METAMORFOSIS 22
La primera de tantas.
Lucrecia había terminado de lavar un poco más de la mitad del bulto de ropa en aquel mediodía, clasificó en una cesta artesanal la primera ropa lavada medio seca de la mañana, el pequeño cargó la ropa llevándola a la cabaña donde vivían que quedaba lejos del río, ella sabía que por los pasos de su hermanito con las descansadas en la ida cargando la ropa y de regreso con el almuerzo se demoraría mucho como de costumbre, así que decidió caminar un poco adentrándose en el monte evitando el sol fuerte del mediodía, a las sombras de los árboles donde se encontraban las piedras amplias, se acostó en la más grande, teniendo en su mano un plátano que se lo llevó a la boca comiéndolo poco a poco disfrutando su sabor, cerró sus ojos para descansar plenamente, aquel plátano le recordaba aquella tarde en la que quedó sola en la cabaña, estaba barriendo el piso de tierra con una escoba de monte amarrada por cabos a un palo de guayacán muy liso, a su lado Dagoberto jugando con trozos de madera en el piso lanzándolos al aire, Lucrecia ve de lejos a su primo cargando un morral, ella muy emocionada lo abrió encontrando entre otras cosas naranjas y plátanos, abrió uno comiéndolo con delicia, el primo preguntó por los tíos Lucrecia le dijo que vendrían tarde pues en la madrugada su madre acompañó a su padre a la ordeña y hacer queso con otras mujeres del sector, al primo le vino una sonrisa, entró al cuarto de los tíos, se sentó en la cama de sus tíos, llamó a Lucrecia, ella acudió al llamado de su primo en carrera a veces la llamaba para darle algunos centavitos, así era como Pedro tenía confianza con ella, levantó la cortina y vio a Pedro, estaba deslizándose el pantalón y el calzoncillo, dejándole ver el pene descubierto muy erecto, ella seguía comiendo el plátano, Pedro le ordenó que se acerque, la tomó de las manos llevándola a su pecho, metió las manos dentro del calzoncito manoseando las nalgas apretándolas con el pulgar pasando por los muslos infantiles de la pequeña, le bajó el calzón lentamente, ella miraba el movimiento de las manos de su primo, le hizo un suave masaje con los pulgares en los labios vaginales, luego jugueteó el dedo índice en el clítoris haciendo que las manos de Lucrecia apretaran los hombros de Pedro, puso su pene a frotar la vaginita, ambos regresaron a ver a Dagoberto limpiándose las manos en la cortina entrando al cuarto donde Pedro estaba sentado con las piernas abiertas rodeando la cadera de Lucrecia que estaba parada recibiendo los frotes del glande en los labios vaginales, se podría apreciar el pene erecto comparado con la pequeña entrada de la vaginita de Lucrecia, Dagoberto inocentemente se sentaba en el suelo a jugar con los pedazos de madera, a su edad de ya un año y meses no sabía de lo que estaba haciendo su primo con su hermana, a veces los miraba pero seguía jugando, Pedro la tenía agarrada de la cintura con una mano la hizo retroceder un par de pasos, con la otra mano frotaba el plátano en el glande y todo el tronco del pene, ella miraba lo que estaba haciendo Pedro, Dagoberto inocentemente de lo que se trataba se acercó, Pedro atrajo a Lucrecia con sus manos en la cadera, pegaron los pechos, él se dobló de espaldas en la cama recostándose su pene parecía mástil el glande señalando al techo brilloso amarillento de plátano, le ordenó a la pequeña