METAMORFOSIS 209
Piecitos.
El autobús se estaciona en la parada de aquel pueblo, de él baja la mujer con un bulto llevando consigo ropas, junto a ella estaba su hijo de quince años cumplidos, el “niño”, como aún le decía cariñosamente, la esposa de Ramón el chófer de confianza de Squeo había pedido permiso por esos días para buscar a su hija, a la que aún le decía la “niña”, deambularon por el pueblo buscándola, muchos dijeron haberla visto de buena forma en amoríos con un hombre adulto, caminaron por varias calles, hasta llegar a la casa donde residía pero no dieron noticias más la de aquella ida con ese hombre, preguntaron por la anciana sin tener noticias de ella, la mujer preocupada por el paradero de su hija a quien tiempo atrás había aborrecido ahora tenía sentimientos de culpa al no encontrarla, más aún el no saber de la vida de su nieto recién nacido, el “niño” por su lado hacía averiguaciones sin ningún resultado adecuado, ya para ese momento el comentario de los habitantes del pueblo se debía a la presencia de aquella mujer y su hijo, no se doblegaron a buscarlos, pese a que los datos eran sesgados, el tiempo transcurría sin tener éxito, fueron al mercado a averiguar pero era infructuoso, vieron a una prestante dama comprando verduras, a su lado una empleada marcando al niño más pequeño mientras en su mano tenía a otro niño de mayor edad, las miradas de la muer y el niño de manos de la empleada se cruzaron, la mujer prestante miraba con detenimiento a la mujer junto a su hijo quinceañero, caminaron delante, la mujer no dejaba de mirarlos, eran nuevos en el pueblo, la empleada tomó a los niños dirigiéndose al auto estacionado en la entrada del mercado allí esperó a que su patrona salga junto a unos muchachos cargados de las provisiones, la cajuela fue alzada y puestos los víveres allí, el pequeño Ítalo Javier se soltó de la mano de la empleada y caminaba inquieto por la entrada del mercado, tropezó sin darse cuenta con aquella mujer y su hijo quinceañero, la alegre mujer se acuclilló a acariciarlo especialmente las mejillas, le miraba fijamente con ternura, el “niño” viendo a su madre sonreía, la mujer estaba preguntándole por su nombre a lo que el nene responde como ítalo Javier y cuando le preguntó por sus años de vida el niño muy astuto mostró cuatro deditos de su mano izquierda, en ese instante que se aproxima la empleada marcando al niño más pequeño de piel blanca en contraste con la piel de Ítalo que era morena clara y tomando de la mano a Ítalo Javier la empleada saludó con una sonrisa cordial, la mujer asoció al pequeño Ítalo Javier como el hijo de la empleada y ese niño marcado de piel blanca sería el hijo de la patrona, como sucede en muchos de los casos, la mujer saludó cordialmente, la empleada tuvo poco tiempo en saludarle pues fue llamada por la patrona dentro del auto, la empleada se despide, el niño estira su mano, la mujer se acuclilla dándole un beso, lejos estaba de saber que besaba a su nieto, el hijo abandonado por la “niña”, el quinceañero con simple amaneramiento disimulado acariciaba el pelo del pequeño Ítalo Javier, el pito resonaba, la empleada tomó de la mano al niño y presurosa fue al auto recibiendo regaños de la patrona por la demora, las miradas de la mujer parada en la entrada del mercado se cruzaba su mirada fija con aquella patrona bien arreglada sentada en el auto, sin saberlo allí iba su nieto, el hijo de la “niña”, el quinceañero puso su mano con dedos alargados sobre el hombro de su madre, caminaban deambulando por los alrededores, la mujer prometió dar con el paradero de su hija y su nieto, no descansaría en su objetivo, aquella decisión trastocaría grandemente su relación con su esposo Ramón, y también con su hijo pues la atención sería en buscar el paradero de su hija y su nieto, la conciencia minaba a la mujer, continuó junto con su hijo en la búsqueda de su hija durante esos días sin obtener resultado alguno, la mujer se preocupaba lamentándose que durante esos días de búsqueda de su hija su compañero sentimental Ramón no era atendido por ella, anhelaba llegar para atender a ese eficiente chofer, para ella Ramón significaba mucho en su vida debido a que es un hombre muy cautivador y quería mucho a sus hijos, que era su padrastro, la mujer miraba por la ventanilla del bus las luces de la gran ciudad capital, su sonrisa se amplió adecuadamente al pensar que pronto llegaría para estar en los brazos de su amado Ramón, su hijo iba a su lado, pensativo cavilaba, sin darse a notar con el dedo índice se rozaba el pene vestido dándose ligera satisfacción, pensaba en Venancio Alberto y en Contardo, ambos medios hermanos hijos de su patrón Squeo, cerró los ojos pensando en Contardo y todo lo que en la cama aprendió y a la vez a su mente aparecía el rostro de Venancio Alberto el niño al que deseaba enseñarle muchas cosas, lo deseaba apasionadamente, así ese bus llevaba de regreso a dos personajes al que el destino depara muchas consecuencias en sus vidas y las determinaciones que de ello aplicarían a futuro.
*******
Animados los tabloides anunciaban el cumpleaños de Fulgencio Arichabala donde se concentraba la atención del jet set capitalino ante muy mencionado personaje mediático, en su habitación la fiel Débora lo ayudaba a vestirse, era una fecha especial para él, la más importante del año, de pronto su nieta Victoria entra en la habitación de su abuelo, vestía un elegante traje traído especialmente de París, un Channel que causaba envidia en las quinceañeras capitalinas, sus brillos llamaban la atención de los visitantes, Débora estaba inquieta y muy nerviosa, temía fallarle, con una caricia en la mejilla Fulgencio trataba de calmarla, entró en la habitación la madre anciana del homenajeado, le daba ciertas órdenes a la ama de casa, Victoria abrazaba con dulzura a su bisabuela diciéndole lo bien parecido que estaba vestido su abuelito, la anciana Matilde salió junto a su dama de compañía que la esperaba en la puerta, el octogésimo primer aniversario fue más opulenta que el octogésimo, irónico, pues ahora había más expectativa en lo político lo cual resaltaba en la visita de prestantes personalidades, Fulgencio había ganado mucho dinero para ese año y lo seguía ganando a raudales, las luces de las cámaras brillaban en la alfombra roja que daba al gran salón de eventos en el centro de la capital, delegados del gobierno se hicieron presentes inclusive con reconocimientos, sentada en un rincón estaba Sandra con su nuevo compañero de idilios como lo era el doctor Vito Cota Berlingieri, las luminarias resaltaban en los rostros de los personajes, tomados de la manos los dos solteros mostraban su mejor sonrisa a las cámaras fotográficas, iban bien vestidos, la calle de honor se hizo a lo largo del gran salón, de gancho iba el homenajeado con su nieta mayor primogénita y de su madre, sentada en un rincón estaba Fernanda, cerca estaba del acreditado médico, las miradas se intercambiaban, ella mostraba su garbo y la seriedad se reflejaba en su rostro, ameritaba en ese momento dialogar, era su intención pero se contenía el desear reclamarle en ese momento no indicado, Fernanda estaba junto a la gran mesa principal pero arrinconada a órdenes de su suegro, la relación entre ambos era tirante desde hace muchos años, inclusive desde el alumbramiento de su primera hija Victoria, en otra mesa discreta en posición estaba Emérita junto a su hijo Carlos Hernán de nueve años quien animado le contaba las aventuras con sus amiguitos en ese paseo de camping celebrado el mes anterior, la mirada de Emérita se centraba en la medalla que llevaba su hijo en el cuello, objeto de su bisabuelo Fulgencio Arichabala que les daba a las generaciones de los Arichabala, esa medalla única de orfebrería era una de las que los varones de la casa Arichabala llevaba en honor a sus ancestros, el niño se sentía orgulloso de llevarla desconociendo su origen verdadero de cómo llegó allí por línea paterna, la madre le rozaba con cariño la mano de su hijo tan parecida a su padre, el homenajeado al pasar hizo un alto, deteniéndose delante de la mesa de su bisnieto, le hizo un gesto para que se aproxime a él, los segundos pasaron a vista de los asistentes llenándose de flashes el ambiente, el niño caminó algo detrás del homenajeado junto a Victoria, los flashes se hicieron constantes, el lento camino se detuvo nuevamente cuando llamó también a su nieto Daniel Nicolás que estaba sentado en la mesa de sus padres Nicolás Arichabala y Justin Daniela Pérez, el niño iba tocado de hombros por la mano de su bisabuela, los flashes se intensificaban mostrando a ese precioso niño de ya a sus cinco años era tapa de publicidad por lo hermoso de su rostro y el buen vestir, ya que en ello influenciaba su madre, el mejor traje de niños lo llevaba él en la fiesta, el caminar lento iba desarrollando las observaciones de los presentes, desde una mesa apartada estaba Elena con sus dos hijos Melquiades y Heriberto, como siempre su esposo el militar brillaba por su ausencia ante estos eventos, su vida la realizaba con otra mujer que era vital en las investigaciones de Fulgencio Arichabala, los acontecimientos daban para que la reunión planteada tenga los más brillantes resultados esperados, tanto así que la propia torta tipo castillo tenía el blasón familiar, sus pisos de diseño románico contrastaban con los finos arreglos victorianos evocadores de la época de finales del siglo XIX, sentado con su hijo Adrián Fernando de quince años estaba el obeso Teodomiro de sesenta años cumplidos, junto a ellos su nieto Gustavo Andrés Teodomiro de dieciocho años, hijo de su difunto hijo Teodomiro y de Josefina Pozzo Buonanote, se veía pasar con garbo al consuegro del homenajeado, el doctor Luis Daniel Pérez de brazos de la despampanante norteamericana Alison de veintiséis años, detrás llegaba el rico industrial y comerciante con su hija recién llegada del país del norte, viendo esa pareja el obeso Teodomiro se exaltó siendo notado por su nieto, al momento la llegada del militar de moda por sus actividades milicianas en el país, aquel militar cuya carrera se estaba haciendo meteórica, se trataba de Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote, acompañado de su esposa Isaurina Arciniegas, el homenajeado instintivamente se puso en pie al ver a la pareja acercarse a saludarlo, junto a ellos iba Luis Izaguirre Buonanote, primo del militar, nietos de Rodolfo Buonanote, reconocido terrateniente, expresaron sus excusas por parte de la no presencia de su abuelo Rodolfo Buonanote debido a quebranto de salud, Fulgencio aceptó las disculpas, los saludos de los primos hacia el homenajeado fueron simples protocolarios, no así la desbordante manifestación de alegría hacia la dama que los acompañaba, la fiesta estaba en su apogeo con el baile inaugural del homenajeado con su madre, seguido de sus nietos y demás familiares y conocidos, entre las parejas estaba bailando los quinceañeros Victoria Arichabala con Heriberto, nacidos en la misma fecha y en el mismo lugar, ya habían cumplido los quince años el pasado nueve septiembre de 1959, la fiesta de Victoria fue por todo lo alto, aún se hablaba de aquello por parte de los invitados viéndola bailar con ese caballero, para Teodomiro fue un sorpresa la aproximación de Fernando con su hija Fernanda, el industrial quería presentarle a ese muchacho de dieciséis años que según sus comentarios sería una promesa en las futuras finanzas, Teodomiro quedó expectante viendo la mano del muchacho se estrechaba con la de la mujer, tragó saliva al verlos darse un beso en la mejilla, al mirarles el obeso tomó un trago prolongadamente con mucha ansiedad, el muchacho la invitó a bailar, Teodomiro tomaba repetidos vasos de bebida alcohólica puesta en la mesa al verles bailar, por su parte Fernando invitaba a bailar a una dama de mesa contigua, Squeo llegaba en ese momento solo a la fiesta sin su actual compañera sentimental, habían tenido un disgusto, era estrategia, pretexto para no llevarla, no gustaba exhibirla en público, por eso él había iniciado el inconveniente, de inmediato se acercó a saludar a la mesa donde estaba Elena, la tracción corporal no se hizo esperar, así pasaban las horas y la fiesta estaba en toda su manifestación, los tocadores eran lugares recurrentes para que las damas se acicalen y los caballeros en los baños hicieran su necesidad de micciar ante tanta bebida tomada, en uno de esos trayectos a los baños se encontraron Melquiades y Nicolás, rápido se besaron en un rincón, deseaban hacer algo más pero estaban limitados, saliendo furtivamente, muy cerca Fernanda salía de su cubículo y por casualidad se topa con el doctor Cota, el dialogo fue corto, él pudo apreciar la contrariedad en el rostro de ella por verlo, la tomó de los brazos llevándola a su cuerpo, estaba un poco mareado, le dijo que nunca la había dejado de amar y la que ahora era su compañera sentimental, Sandra, era un simple estado de relación que no significaba mucho en su vida, Fernanda con sus ojos desesperados trataba de decirle una cosa muy diferente a quererse separar de ese cuerpo, ambas visiones coincidieron, cerrando los ojos se dieron un beso apasionado, le dijo que deseaba verla, saber más de ella, lentamente la soltó pero unieron frentes y rozaban nariz de cariño mutuo, reconoció que también lo amaba pero no podía ser, el dialogo no pudo seguir por la presencia inmediata de un guardaespaldas que le preguntaba a la muer si sucedía algo, Fernanda para evitar el escándalo decidió salir del lugar y evitar la observación de los pocos invitados que pasaban por el sitio, quedó estático el doctor yendo en dirección a su mesa donde la inquieta Sandra lo esperaba, pese a todo, las miradas de Fernanda y el doctor Cota era evidentes ante la apreciación de Sandra que sonreía bebiendo, notaba el amor que se tenían y gozaba disfrutando incomodar a la pareja cuando entrelazaba sus manos al doctor y le daba besos en la mejilla, los asistentes vieron la entrada de ese prestante hombre negocios, Saúl André Francisco Alfonso Alzogaray Dampierre, de gran abolengo nacido en cuna de seda en el año 1927, a sus treinta dos años se había convertido en uno de los personajes más reconocidos en el jet set, por tratarse del viudo más codiciado, muchas mujeres de abolengo y de imagen social estaban tras de él pero aún el recuerdo de su desaparecida esposa la tenía presente y no se había hecho de compromiso, sus constantes viajes lo distraían dedicándose por competo a los negocios obteniendo un posicionamiento de mercado muy meritorio y a la vez meteóricamente ascendente para su edad, hombre de facciones hermosas descendiente de nobles españoles y franceses e ingleses, heredó de su madre ese rostro y el físico atlético de su padre ambos campeones de polo y esgrima, la mayor parte de su familia estaba en Europa, administraba también los negocios de su difunta esposa heredados de su suegro el reconocido italiano industrial de pastas y derivados alimenticios que son tradición en el país de la canela, los flashes de