METAMORFOSIS 239
Ayuda.
Tras la muerte de su bisnieto Carlos Hernán y su nieta Victoria, Fulgencio y su madre quedaron sentidos por tales ausencias, pidieron a Fernanda para que los deje ver más seguidos a sus nietos Mateo y Cayetana así como también pidieron a Justin ver de manera continua a su adorado nieto Daniel Nicolás, la vida continuaba con esos devaneos, ya nada será igual tras esos últimos meses de 1961, la ayuda emocional brindada con recelo hacia los ancianos por parte de Fernanda se hacía de manera muy recelosa, los niños iban a la mansión Arichabala siempre acompañados de una nana pues ya no se encontraba Débora quien siempre los cuidaba, en ciertas ocasiones iban acompañados de Daniel Adrián a quien los ancianos le daban mucha cordialidad y también se convertía en el centro de atención en los que activamente participaba, se notaba paz en los ancianos, a menudo se unían a los juegos Dionisio, el hermoso Mateo Fulgencio era marcado por Fulgencio Arichabala, se enorgullecía del niño “¡eres tan hermoso!” el pequeño de tres años y medio era la admiración de los visitantes a la mansión Arichabala, el abuelo procuraba estar a solas con su nieto para besarlo y acariciarlo, en una ocasión estuvieron a solas en la biblioteca, aprovechó del tiempo para entre mimos bajarle el pantaloncito y verle salido el penecito del calzoncillo, “¡míratelo… es precioso!” estaba flácido pero al movimiento de dedos hizo que se ponga durito “¡fantástico!” “¡míratelo Mateo!” “¡está tieso!” el travieso niño rozaba con sus manitos de piel muy blanca su penecito duro, “¡es igual a Patricio!” “¡sí!” “¡igual!” “¡muy igual!” “¡es precioso!” pasaba rozando la nariz por el prepucio que recubría la punta del glande salido apenas, “¡es tan rojito!” “¡tan blanquito!” “¡como el de él!” lo acomodó muy cerca de cuerpo encorvado en el sillón y allí mismo sin pensarlo dos veces le pasó la lengua por debajo de los testículos rosados y blanquecinos luego la punta de la lengua se deslizaba por el tronco del pene eso le hacía sacar suspiros a Mateo Fulgencio, “¡está rico… muy delicioso!” el hombre miraba el rostro del niño precioso “¡no eres tan sólo lindo de cara sino también de esto!” con los dedos le estiraba tratando de que esté más erecto el penecito, el nene vio la cara de su abuelito entre los muslos a los que besaba “¡tienes una piel suave!” “¡muy suave!” “¡te pareces tanto a Patricio!” los dedos empezaron a deslizar más ese pantaloncito corto, se mostraban los muslos de mejor forma y sobre todo ese culito precioso, lo marcó al niño para ponerlo recostado de carita sobre el sofá, se podía ver ese voluminoso culito a plenitud “¡qué hermoso lo tienes!” “¡cómo ha crecido en volumen!” las manos de ese hombre pasaban sutilmente deslizándose por esos voluminosos glúteos, “¡qué hermosos están!” se bajó el pantalón y el calzoncillo y se puso detrás del niño, “¡quiero sentirte mi amor!” el pene flácido rozaba la separación de los glúteos, solo eso podía, el sentir con su pene arrugado por los años ese desliz sobre es suave piel de tres años y medio de vida, Mateo sentía el peso de ese hombre su cuerpito y trataba de ladearse y apartarse pero estaba cubierto de ese cuerpo adulto “¡déjate!” “¡déjate!” “¡estamos jugando!” el niño empezó a incomodarse a lo que Fulgencio se aparta y ve que los dedos del niño pasan por su culito, pasa la nariz a manera de hacerle cosquillas con los dientes rozados en el culito, sentía delicioso esas cosquillas, en ese momento aprovechó para abrirle el culito y olerlo “¡qué aroma!” “¡rico!” le pasó al lengua por los glúteos y el coxis, “¡mi niño precioso!” “¡cómo te deseo!” luego a roce de dedos lo fue pasando por la entrada del anito, la punta del dedo entró e hizo que se ponga inquieto el pequeño Mateo, giró su cuerpo viéndose extrañado, “¡quietecito!” “¡al principio te molesta pero luego te va a gustar!” “¡así pasó con tu tío abuelo Patricio!” el dedo entraba un poco haciendo que el niño se estremezca, el dedo rozaba la separación de los glúteos y el nene se sentía extrañado, el adulto miraba el pase del dedo índice por la raja de ese potito “¡Patricio!” “¡`Patricio!” “¡así te lo hacía en tu culito!” “¡así te lo hacía!”, lo marcó y lo sentó sobre sus entrepiernas viéndose frente a frente lo cual a Fulgencio tomarle en esa postura de sentir ese culito sobre su pene flácido lo enloquece de sobremanera, Mateo tenía deslizado su pantaloncito corto y el calzoncillo a las rodillas, se notaba lo recién bañadito el olor a shampoo en su pelo castaño claro, le excitaba al abrazarle y besarle así acariciándole el cuerpito , continuaba luego el hacerle cosquillas tocando sus pechitos sobre su