METAMORFOSIS 205
Montaña.
Lo agreste y frío del lugar ameritaba siempre tomar en cuenta el precavido paso para llegar al pueblo de la montaña, se podía ver a una venerable anciana arrinconada en el soportal de una antigua vivienda marcando a un pequeño, la madre biológica lo había abandonado para irse con otro hombre que la había convencido para hacer una nueva vida y en ella no estaba en los planes la presencia del pequeño, era lo único que tenía en el mundo pero una tos fuerte minaba la salud de la anciana que pese a breves potajes simples trataba de subsistir con la criatura llegando a la mendicidad, los transeúntes que por cierto eran pocos la miraban con pena dándole cualquier alimento, les partía el alma verla con el varoncito a su cargo, muchas ocasiones trataron de convencerla que diese al niño a las familias pudientes del lugar pero ella lo rechazaba, aspiraba a que su madre o algún familiar viniese a cuidarlo, esa había su promesa, pues ya consideraba que su tiempo de vida a su edad era muy corto subsistir, así una tarde su salud se complicó quedando postrada en la calle con el niño llorando a causa del frío y hambre, los movimientos de la noble mujer samaritana eran lentos, su cuerpo no respondía, fue recogida por unos brazos que la llevaron marcada igual que al niño que la acompañaba, el lugar donde despertó era acogedor con limpias sabanas cubriendo su humilde cuerpo, a su lado estaba el niño durmiendo a plácemes, quiso levantarse pero el fuerte mareo no se lo permitía, su poca visión no impidió que tenga un fuerte sobresalto viendo la entrada de una prestante dama con amplia sonrisa que le calmaba acariciándole la frente con las manos, le pedía que se tranquilice pues ya pronto se sentiría mejor, la anciana se dejó estar acostada, vio a una mujer que le suministraba medicina oral la cual tomaba con recelo pues la mirada de aquella mujer altiva inspiraba confianza en la anciana, respondió a varias preguntas, sobre todo lo referente al niño, la anciana no supo definir el nombre del padre pues la madre del pequeño nunca le informó del particular, solo llegó a dar a luz con la madre y ésta al año lo abandonó a sus suerte, lamentable la vida de los familiares del pequeño que fueron dejándolo, la mujer prestante escuchaba con atención lo que decía la anciana referente a que ese niño sólo la tenía a ella en el mundo, la mujer le ofreció estadía por el tiempo que deseaba estar, la anciana agradeció por su “morito” como le llamaba por su piel morena clara y pues también así le decía porque aún no era bautizado a pesar de la edad que tenía, la madre lo tuvo unos meses y se fue con otro dejándolo con la esperanza de algún día volverlo a ver, ahora el pequeño ya no deambulará por esas frías calles de la mano de su “abuela” tendrá un hogar con esa gente acomodada, la mujer samaritana esperaba con ansias la llegada de su esposo, quería informarle la buena nueva de sus decisiones de hospedaje para con la anciana, al llegar su rictus de abolengo hizo contraste con el ánimo de la esposa, fueron tantas las lisonjas para que éste pudiera aceptar que al final aceptó por el amor a su esposa, fue a conocer a la anciana y al pequeño, el hombre adinerado lo marcó constatando lo sano del pequeño, la anciana se había preocupado por la salud del nene que de la suya, el hombre valoró aquella actitud, haciendo que la anciana tenga una mejor forma de vida en su nuevo hogar, así, al pasar el tiempo se la veía junto a la dueña de casa tejiendo y enseñando viejas actividades de hogar de formas ancestrales, el hombre estaba complacido pues su mujer había encontrado una adecuada compañía complementada con el niño, es decir, su mujer tenía una razón acertada de vivir, lejos quedaba aquella mujer triste, su luz de vida sin duda era aquel nene que ya cumpliría tres años en diciembre de 1959, el dueño de casa vio alegre a su mujer, ese niño era el lleno de aquel vacío dejado por la muerte en gestación de su pequeño hijo, hubieron varios intentos de la mujer por tener pero todo era infructuoso, de eso la anciana se enteró dentro de las múltiples pláticas que tenían a la hora de bordar o en los paseos por los alrededores de la propiedad recolectando frutas, la anciana le aconsejó que bebiese unos potajes ancestrales que fortalecían la fecundidad de las mujeres, la anciana descendía de indígenas y tenía claro el detalle de molestia de la mujer, la convenció que la hiciese en homenaje al amor que le tenía a su esposo y para maravilla de todos a las pocas semanas se supo que ella estaba esperando un hijo, el hombre la llevó a la ciudad a pasar toda la dieta de embarazo con los máximos cuidados sin importar costo alguno, conforme avanzaba la gestación se podía notar que el vientre de la mujer llevaba un niño varón, el hombre al saberlo saltaba de la alegría, los médicos que asistieron en el parto mostraban alegres el nacimiento del pequeño, el hombre lloraba como un niño cuando se le da el juguete más preciado, su linaje estaba en franca perpetuidad, su descendencia continuará en el mundo, su mujer le había premiado con un ser maravilloso, un varón, que llevará el apellido paterno compuesto: Izurieta Mora-Bosen y tendrá como nombres: Luis Adrián Daniel, aquellos nombres de sus tres últimos varones descendientes de su familia, le había nacido con piel blanca como el armiño, de pelo castaño claro formado por el tiempo, a las pocas semanas los dos niños se bautizaban, al mayor de cuatro años el cura párroco del pueblo dirá a través de sus labios los nombres de Ítalo Javier a petición de la “abuela” del pequeño que fueron los nombres de su padre y abuelo, la ceremonia fue fastuosa, desde ese momento el pequeño de cuatro años formaría parte de aquella familia, aquel pequeño era hijo de la “niña”, su estrella de vida ya se estaba puliendo en el firmamento sobre aquellas tortuosas montañas de características agrestes.
*******
Pedro Artemio en la gran manzana trabajaba muy arduamente pensando en volver al país de la canela dejando todos sus actos resueltos en la consultoría económica, su interés era de traer a su hijo y esposa al país del norte pero también consideraba dejarlos un tiempo allá, aún definía su situación en la que estaba meditando cuando de pronto siente la presencia de aquella hermosa mujer, que en los últimos meses lo había prendado de atracción, lo saludó de forma más que cordial invitándolo a la salida del edificio para ir a su vivienda pues le iba a preparar una suculenta cena nativa, esa invitación fue aceptada por Pedro Artemio, la mujer cocinaba con esmero, el hombre lo hacía también de mejor forma en la isla de la lujosa cocina, de pronto sintió que unos brazos lo rodeaban por la cintura, el rosto de ella se posaba sobre el hombro de Pedro Artemio, las manos subieron al pecho velludo desabotonando la camisa, dio vuelta y luego de mirarse fijamente se dieron prolongados apasionados besos, apagaron la cocina, así abrazados caminaron besándose sin separar sus labios, desde la ventana furtivamente cuatro ojos juveniles los miraban discretamente, vieron hasta que cerraron la puerta, los dos muchachos se arrimaron uniendo sus piernas viéndose cómo se formaban sus respectivos bultos formándose en los shorts, reían de lo que habían visto, ahora ellos se deslizaban el short viéndose los penes erectos, escuchaban los gemidos allí arrimados a la pared, se tomaron los penes agitándolos rápidamente, el más pequeño se acostó en la humanidad del muchacho mayor, se veía las pelvis unidas alzando y bajándola haciendo que los penes se rocen, luego el pequeño se sentó sobre su amigo haciendo deslizar el trasero desnudo en aquella pelvis peluda, de pronto se apartaron al oír un grito femenino, pues la mujer había exclamado incomodidad al momento en que Pedro Artemio trataba de penetrarla, segundos después ella se disculpaba, es que hacía tantos años que no realizaba el amor, desde aquella ocasión en que fue violada y se notaba que aún no había superado el trauma vivido en el país de la canela, Pedro Artemio decidió sentarse a consolarla en el extremo de la cama, ella miraba el pene erecto, sus manos lentamente trataban de tocarlo pero una fuerza hacía repulsivo su movimiento, ella sólo sabía de lo que se trataba su indisponibilidad, él lo desconocía, por eso su extrañeza, de verla así temerosa, sus manos rozaban el cuello a manera de masajes tratando de consolarla, luego recorrieron sus mejillas quitándole las lágrimas, los muchachos vieron la triste escena, ya sus penes flácidos estaban dentro del short, uno de ellos se preocupaba por ella, quiso intervenir pensando que el hombre le había hecho daño pero la mano de su amigo le impidió llevándolo lejos de donde estaban, al rato vieron a la pareja salir abrazados y acongojados, la mujer le dio un beso en la mejilla en señal de disculpas, vio partir a Pedro Artemio, de pronto unos brazos juveniles rodeaban la cintura de la mujer, esa acción era bálsamo de bienestar para ella, le dio de besos en el pelo diciéndole que lo quería mucho, lejos tras un árbol el amigo del muchacho observaba la escena sin dejarse de manosear el pene por dentro del short, se había perdido la oportunidad de hacerle el amor como a él le gustaba si no hubiese sido por la escucha de aquellos gritos desgarradores pero no perdía la esperanza de hacerlo próximamente.