las cámaras hacían el efecto fotográfico mediático, las miradas de las féminas y su sorpresa dibujada en el rostro lo hacían el centro de atención en la fiesta, casi eclipsa la presencia del homenajeado que muy solícito fue a su encuentro, el abrazo fue prolongado y los aplausos no se hicieron esperar, se encontraban las dos potencias de los negocios en ese lugar, venía solo, como de costumbre tras la muerte de su esposa, se sentó en la mesa de honor junto al homenajeado, el ilustre invitado departía conversa y baile con los presentes, muy pronto se convertía consolidadamente como referente de la fiesta, es que su poder era consistente que hasta el propio Fulgencio Arichabala tenía respeto por él haciéndole venias constantemente, pese a las edades que los separaban y la experiencia adquirida, Saúl André tenía mucho aún por hacer en el mundo de los negocios y se agranda su influencia en el acontecer político del país de la canela donde tenía fija su proyección, le llamó la atención la presencia de Fernanda, la nuera del homenajeado, de a poco fue fluida la conversación entre ellos y el pase de baile se hizo frecuente tras la captura de los flashes, el amarillismo haría de su accionar en los tabloides al día siguiente anunciando la amistad de la pareja de baile, Matilde la madre del homenajeado miraba con detenimiento el accionar de la pareja, Fernanda hizo que sea llamada la atención de muy buena forma por parte del visitante, desde la mesa Sandra miraba el rostro del doctor Cota, su compañero sentimental miraba con fijación a la pareja, su maxilar mostraba movimiento constante ante la ira disimulada que sentía, Sandra también los veía y tomaba un trago sorbo a sorbo, sentía envidia por Fernanda, se hacía personal aquella inquina, pues Fernanda tenía esa atracción hacia los hombres guapos y bien presentables, por un rato Sandra pensó en quitárselo a él también, luego sonrió, pensaba que ese industrial estaría muy lejos de ser pareja de Fernanda, la miraba con desprecio, celos de mujer, seguramente, el resto de la fiesta pasaron conversando ante la mirada inquisidora discreta del homenajeado y del doctor Cota, el acaudalado hombre de negocios la pasó bailando con ella y ofreció una invitación a comer en días seguidos a lo que fue aceptado por Fulgencio Arichabala, no quería incomodar al apreciable invitado que estaba invirtiendo un sonado capital a los negocios de la mayoría de los presentes a la fiesta, Victoria la hija de Fernanda secundaba a su madre en belleza y glamour, el homenajeado miraba con detenimiento a la esposa del militar, la madre a distancia prudente miraba los gestos faciales de su hijo y en la seguida manera de beber, a cierta distancia Débora encargada del protocolo como ama de llaves dirigía el cortejo de sirvientes, su mirada se centraba en el rostro de Fulgencio, tragaba saliva viéndolo bailar muy cerca a Nicolás su único hijo varón que le quedaba al homenajeado ya que su otro hijo Mateo murió de un infarto fulminante, Squeo estaba animado en la fiesta, la pasaba bien dialogando con Elena, por debajo de la mesa manoseaba las piernas, en un instante se puso en pie dejándose ver de la mujer su bulto en la entrepierna vestida, ella rozaba disimuladamente aquello, fogosamente se vieron, deseaban tenerse el uno al otro, la fiesta estaba a su término, aún habían muchos invitados bailando, Squeo se ofreció a llevar a Elena y a su hijo a casa, sabía del lugar, ya había estado antes en varias ocasiones, el saludo fue poco convencional a presencia del muchacho, la silueta de la mujer madura le daba ese toque de sensualidad que a Squeo le arrebataba, a pocos kilómetros de allí una figura se encontraba cerca de los amplios jardines de la gran casona saliendo del lujoso y brillante auto, el industrial caminaba pensativo, no podía dejar de pensar en Fernanda, la nuera de Fulgencio, lejos de allí Fernanda y su padre comentaban al bajarse del auto lo entretenida que fue la fiesta, hablaban de aquel muchacho Adrián Fernando que había sido muy jovial e inteligente, aquel muchacho con el que había bailado, su padre aumentaba el criterio positivo diciéndole a su hija que sería agradable continuar dialogando con ese muchacho con alto sentido emprendedor, a distancia un pensativo Teodomiro algo mareado se bajaba abrazado de su hijo Adrián Fernando a quien le prodigaba cariño, le decía que era su orgullo, el efecto del alcohol lo hacía llorar al describir tanta emoción de tenerlo como su hijo verdadero, en verdad Adrián Fernando era el único hijo varón que le quedaba tras la muerte de su hijo Teodomiro ahorcado por Gustavo Pozzo y su hijo Emilio el hombre de negro incendiado su cuerpo en la fábrica, de su nieto también recibió frases elogiosas, se confirmaba el entrañable cariño entre ellos, el obeso entró a su biblioteca y se sirvió un trago delante de su hijo nieto sentados en un sofá, los miraba y sonreía, en su delante quedaba toda su descendencia de varones, eran sus crisoles, descendían estos muchachos de blancos, indígenas, negros y mestizos, Adrián Fernando a nombre de su tío pidió permiso para pasear el día de mañana por la ciudad en la moto, el permiso fue concedido, el nieto del obeso Teodomiro agradeció y se retiró a su habitación, su hijo Adrián Fernando manifestó su comentario de lo ocurrido en la fiesta confesó en parte ser el centro de atención, mencionó a Fernanda, el obeso al escuchar ese nombre se sobresaltó bebiendo pausadamente, le preguntó su opinión a su hijo acerca de aquella mujer, jocosamente le dijo que para él Fernanda era cautivadora, una mujer despampanante, gustoso para él sería tener un romance con ella y quién sabe si una relación amorosa, el hombre se puso en pie mostrando en su rostro cierta indignación que la manifestó golpeando la mesa, el hijo sorprendido manifestó ante la reprimenda que no era para tanto, que se trataba de una broma jocosa, que los diferenciaban las edades, el obeso Teodomiro justifico su accionar diciéndole a su hijo que se trataba de una mujer muy respetable, la mirada centellante mostraba su malestar, de nuevo Adrián Fernando pidió disculpas a su padre prometiendo no hablar así de aquella mujer, cambiaron el tema hablando de cuestiones de actividades en los días siguientes, a su hijo le manifestó que era de su interés que le ayudase con actividades de gerencia, pese a tener corta edad para los negocios Adrián Fernando ya tenía la innata habilidad para emprender proyectos simples, trataba de que su hijo sea su consejero, le dijo sobre aquellas intenciones, y las de que en un tiempo no muy lejano pueda viajar al exterior, esto emocionó mucho al muchacho, Teodomiro se acercó a abrazarlo, él también prometió no enojarse ante las bromas hechas por su hijo, abrazados fueron a sus respectivos cuartos, le dio un beso en la frente tomándole las mejillas con las manos, viéndole fijamente a los ojos le supo decir con determinación y sinceridad lo mucho que lo quería y lo que representaba para él, le dijo a Adrián Fernando que era su orgullo y más que aquello, Adrián Fernando era su vida misma, todo esto viéndole fijamente a los ojos.
*******
Lucrecia y su madre salieron al doctor, la edad de la madre con padecimientos hacía constante la visita al galeno, se aquejaba de muchas enfermedades respiratorias y reumáticas, era el precio de laborar con su difunto esposo en aquellos húmedos días, quedó en casa su hermano Dagoberto de treinta y tres años al cuidado de su hijo el pequeño Ricardo Heriberto, hijo de Heriberto Alpízar que ya había cumplido los tres años el pasado mes de febrero de 1960, era un niño muy vivaz y sobre todo muy guapo, de ello daba cuenta su tío con el que tenía un gran apego y confianza por parte del pequeño que se traducían en mimos, tocaba bañarse y eso para su tío Dagoberto era muy gustoso hacerlo, preparaba la tina donde ambos se bañarían como de costumbre, a diferencia que cuando estaban a solas lo hacían desnudos rozándose la piel bajo el agua o cuando se duchaban él lo marcaba al niño, en esta ocasión tenía en pie al niño sobre la cama, estaban descalzos, se disponía a dejarlo completamente desnudo a su sobrino cuando se escuchó el toque de puerta, se sentó rápido en la cama, se calmó un poco la respiración viéndose el pene erecto amoldado a la tela del pantalón, sonrió viendo al niño girar su cuerpo en la cama mostrándole el culito, le dio unas palmaditas en el traserito vestido, le dijo que se estuviese allí para desvestirlo y bañarlo, Dagoberto caminó hacia la puerta ante los insistentes golpes, no la abrió completamente dejándose ver su medio cuerpo ante el visitante, que era una mujer pidiendo un poco de aceite en una taza, al disimulo y a regañadientes fue a darle lo que deseaba, tras un corto dialogo de trivialidades logró despedirse de ella teniendo en mente el pendiente de estar con su sobrino deliciosamente allá donde estaba, cerró con seguro la puerta y caminó presuroso a donde había dejado a su sobrino, sorpresa para él fue ver la cama vacía sin la vista del pequeño sobrino Ricardo Heriberto, se agachó para verlo debajo de la cama y efectivamente allí estaba acostado escondido sonriente, vio los piecitos del nene, un piecito sobre otro montado, los dedos de Dagoberto le hacían cosquillas en la planta de los pies, su risa infantil se ampliaba cuando las manos de Dagoberto agarraban las piernitas y los deslizaban por el piso pulido debajo de la cama sin dejar de hacerle cosquillas, así la ropita que llevaba puesto el niño se ensuciaba por el polvo debajo de la cama, con sus manitos se aferraba al piso pero se dejaba deslizar por la vehemente fuerza de su tío, lo soltaba y miraba esos deditos de los pies que se deslizaban en el piso tratando de apartarse de las manos adultas, pensó que pasará mucho tiempo hasta que su hermana y madre retornasen de la visita médica, una vez fuera el niño lo sentó en su espalda y en posición caballito lo hacía galopar al niño, hacía relinchos de caballo que al niño gustaba, lo hacía desmontar con sutileza terminando el niño de acostarse para recibir cosquillas constantes, luego le fue quitando las prendas íntimas infantiles mostrándose ese penecito lampiño que tanto le gustaba oler y manosear, el niño se sentó en la cama abierto de piernas y entre ellas estaba la cabeza del tío que con la nariz rozaba el vientre infantil haciéndole cosquillas emitiéndole forzadas risas ante las caricias, lentamente lo recostaba en la cama a piernas abiertas, olía del penecito y procedió a lamerlo pidiéndole al niño que se quedase quieto, segundos después, le besaba las piernas y abdomen, la nariz rozaba las costillas, le puso de cara a la cama y le besaba con mordelones leves la piel de los glúteos, asimismo besaba el traserito, abría la separación de los glúteos y olía esa parte, ensalivaba un dedo y lo rozaba por la entrada haciéndole contraer el cuerpo hasta el aguante de entrada del dedo, quedó el niño acostado inmóvil a órdenes del tío que fue a ver una crema untada en el dedo para meterlo despacio lubricando el ano, Dagoberto se bajó el short que solo tenía puesto y se untó crema en el pene, abrió el traserito y rozaba el glande entre los glúteos infantiles, el niño obediente no se movía aunque sea por el efecto de esos roces, Dagoberto comenzó a besarle el pelo y el cuello, a olerle su natural niñez, lo sentía suyo en ese momento, de nadie más, lo iniciaba sexualmente, el pequeño sin saber lo que pasaba en realidad se dejó dar vuelta en la cama, Dagoberto lo acariciaba en la pelvis, el pequeño abría las piernas mostrándose el penecito que al ser agitado se ponía erecto, acercó sus labios para darle besos cortos e intermitentes cuyos labios adultos se mojaban con la saliva del niño salida de su boquita, el pequeño había heredado los labios de su padre, a Dagoberto le atraía aquel hombre marido de su hermana, en secreto le tenía inquina a su hermana, Dagoberto estaba enamorado del compañero sentimental de Lucrecia, ese nene representaba la relación entre Lucrecia y Heriberto, aunque el segundo visitaba periódicamente a la mujer pero si la tenía con todas las atenciones que un padre responsable pudiera tener, el pequeño estaba muy alegre por las caricias recibidas, vio en su delante que su tío se desnudaba, le hizo pasar el pene en los labios, de a poco abrió la boquita a medio meter el glande, lo acarició con ternura, tenía mucho cariño hacia él, se metieron en la tina con agua a un cuarto de su capacidad, el niño golpeaba el agua haciendo expandir gotas que llegaban al rostro de su tío Dagoberto, le encorvaba sobre el borde de la tina y le abría los glúteos infantiles y le pasaba el dedo haciéndole sentir, el niño apenas sentía estímulos, lo sentó en su pecho besándole la espaldita, la lengua rozaba esa húmeda piel llegando a las paredes auditivas, le acariciaba el pelo mojado con sus húmedas manos, pasaba por las piernitas alzándolas haciendo que el niño se recueste totalmente en el pecho y al alzar las piernas se podían ver esos pies muy parecidos a los de su padre, ese penecito también, las dos manos descansaban en los muslos del pequeño Ricardo Heriberto, esos pies le recordaban al padre del pequeño, aquel hombre bien parecido, al que Dagoberto deseaba, estaba bien excitado, el ver esas piernitas y esos piecitos le recordaban más el deseo en secreto que sentía por Heriberto Alpízar, besó constantemente el cuello del niño luego lo sentó en la tina, él saliendo a ver un botecito de crema, el niño continuaba dando de manotazos al agua, tenía los piecitos juntos cuando levantaba las piernitas rellenitas, se ladeaba pegando los pies al borde de la bañera, se mostraba el traserito y esa raya que tenía aún rezagos de defecación de hace tiempo ya, esa raya matizaba con los testículos del niño, Dagoberto daba ir un gran volumen de agua de la bañera, así se mostraba más las piernitas del niño que se agitaban al viento sobre todo aquellos piecitos que se deslizaban por las paredes de la bañera, al estar a un bajo nivel de agua el pequeño Ricardo Heriberto apoyaba su carita sobre las manitos que descansaban sobre el fondo de la bañera, hacía burbujas brotadas de sus labios infantiles, se apreciaba el traserito voluminoso brillante a causa del fluido cayendo en la piel, la espalda también, los pies se alzaban y bajaban mientras la carita seguía apoyada sobre sus manitos, Ricardo Heriberto gustaba mucho de jugar con el agua, se podía ver esas piernas rellenitas mojadas de ese precioso niño desnudo, el pelo completamente mojado que cubría en parte a su frente, más la visión de Dagoberto se centraba en los labios rozagantes y en ese traserito voluminoso del pequeño Ricardo Heriberto, se sentó en la bañera sentándolo al niño sobre sus piernas, las manitos agitaban el agua, lo sentó sobre su abdomen besándole el cuello, el agua le daba a la mitad de la altura de sus piernas estiradas a lo largo de la bañera, su espalda arrimada a la bañera le dio seguridad para sostener al niño, el traserito quedaba sobre el pene erecto que empezaba a rozarlo, las manos de Dagoberto rozaban