METAMORFOSIS 20
Oportunidades pendientes.
Luis Daniel realizaba paseos por los corredores de la estancia, meditaba los momentos vividos hace poco, en esta ocasión lamentablemente había discutido fuerte con Andreina por las impertinencias de su hijo Luis, sus meditaciones fueron interrumpidas por la voz alta de la propia Andreina y el pequeño Luis viéndolos de lejos vestidos para cabalgar en dirección a la caballeriza, quiso conversar con ella pero la orgullosa Andreina se negó con desplante fuerte en presencia del sarcástico Luis que sacaba los caballos, Daniel los vio partir, él decidió caminar, siguió recordando por los lugares donde caminaba la forma en que la había hecho suya sexualmente a su querida Andreina, recordaba las partes íntimas y sobre todo de ella recordaba aquel trasero voluminoso de hembra deliciosa que por la discusión no lo poseía desde varios días pasados, se sentó con su pene amoldado al ajustado pantalón de monta que llevaba puesto, el doctor vio a lo lejos a una chiquilla muy simpática lavando ropa sobre una gran roca en el río, estaba sola, era Lucrecia, ella se sorprendió de ver al señor bien vestido acercarse, agachó la carita inocente que tenía al verlo tan cerca, él la saludo sonriente, ella le devolvió la sonrisa cortésmente con timidez, estaba muy inquieta temblorosa, como que algo la turbaba, Daniel pensó que era su presencia, pasaron unos minutos de plática, fueron tomando confianza, le preguntó por su edad, ella le dijo casi doce él cayó su edad, Lucrecia se hizo amplia en diálogo al pasar el tiempo perdiendo la timidez, Daniel se mojaba el pelo y la cara, a su costado pudo ver que la chiquilla no tenía puesto calzón y al abrir las piernas sobre la piedra para enjuagar la ropa se veía con claridad la vagina con algo de pelitos, Daniel contemplaba con detenimiento los movimientos de las piernas de la chiquilla pudiendo ver los pies tan bien formaditos de la trigueña, hija de Clodoveo uno de los vaqueros de su hacienda, la única hija mujer pues además ella tenía cuatro hermanos mayores que trabajaban en la ciudad y un hermanito menor a ella de nombre Dagoberto de casi siete años, ambos vivían con sus padres en el chalet cerca de la estancia , Daniel reía mirando y comparando los parecidos labios entre gruesos de la vagina con los de la boca de la chiquilla, el pelo negro recogido en cola de caballo brillaba al sol, los dedos de las manos bien formados apretaban la ropa, Daniel se sentó en una roca a su lado, ella instintivamente se dio cuenta que le miraba las piernas, el dialogo entre ambos continuó aumentando su confianza llegando a las risas, el hombre no dejaba de mirar las finas cejas bien curveadas que adornaban esos hermosos ojos cafés, esa piel tersa que brillaba con el sol cuando se mojaba, ella tenía un olor característico de niña de campo, Daniel seguía con sus bromas halagándola, es que la personalidad del hombre de mundo con galantería convencía de buen humor a cualquier mujer más aún si esta chiquilla desconocía del mundo citadino y se maravillaba con las cosas que le decía Daniel, de eso se aprovechó para acercarse más a ella hasta llegar al punto de rozar delicadamente las yemas de los dedos en los brazos, ella con recelo miraba esos movimientos sobre sus brazos pero se dejaba por la creciente confianza, Daniel hizo que rozaran sus dedos con los de Lucrecia, con su mirada hizo que ella viera su entre pierna, ella se ruborizaba viendo que Daniel frotaba su pene vestido con las manos sobre la tela del pantalón ajustado, luego de eso aprovechó para rozarle las piernas hasta llegar a su falda, ella instintivamente las alejó pero él insistía en rozarla viendo a los lados por si alguien se podría acercar, la chiquilla reía jocosamente, en el fondo de todo le daba a notar que le gustaba, Daniel acariciaba las mejillas de la chica en complicidad con sus bromas, la dejó un rato a solas pues sintió el deseo de orinar allí se vio el glande con liquido pre seminal, la atracción que sentía por la chica era producto de que estaba deslumbrado por aquella chiquilla, era algo muy especial que sentía entre pasión, cariño y ternura, le vino el deseo, apretó su glande viendo desde el monte donde estaba orinando hacia el cuerpito de Lucrecia y agitó el glande, orinó con placer agitando el pene apuntando en dirección donde ella estaba sin dejar de agitar el pene, se acercó a Lucrecia dejando abierta a propósito la cremallera de su pantalón ajustado de monta que se podía ver por el calzoncillo aquel pene bien abultado, se sentó y de inmediato ella pudo ver las caricias que le daban los dedos de Daniel a su pene, dejando salir un pedazo de glande por el calzoncillo, Jacinta Lucrecia entreabría los ojos disimulando