*******
Jasmani pensaba en su futuro, en próximas semanas Squeo y su hijo Contardo estarían en esta propiedad, según los rumores, por eso, no deseaba ser visto, sería el acabose, ellos lo tenían por muerto, pensaba en renunciar e irse lejos, pero el deseo sexual por las mujeres y niños del sitio lo contenía, más aún, su bisexualidad se definía ante la figura del pequeño Aarón que mientras crecía se convertía en un hermoso niño que se dejaba hacer todo cuanto él decía y proponía con la excusa de ser su “papi”, aquel hombre estaba en una encrucijada, deseaba buscar la mejor solución a su problema, pensaba en ausentarse por un tiempo aduciendo cualquier causa, pero… ¿Dónde ir ? pensó, debía estar muy lejos, y de pronto supo dónde, su cara dibujó una amplia sonrisa, sabía a donde ir, “¡a las montañas!”, exclamó, allí hay trabajo duro y fue desde allí donde hizo un capital con el que creó su abacería, volvería a aquel lugar recio, mientras lo pensaba se ventilaba con un trapo agitándose el cuerpo sudoroso por el calor imperante, estaba acostado en la cama cuando de pronto escuchó unos pasos cerca que hacían sonar el piso de hojas y ramas secas, atisbó por la puerta a la figura de Aarón que tenía consigo portando una resortera, estaba cazando animalitos menores, el inquieto niño de cinco años llevaba puesta una sandalias brillosas propias de la moda de época de mediados del siglo XX, y un pantaloncito corto con tirantes portando con una camisa desarreglada sobresalida un tanto de sus tirantes por los bruscos movimientos de su actividad cazadora, se podía notar la delimitación en la tela de su traserito voluminoso, el niño crecía conjuntamente con sus piernas rellenitas y su traserito jugoso, al solo verlo el pene de Jasmani se puso bien erecto amoldándose a la tela de su short que solo tenía puesto, vio hacia la casona, en su interior el patrón conversaba la previa de los preparativos la visita de sus socios comerciales con unos emisarios llegados de la capital para dejar listo todo detalle, con el patrón estaban su mujer y su hijo atentos a lo que se les instruía pues a más de los socios comerciales llegarían representantes delegados políticos y financieros del país de la canela y extranjeros, entonces, esto se convierte en un magno evento, se notaba la concentración de los empleados y peones en los visitantes, algunos estaban en la caballeriza viendo a los finos caballos de paso, otros observaban los huertos frutales y demás plantaciones aledañas en las que horas antes de su descanso vespertino y nocturno Jasmani ya lo había hecho al recorrer con ellos aquellos lugares y que ahora se encontraban con los patrones, Jasmani estaba en su zona de confort, Aarón continuaba caminando por los alrededores, Jasmani sentado en su cama se daba masajes en sus piernas estaba cabizbajo dándoselos cuando vio en el piso un par de sandalias brillosas, alzó lentamente la mirada cruzándose por las piernas rellenitas algo polvosas como las medias puestas, vio la cremallera a medio abrir, la mirada subió hasta ver el pecho polvoso y el rostro con amplia sonrisa cuyo pelo lacio estaba un poco despeinado, había entrado a visitar al que consideraba su ejemplo de confianza, su “papi” pero en realidad no era más que su iniciador sexual, el pequeño Aarón mostró su resortera algo floja de amarre, se sentaron en el borde de la cama para ayudarle a ajustarla, mientras lo hacía la mirada de Jasmani se posaba en la entrepierna del niño precisamente en aquella cremallera por donde se veía el calzoncillo blanco que llevaba puesto, el niño miraba los movimientos de mano de Jasmani en el ajuste de la cartuchera, tenía la boca abierta viendo con atención esos movimientos, sus labios rosáceos contenían saliva que los hacían brillosos, una manito tocó la resortera haciendo que las manos se rocen, eso hizo que diera cuenta Aarón de las miradas de Jasmani hacia su entrepierna, sonrieron de forma cómplice, una mano de Jasmani hizo deslizar el short que desde ya tenía amoldado el erecto pene que al ser liberado hizo un movimiento brusco de salida viéndolo libremente, Aarón viendo sonrió con amplitud, sus deditos voluntariamente deslizaron la cremallera haciendo que su pene lampiño quedase al descubierto de la misma forma que el de Jasmani, la manito de Aarón se deslizaba por el tronco del pene de su iniciador mientras el adulto estiraba el penecito del niño de cinco años, así, ambos se agitaban los penes, tenían necesidad acalorada de hacerlo, Jasmani le había hecho despertar esa necesidad al niño en cada encuentro, pero todo en secreto claro está, ahora los dedos pasaban sutilmente por los testículos infantiles, a más que el niño de a poco se iba recostando en la cama, eso bastó para que su iniciador lo colme de mimos y cosquillas así entraban en confianza, era la acostumbrada estrategia que Jasmani empleaba con los niños, llenarse de confianza primero para luego hacer lo que se debía, Aarón se tocaba el penecito estirándolo a órdenes de Jasmani mientras éste le besaba el pecho, llegando a sus labios donde se besaron intensamente pese a la diferencia de edades ya para ese momento el pequeño hijo de los patrones besaba muy bien con la lengua y se dejaba besar a placer, mientras lo besaba le preguntaba “¿quieres jugar?” Aarón respondía a su iniciador acostado en la cama con su acostumbrado movimiento de cara en forma afirmativa, al niño le pregunto si andaba con alguien y él respondió con un “no” salido de sus labios infantiles, lo dejó acostado en la cama pidiéndole que no se moviese de allí, Jasmani se puso el calzoncillo y salió a dar un recorrido por los alrededores del cuarto constatando la ausencia de los peones y otras personas, caminaba lento fumando un cigarrillo, fue a las caballerizas encontrándose a dos peones que al verlo continuaron prolijamente sus actividades, giró sobre sus talones, consideró que era el momento apropiado y fue presuroso a su cuarto, cerró la puerta y deslizó la tela de la ventana, vio hacia el interior y allí lo vio al niño que estaba acostado con los brazos estirados observando su resortera reparada, Aarón sonrió al verlo llegar, corrió hacia Jasmani “¡papi!” el hombre lo marcó dando vueltas besándole el le volvió a preguntar si deseaba “jugar” y el niño contestaba afirmativamente, consintiendo aquellos movimientos de manos de Jasmani que deslizaban su pantaloncito corto liberado de sus tirantes, para ese momento el niño tenía erecto el penecito, sonrieron al verlo agitarse a manos de Jasmani, la tela del pantaloncito se desliaba por las piernitas rellenitas del hasta ahora menor de los hijos del patrón Joaquin Valdés, las manos de Jasmani liberaban las sandalias y calcetines del niño, Jasmani disfrutaba de esos pies descalzos, los olió teniendo ese aroma a talco con el que finamente la empleada cuidaba del aseo personal del niño, esos pies eran planos con dedos alargados, pasó las manos por las piernitas suaves y sedosas del pequeño, las besó igual que besó los pies del niño que tanto gustaba sentirlos, desabotonó la camisa poniéndola junto a los tirantes, el pequeño ya estaba desnudo a plenitud, todavía tenía en sus manos la resortera, era su juguete por ahora preferido que lo manipulaba, “ven precioso, juguemos” esa orden para Aarón significaba acostarse de cara a la cama dejando a un lado la resortera, esperando a sentir el roce del glande de Jasmani en su traserito, el glande entraba a medias hasta la entrada del ano de piel sudorosa y suave, Jasmani estaba complacido haciéndole eso, se recostaba en la humanidad del niño oliendo y besándole el pelo perfumado de niño bien cuidado por su atenta madre y empleada a cargo de su aseo, “así, así, siempre deseo tenerte, mi bello príncipe” le decía al niño cuando se entrelazaban las manos aún acostado sobre el cuerpito rozándole el glande en el traserito alzando y bajando las caderas al mismo ritmo del movimiento del peludo erecto pene, debajo de su cuerpo adulto escuchaba los gemidos del niño a causa del peso recibido, sentía esa molestia característica que el glande hacía en su ano virginal, poco a poco Jasmani disfrutaba de ese cuerpo infantil a su paso por esa piel sedosa, la nariz la introducía dentro del pelo del infante y los labios chupaban ese pelito descendiendo esos labios hacia el cuello besándolo y lamiéndolo, Jasmani se apartó pensando en algo mejor a lo que estaba haciendo, le hizo señas al niño para que saliese de la cama dirigiéndose a la silla rustica de madera, allí puso sus glúteos sentado en la silla, Jasmani le acariciaba el pelo mirándole fijamente con gusto y placer diciéndole “en verdad, que eres muy lindo” “el más lindo de todos” “¡el más lindo!” esa afirmación la consolidaba acariciándole los brazos y piernas besándole repetidamente, así sentado le hizo abrir de piernas sujetándolas con sus manitos en el muslo a indicación de su iniciador, “así… quietecito” el huequito del culito quedaba bien al descubierto, le daba masajes en los glúteos, luego el glande rozaba esa parte del cuerpo de Aarón que suspiraba al sentir ese roce de carne en su potito, Jasmani cerraba los ojos mostrando complacencia ante la mirada del niño, estaba en éxtasis haciéndole eso y que le decía “siente, siente que es ricoooo” mientras pasaba el glande por la separación de los glúteos, luego lentamente viéndose a la cara constantemente Jasmani se arrodilló delante del niño bajándole las piernitas, ahora los piecitos estaban sobre el piso de tabla oliendo a diésel, los levantó un poco Jasmani empezó a besarle los pies, el niño cerraba los ojos en señal de gusto pues los labios y lengua de Jasmani ahora rozaba los muslos llegando a cubrir