METAMORFOSIS 226
Yate.
La ciudad capital pasaba a ser cosmopolita de eventos de negocios muy afines a la economía que trataba a través del comercio de ser más boyante, muchos empresarios agroindustriales y asesores económicos se daban cita a los magnos eventos capitalinos, una agitada agenda tenía Pasha Vladimir Ifimovich, hijo de Rodolfo Buonanote, estaba con Agripina de veintisiete años, su compañera sentimental, estaban próximos a casarse, había aceptado acompañar a su novio a esos eventos, deseaba que su novia se socialice más con la gente, él como asesor de empresas transnacionales tenía un grato referente, se había ganado la confianza de sus jefes en la gran manzana, ahora a sus casi cincuenta y un años deseaba formar otra vez un hogar que en la guerra lamentablemente perdió, ahora con Agripina tenía un futuro deseado, se amaban, pese a edades distintas criados en escenarios distintos pero con un solo fin de estar juntos olvidándose de la soledad vivida todos estos años, en los múltiples estados de reuniones Vladimir y su compañera se entrevistaron con prominentes hombres de negocios, el que más causó empatía en una sala de reuniones fue Aquiles Arcentales, para Agripina era sobrecogedor escuchar su mismo apellido, el hombre con sonrisa irónica y pleno de desconocimiento decía que seguramente serían parientes, sí, tal vez muy lejanos, tanta fue la empatía entre los dos hombres de negocios que se concertó una cita para tratar negocios en su casa festejando además como pretexto adicional el anunciado noviazgo de la pareja, Vladimir y la bella mujer aceptaron, la despedida fue muy cordial, en los ojos de aquel hombre de negocios se dibujó un gesto de inquietud que fue notorio en la pareja de novios, ellos seguramente pensaron que aquel hombre se sorprendía de una relación de una pareja con edades muy distantes, el tiempo hacía que pasen las actividades por dos días más y llegó el día y la hora en que se presentarían en la fastuosa vivienda de aquel hombre de negocios, allí en la entrada de esas casas de arriendo que eran propiedades adjuntas de ellos, le dieron la cordial bienvenida a los novios, el almuerzo sería en el amplio comedor, la atenta anfitriona manifestaba que había hecho con mucho cariño la preparación de la comida, lamentaba que su hijo aún no estaba en su compañía debido a sus clases en el internado, les dieron breves detalles del muchacho y ella muy atenta conversaba del particular con la anfitriona Eugenia Bohórquez, a cierta distancia Aquiles y Pasha conversaban de los negocios, Aquiles miraba de vez en cuando con mucha atención aquellas facciones de Agripina, su forma de sonreír sobre todo, las cejas y el mentón le hacían muy familiares, el pelo y las manos, la forma de conversar con esas manos, Pasha Vladimir le propuso visitar las propiedades para a tiempo futuro realizar ofertas de compra y venta de bananas para exportación, muy animado le decía que todo estaría en regla y sería uno de los afortunados primeros exportadores, el hombre entusiasmado estrechó efusivamente las manos, en ese instante se escuchaba unas risas sobrecogedoras emocionantes de voz púber, se trataba de la llegada a la puerta del sonriente César Andrés Arcentales Bohórquez que en ese año cumpliría los quince, el muchacho ante la mirada rígida del padre pidió disculpas por el exabrupto, pero no venía solo sino también con Wilson, aquel hombre de cuarenta años cumplidos que había entrado con el muchacho, Wilson, que trabajaba desde hace pocas semanas con el prestigioso hombre de negocios, Agripina temblorosa le dio la mano a ese hombre que no se daba por enterado, ella lo quedó viendo fijamente con una sonrisa forzada ante la respuesta de saludo, Eugenia Bohórquez llevó a la mesa a los recién llegados, pero el muchacho ingresó a su habitación y dejó los útiles en una mesa escritorio hecha para tal efecto, saliendo de nuevo al encuentro en el comedor con su madre que ya le servía a él y a Wilson aquellos alimentos, se notaba la vida simple de la mujer, el carácter noble idéntico al de su hijo único varón, Agripina le impactó esa escena y sobre todo vio a Wilson que sentado en la mesa hacía respetuosas venias a la anfitriona por la atención que le brindaba, el muchacho no paraba de reír con Wilson en forma cómplice por lo visto y hecho anteriormente, se tocó a la puerta y al abrirla por parte de Eugenia vio que se trataba la madre de Lucrecia llevándole un bizcocho recién hecho por sus manos a su buena anciana amiga Eugenia Bohórquez, la acompañaba el pequeño Ricardo Heriberto Alpízar, era un muy robusto niño bien peinado y perfumado, su padre en las pocas visitas que hacía en esa vivienda le daba esos regalos de cuidado personal pues así siempre le gustaba ver a su hijo en sus encuentros y hoy sería uno de ellos en la noche en que lo llevaría a pasear, la anciana saludó a los presentes y salió junto a su nieto, la mirada de César Andrés se fijaba en el culito del pequeño Heriberto de lo que dio cuenta el asalariado Wilson, tiempo después seguían las risas con Wilson en la mesa de forma cómplice, se notaba la camaradería entre ellos, Agripina tenía las manos sudorosas y frías ante la emotiva visión de Wilson, para ella sin lugar a dudas era él, después de tantos años lo volvía a ver, trataba de disimular en lo posible sus emociones, se trataba de ese Wilson que trabajó en la estancia del doctor Pérez, aquel peón, sí, aquel peón, discretamente giraba el rostro cada vez que él intentaba mirarle, así, temía ser reconocida por él, pero reaccionó diciéndose que eso fue hace tiempo, hace mucho tiempo, los rostros como el de ella cambian, la vez que lo hizo ella era muy tierna de edad, su ensimismamiento fue cortado por la voz de su prometido, era el momento de partir, irían al hotel, para ella fue de gran alegría escuchar aquello, fueron despedidos cordialmente por los miembros de ese hogar, Wilson los acompañaría hasta la salida, él tomaría un rumbo hacia su vivienda a unas decenas de cuadras de allí, la despedida fue afectuosa, desde el auto cedido por Aquiles para que los llevasen al hotel, Agripina vio la figura de Wilson que se alejaba, hizo puños, pensaba que él sabía algo, algo que obviamente su novio desconocía, ya en el interior de la casa los esposos comentaban lo que había sido el almuerzo con sus invitados para Aquiles era de gran significación la llegada de Pasha Vladimir Ifimovich, se le abría nuevas experiencias de negocios y no las debería desaprovechar, de pronto el auto estuvo de regreso, Aquiles se despidió de su esposa con un beso en la frente notándose su entusiasmo, de su hijo se despidió acariciándole el pelo como de costumbre, Aquiles vendría en la noche, tenía que hablar con sus socios y empleados de confianza ante la propuesta establecida hace rato, madre e hijo despidieron a su padre desde la entrada, César vio jugando a Heriberto en el corredor, estaba solo, le dijo a su madre si podía jugar con Heriberto bajo su permiso antes de hacer la tarea, Eugenia le iba a responder cuando de pronto vio salir a la anciana madre de Lucrecia y Dagoberto, entablaron un dialogo cordial, la invitó a pasar al comedor mientras degustaba el obsequio recibido, las dos mujeres ingresaron junto con César y Heriberto que fueron a jugar a la habitación del muchacho, puso seguro a la puerta, César le hizo ver ese anaquel alzado pegado en la pared en los que se veía soldaditos y autitos de combate que su padre años atrás le había obsequiado y le preguntaba al maravillado Heriberto si quería jugar con ellos, Heriberto brincaba emocionado diciendo si varias veces y éste los bajaba de la repisa y se acostaron en el piso jugando con esos novedosos juguetes, Heriberto estaba atento con sus manos gruesas estiradas así acostado sosteniendo un coche de guerra, César Andrés con su boca se acercaba a la oreja oliéndole el sudor característico de su edad y ese olorcito de colonia puesto recientemente luego de bañarse, le vio ese trasero vestido con un short, sus piernas se alzaban y se bajaban a un ritmo que al verlo le gustaba a César Andrés, él seguía así acostado moviendo su auto ahora con las dos manitos a brazos estirados, se notaba de los labios rozagantes salir saliva de la boca de Heriberto en acción al simular el motor de ese auto de guerra, César Andrés estaba muy atento a los movimientos ahora ya estaba sentado desde una silla viéndolo, poco a poco se quitó la ropa quedándose sólo en calzoncillo, Heriberto movió su cuerpo girando hacia el otro rincón del cuarto haciendo entender que el autito había sido volado por una mina, allí vio a César Andrés que tenía puesto el calzoncillo y estaba descalzo, intercambiaron sonrisas y Heriberto continuó jugando como antes, el muchacho se animó a acostarse a su lado pasándole la mano por la espalda