una pícara sonrisa de gusto por lo que veía, ya no sentía recelo, es más, le fascinaba ver ese glande grueso, la mirada entrecortada hacia el miembro era lo que le gustaba a Daniel que de a poco disimuladamente iba sacando el pene en toda su plenitud, morbosamente lo agitaba, ella observó con picardía, por ratos regresaba a ver ese pene peludo viéndolo fijamente, Daniel miró a los lados, se sintió seguro y se paró frente a ella mostrándole el pene agitándolo con los dedos, ella sencillamente miraba con gusto, lo acercó a su cara para que lo mire detenidamente, ella estaba quieta mirando, frotó el pene por el hombro de la chiquilla sintiendo la calentura de piel, lo bajó por el escote rozando los senos pequeños que se estaban desarrollando, Lucrecia se reía por las cosquillas, aprobaba aquello que le estaba haciendo, esa sensación a ella le estaba gustando cerrando los ojos en una mezcla de descubrimiento y delicia con temor, bajó el pene a las piernas rozándolas por largo rato, ella le ayudó abriéndolas a petición de Daniel, Lucrecia permitió que los dedos de Daniel froten los senos haciéndola sentir un placer mayor, a tal grado que se dejaba llevar por Daniel, lo de médico quedaba atrás ahora era el hombre con desamor que había reencontrado en aquella chiquilla las mieles del deseo, Lucrecia de a poco se recostaba en la piedra y él encima de su cuerpo con una mano frotándole el clítoris llevándola al deseo extremo que la hacía gemir, era la primera vez que Lucrecia tenía esa sensación de placer sexual, lo sentía con las manos muy suaves de médico, llegó el momento en que unían sus labios al principio ella los tenía abiertos pero al seguir besándose ella se fue relajando cerrando los ojos en señal de aprobación pero al sentirse descubiertos en la piedra a orillas del río se adentraron en el monte, Daniel la tomaba de la mano llevándola debajo de un frondoso árbol, Lucrecia se dejó sacar la falda quedando en el piso, la acostó con cuidado, al principio la risa de ella después un tanto de recelo cuando Daniel se acostó sobre ella colmándola de caricias y besos, las edades no contaban en ese momento sino la forma en cómo Daniel la estaba estrenando en el mundo sexual, de a poco la estaba haciendo suya, los dedos frotaban el clítoris, ella no paraba de reír por lo que sentía, para ella eso era un juego como se lo había dicho Daniel, juego que tendría de su parte un gran premio, su instinto de macho hizo que agarrase el pene y pusiera el glande en la entrada de la vagina de Lucrecia haciéndolo empujar, la muy inquieta chiquilla gemía ahora con recelo y temor, Daniel sintió que la mitad de su glande estaba adentro y comenzó a meter y sacar suavemente sin dejar de mover el clítoris con el dedo de la mano lo que la hacía a la muchacha doblar su cuerpo por el placer que sentía, la punta del glande recorría circularmente los labios vaginales, a tal punto que trataba de penetrar con sutileza, el grueso de pene blanco de piel se notaba entrar en la pequeña trigueña vaginita con algo de pelitos, ver eso a Daniel lo estimulaba a seguir en su cometido de penetrarla, solo había el instinto y deseo de poseerla, ella había apretado los brazos tensos de Daniel, mordía los labios, su recelo sometido no le permitía negarse a lo que le estaba haciendo porque al principio había aceptado eso de la Daniel la cogiera, el dolor se le venía, ella quiso apartarse se sentía rara, él continuaba tratando de empujar el glande para romperle el himen pero decidió hacer que la punta del glande siguiera entrando y saliendo lubricando los labios vaginales, parecía mentira que estuviese cogiendo a esa chiquilla y que se lo permitiese con algo de temor sin reservas, de pronto, se escuchó entre los montes la voz de un niñito que la llamaba, se trataba de su hermanito Dagoberto que cargaba en su cabeza un poco de ropa para el lavado, estaba contrariado porque al bajar se le había caído un poco de ropa y desde dentro del monte gritaba llorando para que su hermana le ayude a cargar, ambos se separaron, ella se puso la falda tan rápido como pudo, Daniel se arregló la ropa viendo alejarse a la chiquilla en socorro a su hermanito, al rato salió del monte disimulando que caminaba por casualidad por el lugar, Lucrecia cabizbaja recelosa le sonreía pícaramente a Daniel quien se acercó y saludó al pequeño, estuvo un tiempo más haciéndolos reír tomando confianza con el niño, les dejó regalando a cada uno un peso que en esa época era bastante, le agradecieron, antes de irse le preguntó si ella lavaba por aquí todos los días contestándole afirmativamente, Daniel se despidió con la intención de volverla a ver ya que ella lo había marcado y seguramente quedaba para ambos algo pendiente.
