METAMORFOSIS 207
Caballito.
A través de los cristales de aquel auto se notaba el intenso sol que expandía sus rayos en aquella media tarde de avanzado el día de enero de 1960, el rostro de aquel adulto mostraba cansancio aunque iba recostado en el asiento trasero de aquel auto lujoso, iba de aventón, solo él atrás, adelante, el padre orgulloso manejando y de copiloto su niño, llegaron al polvoriento lugar de calles empedradas con tierra donde se notaban lo surcos de las últimas lluvias del temporal de una década de los sesenta que se iniciaba, lentamente se bajó despidiéndose con estrechón de manos al chófer y acariciándole el pelo al nene, parado agitaba las manos despidiéndose de aquellos que le habían dado el aventón desde el trabajo a casa, respiró hondo a la vez que bostezaba, giró a su alrededor con su cuerpo adulto viendo las pocas casas implantadas, en su mayoría de ébano y barro, la construcción mixta contrastaba entre la suya y las demás, una mujer presurosa salía de su casa junto con otras, pintadas sus caras de forma aleatoria con colore versátiles, le dejaba la llave cual si fuese collar en el cuello de aquel niño que estaba sentado en un tronco cortado de madera así sus manitos pasaban por aquel trozo de tela amarrada la llave gruesa y pesada, escuchó preguntar a la mujer por su hijito mayor y éste señaló por la calle indefinidamente sin dar respuesta correcta alguna, la mujer le dio un beso en la mejilla y junto con otras tres mujeres del sector caminaron por aquellas calles polvorientas saludando al adulto al pasar, una de ellas le recomendó a sus dos hijos, al adulto le tenía confianza, era la mujer de mayor edad entre las otras muy jóvenes, el adulto daba complacencia a la mujer que así sería su orden asintiendo sonriente, a prudente distancia vio enfrente al niño que seguía sentado teniendo a su lado un palo de escoba al que en un extremo con un clavo su hermano mayor había adaptado clavando una rueda de metal, el pequeño empezó a caminar poniendo el palo entre las piernas y con su manito se daba de toques en su cadera a manera de estar cabalgando haciendo trayectorias en forma de círculos sobre aquel suelo terroso y polvoriento, a distancia se vieron niño y adulto y rieron, la risa del niño algo diluyó al ver que ese adulto se manoseaba el miembro viril a manera de insinuación sexual que rápidamente el niño comprendió, esos manoseos continuaron por unos segundos ya que con la mano el adulto disimuladamente le hacía señas sexuales que el niño entendía perfectamente, el calor aumentaba y el sudor se incrementaba en el cuerpo del adulto, los rayos estimulaban el sudor en su frente y rostro, era el momento de entrar a casa y hacer cualquier comida, la que comía en su lugar de trabajo era poca y humilde en contraste con los jóvenes y niños comensales que residían allí internamente en su lugar de trabajo, el niño continuó ahora en esa solitaria calle haciendo sus movimientos de juego alejándose del lugar cuyo collar de llave se movía agitadamente, el adulto desde el portal miraba los movimientos del niño que se alejaba cada vez más y al girar la puerta lentamente sintió un aire fresco contenido en el interior de su casa, dejó sobre la mesa aquel morral con sus implementos de trabajo, caminó lentamente debido a su cansancio, vio la hora en aquel reloj de cuerda recuerdo de su pasado, de lo poco que finamente pudo rescatar de su casa opulenta siendo niño, era el reloj del bisabuelo, allí estaban las inscripciones, había pasado mucho tiempo de su compra en ese entonces en reales españoles y ahora el aparato funcionaba normalmente, de fino acabado, era su intención siempre tocarlo, estaba con gusto de aún tenerlo, decidió entrar al cuarto y recostarse en la cama, se sentó desatando las cuerdas de sus zapatos y los calcetines, sintió alivio viendo cabizbajo sus pies blancos por el polvo de talco que se había puesto más aún su piel también blanca, el lugar daba para el silencio, se recostó en el espaldar de la cama viendo por la ventana la entrada intensa de los rayos solares, reflejaban en la pulida madera del entablado que componía el piso, el resplandor cada vez se hacía más intenso, respiraba pausadamente, sus manos estaban entrelazadas sobre su pecho, sus ojos se entreabrían, tragó saliva y en ese instante empezó a escuchar sonidos provenientes detrás de la pared de su habitación, cada vez se hacían más intensos, se escuchaba decir en tono lastimero en voz muy fina de tono y a la vez muy baja el “yaaaa” “yaaaaa” “dejaaaaa” “yaaaaa” “me dueleeeee” “ya no” “ya noooo” “yaaaa”, “sueltaaaa” “me está doliendoooo” “yaaa” “yaaaa” “yaaa”, sobresaltado el adulto se sentó en el extremo de la cama, quiso salir a ver lo que pasaba pero se contuvo, pues las voces le eran conocidas, estaban en la letrina de su casa detrás de la pared que daba a su dormitorio, entendió de acuerdo a las voces lo que estaban “haciendo” y prefirió seguir quieto escuchando teniendo en su rostro una amplia sonrisa, escuchaba decir “espera, espera” “déjame acabar” “¿no vez que sentimos rico?”, “noooo” “tú sientes rico… yo no” “deja… me duele” “yaaa nooo” “mmeeee… dueeeleee” “ya nooo” el adulto con su oreja pegada a la pared reía ampliamente escuchando “mira, si te dejas te doy comida y dinero” “y… te dejo montar bicicleta” “anda, déjame terminar” “ya casi termino… anda, deeeejaaaa” mientras tanto, de parte del nene se escuchaba decir “aahhh… dueeeleeee” el adulto escuchando suspiraba al oír “bueno, está bien” “ya no más” “anda, súbete el short rápido” “¡muévete!” hubo un momento de silencio para luego escuchar “mira, ya se fue tu mamá” “la puerta está cerrada y la llave la tiene tu hermanito pequeño” “vamos a tu casa” el adulto sonreía al escuchar la voz del niño detrás de la pared “nooo… tú me haces doler” “eres malcriado” “no está bien eso” “es para las niñas” “eres malcriado”, el adulto continuaba riendo sin ser notado “bahh… es solo un juego que los dos podemos hacerlo” “con tal que no sepan… todo está bien” “vamos, no niegues que al principio te estaba gustando” “te gusta que te lo pese por ahí” “no lo niegues, te gusta” “no me gusta” “deja” “si, te gusta” “no lo niegues, te gusta” “te gusta” “vamos y verás que lo vamos a hacer rico en tu casa” “allí no nos molestan” “compremos algo en la abacería y comemos” “después seguimos jugando” “vamos, tu mamá no está y a tu hermanito lo dejamos comiendo y jugando afuera” “vamos” el adulto detrás de la puerta escuchó decir del niño más pequeño “no seee” “me haces doler” “la tienes muy gruesa… me duele cuando quieres metérmela” “vamos… anímate” “te lo haré despacio así no sientes” “anda… sólo la puntita” “sólo la puntita” “tengo miedo que nos vean” y el muchacho más grande ya con voz juvenil afónica de post púber le decía “anda, no tengas miedo” “sólo te meteré la puntita” “ya no es la primera vez, ya lo hemos hecho antes detrás de la cancha por la noche jugando” “¿sí te acuerdas?” “y…. nadie nos ha visto” “y a horamejor en tu casa que tu mami ya no está” “vamos, anímate” “no niegues, que siempre te gusta” “sí, te gusta verme al micciar” “también te gusta ver mi pene cuando me acuclillo a defecar en el terreno baldío o en el monte” “¿recuerdas?” el adulto al escuchar eso se ampliaba su alegría “no seeee” a lo que el muchacho respondía “ven, vamos, anímate” “mira que aún no boto la leche” “¿sí o no que te gusta ver salir leche de mi pajarito peludo que tanto te gusta?” “no niegues que te sonríes al verle sacar lechita” “míralo ahora y date cuenta que duro está… quiere tu traserito” “míralo”, “¿lo ves?” “¡ahora tócalo… ven pon tu manito aquí!” “así” el adulto notó el silencio por unos instantes para luego escuchar una leve sonrisa de ambos “vamos, bien sabes que tegusta, no lo niegues” “también sabes que nadie se entera de lo que hacemos” “es un secreto entre tú y yo, de nadie más” “ni tu hermanito lo sabe” “vamos, primero te lo hago yo y luego me lo haces tú” “¿vamos?” se escuchó decir del más pequeño con su fina voz cuasi de hembra “bueno, vamos… pero ya no me hagas doler” “sólo