vestida, lentamente metió la mano por esa tela y ahora sobaba piel a piel, él se limitaba a sonreír, la mano se iba deslizando al coxis, pasando por el trasero allí sobándole delicadamente los glúteos por dentro del short que llevaba puesto, le pasó el dedo índice por entre la separación de los glúteos haciendo que gire su cuerpo acostado viendo la acción de la mano de César Andrés que se llevaba el dedo índice a la nariz para olerlo “lo tienes rico” le dijo “¿quieres olértelo?” él simplemente sonrió dejándose pasar el dedo de Cesar Andrés por su nariz, el muchacho reía pasándole el dedo una y otra vez por la nariz, “ahora voy pasarlo por mi culo” Heriberto vio que César Andrés se ladeó del cuerpo sentado y deslizó el calzoncillo que solamente llevaba puesto para después pasarse el dedo entre los glúteos “mira, mira” “¿te gusta mi culo?” le decía, luego César Andrés se sentaba con Heriberto “ahora huele mi culo” él receloso característica de su timidez de carácter débil se dejaba pasar el dedo de César Andrés una y otra vez por la nariz “sí…¡te gusta! ¿eh?” Heriberto al escuchar esas exclamaciones se limitaba a sonreír, juntos reían en forma cómplice, tenía mucha confianza en César Andrés, “ahora mira” los ojos de Heriberto veían que el muchacho se puso en pie en el piso, el calzoncillo que llevaba puesto únicamente cayó a los tobillos y alzando los pies se liberó del calzoncillo, “mira, mira” ahora Heriberto veía las manos de César Andrés que se agitaban en ese pene con pelusa en la pelvis, de manera suave agitaba ese pene erecto para que vea bien esos movimientos, la mirada atenta le hizo sonreír, su pene era evidentemente grueso para su edad, Heriberto vio que se sentaba a su lado, César Andrés pasó su dedo índice de mano derecha por la punta del pene donde apenas aparecía el glande recubierto por el prepucio de piel suave, le hizo varios movimientos circulares y se lo llevó a la nariz, sonrió, “huele” pasó el dedo por la nariz, es una actitud de confianza hacia él, que le pidió “ven, levántate” lo puso en pie en su delante, los dos se miraban sonrientes “ya lo viste al mio” “ahora déjame ver el tuyo” “¿sí?” lentamente le deslizó la cremallera dejándose ver parte del prepucio del pene algo erecto en el niño, lo estiraba haciéndole reír al niño, al verle más erecto César le dice “¿quieres jugar?” Heriberto le pregunta “¿a qué?” jadeando responde “a los doctores, ¿quieres?” lo vio y con un trago de saliva de la emoción vivida viendo esa cara de asombro escaso le dijo “mira, te regalo uno de ellos” “si aceptas jugar conmigo ahora” el humilde Heriberto sonrió con la alegría característica de su edad, precisamente era el juguete que había visto con su abuela en una vitrina y anhelaba tener dinero para cómpralo y ahora sería la oportunidad para Heriberto el poder tenerlo “escoge el que más te gusta” Heriberto agitó su manito sosteniendo un auto de guerra a escala, era el que más le gustaba “lo tendrás” le dijo acariciándole el pelo “bien, ahora déjate, ¿sí?” con amplia sonrisa de alegría dibujada en su rostro asentía de gusto porque tendría ese juguete en sus manos pero también con algo de recelo viendo a los alrededores, de esa forma se puso cabizbajo pues seguramente sabía lo que sucedería, “ven, vamos a jugar” entendió los movimientos de cabeza de Heriberto con mirada cómplice y caminó desnudo hacia la puerta asegurándose que esté bien cerrada y también puso seguro a las ventanas deslizando la cortina quedando el ambiente semi oscuro en el lugar, “ven, ya sabrás lo que es culiar” esa palabra era identificaba por Heriberto, giró así parado por su propio cuerpo, es que César Andrés lo giraba para que estuviera en su delante, calculó el tiempo en que las mujeres se dedicaban a sus conversas que por cierto se hacían largas y muchas veces tomaban café con botanas, aperitivos de la tarde, suavemente le fue quitando la remera, luego le hizo deslizar las sandalias y los calcetines, Heriberto en cada movimiento del que se le quitaba la ropa miraba a César Andrés, la sonrisa ya no era tan intensa, estaba siendo desvestido por su amigo aquel muchacho cuya madre es propietaria de esos cuartos de arriendo, César Andrés estaba muy animado con lo hecho en él, tanto así que sólo faltaba deslizarle el pantaloncito corto y el calzoncillo así lo hizo de forma rápida, el pequeño Heriberto se apoyaba con sus manitos gruesas en la cadera de César Andrés para alzar los pies y así poderse liberarse de la ropa que había estado antes en los tobillos, miraba con detención cada movimiento de las manos de César Andrés en su cuerpo, aquellos manoseos pasaban por el traserito del pequeño con exclamaciones como “¡tienes un culo rico!” le decía animosamente, Heriberto se miraba el pene grueso alargado a su edad que era estirado por los dedos de César Andrés, “¡lo tienes largo y precioso!”, el lugar se prestaba para lo que estaba haciendo, miraron la ropa puesta en la silla de la habitación de César Andrés, la ansiedad en el muchacho se incrementaba más y más a medida que iba tocando cada parte de ese cuerpo de su amigo íntimo, lentamente caminaron hacia el extremo de la cama, lo llevaba con una de sus manos puesta en el hombro derecho, se sentaron, viéndose por unos segundos los penes, “déjame olerlo” se acuclilló delante de él sentado, la nariz de César Andrés rozaba el pene de Heriberto, con gran deseo César Andrés cerraba los ojos oliéndolo “¡lo tienes lindo!” empezó suavemente a acariciarle con la yema de los dedos, estaba muy ardiente del deseo que abrió la boca chupándolo, ensalivándolo y haciendo que se ponga erecto, el penecito entraba y salía de la boca haciéndole sentir deliciosamente ese deslizamiento de labios en la piel de su tronco de pene virgen, César Andrés se sentó al lado, se miraron sonrientes “ves… ¿te gusta el juego?” Heriberto interesado por tener ese juguete de colección en su vitrina asentía viendo su penecito en salivado, César Andrés se acostó en la cama con las piernas abiertas, le dijo “ven, acuéstate más para acá” y Heriberto se acostó encima de él, los dos penes se rozaron César Andrés le dijo “ya ves, tú eres el papá y yo la mamá, culéame” esa palabra era motivación pura de solo oírla por parte de Heriberto que muy sonriente de lo escuchado vio que las manos de César Andrés alzaban y bajaban las caderas, al principio él se movía con ayuda pero después él solo bajaba y alzaba las caderas haciendo rozar los penes “así, así, papá, házmelo, házmelo” le decía César Andrés cerrando los ojos con la boca bien abierta, estuvieron así por unos segundos más hasta que César Andrés se puso en posición perrito en la cama “ahora métemelo por detrás”, Heriberto se sujetó de las caderas de César Andrés y con movimientos hacía que su pene se deslice de adelante y de atrás sobre el trasero de César Andrés, éste lentamente se acostaba en la cama, Heriberto quedó parado en la cama, César Andrés le decía agitando las manos con ademanes, “¡ven, hazlo de nuevo!”, Heriberto se acostó sobre la humanidad del muchacho, la saliva salida de los labios del pequeño Heriberto caía en el cuello de César Andrés, que para animarlo le decía “sigue, sigue, no te detengas” pujaba diciendo “así, así, lo haces rico, rico” jadeaba “métemelo, métemelo, más, más , así, así” el entusiasta Heriberto continuaba moviendo sus caderas, recordaba lo que hacía con su tío Dagoberto, el muchacho insistía “así, así, papito, papito, no te detengas” Heriberto continuaba pensando en que lo que estaba haciendo era un “jueguito” como también le decía su tío Dagoberto, tiempo después daban vueltas y quedaban acostados en la cama con las frentes unidas, una de las piernas de César Andrés rozaba la cadera de él, “eres muy bonito”, sonreía diciéndole “papito” jadeaba “¿te gusta que te diga así?” el pequeño asentía muy alegre “ven… acuéstate papito”, Heriberto volvió a acostarse sobre la humanidad de César Andrés haciendo que los penes se rocen al movimiento de caderas, mientras Heriberto lo hacía las manos de César Andrés abrían los glúteos de Heriberto, el dedo pasaba por entre la raya que separaba los glúteos, al poco rato el dedo de César Andrés lo pasaba por su nariz, esto le hacía a vista de Heriberto que sonreía alejándose al sentir ese dedo casi metido en su ano y luego llevado a la nariz del muchacho “¡huele muy rico tu culito!”, lo abrazó y lo besó dando vueltas en la cama, luego se sentaron nuevamente en el extremo de la cama, César Andrés le acarició el pelo “¿te gustó el juego?” el nene asentía, muy sonriente le dijo “ahora soy el papá” Heriberto lo miró acariciándole las mejillas “¿quieres jugar a ser la mamá ahora?” Heriberto miraba sonriente sin decir palabra, “¡si aceptas tendrás ya tu regalo!” el nene con amplia sonrisa movía afirmativamente la carita, era lo esperado por César Andrés, le gustaba esa actitud de él de dejarse llevar a la cama arqueado en el extremo de esa manera estaba mostrándose todo ese trasero a disposición de las manos de César Andrés que le daban masajes “qué rico es tu culo, me gusta mucho, mucho, mucho” al decir eso lo complementaba con besos en los glúteos, Heriberto reía ante los besos que sentía cuya carita descansaba en una almohada, César Andrés lo animaba a seguir “jugando” con él, ase de caricias y masajes en el culito sabía cómo dominar la situación, tiempo después César Andrés tomaba su erecto pene y lo deslizaba sobre el traserito de Heriberto, “qué rico lo tienes Heriberto, qué rico, Heriberto, que rico” le decía a ojos cerrados, “¡soy tu macho!