METAMORFOSIS 202
Letrina.
El lugar era semioscuro y por una hendija entraba algo de luz, por ese tiempo estaba caluroso el sitio, Luciano pujaba sentado en la letrina, había comido algo que le afectaba el estómago, vio las tiras de excremento salir de su ano, al pujar decía el nombre de Venancio, el niño más lindo de todos, ahora lamentaba que no esté allí presente, lo deseaba en ese momento, era su favorito, recordaba aquellos encuentros en su cama y aquí en la letrina donde por varias veces le había hecho sentir su glande en el traserito con roces seguidos, ahora Venancio no estaba y se resignaba a pujar sintiendo gusto de liberar el excremento, pujaba y pujaba seguro de sentirse a solas en aquella letrina junto a su casa, sólo tenía puesto el short, estaba descalzo, la premura de la necesidad hacía que entrase de inmediato en el cubículo de la letrina, se miraba los pies descalzos junto al piso, sus manos se apoyaban en los muslos de sus piernas, el short apenas mostraba los pies descalzos, sudaba de tanto puje, reconocía que había hecho sonidos altos al momento de pujar, se agarraba el pene agitándolo pensando que ese glande había pasado por traseritos varios, el solo recordar le hacía reír, sentía alivio al saber que ya no había que expulsar, se puso en pie pasándose papel por la separación de glúteos, lo lanzó a un recipiente, tomó el short poniéndolo en su lugar, dio un paso sacando primero su cabeza viendo de inmediato la cercanía de Jeremías que seguramente había escuchado sus gemidos y se encontraba en los alrededores, Luciano tragó saliva debido a la emoción de verlo, sus miradas se cruzaron y por efecto de aquello Luciano aprovechó agitando su mano derecha en señal de llamarlo furtivamente, el niño sonrió y de forma obediente se acercó junto a la tela de la letrina, Luciano vio los pies descalzos del niño, abrió la tela de la letrina y le tomó del brazo haciéndolo entrar, estaba igual de vestido que Luciano, en short, se lo bajó, igual lo hizo Luciano, sin decir palabra lo sentó en sus muslos e hizo que su traserito quede debajo del pene erecto de Luciano, el niño se movía por efecto de las caderas que las movía las manos de Luciano, luego esas manos se deslizaban sobre las piernitas del niño viéndose los piecitos agitados al aire, eso gustaba de ver Luciano en el pequeño Jeremías de cinco años, acomodó el pene con el glande entre los glúteos y comenzó a moverse con dificultad, mientras lo besaba le acariciaba el penecito, le decía al oído las siempre acostumbradas frases que les decía a los niños de turno al ser iniciados, recordaba esas frases dichas a Luis Alfonso en la alcoba de la casa, Jeremías observaba atento a esos movimientos de manos, sentía que su pene se ponía erecto, le salía respiración corta, de pronto se llevaron un susto cuando la tela de la letrina se deslizó para dar paso a la presencia de Parcemón de tres años, los vio desnudos sentados sobre la letrina, con movimiento de mano Luciano pidió que entre, el niño lo hizo, para ese momento Luciano y Jeremías ya estaban en pie, el pequeño travieso estaba estirándose el pene lampiño en estímulo al haberles visto allí, ordenó que le baje el short a su hermanito, así los tres quedaron sentados sobre la letrina, Jeremías sobre Luciano y Parcemón sentado sobre Jeremías, a los dos nenes el adulto los abrazaba, los besaba y los acariciaba, los hacía cabalgar y ellos disfrutaban del movimiento de cuerpos desnudos, les besaba la espalda, de a uno los ponía en pie, a Jeremías lo sentó en el inodoro le pasó el pene en los labios e hizo que abriera la boca haciendo un leve sexo oral en la boca del pequeño, el otro nene se estiraba el penecito viendo hacer sexo oral, así que luego a Parcemón simplemente le pasó el glande por los labios, los tres se vistieron y entraron en la casa, el pequeño Parcemón quedó bebiendo gaseosa en la sala con un pan a órdenes de Luciano que no se moviese del lugar mientras que Jeremías era tomado del hombro llevando en sus manitos la gaseosa y el pan en dirección al dormitorio, esperaba que termine de beber y comer luego lo puso en pie para desvestirlo y así luego encorvándolo sobre el extremo de la cama en donde se notaba el culito descubierto y su carita sobre las sábanas, le puso crema loción en el trasero sintiendo la frialdad del líquido, lo sentía también Luciano en su glande, aun así trataba de relajar a Jeremías con simples masajes en los hombros diciéndole que iban a “jugar” y que se estuviese quietecito, las manos pasaban suavemente por la espalda del pequeño y hacia toques sutiles en los glúteos, le preguntaba al niño si estaba cómo y si eso le gustaba y se quería más, Jeremías asentía en aprobación, Luciano sonreía y continuaba con los masajes el glande con crema entraba despacio en por la entrada del traserito de Jeremías, el glande de Luciano entraba de a poquito en ese ano infantil, el niño bufaba, sentía que como si lo estuviesen partiendo, Luciano le pedía calma, ya lo tenía así sujeto, el glande hacía furor, el niño gemía fuerte y Luciano pedía calma, el glande entraba poquito milímetro a milímetro, ese traserito virgen de cinco años estaba por ser sodomizado, hizo un alto para poner más crema, deseaba hacerlo suyo, lo deseaba, aspiraba a rompérselo, a ser el primero, aunque de por sí ya lo era pues era el primero en pasarle el pene en su culito y seguramente con el tiempo quizá lo recuerde, Luciano empeñoso penetraba lentamente, no daba oídos a los pujes y gemidos del pequeño que se transformaba en sollozo, sintió un golpe de mano en su pierna, era Parcemón que trataba de defender a su hermano Jeremías al ver que estaba llorando, Luciano calmó al más pequeño de los hermanos diciendo que todo era un “jueguito” y que ya había terminado, y que ahora le tocaba a él, de inmediato lo acostó en la cama e hizo cosquillas diciendo que en su “jueguito” su mano era biónica y que se lo “comería” en realidad con la mano Luciano le hacía cosquillas y el niño reía acostado y rodando en la cama, a su lado estaba Jeremías sentado tocándose el traserito con mucha timidez, al ver reír a su hermano menor se olvidó de lo que había pasado y se dedicó a participar de las cosquillas de Luciano, así los dos niños jugaban con el adulto, los tres acostados en la cama jugaban a la guerra de almohadas, la pasaron jugando el resto de la tarde, Luciano miraba con fijación el trasero voluminoso de Jeremías algo parecido al de Venancio Alberto, se lo había propuesto de hacerlo suyo, se propuso que el niño sintiese el verdadero gusto por el sexo en una próxima oportunidad.
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La mujer y el compañero sentimental se despiden del muchacho, van como siempre la noche de los sábados a divertirse nocturnamente, Daniel Eduardo los ve partir arrimado a la puerta, cabizbajo, el muchacho de doce años estaba contrariado por no haber conseguido de su madre dinero suficiente para salir a divertirse con los amigos del sector, pese a ello saldría pues era justo que así como su madre lo hacía con ese “señor” él también lo haría, estaba próxima a llegar la década de los sesenta, los años locos de la post guerra había dado estabilidad y armonía económica por ese sector del continente, la seguida década del cincuenta iba por el mismo camino, pero ahora en esta nueva década por nacer se escuchaba de la juventud la nueva ola de vestirse casual, Daniel Eduardo se disponía a salir cuando en ese momento escucha el toque de la puerta, al abrirla se presenta Wilson con amplia sonrisa, lo deja pasar, el adulto de treinta y ocho años se sienta en el sillón que de igual manera lo hace Daniel Eduardo, conversan un poco, el muchacho siente la mano del adulto acariciando su pelo y bajando cariñosamente por la espalda llegando al coxis, con la mirada y movimientos de cabeza le insinúa al muchacho de doce años ir al dormitorio, como siempre, como todas las noches cuando su madre salía, Daniel Eduardo, atento a los movimientos de su iniciador obedeció, deseaba eso, lo demostraba manoseándose el pene, dando pasos lentos y pausados, al entrar al dormitorio vio a Wilson que se quitaba la ropa y se acostaba en la cama, Daniel Eduardo estaba estático viendo esos movimientos de las manos de Wilson en el pene erecto, el muchacho lentamente haciendo a un lado las sandalias caminaba quitándose la remera, la ropa quedaba en el piso vista por sus ojos, caminó despacio ante el sonriente Wilson que con ademanes lo llamaba, Daniel Eduardo como pensándolo, aún atónito, aprovecha el momento y desliza su short dejándolo caer al piso, extendió sus manos bajando el calzoncillo estilo antiguo que ya se veía estimulado y la prenda mojada con una mancha, la bajó dejándolo caer al suelo igualmente, su pene se veía grueso pero aún sin bien pararse, Wilson le acarició las nalgas haciendo círculos en la piel de manera sutil con las uñas que son un poco largas y lo jala hacía a él buscando solo con su boca su pene, y así ya estaba abriendo su boca para chupar ese suculento trozo de carne, lo introduce todo en su boca y empezó a chuparlo con su lengua, con sus labios y poco a poco su excitación iba creciendo, chupaba y daba besos en su cabecita que ya empezaba a chorrear sus primeros jugos, el pequeño llevó sus manos a la cabeza, sujetándole del cabello llevando el ritmo con sus manos, mientras soltaba sus nalgas para llevar una de sus manos al trasero que empezaba a sentir mojado, así estuvieron, el sin pronunciar una sola palabra, disfrutando profundamente las mamadas que le hacía y quizá aún sorprendido de lo que acontecía, se fue emocionando poco a poco, pero rato después dejó de chupar su ya grueso y enorme pene semi curveado, sujetando para que roce los glúteos, puso su pene entre ellos para frotarlos ahora con ellos, así, llevaba rato escuchando su respiración ya un poco más agitada, lo quito de entre los glúteos que quedaron con unas tiritas de su liquido pre seminal esparcido en ellos para volverlo a acomodar en su boca, así lo tuvo lamiendo y chupando por rato, Wilson frotaba las manos en el sedoso pelo del muchacho de doce años, después el cuerpo de Daniel Eduardo se sentaba sobre los muslos de su iniciador, con mucha saliva en el glande el trasero de Daniel Eduardo se iba deslizando, Wilson observaba que su glande se iba introduciendo en el ano, sentía las manos del muchacho aferradas en sus muslos al momento que era penetrado, entró todo, allí estuvo inmóvil, Wilson sentía el latir de las entrañas del muchacho, le decía que era suyo ese traserito, el niño bufaba con ganas, ese pene lo hacía transportarse a otra dimensión del placer, lo había esperado, deseaba este momento cumplido, soñaba con que se lo hagan así también en el internado, pero ya desde hace tiempo el superior no lo acariciaba ni se encontraban, Daniel Eduardo mantenía lejana relación con el superior, ahora que las clases se iniciaban lo miraba distante debido a sus ocupaciones dadas tanto cuando trataba de acercarse a él, el pene de Wilson hacía estragos en el trasero de Daniel Eduardo, la boca abierta, el sudor intenso de la embestida y la entrega hacían el ambiente excitante, el pene entraba y salía del ano del muchacho de doce años, tenía el pelo crecido moviéndose ante la agitación, Wilson abría también la boca por efecto de la satisfacción y el deseo, entrelazaban los dedos para sentir la seguridad de su entrega en esa cabalgada, el pecho de Wilson recibía la cara del muchacho que se agitaba y estiraba el pene, la mano de Wilson pasaba por las mejillas de Daniel Eduardo, del trasero del muchacho salía el semen depositado por el pene de su iniciador en el ano, el tiempo transcurría como también las caricias, sólo las manos actuaban, el silencio imperaba en la habitación, el muchacho vio a su iniciador, frente a frente, sus labios se acercaron y vinieron los prolongados besos, bien abiertos los labios se deslizaban las lenguas frotándose el paladar, se acostó de buen modo el iniciador, encima de cuerpo estaba el cuerpo de Daniel Eduardo que le besaba el pecho, alzando un poco su cuerpo dirigió su erecto pene en dirección a la boca de su iniciador que al abrirla sintió el glande en su paladar, las caderas se movían haciendo el movimiento del pene entrando y saliendo por a boca de Wilson, de pronto el muchacho sintió algo electrizante en su cuerpo que iba por la espina dorsal como si fuera un hormigueo, le salió de sus labios una exclamación fuerte y sintió debajo de su vientre que se vinieron unos líquidos que fueron recogidos por la boca de Wilson, el muchacho continuo con los movimientos, un hormigueo en la base del cráneo lo estimulaba, su cuerpo se transformaba, sus