METAMORFOSIS 238
Parentesco.
El avión aterriza en la pista asfáltica del aeropuerto capitalino del país de la canela, una pensativa Corina Berlingieri baja por las escaleras en dirección al terminal, el pase de su equipaje no duró mucho pues era poco, respiró hondo al ver ese paisaje contrastante con el país al que salía, Vito su hijo la esperaba impaciente, a su lado estaba Sandra, su compañera sentimental, no fue de grata expresión el saludo que se daban ambas mujeres delante del prestigioso médico, durante el trayecto sólo se establecía el diálogo entre madre e hijo, Sandra era excluyente, se notaba más tensión en las calles desde la última vez que ella estuvo en el país, sin embrago a través de los tabloides y la radio sabía sobre la situación social del país, tenía una deuda pendiente con su enemigo Fulgencio Arichabala, al llegar a la residencia céntrica ella tomó su maleta siendo conducida por su hijo a su habitación, Sandra haría la comida de recepción, al bajar al comedor se encontró en un rinconero un diario que días antes había anunciado la boda entre Fernanda y aquel adinerado industrial, sorprendida miraba las fotos, le llamó a la atención de aquella mujer en foto ampliada con sus tres hijos, le sobrevino la atención de ver al más pequeño, sin lugar a dudas era un niño precioso, afinó la mirada al pie de página, leía “Mateo Arichabala” su impresión fue grande, “¡este niño se parece mucho a mi hermano Patricio Berlingieri!” temblorosa dejó el periódico en aquel rincón, se sentó en la mesa, su hijo Vito se acercó a conversar a pedir que sea más amigable con su compañera sentimental, la mujer simplemente le tocaba la mano a su hijo, no articulaba palabra, le dio un beso en la frente, como siempre le daba desde muy niño, al rato tocaba de ir a su habitación a dormir, el viaje había sido muy pesado, estaba sumida en sus pensamientos, planeaba su agenda de mañana, pensaba en el rostro de aquel precioso niño, le vino como una angustia, ajustaba deducciones, de inmediato abrió su cartera, había un estuche pequeño de cuero fino en donde estaban las fotos de sus padres y de su hermano fallecido, sacó la pequeña foto con la intención de bajar y compararle con la del diario, su sorpresa fue mayor que a trasluz se encontraba sentado su hijo Vito viendo con tristeza el diario del rincón, alcanzó a ver que un dedo del médico rozaba el papel impreso del rostro del pequeño, cuando su madre se acercó le vino un repentino sobresalto, simplemente ella acercó esa foto a la del pequeño del diario, “¡no cabe duda!” “¡son iguales de parecidos!” lo miró a sus ojos llorosos de la impresión “¡Vito… es tu hijo!” el médico asintió “¡ya lo sabía mamá… ya lo sentía mío!” ella lo abrazó tiernamente “¡hijo mío!” le acarició el pelo “¡ese niño del diario es… tu hijo!” “¡mi nieto!”, el médico asentía “¡sí mamá… tu nieto!”, ella se alegró “¡entonces… es nuestra sangre!” “¿ella lo sabe?” “¿te has comunicado con ella?” “¿has podido tener a tu hijo en tus brazos?”, el médico respondía moviendo negativamente la cabeza, “¡debes hacerlo!” “¡es nuestra sangre!” “¡debe llevar nuestro apellido!” “¡Cota!” “¡y tiene sangre y estampa Berlingieri!”, madre e hijo se sentaron, estuvieron dialogando tensamente, Sandra desde un lugar discreto y apartado lo había escuchado todo, se