su boca con ese penecito lampiño de niño hermoso, Aarón abría los ojos, se miraban, “¿te gusta mi pequeño?” “¿te gusta que te lo haga así?” el niño respondía asintiendo, le gustaba mucho sentir aquello, era lo mejor para él en esos encuentros sexuales, precisamente al llegar a ese cuarto lo hizo pensando en que acabaría sintiendo eso, Aarón a su corta edad había desarrollado en parte esa necesidad de sentirse así siendo chupado su penecito lampiño de boca de la única persona que en secreto únicamente se lo hacía, su iniciador Jasmani, al que ahora le decía “papi” y entendía que ese “jueguito” era señal del amor que le tenía, así que los ojos del niño no paraban de mirar esos movimientos bucales de su iniciador, al mover la cara seguían viéndose y al sacar el pene de su boca intercambiaban sonrisas, eso complacía a Jasmani pues fortalecía la confianza, más, sabiendo de su presencia voluntaria allí que en los últimos tiempos se hacía más frecuentes las visitas del niño en ese cuarto apartado junto a las caballerizas y cercano también al garaje, las manitos de Aarón se apoyaban en el pelo del adulto que con su boca continuaba lamiendo y chupando sutilmente la piel del tronco del pene, le deslizó un poco el prepucio apareciendo solo la punta del glande rosáceo de ese pene infantil aún virgen de niño precioso, “me gusta chupártelo, es rico” Jasmani le decía eso mientras el pene infantil ensalivado lo pasaba por su rostro con leves arrugas por la edad de cincuentón, la cara del hombre se movía a efecto del paso deslizante del penecito en el rostro, hacia pausa para besar al penecito y decir “¡¡cómo me gusta esto!!” “¡¡cómo me gusta!!” “y… a ti” “¿verdad?” el niño respondía asintiendo, el pene seguía deslizándose por el rostro de su iniciador, poniéndolo debajo de su garganta junto a la manzana de Adán, el niño vio que el adulto se apartó y se puso en pie haciéndolo a él también hacer lo mismo, se inclinó un poco mientras el niño estaba parado totalmente desnudo en su delante, le besó la espalda y los glúteos, puso su cara adulta en la espalda del pequeño hijo del patrón, fue subiendo con besos por el cuerpo del pequeño “y pensar que todo esto es mío, mío, sólo mío” “¡de nadie más!” le dijo susurrándole al oído en una forma de voz suave y pausada con tintes eróticos que ya el niño iba asimilando, “ven” “ponte en la silla” ahora le hizo poner las rodillas sobre el asiento de la silla, sus manitos se apoyaron en el arco superior del espaldar de la silla donde colocaba su carita apoyada, Jasmani viéndolo en esa postura besaba repetidamente la espalda y traserito voluminoso del niño, abrió la separación de los glúteos y con una mano estaba tomándose el pene con la otra sostenía el traserito haciendo que el glande roce e intente penetrar en un movimiento de caderas de adelante hacia atrás ante el fijo traserito del niño cuya carita ya estaba apoyada en sus manitos sobre el marco del espaldar de la silla rústica que había en ese cuarto, “siente, siente lo rico que es” el niño fruncía el ceño “¿te gusta así, ehhh?” el pequeño asentía suspirando y pujando a la vez, no veía lo que le estaba haciendo, solo sentía ese roce y esa punteada de glande en su hoyito infantil, eso le gustaba cuando sentía la lengua pasar por la piel de sus glúteos y ese pene ensalivado de su iniciador al pasar por su traserito de niño encantador de carácter engreído por ser hijo de uno de los hombres más influyentes del país políticamente hablando, fue así que le hizo ese movimiento de pene por unos instantes, el adulto ex dueño de una abacería se complacía viendo su pene rozado la entrada del traserito del hijo del patrón, le gustaba ver cómo el glande adulto se deslizaba sobre entre los dos glúteos y quedaba ese glande venoso rojizo descansando sobre el coxis del niño que instintivamente al sentirlo alzaba y levantaba la cadera en señal de movimientos sexuales aprendidos por Jasmani, “¡calma… mi pequeño!” “¡ya pronto papi te va a dar lechita!” las caderitas se alzaban y bajaban “¡calma!” “¡mi pequeño!” se notaba ese movimiento de caderas del niño como deseando más de eso, Jasmani entendía viendo esos movimientos de cadera de Aarón “¡ya te lo paso!” cerró sus ojos y a su mente vino el recuerdo de Dina, la madre del pequeño Aarón, a quien también le daba sexo, sí, Dina, aquella mujer ahora preñada, recordaba aquellos varios momentos de encuentros en el río cuando le introducía el pene en la vagina, o aquellos momentos de pasión vividos en el dormitorio que ella compartía con sus esposo y que lo hacía también con su amante Jasmani, sonreía pensando en aquello pues las penetradas eran inolvidables en esa vagina de pelo lacio, ahora miraba fijamente el rostro del niño, veía en algo el rostro de la madre en él, sonreía, “¡eres muy lindo… mi pqueño!” “¡sí!” “¡muy lindo!” eso le decía mientras sentía el roce de su pene en el traserito del hijo de aquella mujer, cerrando los ojos asociaba esa cogida pensando en la idea que le estaba haciendo el amor precisamente en ese momento no a Aarón sino a Dina su madre, se imaginaba cogiéndola a ella, sonreía sintiendo con los ojos cerrados, lo sentía así pensando en lo preñada que estaba esa mujer, por su parte el niño concentraba su mente sintiendo aquel roce del glande en su traserito, se concentraba sintiendo con los ojos cerrados, así su metamorfosis se incrementaba con ese estímulo sexual al que se iba incrementando en cada encuentro con su “papi Jasmani” como cariñosamente le decía íntimamente, Aarón ya deseaba aquello acostumbrándose a sentir delicioso y lo demostraba relajándose y suspirando, Jasmani también lo entendió haciendo un más rápido movimiento de roce de glande en el culito del pequeño pero sin perder la sutilidad de sus caricias acercando su rosto a las orejas del pequeño lamiéndolas y diciéndole al oído “ves, te gusta jugar a esto tanto como a mí” “mi pequeño Aarón, eres muy lindo” “me encantas” mientras le decía eso lo apartaba de la silla y estuvo de inmediato llevándolo a acostar en la cama, allí acostado se abrió de piernas y el “papi Jasmani” continuó lamiéndole y chupándole el penecito, el hacía un alto para ver el rostro al niño comprobando con una sonrisa mutua que todo iba bien y que a él le gustaba, siguió lamiendo y chupando “¡lo tienes rico!” “¡sí!” “¡muy rico… mi nene precioso!” luego el iniciador se sentó con cuidado sobre el pecho del niño, alzó la cadera velluda y le pasó el glande del pene erecto por el pecho del niño, lo rozaba sobre las tetillas y lo fue acercando hacia el rostro del niño, el glande rozaba las mejillas y frente del pequeño Aarón, lo olía al ser pasado por la nariz y lo sentía al pasar por su rostro, “prueba de tu traserito, anda, mi pequeño” “eso mámalo así, así, así, mi hermoso Aarón, mi pequeño hermoso, así, asíiii” la boca del nene lamia y chupaba de ese pene velludo con venas bien definidas en la piel, pese a su grosor el glande entraba en la boca de Aarón, lo hacía tan bien que Jasmani no se pudo contener y el semen salió de su pene impactándose en el rostro del pequeño que al sentir ese líquido que se deslizaba en su carita empezó a sonreír viendo agitar el pene de su iniciador, el niño quedó quietecito a órdenes de su iniciador quien abre una gaveta sacando papel para limpiarle el rostro, mientras lo aseaba le preguntaba a su pequeño nene ¿quieres seguir jugando? “¿quieres que te lo siga chupando?” “¿eehhh?” sin dejar de sonreír asentía con su cabeza en señal de aprobación, ahora la boca de Jasmani se metía todo el penecito lampiño infantil haciéndole sexo oral al pequeño hijo del patrón, los pies se arrugaban con los dedos contraídos, se notaba el gusto del pequeño sentir ese sexo oral en su penecito lampiño, luego se sentó en el borde de la cama e hizo que el niño se siente con su traserito sobre el pene erecto que rozaba la separación de los glúteos al sentarse Aarón sobre su “papi Jasmani”, le hacía cabalgar al movimiento de sus muslos el pelito del niño se movía y sus manitos se alzaban doblándolas de una forma afeminada, sus piecitos se agitaban al viento, eso le gustaba ver a Jasmani, “¡tienes unos lindos pies mi amor!” “¡muy lindos!” es que en Aarón el adulto Jasmani ya estimulaba aquella metamorfosis, el niño de forma amanerada seguía moviendo sus bracitos con sus manitos agitadas mientras sus piecitos y piernitas de cinco años de edad, con delicia se deslizaba el pene en el traserito, “¡eso mi amor… as!” “¡así mi pequeño!” “¡goza!” “¡goza que eres mìo!” “¡sólo mío!” “¡soy tu papi!” “¡tu papi que te quiere mucho!” “¡sí!” “¡mucho!” “¡mucho!”, las manos del hombre rodeaban el abdomen del niño y sus labios besaban el cuello haciéndole mover el rostro de forma inclinada para poder besarlo, “eres muy lindo… ¿lo sabías?” “tienes un rico cuerpo… me gustas Aarón” “eres mío, mío, sólo mío, mi bebé” frases halagadoras que gustaban oír al pequeño, pues le tenía confianza a su iniciador, los piecitos con sus bien cortadas uñas se agitaban sobre las piernas velludas de Jasmani, separó al niño luego de tanto besarle el cuello, colocándolo recostado de cara al colchón con el trasero empinado sobre el borde la cama sencilla de aquel cuarto, el traserito era constantemente besado por Jasmani, pasándole la lengua en la separación de los glúteos “qué lindo lo tienes mi príncipe”, “me gustas mucho niño hermoso” las manos rozaban los glúteos, jocosamente pasó Jasmani su dedo gordo del pie a la entrada del ano, luego ensalivo su dedo medio y fue lubricando la entrada del ano virgen del nene, le dio vuelta, ahora sus piernitas se apoyaban en los hombros del adulto iniciador, Jasmani muy contento las sostenía acomodándolas de buena forma en una postura que era la de su mejor gusto y maniobra, es que el traserito quedaba bien expuesto igual que el penecito lampiño del niño, lo abrió y se puso a deslizar el glande tratando de puntearlo en varias ocasiones, las manitos de Aarón apretaban con puño la sábana, el rictus del pequeño se notaba desmejorado sintiendo la molestia de intención de penetración en su ano, “ya…. deeeejjjaaaa….