METAMORFOSIS 203
Manitos.
Era un fresco mediodía dominical de junio de 1959 Jasmani estaba en su cuarto masturbándose viendo un diario de ediciones pasadas cuando de repente escucha ruidos, se quedó quedito y al rato apareció Renata… hija de Ana, deliciosa criatura de casi siete años un poco alta, glúteos voluminosos, pelo negro, boquita carnosa . se quedó viéndolo y le dijo que estaba aburrida y quería jugar con él, ni lento ni perezoso de inmediato puso un pie en el suelo, caminó hacia la puerta viendo a los alrededores, le preguntó por los adultos de la casa, ella diciéndole que la mayoría estaban de siesta, Jasmani tenía puesto un short y de sólo verla el pene se puso erecto, de eso dio cuenta la pequeña, la tomó del hombro haciéndola pasar ajustando el cerrojo de la puerta, la habitación se puso más semi oscura cuando Jasmani deslizó la tela que cubría la ventana, se acostó y le hizo señas con lo cual ella se acercó y él la subió a su cama y empezó a hacerle cosquillas y así aprovechaba para tocarla, ella se reía y se revolcaba, le preguntó si ahora estaba aburrida a lo que la pequeña respondió que no, así estaban tocándose el cuerpo, los deditos de ella rozaban la tela que cubría el pene peludo del hombre llamado Jasmani, quedaron en silencio por unos instante viéndose el rosto no parando de sonreír, el silencio del lugar daba continuar con los besos que él le había enseñado, se acomodó y tomo a Renata sobre su cuerpo y la puso con su vaginita sobre su pene y poco a poco la empezó a mover sobre el pene, ella sintió gusto por el nuevo “juego” y por lo que sentía en su vagina, Jasmani al sentir que ya alcanzaba el clímax la movió con más fuerza y pudo ver que ella tenía pequeños jadeos de placer y entrecerraba sus ojitos y abría su boquita, no aguantó más y descargó dentro del short todo el semen, esto desconcertó a Jasmani que luego le dio un pequeño beso en su boquita, para el adulto fue algo delicioso, pese a los temores que alguien llegase y tocase la puerta para ser descubiertos, seguramente aquello hizo de que eyacule pronto, sin embargo Jasmani se levantó pidiéndole a la niña que se acerque con un recipiente y agua puesto en la mesa, las manitos de Renata limpiaban el pene con agua, luego volvieron a la cama y Renata aún estaba ahí expectante y con una mirada picara, le dijo para jugar más y más, Jasmani le tuvo que explicar que ese era un “jueguito secreto” de los dos que solo lo podían hacer cuando estuvieran solos y que ya casi venia alguien, que no le contara nada y que si quería “jugar” otra vez no se fuera con su mama al pueblo y que se quedase jugando con Aarón, la niña le dijo que si ante los planes sugeridos por Jasmani y al oír voces salió discretamente sola a jugar afuera. Jasmani se quedó recordando aquello tan delicioso y deseando ya que llegara el próximo momento, Jasmani se levantó volando al baño a orinar y lavarse los dientes y cuando terminó vio desde su cuarto que de lejos estaban la patrona con Ana y la empleada que salían con unas cestas en dirección a una pequeña plantación hortícola, rato después decidió entrar a la casona de la estancia, no se aguantaba el deseo, desde lo alto de la casona vio a dos peones que ayudaban en la tarea a las mujeres, se demorarían quizás un par de horas en la faena, tiempo suficiente para entrar al cuarto y mirar a su bebe boca abajo y tapada con su cobija de tela fina con unos peluches a los pies, al acercarse abrió los ojos y le dijo que Aarón ya estaba dormido, lo habían dejado con ella para que se duerma, vio deslizarse el vestidito de la pequeña hasta las rodillas, Jasmani vio el pantaloncito corto del niño cuya cremallera estaba abierta mostrándose el penecito del pequeño que tenía rastros de saliva, con la mirada de Jasmani junto a su sonrisa burlona Renata delataba su travesura subiéndole la cremallera, ella le preguntó: “¿ya ellas se fueron?” Jasmani respondió asintiendo: “si mi amorcito pequeño” Jasmani adicionalmente le dijo “vine para poder quedarme contigo y jugar más” ella sonrió moviendo afirmativamente la cabeza y Jasmani se acuesta al lado de ella Jasmani vio la niña que tenía un vestidito floreado que había sido su regalo de cumpleaños y que en este domingo lo usaba, además se le veía un calzón con un osito muy parecido a Teddy en la vulva infantil, ella se montó sobre Jasmani y acomodo su vagina sobre el pene, la tomó por la espalda y comenzó a frotarla, ella acostó su cabeza sobre su pecho y suspiraba suave, al rato paró y ella alzó su carita de ángel y le dijo: “¿ya?”, “no” le dijo Jasmani, le hizo señas en la cama y ella se acomodó de nuevo viendo el roce del glande en aquel osito de tela, así Jasmani le frotó con más fuerza su pene duro y ella comenzó a gemir suave, al rato Jasmani volvió a parar y ella le volvió a decir: “¿ya?” pensando en algo, se debía a que de tanto roce ahora le quema su calzón en el tronco del pene, Jasmani le dijo “¿por qué mejor no te lo quitas y así jugamos mejor?”, la nena asintió, le dijo ella que le ayude a quitárselo, ya se iba a acomodar de nuevo cuando Jasmani le dijo que espere para ponerse un poco de aceite de bebe que vio en la mesa, se untó en el pene duro y ella le veía y le untó en su vulva, “ahora sí” le dijo y ella se acomodó de nuevo , la tomó por la espalda y comenzó a pasarle el pene duro por sus labios vaginales, mientras le acariciaba su traserito delicioso, ella tenía pequeños espasmos de placer y Jasmani no se pudo contener mucho tiempo y derramó todo el semen sobre su vagina, ella comprendió que habían terminado porque se quedó descansando sobre su pecho, él mientras, le acariciaba su espalda y su colita y pensaba que aún faltaba mucho tiempo para “jugar” más, al salir del letargo Renata quiso levantarse pero le dijo que no porque iba a ensuciar la cama y su mama junto a la patrona la podrían regañar, le dije que se quitara su vestidito para que no lo ensuciara y luego le limpió la vagina con su prenda interior, la niña le observó eso que tenía en su vaginita y era una “leche” ya entendía que eso era que los hombres echaban cuando sentían rico con las mujeres, como buen ejemplo lo tenía presente con su madre Ana y sus maridos que la visitaban en la ramada, y que él como siempre en otras ocasiones había sentido muy rico con ella, le preguntó que si ella había sentido rico y le dijo que sí que muy rico, llevó su manita al pene para saber cómo se sentía y lo toca con pena, le dijo: “tócalo mi amor, no tengas pena, puedes tocar o lo que quieras” las manitos de Renata estuvieron un rato tocándola, luego la alzó y se la llevó de manos hasta sentarla en una silla del cuarto, se podía notar la vaginita con sus labios vaginales entre gruesos, la abrió de piernas y le rozaba el glande en esa entrada de la vaginita, para ese momento Aarón estaba sentado en la cama pues había despertado de sus siesta y miraba el trasero descubierto de Jasmani que se movía, el pequeño descalzo se bajó de la cama acercándose a ver esos movimientos de genitales Jasmani le decía que “mmiiiraaa como se coge a una hembra” “asíiii” “asiiiiii” “¿ves?” “qué rico” “¿eeehh?” el iniciador de los pequeños continuaba con los movimientos de pene le dijo al niño “¿quieres hacerlo?” el inocente Aarón asentía, Jasmani vio a la pequeña Renata preguntándole “¿Quieres que te lo haga?” ella respondía sonriente asintiendo con cierta seguridad, las manos de Jasmani deslizaban la ropa de Aarón tomándolo de la cintura recostándolo encorvado sobre el cuerpo de la pequeña haciéndole que mueva el penecito rozando sobre la vagina de la pequeña, la posición era incomoda apartándolo al pequeño haciendo que Renata se acuesta en la cama y de esa forma el niño acostado encima de ella puede hacer de mejor forma esos movimientos de pene en la vaginita, a ambos que estaban haciendo eso les preguntaba si les gustaba y ellos respondían con un “sí” salido de sus labios Jasmani les recordaba que este “jueguito” era un gran secreto que los grandes no debían saberlo, así pasaron los minutos y ahora el que le frotaba el glande en la vagina era Jasmani, al poco rato los tres bajaban del cuarto infantil de Aarón, la casa estaba en soledad, Jasmani se sentó bajo un frondoso árbol viendo jugar a los niños, la patrona que se acerca donde él estaba descansando solicitándole que vaya por algunas provisiones al pueblo en el auto, le dio las llaves cuando en ese preciso momentos los dos niños le rodearon la cintura con los bracitos infantiles, sin articular palabra y solamente con gestos la patrona decidió que los niños lo acompañasen, los dos niños sentados en el asiento de atrás mientras Jasmani conducía, volverían pronto, luego de retorno a la estancia Jasmani decidió darse un chapuzón en el río, los niños sentados en la arena se limitaban con tristeza a verlo bañarse, el lugar era apartado, les dijo que se quitasen toda la ropa y se metieran al agua, muy alegres los niños se iban desvistiendo, Jasmani miraba esos movimientos del penecito con los testículos lampiños del pequeño Aarón de casi ya cinco años de edad, miraba el deslizamiento del vestido de Renata mostrándose esa vaginita que hace poco la había disfrutado mucho, esa vagina que se decía para sí mismo que era suya y sólo suya igual que la de su madre, Aarón dio un giro mostrándose el traserito empinado al acuclillarse, Jasmani lo relacionaba con el trasero de Dina la madre de Aarón diciendo que esos traseros eran suyos a su disfrute, le pertenecía, se jactaba de aquello con amplia sonrisa estirándose el pene, les hizo señas para que se metieran al agua, tomados de la mano caminaban lentamente por la orilla Aarón iba estirándose el pene, al sentir el agua en sus pies vio que al momento de soltarse la mano el pene de Aarón se ponía poco flácido, mientras que las manitos de Renata se rascaban el traserito, lentamente los recibió Jasmani abrazándolos y dándole de besos en la mejilla, lo apartado del lugar hizo que con seguridad Jasmani salga a la orilla con los dos niños marcados dejándose deslizar el short quedando desnudo por completo, los llevó tomados de la mano, se notaba los tres cuerpos desnudos, la idea era llegara a una parte de la orilla cuya roca contenía agua y parecía una amplia tina de baño artificial, allí los sentó y a Renata le dijo: “ahora mi amor vamos a jugar en la tina” “o te baño y tú me bañas, Jasmani se sentó en la roca y la sentó encima, comenzó con el jabón y le quedó en su vagina, ella se acomodó en su pecho y comenzó a gemir, luego la volvió hacia él y la sentó de frente, le quedó el pene acomodado en su vaginita ante atenta mirada de Aarón que con sus manitos golpeaba el agua y con sus piecitos agitaba el agua de río así que de inmediato a base de los manoseos de Jasmani la pequeña Renata supo que hacer porque comenzó a moverse sobre él, Jasmani le buscaba la boquita y comenzó a deleitarse con ese manjar de labios, a los cuales se unía Aarón besándose los tres, reían de placer, al poco rato seguían Renata y Jasmani besándose calurosamente, la nena se agarraba de los hombros de su iniciador y se movía deliciosamente, con una mano la sostuvo y con la otra le comenzó a meter un dedo en su traserito, esto a Renata la excitó más porque le dio con más ganas hasta que empezó a parar poco a poco y Jasmani le descarga de nuevo los movimientos de pene en su vaginita, la nena volvió a descansar en su pecho y él continuó “jugando” con su delicioso traserito, ahora Aarón se acercó a abrazarlo y poner junto a la cara de Renata la suya descansando en el pecho de Jasmani y sus manos se deslizaban por los glúteos de ese par de niños hermosos, así los tres estaban desnudos, Jasmani miraba su pene y testículos peludos y con su mirada apreciaba los genitales de los pequeños, los ojos de los niños se entrecerraban sintiendo con placer el paso de las manos de Jasmani por su cuerpo sobre todo en su espalda, Jasmani le dijo a Renata: “ahora mi bebita vamos a jugar a que yo soy un perrito que se la quiere comer”, “entonces te voy a ir dando besitos por todo el cuerpo y luego tú me dices donde te gusta más”, “¿Si?”, “¿estás lista?” “Si” respondió la nena y Jasmani dijo “bueno JUGUEMOS MAS!!!” comenzó por la cabeza, luego su cara, siguió por su cuello, sus orejitas, bajando a sus hombros, se detuvo en sus tetitas que aún no salían en detalle de formación, Jasmani continuó en su estómago y dio cuenta de que ella ya tenía sus piernas de par en par invitándolo… siguió por sus muslos y notó su decepción, entonces se devolvió diciendo: “¡oh!… que rico huele por aquí!” “¿dónde es que huele tan rico? notaba como Renata se alzaba su vaginita como diciéndole: ”¡aquí es!” ya sin más le dio un pequeño beso en su vaginita metiéndole la lengua dentro y pudo notar su shock eléctrico porque puso su manita sobre la cabeza así que se deleitó con ese delicioso manjar, comenzando a jugar de nuevo con su vaginita, ella no dijo nada solo tenía jadeos y gemidos deliciosos de los que daba cuenta Aarón viendo esos movimientos de Jasmani en Renata, cuando se imaginó Jasmani que estaba bien dilatada comenzó a subir sobre ella diciéndole: “ahora el perro va a buscar una cuevita donde meter su cola” “¡date vuelta!” y así comenzó a pasarle el pene por el ojo de su traserito, Jasmani presiona un poco y el glande se acomodó en la entrada, ella le miro y se quedó seria posando su carita en sus manitos, Jasmani le decía: “¡oh!… aquí hay una cueva”, “vamos a ver como es”, “si no te gusta o si te duele me dices, si?” ella movió su cabecita afirmativamente, continuó penetrándola llegando un poco dentro, ella daba síntomas de molestia así que comenzó Jasmani con su pene a moverse suavemente, estaba en la gloria ,era un traserito virgen delicioso al que Jasmani continuó dándole roces y besándola en el cuello hasta que el glande quedó muy rosáceo sobre su traserito, el movimiento anterior fue intenso, Jasmani se detuvo y ella con pena le dijo señalando con el brazo estirado: “tengo que ir allá” la nena continuó diciendo “siento ganas de hacer popó y picho” se rascaba su traserito viéndolo con pena, Jasmani le decía que “era normal aquello” le recordaba que “así era el juego” que “molesta pero es rico al fin” y le daba besitos para animarla, así que Jasmani le dijo a que vaya para adentrase en el monte a hacer sus necesidades biológicas, pero ella lo hizo cerca al matorral a vista de ellos, Aarón con sus manitas se tocaba el penecito que se podía apreciar por lo cristalino del agua, a su traserito lo sentó sobre su pene, el mentón de Jasmani descansaba sobre la cabeza de Aarón, los dos miraban a Renata acuclillada botando excrementos y orina, la agitación de las manos de Jasmani en el pene de Aarón hizo que el pequeño también fuese junto a Renata a acuclillarse, Jasmani sonreía, esos niños le pertenecían.