metamorfosis a plenitud, Daniel Eduardo sacó el ensalivado pene teniendo restos de líquido blanquecino, Wilson tragó ese líquido, sonrió diciéndole a Daniel Eduardo que había lanzado sus primeros líquidos de semen, el muchacho se limitó a callar, a sonreír y a acostarse sobre su iniciador, las sábanas quedaban con restos de semen, las recogió lanzándolas al piso, el muchacho y su iniciador con ropa en mano caminaron desnudos hacia el baño a asearse, las manos de Wilson recorrían las líneas que definían el trasero voluminoso del muchacho de doce años, le dijo con satisfacción tocándole el culito que era suyo y que era el primero en habérselo roto, Daniel Eduardo se limitó a escuchar y sonreír, el agua de la ducha recorría sus cuerpos y asimismo los unidos labios en lo prolongados besos que se daban, pese a las edades la estatura de Daniel Eduardo estaba a la altura casi a la de Wilson su iniciador, Daniel Eduardo se encorvaba para que Wilson le introduzca el pene haciéndole feliz el momento, se secaron tumbándose en la cama dando roles manoseándose y besándose constantemente, se vistieron saliendo del cuarto de arriendo para conversar con los moradores del sector, Daniel Eduardo se separó del grupo y caminaba por los alrededores del parque con el deseo de micciar cuando de pronto escuchó unos gritos, al acercarse por los matorrales vio a un hombre malherido, lo conocía, era una figura pública reconocida en los tabloides, fue a su encuentro, un guardaespaldas que estaba levemente malherido le pidió ayuda, juntos cargaron al malherido hacia el auto llevándolo al hospital más cercano, la mano ensangrentada del personaje se agarraba de las manos del muchacho de doce años, la recibía temblorosa, el guardaespaldas le daba ánimo a su jefe, le decía que resista, que ya pronto llegaban, que no se duerma, los ojos del malherido Luis Daniel Pérez se fijaban en mirar al sorprendido muchacho que también le daba ánimo, al llegar ayudó a bajar al malherido en el vientre, la ropa del muchacho quedó ensangrentada, lo abordaron dos policías llevándolo a un extremo del hospital para las pesquisas respectivas como testigo, después entró al hospital en la sala de espera, otros agentes llegaron seguramente eran del servicio secreto, habían atentado a un personaje político importante, Daniel Eduardo y el guardaespaldas hablaron de lo sucedido, el muchacho estaba tembloroso deseaba salir del recinto pero las autoridades se lo impedían, lejos de allí Joaquín Valdés cenaba con su compañera sentimental, había sido una buena tertulia de emociones vividas sexualmente, brindaba hacia ella por lo exuberante del momento y por lo esplendido y exquisito de aquel encuentro en la alcoba desde hace unos momentos, cenaban en el fino restaurant del hotel, sus manos unidas demostrándose estar bien en la relación, Joaquín vio emocionada a su pareja preguntándole el motivo, ella tímidamente estaba con sentimientos encontrados ante una verdad que dudaba en manifestarla ahora, hubo un silencio en algún instante que fue roto por la pregunta del caballero prestante, le pedía que hable, la mujer le costaba hacerlo, con caricias en la mejilla el hombre la estimulaba, le dio un beso en la frente diciéndole que le tenga confianza, quería saber de lo que se trataba, sudorosa abrió los labios diciéndole con voz entrecortada que esperaba un hijo de él, que iban a ser padres, Joaquín lo tomó con frialdad aquel comentario, luego emitió una mueca forzada de risa en su rostro, le volvió a hacer la pregunta y ella volvía a confirmar, exhaló, sin articular palabra viéndole el rostro a la mujer sacó un cigarrillo encendiéndolo con su encendedor de plata que su esposa Dina se lo había regalado pos su cumpleaños, el encendedor quedó sobre la mesa y desde allí se notaban las inscripciones de D&J con el brillo que emitía, por unos instantes el hombre vio el encendedor fijamente, hubo un silencio mientras miraba las inscripciones chapadas en oro, volvió a exhalar, Joaquín le preguntó a ella lo que eso significaba, la llegada de un hijo de ambos, ella manifestó que estaba ilusionada por tenerlo, que lo cuidaría igual que a su primogénito Daniel Eduardo, esperaba que sea mujercita, sí, una hija mujer producto del deseo de tenerla y producto de su amor, emocionada le dijo que tener un hijo suyo es una bendición, vio que el hombre estrujó la servilleta y continuó bebiendo vino, le preguntó en una pausa cuánto tiempo llevaba la gestación, ella respondió que ya por más de tres meses aproximadamente, Joaquín empezó a sudar recordando lo hecho en aquel mes de diciembre de 1958 y los encuentros más seguidos en los primeros días de enero de 1959, tomó la mano de ella motivándola a continuar en la charla, para su sorpresa su pálido chofer se acerca a decirle en su oído la infausta noticia, de un sobresalto pagó la cuenta y acompañado de su amante sentimental ingresó al vehículo, durante el trayecto no hubo diálogo, ella se encontraba intranquila y desconcertante, miraban las luces de la ciudad llegando a los pocos minutos al hospital, la mujer esperaba en el interior del auto, pidió que lo espere dentro del coche, Joaquín ingresó al hospital encontrándose para su sorpresa con Daniel Eduardo con su ropa ensangrentada le contaron que había sido testigo presencial del hecho y estaba bajo pesquisa de la policía, preguntó por el estado de su amigo Luis Daniel Pérez ex senador del país de la canela, dijeron que grave, hizo puños con las manos y se sentó en el confortable sillón, lamentaba que le haya pasado esa desgracia a uno de sus más grandes aliados en los negocios desde el gobierno, le informaron que lo estaban operando en estos momentos, valoraron la oportuna llegada del cuerpo al hospital y las maneras de haber apoyado la situación, elogiaron el trabajo del muchacho por los cuidados dados al malherido junto al guardaespaldas, Joaquín pidió ser liberado el muchacho a sus amigos policías considerando su edad de doce años, aún menor de edad, de buena fe los policías aceptaron pues oportunamente le asistió al prestante político, Daniel Eduardo salió conducido por Joaquín, desde el auto la mujer vio impresionada salir por las escaleras del hospital a su hijo ensangrentado pensando lo peor saliendo del auto presurosamente, Joaquín le contó lo sucedido, la mujer tragó saliva al enterarse de quien había sido malherido preguntando muy exaltada la situación de aquel político y de un impulso que asombró a su hijo y a Joaquín dijo que deseaba verlo, tras el asombro Joaquín manifestó que no era posible, la mujer le preguntó a su hijo que si todo el tiempo estuvo con el malherido y Daniel Eduardo asintió, lo sujetó con fuerza por los hombros a su hijo exigiéndole que diera detalles, el muchacho muy sorprendido por la actitud de su madre narró lo sucedido, vio las manos aun ensangrentadas de su hijo, le preguntó por eso, él le contestó que le había tomado de la mano durante el trayecto hasta el hospital sentía como que él le aferraba la vida, la mujer se fijó pensar en su mente: “estuvo con él, estuvo con él, madre mía, estuvieron juntos”, se decía en sus adentros, Joaquín les invitó a entrar al auto dándole la orden al chofer para que los lleve a la casa de arriendo, él se quedaría para saber el resultado de la operación, era su derecho por ser su socio, al poco rato entraba presurosa la novia norteamericana del malherido, seguido después iba Justin acompañada de su esposo y su suegro Fulgencio Arichabala con quien se dio fuerte saludo, agradeciéndole a Joaquín por estar allí, seguidamente un serio Squeo se saluda fríamente con Joaquín, ambos se vieron con la siempre formalidad gélida, demostraban incomodidad seguramente por lo sucedido, Squeo menos formal en términos pidió al guardaespaldas que contase lo sucedido, le dijo que iban transitando por la zona turística de la ciudad y repentinamente por una calle que estaba a oscuras por haber sido quebrados los focos públicos escucharon detonaciones de arma de fuego afortunadamente aceleraron y pasaron junto a los pocos faroles del parque repeliendo los disparos de la emboscada, sólo que al salir el doctor recibió ráfagas de bala impactándole dos en el estómago, luego del cruce de balas los atacantes huyeron vilmente, uno de los guardaespaldas continuó dándoles balazos, el otro quedó al cuidado del malherido y en ese momento pasó un chico que hábilmente pudo a tiempo en ayudar al malherido, la atención fue por demás correcta, por parte del muchacho de sólo doce años que se desempeñó bien en sus auxilios y adecuadas atenciones hacia el ex senador, un reportero tomaba nota de la noticia que saldría de inmediato pues la prensa había parado dejando un lugar en el tabloide, la narración continuó con detalle, al pasar unas horas ya en la madrugada un exhausto médico salía en compañía de sus asesores desde el quirófano, pausadamente explicaba la situación del ex senador a los presentes, dijo que se había logrado la estabilidad pero las siguientes horas serían vitales para su rehabilitación, el paciente tenía careciente número de visitas por un par de días, Joaquín decidió continuar en la ciudad por un día más en su hotel, no visitando a su compañera sentimental, envió un cable a Dina su mujer informándole lo sucedido, la mujer al recibir la noticia la tomaba con satisfacción, como que gozaba de su libertad aunque sea por un par de días, se asomó más a la ventana viendo el sol imperante y la figura de Jasmani puesto simplemente el short lavando el auto del patrón, la amplia sonrisa de Dina fue apreciada por su amante Jasmani, mojado su cuerpo de sudor y agua, le hizo una seña, la entendió, minutos después él la recibía en su cuarto apartado de la gran casona, ambos cuerpos desnudos en la cama rodando por el colchón demostrándose cuanto era el deseo y entrega, la mujer del patrón con su empleado, que ironía de vida, y aquellos cuerpos amándose en presencia de un curioso Aarón que atisbaba por la hendija de la ventana dejado por una cortina mal cerrada de la ventana, las manitos del niño se agarraban al marco, con su mentón trataba de afinar más la seguridad de su estabilidad para ver mejor aún más aferrado al margen de la ventana, las uñas ya contenían mugre debido a la tierra y polvo del lugar, había seguido a su madre hacia ese lugar, vio a su madre desnuda acostada encima del cuerpo de Jasmani que le manoseaba los glúteos femeninos, esas manos férreas se fijaban en la mente del niño, curiosamente el niño miraba cómo las manos de Jasmani daban golpes a los glúteos de la mujer y ésta sonreía, el niño miraba esas mismas manos férreas en el culo de su madre y que otrora manoseaban su penecito y acariciaban su traserito infantil, las manos acariciaban el pelo de mujer llevándola a besarse apasionadamente, la giró quedando acostada en la cama, ahora Jasmani le abría las piernas lamiendo la vagina allí era donde el pequeño escuchaba de labios de su madre esos gemidos de pasión, él se acostaba y ella arrodillada en la cama se introducía el pene de su amante en la boca en un sexo oral prolongado, miraba el rostro de Jasmani que mostraba satisfacción, la mujer se esmeraba en hacerlo todo bien, el niño contemplaba desde la ventana sin ser visto, ella tomó la cabeza del hombre diciéndole algo al oído, el hombre ríe ampliamente, el niño ve que el pene ensalivado de Jasmani entraba en esa vagina lentamente hasta dejarlo totalmente adentro, así, despacio alzaba y bajaba sus caderas para que el glande y el resto del tronco del pene entre y salga por esa vagina de la patrona, Dina le dijo a Jasmani que tenga cuidado con el bebé, de insólito imprevisto Jasmani se quedó quieto sacando súbitamente el pene de la vagina, asombrado le preguntaba el porqué de sus palabras a lo que ella contesta que esperaba un hijo, aquella declaración asombró al niño que escuchó claramente de su madre la existencia de un ser ya que la mujer lo abrazó alzando la voz dándole la noticia de que estaba preñada, Jasmani no salía del asombro y lentamente se apartó de la mujer, ella lo tomó del brazo para que no se retirase, pero Jasmani insistentemente abandonaba el lecho, ella pidió que terminase en su ser, que la haga suya como siempre, a lo que el altivo hombre no quería pues comprometía la gestación de la mujer, al sentirse negada ella también se puso tensa pues tenía lo suyo en su orgullo, altivamente se puso las pantuflas saliendo vestida de aquel cuarto, la seriedad en la pareja se notaba, pese a ello, al mismo tiempo al verse se dieron un fuerte abrazo y se despidieron con un prolongado beso, Aarón continuaba en la ventana viendo el rostro pensativo de su iniciador, estaba desnudo sentado en el extremo de la