METAMORFOSIS 23
Entre amiguitos.
Los padres de Andreina y Noelia vivían indignados observando el libertinaje descarado de su yerno Gustavo con algunas mujeres del pueblo que las tenía de amantes despilfarrando el dinero, el corazón de Don Rodolfo cada día se deterioraba, su esposa Micaela siempre atenta a la salud de su consorte, de igual forma la anciana nana Dulce abnegadamente los atendía, la noble mujer de color había dado la mayoría de sus días de vida a la atención de sus patrones, desde hacía mucho tiempo no sabía de la vida de su nieta Griselda, todos los domingos ponía flores en la tumba de su hija, yerno y en la de su nieto Lastenio asesinado por un desconocido, le invadía la rabia y la curiosidad por saber el rostro del asesino y vengar la muerte de su querido nieto, tenía la esperanza de volver a ver a su nieta, eso era lo que la mantenía con vida.
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Desde la ventana de su casa Luis observaba a su padrastro Daniel abrazado con su madre Andreina, se habían reconciliado hace poco, vestía su habitual pijama hasta la media mañana pues le gustaba dormir mucho en esos días de vacaciones escolares, tenía dos días de recién llegado a la estancia, Nicolás se había convertido en gran amigo y le había prometido traer de la ciudad unos muñequitos de lata, el perezoso de Luis estiraba las piernas con modorra eso le estimuló a que se ponga erecto el pene que se lo manoseaba con placer, escucha voces, se asoma apenas por la ventana, era la señora Matilde con su nieto Nicolás, la señora se sienta a conversar con los esposos mientras que el niño sale en carrera en dirección a la entrada de la estancia, Luis se imaginaba que vendría por él, se hizo el dormido, lo esperó, la puerta se abre, escucha la respiración acelerada de Nicolás cerca de su cara eso hace que le viniera un gusto por deseo de cogerlo, el pene se le puso más erecto, las manos del niño pasan suavemente por sus brazos, Luis sigue haciéndose el dormido, por más movimiento que hacía al cuerpo Luis no se despertaba, Nicolás estaba a punto de desistir cuando Luis abre los ojos riéndose, el pequeño corresponde con una sonrisa, Nicolás observa que dentro de las sabanas Luis mueve demasiado las manos por la entrepierna, quería llamarle la atención, de un manotazo hace a un lado la sábana quedándose abierto de piernas, el pijama mostraba a través de la tela la punta erecta que formaba el pene de Luis, el pequeño Nicolás estaba inquieto viendo eso, Luis mete las manos por el pijama, lo desliza hasta quedar libre el pene erecto de Luis que se lo mostraba a Nicolás respondiendo con sonrisa, en su rostro había algo de recelo, Luis esconde el pene dentro del pijama, se lleva los dedos a la nariz oliéndose los restos de orina que le había quedado por el manoseo al prepucio, se sienta sobre la cama abriendo el velador, saca los muñequitos que le había prometido regalar, Nicolás se emociona al verlos, ya quería tenerlas en sus manos pero Luis las pone debajo de la almohada, le dice a Nicolás que si los desea tiene que acostarse junto a él, Nicolás obedece sacándose los zapatos metiéndose entre las sábanas, Luis lo abraza frotándose las mejillas, le desliza la cremallera, le corre el pantalón y calzoncillo, Luis desliza su pijama a los muslos, se acuesta encima de Nicolás uniendo en frote los penes, Nicolás ya sabía lo que eso significaba, que Luis lo estaba cogiendo por eso le salía la risa, estaba conociendo otra faceta de su amigo Luis, después ambos estaban acostados de perfil, se rodeaban las piernas entre sí frotándose los pies por las telas, las manos de Luis recorrían la espalda del pequeño llegando hasta las nalgas metiéndolas entre las nalgas para sentir que estaban sudorosas por el clima caliente, hacen un alto en el manoseo, Luis se percata de que la puerta está entreabierta, se sube el pijama y se levanta como un rayo de la cama con Nicolás, mira hacia el pasillo por si había alguien, nadie, le pone seguro, le hace gestos de silencio que Nicolás comprende vistiéndose, Luis atisba por la ventana cerciorándose que los adultos siguen en el jardín, el travieso Nicolás dio un brinco a la cama metiendo las manos en las almohadas donde estaban las figuras de los muñequitos viéndolos detenidamente apoyando su codo en el colchón, se sentía ya el dueño, Luis se quita el pijama, se acuesta sobre Nicolás que siente el peso de Luis, sabía lo que le estaba haciendo, no paraba de ver a sus muñecos sin dejar de reír, le hizo dar vuelta viéndose frente a frente, Nicolás vio el pene de Luis que frotaba su entrepierna buscando su pene vestido, la cadera de Luis se movía arriba y abajo como simulando un mete y saca, Luis se apartó diciéndole que se corra la cremallera, el pequeño le hizo caso, Luis desabotonó el pantalón corto que traía puesto Nicolás, lo dejó a los tobillos igual hizo con el calzoncillo, Luis lo acostó a Nicolás acostándose sobre él, Nicolás se ponía los muñequitos cerca de la cara apreciándolos mejor mientras que Luis hacía frotar su pene con el de Nicolás, pasaba el tiempo y Luis hacía los movimientos más rápidos, ya tenía el pene muy rojo de tanto frote pero eso no impidió para que Nicolás dé la vuelta quedando boca abajo, el pene de Luis frotaba las nalgas con aceleración, de pronto Luis sintió algo raro que nunca antes lo había sentido, era como si su cerebro le hormigueaba, lo mismo pasaba con los latidos de su corazón, lo tenía sometido a Nicolás que se dejaba poner la barbilla de Luis sobre su pelo golpeándole el aliento acelerado, de abajo escucharon las voces de Andreina que los llamaban, de un salto Luis se apartó del pequeño poniéndose el pijama, le ayudó a Nicolás en subirse la ropa y fueron a la sala, Nicolás contento llevaba en las manos el regalo que su amigo Luis le había obsequiado.
