METAMORFOSIS 201
Cueva.
La mano suave de la futura madre pasaba lentamente por su abdomen, suspiraba en recuerdo de su esposo Pedro Artemio, ya era abril de 1959 y la barriga crecía, anhelaba el momento de estar con él, era su fortaleza de vida, siempre atento, pendiente de lo que ocurre, gastaba llamadas para saber de su estado y cada semana las cartas eran fluidas desde el primer mes que salió pero conforme el tiempo pasaba las cartas disminuían de fluidez, asimismo las llamadas ya no eran tan asiduas y el tono de voz era diferente, sólo sostenía el deseo de un próximo encuentro personal, para ella lo deseaba antes de que el bebé naciera, su madre se acercó acariciándole la mejilla y sobándole los hombros en señal de fortaleza, junto a ellas la presencia de nana Dulce que estiraba el potaje de caldo de pollo sustanciosa receta de sus ancestros hacia las futuras parturientas, la anciana de color estaba entusiasta porque a los pocos meses recibiría a su tataranieto, agradecía a los Dioses de sus ancestros por darle vida para presenciarlo, aquel bebé será el nieto de Noelia Buonanote y Carlos Felipe del Olmo, Griselda y Guillermo Izaguirre, así como también bisnieto de Rodolfo Buonanote el bebé tendría descendencia afroamericana, indígena, caucásica, ibérica y latina, por lo tanto por sus venas confluirían la amalgama de muchas razas, mucha gente estaría a la expectativa de su nacimiento, Noelia y su esposo eran uno de ellos, cada día la entusiasta abuela visitaba a la futura parturienta, Carlos hacía lo mismo, los esposos limaron diferencias con Guillermo Izaguirre ex cuñado de Noelia Buonanote, de allí pasaban al cuarto donde estaba Amanda con su hijo Carlos Gustavo, los abuelos del niño Noelia y Carlos Felipe lo colmaban de cariño en presencia de la madre de Amanda, habían pactado guardar el secreto de la paternidad del niño a cambio de esas visitas de los abuelos paternos, así que Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote el militar reconocido por sus labores desconocía la existencia de ese hijo, su hijo, Amanda guardaba un gran resentimiento con aquel militar al que se le había entregado virgen, les contó a Noelia y Carlos Felipe que el militar se alejó de ella después de tantas veces haberse entregado, seguramente ya se había cansado de ella, escuchando con atención los esposos abuelos del pequeño le reconfortaban con frases motivadoras asegurándole que tendrá siempre el apoyo, la madre de Amanda convaleciente de su enfermedad manifestó que por su parte estaba agradecida por las atenciones del militar para su mejora, Amanda dijo que en eso en verdad lo había hecho adecuadamente en su responsabilidad, los abuelos se dedicaron a jugar con el niño llevándolo al parque cercano de la casa de arriendo, los esposos maravillados veían ciertas facciones muy parecidas a ellos y en cada encuentro se hacía más el acercamiento aún más cuando en visita llegaba su hijo menor que jugaba con el pequeño, Carlos Felipe del Olmo en algunas ocasiones le sugería a Amanda que le dijese la verdad a su hijo sobre la existencia del niño pero la mujer manifestaba que no desea entorpecer la vida normal del militar con su esposa y su hijo, así pasaban los días y semanas del mes de abril de 1959, a varios kilómetros de allí se podía percibir que la agitada ciudad de la gran manzana cubría el movimiento acelerado de sus habitantes, entre ellos Pedro Artemio que apresuradamente entraba en su oficina, debía trabajar en aquel proyecto nuevo que se necesitaba se su vital presencia para darle empuje, estaba feliz de haber ayudado a mejorar la situación económica de su padre, feliz de haber reconocido a su madre después de tantos años, pero a la vez triste de haber dejado a su esposa y con esperanza para de volver pronto, abrió la puerta que daba a una gran oficina en donde lo esperaban sus superiores que le presentaron a su compañera de trabajo, latina como él, las manos suaves de Fernanda Iturbide fueron sentidas en las manos de aquel joven ejecutivo, las miradas cruzadas se hicieron sentir en cada uno de ellos, fue química pura de atracción, de inmediato pasaron al trabajo, las horas pasaban y eran motivo en esa oficina para intercambiar opiniones y conocerse más, así pasaron los días y cada uno pensaba en el otro, Fernanda llegaba exhausta del trabajo pero ya no con la misma modorra de antes, ahora había un motivo oxigenante para trabajar, gustaba departir los almuerzos e inclusive los fines de semana cenaban y mutuamente se motivaban en sus tertulias, había empatía en ellos, Fernanda estaba viendo el mundo ahora de otra manera, Pedro Artemio le estaba dando aquella figura masculina de esperanza que desde aquella violación sufrida, el solo hecho de estar cerca sentía aquellas vibras de compañía y sensaciones de aprecio, para Pedro Artemio significaba pasar el tiempo sin olvidar a sus esposa, sentimientos diferentes a los que sentía Fernanda, se sentía bien en su compañía pero en sentido de amistad, eso creía al principio, pero los días siguientes serían concretos pues en una de las reuniones de trabajo a Fernanda se le cae la taza de café y al mismo tiempo la cara de Pedro Artemio se une al rostro de Fernanda, ambas manos toman la taza de café, las miradas se entrelazan y emiten sonrisas, la atracción en su máxima manifestación.
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La calurosa mañana daba en refrescarse luego de haber limpiado el huerto junto a la casa, así pensaba Luciano tras realizar la tarea de remoción de monte y tierra, se había sacado la remera ante tanto sudor, tenía puestas las sandalias y un short, sentía el sudor que le recorría la espalda y tórax pasando por el abdomen, el tejido superior recubierto por el elástico mostraba lo mojado debido al sudor, las piernas polvosas y los pies estaban también muy llenos de polvo, no estaba solo, Jeremías y Parcemón lo acompañaban, ellos recolectaban las hortalizas, era tiempo de cosecharlas y limpiar a la vez el huerto, los dedos de los niños tomaban los frutos poniéndolos en saca, todo estaba listo, luego de asearse iría al mercado a vender las hortalizas, los niños estaban felices, Luciano ordenó que limpien las herramientas no sin antes recoger el resto de basura y depositarlas en sacas, los niños vieron a Luciano que entraba a la casa y luego salía con una toalla en su hombro, entró en la letrina de baño junto a ella estaba la ducha, los niños podían observar a Luciano duchándose con una cubeta con agua que le limpiaba la mugre del cuerpo, se restregaba el pene dentro del short, prudentemente emitía sonidos de la cubeta cayendo al piso para que los niños viesen el pene lleno de espuma de jabón salido del short, el glande grueso era visto por los niños con fijación, el más atento era Jeremías de cinco años, veía el pene agitado de Luciano cuyo rostro mostraba satisfacción al hacerlo, Jeremías discretamente se ponía cabizbajo luego de mirar ese pene, por su parte Parcemón de tres años miraba pero no daba cuenta de lo sucedido pese a su corta edad, Jeremías asociaba ese pene a recordar aquellas noches que desde su cama tras el biombo de su cuarto escuchaban gemidos de sus padres que lo despertaban, las primeras veces salió a ver lo que sucedía y sorprendió tras la luz de luna a sus padres desnudos haciendo el amor, los adultos al verse descubierto por el niño le increpaban con soeces palabras, que hacían al pequeño retirarse a su cuarto, otras veces al escuchar esos gemidos se bajaba de su cama con los pies descalzos en el frío suelo y deslizando la cortina sin darse a notar su presencia miraba esos movimientos y posturas sexuales, escuchaba palabras de grueso calibre, en su mente se fijaban esa penetración de pene en la vagina y también en el ano, Jeremías dejó de recordar agitando su cabeza con mirada a lo que su hermanito hacía con sus manipulando los objetos, le ayudó, al rato Jeremías llevó a su hermanito Parcemón a la letrina que con una cubeta le limpiaba las manos y los pies descalzos, asimismo Jeremías se aseaba, vieron pasar a Luciano con el pelo mojado despeinado aun humedecida su piel, la toalla