METAMORFOSIS 21
Sueños húmedos.
Recostada en su catre Lucrecia miraba aquella noche estrellada por la ventana de su humilde cabaña, estaba muy pensativa de lo que había vivido horas antes en el río con la presencia de Daniel, rascaba con placer su pelvis llegando a los labios vaginales frotándose el clítoris con deseo de calentura que estremecía sus piernas estirándolas junto con los pies, mordiéndose los labios con agrado, a su mente llegaba los recuerdos de aquel pene blanco del hombre maduro que frotó su vagina trigueña, le había gustado mucho tener ese cuerpo varonil encima de su piel, le gustaba la sonrisa de aquel hombre, a sus casi doce años ya sentía el deseo por el macho, lo había experimentado desde muy pequeña con un primo suyo, si, con Pedro, aquel muchacho tosco pero decidido, se acordó de la forma sutil con la que Daniel la trató en el monte cuando a punto estuvo de desvirgarla, recordó aquel dolor que el glande le hizo a su vagina, si no fuera por su hermano Dagoberto ahora sería diferente, recordó que le dolía esa punteada de glande pero que a la vez le sintió que le gustaba, siempre que recordaba aquello le daba por imitar esa sensación con el dedo metiéndoselo en la vagina pero no era igual y siempre tenía miedo por la molestia del dolor que le producía, el frío de la noche estrellada estimulada el deseo por Daniel debido a que su piel fresca se ponía como piel de gallina, la chiquilla había quedado deseosa de aquel macho, cerró los ojos y empezó a recordar aquel día caminando por el campo siendo una niña de seis años, iba en compañía de su primo Pedro que llevaba en los hombros a su hermanito Dagoberto de casi un año cumplido, caminaban con mucha alegría por el monte tupido, se sentaron debajo de unos frondosos árboles ubicados en la cima de las lomas de ahí miraban el panorama del campo, a Pedro le dio por ir a orinar yéndose metros detrás de los árboles, la traviesa Lucrecia lo siguió como otras veces porque le gustaba verlo orinar a escondidas, Pedro también lo sabía y al disimulo le dejaba ver el tamaño de su pene con pelos de 16 años, le hacía señas para que se acercara a tocárselo, ella lentamente se acercaba, Pedro la tomaba de la mano para que la pase por el tronco del pene, se sentaba sobre una piedra abriéndose de piernas con el pene bien descubierto y ella seguía frotándolo, ya bien erecto su pene la tomaba a Lucrecia de la cintura viéndose que su pene frotaba la tela del calzoncito de Lucrecia, lo deslizaba despacito, su vaginita quedaba al descubierto, ella parada recibía los frotes del pene trigueño de su primo con glande descubierto, a ella le gustaba ese frote más cuando su primo le rozaba los dedos por las nalgas y le frotaba por entre ellas, de a poco la tomaba de la cintura recostándola en el suelo, ella se dejaba llevar, permitía que su primo le frote el dedo en los labios vaginales haciéndola estremecer de gusto, Pedro le preguntaba si le gustaba a lo que ella agitada respondía afirmativamente, luego del frote con los dedos le frotaba el glande, ella sentía que algo entraba apenitas por su vaginita, se sentía rara, pero le gustaba y se dejaba, al principio se sentía rico pero esta vez sentía más dolor tanto que ella le dijo que ya no más y trataba de ladear la cadera, Pedro no quería soltarla, a lo que ella gira su cara a un costado ve a su hermanito Dagoberto que estaba parado viendo lo que estaban haciendo, ella le avisó de la presencia del niño a lo cual Pedro respondió que no importaba pues a la edad del niño no se daba cuenta y seguía con el acto sexual frotándole el glande por el clítoris haciéndola gemir y pujar, Pedro no siguió penetrándola, comprendió que mejor era eyacular y así lo hizo minutos después dejándole el semen en los exteriores de la vaginita que así como acostada que estaba ese semen recorría parte de las nalgas cayendo al suelo, Pedro giró su cabeza viendo a donde estaba sentado el pequeño Dagoberto dándole una sonrisa, el pequeño inocentemente le devolvía la sonrisa viendo a Pedro acostado sobre el cuerpo de su hermanita, observaba que Pedro se levantaba agitándose el pene dándole la espalda dejándose ver las nalgas trigueñas descubiertas, miraba a Pedro ponerse a orinar de perfil lanzando orina con agrado sobre el piso mientras su hermanita buscaba hojas para quitarse el semen, se podía ver la vagina con algo de arena pegada a su piel, Pedro y Lucrecia se quitaban la arena y continuaban el camino llevándolo de la mano al pequeño Dagoberto que inocentemente reía sin saber qué era eso que habían hecho su hermanita y su primo.
Lucrecia tenía los ojos cerrados apretándolos de placer llevándose los dedos a la vagina y de tanto frote se quedó dormida.