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Las primeras acciones de Griselda en casa de su nuevo patrón Luis Felipe Del Olmo fueron el aseo de los cuartos, Aida con recelo de empleada miraba a la nueva empleada trabajar, tenían una fría amistad, Serafín era más cariñoso con Griselda, lo contrario de Hermógenes que más lo pasaba con Aida, algunas veces conversaban en el cuarto, para Griselda al principio le era indiferente pues los veía estudiar, Serafín jugaba tiernamente con la pequeña Sara lo que complacía a los patrones , ambos niños tenían mucha afinidad, la relación de Sandra y Carlos Felipe era la adecuada, lo que ella no sabía era que Carlos tenía una relación con Noelia, su lugar de encuentro era por los alrededores de la ciudad en un motel aislado donde botaban su desenfreno, por casualidad fueron vistos salir de ese lugar por su hermana Andreina y Daniel, ellos prometieron callar por el bien de ella, a fin de cuentas el irresponsable de Gustavo se lo merecía por el maltrato que recibía Noelia y sus hijos.
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Cuando Noelia salía por las noches a la calle le dejaba a Leonor al cuidado de sus hermanitos Josefina y Gustavito, esas salidas eran para encontrarse con Carlos que la esperaba por las inmediaciones del parque subiéndola al vehículo en dirección al motel, aquella noche sería especial para ambos, a Carlos se le ocurrió brindar en el cuarto el tiempo más de lo acostumbrado, la fogosidad entre los amantes fue extrema, el sadismo de Carlos Felipe por el alcohol hizo presa de Noelia, parte de la bebida le puso en el ombligo lamiéndolo haciéndola excitar, los besos apasionados se repetían, la puso a filo de cama abriéndole las nalgas oliendo, dedeando, chupando y lamiendo el ano blanco de Noelia, todo el pene lubricado lleno de crema entraba por ese ano, ella bramaba de felicidad al ser cogida por su macho, sentía el abrupto toque de los testículos en sus nalgas, todo el pene le entraba como fierro de carne caliente a sus entrañas, el leve dolor de la penetrada sufrida por los rápidos movimientos de cadera compensaba con la inmensa felicidad de ser amada de esa forma, estaba en entrega a plenitud total por eso sin tanto recelo rato después se arrodilló frente a Carlos que estaba sentado en el filo de cama abierto de piernas con el pene erecto listo para que Noelia se lo introduzca en la boca, así fue, los labios de ella transportaban al éxtasis a su macho viril, ese pene le sabía a su propio ano, a punto estuvo Carlos de eyacular y la detuvo en el mame, la puso frente a él, le metió el pene en la vagina acostándola sobre su cuerpo ella encima diciéndole mil “te quieros” y él besándole los senos apasionadamente, la giró sobre su cuerpo abriéndola de piernas, dos de sus dedos abrían los labios vaginales lamiéndole el clítoris, ella le decía que lo amaba sin parar que siga así, así, así, él le preguntada en cada embestida de lengua que si era suya y ella le respondía que sí, sí, que era suya, tan sólo suya, de nadie más ella, con ilusión y deseo le metió el pene, la abrazó tan fuerte que el mete y saca era desaforado algo salvaje que la cama sonaba de tanto movimiento de los amantes, Carlos paró para preguntarle nuevamente si ella le pertenecía y ella respondía que sí, que se lo siguiera metiendo, con ganas, que era su amor, su único amor desde siempre, y siguió metiéndole el pene en la vagina a ritmo de locomotora, despacio al principio y rápido después, ambos se abrazaron, Carlos sintió lo humedecida de esa vagina, ambos moviéndose en el mete y saca, Carlos ya sentía eyacular, buscó los labios de su hembra y al instante del beso apasionado con lengua intercambiaron su aliento y al mismo instante intercambiaron semen y flujo vaginal, esta vez no hubo protección como eyacular afuera de la vagina, o sobre la barriga de Noelia, o dentro del ano de su hembra como en otras veces, para Carlos no importaba ahora pensar en eso, ahora era el momento de amarse a plenitud, que vagina y pene latan armónicamente con pasión, Carlos dejó todo su semen dentro, siguió con el mete y saca hasta cansarse, Noelia gemía, lo amaba y lo deseaba pese a ya estar exhausta, era el pene del hombre de su vida que estaba dentro de su vagina, no sentía temor, sentía alegría de tener todo el semen de su hombre dentro de la vagina, ella confiaba en él y estaba totalmente entregada aquella noche de marzo de 1935.