rodeaba la cintura cubriendo sus partes íntimas, se cambió de ropa y vio a los niños arrimados sentados sobre la pared de la casa esperándolo al salir y allí es cuando de súbito se ponen en pie muy alegres pues los tres tomaron rumbo al mercado y vendieron las hortalizas ganando cierta cantidad de dinero cuyo porcentaje recibieron los niños que alegremente compraron golosinas, al despedirse Luciano entró a casa y los niños fueron a mostrarle orgullosos lo que habían ganado ayudándole al vecino Luciano, los padres agradecían al vecino por tal deferencia hacia los chicos, Luciano se dedicó a leer junto a la ventana de su pequeña salita pegada a la cocina, estaba bebiendo jugo de frutas, le vino el sueño, al rato se despertó un poco asustado pues había tenido un sobresalto de sueño, sintió la tranquilidad del lugar, al poco rato salió hacia la letrina pues tenía deseos de micciar y defecar, en su recorrido vio de lejos a Jeremías que estaba sentado en la acera de la calle polvosa jugando canicas, Luciano agitó la mano en señal de saludo que respondió de buena gana el niño de cinco años, sentado en la letrina botaba excremento de su ano emitiendo el nombre de Venancio al momento de pujar y de micciar, era el nombre del niño que más deseaba, que ahora mucho extrañaba, cerraba los ojos pensando en la figura de ese culito al que el pasaba su glande por la rajita, ese niño era siempre complaciente, lo extrañaba pues ahora más pasaba en la casa de su padre Squeo, de pronto vio unos pies polvosos descalzos por debajo de la cortina que cubría la entrada a la letrina, sonrió, intermitentemente pues esos piecitos polvosos aparecían y desaparecían, eso vio por varias ocasiones, Luciano siguió sonriendo, esos dedos de pies eran muy conocidos, la sombra se proyectaba en la tela que cubría la entrada a la letrina, Luciano sonriente viendo los pies dijo que entre, pasaron unos segundos y esos pies no se movían, volvió a invitarle a que ingrese, pasaron unos segundos y vio que la cortina de la letrina se deslizaba apenas, así se daba paso de una figura muy conocida a la entrada de la letrina, el niño tenía el dedo metido en la boca, cabizbajo con timidez miraba a Luciano sentado con el short a los tobillos que cubría los pies, vio el pene sobresalido, le dijo que se acerque más, las piernas del niño eran rozadas por las rodillas de Luciano que apartó el short de sus pies haciéndolo acercar más al niño rodeando con sus piernas las piernitas del niño, estaban frente a frente, el dedo índice de Luciano se deslizaba desde la frente del niño pasando por el filo de la nariz bajando a los labios pasando por la barbilla luego descendiendo por el cuello, y mientras el dedo pasaba por allí Luciano le decía al niño “¿Quieres jugar?” “¿verdad?” Jeremías que tenía cinco años de edad tímidamente sonrió viendo que el dedo de Luciano llegaba al short estirándolo para ver el pene erecto dentro de la tela, “es igual al mío” tras deslizarse la tela del short tímidamente miraba su pene descubierto, luego el dedo soltó el elástico quedando el short en su lugar, las manos de Luciano se introducían en el short, los dedos de la mano rozaban el trasero en movimientos circulares dentro de la tela del short, el pequeño con mucha atención observaba d esos movimientos en su penecito lampiño, rozaban la rajita del culo y fue en ese momento en que el niño entrecerraba los ojos demostrando placer a su tierna edad, los ojos de Luciano recorrían la cintura del niño, las manos del adulto descendían junto con el short sobre las piernas del pequeño, vieron el short cayendo a los pies del niño, con señas, el pequeño levantaba sus piernas liberándose del short con sus pies descalzos, el short era lo único puesto en el niño y ahora estaba junto al short de Luciano, así quedaba desnudo ante los ojos de Luciano quien miró detenidamente ese pene y esas manitos tendidas al aire, Luciano tragaba saliva demostrando placer, los dedos de las manos recorrían las piernas y el perfil de las caderas llegando a manosear lenta y suavemente el penecito, sin decir palabras lentamente giró al nene ahora Luciano lo observaba de espaldas, las manos se deslizaban desde el corte de pelo de Jeremías pasando lentamente por la espalda, por los glúteos, para finalizar en las piernas del niño y en esos pies con dedos medianamente gruesos, lo tomó de la cintura y lo sentó sobre los muslos de sus piernas velludas, lentamente deslizó el traserito del niño hasta colocarlo encima de su erecto pene, las manitos del niño se apoyaron sobre los muslos del adulto, así, la espalda del niño se recostó en el pecho de Luciano, de eso el adulto aprovechó para decirle al oído de Jeremías las mismas palabra motivadoras y llenas de halago con frases similares a las que le decía a Venancio cundo era iniciado por él, de esa forma el niño a su tierna edad de cinco años las asimilaba creciendo más la confianza en el adulto prometiendo que este juego no sería revelado las personas sobre todo a sus padres, las frases al oído iban acompañadas de besos y caricias en el cuello y también las lamidas de oreja que hacían entrecerrar los ojos del niño y su pene se mantenía así de erecto ante esos estímulos de sentir el roce de la lengua en su cuello y los dedos deslizándose por el traserito, le preguntaba “¿te gusta?” y Jeremías asentía apoyándose con sus manos en los muslos de Luciano pues sentía el roce del pene de Luciano debajo de su traserito, el pene que estaba debajo sobresalió erecto señalando como flecha hacia arriba rozando el penecito haciendo que se froten, encorvó al niño hacia adelante tomando el pene desde su tronco haciendo deslizar el glande en la separación de los glúteos, el niño suspiraba demostrando sentir el roce de piel con piel, el glande grueso del pene de Luciano sobresalía de nuevo sobre por debajo del pene del niño le dijo al niño que se vistiese con el short y lo esperase dentro de la casa y que se metiese en la cama, el niño obediente sin palabras hizo lo que ordenaba Luciano, el adulto dejó pasar unos cortos minutos viéndose el pene erecto, lo acariciaba en señal de gusto pensando en lo que haría después con ese traserito de niño, sentía la tibieza del pene en sus manos, el glande amoratado de tanto roce, las venas definidas en la piel, recordaba cuando su pene rozaba e intentaba penetrar el trasero de Venancio su vecinito de la casa de enfrente cruzando la calle, suspiró de sólo pensar lo que haría, optimista se levantó poniéndose el short que se punteaba al contacto de la tela que lo cubría, se percató de ver a su alrededor, no habían transeúntes, llevaba en sus manos una cubeta con agua, rápidamente entró a su casa, desde la ventana vio que no había novedad desde la calle, puso seguro a la puerta y presuroso entró al dormitorio para llevarse cual sorpresa que el niño no estaba acostado en la cama, buscó por otro cuarto pero nada de su presencia al retornar al dormitorio escuchó una leve sonrisa debajo de la cama, comprendió la travesura, se hizo el que desconocía donde estaba escondido el niño e hizo como que aún no lo encontraba llamándolo por su nombre con tono de preocupación, eso gustaba al niño que debajo de la cama se mordía el dedo para evitar emitir risas delatadoras, de pronto se levanta la sábana dejándose ver a la luz al niño travieso, lo tomó del pie para marcarlo haciendo giros sobre el cuarto, jugaron a los caballitos haciendo que el niño se montase sobre la espalda de Luciano, lo marcó lanzándolo en varias ocasiones en la cama, después el niño brincaba sobre la cama así con esos movimientos el short se deslizaba por la piernas mostrando el pene agitado, se detenía en su movimiento subiéndose el short a su lugar normal del cuerpo pero otra vez caía después de tantos brincos y otra vez quedaba el short en los tobillos del niño y el pene se agitaba, Luciano aprovechó para agarrar el short y lanzarlo a un rincón, lo mismo hizo con su short y remera, ambos cuerpos desnudos daban giros abrazados sobre la cama, Luciano rápidamente agitaba el penecito de Jeremías, para ese momento ya estaba erecto a pesar de ser lampiño, los dedos