camisa que la desabotonaba y le decía que era hermoso, eso le decía con alto deseo sexual que tragaba saliva, aunque Mateo estaba cabizbajo y no oía ese susurro, simplemente solo reía de las cosquillas que le hacía, le dijo que iban a jugar a los avioncitos y al cargarle y aventarle sobre amplio sofá le tocaba su rico penecito al quedar mostrado ya estaba tieso, la nariz rozaba sobre su calzoncillo blanco de tela delgadito, en esa postura quedaba sobre el sofá en cuya orilla se ponía boca abajo y como no es alto aquel sofá sus rodillitas tocaban casi el piso, con delicadeza el adulto se monta en posición de perito diciéndole “¡te doy un premio si te portas valiente!” el nene escuchaba que el premio era un gran helado, reía a manera de aceptar, “¡mientras más aguantes!” “¡serás más valiente!” “¡y tendrás más helado!” “¿lo quieres, Mateo?” el nene movía la carita afirmativamente siempre sonriente de las cortas cosquillas que en ese momento recibías, “¡bien mi niño!”“¡pronto tendrás tu helado!” el pequeño se dejaba de Fulgencio, le daba la espalda en un momento fugaz le rozaba el pene a rozar en sus glúteos mientas el pecho se apegaba con sutileza en su espalda para no dejarle escapar, así comienza a moverse rítmicamente sobándole en su lindo traserito, Fulgencio parecía un perro montando a un cachorrito, el hombre estaba en éxtasis y lamentaba que no podía eyacular semen que sería lo más maravilloso ver ese líquido blanco deslizarse por la piel del culito de ese niño precioso, movía las caderas hacia adelante y hacia atrás al mismo ritmo en que le hacía mover a Mateo, el nene mostraba gemidos de incomodidad “¡recuerda el premio!” “¡quietecito!” “¡recuerda el helado que vas a tomarte!” “¡ya casi mi amor!” “¡ya casi!” de pronto se aparté del niño vio ese culito y vio su flácido pene, se enojaba de su situación sexual, instantes después lo toma de las manitos y lo sienta en el sillón “¡vamos a jugar algo rico!” y le enseña un pañuelo ”¡vamos a jugar a los secuestrados te amarro bien y te tapo los ojos!” y te voy dando lechera “¿qué te parece?” Mateo muy gustoso dijo que si, le amarra y tapa los ojitos cuando no podía verle se manoseaba el flácido pene enfrente de su carita y le fue subiendo a la carita para que no se diera cuenta, al principio le dio roces en los labios “¡Mateo, es el helado parecido al que te voy a dar muy pronto!” “¡chupa, anda!”, con cierta extrañeza tapado los ojos Mateo chupaba el pene flácido, de esa manera sintió la deliciosa forma de como chupaba era agradable y le dijo que intentara adivinar el sabor, le pidió que saque la lengua, el glande flácido lo saboreaba extrañamente, consideró que era suficiente, le quitó el pañuelo de la vista, se vistió rápidamente y le ayudó a vestirse a Mateo “¡eres un niño bueno y valiente!” lo marcó acariciándole el pelo “¡te quiero mucho!” “¿tú también me quieres verdad?” salieron a servirse un gran helado para Mateo “¿le dirás a tu mamá que te mande más seguido acá con Renata?” el nene contento asentía, Fulgencio miraba desde la amplia ventana a Dionisio jugando con Cayetana, a cortos pasos estaba la niñera enviada por Fernanda, al irse los niños Fulgencio le dio dos billetes de alta denominación a la niñera para que informe lo bien portados de los niños y la adecuada atención que recibieron, a corta distancia sin ser vista Corina miraba los movimientos de la niñera llevando de la mano a Cayetana y marcado a Mateo, la mirada de la italiana fue hacia ese niño precioso “¡mi nieto!” exclamaba, “¡qué precioso es!” vio al chofer indicándoles el ingreso al auto a los niños y a la niñera, Corina sintió de súbito una presencia inesperada, se trataba del indigente con su perro, se asustó al verle sacar una daga muy fina, le vio el rostro, le pareció familiar, el indigente clavó su mirada en ella exclamando “¡Corina!” ella se extrañó mucho, de pronto salió alzando la daga en mano dándole la espalda junto a su perro se alejaba “¡justicia!” “¡justicia!” “¡pronto!” “¡pronto!” la mujer quedó petrificada de la emoción, no atinaba a moverse ni reaccionar hasta un buen tiempo en que reaccionó pidiendo un taxi que la llevase a casa de su hijo, estaba sumida en sus pensamientos, la imagen del indigente era recurrente en su mente, no atinaba a reconocer a aquel hombre que le había impactado en sus sentidos, seguramente fue un amigo de infancia y juventud que ahora estaba en la desgracia, seguramente era eso y nada más, a distancia de aquello en la mansión Arichabala en el cuarto de Fulgencio estaba Dionisio arrodillado tomando el pene flácido mamándole y lamiéndole repetidamente mientras recibía caricias en su espalda y pelo de su cuerpo desnudo.