pásamelo” ” “si, como quieras” “vamos rápido antes de que regrese tu mamá” “oye, por cierto… ¿y tu papá?” “¿está aquí en la ciudad?” el niño le contesta “está trabajando en unas nuevas bananeras muy lejos de aquí allá en el campo, está trabajando en el interior del país, viene como siempre a finales de cada próximo mes” “a veces viene a llevar a mi mamá y a mí para que le ayudemos en los trabajos de la plantación y deja a mi hermanito menor al cuidado del vecino que vive en esta casa detrás que es muy bueno” “¿y por qué no lo llevan a tu hermanito?” “es que donde vamos el cuarto es estrecho donde dormimos apretados con otras personas, hay mucho mosquito y mi hermanito la pasaría incomodo como también mi mamá pues el trabajo es rudo y no hay tiempo para cuidarlo” “las primeras veces lo llevamos y se puso enfermo” “y, pues, a veces se trabaja hasta la noche, no hay cómo atenderlo” el adulto escuchó una exclamación de asombro del joven “aahhhh” “por eso lo dejan aquí en esta casa del vecino” el niño responde “si, el vecino es muy bueno, fíjate que mi hermano ya aprendió muchas cosas de lectura y escritura” “él ahora sabe más que yo” “mi mamá y mi papá lo estiman mucho y le tienen mucha confianza” “les presta dinero a mis papás” “ a mí y a mi hermanito nos regala ropa, comida y de vez en cuando juguetes” “es muy bueno, lo queremos mucho” “mis padres quieren que sea padrino de nosotros, el vecino aún no lo sabe” el muchacho dijo “qué suerte tener alguien así” “es bueno saberlo”, “bueno vístete y vamos” el muchacho grande le dijo niño pequeño que “pensándolo bien, mejor vamos al mercado a ayudar a cargar… vamos” “luego manejamos bicicleta” el niño dijo “nooo” “mi mami no está y debo estar con mi hermanito” “anda tú” “mejor comemos y traes la bicicleta, yo aquí te espero” “en mi casa” el adulto advirtió de un silencio, luego escuchó unos pasos y decir “salgamos caminando con cuidado” se escucharon unos pasos, el adulto los vio escondido desde las telas de la ventanas, el niño iba detrás del muchacho, se podía ver la diferencia de edades por las estaturas que cada uno tenía, el pequeño de estatura se iba tocando con una mano el trasero estirándose la tela del short que se amoldaba ajustada al trasero mientras caminaban presurosamente, el joven estiraba el pene vestido que aún se lo podía ver erecto y grande en su tamaño, de lejos se encontraron con el otro niño, los tres fueron camino a la abacería, al regresar entraron a la casa humilde llevando comida en sus manos, el adulto no paraba de sonreír viéndolos desde su ventana, rato después el adulto vio al pequeño sentado comiendo un sándwich teniendo a su lado un vaso que seguramente contenía algún jugo o gaseosa, para el niño eso era un manjar que lo degustaba delicadamente, esos labios se hacían brillosos ya de por si ser carnudos, ese pelo crecido caía hecho fleco por los ojos negros con su característica piel morena clara, se podía ver al niño sentado con sus piernas abiertas y viéndose el prepucio del penecito de casi cinco años a través de un orificio hecho en esa tela un poco raída, se podía ver esos piecitos de dedos alargados polvorientos puestos sobre sandalias también polvosas, el pelo se movía a la acción del viento, las orejas estaban cubiertas por ese pelo negro lacio, la puerta se cerró dejando afuera al niño, esto ya había sido convenido para que esté allí, el adulto vio que los trapos que hacían de cortinas de la ventana de madera se deslizaban ahora entendía esas anteriores acciones similares de estos pequeños traviesos, sentado desde la ventana el adulto seguía contemplando al niño que bebía del vaso y agarraba el juguete de madera haciéndola de cowboy a manera de galope dándose de palmadas en la cadera, desde los trapos los dos muchachos observaban que el niño se alejaba de la casa humilde, el niño pequeño deslizaba con sus manos el short y se acostaba de cara en la cama a órdenes del joven, vio cómo su pene erecto peludo se mostraba tras deslizarse el short e iba a rozar la separación de los glúteos, sintieron la saliva en sus pieles, el más pequeño hizo una leve exclamación, es que el pene estaba en la entrada del ano queriendo penetrar, “aaaaghhh… duele” “despacio… lo prometiste” le decía el niño de siete años a aquel joven de dieciséis, el glande a medio entrar, faltaba empujarlo más con la cadera, pero el pequeño se resistía haciendo movimientos bruscos que incomodaban el acto sexual entre ellos, “ya casiiii” “ya casiiiiiiii” “déeejaaa” “déjaaaaa”, le decía afanosamente, pero el pequeño se seguía moviendo, su traserito le ardía matizado de dolor frecuente ante esos intentos de sodomización, luego de un instante el semen salió del pene del joven, recorrió la piel infantil, los glúteos en parte se mojaron, a tiempo estuvieron para quitarse las sábanas con la intención de no dejar restos de ese líquido allí, le ayudó a limpiarse el pene, al hacerlo se cruzaron sonrisas, ahora el muchacho grande se acostaba en la cama y el niño se acostó encima, con su penecito rozaba el trasero, alzaba y bajaba la cadera, “¿te gusta mucho?” “¿verdad?”, “sí.. me gusta”, “así..así”, “ahhhhh”, instintivamente se levantó de ese cuerpo, fue a tomar el recipiente a orinar, acostado desde la cama vio la espalda desnuda del niño con ese traserito de piel morena clara cuya suavidad le gustaba sentir, se levantó de la cama, se acuclilló detrás del niño y lo sostuvo por detrás, por las caderas, lo besó por el cuello y lamió las orejas diciéndole “vamos a seguir” “ven” “acuéstate”, ambos cuerpos desnudos caminaron a la cama, el joven se acostó haciendo que el niño se acueste sobre él, los penes se frotaron, alzaba y bajaba las caderas, así, así siguieron en ese cuarto haciéndose el amor, mientras tanto, cerca de allí el adulto seguía sentado en la ventana, en su delante estaba el niño que seguía jugando, se puso en pie y caminó hacia la puerta, el niño lo vio arrimado a la entrada de la casa, el adulto dio unos pasos atrás para dentro de la casa, el niño miraba, el adulto metió sus manos dentro del short, el niño miraba atento esos movimientos de manos que sacaban el pene erecto del adulto parado en la sala dejándose ver a la puerta, la atención del niño se hizo mayor, el adulto agitaba su pene deslizando el prepucio, era su intención que el niño de cinco años mire esos movimientos, el niño seguía viéndolo con atención, le recordaba algo, se acercó a la puerta ante el llamado del adulto, “¿Y tu hermano?”, “está allá.. con un amigo”, el adulto le hizo dar unos pasos adentrándolo en la sala, ya para ese momento el pene peludo estaba dentro del short bien erecto y bien guardado en la tela, el adulto le acariciaba el pelo, continuó haciéndole preguntas obvias que daban respuestas adecuadas, las manos del adulto acariciaban las mejillas del niño que en sus labios mostraba restos de comida en las comisuras, los dedos del adulto pasaban por los labios “son muy lindos tus labios” las manos continuaron con su pase por la espalda adentrándose en el short ajustado del niño llegando a tocar el coxis y los glúteos, la punta de los dedos rozaban la entrada de ese anito desvirgado hace semanas en aquella cama, viendo alguna comida sobre la mesa le dijo al niño “¿quieres más?” a lo que responde asintiendo, el nene se sienta presuroso a la mesa, aún tenía hambre, el adulto se sentó a su lado viéndolo comer acariciándole el pelo, en ese instante el hermano mayor del pequeño se presenta en la puerta de entrada, los ve sentados y le dice a su vecino que si podía cuidar de su hermanito mientras iba con su amigo al mercado, el adulto aceptó con mucho gusto, luego los vio partir arrimado de la puerta, con amplia sonrisa, los vio por unos instantes y luego cerró con seguro la puerta, regresó a sentarse a la mesa “¿quieres más?”, “sí” dijo el niño, “mira” le dijo el adulto sacándose el pene del short, el niño miraba al pene y al rostro del adulto simultáneamente con una leve sonrisa, “míralo, quiere jugar contigo” “anda, tócalo” “tócalo”, el adulto se puso en pie aproximando al rostro del nene