de Luciano hacían agitar el penecito de Jeremías, su metamorfosis se estaba desarrollando, su presencia allí así lo demostraba, más aún que se dejaba llevar por las indicaciones de Luciano, su iniciador, de esa manera Luciano confirmaba su poder convencimiento ganándose la confianza del niño por lo del huerto y las cosas que le regalaba, todo para tenerlo de su parte a cambio de que no avise de esos encuentros sexuales, le preguntó al niño si quería “jugar” y respondió moviendo afirmativamente su cabeza, se levantó de la cama buscando entre la gaveta del armario, Jeremías acostado estirándose el pene vio que Luciano sacaba un bote de crema, lo puso en posición perrito y con el dedo índice de su mano derecha le untaba crema en el raserito, el dedo entraba hasta la entrada del ano, las membranas estaban muy cerradas y se dificultaba penetrar más con el dedo, el niño gemía, era lógico, aún su traserito era virgen, era la primera vez que alguien le hacía eso, el glande de Luciano tenía crema, acercó al trasero del niño, la mano izquierda de Luciano se apoyaba en la espalda del niño mientras que con la derecha sujetaba su pene haciéndolo deslizar sobre el trasero, se inclinaba y le daba besos en la espalda de Jeremías, le pasaba la lengua por ahí, “¿te gusta?” Jeremías respondía con un sí, al escuchar eso Luciano reía, se sentía dominante, dueño de la situación, verlo así al niño en esa postura recibiendo movimientos de pene lo excitaba más y se contenía para aún no eyacular, gustaba de ver el deslizamiento del glande por la piel del traserito infantil, la crema estimulaba para el deslizamiento del glande sobre la entrada del ano haciéndolo lentamente con movimientos sutiles, el niño arrugaba la sábana como muestra de sentir esa leve penetración seguida de exclamaciones, lo dejó al glande sobre el trasero, el niño estaba ya cansado de hacer esa postura de perrito, Luciano se sentó en el extremo de la cama y lo sentó al niño en sus muslos, le besaba por todo el cuerpo, al hacerlo le preguntaba: “¿te gustó? Jeremías de cinco años contestaba que sí, Luciano acariciaba el pelo del niño, “ahora seguiremos jugando… acuéstate quiero enseñarte algo rico” los pies de Jeremías descansaban sobre los hombros de Luciano, el trasero quedaba abierto para deslizar el glande en la entrada del ano, luego vinieron los frotes entre los penes, esos movimientos llamaban la atención del niño que fijamente entendía la diferencia de tamaños de los penes, ante esos movimientos de cadera los piecitos de Jeremías descendían al mismo tiempo que se veían agitándose en el aire, Luciano tenía controlada la situación y por cada vez que se detenía al niño le daba un beso en la boca diciéndole que era un niño bonito, dejaron esa postura para ahora sentarse en el extremo de la cama mirándose los penes y enseñándole al niño a cómo debe estirárselo para tener placer al hacerlo, Luciano se puso en pie mientras Jeremías continuaba sentado en la cama, la manito del niño fue tomada de la de Luciano llevándola al pene para que deslice la piel sobre el tronco del pene, era grueso y peludo, le dijo que vería algo, llamado “leche”, la mano derecha de Luciano estiraba el pene masturbándose mientras los ojos del niño se centraban en mirar ese pene, vio el rostro de Luciano mostrando placer al hacerlo, le dijo que junte las manitos, de pronto del glande salía semen, Luciano decía que esa era “leche” las manitos de Jeremías contenían el semen, lo vio y lo olió, Luciano hizo meter las manos del niño en la cubeta allí se podía ver el semen que se desprendía de las manos en el agua, con una mano tomó la cabeza del niño y con otra sujetó el pene cuyo glande con semen deslizaba sobre los labios dejándole restos de semen, instintivamente el antebrazo del niño pasó por los labios, Luciano sonrió, puso el pene sobre la cubeta y las manos del niño limpiaban el pene a Luciano le gustaba ver los deditos de Jeremías que se deslizaban por el tronco y glande de su pene, el hombre suspiraba emocionado de lo que había hecho, se acostaron, la mano de Jeremías agitaba el pene de Luciano mientras que la mano del adulto agitaba el pene del niño, por unos instantes le enseñó a besar con lengua, Jeremías descubría la forma de besar poniéndose erecto el penecito de forma inmediata, escucharon la voz de la madre del niño llamándolo por su nombre, rápidamente le ayudó a vestirse a Jeremías, el niño salió presuroso de la casa, por la hendija de la puerta vio a la madre del niño que le entregaba a Parcemón para que lo cuidase, metros atrás de ella un grupo de amigas de la mujer esperaban para salir al centro de la ciudad, vio que la mano del niño de cinco años sostenía la llave de la casa y escuchó que el padre vendría de noche, la mujer no dio vista en ningún momento de la casa de Luciano, estaba más preocupada con salir con sus amigas, al irse, los niños quedaron jugando en la acera, prudentemente Luciano con señas les invitó a entrar a su casa con la promesa de darles gaseosa y emparedado, Parcemón de tres años quedó en la sala jugando mientras en el cuarto dos cuerpos desnudos se movían cubiertos sobre sabanas, abierto de piernas el niño sentía el deslizamiento del pene grande peludo sobre su pene lampiño, era tanto, tanto y tanto el roce de esos penes que Jeremías pidió papel higiénico para ir a defecar, llevó el papel en sus manitos regalo de Luciano, caminaba despacio estirándose el penecito vestido con una mano libre, Parcemón de tres años que solo tenía puesto un short y vio desnudo al adulto, el pequeño fue marcado por Luciano y lanzado en la cama, aprovechó de la ausencia de Jeremías el hermano de Parcemón para deslizarle el short acostándolo de cara al colchón mostrándose el traserito, aprovecho para abrirle los glúteos y entre ellos ya estaba comenzando a deslizarle el pene, lo hizo con movimientos rápidos y luego lo puso en pie en la cama subiéndole el short haciendo que brinque alegremente, en ese momento se acerca Jeremías y se une a los movimientos de su hermano, jocosamente Luciano le desliza el short a ambos haciendo que los penes se agiten, lanzó los shorts al piso y los tres acostados en la cama daban roles haciéndose cosquillas, Luciano estiraba el pene de Parcemón y el de Jeremías, encorvó los cuerpos de los niños sobre el extremo de la cama pasándoles el pene por ambos traseros, luego les pasó el glande por los labios, le dijo a Parcemón de tres años que abriese la boca y de inmediato con cautela introducía el pene, para el pequeño era lo natural pues se asemejaba a una mamila, receloso Jeremías de cinco años no quería al principio pero al ver con que naturalidad su hermano lo hacía se fue sumando a hacerlo, los dos niño sutilmente habían aprendido lo que es sexo oral, por esa acción Luciano sacó de la gaveta dos monedas de mediano valor y se las entregó a cada uno para que fuesen a la tienda a comprar, dichosos de su premio los niños salieron de la casa de Luciano, al poco rato se los vio comer golosinas en la acera de la calle y luego de algún tiempo el padre de los niños llegaba borracho a la casa, llevaba comida de la calle y les decía en plena calle a escucha de los transeúntes que sus hijos eran su orgullo, Luciano con su pene manoseado miraba con prudencia diciéndose lo equivocado de esas frases emitidas por el gandul, tomó su libro y continuó leyendo, había sido un día muy agitado.