las piernas del niño, lo ladeó poniéndole crema en el traserito, viéndole el rostro muy semejante al padre del niño se excitaba más, pese a ser su sobrino, lo estaba sodomizando, para él era precioso, abrió el trasero del niño y puso el pene en la entrada del ano, fue sentándolo de poco en poco, lo abrazaba fuerte, la crema al desliz estaba haciendo efecto, el glande iba entrando, el niño deseaba zafarse de su captor sexual pero éste lo sujetaba fuertemente, Ricardo Heriberto iba a llorar, su tío lo deslizó más a su pecho, le besaba las mejillas tratando de calmarlo y de a poco se iba logrando, lo calmaba acariciándole diciéndole que pronto comería ricos dulces, mientras le hablaba al niño le manoseaba el traserito pasándole el dedo por la separación del trasero, de nuevo lo sentó sobre el pene, ahora con más crema aspiraba a su objetivo de suavidad en el agua, lo fue sentando sobre el pene, despacio, despacio, despacio iba rozando en ese traserito virginal, le punteó el glande y empujaba suavemente, y, de pronto, se escucha de un grito casi desgarrador del niño, sus manitos que estaban apoyadas en las piernas de su tío empezaba a agitarse como a querer dejar marcas de uña en la piel de su tío, lo tenía bien abrazado al nene, estaba bien sostenido aferrado a su cuerpo, el pene iba entrando milímetros más por ese anito infantil, Dagoberto sintió que su glande sentía una tibieza y algo liquido perceptible en su tronco de pene, el niño no dejaba de llorar sintiendo que el pene de su tío trataba de hacer estragos en su traserito, entre los glúteos de Ricardo Heriberto y la pelvis de Dagoberto salía un hilillo de semen, el pene le latía por efecto también de los latidos seguramente en el trasero del niño, el semen lubricaba aún más ese anito infantil y se iba mezclando con la poca agua contenida en la bañera tras luego haber cerrado el grifo, lo abrazó con más fuerza sintiéndolo de su pertenencia total, había tratado de desvirgar a su sobrino Ricardo Heriberto en la bañera, efectivamente, aquel niño que era el hijo de su hermana Lucrecia, el niño no paraba de llorar desconsoladamente, solo que con el glande le había dilatado el ano, lo había abierto más de lo acostumbrado en sus encuentros sexuales con el niño, el pequeño trataba de soltarse pero los férreos brazos de su tío no se lo permitían, ya ni los besos ni caricias ni frases dulces con promesas hacían que el niño deje de llorar, estaba muy dolido, el pene salió despacio del poco espacio que había dilatado el ano infantil, se pudo ver más salida de líquido seminal de la entrada del traserito de Ricardo Heriberto que se confundía en el agua, el niño estaba paralizado del dolor, lo puso en pie mostrando su dificultad en estar así parado agarrado al borde de la tina de baño, vio el trasero mojado de semen y de color rosáceo, con el agua le fue limpiando el semen cuyos restos aún quedaban pegados en la piel del nene, el niño lloraba a causa del dolor en su traserito, irónicamente Dagoberto le preguntaba el lugar del cuerpo donde sentía el dolor y el niño indicaba su popó, Dagoberto lo besaba tratando infructuosamente de calmarlo, se dedicó a tratar de acariciarlo con la idea de que el niño olvide haber sentido esa salida de semen del traserito, lo bañó con bastante agua y jabón, poco a poco volvía la confianza del pequeño en su tío, su carácter de niño inocente le hacía en ese momento de calma en creer en los mimos sinceros de su tío, aquel muy cercano familiar, lentamente lo duchó manoseando sus partes íntimas, besando la piel por donde el agua de ducha se deslizaba, apreciaba lo rellenito de ese cuerpo de niño bien cuidado y alimentado, las manitos del pequeño se apoyaban en los hombros del tío, ambos quedaron desnudos y se miraban los cuerpos, Dagoberto con mayor fijación en ese traserito que lo besaba repetidamente, el niño comenzaba a relajarse al sentir las suaves manos de su tío pasando por la espalda y glúteos, olía el traserito por donde antes le había pasado el glande y le había dejado el semen de su pene adulto, la piel estaba brillosa ante el deslizamiento del agua, el nene estaba en pie con sus manitos entrelazadas pegadas a su pecho y su carita cabizbaja apoyada en la unión de sus manitos, Ricardo Heriberto estaba inmóvil esperando por el paso de la toalla por su cuerpo como de costumbre como lo hacía su mamá Lucrecia, pero eso por ahora no sucedió, Dagoberto decidió que espontáneamente se escurra ese cuerpito infantil desarrollado de tres años, su atención era en aquel penecito rozagante producto de tanto manoseo, el niño se rascaba el traserito y abría la boca en señal de bostezo, esto era en señal de pereza y sueño, los labios rosáceos se abrían mostrando la humedad alojada por cierta cantidad de agua salida de su pelo lacio y que recorría las comisuras de ese hermoso rostro infantil, el tío le dio de besos en las mejillas al sobrino estimulándole empatía, el niño respondía sonriendo, atrás quedaba esa incomodidad sentida en su traserito aunque el rascarse los glúteos mostraba el efecto realizado por el glande del tío allí en ese lugar, los labios de Dagoberto besaban los glúteos del niño que lentamente se iba encorvando a efecto de apoyo de una mano de Dagoberto sobre la espalda del pequeño Ricardo Heriberto, así la otra mano abría la separación de los glúteos y pasaba la nariz oliendo el traserito, percibía ese característico olor de ano infantil virgen, aún se podía oler restos de semen quedado dentro del traserito a entrada del ano donde al parecer hubo un descuido de limpiarlo adecuadamente, la lengua pasó por la piel del traserito haciendo suspirar al niño con sensaciones agradables efecto de caricias complementarias, así encorvado como estaba dejándose en esa postura aprovechaba Dagoberto para apreciar bien el traserito de su sobrino y así besarlo repetidamente con cierto morbo absoluto, le decía lo precioso que lo tenía, el niño ahora ya estaba en pie en la cama y miraba desde su posición al pene de su tío que se volvía a poner erecto, era marcado por el adulto siendo movido en giros en el piso eso es lo que al pequeño tanto le gustaba, luego así marcado fue llevado a la cama, fue puesto de espaldas, le arqueó las piernas abriéndolas, le pasó la toalla secándole, en su pecho le aplicaba el talco español de moda por esa época de principios de la década de los sesenta, ese masaje le hacía entreabrir los ojos, Dagoberto sabía dominar la situación emocional de su sobrino, sabía que ahora volteado de cara a las almohadas donde posaba su carita se iba a relajar con masaje en los hombros y espalda que tanto le gustaba que le haga su tío, con mucha sutileza la espina dorsal infantil era masajeada, vio el reloj, aún había tiempo para más, y si en un caso habría novedad de pronto retorno de las mujeres a la casa la puerta estaba con seguro, así que sonrió viendo los ojos del niño que de a poco se cerraban, los piecitos eran hermosos, bien definidos, ahora relajados estaban sus deditos, sonrió viendo a ese precioso niño pensando que su hermana y su cuñado habían hecho bien el trabajo de engendrarlo y concebirlo, en verdad que todo de ese niño era hermoso, se centró en esas piernas infantiles y en ese voluminoso y suave traserito, el masaje hizo su efecto, el niño descansaba, vinieron los besos en el cuello para hacerle sentir mejor, de tanto masaje el pequeño emprendía su sueño, lo dejó estar por un momento mientras iba por una suave crema, los rayos de sol describían el caminar de ese cuerpo adulto yendo de regreso a la cama infantil, allí estaba el cuerpo de Ricardo Heriberto acostado, masajeó el traserito luego abriendo los glúteos pasó delicadamente el dedo untado de crema, empujó suave y delicadamente hacia adentro del traserito como si deseara penetrar el ano, el niño hizo un leve movimiento de estímulo voluntario, de esa forma el tío estaba probando el sueño del pequeño confirmando que efectivamente no habría los ojos, ahora si estaba seguro de lo que haría, se puso un poco de crema en todo el tronco del pene, brillaba con la crema, se puso encima del niño apoyado sus manos y rodillas en el colchón quedando colgado el erecto pene que luego lentamente rozaba el glande entre los glúteos repetidamente ese desliz cuidando que con su movimiento no logre despertar al niño pero que a la vez el tío sentía placer, gustaba de estar en esa postura consistente en tener sus brazos extendidos a los extremos del cuerpo del niño, continuaban las rodillas apoyadas en la cama también a los costados de los muslos de Ricardo Heriberto, el movimiento se hacía repetido, al tiempo el glande rozaba levemente dando a moverse alrededor del ano, el niño pese a tener los ojos cerrados daba levemente unos gemidos entrecortados poco audibles, dejó quieto al pene sobre el trasero, deseaba retener en su mente esa postura, el niño estaba inmóvil y él tratando nuevamente de sodomizarlo, dio cuenta que el ano aún era muy pequeño para que soportase las embestidas de ese pene peludo grueso, sin embrago trató de meter el glande dentro del traserito hasta donde se podría y la respuesta el niño fue otro gemido ahora más audible, sin embrago a aquello que le hizo al niño ahora suavemente y con sutileza lo volteó de cara y aún los ojos de Ricardo Heriberto no se habrían, le hizo masajes, ya más relajado el niño puso las piernitas sobre sus hombros así el traserito se exponía igual que el penecito y los testículos lampiños, el tronco del pene junto con el glande rozaba la entrada del ano de ese niño que aún tenía los ojos cerrados, los piecitos al aire se movían suavemente, eso hizo que el niño abriese los ojos, sintió el efecto de penetración por medio de esa postura, apenas vio ese pene en su traserito, sus manitos se apoyaron en los brazos extendidos de Dagoberto que le pedía tranquilidad, frunció el rostro al sentir de nuevo el contacto del glande queriendo entrar en su potito, le dolía un poco, quiso llorar, Dagoberto detuvo sus intenciones nuevamente, lo dejó acostado descansando extendiendo sus piernitas sobre la cama, pero no fue por mucho tiempo pues Dagoberto vio por la ventana el movimiento de un auto que se estacionaba junto al edificio de apartamentos, de él salía Heriberto Alpízar, su cuñado, padre de Ricardo Heriberto, esa llegada no estaba prevista, dejó al niño acostado en la cama que se ladeaba pasándose el dedo por el culito, de inmediato se puso ropa de casa recibiendo a su cuñado que en silencio lo deseaba y temía manifestarlo evitando problemas en el hogar de su hermana, aquel marido de Lucrecia venía por su hijo para llevarlo a pasear al parque junto con la madre del niño y preguntó por ella, Dagoberto le dijo que Lucrecia había salido con su madre al médico, pidió tiempo para vestirlo, entró en la habitación infantil y mientras lo vestía al niño entró el padre, Ricardo Heriberto con poca ropa puesta brincaba de alegría descalzo sobre la cama, Dagoberto vio esos pies de dedos alargados muy parecidos a los de su padre, el hombre tomó de brazos al niño y así fue que le ayudaba a calmarse y a vestirse luego de haberlo abrazado y besado, unió su rostro junto al de su hijo y mirando a su cuñado le dijo orgullosamente que él hacía hijos hermosos, Dagoberto se limitó a asentí y a sonreír forzosamente, pero fue sincero en las atenciones a su cuñado, el dialogo entre ellos entraba en mucha confianza, paradójicamente se daba de mejor manera que con respecto a su compañera sentimental, Dagoberto lo colmaba de atenciones, ya el niño estaba preparado para salir, se despidió de su tío dando brincos emocionado, era llevado de mano de su padre hacia el auto y en el trayecto al vehículo el niño se rascaba el traserito vestido, Dagoberto sonreía irónicamente recordando lo hecho hace poco tiempo, instintivamente en señal de triunfo se manoseaba el pene vestido que fue visto por Heriberto al girar bruscamente su cuerpo en el asiento para despedirse de su cuñado indicándole su pronto retorno, Dagoberto estaba disimuladamente enamorado de su cuñado, de su aspecto cultural y humano, cada día crecía el celo por su hermana, vio partir el auto lujoso del hijo del militar asesinado, por detrás del vidrio aparecía Ricardo Heriberto agitando las manos despidiéndose de su tío, Dagoberto correspondía de la misma manera, entró a la casa, caminó hacia la cocina, se hizo un jugo de fruta mezclado con esencias de la época, movía la cabeza negativamente, diciéndose que ya llegará ese delicioso momento, solo era cuestión de esperar, y esperar a que por fin se dé, bebió copiosamente el jugo tanto que se tomó dos vasos más, fue a su cuarto y con cigarrillo en la boca meditaba lo hecho ante su sobrino, de recordar esa carita en su mente le venía una mueca de risa irónica, sobrino, claro que no lo era, por lo menos carnalmente, hizo un puño en la mano golpeando el colchón con el cigarrillo en la boca, sus ojos se enrojecieron tanto por el humo despedido como por lo que pensaba en ese momento, claro que no era nada suyo ese pequeño, en verdad que no tenía vínculo de sangre con ese pequeño hijo de Heriberto y Lucrecia, dique su hermana, él mismo se consideraba como una mentira de identidad, maldecía haber escuchado aquella discusión aquella noche siendo muy niño en esa humilde vivienda campestre en donde vivía con su supuesta hermana y padres, maldecía una y mil veces aquel momento, mejor hubiese sido vivir con una mentira piadosa, desde haber escuchado aquello se formó una inquina para ellos, sobre todo para sus supuestos padres que lo habían recogido, a aquel supuesto padre lo consideraba culpable de lo que dijo borracho y el silencio de su supuesta madre, estaba claro la relación que tenía con la que llamaría siempre su hermana Lucrecia, él pensaba desde muy niño antes de enterarse de lo sucedido que Lucrecia era su hermana de padre y madre pero no fue así, por eso hacía lo que hacía con ese niño, su “sobrino”, más, si esa carita era la de su amor en secreto, su “cuñado”, sonreía fumando, ya estaba para terminar su tercer cigarrillo y de manosearse el pene cuando le vino el deseo de micciar, fue al baño pujando excremento, recordaba al puje el rostro de aquel muchacho, aquel a quien le había entregado su virginidad anal, siendo niño, aquel muchacho al que encontró en su camino al río llevando ropa, recordaba con los ojos cerrados aquel momento en que su cara y cuerpo apoyado en la roca de aquel camino de herradura, allí fue desvirgado, Dagoberto pujaba botando el excremento y recordando aquello, recordaba su traserito ensangrentado cuando a piernas abiertas se sentó para verse, recordaba el rostro de su victimario sexual, aquella noche pensaba en lo que le habían hecho, tenía sentimientos encontrados, Dagoberto había sido violado por aquel muchacho de edad mayor, ese pene peludo manchado de sangre salido de su traserito es muy difícil de olvidar y siempre lo recordaba en trances como este al defecar, le latía el ano al expulsar el excremento, esa sensación la asociaba a su desvirgue, así le latía el ano luego de ser desvirgado, así a veces evocaba