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El hombre esperaba impaciente dentro de la cama, ya más antes se había desnudado, la esperaba a ella a que se desnude, poco a poco la ropa se deslizaba por su cuerpo de nueve años, miraba hacia la cama a un hombre sonriente, las manitos arreglaban la ropa sobre el espaldar de la silla donde se encontraba sobre el short y remera de aquel hombre deseoso de sexo, ella lentamente caminaba descalza y desnuda a la cama, el hombre rápidamente deslizó la sabana que lo cubría, ella vio ese pene erecto deseoso de vagina, por vez primera lo vio totalmente afeitado, parecía un pene juvenil, “¡ven preciosa!” se sonreía al escuchar aquello salido de labios de su iniciador, “¡ven… acuéstate!” “¡ven!” hizo a un lado más allá a la sábana, “¡eso!” “¡así!” “¡ven… métete acá!” ella muy obediente se acostaba al lado de aquel adulto, se acostaron de perfil viéndose la vagina y el pene, “¡está muy hermosa hoy tu rajita!” se acercó con la pelvis a rozarle el glande expuesto de ese pene afeitado, ella miraba esos movimientos del glande en su vaginita, “¡lo afeité para tí!” “¡lo hice para que lo conozcas mejor!”, “¡ven más acá!”, la acostó sobre su pecho uniendo las frentes mientras las manos se deslizaban por la espalda de la niña preciosa, “¡eres linda… Sophie!” “¡mi Sophie!” el hombre cerró los ojos sin dejar de pasar las manos por esa espalda de niña preciosa, las manos llegaron a los glúteos dándole masajes circulares, se notaba la calma en la niña al sentir esas manos adultas sobre su piel, unieron las frentes, lentamente su carita se deslizó llegando a tocar el cuello del hombre, lentamente se acomodaron acostados de perfil, la mano del hombre tomaba su pene rozándolo por los labios rojizos vaginales, ella miraba el deslizamiento del glande, el tronco del pene y los testículos bien afeitados se deslizaban por la entrada de la vaginita, “¡míralos… quieren jugar!” “¡míralos!” la mirara de ella era muy intensa, se notaba el gusto en su rostro, con el dedo índice señalaba la vaginita “¿quieres que te lo meta allí?” “¿eh?” “¿quieres… primor?” ¡dime!, ella asintió voluntariamente, en el rostro de Leroy se dibujó una amplia sonrisa, era el momento, se acomodó en la cama haciendo que ella se siente sobre su pelvis velluda, la levantó un poquito para que su erecto pene peludo se ponga con el glande en los labios vaginales, así, despacio la fue bajando, “¡aaahh!” exclamó y sintió ella cómo era penetrada, “¡aaahhhh!” al deslizarse hacia abajo el pene humedecido se metía más en la vagina, ella con los ojos cerrados sentía ser pentrada mordiéndose los labios, el pene se deslizaba mientras ella se sentaba con firmeza siendo sus caderas agarradas de las manos de Leroy, “¡así pequeña!” “¡así… muévete, muévete!” “¡más!” “¡más!”, ella se movia alzando y bajando asimismo se movía en forma circular, todo ello con el pene totalmente dentro de la vaginita, “¡sigue!” “¡sigue!” “¡así!” “¡así!”, para ese momento los movimientos ya eran muy seguidos y algo bruscos mostrando Leroy su dominio corporal con respecto a Sophie, se notaba que ella cabalgaba sobre ese pene erecto, lo hacía con gusto, se notaba en su rostro, la cama rechinaba, daba muchos movimientos, Leroy la sostenía muy complaciente de sentir que esa vaginita era suya, totalmente suya, de nadie más, de eso se percataba viéndola siempre en su comportamiento de niña dulce, se ponía alerta por si algún amiguito de la escuela llegaba a hacer tareas con ella, Sophie lo veía por los alrededores, sentía los celos de su macho iniciador, sentía que le pertenecía y por eso se dejaba llevar por él, ahora los sentía más así haciendo sexo constante, las manos se aferraban a las piernas, los brazos estaban muy estirados, sentía ser penetrada plenamente de forma voluntaria al hacer esos movimientos ascendentes y descendentes de su cuerpo sobre el pene erecto, lentamente la ladeó cayendo sutilmente sobre la cama, “¡Sophie… Sophie!” “¡se nota tu piel caliente!” “¡sí!” “¡muy caliente!” los labios de Leroy recorrían la piel de la espalda de Sophie, lo hacía con gran gusto y deseo que ella lo sentía, el dedo rozaba la separación de glúteos y se metía lentamente por le ano haciéndola gemir, “¡tranquila!” “¡quiero que sientas rico!” le masajeaba con sutileza los glúteos, tenía el deseo de hacerla sentir bien, “¡vas a ver lo rico que es al metértelo por allí!” el dedo se metió más dentro del culito haciéndola gemir, “¡ya está!”, “¡ya te lo saqué!” ella quedo quieta acostada en la cama de cara en las almohadas completamente desnuda viendo que Leroy se alejaba de la cama yendo al velador donde se encontraba una crema, la abrió y se pasó la crema por el pene erecto “¡con esto vas a sentir rico como siempre!” “¿verdad mi amor?” Sophie sonreía pícaramente aprobando esas palabras de su macho iniciador, el hombre se acostó a su lado, la miró sonriente, “¡ven!” “¡acércate mi amor!” la tomó de la cintura colocándola acostada sobre su cuerpo desnudo, puso el bote de crema a su lado, unieron las frente luego estaban dándose besos, “¡eres preciosa!” “¡muy preciosa!” le decía mientras acariciaba el pelo sedoso de niña bonita, las recias manos acariciaban circularmente los glúteos de Sophie sometida al movimiento de manos de Leroy, la alzó un poquito, “¡anda… agárrale!” las manitos de Sophie tomaron el pene poniendo su glande en la entrada de la vaginita y de a poco iba entrando, ella gemía, “¡tranquila!” “¡tranquila mi amor!” “¡te estoy cogiendo!” “¡esto te gusta… recuérdalo!” “¡tranquila!” “¡siente como te penetro!” “¡siente suave!” “¡suave!”, la nena cerraba los ojos, sintió las dos piernas del adulto que le rodeaban sus caderitas, de esa manera la hacer presión con sus cuerpos el pene entraba más dentro de la vaginita haciendoala gemir más y más, “¡te gusta así!” “¿verdad Sophie?” “¡te gusta así!” “¡dímelo!”, ella respondía con un “¡sí!” repetidamente, luego se ladearon quedando acostados de perfil sin sacarle el pene, una de las piernas de Leroy descansaba sobre la cadera de Sophie, se aferró bien y comenzaron mutuamente a moverse de las caderas, “¡esto te gusta!” “¿verdad?” “¡dime Sophie!” “¡dime!” “¿te gusta?” “¿verdad?” ella respondía asintiendo a ojos cerrados, emocionado Leroy decía: “¡mi pequeña!” “¡mi mujer!” “¡eres mi mujer!” la nena al escuchar eso instintivamente se aferraba con sus manitos al cuerpo del hombre, le gustaba que se lo hagan así, ella estaba entregada a su macho iniciador, ya había pasado cerca de un cuarto de hora acostados en la cama haciéndose el amor, se apartó de la pequeña arrodillado en la cama poniéndose más crema, ella acostada sin moverse lo miraba con esos movimientos de manos en el pene “¡ven!” “¡ahora vamos a hacer de la forma que te gusta!” de ella salió una amplia sonrisa, ella voluntariamente se puso en la postura de la que erea gustosa, Leroy la miraba con complacencia, “¡bien mi amor!” “¡quédate así!” la tomo de las piernas que eran puestas en los hombros, la acercó más a su cuerpo, el humedecido glande rozaba los labios vaginales “¡ahora vas a sentir lo que es bueno!” el glande entraba y ella gemía, “¡ves!” “¡te va gustando!” ella abría la boca a ojos cerrados “¡siente que te lo meto!” “¡siente que lo tienes dentro a mi pene!” ella continuaba gimiendo “¡te estoy haciendo mía!” “¿te gusta?” “¿te gusta mi amor?” Sophie asentía reptidamente y continuaba a ojos cerrados mordiéndose los labios sintiendo ser penetraba, “¡te estoy haciendo mía!” Leroy movía las caderas “¡te hago sentir que eres mía!” Leroy más movía las caderas, “¡eres sólo mía!” más movimiento de caderas se notaba “¡de nadie más!” se inclinaba sobre ella aun teniendo el pene dentro de la vaginita, unieron las frentes “¿oiste?” rozaban las narices “¡de nadie más!” ella sintió el movimiento acelerado del pene dentro de su cuevita “¡sólo mía!” “¡eres mía!” sentía más movimiento de pene “¡sólo mía!” más movimiento de pene “¡sólo mía!” aún más movimiento del pene de Leroy “¡soolllo miiiaaaaa!” de pronto el pene se quedó quieto dentro del vagina, sintió el liquido que se depositaba en dentro de su vaginita, el fruto del deseo consumado, la nariz de Leroy rozaba la de la pequeña Sophie, las mejillas se rozaban a la vez que ella sentía el liquido regándose dentro de su vaginita, Leroy no quiso sacarlo, “¡quiero disfrutarte más!” el pene continuó moviéndose dentro de la vajina “¡quiero que acabes Sophie!” el pene se deslizaba dentro con mucho movieminto “¡vamos… acaba!” el semen al mezclarse con los restos de crema hacían agradable la cogida que Sophie recibía por parte de Leroy “¡vamos… acaba!” ella cerrando los ojos se concentraba “¡mojamelo al pene!” de pronto sintió que emitía flujos “¡mójamelo!” “¡vamos… anda!” ella se sintió aferrada al cuerpo de su macho iniciador “¡así mi amor… mójalo!” ella se movía correspondiendo a los gestos de él “¡asì, mójalo!” esa vagina estaba saturada de liquidos “¡mójalo por dentro!” Leroy estaba complaciente “¡asssiiii!” se detuvo al sentir su pene humedecido más por completo, lentamente se apartó de ella quedando los dos acostados rendidos en la cama mirando al techo, la mano se Leroy se deslizaba sobre la vagina humedecida de semen, crema pero no con el flujo vaginal que Leroy pensaba por ella tener aún nueve años, le acarició las bolitas de los pezones, “¡los tienes lindos!” le dijo de inmediato ya los estaba chupando y lamiendo, ella suspiraba a ojos cerrados, se apartó de ella sentándose en la silla bien abierto de piernas mostrándose el pene humedecido de semen y crema, “¡miralo!” le dijo refiriéndose a su pene que lo agitaba aún bien erecto “¡quiere seguir jugando con ella!” estiraba la mano indicando con el dedo índice la vaginita de Sophie, “¡ven!” “¡ven a jugar!” “¿quieres?” ella sonreía, habían pasado ya más de veinte minutos desde que iniciaron el sexo en la cama, ahora lo harían en la silla, “¡ven mi amor!” “¡ven para penetrarte aquí!” ella se acercó, la tomó de las manos y le acariciaba las mejillas viéndola fijamente “¡vas a sentir delicioso!” “¡mejor que las otras veces!” sin decir más acariciaba sutilmente los diminutos pezones, se los lamía y se los chupaba, ella estaba gustosa mordiendo los labios a ojos cerrados, “¡quiero que te crezcan más!” le pasaba la lengua humedeciéndolos constantemente “¡quiero hacerte mujer por completo!” los volvia a lamer y a chupar, la miró fijamente a los ojos “¿quieres… mi amor?” ella asentía complaciente mirándole a los ojos, “¡ven… acercate!” la sentó sobre sus muslos, unieron sus pechos ella sintió de nuevo la tibieza de ese cuerpo al ser abrazada fuertemente “¡siempre deseo tenerte así mia mor!” “¡que me sientas así!” “¡que sientas mi amor por tí!” “¡siente seguridad al abrazarte… así, así, así!” las manos adultas se deslizaban por ese lomo de espalda, el recorrido sutil de los dedos de Leroy hacían piel de gallina a Sophie, unieron las frentes “¿quieres jugar de nuevo?” “¿eh?” “¿quieres?”, Sophie respondía “sí”, “¡sí quiero!” Leroy le besò la frente “¡mi mujer!” “¡eres mi mujer!” le dijo acariciándole el mentón, “¡Sophie!” “¿quieres que juguemos aquí?” ella dijo “¡sí quiero!”, “¿quieres que te lo meta aquí?” ella asentía “¿quieres que te penetre aquí?” ella sonreía pícaramente “¿quieres sentir que te amo aquí?”, “¡dime… Sophie!”, ella respondía “¡sí!” “¡quiero que me lo meta… aquí!” respiraba hondo “¡sí… lo quiero!” se notaba la seguridad en su rostro “¡lo quiero!”, sin lugar a dudas Sophie era presa sexual de Leroy, así, y con amplia sonrisa Leroy la acomodó de la cintura sobre sus muslos, la alzó “¡quieta… ahí te va!” el pene entraba, la alzaba y la bajaba y ella pujaba y gemía al sentir adentro el pene de su macho inciador que le decía “¡muevete!” “¡muevete!” “¡así!” “¡así!” “¡mi amor!” “¡muevete!” “¡así mi amor!”, “¡dale gusto a lo que te entra!” “¡dale gusto a mi pene!” “¡mueveste… dale gusto!” “¡así!” “¡así!” “¡mi amor!” “¡mi amor!” ella como que si estuviera cabalgando alzaba y bajaba su cuerpito, cerraba los ojos, mordía los labios, se aferraba a las piernas, el cuerpito se movía constantemente, él la sostenía de las caderas, tenía un gran apego, cómo n hacerlo si él la desvirgó, si ella ya es su mujer, esa sensación de pertenecia se lo había metido a la cabeza a la tierna Sophie, con esos movimientos sexuales ya todo el pene había entrado en las entrañas de la niña preciosa, la abarzó sujetándole con fuerza dándole un tierno beso con lengua sin sacarle el pene, luego siguieron esos movimientos seguidos, ella ya sudaba de tanto movimiento, su vaginita estaba bien dilatada, igual que el pene bien amoratado de tanto sexo, lentamente la fue apartando, la puso en pie en el suelo, se acuclillaba al verse la vaginita humedecida por el efecto de tanto pene, él estaba abierto de piernas bien sentado en la silla “¡ven!” “¡tócalo!” “¡acaríciale!” las manitos pasaban por le tronco del pene sacando ese liquido humedecido, le pasó el glande por los labios y le dijo “¡chupalo!” le acarició el pelo llevando su carita al pene erecto “¡es tuyo!” le rozó en las mejillas “¡anda!” le hizo abrir la boca “¡chúpamelo!” el pene entraba sutilmente en esa boquita, Leroy cerraba los ojos complaciente “¡sigue!” “¡sigue!” “¡así!” por unos instantes estuvo es epene entrando y saliendo de la boca de Sophie, finalmente la punta de la lengua se deslizaba desde los testículos hasta la punta del glande como le gustaba a Leroy para luego apartarle, “¡lo hiciste bien primor!” “¡eres muy linda!” “¡mira cómo lo dejaste!” se puso en pie, “¡ahora ven acá!” “¡sientate!” la tomó d elas manos haciéndola sentar en la silla y le abrió las piernas ampliamente, “¡se ve deliciosa!” “¡la voy a probar!” abrió los labios vaginales y luego con la punta de la la engua rozaba el clítorias haciéndola estremecer “¡te gusta!” “¡te gusta!” ella mordía los labios a ojos cerrados agarrándole el pelo sintiendo placer, “¡la tienes deliciosa!” “¡deliciosa!” la lengua se deslizaba más y más haciéndola gemir constantemente, “¡ahora es el turno de tu amiguito!”, se puso en pie delante de la pequeña agitándose el pene, luego sutilmente se fue inclinando hasta que el pene se encontrase en la entrada de la vagina, bastaron unos leves empujones de cadera para que el pene entrase en esa dilatada vaginita, se notaba la pelvis del hombre chocando con la de Sophie que estaba a piernas abierta recibiendo las embestidas de pene tras el movimiento de caderas de adelante y atrás, la tenía bien agarrada, bien cogida, así dándole pene intensamente, exclamaba Leroy: “¡que bien se siente!” “¡qué rico cogerte así!” “¡que rico!” “¡que rico!” “¡la tienes divina!” “¡muy divina!” “¡y es toda mía esa cuevita!” “¡mía!” “¡mía!” “¡sólo mía!”, la seguía embistiendo constantemente estaba desaforada su acción de hacerla suya, le dio pene hasta el cansancio y ella se iba acostumbrando a más en cada encuentro con él, se quedaron quietos, la silla los sostenía, lentamente le sacó el pene, salió así desnudo del cuarto, ella caminó para acostarse en la cama, abierta de piernas se veía la vagina y recordaba la gran faena sexual hecha con Leroy, de pronto él aparece, le dice para que la acompañe al baño, allí llegó tomada de la mano, no dejaba de ver fijamente el pene de Leroy, “¡te gusta!” “¿verdad?” ella se limitó a verle al rostro y sonreír de manera cómplice, al vestirle “¡toma!” le dio un billete de baja denominación, “¡es para que te compres algo muy bonito!” ella sonriente tomó el billete y salió del cuarto, Leroy quedó desnudo acostado pensando en lo buena que era la abuelita de Sophie al permitirle mayor acceso de compañía a la pequeña pues la anciana pensaba que sus nietos eran un bálsamo de consolación para compensar la tristeza de Leroy ante la pérdida del hijastro Dylan, lo que la anciana desconocía que al darle permiso a Sophie se incremente los encuentros sexuales entre ella y Leroy, daba vueltas en la cama complaciente, de pronto pensó en algo que le turbó la cabeza… “¡y… sí!” “¡ella… le diese un hijo!” de pronto caminó por la habitación moviendo negativamente la cabeza como queriendo disipar la idea de su mente, sonrió, se tomó el pene y como hablándole decía en voz baja “¡amigo… creo que ya es hora!” sonrió ampliamente, “¡pero no… amigo!” “¡ella es muy pequeña!” se recostó en la cama y se acariciaba el pene muy pensativo con la idea, se imaginaba cómo sería el hijo varón soñado con ella, tenía sentimientos encontrados al identificarse con su edad y la de ella, se ilusionaba al pensar así, suspiraba y bostezaba, se miraba el pene, sonreía al verle erecto, “¡debes darme un hijo!” “pero… ¿en quién?” meditaba profundamente sin dejarse ver el pene que lo seguía acariciando, cavilba así, hasta quedarse profundamente dormido.
