METAMORFOSIS 227
Bodega.
Jasmani se encontraba recostado en su catre de aquel humilde cuarto de peones, recordaba su vida, meditaba lo vivido, se decía que este era otro perdido sábado más, le incomodaba esa situación por la que ahora estaba pasando, miraba el calendario colgado en un clavo de la humilde pared, así se mostraba el día de medio mes de abril de 1961, estaba portando sólo su calzoncillo con su pene erecto, recordaba a sus mujeres, lo apasionante que lo pasó con ellas, recordaba a Renata, Ana, sonreía pensando que harían ahora hija y madre respectivamente, recordaba a la mujer del patrón Joaquin Valdés, pero en sí recordaba a los pequeños Aarón y Clotario, a su mente también le vino en meditar el qué sería de “la niña”, hermana de “el niño” Clotario cuando vivían allá donde él tenía en ese barrio una abacería hace muchos años atrás, cerraba los ojos pensando el momento en que los desvirgó, de pronto se sentó de un pálpito agitando su respiración, caminó por el cuarto, el calor se notaba en su cuerpo, se acercaba el mediodía, había un periódico viejo en su mano con noticias referentes a las proezas económicas de los famosos, entre ellos su ex patrón, sonrió sarcásticamente pensando en que por él estaba en ese cuarto, pensó que para él siempre la vida sería así, de ir como nómada, atento estaba viendo esa foto emitiendo una mueca irónica que se dibujaba en el rostro, hizo a un lado el periódico y decidió caminar por los alrededores, llevaba puesta las sandalias y el short con remera, se notaban sus musculosas piernas y brazos, apenas se asomó a la ventana y vio entre los árboles dos figuras escondidas, sonrió pensando de quienes se trataban, regresó haciéndose el desentendido que no los había visto, eran ese par de fisgones, entró en su cuarto y cerró la puerta luego fue a acostarse en el catre, se quitó la ropa, pasaron los minutos, se escuchaba a lo lejos desde la claraboya algunos sonidos bajos, “shhh, no hagas ruidos” escuchó decir a una voz fuera del cuarto “sí, puede aún estar despierto” “¡míralo como quedó dormido, je, je, je!” “¡se le ve todo el culo!” “¿lo tendrña virgen como el tuyo, je, je, je?” el otro exclamaba “¡sshh… no hagas ruido, baja la voz, lo puedes despertar, tonto!” Jasmani sonrió “¡ayy… no me pegues!” “¡sshh calla entonces y mira!” Jasmani sonreía de cara a la cama “a ti que te gusta verlo” dijo uno de ellos, “a ti también te gusta, no lo niegues” el otro decía “shh, ya… no alces la voz, que te puede escuchar” por la claraboya se notaba la figura de cuatro ojos mirando hacia donde estaba acostado Jasmani, estaba completamente desnudo, giraba su cuerpo ahora asó porque sabía que desde ese lugar era observado, “¡ooohhh!” “mira allí está con ese pene travieso, je, je, je” quiso reír más pero su compañerito le dio un golpe con el codo en la costilla “shh haz silencio buey” Jasmani los escuchaba con los ojos entreabiertos, los tenía así porque estaba estirándose el pene a manera de masturbación dándose placer con la intención de que vean ese pene moviéndose “mira qué grande lo tiene el señor” cayó un poco de polvo “sí, es grande” se escuchó una risita leve baja de sonido, de repente se escuchó una voz algo autoritaria “¿qué hacen allí?” pues era una voz que para Jasmani oírla venida desde afuera del cuarto correspondía a una voz fina femenina, y no se equivocaba, estaba preguntando a su hermano y amigo subidos en esa claraboya, hicieron ademanes de silencio y le ayudaron a subir, al ver eso ella se sorprendió aunque se diluyó eso agrandándose la curiosidad por lo que miraba, “¡Uyy! La tiene grande” completó su admiración diciendo “mira lo que es” “¡qué tamaño la tiene, je, je, je!” “¡más grande que la de ustedes, je, je, je!” uno de ellos le tapó la boca a la nena “cállate que te puede oír” Jasmani seguía agitándose el pene, ella estaba