METAMORFOSIS 200
Rupturas.
Pasaron casi cuatro meses desde aquel primer día de octubre de 1958 en el que Sophie a sus nueve años se entregó por vez primera al primo de su padre que en esporádicas visitas en el año los visitaba llevándoles regalos, la niña siempre pasaba sentada en la ventana en la mañana de los sábados, pero hoy era un día especial, ahora su padre vendría a verles, junto a ella se encontraba Aiden su hermanito de seis años, vio pasar a Leroy con su hijastro Dylan, ambos estaban con tristeza pues no pudieron esta vez acompañarles al lago, la madre no les dio permiso pues su padre vendría a la casa en cualquier momento y debería ser atendido como se debe, la expectativa de estar en la ventana se debía a aquello, Aiden tomó carrera y fue a despedirlos a Dylan y Leroy, el muchacho lo marcó dándole vueltas besándole repetidamente las mejillas, luego lo puso en el suelo, ambos ingresaron al auto, el niño parado se despedía agitando sus manitos, Sophie desde el interior de la ventana hacía lo mismo, dentro del interior del auto las manos se agitaban y así respondían al saludo, de pronto suena el teléfono, la anciana presurosa fue al llamado, la cara de expresión era contradictoria, a su lado ya se encontraba la madre de los pequeños, la pasó el teléfono, la mujer asentía, su rostro era de aprobación, los niños se unieron a la madre, ella colgó el teléfono, se acuclilló delante de sus hijos tomándoles del hombro, les dijo que su padre no vendría a casa pues el camión se había averiado con carga, la expresión de tristeza se dibujó en los pequeños, la mujer vio a la anciana, le dijo que saldría, los niños quisieron acompañarle pero ella se negó, dijo que regresaría tarde en la noche, le tomó del hombro a la anciana diciéndole que no haga cena pues ella traería comida y de la deliciosa, además les traería regalos, los niños brincaban de gusto, la anciana la miró con seriedad extrema, a sus nietos los tomó del brazo llevándoles a la cocina, la mujer sacó un papel y movió el disco marcando números, fue corta la conversación, Aiden desde lejos miraba a su madre moviendo la cabeza afirmativamente, notó que la expresión de su rostro era de gran felicidad, su observación fue interrumpida por su abuela que lo llamaba, la mujer entró en su habitación, al poco tiempo salió bien arreglada, algo sexy para aquella época de mediados del siglo XX, se acercó a despedirse de sus hijos, les recordó que pronto vendría con comida y regalos, la vieron salir tras esa puerta, Aiden vio el rostro triste de la anciana, Sophie corrió a sentarse en el marco de la ventana, tras pasar los minutos y a unos metros de allí la mujer caminaba ansiosa, vio a una cuadra debajo de una arboleda a un hombre que la esperaba, se fundieron en un fuerte abrazo dándose discretamente caricias, se subió al auto perdiéndose por la arboleda, había de alguna manera que aprovechar el tiempo libre que había sacado por el motivo de la visita de su esposo al hogar, ante la ausencia de su marido ahora lo hacía con aquel hombre de notable presencia, Sophie continuaba mirando a su hermanito de seis años que jugaba con su balón, se le unía Valentín, el frío se avecinaba con fuerza, el niño entró corriendo a pedirle permiso a su abuela para jugar en el cuarto de Valentín, el sólo escuchar ese nombre se le iluminó el rostro a la anciana, era su muchacho preferido, al verle arrimado a la puerta se acercó para tomarle de la mano invitándole a una dona y chocolate caliente a lo que también compartió con sus nietos, la anciana le tenía un especial cariño a Valentín pues demostraba humildad y estaba presto para cualquier ayuda solicitada, una vez terminado el comer los dos se fueron a jugar al cuarto de Valentín, la anciana le pidió a la nena que le ayude a ordenar las madejas de hilos, Aiden entraba con Valentín al cuarto, salieron a jugar a la pequeña terraza, al pasar el tiempo la lluvia hacía presencia haciéndoles ingresar, Valentín se sentó a leer, Aiden miraba las ilustraciones de aquella revista pimienta, se veían unas ilustraciones de sexo propias en los jóvenes lectores de la época que las conseguían clandestinamente, se les veía muy animados, de pronto Valentín hace a un lado la revista pimienta, desliza la cremallera del pantalón “¡mira!” se mostraba ante los ojos de Aiden ese pene que fue uno d elos primeros entallado en su culito, Aiden sentado junto a él deslizó la cremallera de su pantaloncito “¡mira!” ambos reían y se tocaban los penes, “¿quieres jugar Aiden?” el nene asentía alegre y caliente de haber visto tantas posturas sexuales, Valentín lo tomó de la cintura llevándoselo a poner encima de su cuerpo, los dos penes salidos de los pantalones se rozaban con cierta dificultad, lo agarraba bien al niño moviéndole “¡coge!” “¡cógeme… Aiden!” el nene apenas alzaba la cintura sujeta, estuvieron así unos segundos moviéndose en el sillón, al rato Aiden se sentaba junto a Valentín con sus penes aún salidos, se los tocaban con la punta de los dedos, a diferencia que el de Aiden estaba recubierto del prepucio por se virgen el de Valentín mostraba el glande tieso venoso rosáceo, “¡mira… quiere jugar con él!” Aiden sonreía, “¡vamos al cuarto… a jugar!” “¿nos vamos?” el nene asentía “¡bien!” “¡ven!” caminaron al dormitorio de Valentín asegurándose de poner seguro a la puerta, estaría solo hasta la noche en que regresarían la mujer que lo protegía y el compañero sentimental, “¡siéntate… te voy a ayudar!” Aiden observaba que Valentín le desataba los zapatos y los calcetines, se mostraban los pies descalzos bien formaditos de empeine plano y dedos alargados, le hizo cosquillas con los dedos, el niño se retorcía muy feliz en la cama por efecto de las cosquillas que le hacía Valentín, “¡ven… párate!” le bajó lentamente el pantalón y el calzoncillo, esa ropa salía liberándose por las piernas y los pies, se mostraba el penecito erecto, “¡qué hermoso está!” “¡lindo!” Aiden sonreía al verse agitado el penecito por los dedos de Valentín, “¡ahora esto… fuera!” alzaba los brazos sacándole la gruesa camisa puesta, luego lentamente lo sentó en el extremo de la cama viendo que en su delante Valentín se desvestía poniendo su ropa junto a la suya, “¡así estaremos más cómodos para jugar a lo que vimos!” lentamente lo fue encorvando en el extremo de la cama abriéndole las piernas, la cabeza de Valentín se posaba entre los muslos del pequeño, la nariz olía el penecito “¡huele rico!” “¡muy rico!” las mejillas de Valentín rozaban ese penecito ya muy erecto, “¡está suave!” “¡muy suave!” la lengua empezó a deslizarse entre los testículos haciendo que el nene hiciera leves movimientos al sentir esa sensación “¡quieto.., mi amor!” “¡quietecito!” el nene sólo miraba el pelo de Valentín, suspiraba más fuerte cuando sintió que su penecito era chupado y lamido, las manitos rozaban el sedoso pelo de Valentín, los