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Se levantó lentamente sentándose en la cama, bostezaba, miró hacia la ventana, se registraba el tiempo aún que estaba de madrugada, siguió bostezando, deslizó la sábana que lo cubría, se vio los pies descalzos, sonrió pensando que esos pies eran el deleite de su amigo en aquellos buenos tiempos, movía los dedos así estando sentado, los miraba atentos al moverse en especial los dedos gordos, recordaba cómo se los chupaba su amigo y a él eso le hacía muy feliz, volvió a caerse en la cama suspirando repetidamente, viendo el techo se deslizaba las manos por dentro del pijama, se daba placer deslizando y estirando el prepucio lentamente, suspiraba y bostezaba, cerraba los ojos, recordaba aquella noche estrellada en el lago, sonreía a ojos cerrados, mordía los labios, ya sentía ese pene de seis años estirado y tieso, abrió lentamente los ojos, escuchó ruidos exteriores, luego unas voces, estaba feliz, el día anterior su madre le dio permiso para viajar, se sentó en el borde de la cama, se vio los piecitos moviéndose los deditos, sonreía de nuevo, los tenía bien formaditos, de piel blanca relucientes del cuidado que su madre le daba, se puso en pie caminando hacia la ventana, deslizó un poco la cortina, se arrimó cubriéndose con ella, se deslizó la mano metiéndosela dentro del pijama y se estaba estirando el penecito, el frío lo acontecía, lo estimulaba, vio la figura de quienes irían con él al paseo, emocionado fue al baño, se vio frente al espejo a medio cuerpo, estaba despeinado, lentamente se fue deslizando el pijama a los tobillos, se sentó en el inodoro, empezó a micciar y luego a pujar en defecar, cada puje sentía agradable pues el excremento salía del ano, le venía a la mente: “¡cuando defeques piensa en mí!” “¡piensa en mí!”, “¡recuerda que fui el primero que te lo rompió!” “¡tu marido!” “¡el primero!” terminó de pujar y sintió que el culito le latía, sus manitos estaban apoyadas en el borde del inodoro, tenía cierta tembladera, se recostó un poco en suspirar, tocaron a la puerta del baño, su madre hablaba “¡apúrate… te están esperando!” él contestó afirmativamente y se levantó del inodoro, se acuclilló pasándose papel por el culito, se limpiaba los dientes, miraba su rostro en el espejo recordando cuando unía su frente viéndole a los ojos de su amiguito: “¡eres muy bonito!” “¡si… muy lindo!”, su pensar nuevamente fue interrumpido pues la madre lo llamaba ahora se unía la voz de su abuela, el nene se vistió saliendo de la habitación, vestía adecuado para el momento, al vestirse miraba sobre la mesita los juguetes que tiempo atrás su amigo le había regalado, le vino una sensación de pena y lamento, sus manitos pasaron por los juguetes saliendo una simple sonrisa en recuerdo de aquellos lindos momentos en los que recibió tales regalos de su amiguito, tomó el implemento de pescar y salió brioso de la habitación, a su lado en la mesa desayunaba, aún el ambiente era oscuro, se sentía el rocío entrando por al ventana, se justificaba que porte ese tipo de ropa, ya casi al terminar se escuchaba que lo llamaban de afuera, eran las voces de los amigos, comió aprisa, la madre le dio una cesta, tomó su implemento y se despidió de las dos mujeres con besos en las mejillas, se subió al auto, iba en la parte trasera con su amigo Valentín, el auto arranca por maniobra de Leroy, desde la ventana la madre y la abuela despedían a su familiar de seis años quien se despedía agitando sus manitos, las dos mujeres tenían cierta reserva, más la abuela, la madre del niño fue a la habitación donde su hija seguía dormida profundamente, le acarició el pelo y pasó cariñosamente la mano por la mejilla, tiempo después el sol salía levemente con sus rayos iluminando el ambiente de vida, la mujer estaba inquieta viendo el reloj en cada momento, la anciana percibía aquella inquietud de la mujer madre de esos dos pequeños, se acercaba el momento para ella, sí, ya estaba cerca el poder estar con él, con su amante, el reloj tocaba las campanadas de las 7 a.m. y de inmediato salió despidiéndose de la anciana, caminó unas cuantas cuadras y allí efectivamente estaba su amante arrimado a la pared fumándose un cigarrillo, al verla la abrazó sin dejar el cigarrillo, el humo se deslizaba por el pelo largo de la mujer, se besaron discretamente y fueron al auto rumbo al lugar de siempre; kilómetros de allí el pequeño miraba el paisaje a través del cristal, sus rodillas iban dobladas en el asiento y sus manitos apoyadas sobre el cristal, le gustaba reflejar su aliento en el cristal, desde el retrovisor Leroy miraba al pequeño y sonreía, tras la muerte de su hijastro Dylan le quedaba la compañía de Aiden y Valentín, con este último pasaba más tiempo viajando en el auto ya sea los fines de semana o como eventos de este tipo de paseos, para él era muy grato esas compañías, Aiden iba animado viendo el paisaje, de pronto sintió el roce de las maos en su culito, giró a ver a Valentín que le sonreía pícaramente, él respondió de igual modo, su carita se apoyaba en el cristal y el dedo índice de Valentín rozaba en el culito vestido de Aiden, el niño se dejaba sobar, de pronto lo abrazó por detrás llevándolo a sentar arrimando su espaldita en el pecho del muchacho, le hizo cosquillas y Leroy miraba alegre por le retrovisor, instintivamente se deslizaba la mano por la entrepierna, Valentin y Aiden unian las mejillas, el muchacho le decía en voz baja al niño “¡al llegar vamos a jugar!” le rozó la nariz por la mejilla y oreja “¡te ves muy precioso Aiden!” “¡muy precioso!” Aiden se dejó acariciar el rostro, al llegar bajaron los implementos poniéndolos en los estantes de la cabaña, Leroy fe a preparar la canoa, estaba muy sucia y los implementos muy inadecuados, Aiden y valentín quedaron a arreglar la cabaña, el pequeño limpiaba las ventanas viendo a Leroy en el pequeño atracadero, de repente a sus espaldas escucha la voz de Valentín “¡Aiden!”, “¡mira!”, gira su cuerpo y en su delante a cierta distancia prudente ve el pene descubierto de Valentín “¡esto es tuyo!” le decía agitando el pene, “¡ven!” “¡juguemos!” “¡acercate!” “¡tòcalo!” Aiden se acercó y agarró el pene con sus manitos, “¡agàchace!” se acuclilló “¡ahora… chúpalo!” “¡anda!”, se llevó el pene a la boca, ese glande era ensalivado por la lengua y se sentía sabroso el desliz por los labios de ese niño precioso, Valentín cerraba los ojos “¡sigue!” le acariciaba el pelo mordiéndose los labios “¡sigue!”, “¡anda!”, “¡sigue!”, “¡así!” “¡eso!” “¡así!”, el niño también cerraba los ojos teniendo adentro parte de ese venoso y peludo pene cuyos vellos púbicos de la pelvis rozaban la nariz, se sacaba el pene para pasarse los deditos alargados de cual si fuese hembrita pues esos vellos púbicos le picaban, los deditos sostenían parte del tronco del pene, abría sus ojitos viendo la pelvis de Valentín que la tenía bien poblada, “¡te gusta!” “¿eh?” “¡te gusta… Aiden!” el nene con el pene dentro de su boca se limitaba a mirarle que le hacía movimientos de cadera, sacó el pene de esa boquita y le dijo “¡ven!” se arregló la ropa “¡sígueme!” el nene caminó junto al muchacho “¡vamos a jugar allí!” el brazo extendido indicaba con la mano la cama del cuarto de la cabaña, rápiadmente lo abrazó por detrás dándole besos en el cuello “¡vas a ser mio ahora!” “¡déjate!” le deslizó la ropa dejándole el culito descubierto “¡ya quiero cogerte!” “¡ven!” lo encorvó en el extremo de la cama “¡ahora sentirás lo que es bueno!” “¡sentirás a tu marido cogiendote!” el pene rozaba el culito de Aiden y se iba metiendo “¡aaahhh!” el nene fruncía el ceño, “¡vas a sentir que soy tu marido!”, “¡aaahhh!” “¡aahhh!” Valentín sonreía gustoso de penetrarle, de hacerlo suyo, recordándole que era su iniciador y que se dejase hacer, “¡aaahhh!” “¡aaahhh!” de pronto el hermoso niño sintió que todo el pene estaba dentro de su culito, sintió el mete y saca muy repetido de ese pene, bufaba al sentirlo tan profundo por tener un glande cabezón que le hacía furor en sus entrañas, para ese momento ya el pene estaba bien lubricado, “¡eres mío!” “¡sólo mío!” le besaba el pelo “¡sé que viiste para esto!” “¡para que juguemos!” “¡para que te coja así!” “¡así!” cerraba los ojos al sentir que lo sometia, al sentir que lo penetraba, al sentir que todo ese culo le pertencía, mientars Leroy pescaba plácidamente en sitio lejano en el lago en la cabaña Aiden recibía pene de Valentín, “¡está hermoso tu culito hoy!” “¡muy hermoso!” los embistes de pene continuaban, no se cansaba de someterlo al nene con su grueso pene, las acederas se hacían para adelante y para atrás, se salía y luego lo volvía a meter, así lo tuvo por unos cuantos minutos, se resistía a eyacular, a su mente le vino una idea mientras lo embestía, se detuvo dejando el pene adentro, de inmediato lo sintió Aiden, luego el pene salía despacio de