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Para el pequeño Heriberto al principio le fue muy difícil acercarse a Victoria Arichabala pues era muy tímido, siendo compañeros de estudios en un prestigioso liceo y con pequeñas conversaciones y jueguitos fue ganándose su confianza y entre aquellos juegos la pudo cargar, darle un tierno beso en las mejillas y decirle que la quería mucho, Victoria correspondía con su suavecita y tierna voz diciéndole a Heriberto el hijo de Elena una amiga de la casa Arichabala que también lo quería y que era su mejor amigo, el muchacho de catorce años le acariciaba el rostro, el cabello y las piernitas tan suaves y frescas…ella era muy cariñosa y tierna con él, cuando su padre un militar de carrera separado de su madre le daba propina para que se comprara lo que quiera y ella estaba comiendo algún chocolate, venía a él y le invitaba de su golosina, entre tantas invitaciones realizadas a la mansión Arichabala estaban también presente jugando con los primos, además de sus amiguitas, en aquella ocasión estaba conversando y bromeándose con sus primos, cuando Victoria salió de la sala y se dirigió a su cuarto a sacar unas fotos de su infancia que querían ver cuando sintió el escuchar de los pasos de Heriberto acercarse a ella a toda velocidad, giró la silla que era de esas que se pueden dar vueltas, y en las que tantas veces había estado jugando a darse vueltas, recibió su impacto, impactos de cariños y abrazos, además de sus besitos en sus mejillas y en los labios que la picarona ya acostumbraba darle, Heriberto había entendido los guiños que le hizo momentos antes de subir a su cuarto, empezó ella a hacerle cosquillas, pero ahí perdió, pues Heriberto le respondía de la misma forma y en unos segundos el cuarto se llenó de risitas que salían de sus labios, ella le acariciaba con sus manitos y le regalaba la atención de sus ojitos que le miraban tiernamente y le decían muchas cosas que no podía ni podrá descifrar, mientras Heriberto empezó a besar sus mejillas, su naricita, y finalmente sus labios, bebiendo de ellos, sintiendo su respiración por encima de aquellos labios, casi inclinada hacia una de sus mejillas, Heriberto sentía el olor de su respiración, sentía el sabor de su saliva y el olor a chocolate en sus labios, tenía que acercarse un poco para poder llegar a sus labios, con una mano acariciaba su cabello, mientras que con la otra Heriberto sentía la piel fresca y suave de sus piernitas, el muchacho la tenía sentada en sus piernas, en forma lateral, acariciando su cuerpecito y probando de sus labios, Heriberto sentía sobre su miembro su trasero ya que ella estaba con una faldita delgadita Heriberto acariciaba sus piernas, su barriguita y sus pechitos, se entretenía en sus rodillas, se volvía loco la piel tan suave y fría de la parte interna de sus piernas, su tan delgada pierna que podía con una mano casi llegar a rodearla por completo, Heriberto subía y bajaba sus dedos por sus piernitas, hasta su vaginita, sin tocarla allí pero sólo por los alrededores, y hasta sus rodillas, el tiempo transcurría y ya se empezaba a excitar, en realidad ya estaba excitado desde el momento que la vio, así que la cargó, estando él todavía sentado, y la giró poniéndola cara a cara, sintiendo sus piernitas rodeando la cadera empezó a frotarse contra su vaginita que aún no había visto, estaban teniendo sexo con ropa, así estuvieron sintiendo como su miembro se mojaba con sus fluidos, recibiendo en su cuello el cálido aliento, escuchando la hermosa melodía de su respiración agitada, mientras que sus manitas pequeñas y lindas buscaban su brazo y se aferraban a él, sus piernas apretaban contra sus lados por no caerse, bien sujetada que la tenía Heriberto, era imposible que se le cayera, la pasión de Victoria Arichabala se mezclaba con el amor, llevándole a acariciarla sexualmente y sentimentalmente, Victoria adoraba sentir el miembro de Heriberto entre sus piernecitas tanto como Heriberto adoraba ver sus ojitos entrecerrados, o escuchar su voz advirtiéndole de alguien que se acercaba Heriberto adoraba sentir entre sus dedos las piernecitas de Victoria tanto como sentir sus manos con olor a chocolate sobre el rostro cuando ella le daba alguna de sus caricias deseaba depositar en ella todos sus deseos, los más perversos y los más tiernos y sublimes que podía salir de su corazón, había sido aconsejado por su madre Elena a cortejarla bajo todos los medios posibles, que ese era su partido para saltar a la rancia sociedad dejando de ser simple hijo de militar de carrera, para Elena la participación de su hijo Heriberto en sociedad era fundamental y no se fijaba en gastos para verlo bien presentable, Heriberto tenía fijo su accionar para con Victoria que era la mejor chica que había conocido, los dos ya habían alcanzado un ritmo uniforme, se movían juntos en vaivén como si estuvieran bailando en la silla, casi al ritmo de la música que se escuchaba desde afuera, Heriberto ya estaba poseído por la lujuria y por la calentura de la niña, detuvo prudentemente por unos segundos aquel baile para hacerla un poco hacia atrás y poder sacar su miembro, no bajó ella la mirada a verlo, aunque Victoria sabía bien lo que estaba haciendo, sólo le miró a los ojos mientras que sus manos seguían en sus hombros, estaba caliente y duro, húmedo de sudor y liquido pre seminal, el viento que se colaba por la ventana hacia resaltar más su humedad, haciéndole sentir el frio en su glande, así la volvió a acercar a él, y esta vez estaba en contacto con su calzoncito, sintió como su pene se abrigaba del viento bajo las faldas, entre las piernas de esta hermosura, “¡tan delicada y tanto calor que podía ella generar!” pensó Heriberto que se empujaba contra su vagina, le refregaba, frotaba, tratando de sentir al máximo su tierno sexo a través de su ropa interior, su pene se resbalaba de arriba abajo, de lado a lado, mojando con sus líquidos su ropita y sus piernas ya calientes, estaban que explotaban del nerviosismo en calor, a Heriberto le quemaba el rostro por la excitación y por el calor de su aliento que la agitación había causado en Victoria, pero en sus espaldas sentía el frio que se produce cuando el gélido viento entra en contacto con el sudor, esto dio para lo que besaba su rostro, sus labios, sus mejillas, su nariz, mordía su lengua y sus labios, bebía de su saliva como si del vino más exquisito se tratase, Heriberto se embriagaba de ella pasando su lengua por los dientes de Victoria, la oscuridad ya los había rodeado, y al cabo de unos minutos ya estaba toda su vaginita empapada en sus fluidos pre seminales, ya su calzoncito estaba empapado en líquidos, producto del calor, del sudor y de mutua excitación, sentía su glande resbalar con toda suavidad contra ella, causada por sus líquidos, el glande se frotaba contra la parte interna más cercana a la vagina de sus piernitas, el pubis estaba igual de empapada y las cosquillas que sentía le anunciaban a Heriberto que el final estaba ya cerca, buscó con sus manos los genitales haciendo a un lado su falda, cogiendo un lado de su ropa interior metió el pene dentro de su calzoncito y entre en contacto directo con su sexo ni siquiera pensó en penetrarla pues era tan pero tan peligroso que la hubiera dañado, volvió ella a apretar sus piernas alrededor de la cadera de él y continuaron con el rítmico movimiento, no articularon palabra, pero las miradas parecían remplazar a las palabras sus ojos habían tomado el lugar de sus labios para convertir sus miradas en lenguaje, mientras que los labios se hallaban ocupados en besar, ella tenía los ojos cerrados, pero de rato en rato los abría para mirarlo a los ojos, para animarle a seguir amándola, Heriberto no dudaba que ella veía en sus ojos amor, y así los dos hablaban, no con los labios, sino con el corazón, quedaría como recuerdo aquel momento con claridad, aquel cuerpo acurrucado a Heriberto, al sentirla con el olor… ¡ese olor! que subía desde aquel centro para penetrar en su olfato, para, de rato en rato, hacerse sentir en medio del olor a chocolate y sudor que sentía del cuerpo de Victoria, ya la silla les había quedado chica, y por un momento Heriberto pensó en llevarla a la cama, que estaba solo al lado, pero el final ya estaba más cerca y ya no pudo librarse de sus manos, tras haber estado meciéndose con ella sobre la silla durante unos minutos ya tenía la ropa humedecida por el sudor, era una de las tantas veces que tuviese un orgasmo producto del regalo de una niña que se estaba convirtiendo en mujer, pues entre tanto movimiento con Victoria él terminó agitado y temblando con ella entre sus brazos, fue también aquella vez que toca su sexo para limpiarla, había ella disfrutado en esa ocasión de un orgasmo, Victoria consideró que faltaba algo más, que Heriberto no pensaba en ella también, pero la excitación y la falta de experiencia en niñas por parte de Heriberto hizo que todo fuese muy rápido, además estando a unos metros de los demás no hizo nada por ella, sin embrago no pareció importarle muy de pecho a ella terminando por sonreír, pues tras haber terminado se besaron por iniciativa de Victoria, se dijeron frases halagadoras más por parte de Heriberto y salieron de la habitación tras limpiarla, Victoria se fue a seguir jugando con sus amigos y Heriberto fue al baño a limpiar lo que la pasión dejó, los demás adultos y niños no podían imaginar lo que acababa de ocurrir a escasos metros de ellos, seguían bebiendo los adultos, y jugando los niños, Heriberto estuvo en la fiesta conversando y muy de vez en cuando aceptaba beber un vaso, más que nada para que no estén hablando los demás y actuaba discretamente viendo de lejos a Victoria jugando con sus primitos, él pensaba en lo que acababa de hacer con ella, daban vueltas en su mente los hechos y se culpaba por haberla abusado, luego se sentía feliz pues miraba a Victoria corriendo y riendo con sus amiguitos gritando, saltando y feliz al igual que Heriberto, sintió que jamás la había querido tanto, que jamás había querido tanto a alguien pero con cierto recelo.