el recuerdo de aquella persona que lo violó, aunque luego le vino el gusto por los de su mismo sexo, sobre todo niños, como Melquiades, suspiró de solo recordarlo, aquel hijo de militar que siendo muy niño logró desvirgarlo y con ese acto se supo de su inclinación, la supuesta madre de Dagoberto contribuyó a su fuga, su hermana poco pudo hacer, pero recordaba esos momentos a solas con Melquiades, pese a todo lo vivido aún sentía deseos por él, aún ahora que ya es un adulto joven, suspiraba y pujaba, entre sílabas evocaba ese nombre, Melquiades, se limpió el trasero con gusto luego de defecar, tomó un cigarrillo encendiéndolo y llevándolo a su boca, se recostó sobre el espaldar de su cama, hacía boconadas de humo producto de inhalar tabaco, entreabrió sonriente su boca, recordaba a sus otros “sobrinos” hijos de Lucrecia y aquel campesino que vivía en el monte palomar, recordaba esos niños alegres corriendo descalzos por el campo, recordaba al menor de los pequeños al que gustaba mayormente llevarlo en su moto con confianza, recordaba aquella vez cuando se adentraron en un camino de herradura con monte tupido, recordaba que lo llevaba sentado sobre sí en su delante, con sus manitos agarradas a la montura, con amplia sonrisa infantil y pelo agitado al viento al que olía y besaba, recordaba el alto que hicieron en ese lugar so pretexto de arreglar un desperfecto en la moto, vio al niño en su delante acuclillado con su manito apoyada en la llanta de la moto y al estar así acuclillado se notaba el penecito salido por una manga del short que llevaba puesto, la punta de los dedos rozaban ese penecito, el niño solo miraba atento esos movimientos de manos que Dagoberto le hacía, contrastaban sus pieles, recordaba que una vez arreglado el desperfecto lo tomó de la mano sentándolo sobre un tronco, en su delante se bajó el pantalón y el calzoncillo mostrándole el pene agitado, el niño sorprendido miraba por vez primera ese movimiento agitado del pene de Dagoberto, del glande peludo salió orina que chocaba en la corteza de un árbol de Samán muy frondoso, el niño con su característica inocencia de su edad se acercó junto a su tío y voluntariamente se bajó el short para micciar junto con él, le vio el traserito, sonrió el niño cuando sintió el pase de la mano acariciándole el culito suave, una vez que terminaron de micciar ya lo tomó de la mano llevándolo a aquel tronco sobre el suelo debajo de ese frondoso árbol, allí sería su primera vez para ese niño, quien experimentaría el sexo a través de su tío, así que Ricardo Heriberto no sería el único de sus sobrinos quien probaría sexo por parte de su tío, recordaba aquel niño pequeño hijo del campesino y Lucrecia que le iba tomando de la mano y caminaba torpemente pues tenía el short entre los tobillos, pensó mejor y lo marcó caminando en dirección a sentarse en ese tronco junto con el niño que lo sentó en sus muslos, lo acariciaba mucho diciéndole frases dulces, su pene sentía el roce de esa maravillosa piel suave, por debajo del pene lampiño del pequeño sobrino de Dagoberto aparecía el tronco venoso peludo de ese pene que rozaba los testículos lampiños y el tronco del penecito, se podía ver lo rozagante del pene, el nene se sorprendía de ver ese tronco de pene por vez primera rozando su genital, Dagoberto rozaba sus manos en los muslos de las piernas de su sobrino, la intensidad de roce de pieles se hacía más calenturienta en Dagoberto que disfrutaba ese olor característicos de niño campesino, su humedad, el olor del pelo, el aliento sacado al niño le hacían excitar más y más, para ese momento Dagoberto recordó cuando había sido violado, al pujar en el baño recordó que en aquella ocasión entrelazó los dedos de sus manos con las de su sobrino, el hijo de su hermana Lucrecia y el campesino, le besó el cuello y mejillas junto con el pelo de forma apasionada, todo era pasividad en ese apartado lugar, se escuchaba el cántico de las aves, se notaba la soledad del lugar, Dagoberto apreció de aquello y se iba a aprovechar, así, el niño vio cómo Dagoberto se desnudaba en su delante y lo mismo le hizo a él, ya viéndose los dos desnudos se miraban, le tomó de la mano haciéndola rozar por el pene peludo, la carita del niño era de una extrañeza, era la primera vez que hacía esto, Dagoberto sonreía viéndole la carita inocente de su sobrino, lentamente le acostó sobre el tronco de madera encorvándole y él se quedaba quietecito a órdenes de su tío, los dedos pasaban por el tronco del pene y también por la pelvis y parte de los testículos, en lo que el niño estaba encorvado completamente desnudo Dagoberto se acuesta detrás del nene abriéndole el trasero oliéndole el interior, le besaba repetidamente el traserito pasándole la lengua como había aprendido de su iniciador años atrás en aquellos encuentros en el río siendo un niño, lentamente le fue mejorando el encorvado del cuerpito sobre el tronco del árbol caído poniéndole la ropa debajo del abdomen, abrió el traserito pasándole saliva con el dedo, lubricaba la entrada del ano con la punta del dedo hasta el aguante, el dedo brillaba ante el roce, era el momento de ensalivar ese traserito aún más, el pene estaba también ensalivado, abrió el traserito, el nene se dejaba al momento en que el glande rozaba la separación de glúteos, el tío sentía al sobrino así así por vez primera en esa postura sexual, Dagoberto pujaba excremento corto a ojos cerrados recordando cuando el glande entraba en ese traserito de su sobrino supuesto, el niño empezó a gemir fuerte e intenso, Dagoberto para dar seguridad a lo que le estaba haciendo lo cubrió con su cuerpo adulto, lo sujetó así de fuerte ya que el niño empezaba a sentir cosas que nunca había sentido en su culito y o experimentaba a primera vez por su tío, el glande entraba, el silencio del lugar era irrumpido por los altos gemidos del niño, Dagoberto estaba decidido, el niño sufría de esa penetración a la que se estaba sometiendo, el pequeño fruncía la cara, bufaba, de su boca abierta ampliamente salía saliva que recorría su mentón cayendo en la arena, gritaba pero Dagoberto continuaba, el pene hacía estragos en ese traserito infantil, el nene apretaba los puños, por sus mejillas corrían las lágrimas a causa del intenso dolor, las súplicas del sobrino no hacían efecto en los oídos del tío, el silencio en el lugar fue roto pues se escucharon gritos, señal que ese glande había roto el esfínter, complacido Dagoberto dejó el pene dentro del ano, lo abrazó más fuerte, sintió el latir del ano desvirgado, lentamente le fue sacando el pene, vio el traserito ensangrentado, el niño quedó inmóvil llorando desconsoladamente, se sentó en el suelo, se notaba un hilillo de sangre que salido del ano desvirgado recorría por los muslos y piernas del nene llegando a los tobillos y a la arena, tenía miedo por causa del dolor y de verse en esas condiciones que nunca había estado, Dagoberto trataba de calmarlo acariciándolo, el niño no se movía, sentía dolor y preocupación, nunca antes había experimentado tal cosa, la situación para Dagoberto era comprometida, pues cómo justificaría el hecho a su hermana y a su cuñado el humilde campesino lo que había hecho en el río, cómo evitar que supiesen que había desvirgado al pequeño, temía que el nene hablase, lentamente fue reaccionando a lo que había hecho, su calenturienta situación continuaba, viéndose el pene erecto comenzó a agitarlo, tenía rastros de sangre producto de haber sodomizado al pequeño, contempló el trasero con hilillos de sangre, el niño aún no se movía allí aún sentado en el suelo que no paraba de constipar, delante del nene el tío se masturbó y el semen salido hizo que caiga en el rostro del niño, lentamente le limpió, se sentó junto con él hasta que dejase de llorar consolándolo con frases dulces, pidió que no cuente de lo sucedido o habría problemas con él, al llegar a casa el niño pasó acostado, era otro su semblante, Lucrecia fue la primera en darse cuenta, Dagoberto simplemente dijo que el pequeño había sufrido un susto en la moto cayéndose a causa de querer subirse sin previsión, a lo que el niño corroboraba asintiendo la cabeza, los días pasaron, la relación entre ambos era distante, ya la confianza era limitada en contraste con la de su otro hermano con su tío, un día sorprendió a su sobrino contándole a su hermano parte de lo sucedido, el hermano mayor miraba con recelo a su tío, desde ese momento primaba el silencio en la mesa o en las actividades, Dagoberto era el centro de la indiferencia de sus sobrinos, más, cuando se aprovechaba de estar a solas con el menor de sus sobrinos y forzarlo a la fuerza, el hermano mayor notaba en el rostro de su hermano pequeño lo sucedido, la mirada rígida y seria dirigida a su tío Dagoberto acusaba de mucho, la reacción entre tío y sobrinos era tirante, el sobrino mayor no soportaba esta situación, deseaba decirle a sus padres lo sucedido pues su tío continuaba sodomizando al pequeño hermano, pero se reprimía pues tenía miedo que sean azotados, y maltratados en todo sentido, pues en ese entonces Dagoberto tenía bien ganada la confianza de hermana y cuñado y así también con frecuencia abusaba del pequeño, era la situación insostenible, tocó un día de ir en moto tío y lo dos sobrinos, lamentablemente hubo un accidente en la moto, él logró saltar y la moto se choca brutalmente, el saldo, los dos sobrinos muertos, acostado sobre el asfalto vio más adelante los cuerpos sin vida de sus sobrinos, grande fue la pena para los padres de los pequeños, Dagoberto así tapaba sus hechos incoherentes, él había ocasionado el accidente, salió del baño, se escuchaba el ruido del excusado expulsando agua con excremento por la tubería, fue lentamente a acostarse, el cigarrillo se iba consumiendo llegando a los labios, eso hizo que sus pocos pensamientos se diluyan, el humo en el ambiente se expandía, mencionó el nombre de los pequeños, apretó los maxilares con los dientes, hubo nostalgia en su mirada, reconocía que ese de su supuesto sobrinito fue el mejor traserito que había disfrutado, su conciencia quedaba al considerar que él no era hermano de Lucrecia, era un niño recogido por esa pareja de esposos, lo había escuchado de a boca de los adultos aquella noche en la que no podía dormir, lo había presenciado, el cómo llegó a ser recogido era el secreto que debería desentrañar de su supuesta madre, sería adecuado ahora pues estaba enferma, entendía por qué tanto más cariño a Lucrecia que a él por parte de sus supuestos padres, ello creció el celo y la envidia con su hermana, la violación sufrida en aquella roca del monte cerca al río había cambiado sus gustos, la metamorfosis había hecho efectos en él, como persona, precisaba saber su origen, no esperaría a más, era necesario, encendió otro cigarrillo y fumaba pensativo en sus estrategias, lejos de allí Heriberto notaba cierta incomodidad en su hijito, el disfrute del helado y las golosinas no era el adecuado como siempre, le preguntó con insistencia lo que le pasaba pero el niño simplemente negaba responder, fueron al parque y se notaba que el ánimo del niño había cambiado con respecto a los juegos a los que antes con mucha avidez los practicaba, constantemente se rascaba el traserito o se metía la mano dentro del pantaloncito dando a notar que algo le incomodaba con la ropa que tal vez ya la sentía ajustada, una mano se apoya en el hombro de Heriberto, era Elena que al pasar por allí lo vio acercándose a charlar, vieron al niño, estaba jugando forzadamente, la mujer se acercó a saludarlo, sorprendida vio que no se trataba del hijo al que estaba acostumbrada a saludar, con la cara ruborizada se sentó a charlar con ella, le tenía confianza, ella había sido la amiga más íntima de su difunto padre militar, le confesaría que ese niño era su hijo fuera del matrimonio que aún su esposa no lo sabía, Elena juró que por parte de ella no lo sabría, que guardaría el secreto, pero sí preguntó por la madre de ese niño a lo que Heriberto manifestó que era mujer del interior y que ahora estaba con la madre haciéndola atender del doctor, Elena escuchaba detalles de aquella mujer, el tiempo transcurrió la tertulia continuó en la fuente de sodas, se notaba el incremento de la atracción entre ellos, más, al sentirse el roce de sus manos y la mirada intensa de deseo que planteaba la experimentada Elena en esos menesteres, estaba lanzándole las redes pasionales al hijo de su mejor amigo, el difunto Heriberto Alpízar, ex militar de carrera asesinado en los enfrentamientos con el pueblo tras el asesinato de ese líder político caudillo social que causó la indignación en las masas tras su asesinato al salir de un comedor del centro capitalino de esto hace muchos años atrás, Elena engatusaba al hombre, era su momento con lo que había visto, a través del rostro de ese hombre recordaba al militar asesinado, de esa manera lanzó su artillería de encantos, Heriberto sintió su encanto y donaire, Elena veía en aquel hombre el físico del padre ex militar, asociaba sus ojos, su forma de reír y sobre todo aquello que tenía en la entrepierna vestida, el niño al lado miraba los movimientos de las manos de su padre en el rostro de aquella sonriente mujer, intercambiaron sonrisas, no hubo para más recelos, ella declaró que le gustaba, él correspondió con caricias acompañadas de besos en las manos suaves de la mujer, se hubiesen besado de no ser por la presencia de ese niño y de los asistentes en la fuente de sodas, quedaron para verse en próxima ocasión, aprovechó para llevarla a su casa en su auto, ya al estacionar enfrente de la casa de Elena se entrelazaron las manos, viéndose cautivadoramente, de inmediato un voluntario y fugaz beso que marcaba el inicio de un fuerte idilio, súbitamente el auto salió del lugar, pero ella seguía dentro del auto, llegaron a un edificio de departamentos de alquiler, Elena observaba con detenimiento el lugar, Heriberto se bajó del auto de manos con su hijo entrando en el edificio donde Dagoberto los esperaba, al poco tiempo llegó a su auto, a distancia prudente Lucrecia iba caminando con su madre, quiso acelerar el paso para encontrarse pero simplemente vio el auto partir, Lucrecia tenía un semblante contradictorio, vio la silueta del copiloto que acompañaba a Heriberto su compañero sentimental, su madre caminaba con cierta dificultad, al entrar al edificio se encontró con un pensativo hijo pequeño que buscaba luego el abrazo de su madre, al ser marcado el niño por Lucrecia vio Dagoberto la mirada sentida del pequeño Heriberto por encima de los hombros, Dagoberto le sonrió pero el niño mostró una gélida seriedad en su rostro infantil, a mucha distancia de allí los amantes iban ya a cierto lugar apartado, tomaron rumbo hacia a aquellos lugares de cita, no se podía esperar a más, allí en ese lugar Heriberto y Elena conocieron sus cuerpos, se cumplió aquello de que la madre hizo sexo con el padre y ahora también con el hijo, ambos amantes estaban en todo su sentir sexual apasionado prodigándose un sentido de idilio que marcará sus vidas por siempre.
