando a Jasmani y de esa forma la boquita del niño hacia que entre a medias ese grueso pene y asimismo quedó el tronco ensalivado, corretearon por los cuartos de la ramada así desnudos cayendo al entablado rustico haciéndoles cosquillas a los pequeños, luego los montó en su espalda haciéndole de caballitos, los niños reían, no importaba verse desnudos, Jasmani cultivaba la confianza en ellos tras estar en ese apartado lugar a solas, y eso era lo más importante, los tres cuerpos desnudos corrían libres cayendo en el catre grande, se manoseaban, Jasmani los marcaba teniéndolos en ambos brazos besándose, por la ventana vio Jasmani la posición del sol, era el momento de irse, pidió a Renata que fuese a traer un recipiente con agua del arroyo, la inocente fue en búsqueda de lo pedido al tiempo en que Jasmani acostaba al nene en el catre haciéndole sostener en sus brazos las piernas abiertas como antes le había enseñado Jasmani dejándose mostrar a plenitud el rosáceo traserito y penecito, vio ese glande que con banana rozaba el traserito, luego el dedo con banana en algo se introducía en su traserito lubricado, a continuación el glande rozaba el traserito, así, así, así decía Jasmani, el niño algo pujaba y miraba en su traserito ese movimiento de pene peludo, la cadera se movía despacio al tiempo del movimiento del glande, Renata entró con el recipiente lleno con agua, vio a Jasmani sometiendo sexualmente al hijo del patrón que gemía con gestos en su rostro, vio ese pene moviéndose con agrado, ahora Renata miraba diferente al pequeño Aarón, dejó a un lado el recipiente ya abajo se había lavado la vaginita y ahora se disponía a vestirse mientras Jasmani seguía haciéndole el amor a Aarón por el traserito, lo movimientos del pene seguían hasta que se detuvo y en ese instante los niños vieron que salía semen del glande de Jasmani, con cuidado deslizó el cuerpo del niño para que el semen deslizado por el traserito no se pegue en la sábana, con el agua limpió el traserito del niño que estaba acuclillado, luego las manitos de Renata limpiaban el pene impregnado de semen y banana, gustaba mucho de ver eso estilo de sometimiento de la pequeña, a su lado Aarón miraba el aseo rascándose el traserito y estirándose el penecito, Jasmani vistió al pequeño para luego vestirse con paciencia viéndoles sentados en el catre esperando a salir, bajaron hacia donde estaban los caballos, el niño montó primero con ayuda de Jasmani, luego el iniciador hizo su monta despidiéndose de la niña que con una mano agitaba la despedida mientras que con la otra metía su manito en el vestido rozándose con el dedo la vaginita dentro del calzón, fue hacia el entablado y se acuclilló a micciar, miraba con atención esa orina haciendo burbujas ante el impacto del líquido con la cristalina agua de donde salían peces moviéndose, no dio cuenta que era vista por dos ojos inquietos ubicados a lo lejos de lo alto de una loma.
FIN DEL CENTÉSIMO NONAGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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