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Gays

METAMORFOSIS 216

Jalea.
Los esposos estaban subiendo al auto y de inmediato la figura de un nene subió a los brazos de su madre para despedirlos, era el pequeño Heriberto que abrazándolos con los brazos extendidos despedía a su padres Lucrecia y Heriberto, el motivo del viaje era para regular un negocio en el que Lucrecia retomaría, estaba muy entusiasmada, aquel fresco último sábado octubrino tendría mucha significación para el futro económico de la familia pues Lucrecia pese a ser la amante era una confidente económica y espiritual para la turbulenta vida que llevaba Heriberto, hijo del mismo nombre de aquel militar asesinado en la trifulca capitalina el día que asesinaron a un líder político prominente del país de la canela, Dagoberto desde la ventana aún vestido en pijamas observaba el abrazo de su sobrino Ricardo Heriberto nacido en febrero de 1957 cuyos brazos rodeaba ahora el cuello de sus dos padres, desde ese lugar Dagoberto hacía una mueca rascándose el pene vestido que al hacerlo ya se ponía erecto, el hombre de 34 años se retiró de la ventana deslizando la cortina convirtiéndose en el lugar semi oscuro de ambiente luminoso, bostezó, se vio los pies descalzos que lo llevaban de vuelta a la cama, afuera el niño ahora se rodeaba de los brazos de su abuela la madre de Lucrecia que alegremente se despedía haciendo que el niño también agitando sus manitos, la abuela junto con el niño vieron alejarse al vehículo, retornarían en la noche seguramente, entraron a la casa, la abuela del niño se dedicó a tejer aquel chal que desde hace semanas estaba realizando, estaba entusiasmada atendiendo su tarea a tal punto que no vio el momento en que su nieto salió de la sala donde estaba jugando con unos juguetes de combate como se los había regalado el padre pues anhelaba que el pequeño fuese militar, al mover su cara vio la ausencia de su nieto, dejó los implementos de costura y fue para el lugar donde creía que estaría, en el cuarto infantil, si, allí estaba jugando en el suelo, la anciana alegre le acarició el pelo retirándose de la habitación apegando la puerta, regresó a su lugar, estaba relajada, al poco rato el nene salía de su habitación, vio a su abuelita profundamente dormida, sonrió y fue por unas galletas que estaban en el mostrador de la cocina, instintivamente caminó hacia una habitación, donde estaba su ser querido, su tío Dagoberto, la puerta estaba apegada, la empujó, entró, aun en su carita tenía restos de gallea en sus labios rosáceos, vio a su tío, estaba dormido, se escuchaba su respiración, se acercó cara cara, de pronto, se abre los ojos del tío y sonríe, él también lo hizo, alzó la sabana para que el nene pueda ingresar acostándose en su delante, la pierna del tío rozaba la cadera y pierna del niño, le besó el pelo lacio, olía perfume infantil, le besaba el pelo diciéndole con golpe de respiración a su oreja “eres muy bonito, ¿lo sabias?” el nene escuchaba sin dejar de sonreír “mi bello, mi príncipe” le metió la mano por el pijama que llevaba puesto y le rozaba el penecito con la punta de los dedos de esa mano firme haciéndole mover las caderas y el traserito del niño haciendo que se roce pegándose en el pene erecto, el nene sentía ese pene erecto que rozaba su traserito a la vez que la manos del tío seguía rozando la pelvis notando que el penecito estaba tieso, sonrió, “lo tienes lindo”, “déjame mirarlo” así la sabana se deslizó mostrando el pijama del nene con el penecito vestido como lanza descrita en la tela, le deslizó el pijama mostrándose ese penecito tieso, sonrieron viéndolo por un instante como se agitaba al contacto de los dedos del adulto, las mejillas se unían un poco encorvándose el tío para que su sobrino sienta ese movimiento suave sutil de sus dedos en ese penecito tieso más y más, las venas se notaban en la piel infantil, respiró profundamente para golpearle su respiración de la oreja “¿quieres verlo?” al escuchar esa pregunta el niño miró el rostro de su