culpaba de no poderla dar hijos a su compañero sentimental a ese apuesto descendiente de italianos, fue a su cuarto a pensar y pensar; la mañana llegaba con su sol discreto en aquel tercer sábado novembrino de 1961, en realidad un año muy turbulento, fue conducida en taxi hacia a aquella residencia, una mujer y su hijo la esperaban, su vista era parte de un plan, lo había considerado así, el ver el rostro de aquel niño en el diario y de por sí considerarle su nieto había cambiado su plan, se saludó con la atenta mujer, pasaron al recibidor donde conversarían más atentamente, Corina Berlingieri llevaba una cartera fina de época de ella sacó un sobre que puso en las manos de Isaurina Arciniegas, “¡es la confesión de tu padre!” “¡tú y él son víctimas de aquel monstruo!” Isaurina algo incrédula estaba inquieta por conocer de a quien se refería como monstruo, empezó a leer el papel escrito a puño y letra de su padre, era inconfundible aquella caligrafía, en verdad pertenecía a Jairo Arciniegas, por tanto Isaurina su hija estaba leyendo la verdad de lo escrito por aquel político de poca monta, se detallaba que siendo niño fue violado por Fulgencio Arichabala en aquella caballeriza de sus padres, aquel hombre lo violó estando borracho tras una fiesta en la propiedad de los Arciniegas, por ese entonces Fulgencio era un hombre que empezaba a ascender peldaños sociales y económicos, Isaurina no podía creer lo que leía, otro pasaje de la narrativa describía la amistad que sostuvo con Fulgencio siendo uno de sus graves errores el de permitir que su esposa tenga amistad con él, de ese idilio nació… Isaurina, al leer aquello la mujer no contuvo su angustia, “¡pero… esto no es posible!” “¡no es posible!” la miró a Corina con extrañeza “¡yo… hija de ese hombre, de Fulgencio Arichabala!” “¡no es posible!” “¡no, por favor!” “¡todo este tiempo he vivido engañada por un hombre que no ha sido mi padre biológico!” Corina le acercó un vaso con agua diciéndole que continúe leyendo, temblorosa con lágrimas en los ojos continuaba leyendo, allí se mencionaba a Jairo junto a su agonizante madre quien le confesaba que su verdadero padre era Fulgencio Arichabala, la causa para su ahorcamiento es que ante tanta Ignominia no soportó saber que el hijo que esperaba su hija Isaurina no era del militar prestigioso Gustavo Adolfo Pozzo Buonanote sino de su sobrino, decidió escribir esa carta testimonio dela verdad mostrando en las últimas líneas el perdón solicitado a su hija por haber sido un cobarde, Isaurina arrugó el papel lanzándolo al piso, “¡no es posible!” “¡no!” “¡no!” “¡en realidad aquel hombre al que creía mi padre… es mi hermano!” “¡no es posible!”, airadamente caminaba en círculos y se enfrentó a Corina, “¿por qué ahora señora?” “¿por qué?” “¿era necesario?”, Corina se puso en pie con fría altivez “¡sólo cumplo con la voluntad de tu padre!” “¡cumplo con la promesa pactada!” “¡cumplo lo que me pidió… sólo eso!” “¡y consideré que ya era el momento tras haber pasado largo tiempo de luto!” la mujer tomó su cartera y se despidió, salió de la residencia capitalina y en su caminar tomó un taxi en dirección a la casa de su hijo Vito, “¡he cumplido con el destino!” no fue ella quien al principio pensaba en atacar a Fulgencio, sería ahora su propia hija “¡Jairo… perdóname!”.
