METAMORFOSIS 232
Guapo.
El sol poco irradiaba en esa fresca mañana del primer sábado juliano del 1961, aquel muchacho iba caminando con gusto por los alrededores, el padre le había prometido comprarle ropa para la fiesta del pueblo, había sido de gran ayuda en la labor del cultivo de bananas, ansiaba llegar a que ya sea domingo en la mañana para poder acompañar a sus padres al pueblo junto a su hermano divertirse en los juegos, iba caminando pensativo por los alrededores de los límites de la plantación que da a la toma del río a cerrar las compuertas de riego por mandato de su padre, luego de haber hecho la labor de ponerle candado a las válvulas se dedicó a caminar río arriba donde por ser muy apartado el lugar se pescaban muchos peces, tenía un lugar especial donde se sentó a pescar, estuvo un rato allí, vio la posición del sol y con esfuerzo se guiaba hacia otro sector aguas arriba de donde había estado pescando, caminó por un sendero que tenía monte elevado, sabía que pronto llegaría a un playa de arena rodeada de monte donde el rio se acodaba y allí podría pescar más peces, de entre lo alto de la loma pudo ver sentado el lugar, hizo un giro a su cuerpo y a lo lejos pudo ver entre la maleza a dos cuerpos acostados sobre la arena bajo un frondoso árbol que daba al río, al principio de solo verlos no creía lo que estaba observando, le parecía mentira lo que estaba viendo, no era posible aquello, caminó un poco más adentrándose entre el monte y allí pudo verificar sus temores, en verdad se trataba del cuerpo de aquella mujer conocida con aquel hombre joven, se revolcaban en la arena, estaban satisfechos, se les notaba en el rostro, se besaban apasionadamente, el ver aquello hizo que hiciera puños a la maleza que tenía en sus manos, le vino la rabia y el rencor, no soportaba más viendo aquello y quiso acercarse pero de pronto la pareja estaba ya vistiéndose, el muchacho miraba con detenimiento cada movimiento de la pareja, mordía los labios de rabia, se contuvo pensando en su ser querido, de repente la pareja ya no estaba, se escuchaba un relinche de caballo, los iban montados galopando presurosos, el muchacho discretamente corría por el sector sin desde lejos perderles de vista, corría con los ojos llorosos, las lágrimas no le permitían ver adecuadamente, de un brinco llegó a una alta roca y quiso hacer lo mismo metros más allá pero una bandada de pájaros silvestres se levantó rodeándole haciendo que pierda el equilibrio dándose un fuerte golpe en la cabeza cayendo en el agua, el sonido de los pájaros fue escuchado centenares de metros más adelante, la mujer avisaba a su amante de aquello, el hombre le pidió calma, ahora lo importante era llegar para cuidar las apariencias, el cuerpo del muchacho yacía flotando en el agua, centenares de metros de allí por la orilla se notaba a un nene que se bajaba el short delante de otro que se estiraba el pene vestido, se acercó a rosárselo en el culito, lo tomó de la cintura para así deslizarlo de mejor forma al movimiento de caderas adelante y atrás, el niño más pequeño que estaba delante del grande se aferraba con sus manitos a la roca alta donde tenía arrimado su pechito, miraba el short en sus tobillos, sentía el roce de ese penecito en su culito, estaba bien aferrado a las manos de su amiguito que le decía cosas al oído, de pronto le hizo girar y ahora uniendo las frentes se miraban rozar sus penecitos, hicieron un alto para mirarse y sonreír de manera cómplice, el niño de más edad notaba que a su amiguito le gustaba lo que estaban haciendo, así que le hizo gestos de volver a sujetarse de las caderas y uniendo las frentes se volvían a rozar los penecitos, lentamente se separaron, el nene de más edad le hizo gestos a su amiguito pequeño que se acueste de cara al suelo entre las hojas secas donde descansaba es pene erecto, mientras se acostaba el otro estiba su erecto pene, lejos se escuchaba el golpe del caudaloso río sobre las rocas, habían llegado a ese lugar para hacer ese “jueguito” donde no los observen, lentamente se acostó sobre el pequeño poniendo su rostro sobre el pelo de su amiguito, le besaba el cuello mientras el penecito rozaba el culito, alzaba y bajaba la cintura haciéndole sentir su peso corporal y el roce más intenso del penecito, notaba que le gustaba, mientras tanto, a metros de allí pasaba flotando en el agua el cuerpo desfallecido del desdichado muchacho ya sin vida, tiempo después los dos amiguitos tomaban dirección a la plantación de bananas, iban viendo el paisaje, se miraban la entrepierna e instintivamente se tomaban los penecitos vestidos, sonreían corriendo, jugaban a las luchitas sobre la yerba tupida el nene más grande se acostaba sobre su amiguito alzando y bajando las caderas, miraban la posición del sol, se acercaba el mediodía, caminaron por los linderos que daban a la otra plantación, se sentaron sobre un frondoso árbol viendo el cerco de alambre de púas, no se escuchaba presencia de humanos, decidieron adentrase en la montaña, querían acortar camino a la plantación donde sus padres trabajaban, salieron a la carretera de segundo orden de pronto en el camino polvoriento vieron el jeep del patrón que lo conducía, alzaron las manos para que los llevase y así fue que montaron con gusto, les felicitó por el trabajo que anteriormente habían hecho, al bajarse a cada uno les obsequió un par de monedas de mediana denominación, los nenes estaban muy contentos y corrieron a sus respectivas viviendas, iba muy pensativo manejando el jeep.