suspiros se hacían constantes, Valentín se congratulaba de hacerle sentir ese sexo oral, la lengua se deslizaba al ombligo del pequeño, pasaba por le pecho, cuello, llegando a los labios dándose un beso corto, unieron las frentes, “¡eres un niño muy bonito…. Aiden!” “¡te quiero!” le dio otro beso corto que Aiden lo recibió y respondió con aguardo, ya para ese momento su piel había subido de temperatura como piel gallina, vio apartarse a Valentín fue en busca de un bote de crema, se acostó junto a Aiden, “¡ponme aquí!” los dedos de Aiden recorrían con la crema entre la separación de los glúteos, le puso un poco en la entrada del ano velludo, “¡déjala a un lado a la crema!” “¡ven… acuéstate!” “¡ven… juguemos!” el penecito lampiño de seis años se deslizaba por la separación de glúteos, “¡dale Aiden!” “¡juguemos!” “¡así!” “¡cógeme!” “¡cógeme!”, el nene se sujetaba de los hombros de Valentín que acostado de cara a unas almohadas recibía el deslizamiento del pene en su culo, “¡sigue!” “¡sigue!” “¡no te detengas!” “¡sigue!” el nene seguía en sus movimientos sexuales, rato después su carita descansaba en la espalda de aquel muchacho, se sentía la reparación acelerada en su piel, Valentín reía “¿ya?” Aiden continuaba con esos movimientos sobre el culo de Valentín, tiempo después se detenía “¿ya?” Valentín escuchó un “¡sí!” del pequeño, quedaron acostados viendo el techo, entrelazaron las manos se estiraba el brazo del muchacho indicando “¡mira!” observaba a través de la lluvia que descendía a un arco iris que se iba formando, el nene se puso en pie acercándose a la ventana, se cubrió el cuerpo con la cortina, miraba atento a ese fenómeno natural, se podía ver sus piernas rellenitas y esos pies de dedos alargados y empeine plano, Valentín le dijo que no se acerque a la ventana, “¡ven!”, el nene obediente de un salto se acostó en la cama, lo recibió abrazándole y dándole cosquillas, dieron vueltas en la cama, las risas eran constantes, hicieron un alto y unieron las mejillas viendo el fenómeno natural, estiró el brazo indicándole “¡es buena señal!” “¿sabes Aiden?” “¡significa que podemos jugar sin miedo!” “¡juguemos!” Aiden simplemente reía, “¡acuéstate!” se acostó de cara a las almohadas, Valentín tomó el bote de crema pasándole en el culito, “¡ahora vas a asentir a tu marido!” Aiden fue sintiendo la entrada del glande en su culito, fruncía el ceño, abría su boca en señal de ser sodomizado, pujaba y pujaba al sentir ahora ya todo el pene dentro de su culito, “¡es mío este culito!” “¡sólo mío!” empezó a bombear de manera constante, se alzaba y bajaba la cadera, Aiden aguantaba estoicamente las embestidas de Valentín, lo ladeó sin sacarle el pene y así agarrado lo penetraba, se salía el pene pero de nuevo se lo metía, lo encorvó en el extremo de la cama le puso más crema “¡dame tu culo!” le metía el glande despacio humedecido de crema “¡dámelo!” lo penetraba “¡eso!” sentía que era sodomizado el pequeño de seis años “¡eso!” a esa edad aguantaba el buen pene de Valentín y también el de Dylan quien realmente lo desvirgó, Valentín continuaba embistiéndole el potito, “¡siente que te lo meto!” “¡siente que eres mío!” se notaba el pene entrando y saliendo por ese culito desvirgado hace meses, le daba pene por ese agujerito hasta el cansancio, “¡toma!” “¡toma!” a ojos cerrados y sintiéndole que lo sometía le decía “¡ya casi te preño!” “¡ya casi!” “¡ya!” “¡ya!” “¡yaaaaaa!” de inmediato no hubieron movimientos, ambos cuerpos unidos estaban sin moverse, el semen estaba dentro del culito de Aiden, la cara de Valentín se confundía entre el pelo del pequeño niño precioso y de igual forma su respiración, reacciona apartándose lentamente de Aiden sacándole el pene, “¡ya te preñé!” miraba el culito del niño “¡tú culo fue mío!” miraba el semen salido del culito de Aiden “¡tú culo es mío!” le limpiaba con su calzoncillo el culito quitándole el semen, Valentín fue lentamente a acostarse en la cama, “¡ven!” “¡acuéstate conmigo… mi amor!” el nene se acostó junto a Valentín, le manoseaba el penecito y él le manoseaba al de Valentín, luego se acostaron d perfil, detrás Valentín lo abrazaba dándole besos en la oreja y mejillas, unieron sus mejillas, “¡sabes!” “¡así te sueño… así abrazadito a tú!” “¿tú también sueñas así que te tengo cogido?” el nene sonreía simplemente, “¡así te sueño en mis ratos libres en esta cama!” le besó la mejilla, “¡así te sueño cuando te deseo!” “¡siempre cuando estoy solo pienso en ti cogiéndote así… mi amor!”, “¡sueño que te lo meto por la boca!”, “¡sí…. Mi Aiden!” “¡sueño que te lo meto hasta el fondo!”, Aiden escuchaba algo sonriente, “¡ven!” “¡tómalo!” el nene se arrodilló en la cama y su carita se inclinaba abriendo la boca para meterse lentamente el glande grueso de Valentín, “¡eso!” “¡así…. Aiden!” “¡eso!” “¡prueba de tu culito!” “¡eso…. así!” “¡prueba de tu culito!” la boca del nene tenía parte del pene dentro de su boquita de seis años, “¡eso!” “¡eso!” “¡lo haces bien!” “¡muy bien!” lo sacaba de la boca y se notaba el brilloso ensalivado glande, “¡viste!” “¡qué lindo se puso con tu saliva!” “¡anda… mételo en tu boca!” “¡anda!” el movimiento de cabeza era adecuado para lo que quería Valentín, lo sacó ahora con más saliva que se deslizaba por el tronco del pene, se volvieron a acostar de perfil, Aiden sentía su cuerpo rodeado por Valentín que le daba repetidos besos a su oreja, mejilla y cuello, había silencio en el lugar, que fue interrumpido por los toques de puerta, a Valentín s ele heló la sangre, pensaba que los adultos habían regresado, se sentía extrañado pues aún no era la hora de regreso, se calmó al escuchar del otro lado de la puerta la voz de Sophie, aun así se vistieron lo más rápido posible, fue a recibirle junto con Aiden, “¡pasa!” le vio la expresión de nerviosismo “¿qué te sucede?” la niña angustiada agitaba las manos “¡sucedió algo horroroso!” seguía nerviosa al hablar, “¡nos lo dijeron ahorita!” Valentín la calmó de los hombros acariciándole la mejilla “¿qué pasó?” la angustiada Sophie decía “¡Don Leroy y Dylan sufrieron un percance en el auto!” Valentín cerró por un momento los ojos, se trataba de sus mejores amigos, salieron presurosos del cuarto y vieron a los vecinos que se agrupaban, uno de ellos recién llegado del lugar de los hechos dibujaba tristeza en el rostro alcanzando a decir “¡el más joven… ha muerto!” la anciana no pudo contener las lágrimas llorando inconsolablemente, Valentín muy apenado abrazó a los dos niños; tiempo después, al llegar en horas de la noche la mujer que traía los regalos y comida se encontró con la desdicha de saber que Leroy estaba en el hospital con heridas y que Dylan había fallecido, los tres estaban tristes, de a uno ella los fue consolando, Sophie y Aiden estaban arrimados a la ventana viendo la noche triste con lluvia.