ese culito, le giró el cuerpo “¡siéntate!” vio el pene humedecido que se lo pasaba por las mejillas y rozaba los labios “¡abre!” el pene entró en la boca “¡prueba de tu culito!” “¡eso!” la pelvis se movía “¡eso!” de pronto Aiden tragó el seen salido del glande, “¡así!” “¡así!” “¡prueba de tu culito!” el pene salió de los labios de Aiden salía restos de semen que lo escupía al suelo, Valentín agitaba el pene complaciente, pasó el tiempo en que se limpiaron de los restos del semen en la boca y el pene para quedar acostados de perfil abarazaditos, la cara de Valentin se posaba sobre la de Aiden diciéndole que era un buencho bien portado y que no divulgue a Leroy lo que hacían en ese “jueguito” que al llegar a casa de retorno le daría un premio por portarse bien, así acostadito Aiden emitió una sonrisa cómplice, primaba su interés por lo monetario y los regalos recibidos por hacer ese “jueguito”, el tiempo transcurrió, luego de almorzar Leroy decidió tomar una siesta breve, Aiden y Valentín tomaron los accesorios de pesca y se subieron al bote, remaron por varios minutos alejados de la cabaña, Aiden remaba recordando aquel significativo paraje, llegaron a la orilla, fueron bordeando hasta llegar a cierto lugar de la ensenada, Valentín quedó sentado pescando, Aiden caminaba por los alrededores, quería llegar a aquel lugar, sí, deseaba ya estar allí, a solas, con sus pensamientos de nostalgia, al llegar se sentó en aquella roca, divisó hacia lo profundo de aquel bosque, cerró los ojos, recordaba aquellos ciervos que vio con Dylan, recordaba aquellas palabras “¡nunca te olvides de mi!” “¡recuerda siempre este moento!” “¡acuerdate que yo fui el primero en rompertelo!” “¡cuando defeques acuérsate de mi!” “¡acuérdate!” tragaba saliva, sentía una necesidad de su cuerpo, de aquel cuerpo que le hizo vibrar, su pene se puso erecto, de pronto escuchó un sonido fuerte que lo sacó de la meditación y lo puso alerta, giró su cuerpo y allí en su delante estaba Valentín con amplia sonrisa diciendo irónicamente “¿interrumpo?” al principio el nene tuvo una expresión de meditación que de inmediato cambió a sorpresa, “¡estabas muy pensativo!” Aiden simplemente se puso en pie sobre la gran roca, hubo un silencio prolongado por unos instantes, delante de Valentín se bajó el pantalón y el calzoncillo que llevaba puesto, ante esa actitud Valentín sonrió, sin palabras el nene se deslizó por la roca, su cuerpito se pegó con su pecho, así arrimado mostraba a Valentín su culito descubierto, rápidamente Valentín se bajó el pantalón y el calzoncillo, el pene erecto ya bien tibio rozaba la separación d elos glúteos, por esa rajita se iba metiendo, el mentón del muchacho se posó sobre el pelo de aquel precioso niño, se lo iba metiendo con ese gusto que él sólo sabía hacerlo, olía el pelo, “¡eres muy bello!” “¡muy bello!”, Aiden mordía los labios en su mente asociaba ese pene de Valentín con el del difunto Dylan, aquel muchacho que le desvirgó en parte, Valentín tenía el propósito de metérselo todo hasta el fondo y de allí empezaba a bombear, “¡qué rico jueguito!” “¡qué rico!” “¡qué rico tu culito!” “¡eres mío!” el mete y saca se desarrollaba apasionado, el cuerpo de Aiden dependía del movimiento de Valentín hacia adelante y hacia atrás arrimado a la gran roca donde alguna vez Dylan lo sodomizó completamente, se entregaba a Valentín en su nombre, sí, ese lugar para Aiden era importante aunque tenía casi siete años ya su mente asociaba los recuerdos imborrables de aquella vez, Valentin seguía dándole pene constantemente en ese culito y a la vez le besaba el cuello, lo apartado del lugar les inspiraba a ambos mucha confianza d ehacer el amor como se estaba dando, “¡aahh!” “¡aaahhhh!” “¡aaahhh!” Aiden sentía el ser penetrado por el pene de Valentín, las manos de éste se aferraban a las caderas de Aiden, lo sentía más cercano, de pronto se apartí, “¡espera!” se quitó la ropa, le quitó la ropa a Aiden, así se vieron de frente sus cuerpos desnudos, la mano de Aiden estiraba el pene de Valentin, mientras que las manos del muchacho estiraban el penecito de Aiden, “¡ven acá!” “¡acuéstate!” el pequeño niño precioso se acostó sobre la roca plana del lugar, valentín se inclinó un poco doblandole las rodillas al niño que éstas topaban su pechito deseis años, así se notaba muy descubierto su hoyito por donde le fue metiendo el pene despacio “¡te voy a coger rico!” el pene entraba “¡aahhh!” Aiden gemía “¡aaahhhh!” gemía y bufaba “¡aaaaahhhhhhggt!” el pene entraba con delicia para Valentín “¡te lo estoy metiendo!” “¡así!” “¡en tuculito que es mío!” “¡mío!” “¡mío!” las embestidas eran seguidas, de tanto movimiento Valentin se inclinaba sobre el pequeño con el deseo de que todo el pene esté adentro del culito, el pene se movía tanto así que los testículos velludos de Valentón rozaban con la suave piel blanca de Aiden, “¡aguanta!” “¡que ya casi!” “¡ya casi!” la cinturase movía, Aiden así encorvado recibía las embestidas del pene de Valentín, se movía más y más, los ojos de Aiden daban para mirar los alrededores del lugar donde exactamente allí fue desvirgado, era intensas las embestidas, como nunca antes Aiden recibía esa forma de ser sodomizado, de esa postura en la que su culo se mostraba completamente a descubierto, “¡tu culo es mío!” “¡sólo mío!” “¡Aiden… Aiden!” el peen seguía penetrando, seguía deslizándose en el interior de ese culito de casi siete años, era interesante ver como ese grueso y erecto pene entraba y salía del ano lampiño, era interesante ver el penecito erecto moviéndose al movimiento de las caderas de Valentín quien fue el primero en penetrarle a medias en ese culito dejándole a Dylan la oportunidad de desvirgarle completamente, “¡quiero más de tu culo!” “¡sí!” “¡quiero más de tu culo!” el pene se movía más y más “¡sí!” más se movía adentro “¡sí!” más le penetraba “¡tu culo!” hasta el fondo y salía ese pene con más movimiento “¡tu culo!” a ojos cerrados sentía que lo penetraba “¡te cojo!” “¡te cojo!” “¡así!” “¡así!” estaba concentardo a ojos cerrados “¡preparate!” “¡te voy a preñar por el culo!” “¡te voy a preñar!” “¡sí!” “¡preñar!”, de un largo suspiro y exhalación mostró el acto de eyacular semen dentro del culito de Aiden, añun así lubricado como estaba ese pene siguió con el mete y saca, las piernitas de Aiden seguían pegadas a su pechito, el pecho de Valentin también se unía así se sentía mejor la penetrada que le estaba dando, mojado como estaba de semen el pene se movía adentro del culito, era una verdadera cogida, se notaba el placer en el rostro del pequeño, Valentín lo notaba “¡te gusta!” “¿verdad que sí?” “¿verdad?” con sus ojos cerrados sintiendo esas embestidas Aiden asentía, se detuvo el movimiento de cintura y fue con su rostro a darle un beso prolongado con lengua, sorpresivamente Aiden le correspondía, para Valentín no había duda, sin preguntarle al niño ya se daba por enterado que en ese lugar hubo algo así como una intimidad entre Aiden y seguramente Dylan o… Leroy, sospechaba de ambos quien alguno de ellos supuestamente lo a Aiden desvirgó por el culo, sonrió, apartándose del cuerpo del niño, las piernitas se estiraron lentamente, el semen rozaba con el suelo, aquel semen salido del culito de Aiden, parado Valentín agitaba el pene para sacudir el semen restante pegado en la piel, Aiden quedó acostado mirándole, “¡te gusta éste!” “¿verdad que te gusta mi amor?” Aiden lo miraba con atención, comprendía que el tamaño de ese pene era menor al pene que lo desvirgó, aunque le gustó que lo cogieran con esa postura sexual, se limpiaron, lentamente se fue vistiendo, llegaron al lugar de pesca, tras un silencio y haber pescado Valentín le dijo: “¿fue Dylan o Leroy?” sorprendido de escuchar eso Aiden se puso cabizbajo, insistía el muchacho “¡dime!” “¿fue Dylan o Leroy?” Aiden no articulaba palabra, “¿por qé no hablas?” “¡dime!” “¿fue Dylan o Leroy el que te rompió el culito?” Aiden mostraba un signo de tristeza en el rostro, no dijo palabra alguna, su mirada se trazó en el horizonte del lago, a su mente le vino la visión del rostro de aquel que lo había desvrigado: su Dylan querido.