… me dueleee” “yaaa” “yaaaa” “yaaaa, yaaa” “meee dueeeleee” Jasmani comprendió que debía detenerse, era lo mejor, ya antes lo había disfrutado, ahora había querido ir más allá, decidió parar pues en esta ocasión había hecho mucho sexo con el niño, no deseaba importunarlo, se jugaba la discreción, temía que el niño contase algo de lo sucedido en el cuarto, vio que tenía ganas de llorar, a tiempo se detuvo para consolarlo, aunque no negaba que le hubiese gustado disfrutar desvirgándolo en ese momento, le acarició las mejillas abarcándolo acostándolo en la cama haciéndole cosquillas con juegos sutiles que al niño le gustaban y precisamente era por falta de cariño paternal que su padre Joaquin Valdés no le prodigaba y era Jasmani el iniciador sexual del niño quien lo hacía ahora y en momentos de estar a solas, de ese vacío de cariño paternal se sostenía Jasmani para ganarse la confianza del pequeño ahora más cuando voluntariamente lo buscaba en el cuarto y no permitiría que se aleje por recelo así que le dijo frases motivadoras como “me gustas que vengas siempre aquí, mi pequeño” “te quiero mucho” “ven siempre aquí para jugar y divertirnos” “jugaremos siempre a lo que te gusta” “haré lo que digas mi niño precioso” al decir eso completaba con sus caricias ese sentimiento de apego mutuo además de mirarle fijamente al rostro al unir las frentes y acariciarle el pelo lacio sedoso que tenía el niño, gustoso estaba al escuchar de labios del pequeño “yo también te quiero mucho” “¡papi Jasmani!” ningún pequeño a los que estaba acostumbrado a hacerles el amor le habían dicho eso, sonrió ampliamente el adulto y le abrazó con ternura así se fueron poniendo acostaditos como estaban ahora respondiéndole al oído “yo te quiero, mucho, mucho, mucho, mi pequeño príncipe” “pues eso es lo que tú eres” “un príncipe, un hermoso príncipe hijo de reyes” “tus padres mandan aquí” “y tú a futuro serás un rey” Aarón gustaba oír esas historias fantasiosas de boca de su iniciador “yo haré que seas el próximo rey, te lo prometo” “¿lo deseas?” el niño respondió incrédulo con mirada dudosa, “¡de veras… te haré rey!” le dijo al niño viéndolo con seguridad y firmeza de vista, moviendo afirmativamente el rostro y dibujándose una sonrisa amplia reaccionó Aarón viendo la seguridad del rostro de su iniciador, al poco rato Jasmani comprendió que su estrategia de mimos y cosquillas habían reflotado como un salvavidas en la confianza y el cariño que el niño ahora le tenía, acostados de perfil viéndose se manosearon los cuerpos, se dieron prolongados besos con lengua hasta que el adulto le dijo al niño que ya era el momento de retirarse pues no deseaba que alguien los pudiera ver, Aarón no dejaba de mirar el pene peludo de Jasmani que al ver su mirada le dijo “algún día lo tendrás así”, al oír eso del adulto iniciador el pequeño simplemente sonrió, el adulto acostado desnudo en la cama lo vio vestirse, le dijo que se acerque, “dale un besito” el rostro de Aarón se acercó junto al erecto pene y dio de besos prolongados al glande mientras las manos de Jasmani acariciaban el pelo y el rostro del niño quien se despidió con una amplia sonrisa diciéndole inocentemente “¡no olvides lo que me prometiste!” “¡no lo olvides!” hizo pausa “me vas a convertir en rey” Jasmani respondió sonriente desde lo acostado en su cama con un pulgar alzado “¡te lo prometo!” el niño voluntariamente se acercó a su iniciador y con la inocencia característica de su edad de cinco años se acostó sobre el hombre desnudo y le dio un prolongado beso con lengua, luego se apartó de la cama sacando el picaporte abrió la puerta yendo en dirección a la estancia, le dio un impulso a Jasmani en levantase para ver a través de la tela que cubría la ventana a ese movimiento algo afeminado discreto del traserito de Aarón, sonreía tomándose el pene con una mano dándose placer miraba y se agitaba el pene diciendo decididamente “claro que te voy a hacer rey” “ya lo verás… mi precioso”.
*******
Amarilis caminaba por la verde pradera, salía de un día más de ir a la escuela, levaba sus libros caminando por la orilla de aquel río que en su vida significaba mucho, era septiembre de 1959, había escuchado de sus amiguitos acerca de una gran fiesta en la propiedad Buonanote, se cumplían 30 años del nacimiento del nieto militar de Rodolfo Buonanote, hombre influyente del pueblo, gran terrateniente, del mismo modo que había hecho antes con su nieto primogénito Luis Izaguirre Buonanote ahora con su nieto favorito Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote había invitado a lo más escogido del pueblo, de la ciudad y de la capital estaría en ese evento, por el camino la niña vio pasar un camión llevando alegorías de fiesta, comprobaba así aquellos comentarios, de repente un objeto cayó de un bulto alzado por la baja carrocería debido a la velocidad sobre el camino polvoriento de la época, al verlo en el suelo cerca de ella lo tomó viéndolo con atención, lo alzó en su delante viendo que brillaba al sol, por ser de metal, tenía una insignia que seguramente iría en una parte del escenario, aunque el objeto era medianamente grueso y pequeño, Amarilis continuó caminando por el sendero que la llevaría a su casa, llegó a una bifurcación muy conocida por ella, alzó la mirada al sol percatándose de la hora, su respiración acelerada y un impulso instintivo le hizo manosear la vagina vestida y tomó la ruta aledaña al río, sí, decidió tomar ruta por el sendero que conducía a la cueva donde tantas veces se encontró con Adrián Fernando, iría a aquel lugar donde experimentó de nueva vida, a partir de allí en aquel día de enamorados ya no sería igual su pensar y sentir, caminó pausadamente por el lugar, ya vio la proximidad de la cueva, entró, dejó sus cuadernos a un lado, vio aquellos restos de polvoso material de la tienda que meses atrás había llevado Adrián Fernando para sus encuentros haciendo una cama improvisada con ellos, ese lecho fue testigo de su entrega, de haber sido desvirgada, los levantó agitándolos y ubicándolos de nuevo donde estaban, se acostó viendo el interior de la cueva, suspiraba a respiración lenta, escuchó unos ladridos de perros y se inquietó por la cercanía, decidió quedarse dentro, y se fue calmando al escuchar que el sonido se hacía de menos intensidad debido al alejamiento de los animales, suspiró de nuevo recordando aquellos momentos con Adrián Fernando al cerrar los ojos y se puso en solo pensar en ese pene de aquel muchacho de catorce años hijo del obeso Teodomiro que salía con sangre de su vagina, nunca olvidaría eso, sus instinto le hacía que manoseaba los senos tal cual lo que el muchacho se lo hacía, sonreía con los ojos cerrados dándose placer, gemía, era ese ritual en reconocimiento a lo que había hecho en ese lugar, también gemía al pasar sus manos por la pelvis, recordaba los labios de Adrián Fernando que recorrían esa piel del vientre llegando a los labios vaginales donde los olía y lamía y de igual manera cuando le besaba el coxis, en ese lugar experimentaron tanta entrega plena, tanto así que fue el motivo por el que le dio su virginidad al muchacho de piel morena clara, ahora estaba ella allí recordando, aquellos momentos de dicha con él, aquellos momentos de aun siendo muy niña haberse transformado en mujer, sus pensamientos se disiparon al escuchar el crujir de ramas, se angustió de pensarse descubierta, con la ropa a los tobillos, se acomodó como pudo la ropa y quedó acuclillada en el interior de la cueva, los crujidos continuaban acompañados de un silbido de una canción campesina de moda por aquellos pueblos rurales, la angustia cada vez se apoderaba más de la pequeña al pensar que seguramente se trataba de una persona mayor, aún pese a todo lo sexualmente vivido tenía recelo típico en la nena campesina, más aún si fuese a tratarse de un caminante adulto en esos terrenos alejados de la propiedad de su padre, el silbido cada vez aumentaba de intensidad hasta escucharlo en la entrada de la cueva, Amarilis vio a aquel personaje que de súbito intercambiaron las miradas, el rostro de la pequeña al igual que el personaje de la entrada a la cueva demostraba asombro, Amarilis vio que ese personaje, se trataba de un niño, pequeño con respecto a su estatura, era trigueñito, un infante descalzo que vestía un short deshilachado de igual forma que la remera que llevaba puesta algo raída por el tiempo de uso, se notaba la humildad en el rostro del pequeño, en un costado de la cadera estaba sujeto en el short una resortera, el niño se había acercado a la cueva desconociendo la presencia de la niña y se acercó a la cueva y sin verla a ella en su delante tenía las manos metidas en el short y sus pies rozaban con los pies con el instinto de la necesidad de micciar, por ello el niño había decidido entrar a la cueva a hacer sus necesidades biológicas, no imaginándose encontrarse con la pequeña Amarilis, la sorpresa fue grande para ambos ahora viéndose mutuamente, él desde la entrada queriendo ingresar y ella al ser vista queriendo salir, hubo un instante en el que se miraban tímidamente, instante en que Amarilis vio el movimiento de tela del short del niño por efecto del manoseo, enseguida vio la risa en el rostro de la niña, el pícaro niño movía más