ese glande de pene rojizo bien erecto, de a poco se acercaba más, así que las manitos del niño tocaban el pene poniéndolo a rozar en su garganta y por debajo de su mentón infantil, lo olía, y lentamente abrió la boca a la vez que intermitentemente abría y cerraba los ojos, la lengua del niño iba deslizándose desde los testículos peludos hasta la punta del glande y viceversa, dejando un rastro de saliva, se introdujo el pene en la boca saliendo y luego entrado en un ritmo típico de sexo oral, la mano del adulto tomaba la cabeza del niño asegurándose que lo haga bien, le hizo parar alzándolo de tal forma que lo marcaba rodeándole las piernas por la cadera adulta, así marcado lo llevaba a la cama, dejándolo caer suavemente en el colchón, el silencio ocupaba sitio de preferencia en ese dormitorio en donde antes el adulto había escuchado a ese par de muchachos, lentamente deslizó el short por las piernas sacándolo por los pies, hizo de igual forma sacándole las sandalias, podía verse el penecito erecto, el adulto acercó su cara oliéndolo, abriendo su boca para lamerlo y chuparlo dentro de su boca, se apartó yendo a ver un recipiente de crema, lo puso a un lado de la cama y mientras lo untaba en el glande le preguntaba al niño que miraba esos movimientos “¿te gusta cómo te lo hago… ehhh?”, “siiii”, “¿quieres más?”, “sí”, “¿dónde?”, “acá”, complaciente de buena forma se sentía el adulto al recibir esa respuesta del niño que le señalaba el traserito, lentamente se acostó el adulto en la cama junto al niño “¿quieres cabalgar como la última vez?”, “¿cómo?”, “si, cabalgar” “¿ya no te acuerdas?” “como lo haces con tu caballito de madera y rueda” “si…como la última vez que lo hicimos” “ven”, el niño se dejó llevar de las manos adultas que le sostenían las caderas, de a poco fue bajando su tronco infantil sostenido por las manos adultas, lentamente bajaba hasta que el glande estaba en la entrada del ano, la crema hacía la acción de lubricar, el glande entraba por ese anito infantil, “anda, galopa, así, así” “eeeessssooo” “así” “así, cierrraaaa los ojoooss” “sientes como lo haces” “nunca olvides que eres sóooolo miiioooooo” “aaaahhhhggghh” “eerreeesss mmmiiiioooo” el niño alzaba y bajaba sus caderas lentamente al escuchar las exclamaciones de su iniciador, sus ojitos estaban cerrados “¿ves?” “¿qué te dije?” “al principio duele, arde y pica” “pero luego te gusta muchoooo aagghhh” el pequeño escuchaba esas frases con los ojos aún cerrados, tenía la mente fijada en lo que sentía “no lo olvides, eres mío” “siempre recuerda este momento” al entrar el pene en ese culito el nene comenzó a gemir y hacer alaridos fuertes “siente, siente, cómo te lo hago” “eres mmiiiioooo” el adulto sostenía con sus manos el cuerpito del niño en sus caderas, el movimiento se hacía un poco rápido, se sentía el calor del ambiente, empezaban a sudar ante esos movimientos sexuales, “no olvides esto” “siempre recuerda quien te desvirgó” “fui yo tu primer hombre” “tu primer culión” “el que te penetró por primera vez, no lo olvides” el niño luego de escuchar esto se inclinó hacia adelante de cara al colchón, sintió besos en su trasero una vez que se detuvo por un instante, luego continuó moviéndose de esa postura sexual a petición del adulto que deseaba sentir más de ese anito infantil sodomizado, “cuando defeques piensa en mí pene y lo que le está haciendo a tu traserito” “cuando botes excremento puja, puja pensando en este pene” “siempre piensa en mí pene” “es tuyo” “sólo tuuuyyyoooo” el niño continuaba cabalgando sobre el pene del adulto, el saberse a solas con ese precioso niño de cara muy parecida a su madre de hermosura facial y el saber que el hermano mayor de esa preciosidad de criatura estaba con su amigo en el mercado le daba seguridad de hacerle el amor al pequeño, se resistía a eyacular, el adulto quería más y más del pequeño, al niño lo apartó de su cuerpo y se sentó en el extremo de la cama diciéndole “mira, es tuyo” “ven, huele de tu culo” el rostro del niño se acercó al pene erecto pasándole el glande por la nariz y labios “abre la boca” “chupa el olor de tu culo” el niño con recelo propio de la timidez de su edad obedeció abriendo la boca y cerrando los ojos, sintió un sabor desabrido entre crema y resto fecal, tanto así que fue por segundos que tuvo el pene dentro de su boca, luego escupió ante la amplia risa del adulto, se entendió el efecto de la crema en la boca del niño y lo acostó sobre la cama, ahora esas manos adultas tomaban ambos piecitos descalzos llevándolos al pecho del niño encorvando el traserito quedando empinado listo para que con la otra mano adulta tome el pene y lo vaya introduciendo en el ano, así sujeto por esas manos el niño sentía de nuevo la penetración ahora mucho más movida por las caderas del adulto, el niño gemía abriendo la boca a plenitud pero cerrando los ojos a lo que el adulto lo motivaba diciéndole “mira, mira” “cómo tu amiguito juega en tu hoyito”, “oye…” “…miiiiraaaa”, a las órdenes del adulto el pequeño abría los ojos “te estas portando bien, así que recibirás un buen regalo una vez que terminemos este jueguito” “¿sí?” el niño pese a sentir la penetración constante asentía con una leve sonrisa, eso de enterarse que va a recibir un “regalo” significaba que era dinero, en buena cantidad para su razonada edad aunque realmente el regalo era un billete de mediana denominación pero para el niño significaba comprar muchos dulces que los elegía en la abacería y se los comía en secreto como se lo había aconsejado el adulto, así, guardando las apariencias se los comía en secreto, a fin de cuentas, no había problema en que le preguntasen sus padres pues no se preocupaban mucho de él en sus condiciones de vida, por eso el afecto que no podía obtener de sus padres se lo daba aquel adulto, allí la confianza brindada y aceptación de secretos en silencio en no divulgar lo que estaba viviendo en la cama con ese vecino adulto, entregaba su cuerpo a cambio de regalos, su desarrollada metamorfosis fue hecha por el iniciador, ahora a temprana edad ya estaba desvirgado, tenía un apego a su iniciador, de esa forma se dejaba llevar por las pasiones del adulto, aprendía del sexo con él, sólo con él, lejos estaban de pensar que ese pequeño de cinco años ya probaba sexo total, quién iba a imaginarse que ese culito estuviese desvirgado, continuaba en la penetración en su anito que ya estaba por demás dilatado en esa posición sexual, estaba rosáceo el ano infantil de tanto movimiento de pene dentro de sus entrañas, el sudor se notaba en la piel de ambos, le hizo detener, lo apartó y quedaron por unos instantes acostados abrazados, el adulto aprovechaba del momento para acariciarlo “eres muy bonito” “muy lindo” “eres parecido a tu madre, que es muy hermosa” “lo mejor del lugar” el niño escuchaba con su carita descansando sobre el latente pecho velludo adulto, sus manitos pasaban por las piernas velludas, el adulto le decía “tienes unos labios deliciosos” y procedió a besarlo lentamente hasta hacer besos con lengua, lo elogiaba al pequeño diciéndole “tus cejas son bien formadas” “y tu culito…ahhhh” “…. tu culito” “me guuussssttaaaaa”, le dio besos en los glúteos diciéndole luego “ven, vamos” salieron de la cama caminando hasta la sala, el niño quedó sentado en un sofá mientras el adulto preparaba jugo de frutas en dos vasos, el niño sentado cabizbajo miraba sus pies y penecito, el adulto no paraba de sonreír viendo ese cuerpo infantil totalmente desnudo sentado allí, se sentó junto al niño bebiendo juntos el jugo, aprovechaba en manosearle el penecito lampiño que de inmediato al toque se ponía erecto, los vasos quedaron en la mesa, encorvó al niño sobre el manubrio del sofá de tal suerte que su traserito quede bien descubierto, con los dedos abrió lo más que pudo los glúteos mostrándose ese rozagante anito lampiño “ahora te lo voy a hacer con saliva” “¿quieres?”, el niño asentía, sólo pensaba en el después de esto, pensaba en su regalo que iba a obtener, de la boca del adulto salió saliva, con el dedo iba lubricando el anito