tío mostrando intriga, se limitó con sus ojitos a ver la entrepierna adulta vestida, el tío entendió, descendió su mano por dentro del pijama haciéndolo deslizar desde su cadera hasta los muslos dejándose ver el pene grueso bien erecto venoso peludo a vista de su sobrino, lo agitaba a su vista, los ojos infantiles estaban fijos en ese pene venoso peludo de 35 años, mordía sus labios en señal de gusto, miraba los labios rosáceos del nene al mismo tiempo que continuaba sonriendo, tomó una manito de él llevándola a que le acaricie le pene tibio “¿te gusta?” “¿lo quieres?”, el nene miraba continuamente el desliz de su mano sobre el tronco del pene, veía un líquido, era el líquido preseminal que a través de una gota salía del glande, pasó el dedo índice  de su mano derecha por la raya del glande llevando el líquido depositándolo en la punta de la nariz de Ricardo Heriberto, el nene sonreía, pasó su dedito por donde estaba el líquido oliéndolo, vio que su tío Dagoberto se levantaba toda la sabana que le cubría el cuerpo cayendo ésta al suelo, el pijama estaba a la altura de las rodillas que es hasta donde se había deslizado, bajó la carita con la ayuda de una de las manos de su tío posándose su mejilla en el pene tibio “siéntelo” Dagoberto suspiró “a él también le gustas” suspiró de nuevo “Quiere jugar con el tuyo” suspiró hondamente “¿te dejas?” suspiró esperando la respuesta, y fue aquella respuesta esperada el movimiento afirmativo del rostro del nene que sobre el pene pegada su mejilla lo hacía aún, la mano acariciaba la otra mejilla y también se deslizaba a acariciar el pelo de manera perenne, el nene botaba respiración exhalada de sus entrañas, sentía en el pene ese golpe de exhalación, alzó su carita viendo fijamente ese glande que era pasado por sus labios, “huele, anda” la nariz del nene era rozada en el pene “abre la boca, siente el sabor” el pene era introducido en la cavidad bucal de Ricardo Heriberto pero fue por unos segundos, “cógelo así como te enseñé” las manitos del nene tomaban el pene y pasaba la lengua haciendo sus pirar a su tío Dagoberto, eso gustaba ver al niño de parte de su tío, “así, mi arrecho” suspiraba “así… todo adentro” lo volvía a meter en la boca, instintivamente la mirada de Dagoberto se centró en la puerta que estaba entreabierta, hizo detener a su sobrino del sexo oral, puso la mano del índice en su boca en señal de anunciarle a su sobrino el silencio correspondiente “shhh… calladito arrechito” le decía mientras le indicaba con las manos que se quedase en la cama y él se vestía saliendo de la habitación, prudentemente dio unos pasos hacia la sala donde estaba su supuesta madre aún dormida, sonrió viendo hacia la puerta principal que estaba cerrada asegurándose de que está segura, sigilosamente caminó en dirección a la cocina bebiendo un vaso con agua de grifo, vio hacia la alacena un bote de jalea, sonrió pensando en que le podía ser útil a sus propósitos luego fue bajándolo al bote de jalea y fue regresando a ver a su supuesta madre cerciorándose que aún estaba dormida, profirió mentalmente unas palabras despectiva hacia la mujer mayor que estaba sentada, así, con jalea en mano se dirigió a su habitación donde su sobrino Ricardo Heriberto lo esperaba, estaba acostado de perfil con mirada a la puerta vio sonriente a su tío que le mostraba la jalea “con esto vamos a jugar” el niño abierto de ojos aplaudía sentándose feliz sobre la cama, vio que Dagoberto cerraba la puerta, se acercaba a la cama poniendo la tapa de la jalea abierta en la mesita de noche, Ricardo Heriberto se sentó en el extremo de la cama, Dagoberto se acerca “ven, bájalo”, las manitos del nene deslizaban el pijama de su tío mostrándose el pene, las manos de Dagoberto pasaban jalea untándolo por todo el pene, pasó la lengua por debajo del pene rozándola entre la piel y la jalea untada, más suspiraba el tío que le acariciaba el pelo a ese precioso niño Ricardo Heriberto que llevaba el nombre de sus dos abuelos materno caporal y paterno militar respectivamente, los