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Habían pasado algunos días desde el fatídico accidente de Isaurina con su hijo Jairo Gustavo, las tumbas eran visitadas por Gustavo Adolfo, Amanda y su hijo Carlos Gustavo Eleuterio, desde hace semanas el militar de amplia carrera supo de la existencia de su hijo de boca de Isaurina, lo llevaba marcado, estaba muy feliz en su compañía y el precioso niño se sentía bien teniendo a su padre cerca, sus bracitos rodeaban el cuello de su padre, estaba muy bien vestido de marinerito, típico de los hijos de los militares de la época con su característico corte cadete, Isaurina iba vestida con su uniforme de enfermera, pusieron unos ramos en cada tumba, de pronto les vino un sobresalto de un hombre que se aparece de entre las tumbas, se había levantado, tenía en su mano una botella con un cuarto de líquido de ron, la apariencia del hombre no era la adecuada, se acercó al militar a manera de querer increparle, “¡que bien!” “¡vienes con tu amante y su hijo!” “¡muy bien!” el militar le pidió iracundo que modere sus palabras, “¡tienes un hijo muy lindo!” “¡afortunadamente se aparece más a su madre!” “¡aunque veo que tal vez sea tu hijo por su piel!” el tierno niño miraba los gestos irónicos de un hombre que se tenía dificultad en pararse de lo mareado que estaba, a entre ojos abiertos exclamaba “¡en el velorio no pude decirte lo que ahora te voy a decir!” extrañado el militar lo miró “¡mira esa tumba!” “¡la que fue de tu esposa Isaurina!” “¡has de saber que nuestro cariño no era solamente de primos hermanos!” “¡nos queríamos desde niños con un amor especial que nuestras familias nos separaron!” “¡nos queríamos en silencio!” “¡se oponían a lo nuestro!” “¡llegaste tú!” “¡pero nuestro amor continuaba!” “¡ella nunca fue tuya, ni su cuerpo, ni su amor!” “¡todo ello me perteneció hasta el final de sus días!” “¡el último día hicimos el amor!” “¡allí supe que estaba contrariada!” “¡supe que su padre verdadero era Fulgencio Arichabala!” “¡y que el supuesto padre Jairo Arciniegas!” “¡mi atento tío el que se ahorcó… no era otra cosa que su hermano!” “¿te das cuenta?” “¡su hermano, no su padre!” “¡vida irónica!” el militar se puso cabizbajo incrédulo de lo que escuchaba, el hombre estaba exaltado, tenía un aire de maledicencia, “¡ahora mira esa tumba!” se arrodilló llorando desconsoladamente, “¡ese niño era mi vida!” “¡ahora no tiene sentido vivir!” “¡mira bien esa tumba!” “¡allí está enterrado parte de mi vida!” “¡allí están los restos de mi hijo!” el militar se sobresaltó “¿qué pensabas, que era tu hijo?” “¡falso!” “¡era mi hijo!” “¡el fruto de mi amor con mi prima!” el militar lo miró fijamente “¡ni el acto de separarnos con tu matrimonio pudo separarnos!” “¡se casó contigo esperando un hijo mío!” “¡lo engendramos a una semana de tu boda!” “¡ella te sedó, se cortó levemente el dedo gordo del pie y esa sangre la manchó en la sábana para que tú complaciente a vieras al despertar!” ahora entendía el recelo de su mujer cuando llevaba al niño delante de su familia, se notaba el recelo de ella con los suyos, “¡ese niño era mi razón de vivir!” “¡tenía grande su espíritu!”, el militar obraba con prudencia, no deseaba interrumpir aunque cada palabra era una daga en su pecho, quería saber hasta dónde llegaba su declaración, “¡tenía aparecido a su madre y… a mí!” “¡nuestras familias nos separaron, no nos dejaron casar!” “¡sin embargo, mi hijo al final de cuentas no era hijo de mi prima!” “¡Isaurina no era hija de Jairo Arciniegas!” “¡qué desgracia!”, el militar se contuvo de hablar, Amanda vio el rostro de Gustavo, estaba muy enojado con sus manos hecho puños listo a atacar, ella lo sostuvo, el niño le rodeó sus bracitos en una pierna, estaba inquieto