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Esa misma noche de jurado amor entre Noelia y Carlos había quedado Leonor de nueve años al cuidado de sus hermanitos Josefina de siete años y Gustavito de seis, Martha la amiga de Leonor le hacía compañía junto con su hermano Mateo, todos jugaban en la sala a la luz pública de las ocho, faltaban pocas horas para que la apagasen en los sectores de la ciudad, pronto llegará a verlos la mama de Martha, el pequeño Mateo de cuatro años se manoseaba el pene vestido en señal de querer orinar, Leonor se percató de aquello, ella salió primero con el pretexto de comprar algo, Gustavito quiso acompañarla pero se negó, decidió que se quede en casa y se los recomendó a Martha, la inquieta Leonor se escondió muy cerca del baño que quedaba detrás de la casa, era un lugar entre claro oscuro por la luz pública débil que se reflejaba en las paredes, el baño colindaba con las casa vecinas distantes a la suya, observó una sombra infantil que se perdía en lo claro oscuro era Mateo que iba al baño en caminata acelerada, antes que cierre la puerta de tablas ella puso la mano, el niño se sorprendió, se encerraron, ella le dijo que se apure orinando, apenas con luz pobre que atravesaba las ranuras de las tablas de la puerta Leonor pudo ver las nalgas del pequeño, cuando vio que ya terminó, ella lo hizo dar media vuelta quedando de frente miró el penecito de Mateo que estaba húmedo de orina, ella se arrodilló agitó el pene haciéndolo parar algo más, lo olió y le gustó ese olor, le recordaba el olor a pene de Sebastián, ella se bajó el calzón sentándose sobre la tasa del inodoro de cemento abriéndose de piernas acercando al pequeño a su pecho, lo tomó de la cintura hasta que el penecito de cuatro años rozaba la vaginita de nueve años, ella le hizo frotar tomándolo de la cintura y de las nalgas, Mateo tenía ese olor característico de niño sudado, ella cerraba los ojos sintiendo ese delicioso frote que le hacía recordar a su amigo Sebastián meses atrás en los baños del parque, Mateo doblaba su cuerpo parecía caerse por la postura en la que estaba, ella lo sostenía de las nalgas, le dio besitos mojados de saliva que Mateo pasaba sus muñecas limpiándose los labios mojados de saliva, ella se puso en posición perrita o sea en cuatro pidiéndole a Mateo que le pase el penecito por las nalgas, Leonor al sentir ese roce se sintió mucho mejor no estaba siendo penetrada pero sentir ese pedacito de carne rozar por la raja de sus nalgas es la divina gloria, se volteó y de nuevo le hizo rozar el pene en la vagina, de tanto movimiento Leonor se cansó y lo apartó, decidió que era mejor salir, ya había pasado mucho tiempo y podría llegar alguien, Mateo se subió la ropa y salió, a Leonor le vino el deseo de orinar pensando en ese penecito de Mateo y de lo que había hecho y de lo que a tiempo futuro seguiría haciendo, Sebastián había contribuido en su metamorfosis, ella entró en casa y vio a todos jugando, Mateo seguía tocándose con los dedos el pene vestido a causa de los frotes con la vagina de Leonor, rato después llegó la mamá de Martha y Mateo, se quedó un rato en compañía, ya la luz pública iba a apagarse, la señora llevó a sus hijos a casa, en su mente estaba la indignación por la irresponsabilidad de Noelia al dejar solos a sus hijos, ya en el vecindario se rumoreaba las andanzas de ella con un desconocido que la esperaba con su vehículo por lo oscuro del parque.
FIN DEL VIGÉSIMO TERCER EPISODIO
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