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Amarilis iba pensativa al lado de su padre aquel humilde campesino, suspiraba viendo a través del cristal como su respiración empañaba el cristal, sonreía maravillada viendo aquel paisaje que se iba transformando en una selva de cemento y acero, estaba llegando a la gran ciudad, sintió el roce de las manos de su padre sobre sus manitos, volvió a suspirar viéndole al rostro muy animada, era la primera vez que estaba en la capital del país de la canela, se sentía el ambiente húmedo de temporada, el radiante sol aparecía entre las montañas, miraba a través del cristal a los transeúntes, estaba maravillada viendo a través del cristal los elevados edificios, sintió un leve dolor en el vientre, se pasó discretamente la mano por ese lugar, el pare miraba con atención la estación donde llegaron, las manitos de ella se deslizaban por el cristal, la frente se rozaba por el cristal, esperaban a salir del autobús que los había conducido a la ciudad capital, veía a través del cristal la vestimenta de las señoras, de las jovencitas y de aquellos jóvenes capitalinos, el rostro de uno de ellos los asoció con su amigo el de rostro hermoso, suspiró de solo pensar en él, se puso cabizbaja pensativa, miró sus dos manitos entrelazadas posándose sobre sus muslos sobre la vaginita vestida, sintió la mano de su padre sobre su hombro, era el momento de seguirle para bajar del bus, sintió agradable al ponerse en contacto con ese ambiente aunque le llamó la atención del constante toque de pitos y sirenas de los automóviles y demás transporte, su mirada alzada al cielo viendo la infraestructura del terminal terrestre recientemente inaugurado, iba tomada de la mano de su padre, en cada mano respectiva llevaban sus petacas, presuroso el padre le dijo a su hija que espere arrimada en ese rincón, le indicaba que él iba al baño, ella esperó pacientemente al momento en que su padre entró a un cubículo, ella también sintió esa necesidad, de un impulso se asomó en la entrada, vio en el urinario a un hombre que estaba micciando, le sorprendió ver ese pene peludo, erecto que lanzaba orina al urinario, sus miradas se cruzaron, el hombre sorprendido simplemente se limitó a sonreír, ella continuaba viendo el pene, el hombre estaba solo, miraba a los lados, sentirse a solas hizo que rápidamente agite el pene para que ella lo vea a plenitud, sorprendida lo vio por unos segundos, se escuchó el sonido de un seguro de un cubículo saliendo un niño que se acercó a lavarse las manos, el hombre giró el cuerpo en dirección al urinario, el niño miraba ese movimiento de agite del pene, sonrió y salió presuroso del lugar viendo a Amarilis, el hombre se metió el pene dentro del pantalón y al pasar cerca de la niña en voz baja le dio “sé que te gusta” “y… creo que ya la probaste” rió y se fue acariciándole el pelo, ella salió del lugar arrimándose en el rincón pensativa viéndose sus manitos entrelazadas, miraba el piso y vio en su delante un par de zapatos, alzó la mirada y quedó muy sorprendida viendo el rostro de Luis Izaguirre Buonanote, ella se puso en pie respondiéndole las intenciones de abrazarse con el recién llegado, en ese momento se acerca el campesino saliendo del cubículo del baño, así, los tres se fundieron en un fuerte abrazo, le dio la bendición a su hijo, Luis tomó la petaca de la niña y fueron al auto, en el trayecto la niña estaba maravillada viendo a la ciudad, a través del espejo retrovisor de su auto Luis miraba la expresión de asombro de Amarilis, sonreía, al pasar por el centro de la ciudad se detuvieron a tomar helados a invitación de Luis, el campesino estaba muy feliz de su compañía, de eso daba cuenta Amarilis, durante el disfrute del helado le vino una molestia que iba de la vagina al vientre, disimuladamente debajo de la mesa se pasaba las manos por el vientre y hacía esfuerzos por evitar el mostrar en su rostro aquellas molestias de dolor, de inmediato le vino la imagen de Adrián Fernando, aquel amigo suyo, como que se sobresaltó internamente pero se disminuyendo ante a respiración que hacía, se distraía mirando el sitio acogedor, Luis les decía que siempre frecuentaba este lugar y que el dueño era un buen amigo suyo, eso se mostró viendo los grandes volúmenes de helados que les sirvieron, al terminar Luis los condujo hacia el centro histórico de la capital, la pequeña estaba maravillada viendo ese otro mundo diferente en el que se había criado, las atenciones de Luis en la pequeña eran frecuentes y eso daba gusto a los ojos del humilde campesino presenciar la relación entre los dos medio hermanos, el pensar internamente para Luis era muy diferente a lo que el humilde campesino pensaba, él sabía algo de aquel oscuro origen de la pequeña a la que con mimos y abrazos la hacía sentir bien en aquel lugar, el recorrido en el auto continuó, hicieron ahora un alto para almorzar en un exclusivo lugar de gente pudiente, Amarilis notaba a las niñas sentadas en esas mesas cercanas, tenían su misma edad, sus vestidos eran diferentes, mutuamente se miraban las niñas con recelo, de ello dio cuenta Luis, luego de terminar de comer los llevó a comprar ropa, el humilde campesino vio cómo su hija se transformaba ante esos novedosas vestimentas de moda en esa época, se la veía muy preciosa, luego los llevó a cortarse el pelo, ella estaba radiante con ese pelo ondulante, vestía elegante con ese pelo lacio con cerquillo que adornaba sus mejillas rojizas, el humilde campesino vestía regio con la ropa que su hijo le obsequió, de allí fueron a casa de Luis, recorrieron el lugar, era muy amplio, Amarilis estaba muy contenta caminando por la casa junto a su padre y medio hermano, sentados en la sala comentaban sobre el viaje, Luis les orientaba a lo que sería el tiempo de la estadía en la ciudad, al día siguiente lo llevaría al campesino realizar chequeos médicos y de igual forma a Amarilis, la nena de seis años nacida en diciembre de 1952, al escuchar aquello le vino una expresión de recelo en el rostro que rápidamente percibieron los adultos, para ellos era normal que ella se asuste, lo que ellos desconocían que para Amarilis era algo más, de pronto que se escucha a un auto de última generación que se estaciona, a través de los amplios ventanales se ve que sale una mujer tomada de la mano de un niño, Luis muy animado se pone en pie y abre la puerta tras un corto sonido de timbre que pudo ser prolongado, se trataba de la presencia de Isaurina Arciniegas cuyo padre Jairo Arciniegas murió ahorcado en septiembre de 1956, su padre fue descendiente de criollos españoles por parte de padre e ítalo británico por parte de madre, la abuela de Isaurina fue amante de Fulgencio Arichabala, el cuerpo del abuelo de Isaurina Arciniegas, Leovigildo Arciniegas, fue encontrado flotando en las aguas del rio con un tiro en la cabeza, la mujer tenía 33 años, llevaba de la mano a su