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La mañana estaba muy fresca, pese a los primeros rayos de sol, Luis se despertó viéndose el pene erecto, le gustaba ver la forma en cómo su pene estiraba la tela del pijama, metió sus frescas manos dentro del pijama calentándolas con frotes de masturbación, golpean la puerta, el chico saca rápido las manos, su madre Andreina entra diciéndole que estaba listo el desayuno, a regañadientes salió de la cama, Andreina se fijo en lo erecto del pene amoldado en el pijama pero no opinó, rato después Daniel, Andreina y Luis desayunaban en silencio, Daniel recordaba lo de ayer con Lucrecia en el río cuando la encontró lavando, sus pensamientos desaparecen cuando escucha que tocan la puerta principal, observa que la sirvienta abre la puerta apareciendo la señora del otro día con el niño que lo Luis lo vio desde el balcón, la señora bien vestida saludó, Andreina de un impulso estuvo con ella, llamó a Luis para presentarlo ante la señora Matilde y Nicolás su primer nieto, la impresión que tuvo Luis hacia Nicolás fue del todo normal, regresó a seguir desayunando, Daniel caballerosamente la saluda y salió a caminar por el campo, pasaron algunos minutos, Andreina le dijo a Luis que iba a salir al pueblo acompañada de Matilde, que fuera cortés con Nicolás, Luis se portó bien con el pequeño de ocho años, jugaron a muchas cosas entre ellas a los penaltis y lanzamiento de baloncesto, conversaron entrando a una muy buena química, de lejos se ve acercarse a un muchacho no tan musculoso pero hermoso de cara, trigueño de pelo negro igual que sus ojos, lo acompañaba un señor de edad avanzada, saludan cortésmente al pasar, el muchacho llevaba la silla de montar a la caballeriza, el muchacho pasó por el lado de Nicolás acariciándole el pelo, el niño le respondió ligeramente con cortesía, Luis recordó que ese era el muchacho que pasaba en el monte con Nicolás, le preguntó por el nombre del muchacho, Nicolás le contestó que se llama Melesio, tiene dieciséis años, siguieron jugando con la pelota y entraron a casa, momentos después Luis y Nicolás estaban en el balcón jugando en el pasamano, Nicolás estaba arrimado, Luis se puso detrás del chiquillo, con disimulo se apegó a Nicolás moviendo las caderas con su pene vestido a las nalgas de Nicolás, regresó la mirada sonriente, Luis puso sus manos sobre las de Nicolás frotándolas suavemente, Luis apegó las mejillas al pelo de Nicolás, el pequeño sonreía y se quedaba quieto, de pronto escucharon un silbido fuerte, apareció Melesio el muchacho amigo de Nicolás montado en caballo haciéndole gestos para que bajara, el pequeño bajó corriendo para estar con Melesio, Nicolás sentado sobre el caballo tomaba las riendas y Melesio atrás haciéndolo practicar, Luis los vio que se dirigían por el camino de herradura a los lineros, ya se podía imaginar lo que iban a hacer y se apretó el pene vestido sintiendo delicia con el roce de la tela.
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Noelia se había ganado el afecto de su patrono en el trabajo y a veces salían caminando del trabajo a tomar algún aperitivo, muchas veces coincidía que Carlos Felipe los encontraba, se llenaba de celos, una tarde en la que Noelia iba a ver a Gustavito la interceptó Carlos Felipe con su vehículo saliendo presuroso para invitarla a que se suba, ella aceptó algo recelosa, lo que no podía imaginarse es que Carlos desvió la ruta acelerando el vehículo llegando a unos matorrales de la vía en las afueras de la ciudad allí le reclamó por la amistad con su jefe, ella le respondió que no era su problema, desde ahí comenzaron las discusiones y en un arrebato Carlos la besó a la fuerza, Noelia salió del vehículo adentrándose en la maleza, Carlos la atrapó cayendo al suelo, se revolcaron, Noelia trataba de zafarse pero Carlos le impedía, a gritos desaforados con llanto le decía que la amaba, que era la mujer de su vida y sin ella su existencia no tendría sentido, aquellas palabras cavaron hondo en el corazón de Noelia dejándose abrazar y besar apasionadamente acariciándose la cara y el pelo, ella a punto estuvo de decir algo más pero la contuvo los deliciosos manoseos en sus senos, la lengua rígida lamiendo el estómago, ella con ojos cerrados gesticulaba placer, jadeaba del deseo, Carlos lo entendió así por ello le desabotonó el vestido deslizándolo delicadamente, luego toda su cara frotaba los pezones haciéndole más grato el momento a Noelia, las manos llegaron a la vagina de esa blanca mujer caucásica, los besos apasionados con lengua se repitieron, en una breve pausa ella muy emocionada le repetía los te amo, Carlos Felipe respondía con besos por el cuello, hombros y pezones, ya su pene estaba erecto mojado con líquido pre seminal, lo tomó introduciéndolo delicadamente en la vagina, ella sintió el cuerpo de Carlos encima a toda plenitud, estaba complacida con las embestidas que le daba ese pene dentro de la vagina, entrelazaron las manos, apretándolas en cada mete y saca, Carlos movía aceleradamente las caderas, ella