rápido sus manos dentro del short insinuándole con la sonrisa haciendo que ella también sonría, se trataba de aquel niño que meses atrás había estado con Adrián Fernando, era aquel niño que estudiaba dos años superiores que ella en la escuela, Amarilis recordó aquella vez que estando en el aula pidió permiso para ir a la letrina escolar pero estaba ocupada y se internó entre el matorral alto detrás del muro de la escuela para hacer sus necesidades biológicas, estaba cabizbaja viendo salir la orina de sus labios vaginales y a la vez el excremento de su traserito, pujaba plácidamente con sus ojos cerrados, su calzoncito estaba puesto a un lado en el suelo, lentamente levantó la carita y cual asombro suyo el abrir los ojos lentamente y de ver la presencia de ese niño trigueño, a ella le dio vergüenza y como pudo se limpió acomodándose la ropa y salió presurosa del lugar, no sería sólo esa ocasión, días después haciendo sus necesidades de nuevo se vio con él, ahora ella se limitó a verle micciar, tenía un pene lampiño trigueño bien erecto que lanzaba abundante orina, se lo agitaba mirándola fijamente, “¿te gusta?” le dijo, ella se limitó a seguir viéndolo agitar ese pene erecto, le atrajo, no cabía dudas, por vez primera con cuidado veía ese pene trigueño, ella lentamente se puso la ropa y caminó despacio sin responder, de eso ahora acá en la cueva recordaba ella viéndolo ahora arrimado a la cueva, así ahora al niño ya lo tenía en su delante viéndole las manos dentro del short, pasó un lapso de tiempo en que sonrieron tímidamente, ella al ver ese restregar del niño con su pene instintivamente reaccionó llevándose las manos a su vagina vestida, el niño sonrió más moviendo su pene vestido, él también había recordado lo de la escuela, intuía aquello pero existía aún el recelo pese a ese deseo que se les estaba formando, dieron unos pasos acercándose un poco más, hasta casi rozarse, las manos continuaban en sus lugares, ella miraba a ese niño en su delante y miraba la entrada de la cueva pensando tal vez que no estaría solo, quiso salir pero él la contuvo suavemente sacando sus manos del short, al sentir aquellas manos su intención declinaba, más, sintiendo el roce de las manos en sus brazos, esa caricia algo única de aquel niño hacia ella, pero aun así, salió a paso lento, él la volvió a tomar del brazo ahora yendo hacia la orilla del río, sentados miraban el correr del agua, el niño lanzaba rocas al agua tratado de pegar a un pez en esas cristalinas aguas, Amarilis y el niño veían con atención esos movimientos de la resortera, apuntaba hacia los árboles a aquellas aves que revoloteaban los árboles, de a poco entraron en confianza, mas ya se conocían en la escuela, él mayor con tres años que ella, lógicamente su estatura era mayor que la de ella, le enseñó a manipular la resortera y después de varios intentos acertó en capturar un pez mediano del río, la confianza iba creciendo ante aquella destreza, vinieron de nuevo los ladridos, Amarilis y el niño se dejaron conducir por aquellos ruidos, caminaron un poco por los matorrales posteriormente al detenerse viendo a prudente distancia a la pareja de canes que estaba en su apogeo sexual, el macho sobre la hembra montado con su rozagante pene tratando de entrar en la parte sexual de la perra, luego un aullido, le había penetrado por entero, de eso dieron cuenta los dos niños, ambos canes estaban bien pegados difícil de soltarse por un buen rato, los niños miraban esa escena sexual de los perros, sonreían viéndolos así pegados, el muchacho salió de los matorrales donde estaba escondido con Amarilis, corrió detrás de los canes que caían ante el desequilibrio, Amarilis estaba inquieta viendo desde aquel lugar, el niño continuaba corriéndolos, pero los canes no podían al estar pegados, regresó sonriente donde ella estaba, juntos sentados viéndolos, ella sintió por detrás el respirar del niño sobre la altura de sus hombros, eso a ella la electrizó de buena forma, él rodeó la cintura de la niña, luego dejando en el suelo la resortera y ella viendo el short estirado estando dentro ese pene erecto vio que el niño se bajó el short hasta la rodilla se pudo ver ese pene con pocos pelos en la pelvis de aquel púber, lo seguía agitando ante la atenta mirada de Amarilis diciéndole con susurros de calentura excitada “¿te gusta?” eso le decía mientras más se deslizaba el short a contraste de que ella manoseaba su vaginita vestida y así después ambos personajes infantiles se tocaban los genitales en constante manoseo, la cara de él estaba sobre el hombro de ella sujetándose el pene rozándole por la raja del culo mientras ella se rozaba la vaginita y así fueron acercándose haciendo que sus ropas lleguen al piso liberados por los pies y así al darse la vuelta el pene rozaba la vaginita, se sujetaron mutuamente de las cinturas viéndose rozar sus genitales por vez primera, ella se dejó hacer por él, de tal forma que esos manoseos hicieron que lentamente se acuesten sobre el suelo lleno de tierra y hojas secas haciéndose frotes entre los genitales, el niño logró estar acostado encima de Amarilis, para el niño parecía que la niña ya sabía de lo que se trataba ese tipo de encuentro pues ella se acomodaba con mucha habilidad sexual y ya que su pene entró un poquito en la vagina sin dificultad, de súbito Amarilis no quiso seguir haciéndolo en ese matorral debajo de esos frondosos árboles, haciendo un quite a un lado le indicó con el dedo en dirección al sendero entre esos matorrales mostrándole la dirección hacia la cueva, el niño asintió y llevando en sus manos la ropa interior a veloz carrera olvidándose de la presencia de los canes fueron a ese lugar, allí la niña de inmediato se acostó de cara al suelo mientras que el niño ponía el pene sobre el traserito de Amarilis y procedió a rozarlo entre los glúteos, ese movimiento y todo en sí de la postura los excitó, de esa forma se manoseaban, ella sintió el pene erecto moviéndose por su traserito que quietecita estaba acostada recibiendo con agrado esos movimientos y deslices de pene, el pene se deslizó por la espalda de la niña y en parte del traserito descubierto, dio vuelta y abrió sus piernas ante la sorpresa del niño en la que ella dejaba mostrada su vaginita diciéndole a ojos cerrados “métemelo…anda hazlo… métemelo” no esperó a más y ese pene virgen ya comenzaba a rozar la vaginita, ella abrió los ojos luego de sentir ese roce y lo tomó al pene entre sus manos acomodándolo para que quede en la entrada de la vagina, él sorprendido simplemente trataba de rozarlo y ella se movía de caderas haciendo de mejor manera el deslizamiento del pene, el muchacho nunca lo había hecho antes con una niña pese a lo visto y hecho en la escuela sobre eso de penetrar, su pene nunca había penetrado la vagina de niña alguna, por eso su asombro ahora que su glande a medias se descubría con el deslizamiento de su prepucio en la entrada de la vagina de Amarilis que estaba deseosa de sexo delatándose sus intenciones al morderse los labios con los ojos cerrados sintiendo ese roce de pene en su vagina, ella lo sabía, ese pene era virgen, lo había visto antes, aun con sus ojos cerrados sonrió, dejó que el niño se apartase viéndose lo rozagante de su pene a dos manos debido a tanto roce, se vieron y sonrieron tímidamente, para ambos era su primer toque de acercamiento, de inmediato el niño se acostó en el suelo y ahora Amarilis le hacía lo mismo acostada sobre él alzando y bajando la cadera rozando su vaginita en el pene haciéndolo con cuidado, luego de tanto movimiento se apartaron yendo hacia un rincón de la cueva a tratar de micciar de nuevo, sólo salieron unas cuantas gotas, el niño parado sujetándose el pene rozagante vio esas piernitas rellenitas de la niña pequeña bien formaditas para su edad con los dedos de los pies alargados, asimismo el niño vio ese traserito voluminoso blanquito en contraste con el suyo que era trigueño, le encantaba ver a ese traserito de niña linda que brillaba a la luz del día y que en su piel tenía rastros de arena brillosa, el niño se unió a micciar con unas cuantas gotas pujando y viéndole a ella acuclillada lanzando unas gotas de orina desde su vaginita, con el dedo de la mano trataba de agitarlo sacando el resto de orina, se pusieron en pie, el niño le abrió la separación de glúteos para así parado pasarle el pene poniendo el mentón sobre el pelo de Amarilis haciendo movimientos al unísono de adelante y atrás, mientras ella se iba encorvando y cayendo lentamente al suelo de cara a la ropa tendida, pasaron varios minutos así teniéndola debajo de su cuerpo con su pene rozándole entre los glúteos, luego se apartó y la dejó sentarse pues parecía que deseaba orinar de nuevo, y así fue, Amarilis acuclillada expulsaba restos de gotas de orina en el suelo, eran unas gotas aisladas e intermitentes de orina que dejaban huellas húmedas en el suelo arenoso pero también con un líquido transparente, Amarilis había encontrado sexo en un nuevo “amiguito”, sentados en la cueva miraban los alrededores, conversaron un poco sobre trivialidades de la escuela y de sus juegos, los canes ya se habían separado para entonces cuando tocó caminar a sus casas, desde lejos el niño vio alejarse a la pequeña, antes de bajar la loma para ya no verse ella se detuvo viendo en la cima al niño sonriente que insinuaba un nuevo encuentro con su mano manoseando el pene vestido que ya estaba de nuevo erecto del deseo, ella se limitó a sonreír y levemente sintió en señal de aprobación por lo que habían hecho y por lo que harán a futuro, ya en casa Amarilis se bañó junto al arroyo, estaba puesta sólo con su calzoncito, el campesino