*******
El día estaba esclarecedor, sobre todo aquella mañana cuyos rayos de sol mostraba el hermoso paisaje campestre selvático, unas manitos golpeaban las cristalinas aguas, sus piecitos a la orilla de ese arroyo que pasaba junto a esa distante ramada, los deditos de los pies mostraban con el peso del cuerpo las huellas dejadas a su caminar, el nene estaba aculillado agitando sus manitos en el agua, estaba feliz, siempre feliz, la madre siempre decía que el pequeño había nacido con felicidad, los dedos mostraban lo recio de su cuidado, el pelo cubría su frente a causa de un flequillo, las manitos tocaban la arena siendo lanzada al agua, al estar acuclillado se mostraba el prepucio largo del penecito rozando la arena igual que sus testículos lampiños, el nene sólo tenía puesta una raída remerita, tomó un palito garabateando la arena, perforaba las hojas y las lanzaba al agua junto con la arena, a prudente distancia estaba su hermana lavando unas frutas recién recolectadas, miraba con atención los movimientos de su hermanito, su madre había salido en compañía de un par de vecinas al pueblo en la carreta propiedad de una de sus amigas a las que acompañaba en dirección al pueblo, el padre, estaba muy borracho como siempre y ya dormía en su catre, su madre había alcanzado a hacerles un ligero desayuno y esperaba a que despierte su padre para calentar el desayuno que su madre había dejado guardado, a veces aquel hombre rustico de perfil campesino se levantaba mal humorado en la mayoría de las veces, miraba a sus hijos con cierta despreocupación, lo gélido de su forma de ser se veía en la escasa cultura que tenía en apenas saber leer y escribir, tenía una cierta deficiencia intelectual que lo limitaba a veces a reaccionar adecuadamente como alguien civilizado, pero sin embargo Renata guardaba un gran cariño a su padre, miraba a su hermanito Renato acuclillado delante de ella en la otra orilla dejándose ver ese traserito voluminoso que tenía, desde lejos unos ojos furtivos desde el monte también lo apreciaban, el nene caminó hacia la hermana cruzando el arroyo, había bajado ya el nivel de agua con respecto al del día anterior, las lluvias de época lo hacían desarrollarse así, a través de las cristalinas aguas se apreciaba el movimiento de peces que el pequeño Renato trataba torpemente de agarrarlos con la mano metiéndolas infructuosamente en el agua, Renata reía viéndole hacer eso con inocencia, luego el pequeño se sentó con un palito a seguir garabateando en la arena del arroyo mientras aquellos ojos furtivos lo miraban con detenimiento, de repente el día de esclarecedor se tornaba nublado ahora, más aún con la presencia de gotas de lluvia que caían en los niños, el penecito de Renato estaba cubierto de arena junto con los testículos, aquellos ojos miraban a través del monte el caballo amarrado junto al puntal de esa ramada, lo asociaba con la presencia de su dueño que seguramente se encontraba dentro de aquella ramada, ante aquello no decidió salir y permanecer observando a ese par de niños conocidos, sabía que estaban con su padre pues de lejos por la montaña pudo ver la carreta que llevaba a la madre de los pequeños junto con sus amigas en dirección al pueblo, así era a vida de los padres de los pequeños, aquel hombre escondido en el monte lo sabía, sólo le tocaba esperar, y no se equivocó pues rato después el padre de los niños bajaba por las rústica escalera a acostarse en la hamaca situada debajo del entablado de la ramada, ordenó a la niña que le sirviera el desayuno, la pequeña presurosa fue a prepararle, mientras Renato quedaba jugando en la arena a vista de los ojos del padre, caía una leve garúa, la remerita estaba humedeciéndose, pero seguía jugando, la mirada de ese hombre escondido era en todas direcciones, vio al padre de Renata sirviéndose el desayuno y luego entrar a la ramada, tiempo después bajaba lentamente la escalera contando unos billetes de mediana denominación, montaba en su caballo, dio instrucciones a su hija que retomaba el lavado la ropa en el arroyo con poco caudal, aprovechando de esa etapa de temporal de lluvias pues en otras ocasiones tocaba de lavar en el río en distancia a la ramada, el padre e dijo que vendría por la noche, lo vio partir entre la garúa, el jinete se perdía entre el camino sinuoso, la nena tomó un poco de ropa y la tendía debajo de la ramada, Renato vio que desde el monte tupido alguien le hacía señas, conoció de quien se trataba, alegremente se acercó hacia el individuo escondido entre los matorrales, al verlo de más cerca abrió los brazos para que lo marque, se trataba de Jasmani que había pasado por allí con ciertas intenciones de ver a la madre de los pequeños, el niño se aferró a los hombros y nuca del visitante señalando con un dedo a su hermanita distante entre los matorrales, Jasmani le daba besos en la mejilla al pequeño, lo bajó acuclillándolo y poniéndolo delante suyo, vio que por debajo de la remerita se podía observar ese voluminoso, rozagante y sedoso traserito humedecido con arena, y procedió a manosearle con delicadeza, el niño sentía esas caricias propias según él de alguien que mucho lo quería, así Jasmani se ganaba la confianza de los niños para conseguir sus instintos sexuales consolidados, Renato de tres años y cuatro meses de vida miraba hacia donde estaba su hermana a distancia tendiendo la ropa, no dio cuenta de que Jasmani se bajaba la cremallera y por ese lugar del pantalón sacaba el pene erecto que ya tenía liquido pre seminal que se pegó a la piel de traserito de Renato al momento en el que el glande se deslizaba por su piel, sintió las manos del adulto en sus hombros, era sujeto así en complemento con que el mentón de Jasmani se posaba sobre la cabeza del niño oliéndole el pelo sudoroso propio de un niño campesino, sintió el roce del glande en su traserito por unos instantes, asimismo sentía los besos que recibía en su pelo y mejillas, sintió la piel tibia de Jasmani al rozarle las mejillas, tiempo después de tenerlo así le dijo que se acueste sobre el suelo húmedo, el niño vio que Jasmani tomaba el pantalón y el calzoncillo bajándoselos a la rodilla, vio ese pene que rozaba su penecito, ambos penes a un mismo frote por efecto del movimiento de Jasmani, sin articular palabra ambos miraban a esos penes con tamaños diferentes debido a sus edades, el niño observaba el deslizamiento del tronco del pene sobre su penecito, los pelos de los testículos del adulto rozaban sobre los testículos lampiños, le hizo alzar de pie, viendo que Jasmani se acostaba en el piso con el pene erecto como mástil, le dijo al niño que se acueste sobre su pecho velludo, así lo hizo, el traserito dejaba algo de tierra en ese pecho al sentarse, lo alzó de caderas sentándolo sobre el pene que de a poco iba entrando a punta de roce por ese traserito sobre todo en la separación de los glúteos, el niño sentía ese roce, el pene se desviaba de su curso rozándole el coxis, lentamente unieron los pechos, de nuevo olía ese pelito característico de los niños del campo, vio aquellos bien formados pies descalzos muy parecidos a alguien que conocía de cerca, ahora le hizo poner en pie mientras Jasmani también lo hacía, lo puso en postura de perrito abriéndole los glúteos y rozándole el pene cuando de pronto se escuchó a Renata que llamaba a su hermano, de inmediato Jasmani se arregló la ropa, limpió el pelo del niño que tenía restos de tierra e igual lo hizo con la remerita, le besó y mordisqueó levemente el traserito de Renato lo que hizo que emita risas, al oírlas Renata se encaminó a donde provenían, solo que al instante del monte salía Jasmani tomado de la mano del niño con una amplia sonrisa, Renata hizo lo mismo, los dos niños eran cargados por los recios brazos del visitante que tiempo después se acostaba en la hamaca viendo a Renata lavar la ropa y al niño sentado en la orilla garabateando con un palo la arena, luego caminó hacia el interior de la ramada sacando un carrito y se sentó en el suelo junto a Jasmani pasándole el cigarrillo ya que seguía acostado en la hamaca, lo encendió y fumaba, le acariciaba el pelo a Renata agradeciéndole el noble gesto de regalo, el fresco que dejaba la garúa era acogedor para aquel tipo que se mecía en la hamaca, miraba al niño que estaba de cuclillas a espaldas mostrando ese traserito, sonrió ampliamente al verlo tocándose el pene vestido que se le ponía erecto ante el leve roce, el nene alzó el traserito apoyado sobre los talones de esos entierrados piecitos, se notaba claramente el hueco del trasero rozagante, al mover las manitos jugando con el carrito también alzaba y bajaba el traserito sobre los talones, ese movimiento excitaba a Jasmani acostado en la hamaca, vio hacia el distante arroyo donde Renata continuaba lavando la ropa, en un instante levantó su carita viendo a Jasmani que se manoseaba el pene, sus miradas se cruzaron y ella luego se puso cabizbaja concentrándose en el lavado de su ropa, para eso el niño estaba acostado de pecho en el suelo jugando con el carrito, el traserito entierrado y empolvado se notaba en todas sus líneas, alzando y bajando los piecitos, las manitos manipulaban el juguete, de esos labios rozagantes salía un poco de saliva, el pelo cubría la frente y poco se podía ver los ojos de ese precioso niño, el nene se acercó a las hamacas, Jasmani estiró la mano hasta tocar el traserito del niño que giró su cuerpo para ver a Jasmani sonriente, el niño se acostó de espaldas y la mano de Jasmani rozaba el penecito haciéndole reír al niño, la confianza daba para eso y mucho más, ya que Jasmani le pidió que se acerque para ver el juguetito, el niño lo puso en el pecho del hombre y las ruedas se deslizaban toscamente, eso no hizo mella en Jasmani que lo acercó más a la hamaca y con una mano rozaba el traserito del niño mientras lo distraía hablándole y sobre todo preguntándole del juguete que tenía en el pecho, Renta a distancia observaba las caricias que la mano de Jasmani daba en la espalda y bajando hacia el trasero y muslos de su hermanito, las manos se aferraban suavemente a esa piel infantil, el dedo pasaba entre la separación de los glúteos, entraba a la entrada del ano haciéndole sentir, la respuesta del niño era una mirada fija al rostro de Jasmani que respondía esa acción sonriendo, se llevaba el dedo a la nariz y lo olía para luego pasarlo por la nariz de Renato, de nuevo hizo eso en el traserito oliendo el dedo por segunda vez, después acariciaba el penecito arrimado la tela de la hamaca, la mano subía por el abdomen llegando al pecho vestido del niño por esa remera raída que portaba acariciándole constantemente, le hizo poner el carrito de juguete en el piso y lo marcó sentándole sobre su abdomen, el niño tocaba las mejillas de Jasmani acariciándolas con las manitos, no le importaba que esas manitos dejasen rastro de mugre en su rostro, las manos de Jasmani abrían los glúteos pasándole los dedos a la entrada del ano virgen de Renato, suave y delicadamente se deslizaba la cremallera liberando el pene erecto que se rozaba con el traserito descubierto del niño, lentamente le hizo acostar de pecho sobre su pecho para que le escuche los latidos de su corazón, eso gustaba mucho a Renato, y mientras escuchaba el latir de corazón de Jasmani aquellas manos acariciaban el traserito, una de las manos fijaba el glande de pene en la entrada del traserito, empujaba al hacer el roce, lo acomodó sentándole para que el pene pudiese en algo penetrarle, el niño sentía la molestia pero Jasmani lo animaba a continuar diciéndole que ya pronto terminaría, el niño se apoyaba con sus brazos estirados en los hombros de su iniciador sexual, a tiempo vino Renata que vio el pene de Jasmani rozando el traserito de Renato sentado en el cuerpo de Jasmani, al pasar los vio moverse y se detuvo mirando fijamente ese pene peludo salido del pantalón del visitante, Jasmani de inmediato apartó al niño y se acomoda la ropa, Renata continuó su camino a tender la ropa, se limitaba a ver a Jasmani que se iba del lugar, la niña de casi siete años pensó que Jasmani regresaría al pueblo después de un buen tiempo de por allá, los ojos de Renata miran que Jasmani se aparece al rato con unas golosinas, les da a cada uno para que las disfruten, dulces selectos traídos del pueblo especialmente para esos pequeños aunque originalmente eran para la madre de los pequeños, Ana, al no estar ella preferentemente quedaron para los niños, se acostó en la hamaca viéndolos sentados sobre unos troncos de madera que servían como taburetes para sentarse, Renato con sus dos manitos degustaba del dulce ofrecido, se notaba su penecito polvoriento posando sobre la madera al estar sentado, y algo atrayente para Jasmani era ver a Renata abierta de piernas dejándose ver la vaginita descubierta sobre la tela del vestidito húmedo a causa del lavado de ropa ligera que su madre Ana le había dado como tarea de hacer, Jasmani estaba tranquilo pues la madre de los pequeños llegaría a la hora de almuerzo y el padre a altas horas de la noche, la garúa estaba menguando y aparecía un sol radiante, el calor llegaría así nomás, las aguas cristalinas del arroyo llamaban para darse un baño debido al calor que se hacía imperante al pasar las horas de esa tercera mañana sabatina de abril del año 1960, ya se notaba el sudor en la ropa de los niños, Jasmani los acariciaba poniendo su pelvis en el rostro de cada uno, les preguntaba si deseaban más golosinas a lo que ellos respondían con un sí rotundo saltando alegremente con sus pies descalzos sobre el suelo de aquella limpia ramada, les dijo que los acompañe hasta donde estaba amarrado el caballo, una vez allí sacó del morral unas golosinas de menor tamaño a las que les había dado antes, pensaba en lo que debería hacer, aún había más en aquel morral, les mostró a los niños el sobrante de golosinas y les dijo que se les obsequiaba después si le obedecían, los dos niños brincando alegremente asentían, el pelo de amos se movía al viento, Renata era a más entusiasta, Jasmani subió a los niños sobre la cabalgadura, caminando sosteniendo las riendas del caballo paseaban por ese camino de herradura, las lomas mostraban su verdor característico de temporada, los niños y Jasmani contemplaban el lugar, desde allí a lo alto se veía la ramada y el arroyo que a metros pasaba por ella, el niño se agarraba de la cintura de su hermanita, quiso bajarse, deseaba micciar, Jasmani le ayudó a bajarse, al hacerlo le fue rozando las manos en el traserito lo cual fue visto por Renata, el niño se arrimó a un árbol agarrando con su manito el penecito que lo agitaba dejando hilillos de orina en el suelo, Renata quiso también bajarse, Jasmani la ayudó abrazándola por detrás pero al poner sus pies descalzos en el suelo, no la soltó, continuó