cama, sus manos estaban apoyadas en su rostro tapándolo demostrando su angustia, se recostó girando un poco en la cama estirando el brazo tomando la cajetilla de cigarrillos dentro había un encendedor, fumaba pausadamente pensando viendo el techo del cuarto, desde el lugar donde estaba escondido el pequeño miraba el cuerpo completamente desnudo de Jasmani, sus piernas abiertas, ese pene peludo al descubierto estaba algo flácido debido a la noticia, una mano sostenía el cigarrillo, con la otra se manoseaba el pene poniéndolo erecto, lamentaba con ella no haberle hecho el sexo a plenitud, de su seriedad se vio en su rostro una risa forzada con una mueca de ironía, Jasmani pensaba en lo escuchado por Dina hace pocos minutos, luego se fumó un segundo cigarrillo, se vistió saliendo del cuarto, caminó por el sendero que llevaba a la letrina, se aseó la parte íntima y a lo que sale de la letrina ve a lo lejos el cuerpo de un hombre que caminaba furtivamente por entre los montes, se trataba del marido de Ana, el inefable Clotario, que dejaba a la empleada acostada en el monte vistiéndose con dificultad, Jasmani hizo como no haberlos visto y caminó presuroso en sentido contrario, un par de peones habían dado la alarma de lo visto, la pareja tomaron caminos distintos pero ya era tarde los peones se burlaban del humilde hombre que le había hecho el amor a la empleada de la estancia de los patrones, Jasmani ante la algarabía de las caballerizas llegó a poner orden, cada peón se dirigió a su faena, Jasmani agarró del hombro al humilde esposo de Ana, este pobre hombre se caracterizaba por tener cierta deficiencia intelectual, conoció de sus labios que ella lo había cautivado desde hace tiempo, que le había dado de comer y en esos potajes lo acariciaba y lo hacía sentir feliz, mejor que su mujer, el hombre manifestó que ella era muy complaciente en la cama, gustaba que se lo chupen y se lo mame, decía el humilde hombre que la empleada sabía hacerlo de buena gana, al escuchar eso Jasmani salió de la caballeriza, gotas de lluvia hacían su presencia, era el momento de ingresar el auto y el camión al garaje, los entró a tiempo pues se avecinaba una fuerte tormenta, pensaba en la dificultad de recibirlo al patrón en las próximas horas, desconocía que seguiría por más tiempo en la capital, se arrimó a la carrocería del auto sacando un cigarrillo fumándolo pausadamente, vio a un grupo de niños hijos de peones jugando bajo la lluvia, hacían una ronda con sus pies descalzos en la grama, estaba su ropa totalmente mojada, el cabello cubriendo parte de su cara, las manitos muy unidas se aferraban a seguir el movimiento, Jasmani sonreía al verlos, a su mente le vino lo que recordaba aquella vez en que el “niño” y la “niña” jugaban tomados de la mano con ronda bajo la lluvia en los patios de la abacería, igual que los niños mostraban algarabía, fue un flashback, ahora los niños hijos de peones se detenían pues ya la lluvia cesaba, cerró el portón y a distancia vio asomado en la ventana al pequeño Aarón, se mostraba su puchero de inconformidad y malestar pues su madre no le permitió jugar bajo la lluvia con aquellos niños, Aarón al verlo dibujo una sonrisa en el rostro, era tanta la confianza del niño en su iniciador que se respondieron agitándose las manos en señal de saludo, vio hacia la ventana de la gran sala donde Dina increpaba a su empleada por lo que sucedió con Clotario, lamentaba lo que pudiese ocurrir con la reacción de Ana, junto a ellas estaba el humilde peón, todos estaban claros que la mujer lo cautivó a ese pobre hombre escaso de autoridad y deficiente carácter con mentalidad, Jasmani medió un poco prometió hablar con Ana por lo sucedido, confiaba que todo quede en buen arreglo, pues había la posibilidad que la humilde mujer empleada de la estancia abandone el sito de trabajo para evitar futuros roces, llegando por la tarde la mujer del peón se entera de boca de Dina lo ocurrido con su esposo y la empleada, cuando se entera Ana de lo ocurrido lo primero que hizo fue tratar de golpear, pero fue detenida por Jasmani, pero poco a poco se apaciguaron las aguas, por mediación de Jasmani ante Dina la patrona se decidió que la empleada continuará trabajando en la estancia lejos del peón, Ana seguiría haciendo el trabajo de ayuda con la patrona en los quehaceres domésticos de la patrona Dina, ese día fue muy tortuoso para la agitada patrona, llevó a Ana a su habitación para que le preparase aguas aromáticas y masajes, pasarían horas en esa actividad, Jasmani por su parte recorrería las inmediaciones de la estancia, siempre iba acompañado de Aarón, esta vez tocaba hacerlo a caballo sobre suelo húmedo, montó al niño en su delante y partieron, un par de peones los escoltaban siempre, los peones apreciaban el trato que se daban adulto y niño, parecían padre e hijo, por lo dulce del trato y también lo recio cuando sea de corregir, pasaron los dos días, Lupercio había llegado junto a su padre Joaquín Valdés en tiempos apartes, para sorpresa de Dina que debía atenderlos, Jasmani rindió el informe de novedades de la estancia, mostró los libros de gastos e ingresos, todo conforme, se enteró de lo sucedido con la empleada y Clotario el esposo de Ana, el patrón decidió que la mujer de Clotario quedase en la estancia con los niños en estos días hasta que se le pase el endemoniado coraje, así obedecieron los humildes esposos, ya entrada la noche Clotario marchaba a su ramada a pie, mientras que Ana era acomodada en un cuarto amplio junto a la cocina distante de la empleada que argumentaba siempre que ella fue víctima del acoso de Clotario, los niños acostados en un catre separado de la madre dormían profundamente, ella sentada comía de un cabrito asado hecho por los peones en celebración de uno de ellos, hasta el cuarto se escuchaba la música, ya era entrada la medianoche que escuchó el clásico toque de puerta, de un salto estuvo en pie y fue hacia la puerta abriéndola rápidamente para que el invitado entre en la penumbra del cuarto, estaba un poco mareado, a ella así le gustaba tenerlo con sus besos apasionados, era uno de sus hombres, seguramente el más amado, no esperaron a más y de pronto ya se sentían las manos que recorrían sus cuerpos por piernas y caderas, estaban desnudos por completo, ella se dejaba acostar por su amante en ese catre, se daban de besos apasionados, Joaquín Valdés había planificado bien ese encuentro producto de ese desagradable acto dejando a Ana en la estancia y así ahora ella se entregaba a los brazos de su patrón, aquel al que la había desvirgado siendo muy niña, ella desfogaba seguramente su desamor, pero a ciencia cierta Ana nunca había amado a Clotario, su enlace matrimonial fue un parapeto de abuso a la inteligencia de ese pobre hombre sin un criterio de liderazgo producto de su tara mental, Ana siempre se imponía en su juicio, ahora con su amado patrón se dejaba llevar por los placeres del sexo a toda manifestación, los gemidos hicieron despertar a la pequeña Renata, que de inmediato se puso alerta sin moverse de donde estaba, sus ojos estaban activos en observar, sabía que ese hombre en el cuarto oscuro no era la figura de su padre, sino aquel señor alto que era el patrón, lo conoció por la voz presente, a través de la luz de luna que se metía por el boquete vio aquellos cuerpos desnudos rodando por el catre terminando en el suelo, allí Renata vio el pene de Joaquín Valdés que iba ingresando en la vagina de su madre por largo rato haciéndole gemir prolongadamente, las piernas de la mujer se movían sobre los hombros, luego de cara al suelo la mujer por el trasero recibía las embestidas del pene de su patrón, Renata a su corta edad ya sabía lo que pasaba, había visto lo mismo de su madre con Jasmani y con Lupercio, pero ella siempre callaba, ahora en este momento haría lo mismo, viendo eso instintivamente le produjo el deseo de llevarse la mano a la vaginita y acostada sin que la viesen dentro de la sábana se metía el dedo por el calzoncito dándose placer, eso le había enseñado Jasmani su iniciador, escuchaba los gemidos de los adultos y ella más se rozaba el dedo en el clítoris mordiéndose suavemente los labios, las embestidas por el trasero eran cada vez más seguidas y aumentaban los gemidos de la mujer, al rato ella trae un recipiente, a través de la luz de luna se podía ver las manos de la mujer que limpiaban el tronco y el glande del pene del patrón, del trasero de Ana Luisa salía semen, esta vez Joaquín había acabado dentro del ano de su amante, le dio besos apasionados y al vestirse sacó del bolsillo unos billetes recogidos por ella, le dijo que después del mediodía la esperaba en el lugar de siempre junto a la cañada para seguir amándose, puso la cara dentro de los senos de la mujer lamiendo y besando los pezones por repetidas ocasiones, para después darle mordidas en los glúteos, ella festejaba con placer tales acciones, al irse le dio varias palmadas en los glúteos desnudos, la puerta se abre y se cierra rápidamente, se acuclilló a limpiarse el trasero y la vagina con el resto de agua que quedaba, luego vio el dinero, dijo que sus hijos jamás les faltaría el dinero y que en algún día no lejano serían los amos del lugar por derecho, Renata no entendía esas frases entrecortadas que para así misma se decía su madre Ana, al irse el patrón la niña concilió el sueño, lo mismo hizo luego Ana, ya al rayar el sol saliente por las montañas selváticas se despertaron madre e hija caminando descalzas hacia la cocina donde la esperaba la fruncida empleada que les daba de actividad el desayuno, el patrón saluda cordialmente, las miradas entre Ana y Joaquín eran de una complicidad mutua que sólo Renata alcanzaba a percibir al verles fijamente en sus gestos y movimientos, Aarón y Lupercio ya estaban en la mesa y ya bajaba imponente la patrona Dina, se había arreglado mucho para una inusual ocasión, tenía puesta la mirada en su esposo, la servidumbre y Renata ayudaban a ordenar la mesa, como de costumbre ya se iban a retirar en el momento en que los patrones ya se disponían iniciar el desayuno pero esta vez Dina decidió que las dos mujeres a su responsabilidad de cuidado permanezcan junto a ella, su gesto altivo hizo de golpear el vaso de cristal con la cuchara para que el irreverente hijastro Lupercio y su hijo Aarón les atendiese lo que iba a decir, para ella era un momento muy significativo en su vida anunciar que su hijo Aarón ya no se sentiría solo, pues pasaría a llamarse su hijo primogénito de su segundo matrimonio ya que de sus labios dijo que esperaba un hijo de su amadísimo esposo Joaquín Valdés y estaba de algo más tres de meses de gestación, el patrón tragó saliva con los ojos bien abiertos, estaba desconcertado llegando a la ansiedad, la tristeza se dibujó en el rostro de Ana, para ella se trataba de otro hijo del patrón, Lupercio se puso en pie de la mesa y con arrebato de furia golpeó contra la mesa el pañuelo de limpiarse la boca, salió sin articular palabra, Joaquín se limitó a ver el rostro desencajado de su esposa ante esa actitud de su hijastro, quedó inmóvil sin decir palabra, el protagonismo del momento se diluía para ella, se acercó al dueño de esas tierras, sus manos pasaron por los hombros viriles, unieron las mejillas, cerca de allí Ana tragaba saliva y apretaba sus dientes, Aarón en su inocencia aplaudía diciendo que iba a tener un hermanito o hermanita, con prudencia la empleada salió sin articular palabra bajo el gesto de orden del patrón, Renata quedó cerca de la mesa, Dina pidió a la niña que se fuese pero Joaquín le ordenó que se sentase, Ana fue por su hija tratando de sacarla de la mesa, pero Joaquín de forma insistente no se lo permitió exigiéndole salir y que deje a la niña en la mesa junto a Aarón, la esposa del hombre prestante se puso cabizbaja entendía que la noticia no era del agrado de los comensales adultos, Ana a paso lento hizo una mueca de sonrisa forzada muy disimulada y salió de la habitación muy orgullosa de que a su hija se le diera el sitial que correspondiese, Dina vio con recelo a la pequeña Renata, desde la ventana Jasmani había presenciado todo, vio a Lupercio que iba a las caballerizas, decidió seguirlo, iba desaforado, ver esa actitud en el joven la consideró como poco prudente para su seguridad, temía por algún descuido o imprudencia, a prudente distancia lo escoltaba junto con otro peón, estaba rodando la zona donde antes tiempo atrás le vino el atentado, Jasmani con voz autoritaria pidió que se detenga pero no hizo caso y continuó cabalgando, de pronto se escucharon unos disparos que al peón le helaron la sangre, uno de esos disparos le impactó a su acompañante en el hombro