… ¡ahora soy el papá!” el glande que estaba rozando el trasero le hacía sentir tal cual cuando se lo pasaba también el pene de su tío por el culito, de pronto dejó de hacerlo “no te muevas” le dijo abriéndole la separación de los glúteos escupiéndole por tres ocasiones la saliva en la entrada del ano al que Heriberto se sentía conforme al sentir ese líquido y después recordaba que lo mismo le hacía su tío Dagoberto, así, César Andrés lubricaba la entrada del ano de él, fue deslizando el glande hasta empujar hacia adelante, Heriberto ya para ese momento daba pujes, la cara se le puso rozagante “aguanta, quiero cogerte bien, aguanta” ya para ese entonces mucho jadeaba de placer el muchacho César Andrés y pese a ello le decía “siente cómo me lo hicieron” Heriberto escuchaba “ya casi, Heriberto, ya casi” Heriberto sintió molestia en su trasero tal punto que iba a gemir más fuerte, el muchacho recordó la edad del pequeño y en su culito cerradito, optó por puntearle el glande en la entrada del ano deslizándole con placer, Heriberto iba a gemir pero de pronto sintió un líquido que se deslizaba en la espalda, se trataba del semen de César Andrés, un hormigueo le daba en su cerebro y algo indescriptible entre sensación y admiración se daba en la mente y cuerpo de César Andrés y así lo era ahora con Heriberto que incrementaba su sexo en metamorfosis, “no te muevas” le dijo dejándolo quietecito, rápidamente fue por papel higiénico del baño interior y se lo pasó por la espalda, así sacó el líquido seminal de la piel del cuerpo desnudo de Heriberto que notaba la aceleración en la respiración de César Andrés que estaba desnudo con su pene tieso, le acariciaba el pelo “ya te lo hice por atrás” jadeaba complacido limpiándose el pene con papel “ahora te lo voy a hacer por delante” lo encorvó en el extremo de la cama, “mira Heriberto” se podía ver ahora a los dos penes que se rozaban entre sí “mira cómo te lo hago” alzaba y bajaba la cintura viéndose el desliz de su pene erecto con el penecito lampiño tieso de ese niño precioso “mira como juegan” le dijo a Heriberto, “míralos cómo juegan, así, así” Heriberto miraba eso penes que se movían entre sí a efectos de continuar con el movimiento de caderas de César Andrés, lentamente lo puso en pie en la cama quedando a la misma altura viéndose frente a frente, la mirada de César Andrés se centraba en los pies bien formados de Heriberto y en ese pene rozagante de tanto roce y de buen tamaño, lo abrazó “abrázame Heriberto” él lo rodeó con los bracitos en el cuello de César Andrés, éste lo marcó ahora las piernas de su cuerpo desnudo rodeaban la cintura de César Andrés, dieron giros a los que Heriberto sabiendo lo que habían hecho reía por tales movimientos de los cuerpos desnudos en esa semi oscura habitación, casi mareados se detuvieron, Heriberto reía hasta sentarse en la cama y lentamente se recostó, lo hizo con un movimiento rápido de manos sobre el cuerpo, César Andrés logró que se voltee hasta quedar Heriberto de cara en la cama, mutuamente se hicieron cosquillas para aumentar la confianza, luego se volvieron a sentar, César Andrés se puso en pie delante de Heriberto sentado agitándole el pene en su delante, “vamos, abre la boca” atento Heriberto le miraba al rostro con una sonrisa forzada, recordaba Heriberto que eso ya lo había hecho con su tío Dagoberto, sabía a qué tenía ese sabor dentro de su boca, algo raro, pero se lo habían hecho “vamos, Heriberto, abre la boca, anda, hazlo” Heriberto con timidez lo miraba “somos amigos, anda, anda” jadeaba emocionado “es lo último y seguimos jugando con los juguetes, vamos, vamos, abre, abre” ante tanta insistencia Heriberto abrió la boca y rápidamente el pene entró en la boca al roce de sus labios, fueron unos segundos pues al sacar el pene de la boca de Heriberto éste comenzó a toser, César Andrés viéndole se agitaba el pene ensalivado y le acariciaba el pelo lacio a su amigo de juegos “ya ves, ya está, mi precioso, mi lindo, te adoro” le dio besos en la mejilla y empezó a vestirle se acuclilló en su delante para decirle que guardase el secreto de sus juegos, Heriberto ante la solemnidad y severidad asentía obediente, ya sabía a su edad de lo que se trataba por la experiencia vivida con su tío quien le repetía la misma frase “de este juego no deben enterarse los de la casa” y ese sigilo pedido estaba por demás, salieron de la habitación, el primero en salir fue César Andrés quien vio a las mujeres que continuaban sentadas en el lugar de siempre en sus vistas, disimuladamente fue acercándose con el pretexto por beber agua, luego salía Heriberto que ya le acompañaba brindándole lo mismo, se miraban de forma cómplice, el pequeño tenía el regalo prometido, con la otra manito se rascaba el culito, las mujeres veían esa relación de César Andrés con Heriberto como una amistad que para las mujeres eran con sentido filial, parecían dos hermanos de una misma generación, César Andrés cuidaba mucho de su vestimenta delante de las mujeres que lejos estaban de imaginarse lo que hacían a solas en su cuarto, lejos de allí una pensativa Agripina sentada en la piscina del lujoso hotel donde estaba residiendo estos días con su esposo meditaba lo que horas antes había visto, rodaban lágrimas por sus mejillas a puño cerrado, cerca de allí en la oficina de negocios ya se daba el acuerdo entre Aquiles y sus colaboradores, al dar el nombre de Ifimovich muchos estuvieron de acuerdo con consolidar los negocios, Aquiles quedó pensativo con la imagen de aquella mujer que le recordaba a alguien pero cuando y en qué lugar, así quedó intrigado.
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Oliver y Valentín continuaban haciendo negocios en la playa del país de la canela, estaban maravillados por el paisaje y el clima conjuntamente con las posibilidades económicas de inversión, en compañía de Fulgencio y Nicolás revisaban las instalaciones de barcos y de la planta procesadora de pesca y enlatados, todo era adecuado para hacer negocios, fueron invitados a la casa de playa Nicolás para firmar el acuerdo, Valentín conoció a esa preciosa familia, quedaron bien atendidos, realizaron paseos por el lugar conversando con los lugareños, Nicolás quedó prendado del carácter de Valentín que a sus veinte años se desenvolvía bien en los negocios bajo observación y tutoría de Oliver, el muchacho ocupaba el lugar de su difunto hijo quien sufrió un lamentablemente accidente curiosamente en el mismo lugar y en circunstancias muy parecidas de clima al que sufrió su esposa, el muchacho era muy jovial con Nicolás y con la esposa, para Oliver y Fulgencio eso era adecuado para consolidar sus negocios, el muchacho venido del norte hizo gran amistad de juegos con el pequeño Daniel Nicolás, para los visitantes el haber venido personalmente daba claramente la situación adecuada de establecer una membresía significativa, se enteraron que el país se mantenía abierto al negocio de bananas y ello le hacía atrayente el estudio, prometieron que para el próximo retorno hablarían más expresamente del tema, dejaron su inversión para actualizar la tecnología y transporte así como una fuerte suma de dinero para mejoramiento de la infraestructura de cuadras aledañas de lo que era ese pequeño pueblo de pescadores artesanales humildes, Fulgencio pidió que se quedasen para que disfruten de su fiesta de cumpleaños, los visitantes agradecieron la deferencia prometiendo que tal vez en próxima ocasión, se disculparon por lo de su agenda ajustada de negocios pues tendrían que visitar dos países más del orbe continental, el estrechón de manos fue notorio solidificando su amistad, quedando de ambas partes un buen clima de fraternidad, recostado en el sillón de avión Valentín comentaba lo sucedido en esos dos días de visita de negocios en el país de la canela, prometieron regresar, Oliver concilió el sueño no así Oliver quien tenía en su mente fija el rostro sonriente de aquel pequeño precioso niño y de la cortesía de su padre, suspiraba pensando en ellos, si se presentaba la oportunidad más próxima, seguro que regresaría.