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El nene que andaba con su abuelita por los alrededores quedó jugando a la sombra de un árbol, ve a su abuelita entrar a la casona donde había sido invitada, desde cierta distancia algo le llama la atención al nene, da unos pasos, entra en un cuarto, sonríe de ver al muchacho acostado en un catre con las manos dentro de su short, ambos sonríen, el nene se acerca más al catre, lentamente se desliza el short viéndose que tenía su pene erecto a dos manos moviéndolo, le pregunta al visitante que si sabía lo que era coger como papá y mamá por el culo, el nene se acercó más a ver ese movimiento de pene, con su característica sonrisa picarona asintió ante la pregunta del muchacho, se sentó sin dejarse de estirar el pene diciéndole, e nene al ver eso tuvo una erección haciendo que su curiosidad haga que saliera de sus labios un “sí” sin dejar de sonreír, se notaba su curiosidad y calentura, le do que pusiera las manos en la pared, luego de eso le bajó los pantalones, ya el pene estaba que reventaba de deseo, el nene sintió que aquellas manos tocaban sus nalgas y pasaban los dedos por ese ano virgen, sintió que le puso un poco de saliva en el ano y separó las nalgas y además sentía que la punta de ese pene hacía efectos sobre la entrada del ano, ese pene era más grande que el del nene, el ano infantil estaba muy cerrado el pene del muchacho no podía entrar, así que empezó a rozarle el pene en la espalda como desaforado tras la calentura de tener a sí sometido a ese precioso niño de piel blanca proveniente de familia aristocrática, el muchacho humilde se pegó más al pequeño amiguito sosteniéndole por la cintura y una de sus manos empezó a hacer una masturbación en el blanco penecito lampiño, como siempre, aquello le estaba gustando al nene y sin duda ambos lo estaban disfrutando, no sintió en su piel la eyaculación dejada por el muchacho como en otras veces, pero de repente le abrazó fuerte y se detuvo, se estaban vistiendo cuando vio el rostro del nene y sin decir una palabra dio cuenta que el pequeño amiguito de fina familia se quedaba con ganas de más, y le pregunta al nene que si quiere volver a hacerlo, para su sorpresa el muchacho recibió un sí de labios del nene, el pequeño nene ya iba a poner las manos sobre la pared cuando el muchacho le dijo que se quede quietecito, le abrazó y frotaban sus penes erectos y simulaban así cogerse, lo marcó acostándolo en la cama, ahora le dijo que abriera las piernas un poco y pasó su pene entre esas piernas del nene, el pene rozaba el penecito mientras tocaba las nalga, el nene tocaba esas dos bolas de carne que tenía por nalgas del muchacho, le volteó e hizo lo mismo de hace unos minutos atrás, cogerle sin llegar a penetrarle, luego de estar un buen rato así le puso al nene de frente de nuevo y agarraba los penes con una sola mano, sentir su piel con la del muchacho para el nene realmente le gustaba y en un arrebato de calentura el muchacho le dijo que siempre deseaba cogerle así, sin decir una palabra se volteó y con sus manos separó sus nalgas y uno de sus dedos acariciaba su ano esperando ese pene, le puso saliva, como lo había visto hacer siempre y el pene rozaba en su agujero, ese ano era virgen y al sentirse así cogido el nene gemía, el muchacho le decía lo rico que se sentía, le besó el cuerpo, quedaron abrazados en el catre a puerta cerrada, sus pies se rozaban dentro de una raída sabana, miraban su ropa en el piso, unían sus frentes, se escuchaban sus mutuas respiraciones y el muchacho no dejaba de tocarle las nalgas paraditas y carnosas, era el momento de despedirse no sin antes darse los acostumbrados besos con lengua.
FIN DEL VIGÉSIMO EPISODIO
Amigo sigue contando ya estoy esperando los siguientes saludos amigo buenos relato… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