y muy tembloroso, “¡mi hijo!” “¡si hubiese sabido la verdad!” “¡debo reconocer que fui un cobarde al no habértelo quitado desde el principio!” “¡debí haberte dicho la verdad!” “¡éste es mi castigo!” “¡perdón!” el sólo hecho de escuchar esas palabras hizo que el militar de un giro junto con Amanda y Carlos Gustavo, lo marcó y lo subió a los hombros y el niño se tomaba de las manos de su padre, el desfallecido hombre alcohólico vio a las tres figuras alejarse del lugar “¡sean felices!” “¡en la medida que puedan!”; cerca de allí una pensativa Elena ponía flores en una tumba muy significativa, allí se encontraba el hombre de su vida, aquel que realmente la hizo sentir mujer y de quien le engendró un hijo como resultado de su amor clandestino, en lápida estaba su nombre Heriberto Alpizar asesinado en las trifulcas del año 1948, pasivamente extraía yerbas de los alrededores, estaba sentada pensando de aquellos momentos, “¡te he traído unas flores amor!” “¡como siempre en esta época!” “¡como aquel día en que nos conocimos y nos entregamos!” pasó la mano por la lápida “¿lo recuerdas mi amor?” sonrió “¡te amo… nunca dejaré de quererte!”, muy cerca de ella sin que se diese cuenta estaba su hijo Heriberto escuchándole, él se había enterado por su hermano Melquiades que su madre se encontraba en ese lugar al llegar del colegio, presuroso se cambió para caerle de sorpresa y que lo llevase a comer algo así como una gaseosa Postobón, unas galletas Noel o un Crem helado, estaba animado observándole no deseaba interrumpirla en sus movimientos, aunque se extrañaba que siempre limpiaba la tumba de su padrino con mayor empeño que la de su difunto hermano Domingo, ella pasaba las manos por la lápida “¡mi amor!” “¡mi vida!” “¡Cuánto te extraño!” “¡y cuanto te extraña tu hijo!” “¡nuestro hijo!” “¡el hijo que me hiciste con amor!” “¡el hijo al que siendo tiernito lo besabas, lo acariciabas y lo mimabas!”, Heriberto estaba muy sorprendido escuchando tamañas declaraciones de amor a su padrino, descubría que habían tenido relaciones a espaldas de su padre Raúl el militar separado de su madre en la actualidad, “¡Heriberto, mi Heriberto!” “¡tu hijo ya está grande, tiene diecisiete años!” “¡nació el nueve de septiembre de1944!” “¡en aquella ciudad!” “¡si lo vieras está muy precioso!” de lejos sin ser visto la cara de Heriberto se llenó de lágrimas, se arrimó a la pared a seguir escuchando, “¡es precioso quiere ser militar!” “¡deseo que sea como tú!” “¡lo quiero mucho pues algo de ti está en él!” “¡es nuestro hijo deseado!” “¡es el fruto de nuestro amor!” “¡pero no debe saberlo mi amor!” “¡no lo entendería y temo que no llegue a perdonarme!” “¡es el hijo al que más quiero!” “¡lamento decirlo, pero es la verdad!” “¡Heriberto es hijo tuyo, de ahí que lo quiero mucho por ser tuyo y mío!” el muchacho agitaba la cara de forma negativa, hizo puños sus manos, se fue alejando del lugar, caminó entre los mausoleos, se arrimó a la pared y lentamente quedó sentado llorando torpemente, daba de puños sin que su madre lo escuche a prudente distancia, la vio sentada en la tumba, se prometió nunca preguntarle el por qué traicionó a su padre con su padrino, tenía sentimientos encontrados, se acordó de Marcelo Heriberto Alpizar de treinta años y de su hermana Beatriz de veintitrés años, en realidad eran sus medios hermanos, con ellos jugaba siendo niños, Beatriz vivía en el exterior y Marcelo Heriberto tenía un hijo con su esposa y otro con Lucrecia, el muchacho llegó desencajado viendo un auto lujoso estacionado en la casa, algo apesadumbrado e inquieto agitó la llave de ingreso en la puerta, para su sorpresa se encontró con Melquiades que salía puesto su trusa pues había escuchado el sonido de la cerradura, estaba