infantil, “prepárate” “ahí te va” “siéntelo” “siéntelooooo” “es tuyoooo” “toooooddooo tuuyyyyooooo” el glande entraba por el ano haciendo gemir al niño, esa posición sexual en la que estaban hacía que el pene entre en toda su magnitud “me perteneces” “tú y tu culito” “mío, de nadie más” “de nadie mmaaassss” las embestidas eran fuertes para el pequeño, aunque gustaba de sentirlo, su iniciador había tenido razón, primero era el disgusto de ser desvirgado pero ahora venía el gusto por el sexo a toda plenitud, a punto estuvo de eyacular pero se contuvo apartándose del pequeño que quedó allí en esa posición pasándose el dedo por la entrada de su anito, “¿quieres más jugo?”, el niño asintió con gusto, se sirvieron y bebieron más, el adulto se asomó a la ventana viendo a las casas de su alrededor, el niño miraba a su lado, “¿aún no viene mí hermano?”, “no, no viene” “ven, vamos” “sigamos con el juego”, “luego tendrás tu premio para que compres algo en la abacería” “¿de acuerdo?”, al escuchar eso, el niño muy contento se dejó conducir de regreso al dormitorio tomado de la mano, vio la ropa sobre el entablado, “ven, ya quiero dejarte mi lechita” “así como tu papá le deja a tu mamá” “así como me contaste cuando los vistes” “¿ves?” “tu padre y tu madre juegan como nosotros” “…y se guardan su secreto” “y… no te lo dicen ni a ti ni a tu hermano” “ni a nadie de los adultos que conoces” “porque este jueguito no hay que decirlo” “es sólo de los dos” “¿de acuerdo?” lentamente se acostó en la cama y el adulto se iba acercando al niño acostado tomándose el pene “míralo, tu amiguito quiere seguir jugando en tu cuevita” “¿lo dejas?”, el niño asentía tímidamente y eso es lo que sádicamente deseaba presenciar el adulto, el sometimiento hacia el pequeño, las piernas quedaban descansando sobre los hombros del cuerpo inclinado del adulto, lo sostuvo de la cintura, ahora con las piernas bien abiertas el pene procedía a penetrar el ano infantil haciendo movimientos de entrada y salida en la cama que cada vez se hacían más acelerados, “recuerda de este momento” “recuerda cómo te culeo” “siente que te culeo” “siente que eres mío, mí, mío” los piecitos se agitaban al viento debido a este movimiento, el niño pujaba y gemía ante la embestida del pene en su traserito, “este culito es mío” “mío” “mío” “miiiiiooooooo” gimió y el niño dentro de su ano sintió el fluir del líquido seminal, el pene entraba y salía con restos de semen impregnado en su piel, lentamente unieron las frentes, aún las piernas colgaban de sus hombros, el niño cerró los ojos al sentir ese líquido seminal dentro de su anito, la nariz pasaba por las mejillas “fuiste mío de nuevo” “como siempre”, “¿te gustó?” “¿eehhh?”, el niño abrió los ojos sintiendo el latir del pene pues aún no salía, el adulto dio cuenta de la mirada del niño “lo dejo allí para que lo recuerdes siempre” “no te olvides cuando vayas a defecar” “al salir tu excremento recuerda que es mi pene” “al pujar di mi nombre” “eso será señal siempre que me recuerdas”, besó el pelo infantil despeinado teniendo ya ese sudor característico de piel de niño y así también lentamente las piernas descansaban sobre el colchón y así que el pene salía lentamente del ano infantil, allí quedó el niño acostado sintiendo salir el semen de su ano, con los dedos lo recogía agitándolos para que ese líquido seminal quede impregnado hacia el piso, el hombre le acercó el recipiente de agua para que con sus manitos se deslice el líquido en la piel del pene liberándolo de ese líquido seminal, el pene brillaba, “tócalo así” “es el que te hace sentir”, “recuérdalo siempre” “es el que te hizo…” “hembra” el pequeño al escuchar esa palabra quedó inquieto mostrando una mirada de extrañeza “si, recibiste…” “….como hembra” “éste pene te lo hizo sentir” “no te olvides que eres mío” “yo te saque sangre y ahora te doy leche” “nunca lo olvides” “nunca”, lo marcó llevándolo a la cama donde juntos acostados de perfil se daban besos por iniciativa del adulto “no me olvides nunca” “nunca” “yo soy tu primer marido” “recuérdalo… tu primer marido” “¿entiendes?”, el niño asentía “me alegro que lo entiendas” “por eso… no se lo cuentes a nadie, es nuestro secreto”, el niño recibió manoseos en sus glúteos y penecito, le acostó con las piernas abiertas manoseándole el pene luego llevándoselo a la boca haciéndole sexo oral, el niño se movía con jades y gemidos leves en señal de gusto por lo que estaba sintiendo de la lengua de su adulto iniciador “qué lindo lo tienes” “pronto crecerá y me lo meterás todo” “así como ahora lo hago en ti” “mi hembrita”, “eres precioso” “tu cara es linda” “tu culito también” “oye hembrita… me tienes loco con tu cuerpito” “bésame, anda” el niño se acostó encima del cuerpo del adulto para besarlo, las manos del adulto recorrían la espalda y trasero infantil, esas caricias hacían que el niño se motive a seguir besando ahora con lengua, el adulto miraba la cara hermosa de ese niño y seguía besándolo con pasión luego hizo un alto para sostener con sus manos esa carita infantil y viéndose a los ojos le decía “mi hembrita” “mi hembrita” “mi hembrita” “cuánto me gustas” para seguir besándose apasionadamente, el reflejo de luz en esa semi oscura habitación del dormitorio dibujaba la silueta del niño acostado sobre el adulto y estuvieron así besándose por un largo lapso de tiempo, se notaba lo voluminoso del traserito infantil cuyas manos adultas lo sobaban con delicadeza, las pelvis unidas, la carita del niño descansando sobre el pecho velludo del adulto, las manitos quietas sobre el pecho velludo, el niño de cinco años estaba entregado en el cuerpo de su iniciador, de aquel que le había hecho nacer la metamorfosis y que ahora, en ese preciso momento, esa metamorfosis se incrementaba, se consolidaba, se podía ver como reflejo esos piecitos descalzos sobre las piernas adultas, se podía ver esos labios rosáceos besando el pecho adulto, esa nariz perfilada oliendo la piel del adulto, quedaron así en esa posición por un momento, solo se sentía la soledad del lugar, la seguridad de lo que estaban haciendo, esa entrega, ese deseo mutuo de sexo que en el niño se iba incrementando en cada encuentro y para fortuna del adulto ya el niño no tenía recelo en la entrega, como él lo había confirmado “ya vez mi pequeño” “ya no te duele” “ahora te gusta” “¿verdad que sí?”, “”´sí” dijo el niño en un tono sincero con algo aún de inocencia, “¿siempre sí te gusta que te penetre?” “¿eeehh?”, “ajá” “sí”, “¿quieres hacérmelo tú?”, el niño pregunta “¿qué cosa?”, “penetrarme”, el niño exclamó “aahhh… sí”, a lo que el adulto le dice “anda, hazlo pues” así, el niño vio que el adulto daba vuelta en la cama poniendo su cara sobre el colchón mostrándole el trasero velludo en todo su esplendor “anda, métemelo si puedes” el obediente niño se acostó haciendo restregar el penecito sobre el trasero del adulto, hacía pujes al empujarlo, el adulto de cara al colchón sonreía y le decía al niño, “así tienes que hacerlo” “así, así, así” “hazlo mí pequeño, hazlo”, el adulto lo estimulaba sintiendo el roce del penecito en la piel de sus glúteos velludos, “así, así, hazlo también con tus amiguitos” “muévete, muévete” “así, así, así… métemelooooo” el niño se movía más y más, se dibujaba una sonrisa en su rostro, el adulto le decía “¿ves, que se siente ricooo?” “hazlo con tus amiguitos pequeños” “…y con quieras” “sólo que de este juego no se lo digas a nadie” “¿entiendes?” “o si no tienes problemas” “¿lo prometes?” a lo que el niño contesta asintiendo sin dejar de mover las caderas en forma acelerada, el fondo de la habitación mostraba el movimiento de caderas del niño alzándolas y bajándolas sobre un cuerpo inmóvil que recibía en su trasero esos deslices de pene virgen, quedó quieto instantes después, acostado encima del cuerpo de su iniciador, se acostó a su lado, el adulto quedó aún inmóvil, el niño dio unos pasos hasta recoger el short y ponérselo, se toma el penecito, tenía ganas de micciar en la letrina, el adulto evitó que se ponga el short, le indicó que lo hiciera en el