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La salida al terminal de estación del pueblo era amplia, algunos pasajeros ya se encontraban allí sentados esperando arribar en el próximo bus, uno de ellos era Amanda con su hijo Carlos Gustavo, la tranquilidad del lugar fue interrumpido por sirenas y luego detonaciones, la gente abrumada se limitó a esconderse de los impactos de bala, la asustada Amanda se limitó a lanzarse al suelo junto a su hijo mientras que sus padres trataban de salir del lugar, afortunadamente la ráfaga duró pocos minutos, se trataba de estudiantes universitarios transformados en insurgentes citadinos creados por la naciente guerrilla que pedía mejoras en la reforma agraria, un brazo político extremo de izquierda, se decía, formado por descontentos insurgentes de clases populares sin tierra o aquellos a los que el gobierno les había usurpado su derecho a la tierra, fueron repelidos por el ejército que llegó a tiempo a evitar una masacre segura, el militar a cargo de la operación de evasiva dio vuelta a los perjudicados, se registraron dos personas heridas, una en el hombro y la otra en la pierna, ambos adultos mayores, la inspección del lugar continuaba, con prolijidad se hizo el registro de los asistentes y recababan información, temblorosa aún junto a su hijo Amanda daba su testimonio, sus padres continuaron con los detalles, de pronto se acerca un jeep militar, un presuroso militar de alto rango lo llama a un lado al militar encargado del operativo, escuchó brevemente lo explicado mientras su mirada se centraba en atención a la figura de Amanda y sus acompañantes, la mirada de la mujer se cruzaba con la del militar, era fija y temerosa, el pequeño Carlos Gustavo estaba rodeando el vestido de su madre, estaba tembloroso, había sido su primera experiencia de vida de ese tipo, el militar vio detenidamente a la mujer con su hijo, la mirada del militar con un extraño sentimiento se centraba en observar los movimientos de las manitos temblorosas de Carlos Gustavo, vio sus cejas y ojos, su piel muy blanca parecida a la suya de militar, su pelo y su ropa de niño bien vestido, el militar hizo un ademan respondiendo el saludo de la agitada de manos del pequeño Carlos Gustavo y salió rápidamente complacido de haber recibido una sonrisa de parte de él y así montándose en su jeep ya estaba para transportarse a otro lugar, la mujer lo vio alejarse viendo a su vez la carita relajada de su hijo que se despedía agitando la mano a los militares, a ella le sorprendió mucho es actitud ante los militares pues el rostro del niño cambió de repente mostrándose alegría de verle al militar, Carlos Gustavo miraba a aquel jeep perdiéndose en la polvadera, pasaron unos minutos, ya Amanda con su hijo se disponía a partir, el bus se estacionaba, la mujer y su hijo se despedían de sus preocupados padres, ellos en su mirada trataban de decirle que no viajase pero era voluntad de ella partir, sus obligaciones de enfermera en el cuartel militar capitalino así lo demandaban tras ya haber cumplido cerca de un mes de vacaciones y su hijo debería ir a estudiar, por la ventana se agitaba sus manos y la de su hijo despidiéndose de sus atribulados padres, Amanda iba pensativa viendo por el paisaje selvático, le aparecía el rostro de aquel militar, vio a su hijo profundamente dormido a su lado, le acarició el pelo sedoso bien cuidado, puso su rostro junto al de su hijo y quedó profundamente dormida sin percatarse del suave frenado del autobús, sintió que le tocaban el hombro, asustada abrió los ojos y se reclinó en el asiento viendo la figura de ese militar, le dijo que se baje, que la iba a llevar en el jeep de retorno a donde estaban sus padres, ella sorprendida no articulaba palabra, el militar le extendió la mano, ella simplemente lo miraba como mostrando señal de desaprobación, el militar tendió de nuevo la mano ahora frunciendo el ceño para sorpresa de la mujer, Carlos Gustavo se despertó y al bostezar inmediatamente le vino la expresión de muy grata sorpresa a su rostro, Carlos Gustavo se puso en pie estirándole la mano saludándolo entusiastamente, la mujer miraba la actitud de su hijo, para el niño ese militar era como su superhéroe, el pequeño Carlos Gustavo se dejó llevar con mucho agrado del militar, la mujer no pudo ya articular algo, y se bajó del autobús ante la mirada de los viajeros, Carlos Gustavo corrió a subirse en el jeep militar, le seguía su madre y detrás el militar cargando las petacas, el jeep se detuvo en el cuartel donde el militar hizo una llamada al hospital pidiéndole a los directivos del hospital militar la participación profesional de Amanda acá en el campamento de selva como asistente del médico por carecer de enfermeras y aprovechando la estadía de Amanda para que realice su trabajo acá en el campamento, la respuesta de los directivos del hospital se dio luego de haber hablado con la mujer manifestándole que por un corto tiempo podría laborar allí con reportes telefónicos diarios de los altos militares informándole sus asistencias, por la asistencia a clases también hubo el permiso respectivo para Carlos Gustavo, el militar satisfecho de aquello la llevó en trayecto a casa, durante ese tiempo no se decidieron a intercambiar palabra, los reojos simplemente predominaban, Carlos Gustavo cortaba el hielo haciendo preguntas jocosas, para satisfacción del militar escuchó de él que cuando sería grande quisiera ser militar como él, Amanda se puso cabizbaja viendo al piso, la mirada alegre del militar satisfecho iba hacia esa aseveración, Amanda hizo un ademan de silencio a su hijo, comprendieron que no deseaba seguir escuchando aquello, al poco rato ya estaban enfrente de la casa de sus sorprendidos padres que salieron muy contentos a su encuentro, la madre de Amanda era la más agradecida con el militar, al despedirse del militar Carlos Gustavo dijo algo que le sorprendió “tengo un recuerdo de ti guardado de aquí que se te cayó” “¿te acuerdas?” sacó de su bolsillo un objeto, estiró su bracito abriendo la mano, se trataba del broche perdido que Rodolfo Buonanote se lo había obsequiado a su nieto militar, el militar le dio “es un recuerdo de mi abuelo” sentenció “si se me cayó quédatelo, ahora es tuyo, te lo regalo” le acarició el pelo sedoso lacio, Carlos Gustavo lo abrazó agradeciéndole el gesto, Amanda sorprendida por esa química simplemente miró a sus padres y luego llamó a su hijo, se despidieron agradecidos del militar, lejos estaba de suponer que al que abrazó era su hijo.
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La fiesta en esa noche de abril de 1961 se daba en todo su apogeo, las luces multicolores y las pirotecnias se daban a todo esplendor, el rostro erguido del cumpleañero Fulgencio Arichabala resaltaba ante tan ilustre homenaje hecho por familiares, amigos y conocidos de negocios en la casa de playa de su hijo Nicolás Arichabala, allí se encontraba lo más selecto del jet set capitalino de la época, los arreglos y orquesta daban el tinte de alegría a los asombrados visitantes y transeúntes del sector, de lejos los privados de libertad de la cárcel miraban tal fastuoso evento, algunos sonrientes con mueca en el rostro otros mientras tanto resignados viendo de lejos tanta opulencia de fuegos artificiales, el tiempo de la fiesta se producía con dinamismo, Squeo había llegado con su familia para el evento, había estado presente a primeras horas de la mañana, él personalmente iba manejando el auto con el que llegó a la playa, la esposa, Venancio Alberto y Amaranta estaban ya subidos al yate comprado para navegar por el mar a primeras horas antes d ir ala fiesta, se mostraba toda la franja costera industrial pesquera, Squeo se tomó el tiempo de pescar, Venancio a su lado tenía la tarea de ayudarle en los accesorios, las mujeres se dedicaron a mirar el horizonte bajo sombra del yate, el sol inclemente hizo efecto en la piel de Venancio que durante la fiesta estaba incómodo con su piel irritada, estaba contrariado, ya en la fiesta su amigo de colegio Carlos Hernán no podía jugar a sus anchas con él pues su estado de dolencia de piel irritada se limitaba a simples movimientos que se notaba en el baile, de lejos la mirada de Squeo y Amaranta se cruzaban al mismo tiempo que sus sonrisas eran directas, Victoria estaba muy contenta con la recepción que se le hacía a su abuelo, Victoria Micaela bailaba con los muchachos invitados, poco pero la hacía con Venancio, la amistad con Amaranta se incrementaba conversando de chiquilladas, la relación afectiva entre Squeo y su jefe Fulgencio se trasladaba a su siguiente generación, Squeo pasó rozando a Amaranta quien al volverse giró con sonrisa, la mujer de Squeo intercambiaba charla con los demás invitados, Fulgencio que era el centro de atención bailaba con todas las invitadas, a un paso de la entrada de la puerta principal estaba el estibador, había sido contratado por Nicolás para que organice la seguridad del evento, el barbado hombre tenía la responsabilidad de cuidar a los invitados y velar por la seguridad previniendo futuros incidentes, el recio hombre junto a tres más de sus amigos supervisaba cada tramo del lugar, su mirada estaba atenta en Victoria, la nieta del jefe como se decían en su argot, también el nieto del jefe deleitaba con un canto infantil dedicado a su abuelo, el apuesto Daniel Nicolás Arichabala Pérez cantaba y bailaba con su prima Cayetana hija del difunto Mateo Arichabala y Fernanda, la tímida nena hacía de las delicias de las miradas de los asistentes, Cayetana irradiaba belleza en su infantil forma de ser, ambos primos casi con la misma edad separados por un mes hacían sonreír a los presentes en la fiesta de cumpleaños de su abuelo, la gente de