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Pensativa estaba al momento de ducharse, al momento en que el agua recorría su piel, estaba con deseos, con muchos deseos, recordaba su infancia, la fiesta de su abuelo de aquel abril de varios años atrás cuando le desvirgó el ano aquel muchacho, difícil de olvidar aquella noche de fiesta instintivamente se pasaba las manos por el culo, la uña rozaba el roto esfínter, cerraba los ojos ante la caída de agua en su rostro y de inmediato gemía, recordaba el rostro de aquel ayudante de jardinero, de aquel joven que le dio por el culo, pensaba en él siendo tan niña le entregó la virginidad de su culito, no se arrepentía, deseaba volver verle, deseaba… que ahora la desvirgue la vagina, sí, deseaba que se lo volviese a ver, pero sabía en la realidad que no era posible, emitió un gesto de resignación, cerraba los ojos y recordaba ese grueso pene que le hacía vibrar el culito, tomó la toalla saliendo del baño para recostarse desnuda sobre la toalla en la cama, suspiraba y gemía llevándose los dedos a la vaginita, mordía los dientes, luego los labios, lo hacía sintiendo placer, se pasaba los dedos entre la separación de los glúteos y allí recordaba a ojos cerrados esa frase “¡cuando pujes al defecar acuérdate siempre de mi pene al salir de tu culito!” ella gemía plácidamente asociaba a ese cuerpo del hombre que le desvirgó el culito, de aquel que la hizo suya por detrás, era su secreto, el agua se deslizaba por su cuerpo desnudo, deseaba que le hagan sexo por detrás, iba creciendo y su cuerpo desarrollado deseaba la presencia física de un hombre, sí, de un hombre como aquel que la hizo sentir mujer por el culo, el agua salía de la ducha, se deslizaba sobre la vagina depilada, por allí, por esos labios virginales vaginales se pasaba el dedo, recordaba los dedos de aquel hombre que le hacían vibrar al momento de rozar el clítoris, recordaba la promesa de aquel hombre de desvirgarla por allí pero eso no ocurrió, de un rato menos pensado aquel hombre desapareció, no se supo cómo, hasta ahora no se sabe de él. Lo extrañaba, le hizo sentir mujer en la cama, cerca estuvo de darle su virginidad, se molestaba de sólo pensar que no pudo ser, abría la boca y el agua se deslizaba y entraba un poco lanzándola con el nombre de aquel hombre, a ojos cerrados imaginaba su figura atlética, llegó a a pensar en tener un hijo con él y que sea muy parecido a ese hombre pues su rostro hermoso contrastaba con su humildad, ella siempre decía que cualquier mujer se sentiría dichosa al estar con él pues sin duda hace hijos hermosos, ella no conoció si ese hombre tuviese hijos, pero le hubiese gustado darle uno que fuese varón muy parecido a él, a su hombre, salió del ensimismamiento abriendo los ojos, estaba nostálgica, sentía la humedad de su cuerpo pasándose loción, iba pensando en las actividades de aquel día juliano de 1961, observaba el tipo de ropa que iba a usar, vio sus pies humedecidos, sus manos con dedos alargados miraban el estilo de vestuario que llevaría para la playa, ese fin de semana sería muy significativo para ella pues llegaría un importante ejecutivo del extranjero, demandaba lo mejor en perfume y lociones con cremas para su presentación y entrevista, de pronto vio caerse un papel con recortes de letras pegadas, sin duda era un anónimo, desnuda se sentó en la cama a leerlo, movía negativamente la cabeza, no podía creer lo que estaba leyendo, lo arrugo haciéndolo añicos, se preguntaba cómo llegó allí, las lágrimas se deslizaban por las mejillas, de pronto se escuchó el toque de la puerta, le hizo esperar, lanzó los pedazos de papel debajo de la cama, se puso la primera prenda que vio y le hizo pasar a su bisabuela Matilde que se extrañó viendo el rostro apenado de su nieta Victoria Arichabala, ella trató de disimular su estado y de inmediato con ese típico carácter de convencimiento le habló a su abuela de la fiesta en la playa ese fin de semana, le preguntó por aquel visitante, Matilde gustosa del optimismo mostrado por su nieta le decía que era un joven empresario de veinte años, oriundo del país del norte, sagaz, cautivador y caballeroso, le respaldaba una adecuada cantidad de dinero con la que invierte en empresas de orden pesquero, le fascinan los negocios del mar, Victoria escuchaba maravillada los detalles de aquel personaje, la abuela le solicita que se apure para iniciar el viaje, al cerrar la puerta se dibuja en el rostro de la muchacha la melancolía, vio hacia donde había lanzado los papeles, con rabia los quemó en lavabo, se vistió y salió hacia donde la abuela la esperaba.