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Era el atardecer de junio de 1959, un día como hoy, el “niño” de catorce años caminaba por la calle sin prestar atención a nada, estaba sumergido en sus sueños y problemas sin percibir las experiencias que le deparaban el destino, aún peor era que tampoco se percataba de las oportunidades que le podría regalar la vida, estaba por llegar a su destino y solo le faltaba una cuadra, por lo que agilizó el paso para llegar al lugar, con la mirada enfocada en la acera, quería llegar rápido a la casona donde trabajaba con su madre y su padrastro Ramón ex esposo de Griselda ahora esposa de Guillermo Izaguirre, corría tanto para llegar al garaje y darle vuelta a los 50 gramos de chocolate que acababa de comprar, pero al voltear la esquina fue como si el destino le hubiese dado una señal, mostrándole lo que sería en el futuro su más ferviente deseo, ya al dar vuelta a la esquina un destello de luz dio a sus ojos, eran los últimos rayos de sol que penetraron su visión pero había algo más que le obligó al “niño” a voltear hacia la luz, y como si hubiese sido algo fuera de lo común, entre la cegadora luz apareció una sombra la que iba tomando forma, el “niño” sentía que sus membranas oculares quemaban estaban casi ciego, pero no podía dejar de ver a la figura que emergía del sol, poco a poco la distinguía más, era pequeña y algo gruesa, su rostro era delicado, el “niño” de catorce años iba distinguiendo aquella lejana angelical fisonomía a medida que se aproximaba, traía consigo una sonrisa hipnotizadora y coqueta, anonadado e incrédulo las manos del “niño” restregaban sus ojos para asegurarse que no estaba alucinando, el “niño” centró su mirada tratando de definir bien quién era ese pequeño, en ese momento los rayos del sol cesaron por la puesta atravesada de una nube densa y fue así que ya la tarde había cedido paso al preludio de lo que sería aquella noche, y pudo ver con nitidez, que se trataba de un niño de unos ocho años recién cumplidos, con el cabello castaño casi llegándole a los hombros, tenía tez morena clara y unos ojos entre poco visibles por el cabello que los cubría como flequillo típico del corte de pelo de aquella época que iniciaba los años sesenta, aquel pequeño mostraban inocencia y ternura, pero algo había en su forma de mirar y moverse que la diferenciaba de los demás nenes de su edad, ese niño angelical era Venancio que poseía un aire de madurez o de pretender alcanzarla rápidamente, combinado con la inocencia e ingenuidad de un infante, pero que ansía conocer los pasos o el proceso que debe de seguir para ser considerado como ya un niño grande lleno de inquietud a sus ochos años recién cumplidos, para esto debía vivir diversas experiencias que la mayoría de niños tienen, y que en este momento Venancio ignora cuáles serían, traía un short algo ajustado pues había subido de peso y en parte había crecido en estatura, tenía puesta una remera haciendo su cuerpo más apetecible, por ser Venancio el hijo menor del patrón Squeo para el “niño” no esperaba que le hablase por cierto recelo, el niño podía quedar conforme con tan solo haberle disfrutado con la mirada pues sus ojos recorrían todo el cuerpo del pequeño Venancio, cuando al centrarse en su rostro nuevamente el “niño” se percató que Venancio le miraba fijamente a los ojos, y con pasos juguetones, pero seguros, se aproximaba directamente hacia él, quedando paralizado no pudo ni pestañar, pensaba que sabía todo lo que con él había imaginado cuando lo vio llegar semanas atrás a la casa por vez primera desde la ventana a prudente distancia, pero suerte para el “niño” pues Venancio pasó por el costado sin detenerse, aunque pudo notar que le miró de reojo, con un suspiro regresó a la vida, decidiendo seguir sus pasos hacia el interior del garaje junto a la gran casona propiedad de Squeo, sin atreverse siquiera a volver la mirada para marcar los últimos momentos que lo vería, ni bien el niño dio dos pasos y una suave y pequeña mano se postró en la suya, deteniendo sus pasos, se sentía como cuando niño más pequeño era pillado por alguna travesura, pero le era imposible no sentir el calor que de sus manos emanaba, la delicadeza con que le tocaba, y podía ver el brillo de su ser de tal pureza que le mareaba, si, al “niño” le gustaba mucho el cuerpo de Venancio, con una voz suave le llamaba acelerando así su corazón al máximo, al volver su rostro hacia Venancio, quedó perdido, hipnotizado por unos segundos en la profundidad de sus ojos de su forma de mirar, Venancio le hablaba de algo que el “niño” no entendía nada, solo como un desentendido asentía con la cabeza, sin saber en qué se estaba metiendo, pero de pronto volvió a la realidad pues una sonrisa como solo la pueden tener los niños, dibujo en su rostro, el “niño” receloso con su chocolate en la mano estaba tan atontado por su figura e inocencia, y le pareció al “niño” que Venancio tenía cierto poder hipnótico, pues le arrastraba sin dificultad, con su dedito índice indicaba a dónde iban, mas percatándose a donde le guiaba, unas gotas de sudor angustiosas recorrían su frente del “niño” que a sus catorce años ya tenía su pene erecto, hace semanas que Contardo no lo tocaba, Venancio le llevaba hacia el interior de la casona especialmente a la gran sala, en estos casos el “niño” siempre se dejaba llevar por el hijo del patrón Squeo, pero lo aterrado por el “niño” fue que una señora ahora se postraba en su camino, viendo algo de parecido en Venancio, era su madre la nueva compañera sentimental de su patrón Squeo, que al verlos llegar agitaba su mano como en un saludo, pensó en escapar antes del encuentro, pero el “niño” de catorce años no tenía o no veía ninguna salida, así es que de caballeros aceptó el encuentro con la madre de Venancio, ella le saluda amablemente, solo querían que el “niño” les ayude a bajar sus últimas y más pesadas pertenencias del camión, el “niño” aceptó enseguida por tratarse de la esposa nueva e hijo del patrón, aprovechando en esta faena cualquier oportunidad de rozar las manos o de tocar el cuerpo de tan alucinante nene, así pasaron varios minutos cuando al fin terminaron, la madre le invitó a pasar para beber algo, los tres se sentaron en la sala ella estaba enfrente del “niño” y no podía dejar de admirarlo, de pronto su mamá se puso de pie ofreciéndole una bebida a la que aceptó más por estar solo con Venancio que por la sed que secaba la garganta, apenas se fue y su mente lo desvistió y surgieron las fantasías, imaginando lo podía ver desnudo en diferentes poses y paisajes, en esos apetitosos sueños se encontraba cuando el niño de catorce años se vio obligado a retornar a la realidad por la repentina aparición de una bandeja que portaban tres especies de paletas de hielo en forma cilíndrica, de unos 10cm. de largo color rojo, la madre Venancio le extendió la bandeja pidiéndome disculpas, pues aún no encontraba los vasos y no tenía donde verter el líquido, pero que la empleada había puesto a helar esas paletitas apenas estuvo disponible la refrigeradora siendo lo único refrescante que podían ofrecerle mostrando así confianza hacia el “niño” por parte de la mujer y el “niño” respondía sonriente antes aquellas atenciones, entraron en una conversación conociéndose más, pese a ello el “niño” en parte no prestaba mucha atención a lo que la mujer le estaba diciendo, pues su mente se quedó centrada en el nombre de ese dulce niño que ya varias veces lo oía pronunciar, y al que como un eco se repetía una y otra vez acompañado de diversos planes que pudieran funcionar para poder conquistarlo y lograr la intimidad con Venancio sin que nadie los moleste, era que ya el “niño” y Venancio entraban en confianza y se hacían bromas y los más notable era que se rozaban los dedos y ya intercambiaban sonrisas cómplices, ese lugar era el propicio para conocerse más… “son de fresa” escuchó el “niño”, reaccionando de sus negros pensamientos, bromeando y como para tener un motivo para observar directamente en toda la dimensión a lo que creía que era la inocencia de Venancio, qué equivocado estaba el “niño” de pensar así, pues Venancio también había tenido atracción hacia el “niño”, había sido pura química, el “niño” al escuchar eso contestó: «No se preocupe señora, además estas paletitas son de Venancio y a lo mejor él ya les había planeado su destino», entonces Venancio rápidamente se acercó con una sonrisita pícara como si ya tuviese una respuesta ingeniosa para el dilema, alargó ambas manos hacia la charola y con cada una tomo una paleta, una se la llevó a la boca y la colocó entre sus finos labios para luego empezar a succionar suavemente, trayendo mil pensamientos a la cabeza del “niño”, y con la otra mano Venancio colocó la paleta restante en la boca del “niño”, y dejando un momento de chupar su helado Venancio le dijo al “niño”: «Te lo has ganado, si sigues así vas a poder pedirme lo que quieras» es obvio que Venancio lo dijo de la forma algo inocente posible, pero el cerebro del “niño” de catorce años se encargó de transformar todo, sacando a flote el lado morboso, se acordó entonces de que la madre de Venancio estaba allí y ella no debía ser tan inocente como su hijito Venancio, por lo que volteó su cara y enfocó su rostro y cuerpo de una forma juguetona y limpia de todo pensamiento impuro como le fue posible, le estaban esperando dos ojos intensos que sin perder detalle de sus gestos analizaba y buscaba la presencia o el brote de algún destello de perversidad y morbosidad, a lo que con suerte y mucha sangre fría el “niño” seguramente pasó la supuesta prueba impuesta ante algo tan trivial, día a día el “niño” ganaba la confianza de la mamá de Venancio, la cual era una madre muy activa, hace no mucho tiempo que pasó a vivir con su hija e hijo en esa gran casona junto a su patrón Squeo, a duras penas pudo averiguar la relación con su patrón Squeo, pues ella hablaba poco sobre el tema peor aún si es que su hija Amaranta de diez años estaba presente, ella sentía algo de aburrimiento que era notado por el “niño”, a día siguiente estando el “niño” limpiando los autos fue a darse un lavado para quitarse la grasa en el baño y fue así que alcanzó a oír unos golpeteos a la puerta, al abrirla se dio la sorpresa de estar frente a frente de una mujer con el rostro notablemente cargado de signos de duda, pero con un tono de voz amigable y segura que le pidió el tan ansiado favor, consistía el de cuidar a su hijo por unas horas mientras ella atendía unos problemas del trabajo con su hija Amaranta, el niño con cara de como quien no quiere aceptó hacerle el favor ante la mirada instigadora de Ramón para que cumpla con su deber, segundos después la señora y su hija iban en el auto manejado por Ramón el chófer padrastro del “niño”, de esa manera pasaron unos minutos que para el “niño” fueron horas y así se despedía, diciéndole la mujer de Squeo al “niño” que no se preocupe pues Venancio ya estaba durmiendo, y no tendría problemas con el pequeño ni siquiera ir a verlo a su cuarto, pues tiene como característica muy particular aquel sueño pesado, por fin vio que el auto se marchó, mas tomó sus precauciones pues imaginaba que la madre estaría al acecho para cuidar sus movimientos, así es que entro en la casona luego de limpiarse, como en estas ocasiones el “niño” se sentó en el sofá sentado jugando cartas aunque sus ojos estaban deambulando más que todo vigilante enfocando las ventanas y puertas en busca de algún movimiento sospechoso de algún peón o la empleada acercándose por cualquier novedad, y ya había pasado varios minutos y el “niño” tenía mucha agitación, prendió el radio que emitía música de época y en cada lapso anunciaba la hora, el “niño” tragaba saliva, mientras lanzaba las cartas por su mente pasaban muchas acciones, estaba con sentimientos encontrados, deseaba tocarle, decirle al pequeño lo mucho que le gustaba pero ante sus declaraciones temía que ante sus intenciones Venancio lo rechace, sería el acabose para él, estaba nervioso y fue a la cocina por un vaso con agua, siempre vigilante de la empleada, la vio irse a distancia de la gran casona con una cesta seguramente a comprar en compañía de un peón conocido, sonrió al verlos salir a la calle muy animados con sonrisa cómplice, trató de no ser visto al verlos alejarse, pensó que esa sería su oportunidad, así que decidió ir al cuarto de Venancio, pero justo cuando estaba por ponerse de pie, escuchó el ruido del motor de auto estacionándose y el sonido seguido de unas llaves agitándose y la puerta se abrió en un segundo, dando paso al patrón Squeo llevando su mano un pañuelo que lo pasaba a la altura de la frente humedecida dando a notar que se había olvidado algo, comentó lo indignado que estaba y lo olvidadizo que él era, recogió de la gaveta dentro de la biblioteca unos papeles y se marchó con una sonrisa de confianza hacia el “niño” retirándose a paso veloz, pues se notaba que ahora si estaba retrasado para su cita de negocios ya que con anticipación su mujer había pedido los servicios del chófer Ramón así que Squeo manejaba su otro auto, el “niño” esperó cortos minutos de su marcha, dejó los naipes se puso de pie, estudiando al milímetro la posición caminando pasivamente por el corredor deteniéndose frente al cuarto del pequeño Venancio de ocho años, y abrió la puerta, su corazón empezó a latir pausando el paso cada vez más, pues ahí estaba Venancio tan puro e inocente de sexo como el “niño” lo creía en esos momentos, lejos estaba de pensar lo contrario, era tan bello verle así acostadito, despertando en el “niño” mil deseos de tenerlo, se vio el pene erecto y eso le estimuló más a estirárselo, el pequeño estaba cubierto por una delgada sabana, el “niño” hizo unos cuantos ruidos para verificar si verdaderamente tenía el sueño pesado, él ni se movió, la tentación le invadió y se acercó a su cama y con mano temblorosa tomó la sabana comenzando a jalarla hacia abajo destapándolo poco a poco con el mayor cuidado que ese momento le permitía, con gran jubilo se dio cuenta que Venancio estaba completamente desnudo, se había bañado e inmediatamente se habría acostado como de costumbre y su madre o hermana como siempre le habría dejado cubierto con la sábana tal cual lo hacían cuando vivían en esa humilde vivienda, el “niño” podía ver ese delicado cuerpo por completo, su piel morena clara parecía tan suave que no aguantó más las ganas de verificar por sí mismo esa suavidad, se arrodilló a su lado para contemplarlo y con lentitud empezó a recorrer esa espalda con los dedos temblorosos tragando saliva y mostrando angustia al ver eso labios rosáceos humedecidos, el “niño” llegó con el roce de sus dedos hasta el traserito de Venancio haciéndole pequeños círculos con los dedos sin dejar de sonreír y bajó poco a poco por la raya aproximándome a sus testículos lampiños pues estaba acostado de perfil, Venancio se movió un poco a la vez que su respiración se hacía más profunda y fuerte teniendo aun cerrado los ojos, pero de pronto