seguridad miraba tras ventanas exteriores el espectáculo brindado, el estibador era el más atento a esos movimientos de los niños, sentía una amplia felicidad al ver el talento del niño que de por sí ya formaba parte del mundo comercial naciente televisivo, Mielicilla y su madre desde un rincón que daba a la cocina miraban entusiasmados la habilidad de los niños para el canto, el hombre barbado desde un rincón unía los dedos emocionado escuchando esas canciones enseñadas por él al pequeño, cerraba los ojos recordando aquellas veces sentados bajo las palmas en las que a los niños le cantaba sentados en su regazo, Fulgencio esperó a que terminen para marcarlos a ambos en sus brazos siendo capturados por los flashes de los periodistas presentes, Victoria no quiso quedarse atrás y abrazó a su abuelo de la cintura saliendo fotogénica en aquella sesión de fotos que irían algunos a los tabloides del jet set de época, Fulgencio quedó con su nieto preferido, se notaba claramente esa actitud del acaudalado hombre, Nicolás bebía copiosamente viendo aquella escena entre abuelo potentado y nieto talentoso, sus amigos se acercaban y lo felicitaban palmeándole los hombros y estrechándole la mano reconociendo alegremente por el hijo que tenía tan talentoso, unos le decían que el niño era tan parecido a él, le decían que cuándo vendrían los demás hijos y que seguramente serían tan y mejor talentosos que aquel pequeño, Justin miraba esas escenas de felicitación y emitía sonrisas forzadas, entre ambos se notaba esa mirada de complicidad lejos de un delatado enamoramiento, sólo la aparecían sobresalía ante la gélida relación, sólo ese niño socialmente los unía, el amor hace desde ya mucho tiempo había desaparecido, sólo ante la sociedad era apariencia su cercana compañía, dentro de la alcoba sólo primaba el contrato matrimonial, sin embrago, era una noche de fiesta, de tregua, de alegría, para todos los presentes era la fiesta de cumpleaños del patriarca Arichabala, y así continuó por horas hasta muy entrada la madrugada en cada invitado iba a sus habitaciones y otros a las casa aledañas donde dormirían como posantes, especialmente a la casa de playa de Squeo, el leal personaje sólo fue con su familia, Venancio estaba trasnochado e irritado por las fuerte quemaduras en su piel, la compañera sentimental de Squeo iba un poco alegre por el mareo de haber tomado algunas copas, con aquellos personajes de la alta economía que dominaba el país se había tomado algunas copas, igual Squeo, la sobria era Amaranta que llevaba abrazado a su hermano que a rato la hacía a un lado debido a que le tocaba las quemaduras de su piel, entraron a sus habitaciones, Venancio recibió crema en su piel quemada de manos de su hermana Amaranta, tocó la frente y tenía fiebre, abrió del botiquín un antibiótico y se lo dio a tomar delante del preocupado Squeo, la madre estaba tendida por efecto del alcohol que precisamente Squeo había tomado también con ella, Amaranta se quedó a dormir junto a su hermano irritada de ver cómo su madre dormía, Squeo al despedirse la tomó cariñosamente de los hombros viéndole con orgullo por lo que hacía al cuidado de su hermano, le dio un beso en la frente y en cada mejilla diciéndole que era muy linda y salió de la habitación, el instinto de ella era seguirlo pero su despierto hermano deseaba su compañía y lo leyó en los ojos y gemidos del niño, ya para el amanecer la madre estaba con Venancio, Amaranta que había dormido poco tiempo la dejó con su hermano que para ese momento al suministrarle un antibiótico ya tenía poca fiebre producto de la insolación y cuando estaba para llevarle agua de la cocina vio afuera de la casa de playa a Squeo que solitariamente preparaba implementos de pesca, iría a pescar al mar en su yate, la atenta Amaranta de casi once años que los cumpliría en mayo, fue a dejar el agua a su madre y hermano, los rayos de sol ya asomaban por las ventanas, la nena pidió permiso para acompañar a pescar a Squeo, la madre no dudó en darle el respectivo permiso en premio por haber cuidado de su hermanito enfermo, muy contenta fue a avisarle a Squeo de que podría acompañarle a pescar si él aceptaba, Squeo con amplia sonrisa y con un abrazo animaba a que lo acompañe, Amaranta vio una hielera grande, seguramente para depositar allí la pesca, animada fue a ponerse el traje de pesca para la ocasión, Squeo le dijo que llevase el traje de baño, condujo su auto llevando de copiloto a la pequeña quien se extrañó de subir al yate sólo con su padrastro Squeo, sólo los dos zarparían a pescar, el sol estaba pegando fuerte alternando con pocas nubes descritas en el cielo azulado, la brisa de mar daba en el rostro y cuerpo de la nena de diez años, el atento Squeo tomaba el timón, la puso en su delante para que la nena tomase el timón y fue allí donde todo empezó para la experiencia de vida de la pequeña, al estar atenta al movimiento de sus manos en el timón y con vista delante del yate que ahora ella manejaba sintió un rose que era la pelvis de Squeo en el traserito de la pequeña, el mentón del hombre descansaba en el hombro de Amaranta, le decía frases dulces a los oídos, la nena notaba su piel de gallina, miraban ya a lo lejos que quedaba el litoral, Squeo también lo apreciaba al pasar sus manos por aquellos bracitos extendidos cuyas manitos se entrelazaban con las de su padrastro quien luego le daba de caricias y besos en las mejillas, ella quietecita no oponía resistencia, su piel se iba incrementando de temperatura, se limitaba y sólo cerraba los ojos para sentir, sensaciones algo parecidas e iguales a las que sentía con su amiguito Reginaldo en aquella humilde casa donde se rozaba la vaginita con el pene de ese amiguito, igual lo sentía cuando estaba a solas en ese cuarto con el chófer Ramón, lo sentía igual con aquellos amiguitos de la lotización cuando se escondían en lugares apartados y ella se bajaba el calzón dejando que los niños más pequeños de su edad que ella llevaba le pasaban los vírgenes penecitos en su vagina virgen, pero ahora sería más especial pues lo sentía con su padrastro Squeo algo así como un más allá, pues sentía que era alguien muy especial más mejor que los otros mencionados, Amaranta miraba y sentía a la vez esas caricias antes no recibidas así, era lógico, estaba junto a un experimentado hombre en el sexo, a consideración de cierta distancia detuvieron el yate muy alejado del litoral, Squeo fue a sacar algo de la hielera, sonriente con seguridad mostraba el contenido de la hielera, champagne, lo abrió y bebieron bajo sombra mientras sentado pescaba y a su lado estaba la pequeña atenta, Squeo el padrastro de Amaranta a propósito se manoseaba el pene vestido, el sol estaba fuerte y se notaba la incomodidad de la pequeña, “ven, vamos al camarote, allí no nos dará el sol” “no quiero que te quemes como tu hermanito” ella lo siguió, Squeo llevaba su botella de champagne para la ocasión, se sentaron para seguir bebiendo, para ella ese sabor de la bebida era muy peculiar, suave y dulce, viéndola de frente le decía “eres muy bonita” se acercó y la abrazó bailando detenidamente imaginándose la melodía con el tarareo de Squeo, la brisa de mar entraba al camarote del yate por esos amplios ojos de buey, al bailar lentamente la mano de Squeo bajaba al coxis de la pequeña y empezó a manosearle el trasero, “anda, quítate ese y ponte el mejor el traje de baño”, resaltó su juicio “con él te ves más bonita” la sonriente Amaranta pidió a Squeo que saliese para cambiarse y así lo hizo pero ella notó que desde el exterior era mirada por el a través del ojo de buey, ella no se inmutó mostrándole el cuerpo desnudo que se vestía con ese nuevo traje comprado para la ocasión, ella perdía de a poco el pudor al vestirse de esa manera seguramente ya por los tragos de champagne que había bebido, gustaba más bien que la viese, el alcohol le quitaba esa inhibición, su desnudez duró unos instantes, Squeo estaba ávido del deseo, Amaranta salió vestida con su traje de baño sobre el yate, lo primero que Squeo hizo al verla fue abrazarla y decirle lo hermosa que estaba, bailaban en ese lugar junto al timón, ese era el punto débil de la pequeña, la lisonja, la alabanza de su ser, y qué mejor si es expresada por aquel hombre al que tanto admiraba, se sentaron junto al timón a seguir bebiendo champagne, las miradas se cruzaban igual que sus sonrisas, la hizo sentar en sus piernas y el pecho de él rozaba con la espalda de ella, le besaba el pelo sedoso y el cuello, “quiero decirte que me gustas mucho Amaranta” le acariciaba el pelo “¡eres la mejor!” “¡sí… la mejor!” la nena sentía las manos de su padrastro que se deslizaban en sus brazos así a la vez sentía los besos en sus mejillas “ven, vamos” se pusieron en pie y tomados de la manos como dos novios amantes entraron al camarote “aquí estaremos mejor” la miró “déjame verte bien” la nena giraba en su propio lugar mostrando su silueta a Squeo “en verdad que eres muy preciosa” “¡sin duda la mejor hembra que he conocido!” sonrió ante el halago, “eres una linda princesa, sí, muy linda” bailó con ella y luego se apartó haciéndole una venia “princesa, linda princesa”, hizo un ademán y de su bolsillo del pantalón corto sacó una alhaja muy brillante ante los rayos de sol, “mira, esto es para ti” ella abrumada miraba con encanto esa prenda “déjame ponértela” se miraba en el espejo “es tuya, la compré para ti” recibió un beso en su pelo “esperaba el momento para dártela” “¡a solas!” ella asintió complaciente “va con todo mi cariño pues tú Amaranta eres muy especial para mí” le había dado en el punto de la codicia propia de la personalidad de la pequeña, la había estudiado en todos los detalles “ni esa joya se compara con tu belleza” le