hijo Jairo de cinco años, hijo del militar Gustavo Adolfo Pozo Buonanote, primo de Luis Izaguirre, en el rostro se notaba la timidez, el saludo de presentación entre los asistentes fue muy cordial, aunque se notaba un cierto recelo de la mujer ante el campesino, la llegada de la mujer era para invitarle al primo de su esposo a una ceremonia religiosa en su casa por acción de las damas de caridad ante preparativos de semana santa cuyo viernes santo sería el 26 de marzo de 1959, la presencia de Luis sería muy gratificante así que el primo político le aceptó, vio que los niños se miraban con atenta inquietud, la mujer hizo preguntas al campesino visitante que vestido con esa ropa fina notaba distinción dejando lejana la posibilidad de apreciar su verdadero origen, parecía un caballero del alta alcurnia, sus facciones complementaban lo fino del traje, Luis sonreía al ver a Isaurina hablar atentamente con el campesino desconociendo esa verdadera personalidad del hombre, la conversación continuaba, Amarilis y Jairo jugaban alrededor de la amplia sala, gustaba en los adultos ver jugar a los pequeños con diferencia de un año de edad, la empatía y cordialidad se había hecho presente entre ambos, Luis les dijo que podrían jugar en el jardín, gustosos salieron y vieron un balón en el césped el cual sirvió para sus juegos, desde los ventanales el campesino y resto de adultos miraban jugar a los pequeños, la conversación continuaba, vinieron las preguntas al hombre visitante y Luis en lo que podía respondía por él lo cual vio algo extrañadla mujer, el tiempo transcurría, la mujer miró el reloj cucú de pared y dio cuenta que era el momento de partir, se despidió cordialmente de los dos hombres, les invitó para cenar en la noche, les dijo que estaba solo con su hijo y su compañía sería muy agradable a lo cual agradecieron y Luis prometió estar con ellos, llamó al pequeño Jairo y éste se despidió dándole un dos cordiales besos a en cada mejilla de Amarilis, la pequeña se pasaba delicadamente la mano por las mejillas, quedó pensativa pues no estaba acostumbrada a que lo hagan, fue a la puerta grande a despedirlos junto con los adultos, el nene agitaba las manitos en señal de buen gusto reflejado en su carita, la mujer le hizo un guiño a Luis recordándole la invitación en la noche, entraron el gran casona de Luis para recorrer reconociendo los lugares de estar y en las habitaciones, los lugares eran muy atrayentes, Amarilis recorrió su habitación mostrada por Luis, el campesino y su hijo fueron a seguir recorriendo las habitaciones quedándose Amarilis con la suya, de su petaca sacó parte de ropa y de accesorios de aseo, se recostó en la cama viendo de cara al techo, suspiraba, cerraba los ojos lentamente, a su mente veía el rostro del pequeño Jairo con el que minutos antes había jugado en el jardín, recordaba verle sentado en el césped tomando el balón a piernas abiertas viendo la entrepierna que se movía, de pronto la imagen del niño de cinco años se disolvía y aparecía a su vez el rostro de Adrián Fernando, aquel quinceañero que significa mucho en su vida, se puso tensa, vio ese rostro hermoso, esa sonrisa cautivadora fija en su sentir, arrugó la sábana con las manos, apretó sus labios, de sus labios salió ese nombre abriendo los ojos de inmediato, respiraba hondo, vio su entrepierna, pasó sus manitos por el vientre, escuchó que la puerta tocaba, Luis muy atento se sentó a su lado en la cama, le preguntó si estaba cómoda, ella asentía, la vio fijamente al rostro pasándole la mano por el pelo con cariño, entró su padre diciéndole que se bañe pues saldrían a pasear comprando regalos y de allí a la cena, animosa dio brincos en la cama, los adultos salieron dejándole a sola con sus pensamientos, se acercó al balcón que daba a exteriores, de allí se veía el amplio jardín, se sentía querida de Luis, tiempo después entró a desvestirse, entró al baño, se vio desnuda completamente en un gran espejo, al principio se ruborizó viéndose así tan completamente desnuda, pero de a poco el gusto por verse así fue cautivándole, sonreía al verse de ese modo, tenía un gran apego al observar su cuerpo, sus piernas estaban sudorosas, se vio de perfil, luego de atrás y cuando estaba para verse por delante instintivamente llevó sus manitos a su vaginita lampiña, cerró los ojos y a su mente llegó el hermoso rostro de Adrián Fernando, abrió los ojos, sus manitos fueron a su rostro, lentamente fue bajando las manitos, se tapó su pechito con las manos, cerraba los ojos y recordaba el desliz de la lengua de Adrián Fernando, suspiraba viéndose en el espejo, entró en la ducha, el agua estaba agradable, se enjabonaba, pasaba el jabón por su cuerpo, miraba a través del cristal el interior del baño, salió puesta una toalla que cubría su cuerpito infantil, vio por las ventanas los alrededores, escuchó tocar la puerta, al abrirla entró Luis, su amplia sonrisa daba confianza, le acarició el pelo, le dijo que la esperaban para ir de paseo nuevamente, ella asintió, él salió de la habitación, Amarilis se sentó en el extremo de la cama, lentamente se deslizó la toalla para verse la humedad en sus entrepiernas y en esos delimitados labios vaginales, se pasó el dedo como se lo había enseñado Adrián Fernando, sus piraba a ojos cerrados el pasarse los dedos por los labios vaginales, sentía placer, mucho placer al punto de gemir abriendo de mejor forma las piernas, de pronto sin darse cuenta, aparece la figura del campesino, su padre, ella se asombró al ser descubierta así como estaba, aquel hombre extrañado ante esa escena se limitó a observar a su hija haciendo esos tocamientos, vio hasta que ella abrió los ojos y sorprendida quedó de verse descubierta en ese aspecto sexual, sorprendentemente el hombre frunció la ceja, hizo puño en las manos, levemente mordió los labios dirigiendo su mirada a la ventana más próxima de la habitación, respiró hondo pidiéndose que se vistiese pues ya estaban a punto de salir, sin verla salió de la habitación, ella temblorosa y muy apenada se vistió lo más rápido posible, el campesino al bajar las escaleras de la gran casona iba pensativo, no daba cuenta en qué momento aprendió a hacerse eso, pensó que tal vez lo vio en el pueblo, o, tragó saliva, hizo un respiro prolongado y pensó: alguien le enseñó, era incomodo el pensar así, el pensar cuándo, cómo, pero si ella siempre ha estado a su lado, pensaba mucho en aquellas probabilidades hasta que salió de sus pensamientos al tener a su amado hijo al frente, no pudo disimular su asombro, Luis dio cuenta de aquello pero no emitió comentario simplemente fueron hacia los exteriores de la casa, se sentaron a coger brisa mientras esperaban a la nena, no pasó el tiempo en que ingresaron al auto, ella iba cabizbaja al lado de su padre que aún no salía de la sorpresa ante lo visto, pasearon por los alrededores más