muy nervioso, se escuchó el sonido del inodoro botando agua, se escuchó una voz adulta llamando a Melquiades, inquieto el hermano se dirigió a la habitación, Melquiades no pudo hacer nada para evitarlo, vio a Nicolás Arichabala acostado en la cama completamente desnudo esperando a Melquiades, para Heriberto saber esta otra noticia fue demasiado, confirmaba sus sospechas desde hace años en la que sus amiguitos insinuaban la inclinación de su hermano mayor, por prudencia no lo manifestaba, ahora lo comprobaba a su hermano le gustaban los del mismo sexo, ahora entendía el por qué su padre lo trataba de esa manera tan despectiva a su primogénito, le había salido joto, entendía ahora el de avergonzaba de su hijo, salió de la habitación quedándose arrimado a un poste de la calle, a lo lejos vio salir en el auto a Nicolás el jefe de su hermano, tembloroso estaba Melquiades viendo a su hermano desde la ventana, tiempo después se lo veía a Heriberto muy borracho y fumando deambulando por las calles, llegó a cierto lugar, tocaba el portón insistentemente, un hombre abre y se sorprende al ver a aquel muchacho de diecisiete años muy borracho, el joven lo alcanza a ver, trata de abrazarlo, el hombre se aparta de esas intenciones, se miran, ve que el muchacho llora, “¡eres mi hermano!” “¿lo sabías?” el hombre pensaba que era un ladrón o alguien cómplice de delincuentes, “¡no te creo, largo de aquí!” lo empujó y le cerró el portón, empezó a golpear la puerta “¡abre!” “¡soy tu hermano!” “¡soy el hijo de Heriberto Alpizar!” “¡el hijo que tuvo con mi madre Elena!” “¡soy tu hermano y de Beatriz!” desde el otro lado de la puerta se escuchaba “¡largo!” “¡te aprendiste bien el libreto para sorprenderme!” “¡largo o llamo a la policía!”, no quedó más remedio que retirarse, estaba triste, caminaba en círculos, estaba muy mareado, en su mente venían recuerdos de su infancia jugando con ellos, con los hijos de su padrino, recordaba los maltratos de su padre Raúl, ahora entendía tanto desamor, no se sentía padre pues no lo era, caminaba deambulando por las calles, lloraba pensando en lo que vio con su hermano Melquiades y Nicolás, al cruzar la calle no dio cuenta de un auto a gran velocidad que lo atropella, tiempo después Elena y Melquiades se enteran que Heriberto se encuentra grave en el hospital militar, presurosos la madre entró en la habitación, tuvo tiempo a tomarle la mano a su madre y tuvo el esfuerzo para decirle “¡mamá!” “¡escuché lo que dijiste en el cementerio hoy ante la lápida de mi padrino!” “¡sé que es mi padre!” hubo un silencio, la cara de Elena se posaba sobre el pecho de su hijo, lloraba mucho, “¡te perdono… maaammmaaaaaaaa!” Elena al levantar su rostro vio desfallecer a su hijo, dio un fuerte grito que lo hizo llegar a Melquiades “¡Heriberto!” era el grito desgarrador acompañado de una negativa en el movimiento de sus cabezas por la cual no asimilaban la pérdida de ese muchacho de diecisiete años, tiempo después Raúl era informado del estado del joven, se puso cabizbajo, no hubo siquiera una lágrima por él, sólo se lamentaba por el triste fin que había tenido, faltaban pocos día para celebrar la navidad de ese fatídico año de 1961.
FIN DEL DUCENTÉSIMO TRIGÉSIMO NOVENO EPISODIO
No sé en qué se basa está historia pero me encanta. Solo podrías darle algo al viejo Fulgencio una bebida especial que pueda tener la fuerza de un joven para el sexo dale la fuera de volver abrir caminos amo está saga quiero volver a leerla para ver desde donde comenzó la entrada de Fulgencio archivala
Fulgencio nació en 1879 y para 1962 ya su semen no actúa, sin embrago, más adelante se verá algo interesante en él. Es uno de los antagonistas. Gracias por tus comentarios que alientan a seguir adelante..