estaba confesando sus intenciones “¡eres muy hermosa como esa joya, sin duda!” le miró a los ojos pasándole los dedos por las mejillas siendo acariciadas, mirándole fijamente a los ojos a la muchacha de once años cuyo cuerpo desarrollado estaba allí en su delante saliéndole una exclamación “¡deseo ser parte de tu vida!” “¡Amaranta… te amo!” “¡sí… te amo!” “¡es verdad!” “¡te amo!” “¡no lo podemos evitar!” “¡pues tú también me amas!” “¿verdad mi amor?” “¿verdad que me amas?” “¿verdad que sí?’” ella sonrió tímidamente y lentamente asintió “¡quiero protegerte!” “¡darte mi seguridad!” “¡no te desamparo!” “¡eres muy importante en mi vida!” “¡eres la persona que más amo!” “¡quiero ser de ti por siempre… y para siempre!” le besaba las mejillas “¡quiero mostrarte cuánto te amo!” le besó la frente y le miró serio a los ojos “¡y sé que tú quieres demostrarme cuánto me amas!” le besaba las manos “¡demostrémonos cuanto nos amamos!” “¡es ahora nuestro momento de amarnos!” la miró fijamente a los ojos “¿me lo permites hoy?” ella en parte le entendió esa última frase pues estaba muy atenta al espejo viendo el deslizamiento de las manos de Squeo por sus caderas y los besos recibidos en el cuello, otro detalle en el que Squeo había trabajo era en la vanidad y envidia de la pequeña y cómo no hacerlo en ella cuando en sus primeros años de vida Amaranta había pasado por muchas necesidades así envidiaba de sus amiguitas de la colonia y de la escuela de lo que llevaban puesto, inclusive los dulces caros que comían y que ella no podía degustarlos o aquellos costos juguetes que ella deseaba y que a veces los conseguía con dinero haciendo sexo infantil con su amiguito Reginaldo y con los amiguitos de la escuela donde en secreto sabían su situación precaria de niña huérfana, “¡estas preciosa y así quiero verte de ahora en adelante siempre así de hermosa!” “¡ya lo veras… serás la mejor!” le giró viéndole fijamente a los ojos que se cerraron cuando sintió los labios de Squeo, los besos fueron apasionados por parte de los labios ensalivados de la nena, “besas muy bien” le dijo a la pequeña, bailaron y ahora a dos manos ese trasero era tocado “si te dejas tendrás eso y mucho más…” le dijo mirándola fijamente a los ojos con mucha seguridad que sintiese “…sobre todo mi apoyo y protección pues soy tu vasallo mi princesa Amaranta” se sentaron a seguir bebiendo en el extremo de la cama del camarote “ven mi pequeña, siente mis brazos protectores” la abrazaba con mucho cariño entusiasta “anda, bebe más, eso, eso” le hacía beber “bebe, bebe por nuestro amor” ella bebía a las órdenes de su padrastro notándose su obediencia “porque tú me quieres ¿verdad?” ella asentía ya mareada “anda, mi princesa, dilo” esas palabras retumbaban en su mente de alcohol “dime que me quieres, dime que me deseas” sus ojos entreabiertos miraban que las manos de Squeo deslizaban la cremallera de su pantalón corto de pescar, se lo sacó quedando desnuda la pelvis, el pene estaba bien erecto con líquido preseminal en el glande “míralo, míralo, él te desea” lo agitaba el pene en delante de Amaranta “y tú también lo quieres sentir, sí, ¿verdad?” se lo acercaba “ven, quiero hacerlo contigo, siempre, siempre mi amor” se recostaba sobre ella que caía lentamente tendida acostada en la cama del camarote “quiero decirte que te amo, te amo” y empezó a besarla apasionadamente, los brazos de la pequeña rodeaban el cuello de Squeo “dime que también me amas, anda, dilo” ella decía “sí, sí, yo también te quiero” la sentó abrazándola “brindemos por eso, sí, brindemos por lo que me has dicho ahora… brindemos nuestro amor” le dio de beber más champagne “sé que me quieres, sé que me amas” unieron sus frentes y ella empezó a sonreír “yo también te quiero, yo también te amo, tú lo sabes, mi amor” le dijo a la nena, sacó un frasco y de él depositó unas gotas, “Amaranta bebe, bebe, mi amor” la obediente nena bebió para luego dejarse caer en la cama, aún estaban entreabiertos los ojos se acostó encima de ella uniendo las frentes “¿quieres hacerlo?” le dijo mirándole fijamente a los ojos “hagamos lo que dos personas se aman” ella no reaccionaba “dime, Amaranta ¿lo quieres?” enfatizaba Squeo “dime que sí, mi amor” aplicaba su autoridad psicológica “dime que deseas culiar” la manipulaba “dilo mi amor quiero escucharte” “¡dime que quieres ser mía!” ante esas palabras, ella emitió esa frase que cambiaría la vida de ambos “sí, quiero que me culees” con voz ya entrecortada decía “¡quiero ser tuya!” “¡tuya… culéame!” Squeo triunfante la puso en pie abrazándole y también comenzó a deslizarle el traje de baño, ella ya no tenía reacción, sólo se dejaba de manos de Squeo, así quedo desnuda ante él, la abrazaba y le besaba los hombros y el cuello “¡qué bonita te ves!” le dijo emocionado de verla así totalmente desnuda ante él, la vio por unos instantes así desnuda, se agitaba el pene, ella mareada con los ojos entreabiertos miraba esos movimientos, le hizo sentar para pasarle el pene por el rostro “siente cómo te quiero Amaranta” Squeo mordía los labios de placer al rozarle el pene en el rostro de la pequeña de casi once años, pensaba en el efecto de la sustancia puesta en la bebida, quedaba poco tiempo, “vamos, abre, abre” el pene rozaba ahora los labios, quería meterlo en esa cavidad bucal infantil, “siéntelo, siéntelo, vamos abre, abre” ella lo hizo, el pene entraba y Squeo jadeaba “estamos, solos, solos, no tengas pena” con dificultad la nena tomaba el pene con los dedos y se lo metía a la boca “así, así, mi princesa” Amaranta sacaba el pene ensalivado, miraba a Squeo y sonreía con sus ojos entrecerrados a punto de dormirse, estaba mareada, el efecto de la bebida estaba en su furor, para Squeo era un triunfo soñado desde el momento en que la nena con su madre y hermano fueron a vivir a su casa, Amaranta era uno de los hijos de su enemigo, aquel hombre que la madre de Amaranta eligió despreciando a Squeo cuando era muy pobre, pero ahora todo cambió, Venancio era hijo de Squeo, medio hermano de Amaranta por parte de madre, su madre que en las mismas condiciones que ella se entregó a Squeo y eso al hombre le daba gusto repetir ahora con la pequeña en su delante, la acostó lentamente, ella se pasaba el antebrazo en la boca, se acostó sobre ella para besarle, las manos de Agripina pasaban suavemente por la espalda de Squeo, se notaba la diferencia de estaturas por sus edades, luego de besarse se miraban ambos mareados no solo de alcohol sino también de deseo, se notaba en sus rostros, unieron las frentes sin dejar de sonreír, volvieron a besarse, Amaranta seguía acariciando la espalda de Squeo con sus manos suaves de niña hermosa, “Mi princesita Amaranta… ¿te gusto?” ella asintió sin dejar de sonreír “¿lo hacemos?” ella sonreía, Squeo alzó sus caderas “míralos, quieren hacerlo” ella con sus ojos entreabiertos miraba y se pasaba la mano por su boca, ya para ese entonces el pene peludo rozaba la vagina de la pequeña, “Siéntelo así, así, ¿te gusta?” le decía ante el movimiento que daba a sus caderas para que el pene roce, ella miraba ese roce, manoseó la vagina que ya estaba húmeda “hummm, está mojadita” ambos viéndose sonreían “déjame ver, hummmm” el dedo de Squeo rozaba la vagina llevándoselo a la nariz oliendo ese líquido “huele rico, muy rico” sonrió “mira, es tuyo mi princesa” Amaranta sonreía, le hizo abrir de piernas, él sentado en sus caderas esas piernas de Amaranta rodeaban las caderas de Squeo “quiero que sientas rico, déjate” el cuerpo de Squeo estaba muy próximo al de ella, el pene cogido por la mano se hace oscilar por la piel de la vagina, acentuando la fricción en la zona de los labios vaginales, “Mi princesa ¿te gusta? ¿eh?”, ella miraba encorvada como estaba esos roces de pene en su vaginita, el pene frota contra la parte inferior de la vagina, la hacía delirar del gusto y él sonreía complaciente, la brisa de mar llegaba hacia esos dos cuerpos desnudos que sentían el sexo teniendo ese yate apartado del litoral como testigo, el pene presiona la vagina durante un largo intervalo de tiempo tratando de penetrar, Squeo se encorva un poco encima de ella “vamos, te va a gustar” la vagina de la pequeña de casi once años está hacia abajo y el pene de ese hombre maduro golpea y roza fuertemente la parte superior de ésta, “lo hare con amor, ya lo verás mi princesa” para ese momento las manos de ella se aferraban a los brazos de él abriendo la boca “quiero que te tranquilices y te sientas bien, princesa” le acarició los pezones y lamió los hombros y el cuello, así, aumentó la temperatura de la piel, la besó insistentemente mientras le manoseaba la abierta vagina “¿ya, princesa?” así encorvada con piernas bien abiertas sentía el roce del pene en su vagina “ahora, amor, ahora, siente cómo te culeo” jadeaban “¿te gusta, princesa?” ella cerraba los ojos sintiendo ese roce, el ir despacio y estar relajado le daba placer a ella, el glande mojado de líquido preseminal se confundía con el líquido vaginal, empezó a entrar deformando los labios vaginales, un empujón bastaba ya para que Amaranta pueda sentir dolor, sentirse bien o ambas cosas, “¡ya casi eres mía!” sentía su pene humedecido en la vagina, iba entrando, iba entrando, “¡ya casi mi amor… ya casi!” “¡aguanta… ya casi mi amor!” “¡eres mía… mía!” el pene entraba milímetro a milímetro a movimiento de cadera de Squeo, Amaranta sentía en su vagina lentamente como la serpiente se desliza dentro de su guarida para hibernar, sintió presión y algo de desforre que hacía su glande “¡ya!” “¡ya… mi amor!” se escuchó gritos leves salidos de la boca de Amaranta por efecto de la pastilla que había relajado su cuerpo, es que para ese instante el glande había roto el himen, “¡ya eres mía… sólo mía!” los