derecho cayendo del caballo, milagrosamente Jasmani no recibió impactos de bala pues alguno se impactaron en los árboles por donde hacía esquivar su corcel, más adelante seguía galopando Lupercio que luego cayó de su corcel adentrándose en el monte, toda su ropa estaba cubierta de polvo, sacó su revólver y disparó certeramente, Jasmani le ayudó desde cerca disparando con su carabina a fuego cruzado, eran dos los atacantes, uno estaba herido pero pese a ello continuaba disparando, el malherido peón quiso ponerse en pie pero lamentablemente recibió un certero disparo en el corazón quedando muerto de inmediato, la furia de ver al compañero acompañante caído hizo que Jasmani se acerque a los victimarios y en un fulminante cruce de balas los hizo retroceder y escapar, esa imprudencia del inmaduro joven había costado una vida, Dina con su comentario fue la causante indirecta de esa inocente muerte, las horas pasaban, Ana desde la ventana de la cocina observaba el diálogo de los patrones reprendiendo a Aarón por la travesura de jugar con la comida usando sus manitos, mientras tanto su hija comía viendo las acciones de Aarón aquel niño hijo de los patrones que tenía cuatro años de edad, la mujer acariciaba el pelo de su marido sentada en los muslos, le daba de besos seguidos, poco a poco los besos se hicieron más apasionados delante de los niños, la más atenta era Renata de cinco años, pese a su edad ya había experimentado eso y disimuladamente se metía la mano dentro del calzón manoseándose la vaginita, su rostro mostraba lo gustoso que veía, los dos esposos se levantaron de la mesa, Dina le dijo al oído algo a Joaquín, el patrón acarició el rostro de la pequeña sin que todos se diesen por enterados el motivo de la nena de estar sentada en aquella mesa, luego le acarició el pelo, le dijo que era igualita a su madre Ana, era una niña muy hermosa, ambos intercambiaron sonrisas, los niños vieron por la ventana a los esposos tomados de la mano en paseo lento por las inmediaciones del lugar, lejos de allí Jasmani comprobaba que Lupercio el hijo del patrón con veintitrés años estaba a salvo, seguros ya de que la contienda terminada fueron a ver al cadáver poniéndolo sobre un caballo, apesadumbrado el hijo del patrón se daba culpa de lo sucedido, ahora ese acto de irresponsabilidad costaba una vida, al llegar a la estancia un grupo de peones salió al encuentro, Joaquín preocupado llegó al sitio donde Jasmani le contó lo sucedido, de un fuerte arrebato, el patrón le dio de bofetadas a su hijo, ordenando su regreso inmediato a la capital, pero el hijo se resistía a obedecer, se encerró en su cuarto, Aarón y Renata desde la ventana del piso alto de la habitación del niño miraban transportar al cadáver para el velatorio, había mucha gente inclusive venida del pueblo, el peón era muy apreciado, la viuda quedaba con dos hijos menores y uno en gestación, Joaquín se encararía de los gastos y le daba un dinero para que se mantuviese por un tiempo prometiéndole no desampararla dándole trabajo en las plantaciones con el mismo salario de su difunto esposo, los dos niños abrazaron de la cintura al patrón, vestían harapos y estaban descalzos, evidencia de la pobreza rural de aquella época en el país de la canela, Dina estuvo en la ceremonia y Ana Luisa ayudaba con emparedados y café, Lupercio estaba muy triste y no salía de su habitación, no saldría por varios días, esa noche Ana era la encargada de llevarle los alimentos, abrió la puerta dejándolos sobre la mesita de su dormitorio, de improviso Lupercio le rodeó el brazo en la cintura llevándola a su cuerpo y allí mismo la besó apasionadamente diciéndole que no se vaya y que le ayude a calmar la tristeza por la que estaba atravesando, ella dejándose desvestir cayendo en la cama, él ya desnudo acostándose sobre ella, se besaban en la cama, le decía que había sufrido mucho por lo que le pasó y no hubiese podido aceptar su muerte, Lupercio penetró a Ana, aquel hombre fue su amor infantil, aquel que la hacía sentir bonito, ella también estaba deseosa de ser suya en ese momento y él la aceptó como siempre, se amaron por mucho rato, los gemidos eran libres de continencia, tanto ella como él se entregaron a la fuerte pasión, ese pene entraba en la vagina con férrea pasión, en el cuarto contiguo estaban escuchando los dos pequeños que dejaron de ver por la ventana para apegar sus orejas en la pared del cuarto infantil de Aarón, sonrieron de manera cómplice, gustaban escuchar aquellos gemidos, sus orejas seguían pegadas en la pared escuchando los gemidos y las frases que emitían los amantes, no era de sólo escuchar aquello, los niños ya tenían cierto tipo de identidad más Renata que fue a poner seguro a la puerta y luego abrazó al pequeño haciéndole escuchar los gemidos repetidos e imitados de los amantes, Aarón sonreía, tenía un gusto por los juegos de su amiguita, así, de a poco le iba quitando la ropa hasta quedar desnudo completamente, ella hizo lo mismo en su delante, se acostó sobre la cama y lo llamó para que se acueste encima de ella, obediente lo hizo, el penecito lampiño se posaba sobre la vaginita y empezó con movimiento de cadera a rozarla, Renata imitaba los gemidos antes escuchados y el niño le seguía con la imitación, pese a que el pene rozaba su vaginita lampiña ella quería más así que lo sujetaba al niño con fuera en los glúteos y le hacía mover las caderas, lo acostó de espalda al colchón, abrió de piernas ara que deje descubierto el penecito por el que su boca se lo introducía sacándolo ensalivado, lamía los testículos del niño, se acostaba sobre él tomando el penecito algo erecto que le rozaba la vaginita, ella lo besaba como lo hacían los adultos, el pequeño Aarón la abrazaba sujetándola sintiendo el gustito de las frotadas, se separaron y al vestirlo vio el penecito rosáceo de tanto frote, ella también tenía así a su vaginita, los niños salieron y escucharon a los adultos hablar sobre aquel velatorio, Ana continuaba con su actividad, Aarón jugaba con los niños, mientras tanto Renata jugaba con las niñas, Joaquín miraba los movimientos de la pequeña, trataba de disimular aquella atracción, el sólo pensar que dos mujeres esperaban un hijo suyo al mismo tiempo, en diferentes sitios lo ponía acongojado, irónico, sólo había sentido felicidad cuando se enteró del alumbramiento de Lupercio, su primogénito, pero lamentaba de su comportamiento, sonreía, el muchacho tenía su carácter, pese a todo lo que sucedió lo seguía queriendo, sin duda su primogénito era su hijo favorito, el muchacho primogénito tenía el rostro de su madre, irónicamente ni Lupercio ni Aarón tenían el mismo rostro que Joaquín, sonreía de sólo pensar que los hijos por venir tendrían su aparecido, lo menos que pudo hacer por esa humilde gente familiar del peón caído era el brindarle su estancia para el velorio del peón leal que en cierta forma había dado la vida por su hijo, al siguiente día a paso lento el féretro era enterrado bajo congoja de familiares y amigos, Lupercio a prudente distancia presenciaba el hecho, Jasmani a su lado correspondía a su responsabilidad de cuidarle, la acción protectora de Jasmani hacia Lupercio era bien vista por Joaquín que así aumentaba la confianza de su patrón hacia el empleado, Dina observaba a Lupercio intercambiando miradas fuertes de eso apreciaba Jasmani ante la mostrada inquina entre madrastra e hijastro, lo notaba desde el primer día en que pisó esa propiedad, asimismo Dina miraba a su amante con recelo, suspiraba, y en algún cruce de miradas Jasmani se ponía cabizbajo evitando verle, sabía la situación en la que estaba con esa relación de la patrona así que prefería alejarse y respetar su condición de esposa del patrón, distantes de ellos estaba Ana marcando a su hijo Renato y tomada de la mano de su hija Renata, en su mente fluían reflexiones, algunos pensamientos que de ser expresados sacados de su boca afectaría el desenvolvimiento de los presentes, ella era un referente ineludible en la vida de aquellos hombres en los cuales se marca un destino.
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El círculo de amigos festejaba el cumpleaños del prestante Fulgencio Arichabala, a su lado estaba un pequeño al que anunciaba a todos que era su bisnieto, Carlos Hernán, de ocho años de edad, el niño estaba junto a su madre recibiendo los flashes que serían fijados en los tabloides del día siguiente, por estas fechas de abril la prensa daba seguimiento a tal acontecimiento, junto a ello a prudente distancia se encontraba Squeo que daba señales de coqueteo a Elena la madre de Melquiades que estaba junto a ella, atribulado estaba Nicolás siendo visto cercanamente por la ama de llaves Débora, todo estaba concentrado en los movimientos del anciano influyente en la economía del país, la radio recogía parte de sus comentarios en vivo, estaba muy emocionado e invitó a todos a departir la fiesta no sólo de su cumpleaños sino de la presencia de ese niño al que se refirió simplemente como nieto de una hija, la madre del niño Carlos Hernán fue abordada de preguntas, hacía señalamientos, los guardaespaldas de Fulgencio de manera cordial apartaban a la prensa y radio, el niño era centro de atenciones quedando relegado Daniel Nicolás el otro nieto de Fulgencio que había aparecido su rostro en diferentes comerciales de productos de la época, ya se hablaba de la participación de Carlos Hernán en los comerciales pues también tenía un perfil muy agradable y cómo no iba a hacerlo pues descendía de nobles hidalgos españoles por parte de un padre que su madre le había señalado que había muerto, sí, se declaraba que la abuela y el padre del niño Carlos Hernán habían muerto, la mujer se refería a su suegra y a su esposo padre del niño como nobles personas que habían fallecido en un accidente, lo cual no era así de verdad, de eso lo tenía claro Fulgencio quien había inventado esa historia, esas expresiones daban cuenta de todo un contubernio con Fulgencio Arichabala, la fiel ama de llaves se acercó a Nicolás tomándolo del hombro, vio los puños del hombre mostrando su incapacidad de reacción, Nicolás sentía recelo por el niño, se notaba sus celos en el rostro, creía injustas las palabras de esa señora madre del niño, sintió la mano de Justin que le indicaba su retiro pues deseaba estar cerca de su convaleciente padre, se iría con el niño, la despidió con un beso forzado, un lujoso auto la esperaba afuera estacionado, la mujer entró con el niño alcanzados por los flashes en su partida, desde la ventana Nicolás los vio partir, Victoria Micaela la hija del difunto Mateo y Fernanda estaba muy presta al baile, lo hacía con Heriberto su amigo y con otros invitados, Elena se maravillaba viéndolos bailar, nadie sospecharía que ambos nacieron en un mismo lugar de la ciudad cercana al pueblo y fue a la misma hora del nueve de septiembre de 1944, ya iban para cumplir los quince años, ambos no paraban de reír, animosamente Elena se acercaba a Squeo, los coqueteos eran centellantes para el hombre, la manera inicial de sentirse a gusto lo era bailando, la mano de Squeo pasaba sutil por la espalda de Elena, las miradas lo decían todo frente al deseo de poseer una vez más, estaba en su deseo hacerlo aquí y ahora si fuese posible, al rato estaban en un apartado lugar discreto bajo las sombras besándose apasionadamente, ella lo esperó en el lugar pues de allí salió a darle indicaciones a su chófer que furtivamente la dama salvando la mirada de los lentes de la fiesta subió al auto en rumbo desconocido, su espacio de amor en ese hotel duraría el tiempo de la fiesta pues ya entrada la noche iba a estar de retorno en compañía de su hijo sin que lo notase, Nicolás bebía copiosamente ante la súplica de Débora y su abuela, el hombre culpaba a su abuela de orquestar esto, la ambición y el sentirse relegado junto con su hijo no reparaba sensibilidad en las mujeres, con altivez la anciana pidió al ama de llaves que se retire quedando los dos familiares dentro de la gran biblioteca, la mujer le pedía comprensión, era cuestión de sangre, ese niño llevaba la sangre de los Arichabala, Nicolás le decía que él también la tenía, la abuela Matilde hizo una larga pausa de silencio con seria mirada puesta en sus ojos en señal de molestia e irritabilidad, Nicolás le pedía detalles, informes, datos que consolidaran lo afirmado por su abuela Matilde y las declaraciones de su padre Fulgencio Arichabala a la prensa, le molestaba esa precipitada noticia a los medios sin habérselo siquiera comunicado a él, la mujer se limitó a pedirle esperar ya que con el tiempo lo sabría de buena fuente, más que esté seguro que ese niño llevaba su sangre, que ese