*****
Los cuatro pies sobresalían descubiertos al roce de las sábanas, ambos cuerpos desnudos daban vueltas sobre la cama, se escuchaban risas, Eliazar Emigdio estaba acostado sobre Jean Pierre, la cara posaba sobre el pelo del pequeño, le hacía cosquillas haciéndole reír, tiempo después lo puso de cara en la almohada alzándole el culito desnudo sudoroso de tanto movimiento en la cama, “¡Vamos a ver si estas limpio, si no te hiciste pipi o popo!” le decía al nene recordándole cómo lo había hecho siendo más pequeño, de esa manera comenzaba a olerle todo el cuerpo y al llegar a su penecito Eliazar Emigdio se lo metía a la boca y lo chupaba succionando, luego le daba vuelta y le ponía las piernas alrededor de su cuello y comenzaba a chupar ese culito de niño bien cuidado, al estar sentado mi cabeza quedaba al lado de su pene el cual besaba y a veces trataba de metérselo a la boca, ya que el muchacho hacía eso con el suyo, para Jean Pierre era natural además siempre decía que “¡eso era un juego entre nosotros y que nadie debía saber que jugábamos porque se enojarían conmigo y nunca más podríamos hacerlo!”, lo encorvó con el culito y el pene al descubierto besándole repetidamente hasta dejarle tendido en la cama, se voltea para observarle, de tal suerte que la erección de Eliazar Emigdio era muy definida, Jean Pierre estando acostado en esa posición no pudo evitar soltar una sonrisa coqueta y decirle inocentemente que en verdad lo tenía muy grande y peludo y que además le gustaban como colgaban esos testículos, al terminar de decir eso le metió el pene rápidamente a la boca, hizo el buen intento, ya que se notaba que tenía mucha experiencia al mamar pues poco a poco le fue enseñando la manera correcta de hacerlo desde hace un buen tiempo atrás, le preguntó si en su ausencia lo había hecho anteriormente y le contesto que no, no demoró en ponerse de cara a las almohadas y abrir ese culito sudoroso, con ese anito tan precioso, sin ningún vello en él, se podía apreciar esos glúteos suavecitos y poco regordetas que invitaban a morderlas y besarlas en toda ocasión, tenía pujes mostrándose su hoyito bien cerrado y rosadito pidiendo ser penetrado por ese pene a gritos y el hecho de verlo ahí, de rodillas frente al muchacho con esa carita tan inocente y disfrutando el sabor terso de su culito era una cosa estupenda, Eliazar Emigdio le comía el culito a besos, a chupadas, a mordidas y Jean Pierre solo gemía del placer que estaba sintiendo, tiempo después de tanto chupar el culito se decidió a penetrarle, tuvo mucho cuidado, fue dilatándolo poco a poco con un dedo y con ayuda de crema le hacía de lubricante en cada vez que iba abriéndole paso por ese culito cerradito y suavecito con un amplio hoyito rosadito que mostraba la pérdida de su virginidad precisamente por Eliazar Emigdio, hizo un alto “¡eres mío!” “¡me perteneces!” “¡en especial tu culito!” “¡es mío!”, le besaba el cuello y espalda, le metía un dedo en el culo haciéndole gemir, a su lado estaba un bote de crema y con el dedo se lo fue metiendo, el nene alzaba el rostro en señal de gemir prolongadamente, “¡así te gusta que te lo meta!” “¡sé que extrañabas esto!” “¡sólo yo te hago sentir así!” “¡sólo yo!” le besaba los glúteos y el nene volvía a reír “¡ahora siente como eres mío!” el pene con crema entraba en el culo “¡te lo haré con amor!” se mostraba la cara de satisfacción que Jean Pierre ponía cuando al fin pudo sentir todo el pene de Eliazar Emigdio dentro de él, le gustaba percibir la sensación de sentir sus testículos aporreándose en sus glúteos suaves y voluminoso con cada embestida era una sensación gloriosa, Eliazar Emigdio fue tan enérgico que en algún momento se agota y no puede seguir dándole así de fuerte y lo que le sorprendió es que fue ahora Jean Pierre el quien tomaba el control en ese momento, se coloca boca arriba y Jean Pierre solito se fue sentando en el pene de Eliazar Emigdio, él solito tenia agarrado aquel pene y poco