recipiente con agua, se lo sostuvo y el niño empezó a micciar, vieron salir orina de ese penecito lampiño, “¡¡qué lindo lo tienes!!” “me gusta mucho” “lo hiciste bien al pasármelo por el trasero” “lo tienes muy bonito” vio que terminaba de micciar y le dijo “ven mi pequeño”, sin palabras se acostaron a seguirse manseando los cuerpos, a tocarse los penes, a besarse, “¿te gusta?” el niño respondía asintiendo ante la pregunta de adulto, “¿quieres jugar más a que te lo meta?” el niño cabizbajo sonreía tímidamente e hizo un leve asentimiento, el adulto lo entendió y a base de besos lo fue acomodando en la cama “¿cómo lo quieres?” “¿así?” el niño mueve la cabeza afirmativamente dejándose encorvar en el extremo de la cama, la boca del adulto se acerca a los glúteos abiertos donde estaba el ano dilatado de por si lanzó saliva y le introdujo el dedo lubricando el hoyito, el glande entraba, la carita del niño sobre la sabana de la cama hacia contracciones mordiéndose los labios, ya para ese entonces el pene estaba todo dentro “siéntelo mi pequeño” “siéntelo que es tuyo, tuyo” de esa manera las caderas continuaban moviéndose, y se podía ver a su satisfacción como el tronco del pene entraba y salía deslizándose por ese anito desvirgado, roto hace semanas, el cuerpito del niño se hacía hacia adelante y hacia atrás así rítmicamente al movimiento del cuerpo del adulto “nunca me cansaré de tenerte así mi hembritaaaa” “eres míiiiiaaaa, preciooooosaaaaa” “mía, sólo mía, primor” el niño no articulaba palabra solo se dejaba sentir de su iniciador, el adulto continuaba con la embestida del pene, el pequeño sentía y sentía esos embistes que cada vez más le gustaban, ya sudoroso y cansado hizo un gesto como de querer apartarse del adulto, los embistes continuaron por un par de minutos más, ya extasiados de dar y recibir sexo, ambos cuerpos se acostaron, se tocaron los penes y luego se vistieron, le dijo que el premio estaba en ese repostero de cerámica, lo abrió y sacó un billete de mediana denominación como era de costumbre en estos casos cuando terminaban de hacer el sexo, el niño salió muy alegre con su caballito de madera improvisada con esa rueda estaba despidiéndose del adulto, se veía el traserito voluptuoso sobre la madera, el adulto se figuraba ese palo de madera con el tronco de su pene que antes había rozado y penetrado ese traserito hermoso, iba en dirección a la abacería a comprar golosinas para sentarse después en el tronco de madera junto a la entrada de su casa, tiempo después llegó su mamá en compañía ahora de cinco mujeres, arreglaron el interior de la casa, se avecinaba una fiesta, el niño les ayudaba, celebrarían el cumpleaños de un “amigo íntimo” de la mujer, tiempo después aparece el hijo mayor de la señora, camina cabizbajo, pensativo, desde la ventana el adulto lo ve notando el desgane del muchacho, temblaba, como si tuviese algo de miedo, el adulto dio cuenta del rostro del pequeño de siete años, estaba de similar expresión que su hermanito de cinco años cuando fue desvirgado por él, el adulto pensó que ese muchacho de más de dieciséis años le había hecho sodomizar, “ese muchacho se salió con la suya” “me ganó, pues yo quería hacerlo” diciéndose para sus adentros apretando sus dientes, el niño seguía sentado pensativo con sus dedos entrelazados en sus manitos infantiles, el pelo estaba descuidado y algo de mugre polvorienta se notaba en el pecho y en la espalda cuando se ladeaba a meterse la mano por el short para tocarse el ano, no correspondía a los mimos de su hermano, durante esa noche en la fiesta la pasó meditabundo, así pasó unos días con ese semblante, el amigo ya no lo visitaba con su bicicleta como siempre para llevarlo a pasear e ir al mercado con el permiso de su madre para ganarse algunos pesos en el mercado de la ciudad, pasaron algunos días y cuando llegó el padre les informó a la familia que se irían al interior de la ciudad a una plantación en donde él sería el mayordomo y le habían dado la casa de los patrones aledaña a ésta otra para que vivan allí, la familia entera fue a despedirse de su vecino, ese culto hombre, que lejos de pensar en que había desvirgado al menor de sus hijos de cinco años le tenían mucha confianza y así en paz se despidieron prometiéndole volver a visitarlo en tiempo entrante de vacaciones o licencias de trabajo, cuando se despidió del más pequeño sus manos acariciaron ese rostro infantil y al darle un beso en la frente sus labios se deslizaron por las mejillas hasta llegar al oído diciéndole “no me olvides” “nunca me olvides” “acuérdate de mí al defecar” la cara del sorprendido niño se apartó del rostro adulto sin animo a que responder, de eso no dieron cuenta el resto de su familia y tras abrazos se despidieron afectuosamente, ese ocaso sentado cerca de su ventana los veía partir, sonrió, instintivamente se llevó la mano al pene vestido de su pijama, lo manoseó hasta ver que ese pequeño camión se perdía entre las polvorientas calles de la ciudad capital, suspiró y emitió el nombre de aquel pequeño que significó mucho en su vida, aquel niño que le arrebató su deseo sexual, aquel niño de hermoso rostro como ninguno a los que había visto: Parcemón, de aquel nombre.
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Rodolfo Buonanote, hijo ilegitimo de Vladimir Romanov y que a su vez Rodolfo era sobrino ilegítimo del Zar Alejandro III, tenía su salud comprometida en la recuperación, más, si se trataba de algo emocional, el anciano nacido el 27 de junio de 1870 se acercaba ya a cumplir los noventa años de edad en ese inicio de la década de los sesenta del siglo XX, la gripa no bien cuidada hacía efecto nocivo en sus pulmones, su necesidad al evitar los cuidados de su compañera sentimental agravaba la situación, tanto así que quien podía contenerlo en su necedad era su hija Noelia, así que cada fin de semana llegado el viernes en la noche ella lo visitaba constantemente, a su lado iba Carlos Augusto Rodolfo su hijo menor, el abuelo se emocionaba con la llegada del muchacho, para él también era de alegría estar con su abuelo pero también lo era caminar por el bosque propiedad de su madre y abuelo adentrándose por las riberas del río para encontrarse con ella, Amarilis, en esa cueva y en las rocas aledañas a los peñones por donde habían pequeños saltos de agua, ella sentía lo mismo, el muchacho le era atrayente, se había entregado a él, siendo niña gustaba mucho del muchacho al no tener la presencia de aquel muchacho de quince años que significó también algo en su vida, Adrián Fernando, ella nunca olvidará lo que hicieron en aquel día de San Valentín en aquella cueva, pero ante la ausencia lo tenía a él, a aquel muchacho rubio descendiente de Hidalgos y Caucásicos nobles zares, sin el muchacho saberlo, pero casualmente escuchó los delirios de su abuelo contándole a Noelia aquellas fotos de visita a Maikop, en febrero de 1953, Rodolfo se centró en la mirada de un caballero bien vestido de época parado junto a su caballo en tono desafiante y con orgullo, el anciano emitió una mueca con risa irónica indicándolo con el dedo tembloroso, su hija se limitaba a observar, se detuvo su movimiento frente al de una mujer imponente rodeada de niños junto a un hombre arrimado a un capitel de fino acabado, la sonrisa era cautivadora, así fue como llamó a su nieto quien tomó fotos de aquel cuadro y de los restantes, vio el rostro de cada uno de los niños, sonrió al ver el de uno que tenía una boina que estaba junto a una niña rubia muy hermosa, fueron descendientes de una rama de la familia imperial, lo perdieron casi todo, no se sabe de sobrevivientes, se considera una especie de aberración al hablar de esa familia, fueron una familia poderosa, la más representativa de la ciudad, murieron llevándose el secreto del tesoro familiar, eso se creía hasta entonces, Noelia interpretó la seriedad en los ojos de su anciano padre, el niño intimidado por aquellas miradas salió de la habitación quedándose entre la incertidumbre, caminó junto por el corredor cuya pared contenía fotos