simbólicos de la ciudad hasta llegar a la gran casona de residencia del primo de Luis, allí lo esperaba en la entrada Isaurina con su hijo Jairo Gustavo, al salir se notaba la elegancia de Luis y sus acompañantes, ella les dio el beso de la bienvenida, Amarilis y el pequeño se dieron el beso y el abrazo, entraron a conocer la residencia, la pequeña y el campesino quedaron deslumbrados de tanta elegancia en aquel lugar, pasaron por una habitación con espejos atrayentes de tiempos de la colonia, ella de su casa había traído a la casa de su esposo las pertenecías más significativas, los niños estaban en un lugar aparte, Jairo pidió permiso a su madre para llevar a Amarilis a su cuarto de juegos, ella vio a los visitantes mostrando su complacencia de apreciar el apego de ambos niños, luego movió afirmativamente la cabeza en señal de aprobación, los niños corrieron a ese lugar tomados de la manos, los adultos se centraron en conversar y ser atendidos por la sirvienta a cargo, el campesino no disimulaba su asombro de ver tanta elegancia, Isaurina lo miraba y sonreía complaciente, lo creía un hombre de poca monta pese a estar bien vestido, se notaba el aire campechano, caminaron por los corredores del alumbrado jardín junto a la alberca, el campesino quedó en esa amplia sala, le atrajo mucho aquellos adornos, de pronto, le llamó el área donde habían varias fotos, le atrajo mayormente la atención una de ellas, tenía un marco antiguo, se sorprendió al ver detenidamente a las personas de esa foto, tembloroso no lo podía creer, pero, sí, no había duda, allí estaba él, sí, era él, se preguntaba qué hacía allí junto a esas personas siendo muy niño, a veces dudaba, pero otras le invadía el acierto, tenía los sentimientos encontrados, la sirvienta pasó a otro ambiente de la casa, el hombre vio la oportunidad de sacar la foto viendo a todos lados, su instinto le hacía cometer esa falta, rápidamente la introdujo en el bolsillo trasero y escondió el marco entre los otros, presuroso salió a estar junto a su hijo y anfitriona, a distancia corta de allí estaban los niños jugando en el piso del cuarto con esos juguetes articulados de moda en la época, animado Jairo le enseñaba el manejo, pese a tener un año menos que ella tenía mucha habilidad y ella no se quedaba atrás comprendiendo rápidamente el uso y manejo, había momentos en que el niño rozaba las mejillas de ella o unían su pelo, en otras ocasiones se rozaban las manos al manipular los juguetes, para Amarilis eso era atrayente de tener a un niño a su lado, pocas veces había jugado con ellos en la escuela, llegó a sentir la respiración del niño al apegarse a enseñarle el manejo, no pudo evitar sentir su piel de gallina, estaba muy atenta a los movimientos del niño en la cama dando vueltas, además lo vio acostarse y de cómo así acostado simplemente con movimientos lentos abría las piernas de su pantaloncito corto con medias y sandalias, ella sentada en el piso con su juguete miraba hacia arriba a la cama que la manga del pantalón corto se abría viendo el calzoncillo que llevaba puesto, vio el rostro del niño, vio aquellos labios rosáceos, vio los bracitos estirados agarrando un cochecito, le gustó verle abriéndose más de piernas, cruzaron miradas sonrientes, Jairo estaba acostado de cara en la cama, Amarilis se sentó a su lado a verle jugar de cómo manipulaba su muñequito de soldado, ella tenía otro soldadito articulado en la mano, los unieron haciendo remedo de pelea, las manitos de ambos manipulaban los soldados, la mano de Amarilis hizo que el soldado de Jairo logre hacer quedar debajo de su soldado, gustosa y con fuerza rozaba el soldado suyo sobre el otro soldado de Jairo haciéndole movimientos sexuales, Amarilis vio la aún inocencia del pequeño, ella cerró los ojos recordando a Adrián Fernando recordando sus juegos en la cueva, le dijo al niño que mire cómo luchan, sorprendentemente ahora ella dejó que su soldado quede debajo del soldado de Jairo Gustavo, el niño gustaba de ese juego inocente, gustaba ser el dominador de la situación, así lo entendió de inmediato Amarilis, dejaron a un lado los soldados y Amarilis le piso en pie sobre la cama, los dos se agarraban de los hombros y saltaban cayendo en el colchón, ella le dijo para “jugar” como lo hacían con los soldaditos antes, él asintió gusto de querer jugar, brincaron y al caer ella quedó debajo del cuerpo de Jairo que reía ampliamente, ella debajo de él con movimiento alzaba y bajaba las caderas haciendo que sea un movimiento gracioso de luchita, el nene sentía ese movimiento uniendo el pecho al de ella, poco a poco las manos de Amarilis rozaban las costillas vestidas del niño, se miraban sonrientes, lentamente se ladearon quedando acostados de perfil, con sus brazos lo atrajo hacia ella, no dejaban de sonreír, las manos continuaban rozando al pequeño Jairo Gustavo Pozzo Arciniegas, lentamente giraban los cuerpos haciendo que ella se acueste sobre el pequeño, seguían sonriendo, ella aprovechó en hacerle cosquillas lo que al niño le gustaba, vio la entrepierna del nene, suavemente le fue pasando la mano por allí, Jairo ya no reía intensamente sino que su risa fue menguando, miraba algo inquieto que esa manito de Amarilis se deslizaba ahora sobre el pene vestido, ella reía más con algo de coquetería, el niño se limitaba a ver que la manito de Amarilis rozaba con más intensidad a ese penecito vestido, ella estaba yendo más allá de lo esperado, el niño colaboraba con su inocencia, le volvió a hacer cosquillas para disimular sus intenciones y continuó estirándole el penecito vestido, le preguntó si le gustaba lo que estaba haciendo, Jairo asentía, le preguntó si se sentía raro y el niño solo asentía con su rostro ya acalorado, continuaban los estiramientos del pene vestido, Amarilis vio el pene algo erecto del niño, se había propuesto crear inquietud en el pequeño, le volvió a preguntar si le gustaba que se lo siga haciendo, Jairo se reía mirándole al rostro, ella le dijo que era un “jueguito secreto” en el cual se sentía rico, le preguntó si lo había jugado antes y Jairo movió insistentemente de manera negativa su carita, Amarilis tragó saliva, le dijo con respiración profunda que ese “jueguito secreto” se lo hacía más rico y delicioso si se toca piel a piel, el nene extrañado le preguntaba cómo, Amarilis que ya notaba su piel muy caliente tragó saliva y quedó sonriendo ante la inocente pregunta del pequeño Jairo Gustavo, el nene muy inquieto se paró en la cama, hacía la misma pregunta brincando y brincando en la cama, Amarilis sentada en la cama estiraba el brazo para calmarle y que los dedos de ella empiecen a bajar la cremallera de ese fino pantalón corto, por vez primera Amarilis miraba ese pene descubierto de Jairo que salía erecto de la ropa, con los dedos empezó a rozar el pene salido de ese calzoncillo, luego lo estiba, le preguntó