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En aquel primer miércoles de abril de 1959 Amarilis estaba acostada dentro de la cueva, meditaba pasándose la manito por su vagina desnuda viéndose el recorrido de sus dedos por la pelvis, vio sus piernas abiertas y el movimiento de sus dedos gordos, uno de ellos entraba en la vagina, rozaba su clítoris como le había enseñado su iniciador, Adrián Fernando, pues ella al decir esos dos nombres de aquel muchacho la invitaba a suspirar y a cerrar los ojos contorsionándose del gusto al sentir el roce del dedo, así como también la nena ensalivaba y mordía sus labios, Amarilis con toda la pasión lo deseaba en ese momento a su chico, la niña recordaba esos encuentros en la cueva, recordaba aquella mañana fresca con neblina de aquel segundo sábado del mes de febrero de 1959, cerraba los ojos y aún sentía oler lo húmedo del monte crecido por las lluvias, recordaba las aguas turbias del río, recordaba como siempre la espera por él sentada en los alrededores de la cueva viendo el volar de las aves, Amarilis suspiraba de solo pensar aquella vez, sí, aquella vez en que lo vio venir por las montañas, por aquel sendero, vio su amplia sonrisa chueca atractiva dibujada en su hermoso rostro, vestía una remera calzando sandalias y por el short se podía ver el manoseo del pene cuyo instinto se daba al verla, venía preparado con una mano dentro del bolsillo del short tocando el pequeño recipiente que contenía la crema que usaba de costumbre para lubricar las partes íntimas en cada encuentro en que l pene simplemente le rozaba la vagina y eso para ella simplemente era agradable, ella se puso en pie muy alegre, era el día de encontrarse, la hora, el lugar, el momento, sábado catorce de febrero de 1959, juntos tomados de la mano se dieron un prolongado beso, se dieron el feliz día de enamorados con un abrazo prolongado y muy sentido, era su día, propicio para amarse, Adrián Fernando como siempre marcaba a Amarilis entrando en la cueva, la niña rodaba sus brazos en el cuello del muchacho, podía ver el pene erecto definido por la tela, lentamente ella lo desvestía y después Adrián Fernando hacía lo mismo con ella, lentamente el vestidito y el calzoncito eran apartados del cuerpo de Amarilis a su vez que el short, la remera y las sandalias eran apartados del cuerpo de Adrián Fernando, se miraban de frente viéndose los genitales con las manos entrelazadas, como siempre Adrián Fernando era el que arreglaba la cama improvisada de ropa sobre la arena, ella se dejó llevar por Adrián Fernando mediante sus besos con lengua llevándola a abrazarle su cuerpo encorvándose para rozarle el glande por los labios vaginales, así la tenía sujeta de las caderas, luego de besarla prolongadamente le dijo que espere, Adrián Fernando salió desnudo hasta las orillas del rio, sobre una roca saliente se acuclilló para limpiarse el pene que de por si ya tenía liquido preseminal, al caminar sus pies dejaban las huellas sobre la arena adentrándose en la cueva agitando su pene tratando de bajar la humedad en su piel, la puso de rodillas a Amarilis diciéndole que abriese su boca y de esa manera teniéndola así el glande de Adrián Fernando entraba rozando esos rosáceos labios que probaban el movimiento del pene, las mejillas de Amarilis se deformaban al entrar y salir el pene, Adrián Fernando le acariciaba el pelo de una manera cariñosa, al salir de la boca de la nena el pene estaba con saliva, la niña deslizaba el prepucio por el tronco del pene, pasaba la lengua por la piel del glande y se volvía a meter el pene dentro de la boca, al sacarlo sonreía viéndole la cara a su iniciador, seguía deslizando la punta de la lengua por donde el glande empieza, de esa forma el pene estaba completamente ensalivado, la lengua fue a rozar los testículos velludos haciéndole exclamar a Adrián Fernando, las manitos de Amarilis tomaban el tronco del pene llevándoselo a la boca, Adrián Fernando también gustaba de esos movimientos de dedos sutiles de la pequeña, la puso en pie y le dio besos con lengua en forma prolongada, ella sonreía, su metamorfosis estaba a plenitud de ser desarrollada, la abrazaba y le daba de besos en la frente, mejillas, cuello y en esos dos pezones en formación que al mordisquearlos sutilmente sacaban suspiros de la pequeña Amarilis, las manos de Adrián Fernando rozaban esos glúteos de niña hermosa, los dedos del muchacho rozaban la entrada del ano haciéndola mover instintivamente hacia adelante recibiéndola con roces de pene en su vaginita rosácea, entrelazaban las manos alzando los brazos sonriendo ante los movimientos de brazos describiendo semicircunferencias para luego abrazarse y sentirse uno al otro, los dedos de Adrián Fernando rozaban la barbilla de la pequeña mirándose fijamente esos ojos del mismo color heredados ancestralmente, viéndola fijamente a los ojos, Adrián Fernando, el muchacho de catorce años le decía a Amarilis, la niña que había cumplido siete años en diciembre que “este día de hoy catorce de febrero se consideraba como el día de los enamorados”, sonrió diciéndole con certeza que es “donde muchas personas juegan al papá y a la mamá” así que le preguntó si quería jugar un “juego más bonito que el acostumbrado” afirmándole con muchísima seguridad que “vamos hacer algo muy diferente pero delicioso” añadiendo “como lo hacen los mayores y los niños en esta fecha” Amarilis con su característica inocencia campesina de siete años asintió emocionada, de esa manera por su inocencia se dejó llevar por Adrián Fernando diciéndole “acuéstate” “vas a ser mía y yo voy a ser tuyo en este día” la niña de siete años entendía poco aquellas expresiones de su iniciador quien ya lo había experimentado con otras mujeres a su misma edad, eran mezclas de palabras que no condicionaban su racionalidad ni intelecto, poco razonaba a su edad más Adrián Fernando demasiado sabía lo que deseaba, pero esas palabras no turbaban a la pequeña en obedecerle y de forma obediente la pequeña Amarilis lentamente se acostó de espalda a la ropa tendida, “acuéstate pequeña, verás que te va a gustar y me recordarás por siempre” “porque lo haremos con amor en este día tan especial” “el día del amor” le dijo con el roce de los dedos en los labios de la pequeña pasando también por las cejas y mejillas, ella viéndolo sonreír se sentía segura pensando que el “jueguito” sería interesante, confiaba ciegamente en él, al acostarla le hizo abrir las piernas lo que más se pudo, abrió los labios vaginales, la lengua de Adrián Fernando rozaba con su punta el clítoris contorsionándola, el color de la piel se hacía rosácea, los lamidos duraron largo rato para luego hacer un alto haciéndola acostar de cara a la ropa pasándole el pene duro por el traserito haciéndola gemir ante el roce del glande en la entrada del ano, a la pequeña le besaba la espalda y el cuello insistentemente sintiéndola de su pertenencia mostrándole su dominio ante el recorrido de su pene por la espalda, fue por la crema poniéndosela en el glande y con los dedos la pasaba por la entrada del ano, la puso en posición perrito abriéndole los glúteos para que el glande entre la separación de los glúteos, se sentía delicioso, Amarilis mordía los labios y se aferraba con fuerza a la remera de Adrián Fernando tendida en la arena haciendo puños, “¿te gusta?” ella respondía afirmativamente y es que le estaba haciendo con suavidad el desliz del pene tratando de no incomodarla “¿así? ¿así?” eso decía mientras el pene entraba y ahora trataba de romper el esfínter fue allí que instintivamente la niña se movió a los costados tratando de liberarse de ese pene, Adrián Fernando lo comprendió aunque estaba ya muy excitado, el muchacho se puso en pie a la vez que Amarilis se sentó sobre la ropa tendida, se rascaba el traserito pasándose el dedo por la separación de los glúteos llevándose los dedos a la nariz oliendo aquello que le había hecho su iniciador, al verle, él también lo hacía, luego se ponía crema en el glande, se sentó junto a ella acomodándola con la postura de siempre, con las piernas abiertas el traserito descansaba sobre los muslos de su iniciador, el pene tomado por las manos de Adrián Fernando rozaban los labios vaginales de la pequeña, hacía movimientos de penetración, al sentir Adrián Fernando esos roces en la tibieza de la vagina le aumentaba el deseo de poseerla, cerraba los ojos mostrando su placer, con su glande sintió el himen, la acercó más, era lo esperado para lo que se vendría, Amarilis siente ese pene con el glande que iba deformando los labios vaginales, con firmeza era sujetada por su iniciador, la metamorfosis anunciaba su presencia, Amarilis se sujetaba con sus manos en los brazos de Adrián Fernando, hizo pausa, puso más crema en el pene y en la vaginita lampiña, Amarilis vio un rostro diferente en Adrián Fernando, el glande estaba entre los labios vaginales, le gustaba verle así, un rostro de convencimiento, de seguridad, al escucharle decir “el amiguito va a entrar en la cuevita porque está lloviendo” la niña no entendía más aún que decía “¿Quieres tenerlo siempre desde ahora en