antiguas, algunas de principios de siglo, le llamó la atención aquella foto de su tío Luis siendo niño junto a ese caballito, expiró prolongadamente, le llegó el deseo de cabalgar, pasó su mano con dedos alargados de piel muy blanca por la figura fotográfica del caballo cubierto por el vidrio, sonrió, caminó a las caballerizas, rato después cabalgaba por los alrededores del sendero y la hondonada que daban a aquel lugar apartado, la cueva junto al río, la espesa vegetación molestaba cabalgar, pero era necesario, esperó a Amarilis, anhelaba estar junto a la pequeña, sacó de su pantalón y calzoncillo aquel pene de pelusa rubia y glande rosáceo descubierto, cerraba los ojos dándose placer, deseaba tenerla, con su instinto la llamaba, abrió los ojos dándole por micciar y mientras lo hacía su mirada era a la puesta del sol, se dijo que venga, que venga, lo miraba al pene, estaba muy erecto, muy rojizo, le gustaba pasar el dedo en el tronco, de pronto se sobresaltó justo al terminar de orinar, el crujido de hojas y ramas secas se hacía más próximo a la escucha, instintivamente se escondió no importándole dejar descubierto su caballo, desde el monte miraba con expectación, se tranquilizó, sonrió luego al ver la figura infantil, era ella, se dijo con amplia sonrisa, Amarilis, se abrazaron y entraron a la cueva, le dijo que la estaba esperando, ella se arrojó a sus brazos, no dijo palabra alguna, sólo lo miraba, le besó la mejilla y sus labios rozaban la oreja del muchacho, le dijo que se lo meta, así, ella en su delante se iba sacando la ropa y además le ayudaba a él a sacársela, los cuerpos desnudos se abrazaban y lentamente caían al suelo, ella con más firmeza le decía que se lo meta, que se lo meta ya, obediente el muchacho al verla abierta de piernas y a entrega voluntaria de su cuerpo entalló el pene entrando humedecido de parte de restos de orina y liquido pre seminal en esa vaginita, le dijo que todo este tiempo ella había pensado en él y en este encuentro, el muchacho respondía de igual modo, fue en ese instante en el que el pene entró a su totalidad, de afuera se escuchaban los gemidos, los cuerpos desnudos se hacían el amor, el trasero blanco se alzaba y bajaba al ritmo de la cintura, sobre la humanidad de la pequeña acostada debajo de la humanidad del muchacho, las pieles contrastaban, ella se aferraba a él con sus manos, todo el pene estaba dentro de aquella vagina, ambos deseaban hacerlo siempre así, ella era fogosa, había encontrado en ese blanco pene el verdadero gozo que su iniciador no había logrado en ella en aquel día de los enamorados, este muchacho la hacía sentir más y más, seguramente era el olor de su piel blanca, su aseo y su perfume puesto de niño bien, el muchacho hijo de Noelia Buonanote y Carlos Felipe del Olmo cerraba los ojos solo deseando sentir la suave penetración de su pene en esa deliciosa vagina infantil que pese a estar lampiña ya había sido desvirgada, con pasión la penetraba diciéndole frases dulces que a ella gustaba escuchar, las manos entrelazadas delataban el pronto momento en el que el muchacho eyaculaba dentro de las entrañas de la pequeña Amarilis, sólo testigo era el caballo y los cánticos de aves, sumado al golpe del agua en las rocas haciendo un ambiente apacible, ella vio cómo lentamente el pene salía de su vagina teniendo el glande mojado de semen, el muchacho vio el rostro de la pequeña intuyó el mensaje facial, lentamente lo volvió a introducir y a seguir ese movimiento sexual interrumpido por la eyaculación, Amarilis había heredado la fogosidad de su madre Lucrecia, lo contuvo de la cadera haciéndole saber con su entrega la necesidad de sentirse más penetrada, el erecto pene le hacía sentir, el sudor se incrementó y lo hicieron hasta el cansancio, hasta ya no poder más, eso a ambos los engrupía, quedaron un rato acostados abrazaditos, se bañaron desnudos, ella se arrimó a la roca haciendo que la penetre dentro del agua uniendo los cuerpos parados, el movimiento de cadera fue intenso, se agarraban de los glúteos y se besaban intercambiando sonrisas, ambos se entregaban espléndidamente, salió a la orilla a orinar y viendo a él vestirse, el muchacho miraba fijamente esos labios vaginales que lanzaba hilos de orina, vio esos pies bien formados no asociados a la de las hijas de los campesinos, para él ella era una niña muy especial, se acercó y pasó el glande por los labios de la pequeña, ella acuclillada tomaba el pene introduciéndolo en la boca haciendo de lamidas y ensalivadas, él sonreía y cerraba los ojos gustoso sintiendo más erecto el pene, le gustaba que ella se dejase hacer todo eso, allí lentamente la acostó sobre la arena ante el intenso sol de la hora, le hizo abrir las piernas acostando de a poco el cuerpo introduciéndole el pene, ella sonreía gustosa al sentirse penetrada de nuevo, sus cuerpos desnudos dieron giros sobre el suelo arenoso sin parar ambos de sonreír para luego entrar a zambullirse en el agua del río, se abrazaban y se besaban a iniciativa del muchacho, ella complaciente se dejaba llevar, sus bracitos rodeaban el cuello del muchacho, dentro del agua la abrazaba fuerte sujetándole para poder penetrarle, ella gemía sintiendo ese pene dentro de su vaginita, los dos salieron a la orilla, tiempo después era el momento de partir, agitó su mano despidiendo al jinete con la otra mano manoseándose gustosa la vagina vestida.
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Llegaba exhausto, luego de fuerte faena agrícola, había ayudado en la salida del estancamiento del tractor en el fango, estaba sucio y desliñado, a su edad aún se notaba su vitalidad corporal, caminaba en dirección a su cuarto ubicado alejado de la gran casona, a un costado estaba el garaje y enfrente la explanada de un amplio jardín rodeado de tupida vegetación ornamental y árboles autóctonos, el calor era imperante, se frotaba la pañoleta por el cuello, se sentía solitario aquel lugar, como siempre a esas horas pues ya los peones estaban en dirección al pueblo, sólo él quedaba en ese lugar, era el caporal, había logrado la confianza del patrón salvando a su hijo y heredero mayor no en una sino ya en varias ocasiones, los hijos del patrón guardaban gran estimación con él, sobre todo el más pequeño, lo quería mucho, ambos sentían simpatía mutua, eran entrañable, el adulto tiene en referencia que el patrón padre del pequeño no le prodigaba mucho afecto a su hijo, lo que de eso aprovechaba para brindarle cariño ocupando ese lugar dejado por el patrón a su hijo, ese es el punto que sustenta la amistad y afecto entre ambos, caminó pensativo, sacó la llave antigua girándola sobre la cerradura llena de moho, al entrar vio a su alrededor ese cuarto humilde con sus cosas, hizo una mueca mostrando su ironía en el rostro, anhelaba tener más dinero para poder hacer su vida como antes cuando era dueño de una abacería de la capital, pese al cansancio hizo unos leves ejercicios ya sólo teniendo puesto su calzoncillo por el que se podía oler la transpiración típica de adulto, al levantar su rostro sudoroso vio a lo lejos a la nena Renata sentada arrimada a un árbol, tenía en sus manos una muñeca la cual precisamente ese hombre se la había regalado, los ojos de la nena vieron para ese cuarto, vio a aquel hombre que se bajaba el calzoncillo hasta las rodillas y en ademanes hacía agitar su pene, la nena se puso en pie aún arrimada al árbol, ponía su muñeca entre la vista alejada del hombre tratando de disimular que no le veía, pero el hombre sabía que era un disimulo por parte de ella, que ciertamente lo estaba mirando, dio unos pasos adelante casi cerca de la puerta cuidando de que sólo la nena viese ese movimiento de pene, así continuó haciéndolo por unos momentos, en los que la nena se sentó a verlo, un grito de su madre la puso en sobresalto a la vez que Jasmani cerraba la puerta de su cuarto, la nena corrió en dirección en donde estaba la voz, era que su madre Ana estaba inquieta, desde la ventana, el hombre miraba a madre e hija dialogando, rato después no estaban, habían entrado a la