al nene si se sentía mejor, Jairo a ojos cerrados asentía mostrando el placer en su rostro, ya para ese momento estaba quietecito, parecía inclinarse, y así de a poco le dijo Amarilis que se acueste para que sienta mejor ese “jueguito secreto”, el niño miraba su pene erecto por encima del calzoncillo y el pantaloncito corto, Amarilis estaba maravillada observando ese penecito que era estirado con sus deditos, Jairo estaba algo sorprendido de ver por primera vez ese estiramiento miraba a Amarilis, le salían suspiros, sus manitos arrugaban las sábanas, de eso dio cuenta Amarilis que seguía sonriente estirando el pene del pequeño, desde abajo se escuchaban las risas de la anfitriona y los invitados, rápidamente Amarilis fue a poner seguro a la puerta, al regresar vio a Jairo acostado estirándose el penecito en imitación de lo que Amarilis le hizo, ella notaba el gusto que el niño había descubierto en hacer eso, se acostó a su lado poniendo su cara junto a la cadera del niño, Jairo se detuvo, ella le hizo ademán de continuar, él lo hizo por unos instantes, ella continuó diciendo que recuerde que este “jueguito” era un secreto entre los dos y no debería hacerlo delante de personas mayores, que lo hiciera a solas, le hizo que lo prometa asintiendo la carita, ella acostada miraba que sus dedos estiraban ese penecito lampiño, el niño sobre sus manitos estaba observando con detenimiento a su penecito siendo estirado, sonreía viendo que se acercaba el rostro de Amarilis y que el tronco de su penecito rozaba las mejillas de la niña, ella le decía que eso era parte del “jueguito secreto” que no contase sobre esto, Jairo miraba el pase de su penecito por los labios de ella, ampliaban sus sonrisas, le decía que esa era otra parte de su “jueguito secreto”, asombrado el niño abrió los ojos cuando vio que la lengua de Amarilis rozaba la piel del tronco de pene, le salía suspiros e instintivamente movía sus manitos en la cabeza de Amarilis sintiendo un cosquilleo, la niña reía, le decía que aguante, le preguntaba a Jairo si se sentía bien y él asentía, su sorpresa fue mayor al ver que su pene era introducido en la boca de ella, de allí salía un penecito brilloso ensalivado, ella se apartó y él delicadamente se tocaba con la punta de los dedos índice y anular la piel de su penecito ensalivado, ella le dijo que eso una parte de lo mejor del jueguito y que habían dos más, él la miró con extrañeza, ella le preguntó que si deseaba saber esas dos y ya muy animado el pequeño Jairo Gustavo Pozzo Arciniegas asintió con seguridad, la nena le dijo que primero deberían ir abajo a ver cómo estaban los adultos para regresar, asintió, se arregló la ropa y salieron del cuarto a jugar ahora en el jardín, Amarilis con eso ganaba confianza con el nene, habían muchos juegos en el iluminado jardín que disfrutaban de cada uno a vista de los adultos que estaban en la amplia sala continuando con la conversación, el campesino empezó a preguntar sobre la vida familiar de Isaurina, ella respondía que su familia había ganado prestigio en parte en la política, en la agricultura y en el comercio, fue poco a poco hablando de cada miembro de su familia pero se detuvo cuando quiso hablar de una persona muy especial para su padre que desapareció sin saber aún de su existencia si está vivo o no, iba a proseguir cuando Jairo se acercó recostándose en el regazo de su madre, le hacía mimos en el pelo a su único hijo con el militar, el niño la miró atento pidiéndole permiso para seguir jugando en el cuarto con sus juguetes en compañía de Amarilis, la mujer complaciente les dio permiso para que continuasen jugando, Amarilis que antes estaba sentada en el sillón se incorporó rápidamente yendo tomada de la mano del niño hacia el cuarto, Luis le dijo a la pequeña que jugasen cierto tiempo pues ya tocaba de irse pronto, Isaurina movió las manos indicándoles que vayan a jugar, los adultos comentaban la química que habían generado la amistad de Amarilis y Jairo y ellos veían de gran agrado aquello, lo que los adultos estaban lejos de pensar es que esa amistad iba más allá de lo normal pues al entrar al cuarto de inmediato se acostaron en la cama, rápidamente Jairo se bajó la cremallera sacando del calzoncillo el penecito, Amarilis olía el penecito, luego pasaba el penecito por sus mejillas, para después metérselo en la boca haciendo sexo oral como su querido Adrián Fernando se lo había enseñado, el niño suspiraba haciendo puños la sábana, ella le preguntaba que si en verdad le gustaba y él asentía, chupaba repetidamente de ese penecito, de pronto Amarilis le preguntaba a Jairo Gustavo si quería saber cuáles eran esas dos partes m{as del jueguito, el nene a ojos entreabiertos asentía luego de sentir ese deslizamiento de lengua en su penecito, se tocaba con sus deditos alargaditos ese penecito erecto, ella se acostó a su lado y se miraron sonrientes, sorprendido el pequeño Jairo vio que Amarilis se levantaba su vestidito elegante y los ojos del niño se abrieron m{as cuando vio que los dedos de Amarilis deslizaban el calzoncito, le dijo que se arrodillase en su delante, Jairo obediente lo hizo teniendo su penecito descubierto, se lo veía aún erecto ensalivado, ahora le dijo que acerque su carita allí, al acercar su carita se refería a rozarla por la vaginita, la nariz rozaba los labios vaginales, ese olor para Jairo era muy peculiar, le dijo que le diera de besitos allí, el travieso Jairo así lo hizo, besaba repetidamente la pelvis, seguía con los labios vaginales y también con parte de los muslos, las manitos alargadas de Amarilis acariciaban el pelo del pequeño que continuaba dándole de besitos en la vaginita, ella abría la boca en señal de gusto, con inocencia continuaba besándola, las piernas se abrían más, Jairo vio las señas de manos de ella indicando que se acueste sobre ella, lentamente lo hizo, sintió las manitos de Amarilis en sus caderas, las alzaba y las bajaba, se sentía incomoda con ese roce, lo apartó un poquito poniéndole en pie sobre la cama, le bajó el pantaloncito corto y el calzoncillo poniéndolo a un lado de la cama, Jairo estaba viéndose su pene descubierto, ella lo estiraba, ya al verlo erecto se acostó bien abierta de piernas y con las manos le hizo señas de acercarse a acostarse, ahora de mejor modos el pene rozaba la vaginita, la mejilla de Jairo rozaba con la boca de Amarilis que le decía que esa era la otra parte del “jueguito secreto” y que esa era la mejor, Jairo una sensación rara cuando Amarilis tomó el pene y lo puso a rozar en la entrada de la vaginita, la respiración del pequeño chocaba en las mejillas de ella, las manitos estaban tendidas en la cama, las manitos de ella rozaban los glúteos del pequeño, alzaba y bajaba las caderas, lo dejó solo para que él lo hiciera, ese niño por vez primera hacía sexo, Amarilis estaba feliz de haber logrado iniciarlo, le