a poco se lo metía por su culito ya rojo y dilatado por las penetradas anteriores, Jean Pierre se estaba ensartando solito, y el hecho de verlo ahí, feliz, gozando el pene de un macho con su cara de placer al saber que él tenía el control, lo dejó continuar y solo se dedicaba a admirar tan bella escena, su cuerpo delgado, inocente, frágil y lampiño contrastaba con aquel cuerpo fornido, grueso, velludo y tosco, Eliazar Emigdio no podía aguantarme más y antes de vaciarle el semen le pregunta si quería comérsela le dijo que si y rápidamente se sale de su culito y fue directo a su boca, ahí le vacía todo el semen, y Jean Pierre parecía que estaba tomando con gusto, no le soltó el pene hasta dejarle bien seco, después de eso descansaron un rato, se metieron a bañar y Jean Pierre quería seguir, pero Eliazar Emigdio le dijo que no, que dejara descansar su culito un rato, que de todas maneras se lo volvería a coger más adelante, se acostaron en la cama, la mañana estaba algo fresca, Eliazar Emigdio estaba acostado de perfil detrás de Jean Pierre, “¡eres mío!”, “¡nunca lo olvides!”, “¿de acuerdo?”, “¡sí, Eliazar!” vinieron los besos dados a la espalda, pelo y cuello de Jean Pierre, miraron el reloj, de súbito el niño se sentó en la cama “¡es tarde… debo irme!” “¡ya viene el bus del campamento!” de súbito Eliazar Emigdio saltó de la cama poniéndose detrás del niño encorvándose en el extremo de la cama, “¡deja… debo irme!” “¡me va a dejar el bus!”, “¡te dije que eres mío!” “¡ya te dejo ir!” “¡no llegarás tarde!” “¡aún falta!” lo manoseaba y le besaba la espalda “¡solo… dame tu culito!” “¡así te irás pronto de aquí!” “¡vamos, déjate!” Jean Pierre se puso quietecito, le dio vuelta uniendo los pechos, se alzó un poco las caderas para que viera los dos penes rozarse “¡mira cómo juegan a las espaditas!” Jean Pierre reía viendo el grueso pene de Eliazar Emigdio rozando el penecito erecto de Jean Pierre, lentamente Eliazar Emigdio deslizaba su boca besándole el pecho, el abdomen, haciendo círculos en el ombligo, llegando a la lamer el tronco del pene y los testículos, “¡qué blanquitos y rosaditos los tienes!” “¡ya sin duda son muy bonitos!”, subió besándole el cuerpo hasta llegar a los labios besándose prolongadamente, “¡ya!” “¡déjame ir!” de un giro brusco lo puso encorvado en el extremo de la cama de cara al colchón, el pene humedecido de semen entraba en ese culito de niño precioso descendiente de buen linaje, bufaba sintiéndose penetrado por ese grueso pene que se deslizaba en el ano de ese delicioso culito, las embestidas iban de menor a mayor grado de movimiento, la cama se movía a causa de aquellos movimientos sexuales, “¡nunca olvides que eres mío!” “¡mío!” “¡me perteneces!” eso le decía con embestidas fuertes seguidas y contundentes, lentamente le fue sacando el pene, “¡ahora que vas bien cogido, puedes irte!” Jean Pierre tomó la ropa vistiéndose rápidamente viendo a Eliazar Emigdio que se estiraba el pene con placer y con una satisfacción clara de placer en su rostro por lo que había hecho, ya vestido lo llamó para que se acerque a la cama, de un impulso lo rodeo de los hombros llevándoselo a su cuerpo besándose apasionadamente, sin decir más se apartó saliendo presuroso de la habitación, el niño bien se dio una ducha simple, se vistió perfumándose bien, la mamá de Eliazar Emigdio le llamaba para que esté listo a la espera del bus que lo llevaría al campamento, la mujer y el pequeño estaban en la puerta de entrada de la mansión esperando el bus, giró su cuerpo viendo a la distancia asomado por la ventana de su habitación a Eliazar Emigdio, sin que lo notase la mujer Jean Pierre agitó la mano llevándose instintivamente la mano a su pene vestido, Eliazar Emigdio con prudencia de no ser visto se arrimó desnudo a la ventana mostrándose el pene peludo para que por un instante Jean Pierre lo viese, en ese momento giró su cuerpo, el bus estaba llegando, se despidió de la mujer que estaba a cargo de su