le vino el temor a ser descubierto y le venció en sus actitudes pues pensaba en lo que podría enterarse de boca de Venancio a su medio hermano Contardo el amante del “niño” a quien le había ofrecido fidelidad total a cambio de buenas cosas y qué decir de su patrón Squeo que a voz baja escuchaba que se trataba de un jefe de la banda de matones, tragó saliva, sabía que se encontraba al límite al acariciar ese cuerpo desnudo de niño precioso, tuvo recelo y se agrandó en cobardía sus pensamientos, así que el “niño” de catorce años salió de la habitación de Venancio, ya sentado en el sofá sintió la no presencia de la empleada, es que habían pasado pocos minutos, el “niño” tenía sentimientos encontrados y lo mostraba lanzando violentamente las cartas, en su mente y espíritu se desarrollaba una confrontación entre el cerebro y el deseo, tragaba saliva, la angustia por poseerle se incrementaba, su instinto le decía que debería hacerlo pero su mente se lo negaba poniendo alternativas, el “niño” estaba como un loco contando los segundos que rápidamente avanzaban, la música que escuchaba en la radio no era suficiente para calmarlo, el “niño” hubiese dado lo que sea para tener en ese momento poderes mágicos sobre el tiempo, pero como un simple mortal tuvo que esperar por unos instantes, y fue así que el “niño” pasó el tiempo labrando algunos cortos planes, estrategias, engaños que logren cumplir sus sueños de poseer a Venancio de una manera tierna juguetona cariñosa, sin tener que utilizar la fuerza, sin necesidad de ser violento y evitar ganarse el odio imborrable que llevaría en sus recuerdos toda la vida, por fin las agujas del reloj marcaban la hora pactada en su mente, el corazón aceleró su paso en un segundo y a cada paso que daba este trepaba más y más por el pecho hasta alojarse en su garganta, decidió subir, al abrir la puerta, estaba Venancio acostado cual sorpresa que para ahora lo encuentra despierto recibiéndolo con una sonrisa, estaba cubierto con la sábana, en su mente el “niño” se decía que el tiempo apremia, vio aquella figura de niño hermoso con el pelo lacio despeinado que aún le regalaba una sonrisa sincera, de amistad y algo coqueta, el “niño” estaba paralizado, solo se quedó observándole los pies descubiertos aquellos pies que mucho le llamaban atención por lo formados que estaban, Venancio se sentó en la cama por el extremo y luego se puso en pie cubierto con la sábana como si fuese un tribuno romano, dio unos pasos hacia el “niño” que estaba pasmado su cuerpo haciendo que reaccionara, Venancio no sabía que quería, así es que el tembloroso “niño” optó por agacharse hasta estar a la altura de su rostro como si fuese a prestar toda la atención del mundo a lo que Venancio le iba a decir, pero sintió una corriente que iba desde la punta del dedo gordo del pie hasta la punta del cabello, en tan solo dos segundos ya estaba el “niño” lo más excitado, algo que jamás en su vida había logrado sentir con el dueño de la abacería y tampoco la había sentido con Contardo o con otro chico de la escuela, ya sentía el “niño” que dos tibios y húmedos labios se habían postrado en su rostro, y como no había movido la cara por lo estático que estaba ya lo sentía bien, pues estos dulces tiernos y rojos labios fueron a dar nada menos que en la mitad de sus ansiosos labios, fue algo alucinante para el niño “sentir” la confianza de Venancio y… sentir su atracción mutua, estaban sentados en el extremo de la cama frente a frente y el sudor frío brotaba de sus frentes ya que no decidía por una de las 100 alternativas que rondaban la mente para poder despertar la curiosidad sexual de ambos e iniciar las demostraciones físicas, el silencio de la habitación fue quebrantado por la dulce voz de Venancio que decía: “¿Tu y yo somos amigos verdad?” le pregunto con cara algo angustiado, el “niño” le dice “Claro que sí lo somos, y de los buenos” a lo que Venancio dice “y… ¿podemos contarnos secretos y solo queda entre nosotros?” a lo que el “niño” tragando saliva responde con cara de preocupación “depende de que secretos sean” miraba las piernas de Venancio que aparecían entre la sábana “de lo que sea pero debes prometer que no se los dirás a nadie”, el “niño” había notado la ansiedad de Venancio de revelar o contarle algo con cierto recelo aún, el “niño” sabía entonces que debía comenzar a actuar aprovechando la ocasión el “niño” le dijo con seriedad que primero debería decirle que si desea que sea “su amigo… muy especial” a lo que Venancio respondió: “si quiero que lo seas, pero ¿qué hacen los amigos especiales?” ya con respiración de alivio el “niño” de catorce años manifestó: “se cuentan secretos y nunca lo revelan a nadie” el entusiasmado Venancio dijo: “si quiero que lo seas… ¿tú me prometes ser mi amigo especial por siempre?” a lo que el “niño” con gusto le dice a Venancio que “debes saber que los amigos especiales no solo se cuentan secretos también hacen cosas que nunca se deben contar a nadie, porque de hacerlo nuestras almas desaparecerán y no volverás a sonreír y tus padres y hermana sentirán una tristeza muy grande que no se le pasará nunca, y estarán enfermos, por eso debes de prometerme tu primero que serás mi amigo especial por siempre y que no le contarás ni a tus padres ni a tu hermana ni a nadie lo que hagamos” añade “¿Me lo prometes?” Venancio asiente y responde: “si te lo prometo que nunca le diré nada a nadie, y tu ¿lo prometes?” el alegre “niño” se pone en pie con amplia sonrisa y le dice que “te lo prometo, pero ¿cómo sellamos este pacto para que sea sagrado?” le pregunta a Venancio de forma jocosa y algo maliciosamente, a lo que Venancio responde con algo de inocencia viendo la entrepierna del niño: “no sé, podemos darnos la mano, o ¿tal vez con otra cosa?” riendo el “niño” dice “yo creo que las manos no, porque todos los días y a todo el mundo se las damos” “entonces un beso… ah pero también damos besos siempre” comentó Venancio muy pensativo en algo, “¿pero qué tal si es un beso especial, donde nadie te lo haya dado?” le preguntó sin demora, “puede ser en el pie ahí nadie me ha besado nunca, ¿o donde más puede ser?” el “niño” sonríe afirmando “tiene que ser un lugar especial donde nos besemos al mismo tiempo, y nos una, las personas que se quieren o que se casan ¿cómo se demuestran que son amigos?” le comentó el “niño” algo preocupado pues podía perder la oportunidad, Venancio con una sonrisa pícara con algo de timidez le respondió “creo que en las manos” al escucharlo la decepción comenzó a invadir el cuerpo del “niño” de catorce años y ya le estaba echando tierrita a la idea de besarlo, pero en eso el pequeño Venancio agregó: “pero donde más se besan es en la boca, ¿nosotros donde lo vamos a hacer?” le preguntó al “niño” “entonces para cerrar el pacto tenemos que besarnos en la boca o ¿no quieres ser mi amigo?” con recelo Venancio manifestó que “si quiero, pero no es de varones hacerlo” a lo que el “niño” agobiado dijo “pero en Rusia y otros países sí, hagámoslo” muy calmado Venancio asintió entusiasta cerrando los ojos, levantando un poco el rostro y ofreciéndole sus delicados y rojos labios el pequeño Venancio dijo con seguridad al “niño” con seguridad “hagámoslo, pues”, de allí se vino un silencio por unos segundos en ese cuarto de Venancio con motivos infantiles, así iba acercando los labios a los suyos, cada vez estaba más excitado el “niño”, ya podía sentir su respiración, su calor, finalmente sus labios se unieron por vez primera, sin aguantarse las ganas empezó a jugar con sus labios, el “niño” con mayor pericia de sexo abría los suyos atrapando su labio inferior y presionaba ligeramente, aun el “niño” se encontraba incrédulo como si estuviese divagando en el más bello sueño, pero sorprendentemente el pequeño Venancio le respondía como a un profesional lo que en parte desconcertó a su amigo especial, sin embargo y entonces surgió el temor de despertar y ver sus besos entregados al vacío de una obscura soledad, así es que los brazos rodearan lentamente su cintura para poder aferrarse a la dulce pasión, Venancio como que se asustó o sorprendió al sentir este nuevo “juego”, el “niño” pensaba que se había excedido llevando al caos todo lo que anhelaba, pero segundos después para su sorpresa fue que de pronto el pequeño Venancio oprimía cada vez más sus labios a los del “niño” para luego imitar el jugueteo con los labios en señal de aprobación, para el “niño” hubiese querido que no terminase nunca ese momento pero como todo lo bueno llego a su final, al menos debió durar unos cuantos segundos que ambos jamás en sus vidas olvidarán, después de ese intenso beso aquellos rostros se separaban lentamente, se miraron sonrientes cuando llegaron a la corta distancia en que todavía podían sentir sus agitadas respiraciones y aún percibían el calor de sus bocas, quedaron paralizados sin hacer el menor movimiento ni siquiera pestañar, era el tiempo clave para percibir las reacciones, pues ya aquellas miradas se habían cruzado y ambos se perdieron en la profundidad de sus ojos, al observar al pequeño Venancio el “niño” trataba de grabar y estudiar cada detalle, cada gesto que hiciera, aunque ninguno de los dos se movió pudo el “niño” sentir como una descarga eléctrica que salía de Venancio para luego alojarse en su cuerpo, también pudo sentir como si el palpitar de esos corazones de pronto se sincronizasen y lo que sentían en ese momento era exactamente lo mismo, que los dos al besarse habían viajado a la profundidad de una emoción nunca antes sentida, donde las palabras sobraban, ante la efectividad de una mirada, de un roce de manos, al reaccionar de aquella hipnosis el “niño” solo atinó a decir: «Muy bien ahora si nuestro pacto esta sellado,» o ¿tú crees que nos falta algo?” preguntándole con picardía, pero casi sin esperanzas, de poder inducirlo a sus juegos de perversión, pensaba él, pero ni bien pestañaron, cuando el “niño” audazmente le preguntó a Venancio “Sabes Venancio… ¿el por qué el hombre, besaba por la entrepierna de la mujer?”, añadiéndole inquietud al pequeño Venancio diciéndole: “tú has escuchado eso de… ¿Qué se siente como para que las mujeres peguen semejantes gemidos?”, la reacción del pequeño Venancio fue de ponerse cabizbajo, en su mente recordaba algo así experimentado con Luciano su vecino, la mano del “niño” pasó por la cabeza acariciándole el pelo, para disimular el “niño” le contestó de una manera responsable, protectora y casi paternal, algo muy raro en él pero lo hacía para no perder el objetivo de lo que estaba allí sentado con ese hermoso niño de piel morena clara, a cada palabra que salía de su boca existía una intensa sensación de satisfacción pero también de cierto arrepentimiento que le invadía al “niño” de catorce años pues pese a contar aquellas experiencias sentía que estaba alejando la oportunidad como las que solo hay una, tenía sentimientos encontrados, de una manera disimulada y muy astuta el “niño” le decía a Venancio muy acongojado que él no estaba en edad para saber de eso, que lo disculpe, pues que no estaba preparado aún para gozar de esas nuevas experiencias, así que pedía nuevamente las disculpas por las preguntas, Venancio alegó bajando la vista, a Venancio se le abrió el sentido de la confianza, le dijo sinceramente con seguridad que él también sabía algo de eso ya que uno de sus amigos de la lotización donde antes vivía “le contó” que un señor mayor amigo de sus padres cuando visitaba la casa ya le había besado muchas veces por esos lugares y había sentido algo rico cuando los labios chupaban su penecito, Venancio le dijo al “niño” de catorce años que se sentía un placer que lo hizo gemir como a las chicos normales, que “era un simple juego normal en el que nadie pierde”, también Venancio le comentó algo extremadamente sorpresivo, que cuando se conocieron y después con sus visitas para ayudar a su madre o hermanos en los quehaceres de la casa él “sentía un afecto muy especial por aquel hombre”, Venancio le decía que se “su amiguito” se encerraba en su cuarto para poner en marcha su cerebro y recordar las escenas para él aún extrañas pero misteriosamente excitantes, Venancio le dijo que después que su amigo le contaba “eso” empezó a tocarse por donde supuestamente el hombre acariciaba a su amiguito, Venancio confesó que “su amiguito” comenzó a sentir una extraña sensación que lo envolvía de placer al tocarse el penecito y la imagen de un hombre se le iba apareciendo a medida que se excitaba, y cuando pudo ver bien a un no identificado hombre de esos sueños y se percató que lo llenaba de placer haciéndolo gemir, en realidad Venancio se refería asimismo como “su amiguito” y a “ese hombre” referido a su iniciador Luciano de la Sierva, solo que Venancio no quería decir su nombre al “niño”, Venancio recibió cariño por parte del niño, los ojos del pequeño vieron las manos del “niño” que se manoseaba el pene vestido, el “niño” vio que la fina sábana que cubría el cuerpo desnudo de Venancio se mostraba una pequeña erección proveniente del penecito lampiño de Venancio, instintivamente el “niño” tomó de la mano a Venancio asintiendo y de esa manera viéndose a la cara aprobaba lo dicho por el pequeño emitiendo amplias risas, al estar entrelazados los dedos de una mano Venancio liberó un lado de la sábana que lo cubría en su cuerpito de ocho años, de esa manera el “niño” de catorce años sorpresivamente vio las intenciones de Venancio, así que pudo ver por primera vez el penecito descubierto del pequeño Venancio, instintivamente ambos lo miraban y a la vez se miraban de frente con amplia sonrisa cómplice de aprobación, lentamente la mano del “niño” se acercaba y pasó muy suavemente por ese penecito lampiño, Venancio aprobaba aquella acción cerrando los ojos sintiendo placer lo que miraba el “niño” complaciente, y también de esa manera el “niño” pensó que esta era la oportunidad por la cual había estado rogando todos los días desde que lo conoció a Venancio, desde aquellos momentos en que con su mirada lo seguía al verle que se estiraba el pene vestido y de aquellas tantas veces al verle cuando se metía la mano por la ropa rascándose el traserito, todo ello que recordaba lo excitaba desde lejos al “niño” de catorce años, con verle ahora al pequeño Venancio que se estiraba el penecito por fin podía saciar sus sueños que abarcaban todo pensamiento sin dejar espacio a otro, el “niño” sabía que debía estar feliz por esto en la intimidad de ese cuarto infantil hecho solo para Venancio por parte de su padre Squeo, pero aún así el “niño” tenía sentimientos encontrados entre su miedo o que su conciencia le gritara voz en cuello que lo que pretendía hacer con Venancio estaba mal, sin embrago a Venancio le hizo estrechar sutilmente la mano respondiéndole del mismo modo con esa intensidad del deseo sin dejarse de mirar y contemplar ese pene descubierto, al manosear el pene de Venancio en el niño se desató una lucha como antes no vivida se desarrollaba entre su cerebro, corazón y sexo, donde dos ideales