ensimismada viendo eso, estaba en medio de los niños con cuidado de no caerse y se agarraba a los hombros, puso su mentón en el hombro de uno de ellos el más pequeño haciendo que su respiración golpee el cuello de ese amigo fisgón que miraba hacia su entrepierna sintiendo la erección de su pene, “¡así quisiera que la tengas!” la miro a ella sonriendo ambos y con su mirada le alzó la entrepierna, así ella le miró y viéndole al rostro sonreía, los dos vieron al tercero que seguía mirando para adentro los movimientos de manos de Jasmani, ahora el pene tenía liquido pre seminal en el glande, tomó un poco con el dedo, se acostó de perfil llevándoselo a rozar en el trasero, gemía a propósito para que los fisgones dieran cuenta de que se metía el dedo en el culo, “¡este señor es muy caliente!” “¡diferente a la pareja que veíamos antes aquí!” “¡ya cállate, deja ver!” pese a recibir otro golpe de su asombro salía la risita corta leve, “mira cómo se lo hace” “¡mira!” “¡mira!” se decían en voz baja sin dejar de perder los movimientos, las mejillas de dos de ellos estaban unidas calientitas estaban ya, el tercero un poco mayor que los dos se metía la mano entre el short deslizándoselo y mostrándoles su erecto pene, “miren el mío” el otro se bajó el short y asimismo lo agitaba mostrándolo “mira el mío” ella en voz baja decía que ese era pequeño y sonreían en voz, baja, pese a su prudencia Jasmani si escuchaba esos comentarios y ahora de cara al colchón reía, le sorprendía la actitud fresca de la pequeña al comentar de esa manera de su pene, los penes rozaban las piernas de ella “ya, dejen, no molesten” les decía a manera cómplice “vamos” dijo uno de ellos “no, espera” “¡quiero ver más!” así decía el otro “miren” decía ella, la cintura de Jasmani se alzaba y bajaba como si estuviese haciendo sexo a una persona, “¡miren… miren!” “¡se lo está corriendo en la cama!” Jasmani se ponía en pie pero para verse el pene erecto, se puso de espaldas a la claraboya, las miradas de ellos estaban atentas a los movimientos de manos de Jasmani, se notaba el semen que salía del pene cayendo al suelo, ellos miraban el rostro de satisfacción de Jasmani, se acostó en la cama viéndose el pene agitado por sus manos estando así por unos minutos viéndose el glande humedecido de semen, luego sacó la bacinilla debajo de su catre y empezó a micciar ante los ojos curiosos, después se volvió a acostarse ahora sobándose el trasero, “ya termino, vamos” dijo uno de ellos, luego Jasmani sintió el silencio, se habían ido, sonrió ampliamente imaginándose hacia dónde se irían esos pequeños traviesos, recordaba el cuerpo de Aarón y fue el motivo de haber sacado semen, recordaba a esa maravillosa personita que se dejaba hacer tantas cosas y en tantos lugares, alguno de ellos que lo vieron por la claraboya sería como él, suspiró cerrando los ojos en señal de una meditación profunda, relajado quedó en la cama completamente desnudo, a prudente distancia desde la claraboya un par de ojos aún seguían velando su sueño.
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Agripina acostada en ese cuarto de hotel meditaba aquella visita, recordaba que fue hace muchos años, recordaba aquella fiesta, en su mente, se describía la fija silueta de aquel hombre que se le presentaba, cómo olvidarlo, estaba allí, a unos pasos de ella, recordaba a ese hombre, sí, era Wilson, con botella en mano, ya un poco alcoholizado, así lo recordaba, así le dejó ese reflejo y ese olor etílico en su tierna piel, recordaba en esa fiesta del patrón que miraba con pausa a su mamá, que una de las amigas bebía sin control, días atrás había tenido un escándalo amoroso con el padrastro de sus hijos, la había abandonado yéndose del pueblo, sin decir a donde, seguramente al escuchar rumores que esperaba un hijo de él, igual historia pasó con el padre de sus dos