cuidado mientras su padre continuaba de luna de miel con su madrastra Fernanda, al subir al bus agitó su mano despidiéndose de ella, alzó la mirada agitando la mano en señal de despedida de Eliazar Emigdio, a su lado estaba sentado Carlos Hernán, iban conversando a gusto; a unos centenares de metros de allí Isaurina a llevando de copiloto a su hijo Jairo Gustavo, iba sumida en sus pensamientos, la rabia y la impotencia hacían mella en su alma, deseaba llegar cuanto antes a la mansión de aquel monstruo, la impericia y el despiste con irresponsabilidad hizo que se pase un disco en rojo impactándose de lleno con un tráiler que obedecía su preferencia, en un corto instante después los niños escuchan un estruendo y luego sintieron el impacto de ese auto y el tráiler sobre el bus matando instantáneamente a Carlos Hernán y Jean Pierre, la noticia corrió con ríos de tinta a nivel local, nacional e internacional, el hombre de negocios dejaba su luna de miel para atender las pompas fúnebres de su hijo amado, la sociedad se sintió golpeada por la infausta noticia del fallecimiento del bisnieto de Fulgencio Arichabala, el apergaminado hombre negocios quedó devastado, a cierta distancia en la ciudad Corina Berlingieri se contrariaba que su plan no tuvo el éxito esperado, no se llegó a consumar en parte lo deseado, sintió complacencia de ver en la foto del diario a un acongojado Fulgencio junto a la pena mostrada en el rostro de su madre Matilde Peñalba, tras las exequias fúnebres estaba una inconsolable mujer vestida con túnica y ropa de negro, lamentaba haber perdido a ese formidable niño que estaba a su cuidado, Eliazar Emigdio abrazaba a su madre a modo de consolación, ella lo miró “¡fue una pérdida terrible!”, “¡no sabes cuánto hemos perdido!” extrañado Eliazar Emigdio miraba a su madre, en su interior no disimulaba cierta satisfacción de verse libre de la presencia de ese niño aunque lamentaba ya no poder usarlo como su juguete sexual, “¡qué terrible, verle allí si vida!” “¡era un niño muy precioso!” esas palabras incomodaron a Eliazar Emigdio “¡ya sigas mamá!” la mujer extrañada lo miraba fijamente “¿no te duele verle así?” “¿después de que jugaban y lo cuidaste desde niño?” “¿no te da pena?” Eliazar Emigdio quedó en silencio absoluto, de pronto a la mujer le vino una rabia inusitada, no tomó en reparos de romper el protocolo fúnebre llevando de brazos a su sorprendido hijo, vio al padre del difunto arrodillado rezando, se sorprendió ante la llegada de su fiel sirvienta y su hijo Eliazar Emigdio, “¡míralo bien por última vez!” el muchacho miraba el rostro angelical, “¡míralo bien!” la mujer hizo pausa tomando aire para decirle a su hijo “¡mira bien el rostro de tu medio hermano!” el hombre al escuchar eso de súbito se puso en pie tomando de los hombros a su fiel empleada que lloraba desconsoladamente ante la presencia de los asistentes, lo miró al muchacho a quien había dado su confianza, lo abrazó fuerte llorando desconsoladamente, Eliazar Emigdio también lloraba, los asistentes asentían con pena, se notaba el llanto desgarrador de Eliazar Emigdio, pero en sus entrañas sabía que su llanto y pena no era por el hermano perdido sino porque a su propio hermano sin saberlo lo había desvirgado rompiéndole la inocencia a causa de su envidia y rencor, por eso era el llanto de aquel muchacho cuya conciencia le minaría lo que había hecho ese tierno niño, algunos de los asistentes decían en voz baja lo inoportuna de la acción de esa humilde mujer, otros se consolaban con saber que aquel prestante hombre había perdido un hijo pero había ganado otro, otros decían que la mujer actuó con astucia, de ello se verá a futuro las consecuencias que trae consigo el haberlo hecho, Fernanda acongojada miraba de lejos la escena, intentó llegar a su marido pero se contuvo, se dijo para sí misma eso ocurrió antes de conocerle, pensaba en lo penoso que estarían pasando su ex suegro tras el fallecimiento de su bisnieto.