sentado en una silla la contemplaba bañándose, se notaba claramente los labios vaginales que se formaban en la tela al humedecerse, descalza como estaba caminaba con seguridad por la orilla lanzándole agua al campesino quien animado en su delante vio que se sacaba la ropa quedando también en calzoncillo, los dos jugaban lanzándose agua, la niña vio ese grueso pene de su padre que se amoldaba a la tela del amplio calzoncillo de época, los pelos sobresalían de la pelvis al introducirse en el agua, Amarilis no pudo resistir ver ese grueso pene, lo miraba con disimulo para que su padre no se entere de sus intenciones de admirar ese miembro viril que ya lo había probado y que ya era de su conocimiento, llegó el momento de jugar a las atrapadas, un juego que a ambos gustaba por la agilidad desplegada en el agua, ese juego lo hacían desde que ella era muy niña, uno de los primeros juegos con uso de razón, el campesino tomó a su hija por detrás en varias ocasiones, pero ella con mucha intención de sentir hizo que con su trasero roce disimuladamente el pene de su padre que la tenía abrazada por detrás, el campesino continuaba con ese juego, tras enjabonarse el hombre metía sus manos con espuma de jabón dentro del calzoncillo, Amarilis gustaba ver esos movimientos de manos, aumentaba así la atracción, ella también seguía la acción de su padre pasándose espuma de jabón por los labios vaginales, ella delicadamente se pasaba las manos por allí, tenía deseos, así que daba la impresión que poco a poco cruzaría la línea de la cordura del respeto cambiándola por el deseo atrayente del sexo opuesto de forma expuesta, el haber sido desvirgada por Adrián Fernando le hacía atrayente la idea de pensar con inquietud en el tamaño de los genitales de cualquier hombre, mentalmente comparó el tamaño del pene de su iniciador, aquel niño de hace rato y ahora el de su padre, ahora en su presencia vio ese pene húmedo amoldado de su padre, suspiró y de nuevo mentalmente lo asoció con los penes de los muchachos, claro está el de su padre era más grueso, tocaba ahora de vestirse, ella desnuda aún permitía que su padre le ayudase a vestir, sintió el roce de las manos de su padre al pasarle la ropa ahora de una forma diferente, ante unas bromas sobre el clima y los animales a lo que ella le respondió sonriente, vendría el comer en la mesa rústica campestre, se miraban con dulzura paternal, suspiró, tiempo después era el momento de dormir, el arrullo lo daban los animales silvestres de los alrededores, vivía aislada en una cabaña del campesino, lejanamente sus pensamientos estaban asociados a los de su madre, desde muy pequeña la había dejado con su padre, ya casi su rostro se diluía a no ser por algunas fotos guardadas que cuando había la necesidad de melancolía las sacaba a verlas detenidamente y lloraba, su carita se posaba sobre la almohada remendada al mismo tiempo que bostezaba, sus labios estaban muy rozagantes, y su pelo lacio sobre su rostro delimitaban la luz de luna, de a poco se cerraban sus ojos, así lentamente recibía el bostezo, en esa segunda noche sabatina septembrina de 1959 la pensativa Amarilis estaba plácidamente acostada en su catre con la noche llena de una gran estela de estrellas por su ventana, sintiendo el olor al humo del kerosene y además con sus ojos entre cerrados ya estaba pasándose el dedo por lo labios vaginales, pensaba en la figura de aquel niño de pene virgen cuyo nombre era… Emiliano Marcel.
*******
La fiesta de cumpleaños del insigne militar Gustavo Adolfo Rodolfo Pozzo Buonanote se efectuó a toda pompa en la propiedad Buonanote, muchos de los tabloides mencionaban el acontecimiento, y cómo no anunciar mediáticamente los treinta años de vida del correcto miembro de las fuerzas armadas del país de la canela, pese a aquella intención de la buena noticia hicieron que las manos irritadas de aquel hombre deformasen el papel de prensa con el que estaba leyendo, era tanta la ira que hizo con el papel una bola y la lanzó al tacho de basura, enojado fue a servirse una copa de coñac, bufaba, no aceptaba aquella foto que vio de ese tan alegre militar con su “amada esposa e hijo” “Una joven familia ejemplar” como lo anunciaban los titulares de los tabloides, sus ojos encolerizados parecían salirse del rostro, mordía los labios con ira de solo ver esa foto de los sonrientes integrantes, le vino el celo de la pertenencia, deseaba que eso no hubiese ocurrido, por cobarde había sucedido aquello, si le hubiese dicho a tiempo al militar que aquel niño con el que posa marcando dándole un beso era su hijo verdadero ahora estaría disfrutando de la compañía de ese precioso niño y el de su prima la madre del su verdadero… ¡hijo!, sí… su hijito, aquel niño sonriente en la foto que recibía un beso del militar, de ver aquello la ira en el hombre hacía que lance objetos al piso asistiendo de inmediato la alarmada empleada que al ver esa escena prefirió retirarse girando presurosa sobre sus talones, el iracundo individuo tomó su cobertor y salió en dirección a su auto, iba bufando de rabia, algo muy peculiar en su personalidad que mostraba forma de crianza en las élites familiares de principios de siglo en que fue educado, la velocidad del auto era considerable y no daba previsión al manejo sobre el asfalto mojado de lluvia, quería llegar pronto a ese lugar, sabría que alguien lo esperaba allí, los transeúntes se daban a buen recaudo ante la velocidad del automotor, el individuo continuaba con su marcha rápida, deseaba cuanto antes estar allí, se previno que no podrían recibirle pero el deseo de estar en la fiesta del militar y el de estar junto al niño primaba, era su hijo aunque otro ocupa su apellido verdadero, se decía que nada ni nadie se lo impediría ver a su hijo, su hijito verdadero, se hacía recurrente que a su mente llegase la imagen de ella y su tierno hijo en cada momento, no lo podía negar, los amaba, estaba decidido a decir la verdad aunque fuese tarde, se decía que todo era farsa en esa fiesta y era el momento de decirlo allí, “¡ya basta!”, estaba muy incómodo, y que hasta hoy duraría aquel engaño, hizo una mueca de risa pensando en la verdadera situación del militar, después de todo siempre le habría tenido envidia, de pronto un par de personas con sombrilla cruza la calle, los estupefactos transeúntes vieron al auto esquivarlos en segundos luego escuchando un fuerte chillido de llantas, se había evitado una desgracia a tiempo, el hombre bien aferrado al volante suspiró hondamente y siguió con su camino, sus manos transpiraban, realmente estaba colérico, esto se le pasaría sólo viendo a los seres a los que ama, ya faltando poco para llegar una transeúnte meditativa no dio cuenta del acercamiento del automotor, el chirrido de las llantas fue tal que motivó la curiosidad de los transeúntes, a punto estuvo para que suceda una desgracia, se trataba de una venerable anciana vendedora de billetes de lotería que en ese momento pasaba por el lugar cruzando la calle, presuroso el hombre bajó del auto para comprobar el estado de la vendedora, los ojos de ambos se cruzaron en miradas de sorpresa, la mujer luego de su sorpresa de ver el rostro de aquel hombre quiso continuar con su camino pero el individuo la detuvo del brazo, sintió el nerviosismo de la mujer, le brindó una sonrisa salida de su rostro masculino, ella estaba turbada al verlo, ella sabía de quien se trataba, lo había visto antes, desde niño quizá ya lo conocía, sus manos encallecidas y arrugadas trataron de llegar a rozarle el rostro del hombre pero se contuvo, vio que el hombre desde su bolsillo sacaba un billete de mediana denominación, ella a cambio de recibirlo le dio unos billetes de lotería, seguramente era señal de la disculpa por la imprudencia, ella no dejaba de verle el rostro, lo vio alejarse hacia su auto, quedó parada viéndolo partir, sus ojos enrojecidos empezaron a brotar lágrimas, se limitó a agitar su mano libre despidiéndose de forma prudente viendo pequeña la figura del auto alejándose por las calles, el hombre llegó a su destino, su corazón se puso de gozo viendo al niño, su pequeño estaba jugando con un balón en el césped del jardín de la villa militar, de lejos miraba esos movimientos corporales concentrándose luego en verle el rostro y aquella peculiar sonrisa familiar heredada, no esperó a más y se acercó a jugar con él dándole un fuerte abrazo demostrándole lo contento que estaba al verlo, dieron roles por la grama, a vista de la empleada a cargo del cuidado del niño, no se cansaba de acariciarlo y besarlo sintiéndolo así en verdad suyo, su hijito, su único hijo, el varón deseado por todo padre, disfrutaba del momento, el niño correspondía a los mimos abrazándolo, seguramente el llamado de la sangre, el tierno niño desconocía su verdadero origen con ese hombre que ahora lo acariciaba paternalmente, sólo se sabía que era el primo de su madre que lo visitaba a casa, desde la ventana la madre del niño quiso salir al encuentro del visitante pero recibió un agarre detrás de su hombro al girar vio la presencia de Luis Izaguirre, el primo de su esposo Gustavo Adolfo Buonanote, había estado de visita como de costumbre, más aún si se trataba del homenaje de cumpleaños a su primo menor, su relación de amistad era adecuada desde el primer momento en que se conocieron, desde allí esa química, Luis le manifestó que guardase prudencia, conocían del carácter de aquel visitante, ambos tenían recelos de él, esperaron a que ingrese a la casa y lo recibieron cordialmente, hasta ese momento Luis estaba para despedirse, el niño seguía jugando con la empleada, Luis se acercó acariciándole el pelo y pasándole la mano por el