abrazándola por detrás besándole las mejillas, ella quietecita se dejaba, las manos de Jasmani se metían debajo de la tela del vestidito manoseando la vaginita, la lengua lamía las orejas de la niña y pasaba por el cuello, eso a ella le gustaba mucho, tenía mucho por darle esa mañana, el dedo de la mano de Jasmani pasaba por entre los labios vaginales tratando de meterlos lo más posible, ella respondía encorvándose ante el sentir aquello, luego sin soltarla le pasaba el dedo por la vaginita y se lo pasaba a oler por la nariz de él y luego de ella igual que como se lo hizo al pequeño Renato, a propósito, el niño ya dejaba de micciar y se manoseaba el penecito lampiño, lo hacía de buen modo que a Jasmani le gustaba mirarle, el niño miraba a Jasmani que sujetaba a Renata a manera de juego, él también quería que lo abracen así y se puso delante de su hermanita para que ella lo abrace, todo esto a orden de Jasmani, los tres así abrazados caminaban por el suelo hasta que cayeron dando roles a manera de juegos de luchitas en el suelo húmedo, las risas de los niños no se hacían esperar, de eso aprovechaba Jasmani para manosearlos, la tranquilidad de lo apartado del lugar daba para eso, al rato a Jasmani se le ocurre ir a micciar frente a un frondoso árbol mientras los dos hermanitos correteaban cerca del caballo, Jasmani a propósito mostraba su pene para que sea visto por los niños, en especial de Renata, luego de caminar un rato por un sendero se sentaron en la orilla del arroyo ubicado aguas arriba muy distante de la ramada donde vivían los niños para limpiarse de la tierra en sus cuerpos, los piecitos de los niños los agitaban en las tranquilas aguas cristalinas, la playa era amplia llena de arena dejada por un gran meandro, la arena brillaba tras el efecto de los rayos de sol, Renato al sentir el resplandor y el consecuente calor en su cuerpo le decía a su hermana que deseaba bañarse en el lugar, Renata le hizo levantar los brazos a su hermanito Renato sacándole la remerita quedando así completamente desnudo el niño que levantaba el agua agitada con sus manitos y se iba acuclillando en el agua entrando lentamente a cuidado de su hermana en la orilla y con dificultad pues no quería mojar más su vestidito, Jasmani le dijo que de todas formas ingrese al agua, se acercó para querer ayudarle a sacar el vestido pero ella con timidez no quería, tal fue la insistencia de Jasmani que así logró quitarse el vestidito quedando ella también completamente desnuda, así con mayor facilidad los dos hermanitos estaban desnudos en el agua, Jasmani se desvestía quedando también desnudo completamente en el agua, los tres se bañaban, así desnudos, se abrazaban en el agua, Jasmani hacía que Renato cruce sus barcitos por el cuello con su carita sobre la cabeza del adulto, el niño reía haciendo que el penecito roce la espalda del adulto, Renata desnuda se zambullía repetidamente desde la orilla en el poco caudal que había, en ese amplio embalse que se había formado como una gran extensión de agua acumulada que la profundidad le daba a la cintura de Jasmani, todo era alegría en ese momento, salieron a la playa, Jasmani se acostó de cara al sol, el alegre Renato se acostó sobre el adulto uniendo los pechos, las manos de Jasmani acariciaban la espalda y traserito del niño, Renata dejó de zambullirse sentándose sobre la arena viendo a los dos acostados sobre la arena, veía que Jasmani acariciaba las mejillas y el pelo mojado de su hermano, sonreía viéndolos dar roles sobre la arena hasta llegar al agua y allí nuevamente el niño acostado a espalda de Jasmani nadaban en las aguas poco profundas del arroyo cuya agua por efecto solar se iba calentando, se escuchaba los ruidos de los animales salvajes, entre ellos más se escuchaba las aves, el apartado lugar de monte tupido daba para seguridad en Jasmani de hacerles muchas cosas a los niños, estaba en su apogeo sexual, hacía que el niño lo abrace del cuello y allí aprovechaba en darle besos cortos, lo cual vio Renata, a manera de celo tomaba la arena lanzándola al agua, se incomodaba viéndolos así de darse besos, Jasmani dio cuenta de aquello y sonrió haciendo como juego los insistentes besitos que le daba al niño en la boca y en sus mejillas diciéndole que era muy lindo y lo quería mucho, mientras tanto, e pene de Jasmani rozaba el culito de Renato, la pequeña Renata en su sentido de su edad infantil se acercó so pretexto de llamarle la atención de manera en que le decía que tenía algo entre los dedos de los pies, se trataba de una basurita entre los dedos en lo que se veía una ramilla de espinas pero que afectaban la piel de la nena, la hizo sentar a su lado mientras aún el niño continuaba abrazado al cuello de Jasmani y sentado en los muslos, los piecitos del niño se movían constantemente mostrando aquellos deditos de pies bien formados, mientras observaba los pies de la nena las manos de Jasmani rozaban el traserito y el penecito del nene, eso miraba Renata preocupándose además de la atención del adulto para que a ella le tomase más atención, Jasmani comprobaba que con esa actitud de la nena sentía celos pues Renata sólo quería que Jasmani la atienda a ella, para Renata era necesario solo que Jasmani la atienda, que la tome en cuenta, que siempre valore lo que hace, gustaba de recibir caricias motivadoras, la nena había adoptado el sentido de la dependencia de las frases dulces de Jasmani, así como los gestos de empatía que le brindaba, las manos de Jasmani acariciaban el pelo de Renato y la carita la llevaba al pecho acariciándole el pelo crecido que tenía, Renata miraba ese movimientos de manos, hizo un puchero al ver las constantes caricias que le daba Jasmani a su hermanito, se interpretaba por parte del adulto que la nena deseaba que la acaricien así, y que le dijeran esas frases motivadoras que el adulto le daba a su hermanito, Jasmani sonreía interpretando esa actitud infantil propia de esa niña hija de campesinos humildes, demostraba su inocencia pero también cierta estirpe de apropiación y empoderamiento que lo llevaba en la sangre y lo ampliará durante toda su vida, por ahora Jasmani sentía el roce de las piernas de Renata en sus muslos velludos, Renato se sentó al lado de Jasmani viendo que su hermana acomodaba las piernas sobre los muslos de Jasmani, las manos del adulto separaban la ramilla de los pies para luego acariciar las piernitas de la nena, los dedos rozaban la vaginita y es en ese momento que la nena instintivamente movía doblando las piernas tratando de cubrir su vaginita, pero con las caricias que Jasmani le daba en las piernas se iba relajando, tanto así que permitía que los dedos rozaban los labios vaginales, allí trataba lentamente de penetrar, Renato miraba con fijación esos movimientos de dedos en la vaginita de su hermana, Jasmani tomó la manito de Renato y sus deditos pasaban por la vaginita de Renata, tomó la manito del niño haciéndole llevar los deditos a la nariz, diciéndole que huela esa vaginita linda, la nena sentía por debajo de su traserito el roce del pene peludo de Jasmani, la sentó sobre él para que sintiera de mejor manera aquellos roces, se deslizaba sobre la piel humedecida de la nena, la empezó a besar en el pelo diciéndole las frases dulces a las que deseaba siempre escuchar, más cuando le decía que a ella quería más que a su hermano, allí sonreía con seguridad, así la manipulaba el adulto con esas frases contundentes de motivación, el glande aparecía debajo de la vaginita, la nena con su carita apoyada en el pecho de Jasmani miraba ese pene, Jasmani le decía que quería “jugar” pero no aquí sino allá mostrándole con la mano del brazo extendido aquel lugar entre el monte, llevaron de la mano al niño sentándole en el árbol diciéndole que no se moviese pues irían a ver los dulces para traerlos, pero el inquieto nene quería ir con ellos, ante esa actitud del nene le decían que se quede y ante su insistencia el nene quiso llorar, lo cual hizo que los acompañase, fueron al morral y Jasmani tomó una golosina para cada uno, el nene se sentó a disfrutar la golosina sobre aquel frondoso árbol mientras que muy cerca eran vigilado por Renata y Jasmani que se acostaron a verlo, la nena estaba acostada junto a Jasmani los dos acostados juntos en el suelo arenoso y algo tibio por la temperatura, Jasmani apreciaba ese traserito cuya arena estaba impregnada en la piel, la nena vio que junto a sus hombros se posaban cerca las manos tendidas de los brazos estirados de Jasmani, sintió caricias en su pelo, mientras ella miraba de lejos por ese monte los movimientos de su hermanito sintió el roce del glande por su traserito, quiso voltearse pero ya el pecho de Jasmani se posaba levemente sobre la espalda de Renata diciéndole “déjalos jugar, no te muevas preciosa” ella a órdenes de su iniciador no se movía porque no deseaba defraudarlo, sentía cada vez más aquella penetración en su ano virgen, ella pujaba, la tenía bajo roce, su descomunal glande trataba de penetrarla pero se contenía, para Jasmani el traserito y vagina de Renata eran aún muy pequeños para soportar ser sodomizados, por ello luego de ese intento la hizo acostar de cara a él, Renata vio el glande del pene que entraba deformando la entrada de la vagina en sus labios vaginales, las piernas abiertas, sus pies sobre el suelo ante sus piernas arqueadas muy separadas, con una mano tomaba el pene haciéndolo agitar y rozar en la vaginita para luego tratar de penetrar, pero la niña se movía ante la molestia del pene que le hacía en la entrada de su vaginita, en ese instante Renato mira a su hermana y al adulto haciendo sexo, se acuclilló viéndolos, la piel de su penecito estaba toda pegada de arena igual que su traserito, su pelo despeinado agitaba para poder ver de mejor manera cómo Jasmani la tenía sometida a la hermanita, “¿te gusta?” le preguntaba Jasmani a ella, que respondía asintiendo delante de su hermanito, el glande rozaba la vaginita dejando liquido pre seminal, era tanto el deseo que ese roce de glande lo hizo por un momento prolongado, la manito de Renato tocaba el pene en movimiento, Jasmani reía viendo ese movimiento de las manitos del niño tocando el pene, Renata miraba con algo de recelo, vio las señas que le hacía de que se ponga en pie, luego de ella Jasmani hacía lo mismo desde el piso, le hizo acuclillarse y que tome el pene para que se lo meta en la boca, así el pene se deslizaba sutilmente sobre la cavidad bucal de la nena, de pronto de la boca salió parte del semen depositado, ya para ese tiempo Renata sabía hacer de buena forma sexo oral enseñado por Jasmani, el semen recorría las comisuras recorriendo por la garganta, el niño vio el glande salido de la boca de su hermana, de inmediato le hizo señas a la nena para que vaya a la lavarse en el agua, la nena obediente salió del lugar, Jasmani aprovecho de estar con Renato Jasmani dirigió el glande al rostro de Renato, lo pasó por la mejilla y por los labios, probaba ese líquido sintiendo un sabor extraño luego para para ponerle en cuatro, lo puso en posición de “perrito” abriéndole la separación de los glúteos para pasarle el glande por allí, se notaba al deslizarse el pene que dejaba los restos de semen impregnados en la piel del traserito, deseaba siempre sentirlo así, tenerlo así, someterlo así, a este precioso Renato, el nene se dejaba someter, el deslizamiento del pene se hizo seguido y terminó de hacerlo viendo a Renata a su lado, había regresado pues no se sentía cómoda estando sola, vio cómo Jasmani sometía a su hermano con ese pene que antes la había sometido, lo marcó dándole besos, posteriormente caminaron a sentarse en la orilla del arroyo bajo el árbol, el cariñoso Renato se acostó voluntariamente sobre el cuerpo de Jasmani, Renata por su parte puso su cuerpito junto a Jasmani que le acariciaba el pelo, se bañaron y se vistieron, tiempo después retornaban a caballo en dirección a la ramada, pasaron viendo la cueva donde Renata jugaba con sus juguetes, Jasmani caminando guiaba las riendas del caballo donde los dos niños iban sentados en la cabalgadura, hizo un alto para darle a cada uno una golosina, la iban disfrutando, ya casi al llegar a la ramada dieron cuenta de un caballo fino amarrado junto a uno de los puntales ubicado debajo del entablado de la ramada, Jasmani conocía al propietario de esa cabalgadura, decidió detenerse a prudencia distancia entre el tupido monte, dijo a los pequeños que hasta aquí los acompañaba y que caminen hacia la ramada con cuidado, los nenes obedientes siguieron el sendero, el jinete visitante los vio que salían del monte levantándose de la hamaca donde estaba acostado, acarició a la pequeña y su centro de atención fue con el varoncito, al que lo acariciaba constantemente llenándolo de besos y marcándolo paternalmente, Renata parada simplemente observaba de aquellos mimos prodigados por aquel visitante a su hermanito, Jasmani también los miraba a prudente distancia, el jinete preguntó por los padres de la pequeña a lo que ella respondió las actividades de sus padres, pidió un short para el nene, ella ingresó a la ramada para traerlo, el visitante ya acostado con el niño en la hamaca le hacía elevar al aire, eso gustaba al pequeño Renato, al rato el niño dormía acostado sobre el cuerpo del visitante que le cantaba el ro, le besaba constantemente el pelo sobándole la espaldita, el visitante recordaba los momentos vividos con la madre del pequeño Renato, aquellos encuentros con Ana, suspiraba en solo recordarla, aún la amaba pese a todo lo vivido, aún anhelaba formar un hogar aunque sea así de clandestino visitándola a espaldas del esposo, se sentía ser el padre de aquel precioso niño, sin duda alguna, así lo sentía al momento de estar cerca de él, asimismo notaba que el niño lo sentía también al abrazarse y acariciarse mutuamente, el llamado de la sangre, aunque Ana no se lo había dicho aquella verdad y que tampoco se lo había preguntado, aquel visitante tenía la seguridad que era su hijo, lo sentía, las manitos del niño se posaban sobre el pecho del jinete, las vio con detenimiento igual que los dedos de los pies, le eran similares y muy conocidos, al verle esas partes de su cuerpecito más lo enternecía, más lo acariciaba y lo abrazaba con delicadeza sintiéndolo suyo, la imagen enternecedora fue apreciada por Jasmani que sonrió y partió cabalgando lentamente su corcel en dirección a la gran casona Valdés, no quedaba dudas de lo que había visto ahora y de lo que por resulta pensaba, encendió un cigarrillo y siguió la ruta del sendero, en su mente estaba la imagen de Ana, irónico para él, inicialmente emprendió camino a la ramada y fue por Ana para dejarle su semen en la vagina deliciosa pero resultó estando con aquellos niños, rió con ironía cabalgando lentamente.