niño era irónicamente su sobrino nieto, Nicolás agitaba negativamente la cabeza, rechazaba esa aseveración de su abuela Matilde, así que Nicolás desconcertado aún no seguro de las palabras que deseaban genera confianza las rechazó y le hizo saber a su abuela su inconformidad saliendo de allí dando un portazo que llamó la atención a un número de invitados de que estaban cerca del lugar, la mujer se reclinó sobre un sillón para luego arrimarse a la ventana cuyos cristales describían la bruma creciente en esa noche de abril de 1959 testigo de la fiesta en honor a su hijo Fulgencio para ella todo iba de mal en peor reconociendo que realmente Nicolás era muy celoso y rebelde, para la venerable mujer ya habían pasado ochenta años a un día como hoy en una noche brumosa de 1879, ella muy joven siendo testigo del nacimiento del que a futuro sería el hombre prestante del comercio nacional e internacional, su hijo Fulgencio, para llegar a eso Matilde y su hijo Fulgencio sufrirían mucho, yéndose contra todo y contra todos, la mujer a través del cristal recordaba aquellos hechos hace ya tantos años, recordaba aquel mes juliano de 1877 cuando siendo muy joven daba aquel paseo a caballo que realizaba en esas amplias tierras de su propiedad, aquel caballo brioso blanco de su propiedad cuyo paso brioso de semental transportaba de buena forma en la planicie y en lomas del sector, el paisaje se iba tornando muy tupido de monte, cerca estaba un manantial de agua fresca, el lugar era muy apartado, su juventud aventurera de sus trece años cumplidos daba para seguir por esos caminos no transitados hasta que vio un sendero, su ancestral espíritu campestre dio para orientarse siguiendo unas huellas frescas de caballo, parecía conocer esa herradura por las marcas dejadas, al pasar por lo alto de la loma vio entre el monte esa hondonada que daba al manantial y fue su sorpresa ver a una pareja desnuda cuyo hombre manoseaba con dulzura a la tímida mujer que mostraba vergüenza, era una descendiente de indígena y él era un personaje conocido, él la colmaba de besos asegurándole que todo sería bien, la indígena con timidez ante la autoridad del hombre blanco se dejó llevar por esa pose sexual, estaban en la orilla del manantial, Matilde daba cuenta del contraste de pieles por sus razas antagónicas debido a la cultura del coloniaje por aquel hombre descendiente de nobles hidalgos españoles, ello era el motivo de cierta resistencia de la indígena pero imperaba la voluntad del hombre blanco, Matilde miraba sorprendida la faceta de aquel hombre desnudo que sujetando su pene le iba introduciendo a la pobre mujer humilde, de facciones australoides, de una gran belleza, hija de los servidores peones de la estancia de aquel hombre de edad adulta para ella que rozaba la mayoría de edad, Matilde vio los gestos de la mujer y el hombre que la calmaba, la mujer indígena se sorprendió dando un grito que hizo moverse a volar a las aves cercanas al manantial, los gritos de la mujer continuaban al ver ese sangrante pene que salía de su vagina desvirgada, aquel hombre blanco lo había cumplido tras tanto palabreo, esa mujer se había entregado en cuerpo y alma al patrón, Matilde montada en caballo no salía de la sorpresa de lo que había presenciado, conocer la faceta oculta de aquel hombre le producía sentimientos encontrados, era muy joven para asimilar ese tipo de acto sexual, miraba el trasero de glúteos blancos que se movía igual que su pene con embestida fuerte, le decía que ya le pertenecía y que no lo olvide, así seguía embistiéndola, el pene ensangrentado ampliaba más el conducto vaginal, la mujer clavaba las uñas en los hombros de su macho iniciador, en realidad la mujer también le era atrayente al patrón, las edades eran distantes juventud vs experiencia de edad, vio al hombre que metió su cabeza dentro de los muslos besándole las piernas mientras metía su dedo dentro de la vagina peluda él estaba aún muy caliente y empezó a besarle la cola al girarle sobre el suelo, ella solo era obligada a participar de forma pasiva y continuaba sollozando, ese pene para Matilde era lindo y la primera vez que veía el pene de alguien grande, él con su mano guio la mano de ella y le hizo tocar, estaba duro y muy caliente mientras le acariciaba el trasero, gozaba y le decía cosas lindas, después le hizo acostar boca arriba y él encima de ella fue de a poquito metiéndole el glande y después vio el pujo en el rostro de la mujer que al meterlo en la vagina mostraba dolor un poco y después fue bombeando poco a poco, Matilde vio que el personaje no paraba de meterla y sacarla y hacia todo a la vez acariciaba besaba y chupabas los pechos y también acariciaba la cola y su dedo entraba y salía de aquella vagina desvirgada el hombre esperaba un orgasmo de ella y por lo tanto él seguía y seguía hasta ella le pedía por favor que no siga porque aún le dolía pero imperaba el placer en el hombre, posteriormente Matilde vio que el hombre tuvo su orgasmo en la vagina de la indígena y fue así que al sacar el pene el semen termino por en algo bañarle sus piel del abdomen, Matilde vio a la pareja muy abrazados a fuerza de hacerlo el hombre blanco sobre la indígena que sollozaba de dolor ante la terrible embestida siendo su primera entrega carnal a ese hombre, la verdad que al hombre le había gustado y tuvo la suerte de encontrar la persona correcta para hacerle su primera vez en la vagina, después con un peine le ayudó a limpiar su piel del resto de pasto y hojas que se habían pegado, la llevó al manantial a terminar de limpiarse, sentada miraba el semen saliendo ensangrentado desde su vagina mientras orinaba la sensible mujer, le daba de besos para consolarla, rato después cabalgaron lentamente, ella iba pensativa, él iba satisfecho, lo había conseguido, Matilde tenía un juicio ahora diferente para con ese personaje, tomó con furia las riendas y galopó hasta llegar a la estancia familiar, así desde la ventana del gran salón vio llegar a su tío que venía cansado pidiendo a su sobrina una bebida de aguas frescas tropicales, Matilde ya no sentía esa devoción de atención solicita la cual pudo apreciar su tío preguntándole a la muchacha si algo le dolía pues su semblante era de una seriedad total, como si estuviese enferma, mostrándose un malestar en su mirar, en realidad era decepción lo que sentía en sus adentros, simplemente le dijo que no sentía nada de lo que le parecía, el tío como siempre le frotaba la cabeza en señal de cariño, sentía que su joven sobrina lo consideraba como su héroe de aventuras ecuestres, Matilde era una gran amazona, sus padres habían muerto en un accidente supuestamente pero indiscretamente escuchó en tono bajo de voz de su tío que había sido un atentado quedando los bienes de Matilde al cuidado de su tío, en franca agonía aún alcanzó a escuchar el petitorio de su padre que agonizante le pedía que no deje perder esas tierras que por sus ancestros le pertenecía en línea directa, así le prometió y así hasta la fecha le ha cumplido fervientemente a su padre, la joven Matilde se dedicó a cuidar sus tierras, sus primos pasaban en Europa, era el boom del acero y las materias primas junto con el naciente petróleo, las semanas continuaron y Matilde continuaba siendo testigo de aquellos encuentros furtivos entre su tío y la humilde indígena de cuerpo voluptuoso completado con su hermosura sin igual, su tío viudo deseaba seguramente rehacer su vida, al manantial no sólo llevaba a la humilde indígena sino también a ciertas “damas” del pueblo, era su edén seguramente, es que lo apartado del lugar ameritaba esos encuentros con seguridad, ver cada vez a escondidas el pene en acción de su tío la turbaba cuando entraba en esas vaginas, le vino sentimientos encontrados entre el respeto que se diluía ante la necesidad de que le había nacido el deseo de pertenecerle, sí, había descubierto en cada acción vista por su tío que tenía celos de aquellas mujeres y ella quería ser una de ellas para saber por curiosidad que se siente por ellas al momento de ser penetradas, tenía esa sensación de curiosidad de qué pasaría si en su vagina entra el pene de su tío, se veía ella reflejada en cuerpo y alma de aquellas mujeres que se le entregaban, deseaba ser una de ellas, no entendía el por qué si sabía que era incorrecto, pero sus vibras le decían lo contrario, por muchas semanas fue testigo de aquellos encuentros de su tío con aquellas damas, cada vista era más atrayente, así, en la estancia Matilde se portaba insinuante con su tío en aquellas navidades de 1877, el tío se portaba atrayente, pero se contenía, sus creencias conservadoras no permitían tal acercamiento, sería herejía profanar la memoria de su difunta esposa y menos con su sobrina la única heredera de fortuna familiar de sus parientes de los cuales él era su protector al quedarse sola sin padres ni hermanos y teniendo a él como su único pariente directo y a sus primos, ella se adelanta a pensar refiriéndose a su tío con cualquier otra menos con Matilde, al pasar las horas de nochebuena el ambiente se hacía tenso entre tío y sobrina, pues sus miradas se reprimían, con el pasar del tiempo Matilde veía con más frecuencia a la entrepierna del tío haciéndole reír y hacerle pensar cosas “absurdas” por los frotamientos que le hacía al juguetear debajo de la mesa, en alguna ocasión ya se había rozado sobre su tío dejándole sentir su trasero y ella sintiendo la dureza debajo de su pantalón, el tío estaba contemplando un dije de oro que había comprado para cierta fémina, Matilde sintió celos ante la sorna de sus primos que festejaban las andanzas de su padre, lo llevó a la biblioteca, Matilde quería verlo más de cerca, así solos tío y sobrina en esa gran biblioteca en la que el tío movía la joya y ella entre sus jugueteos se lo quita y trata de esconderlo, sin saber exactamente que era o el valor que tenía, en ese jugueteo-forcejeo y por su descuido vieron que sin darse cuenta lo dejo caer, y fue a parar en un rincón, muy serio le pidió que se lo devolviera pero ella lo buscaba entre su ropa y nada, repitiéndole de manera socarrona que no lo tenía y que “le buscara si quería”, no desaprovechó la oportunidad para buscar entre su ropa y en cada rincón, haciéndole cosquillas para que no sospechara o se enojara, entre risas ella se dejaba muy complaciente a la requisa del tío, hasta que su mano llega debajo de su faldita de fiesta, y le dijo “no te lo habrás metido ahí”, ella respondía “no, pero si quieres busca”, entre risas y cosquillas la llevó cargando recostándola en el escritorio, recalcándole que era muy costoso y que le aplicaría un castigo si no lo devolvía, Matilde solo reía, le recostó adecuadamente y sin dudar ni perder el tiempo le levantó su faltita hasta el pecho, ella no mostraba ninguna resistencia, en ese momento sentía el temblor de nervios y lujuria que también en las miradas se dibujaba, pero el tío ya estaba totalmente ciego de pasión, se hincó de rodillas y le quitó por completo su calzoncito blanco, de algodón, con encaje en los cantos, su pequeña rayita de la vaginita pre púber era un encanto, con cortos vellos y levemente abultadita, le hizo revisar su bombachita pero en realidad lo olía con disimulo, que aroma tan increíblemente delicioso sentía el tío, Matilde solo sonreía con las manitos juntas en su pecho, le abrió totalmente las piernitas y se dispuso a registrarla, separando con los dedos sus pequeños labios vaginales, le dijo “parece que sí está aquí” y aprovechó para acariciarla a placer, la suavidad, calidez y humedad de esa vaginita virgen era supremo, pero el aroma que desprendía era lo máximo, Matilde ya no reía estaba inmóvil y muda, se llevó los dedos a la boca para saborear sus fluidos, Matilde lo miraba desconcertada, “que rico, prueba un poco” le dijo el tío y le metió el dedo en la boca para que sintiera su propio sabor a vaginita mojada por líquidos producto de la excitación. “quiero más” le dijo a su sobrina sin darle tiempo de nada y se sumergió a “comerse” esa pequeña vaginita dispuesta a su antojo, no podía reprimirse más, pensó, era el momento, no importaba gente, ni música exterior, importaba poseerla, ya no había para más meditación ni recelos, el tío tomó en cada mano una de sus piernitas, sometiéndola por completo, mientras le abría los labios de su vaginita e intentaba penetrarla con la lengua adulta, trataba de capturar con los suyos su diminuto clítoris, cosa casi imposible, entonces solo chupó con más fuerza toda su vaginita llenándose la boca con ese manjar, la pequeña Matilde se estremecía cada vez con más fuerza, solo atinaba a decir muy quedito “ayyy aayyyyyy aayyyyy”, fueron unos breves minutos