rostro suave de niño bien cuidado, el niño era atrayente para Luis, era la causa de visitas periódicas, la empleada vio los mimos que el tío Luis le hacía al pequeño, al sobrino hijo de su primo, le pasó el dedo índice por esos labios rojizos mirándole fijamente con sonrisa atrayente, Luis caminó hacia su auto rozándose entre sí las yemas de los dedos sintiendo el suave tacto de haber tocado ese rostro y esos labios, discretamente se llevó esa mano a la cremallera rozándola con el pene vestido, sonrió de lo que había hecho, se sentó para pasar en sus labios el dedo que antes había pasado por los labios de ese precioso nene, en el interior los dos primos hablaron, la conversación en la sala se hizo un tanto intensa decidiendo mejor encerrarse en la biblioteca, de la incómoda fraseología discriminativa cambió drásticamente pasando a los tocamientos y a decirse al oído con voz suave cuanto se extrañaron, allí dentro hicieron sexo con las cortinas cerradas, ella pidió paciencia ante esa relación, él aceptó, no sabía por qué lo aceptaba de nuevo, pero el amor a ellos seguramente lo condicionaba a flaquear, luego de hacer el amor en el piso alfombrado desnudos completamente se vistieron justo ante el golpe de la puerta de la empleada que anunciaba el baño al niño, la mujer asintió dándole la orden para que lo bañase en esa calurosa tarde, ella pidió que se quedase a charlar por más tiempo y hasta cenar lo invitó, se sentía más complacido por las atenciones que su prima la madre de su hijo le brindaba, a lo lejos Luis meditaba, pensaba en el rostro de aquel niño, el hijo de su primo Gustavo Adolfo, le era atrayente la figura del niño, sonreía pensando que ese niño no tenía gran parecido al militar más sí a ella su madre, gustaba de verle descalzo al niño, cerraba los ojos y de inmediato pensaba en esos dedos bien formados y esos labios tan parecidos a los de su madre, de esa sonrisa cautivadora, el faro en rojo del semáforo le sacó de meditación, continuó sonriendo, pasó por aquellos puestos de ventas de periódicos y loterías, seguramente aquel muchacho ya lo estaba esperando, vio su reloj confirmando la hora convenida, no se equivocaba, cuadras adelante estaba Renzo Orestes esperándolo, subió de prisa como siempre, vino un saludo al subirse, la mano de Luis rozaba el brazo de Renzo, se enrumbaron a la casa de Luis por entonces afueras de la capital del país de la canela, miraban la ciudad cómo iba en crecimiento, al llegar la sorpresa para Renzo fue grande de ver que se acercaba una venerable anciana a vender billetes de lotería, Renzo pidió a Luis que acelerase el motor, se trataba de su abuela, se agachó dentro del vehículo que partía como rayo negando con el movimiento de la cabeza de Luis cualquier intento de la anciana de acercarse, el auto se condujo unas cuantas cuadras más, Renzo se levantó del asiento viendo detrás con prudencia, Luis hacía una mueca de sonrisa, se acordó de aquel apartado lugar, el auto se detuvo en ese extenso paraje en las afueras de la capital, Luis abrazó por detrás a Renzo besándolo repetidamente por el cuello haciéndolo excitar, el short mostraba el pene erecto amoldado a la tela suave, los dedos del pie se afincaban en las sandalias, las manos de Luis rozaban la remera remendada del muchacho que de a poco salía de su cuerpo, igual pasaba con el short mostrándose ese pene descubierto bien erecto, Luis lo manoseaba con sutilidad, los labios recorrían el pecho del joven Renzo, descendían hacia el ombligo pasando por la pelvis para llegar al pene erecto metiéndoselo en la cavidad bucal haciendo boconadas de aire al meterlo y sacarlo, así brilloso quedó de tanta lamida, Renzo lo agitaba mientras miraba a Luis desvestirse, a unos pasos de una frondosa arboleda los dos cuerpos desnudos caían sobre el suelo manoseándose y besándose en un formidable 69 en el que se lamían y chupaban los penes, Luis fue el primero en ser penetrado por el pene de su chico, entraba y salía haciéndolo bufar, Luis pedía más y más, a lo que Renzo Orestes correspondía con acelerado movimiento de caderas, así, así, así en posición perrito lo sometía a su benefactor económico, las manos de Renzo se ajustaban a los hombros de Luis lo que hacían de esa postura algo excitante, rato después Renzo estaba acostado sobre el suelo con sus piernas bien abiertas cuyo talones se posaban sobre los hombros de Luis que empezaba a empujar su pene en el ano de Renzo haciendo furor de la penetración breve llena de saliva ese glande rosáceo de descendencia europea, el nieto primogénito de Rodolfo Buonanote embestía el ano de ese joven, lo hacía con delicadeza y eso le gustaba a Renzo, sus manos entrelazadas demostraban la entrega entre los amantes, se afirmaban más en cada penetración, Renzo ya para ese momento sudaba copiosamente, Luis era de los que no le gustaba eyacular rápido, gustaba disfrutar del momento, sentía atracción por el muchacho, sabía que en parte Renzo se entregaba por dinero u objetos, pero aun así se atraían, los ojos de Luis se cerraban, de esto miraba Renzo, la expresión facial de Luis empezó a cambiar, toda era de placer dibujada en el rostro, recordaba como un flash la imagen de aquel niño hijo de Isaurina y Gustavo Adolfo, aquel nene por el que le había pasado su dedo en esos labios rozagantes, recordaba bien la figura de aquel precioso niño atrayente, recordaba afanosamente y con gusto de ese traserito voluminoso vestido por el short de fino bordado con el que se vestía, recordaba esa sonrisa, esos labios carnosos bien delineados, recordaba así, así, así el cuerpito de ese niño y deseaba tenerlo como lo tenía ahora a Renzo, ese era su deseo, deseaba acariciarlo y hacerle sentir su penetración a ese niño nacido en enero de 1953, ese niño que era motivo de visitas a la esposa de su primo, ese niño hermoso que ahora tenía seis años, deseaba a ese niño hijo de su primo, Luis seguía con los ojos cerrados sintiendo cómo le penetraba a Renzo pero en su mente continuaba imaginándoselo al niño así, teniéndolo y sometiéndolo, ya casi eyaculaba, Renzo ya lo sentía venir en su ano interno pero tenía extrañeza en que no sentía aún el semen dentro de su ano como de costumbre, Luis no deseaba terminar quería disfrutarlo más, eso se lo dijo, Renzo sentía la penetración cada vez más fuerte, se había acabado la sutileza, Luis inspirado en su reacción sexual lo sometía al muchacho de quince años, no dieron cuenta que de lejos cuatro ojos admirados y sorprendidos los observabas desde unos matorrales, se trataba de Ezequiel de ocho años y su amigo Melquiades que deambulaban por aquellos parajes para hacer lo mismo que estaban viendo, se miraron y se diluyó su sorpresa para transformarse en risas irónicas, vieron a un conocido de ellos, Renzo Orestes, estaba sometido por el cuerpo de Luis, vieron la postura en que lo sometía y ese movimiento de entrada y salida del glande por el ano del muchacho, Melquiades quien había desvirgado a Renzo Orestes siendo muy niño ahora sentía un poco de coraje, deseaba ser él el que estuviese allí ahora, vio a Ezequiel que se metía la mano dentro del short para manosearse el pene vestido, Melquiades sonrió, a su lado tenía al nene que había desvirgado semanas atrás, habían superando los recelos, volvieron a tenerse confianza sobre todo a través de regalos que Melquiades con iniciativa de convencimiento le daba al humilde Ezequiel, Melquiades no deseaba perder de probar ese manjar que era el culito de ese nene precioso, de lejos el rostro de Luis dibujaba complacencia, Renzo se aferró más a los brazos de Luis frunciendo el rostro al sentirse penetrado a plenitud, los movimientos fueron más rápidos haciendo que se incremente más y más, los pies de Renzo se agitaban al movimiento frecuente y de igual manera sus piernas aferradas a la cintura de Luis que seguía penetrándolo, sus pensamientos de nuevo regresaban y estaban con la figura de aquel niño, aquel precioso nene de seis años, Luis se estimulaba sexualmente de solo pensar en él, se inspiraba en seguir haciéndolo a su nombre: Jairo Gustavo Rodolfo, de pronto se vino, la eyaculación que pasaba a estar lista, el semen entraba en el ano del joven Renzo, lo sentía en sus entrañas, Ezequiel y Melquiades vieron cómo las piernas de Renzo tocaban suelo con lentitud, se ladeó dándose ver el semen que salía del ano recorriendo la piel de los glúteos y parte de las piernas, con el dedo se aparta el líquido, así desnudo Luis caminó hacia el auto trayendo papel higiénico para limpiarse completamente, Renzo se agitaba el pene, seguía acostado, se sentó abierto de piernas mostrándose el pene manoseado que estaba erecto, Luis se acerca para meter el pene dentro de la boca, le hizo sexo oral por unos instantes, los dos cuerpos desnudos estaban acostados recorriendo sus manos por sus pieles, la pierna de Renzo se alzó sobre la cadera de Luis, se podía notar la diferencia de edades y estaturas, lentamente se limpiaron y se vistieron yendo al auto en dirección a la ciudad capital, el ocaso se aproximaba en un par de horas, momento propicio para que Ezequiel y Melquiades vieran en ese lugar los restos de evidencias dejadas por Renzo y Luis, caminaron detenidamente por los alrededores, los pies con sandalias de Ezequiel el niño precioso movía un resto de tela con la que seguramente se limpiaron, ese trozo de tela tenía en una esquina las iniciales “LIB” se la pasó a Melquiades que al verla con detenimiento sonrió al verla manchada de semen, delicadamente la tendió en el suelo junto a la ropa de los dos, así, viéndose los penes erectos el uno lampiño y el otro velludo procedieron a frotarlos tomándose de las caderas, lentamente