apartó, estaba arrodillado en la cama viéndose el pene erecto, ella lo acostó para chuparle el penecito, alzaba y bajaba la cabeza, sentía cosquillas y sonreía, luego ella se acostó de cara a la cama, el calzoncito estaba a la altura de las rodillas, el niño pasó las manos por ese voluminoso culito, Amarilis le dijo que se acostase sobre ella, así lentamente se acostó sobre ella, el penecito ahora se deslizaba entre los glúteos y eso fue lo que más le llamó la atención, del mismo modo alzaba y bajaba la cadera, se podía apreciar el movimiento de cadera y pene sobre ese culito de niña preciosa, la carita se posaba entre el cuello y espalda, la respiración golpeaba en la piel de ella, se apartaron, él volvió a acostarse y ella a abrirle de piernas para chuparle le penecito, de pronto escuchan voces desde la planta baja, rápidamente se visten, antes de salir Amarilis le dice al pequeño que guardase el secreto, lo abrazó y lo acarició con mucho apego, el nene al sentir aquello se puso muy sonriente, su semblante era de gusto, la inocencia seguramente daba para eso y Amarilis lo comprendió llevándole de la mano a donde los adultos aguardaban, el humilde campesino miraba a su hija y a la vez miraba al niño sentado que se restregaba el pene vestido, esa actitud en el niño no la había notado cuando recién llegó, cerró los ojos para recordar a su hija abierta de piernas acostada en la cama del cuarto de la casona de su hijo Luis, abrió los ojos y para sorpresa suya la manito de su hija se pasaba discretamente por la vaginita vestida, ambos niños se miraban, de pronto sintió una descompensación, Luis se dio cuenta, se acercó a su padre al que para Isaurina ese señor era amigo del interior de Luis recién llegado a la ciudad precisamente para hacerse un chequeo médico como acto de caridad de Luis, la mujer trajo medicina para reanimarle, al poco rato se mejoraba su salud, agradecía por las atenciones prestadas, al poco tiempo ya estaban viajando en el auto hasta la casona de Luis, en su dormitorio estaba rodeado de sus dos hijos, acariciaba el pelo de su hijo querido, Amarilis ya notaba la preferencia de cariño de su padre a su hijo Luis, ella salió del cuarto, fue a su dormitorio, escuchaba los sonidos nocturnos, pensaba en Adrián Fernando, qué estaría haciendo en este momento, se dijo, suspiró largamente, se acomodó entre las sábanas, tenía un deseo por dormir y así quedó dormida, mientras tanto en la habitación contigua un campesino humilde meditaba con preocupación, sentía que la dolencia se incrementaba, pensó en su pronto fin, recordaba lo sucedido en casa de Isaurina Arciniegas, recordó de algo, fue hacia el pantalón sacando de su bolsillo aquella foto, se sentó a verle con atención, no lo podía creer, fijamente y con calma miraba cada uno de aquellos rostros, en especial de ese par de niños, le salieron las lágrimas, comenzó a pensar y atar cabos, hasta que descubrió su origen que lo evidenciaba en aquella foto, la yema del dedo frotaba el rostro de aquella mujer que tenía abrazados a sus dos pequeños, uno era Jairo y el otro sin lugar a dudas era él, sí, aquella foto completa era similar a la foto cortada que está en su humilde casita de campo en el monte palomar que desde niño su padre le contaba historias de algunas situaciones de cómo huyeron de aquel lugar donde pretendían matarle, todo era tan tenso para aquel campesino que poco a poco le vino el cansancio, puso esa fotografía a buen resguardo, tenía su conciencia minada de desesperación, en ese momento quería desfogar, decirlo todo, la angustia crecía como también la desesperanza, al tiempo se quedó dormido, por la ventana se notaba el reflejo de luz de luna que daba en el piso, una puerta se abre, unos pies descalzos daban pasos por el piso, una manito movía el hombro de aquel hombre, se despertó viendo la inocente carita, le dijo que tenía pesadillas feas y que si podía dormir con él, medio dormido le abrió las sábanas y ella se acostó junto a él con las sábanas cubriéndoles, quedaron abrazaditos, le reconfortó escuchar de esa niña que lo quería mucho, sonrió poniendo su rostro sobre el pelo de la niña, sus manos se posaron sobre los bracitos y quedaron profundamente dormidos; al siguiente día el sol de aquel día de 1959, a petición de su padre Luis lo llevó a la iglesia de la ciudad, estaba con ansias de llegar, Luis le dijo que regresaría por él y por Amarilis, que lo esperase hasta una hora y luego vendría a recogerlos, la niña tomada de la mano del padre campesino entró en la iglesia, era muy acogedora, un padre amigo de Luis salió a su Llegada, conversaron delante de la niña, el anciano estaba en esos tiempos de jubilación pero un pedido de Luis compensaba su caridad en su parroquia así que fueron al espacio de confesorios, Amarilis por mandato de los dos adultos quedó a la espera a cierta distancia entre el mobiliario, el tiempo transcurría y la inquieta Amarilis caminaba por el sector, el deseo de conocer por los alrededores hizo que discretamente se ubique detrás del confesorio, no había más gente presente que los tres, se encaminaba hacia la entrada de la iglesia del sector pero un susurro acompañado de un melancólico sonido salido de voz de su padre le hizo acercarse pegando la oreja a la madera, escuchó lo que el destino le permitió escuchar cambiando de por sí su vida, entre cortos sonidos de congoja y malestar Amarilis escuchaba de labios de su padre que había hace pocas horas descubierto su origen, que estaba emparentado seguramente con Isaurina Arciniegas, que se presume sea su sobrina, la hija de su hermano, aquel hermano al que lo separaron, le contaba al cura que su vida había sido muy triste, su infancia llena de necesidades deambulando por los sectores del campo, pero allí ya siendo hombre tuvo hijos que se murieron la fiebre amarilla y también conoció al que sin duda alguna sería el amor de su vida: Andreina Buonanote, la hija del patrón Rodolfo Buonanote, casada con Guillermo Izaguirre, con quien le engendraría y en consecuencia le daría un precioso hijo llamado Luis el fruto de sus amores clandestinos, siendo pequeño lo cuidaría a la distancia y hasta ahora lo cuidaba con anhelo pese a ser adulto, hizo una pausa, se secaba las lágrimas, su vida siempre estar pendiente de su único hijo varón, tras la muerte de su mujer y sus hijos se centró en cuidar a Luis de peligros, vivía feliz de cuidarle mientras trabajaba como peón en la estancia de Rodolfo Buonanote en las visitas que la hija Andreina y el niño hacían, lo montaba a caballo y era hermoso verle galopar con sus manitos blanquitas agarradas a las riendas, parecía dominar el mundo, tan blanquito con ese pelo lacio, ahora sin duda con aire algo de su personalidad recia, en su humilde casa guarda una foto de {el siendo niño en su cabalgadura, pero no todo era felicidad, el campesino le decía al