hijos Arnulfo y Agripina, la señora estaba deprimida, en aquella noche Agripina recordaba a su madre que conversaba con un grupo de compañeras empleadas sobre sus pesares, ya estaba plenamente mareada, Agripina recordaba aquella noche que sentada en un rincón vio que el patrón conversó con su madre por breve rato tranquilizándola, ella continuó con la charla y bebida, Wilson que era su muchacho de confianza y su buen amigo la acompañó a beber con las otras mujeres, ya para ese instante estaban en altas horas de la madrugada y aun así la fiesta continuaba, Wilson vio cabecear sentada en una silla a la pequeña Agripina, a su lado estaba su hermanito Arnulfo, ambas caritas de piel mestiza estaban unidas con los ojos cerrados, Wilson apreciaba sádicamente la forma abierta con que la pequeña Agripina tenía las piernas, mostrándose el calzón, de súbito, el pene se le puso erecto, tragaba saliva aceleradamente, bullía en su cabeza los instintos sexuales de poseerla, sin que lo vieran por debajo de la mesa se manoseaba el pene dándose auto placer carnal, tiempo después, Wilson se ofreció para llevarlos al cuarto, la madre de Arnulfo y Agripina le dio las llaves a Wilson agradeciéndole por el favor de llevarlos a dormir mientras ella continuaba bebiendo, Wilson alegremente tomó las llaves diciendo que luego de dejarlos dormidos de paso iba a conseguir más ron para seguir bebiendo, la mujer y sus amigos dieron gestos de gusto y alegría diciéndole que no se tardase, ya que lo esperaban con impaciencia, a risas Wilson los levantó llevando uno en cada hombro doblando sus brazos, pasó entre la gente de la cocina que bailaba haciéndole bromas, al salir de la estancia observó a distancia el cuarto, su corazón comenzó a acelerarse, Wilson le rozaba el dedo pulgar entre las nalgas haciendo que Agripina se ponga medio despierta, se dio de cuenta que Wilson la llevaba en hombros oliéndole el tufo de ron que despedía aquel aliento por las mejillas, Arnulfo en cambio no se daba por enterado ya que seguía en un profundo sueño, al llegar al cuarto donde dormían, los fue acomodando delicadamente, Arnulfo seguía en su sueño, no así Agripina que miraba acostada cómo las manos de Wilson le deslizaba suavemente su calzoncito por las piernas sacándolo y quedando su vagina expuesta, le sacó los zapatillas, le besó los pies viéndola con amplia sonrisa, los labios del muchacho besaban las piernas, los pies y la barriga de ella haciéndola moverse y reír por las cosquillas, el ruido se incrementaba con las risas de ella, lo que hizo que Arnulfo medio se despertase viendo a Wilson bajarse el pantalón y calzoncillo, por detrás Arnulfo apreciaba los pelos en el trasero del muchacho de diecisiete años, vio que el pene erecto de Wilson se acercaba a la vagina de su hermana que estaba completamente desnuda abierta de piernas a filo de cama donde dormía con su mamá, Wilson con su pene peludo le hizo de movimientos circulares en los labios vaginales, luego le escupió saliva abriéndolos y cerrando suavemente esos labios vaginales, se chupó un dedo índice sacándolo de su boca con bastante saliva y empezó a metérselo delicadamente como en otras ocasiones, a la mente de Agripina vino eso que gemía haciendo algo de ruido, Wilson con señas le decía que hiciera silencio, se agachó con su cara entre las piernas de Agripina pasándole repetidamente la punta de la lengua por el clítoris, el pene de Wilson de tanto frote ya tenía bastante precum en su glande y viéndolo con placer decidió meterlo en esa vagina ensalivada por su lengua, aquella vaginita deliciosa tibiecita que absorbía ese prepucio y punta de glande latente, esta vez el alcohol que circulaba por su sangre estimuló a su cerebro a crear la idea de desvirgarla, de eso metió el pene al principio suavemente, la angustia de Agripina hizo que haga gestos de querer