Ezequiel se acostaba de cara al suelo, los labios de Melquiades recorrían la piel de los glúteos besándolos constantemente, el niño sentía la carne de gallina, sobre todo al sentir el paso de la lengua de Melquiades que subía por la espalda y sobre su cuello allí en ese momento le besaba apasionadamente el pelo llegando a suspirar sobre ese pelo negro azabache, el niño gemía al sentirlo, pujaba cuando sentía el cuerpo de Melquiades sobre su cuerpo, la cara de Melquiades se posaba sobre la cabeza del niño oliéndole el pelo característico de aquel niño de ese lugar, de ese ambiente humilde, la soledad del lugar daba para eso y más, pues las manos de Melquiades recorrían la cadera y costillas del niño, se ladeó para verle el penecito lampiño y comenzó a manosearlo y estirarlo, verse así desnudos motivaba para seguir adelante, unieron sus frentes a la vez que miraban el movimiento alzando y bajando las caderas de Melquiades que rozaba el pene erecto al pene lampiño de Ezequiel, se besaron viéndose así, el glande rozaba el ombligo del niño, le dijo que abriese la boca, así lo hizo y Melquiades con su pene agitado y estirado se iba acercando a la boca abierta del niño y fue así que lo introdujo lentamente, lo tuvo por unos segundos, así despacio lo iba sacando y luego metiéndolo de nuevo, Ezequiel sabía cómo manejar la situación en la que estaba, su lengua era depositaria de los movimientos de pene ensalivado, siguió así por unos instantes, era de ver cómo esas mejillas se deformaban por la acción del pene dentro de la cavidad bucal del niño, gustaba mucho de ver eso, Ezequiel era sometido en ese estilo de sexo oral, ahora tocaba de sacarlo, el niño vio ese pene rozando sus mejillas y pecho, de nuevo en boca estaba introducido el pene, Melquiades se contenía en el deseo de botar semen, aún deseaba disfrutarlo más y más así a este culito hermoso de niño de cejas bien formadas, lo hizo acostarse de cara al suelo volviéndole a besar el traserito y espalda de manera insistente, el niño gemía al sentir dentro de sus entrañas todo ese tronco de pene metido en su ano con pasividad, Melquiades gozaba con esa acción, sentir la tibieza de esas entrañas anales con glande no tenía precio, era inconmensurable, el niño le estaba dando su mejor parte corporal sexualmente hablando, de eso apreciaba Melquiades que con sutileza lo penetraba, el pene con el glande por delante entraba y salía haciendo a Ezequiel pujar, gemir y jadear, “siéntelo, es tu tuyo mi pequeño” “siéntelo cómo te hace… cómo te gusta” “¿verdad?” “dime, aahhh?” “que te gusta” Ezequiel debajo del pecho de su amante asentía, “¡recuerda cuando te lo metí!” para ese momento todo el pene estaba dentro del ano y Ezequiel gemía bastante, “¡acuérdate mi amor!” “¡acuérdate!” “¡fuiste mío!” “¡acuérdate!” “¡soy quien te lo metió por primera vez!” Ezequiel cerraba los ojos con fuerza frunciendo el ceño debido a las embestidas que recibía ya que sentía lentamente que lo iba sometiendo, lentamente lo sodomizaba, lentamente lo hacía suyo al precioso niño humilde, pero muy astuto, pues sabía lo que hacía era por el dinero que recibiría, sintió el semen dentro, al salir el pene salió parte de ese líquido seminal, se ladeó y se acuclilló pujando para que le saliera con la ayuda del dedo, se vio el pene erecto agitando se al viento, se vio esos pies descalzos de pies bien formados, se vio la piel rojiza del nene precioso, Melquiades contento miraba al niño agitándose el pene, vio Melquiades el hoyo grande del traserito de Ezequiel por efecto de su penetrada a través del excremento grueso con semen salido de ese voluminoso culo, Melquiades vio el trapo con iniciales y lo pasó por el trasero del niño limpiándolo, el trapo recogía el semen que se combinaba con el semen dejado allí anteriormente por Luis y Renzo Orestes, el niño miraba el pase de ese retazo de tela por su traserito, Melquiades con amplia sonrisa mostraba como trofeo dejándolo de nuevo en el piso, ahora Ezequiel y Melquiades rodaban por el suelo abrazados, esos dos cuerpos desnudos se hacían uno solo al abrazo, así abrazados se miraban sonrientes dándose besos al moverse y quedarse quietos en el suelo, la soledad del lugar daba para hacerlo en los matorrales, ambos cuerpos desnudos de tallas diferentes se unían, Melquiades le dijo algunas frases motivadoras al niño recordándole lo importante también de guardar el secreto de citarse en este lugar, le dijo que se ponga en posición perrito arrodillado sobre el suelo, Melquiades lo tomó de la cintura introduciéndole el pene de nuevo en el ano, ya lubricado con semen ese pene de Melquiades se deslizaría de mejor forma haciéndolo pujar y gemir más al pequeño Ezequiel, la tarde avanzaba con el tiempo haciendo que pronto desaparezca, ellos lo sabían pero deseaban estar más tiempo, Ezequiel había logrado un significativo apego con Melquiades pese a la distancia de edades y de lo que le hizo la primera vez que le desvirgó, pero aun así se trataba de un sentimiento de compañía de estar juntos que ese hombre había cultivado en el pequeño, parecía su referente de vida, seguramente por lo que tenía, el hijo del militar tomó al niño y no paraba de besarle el cuerpo haciéndole cosquillas, sentados se vieron los penes y se los tocaron acariciándolos, “¡mira!” dirigiendo sus miradas al pene de Melquiades “¡este te rompió el culito!” “¡ahora eres mi mujer!” agitaba el pene afirmando “¡mi mujer!” el nene quedó mirando con atención ese pene, sin duda que el pene más suave de piel obviamente era el de Ezequiel, la boca de Melquiades cubrió el pene hasta los testículos empezando a chuparlos con suavidad, el niño miraba esos movimientos de la cabeza de Melquiades, sentía rico, suspiraba, le vino un deseo como de micciar, Melquiades entendió que debía apartarse del niño dejándole ir hacia dar unos pasos y tomándose el pene erecto con sus manitos empezó a micciar, al cabo de unos instantes Melquiades vio ese traserito de Ezequiel tan bien formadito, aún se notaba algunos restos de semen entre los glúteos y parte de los muslos, vio además esas piernas delgadas producto seguramente de la desnutrición que contrastaba con los glúteos voluminosos, vio el amaneramiento del niño al caminar pasivamente dirigiéndose hacia Melquiades, se acostó encima de su cuerpo alzando y bajando las caderas el niño sobre la pelvis del cuerpo acostado de Melquiades, los besos tampoco se hicieron esperar, Melquiades disfrutaba más de aquel cuerpo infantil, lo hizo sentar sobre su cuerpo y al alzarlo lentamente sosteniéndolo con las manos en las caderas del niño lo iba descendiendo a la vez que el pene entraba en el ano infantil, la boca de Ezequiel se abrió ampliamente de igual manera sus ojos se abrieron ante la forma en cómo había sido penetrado, lo alzaba y lo bajaba, el niño se sostenía de las manos del hijo del militar, lentamente se apartaba luego de tanta embestida quedando inmóvil el niño acostado en el suelo arenoso en posición cubito fetal, Melquiades lo animó a levantarse motivándolo a vestirse para salir del lugar mostrándole lo avanzada de la hora vespertina, para Melquiades descubrir la personalidad de un hombre de sociedad como lo es Luis Izaguirre Buonanote era muy atrayente en sus intereses futuros, tenía la evidencia en su mano sobre ese retazo de tela con el bordado de las iniciales, lo metió en el bolsillo sonriendo con el interior que tenía como una evidencia simple, después de todo, en esa tarde que moría nada fue tan malo para Melquiades, pues Ezequiel se mostró complaciente dejándose penetrar de Melquiades dejando atrás esos prejuicios, así como también que mutuamente se besaron y también después salieron del lugar caminando abrazados como pareja por el sendero hasta llegar a la motocicleta no sin antes de subir darle al niño unos billetes de baja denominación prometiéndose volver a ver pronto, al pasar por las cercanías de la humilde población se podía apreciar el lumpen, Melquiades detuvo la moto a cierto prudente lugar dejando al niño que al bajarse de la moto lentamente fue manoseado su brazo, la soledad del lugar hizo que también se bajase Melquiades para despedirse con un beso prolongado con lengua, la mano de Melquiades tocó el pene vestido del niño que estaba erecto producto del beso que se dieron, Melquiades apreció la complacencia y entrega del niño, seguramente gustaba los paseos en la moto y el dinero que recibía, luego las manos de Melquiades manosearon los glúteos vestidos atrayéndolo a su pelvis moviéndose los penes vestidos ante un abrazo, luego encendió su moto salió prisa del lugar viendo el agitar de las manos del niño que a continuación con prisa se adentró por un sendero que lo llevaría a la lotización de su humilde hogar, Melquiades conducía y estaba animado por lo que había hecho, horas adelante le esperaba una de tantas fiestas de sociedad, mientras manejaba recordaba lo visto por lo que hizo Luis con Renzo, en su mente estaba fijada la figura del muchacho de quince años al que siendo un niño lo desvirgó, verlo hacer el amor con Luis hizo que renazca el deseo de poseerlo, tenía la ventaja de conservar aun su amistad, reía de solo recordarlo, también reía tratando de buscar en su mente el medio y el tiempo corto para estar acostado con él, ese desde ahora era el objetivo de vida de Melquiades, ése, y también Nicolás, su amante jefe, respiró hondo ante el fuerte golpe de brisa en su cara, aceleró su moto yendo a ser cobijado por un ocaso que ya se hacía presente delimitadas por la estela de luz pública contrastante en las sombras de una noche que nacía.
FIN DEL DUCENTÉSIMO QUINTO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!