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Victoria daba vueltas en la cama, reflexionaba el temor de una verdad que se desarrollaba sin poderla contener más, pensaba en lo acongojado de su abuelo tras perder a su bisnieto en aquel accidente de tránsito, lo triste que estaba su bisabuela por el mismo efecto, ella se topaba el vientre, tenía sentimientos encontrados, estaba esperando un hijo, lo cubría bien su estado fajándose pero ya no se podía más, anhelaba estar con él, con el padre de su hijo, aquel hombre barbado, deseaba estar a su lado, que supiese de su estado, que se pusiese contento de saber que le daría un hijo, la mano rozaba el vientre, la puerta se abre, entra Débora, la única conocedora del secreto de lo que estaba pasando Victoria, “¡mi niña… ya todo está listo!” ella mostró alegría, “¡vamos pronto antes que despierten!”, Victoria salió presurosa en su terno de dormir abultado tratando de cubrir su embarazo, el auto esperaba en la entrada de la mansión, llevaba algunas petacas, “¡vamos mi niña, pronto!” quisieron tratar de pasar la guardia pero se detuvieron, “¡salgo con la niña de urgencia, ya regresamos!” el guardia un poco inquieto revisó el interior del auto, “¿qué hace?” enfurecida Débora le increpó “¡siempre hemos pasado sin esto!” “¡debemos salir!” incómodo el guardián dio orden de paso, a varias cuadras de allí las dos mujeres se bajan del auto ordenándole al chófer que regrese por ellas luego de una hora, transitaron discretamente por las calles capitalinas hasta tomar un bus, tiempo después Victoria observaba el cambio del paisaje, no había otra salida, se decidió a hacerlo de esa manera, iría a la casa de playa de su tío Nicolás, allí él comprendería su estado y trataría de aliviar la pena e indignación de su abuelo Fulgencio Arichabala, entendía que la casa estaba deshabitada, que Débora tendría una llave maestra de la casa y estaría a su cuidado como lo ha hecho con ella desde que era muy niña, había aprovechado entre semana para estar allí, su tío, esposa e hijo estarían el fin de semana próximo, tiempo suficiente para estar con él y decirle la gran noticia de su alumbramiento, Débora se queda encargada de arreglar las cosas, ella sube contenta con la idea de descansar en el cuarto de su tío, de pronto escucha un susurro, extraño, alguien está allí, se asusta, escucha risas, luego un silencio, vienen sonidos de gemidos, luego el silencio y de nuevo las risas, lo que observó por la hendija de la entreabierta puerta le heló la sangre, acostados desnudos en la cama estaban Justin y Agustín, escuchaba sus exclamaciones y comentarios “¡te amo Agustín!” “¡eres el hombre de mi vida!” “¡Nicolás no significa nada ni tiene espacio en mi corazón!” “¡todo lo llenas tú!” “¡como cuando llenas con tu semen mis ovarios!” dan un giro en el que Agustín se acuesta encima de Justin quien exclama “¡házmelo de nuevo!” “¡hazlo así!” a través de la hendija de la puerta la sorprendida Victoria miraba cómo la cintura de su hasta ahora amado Serafín se alzaba y bajaba uniéndolas pelvis y sacándole gemidos en cada penetración de pene en esa vagina, “¡así, así mi amor!” Agustín se afanaba en complacerla, le rodeaba con esos musculosos brazos, la abrazaba más firmemente, “¡házmelo así!” “¡como aquellas veces!” “¡hazlo cuando me empreñaste!” “¡quiero que me preñes de nuevo!” “¡quiero darte un hijo!” “¡otro varón como nuestro Daniel Nicolás!” “¡hazme otro hijo que se parezca mucho a nuestro primer hijo!” “¡házmelo ahora!” el agitado Agustín a ojos cerrados sintiendo penetrarla exclamaba “¡sí, mi amor, sí!” “¡si, te lo estoy haciendo, sí!”, “¡tienes una vagina deliciosa que hace hijos