gritar por el dolor que padecía al sentir que ese glande pasaba a tocar el himen con los labios vaginales deformados, Wilson le tapó la boca y de un empujón de cadera ese glande rompió el himen, se podría decir que fue casi instantáneo si no fueran por los constantes mete y saca que siguieron al momento de ser desvirgada, las piernas se doblaron desfallecida por la desvirgada que padecía ya, la tomó de las caderas corriéndola más al centro del colchón, le siguió tapando la boca como desaforado seguía penetrándola con brutales movimientos de cadera que Arnulfo desde su cama contemplaba sin poder reaccionar, ya antes lo había hecho y había recibido golpes de parte de Wilson, Arnulfo perdía el tiempo con denunciarlo ante su madre ya que ella lo estimaba mucho como si fuera Wilson el hermano mayor de ellos y ciegamente había confiado en el cuidado de sus hijos a Wilson, inclusive dándole la orden al chico para que los golpeara por si se portaban mal, por eso con temor Arnulfo veía el pene de Wilson desvirgando a su hermana alzando y bajando las caderas mientras Agripina bufaba y gemía largamente, lo apartado del cuarto, el alza del sonido de la música hacían dar seguridad a Wilson de lo que estaba haciendo a Agripina, luego del movimiento acelerado hizo una pausa, se debía a que Wilson dejó semen dentro de la vagina de Agripina por primera vez, no paraba de sollozar, se sentía rara, en otro ambiente, a Wilson le decía que le dolía que la soltase que se quitase que no aguantaba más, Wilson despacio como pudo sacaba el erecto pene que en su piel se notaba la mezcla de semen, saliva y sangre, la levantó de la de la cama para que no manche las sábanas, pero ya era tarde, esa mancha de sangre estaba allí impregnada en la sábana, Agripina dio unos pasos con dificultad, ya para ese entonces Arnulfo parado veía la escena en la que su hermanita lloraba desconsoladamente, Wilson no permitía que se acerque, aquel hombre con algo de susto sacó autoridad diciéndole al chico que sacase la sábana de la cama y que luego alcance algún trapo para limpiarla, mientras eso sucedía Wilson daba de mimos a Agripina que no paraba de llorar, la consolaba, le decía que ya terminó el juego, la limpió suavemente, apenas tocaba la vagina notaba que le dolía al momento de pasarle los dedos con el trapo y de nuevo lloraba, Wilson trató de que dejara de llorar, Arnulfo miraba acusadoramente a Wilson llorando con rabia, Wilson entre angustiado y molesto acarició a la pequeña diciéndole que se calme y que todo iba a pasar y que en los próximos días le traería la ropa que días antes habían visto en la ciudad y que a ella tanto le gustaba, tímidamente aceptó de buena gana condicionada a guardar el secreto, la acostó en la cama abriéndola de piernas, la hemorragia seguía, ya Wilson estaba a punto de impacientarse, le aplicó un trapo para secarle el hilillo de sangre que aún salía, pasaron unos minutos en los que Agripina dejó de llorar aunque sentía dolor respirando aceleradamente, Wilson se acercó a Arnulfo sentándose en la cama diciéndole que guardara silencio de lo que había pasado y que pronto tendría el regalo que más deseaba, las palabras de Wilson lo convencieron a medias, pero más por temor decidió callar, se acostó a consolar a su hermana en la misma cama, ya los vio en algo dormir y estuvo un rato más, Wilson se rascaba la cabeza por lo que había hecho, temía lo peor al siguiente día, en su mente maquinaba, de pronto, salió de la habitación con rumbo a la fiesta, allí tomaría con la mamá de Arnulfo y Agripina sin saber que inocentemente brindaba con Wilson la temible desvirgada, al siguiente día los rayos de sol iluminaron la carita de Agripina, su instinto de orinar era fuerte, la acompañaba su hermanito, pasaron por la cama en la que dormía su madre, al orinar vio que un hilillo de sangre salía