completamente adversos luchaban por ganar la decisión que cuerpo tomase, el temeroso “niño” percibió la extrema confusión y la gran posibilidad de una negativa cuando instintivamente el pequeño Venancio movía la cadera sin taparse el penecito, y adelantándose a cualquier respuesta que hubiese dado, el “niño” le dijo a Venancio en la forma más tierna, inocente y atrayente: “Yo pensaba que éramos amigos especiales” Venancio respondió algo confuso: “Si lo somos”, el “niño” astutamente le dijo: “¿Acaso los amigos especiales no son para eso?” “No…si…es que tu no entiendes”, le dijo Venancio acalorado, jadeante y balbuceando sin saber que responder al sentir ese manoseo en el penecito, el “niño” con mucha atención le dijo: “Yo solo entiendo que no era cierto todo lo que me dijiste sobre los amigos, y que tu no quieres ser mi amigo” replicándole con el rostro triste dejándole de manosear el pene, era una estrategia adecuada para disipar dudas y seguramente aumentar la confianza entre ambos pues en ese instante se percató que los sueños que se había trazado y que tanto anhelaba el “niño” estaban siendo obstaculizados por Venancio, como si labrase la propia infelicidad, todo empezó a aclararse en su ser, su corazón y su sexo dando la última estocada a la conciencia poniéndole una mordaza para que dejara de temer, el rostro de Venancio dibujaba nuevamente esa sonrisa picaresca y los ojos del “niño” se enfocaron nuevamente a la razón de sus deseos y sin esperar un instante inició su estrategia diciéndole a Venancio: “Yo soy capaz de hacer cualquier cosa por verte feliz” esto lo dijo seguro y como retándolo a que se lo vuelva a pedir, Venancio manifestó: “En serio… ¿sigues siendo mi amigo especial?” así exclamando notablemente alegre nuevamente, el niño le dijo: “Pídeme lo que quieras y olvida lo que paso hace un rato tú eres muy especial para mí… por favor déjate llevar” acotando: “no sientas miedo, verás que es un jueguito muy lindo con secreto entre tú y yo, más nadie” al decir eso el rostro de Venancio se llenaba de vergüenza de volvérselo a solicitar, por aquella reacción tan dramática le había hecho pensar que no era algo malo aquel “jueguito”, y su pedido que era del todo inocente ya se había transformado en algo no tan ofensivo, el “niño” veía como lo ganaba poco a poco en confianza, y lo más importante no se arrepentía por haber actuado de esa forma por eso iba a hacer hasta el último esfuerzo por alejar las dudas de Venancio, por eso el “niño” con la confianza que le daba su edad para fortalecer la de Venancio le dijo: “No hay nada de malo en querer aplacar la curiosidad y yo me sentiría feliz si soy el que te ayuda en hacerlo” esto le dijo de la forma más tierna y sincera uniendo las mejillas sintiéndolas muy cálidas, “¿Aplacar?” le preguntó extrañado al “niño” que le responde: “Si, o sea el que puedas conocer lo que querías saber, de lo que tenías dudas”, “es decir el que puedas experimentar y saber lo que se siente cuando un hombre besa a un amigo especial entre las piernas”, “¿Recuerdas?… para eso están los amigos especiales” “¿Aun quieres hacerlo?” le preguntó el “niño” sabiendo que de esa respuesta dependía todo, Venancio no le contesto nada, simplemente se acercó hacia su pecho oliendo el cuerpo de “niño” de catorce años, y extendiendo sus labios Venancio le dio un cálido beso en la boca, se alejó unos centímetros regalándole una sonrisa del todo coqueta diciéndole: “Para eso están los amigos especiales” así se tomaron de la mano aún más férreas entrelazadas, ya estaban en completo silencio pero sus miradas se cruzaban a cada instante jugueteando y le guió hacia su pene insinuándole que siguiera frotándolo y estirándolo, al hacerlo, su corazón estaba golpeteando el pecho como nunca, la mente del “niño” se adelantaba al futuro y estaba causando una erección prominente, que trataba de ocultar con el propósito de ir paso a paso con la iniciación de Venancio pero resultaba difícil pues ya la mirada de Venancio estaba puesta sobre ese bulto cubierto por la tela de su short y era su deseo tratar de excitarlo primero, de satisfacerlo y así Venancio ante tanto roce en el pene también le retribuiría, se detuvo para verlo de frente, quería ver sus impresiones, el “niño” tomando la iniciativa antes de que preguntase que debía hacer ahora y ponerlo nervioso, se sentó sobre su colchón, lo puso frente a él, lo miró por unos segundos agradeciendo al destino por haber puesto a ese niño en su camino, luego poco a poco comenzó a aproximar hasta sentir su cuerpo junto al suyo aún cubierto en parte por la sábana, el “niño” de catorce años quería probar el elixir de la inocencia de los labios de Venancio y el “niño” empezó a acercarse lentamente a él, adivinando su propósito le ofreció sus rojos y finos labios, al hacer contacto una explosión de sentimientos, emociones, y éxtasis invadió los cuerpos, causando como un vacío en su estómago, como se le llamaba en la infancia «mariposas en el estómago», luego lo abrazó y fue en ese instante que el “niño” recibía el cuerpo totalmente liberado de la sábana, era un cuerpo suave desnudo, sensible al tacto, el “niño” le decía con los ojos cerrados: “eres muy lindooo” “mi pequeño… tienes eso muy suuaavvveee” “¿te gusta asíiii?” al decirle eso los labios del niño besaban el cuello de Venancio, repetidamente con el desliz de la lengua le besaba el cuello, al alejarse unos centímetros vio el rostro del pequeño que con mirada fija se intercambiaban sonrisas y luego caricias en las mejillas, Venancio tenía los ojos cerrados y parecía estar disfrutando de esas nuevas sensaciones de toques y manoseos suaves sobre la piel, las manos de Venancio agarraron de forma instintiva la parte inferior del short abultado, los dedos describían trayectorias circulares que al mirar aquello se intercambiaban amplias sonrisas con complicidad, los dedos de Venancio Alberto de ocho años seguían moviéndose en forma circular sobre ese pene vestido del “niño”, se miraban en forma cómplice, Venancio sorpresivamente le dijo al “niño”: “así lo hacías hace poco mientras pensabas que yo estaba dormido” la sorpresa se fijó en el rostro del “niño” preguntándole “¿estabas despierto?” el pequeño Venancio asentía, “¿te gustó que te lo hiciera?”, “¡sí!” “sólo que me extrañé al verte ir” ambos sonrieron, “es que…”, el pequeño hijo del patrón Squeo le cortó comentario “¡no importa!”, se miraron sonrientes, la mano del “niño” se posó sobre la manito de Venancio y juntos continuaron con ese movimiento sobre la tela del short no paraban de verse sonrientes, así que el niño junto con la mano de Venancio deslizaron con cuidado hasta sacarlo, nunca olvidará Venancio Alberto ver ese latente pene erecto desforrado con la suave piel que al recorrerla con los dedos se sentía la de un sentir suave y terso en su piel con venas pronunciadas y un pelo poblado en la pelvis, la mirada atenta de Venancio también era en esos pequeños y rosados testículos se iban endureciendo poco a poco subyugados por esta nueva experiencia de erección, esos testículos suspendidos en la tela del short siendo blanco de los ojos de Venancio en su mirar sonriente, lentamente bajó la cara para olerlos con la nariz y verlos fijamente, los olía de un aroma característico de sudor turnando el derecho y el izquierdo pues quería sentir el olor de ambos testículos y de cada parte del resto del pene del niño de catorce años, fue en ese momento cuando Venancio olía los testículos del “niño” que se pudo escuchar el primer gemido de placer de su deseado Venancio, fue de mucho agrado el deslizamiento de la mano del “niño” sobre la espalda de Venancio llegando al coxis además siendo suave y casi imperceptible, no fue muy largo ese deslizamiento, pero era la señal de que Venancio Alberto de ocho años estaba disfrutando del momento tanto como aquel “niño”, además sus manos empezaron a acariciar el cabello del “niño” en señal de aceptación con una sonrisa cómplice pues instintivamente lo llevo al niño a ver el pene erecto, así esa caricia en la cabeza del “niño” por parte de Venancio lo hacía sentir en la gloria, los dedos del “niño” ahora recorrían todo el torso descubierto de Venancio sin obviar espacio, algunas veces el momento se veía interrumpido por una risita jovial pues Venancio tenía muchas cosquillas y de vez en cuando los dedos paseaban por las zonas sensibles a la risa, era la hora de pasar a la siguiente etapa, era hora de besar por completo el cuerpo desnudo de Venancio, los dedos empezaron a juguetear con el penecito ensalivado para calcular la forma más fácil de excitarlo, mientras que el “niño” iniciaba a hacerlo su corazón rogaba por culminar de manera exitosa la operación, pues había tenido dificultades al acomodarlo en la cama en diversas experiencias que tenía relaciones, la operación sobre Venancio fue un éxito pues pudo hacerlo en forma suave sin tener que forcejear, con una sonrisa de triunfo empezó a bajar su mano por las piernas rellenitas del hijo del patrón Squeo, dejando a la vista un traserito de piel morena clara, estaba empinadito y abultado como al “niño” le encanta disfrutar viéndole, esa visión estaba dejándolo atontado unos segundos con el cuerpo desnudo de Venancio besándolo repetidamente a la altura detrás de las rodillas, mientras que no desprendía la vista de ese trasero al que luego la lamía y daba ligeros mordiscones que a Venancio le encantaba cerrando los ojos en señal de lujuria, provocando la incontenible excitación en un 100%, Venancio acarició un poco más fuerte la cabeza del “niño” como para que reaccione, y así lo hizo ya que notaba el deseo dibujado en el rostro infantil, continuó bajando las manos por las piernas para posteriormente volver la mirada directo a sus ojos tratando de inspirarle ternura y seguridad y al moverlo posó sus dedos sobre su penecito a la altura de su tronco y sin presionar demasiado acarició suavemente recorriendo todo el contorno de su virginal sexo de niño precioso, la cara del “niño” se ubicó entre las piernas abiertas de Venancio que continuaba sentado en el extremo de la cama, al principio sus ojos aumentaron de tamaño con sorpresa para luego cerrarlos y empezar a disfrutar del acto, Venancio humedecía su boca y mordía sus labios y dulces gemidos cada vez más fuertes y largos brotaban de su ser, lo que hacía excitar más al niño, tratando de concentrarse por no apurar el paso, luego la manos del “niño” bajaban suavemente por esa tersa piel de su coxis quedando expuesto por fin su frágil y bello traserito empinado, era tan pequeño y coloradito por el masaje que le estaba haciendo que le atrajo inevitablemente a besarlo lo levantó para ponerlo lentamente acostado en la cama donde lo abrazó sintiendo el calor de su cuerpo que había aumentado así acostados los dos sintiéndose la piel, luego como jugando lo cargó y lo puso sentado sobre él, de manera que la separación de los glúteos del traserito estuviera accesible a su boca para poder saborearlo y olerlo completamente, la lengua del “niño” entonces empezó a recorrer el traserito de Venancio para luego profundizarse en su inocencia, el “niño” podía sentir el sabor y sobre todo el olor de esa virginidad anal, mientras el niño probaba la sexualidad, se estaba retorciéndose y dando gemidos de placer apenas podía pronunciar palabra, lo que se pudo entender de Venancio fue: -“¡Aaah!” “¡aah!” “¡Ya ahhh!” “¡¡¡se mmmhhh looohh que ehh se sienmmppphte!!!” apenas el “niño” se detenía un segundo Venancio le rogaba que siguiera, estaba cachondo ya, y seguía con tal de complacerle y escuchar sus gemidos, el “niño” continuaba con más rapidez sintiendo cómo se le humedecía el traserito con la saliva puesta por la lengua y la saliva impregnada en la piel de los glúteos a efecto de mordisqueos suaves que le hacía, el “niño” ya sin poder aguantar había deslizado el short que llevaba puesto liberando el prominente pene dejándolo al descubierto a todo su esplendor, totalmente excitado, Venancio no se daba cuenta todavía pues estaba con los ojos cerrados y en una explosión de sus orgasmos, de pronto Venancio aparta su traserito de la boca del niño y le comentó lo increíblemente bien que se siente, pero como buen amigo era el turno de pedirle lo que quisiera, la escena era increíble, Venancio había girado y estaba sentado sobre el pecho del niño viéndose a la cara, mientras a su espalda estaba erguido un coloso con hambre de su virginidad, lo tomó por las axilas y retrocedió su cuerpo hasta que sintiera su pene erecto que le rozaba el culo, al hacer contacto entre su tierna piel y el duro pene miles de fuegos artificiales estallaron en la cabeza del “niño”, tuvo que concentrarse para no acabar en ese momento, Venancio al sentirlo trato de ver lo que era de tamaño, pero el “niño” se lo impidió: “Dime… ¿y qué pasó después con ese amigo?” “¿qué más hicieron?” le preguntó, Venancio respondiendo: “pues empezó a jugar y meter la cosa del hombre a la boca”, el “niño” muy excitado tragando saliva le pregunta: “¿quisieras tocar «mi cosa» y saber a qué sabe?”, Venancio un poco emocionado con risas nerviosas le contestó que “sí” así que el “niño” le contesta viéndose desnudo ante Venancio: “pues aquí la tienes, debes de hacer lo que viste”, el niño cargó a Venancio echándolo entre sus piernas, “¡anda!” “¡ven!” Venancio sorprendido y como descubriendo un mundo nuevo se quedó viendo un rato, “¡hazlo!” segundos después el “niño” sintió cómo esas pequeñas manos empezaban a explorar su virilidad, el verlo haciendo eso fue algo indescriptible, allí lo tenía al más dulce nene tocando con sus inocentes manos el sexo del “niño” de catorce años, esa emoción quedó pequeña a comparación de sentir el deslizamiento de esos labios puros hasta ese momento, sentía placer en su erecto pene, que fue compensado con un beso cariñoso y delicado, ese fue sin duda uno de los momentos sublimes de su existencia, pues allí estaba Venancio Alberto ese precioso niño de ocho años postrado en sus piernas, con sus pequeñas manos sosteniendo el muy erecto pene del “niño”, sus ojos atentos en cada centímetro de piel que se erguía enfrente de Venancio y con sus labios degustando su nuevo amigo íntimamente, tras unos minutos en que Venancio hacía esto, levantó su carita y con gesto de ingenuidad le pregunto qué más debía hacer, pues con los nervios se había olvidado de pensar, casi balbuceando de placer le informó de lo que debía hacer:-“¿te acuerdas de los chupetes que degustabas con tu hermana y con tus amiguitos?” Venancio respondió: “Si me acuerdo, eran sabor de fresa que dejaba la lengua rosada” le respondió con extrañeza, “pues ahora debes de imaginar que lo que tienes entre las manos es uno de esos” Venancio apreció que lo que tenía en sus manos estaba caliente y más duro, inocentemente le dijo como guardando las apariencias diciendo “no creo que lo pueda morder” esto también le dijo bromeando mientras hacía el ademán de morderlo, Venancio actuaba así aun sabiendo que ya tenía experiencia con Luciano en la casa de arriendo, el