que le chupó la vaginita alternado con lamidos a lo largo de sus labios vaginales, desde su traserito rozagante debido a la excitación, Matilde miraba que su vaginita se hacía más hinchadita que al principio, y por supuesto más mojada y sabrosa que nunca, mientras el tío y sobrina miraba el glande rozando la vagina siendo esa delicia por primera vez sentida por Matilde, no lo había esperado de otro que no sea su tío, su héroe de aventuras que ahora sintió como los espasmos recorrieron su cuerpito de muñequita de porcelana por unos breves segundos, el hombre se detuvo para ver su carita ruborizada y sudorosa, se acercó dándole un beso con lengua para compartir algo de ese manjar que había disfrutado, su rostro de sorpresa o susto era indescriptible, el tío le dijo a Matilde “parece que no está ahí” dijo eso finalmente al incorporarse haciendo evidente la erección, Matilde clavó los ojos en ese lugar mientras el tío metía su mano frente a ella acomodándose el pene con toda calma aprovechando para frotársela y despertar su curiosidad en Matilde, la astuta jovencita pensó en sus adentros que todo funciono perfecto, el ti notó la astucia de su joven sobrina, a punto estuvo de desvirgarla, lo que hablaron después fue no menos interesante. “Por qué te estas frotando tu cosa”, dijo sonriendo, “es que me gustó mucho revisarte, y a ti te gusto?” “ . . . si , pero . . . “ “bueno, pero como no lo encontramos así que te castigaré” “no por favor, por favor” “entonces tengo que seguir buscando, y no le tienes que decir nada a nadie, de acuerdo?” “nada a nadie, palabra, pero mejor otro día” le dijo el tío a su sobrina, “debemos salir a la recepción de navidad, nuestros parientes deben estar buscando”, mientras buscaba su vestidito para vestirse, que el tío tenía en una mano y con la otra se pajeaba lentamente debajo de la cremallera dejando salir ligeramente el glande para que lo viese “te lo devuelvo cuando me devuelvas lo mío” “bueno” dijo al momento que salía de la biblioteca muy prudente pudiendo ver al tío que guardaba el calzoncito rojo de Matilde, al cerrar la puerta el tío puso el calzón de Matilde estaba pegado a su cara mientras terminaba otra de sus masturbaciones descargando por completo su semen en esa calzoncito encantador que conservará por mucho tiempo hasta que llegase el momento de lucirlo, y no sería por largo rato pues los encuentros casuales con su tío se verían seguidamente en la estancia o en las caballerizas, cuando juntos montaban a caballo deteniéndose en algún lugar para besarse, demostrándose su pasión absoluta, Matilde pidió a su tío lo llevase al manantial, el asombro en el rostro del tío no se hizo esperar, al principio dubitaba, pensaba que seguramente algo sabía, pero no quiso opinar y asintiendo se pusieron de acuerdo fueron juntos a caballo en dirección al manantial, el lugar fue diferente al que iba con otras “damas” el calor imperante hizo que su tío se bañe en calzoncillos y nada más, Matilde tomaba el papel de que le tenía un poco de pánico al manantial, haciéndose la desentendida de que se podría ahogar, por eso prefería quedarse en la orilla sentada en las piedras, dónde disfrutaba la vista de todo tipo de movimientos corporales atléticos que se le marcaban en su tío cuando salía a treparse en una alta roca, dónde se tiraba a zambullirse en el agua fresca, para Matilde su tío era tan hermoso y se le marcaba un enorme pene en su entrepierna que se notaba en la fina textura de la tela, ese pene que se notaba echado hacia el lado, ella mismo a veces ya lo entendía bien aún el porqué de ponerse erecto, y se debía a que su tío la miraba fijamente, pero el solo hecho de verlo le daban escalofríos y a la vez le provocaban esos deseos de zambullirse en medio de sus muslos a saborear aquel rico fruto que sobresalía de la tela pegada y mojada de su prenda interior, el tío se le insinuaba y le invitaban a lanzarse al agua, el tío emergía del fondo y le gritaba que se metiera al agua que estaba rica, Matilde no lo pensó dos veces, se desvistió quedándose solo en sus calzoncitos blancos y se metió al agua, lo hizo superando sus temores pues no sabía nadar, ella aceptaba pero le decía que para lo hondo no, porque tenía miedo a lo hondo ya que no sabía nadar y le daba miedo, el tío fue dónde ella y al salir a lo llanito, dónde ella estaba, Matilde notó inmediatamente que ese pene estaba más grande que nunca…lo tenía bien erecto! a su sobrina le dijo de lo más normal: viste qué parado lo tengo, ella lo miraba algo sorprendida, le decía: no et hagas, porque me la miraste eh? Matilde titubeando le dijo astutamente, que es que nunca había visto algo así, Matilde se sentó junto al tío en lo llano y así el adulto le convencía, para que lo acompañara más a lo hondo, que él le agarraba y que confiara en él, tanto estuvo insistiendo sus ruegos hasta que le convenció y le dijo que sí, jamás imaginaría Matilde que ahí comenzaría a conocer lo hermoso y rico de las cosas sexuales entre un hombre y una mujer, ya no lo vería, sino que lo sentiría físicamente, ya en lo hondo del agua Matilde se abrazada aferraba a él inocentemente y sentía en sus muslos y en su piel aquella enorme erección de pene que le rosaba todo…y lo peor es que estaba marcada y muy temblorosa, pero le gustaba sentir ese roce, ese abrazo era ahora visto y sentido de forma diferente al igual que esa forma de rodear los brazos en el cuello de su tío favorito, así es que el tío le preguntaba “¿por qué estás temblando?” le dijo amorosamente casi en un susurro al oído, que al tío lo estremeció, sólo atinó a decir,” tío, tú sabes, me da miedo”, para esto ya él la tenía de frente a él, con el trasero en su entrepierna y aquella enorme pieza de carne dura, pegada a sus labios vaginales, dándole confianza le decía: “ves que no te va a pasar nada”, le decía el tío con seguridad y ella quedaba bien agarrada a sus brazos que le rodeaban, el corazón se le quería salir del pecho, porque lo sentía que me movía su glande de adelante para atrás y circularmente contra el trasero femenino, Matilde quedó en silencio, lo dejó hacer a su tío, cuando lo sintió como jadear y su respiración entrecortada, a la vez… sintió que le bajó el interior con una mano y le puso el pene entre las nalgas, en su recelo de que no tocaban fondo sus pies en el agua, se dejaba hacer y no le soltaba de él, cuando la cabeza de su pene, trató de entrar, le dolió y gritó, al no estar dilatado, ni con nada que hiciera resbalar su pene, le dolió y virgen al fin exclamó un grito, ayyyyyyyyy Matilde exclamaba “ tío, ¿qué me haces?”, “me rompes el fundillo, me duele, ayyyy”, el tío le decía “cálmate, perdóname es que me tienes bien caliente, me quiero comer tu traserito, yo quiero ser el primero, me vas a dejar?” le decía él, pero ella estaba tratando de zafar del tolete que pretendía perforarme a sangre fría, “ay no tío que puede venir, alguien y me duele, ay, déjame, déjame” así vinieron seguramente los remordimientos y lo convenció de apartarse, sin embargo el tío le dijo a Matilde que si no se lo decía a nadie, ella se sentó en la arena, al culito se lo tocaba cerca de unas malezas, Matilde soñaba con estar frente a frente con ese pene en sus manos, hacía ya desde hace mucho tiempo que lo había visto a su tío con esas señoras, el tío le hizo gestos para que se acerque, ella aceptó… la llevó a la orilla y le dijo “ve tu primero y yo voy ya, que no vaya a venir alguien, me vea como lo tengo y sospeche por si las dudas pese a ser un lugar muy apartado” Matilde sonrió sintiendo latir su vaginita pre púber, se internó en el monte y al rato él apareció su tío, rápido la llevó a un escondite de un árbol que él sabía, dónde nadie los vería, turbado y asustado como estaba ella, vio cuando él se quitó el calzoncillo y tiraron al suelo sus ropas…y le dijo, “agarra”, cogió al pene con sus manos y subía, masajeaba totalmente, estaba asombrada era el primer pene bien parado que tocaba y veía en vivo, se la pasó por toda la cara y el précum se lo untó en sus labios, que quería que abriera y así lo hizo, primero le dio como asco, pero con sus palabras tan dulces hacia ella, al cabo ya lo chupaba rico y el tío jadeaba y gozaba, sacaron la colcha del morral y se acostaron en el lecho improvisado, le dio entonces la primera mamada de trasero, llevándole al séptimo cielo, era una sensación que nunca olvidará la muchacha, ella mismo con sus manos le abría las nalgas y paraba el trasero para que la lengua del tío le entre más, Matilde sintió alivio, por el dolor que antes, por la resequedad en el agua, se había dado al intentar metérsela de cantazo, ella se puso de lado y le dijo que se lo iba a meter poco a poco, que respirase hondo y que no le iba a doler casi, Matilde al oír eso se puso nerviosa, ella se puso de lado y él, le dijo qué, que rico trasero voluminoso tenía, que parecía de mujer mayor, que de lado Matilde era como una sirenita y así bien caliente el tío y apretándose contra él se la fue clavando, se echaba saliva, mucha y volvía, Matilde hasta cierto punto de aguante se dejaba pero ya sintiéndolo al pene más adentro del ano se quejaba, gritaba, la muchacha le pedía que ya no, que más nada, “tío por favor me duele mucho, sácamela”,” ayyy”, era la segunda vez en poco tiempo que el tío entendía lo de su sobrina, sólo se limitó a rozar el pene en la vagina y se limitaba a decir: “estás gozando ya mi amor”, pero ella, por vergüenza no se atrevía a contestarle, solo su cuerpo le hacía notar lo que le estaba haciendo gozar con su pene mediante esos roces, le dio duro, duro y más duro a lo que ella gemía y suspiraba, le besaba el cuello, la oreja de ese lado y sus manos se apretujaban las nalgas y pezones, en tono desafiante el tío le dijo “en algún momento serás mía, amor mía…entonces no resistió y le contestó, “tío tengo miedo aunque me gustas mucho quiero estar siempre contigo” “me da recelo de mis primos y parientes” el tío le decía: “tranquila pequeña” esa fue una de las mejores formas de encuentro sexual entre tío y sobrina en aquel manantial, los meses siguieron hasta que en un apartado de la casa una contrariada indígena le decía a su patrón que esperaba un hijo suyo fruto del amor en sus encuentros, pedía que cumpliese su palabra, con ayuda de Matilde que casualmente presenció la escena dispuso que se marche de la estancia y que criase al niño lejos, muy lejos, que no le faltaría nada a la criatura, eran aquellos tiempos post coloniales donde la voluntad del amo patrón aún imperaban, así ese niño crecerá en el anonimato pero con las comodidades de su padre al que no reconocería y sería un ilegitimo bastardo más fruto de las falsas aspiraciones, para los embustes de Matilde a su tío había resultado de manera efectiva el deseo de separar a la indígena quitándole a la humilde mujer ese deseo por tratar de obtener el cariño de su tío, con las otras “damas” no habría problema, eso suponía por un tiempo, lo que Matilde no sospechaba es que su tío sostenía una relación seria con aquella dama de sociedad de corte española, la relación fue fulminante, a los pocos meses de nacido su hijo en la indígena el tío de Matilde se casa, la relación de Matilde con su nueva tía política era fría, ya no existían esos encuentros como antes tan tormentosos, el tío pensó que con su matrimonio se diluirían esas formas de atracción carnal con su sobrina alejándola y sosteniendo una simple relación cordial familiar con un simulado respeto, el tío comprobó que esa relación no podía ser por las apariencias sociales, aunque no negaba ese deseo de poseerla incestuosamente, Matilde tal vez con despecho logró tener relaciones de cortesía y romance con el recién llegado comerciante de ruta marítima Adalberto Arichabala, un hombre lleno de ambiciones y gustos por lo refinado, de sólo conocerla a Matilde se hechizó definitivamente pero había otro pretendiente llamado Carlos Clemente del Olmo descendiente de nobles hidalgos españoles de igual origen que el mencionado Arichabala, era un hombre más bien tranquilo de carácter al que Matilde jugaba con sus sentimientos al dominaba su voluntad, apegada a la rudeza de carácter ella se inclinaba por Adalberto Arichabala, así creó decepción amorosa en Clemente quien declaró su indisponibilidad e incomodidad para con esa relación amorosa y para 1878 casi a un año de la boda de su tío Matilde contraía nupcias matrimoniales por todo lo alto en el pueblo, sinceramente para ella fue un despecho el hacerlo, llevada de la mano del tío a la iglesia sentía los nervios y la impotencia, en el baile el tío le manifestaba algo al oído, ella se puso pálida al ver el rictus autoritario de su tío con algunas copas