con la orina, el ardor en algo todavía quedaba como molestia, con el pasar de los días ella tenía una conducta extraña muy callada y pensativa, de eso se dio cuenta su madre pero Agripina respondía a las preguntas con que le daba sueño o se pretextaba con cosas infantiles, la influencia psicológica de Wilson minaba a ella en su ánimo y pensamiento, cuando lo miraba o cuando se acercaba le tenía bastante recelo, aunque hablaban y reían de alguna cosa, ella adquirió el instinto de la curiosidad a través del placer pues se metía el dedo mojado de saliva por la vagina cuando recordaba la vez en que Wilson la penetró, se imaginaba que su dedo era ese pene de piel morena clara que la había desvirgado, descubrió también que al frotar el clítoris con la yema de los dedos en punta tendría una gran sensación de placer, su madre no supo lo de aquella noche en que fue desvirgada, Arnulfo tampoco la dio por enterada pero hasta el fin de sus días seguramente no pudo borrar la escena en que Wilson desvirgó a su hermana en su presencia, había un gran resentimiento, por discreción desde la noche en que la desvirgó Wilson no la había tocado guardando sospechas, la visita era esporádica, solo los veía de lejos en la estancia, en Agripina quedó la metamorfosis del deseo hacia el sexo opuesto ya que meses después de ser desvirgada cuando jugaba con los niños más pequeñitos de vez en cuando los encerraba en cuartos apartados de manera discreta les bajaba los calzoncillos para que le froten la vagina y a veces como podía los abrazaba sujetándole las nalgas empujándolos hacia ella y les hacía meter el pene entre los labios vaginales sintiendo algo de gusto, la naturaleza sexual de Agripina se había desarrollado prematuramente, de eso se daba cuenta Wilson sobre todo cuando se bañaban o jugaban por el granero y por el establo, también en los juegos en el río, al ver esos jueguitos notó que también esperaba su momento de estar nuevamente con ella, sí, así fue su vida, Agripina recordaba lo que ese hombre le hizo, de lo que con Arnulfo su difunto hermano conversaban de lo sucedido, ahora en marzo de 1961 el destino lo ponía en su delante, otra vez, sí, otra vez, ya para ese momento estaban cambiados sus físicos, ahora Wilson tenía cuarenta y un años aproximadamente y ella ya tenía veintisiete años, ya eran veintitrés años de lo sucedido en aquella cama de aquel cuarto humilde de la estancia Pérez, ahora ya en la realidad estando en el hotel Agripina vio a su lado que se acuesta su prometido, el caucásico no daba cuenta de la expresión de ella, de aquel disimulado nerviosismo con angustia, luego empezaron a amarse, ella con recelo, él con pasión, trató de complacerlo como antes pero no pudo, fue allí que el caucásico dio cuenta de la actitud sombría de su prometida, le preguntó varias veces por esa actitud de rechazo, ella se limitó a llorar, pensó seguramente que algo le turbaba, prefirió no molestarla, comprenderla, le dio un beso y se durmió, ella le acariciaba el pelo, así pasaron aquella noche llena de pesar.
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Los hermanos jugaban en compañía de otros muchachos en ese canal de riego estrecho de las bananeras circundantes, la algarabía se notaba en los muchachos, sentado debajo un árbol Eliazar Emigdio comía naranja y miraba los movimientos de esos cuerpos humedecidos de niños que estaban constantemente lanzándose al agua, sus trajes algunos infantiles mojados se ajustaban a su piel humedecida por el agua, Eliazar Emigdio con detenimiento se complacía mirando a Parcemón que corría detrás de su hermano Hermes y se notaba que tenían habilidad para las carreras, se notaban en sus pies de planta arqueada, Eliazar Emigdio miraba atento a los movimientos de Parcemón el más pequeño de los hermanos, daba a ver ese amaneramiento al correr con el que