que se arrodille y le tomó la cabeza de los pelos llevándola a que los labios de Lucrecia chuparan el plátano que cubría el pene, le ordenó que abriera la boca y que chupe el pene con banano, para ella era su primera vez, abrió torpemente la boca que sus dientes lastimaban el pene de su primo, por vez primera funcionaba el jueguito de Pedro de hacerle pensar que también podía mamar el pene con banano, Dagoberto observaba lo que su hermana estaba haciendo, el pequeño muy indiferente se sentó en el suelo a seguir jugando, Lucrecia no paraba de mamar el pene de Pedro que ya estaba saliendo liquido pre seminal quedándole un poco en los labios de Lucrecia que fue limpiándose con los dedos viendo ese líquido con extrañeza, Pedro reía y le ordenaba que siguiera, quería dejarle semen en la boca, la pequeña continuó, cuando de repente escucharon tocar la puerta con voz de niña que pronunciaba el nombre de Lucrecia, su amiga Marisol la llamaba desde la puerta, Lucrecia de adentro le decía que ya salía, Pedro le ayudó a vestirse pronto para que saliera con disimulo, Marisol le dijo a Lucrecia que venía de parte de sus padres porque la necesitaban para que les ayude con el queso, mientras tanto en el otro cuarto Pedro se acostó en la cama de sus tíos cubriéndose con las sábanas escuchaba el dialogo de las dos niñas, estaba frotándose el pene cuando las dos niñas se acercaron dónde estaba acostado Pedro, la prima le dijo que se quedara un rato cuidando la casa y a su hermanito porque sus padres querían que vaya a ver queso, el primo aceptó pero que no se tardara, Lucrecia asintió, Pedro le dijo a su prima que se quedara un momento, Marisol salió con el niño, ya a solas Lucrecia le preguntó a Pedro qué deseaba, él corrió las sabanas sacando el pene agitándoselo, Lucrecia se reía viendo al pene ya sin plátano en la piel, ellas se fueron y él quedó en casa cuidando a Dagoberto y con la necesidad de terminar la tarea pendiente.
Lucrecia no estuvo mucho tiempo con sus padres que la hicieron regresar con gran cantidad de queso a casa, desde lejos ya al llegar vio que Dagoberto salía en presurosa carrera en dirección a la letrina de madera con pozo ciego a distancia de la casa, su primo Pedro lo acompañaba tomándolo de la mano entrando los dos a ese lugar, ella sin ser vista por ellos entró en la cabaña marcando el queso, lo dejó en la mesa, el tiempo pasaba y no venían, decidió ir a ver, puso los ojos por entre las telas que cubrían la puerta de la letrina, su hermano Dagoberto estaba acuclillado con las piernas un poco abiertas a los costados del hueco hecho en el entablado pujando con la intención de defecar, las nalgas estaban mojadas de semen, de espaldas al niño estaba Pedro lleno de alegría viendo el trasero trigueño de Dagoberto, agitándose el pene con el glande mojado de semen que se lo limpiaba con los dedos, a Pedro le gustaba ver al niño pujar, Dagoberto señaló con sus manitas el papel que estaba puesto en un clavo grande, le pidió a Pedro que le limpiase, Pedro primero tomó papel para limpiarse el pene después tomó otro pedazo de papel pasándolo por las nalgas del pequeño Dagoberto que estaba en posición perrito, se había puesto voluntariamente así para que lo limpie, el traserito estaba a la disposición para que las manos de Pedro lo limpiase con delicadeza, Pedro bajó su cara poniéndola en las nalgas oliéndole el