*******
La enfermedad de Rodolfo Buonanote se debía a la gran tristeza que le aquejaba al saber por el periódico de hace tres años, en 1957, que mencionaba el fallecimiento de Elena hija de Vladimir Romanov y María de Maklemburgo, su medio hermana, la última de sus medios hermanos sobrevivientes hijo de Vladimir Romanov, Rodolfo recordaba con cariño las pocas veces que visitó el palacio de invierno, recordaba los paseos imperiales de la familia por Maikop, su lugar de nacimiento, Rodolfo sentado desde la ventana de la gran casona en el país de la canela miraba el amanecer parecido al de su tierra en parte, las lágrimas rodaban por sus mejillas, recordaba a Elena Romanov, a sus otros hermanos Alejandro, Boris, Cirilo y Andrés, también ya fallecidos, todo era pesar en ese momento, recordaba su niñez, a su mente le vino las escenas de aquella vez en que un jinete de alto rango imperial acompañado de dos guardaespaldas llegaba a la campiña, aquel hombre recio tomaba con fuerza a su madre acostándola en la cama para desvestirla y permitiéndole que la penetre en varias ocasiones, él siendo un tierno niño estaba escondido en un rincón y por una tela gruesa miraba esa escena sexual, era Vladimir Romanov haciéndole el amor a su madre, los dos cuerpos desnudos estaban en plena entrega, ella en verdad lo amaba y estaba segura de sus intenciones, él era una correspondencia perenne, nadie en la nobleza sabía de esta relación, se escapaba del palacio de invierno de su padre para verla, luego de hacer el amor preguntaba por su hijo, ella lo mostraba, el niño inocente salía de aquel rincón, Vladimir sonreía pensando en que el niño había presenciado todo, ella comprendía que estaba lejos de pertenecer a la familia imperial por tratarse de una plebeya pero Vladimir le ofrecía siempre su protección, algo que se notaba en ellos era amor del bueno, tiempo después so pretexto de ayuda en palacio era llevado con otros niños a hacer actividades rudimentarias, allí pudo ver sin entender su parentesco con ellos de la forma de vida que sus medio hermanos llevaban, tan opulentos, el más orgulloso era Alejandro que llevaba el nombre de su abuelo Alejandro II y el de su tío Alejandro III, en cambio Andrés era el más humilde y con quien más conversaba cuando se acercaba a ver los trabajos que Rodolfo hacía, Elena era la única hija mujer, Rodolfo le tenía aprecio, el llamado de la sangre fluía entre ellos más intensamente, aunque fueron pocas las veces que se vieron hubo en verdad cierta química perenne, el anciano próximo a cumplir los noventa años el 27 de junio de 1960 temblaba emocionado bebiendo jugo de frutas a esa hora fresca de la mañana, ya para ese momento el sol estaba en todo su apogeo, vio con mucho gusto la llegada de ese auto que traía a su hija Noelia y a su nieto Carlos Augusto Rodolfo nacido en 1946, ese fin de semana como desde hace tiempo lo visitaban periódicamente, Amacilia siempre estaba en contacto con Noelia y fue ella quien la recibió en la puerta principal, al llegar a la habitación de su padre lo vio cabizbajo con lágrimas en los ojos, de boca del anciano supo la noticia, la hija acariciaba a su padre abrazándolo tiernamente, lo ayudó a caminar hacia los exteriores del jardín, se alegró al ver a su nieto ya todo un hombrecito de catorce años, el último hijo de Noelia con Carlos Felipe del Olmo, el nieto rubio de piel blanca había desarrollado su físico, era un niño en transición con ser hombre, atlético y bien varonil, no podía ser d otra manera al ser noble descendiente Romanov y de Castilla – León, el muchacho de catorce años se puso su traje ecuestre yendo a las caballerizas, se saludó con los empleados, tomó su acostumbrado manso caballo y como en realidad era descendiente de linaje se paseaba como un príncipe por los alrededores y sobresalto le vino al anciano viendo a su nieto cabalgar, le recordaba su infancia, de cómo las niñas de la comarca lo adoraban, así seguramente es su nieto y lo comprobó viendo a ciertas chiquillas jóvenes hijas de campesinos que lo admiraban al pasar, Noelia orgullosamente también miraba la tierna escena, las chicas lo seguían detrás del caballo pero él tenía en su mente aquella muchacha, aspiraba a encontrarla en ese lugar como esos sábados de encuentro a esa hora, este sábado último de abril de 1960 no debería ser la excepción, así que cabalgó rápidamente, esperaba encontrarse con ella, el intenso sol de temporada guiaba sus cabalgatas por los estrechos senderos del bosque tupido, se podía ya escuchar el golpe del agua del río en los peñones de rocas, su amplia sonrisa se dio al ver la ropa tendida de aquella muchacha que estaba lavando, lentamente amarró al corcel y caminó con sigilo por el sendero que daba al río, su corazón se agitó de alegría al verla, estaba concentrada en su actividad de lavado que no daba cuenta que los ojos claros de aquel muchacho la estaban contemplando, tomó una piedra y la lanzó cayendo en el agua muy cerca de ella, tuvo un sobresalto mirando a los lados, pero el ambiente era tranquilo en el que sólo se escuchaba el trinar de las aves, luego fueron lanzadas dos piedras más seguidas chocando en el agua, Amarilis inquieta fue por un leño sujetándolo en acción de defensa viendo a los lados, estaba nerviosa e inquieta, luego una piedra más fue impactando en el agua junto a ella casi rozándole la pierna derecha, la muchacha estaba más inquieta aún, la nena de ocho años y cuatro meses de vida estaba más crecida con respecto a las niñas de su edad inclusive con pezones desarrollados lo que mostraba a través de su vestidito humedecido por el agua de tanta acción de lavado, el apacible lugar se estaba transformando en un infierno al no poder identificar a su agresor, una y otra con otra piedra era impactada en el agua cerca de su humanidad y ella infructuosamente miraba a los lados, Carlos disfrutaba viendo la inseguridad de la nena pero le admiraba su temple de desafío, allí parada sobre la roca agitaba el leño, Carlos se sentó a reír en tono bajo, de pronto decidió presentarse ante ella, pensaba que su semblante cambiaría pero estaba equivocado, al verlo fue más su furia que le lanzó el leño cerca de los pies, le dio la espalda diciéndole que se retire, a la mente de Carlos llegó el deseo desde hace días de estar con ella cuando supo que acompañaría a su madre a visitar a su abuelo y así estaría con ella amándola como lo ha hecho en estos últimas semanas, ahora, la actitud de esa muchacha en forma agresiva decepcionó su accionar en el muchacho, comprendió su error, sin decir palabra se retiró con ese aire principesco que le caracteriza, ella tomó la ropa y la golpeaba con fuerza sobre la roca, él dio unos pasos adentrándose en el monte yendo donde estaba amarrado su caballo, se culpaba grandemente por el error cometido en la broma efectuada, se sentó para sacarse las botas pues un montón de arena con gravilla le molestaba al caminar, luego de limpiarse se recostó con un resto de yerba remolineando en la boca, cerró los ojos evitando que los rayos de sol lo toquen en el rostro pese a estar en la sombra, de pronto al levantar la mirada vio en su delante unos pies descalzos bien formados con dedos alargados, abrió más lo ojos sobresaltado, se sentó adecuadamente viendo la presencia de Amarilis con una cara de congoja, Carlos rió y comprendió porqué la nena estaba allí, abrió los brazos para recibirla, ella se dejó llevar cayendo abrazada sobre él, con ternura se acariciaban el rostro, los besos no se hicieron esperar, así de apasionados, habían esperado muchos días por ese momento que no era justo desperdiciarlo por esas chiquilladas, Amarilis demostraba su atracción a Carlos, deseaba ser suya, el muchacho lo comprendió y fue en ese mismo lugar desvistiendo a la muchacha que se acostaba sobre el suelo, el calzón le fue deslizado por las piernas mostrando esa vaginita sin pelos, él se desvestía delante de ella mirando ese pene erecto peludo, decidió besarla por todo el cuerpo, se concentró a besarle los pezones haciéndola gemir, le gustaba sentir la tibieza de su piel mutuamente, los besos apasionados con lengua, no podían parar a moverse en giros por el suelo húmedo, esos cuerpos desnudos de él y de ella haciéndose uno solo, Amarilis no esperaba a más, deseaba que ya se lo meta, así le decía fogosamente, ella se acomodaba acostada abriéndose voluntariamente de las piernas, su fogosidad era grande que el muchacho con el pene erecto rozaba la vagina, con una mano dirigía al interior del genital de Amarilis, esa piel de pene blanco entraba en la piel contrastada de la niña, lentamente iba entrando como a ellos le gustaba hacerlo, así con suave penetración, con amor, esa era la marca de él sobre ella, ese movimiento suave y delicado del pene le atraía mucho así sus gemidos eran fogosos, con tinte de satisfacción plena, el pene entró dejándolo por unos segundos dentro de esa tibia vagina, se sentían sus mutuos latidos, él así la disfrutaba como ella a él también, las manos se entrelazaban sintiéndose más y más, las frentes unidas, la respiración salida de sus narices ante la fogosidad golpeaban esa respiración en sus caras, ella se aferraba más con sus manos a él, el trasero desnudo de blanca piel de Carlos comenzaba a moverse lentamente alzándose y bajándose ella al sentirlo mordía los labios, sentir esa dicha de ser penetrada por ese muchacho tan guapo, ella desconocía su origen noble, Carlos descendía del linaje Romanov con Castilla – León, ni el mismo muchacho lo sabía, sólo era el secreto de su abuelo Rodolfo Buonanote, el pene entraba y salía y en cada deslizamiento de penetración en la vagina la nena abría la boca que era sellada por besos con lengua, cada vez se hacía más rápido ese mete y saca, él vivía enamorado de esos labios infantiles femeninos de Amarilis, así que luego hacer algunas embestidas más la acuclilló y le dijo que abriese su boca, ella sin ningún reparo la abrió metiéndola en su boca probaba de ese pene mojado en su vagina, le decía que pruebe de ella, para Carlos ver su pene penetrando la boca de Amarilis era un gusto total, así la había soñado tenerla cuando lo pensaba solo en su cuarto manoseándose el pene en aquella soledad, cerraba sus ojos y lo pensaba así como ahora en la vida real la estaba sometiendo, la hija del campesino tomaba el pene con gusto metiéndose en la boca, la lengua rozaba el glande, bajaba a los testículos de Carlos haciéndolo jadear y gemir, los labios rosáceos delimitaban con su saliva el tronco del pene que delicadamente se deslizaba y hasta con esa lengua ensalivaba los testículos velludos del muchacho, esos pelos rubios que rozaban las comisuras de los labios de Amarilis hacían grata la vista del descendiente de los Romanov, ella estaba emocionada lamiendo ese pene al que siempre lo pensaba en sus ratos de descanso, ese pene de piel blanca y pelo rubio que tanto le atraía, ese pene bien pensado por ella grabado en su mente con todos los detalles, ese pene que la hacía sentir casi una mujer plena, era el chico al que toda chica citadina deseara, sexualmente irrumpía con su porte en el cuerpo de la pequeña Amarilis, ya su madurez se estaba desarrollando en el ámbito de ser mujer en forma prematura, Carlos sacó el pene ensalivado de boca de Amarilis, ambos estaban en el nivel de entrega total, vieron una roca amplia, aquella en la que era el lugar de sus encuentros, caminaron desnudos hacia el lugar, importaba llegar para rodar sobre lo liso de esa roca rodeada de arena y al contorno con alta maleza que parecía una cortina verde vegetal, la gran roca plana lisa estaba a metros de las orillas del río próxima a donde ella lavaba siempre la ropa y en donde él sabía encontrarla, ella iba delante de él viéndole el traserito voluminoso, llegaron para dar giros con sus cuerpos sobre la roca, aquellos cuerpos desnudos haciéndose uno solo con besos y caricias, se decían mutuamente pertenecerse, los rayos de sol eran intermitentes ante el movimiento de las ramas de samanes frondosos que cubrían como techo vegetal verde ese lugar, esos rayos chocaban en los rostros de los amantes, se notaba la desproporción de tallas, Carlos se sentó en la roca e hizo sentar a Amarilis sobre su entrepierna, la cara del muchacho se ocultaba dentro de la cabellera larga de la muchacha, ese pelo lacio cuyo olor tan característico de muchacha campesina mostraba sus encantos hacia él, besaba con ansias ese pelo diciéndole lo hermoso que era, ella observaba que debajo de su vagina se mostraba erecto saliendo el pene de Carlos, “míralo, te desea, siempre te desea” con los deditos lo rozaba, estaba rosáceo, algo venoso, muy liso típico a esa edad en la que se empieza a probar sutilmente el sexo a todo nivel, acomodó el trasero sobre el pene erecto ensalivado aún, ella sintió que le abría el trasero y tenía allí el pene a la entrada del ano, al principio sintió recelo pero lentamente se fue relajando, el pene entraba, Carlos estaba consiguiendo lo deseado, su pene joven erecto venoso de pelos rubios estaba entrando en el ano de ella, Carlos deseaba de ese manjar anal, lentamente la iba penetrando, con caricias haciendo pausa