en la cabeza, las manos pasaban sólidamente por sus hombros y espaldas, recibió un beso en la mejilla que para el recién esposo y los presentes era algo normal agregando aplausos pero para tío y sobrina significaba un algo más, el carruaje que llevaba a los novios fue despedido desde la estancia, los vítores de los invitados eran fuertes, se decía que fue una de las mejores ceremonias del pueblo en su historia reciente superada inclusive a las fastuosas ceremonias de los antiguos señores de la colonia, durante el trayecto el medio de transporte tuvo un retraso, anhelaban llegar a la propiedad Arichabala, ya todo estaba preparado, Matilde sacó de su bolso nupcial una botella la cual bebió con su flamante esposo en la alcoba, el inocente marido bebía copiosamente motivado por la alegría, poco a poco iba durmiéndose en el amplio sillón, ella lo acariciaba continuamente dándole de beber más y más, a los pocos minutos el pobre hombre ya estaba completamente dormido, Matilde verificaba aquel sueño profundo, desde las sombras se dibujaba una silueta a tras luz de luna, rápidamente Matilde abrió la ventana, todo estaba planificado, ella abrió sus brazos correspondiendo a la visita, el hombre comprobó lo inconsciente de aquel personaje tirado en el amplio sillón, el brebaje dado ha resultado efectivo, la marcó llevándola a la cama, ella sonreía con los brazos rodeando el cuello de su amante visitante, se escuchó el ruido de los resortes de la cama al acostarse, asimismo el seguro de la puerta, ella con su traje de novia estaba acostada viendo a su tío desvestirse, no esperó a más dejándose también desvestir, se besaron acostados en la cama con esos cuerpos desnudos que tenían esa hambre de sexo reprimida desde hace mucho tiempo, Matilde estaba dichosa, deseaba ser poseída por su tío, los celos lo habían vencido a ese hombre, estaba anhelante, no soportaba que otro la desvirgue, se sabía suya, era su momento, empezaron a manosearse, el tío le tocaba las nalgas y le sobaba el pene por encima del trasero hasta que se le puso erecto completamente, cuando estaba bien erecto, se lo agitó y le pidió que le empezara a chupar, a ella le encantaba ese garrote tan enorme que hacía poco acababa de lamer, ella estaba tan golosa que hacía movimiento como que trataba de comérselo todo pero no podía (aún), al parecer él se dio cuenta de lo caliente que ya estaba y le dijo de una manera irónica y jocosa “quiero penetrarte, ¿te dejas?”, de antemano ya sabía que aceptaría la propuesta pero siempre le preguntaba para satisfacer su ego de poseerla, Matilde le dijo que sí, se pone a gatas, pasó su pene por su boca para lubricarle otra vez, luego aquel hombre se puso saliva en la mano y se la untó en su trasero, apuntó su glande en el ano y empezó a empujar poco a poco hasta que entró solo la punta del glande, Matilde le pidió que esperase pues le dolía mucho, una vez que pasó el dolor le dijo que continuara, el hombre continúo y empezó a rozarle le glande por el culo, el tronco del pene estaba en ese culo deslizándose con ese movimiento de pelvis que sólo él sabía hacer, Matilde sentía como los testículos de aquel hombre chocaban contra su humanidad y su cabeza topaba por dentro, estaban calientísimos, le pidió que levante el trasero y al tío le encantaba ver a su sobrina Matilde como levantaba esas nalguitas a sí en esas posturas cuando se veían en el manantial, esas nalgas alzadas recibían golpecitos ricos de pene, así siguió ese movimiento tan candente hasta que le dijo que se iba a venir, pero se contuvo, no deseaba aún terminar quería aprovechar más de ese sublime momento, sentía como su pene se estremecía rozando en la entrada de la vagina que ya estaba bien mojadito y Matilde se puso boca arriba levantando sus piernas para que él las pusiera en sus hombros, así lo hizo y apuntó su cabezota en la entrada de la vagina, empezó a moverse hacia adelante y hacia atrás, sobando la entrada de la vagina, el tío gustaba de eso como estar en la gloria, ella correspondía mordiendo los labios, bufaba sintiendo el glande cerca de su himen, ya casi, ya casi, le decía afanosamente el tío, Matilde se agarraba de los brazos de su iniciador, aquel hombre adulto veía salir el glande entre los labios vaginales peludos femeninos, tenía liquido pre seminal, con la mano ahora apuntó el glande a deslizar por los labios vaginales, preguntándole “¿te gusta’” “¿Quieres más?” “¿aahhhh?” unieron las frentes y ella movía la cabeza afirmativamente, la besó apasionadamente y le dijo «ahora serás mía” “mía, mía, para siempre, mi amor, mi dulzura”, ella suspiró como conteniendo luego la respiración pues sabría lo que se vendría, recordaba el momento en que su tío desvirgó a aquella indígena ahora madre de un tierno hijo no reconocido, vio ese glande posarse en su vagina y entraba, ante eso salían los pujes y ella bufaba, sentía el ser mujer, “déjate, ya casi, ya casi” le decía “ahora verás” le acariciaba los pezones mientras la penetraba “ahora veras” chupaba los pezones “siente como te lo meto” le lamía la punta del pezón “siente” la penetraba suavemente “siente” le daba besos en la mejilla sin dejar de penetrarle ”¿lo sientes?” empujaba la pelvis “¿eehh?” hizo un alto y le dijo al sacar el pene de la vagina “míralo, míralo” lo agitaba y ella viéndolo atentamente “está con muchas ganas de entrar” ella lo miraba fijamente muy sonriente “lo quieres dentro, ¿eeehh?” se miraron a los ojos “lo quieres dentro, ¿eeehh?”, tío y sobrina miraron a donde estaba descansando el pene sobre el muslo de él y ella le respondía, “si, tío, si” agarrada de sus brazos “métemelo” lo miraba con determinación “métemelo” su mirada era fija “quiero ser tuya” “si” “tuya” “sólo tuya” el glande entraba lubricado y sólo de escuchar esas frases motivadoras dio un fuerte empujón a su cadera que el pene entraba y salía lubricando, los gemidos se hacían más acentuados, el tío cerraba los ojos lleno de emoción igual que Matilde, gemían, ella sintió ser penetrada, sus uñas se incrustaban levemente en los brazos de su tío que la tenía piernas al hombro, la sostuvo más de la cintura y el con un brusco movimiento de pelvis hizo con su glande que se rompa el himen, como consecuencia de aquello se escucharon unos gritos en la habitación que salían a los exteriores de esa lujosa casa, esa deliciosa telilla había sido rota, esa noche se convertía en inolvidable para los dos amantes, habían conseguido lo soñado tiempo atrás, la textura del glande erecto era latente convirtiéndose en sanguinolenta el tronco del pene de su tío, al efecto del empuje siguiente Matilde emitió un fuerte grito, agarrándose con fuerza de los brazos de su tío, clavando levemente las uñas, cerrando fuertemente los ojos que luego al abrirlos vio salir el pene ensangrentado con flujos, lo metió suavemente, sabía cómo tratar a las mujeres en esas condiciones, ya adentro todo le dijo dándole besos en la mejilla y frente “eres mía, mía, sólo mía” “para siempre” “como lo deseábamos mi amor” Matilde no salía de su asombro al experimentar esas nuevas sensaciones, se le había entregado a su tío en cuerpo y alma, ella gemía, en parte estaba satisfecha, lo había logrado, ese pene lo deslizaba con pasión, en cada entrada era acompañada de un gemido de Matilde, los movimientos vinieron rápido y se escuchaba el ”choc, choc” de los líquidos del pene y vagina, Matilde sintió el líquido de semen en sus entrañas y sentía calientito, el tío terminó, se dejó caer con su rostro sobre los pezones y después lo fue sacando con sutilidad, se quedaron acostados de perfil viéndose el pene y la vagina por donde salía sangre y semen, la sábana se manchaba como evidencia de aquel desvirgue, pasaron un tiempo así abrazaditos sin decir nada, las manos del tío se deslizaban sobre los brazos de la sobrina cuyo rostro se apoyaba sobre el pecho de su iniciador en el sexo pleno, seguramente tuvo que haber pasado una hora más cuando ya estaban tocándose otra vez, los dos querían volver a sentir esos cuerpos juntos, Arichabala seguía dormido con ese brebaje somnífero en su cuerpo recorriéndole el aparato circulatorio, las miradas no se hicieron esperar, igual que las sonrisas pese a que ella sentí un dolor en su vientre, pero en su rostro se notaba el deseo por él para que la poseyera, tío y sobrina después de un buen rato se dispusieron a seguir, Matilde recibía el cuerpo de su tío encima del suyo, y al dejar caer el pene le introducía en la vagina y poco a poco le metía el pene por el hoyito formado, estaba ya poco adolorido de tanto mete-saca y lo que le esperaba a continuación que era sentir el glande por la separación de los glúteos, esa noche fue grandiosa para los amantes, hicieron el amor en la madrugada y ya para despedirse del lecho el tío dejó semen por vez tercera en la vagina de su sobrina Matilde, nacía así esa mutua necesidad de entrega sexual en cada encuentro dado por las constantes visitas mutuas entre tío y sobrina en sus respectivas estancias, Clemente del Olmo un hombre pasivo de carácter muy adinerado e influyente en las masas del lumpen seguía muy de cerca los movimientos de quien él amaba, Matilde, pese a estar casada con Arichabala continuaba amándola en plena discreción a la que pese a ello Matilde se daba cuenta, así que tendió su telaraña de pasión viéndose también seguido dándole su cuerpo en varias ocasiones, a espaldas de Arichabala, la muy entregada Matilde jugaba con sus amores, a los tres meses de casada su esposo recibió la noticia de que esperaba un hijo, la familia se llenaba de júbilo, el tío y la esposa tuvieron el pendiente de cuidado para Matilde, Clemente al saberlo se emocionó, pensaba que ese niño sería suyo, igual pensaba el tío de Matilde y qué decir del padre oficial, sólo Matilde podría decirlo, era el juego conveniencia, la esposa de su tío no le daba el ansiado hijo y fue en abril de 1879 que nació el robusto Fulgencio Arichabala, llevaba el nombre del padre de matrimonio con su madre, en realidad el niño tenía un aire y las facciones mayormente de la familia de su madre, como de costumbre el niño varón tiene gran parecido a las madres así que Fulgencio Arichabala lo comprendía, el pequeño era muy precioso y se iba haciendo cada vez más parecido a su madre en su belleza, Matilde le dijo la verdad al desilusionado Clemente del Olmo de su no paternidad, éste a los pocos meses contrajo matrimonio con una prestante dama de sociedad, los esposos Arichabala conocerían a un coterráneo llamado Leovigildo Arciniegas quien hizo una relación entrañable con los miembros de la familia, de esta manera el niño tomó confianza y así fue sodomizado en el establo haciéndole el amor a la fuerza en 1888 cuando el niño había cumplido los nueve años, un año antes se cumpliría el ansiado anhelo de ser padre por parte del tío de Matilde con su esposa, nacería Elsa Peñalba en una mañana de abril de 1887, cinco años después otra desgracia vendría los Arichabala cuando en 1894 Carlos Clemente del Olmo mando supuestamente a disparar en la fiesta de los 15 años del joven Fulgencio Arichabala, quien a futuro se hace rico en peleas y contrabando, por casualidad de la vida Elsa se casaría con el hijo de Carlos Clemente del Olmo y de su unión nacería Carlos Felipe del Olmo actual esposo de Noelia Buonanote, ante ese flashback los pensamientos se disiparon y Matilde volvió al presente, su vida airada aún tendría que ver con su descendencia, pero eso de pensar agota y lo hará próximamente ya que en ese momento ingresa Carlos Hernán de manos de su primito Daniel Nicolás, la anciana los abrazó con fuerza, les dijo que eran el más bello recuerdo de su amor con sus ancestros, los niños no entendían esa frase limitándose a seguir abrazados de la anciana.