hermosos!”, ella también a ojos cerrados exclamaba “¡sí mi amor, hacemos hijos hermosos!” “¡préñame ahora!” “¡hazlo!”, Agustín con furia de macho caliente la sujetaba inclinándole un poco para que todo su pene pueda entrar, “¡así!” “¡así!” la mujer gemía “¡quiero darte tu segundo hijo, nuestro hijo varón!” “¡un hermanito para nuestro hijo Daniel Nicolás!” el hombre alzaba y bajaba las caderas insistentemente, los testículos rozaban la pelvis, ellos sentían terminar, “¡deja tu leche en mí!” “¡hazlo mi amor!” “¡es nuestro momento!” el hombre continuaba penetrando “¡eres mía!” “¡mía!” “¡soy tuyo!” “¡tuuyyooo!” el semen entraba en la vagina el hombre semi desfallecido por el esfuerzo quedaba con su rostro en le mejilla de Justin, con pausa pero con certeza de lo dicho le decía a su amante acostados en la cama con sus cuerpos desnudos “¡tienes una vagina deliciosa, insuperable!” “¡te amo, nunca he dejado de amarte!” escuchar eso para Victoria era abrumador, sentía tanta decepción, tanto coraje que no se contuvo y de un empujón abrió la puerta, “¡cínicos!” “¡sinvergüenzas!” “¡así pagan la confianza de mi tío Daniel!” “¡esos eran los pretextos últimamente para no estar junto a mi tío en casa!” “¡miserable tía!” ella estaba histérica “¡mírame!” “¡yo ya le gané a ella!” “¡vine para decirte que espero un hijo tuyo!” se arrodillo llorando desconsoladamente de cara al piso, de su boca salía abundante saliva, “¡quise darte esa noticia maravillosa!” “¡pero me equivoqué!” Agustín quiso tocarla pero ella se puso en pie “¡no me toques miserable!” “¡no eres digno de mí ni de este hijo que espero!” “¡siempre has vivido del engaño!” “¡creí que tú Agustín eras lo mejor que me había ocurrido en mi vida!” “¡pero has sido lo peor!” “¡seguramente lograste vengarte utilizándome!” los dos amantes se limitaban a escuchar, no salían del asombro, “¡ahora que sepan todos que son amantes!” “¡que engañaron a mi tío Nicolás haciéndole creer que tenía un hijo!” “¡miserias humanas!” no se pudo contener más saliendo presurosa de la habitación, los dos amantes se vistieron presurosos, desde la ventana vieron a Victoria camino a la ramada donde vivía Agustín con su esposa y su protegida Mielicilla, Victoria entró presurosa e iracunda, sólo estaba la esposa que escuchó lo que le decía Victoria “¡míreme bien señora!” “¡vengo viendo a su esposo acostado desnudo en la cama con mi tía Justin!” “¡escuché que tienen un hijo!” “¡Daniel Nicolás!” la mujer estaba muy asustada temblorosa e incrédula de lo que escuchaba, “¡ahora míreme!” “¡esta barriga me la hizo su esposo!” “¡creí en él!” “¡en ese miserable!” la mujer dignamente la sacó de su ramada “¡largo!” “¡largo!” “¡estás loca!” “¡loca!” “¡largo loca!” Victoria muy contrariada salió presurosa, Débora la seguía atrás tratando de agarrarla y hacer que entre en razón, “¡mi niña deténgase!”, “¡no nana, estoy loca!” los ojos se desorbitaban “¡loca!” “¡eso fui al creer en ese miserable!” “¡en quién mi niña!” “¡en quien!”; su estado de nervios era muy alterado, “¡nana, tú sabías que mi verdadero padre es mi abuelo Fulgencio!” “¡que él violó a mi madre!” Débora quedó estática de la impresión “¡mi padre no es Mateo Arichabala!” “¡mi padre es Fulgencio Arichabala!” “¡soy fruto de una violación!” “¡Nicolás Arichabala es mi hermano!” Débora quiso acercarse, “¡mi niña!” “¡no te acerques!” “¡es verdad!” “¡he vivido engañada por mi abuelo y por mi madre!” Victoria no pudo seguir sus pies inestables al borde le hicieron resbalar cayendo en aquel muelle con olas de aguaje que se rompían en las rocas altas, el ama de llaves no pudo agárrale y vio hundirse el cuerpo de Victoria, el grito desgarrador de la mujer hizo