adelante allí adentro?” “mira que te va a gustar mi pequeña” Amarilis asentía robóticamente sin dejar de ver ese pene untado de crema a la vez sintiendo su vagina con la misma sustancia, así lentamente el pene se deslizaba entre los labios vaginales y cerca del el clítoris haciéndole sentir sabroso a la pequeña Amarilis, pero esto cambió cuando el glande por efecto de la crema se deslizaba más llegando al himen, esa telita membranosa maravillosa que marca la vida del paso de niña al ser mujer, Amarilis asustada se aferró con sus manos a los brazos de su iniciador suplicándole a ojos bien abiertos llenos de susto que “ya” “ya” “me duele” “ya” pero Adrián Fernando insistentemente y en ese punto de acción dijo “relájate, cálmate” “te dolerá pero después te gustará” “déjate niña hermosa” “déjate” el pene salía de la vagina a medio glande metido y Adrián Fernando empezó a decirle “así” “así” “¿ves, ves?” “rico, rico mi amor” junto a esas exclamaciones de Adrián Fernando la nena Amarilis bufaba sorprendida por lo que estaba sintiendo, el glande rozando el clítoris, las manitos se aferrabana la los brazos del muchacho de catorce años, alzaba y bajaba lentamente la cadera, se veía la raja del culo del muchacho, el contraste de pieles, de pronto… de la pequeña Amarilis salió un “¡¡¡ahhh!!!” dando paso a un “aaayyyy” es que de un empujón de cadera todo el glande estaba dentro de esa vaginita, el himen roto daba paso a la sangre de esa niña ahora mujer, Adrián Fernando trataba afanosamente de contener la aceleración de su respiración, su pecho descansaba sobre el rostro de Amarilis que dibujaba un rictus de incomodidad lleno de sollozos, “no llores mi pequeña” “calma, ya eres mía y yo soy tuyo” esto le decía teniendo Adrián Fernando su cuerpo inmóvil sobre ella asimismo teniendo inmóvil su pene dentro de la vagina de la pequeña, “aguanta, aguanta, ahora sabrás lo hermoso del amor” diciendo esto alzaba y bajaba la cadera haciendo que el glande habrá más la cavidad por donde había penetrado por completo, la niña bufaba desconsoladamente, le suplicaba “ya” “ya” “me duele” “ya” “yaa” “yaaaaa” así continuando con su llanto, pero Adrián Fernando estaba decidido a terminar su “obra” haciendo los acostumbrados movimientos de pene cuando visitaba a las mujeres de vida alegre del pueblo donde él había sido iniciado por una de ellas, Amarilis asustada llorando desconsoladamente miraba desde esa postura sexual que el pene de Adrián Fernando estaba ensangrentado, se asustó, quiso apartarse pues el dolor era fuerte, pero Adrián Fernando se transformó en otra persona ya no con trato delicado, quería terminar, así que continuó por un lapso de tiempo moviendo el pene dentro de la vaginita “así, así, así mi amor…. rico” hacía constantemente el mete y saca a ritmo acelerado, la nena bufaba, hasta que decidió ya no continuar, lentamente se apartó, al instante viéndose el pene ensangrentado y viendo a la niña llorar le vino un sentimiento instintivo de culpa viendo lo dilatada que estaba la vaginita por donde salía sangre, vio los restos de lo mismo en su pene pasándose el dedo así como estaba sentado a piernas abiertas, por un rato hubo silencio, solo se miraban pene y vagina ensangrentados, solamente pudo hacer que lentamente se acostase junto a la inmóvil Amarilis que no paraba de llorar, estaba asustada y temblorosa cual liebre de campo en un terreno que no conocía con sus manitos en la boca conteniendo el llanto, las manos de Adrián Fernando acariciaban el pelo de la nena tratando en parte de consolarla, le pedía calma, pero ella continuaba asustada, sorprendentemente sin que ellos lo supieran Amarilis la hija del hombre de negro, nieta del obeso Teodomiro se había entregado a sus siete años al medio hermano de su padre el hombre de negro e hijo del obeso Teodomiro, Adrián Fernando, acostados quedaron así de perfil, la niña no paraba de llorar pese a las frases motivadoras de su iniciador, de a poco Amarilis dejó de llorar, sentía extrañeza, era otra, el dolor en su vientre la transformaba, el latir de su desvirgada vagina le anunciaba la metamorfosis que había pasado, al poco tiempo llegó el momento del acostumbrado aseo, con dificultad Amarilis fue llevada de la mano por Adrián Fernando en dirección a la orilla del río que ahora las aguas turbias producto de las últimas lluvias recogían los restos de sangre, la niña aducía dolor en su vientre, sin emitir palabras Adrián Fernando se limitaba a asearle su parte íntima, luego ella vio a su iniciador que se limpiaba los restos de sangre de su pene, agitándole a ella su miembro viril le decía “nunca olvides a este tu amiguito que estuvo dentro de tu cuevita” Amarilis se puso cabizbaja viéndose la vagina, ya no era como antes la unión de sus labios vaginales, ahora estaba más abierta, sentada abierta de piernas miraba su vaginita lampiña y lloró de nuevo, estaba asustada pues veía con mucho recelo ese glande que había hecho estragos en su vaginita, había sido su primera vez, Adrián Fernando fue a acostarse junto a ella diciéndole que “al principio duele” “pero después si lo hacemos seguido es delicioso” “verás que pides más y más” “confía en mi” “sólo… no digas nuestro secreto” “de esto que hicimos” “recuerda que te lo hice con amor” “en nuestro día de enamorados” “tú también lo quisiste” Amarilis no sabía qué pensar pues tenía sentimientos encontrados, tal vez tuvo un instante de relax cuando se dejó besar apasionadamente por su iniciador con la frase “siempre te voy a cuidar, recuérdalo” “estas en mi mente y en mi corazón” con ello confiaba aún en él, le despertó el deseo con los manoseos en la vagina y las caricias en su rostro, los dedos de Adrián Fernando rozaban levemente en la vaginita dilatada, vio la cara de la niña al contacto de sus dedos en la piel de la vagina, notó que ella deseaba seguir haciéndolo pero también comprendía ahora que la vagina le dolía, sin embrago al pasar el tiempo esa vagina dilatada dio por micciar, Amarilis se acuclilló y ahora con menos dolor lanzó orina desde su vagina dilatada a la arena, se notaba sus pies descalzos y ese voluminoso traserito heredado sin duda de los genes de su madre, era el resultado en parte final de aquella penetración que condujo a ser desvirgada, Adrián Fernando vio salir excremento del trasero de la acuclillada Amarilis, ya no salía sangre por la orina, sonrió el muchacho, de parte de ella se vio una mueca con leve gemido forzado que se dibujaba en el rostro, entraron al agua para darse un baño relajador, Adrián Fernando no dejaba de tenerla abrazada, quería que sintiera seguridad, deseaba mantener el ser su protector, la tenía marcada parado en el agua del río y ella respondía rodeando sus brazos en el cuello de su iniciador, su carita infantil de niña preciosa estaba apoyada en el hombro demostraba que en ella volvía la empatía, Adrián Fernando sentía el cariño de la nena pese a lo hecho, le besaba la frente y las mejillas, se notaba la respuesta de ella con la intención de dejarse, los labios de él buscaban los temblorosos labios de la pequeña, se dieron besos apasionados, se entregaban en esas mieles, “eres mi mujer” le dio un beso en la frente y la abrazó con fuerza, ella sentía la seguridad que el cuerpo de macho le daba, se miraron y se besaban apasionadamente “volvamos a terminar el jueguito” le dijo con seguridad mirando hacia la entrada de la cueva, ella respondía con movimientos negativos diciendo “nooo” “ya no” “me duele” a lo que Adrián Fernando le decía “verás que ya no, confía en mi” le daba besos en la frente para convencerla “jugaremos con amor” le acariciaba las mejillas “anda, vamos” le dio un beso con lengua prolongado y Adrián Fernando sintió la entrega de Amarilis, pasó mucho tiempo acariciándola acostados en la arena del río, se miraban los pies tocando el agua así abrazados y acostados de perfil en la arena, “mi pequeña” “mi dulce Amarilis” hizo que la mirase a los ojos “te quiero mucho” rozaban las narices diciéndole “te quiero, te quiero, te quiero” así la hizo sonreír, “ven” “vamos” ella lo miró con desconfianza, “tranquila” “vas a sentir que te gusta” la acariciaba constantemente tratando de convencerla, “es nuestro día de amor” “vamos” “¿sí?” “sólo estamos los dos, no hay quien nos mire” unieron las frentes y frotaron las narices le daba besos en el cuello “¿si mi amor?” “¿sí?” ella hizo una pausa de silencio y luego le dijo poco convencida “tengo miedo” el muchacho le dio besos y tras aquello con suspiros tímidamente “que no me duela” dijo ella y Adrián Fernando le asintió mostrando mucha seguridad y entraron en la cueva, acostados juntitos él le rozaba la vaginita con los dedos para estimularle y ella estiraba el pene de él, se le hizo abrir las piernas, la cara del muchacho besaba la vaginita, la lengua rozaba el clítoris y ella respondía sonriendo le miraba y le decía “¿ves que te gusta?” “¿verdad?” ella no paraba de reír, continuaba pasando la punta de la lengua por el clítoris, recorrían sus labios por los muslos de la pequeña, luego por la pelvis besando apasionadamente la vagina haciéndola suspirar, se notaba la