gemía, Carlos estuvo a punto de eyacular dentro pero recordó ese ano blanco que años atrás fue suyo, con delicadeza la puso boca abajo, le abrió las nalgas, acercó su boca para besar y lamer el ano, ella estaba plenamente complacida, Carlos hizo caer saliva de su boca en dirección al ano, graciosamente mordió sutilmente las nalgas, las dos manos de Carlos sirvieron para que las nalgas puedan abrirse y cerrarse de tal suerte que la saliva pueda deslizarse, le metió un dedo hasta que se percató que la saliva entró, abrió las nalgas y volvió a poner saliva en el ano, se miró el pene latiendo con el deseo de poseerla, ella quietecita tenía la respiración acelerada, el glande entró poco a poco metiéndolo y sacándolo para que lubrique el ano, Noelia gemía apretando los dientes, llegó el momento deseado que era metérselo en tosa su plenitud, ese ano apretado le daba buena sensación a Carlos que recordaba aquel momento en la desvirgó analmente, el tiempo transcurría y las embestidas seguían hasta que hizo una pausa para dejarle todo el semen adentro del ano, ella lo vio levantarse de su cuerpo, se sentó viéndose salir el semen por el trasero, lo miró a la cara, vio que se limpiaba el semen, le dijo a ella que la iba a hacer acabar, sin dar tiempo a que ella reaccione ya estaba montado encima del cuerpo de Noelia metiéndole el pene por la vagina, le hacía el mete y saca a la vez que la besaba apasionadamente, Carlos giró con el cuerpo pegado a ella sin sacarle el pene, la puso encima de su cuerpo agarrándola de la cintura estimulándola a que hiciera de arriba abajo el mete y saca, ella mordía los labios cerrando los ojos, hasta que se detuvo porque botaba los fluidos seminales, quedaron tendidos los cuerpos exhaustos de tanto sexo, se vistieron conduciendo en dirección a la ciudad, durante el trayecto ella lo tenía abrazado de los hombros apoyada su cara en el pecho varonil, al llegar frente a la casa ella se bajó del vehículo, Gustavito que estaba sentado jugando canicas con los vecinitos se levantó y corrió al encuentro de su madre, un impulso indescriptible hizo que Carlos saliera del vehículo para abrazar al niño, lo alzó acariciándolo, abrazándolo muy apegado a su pecho, le besó por repetidas ocasiones el pelo y las mejillas y lo puso en el suelo, el niño se abrazó de las piernas de Carlos todo ello pasaba con la mirada atenta de Noelia, con gestos le dijo a Noelia que desearía volverla a ver, ella asintió como respuesta, Carlos se acuclilló para despedirse del niño dándole un abrazo sentido con un beso en la frente, Carlos y Noelia sólo se dijeron hasta pronto, el hombre subió al vehículo con alegría, ella de cuclillas abrazando a su hijo se despedía, no se percató que desde la ventana unos vecinos observaban la escena, días después Don Gustavo escuchaba los relatos de encuentros de Noelia, iba iracundo a reclamarle terminando en peleas, en muchas de las ocasiones terminando en la cama haciendo un sexo salvaje en el que Noelia se resistía, los niños se apegaban a la puerta a escuchar, Josefina y Gustavito por su inocencia no se daban por enterados de comprender el movimiento de la cama que se podía escuchar desde adentro donde sus padres estaban encerrados pero si lo entendía la pequeña Leonor.
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Días después Daniel iba a ese lugar del río donde anteriormente la había encontrado lavando a Lucrecia, pero en ese momento no estaba, pensó que la chiquilla no tenía ropa qué lavar y decidió retirarse del lugar luego de un buen rato de espera, recorrió por varios días después aquel lugar con intención de encontrarla pero nada, pensó tal vez que ella sintió miedo por lo que le hizo por eso no venía a lavar, Daniel con su angustia del deseo volvió a ir seguido a ese lugar sin obtener resultado de encuentro, pensó que había cometido un error con aquella chiquilla de casi doce años poniéndose alerta por si tal vez ella había cometido la impertinencia de contarle a Clodoveo su padre todo lo sucedido, Daniel estuvo en alerta unos días hasta que se encontró con el padre de Lucrecia, Daniel se puso rígido al saludarlo, el vaquero lo saludó con la misma cortesía de siempre, de esa forma al saludarse amablemente Patrón y empleado hizo que baje la rigidez recelosa de Daniel, sintió paz al comprender que Lucrecia había guardado en secreto lo sucedido aquel día en el río en donde estuvo a punto desvirgarla.
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A las pocas semanas de estar en el hospital Griselda con su niña en brazos llegaba a la casa de Carlos Felipe como empleada, le abrió la puerta Aida, la recibieron Hermógenes, Serafín con Carlos y Sandra que le dio un fuerte abrazo de bienvenida, Aida con mucho recelo le brindó las manos igual lo hizo Hermógenes, el que la abrazó muy amorosamente de la cintura fue el pequeño Serafín, Carlos Felipe notó el buen porte del pequeño al que cada día lo sentía con más afecto por su nobleza y sencillez.
FIN DEL VIGÉSIMO PRIMER EPISODIO
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