traserito, Lucrecia se reía oculta en la tela, Pedro le daba suaves mordidas a las nalgas del pequeño que reía, a Lucrecia le parecía divertido, vio que el pene de Pedro se ponía erecto llevándolo a poner entre las nalgas de Dagoberto agarrándolo de los hombros empujándoselo en frotada, el pequeño cambió la risa por puje queriendo llorar porque sentía dolor, Pedro lo soltó sentándose en el piso agitándose el pene, Dagoberto se dio la vuelta poniendo una de sus manos en el hombro de Pedro viéndole el pene peludo que lo frotaba, fue en ese momento que Pedro vio la silueta de Lucrecia, de un brinco estuvo junto a ella haciéndola entrar, le preguntó asustado si había venido con sus padres Lucrecia respondió que no, ellos seguían en la actividad del queso, que ella había traído un poco de queso a casa y que la regresaron con el queso para que cuide la casa y a Dagoberto, Pedro sonrió, sacó la cabeza por las cortinas de la letrina y la llevó a sentarla en el suelo, le deslizó el calzón poniéndolo a un rincón del entablado estrecho de la letrina, Dagoberto junto a ellos miraba la escena, Pedro estaba parado, le pasó el glande por los labios de Lucrecia que estaba arrodillada, le hizo abrir la boca introduciéndole el pene, ella lo chupaba y lamía, Pedro lo puso a Dagoberto arrodillado junto a su hermana, le pasó el glande por los labios y mejillas, le hizo abrir la boca infantil y parte del glande le entró, el niño mamaba torpemente pensando que el glande era un chupón succionándolo fuerte lo que le molestaba a Pedro y optó por sacar el pene, lo acostó boca abajo, seguido la acostó a Lucrecia también boca abajo, a ella le puso el pene a frotar entre las nalgas con algún movimiento de intentar penetrarle el ano mientras eso le hacía a ella al mismo instante Pedro olía las nalgas de Dagoberto también se las mordía suavemente eso al pequeño le encantaba, después Pedro le pasaba el pene entre las nalgas a Dagoberto y a su vez le lamía las nalgas a Lucrecia, el niño pujaba por el peso de Pedro, se apartó de él, lo soltó al niño que fue a sentarse en el entablado arrimado al rincón con las piernas abiertas y su penecito descansando sobre el entablado que jugaba con los dedos de la manos, Pedro la puso en posición perrita frotándole el glande mojado de saliva entre las nalgas, ella sentía molestia por ese trozo de carne entre sus nalgas, Lucrecia estaba sintiendo dolor en el ano por tanto intento de penetración, quiso el destino que no avanzara la sodomía de Pedro ya que al momento escucharon el galope de caballos, Pedro se detuvo hizo que se vistiera Lucrecia y que saliera a ver quiénes eran, ella salió con Dagoberto que se subía el short raído de tela, Pedro sacó la cabeza por la tela viendo a los jinetes y sin ser visto se adentró en el monte, vio a uno de ellos entrar a la letrina mientras el otro conversaba con Lucrecia, al rato se iban, Pedro entró a la casa se sentó a pelar naranjas, rato después Marisol llegó con unas amigas a jugar alegremente al salto de las cuerdas debajo de los árboles, tiempo después llegaron sus tíos y Pedro se fue despidiéndose, pasó por donde estaban jugando las niñas, hizo gestos con la mirada para que Lucrecia vea su entrepierna ella se dio por enterada viendo que Pedro disimuladamente apretaba su pene, se despidieron riéndose en aquella tarde que su trasero había probado el roce de un pene.