labios se llenaban de jalea y parte de su nariz cuando se introducía ese pene en su boquita infantil “sácala toda, así, así mi precioso” suspiraba hondamente “así, así, mi rey” dejó el frasco de la jalea junto a la tapa en la mesita, marcó a su sobrino poniendo frente a frente “vamos a jugar, te va a gustar” fueron segundos donde vino el silencio mientras los desvestía por completo mirando ese cuerpito de casi cuatro años muy desnudo a sus vistas, el nene se manoseaba el penecito erecto lampiño esperando la orden de Dagoberto “vamos, ponte” indicándole con la mano aquella cama, el niño se apoyó de manos y rodillas en la cama en posición perrito, abrió los glúteos pasando ahora el glande ensalivado por ese lugar, las manitos de Ricardo Heriberto arrugaban, abrió los glúteos lo más que se podía en ese anito infantil escupiéndole saliva, con el dedo índice lo lubricaba haciéndole gemir al nene, “lo tienes rico, rico, rico” procediéndole a besarle los glúteos de forma repetitiva, trató de penetrarlo más que la última vez haciéndole gemir al nene con un ruido alto, se detuvo acariciándole para que se relaje, le daba de besos en mejilla y pelo tratando así de seguirle motivando “eres precioso, lo más precioso del mundo” suspiró “ven, acuéstate” le hizo señas “eso… así como sé que te gusta” a medio  sonreír miraba el movimiento de manos de su tío Dagoberto que movía sus piernas a la altura de sus hombros “hoy te voy a hacer el jueguito” miraban mutuamente sus rostros “vas a ser mi hembrita de nuevo” el nene vio acariciar las piernas alzadas que tenía a la altura de los hombros de su tío, aquellos labios adultos procedían a besar recorriendo las piernas, luego le empinó para mostrarse el traserito “cómo me gusta tu culito” le decía mientras el pene se deslizaba por la separación de los glúteos “míralo” “te gusta mucho” “anda, siente, siente que te estoy cogiendo” así el pene entraba en ese anito infantil de Ricardo Heriberto, el sobrino de Dagoberto que sentía ardor, no pudo más y empezó a gemir con fuerza, Dagoberto se detuvo “cálmate, hoy serás mi nena” con el dedo ensalivado lubricaba el traserito “cálmate, tendrás un premio, precioso, el que tú quieras, pero déjate” el nene estaba desorientado y era normal a su tierna edad, Dagoberto tenía el control fue punteando de a poco en ese traserito, en esta ocasión quería más, el niño vio los ojos cerrados de Dagoberto, escuchó decir “Melquiades, Melquiades así, así te lo rompí”  Ricardo Heriberto sintió más dolor y de nuevo gimió fuertemente, de nuevo se detuvo para respirar hondo y de nuevo tomar a su sobrino piernas al hombro sujetándolo de las caderas encorvándose un poco el cuerpito para alzarlo y de esa forma el pene se desliza adecuadamente pero el nene se movía al sentir el dolor ya casi estaba para penetrarlo pero el traserito era pequeño, Dagoberto insistía pero el niño bufaba ya muy fuerte así que optó mejor por apartarse del nene no pudiendo lograr sus objetivo suspiraba y con voz entrecortada decía “tienes un hoyito lindo… pero pequeñññiiittttooo” mientras deliciosamente se agitaba el pene ensalivado, “ven acá” “siéntate” el pequeño Ricardo Heriberto así lo hizo cabizbajo, estaba adolorido, en algo había logrado su objetivo el tío Dagoberto que ahora agitaba el pene delante del rostro de su sobrino sentado en el extremo de la cama “coge tu fierrito” suspiró “anda, chúpalo… siente lo delicioso que es” las manitos hacían que sostuvieran el pene llevándoselo al interior de su cavidad bucal, así lamió y chupó por unos instantes hasta que el semen impactó en el rostro del niño, “esa es tu lechita, lindo nene” acariciándole el pelo y besándole las mejillas lo puso en pie, con los dedos le deslizó el semen limpiándole como pudo, la carita de niño precioso se notaba pese a esas manchas de semen impregnadas y a su pelo despeinado de tanta caricia y frote de manos, “mira, te voy a llevar al parque ¿Quieres?” el nene asintió “comeremos las golosinas que tú quieres ¿de acuerdo?” lo llevó a su cuerpo y