elevada temperatura en la piel de la pequeña, el muchacho se complacía estimulándola, “ves, es rico” ella no paraba de sonreír “¡me haces cosquillas!” “¡lo sé, mi amor!” “ahora lo haremos con tu amiguito que entre en su cuevita” así lentamente se acostó sobre ella y el glande rozaba los labios vaginales, se dieron besos con lengua, dieron vueltas sobre la ropa tendida, la acostó con las piernas bien abiertas mientras la acomodaba le decía “confía en mí, verás que ya no te va a doler” para evitar irritación le puso el resto de crema en la vaginita así como en su glande, ella acostada donde estaba vio ese pene acercarse a rozar la vaginita, vio que lentamente este glande con abundante crema entraba con sutilidad, escuchaba decir de Adrián Fernando “te lo meto despacito, así” ella tímidamente aún con recelo y susto exclamaba “aahhh” “aahhh” “aahhh” Adrián Fernando le decía con voz de seguridad y firmeza “calma” “ves, ya lo tienes todo adentro” “¿verdad que lo sientes así? ¿eehh?” ella respondía moviendo afirmativamente la cabeza, “ahora…siente como te hago mi mujer y yo soy tu marido” al oír eso la pequeña exclamó suavemente con “aahhhh” cuando el pene entraba y otro “aaaaaaaahhhh” más aletargado cuando el pene salía, “así” “así” “despacio… como te gustaaaa” “¿ves? Ya no duele” además Adrián Fernando le decía “espera, ya casi, ya casi” y era que el pene entraba y salía de la vagina, ese movimiento la estimuló a gemir, vieron hilillo de sangre cuando el pene salió, Amarilis se asustó pero Adrián Fernando ya estaba irracional nuevamente y las embestidas oscilaban con las manos entrelazadas dándole seguridad a la pequeña diciéndole con caricias en las mejillas y frente “déjate, amor” “ya casi terminamos, ya casi, ya casi” “yaaaaaa caaassssiiiiii” y fue en ese momento que Amarilis exclamó “aaahhhh” y sintió algo extraño dentro de sus entrañas algo que su vaginita recogía, y es que por vez primera dentro de su ser se depositaba el semen de Adrián Fernando, el glande y la vagina mutuamente se sentían en su latir, no sacó el pene humedecido de semen dentro de la vaginita lampiña, lo dejó quietecito dentro y reaccionó dándole un prolongado beso, entrelazaron las manos “ya vez, duele pero entre más lo haces te va a gustar mucho y dejará de doler” los dedos de Adrián Fernando recorrían la frente de la pequeña, en parte aún le había mentido, aún el vientre le dolía, pero en ella la metamorfosis se estaba desarrollando que desde ya deseaba aquello que había heredado de su madre Lucrecia: ese instinto de deseo por los hombres que por esas inmediaciones el campesino que la criaba y era su compañía y guía años atrás le hizo despertar en su madre Lucrecia, pese al dolor ella estaba con deseos de seguir experimentando ese “jueguito” que ahora será secreto por siempre, se sentó sintiendo molestia viendo salir de su vagina un hilillo de sangre con semen dejado por primera vez por un chico en sus entrañas, lentamente fue sacándole el pene, vio el glande mojado de semen y pocos restos de sangre, sentados quedaron sobre la ropa tocándose sus órganos genitales, “míralo” “es muy juguetón” “como tu cuevita” Amarilis tras oír eso cabizbaja miraba su vaginita pasándole el dedo, el short de Adrián Fernando había quedado manchado, con ayuda de su iniciador fue llevada marcada al rio, mientras caminaba le daba de besos, Adrián Fernando notaba la entrega de la niña y valoraba aquello, pues fue una entrega cargada de inocencia en una niña de siete años, le besó la frente y mejillas mostrando su aprecio y cariño, para él era la primera vagina que había desvirgado, la aseó con sutileza, la crema había hecho el trabajo de evitar dilatación extrema en esa vaginita, Adrián Fernando mientras aseaba la vaginita de Amarilis se percataba de la irritación, entraba al agua con ella que sus brazos infantiles rodeaban el cuello del muchacho y uniendo sus frentes él le decía “¿ves?, ya no duele… ya no, sólo fue al principio” la carita de ella mostraba el deseo de creerle, se apoyó en un hombro de él, la manos de Adrián Fernando sujetaban a la niña desde los glúteos y la otra le acariciaba la espalda, el pene estaba erecto rozando la vaginita de tal modo que para que se dé ese roce la alzaba y la bajaba a la niña con sus brazos dentro del agua, “¿te gusta… primor?” en ese momento el pene rozaba la entrada de la vaginita y ella cerraba los ojos abriendo la boca “¿sí?” ella tímidamente lo miraba a los ojos “¿quieres más?” ante aquella pregunta del muchacho de catorce años Amarilis con un poquito de incomodidad en su rostro no quería y ponía una postura de recelo pero Adrián Fernando la animaba, “déjate.. verás que te gusta” “anda, abrázame fuerte” “así, así” “eeeesssooo” para ese momento ya la había tomado de los glúteos sutilmente, ella con la carita apoyada en el hombro exclamaba “aahhhh” “ahhyyaaa” se debía a que el pene entraba en la vaginita, “despacio… así, así” “aaahhh” exclamaba Adían Fernando a la pequeña al sentirla pues fue breve el mete y saca ya que la niña trataba de zafarse, salieron del agua rumbo a la cueva, la marcaba con sutileza colocándola sobre la ropa de él, así acostaditos estuvieron por un rato, ella a orden de Adrián Fernando le estiraba el pene y él le decía frases halagadoras, llegó el momento en que el sol describía la llegada del mediodía y la entrada de la tarde, era la hora de almuerzo, Adrián Fernando la acompañó a las proximidades de la vivienda de la nena, le suplicó guardase el secreto y se verían mañana, ella asintió y caminó prudentemente con alguna dificultad con su cabrito, tras almorzar vino la siesta, le vinieron las meditaciones de lo que había hecho, se sentía diferente viendo al mundo desde otra óptica, tenía sentimientos encontrados, en primer lugar estaba recelosa por lo que le había hecho ese muchacho que le doblaba en edad con el miedo de ser descubierta, pero en segundo lugar, había nacido en ella la necesidad de estar con Adrián Fernando, discretamente hizo sus tareas de casa evitando la sospecha del campesino, poco durmió aquella noche pensando en lo sucedido, dentro de sí deseaba que salga el sol muy pronto para estar con Adrián Fernando, pensaba en ese pene dentro de su vaginita, el dolor era leve y recordaba las palabras de que “al principio duele, pero después ya no, verás” lejos de allí Adrián Fernando pensaba en aquel momento de entrega, por debajo de su pijama a dos manos manoseaba su pene cerrando los ojos con placer, abría los labios y a través de la boca emitía el nombre de su amada Amarilis, de igual forma deseaba que el día aparezca para estar con Amarilis, difícil olvidar ese momento de penetración que de sólo recordarlo tragaba saliva y se ponía erecto el pene de forma inmediata, gozaba saber que él era el primero en la vida de la niña, que a sus siete se le haya entregado, la niña le había dejado huella muy profunda en su reciente historial sexual, Amarilis como de costumbre desayunó y salió con su cabrito despidiéndose de su padre que preparaba la cabaña pues los visitaría Luis así que el campesino le pidió que regrese pronto antes que llegue Luis, la pequeña asintió obediente, se adentró por el sendero, para su sorpresa Adrián Fernando ya estaba allí, ella al verlo sintió timidez con vergüenza, el muchacho le ayudó a amarrar al animal y ellos fueron a la cueva, Adrián Fernando marcó a Amarilis, poniéndola en pie dentro de la cueva uniendo sus frentes “toda la noche pensé en ti mi pequeña” “¿tú también pensantes en mí?” ella movía afirmativamente la carita, se dieron un corto beso, a lo que él le decía “¿Quieres hacerlo?” a lo que ella dio un “sí” y Adrián Fernando le dijo “ven…” “jugaremos mejor que ayer” lo dijo porque en mente tenía planeado hacer otras posturas sexuales con ella, se acercó y la desnudó le dijo que le quite la ropa y así lo hizo ella, Adrián Fernando se sentó sobre la ropa, el pene erecto con crema recibía sentada a Amarilis, el glande quedó en la entrada de la vagina y así lentamente el cuerpo de Amarilis descendía haciendo entrar el pene en la vagina de forma arriba, abajo, arriba, abajo y así, así, Adrián Fernando sentía la tibieza de esa vagina, ya no había tanto dolor solo que hora se incrementaba el deseo, Amarilis sentía la atracción de hombre, “así, así, despacio nena” “despacio, rico, rico mi nena”; en la mente de Amarilis se presentaba ese movimiento de postura sexual, Amarilis despertaba de sus recuerdos, de aquella remembranza de cómo había sido desvirgada por su iniciador Adrián Fernando, vio sus dedos sobre la vagina, vio el interior de la cueva donde estaba acostada desnuda sobre la arena, suspiró, cerró los ojos emitiendo los nombres Adrián Fernando que eran los de iniciador al tiempo que se manoseaba la vagina, ya habían pasado muchas semanas desde aquel encuentro y desde entonces Adrián Fernando ya no se presentaba, lo deseaba, lo extrañaba, le había despertado el interés por el sexo a tierna edad Amarilis recordará hasta el fin de sus días por todo lo vivido aquel catorce de febrero de 1959.
FIN DEL DUCENTÉSIMO PRIMER EPISODIO
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