padre confesor que había un niño llamado Lastenio hijo de mulatos que era el encargado de cuidar al niño Luis como cariñosamente le decía, Lastenio cometió un error, le enseñaba a Luis acciones sexuales no propias de su edad, descubría los tocamientos que le hacía al bañarse o estando a solas le desvestía para rozarse el pene entre sí, el cura se asombraba de lo que salía de labios del humilde campesino, hizo una pausa, le decía que continuase, le dijo que él al presenciar una vez el cuerpo tendido de su hijo desnudo le dio repugnancia ver cómo Lastenio se acostaba besándole y Luis se dejaba por su inocencia rozar el pene de Lastenio por su culito en posición perrito, eso le causó indignación y esperó prudentemente en una ocasión estando a solas yendo en la carreta, le dio de golpes diciéndole que a su hijo se respeta, el desconcertado mulato Lastenio no daba crédito a lo que escuchaba, que ese campesino a su lado era el verdadero padre de Luis, lo amenazó con decirle la verdad a su patrón Guillermo Izaguirre, el campesino le confesó al cura que él lleno de ira asestaba golpes en la cabeza del mulato hasta el cansancio, comprobó que lo había matado, asustado se le ocurrió poner el cuerpo inerte de Lastenio en la carreta siendo lanzada por el abismo, el muerto correría la misma suerte de sus padres, tiempo después el cuerpo descompuesto era encontrado por unos transeúntes, el padre atento al relato respiraba hondo, le preguntó si había algo más, el humilde campesino asentía, tenía los ojos cerrados, de sus labios decía que el sobrino del amo patrón, René, hizo una pausa respirando hondo, mordiendo los labios y haciendo puños dijo que ese hombre habría violado a su hijo, siendo René tío de Luis lo sodomizó, se culpaba de haber llegado tarde a aquella loma, aquel lugar donde René logró violar a Luis, lo esperó al ver que ese tío lo dejaba a Luis y ya teniéndole lejos del niño le cayó a golpes, sacó su revólver y primero le disparó en los genitales, René con profundo dolor iba arrodillándose, luego en la cabeza quedaban las marcas de los tiros que le acabó el tambor de balas, lleno de iras y al verse manchado en sangre dejó a su hijo, sabía que estaría bien pues pronto se encontraría con los peones a su auxilio, el relato de aquel hombre continuaba sin darse cuenta que Amarilis escuchaba claramente detrás del confesorio, estaba desconcertada sabiendo que su medio hermano Luis había pasado por esa aberración, lo lamentaba mucho, a sus más de seis años ya lo comprendía, hicieron un largo silencio hasta que el cura le dijo que continuase, atenta escuchaba decir del campesino que el niño Luis perdió a su hermano Maximiliano en la peste de fiebre amarilla, esa fue la causa de la separación de sus padres, eso hijo alejarse del campesino de su hijo, con el tiempo la madre de Luis, Andreina Buonanote, contrajo relaciones con el doctor Luis Pérez, ese hombre tenía una hermana que cuidaba de su hija Justin, esa mujer llamada Amalia descubrió la debilidad sexual de Luis y le atormentaba diciéndole que le contaría a su madre Andreina de lo que había visto haciendo sexo con los nenes pequeños y en especial con un muchacho de nombre Melesio, en una ocasión siguió a Melesio y a Luis por el monte y los vio haciendo el amor, solo que a distancia de él vio moverse a Amalia furtivamente, con dolor miraba como Luis aceptaba que lo sedujeran, le gustaba de hacerse el pasivo, sin que la mujer lo viese le molestaba ver que se burlaba de su hijo, se acercó y con una lampa que llevaba le dio de golpes a la mujer por haber osado burlarse de su hijo, fueron tantos los golpes que le deformó la cara matándola instantáneamente, los muchachos para ese entonces ya se habían ido, se refirió a Melesio a quien también lo mató por irrespetar a Luis, el campesino hizo una pausa, el cura atento y contrariado a ojos cerrados le dijo que si había algo más que contar, el campesino continuó emitiendo un sí anticipado, su expresión era de cansancio hasta ese momento, el anciano cura sudaba, se escuchaba el repicar de las campanas, Amarilis tuvo un susto, se escondió un poco más tras ver pasar a un cura con un par de niños que entraban a la lejana sacristía, el campesino continuaba con su relato, Amarilis escuchaba, ahora el campesino se refería a su ex mujer Lucrecia la madre de Amarilis, su única hija mujer con la que ahora le acompaña, el campesino no daba cuenta que la niña estaba muy atenta a escuchar su relato tan cerca, el campesino dijo que Lucrecia tenía a un socio llamado Emilio que en el pueblo lo llamaban el hombre de negro pues le gustaba vestir así, era hermano del asesinado Teodomiro con quien le engendró un hijo llamado Gustavo Teodomiro a Josefina Pozzo Buonanote que éste al conocerla se enamoró y tuvieron un par de hijos, Emilio hizo sociedad de una fábrica de enlatados con su suegra Noelia Buonanote, con Lucrecia y con Luis, al tiempo surgió una atracción entre el hombre de negro y Lucrecia, el campesino descubrió de ese apasionado romance, una tarde aprovechó para ir a la fábrica y estando a solas aprovechó para increparle e irse a golpes, lo dejó moribundo y el campesino regó gasolina quemando en parte la habitación saliendo furtivamente del lugar, los comentarios saldrían de la población como una verdad acerca de esa desgracia que fue por un corto circuito y la explosión de unos químicos inflamables que habían explosionado, el cura movía la cabeza negativamente, hizo un alto en largo silencio, el campesino le dijo al cura que al pasar el tiempo se enteró que Amarilis no era su hija, ella es el resultado de la infidelidad de su mujer con aquel hombre de negro que es en realidad su verdadero padre, mentaba que él la había convertido en huérfana, Amarilis asustada y contrariada con lo que había escuchado presurosa salió de ese lugar sin ser vista, lloraba desconsolada yéndose a sentar en la banca del parque que quedaba enfrente de la iglesia, no lo podía creer, todo lo que había escuchado, en ese instante que se estaciona el auto de Luis, al verle no pudo disimular su llanto y le abrazó fuertemente, le preguntó por sus estado, ella dijo que era la nariz que le molestaba, Luis le preguntó por su padre, ella le dijo que aún estaba aún dentro de la iglesia, las manos del cura con un rictus en su rostro le daban la bendición diciéndole te absuelvo de tus pecados Aparicio, el humilde campesino se arrodilló besándole las manos, el anciano cura con seriedad en el rostro pidió que se ponga en pie, en eso que salen del confesorio se acerca Luis, al salir de la iglesia despidiéndose del cura y es cuando Amarilis se une a ellos, suben al vehículo, el cura en la puerta de la iglesia les da la bendición al partir el auto en esa leve lluvia, el cura dice que es la lluvia, sólo la lluvia.
FIN DEL DUCENTÉSIMO EPISODIO
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