inquieto “niño” al ver la inocencia de Venancio en morder el glande le dijo asustado: “noo espera! así no…” se lo dijo casi levantando el tono de voz Venancio respondió: “ya lo sé, solo estaba bromeando” le respondió mientras se empezaba a tragar la virilidad el niño, Venancio no respondió nada, estaba extasiado de ver como introducía el pene en su pequeña boquita, “¿así está bien?” le preguntó como si estuviese rindiendo una evaluación en el colegio, “Biiiieeen, biieen, lo estás haciendo bien, pero debes de chuparla como cuando le sacas el jugo al chupete, debes de succio….” no fue necesario terminar la palabra pues el “niño” sentía cómo Venancio sorprendentemente con propiedad de un maestro succionaba con todas las fuerzas que sus pulmones le permitían “…naaaarrr”, concluyó el “niño” de exclamar tras unos segundos, no tuvieron idea del tiempo que pasó, deseaba que dure por toda la eternidad, Venancio aumentaba cada vez más el ritmo, se delataba ante el “niño” al sentir calentura desenfrenada en su forma adecuada de lamer y chupar penes, Venancio como si disfrutase del verle la cara rebosante de placer y a cada articulación de placer que brotaba de la garganta Venancio agilizaba más sus movimientos y succionaba primero torpemente pero después con gran pericia, notoriamente más profundo, el niño alucinando en un mar de éxtasis fue exclamando acaloradamente: “me vengo, ya voy a terminar” pero una pausa que Venancio hizo para preguntarle algo, retuvo momentáneamente los mares de semen caliente que pedían a gritos salir, el precioso Venancio como lo hace un nene desentendido guardando las apariencias le pregunta al “niño” ante la exclamación: “¿cómo que te vienes? ¿Qué significa eso de que ya vas a terminar? ¿hice algo malo?” lo hizo con su rostro lleno de tristeza, pues creía que le había decepcionado, “no al contrario, todo lo has hecho muy bien, es por eso que aún no voy a terminar” le dijo un tanto angustioso pues quería que continuase, “¿y cómo es que vas a terminar?” le pregunto con mucha curiosidad, “¿te acuerdas que llega un momento en que del pene del hombre sale algo blanco como leche?”, “sí” le contesto Venancio, el pequeño Venancio recordó a su iniciador Luciano que alguna vez le dijo que “el semen sabe muy rico”, y siempre le pedía a su amigo que le vierta esa leche en su boca pensó presuroso relacionando lo que le decía con lo que su amigo le estaba haciendo, Venancio pensaba dubitativo el “niño” al verlo le dijo refiriéndose a tragar semen: “no a todos le gusta, es cuestión de probar” .”¿Te animas o no?”, esto se lo preguntó mientras su corazón estaba golpeando su pecho casi hasta salirse, pues con solo imaginar vaciándose en su pequeña boca tendría una gran satisfacción, regando un poco de semen en su tierna cara de piel morena clara, pues para el “niño” era realizar uno de los más anhelados sueños que tenía con Venancio, el pequeño lleno de confianza y al verse su cuerpo desnudo estiró su pene lampiño respondiendo: “si quiero probar de tu leche” así contestó en forma segura y deseosa “¿qué debo hacer?”, preguntó a continuación disimulando que desconocía de aquello cuando en realidad sí lo sabía a plenitud, el “niño” muy sonriente le decía “solo debes continuar con lo que estabas haciendo pero debes de moverme el pene de arriba hacia abajo con tus manos mientras haces lo mismo con la boca, ojo que no debes dejar de chuparla por ningún motivo, haga el ruido que haga, o el movimiento que haga” Venancio alegremente asintió sin pronunciar palabra empezó nuevamente con la faena, pero esta vez se notaba claramente su ansiedad por probar el néctar masculino, Venancio se movía de arriba a abajo succionando con fuerza, en poco tiempo puso al pene del “niño” a punto de estallar, el “niño” de catorce años al sentir que se venía todo el líquido blanco fue trayendo junto a esto el más celestial orgasmo de su vida, se contuvo y decidió con un rápido movimiento en que ya se levantó y lo tomó de la cintura echándolo boca arriba y el “niño” ya estaba postrándose de rodillas encima de Venancio con el órgano apuntando a sus inmaculados labios, dejó salir el torrente de semen, el que salió en forma violenta y en cantidades nunca antes alcanzadas por el “niño” a sus catorce años, Venancio aguardaba con la boquita abierta, recibiendo gran parte del jugo reproductivo, la primera reacción del pequeño Venancio fue el cerrar la boca en el primer chorro tal cual como la hacía en sus encuentros con Luciano de la Sierva, ahora pues ya estaba sorprendido ante el sabor que experimentaba, la verdad es que para el “niño” no sabía si le gustó o no, pero después del primer trago Venancio volvió su mirada hacia el “niño”, parece que se percató del placer que le estaba ocasionando y simplemente cogió ese pene y lo llevó nuevamente a su boca la cual estaba otra vez abierta dando la bienvenida a las ráfagas de leche que aún estaban brotando ahora de a gotas por su rostro, la reacción del pequeño en tragarse los fluidos sexuales tan solo duro unos milisegundos, pues a su edad el “niño” no tiene tanto semen como para que el vaciado dure un minuto sin embrago había sido un poco más suficiente de lo que antes estaba acostumbrado a expulsar, allí estaba el “niño” con el pene descansando sobre los labios de Venancio, aquellos hermosos labios que aún acariciaban y besaban en forma juguetona aquel extasiado miembro, de su rostro brotaba una sonrisa divina y coqueta, que dibujaba la complicidad de continuar con esos “juegos”, con todo lo que la nueva amistad traiga para que Venancio pueda aprender de las experiencias que aún le faltan por vivir, al verlo así le limpió la boca con su pañuelo, lo besó tiernamente en los labios para luego echarse junto a Venancio y colocando sus brazos alrededor de su pequeña cintura, deseaba abrazar su alma y poder entrelazar los caminos en un solo sueño, una sonrisa se apoderó de su rostro pues había conquistado una ilusión que creía imposible de realizar, pero gracias a su dulce niño Venancio que ayudó a vencer los temores y forjó el camino hacía este encuentro donde quedó fijo el movimiento de aquellas manitos de Venancio frotando el pene aún con restos de semen, había sido una declaración de acercamiento sexual, lentamente el “niño” se estaba vistiendo viendo el cuerpo desnudo e inmóvil de Venancio acostado en la cama, se despidieron con una sonrisa, jocosamente el “niño” hizo ademanes de manosearse el bulto vestido en señal de aprobación e identidad sexual, al ver eso, Venancio ampliaba su sonrisa de aprobación estirándose el pene con los dedos de su mano izquierda doblando sus piernas abriéndolas en señal de aprobación por lo que antes habían hecho en la cama, al cerrar la puerta por parte del “niño” Venancio quedó pensativo rascándose el traserito, caminaba descalzo y desnudo hacia la ventana viendo a lo lejos al “niño” que se dirigía al garaje, ese despertar sexual pese a no ser tan sorpresivo para él pues ya lo había experimentado antes con su amiguito y su vecino le hizo bostezar y meditar lo que había hecho con el “niño”; los días pasaron, uno tras otro galopaban arremetiéndose sin tregua, y en cada uno de ellos una parte del sueño del “niño” era arrastrado, no comprendía el motivo por el que estaba separándose de Venancio, cada vez era más la distancia, cada vez era menos el tiempo que lo veía y peor aún era el hecho de que casi no habían intercambiado palabra alguna, todo era silencio salvo un agonizante “¡hola!” “¿Cómo estás?” esto sucedía cuando se cruzaban por la casona, pero inútiles eran estas palabras pues el viento se las llevaba, el “niño” quedaba estático al no saber cómo actuar, sentía el alejamiento de Venancio, simplemente resignado trataba de capturar hasta la última brisa que había quedado impregnado con su perfume cuando se encontraban algo cerca o al pasar, de vez en cuando no podía dejar de torturarse volviendo el rostro hacia la lejanía de sus pasos mostrando su angustia, estaba tratando de memorizar cada detalle de su espalda, de recordar su piel morena clara, el recuerdo de sentir esa tersa piel, el recordar cómo se sentía cuando sus manos acariciaban ese traserito tan frágil, delicado y suave como la más fina de las sedas, el “niño” a solas en su cuarto suspiraba pensando en Venancio, estaba obsesionado por el vivir nuevamente esos mágicos momentos en que lo tenía a Venancio entre sus brazos, como un enamorado celoso a cierta distancia prudente siempre se encontraba al acecho de sus movimientos para poder producir un «Encuentro Casual», allí estaba el “niño” tratando de camuflarse tras un árbol que se encuentra en el gran jardín, atento a cualquier movimiento y sin darle importancia al cansancio generado por las dos horas que llevaba en su tarea, sí, dos horas de vigilia, esos eran los tiempos a los que empleaba para la espera de poder observar a su precioso Venancio, el deseo se transformaba en obsesión, en aquel tiempo de espera ahora solo veía como la oscuridad se apoderaba del cielo y el frío viento comenzaba a roer los huesos, todo el paisaje parecía cambiar cuando la noche reinaba, todo era más deprimente, lúgubre y misterioso sin verle, sin siquiera observar la silueta de ese precioso nene hijo del patrón Squeo, el “niño” se dio cuenta que todo se había transformado en algo bizarro, y lo más chocante fue que dio cuenta que todo su ser era parte de esta metamorfosis, para él era el raro sentir que nunca había actuado de esa manera tan angustiosa empleando prolongadas esperas, definitivamente esa persona no era él, nunca en su vida había sentido celos, pues nunca se enamoró de nadie pese a que ya estaba dispuesto a sentir ese amor que todos dicen ser tan especial, y que analizando detenidamente la situación en que se encontraba sentía algo de equivocación por sus actos, pues estaba casi seguro de que no era amor tan evidente, solo era un deseo extremo por poder poseerlo de nuevo pero Venancio rehuía dando muestras de recelo con su accionar, se había creado una cierta vergüenza al verlo, seguramente por recelo estando junto a su padre Squeo y a su madre, el anhelo de ser el que robe su virginidad seguramente le estimulaba el celo y el deseo persistente de tenerlo junto a su persona, en su mente se dibujaba la ilusión de ser el que penetre su tierno traserito y dilatar su pequeño hoyito y más aún el que se sienta completamente dentro de las entrañas, esa era la meta, así, los labios del “niño” dibujaron una sonrisa burlona de sí mismo, empezando a reprocharse en silencio, al rato, los pasos del “niño” ya estaban en movimiento trazando un camino al que seguía sin replica alguna, mas empezó a notar que en la casa de Venancio se aproximaba paso a paso cercano, y como siempre las jugarretas del destino no se hicieron esperar, pues cuando el “niño” se encontraba pasando frente al jardín junto al garaje, la puerta se abrió dando pase a tres figuritas juguetonas con pasos veloces, pero le llamó la atención una de las que iban caminando, observó sus pasos al levantar la mirada y ver al que cruzaba por su costado, mirando de reojo el nene pudo advertir la sorpresa y confusión que se generaron en su rostro de aquel “niño”, que turnaba sus miradas entre esos amiguitos de escuela y en el “niño” sin saber qué hacer ante ese encuentro de nenes humildes del barrio donde antes vivía Venancio, uno de sus compañeritos se percató de la sospechosa actitud altiva de Venancio, se conocía de esa actitud tras ser hijo del patrón Squeo, empezaba a expresar aires de grandeza sobre todo cuando se encontraba junto a sus amiguitos de barrio humilde, así Venancio empezaba a soltar risitas cómplices sin disimulo, obviamente él ya sabía lo sucedido mientras que el otro amiguito preguntaba insistentemente el motivo por el cual se estaba riendo, esta situación fue suficiente para que empezara a sonrojarse el rostro del pequeño, empezó a sufrir reiterados empujones por parte del amigo cómplice, que al parecer tenía toda la intención de ser presentados quien sabe para qué, Venancio aún abochornado reaccionó ante la insistencia de su amiguito dando unos pasos y con una sonrisa media forzada levantó su mano en ademán de saludar al “niño”, esto inevitablemente trajo recuerdos donde esa misma mano de piel morena clara se había posado en el pene, estos pensamientos al “niño” casi le hacen volver al estado estúpido y sumiso en el que se había encontrado unos minutos antes, pero desde el fondo de su ser comenzaron a emerger el deseo de hacerlo suyo nuevamente en aquella cama espaciosa del cuarto de arriba, ante su saludo el que encerraba un llamado para correr a sus pies, obtuvo simplemente un movimiento de la cabeza del “niño” de arriba hacia abajo como señal de saludo ni siquiera se detuvieron sus pasos que marchaban seguros y serenos hacia el encuentro de tareas de trabajo, el “niño” vio a Venancio que se metía en la casona a hacer tareas con sus amiguitos, desde el cuarto se escuchaba las algarabías de los niños, al pasar el tiempo uno de los niños amiguitos de Venancio paseaba por el jardín con un vaso que contenía ensalada de frutas y helado, ya no se escuchaba ruidos en la habitación de Venancio, aquel nene caminaba solitario por un buen rato en aquel amplio jardín, pasaron los minutos y Venancio junto con su otro amiguito el más pequeño de estatura se juntaban al otro amiguito, el “niño” podía ver que los tres pequeños vestían el uniforme de la escuela, que el nene con el que había bajado Venancio se acomodaba el pantalón metiéndose la mano por el traserito, y la saca oliéndose los dedos, Venancio en cambio metía la mano dentro del pantalón manoseándose el pene y al sacar la mano la pasaba por la nariz, al poco rato el auto que manejaba Ramón el padrastro del “niño” se estacionaba para llevar a casa a los pequeños, Venancio se despidió agitando la mano en señal de despedida, al girar sobre sus talones se vio enfrente de la presencia del “niño”, emitieron una sonrisa cómplice con evidente recelo, el pequeño apresuró el paso, mientras que el “niño” lo veía adentrase en la casona, el “niño” de catorce años pudo notar con reojo que era observado por Venancio desde la cortina deslizada de la habitación, la cortina cubrió completamente la ventana haciendo el ambiente un poco oscuro ante la escasa presencia del sol, se sacó los zapatos y los calcetines, se acostó en la cama poniendo su cabeza sobre las almohadas viéndose sus pies agitados, cerró los ojos para ver el rostro de su padre Squeo muy amplio de sonrisa y orgullo diciendo con voz retumbante: “tus pies son mis pies, tus orejas son mis orejas, hijo mío, eres mi orgullo, mi pedacito de gente”, aún con los ojos cerrados Venancio emitía una amplia sonrisa, tiempo después de suspiros y bostezos el precioso nene abrió los ojos para volverse a ver los pies, sentía orgullo de saberse hijo carnal de aquel poderoso hombre, Squeo, los dedos de sus manos recorrían por las orejas y su risa se hacía más amplia, vio su pantalón, se imaginaba como estaría su penecito luego de aquella travesura