con el pene la relajaba, hasta que de un empujón sintió el pene adentro, ella se contuvo en no llorar, también lo había deseado, pues semanas atrás lo soñaba así, pero no tan real como se lo imaginaba, quietos degustaban de sus cuerpos desnudos pegados así sentados, el pene estaba dentro de las entrañas de Amarilis, el muchacho lo había conseguido, ese sábado último del mes de abril de 1960 Amarilis le pertenecía analmente, la irritación fue sentida por ambos, si, tanto él en su pene como ella en el ano sintieron esa molestia de penetración, Carlos aún sentado en la roca sostenía a Amarilis que fruncía la cara con molestia, lentamente se fue apartando del muchacho, giró su cuerpo viendo ese pene humedecido con restos de sangre, el muchacho estaba quieto, a su tierna edad ya comprendía el experimentar eso, recordaba como Mirko le deslizó el prepucio con su trasero, el muchacho recordaba su glande bien descubierto, ahora su glande estaba con restos de sangre del traserito de Amarilis, es que todo el pene lo había metido en las entrañas de la nena, los dedos se deslizaban por el tronco del pene, viendo en su delante a la muchacha que se pasaba los dedos de la mano en el adolorido ano desflorado ahora sí totalmente, ella entre susto y recelo se sentaba, pujaba, adolorida, tenía deseos encontrados de defecar y micciar, el segundo llegó al fin, los ojos claros de Carlos vieron salir orina de esos labios vaginales y un poco de excremento se vio salir del ano de la muchacha que gritaba adolorida ese excremento salido llevando sangre a efecto de pujadas, Carlos agitaba el pene, estaba algo sorprendido de lo que había hecho, Amarilis mostraba su rostro de preocupación por lo adolorida que estaba, Carlos sentado en la piedra solamente se limitaba a verse agitándose el pene a piernas abiertas, Amarilis sentada sentía el latir de su ano ya totalmente desflorado, lentamente caminó así desnuda en dirección al río, lo hacía lenta y torpemente, Carlos caminaba detrás de ella llevando la ropa, como que tenía cierto recelo y temor debido a su cargo de conciencia, pensó que había llegado lejos, la muchacha se acuclilló tratando de llevarse agua con la mano hacia su traserito desflorado, Carlos la ayudó con sutileza y luego entró al agua lavándose el pene, la muchacha se acostó de perfil sobre la arena debajo de un frondoso árbol, mostraba los labios vaginales y con una mano detrás se frotaba la entrada del ano con el pañuelo húmedo que le alcanzó Carlos, el hijo de los patrones terratenientes se acostó a su lado pasándole la mano por el brazo hasta llegar a acariciarle la espalda, coxis y traserito que esto último lo hacía de buena gana, no hubieron palabras solo se escuchaba el canto de las aves y el sonido del agua golpeando las rocas era escenario que tan sólo a lo lejos se escuchaba, ella estaba inquieta, quizá no lo volvería a ver así a otra persona por lo sucedido, por tanto mostraba su tristeza reflejada en el rostro, Carlos la acariciaba y la abrazaba por detrás montando una de sus blancas piernas sobre las piernas de la niña de piel morena clara, las piernas mostraban el contraste de pieles, él la acarició tratando de animarla a seguir pero ella se negaba a causa del dolor sufrido por esa penetración anal, esa forma de ser sodomizada que nunca la olvidaría en ese día de sol, allí en la piedra tendida, aquella gran piedra como cama natural que sirvió para que ambos se amasen y dejasen allí su recuerdo de entrega, si con Fernando le dio su virginidad vaginal en la cueva a Carlos le dio su virginidad anal en aquel lugar que lo miraba con detenimiento, ambos muchachos formaban parte de su vida, Carlos insistía pues no había desfogado todo su ser en ella, la animaba con caricias pero ella se resistía, esperó un poco de tiempo y para animarla la acostó encima de su cuerpo besándola prolongadamente, eso la hizo entrar en leve relax aunque el ano le dolía mucho a pesar de ya no salir sangre pero estaba irritado, le dijo que le dará por la vaginita, por ese lugar que tanto le gusta sentir, la cara de ella se posaba sobre el pecho de Carlos que con sus manos acariciaba la espalda de la pequeña, llegando a sobarle los glúteos y allí en ese momento instintivamente hacía movimientos bruscos, tanto así que en uno de ellos la vagina quedó sobre el pene de Carlos, ella era movida sujeta de las caderas por las manos de Carlos que sonreía viéndola, ella alzaba la cadera dejándose colocar el pene erecto en la entrada de la vaginita, el glande estuvo entre los labios vaginales así que Amarilis al bajar las caderas le entraba el pene de Carlos suavemente teniéndola bien agarrada de las caderas, sintió entre molestia y algo de placer de sentirse penetrada levemente, vio fijamente el rostro de Carlos, levemente sonrió dejándose llevar por esos movimientos sexuales, ya le agradaba, vio de nuevo el rostro y mostraba su interés de ser sometida, así encima del cuerpo de Carlos ella se movía sin experimentar incomodidad sino ahora más bien placer absoluto, comprendía que se sentiría mejor, así que los movimientos fueron seguidos y leves, solo que de un brusco giro ahora el cuerpo de ella quedaba de cara al suelo quedaba debajo del cuerpo de Carlos que le hacía la embestida de pene en la vagina de forma lenta y pausada con el suave alzar y bajar cintura, le decía que se lo hacía con amor, con amor, con amor, y así fue que los glúteos blancos se movían, los testículos de pelo rubio chocaban con los muslos y parte del traserito desvirgado, la muchacha pese al dolor de su trasero cerraba los ojos sintiendo ser penetrada varias veces, de nuevo la hizo girar, le empezó a hacerla sentir lamiendo los pezones haciéndola gemir, los dedos pasaban por a humedecida vaginita, le dijo que le iba a hacer el amor por ahí, ella sintió la entrada del pene en su vaginita, así, así, así de embestidas del pene de Carlos se estaba dando en la vagina de Amarilis, la hacía gemir y jadear, hasta que las caderas y pene de Carlos se detuvieron, luego de pronto en un instante ambos se quedaron quietos, por segundos, ella sintió el semen que Carlos le depositaba en su vagina, sentía el latir y lo húmedo del pene dentro de ella, Carlos estaba complacido sintiendo esa húmeda vagina que se llenaba de semen, la respiración se escuchaba de los dos en ese momento, la sentía suya, era el clímax por el que había venido a buscarla, sentirla así, someterla así, era su gozo, era su dicha, esa niña le pertenecía, de esa forma quedaba quieto disfrutando de ese cuerpito infantil femenino, al poco tiempo el tronco del pene fue saliendo de esa vaginita, pero para sorpresa de Carlos ella le pidió más, y lo hizo agarrándole de los hombros no dejándole apartarse de su cuerpito infantil, Lucrecia deseaba gozar más ese cuerpo descendiente de nobles europeos, era de ser así, genéticamente ella había heredado de su madre Lucrecia ese fogoso deseo sexual de sentir y hacerse sentir, no importaba el dolor del trasero en ese momento quería más y más que le diese por la vagina y así de alguna forma compensaba la molestia de su traserito con placer, el muchacho obedeció a la niña y la embistió para largo rato hasta el cansancio, eso lo motivaba a él bastante, a ella gustaba tener ese cuerpo de piel blanca, le gustaba que ese rostro bonito le roce las mejillas, le gustaba recibir besos de esos labios bien formados de ese hermoso muchacho al que deseaba en cada encuentro, Amarilis se había empalagado con el cuerpo de Carlos, ese cuerpo y esa virilidad demostrada la hacían dependiente de él, por eso en ese desconcierto de molestia ella lo fue a ver para que no se fuese en el caballo, deseaba ser suya, el lugar y el momento ameritaban para hacerlo y fue así que ella se entregó a él, los dos se acariciaban, el pene entraba y salía rítmicamente ya no tan aceleradamente, pero tanto así para que ella sintiese esa penetración con delicadeza, el muchacho obediente de los deseos la penetraba suavemente, ella sentía, sentía y sentía ese cuerpo, ese pene y esas caricias, quedaron exhaustos de tanto sexo tirados los cuerpos en el suelo, manoseándose la piel, viéndose los genitales, tocándolos sutilmente, viéndose a la cara y emitiendo sonrisas con timidez, a fin de cuentas, para la edad que tenían en abril de 1960, los dos aún eran niños, ella tomó el pene y lo hizo erecto con los suaves movimientos de manos, la lengua la pasaba delicadamente debajo del tronco del pene, por debajo del glande, a más de rozar la punta de la lengua entre los testículos, eso a Carlos lo hacía suspirar, Amarilis estaba plena de dicha chupando y lamiendo lentamente ese pene que tanto le gustaba acariciar, vio las piernas y los pies de Carlos, aquellas piernas rellenas musculosas a base de los deportes que practicaba, esos pies con dedos gruesos alargados, sin mucho empeine, más bien planos, herencia genética de los Romanov, todos los descendientes tenían esa particularidad, esos pies de Carlos eran diferentes a los de Amarilis, él seguía acostado viéndola acuclillada a su lado tomando con una manito el pene lamiéndolo con los ojos abiertos, las manos de Carlos acariciaban la espalda y piernas de Amarilis, dejó de lamerlo para acostarse a su lado pidiéndole a él que se quede un rato más, Carlos la acariciaba en los pelos y cuello, ella se acostó encima de Carlos dándole besos, eran dos niños que se prodigaban sexo del puro para sus edades, el apartado lugar mostraba la ubicación del sol ya casi al mediodía, se acercaba la hora de almorzar, Amarilis quedó acostada viendo ponerse en pie a Carlos, extendió su brazo tratando de tomarlo con sus manos, insinuando que se acerque, el muchacho vio en el rostro de la muchacha el deseo declarado y seguidamente ella acostada abrió las piernas pasándose las dos manos por la vagina, los dedos recorrían los labios vaginales y con ese insinuante llamado Carlos se acostó sobre ella tomando el pene cuyo glande se puso en la entrada de la vaginita y procedió a meterlo, se hizo otra vez el mete y saca en la vagina de la fogosa Amarilis, bien hija de Lucrecia, el muchacho alzaba y bajaba las caderas ella estaba en el deseo pleno de satisfacción, así quería tenerlo siempre a su Carlos deseado, ese cuerpo era suyo, lo gozaba, se hacía hembra con las embestidas que le daba, aún el traserito le dolía pero la vagina estaba en todo su trabajo sexual, las manos de ella se posaban sobre los glúteos movidos de él pidiéndole más y más, golosa, pensaba, insaciable, Amarilis con Carlos había descubierto lo desenfrenado del sexo, los cuerpos quedaron sudorosos uno junto al otro, el pene posando sobre el estómago algo erecto, ella se puso en pie mientras él la miraba que se acuclillaba para micciar, la orina amarillosa salida de la vagina mostraba lo duro de lo hecho en sexo, Carlos sonriente agita el pene haciéndole alusiones que antes ese pene lo había tenido dentro, empezó a pujar, ya del traserito no salía sangre, pero le dolía, ella quedó aculillada mientras Carlos se ponía en pie acercándose donde estaba rozándole el glande del pene por los labio y se lo hizo oler, se acercó al oído a decirle que “cuando defeques u orines siempre acuérdate de mí y de lo que hicimos” esa frase quedará para siempre implantada en la memoria de Amarilis, el muchacho la acarició poniéndola de pie para besarla yendo a bañarse en las aguas del río, parado sobre la roca el muchacho se escurría, Amarilis miraba fijamente el pene de Carlos, las piernas, los pies y sobre todo esos labios que la hacían sentir plena de gozo, el tiempo transcurría, para Carlos era el momento de partir cuando vio la posición del sol, era la tarde ya, se vistió y montando fue cabalgando, ella agitó las manos despidiéndose poniendo una mano sobre su vientre, él desde la montura dio a verse que se sobaba el pene vestido y ella respondía llevándose las manos dentro de su vestidito humilde hasta la vaginita en señal de un pronto encuentro, el muchacho se perdió entre los matorrales que eran delimitados por el sendero, ella tomó camino contrario llevando la ropa a casa, allí el campesino la esperaba para servirse el almuerzo como de costumbre, le increpó por llegar tarde pero la comida se llevó en paz, al llegar la noche Carlos en su habitación a la luz de las velas meditaba lo hecho en el río, era su deseo de verla, se acostó con esa idea de verla de nuevo, rato después su madre Noelia le dijo que irían al pueblo a la misa y a visitar conocidos de la fábrica en la ciudad, para luego retornar a la capital, suspiraba pensando en su amor campestre, Amarilis, le vino un deseo por salir de la casona y caminar, la noche nos estaba tan oscura, algo de frescor hacía en el ambiente, puesto sus sandalias y pijama se dispuso a caminar por los alrededores, se acordó inmediatamente de aquel lugar, caminó hacia donde estaba un árbol que tenía grabada unas inscripciones, poco legibles en la noche, deslizó su pijama sacando su pene erecto, de él salió orina impactándola en el tronco del árbol, mientras lo hacía repetía con voz entrecortada el nombre Mirko y el de Amarilis.
FIN DEL DUCENTÉSIMO NOVENO EPISODIO
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!