su caderas y manos dobladas fuesen como el de las pequeñas con las que jugaba mayormente, se puso a pocos pasos delante de Eliazar Emigdio, se podía ver ese trasero voluminoso con la tela pegada a la piel, el agua estaba deslizándose por sus piernas, Parcemón giró para saludarle a Eliazar Emigdio que sonriente le respondió a manera de aprobación de lo que el chiquillo estaba realizando y eso también el niño deseaba sentir de él esa cortesía y aprobación, vio ese pene grueso alargado definido por la tela húmeda, esa agua que se deslizaba por la piel suave de la cual en muchas de las ocasiones la había sentido en los encuentros sexuales, el pequeño agitó las manos dobladas de una manera muy afeminada que atraían la mirada de Eliazar Emigdio, ese pequeño parecía una hembrita al correr por ese suelo lodoso de tanta huella húmeda de muchachos al pasar en aquella orilla por el canal de riego, Hermes era muy apegado a su hermano menor, de ello daba cuenta Eliazar Emigdio, aunque también se podía ver en el hermano mayor ciertos rasgos de hembrita, Eliazar Emigdio sonrió continuando con comer la naranja bajo la sombra de un frondoso árbol de samán, Parcemón se acercó a pedirle una de ellas e inmediatamente Eliazar Emigdio se la dio extendiendo sus manos y al hacerlo de forma muy significativa le pasó delicadamente la mano por la de él, otro muchacho hijo de peón de la estancia se acercó a pedirle y de igual forma le dio, le dijo a Parcemón que le llevase una a Hermes y al tenerla le agradeció el gesto a Eliazar Emigdio, así la pasaban divirtiéndose los domingos en la mañana, Eliazar Emigdio iba allí a verlos bañarse, luego lo haría el también cuando la mayoría de muchachos se retirasen, así fue que momentos después Eliazar Emigdio disfrutaba de un baño en ese canal de riego alejado un poco de la acometida que se daba desde el río a un par de kilómetros de allí aguas abajo donde se encontraba la propiedad que Eliazar Emigdio administraba como capataz con otras personas entre ellas los padres de Parcemón y Hermes, pasaba el tiempo y se afirmaba adecuadamente en el cargo conferido, su liderazgo era definido en trabajo y respeto de los trabajadores que estaban a su cargo, uno de ellos eran los padres de Hermes y Parcemón, le tenían mucha estima a Eliazar Emigdio, igual que ambos muchachos, jugaban en el canal Eliazar Emigdio, Parcemón, Hermes y dos muchachos más, sólo ellos habían quedado, Eliazar Emigdio no podía evitar ver con fijación los movimientos de pies y traserito de Parcemón, estaban jugando alegremente, lo ponía al muchacho en sus hombros y lo lanzaba al agua con cuidado, eso gustaba mucho a Parcemón que le daba el agua al cuello del pequeño, así en los abrazos por detrás aprovechaba la distracción de los otros muchachos para rozarle el pene vestido en el trasero y así al tenerlo abrazado por detrás acariciándole disimuladamente, el pequeño ya daba cuenta de aquello, los labios de Eliazar Emigdio se apegaban al cuello de Parcemón diciéndole “¡me dan ganas de jugar contigo!” “¿quieres hacerlo?” el sonriente muchacho asentía al oído le decía “¿al papá y a la mamá?… ¿hoy?” Parcemón seguía asintiendo “tengo un obsequio para ti, te va a gustar” quietecito ahora Parcemón escuchaba las palabras salidas de labios de Eliazar Emigdio, “vamos a jugar a que hoy como mama me das el culo ¿verdad?” el muchacho sonrió “¿sí?