hecha con su amiguito hace pocos minutos estando a solas, no se había percatado de subirse la cremallera, ante el apuro, se notaba la tela vista de su calzoncillo, decidió abrir correa y deslizar su pantalón poniéndolo sobre la silla junto a la camisa, volvió a acostarse, viéndose los pies y su mano deslizándose metida dentro del calzoncillo estirándose el penecito, cerraba los ojos mordiendo los labios al sentir placer, deseaba más así que deslizó el calzoncillo por los muslos liberando el pene viéndolo erecto por unos instantes haciendo masturbe con menor complejidad, con más gusto y deseo cerraba los ojos, al estirar el pene recordaba lo que había hecho con su amiguito de escuela, el de menor estatura al que todo mundo lo molestaba por tener un carácter dócil, sin duda que era un niño de carácter débil, con estereotipos por su estatura, cual fue la sorpresa de Venancio que al abrir los ojos dio cuenta de la presencia del “niño” arrimado al borde de la puerta la cual fue cerrada de forma instantánea, un cúmulo de recelo invadió al nene al verse descubierto en esa acción, pero que sin reacción alguna se dejó llevar por el “niño” que se acercó acariciándole el pelo viéndole fijamente a los ojos, de inmediato con sus manos deslizó el calzoncillo dejándolo junto al resto del uniforme escolar, Venancio quiso decir palabra pero el dedo índice del “niño” pegado en los labios lo impidió en señal que haga silencio, el dedo del “niño” rozaba los labios de Venancio llevándoselo luego a sus labios besando el dedo repetidamente, Venancio al ver esa acción sonreía mucho haciéndole también sonreír al “niño”, sin perder tiempo el “niño” se despojaba de su ropa quedando al mismo nivel de desnudo que Venancio, el cuerpo del pequeño recibió sobre sí al cuerpo del “niño” de una forma muy lenta y suave cuyos penes se frotaban al moviendo de alzar y bajar caderas, ambas pieles, ambos cuerpos, ambas almas, se sentían, se deseaban, Venancio aportó con movimientos de manos sobre la espalda del “niño” aceptándose el dejarse llevar, el “niño” cerraba los ojos abriendo la boca en señal de gusto y placer, al cerrar los ojos su mente se transportaba al gusto de haberlo logrado, todos esos sueños, todas esas fantasías en el cuarto estando a solas se cumplía, sí, se estaba cumpliendo, con gesto de inquietud el “niño” le preguntaba con tono de verdad “dime… se lo hiciste así?” “ehh?” “¿así?” “¡dime!” “¡dime!” Venancio sorprendido por las preguntas quedó en silencio pero ante los movimientos de pene y besos en mejillas y frente que recibía del “niño” no necesitó de palabras sino de los roces de las manos haciendo la lectura corporal como respuesta a lo que el “niño” aspiraba a enterarse, así, el hermoso nene de ocho años asintió, el “niño” esbozó una amplia sonrisa, ahora Venancio sentía los movimientos más acelerados en su pene, pujaba y pujaba por el peso de ese cuerpo de catorce años sobre el ligero cuerpo de ocho años, en la cama se los veía unidos cuyas pelvis se movían, sintieron la soledad del lugar pues estaban a solas en ese cuarto sin testigos adultos, de eso dio cuenta el “niño”, por eso estaba allí de sorpresa en ese cuarto amándose, unieron las frentes y se dieron besos, el niño le preguntó: “¿hicieron esto?” a lo que Venancio contestó moviendo negativamente el rostro, a lo que el niño dijo “menos mal” con sus labios recorrió el pecho y abdomen del Venancio llegando a lamerle el tronco del pene y los testículos, le preguntó: “¿hicieron esto?” el niño dejó pasar unos segundos antes de contestar negativamente, el “niño” se limitó a reír, sabía que Venancio mentía piadosamente, y así le dijo que debía hacerlo para que se voltee quedando Venancio de cara a las almohadas, puso una de ellas sobre el abdomen, haciendo empinado el traserito al que lo besó en los glúteos de una forma muy constante, dejando restos ensalivados en la piel impregnados producto del recorrido de la lengua, las manos daban ligeros masajes para ennoblecer la tensión corporal creada en el nene de ocho años, con esas acciones estaba dándole seguridad y relax al pequeño Venancio Alberto, de pronto sintió en su traserito el movimiento de lengua y saliva para luego sentir como el trozo de carne viril rozaba la entrada del ano, el niño le preguntó: “También hiciste esto?” “¿o te hicieron esto?” a lo que el pequeño Venancio respondió un rotundo “si” acotando pujes y jadeos, el muchacho conocido cordialmente como el “niño” volvió a preguntarle: “¿pero no le dejaste leche, verdad?” Venancio sonriente movió negativamente la cabeza, era obvio que no a sus ocho años, el “niño” sonrió y continuó con esos movimientos de pene diciéndole “ahora vas a sentir rico” “verás” el glande ensalivado entraba lentamente entre la separación de los glúteos, con el tiempo en esos roces Venancio pedía ya no porque sentía dolor, así que el glande ahora rozaba por entre los glúteos llegando al coxis y sobre la espalda se notaba el semen salido del pene del “niño” que se deslizaba sobre la piel de la espalda de Venancio, la cara del “niño” se posó sobre la cabeza del pequeño Venancio, su carita vio los dedos de sus manos entrelazados con los del niño, “así” “así” “así… me gustas Venancio” “sé que también te gusto… Venancio” “Vamos a hacerlo más seguido” “¿Quieres?” Venancio desde lo más profundo de sus entrañas sacó un emotivo y decidido “Siiiiii” lentamente se pusieron en pie con cuidado de no manchar las sábanas con semen, parados descalzos sobre el piso se pasaban las manos sobre las caderas besándose prolongadamente, poco brillo en la espalda se podría apreciar del semen allí impregnado debido al ambiente semi oscuro de la habitación lo cual les permitía sentirse más íntimamente, los dedos alargados del “niño” pasaban por los labios de Venancio, le dio un beso en la frente para luego con papel limpiarse el resto de semen del glande preguntándole: “¿volverías a hacerlo… te dejas?”, Venancio asintió mostrando seguridad en lo dicho y entró al baño a asearse mientras que el niño abría la puerta saliendo de la habitación en forma presurosa para que no notaran su presencia por el lugar, se sentía raro pues a sus catorce años tenía ya una gran atracción por un pequeño de ocho años como Venancio, aún más atracción que sentiría en comparación que por aquel dueño de la abacería llamado Jasmani quien lo desvirgó y también por Contardo su amante hijo del patrón Squeo, ironía, ahora sostenía relaciones con ambos medio hermanos hijos del patrón Squeo, al abrir la puerta que conduce al garaje su sangre instantáneamente se heló viendo en su delante el rostro fruncido del recién llegado dueño de la casona, el niño le hizo la venia y Squeo hacía ademanes con la mano señalando lo que debería hacerle al auto en reparación, le informó que su hijo Contardo estaría en pocas semanas arribando al país y necesitaba bien arreglado y bien pulido su auto, el “niño” se limitó a escuchar y mover afirmativamente sin articular palabra alguna, para el “niño” y Venancio la llegada de Contardo sería de gran significación en sus vidas.
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Teodomiro pensativo hacía boconadas de humo de fino tabaco cubano muy apetecido en la época, regresaba de un evento deportivo colegial en el que el protagonista era su nieto Gustavo Andrés Teodomiro nacido el 30 de noviembre de 1941, el muchacho era hijo de su difunto hijo Teodomiro y Josefina Bounanote, Teodomiro fue asesinado precisamente por el padre de Josefina, Gustavo Pozzo a quien luego se lo encontraría colgado, su nieto Gustavo Andrés Teodomiro luego en cinco meses de ese año de 1959 ya cumpliría la mayoría de edad, su ilusión de abuelo es que su nieto continuase con su legado de administrar empresas que había logrado, a pesar que la vida con él en cuanto a la organización de su hogar no había sido felizmente aceptable, Teodomiro, nacido en 1899 ya cumpliría en este año su aniversario sesenta, se veía descompensado por tantas malas noticias de sus familiares, sus tres hijos habían fallecido de forma por demás agónica y dramática, como si un karma lo siguiese, sólo le quedaban su hijo y nieto, su vida había sido difícil, en la tranquilidad de su zona de confort empezó a recordar aquellos años de su infancia allá por la pradera del país de la canela de los años primeros del naciente siglo XX, se recordaba descalzo haraposo pero feliz a su tierna edad, en el jacal donde vivía se escuchaba el rumor de las olas, la pobreza imperaba así como las castas sociales en una brecha bien definida por aquellos años de infancia de Teodomiro, los terrateniente eran los amos predominantes de la extensa tierra, el comercio y los hombres, su padre Rogasiano nacido en 1878 era hijo de una mujer indígena y un hombre blanco que la engañó a los pocos meses de nacido, la madre murió por problemas de insalubridad y hacinamiento en la más grande pobreza, fue abandonada por el padre pese a que al principio de saberse padre dio una cantidad de dinero prometiéndole seguirle dando pero todo acabó allí, la mujer y su tierno hijo fueron abandonados a su suerte, a temprana edad le tocó de trabajar, fue cedido a una familia para que se alimentase y viviese cómodamente a cambio de trabajar, allí pasó la gran parte de su vida como ciervo, conoció a un caporal que antes había trabajado en la estancia de aquel hombre blanco de apellido Peñalba, aquel hombre al que Rogasiano tendría como referencia su nombre: Amarildo, aquel hombre blanco que disfrutó de los manjares vírgenes de su madre, aquel único hombre al que Críspula su madre se le entregó, su único amor carnal, Rogasiano era el fruto de aquel amor del patrón con la joven indígena, al cabo de los años ese niño se forjó como un hombre ejemplar, la familia de ancianos que lo acogió le formaron el carácter y le hicieron conocer las letras y el protocolo, a la muerte de los ancianos Rogaciano heredó esos bienes los que ahora su hijo Teodomiro ha logrado incrementarlo, el obeso hombre descendiente de indígenas y blancos vio la foto de sus padres fijando la mirada en el rostro de su padre, su mano la llevó al pecho, saliéndole lagrimas recorriendo las comisuras del rostro, Rogasiano había sufrido mucho, inclusive la muerte a su tierna edad estuvo cerca de llevarlo por inanición, aquellos esposos lograron el milagro de la vida, la idea de pensamiento en Teodomiro se diluyeron al entrar súbitamente su hijo, el único que le quedaba con vida, Adrián Fernando, de casi quince años, padre e hijo abrazados miraban el rostro de los padres de Teodomiro, el muchacho estaba animado a escuchar el relato de su padre, deseaba saber su origen, Teodomiro con tranquilidad manifestaba a su hijo que descendía de múltiples razas, de allí su color de piel, morena clara, le habló de su abuelo Rogasiano y su abuela Críspula, de los avatares que tuvieron que pasar para subsistir y de lo que Rogasiano consiguió con su habilidad en los negocios, algo que al ser heredado por Teodomiro se fue multiplicando, abrazó a su hijo, era tanta la emoción en el relato desarrollado que el muchacho vio por vez primera temblar emocionado a su padre, no era para menos, tenía sentimientos encontrados, primero la pérdida de la hija y ahora la recuperación de su hijo, lo abrazaba tanto acariciándole el pelo, era junto con su nieto las razones de su vida, Teodomiro habló pausadamente mientras el muchacho observaba atento al cuadro de sus ancestros, la emoción se hizo más fuerte cuando el muchacho preguntó por su madre, Teodomiro hizo pausa, los ojos clavados en los de su hijo con aire autoritario, respiró hondo para luego salir de sus labios la expresión lamentable de que estaba muerta, ella murió al parirlo, los ojos de Adrián Fernando se humedecieron, confirmaba lo que sus padres adoptivos le dieron como noticia reciente, sólo sabía de su fallecimiento ahora, el reloj cucú dio paso a las tonadas de la noche entrando en su apogeo, era hora de cenar, llegaron a un lugar elegante de la ciudad, donde frecuentaban industriales y empresarios de comercio, los saludos no se hacían esperar, Adrián Fernando miraba con cierto recelo a los amigos de su padre, era presentado como su hijo oficial, notó la frialdad de cierto personaje de avanzada edad el cual su padre hizo indiferencia, el anciano iba acompañado de una elegante muchacha, Teodomiro los conocía, según la prensa el nueve de septiembre de 1959 aquella jovencita cumpliría sus quince años de vida, faltaban tres meses para el gran suceso, el orgulloso anciano hacía gala de la presencia de su nieta, hija de su difunto hijo Mateo, el obeso hombre vio a su hijo muy atento a lo que la jovencita se movía cercana a la mesa de ambos, el destino quiso que la mirada de ella se cruzase sobre la de él, ambos chicos rayaban por la misma edad en aquel mismo año del nacimiento de sus vidas, ella turbada de verlo sonrió cabizbaja, como siempre prudente, él insistente, Teodomiro con prudencia contemplaba la escena, estaba orgulloso de que su hijo le atraiga el sexo opuesto, dejó a un lado la servilleta para disponerse a comer, mientras entraba bocado en su boca miraba intermitente a la mesa donde la muchacha respondía sonriente, el anciano no daba cuenta de aquello pues estaba concentrado degustando de su fino y caro potaje, Teodomiro apretó los cubierto al ver al anciano, masticaba con furia, le molestaba la presencia del anciano, pero sentía complacencia de que su hijo fuese atraído por la hija del anciano, la comida continuó sirviéndose, ella de más lo miraba atento, en verdad notaba la virilidad en el muchacho, sus labios rosáceos delimitaban una sonrisa atenta con cierto aire de coquetería típico de jovencitas de la época, Adrián Fernando era atento a los movimientos de la muchacha, de súbito se cayó una prenda de su ropa in darse cuenta quedando en el piso, al disponerse a partir, Adrián Fernando se levantó de la mesa yendo a recoger la prenda y al dar unos pasos se acercó a la muchacha estirando la mano para ser entregada la prenda, hizo una reverencia de agradecimiento y al ser entregada las manos se rozaron lenta y suavemente sin dejarse de mirar con una sonrisa, Victoria Arichabala comprobaba más de cerca que Adrián Fernando era un muchacho muy guapo, con presencia, no lo había visto por aquellos lugares donde frecuentaba, Fulgencio Arichabala se limitó cortésmente a estrecharle la mano en señal de agradecimiento y felicitarlo por aquellos buenos valores aprendidos en su hogar, todo eso a vista de Teodomiro que en lugar lejano dejaba caer comida por la comisura de sus labios, Adrián Fernando quedo parado viéndola partir, le había llamado mucho la atención, al regresar a la mesa recibió elogios de su padre, mientras comía su mirada era en la ventana viendo pasar transeúntes allí en ese lugar donde antes estaba estacionado el lujoso auto que llevaba de regreso a la mansión Arichabala, también en Victoria estaba presente el recuerdo de aquel hermoso joven.
FIN DEL DUCENTÉSIMO TERCER EPISODIO
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