brazos de Squeo sentían más aferradas las manos de la pequeña al sentir dolor, la sostuvo, el pene estaba dentro, lo había logrado, Squeo la sostenía con fuerza, la pequeña sentía dolor en su vagina, el pene quedó dentro, estaba erecto, sí, muy erecto, hizo con sus caderas un muy suave y delicado movimiento de penetración rítmico parecido al de las gaviotas jugando con las olas, mañosamente como su experiencia sexual le daba en estos casos ya la penetraba aquella vagina procurando rozar la parte superior con el prepucio como un velero cortando el viento, se notaba lágrimas en los ojos de la pequeña que ni el alcohol ni la sustancia había logrado un relax ante tamaño trozo de pene grueso entrando en esa cuevita deliciosa, de eso se extrañó Squeo, no se escuchaban ya palabras, sólo gestos de gemidos y jadeos con sollozos , la mira y es su gusto satisfactorio verle el rostro al momento de que con su pene alterna rápidamente penetraciones profundas y superficiales como una gaviota picoteando los granos de arroz en un mortero, luego mira ese rostro sometido de Amaranta cuyo rostro refleja un rictus de dolor al momento que el pene va y viene dentro de la vagina, sin salirse, en forma de contracciones muy rápidas, quería perforarla del todo, quería que su pene hiciese todo el trabajo para que otro tal vez ya no lo hiciere, así ese pene ensangrentado producto de haber roto el himen sale de la vagina y de nuevo entra bruscamente golpeando fuertemente el fondo, “¡eres mía con todo!” “¡con todo dentro!” le hacía gemir algo desfallecida ya estaba, luego la salida proporciona más vigor al pene y retrasa el espasmo en el hombre, mientras trataba infructuosamente que acelere el de la niña que por el dolor estaba resignada a esas embestidas lanzando gemidos, Squeo desencadenaba penetraciones profundas y superficiales como si de grandes piedras hundiéndose en el mar se tratase ese pene dentro de la vagina de la nena, él sabía que esa vaginita se podía estirar como en la mayoría de las mujeres que les hizo el sexo, esto es, entre 3 y 7 pulgadas de largo y se pueden estirar mucho más en largo y ancho durante el sexo seguido, por eso, con el pene le proporcionaba golpes rápidos dentro de la vagina, y como siempre en estos casos sacaba lentamente el pene y después penetraba la vagina con un fuerte empujón haciéndola gemir, así le demostraba con fuerza que ya le pertenecía, le demostraba que era su iniciador, le demostraba que era su macho castigador, le demostraba que era la persona que le había cambiado la vida, la tenía bien sujeta, estaba bien abierta de piernas donde el pene entraba todo manchado de sangre, no deseaba detenerse, aún no eyaculaba, se contenía, estaba probando de ese delicioso manjar, esos gemidos que ella daba lo estimulaban salvajemente a seguir penetrándola, lo hacía así para oír gratamente eso que era señal de sometimiento, pensaba únicamente en lo que él sentía, no en importancia lo que de dolor sentía la nena, así siguió, ese yate era testigo en el mar de la desvirgada de Amaranta por parte de su padrastro Squeo aquel mes de abril de 1961, sacó el pene ensangrentado “mira, ya eres mía, princesa” ella miró con ojos llenos de lágrimas con temor se dibujaba ese pene con el que sentía que le había desvirgado su vaginita, “y yo soy tuyo, princesa” esas frases no calaban en ella pues sentía dolor en su vientre y en su vagina, se apartó de ella, fue por papel para limpiarle, ella sentada a piernas abiertas miraba la sangre salida de su vagina, pero ante el dolor había sentido un gusto ocasionado por el glande y el prepucio en el roce de su clítoris, no lo había sentido tan mal, de sus amiguitas y de los comentarios de la gente había escuchado que cuando se deja de ser virgen es porque sangras y eso veía como recordatorio confirmado en esa sangre, que había sido desvirgada, temblaba llena de vergüenza se movía con dificultad, su metamorfosis se daba ya con la ayuda de su padrastro, se sentía otra, le vino el recelo al sentir el roce de la piel desnuda de su padrino en su piel al acostarse junto a ella, quiso apartarse pero él la sujetó para limpiarle, “quédate quieta, esto pasa nomás, ya verás” le acarició “bebe esto, te hará bien” Amaranta bebió el líquido y en verdad minutos después se sintió relajada, la acostó y le besó por todo el cuerpo, le decía frases dulces que trataba con ello de motivarle, fue por un bote de crema pasándole por la vaginita, “esto te hará sentir mejor” le sonreía “ahora te vas a sentir mejor, anda” se acostó encima de ella para besarle acariciándole los labios vaginales que ella con sus manitos trataba de quitar pero la fuerza de Squeo predominaba, y mientras eso pasaba sintió también que el pene del hombre la penetraba, “estate quieta” ella lo miro con recelo “¡ya no… me duele!” “¡ya no!” Squeo la besaba insistente “¡déjate culiar… anda, déjate!” “ya eres mía y ahora vas a sentir más rico, verás que ya no duele mucho, anda princesa” se acostó suavemente sobre ella y así a la fuerza él la penetró primero muy suave “¡te cogeré con amor ya lo verás!” “¡no tengas miedo!” “¡ahora vas a sentir rico!” el pene iba entrando y ella gemía “¡aahh!” “¡aaahhh!” “¡aaaahhh!” el pene entraba hasta que ya humedecido y bien adentro terminó salvajemente haciéndola gemir más y más en cada fuerte embestida así la cadera de Squeo se alzaba y bajaba muy a prisa sobre la pelvis de la pequeña cuyo pene entraba dando sendas penetraciones en esa vagina de Amaranta, “¡eres mía!” “¡no olvides este día en que me diste tu cuevita!” “¡tu cuevita es mía!” “¡sólo mía!” así ante esas embestidas de hombre experimentado en el sexo ella sentía resignada el efecto de ese pene en su vaginita lampiña aún, se detuvo, ella asombrada sintiendo por vez primera un líquido dentro de sus entrañas, era el primer semen de un hombre dentro de su vaginita, era el semen de su padrastro, la cuevita estaba llena de semen, lentamente lo fue sacando, no se lo lavó mirando con gusto escurriendo el semen por el glande, la puso acostada de perfil delate de él y el pene rozaba con el semen restante los glúteos desnudos de la pequeña, ella sentía ardor y mucho dolor, se miraba ahora el semen que salía de su vaginita, era el primer semen puesto en sus entrañas, nunca olvidaría de ese momento, lugar y objeto, pasaban las horas, ella sentada en silencio desde la sombra del camarote lo veía pescar, tenía puesto el traje de baño, miraba esas piernas gruesas y a no dudarlo esa entrepiernas cuyo pene ratos anteriores la había desvirgado, quería llegar a casa a estar junto a su madre, le tenía recelo a quien la había desvirgado hace poco, miró hacía el camarote, miraba la posición del sol, era pasado el mediodía, sorprendentemente Squeo pescaba desnudo en ese apartado punto del mar, él con ironía se manoseaba el pene desnudo en señal de complacencia y también de autoridad, ella lo miraba fijamente, Squeo le sacó una sonrisa con gestos de haber pescado algo grande que al final era un pez pequeño, ella tímidamente lo miraba, alzó de nuevo su vista al sol, ya habían pasado dos pares de horas de lo ocurrido, vio que ella se pasaba la mano por la vagina, dejó la pesca por atenderla, “¿te duele?” ella asintió “¿qué tanto?” lo miró y dijo que un poquito “¡me pica!” le dijo y el preocupado Squeo le dijo “vamos para revisarte” la seguridad que él le brindaba con su tono de voz la hacía caer en sus redes de obediencia, la acostó en la cama del camarote se dejó ver la el vientre vestido por la tela vio y le dijo “ya no sangras y eso es bueno” pasó los dedos por el vientre, Squeo vio que la mirada de la nena se centraba en la entrepierna masculina, lo entendió así de rápido, sonrió viéndole el rostro, “vamos quítate la ropa” le decía a la pequeña de casi once años mientras en su delante se desnudaba, le miró el pene, con mucho recelo se desvistió “vamos, ven, ábrete” se acostó en la cama abriéndole de piernas “¡ya está bien tu cuevita!” ella lo miraba, “¡veamos!” los dedos pasaban por labios vaginales, ella instintivamente unió las piernas quedando atrapada la mano, “¡vamos… tranquila!” “¡quiero ver cómo está!” “¿ok?” “¡sólo déjate revisar!” lentamente las piernas volvían a la posición donde estaban antes, “¡está bien… todo está bien!” la miró sonriente, ella lo miraba mostrando seguridad, los dedos rozaban las caderas de la Amaranta, sonreía el hombre, “¡eres preciosa!” “¡gracias!” ella se extrañó al escuchar la frase de agradecimiento “¡gracias por creer en mí!” “¡gracias mi amor por quererme!” “¡sé que te dejaste culiar por amor!” “¡porque tú y yo nos amamos!” “¿verdad que sí?” “¡y por eso lo hicimos!” “¡por eso sé que me amas!” “¡sí… sé que me amas!” “¡y sé también que siempre lo haremos!” se acercó para besarle las mejillas y la frente “¡siempre lo haremos!” le besó el cuello “¡como ahorita de nuevo!” “¿verdad que sí?” los dedos recorrían el vientre y los muslos de la pequeña luego le rozaba la vaginita, ella se movía delicadamente suspirando, “¡quiero ahora hacértelo con amor!” “¡ven!”, le acostaba con delicadeza, le chupaba los pezones haciéndola gemir, “¡siente que te amo!” “¡siente que te gusto!” “¡siente que lo deseas!” ella cerraba los ojos sin dejar de suspirar, “¡tengo miedo que me duela!”, “¡no… tranquila, verás que no!” “¡confía en mí!” “¡recuerda que te amo!” “¡con fía en mí!” “¡mi amor!”, “¡tranquila!” le vio atenta y al rozarle el pene en la vagina le dijo “no te va a doler, no tengas miedo” sonrió tratando de motivarla “verás que rico que ahora se siente” aseguraba “te lo voy a hacer despacio, princesa” “¡te lo voy a hacer con amor!” así la adaptaba a sus gustos dándole confianza “lo haremos con el más puro amor” le aseguraba “porque tú me quieres ¿verdad?” ella asintió y luego