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La semana que tocaba retornar a Carlos Gustavo con su madre la aprovechó mucho en jugar con Renata en las visitas que hacía acompañado de su abuela, el muchacho era muy guapo, como no serlo si descendía de linaje real de hidalgos españoles por parte de su padre y por parte de su madre de los últimos zares, su piel blanca, muy blanca contrastaba con su pelo castaño claro, en verdad que era un muchacho muy guapo, de labios rozagantes, mirada inquieta y vibrante, de gruesas manos, cejas y pestañas bien formadas en delineante belleza lo que le hacía atrayente, su pelo lacio daba debajo de su frente cubriéndola llegando a la altura de sus ojos, de peinado Windsor muy a la moda de época, tenía buena presencia y porte, de eso daba mucha cuenta Renata, le atraía mucho verle tan bien vestido y tan bien aseado, lo llevaba a desgranar elote haciendo un alto para jugar sobre la gran cantidad de granos arrimados en un rincón cual si fuese montaña, allí se deslizaban y se metían entre los granos de maíz, desde allí la inquieta Renata miraba a las dos mujeres conversando plácidamente, de aquello aprovechaba Renata en llevarle a jugar en la cueva cerca del arroyo, para el niño el lugar era muy cautivante, sus manitos pasaban sobre la pared de tierra con incrustaciones de roca, miraba el piso de arena, ella lo abrazaba acariciándole el pelo y las mejillas, sorprendentemente el precioso niño se dejaba llevar por las caricias de ella, le sorprendió aquel beso intenso que recibió de ella, luego otro y otro más, se dejaba llevar, bajaba sus manos para acariciarle la vestida entrepierna, ella vio que el penecito se ponía erecto, se arrodillaba desabotonándole el pantaloncito corto luego el calzoncillo mostrándose ese penecito blanquito con punta de prepucio propia de nacimiento de un hermoso varón, le miraba y lo agitaba, el precioso niño sólo miraba haciendo puños en sus manitos cuando la lengua de Renata pasaba por el tronco del penecito y entre los testículos lampiños del pequeño, “¡ven!”, “¡ahora acuéstate!” le dijo con cierta autoridad, le abrió las piernas viendo ese pene erecto que lo volvía a chupar y a lamer insistentemente “¡eres guapo!” “¡muy guapo!” le dijo al besarle la frente, “¡lo tienes hermosa a esa cosita!” “¡está bien tiesa!” “¡mira!” “¡quiere jugar!” el nene precios miraba y sonreía a disimulo, “¡hagamos que jueguen!” ella en su delante se bajó el calzón mostrándose la vaginita con su vestido que le llegaba la pecho, se acostó sobre él sintiendo el roce del erecto pene en su vaginita, estaba muy caliente, sí, muy caliente, tanto así que dieron vuelta y ahora ella debajo del cuerpo del guapo le pedía que roce el pene en su vaginita “¡anda!” “¡cógeme!” el guapo deslizaba su pene siendo sujeto de las caderas y con ayuda de Renata lo estaba haciendo bien, las dos pelvis se unían y se separaban a un ritmo de caderas de ambos nenes, “¡sigue!” “¡me gusta tu pene!” “¡me gusta!” “¡sigue!” “¡sigue!” los movimientos de lazar y bajar caderas seguía hasta que escucharon voces a lo lejos llamándoles, de inmediato se arreglaron las ropas y salieron, era la despedida, preguntaron dónde estaban y ella dijo que estaba enseñándole al niño los alrededores que no conocía, le vieron algo desarreglado y de inmediato su abuela le peinó limpiándole el polvo de la ropa, ese niño era considerado un príncipe para sus abuelos, a fin de cuentas era su único nieto y gozaba de ser precioso, se despedían agitando las manos, Renata instintivamente se manoseaba el vestidito donde estaba su vaginita el niño guapo la vio y sonrió despidiéndose con un simple y sentido agitar de manos.
FIN DEL DUCENTÉSIMO TRIGÉSIMO SEGUNDO EPISODIO
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