gran casona, Jasmani salió en dirección a las duchas, tenía puesta solo la toalla que rodeaba su cintura y en su mano derecha llevaba el jabón oloroso de época, la nena pasó por su costado, a prudente distancia se sentó escondida entre tupidos matorrales para verlo en el momento en que Jasmani entra a bañarse, vio cómo el adulto se deslizaba la toalla, lo vio desnudo a plenitud, Jasmani sabía que estaba siendo observado y empezó a enjabonarse el pene que desde ya estaba erecto, deseoso de sexo, más aún, erecto al verla, no paraba de pasarse la espuma por el pene, los ojos de la traviesa nena observaban con detenimiento esos movimientos de aseo corporal, ese roce de las manos por la piel con el jabón, pero la mirada de la nena se centraba mayormente en ese pene peludo erecto, instintivamente se pasaba la mano por la vaginita simulando que su dedo era ese pene grueso, de aquello dio cuenta Jasmani pues vio a la nena que se recostaba con las piernas abiertas rozándose el dedo en la vagina como él le había enseñado a darse placer, aquella niña de seis años continuaba con los manoseos, Jasmani dio cuenta de aquello con la conciencia de que esa picara nena deseaba “jugar con su amiguito” así Jasmani continuó moviéndose el pene, luego vino el enjuague corporal de baldes con agua que se escurría en su cuerpo, allí nomás quedó parado esperándose secar, luego tomó la toalla rodeándola en la cintura saliendo pausadamente, hizo como no ver hacia los matorrales donde estaba escondida la pequeña Renata, ella salió detrás en sentido contrario, Jasmani caminaba pausadamente en dirección al cuarto, dirigió su mirada atrás comprobando la presencia de la niña que iba en sentido contrario, sonrió, llevaba en su mano el jabón, entró en su cuarto, se sentó en un banco rústico de madera pudiendo verse el pene con los testículos descansando sobre la silla, estaba medio erecto, en sus muslos quedaba la tolla suspendida, miraba atento al exterior, esperó a que el agua escurra por su cuerpo para luego ir a acostarse a la cama, pensaba en la patrona, había salido con el patrón a hacerse los chequeos en el pueblo, pensaba en el niño que esperaba la mujer, pensaba en la escasa alegría del patrón, algo así como que en realidad no estaba feliz con el estado de gestación de su mujer, Jasmani definía al patrón como un hombre frío, calculador, con grandes deseos de poder ilimitado, y en verdad esto último lo había conseguido, era el referente político del sector y la región, su apellido era muy bien conocido, Jasmani trabajaba para un hombre de mucha influencia, gozaba de su confianza, se repetía esa confianza cuando alguna vez lo había hecho con órdenes del mando de su jefe Squeo pero desembocó en el sodomizar a Contardo, el hijo de éste, de solo pensar en aquel momento llevó su mano al pene, suspiraba cerrando los ojos recordándole, pero de súbito la puerta antigua hizo un chirrido que sobresaltó los pensamientos de Jasmani, era Renata apegada con su carita a la hoja de la puerta, se mostraba esa escena infantil cuyo tímido rostro mostraba la decisión de estar allí, aunque no era de ocultar su timidez, pues al acercarse más a la puerta pudo ver el cuerpo desnudo de Jasmani en la cama, se intercambiaron miradas y sonrisas más la de Renata era de timidez, pero ganaba su curiosidad y era que gustaba de ver ese pene de Jasmani así descubierto, ese pene que le gustaba en su forma y su textura porque la hacía sentir, en definitiva, estaba allí porque sabía encontrarle, estaba allí porque simplemente le gustaba, y estaba allí porque sin lugar a dudas quería hacerlo, sólo esperaba la orden de su adulto iniciador, Jasmani le había desarrollado el deseo de compañía sexual intima, gustaban de hacerlo a solas, con secretos pactados, a sus seis años ya sabía muchas cosas y quería seguir experimentando, por eso estaba allí, por eso lo comprendía Jasmani, Renata poco a poco se iría convirtiendo en una niña deseosa de sexo, Jasmani lo había comprobado pues esta niña lo había heredado seguramente de su madre, la nena a órdenes suyas dio unos pasos e hizo que ponga seguro a la puerta, así lo hizo y siguió caminando hacia la cama rústica donde estaba acostado el cuerpo desnudo de su iniciador, ella viendo fijamente el pene lo acarició pasando las sutiles manos infantiles, Jasmani lleno de gozo veía esos movimientos particulares de la niña que luego inclinó su cara para oler ese erecto pene velludo y con grandes venas formadas producto de la erección, se vieron por un instante, sonrieron, ella vio ese pene, abrió su boca sacando la lengua pasándola por ese pene prominente venoso, exhalaba con gusto el adulto al sentirlo, la punta de la lengua pasaba por el glande haciéndole suspirar prolongadamente, la punta de la lengua pasaba por entre los testículos velludos a petición del adulto quien se acomodaba adecuadamente acostado en la cama, estaba en su máxima respiración agitada, le pedía que siga, la nena hacía lo mejor que podía en esa lamida de pene cuya punta de lengua hora recorría desde los testículos hasta la punta del glande así lentamente, ya ensalivado estaba el pene en su totalidad, los rastros de saliva se podían ver con toda visibilidad en la piel de ese tronco de pene venoso y peludo, Renata ya sabía hacerlo bien, abrió su boca y se adentró el glande a la mitad en su boquita, ahora lo lamía y lo chupaba, así por un buen lapso de tiempo, Jasmani se sentía complacido con esos movimientos de lengua que Renata le hacía en su pene, se agitaba el pene erecto, en su delante estaba la nena viendo esos movimientos, de inmediato se puso en pie de la cama dando unos pasos a la ventana observando el exterior, había soledad en aquel lugar, a la nena le preguntó por su madre, ella le dijo que hace rato nomás había ido a su ramada con la empleada a ver cosas, a ella la había dejado cuidando a su hermanito y el pequeño Aarón el hijo de los patrones que estaban en la capital, y que ambos niños estaban dormidos en cada una de las hamacas en el corredor de la gran casona, ella estaba aburrida y paseaba por el lugar jugando, Jasmani asintió acariciándole el pelo a la pequeña, desde ese lugar podía verse el corredor lejano, Jasmani fue a acostarse en la cama, con un gesto que le hizo a la nena ella se deslizó el vestidito que llevaba puesto, quedó sólo en ropa interior que luego la fue deslizando por los muslos pasando por las piernas hasta llegar a los tobillos, acostado desde la cama Jasmani disfrutaba viendo esos movimientos de manos, su sonrisa era amplia dibujada en el rostro, se podía apreciar esa vaginita desnuda con esos labios vaginales muy gruesos, giró de espaldas para mostrarle el traserito, sus pies descalzos mostraban desnudez, lentamente se acercaba a la cama, él la recibió con caricias y besos, la acostó uniendo sus pechos, la humanidad de la pequeña estaba sobre el cuerpo de Jasmani, la vaginita rozaba el abdomen del adulto iniciador, el pene rozaba el ombligo de la pequeña que le gustaba estar así, las manos adultas pasaban rozando el traserito, ella sonreía al sentirlo así, los dos mostraban sus sonrisas, la nena se sentó sobre el hombre, la vaginita tenía en su delante el pene erecto hecho un mástil, con las dos manitos rozaba el pene, el prepucio se deslizaba mostrando el glande teniendo ya unas gotas de líquido pre seminal que era tomado por los dedos de la niña llevándolos a olerlos en la nariz, Jasmani sonreía, las manos de él ahora rozaba las caderas de Renata, el traserito infantil estaba sentado sobre los muslos de Jasmani, lentamente la fue subiendo hasta poner a rozar el glande con la separación de los glúteos de ese voluminoso trasero de Renata que sin lugar a dudas lo había heredado de su madre, ella sintió ese roce permitiendo seguir, él gozaba viendo a esa pequeña que lo permitía, más, estaba feliz de que ella estaba allí a voluntad, ya lo había visto desnudo antes, ella estaba gustosa viendo ese pene, le atraía, eso había conseguido aquel adulto de la pequeña, se inclinó un poco, no sin dejar de sonreír mientras él le preguntaba