Lucrecia recordaba con detalle todo eso que hizo en la letrina con su primo Pedro en presencia de su hermano Dagoberto, ahora acostada sobre la gran roca plana rodeada de árboles se encontraba en un estado de excitación, ese recuerdo mantuvo sus ojos cerrados metiéndose las manos por debajo de la falda sin calzón, no usaba el calzón porque sentía escaldaduras en la piel, más aún cuando lavaba, se frotaba el clítoris dándose gusto, el agua del caudaloso río chocando en las piedras le invitaba al sueño, estaba durmiéndose relajada, de repente siente pasar un objeto húmedo por los labios, abrió los ojos, era un trozo de plátano que había dejado, vio las manos que lo movían, sonrió, aquel hombre había subido a la gran roca amplia, estaba arrodillado junto a ella lleno de alegría por el encuentro, ella se dejó meter las manos dentro de la falda, aquellos dedos del hombre acariciaban la entrada de la vagina llegando al clítoris donde ella se retorcía del placer abriendo más las piernas con deseo sexual, ella cerraba los ojos, mojaba sus labios con saliva, sin decir palabras dejó que le deslizaran la falda, la vagina estaba descubierta y ella abría más las piernas para que él se deleitara, la colmó de caricias y besos, ella al principio sólo se dejaba pero su calentura aumentaba hasta que le correspondió, el hombre apasionado terminó por quitarle la ropa quedándose desnuda a la vista maravillada de aquel hombre que la deseaba desde hace tiempo, le lamió los senos pequeños en formación, las pasiones se incrementaban, les invadía el deseo mutuo, aquel hombre iba quitándose despacio el pantalón sin dejar de acariciar a la chiquilla, el hombre se dejó llevar por el deseo y de a poco iba quitándose el calzoncillo, ella vio aquel pene de piel un poco más clara que la suya, ese pene se posó sobre su vaginita, ambos órganos sexuales iban frotándose, el glande grueso buscaba adentrarse entre los labios vaginales, la chiquilla respondía con gemidos, el hombre la sostenía apoyado en los hombros, ya estaba penetrando de a poquito, ella mordía los labios pujando, él sacó el glande, quería disfrutar más de ese cuerpo de casi doce años y besó la barriga de la chiquilla, de nuevo lamió los senos, le mordió suavemente el mentón, las manos frotaban las costillas y nalgas, se dieron varios besos con pasión, él sintió la temperatura ardiente de ella, eso lo estimuló a poner el glande en los labios vaginales, el pene era grueso y trataba que ingrese en esa deliciosa vagina virgen, el hombre empujaba su cadera para que el pene ingrese, ella de nuevo respondía con gemidos, a punto estuvo de llorar, el hombre decidió detenerse, aprovechó del momento para manosearse el pene, ella lo miraba, con el pene le daba de golpecitos en las costillas, ella sintió la tibieza del pene, lo quedaba mirando fijamente, ya tenía mucho por pensar después de lo que había vivido pero aún había más, el hombre sutilmente la puso boca abajo, se apoyó con una mano estirando el brazo, con la otra puso el pene entre las nalgas, las dos manos apoyadas en la roca permitían que se movieran las caderas del hombre punteando con el glande ese trasero virginal infantil, Lucrecia de nuevo gemía, sentía algo delicioso, el hombre hacía la pausa, llevaba la mano al pene para ponerlo en posición entre las nalgas y de nuevo intentaba introducirlo, ella pujaba mordiéndose los labios, el hombre estaba incómodo en esa postura ya que la chiquilla movía las caderas instintivamente protegiéndose de la embestida, se detuvo alejándose un poco a prudente distancia, ella se dio la vuelta quedando boca arriba abierta de piernas frotándose la vagina, el hombre acostado de perfil la miraba manoseándose el pene con movimientos de masturbación, intercambiaban miradas en los órganos sexuales, el hombre le hacía gestos con el pene y ella se reía, se acercó a ella, la besó apasionadamente, mientras la besaba le frotaba el dedo índice en el clítoris, ella lo abrazaba con más pasión aumentando su calentura, el hombre también se puso muy fogoso, le dijo algo en el oído de ella que respondió afirmativamente moviendo la cabeza, el hombre siguió besándole las mejillas, frente y pelo, de nuevo se besaron ella parecía transportada al éxtasis, lo abrazaba con mucha pasión, sus cuerpos desnudos apenas rodaban por la gran roca plana, la chiquilla reía de gusto, el hombre quedó acostado sobre la roca ella encima de su cuerpo que no paraba de reír por las cosquillas que le hacía, ambos