poner alerta a los pescadores, tiempo después se vio el cuerpo desfallecido que flotaba en el picado mar, un pescador con su canoa logró sacarle, la llevaba en brazos, lejos de allí Agustín entraba en su ramada, su mujer quien sufría del corazón estaba recostada en la silla rústica, le miraba a los ojos “¡dime que no es verdad!” “¡dime que no es cierto!” Agustín se puso cabizbajo, “¡no es posible!” “¡no!” “¡no!”, los minutos transcurrían, Mielicilla llegaba a la ramada, veía con preocupación el estado agonizante de su madre, “¡acércate hija!” “¡acércate!” “¡me estoy muriendo!” “¡mi hija querida!” “¡te quiero mucho!” la nena abrazaba a su madre poniendo la cara en su pecho, la mano de la moribunda hacía esfuerzos para acariciarle el pelo, “¡mi niña preciosa!” “¡quiero decirte algo que lo llevo dentro por muchos años!” “¡se trata de tu identidad!” la nena se asombró ante esa revelación, “¡eres mi hija de crianza!” “¡con mi madre te criamos!” la niña movía negativamente la cabeza, “¡tú verdadera madre vive en aquel pueblo de donde mi madre te trajo tras un alumbramiento difícil y complicado!” “¡pero gracias a Dios sobreviviste!” “¡tu madre no sabe de tu existencia!” “¡al momento de nacer mi madre la comadrona que asistió al parto de tu verdadera madre te alejó del pezón de tu madre!” “¡tu verdadera madre cree que has muerto!” “¡busca a tu madre!” llamó a su esposo “¡ayúdale a encontrarla, prométemelo!” “¡en algo líbrate de culpas!” el hombre asistió penosamente “¡lo prometo!” la niña lloraba “¡no llores mi niña!” “¡ya pronto estarás con tu verdadera madre!” suspiró hondo, las fuerzas se le iban, hizo un esfuerzo “¡tu madre se llama Agripina!” “¡Agripina!” “¡búsquenla, así salvan mi alma y mi conciencia!” hizo un gesto de que le tomen la mano para darles la bendición, al terminar sus movimientos lamentablemente desfalleció, la niña y el hombre lloraban desconsoladamente, al rato supo que una muchacha embaraza de más de tres meses de gestación se había lanzado del muelle a las rocas, de nuevo los tabloides rodaban con la noticia, Corina Berlingieri leía los detalles de la noticia, sacó una foto de la cartera y viendo el rostro infantil exclamaba “¡se está haciendo justicia!” en su rostro se dibujó una mueca; Débora guardó silencio de lo ocurrido, no se supo el encuentro de Agustín y Justin, ella había salido presurosa del pueblo, tan sólo se sabía que Fulgencio culpaba a Débora, la pobre mujer de haberle ocultado lo del estado de gestación de su nieta, tomó un revolver y le apuntó a la cabeza, “¡es lo mejor que me puedes hacer para ya no sentir esa culpa y pena!” “¡así lograrás liberarte de cuánto secreto tengo de ti!” “¡entre ellos que soy la madre de tu segundo hijo!” “¡Nicolás!”, el revolver se apartó de la cabeza de la pobre mujer, cerrando los ojos preguntó por el padre de esa criatura que iba a tener Victoria, el ama de llaves no le dio respuesta, lo desconocía, es un secreto que Victoria se llevó consigo misma, la credibilidad de la mujer quedó en desgracia, al poco tiempo fue despedida por esa acción cometida, buena razón para liberarse de ella, al despedirse se encontraba cerca de Nicolás de quien se despidió con un beso y una caricia en la mejilla, sorprendentemente alcanzó a darle la bendición, fue a vivir cerca de la vivienda de la madre de Dagoberto, ayudaría con la limpieza de las casas del sector, Justin continuó con su vida normal, se dedicaba más al cuidado de su hijo en los comerciales televisivos de la época, mientras tanto Agustín emprendió la promesa de buscar la madre de Mielicilla.
FIN DEL DUCENTÉSIMO TRIGÉSIMO OCTAVO EPISODIO
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