… ¿verdad?” el muchacho al disimulo viendo a los otros muchachos asentía al sentir ese roce de cadera con el pene sintiéndolo en su culito vestido que deslizaba, así rápidamente Eliazar Emigdio lo lanzaba al agua, para disimular la conversa intima sostenida, Parcemón al ponerse en pie hacía una pausa en sus movimientos para respirar y así miraba el manoseo discreto que se hacía Eliazar Emigdio y el muchacho respondía metiéndose las manos dentro del short estirándose el pene por dentro del agua en señal de aprobación al haber escuchado esas palabras de invitación, muy alegre Parcemón flotaba en el agua mostrándose el bulto del penecito erecto dibujado en la tela del suave short que llevaba puesto, lo hacía para provocar a Eliazar Emigdio, se notaba la sonrisa cómplice de ambos amigos a distancia prudente de Hermes y esos dos niños que se bañaban, Eliazar Emigdio salió del canal para sentarse y comer un chocolate, le hizo gestos a Parcemón para que fuese a ver una barra sacada de su pantalón y para comerla entre los muchachos, el pequeño se sentó al lado de Eliazar Emigdio viendo a los otros muchachos que seguían jugando en el agua, le dio por fumar un cigarrillo, Parcemón lo miraba como lo encendía, ya se disponía a entrar al agua luego de fumarse el cigarrillo cuando un grupo pequeño de peones a su cargo le avisaron la infausta noticia que habían visto a uno de los peones flotando en la orilla del río, seguramente se había dado algún golpe en la cabeza y se habría ahogado debido a la inconciencia producto de ese golpe, la mula con la que él se transportaba aún estaba en la orilla, los murmullos hicieron salir a los muchachos para escuchar a Eliazar Emigdio dando órdenes, a sus casi veinte años el joven administrador mostraba liderazgo perspicaz, a un par de peones los instruyó a lo que deberían hacer llamando a la policía rural, a otros les ordenó que fuesen al lugar a hacer guardia mientras él iba a buscar implementos en su casa, ante ello, altivamente le dijo a Hermes y a los otros muchachos que estaban bañándose que fuesen a ver al padre de Hermes y que con él debían encontrarse allá en el sitio de los hechos para levantar el cadáver, Hermes obediente daba para irse, lo mismo que Parcemón pues quiso irse con su hermano y con los demás muchachos a ver a su padre pero el pequeño le fue retenido de un hombro por las recias manos de Eliazar Emigdio que le dijo que lo acompañase y que le lleve la ropa, Parcemón muy obediente lo hizo ante los ojos de su hermano Hermes que de inmediato sin miramientos partió en otra dirección en carrera en búsqueda de su padre el capataz de la hacienda, Eliazar Emigdio y Parcemón caminaron presurosamente hasta llegar a una bodega apartada, no se notaba presencia alguna de gente, era de esperarse pues muchos de ellos, casi todos estarían en el pueblo bebiendo en algunos de los casos, la soledad del lugar hizo que Eliazar Emigdio entre con Parcemón en esa bodega, le hizo señas de dejar la ropa en un rincón, le dijo que saliese a ver si había alguien por los alrededores y que le avise, Parcemón atento por la premura inocentemente recorría viendo por los alrededores del lugar, mientras tanto, con mucha rapidez Eliazar Emigdio arreglaba algunos arneses y ciertos plásticos que los limpiaba, había una especie de mesa y allí puso esos plásticos, de pronto que Parcemón entra, le pregunta por si hay gente en los alrededores, la respuesta de él es el movimiento negativo, Eliazar Emigdio sonrió, “mira, vamos a jugar el culeo” se bajó el calzoncillo hasta los pies mostrándole el pene “ven, vamos” lo tomó del hombro recostándolo de cara y pecho sobre esa mesa con plástico, en el rincón semi oscuro del lugar apartado se notaba la figura acuclillada de Eliazar Emigdio que besaba y lamia el traserito de Parcemón, luego su lengua pasaba por los muslos de las piernas de arriba hacia abajo “siente rico, preciosura” pasaba repetidamente la lengua por los glúteos “los tienes rico … mi nenita” Parcemón suspiraba con su carita apoyada en los brazos extendidos sobre esos plásticos, “¡recuerda el premio que te voy a dar por esto!” “¡ahora quietecito!” “¡vas a ser mi mujer de nuevo!” Eliazar Emigdio escupía mucha saliva en la entrada del ano “vamos a divertirnos un rarito” y así le sobaba el glande por los glúteos, el muchacho