pechos unidos a un mismo ritmo de inhalación y exhalación, ambas pieles hechas una sola con el sudor producto de la faena, él metió las manos por los cabellos de ella llevando su cara a la suya para besarse larga y apasionadamente, el hombre lo hacía con delicadeza, las piernas de ella estaban sobre las piernas de aquel hombre, frotaron sus narices con mirada cómplice, le pidió que moviera las caderas acomodando la vagina para que frote al pene, él la sujetó de las caderas haciéndola mover, le detuvo el movimiento, alzó las caderas de ella a cierta altura para dejar puesto el glande en la entrada de la vagina entre los labios vaginales, de nuevo hizo que ella se moviera sujetándole las caderas, el glande apenas frotaba el clítoris de la pequeña haciéndole agradable el movimiento que con los segundos iba aumentando, cuando de pronto el hombre agarró con toda su fuerza las nalgas de la pequeña haciendo que el cuerpo de Lucrecia bajara rápidamente, tal fue el movimiento brutal hacia abajo que ella sintió algo duro introducido en su vagina llenándola de dolor, el grito que hizo fue ahogado con el pecho del hombre que cubrió el rostro de la pequeña, ambos quedaron quietos sin mover caderas, ella se fue en llanto quería zafarse de él pero el hombre no le permitía, siguieron quietos por unos segundos, el pene del hombre seguía dentro de la vagina desvirgada de Lucrecia, la tenía sujeta de las nalgas, sin soltarla dieron un giro sobre la roca quedando ella debajo del cuerpo de aquel hombre que se convertía en el primero que la desvirgó, ella no paraba de llorar y más lo hizo cuando las caderas del hombre empezaron a realizar el mete y saca, ella gemía llorando fuerte, el hombre seguía como loco dándole pene en esa vaginita, tenía oídos sordos aunque la chiquilla le decía que la suelte, el hombre cerraba los ojos, estaba emocionado de sólo saber que se había comido el virgo de ella, más impulsaba el pene dentro de la vagina y eso la hacía llorar más, le dejó el semen dentro, después el pene lo fue sacando y agitándolo en su delante viéndolo ensangrentado con semen, ella se sentó recogiendo las piernas descansando la barbilla sobre las rodillas unidas junto a su pecho, seguía sollozando, el hombre pudo ver que de la vagina salía el líquido seminal con sangre, al pasar los minutos reaccionó de lo que había hecho, sacó papel de su pantalón aseándola, ella no paraba de llorar decía que le dolía mucho, la llevó a la orilla del río a terminar de asearla, disfrutaba viendo ese cuerpo trigueño mojado brillar por el sol, se dejó que el hombre le diera un beso apasionado, ambos se vistieron, ella sentada en su roca de la orilla lavaba lentamente pensativa brotándole lágrimas, le daba vergüenza mirar a aquel hombre que estaba a distancia en la otra orilla que la observaba fumando un cigarrillo, al rato llega Dagoberto con la comida, el hombre se esconde en el monte, observa que la chica come pensativa, el niño no se da por enterado de lo que le sucede a su hermana, el calor era fuerte, el niño se quita la ropa y se lanza a bañar totalmente desnudo, el hombre la observó por un instante manoseándose el pene como trofeo de la hazaña que había hecho, no era para menos, hizo suya a aquella chiquilla trigueña hermosa de finas facciones, el hombre orinó y salió satisfecho, mientras caminaba algún remordimiento le vino, pero después vino la alegría de macho por lo vivido, Lucrecia llegó a casa, su madre se percata del estado de ánimo, la chiquilla pasó callada, al otro día su madre vio el calzón ensangrentado de su hija, la señora pensó cuál era el motivo por lo de su callada hija, era que le vino la primera regla o menstruación, la madre fue donde estaba su hija, le hizo saber que eso era normal, que ya no era una niña, que se había convertido en una mujer, que esa era menstruación, Lucrecia aceptó aquella observación de su madre, no volvieron a tocar el tema, cuando su padre lo supo simplemente se le rió aseverándole que eso es normal para una niña de su edad, qué lejos estuvo de pensar el inocente padre y su madre, lo que realmente le pasó a su hija fue un desgarro vaginal, cuando Lucrecia miraba al pasar la roca se acordaba de que allí le entregó la inocencia a un hombre al que de a poco le gustaba apasionadamente sintiéndose cada vez más suya en cada encuentro que seguirían teniendo.
FIN DEL VIGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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