si le gustaba eso a lo que ella contestaba gustosa que sí, así gustoso la seguía acariciando diciéndole frases dulces y motivadoras, ahora el pene rozaba la vaginita, así sentada miraba el pene cuyo glande rozaba los labios vaginales, lentamente la fue acostando en la cama abriéndole las piernas lo más amplio posible para abrir los labios vaginales y pasarle con la punta de la lengua de una manera sutil por el clítoris haciéndola sentir a la pequeña que con su risa continuaba, estaba gustosa de sentir aquel movimiento de lengua en los labios vaginales, como que la piel se hacía de gallina, se agarraba fuertemente de la sábana de la cama, levemente gemía al contacto de esa punta de lengua por el clítoris, que de por sí ya estaba completamente ensalivado, el adulto continuaba con sus movimientos de lengua en esos labios vaginales, miraba al rostro complaciente de la nena sonriendo mutuamente, los piecitos estaban descansando en los hombros del adulto y la cabeza entre las piernas que ahora besaba los muslos infantiles, se notaba que ella estaba complaciente, como era de esperarlo luego de haber visto ese pene en la ducha de aquella letrina, Renata se sentía bien en compañía de ese adulto, el glande empezó a rozar la separación de los glúteos dejándole la huella en la piel del líquido pre seminal, le dobló las piernas de tal manera que las rodillas infantiles tocaban el pechito de la nena, le dijo que mirase al “amiguito” como “jugaba” con su “cosita”, la nena miraba ese roce de glande en sus labios vaginales, el tronco del pene lo tenía la mano derecha del adulto y con la otra le sujetaba las piernas a la nena, la cintura del hombre adulto se movía lentamente para sentir con su pene esa vaginita, la nena cerraba los ojos, así demostraba que sentía aquel roce, el glande ahora estaba a medio talle, estaba queriendo penetrar, la sujetó de mejor forma, sabía lo que deseaba, penetrarle la vaginita, la nena intuyó y comenzó a hacer movimientos bruscos más al sentir esa dolencia que se incrementaba, suplicó que ya no siga así, Jasmani sentía rico, estaba en otro ambiente, cerrando sus ojos sentía con su pene esa vaginita virgen de niña preciosa de seis años, la fuerza de las manitos aferradas a los brazos de Jasmani hicieron reaccionar al adulto, lentamente sacaba el pene de la entrada de la vaginita, por un momento quedaron estáticos, ella acostada mirando parado a Jasmani colgándole el pene erecto, a tiempo, pues si seguía la desvirgaba, lentamente se tomó el pene, lo pasó por el ombligo pasándole por los labios vaginales de la nena, luego los labios recorrían ese lugar infantil, las piernas estaban dobladas abiertas como abanico viendo sobre ella ese glande que pasaba muy seguido, ya relajado volvía a lamerle el clítoris, deseaba que ella también sienta relax y eso le gustaba y le motivaba, la lengua pasaba por el vientre de la nena, subía a las tetillas, llegaba al mentón para unir luego los labios besándose apasionadamente como quería Jasmani, deseaba mucho hacerlo siempre con ella y que a Renata también le gustaba hacerlo con él, rozaron las narices y unieron sus frentes, la sonrisa volvió a brotar del rostro de la pequeña, eso le gustaba mucho, instintivamente se acomodó como insinuando que le vuelva a pasar la lengua en su vaginita virgen que tanto le gustaba, la poseía en su todo, allí estaba ese cuerpo desnudo a voluntad siendo acariciado por las manos de Jasmani, la hizo acostar de cara a la cama y abriéndole la separación de los glúteos le pasó el dedo luego llevándoselo a su nariz para oler ese olor típico de niña de seis años, pasó la lengua entre los glúteos haciéndola vibrar mordiendo la sábana, la lengua pasaba por toda la piel de ese voluminoso trasero, allí quedaban los rastros ensalivados por el paso de la lengua, Renata sentía rico, se relajaba, la lengua de Jasmani ahora pasaba por la espina dorsal de la pequeña Renata, llegaba a su cuello y le hacía sentir su respiración varonil en el oído infantil femenino, allí le besaba repetidamente el cuello, sintió como de costumbre saliva en su ano y sabía que ese pene lo rozaría, y así fue como sintió que el glande de Jasmani quedaba rozando la separación de los glúteos, la nena respiraba hondo mientras el hombre seguía en su deseo de penetrar más que sea un milímetro más de lo que había hecho la última vez en ese anito virgen infantil, el glande se deslizaba ensalivado sobre ese traserito, jocosamente lo tomaba con una mano y lo agitaba chocándolo contra la piel de los glúteos de la nena, se escuchaba el leve chasquido de piel de pene con piel de glúteos, el glande entró apenas y lo sacó, la hizo voltear, se miraron por un instante, él encima de ella que pujaba sintiendo el peso de Jasmani, alzó una de las piernas de la pequeña la cual besó a lo largo hasta llegar a lamer y chupar el dedo gordo del pie, esa acción gustaba a Renata que sonreía ampliamente, Jasmani continuaba con la otra pierna no dejando de reír la pequeña, viendo esa caricias y esas lamidas en los pies, le hizo sentar en el extremo de la cama, abrió de piernas recostándola dejando abiertos los labios vaginales, le pasó la lengua y luego sobre esa vagina ensalivada pasó el glande, así era más fácil sentirla agarrada de los glúteos, la alzó marcándola alejándola de la cama con las piernitas rodeando la cintura de Jasmani haciendo giros con sus pies en el suelo como si fuese carrusel, lo que eso a la nena le gustaba y miraba su vagina junto al pene del adulto que con sus manos la sujetaba de los glúteos, así giró por unos instantes hasta que ella le pidió detenerse pues deseaba micciar, se apartó del adulto y sacó debajo de la cama la bacinilla, al acuclillarse para hacerlo Jasmani vio ese trasero a plenitud manoseándose el pene peludo venoso que tenía, la nena acuclillada sobre la bacinilla daba a escuchar el líquido salido de su vagina que chocaba sobre la porcelana del recipiente, las manitos se posaban sobre aquel piso, esperó a que termine para sentarla en el extremo de la cama, acarició las mejillas, la yema de los dedos pasaba por el mentón y las cejas muy bien definidas típicas al parecido de su madre, también rozó en los labios rosáceos infantiles que los hizo abrir rozándolos con su pene y luego introduciendo el glande en la cavidad bucal haciéndole así el sexo oral, repetidamente ese glande entraba y salía de la boca de Renata, los labios rozaban el tronco del pene, instintivamente sacó el pene, la niña en su delante a pocos centímetros de su cara miraba las manos de Jasmani que agitaban el pene le dijo que tenga abierta la boca pues el glande se encontraba rozando los labios y de pronto salió semen que se impactó en el rostro de la pequeña y otro poco entró en su boca, luego lo depositó con saliva en la bacinilla, con un trapo le limpió la carita, el glande con restos de semen lo limpió con ese mismo trapo, Renata comprendía que el juego había terminado, Jasmani se acostó en la cama, la nena vio ese cuerpo desnudo que le había hecho sexo, sonrieron, ella se acostó a su lado, así quedaron acostados abrazaditos por unos instantes, Jasmani le dijo que se vistiera y que fuese a ver a los niños, la nena obediente lo hizo dejando la puerta entreabierta, Jasmani reposaba pensando en lo que había hecho con es preciosura de niña como lo era Renata, seguía desnudo acostado en la cama, fumó un cigarrillo y empezó a cavilar, recordaba lo vivido, le vino a preocupación al saber que los días se acercaban al momento de la llegada de sus enemigos Squeo con su hijo Contardo, sin atinar a tomar alguna decisión todavía quedó dormido, lejos de allí, Renata estaba acostada en la cama de aquella habitación con el pequeño Aarón que ya había despertado, estaban así desnudos frotándose los genitales, ella era la de la iniciativa, hacía lo mismo que a Jasmani, la cadena formada por este hombre se reforzaba cada día más en aquellos niños lejos de saber su verdadero parentesco.
FIN DEL DUCENTÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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