sentía los besos que la daba Eliazar Emigdio en su cuello, mejillas y espalda, tomó el tronco de su pene con una mano y con otra abría más la separación de los glúteos, “siente lo que es un macho” el pene también ensalivado de glande y tronco entraba en el potito de Parcemón, ya gemía cuando el pene entraba a la mitad de su trasero, le decía a Parcemón con ironía “siente que te culeo mi nena” jadeaba “soy tu macho” gemían “siente que eres mía, mía, mía” al movimiento de cadera le decía con seguridad a Parcemón “quisiera seguir disfrutándote mi nena, pero debemos irnos” así, los movimientos de cadera se hicieron más intensos, la cara de Eliazar Emigdio se posaba sobre el pelo de Parcemón besándole apasionadamente hasta que de un gemido Eliazar Emigdio quedó quieto, es que había dejado semen dentro del culito rozagante de Parcemón, el pene salía despacio y con él un hilillo de semen, el muchacho quedó así quietecito sin decir palabra “¡qué rico culo tienes!” lo hizo voltear de espaldas a los plásticos e hizo que sus piernas se posen sobre los hombros, con las manos sostuvo esas piernas, “creo que aún hay tiempo”, “sí… aún hay más, je, je, je” se acomodó y despacio un poco estaba ya encorvado su cuerpo y de Parcemón, le fue introduciendo otra vez el pene peludo de casi veinte años por ese trasero del muchacho, “ahora lo sentirás más rico” jadeaba “como te gusta mi amor” y empezó a empujarle cada vez más intenso haciendo que los dos cuerpos se movieran en esa mesa sobre plásticos, se miraban a la cara y cerraban los ojos sintiendo ambos el placer “lo tienes bien roto, roto, roto” jadeaba “y todo para mí, para mí, para mí” diciendo eso, los movimientos de cadera eran más intensos llegando el glande del pene a lo más profundo de ese ano “si fueras hembra, te empreñaría ahora mismo por este culito rico que tienes” Parcemón sólo escuchaba, sentía todo el furor del movimiento del pene en sus entrañas, el semen lubricaba esas penetradas, lo embistió varias veces hasta el cansancio, los pies se agitaban sobre la altura de los hombros al movimiento de cadera, luego lentamente sacó el pene del ano y bajó las piernas quedando encorvado en la mesa muy quietecito, “¡ya te despaché hembrita!” “¡qué rico culito tienes mi amor!” no dejaba de decirle eso mientras se agitaba el pene humedecido, dio unos pasos viéndole que sonreía, el hombre de casi veinte años respiraba aceleradamente y sacó de su bolsillo varias monedas de alta denominación “son para ti” sonrió diciéndole “te las has ganado” “¡cómprate un calzón para otra vez que nos veamos, je, je, je!” sonrió jadeante al verle con seguridad “si vez, Parcemón, yo cumplo con lo que prometo” sonrieron “veo que tú también lo cumples al no decir de esto a nadie, eso está bien primor” unieron las frentes “pronto tendrás más de lo que quieres” él lo miró a la cara “sólo déjate ¿eh?” posteriormente de lo dicho la cara de Parcemón fue a mirar al piso, un poco pensativo, “ven, vamos a vestirnos e ir a ese lugar” así, luego de limpiarse y vestirse se besaron apasionadamente, a Eliazar Emigdio le gustaba notar la entrega de Parcemón en los besos que se daban sobre todo con lengua, luego fueron al sitio de los hechos ya para ese momento había bastante curioso en el lugar, Parcemón se acercó junto a su padre y hermano escuchando las órdenes del joven administrador, se notaba que se pasaba las manitos por el culito estirándose la tela del ajustado short aún humedecido, rato después la policía rural llegaba al sitio del incidente, se trataba de un pobre peón alcohólico reconocido en los alrededores del pueblo, su cadáver fue llevado delante de los curiosos, al despedirse de Parcemón, le acarició el pelo, Parcemón le respondió con una forzada sonrisa.
FIN DEL DUCENTÉSIMO VIGÉSIMO SÉPTIMO EPISODIO
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