ambos cuerpos desnudos se abrazaron, fue por su calzoncillo para  limpiarle el rostro, mientras lo hacía se notaba el gusto mostrando felicidad en Ricardo Heriberto, fueron al baño con sus respectivas toallas, pasaron por la sala, aún la anciana estaba dormida profundamente, sigilosamente fueron para allá, se enjabonaron los penes uniéndoos Dagoberto se encorvaba sobre el inodoro para que el nene le pase el penecito “así Melesio, Melesio, Melesiooo, así, así, hazmelooo” “No te detengas Wilson, Wilson, Wilsoooon, Ricardo Heriberto desconocía el nombre de aquellas personas que salía de los labios de su tío Dagoberto, sentía que sus glúteos eran tomados con férrea seguridad por las manos de su tío haciendo que las caderas se afinquen con su penecito en el trasero velludo de su tío, apenas podía verse ese penecito enjabonado por esos prominentes glúteos que tenía su tío Dagoberto, regresaron a la regadera, la caída de agua disipaban las espumas de jabón, ambos abrazados sentían la caía del agua por la ducha, lo marcó para besarlo bajo el agua, le dijo que abra bien la boca para meterle la lengua, lo encorvó haciéndole pasar el pene entre los glúteos, miraron hacia la tina de baño “en otra jugamos allí… como siempre ¿eh?” el niño asintió, mientras se secaban con sus toallas el niño le pregunta  “¿vamos al parque?” Dagoberto suspirando profundamente responde  “sí, mi pequeño, ahorita vamos” “antes ven, déjate” Dagoberto se sentó en el inodoro y acercándose el nene luego se metió el pene humedecido en el agua dentro de su boca, sí lo lamió y chupó por un rato, el nene botó saliva, ya el pene estaba bien ensalivado, le limpió los labios ensalivados indicándole que saliera con cautela que ya lo iba a vestir y que lo esperase en su cuarto infantil, obediente el niño así lo hizo, Dagoberto aún con respiración alta miraba al espejo su rostro y sonreía lavando su calzoncillo en el lavabo con jabón de ducha, posteriormente entró a la ducha enjabonándose el pene “pronto, muy pronto serás mío, mío, mío, sólo mío” así se restregaba con jabón ese pene venoso “mío, mío, mío será ese culito, culito, culitooo” se lo restregó con intensidad hasta dejarlo rosáceo así lo miraba al glande de su venoso pene, pasó por donde estaba la anciana aún dormida profiriendo palabras soeces en su mente, era notorio el desprecio de Dagoberto a esa anciana, el niño lo esperaba desnudo parado en la cama, así fue vestido no sin ates Dagoberto besarle los testículos y lamiendo el penecito lampiño “lo tienes lindo” le decía “dichoso el culito que se lo coma” le dijo sonriente a un nene que a su edad no entendía, tomados de la mano salieron a la sala “no dirás nada de este juego ¿verdad?” el niño asintió alegremente, en su mente sólo estaba el deseo de salir al parque y para ese momento la anciana se había despertado, Dagoberto con la típica forma autoritaria se dirigió a la anciana diciéndole que iría con el nene al parque, que el niño merecía salir pues ya mucho tiempo estaba encerrado en la casa, la señora asintió limitándose en silencio a verlos partir, se arrimó a la ventana viéndolos caminar por esa arboleda, notó que su nieto se rascaba el traserito vestido y Dagoberto levemente se estiraba el pene vestido, la anciana movía negativamente la cabeza, esperaba no pensar en eso sucedido de hace varios años con Melquiades, un leve recuerdo le vino cuando su hijo tuvo que ir al interior del país por aquello que hizo, al hijo de aquella jocosa mujer y del serio militar y ante tantas inquinas del militar hizo que ella también fugase en una noche cual si fuese delincuente, fue horroroso lo que tuvo que pasar, esperaba ahora que Dagoberto no le haga daño a ese niño, arrimó su cara al cristal de la ventana deslizando la cortina para no verlos sentándose pensativa a seguir tejiendo.

FIN DEL DUCENTÉSIMO DÉCIMO SEXTO EPISODIO

700 Lecturas/20 marzo, 2024/0 Comentarios/por Betelgeuse
Etiquetas: baño, hijo, madre, mayor, militar, padre, sexo, viaje
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