de pronto sintió que el pene entraba y ya gemía fuerte, esta vez las penetraciones fueron lentas y prolongadas, mañosamente la sometía a sus gustos y poses sexuales “¿ves que no te miento?” le decía mientras sacaba y metía débilmente el pene erecto en su vaginita “ahora se siente rico, mi princesa” así tras los cantos de gaviotas y golpe de brisa mar llegada a ese camarote de los amantes ella colocó sus manos en la espalda de Squeo en señal de aprobación y obediencia mostrándole así que todo lo hecho tenía un significado muy importante en ella, en síntesis, que ella aprobaba lo hecho en ese yate, aprobaba y estaba de acuerdo de seguir amándose así pues a fin de cuentas pese al dolor le había gustado, Squeo había superado toda expectativa ante los otros muchachos por los que Amaranta había tenido sexo, demostraba que se había entregado a él por gusto de ser amada y protegida, se había entregado por admiración al poder económico de su padrastro y sobre todo por el deseo de haberse entregado a un hombre fuerte y corpulento, se había entregado a él ya que desde siempre le veía esa entrepierna y ese bulto que se le formaba al verla, para la pequeña desde ahora sería la señal para amarse cuando lo deseen, Squeo emocionado decía que era su princesa bella y maravillosa, ella aún sentía molestia pero no tanta, sintió por segunda vez que el semen de Squeo quedaba en sus entrañas, él quedó bufando del pacer encima del cuerpo de la pequeña cuyo pene lo tenía aún dentro de las entrañas, luego lentamente se apartó de ella dejándola quietecita acostada a piernas abiertas sintiendo salir de su vagina el semen dejado por su padrastro, de la hielera tomó Squeo un trapo limpio pasándole por la vagina y por su pene “¡mira Amaranta!” mostrándole el trapo con semen “¡es el fruto de nuestro amor!” sonrió ampliamente “¡nunca lo olvides!” se acercó y le dio un beso en la frente “¡relájate!” salió desnudo a seguir pescando, rato después ella al salir vio a Squeo que se lanzaba del yate al mar, le gustaba ver ese cuerpo fibroso nadando en las profundas aguas del mar, flotaba nadando de espaldas mostrándose el pene peludo, ella lo miraba fijamente, ese pene le había desvirgado la vaginita, lo miraba con detenimiento haciendo que Squeo también lo note, mutuamente sonreían en complicidad, “¡te gusta!” “¿eh?” ella se puso cabizbaja viendo que Squeo con una mano se agitaba el pene, luego subió por las escaleras del yate, de inmediato de ella recibió la toalla, miraba ese pene erecto, la envolvió en la toalla besándola apasionadamente, lentamente la ropa de ella caía al suelo, lo hacía sin dejarse de besar apasionadamente, “¡te amo Amaranta!” se miraron “¡sé que tú me amas mi pequeña!” le acarició el pelo besándole apasionadamente miraron hacia el camarote “¡ven!” “¡vamos!” “¡aún hay más, je, je, je!” “¡vamos!” cubiertos con la toalla ingresaron en el camarote, la toalla cayó al piso y ella lentamente se acostó a piernas abiertas recibiendo el cuerpo de su padrastro amante, “¡verás que bien lo vas a gozar ahora!” le puso los pies a los hombros, la sostuvo de la cadera y así procedió a meter el pene por la vaginita, la encorvó más para sentir mejor la penetrada, el pene a esas alturas de penetración en ella se hacía sofisticado para su libido, gemía más “¡eres maravillosa!” “¡siente cómo te culeo!” “te sientes mejor así culiando ¿verdad?” ella se limitaba a bufar a gemir aunque lo que le decía su padrastro amante se cumplía en realidad, “¡ahora sientes mejor, sí… mucho mejor!” las pelvis se unían y se separaban en es apostura encorvada en la que se encontraba la pequeña, las manitos se aferraban a los brazos firmemente, Squeo interpretaba el deseo de la pequeña con recelos de ardor y aún leve dolor por ser así penetrada, “¡ya casí termino!” “¡trata de terminar conmigo!” “¡vamos!” “¡vamos!” “¡quiero sentir de ti que también acabas… vamos, vamos mi pequeña!” la nena gemía y jadeaba igual que su macho iniciador, “¡vamos!” “¡vamos!”, esta vez no sintió semen en su interior, solo respiración de su amante, el pene quedó dentro hasta sacarlo un poco flácido, se acostaron unidos emitiendo respiración acelerada mutua, en la cama se besaban con lengua muy apasionadamente, “¡nunca olvidemos de este momento… nunca mi preciosa!” “¿verdad?”, “¡sí, nunca lo olvidaré!” respondió la pequeña Amaranta que casi a los diez años ya era una mujer, el resto de la tarde valdría para amarse a solas en el mar, ya entrado el ocaso luego de tantos encuentros orales sexuales llegaron a la vivienda, una preocupada esposa y madre los recibía, le informaban que Venancio Alberto estaba recuperándose de la insolación pero aún estaba afectado por las quemaduras de sol que le producían irritación en la piel con yagas, era el momento de partir en el auto, durante el trayecto hacia la capital poco diálogo había, limitándose a hablar de la pesca, sí, una pesca maravillosa como diría Squeo a su esposa de copiloto viendo por el retrovisor el rostro de Venancio Alberto profundamente inquieto viendo el paisaje por la ventanilla y también estaba viendo el gesto del rostro cabizbajo de Amaranta que se llevaba instintivamente una mano en su vientre y la otra rozándola por la vaginita vestida, el hombre se refería a una pesca formidable con varios peces, muchos peces, algunos escapados y otros bien tirados con la caña, la mujer quedaba atendiendo el comentario de su compañero sentimental, sólo Amaranta y Squeo entendían esas frases llenas de complicidad, Squeo puso la mano en la pierna de su compañera sentimental, Amaranta lo vio hacer ese movimiento de manos, Squeo vio por el retrovisor la actitud del gesto de la nena, lo hacía adrede para ver la reacción de la pequeña, sonrió al ver sus miradas por el retrovisor, quitó las manos de allí y vio por el retrovisor el rostro de Amaranta aún ya relajado, Squeo volvió a sonreír con su mirada apta para conducir, bajaron Amaranta y Squeo a comprar en una estación del trayecto, el lugar era claro oscuro, Amaranta pidió el baño, Squeo presuroso la acompañó entrando ella al cubículo, al rato salió, Squeo entró a ver la orina con un hilillo de color amarillo intenso, sonrió satisfecho, ya no había hemorragia solo rezagos, salieron en dirección al auto llevando botanas, la madre de Amaranta degustaba lo comprado, Venancio por su parte trataba de dormir con la esperanza de ya no sentir esa dolencia en su piel, al llegar a casa el sueño los invadió, Squeo sin embargo despertó inquieto, pensaba en lo sucedido hace horas atrás, vio el erecto pene que se amoldaba en el pijama, lo manoseaba con placer a ojos cerrados suspirando pensando en ese cuerpo desnudo de Amaranta y de esa vagina a la que penetró desvirgándola con placer, sentía deseos de ella, era una ansiedad grande por degustar ese cuerpo de niña preciosa, lentamente se apartó de la cama para que su esposa no se enterase de su ausencia, pasivamente a paso lento caminó hacia la habitación de su hijastra, para su sorpresa la puerta no estaba cerrada con seguro como siempre, empujó y vio el ambiente interior, la habitación oscura mostraba el bulto del cuerpo acostado en la cama, algo de luz nocturna se apreciaba en la habitación suficiente para verla y deslizarle la sábana, estaba desnuda, sorprendentemente estaba despierta, una sonrisa se dibujó en su rostro, sabía que él vendría, que lo había interpretado con sus gestos al momento de llegar a casa, que sus insinuaciones mutuas daban para aquello, atrás quedaban esos temores luego de ser desvirgada, atrás quedaron esas molestias de dolor y ardor, ahora ella sentía placer, deseaba sentirse penetrada de nuevo, Squeo la vio desnuda, “¡me estabas esperando!” “¿eh?” ella con mirada luminosa asentía “¡quieres hacerlo de nuevo!” volvía a asentir en respuesta “¡me amas!” “¿verdad que sí?” ella volvía a asentir, él fue a poner seguro a la puerta, ella mientras tanto se sentaba en la cama a piernas abiertas con su vagina humedecida de tanto manoseo con los dedos, así estaba ya estirando los brazos en señal al llamado a que su padrastro la abrace y así Squeo lo hizo correspondiendo a ello besándole la frente y las mejillas “¡mi pequeña!”“¡me esperaste!”, se acostaron lentamente besándose con intensidad, él encima de ella cubiertos de la sábana, se notaba el alzar y bajar de las caderas del hombre sobre la pequeña hizo una pausa “te ha gustado que te lo meta siempre” “¡sí.. te gusta mi pene!” ella asintió gimiendo a ojos cerrados mordiéndose los labios “pues siempre será así mi amor” “¡culiemos!” “¡culiemos!” le besaba continuamente en las mejillas “¡estaré aquí…. siempre!” “siempre…. cada vez que me lo pidas” la besaba en el cuello “pues eres mía, mía, mía, de nadie más” “¡… Y yo soy tuyo sólo tuyo, de nadie más!” “¡siente cómo te lo meto!” “¡siente!” ella gemía más ante el movimiento de cadera que se delimitaba en la sabana que los cubría a esos cuerpos desnudos para luego escuchar gemidos de ambos, así vinieron varias penetraciones y al final la esperada eyaculación de él en esa vaginita y de ella ese deseo con sentimiento de placer al sentir ese semen de su padrastro dentro de sus entrañas, esa noche significó mucho más para ella pues su desarrollada metamorfosis estaba haciéndose palpable, Squeo lo había conseguido, por venganza y luego por necesidad Amaranta formaba parte de la lista de amantes a las que pretendía hacerla adicta a su pene y a su cuerpo, ahora tendría más razón de estar feliz, sumado a la existencia y amor de su hijo Venancio que le tenía a él, ahora tendría la pasión en Amaranta, sólo que debería de andar con mucha cautela, así los encuentros se harían un poco más seguidos.
FIN DEL DUCENTÉSIMO VIGÉSIMO SEXTO EPISODIO
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