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Al pequeño Ezequiel de siete años le gustaba jugar con los muchachos grandes del barrio, se escondía con ellos en diferentes lugares, poco a poco iba creciendo su amaneramiento, le tenían como su mascotita alzándole en hombros abrazándolo por detrás, revolcándome por el pasto, de esas tocadas constantes se iba dando cuenta que sus vecinos del humilde poblado suburbano capitalino le corrían las manos por su barriga bajando hasta el pene frotándolo suavemente a manera de juego como ellos se hacían también, entre varios le bajaban la ropita raída dejándole descubierto su traserito de piel blanca también su pene allí le daban de palmaditas, él pensando en que era juego y se dejaba a veces cuando estaba a solas con uno o dos chicos le bajaban la ropita tocándole el pene muchas veces y se dejaba pasar las manos por los glúteos, cuando habían adultos cerca no le hacían esos juegos pero el niño inocentemente se delataba bajándole los shorts a sus amigos tratando de tocarles el pene, le reprendían pero pese a todo ello al niño ya le gustaba ese juego, empezó a tener deseos de que le pasen la mano por su piel haciéndole poner erecto el penecito, en una de tantas ocasiones el juego se incrementaba ya que los chicos sabían que le gustaba y le dejaba tocar, a veces miraba el molde de pene que se abultaba en las ropas de sus vecinos y hacían comparaciones con el tamaño de su pene, después de hacer la tarea escolar se iban con sus vecinos a lotes abandonados y se bajaban los pantalones cortos y el calzoncillo compitiendo quien lanzaba más lejos la orina salida de los penes, como siempre perdía el más pequeño, como penitencia tenía que desvestirse y sus amigos le perseguían el primero que le agarraba le tumbaba al suelo y le daba de nalgadas le seguían los demás manoseándole el pene pero más lo hacían en sus nalgas, siempre le decían que no hiciera cuento de aquello y él decía que ahí quedaba todo en secreto, una tarde salió muy temprano a jugar al principio pensaba el niño que estaba solo en aquel lugar de juegos, pero alcanzó a ver de lejos a su amigo Renzo Orestes que se metía por un cerco de caña adentrándose en carrera al monte del solar, lo siguió lentamente, era muy difícil hallarlo al rato se impresionó de verlo sin ropa de la cintura para abajo, Renzo Orestes estaba acostado sobre unos saquillos era el más mayor que sus amiguitos, el único que tenía pelos en su pene, tenía una sonrisa burlona y muy quietecito a su lado estaba Frank, un niño pequeño de piel morena clara que lo había estado esperando desde hace rato y que ya se disponía a marchar pero al verlo se detuvo en sus intenciones brindándole una sonrisa pues de manos de Renzo Orestes recibió caramelos y galletas, así mientras el niño disfrutaba comiendo las golosinas Renzo Orestes tomaba su pene agitándolo, el pequeño Ezequiel escondido entre la maleza del solar abandonado vio que Renzo Orestes se le enduró rápido el pene luego de tanto agite, abrió las nalgas de Frank de su boca salió saliva chorreada sobre el ano de su amiguito, le hacía movimientos circulares en el ano con los dedos viendo que le hundía el dedo meñique por el ano cada cosa que hacía le llamaba más la atención a Ezequiel, el pequeño Frank se entumecía por cada metida del dedo, Ezequiel vio acomodarse a Renzo Orestes viendo que la cabeza del pene entraba entrando, Frank se dejaba, miraba en la cara de su amiguito mucha satisfacción, al rato el pene de Renzo Orestes estaba por encima de las nalgas de Frank y se movía velozmente, de la cabeza del pene en movimiento salía un líquido a gran velocidad que primero un poco cayó al suelo y el otro poco corría por la piel de Frank, el pene de Renzo Orestes seguía moviéndose, Frank pujaba, Renzo Orestes se detuvo, seguía acostado sobre el cuerpo de Frank también quieto, Renzo Orestes le empezó a besar el cuello en repetidas ocasiones diciéndole “Frank aahhh ya está” “ eres mío”, “miiooo” se hicieron a un lado, quedaron acostados de perfil, Rezo agitaba el pene diciéndole “es tuyo, todo tuyo el que te hace sentir” Renzo Orestes se acercó a un árbol a micciar, el niño se acuclilló a micciar cerca de él, luego se pusieron en pie Renzo lo abrazó quedando en posición perrito, Frank agitaba su pene sin pelos pero gruesito, lo abrazó de las costillas su cara se apoyó en las espalda de Renzo Orestes, vio que el pene de Frank se movía a todos lados por los glúteos de Renzo Orestes, después se acostaron viéndose los penes y tocándoselos, Frank se metió al monte desapareciendo de la escena llevando en su boca caramelo y en el bolsillo otros caramelos y galletas, Renzo Orestes vio al niño adentrarse en el monte, al girar caminando le alcanzó a ver a Ezequiel que estaba escondido muy cerca y de un impulso se puso la ropa y se acercó al niño, le sonrió con naturalidad como quien ganándose la voluntad y confianza en el niño, le llevó corriendo al sitio donde jugaban, en un apartado lugar, estaba sonriente de cara, algo sorprendido le preguntó cuánto tiempo estaba allí escondido y le dijo que vio todo, de inmediato le dijo que no cuente de esto a nadie porque lo pasarían muy mal apretándole del brazo al rato aparece Frank arreglándose la ropa, los tres esperamos sentados la llegada de los otros chicos, jugaron a los soldados, Renzo Orestes se quedó con Ezequiel entre el monte llevándole más adentro de lo acostumbrado, le preguntó si le había gustado lo que había visto hace rato con Frank ya que él le decía que era un juego y que podían hacerlo, Ezequiel aceptó, de inmediato le tomó de la cintura sin decirle nada le bajó la ropa acostándole sobre el suelo, le besaba y chupaba los glúteos y le dijo que le iba a “mover el popó”, le besaba la espalda en repetidas veces, sintió en su ano una tibieza contrastada con algo de frescura por la saliva que le escurría por el traserito, el pene estaba mojado por esa saliva, sintió sobre sí el cuerpo sudoroso de Renzo Orestes que agitaba su respiración, también sintió al rato la dura cabeza del pene de Renzo Orestes que entraba en su ano, fruncía su cara pujando, Renzo Orestes le decía que se quedase quieto que le dejara “jugar”, que ya “venía lo rico” “Ya verás… pequeño” pero Ezequiel seguía sintiendo mucho dolor y quería que Renzo Orestes se quitara de su cuerpito, le rogaba que le dejase pero Renzo Orestes seguía moviendo el pene por el ano al rato le soltó semen en su tronco de pene para ver que por sus nalgas corría el semen de Renzo Orestes, se acostó sobre el suelo haciéndole ademanes para que se acostara sobre su cuerpo para que Ezequiel ahora lo sodomice, le hizo torpemente frotando su pene sobre sus nalgas, esa fue la primera cogida que le hizo un chico; fue el principio de varias, Ezequiel aprendió a masturbarse con la ayuda de Renzo Orestes, Ezequiel aprendió a dejarse tocar o sobar secretamente de los chicos y ya su metamorfosis le hacía sentir deseos por chicos de su propio sexo, por aquel tiempo que Renzo Orestes muy rápido se hizo de amigos recién venidos en el barrio y sobre todo de los más pequeños, presumía de su buen tamaño de pene poniéndose shorts ajustadas, desde ese momento se fijó en él, con el tiempo se percató de sus movimientos sexuales con los chicos más pequeños llevándolos al monte donde se los sodomizaba para después regalarles golosinas, era costumbre en vacaciones ayudar a recoger piña en la abacería del barrio, un día sólo quedaron Renzo Orestes y Ezequiel, siempre intimaron mucho hablando de sexo acostados sobre unas cajas, para conocer la intención del otro, no podían disimular si poner la vista en el bulto que se le hacía el pene en sus ropas o en ver quien llegaba para sentirse a solas, ya que en anteriores ocasiones estando a solas en ese lugar se miraban como si quisieran desnudarse pero ninguno daba el primer paso por temor a ser descubiertos por el dueño o algún cliente de confianza que entrase en la bodega , sin embargo esta pasión explotó en otro lugar, en una tarde bien calurosa, en la que se encontraron jugando en la calle y decidieron ir al riachuelo a bañarse como siempre, esta vez iba a ser diferente, Ezequiel a su corta edad infantil se bañaba desnudo, Renzo Orestes apreciaba el pene en todo su esplendor, deseaba que fuera suyo, el recelo le invadía, le enloquecía mirarlo saltar sobre el agua saliendo ese pene grueso que le corría el agua, se acercó para apreciarlo mejor sin dejarle de mirar que estaba arrimado sobre una gran roca enjabonándose ese delicioso pene, le insinuaba que se acerque más, Renzo Orestes quedó puesto el short y se lanzó al agua acercándose a su amiguito Ezequiel, el panorama del río era de total soledad, sólo dos estaban en ese lugar rodeado de alto monte, Renzo Orestes se acercó y le abrazó de frente de improviso en señal de cortesía, sintió derretirse del deseo al contacto con su piel trigueña, suave por el agua en su enjabonadura, se quedó quieto en el momento en que las manitos de Ezequiel le pasaba el jabón por el pecho de Renzo Orestes bajando por dentro del short corriéndola hacia abajo a sus muslos dejándole ver el pene erecto del deseo, la punta del jabón recorría el pene grueso, Renzo Orestes se dio cuenta que su glande estaba descubierto por el prepucio, la soledad del lugar les daba seguridad en su intimidad llena de confianza, Renzo Orestes le dejó manosear el pene hasta quitarse el jabón con delicia diciéndole al oído que si le gustaba sobar jabón en los penes y que deseaba “jugar”, que si quería, que si él se dejaba, Ezequiel simplemente cerró por segundos sus ojos asintiendo repetidamente apretando sus labios rosáceos, hasta que los abrió al sentir que las manos de Renzo Orestes guiaba su cuerpo hasta quedarse acostado sintiendo además el recorrer de las manos de su amigo por el traserito, los volvió a cerrar ahora sentía recorrer su pene por el estómago, giró de espaldas llegando una electricidad recorriendo por su piel a causa de ese delicioso pene que ahora a través de los glúteos le transportaba al éxtasis de la pasión, la enjabonadura en el ano lo lubricaba aunque sentía molestia con un poquito de ardor, los dedos índices de las manos de Renzo Orestes le abrían más, el cuerpo que sentía daba a entender con sus movimientos que ya le pertenecía, deseaba que hiciera lo que fuera, desde hace tiempo deseaba que su pene le hiciera feliz, así que, poco a poco entraba ese pene grueso por el ano, su hálito lastimero contrastaba con el deseo de pasión de ser suyo, ambos lo habían entendido así con sus movimientos de cuerpos en ese sitio y era su momento de gozar con infinito placer, sabía erróneamente que para él su amiguito Ezequiel era su chiquillo virgen que deseaba ser desvirgado, por eso las suaves empujadas del pene en su ano se hacían delicadamente, cada milímetro de goce para él, para Ezequiel eran nuevas sensaciones aparte de las vividas cuando fue desvirgado por Melquiades, para aquel muchacho sabía que le pertenecía el cuerpito de su amiguito, se cumplía el deseo de pertenencia, Ezequiel estaba sintiendo un poco raro junto con el dolor, un grito desgarrador le salió tanto así que Renzo Orestes se dio cuenta que su pene había entrado y comenzó a meterla y sacarla despacio, Ezequiel se mostraba disimuladamente como un dolor desgarrador insufrible, le daba a entender que lo pasó fatal al principio, se animó a recostarle sobre una piedra mientras le pasaba el jabón por su ano, los dolores eran incontenibles la espuma del jabón se mezclaba con un hilillo de la sangre del ano infantil desvirgado hace tiempo pero que ahora con ese pene grueso se dilataba más produciendo una leve laceración, unas lágrimas le salieron producto del dolor anal y el de ser reafirmado con esta cogida como un tipo nuevo, le daba recelo al principio mirarle la cara a Renzo Orestes, sabría que él no era el primero en su vida sino Melquiades, cuando paró el leve sangrado le llevó con dificultad a la cabaña en la cima de la montaña, le prometió que era nuestro secreto, vio que Renzo Orestes sonreía algo complacido, tuvo una mueca irónica, sabía lo que había pasado en el culo de su amiguito, decidió callar, supo que él no era el primero como pretendía y como pensaba, el resto de esa tarde no se separó del pequeño acostándose abrazados pasándole su nariz por las mejillas besándole el cuello, la metamorfosis se iba desarrollando en el pequeño Ezequiel con esta nueva cogida ahora de Renzo, la cogida primera fue más dramática pues Melquiades le desvirgó, y fue el tiempo quien hizo que siguieran amándose acondicionando una cama improvisada en el suelo por los matorrales de terrenos baldíos o en la orilla del río donde mamaban los penes, Ezequiel con él hizo su segunda entrega sexual a plenitud aun siendo un niño que aprendió de tanto mame, Renzo Orestes a Ezequiel le desfloró el pene con delicadeza y pasión su lengua hizo en parte buena obra, hace tiempo Ezequiel decidió darle su virginidad anal con satisfacción, pero Melquiades se adelantó, pero ahora en esta entrega el pequeño Ezequiel estaba seguro que su amigo Renzo lo haría con delicadeza y con amor y no se había equivocado, continuaban con sus encuentros dentro de una letrina y muchas de las veces terminaban amándose en el solar abandonado o en el río dándose los baños de fin de semana, Ezequiel de ya ocho años y Renzo Orestes de casi dieciséis años seguirán amándose con prudencia tras la sombra en la mente de Ezequiel que su iniciador en el sexo fue Melquiades, cosas de la vida..
FIN DEL DUCENTÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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